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1. El proceso de hacerse mayor y sus cambios

2. Ser abuelo/a en la sociedad actual

3. Afrontar el proceso de envejecimiento de manera activa

4. Las ventajas de tener un/a abuelo/a en la familia

5. Decálogo final de los abuelos/as

Hacerse mayor, hoy en día, es un bonito reto. Por un lado, los


cambios sociales nos hacen vivir en una sociedad cada vez más
cambiante y que poco se parece a la que vivieron nuestros mayores.
Esto, tiene sus ventajas e inconvenientes. En este material
trataremos de dar una visión general de lo que significa hacerse
mayor, y lo que implica para nuestros mayores y su entorno familiar
cercano. Por un lado trataremos de comprender los cambios que se
producen al envejecer, para que de esta manera, estemos atentos y
tratemos de buscar soluciones constructivas. Por otro, veremos qué
aspectos definen el papel de los abuelos en la familia, y las grandes
ventajas que supone para nuestros hijos/as disfrutar de su cuidado y
experiencia.

Sin más, comenzamos con el contenido.

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El proceso de hacerse
mayor y sus cambios
En este punto trataremos de ver aquellos cambios físicos y
psicológicos que se producen en el proceso de hacernos mayores.
Este contenido nos va a servir para estar atentos a los cambios y
comprender un poco mejor este proceso, para adaptar nuestros
comportamientos a la evolución natural de los mayores y tratar de
hacer este proceso más fácil entre todos.

Aunque no estemos enfermos, ni tengamos patología crónicas, los


años producen de un modo normal una serie de cambios en nuestro
cuerpo y nuestra mente que no debemos pasar por alto. Estos
cambios en ocasiones conllevan déficits en nuestra forma de
desenvolvernos, no obstante, también tienen soluciones y envejecer
también tiene una serie de ventajas que son muy importantes para
un buen desarrollo familiar.

Veamos estos cambios, que vamos a dividir en cuatro apartados:

Cambios sensoriales
Cambios perceptivos
Cambios psicomotores
Cambios cognitivos

1.1 Cambios sensoriales


Dado que hay varios receptores sensoriales, vamos a ver cada uno de
ellos.

1.1.1 Visión
La visión es uno de los sentidos más importantes, ya que nos facilita
muchas cosas, por ello, una pérdida en este sentido, puede dificultar
aspectos como nuestra independencia y autonomía. Veamos los
cambios más frecuentes, que se suelen producir a partir de los 60
años y tienen una mayor incidencia a partir de los 80:

Córnea: Se hace más espesa y menos sensible a la


estimulación mecánica y suele perder su brillo.
Iris: Pierde pigmentación y por lo tanto, disminuye el color de
los ojos.
Pupila: Se hace más pequeña (cambio que ha ido
progresando desde la juventud) Nos va a costar más

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adaptarnos a los cambios de iluminación, como por ejemplo,


salir de la sala de un cine.
Humor vítreo: Se vuelve más opaco. Necesitaremos una
mayor cantidad de luz para ver bien las cosas.
Cristalino: Las células han ido creciendo a lo largo de la vida
pero no se han perdido, por lo cual, la lente se ha ido
espesando y disminuye la cantidad de luz que llega a la
retina. A partir de los 35 años amarillea y por lo tanto,
disminuye la capacidad de distinguir los colores verdes,
azules y violetas.
Retina: El nervio óptico tiende a tener los márgenes menos
claros y puede aparecer más pálido porque disminuyen los
capilares.
Perdemos agudeza visual, percibimos peor los detalles. Esta
capacidad decae a partir de los 50 años.
Disminuye el campo de visión. Es difícil ver las zonas
periféricas de nuestro campo visual, puede reflejarse en que
nos sorprendamos cuando alguien viene por detrás, o no
vemos a las personas hasta que las tenemos muy cercanas.

