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Prehistoria de la costa norte del Perú - Capítulo II. Ascope 5 - Institut f... http://books.openedition.org/ifea/5161?

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Prehistoria de la costa norte del Perú | Claude


Chauchat, Elizabeth Wing, Jean-Paul Lacombe, et al.

p. 321-335

Texto completo
1 Los sitios de Ascope están situados un poco aguas-arriba
del pueblo de este nombre, en dos quebradas poco

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importantes que se reúnen en su desembocadura sobre el


Valle de Chicama. El conjunto de estos sitios está bastante
próximo al valle, pero más alejado del mar y más cerca de
los primeros contrafuertes andinos que los sitios de Pampa
de los Fósiles.
2 El sitio de Ascope 5 se halla a la entrada de la Quebrada de
La Calera. En este lugar, a 2,5 km del límite actual de los
cultivos, una cresta de una decena de metros de altura
separa la quebrada principal de un riachuelo que desciende
del Cerro Cuculicote. Este afloramiento fue cortado por el
trabajo de una pequeña cantera de época reciente sobre su
parte terminal (fig. 137). El sitio paijanense ocupa la
terraza aluvial en la base de esta cresta. La terraza está
igualmente bloqueada por una serie de muros paralelos,
completamente caídos, que sin dudas deben atribuírseles a
un período precolombino tardío.
3 La superficie de la terraza esta constituida por bloques
angulosos de todas las dimensiones, confundidos en una
matriz limosa muy fina. La composición del depósito
aluvial visible sobre los taludes, es idéntica. Una gran parte
de los bloques de superficie está formada por una roca gris
clara, de grano fino, determinada como toba volcánica.
Esta roca fue utilizada por los hombres prehistóricos para
la talla de la mayoría de los artefactos líticos que se
encuentran en la superficie. Una minoría, concentrada en
una zona definida como la unidad 3, está constituida de
una cuarcita de color gris, que sirvió casi exclusivamente
para la talla de bifaces y de puntas de proyectil. La terraza
comprende otros materiales, como el granito, que no fue
utilizado por los Paijanenses.
4 El sitio arqueológico ha sido bastante deteriorado por los
trabajos de la cantera, en particular por el camino de
acceso y el tránsito en sus alrededores. A causa de su
extensión, primero fue dividido en dos unidades arbitrarias
situadas a una y otra parte del camino; luego, al interior de
la unidad 2, se separaron dos concentraciones bastante
visibles, una que comprendía numerosas lascas de talla a
percutor blando en cuarcita, bifaces y puntas del mismo

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material (unidad 3), la otra por una capa de caracoles


terrestres, casi circular, y de 5 a 6 m de diámetro (unidad
4).
5 El estudio de este sitio consistió en una recolección no
exhaustiva de los artefactos, en este sentido que sólo los
utensilios visibles fueron recogidos. Fue imposible realizar
una recolección exhaustiva en razón de la enorme cantidad
de material tallado existente en superficie. A toda evidencia
aquí, son los bloques que afloran en los aluviones los que
han sido sacados para tallarlos. La superficie del sitio jugó
pues el rol de cantera para los Paijanenses, cantera
indiferenciada en cuanto a los productos de talla buscados,
y cuyo resultado fue la mezcla en superficie de todas clases
de artefactos. Esto se ve ciertamente en la unidad 2 donde
se observa una gran cantidad de fragmentos y desechos
apenas tallados, pero no así en la unidad 1, que no contiene
más que un pequeño número de objetos dispersos sobre
una superficie considerable.

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Fig. 137.- Ascope 5: plano esquemático del sitio.


6 A pesar del carácter relativamente informal de las
operaciones de recolección en las unidades 2 y 3, parece
que hubiera sido bastante completa, salvo, quizás, en lo
que concierne los útiles a posteriori, para cuya
identificación nada puede reemplazar al examen en
laboratorio. Este trabajo fue en efecto largo y cuidadoso, en
particular para la definición de la unidad 3. Meses más
tarde, volvimos al sitio pero sin mayor éxito que el hallazgo
de un número muy débil de utensilios suplementarios
(menos de una decena).
7 El conjunto del material lítico está enumerado en el cuadro
43. El rubro de los porcentajes e índices sólo concierne a
las unidades 2 y 3, en razón del número de utensilios
demasiado débil en las unidades 1 y 4. Las ilustraciones de

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las cuatro unidades están agrupadas en las mismas figuras.

