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Preámbulo

Agradecimiento a nuestros pastores Dr. Carlos Parga y hermana Gloria García, al


hermano Isaac Cho director del IBSEM y a los maestros… todos ellos por
habernos apoyado a cada uno con sus respectivas materias. Gracias por su
paciencia y por su enseñanza impartida, la cual recibimos con agrado para asi
poder trasmitir conocimientos a personas que vamos a evangelizar y ganar almas
para el Reino de los Cielos, así mismo agradezco a mi esposa e hijos por todo su
apoyo que me brindaron durante estos años. Gracias a todos y los Bendigo en el
nombre poderoso de Jesús.

Especial agradecimiento a nuestro hermano León Cruz, gran maestro con


tanta sabiduría que Dios le ha dado, la cual se goza en trasmitirla a sus alumnos,
que el Señor lo bendiga abundantemente, así mismo a cada uno de mis hermanos
que fuimos compañeros de clases por su apoyo.

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Introducción

El término “escatología” se deriva de dos palabras griegas eschatos que significa


“ultimo” y logos que significa “materia tema”. De allí, que la escatología es el estudio
doctrinario que trata de los últimos eventos de la historia sagrada incluyendo todo
lo que está más allá de esta vida y era, además de los eventos finales de esta era
presente.

Sin embargo, el término “escatológico” se aplica en esta era en su totalidad,


aunque es importante notar que esta era es en un sentido real, es decir, una era
“escatológica”. El estudio en esta sección incluirá la era presente, la del estado
presente de los muertos y significado de las clases de muerte, la muerte física, la
espiritual y eterna. Así mismo se menciona lo que es el estado intermedio.

Por último, se presenta un breve resumen del concepto de la muerte que


tenían nuestros antepasados de la era prehispánica.

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La muerte del individuo humano

Las escrituras hablan de tres clases de muerte:

1- La muerte física

La muerte física es cuando hay una separación del alma y del cuerpo y
constituye la acción de pasar de un modo de vida a otro distinto del mundo visible
al invisible. Para el creyente es su entrada al paraíso y a la presencia de Cristo
Jesús (II de Corintios 5:1-8; Filipenses 1:23). Para el incrédulo la muerte es su
entrada al hades (Lucas. 16:22-23; Mateo 10:28; Apocalipsis 20:13). La muerte
física no es el final de la existencia del ser humano, sino solo un cambio en el estado
de existencia. Para el creyente, la muerte física es el efecto final del pecado y el
ultimo efecto del pecado a ser cancelado por la obra redentora de Cristo Jesús.
(Romanos 5:12-15; I de Corintios 15:24-57; II Tito 1:10; Hebreos 2:9, 14-15, 9:15. Y
más aún el creyente triunfalmente declara que para él “el morir es ganancia” carta
a los filipenses (filipenses 1:21)

2- La muerte espiritual

La muerte espiritual es la separación de Dios, tanto en este mundo como en


el mundo venidero, citamos un ejemplo: Adán “murió” como resultado de su
desobediencia de acuerdo con la advertencia de Dios… porque el día que tu comas,
ese día morirás (Génesis 2:17). Sin embargo, su muerte no consistió en su muerte
física inmediata, pese a su estado de mortalidad comenzó su muerte, es decir
muerte espiritual. Cuando Jesús dijo “dejad que los muertos entierren a sus
muertos” (Mateo 8:22), quiso decir “deja que los espiritualmente muertos entierren
a sus físicamente muertos”. Por espiritualmente muertos hizo referencia a aquellos
separados de Dios por la incredulidad. Pablo, escribiendo a los efesios dijo “y Él os
dio vida eterna a vosotros cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados”
(Efesios 2:1).

Anteriormente como pecadores, ellos existían en la “muerte” espiritual; más


cuando vinieron a conocer a Cristo, fueron hechos vivos.

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Cuando uno viene a la comunión con Dios por medio de la Fe en Cristo, pasa
de “muerte a vida” (I Juan 3:14).

En el juicio final de los incrédulos ante “el gran trono blanco” el cual toma
lugar después de los mil años (milenio), los muertos malvados todavía existirán y
estarán ante Dios en juicio, y, aunque podrán estar en juicio, su estado se llama
“muerte”, porque se encuentran enajenados de Dios. (Apocalipsis 20:13-15 y 3:11;
Tito 5:6)

3- La muerte eterna:

Cuando aquellos están “muertos en… delitos y pecados” mueren físicamente


y no se arrepientes, entran al estado de muerte eterna.

Santiago se refiere a esta muerte explicando cómo puede ser prevenida;


“sepa que el que haga volver al pecador de error de su camino salvara de muerte
un alma (Santiago 5:20). Claramente, la muerte eterna no es el fin de la existencia;
es un castigo eterno. Pablo advierte de esta eventualidad en II Tesalonicenses.

Cuando se manifiesta el señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su


poder, en llama de fuego para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni
obedecen al evangelio de nuestro señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de
eterna perdición, excluidos de la presencia del señor Jesucristo y de a gloria de su
poder (II Tesalonicenses 1:7-9).