Estos cambios pueden tener una serie de consecuencias en la vida


diaria de nuestros mayores, y por ellos es necesario conocerlas, por
ejemplo:

Puede ser causa de abandono de actividades de ocio


(jardinería, cocinar, coser, ocuparse del mantenimiento del
coche, escribir..)
Los cambios en el nivel de luz pueden causar caídas y otros
accidentes, los más frecuentes se dan en los baños, al lado
de la cama y los lugares de paso como pasillos,...
Relacionado con el reflejo y el destello, los suelos pueden
convertirse en una amenaza para nosotros, p.ej. en los
hospitales, supermercados...
Se pueden experimentar dificultades para leer, o ver la
televisión, ya que captamos menos luz
Podemos experimentar inseguridad y evitación de lugares
habituales.

¿Qué podemos hacer?

Realizarnos revisiones periódicas en el oftalmólogo, para


paliar estos efectos y si es necesario usar gafas.
Ser cuidadosos en cómo nos acercamos a nuestros mayores,
ya que al tener más limitado el campo visual, necesitan una
aproximación más progresiva.

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En casa, tratar de tener iluminación adecuada en todos los


lugres en los que se muevan.
Evitaremos el reflejo, es decir, tendremos cuidado con
ventanas, suelos encerados, espejos..., utilizar bombillas
amarillas en vez de azules y en el exterior o en el coche,
usaremos gafas de sol y viseras...
Trataremos de colocar luces estratégicamente en nuestra
casa y dejaremos algunas encendidas de modo que los
cambios en iluminación que experimentemos sean
graduables.
Si conversamos con gente con problemas de visión
utilizaremos el tacto para compensar la dificultad de
comunicación en este sentido.

Estos son algunos de los aspectos más característicos de los cambios


en el sentido de la vista, veamos ahora otro de los sentidos que
cambian cuando nos hacemos mayores, el oído.

1.1.2. La audición
Las pérdidas auditivas son también cambios asociados
característicamente a la edad, es posible que aparezcan en varias
partes:

Oído externo: cambios de tamaño, forma y flexibilidad del


pabellón auditivo externo, cambios en el conducto auditivo
externo relacionados con un aumento de acumulación de
cera y pérdida de agudeza auditiva.
Oído medio: calcificación de la trompa de Eustaquio y menor
elasticidad del tímpano. Acumulación de fluido debido a los
resfriados y dificultades en la audición.
Oído interno: disminuyen la audición alteraciones del
metabolismo y pérdida de células capilares. Se empiezan a
perder sonidos de alta frecuencia como por ejemplo el canto
de los pájaros, el tic-tac del reloj... un tercio de nuestra
conversación son sonidos de frecuencia alta (consonante p, s,
z, f...) y por lo tanto oiremos distorsionado el discurso de los
demás.
Zumbido: es un persistente pitido o retumbe en los oídos. Es
más molesto por la noche y en ambientes silenciosos.

Estos cambios en las diferentes partes del oído pueden tener una
serie de consecuencias a nivel vital:

Dificultades para entender conversaciones


Seguir una conversación adecuadamente

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Pedir algo a alguien desconocido


Perder la confianza para iniciar una conversación, por miedo
a no escuchar al interlocutor
Disminuir las oportunidades de comunicación e interacción
social por este hecho

¿Qué podemos hacer?

Acudir a un especialista regularmente, si aparecen estos


síntomas
Hablar a con una intensidad ligeramente superior a lo
normal Hablar a una velocidad normal, no muy deprisa
Hablar a poca distancia de nuestro interlocutor
Tener en cuenta el ruido ambiental, hablar en ambientes
controlados
No hablar al oído, ya que se pierde la comunicación no verbal
y los movimientos de nuestra boca al hablar
Si la otra persona no comprende lo que se le dice, tratar de
decírselo con otras palabras en lugar de decir lo mismo a viva
voz

1.1.3. Olfato y gusto


Las consecuencias de los cambios en estos sentidos pueden afectar a
aspectos nutricionales que debemos tener en cuenta en nuestra
dieta.

Olfato

Al envejecer perdemos más células receptoras de las que se


reemplazan, por lo que pueden existir pérdidas olfativas tales como:

Carencia del sentido del olfato


Sensibilidad olfativa reducida
Distorsión del olfato

Gusto

Los receptores del sabor también se reemplazan continuamente y los


cambios más frecuentes pueden ser:

Perdemos la elasticidad en la boca y en los labios.