UNIDAD 1
8 A pesar de la gran superficie que ocupa, esta unidad no
contiene sino una treintena de utensilios, lo que no permite
un estudio muy detallado pero constituye nada menos una
buena introducción a los problemas presentados en los
sitios de Ascope.
9 Notemos ante todo que el utillaje bifacial es aquí raro y lo
representa una pieza foliácea en toba y fragmentos
diversos. La categoría de utillaje más abundante es
incuestionablemente la de las raederas y unifaces que
dominan in extenso con 11 utensilios sobre 24:
Denticulados de todas las categorías y útiles a posteriori
están presentes pero son poco numerosos y no hay
denticulados macizos. Las tres piezas ilustradas aquí
presentan particularidades diversas. La pieza
«machucada» (fig. 138, n° 2) es ciertamente la más típica y
única entre los hallazgos del Paijanense, y efectivamente,
es a partir de los tres objetos encontrados aquí que este
tipo fue reconocido en los otros sitios. La dimensión
excepcional de las «machucaduras» de esta pieza se debe a
la calidad particular de la toba volcánica, que es una roca
poco resistente a la fractura, se talla bien pero se deteriora
muy rápido. A pesar de la variedad y la buena calidad de
los unifaces, sólo uno ha sido representado, porque
constituye un sub-tipo raro (fig. 139, n° 5). Se trata de una
pieza triangular y no foliácea, que fue posiblemente
obtenida por la retalla de un fragmento distal. Otras piezas
parecidas llevan un talón ancho no retocado. Finalmente,
la pieza de la figura 138, n° 7, tiene la morfología de un
raspador, pero el retoque es microdenticulado y los dos
bordes laterales son abruptos, por lo que fue clasificado en
el tipo correspondiente.
10 Es verdad que no tiene particular evidencia esta serie como
para asignarla al Paijanense, a causa del pequeño número
de bifaces, la ausencia de puntas de proyectil y diferencias

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en la composición cuantitativa del utillaje. A lo sumo hay


presunción favorable en razón de la presencia de unifaces
bien típicos, pero justamente su mismo número es
problemático en razón de su rareza en Pampa de los
Fósiles.

UNIDAD 2
11 A pesar de contarse con un utillaje más numeroso (102, en
lugar de 29), esta unidad no parece presentar grandes
diferencias con la precedente, desde el punto de vista de la
composición. En particular, las raederas y unifaces son
siempre dominantes y los útiles a posteriori están
débilmente representados. Sin embargo, las otras
categorías parecen tener proporciones normales en
comparación con Pampa de los Fósiles.

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Cuadro 43.- Ascope 5: composición de los utillajes de las


unidades, 1, 2, 3 y 4.
12 El examen de las identificaciones sucesivas dadas después
de la recolección, muestra que numerosas piezas,
clasificadas al inicio entre los denticulados, y en particular
los denticulados macizos, han sido repartidas sea en los
unifaces, sea en los núcleos. La correspondencia entre los
denticulados macizos y los núcleos es bien conocida. Es la
dimensión de los lascados y la irregularidad de las muescas
los que han permitido en general esta transferencia. A
primera vista, el proceso es menos simple para los
unifaces. El contexto del sitio en el cual se hallan los
utensilios indica que la extracción de la roca se hizo en el
mismo lugar y que la talla a percutor blando es abundante
en las dos unidades 2 y 3. Ahora bien, ésta no sería,
únicamente, el resultado de la talla de bifaces, que son
raros en la unidad 2 y mayormente en cuarcita en la
unidad 3. Es pues lógico concluir que la actividad de talla
de los unifaces fue importante. Un cierto número de piezas
abandonadas durante su fabricación, a causa de un defecto
o de una quebradura, es de esperarse en este utillaje.
13 El proceso de talla de los unifaces puede afectar tanto los
bloques como también las lascas. El primer estadio de
fabricación, posiblemente a percutor de piedra, en

