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Diego Alejandro Albán

David García
Teoría del conocimiento
Ensayo
2/05/2017

El entorno social en la revolución francesa

Para empezar este texto -cuyo exordio constituirá una apología refractaria-
intentaré esbozar los hechos más notables de esta revolución cuya consumación
dio comienzo a la edad contemporánea.
Continuando con lo anterior, es menester seguir en la misma línea haciendo una
cronología de los sucesos que tomaran importancia durante todo el siglo XVIII,
comenzando por los cafés literarios en los albores del mismo y terminando con el
génesis de la Primera República Francesa. Entonces, a partir de lo anterior,
empezaremos por decir la importancia que tenían estos cafés para la burguesía
(de la cual nos ocuparemos más tarde) que pretendía cambiar el orden social,
económico y político; aunque si bien es cierto que esta insurrección pudo suceder
en cualquiera nación europea, Francia, la que era en ese entonces y sigue siendo
la primugenitus filia Eclessiam (hija primogénita de la Iglesia) habría de ser la que
sufriría las consecuencias de este paroxismo.
Los cafés literarios eran lugares donde eminentes individuos de la época se
reunían a compartir sus ideas progresistas junto con la gente del vulgo,
principalmente aquellos de los tugurios. Esto se realizó durante años, lo que
constituyó un verdadero esfuerzo de los nacientes pensadores autodenominados
ilustrados, por inculcar sus ideologías en las masas; acto que sin duda fue para las
generaciones posteriores un atisbo de lo que acontecería después (la misma
revolución). Se podría decir que la Francia del siglo XVIII vivencio los primeros
experimentos de ingeniería social, puesto que la coyuntura y las mismas
vicisitudes propias de ese periodo como el pensamiento ilustrado encabezado por
Voltaire, Rousseau, Montesquieu, d’Alembert y Diderot, se habían inmiscuido y
mimetizado con el ideario colectivo. Los revolucionaros pronto entendieron que
para transformar el orden político y económico de una sociedad era necesario
primero invertir el panorama cultural.
Ahora bien, la coterie holbachique (la camarilla de Holbach), se encargó del
encuentro sucesivo de notables hombres de la época para compartir todo tipo de
ideas que al final terminarían por influir directamente en la revolución, entre ellos
se encontraban radicales ilustrados y un gran número de enciclopedistas. Estos
individuos que asistían al salón del Barón d’Holbach, serían reconocidos después
por sus aportes ideológicos a la rebelión. Ellos fueron a la revolución francesa lo
que fue Erasmo de Rotterdam a la reforma protestante. Aquellos pusieron el
huevo, y, tanto Lutero como los jacobinos lo empollaron.
Ya hemos hablado un poco de los cafés literarios y de su importancia en las
vísperas de la revolución, y de las reuniones de los pensadores ilustrados que
propendían por una emancipación de la doctrina totalitaria que imponía el
catolicismo y del absolutismo de los ineficientes Luis XVI y Maria Antonieta;
quienes eran excelentes moralmente, pero deficientes a la hora de tomar
decisiones políticas, debido a su prematura edad para dirigir una nación como
Francia.
Ahora, nos enfocaremos en la burguesía. El rol que desarrollo esta clase social en
Francia sería determinante para comprender los efectos que tendría la revolución
en el entorno social francés debido a lo holístico de sus consecuencias. Pronto, los
revolucionarios adoptarían tres lemas con los que identificarían sus pretensiones
de poder, pero citaremos a Jose Antonio Primo de Rivera para interpretar más
elocuentemente lo que supuso aquel día de 1789 cuando estallo la insurrección:
“El Estado Liberal –el Estado sin fe, encogido de hombros– escribe en el
frontispicio de su templo tres bellas palabras: «Libertad, Igualdad, Fraternidad.»
Pero bajo su signo no florece ninguna de las tres.”. Cuan acertadas y
contrarrevolucionarias serían esas palabras para la época, por eso es que no se
puede olvidar hechos como el levantamiento de La Vendeé o los curas refractarios
que lucharon en contra de la misma revuelta, dando incluso la vida por el rey y el
antiguo régimen. Entre aquellos nobles pensadores podríamos destacar a Joseph
de Maistre. un auténtico reaccionario.
Para ir concluyendo, todos los hechos mencionados anteriormente explican de por
si el fenómeno muy someramente, pero como no es nuestra intención argumentar
detalladamente cada suceso y su respectiva consecuencia, sino simplemente
demostrar la cantidad de sucesos que se dieron y que a su vez propiciaron otros,
como un efecto “bola de nieve”. Lo anterior nos permite identificar el rol que jugo el
entorno social, las coyunturas y las vicisitudes propias de la época. Hablamos de
los cafés, los salones, la burguesía, los jacobinos, los reaccionarios; todos ellos
participes de un evento histórico de suma importancia para occidente y el mundo
cristiano.

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