Disminuye la cantidad de saliva y aumentan las fisuras en la
lengua.
Disminuye la captación de lo salado, lo ácido y lo amargo
aumentan con la edad y por lo tanto se necesita mayor

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concentración para detectarlo, no obstante, el umbral para lo


dulce permanece inalterable.

La consecuencia que puede generar estas pérdidas en el olfato y el


gusto es que disfrutemos menos de la comida, y que nos cueste más
detectar determinados sabores y olores que aparezcan mezclados en
los platos.

¿Qué podemos hacer?

Para tratar de paliar estos déficits, es recomendable masticar


cuidadosamente, moviendo la comida por la boca para aumentar la
intensidad de los sabores.

1.1.4. Tacto
Pueden disminuir estos aspectos cuando envejecemos, relacionados
con el tacto:

Sensibilidad para el tacto: Se debe a una disminución de la


cantidad de receptores y de su sensibilidad individual (más
acusada hacia los 60 – 70 años porque la piel es más
delgada). No cambia en las zonas del cuerpo cubiertas de
pelo, sí en las palmas y en los dedos de las manos y pies.
Sensibilidad a la vibración: depende mucho de la parte del
cuerpo que se estimule (mayor es la pérdida en los pies que
en las manos).
Sensibilidad a la temperatura: A medida que envejecemos
tenemos la temperatura corporal más baja.

¿Qué podemos hacer?

Los déficits en este sentido pueden tener más consecuencias en


cuanto a la sensibilidad a la vibración y la temperatura, por lo que es
recomendable mantener unas condiciones estables en los entornos
en los que se van a mover nuestros mayores.

1.1.5 Otros sentidos: el equilibrio


Se produce una pérdida de células sensoriales en el sistema
vestibular cuando envejecemos, que es el que nos informa sobre la
posición de la cabeza. Por ello, pueden producirse experiencias de
vértigo y de capacidad para mantener el equilibrio mientras se
camina o se está de pie.

Las consecuencias de este cambio se pueden ver en la reducción de


determinadas actividades que conlleven estar de pie mucho rato, o
grandes desplazamientos que no nos permitan descansar.

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¿Qué podemos hacer?

Para disminuir estas consecuencias podemos ayudarnos para los


desplazamientos de bastones o pasamanos en los corredores y
pasillos.

1.2 Cambios perceptivos


Los cambios perceptivos son aquellos que se producen cuando
nuestro cuerpo trata de traducir la información que nos llega a través
de los sentidos. Sobre todo, estos cambios se producen a nivel visual
y auditivo, y en general, se enlentecen con el envejecimiento. Los
cambios más frecuentes son:

Velocidad de procesamiento: la información se procesa más


lentamente, es necesario más tiempo para entender
determinados aspectos, sobre todo si son nuevos.
Comportamiento de búsqueda visual: se reduce la capacidad
de ignorar la información irrelevante, sobre todo en tareas
nuevas.
Percepción de profundidad: nos cuesta identificar la posición
de algunos objetos.
Organización perceptiva: sobre todo cuesta organizar una
percepción ante estímulos ambiguos o incompletos, sobre
todo si son nuevos.

Estos cambios pueden tener consecuencias, tales como evitar nuevas


actividades, ya que suponen un esfuerzo perceptivo. Además, si lo
intentamos y fracasamos en su ejecución, también pueden suponer
una pérdida de autoestima.

¿Qué podemos hacer?

Para minimizar las consecuencias, no se trata de eliminar los


estímulos nuevos a nuestros mayores (uso de tecnologías, juegos,
etc.) sino de ser más pacientes a la hora de su ejecución y apoyarlos
cuando tengan dificultades.