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principio consistirá en probar la roca para poner en


evidencia sus posibles defectos y dar un primer esbozo de
forma foliácea. Se tendrá por lo tanto, al inicio, sobre todo
en los soportes macizos, piezas irregularmente
denticuladas. Sobre los soportes más delgados, es posible
hallar desde el inicio un retoque a percutor blando, a veces
denticulado o también microdenticulado, y que no se
convertirá en regular sino al momento donde la forma del
objeto estará próxima a su forma definitiva. Una
denticulación se obtiene inconscientemente cuando se
desea reducir rápidamente un soporte de cualquier forma,
a una forma determinada. Será por lo tanto una constante
de este utillaje, y es bien evidente que estos denticulados
no son sino esbozos o preformas de unifaces en proceso de
fabricación. Para evitar grandes errores de interpretación,
es pues necesario, al examen de cada pieza, preguntarse si
podría corresponder a un estado del proceso técnico y que
defecto lo detuvo.

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Fig. 138.- Ascope 5: pieza machucada, bec macizo,


denticulado.

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Fig. 139.- Ascope 5: raederas y unifaces.


14 La consecuencia de este reexamen del utillaje fue la
ampliación progresiva de las categorías «raederas y
unifaces», en detrimento principalmente de los
denticulados macizos, que habían sido inicialmente
juzgados numerosos y muy variados. En razón de la
composición particular del utillaje, las raederas y los
unifaces serán tratados a parte del resto del utillaje
ordinario.

Utillaje ordinario
15 Esta categoría es bastante pobre en el conjunto, pero
contiene sin embargo objetos de buena calidad.
16 Los cuchillos de dorso natural son aquí lascas donde las
huellas de uso están bien visibles, sin duda a causa de la
naturaleza de la roca. El dorso está formado en dos casos

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por una cara de bloque original, y en el tercero, por un


talón faceteado convexo ancho.
17 Las piezas de filo usado son, una sobre lasca de guijarro, la
otra sobre raedera doble, donde los dos bordes retocados
están usados.
18 La categoría de los becs no comprende sino dos objetos.
Uno es un poco dudoso, en razón de la presencia de una
denticulación, la cual forma parte de la gran muesca que
constituye el bec. El otro objeto, es una muesca bajo
quebradura. Lo mismo, uno de los dos picos podría
clasificarse en rigor como un bifaz muy atípico, a causa de
la naturaleza de su retoque, pero el otro es perfectamente
típico (fig. 138, n° 1): se trata de una lasca ancha sobre la
cual dos retoques cóncavos forman una punta maciza corta
y relativamente poco aguda. El objeto se emparenta más a
un bec de gran talla más que a un verdadero pico, lo que es
conforme a la morfología de casi todos los ejemplares
conocidos de este tipo.
19 Las escotaduras comprenden en particular una pieza con
escotaduras clactonienses múltiples no menos de cuatro,
bien individualizadas, cortantes, y cuyo ancho varía de 18 a
35 mm. Una de las escotaduras entre abruptos se halla
sobre un bloque tabular delgado y tiene una quebradura.
La muesca misma está retocada pero bien cortante.
20 Los tres utensilios compuestos comprenden todos bordes
de raedera, lo que es sospechoso y podría hacer pensar en
raederas o unifaces fallados. Es el caso particular de uno de
ellos, donde el segundo elemento es una escotadura
clactoniense ancha, que eliminó un retoque de raedera
visible de una y otra parte.
21 Los denticulados macizos, en número de siete, no
presentan diferencias con los que se encuentran en otros
sitios, pero para algunos de ellos, la determinación está
sujeta a revisión. Por ejemplo, el n° 5 de la figura 138
(denticulado tabular simple recto), podría ser considerado
corno un esbozo de pieza bifacial, intermediario entre la
pieza a retoque mínimo y el bifaz Chivateros: el retoque no
afecta sino un borde de una sóla cara, la otra cara está