En el juicio de “gran trono blanco”, todos los muertos malvados serán


echados en él, lo cual es llamado “la muerte segunda” (Apocalipsis 20:13-15).

La muerte es descrita en la escritura como el fuego eterno (Judas 7; Mateo


25:46). El juicio eterno (hebreos 6:2), y, la eterna perdición (II tesalonicenses 1:9).

Referencias: Fundamentos de Teología pentecostal. Autor: Guy P. Duffield y


Nothaniel M. Van Cleave.

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1- El estado intermedio

El estado intermedio es el estado del alma entre la muerte física y la


resurrección. Para el creyente la resurrección ocurrirá con la venida de Cristo, por
otro lado, para el incrédulo no ocurrirá hasta después del milenio en el juicio final.

LA MUERTE DEL INDIVIDUO HUMANO

Concepto de la muerte-doctrina verdadera.

A- La muerte no es la creación sino la separación.

“La muerte corporal es separación del cuerpo y el alma que se aleja de Dios” (Isaías
59:2; Romanos 7:24).

El concepto de la muerte se entiende mejor por contraste con el de la vida.


Así como la vida verdadera del ser humano, esta es la razón directa de su comunión
con el Dios viviente (YHWH), así también la muerte en su sentido pleno, está en
relación directa de la separación de Dios. De ahí que la palabra de Dios nos haya
dejado tres ejemplos vivos de esto con el arrebatamiento en la vida de Enoc, porque
“caminó con Dios” (Génesis 5:22-24; Hechos 11:5;) y de Elías, el profeta de fuego
(Romanos 2:11) así como con el sepelio de Moisés llevando a cabo sin testigos por
el mismo Dios (Dt. 34:5-6) ya que de ser conocida su sepultura, los israelitas habrían
quizá sucumbido a la tentación de venerarle supersticiosamente, pues el mismo
texto sagrado nos dice que nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés,
con quien trataba Jehová cara a cara (Dt. 31:10)

B- La raíz de la muerte, el pecado

La muerte penetró en este mundo desde el fondo del Averno como efecto y
de la mano del pecado (Génesis 2:16-17, 3:19; Romanos 5:12,14,17,21; I Corintios
15:21-22; Santiago 1:15).

El pecado abrió la compuerta a la desilusión que el árbol de la vida habría


mantenido cerrada. No se necesitó cambio alguno en la constitución física del
hombre, solo fue dejado a merced de su constitución orgánica “pues polvo eres, y
al polvo volverás” (Génesis 3:19). Es cierto que, al desobedecer Adán, no murió de

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momento la periferia de su ser, pero se hizo "mortal de necesidad", porque la
muerte, con su aguijón (1a Corintios 15:56) se instaló en el centro mismo del ser
humano.

C- No es sólo el cuerpo, sino el hombre entero el que muere

El ser humano es una unidad de su existencia, vida y destino. De modo que


no es sólo el cuerpo el que muere, sino que muere el hombre.

El hombre entero se perdió y el hombre entero necesita ser salvo. Sólo en el


sentido de la sinonimia que la Biblia misma establece entre el alma y persona, se
puede hablar de la salvación del alma. No es algo nuestro lo que se pierde o salva,
sino que somos nosotros mismos los perdidos y necesitados de la salvación
(Romanos 3:23).

Por eso, el proceso de la redención efectuada por Cristo tuvo que hacer
reversible todo el proceso de la muerte (no solo muriendo, sino también
resucitando), para que el hombre pudiese ser salvo (Romanos 4:25; I Corintios
15:17). El verbo se hizo carne, y pasó por el dolor, la muerte, la tumba y la
resurrección, para recuperar al hombre entero (Romanos 5:12; Efesios 2:1; I
Tesalonicenses 5:23; Juan 3:14)

D- La obra de Cristo ha hecho reversibles los efectos de la muerte.

Al soportar la muerte en todas sus dimensiones, como nuestro sustituto,


Jesucristo venció a la muerte muriendo y le quito el aguijón, al abolir la fuerza legal
que el pecado ejercía sobre los mortales (Romanos 6:6; I Corintios 15:22, 56, 57).
Así tenemos las consoladoras paradojas de que la muerte del creyente es estimada
-tiene valor- a los ojos de Dios (Sal. 116:15); es posesión nuestra como todas las
demás cosas de este mundo. (I Corintios 3:22), porque ya no nos domina con el
terror de su guadaña, sino que somos sus dueños en virtud de la obra redentora de
muertos en unión con el señor, son llamados dichosos (Apocalipsis 14:13). Para
Pablo, partir y estar con Cristo era mucho más mejor como dice literalmente el
original de Flp. 1:23. A los que durmieron, en Jesús, Dios también los traerá con
Jesús, mediante la resurrección o la trasformación. Por eso exhorta Pablo a los

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tesalonicenses a que, acerca de la muerte, no se entristezcan como los demás que
no tienen esperanza (I Tesalonicenses 4:13-14), ya que nuestro Salvador Jesucristo
"abolió la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del Evangelio"
(II Timoteo 1:10), es decir, de la buena nueva de la obra de Cristo (I Corintios 15:1-
4). De esta forma, él participó de nuestra naturaleza "para, por medio de la muerte,
esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante
toda la vida sujetos a servidumbre" (Hechos 2:14-15).