1.3. Cambios en la ejecución


psicomotora
En líneas generales se produce un enlentecimiento de la ejecución
psicomotora, que es la encargada de la interacción entre el
conocimiento, la emoción y el movimiento. No se puede atribuir este
enlentecimiento a algún factor específico, sino que intervienen
multitud de aspectos. Veamos algunos de sus cambios:

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Tiempo de movimiento: es el intervalo de tiempo que


transcurre entre el inicio y la terminación del movimiento y
aumenta a medida que envejecemos. Aparecen dificultades
para subir escaleras, correr… pueden afectar también a
actividades como alcanzar objetos, agarrarlos, poderse
estirar, agacharse para recogerlos...
Fuerza muscular: hay un deterioro de las fibras musculares y
por tanto de la masa muscular que nos limita determinados
movimientos.

¿Qué podemos hacer?

Si la persona se mantiene activa los cambios son más


pequeños
Una actividad física con suficiente intensidad, duración y
frecuencia hará más lento este proceso
Mantenernos en buena forma física puede ayudar a prevenir
estos déficits y mantener nuestra fuerza y tono muscular

1.4. Cambios en el funcionamiento


cognitivo
Inteligencia

La inteligencia a nivel general digamos que no se deteriora, sino que


se enlentecen algunas capacidades. Durante el envejecimiento existe
una mayor dificultad en las pruebas manipulativas que en las
verbales. Es decir, las personas mayores ejecutan peor tareas de tipo
manipulativo, por ejemplo, realizar puzles, construcciones, etc. y sin
embargo, en el ámbito verbal, (leer, recordar conceptos, relacionar
palabras) parece que ejecutan mejor en líneas generales,
probablemente debido al aprendizaje y las habilidades verbales
adquiridas y consolidadas a lo largo de la experiencia.

No obstante, en este sentido hay que tener en cuenta las diferencias


individuales, como por ejemplo, las experiencias profesionales,
sociales, familiares, etc. Éstas generan diferentes hábitos de vida que
pueden incidir en la mejora o deterioro de la inteligencia, así como
los factores genéticos y ambientales que nos hayan rodeado.

¿Qué podemos hacer?

El tener todo esto en cuenta nos lleva a trabajar más unos aspectos
que otros para ralentizar el proceso de pérdida de estas capacidades
y habilidades. No debemos caer en el falso mito de que cuando

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envejecemos se pierden estas capacidades, podemos seguir


haciendo actividades novedosas pero con otro ritmo de aprendizaje.

Lenguaje

Los cambios fundamentales en cuanto al lenguaje hacen referencia al


recuerdo de determinadas palabras, o una reducción de la fluidez
verbal, pero sin embargo, mejoran el vocabulario y la expresión
verbal como fruto de la experiencia acumulada. La preservación del
lenguaje es un síntoma de que el envejecimiento se adecúa a lo
esperado.

Memoria

Esta es una de las capacidades que más acusa deterioro a medida que
envejecemos. Hay que precisar que algunos aspectos de la memoria
se deterioran con el paso de los años, pero no todos por igual ni en
todas las personas. La memoria es un proceso que nos permite
almacenar experiencias y percepciones que luego podremos recordar
más adelante. Veamos los cambios más significativos que se
producen en ella:

Memoria a corto plazo: también llamada memoria primaria o


memoria inmediata, se caracteriza por retener la información
tan solo durante algunos minutos. A medida que nos
hacemos mayores nos resultará más difícil recordar listados
de números, y nos constará más tiempo también procesar la
información.
Memoria a largo plazo o memoria remota: almacena una
gran cantidad de información durante largos periodos de
tiempo. Tenemos mayores dificultades para recordar hechos
recientes pero no aquellos que están anclados fuertemente
en nuestra experiencia individual, como por ejemplo
acontecimientos de nuestra niñez o juventud.

Estos cambios pueden tener algunas consecuencias para nuestra


vida:

A medida que envejecemos nos es más difícil recordar


hechos recientes
Tenemos dificultades a la hora de planificar estrategias de
memorización, repercutiendo en la cantidad de información
que podemos retener y posteriormente recordar.
La capacidad para distinguir entre recuerdos percibidos (más
ricos en detalles) y generados (más esquemáticos) disminuye
cuando envejecemos y aumenta la probabilidad de cometer
errores de confusión.

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¿Qué podemos hacer?