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ocupada por un lascado ancho; la denticulación es ancha y


profunda; las salientes entre las muescas son heterogéneas
en forma y dimensión. El n° 4, por el contrario, parece más
claro en la medida donde la irregularidad de la
denticulación se debe a pequeños retoques que podrían ser
huellas de uso. Esta utilización también podríamos pensar
para el n° 3, denticulado muy elevado convexo, donde
«mordisqueos» y pequeños retoques se observan en ambas
caras.
22 En la categoría de los denticulados ordinarios, los
denticulados simples se caracterizan por un número de
muescas a menudo mínimo, dos o tres, cuyas dimensiones
son por otra parte variables, de 7 a 17 mm. Uno de los
denticulados complejos es atípico, debido a la mala
hechura de dos de sus bordes retocados.
23 Los microdenticulados en su mayoría están sobre lascas
medianas o pequeñas. Una excepción, sin embargo, es una
pieza dudosa que podría ser un fragmento superior de bifaz
Chivateros, retrabajado después de una quebradura
mediana.
24 La microdenticulación, simple cóncava, afectó la cara
opuesta de un gran lascado a percutor de piedra, que dió
una superficie casi plana y un borde regular. Hay dos
microdenticulados entre abruptos, ninguno de los cuales
lleva fractura intencional. Uno de ellos es un fragmento
mediano de lasca delgada en cristal de roca, con
microdenticulación doble.
25 El único «chopper» está hecho sobre bloque de bordes
romos, producto de los aluviones locales. Su filo es
bastante irregular y poco extenso.

Raederas y unifaces
26 La clasificación de estos objetos es particularmente ardua.
Un gran número de piezas está constituido por fragmentos
con una parte de borde retocado y es difícil de atribuirles
los mismos tipos que a los objetos enteros. Se juzgó
arbitrario clasificar estos fragmentos entre las raederas,

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bajo el pretexto que se presentan como tales. En efecto,


ellos pueden proceder de objetos más grandes, que podrían
ser clasificados como unifaces, puesto que un retoque
marginal o corto sobre lascas poco gruesas va han sido
encontrados en buenos ejemplares de esta categoría. Los
tipos utilizados aquí no le dan un sitio muy grande a los
diversos esbozos, preformas y piezas desviadas, que
pueden aparecer durante el proceso de la talla. Esta laguna
se debe sobre todo al pequeño número de sitios y de piezas
que han sido estudiados hasta hoy.
27 El conjunto de las raederas está compuesto en su mayoría
por piezas donde el retoque es muy corto y se asemeja a un
simple «mordisqueo», todo visiblemente muy plano. Sin
embargo, no parece que se tratara de simples lascas
utilizadas.
28 Los dos tipos de unifaces típicos, puntiagudo y
redondeado, comprenden aquí piezas irregulares, que
normalmente deberían clasificarse como atípicas, en razón
de la mala calidad del retoque o de un defecto del soporte,
pero su extremidad supenor es característica. Sólo una
minoría posee bordes regulares y bien retocados; otros, son
claramente puntiagudos o redondeados pero quebrados en
la extremidad inferior, denticulados sobre una porción más
o menos importante del borde, mal retocados debido a
irregularidades del soporte o de una mala textura de la
roca, llevando escotaduras o quebraduras laterales y a
veces ángulo vivo en la juntura entre dos elementos.
29 En un contexto de taller, es concebible que las piezas
terminadas y sin defectos sean rarísimas. En efecto, sólo
está en este caso el de la figura 139, n° 5, que es un unifaz
redondeado uno de cuyos bordes es convexo y el otro recto,
La elaboración de esta pieza se hizo en dos fases bien
visibles, primero grandes lascados a percutor blando, luego
se regularizó el borde por pequeños retoques.
30 Los fragmentos de unifaces son todos, partes medianas o
inferiores. Las partes inferiores, comprenden
generalmente la porción proximal de la lasca, muestran en
este caso, cuando los hay, talones reducidos por retoque.

