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Juan no estaba en un lugar que se llamaría bello, ni mucho menos bajo las condiciones
en que se hallaba, pero ese día y dentro de esas circunstancias, su isla penal se llenó de
gloria. En medio de sus prisiones y privaciones, y aun intensificada por ellas, la
sensibilidad estética de Juan alcanzó alturas sublimes. En Patmos Juan vio al Señor
"excelso y elevado" y "el borde de su manto" llenó la isla (cf Is 6.1); en Patmos Juan
adoró al Señor "en la hermosura de la santidad" (Sal 29.2; cf 27.4). Donde está Dios,
en cualquier lugar que sea, resplandece una belleza muy especial.
Al escribir su libro, Juan logró maravillosamente compartir con sus compañeros y con
nosotros toda la gloria de esa experiencia. La poesía lírica de su alabanza, y los
cuadros surrealistas que dibuja con sus palabras, nos dan un dignísimo ejemplo de la
hermosura del Señor y su revelación. Debe inspirarnos a rescatar para Cristo, en
nuestras propias vidas y en nuestro ministerio, aquellos valores estéticos que adornaron
el mensaje profético del Vidente de Patmos.
Uno de los temas centrales del Apocalipsis es la fidelidad radical al Señor, aun hasta la
muerte. El verdadero cristiano lo es por convicción y no claudica cuando las cosas se
ponen difíciles y peligrosas (cf Jn 10.11-13). Hoy día se predica mucho el "evangelio
de ofertas" de la gracia barata. El mismo San Pedro, después de haber confesado a
Cristo tan lúcidamente en su confesión cristológica, quiso echarse atrás cuando la cruz
entró en la agenda. Cristo le respondió que esa cruz es un elemento esencial de las
buenas nuevas, no sólo para Jesús mismo sino para todo verdadero seguidor del
Crucificado (Mt 16.24).
En nuestros tiempos muchos cristianos han pagado con sus vidas el precio de sus
convicciones cristianas. La martiriología latinoamericana es abundante, salpicada de
sangre de testimonio. Pero muchos otros, especialmente en amplios sectores del
protestantismo, han querido hacer de la salvación una oferta barata de seguridad
egoísta, sin tener que entregar sus vidas hasta las últimas consecuencias (1 Jn 3.16-18).
Detrás del mensaje de Juan de Patmos hay un profundo espíritu de protesta frente al
mundo que nos rodea hoy. Este libro inquietante no nos permite ser
conformistas. Cuando hay que levantar la voz profética, el cristiano verdadero sabrá
hacerlo. Cuando es necesario resistir, aun hasta cárcel y muerte, resistirá con tenacidad
evangélica, cueste lo que costare.