Proporcionar pistas para recordar la información


Se recuerdan mejor las tareas familiares, por lo que es
adecuado relacionar el material nuevo con aspectos que ya
se conozcan, en función de la experiencia
Tener una buena salud física y mental. Cuando se
experimentan deterioros en ambas nos resulta más difícil
aprender o recordar lo fijado. Los estados de ansiedad o
depresión pueden dificultar nuestro funcionamiento. La
ansiedad lleva a que nos preocupemos y centremos en
nosotros mismos en lugar de en la tarea a realizar, con lo
cual, al retirarse la atención de la misma disminuye nuestro
rendimiento.
No preocuparnos por los lapsus de memoria, ya que
podemos provocar que esta mayor atención en ellos pueda
conducir a declives reales.
Probar cosas nuevas, no dejar de recordar, hacer el esfuerzo
de ejercitar nuestra memoria
Probar con estrategias memorísticas para almacenar la
información, relacionándolo con aspectos que nos sean
familiares, etc.

Atención
Los cambios más frecuentes en esta capacidad son los siguientes:

Cuando envejecemos nos distraemos con más facilidad en las


tareas que implican mantener la atención durante mucho
tiempo

¿Qué podemos hacer?

La atención depende mucho de la motivación que tengamos por una


determinada tarea, por lo que es importante lo estimulados que
estemos para la tarea que tengamos que realizar. A más motivación,
mejor atención.

Aprendizaje
Los cambios más frecuentes son:

Deterioro en el aprendizaje verbal


Disminuye el ritmo al que aprendemos
Mantenemos la capacidad de adquirir nuevos aprendizajes
Mejoras en el razonamiento
Mejoras en la resolución de problemas

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¿Qué podemos hacer?

Para mejorar la capacidad de aprendizaje cuando somos mayores


debemos seguir una serie de pautas:

Darnos más tiempo para aprender, lo cual nos va a permitir


organizar, buscar y recuperar la información.
Compensar determinadas deficiencias sensoriales y
perceptivas a través de técnicas complementarias, como por
ejemplo material audiovisual (vídeos, sonidos, etc.)
Establecer un ambiente de aprendizaje positivo, en el que
nos encontremos estimulados para usar ayudas didácticas y
metodológicas.
No darle mucha importancia a si al principio no recordamos
lo aprendido.
No encontrarnos muy ansiosos o fatigados a la hora de
aprender.
Entender bien las instrucciones que se dan o preguntar en
caso de dudas.

Tenemos unas grandes ventajas como mayores para desarrollar


nuestro aprendizaje explotando al máximo nuestro potencial. En el
proceso de enseñanza aprendizaje y en la interacción social con
otros, podemos desarrollar nuestra experiencia y nuestra sabiduría
complementándola con los contenidos que aprendamos.

Ser abuelo/a en la sociedad


actual
Hoy en día, ser abuelo/a supone adaptarse a la sociedad que nos
rodea. Los tiempos que nos han tocado vivir no son ni mejores ni
peores que antes, simplemente son diferentes. Por ejemplo, ahora
encontramos normal el que la mayoría de las madres jóvenes
trabajen en casa y fuera de ella, en comparación a otras
generaciones. No obstante, también es cierto que a la mayoría de los
abuelos/as actuales les ha tocado participar más que antes en los
hogares de sus hijos/as para conciliar la vida familiar. Esto se debe a
varios factores:

Aumento de la esperanza de vida: las personas vivimos más y


por ellos tenemos más oportunidades de ser abuelo/a.
Incorporación de la mujer al mercado laboral: se hace difícil
conciliar la vida familiar y laboral cuando las dos figuras

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parentales trabajan, por lo que se da un mayor apoyo en la


figura de los abuelos/as.
Cambios en la dinámica familiar: separaciones, divorcios,
padres o madres solteros/as, etc. De igual manera,
condicionan la conciliación de una vida laboral y familiar, por
lo que es necesario igualmente apoyarse en los abuelos/as.

Estos factores pueden derivar en una serie de fenómenos que


aparecen en el seno familiar, cuando se trata de conciliar la vida de
los hijos/as, padres, madres y abuelos/as.