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En el conjunto, el retoque es plano y a menudo corto


cuando el soporte es delgado. Puede convertirse en
semi-abrupto, alto, a veces escamoso y escalariforme en las
piezas gruesas.
31 Los esbozos de unifaces son lascas grandes y gruesas, que
presentan, estas últimas características de retoque. Los
bordes ligeramente denticulados no son aquí raros. Una de
las piezas tiene un retoque inverso dando por resultado
una inclinación de la cara interior, que puede permitir un
adelgazamiento más fácil. Sin duda, este retoque inverso
luego debió desaparecer. Otra pieza, fragmentada, tiene
una extremidad superior sin retoque, pues los dos bordes
laterales se curvan sin reunirse.

Utillaje bifacial
32 Los bifaces a menudo son toscos al punto de ser dudosos.
Hay al menos dos fragmentos de bifaces Chivateros, los
dos poco gruesos, uno de los cuales está hecho sobre una
gran lasca. Una de las piezas foliáceas esta en cuarcita. La
pieza clasificada como punta de proyectil es aberrante: se
trata de una lasca hecha por «mordisqueo» para obtener
un pedúnculo ancho, encuadrado por dos espinas. El
parecido se detiene allí; la lasca es gruesa, no hay parte
perforante y no se ve la posibilidad de hacer una.

Núcleos
33 Muchos de los núcleos habían sido clasificados
inicialmente sea entre los bifaces Chivateros, sea entre los
denticulados. Las determinaciones que presentamos son
aún provisionales en la medida que la duda subsiste. Los
cuatro núcleos discoides se adaptan perfectamente a la
determinación de Chivateros quebrados, algunos habiendo
quizás sido retrabajados, y los tres núcleos piramidales
pueden ser denticulados muy elevados (lo que fue nuestra
primera determinación).
34 De hecho, este material es en su conjunto un ejemplo
impresionante de la influencia del contexto sobre la

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evaluación de un utillaje lítico. En Pampa de los Fósiles 12,


unidad 104, la determinación de un fragmento de
Chivateros no crea jamás problema y es evidente que los
grandes lascados son el resultado de un proceso de
hechura en su comienzo. Aquí, el contexto está mal
definido por la ausencia de sitios de comparación y dada la
dificultad de definir exactamente el proceso de talla: la
morfología de los unifaces es en efecto más simple que la
de las puntas de proyectil. Además, el contexto es
probablemente mixto, a causa de la fuerte proporción de
utillaje ordinario que se presenta. La determinación de
numerosas piezas está pues afectada por un margen de
incertitud, que no podrá desaparecer sino difícilmente, a
medida que nuevos utillajes sean evaluados.

UNIDAD 3
35 El carácter de taller de esta unidad está más firme que para
la unidad 2, dado la abundancia de lascas de talla de
percutor blando en cuarcita y una buena proporción de
utillaje bifacial, que nos remite a la situación mejor
conocida de los talleres de Pampa de los Fósiles. Sin
embargo, las raederas y los unifaces son igualmente
numerosos, sin que se pueda decir si se debe esto a una
superposición de ocupaciones diferentes o si éstas dos
actividades de talla han sido realizadas el mismo tiempo.
El resto del utillaje ordinario está menos bien
representado, puesto que el número total de utensilios es
menor que en la unidad 2.

Utillaje ordinario
36 El único utensilio a posteriori es una pieza «machucada»
cuyo borde activo distal está opuesto a un dorso natural.
Hay dos becs siendo uno burilante alterno, forma rara. No
hay ni escotadura, ni utensilio compuesto, tan sólo tres
denticulados macizos, todos tabulares y simples. Un sólo
denticulado ordinario merece mencionarse (fig. 138, n° 6):
fue clasificado como denticulado convergente, pero dada

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su morfología podría también ser un fragmento de esbozo


de unifaz.