Nos imaginamos a la muerte como algo que viene a destruir; imaginémonos,


más bien, a Cristo que viene a salvar. Pensamos en la muerte como en un final:
pensemos mejor en una vida que comienza más abundantemente. Pensamos que
vamos a perder algo; pensemos que vamos a ganas mucho, pensemos en un
encuentro. Pensamos que vamos a marchar; pensemos en que vamos a llegar. Y
cuando la voz de la muerte nos susurre al oído: "Tienes que dejar la tierra", oigamos
la voz de Cristo que nos dice: “Estás llegando hacia Mí!".

Referencia: Escatología II, Curso de formación teológica evangélica. Autor:


Francisco la Cueva.

La muerte en el México prehispánico

Por otra parte, en cuanto al concepto de la muerte, nuestros antepasados


tenían la creencia en fenómenos inexplicables asociados a la naturaleza o que no
tenían una explicación lógica; de esta manera surgieron las leyendas y los mitos, y
del arraigo de estas creencias surgieron los ritos que se convirtieron en tradiciones
pasando de generación en generación.

Para los antiguos mexicanos muchos años antes de la conquista, existían


mitos que se convirtieron en ritos en torno a la muerte. Se creía que el que falleció
viajaba al Mictlan o “lugar de los muertos” donde vivirían eternamente.

El miedo a perecer no solo no era común, sino que se creía que era una
virtud. Las personas que fallecían se transformaban automáticamente en dioses,
siendo esta acción privilegio y cualidad de unos cuantos, lo cual podría significar

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también alguna forma de manejo ideológico y ejercicios de poder, dentro de un
grupo social.

Mictlan significaba para los antiguos mexicanos “en la región de los muertos”;
este sitio mitológico del más allá consistía de nueve planos extendidos bajo la tierra
y orientados hacia el Norte; según ellos allá iban todos los que fallecían de muerte
natural; quien moría tenía que cumplir toda una serie de pruebas en compañía de
un perro que era incinerado junto con el cadáver de su amo. Entre otras cosas, las
pruebas consistían en atravesar un camino donde estaba una culebra, dejar otros
ocho “páramos” (lugares fríos y solitarios) y ocho “collados” (colinas o cerros), y
desafiar un “fuerte viento”.

Transcurrido cuatro años de estos caminos; la vida errante de los difuntos


había terminado y podía atravesar un ancho y caudaloso rio montado en su perro,
este animal que acompañaba al difunto tenía que ser bermejo (color rojizo o paja).

Ellos eran adoradores de su dios tanatos o de la muerte, de ahí en la


actualidad existen muchos seguidores de la santa muerte o los antiguos pobladores
no conocían el termino infierno, pero los misioneros españoles en el siglo XVI se
hace manifiesto el terror a la muerte dentro de un proceso de transculturación
impuesto por los conquistadores, el sentimiento de culpa se puso de manifiesto
entre los antiguos mexicanos, en pro de los procesos religiosos a los que fueron
sometidos por Fray Bartolomé quien impuso el catolicismo entre los pobladores
indígenas para que dejaran sus costumbres politeístas.

Eutanasia: Muerte por compasión o asesinato.

"Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya
vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida
es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro,
tu victoria?” (I Corintios 15:54-55)

A muchos de nosotros cuando escuchamos que alguien le debería de aplicar


la eutanasia; o ponemos cara de extrañeza por desconocer lo que significa, por

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pensar que es muy cruel que dejen morir a las personas, aunque sepamos que su
mal ya no tiene remedios.

Este comentario trata precisamente de dar un poco de luz sobre el particular


y que apreciemos el porqué, pues para muchos enfermos terminales y
desahuciados la eutanasia puede ser un alto definitivo a sus sufrimientos.

Etimológicamente la palabra eutanasia tiene su origen en Grecia y viene de


los vocablos Eu y Thánatos que significan “buena muerte”. Tendrá tantos
significados como puntos de vista encontremos, pues no es lo mismo para los
creyentes de alguna religión que para los médicos, sociólogos y sobre todo para los
familiares y los propios pacientes de enfermedades terminales, por eso, eutanasia
significa también: muerte dulce, libre de sufrimientos, este término lo empleó por
primera vez el filósofo y político ingles Fco. Bacon (1561-1626) en el siglo XVII y
médicamente se entiende como “muerte fácil, indolora y piadosa” provocada en una
persona que sufre una enfermedad incurable, dolorosa o en grave deformación
permanente, con o sin la petición o consentimiento expreso de la víctima.

Referencia: Ritos y mitos de la muerte en México y otras culturas. Autor:


Marco Antonio Gómez Pérez

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