Uno de los fenómenos estudiados, es el “síndrome de la abuela


esclava” definido así por primera vez por el Doctor Antonio Guijarro.
Esto ocurre cuando la abuela sólo se preocupa por sus hijos/as, no se
atreve a decir que está agotada por el exceso de responsabilidades
que tiene y no se queja, por miedo a no ser útil y que los hijos/as la
puedan rechazar. Finalmente, por esta circunstancia, puede acabar
enfermando. Este extremo, lo pueden favorecer determinadas
circunstancias:

El abuelo/a no ha escogido de que manera quiere ejercer su


vejez
El abuelo/a no ha escogido de que manera quiere ejercer su
relación con los nietos/as
El abuelo/a se ve obligado a realizar una serie de funciones
que no desea realizar.

En estos casos se pierde el equilibrio entre las funciones como


abuelo/a (cuidado de los nietos/as) y sus decisiones respecto a cómo
quieren vivir su vejez. No se puede gastar toda la energía en el
cuidado de los nietos/as si después no nos quedan fuerzas para
comunicarnos con los que nos rodean o cuando perjudica a nuestra
salud física o psíquica. La posible solución en estos casos pasa por
varios factores importantes:

Una buena comunicación entre padres, madres y abuelos/as


Una organización de las tareas que va a asumir cada uno,
para tener la oportunidad de organizar también el tiempo
libre
Saber pedir ayuda, por parte de ambas partes (progenitores y
abuelos/as)
Dar importancia a los objetivos personales de cada parte,
qué necesitan los padres y qué los abuelos/as

En general, la relación entre progenitores, abuelos/as y nietos/as


tiene una serie de características que veremos a continuación.

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Conocerlas, nos puede hacer comprender de una mejor manera el


proceso de hacerse mayor y de tener nietos/as a nuestro cargo:

Ser abuelo/a es un hecho importante en el que éstos


manifiestan una gran implicación.
Las actividades que con mayor periodicidad realiza el
abuelo/a con el nieto suelen ser: cuidarle, explicarle cosas,
jugar, hablar por teléfono, contar cuentos e historias, ver la
televisión, ir de paseo y acompañarle al colegio.
Las funciones que en mayor medida realiza el abuelo/a con el
nieto son las de consentidor, la de amor incondicional y
transmisión de conocimientos y valores, roles muy asociados
a los tradicionales.
Las abuelas participan en mayor medida del cuidado de sus
nietos/as que los abuelos, aunque esto no siempre ocurre
así.
Los abuelo/as aportan a los nietos/as ese amor no
condicionado por lo que hagan, otorgándoles un valor seguro
de sí mismos y a la vez llevan a cabo la función de
consentidores, siendo indulgentes con los nietos/as y
proporcionándoles una educación diferente a la de los
progenitores.

Afrontar el proceso de
envejecimiento de manera
activa
La forma de afrontar el proceso de envejecimiento va a ser
fundamental para lograr que la llegada de este momento sea plena y
satisfactoria, tanto para los abuelo/as como para los familiares que
los rodean. Para ello, tendremos en cuenta dos puntos básicos a la
hora de afrontar el proceso de envejecimiento desde el punto de
vista de la persona que se hace mayor:

Conocer y reflexionar sobre el proceso de envejecimiento

Para afrontar el proceso de cambio que ocurre en nuestro cuerpo es


importante que actuemos con una actitud positiva, de manera que
podamos llegar a desarrollar todas nuestras potencialidades.

El proceso de asimilación de información y reflexión es constante y


continuo, pues cada día se conoce o aprende algo que puede resultar

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interesante a nuestra vivencia y experiencia en este proceso. La vejez


no tiene que ser sinónimo de déficit, sino más bien, de
aprovechamiento de las oportunidades que se nos presentan dentro
de esta nueva etapa.