Raederas y unifaces
37 Esta categoría comprende algunas buenas piezas, pero
también un buen número de fragmentos de toda especie.
Entre las raederas, la n° 4 de la figura 139 está clasificada
como raedera doble, pero el retoque del borde izquierdo es
inconstante y se delimitó a hacer desaparecer las
irregularidades del borde. El otro borde está mejor
retocado, pero este retoque es siempre corto. El hecho que
se trata de una lámina es igualmente inhabitual. La
segunda raedera (n° 1) es triple; el soporte es una lasca
delgada, ancha y triangular, cuyos bordes fueron
retocados; el de la derecha, sin embargo, no lleva sino un
retoque fino y muy corto, pero claramente escalariforme.
38 Los unifaces puntiagudos comprenden una punta
triangular maciza, ligeramente denticulada, por lo cual es
dudoso que ella sea realmente un unifaz, pero es imposible
clasificarlo de otra manera, salvo en los «diversos». Los
unifaces redondeados son todos fragmentos de varias
dimensiones; el n° 2 de la figura 139, siendo un fragmento
distal de lasca, lleva un retoque corto, semi-abrupto,
convexo sobre el borde derecho, y un retoque más
importante, bien plano y rectilíneo, sobre el borde
izquierdo. La juntura de estos dos bordes en la extremidad
no está completa: subsiste una quebradura distal de la
lasca original.
39 Los esbozos de unifaces presentan en conjunto las mismas
variaciones que en la unidad precedente, en particular la
predominancia de piezas gruesas, macizas, y la presencia
frecuente de denticulación sobre los bordes retocados.
Existe dos casos en donde los bulbos han sido eliminados
por retoque inverso y una pieza sobre bloque tabular. El n°
3 de la figura 139 había sido clasificado en un comienzo
como raedera simple convexa. No obstante, aparece la
posibilidad, más bien, de un esbozo de unifaz sobre lasca,

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como lo indicaría, el retoque sobre la base, aunque no muy


bueno y la ligera curva en la extremidad superior.

Fig. 140.- Ascope 5: utillaje bifacial.

Utillaje bifacial
40 Este utillaje es suficientemente abundante para confirmar
la determinación de taller, basada sobre los desechos de
talla. En esta veintena de piezas, varias observaciones se
imponen de inmediato. Los fragmentos no acoplados son
la regla. Indudablemente, aún los talleres mejor estudiados
de Pampa de los Fósiles poseen siempre un residuo
permanente, difícil explicar, de fragmentos no acoplados.
Sin embargo, un sólo acoplamiento pudo establecerse aquí
(sobre una pieza foliácea en cuarcita). Es necesario pensar
que la colección no está completa y que algunas piezas
quedan por descubrir, porque la abundancia de bloques no
facilita la investigación, pero también que no se hizo
ninguna excavación. La segunda observación es que la roca
local, la toba volcánica blanca, está en minoría, de 20
piezas 8 fueron hechas en este material, contra 10 piezas
en cuarcita, 1 en cuarzo y 1 en gres-cuarcita (variedad 03).
Los Paijanenses llegaron pues al lugar con un pequeño
stock de materia prima proveniente de una fuente que aún
es desconocida. Muy probablemente, este material estaba
va en estado de esbozo, por ejemplo los bifaces Chivateros.
Las puntas fueron talladas principalmente en este material,

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los ensayos de talla en toba volcánica no parecen haber


sido muy concluyentes: existe un fragmento de bifaz
Chivateros y algunos fragmentos de piezas foliáceas en
toba, pero ninguna punta se encontró en el lugar. Ahora
bien, parece increíble que un material tan frágil no haya
dejado algún fragmento. Por el contrario, la preferencia
absoluta de la toba volcánica para la fabricación de los
unifaces es evidente.
41 Un sólo bifaz Chivateros fue recogido en esta unidad. Es un
fragmento probablemente basal, del tipo «regularizado»,
con bordes poco sinuosos. En cambio, las piezas foliáceas
son numerosas, como es el caso en todos los talleres
paijanenses conocidos, y dos de ellas están enteras, de las
cuales una por acoplamiento de fragmentos. Una de las
piezas halladas enteras está representada en la fig. 140, n°
1; la materia prima es un gres-cuarcita marrón oscuro, la
pieza es un poco gruesa, la base en arco quebrado y el
ancho en alto. La sinuosidad de los bordes es débil. Las tres
puntas de proyectil (n° 3, 4 y 5) muestran el grado de
estandarización alcanzado por algunos ejemplares de
puntas de Paiján alargadas. Su ancho máximo no varía de
más de 2 mm. El único matiz es la existencia de una ligera
inflexión formando las espinas laterales sobre el no 5. Los
otros fragmentos recogidos no se empalman con estas
piezas.

UNIDAD 4
42 Esta unidad esta constituida a primera vista por una
concentración de caracoles terrestres, de casi 5 m de
diámetro. Luego de las operaciones de recolección del sitio,
se decidió hacer un cateo con la finalidad de recoger una
muestra de fauna para comparación con Pampa de los
Fósiles. En efecto, este sitio está próximo al valle y la
distancia al litoral es del orden de 30 a 35 km, en tanto que
es menos de la mitad para los sitios de Pampa de los
Fósiles. El utillaje en superficie fue recogido a parte, antes
de la excavación.

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43 La fauna se reveló particularmente abundante en el primer


cateo de 2 m2, razón por la cual fue ampliado hasta 8 m2.
Algunos de los objetos encontrados durante esta
excavación se juntaron al inventario del cuadro 43. Este
depósito se sitúa en una zona del sitio donde una fina capa
de limo pulverulento recubre el depósito de los aluviones
gruesos. La presencia de caracoles aglomerados y
aplastados, contribuyó sin dudas a la conservación de esta
capa, aunque ésta sea visible en otros lugares del sitio. El
depósito arqueológico señalado por los caracoles,
comprende una parte superior en la cual las conchas están
quebradas, y una parte inferior en la cual están intactas. La
capa arqueológica tiene un espesor de casi 15 cm
aproximadamente. La capa de limo estéril subyacente tiene
un espesor variable determinado por la superficie irregular
del sedimento aluviónico, pero que no sobrepasa los 10 cm.
Pequeñas madrigueras fueron aisladas en esta capa estéril
que atraviesan la capa arqueológica. Algunas de ellas
pertenecen a roedores uno de cuyos esqueletos fue hallado
durante la excavación. Este esqueleto se distingue del resto
de fauna encontrado en la capa arqueológica por el aspecto
rojizo de los huesos, en tanto que los otros tienen un
aspecto grisáceo y a menudo están recubiertos por placas
de una fina película calcárea. Otras madrigueras parecen
haber sido de escorpiones pues algunas caparazones de
muda se encontraron.
44 El material recogido en la excavación, además de la fauna
que será tratada más adelante, comprende dos muestras de
conchas y de carbón, siendo necesario de retirar con
cuidado este último a fin de evitar las madrigueras.

El material lítico
45 El conjunto del material lítico recogido en esta unidad es
poco abundante y no justifica un tratamiento cuantitativo
(cuadro 43). Las lascas de percutor duro dominan
ampliamente a las lascas de percutor blando, pero en
general son de mala calidad. El utillaje es pobre, 43

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utensilios en total. El utillaje ordinario constituye la gran


mayoría y todas las grandes familias tipológicas están bien
representadas aquí. Debe notarse en los útiles a posteriori,
la presencia de una pieza de filo usado y de la única chaira
recogida en el sitio 5. Las raederas son de mala calidad y no
hay unifaces. Un único denticulado macizo está presente y
es atípico.
46 El utillaje bifacial comprende sólo tres piezas, de las cuales
las dos primeras son fragmentos de bifaz sin gran interés,
una en toba, la otra en cuarzo de filón. La última pieza es
una pequeña punta en toba de una morfología enteramente
inhabitual (fig. 140, n° 2). Se asemeja a algunas piezas
recogidas en Pampa de los Fósiles 12, durante las primeras
recolecciones de superficie (Chauchat, 1976 : lámina
XXXIV, n° 14 y 15), que son igualmente cortas y anchas y
con verdaderas aletas más bien que las espinas habituales.
Las dimensiones y proporciones de esta pieza son
enteramente comparables a las dos puntas de Pampa de los
Fósiles 12, salvo en lo que concierne el pedúnculo, más
ancho sobre el ejemplar de Ascope. No obstante, la
verdadera originalidad de esta pieza reside en la
denticulación, que tan sólo volvió a encontrarse sobre una
pequeña punta rechoncha sobre lasca de silex, hallada en
Piedra Escrita (Goyesnique), a la entrada de la Quebrada
de Cupisnique1. Ninguna otra punta conocida en el
Paijanense es denticulada. En las industrias de la Sierra del
Perú, varios tipos de pequeñas puntas, romboidales o
foliáceas, a menudo están denticuladas sobre el limbo.
47 Dos fragmentos de colorante fueron recogidos en la
excavación: un fragmento de ocre rojo oscuro un poco
arenoso, usado sobre una cara, y un fragmento de toca gris
oscuro pulvurulento, de naturaleza desconocida.