Desarrollar un proyecto de vida

En líneas generales, desarrollar un proyecto de vida supone


reflexionar, pensar, planificar y decidir cómo queremos vivir esos
años del proceso de envejecimiento, preparándonos, eligiendo que
actividades (que sean fuente de placer, de esparcimiento y de
desarrollo personal) vamos a incluir en él, desarrollando hábitos de
autocuidado, participando en la sociedad,... sabiendo, pero sin
angustiarnos por ello, que sufriremos cambios y posibles pérdidas en
este camino.

El objetivo a largo plazo al desarrollar nuestro proyecto de vida es


mejorar nuestra calidad de vida, es decir, llegar a experimentar un
sentimiento de bienestar en el que influyen tanto factores personales
(salud, independencia, satisfacción con la vida, autoestima....) como
sociales (redes de apoyo, recursos como servicios sociales, ayudas
técnicas, supresión de barreras arquitectónicas....)

Puede ayudar a desarrollar este proyecto, las siguientes actividades:

El estar abierto a adquirir nuevos aprendizajes e


implementarlos en nuestra vida diaria, como puede ser el
acceso a las nuevas tecnologías...

Existen numerosos enlaces interesantes en la red para


empezar de una forma didáctica, pausada y lúdica el
aprendizaje de las nuevas tecnologías.

Mejorar nuestra educación en esta etapa supone un papel


fundamental en el mantenimiento de nuestro
funcionamiento intelectual, sirviéndonos para fomentar el
desarrollo de habilidades, ampliar las bases de nuestro
conocimiento... que nos serán de gran utilidad ante nuevos
procesos de aprendizaje que emprendamos.

Para potenciar el aprendizaje y la formación en los adultos


mayores, existen numerosas alternativas de formación por
parte de las administraciones locales, fundaciones y
organizaciones no gubernamentales. No obstante, uno de los

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ámbitos de desarrollo de este potencial se encuentra en las


universidades de mayores. Aquí se puede encontrar más
información de los programas que en este sentido llevan
ambas universidades canarias:

http://www.ull.es/view/institucional/ull/Presentacion_7/es

http://www.ulpgc.es/index.php?pagina=peritia_et_doctrina&
ver=inicio

Participar socialmente nos puede servir para encontrar


nuevos lazos de relación y apoyo social e individual,
concretados en ayudas materiales, asistencia física, compartir
pensamientos, sentimientos y experiencias, y establecer
contactos sociales positivos para nosotros.

Puede ayudar para conseguir este objetivo la participación en


actividades culturales y sociales. Además, en la red existen
redes sociales dirigidas especialmente a mayores.

La participación social la hallamos en cuatro áreas


fundamentales: educación, ocupación, actividad física y
recreativa de carácter grupal y las relaciones sociales (familia,
amigos, conocidos...).
A través de mecanismos de participación social y cultural
podemos permanecer en contacto con la sociedad y aportar
todas nuestras experiencias y valores a las futuras
generaciones.

Para potenciar esta gran capacidad de nuestros mayores


como conservadores y transmisores cualificados de una
experiencia vital y cultural muy importante, se ponen en
marcha proyectos como el Archivo de la Experiencia, dónde
nuestros mayores comparten a través de la red su
experiencia y nuestros jóvenes pueden aprender de esta gran
fuente de conocimiento:

http://www.archivodelaexperiencia.es/

Participar en organizaciones, clubes... de mayores podemos


experimentar juntos nuevas propuestas, ensayar nuevos
roles y desarrollar actividades pendientes o nuevas que se
planteen en nuestros proyectos de vida.
Participar en plataformas de cooperación, ongs... y adquirir el
rol de voluntario es otra forma de participación social y

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cultural y nos permite mantener y desarrollar valores como la


solidaridad haciendo visible nuestra presencia social.

Las personas que participan en grupos sociales mantienen un estado


de salud superior a los que se mantienen socialmente aislados y el
desarrollar una vida rica en relaciones afectivas contribuye a vivir
más años, mejorando así nuestra calidad de vida.

En la medida que vayamos desarrollando nuestro proyecto de vida


podremos sentirnos protagonistas del cambio y aprovechar este
tiempo de vejez como una oportunidad positiva para seguir
creciendo.

Las ventajas de tener un/a


abuelo/a en la familia
La posibilidad de tener un abuelo/a en la familia tiene unas grandes
ventajas para todos. Veamos desde cada punto de vista las ventajas
de cada rol familiar de cara a contar con la figura de un abuelo o
abuela.

Las ventajas de los niños con abuelos/as:

Los abuelos/as proporcionan una gran ayuda en épocas de


crisis familiares, dando cierta estabilidad a la familia.
Los abuelos/as contribuyen al desarrollo del niño en cuanto a
la socialización, a dar ayuda emocional y en algunos casos
financiera, al transmitir la historia, tradiciones y valores a los
nietos/as.
Los abuelos/as suponen un modelo de adultos en la visión de
los niños
Las relaciones de los niños con sus abuelos/as afectan a sus
relaciones con sus propios nietos/as dos generaciones
después.
El amor incondicional que los abuelos/as conceden a los
nietos/as fortalecen su autoestima y autoeficacia.
Puede que durante la adolescencia los nietos/as recurran a
contradecir la sabiduría de los abuelos/as para conformar su
identidad.
Los abuelos/as pueden presentar una estabilidad a largo
plazo en la vida personal del joven, una forma de ver cómo
podría ser su futuro a largo plazo.

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Ventajas de los padres y madres cuando sus hijos/as tienen acceso a


los abuelos/as:

Los abuelos/as pueden actuar como negociadores entre el


padre y el niño, ayudando a uno a entender al otro.
Cuando los niños reciben el cuidado de los abuelos/as, se
observan conductas de mayor independencia y aceptación de
los progenitores.
Las relaciones de apoyo a través de las diferentes
generaciones pueden proporcionar un recurso para los
individuos y las familias para hacer frente con éxito a las
tensiones de la vida contemporánea, proporcionando un
amortiguador y absorbiendo presiones a la familia,
dispersando tensiones y dando la ayuda necesaria.

Ventajas de los abuelos/as que tienen acceso a su nieto:

Los abuelos/as que participan y se identifican con el papel de


abuelo, desarrollan un sentido creciente del bienestar y de la
moral, sobre todo en los momentos de pérdida personal,
social y material que otra forma llevaría a la desmoralización.
Esto sugiere que los abuelos/as tienen menos probabilidad
de caer enfermos mental, física y emocionalmente.
Los abuelos/as manifiestan un sentido de utilidad como
historiadores, transmisores de valores, de herencia y de
tradiciones de la familia.
Se sienten útiles cuando proporcionan ayuda a los hijos/as
con el cuidado de los nietos/as
Las relaciones vitales y significativas entre abuelos/as y
nietos/as continúan a los largo de la vida. Cuando una
relación cercana se ha formado en los años del niño, ésta, se
desarrolla y consolida a lo largo de la vida de cada uno.

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Decálogo final de los


abuelos/as
1. Hacerse mayor implica una serie de cambios físicos y
psicológicos que es necesario comprender, tanto por los
propios abuelos/as como por los progenitores y los
nietos/as.
2. Conocer estos cambios nos ayudará a adaptar nuestra
vida a este proceso evolutivo
3. Debe existir una buena comunicación entre abuelos/as y
progenitores de cara a la organización de las tareas
4. Es tan importante la organización de las tareas como la
organización del tiempo libre
5. Es necesario pensar cómo queremos vivir los años de
envejecimiento, para poder planificar aspectos que estén
de acuerdo con lo que nos gusta y nos da bienestar
6. Es importante mantenerse en buena forma física y
mental
7. La sociedad es cambiante y diferente, es necesario ser
flexible a los cambios y respetar las nuevas formas de
vida
8. Aprender, conocer, descubrir cosas nuevas se puede
hacer a cualquier edad y es sano para nuestro cuerpo y
mente
9. Relacionarnos, aprovechar nuestro tiempo libre,
compartir nuestra experiencia, darnos valor como pilares
importantes en la sociedad
10. Hacerse mayor no significa déficit, sino que es una gran
oportunidad para desarrollar todo lo que hemos
aprendido a lo largo de la vida

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Bibliografía
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