Dataciones absolutas
48 Dos fechas radiocarbónicas fueron realizadas en muestras
tomadas de esta unidad. Los resultados son los siguientes:
49 GIF 4912 : 9 670 + 170 antes del presente (carbón de

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madera)

Cuadro 44.- Composición de la fauna de vertebrados de


Ascope 5, unidad 4.
50 GIF 4913 : 9 510 + 170 antes del presente (conchas de
caracoles terrestres).
51 Las dos fechas son prácticamente idénticas, a pesar de la
diferencia del material. Las otras fechas sobre conchas de
caracoles terrestres de otros sitios fueron sensiblemente
más jóvenes, lo que no es el caso aquí. Por lo demás, estas
dos fechas concuerdan perfectamente con las de Pampa de
los Fósiles, más se puede aquí hacer las mismas
observaciones que para los precedentes resultados, dado
que las tomas fueron hechas a menos de 20 cm de la
superficie.

Fauna de los vertebrados (E. Wing)


52 La muestra de fauna de este sitio es apenas suficiente con
669 fragmentos identificados y NMI de 41 (cuadro 44).
Esta muestra comprende restos identificados
tentativamente como Vizcacha (Lagidium peruanum),
restos de pequeños roedores, zorro (Pseudalopex
secburae), una pequeña lagartija (Dicrodon sp.), gorriones,
una gran lagartija (Callopistes flavipunctatus), peces-gatos

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(Ariidae), arenques (Clupeidae), anchovetas (Anchoa sp.) y


la Lisa (Mugil sp.). La extremidad proximal del fémur
atribuida a la vizcacha lleva incisiones sobre la cara
anterior. No se halló ningún otro hueso inciso o quemado.
Es el único sitio conteniendo un número substancial de
pequeños peces, arenques y anchovetas. Son peces que
forman bancos y serían muy fácilmente capturados por
medio de redes con mallas finas.

Notas
1. Nota 2005. Esta punta está ilustrada en Chauchat et al 1998, fig. 21
(p. 45). En realidad, ha sido encontrada en el sitio PV22-58 situado
más al este del sitio n° 9 que ha sido separado posteriormente a la
redacción del presente volumen.

© Institut français d’études andines, 2006

Condiciones de uso: http://www.openedition.org/6540

Referencia electrónica del capítulo


CHAUCHAT, Claude ; et al. Capítulo II. Ascope 5 In: Prehistoria de la
costa norte del Perú: El Paijanense de Cupisnique [en línea]. Trujillo:
Institut français d’études andines, 2006 (generado el 12 febrero 2018).
Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/ifea/5161>.
ISBN: 9782821844483. DOI: 10.4000/books.ifea.5161.

Referencia electrónica del libro


CHAUCHAT, Claude ; et al. Prehistoria de la costa norte del Perú: El
Paijanense de Cupisnique. Nueva edición [en línea]. Trujillo: Institut
français d’études andines, 2006 (generado el 12 febrero 2018).
Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/ifea/5137>.
ISBN: 9782821844483. DOI: 10.4000/books.ifea.5137.
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Prehistoria de la costa norte del Perú

El Paijanense de Cupisnique
Claude Chauchat, Elizabeth Wing, Jean-Paul Lacombe et al.

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