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de Eduardo Pavlovsky
FIN DEL COMIENZO
Personajes: El
Ella
EL: Le digo que me cuente que me engaña. (Pausa.) Jugar con las figuras del engaño.
(Pausa.) Mundo de figuras - que me cuente cómo son. (Pausa.) Conocerlas. Sí, eso;
conocerlas.
ELLA: Me pide que lo engañe - que juegue con las figuras del engaño. No juego con las figuras
que él quiere que juegue - Juego con otras figuras.
Me gusta que él me pida que lo engañe - y que crea que no lo engaño cuando le cuento
cómo fue que lo engañé -; se desespera si no le cuento que lo engaño - quiere que juegue
con las figuras de su engaño. (Pausa.)
EL: Tuve deseos de preguntarle - pero sabía que era un juego: cualquier contestación estaba
trucada, porque no se podía preguntar nada fuera del juego - todas las preguntas estaban
incluidas en el juego - (Pausa.) De todos modos... no sabía qué quería que me dijera: la
excitación era la pregunta - el instante de nuestras miradas - el instante de su respuesta.
Cuando ella me decía que no me engañaba yo sabía que me mentía - que estaba jugando.
Yo quería que me dijese que me engañaba - sabía que de todos modos me mentía. Ese
era el juego. Que nunca pudiese saber la verdad. Yo preguntaba para que ella me
ocultara. Sabía que me mentía de todos modos. - Yo quería de ella exactamente eso que
ella hacía - sólo que yo no sabía qué era exactamente lo que ella hacía. Había un acuerdo
en el juego. La despreciaba cuando decía que no me engañaba, cuando quería que dijera
que me engañaba. (Pausa.) Ella no me engañaba cuando jugaba al juego que yo le
proponía, y yo sólo le proponía eso que ella hacía conmigo.
ELLA: Me pide que juguemos. Creo que no puede vivir sin jugar.
Lo que más le gusta de mí es que sabe que nadie jugará mejor al juego que me propone.
Por eso me lo pide a MI. (Pausa.)
Me pide que juegue a que lo engañe - me pide que le cuente cómo juego a que lo engaño.
(Pausa.) Yo le cuento cómo lo engaño - juego al juego que él quiere que juegue cuando le
cuento cómo lo engaño. (Pausa.) Me pide que le cuente - Después quiere que le diga que
todo era un juego - eso es otra norma del juego; que le diga que todo es un juego - cuando
le digo cómo lo engaño. Yo le digo entonces que todo es un juego.
No le miento. (Pausa.) Porque cuando lo engaño estoy jugando al juego que me pide que
juegue. Es parte del juego.
Yo no lo engaño. Yo juego al juego que él quiere que juegue. (Pausa.)
Me pide que juegue al juego de que le cuente cómo lo engaño, y yo lo engaño para jugar al
juego que él quiere que juegue. Son las reglas del juego. No lo puedo dejar de engañar
porque no podría jugar. (Pausa Larga.)
Hay una ingenuidad masculina. El no sabe que el juego que él me propone, cuando me
pregunta cómo lo engaño, es un juego inventado por mí - para que él juegue al juego de
proponer que yo lo engañe y yo juegue al juego de engañarlo. (Pausa.) Son puntos de
vista.
EL: (a Ella). ¿Me engañás? (Ella no contesta.)
EL: Lo que me extrañaba era su sombrero, una mezcla de gorro y de galera. Ibamos todos
caminando. El iba delante mío - yo no podía dejar de mirarlo - creo que le quedaba bien -
pero no podía dejar de mirarlo de todos modos - creo que era un gorro o una galera.
(Pausa.)
Era azul - creo que la primera vez que te conté te dije que era negro - pero ahora me doy
cuenta que era azul.
En realidad la forma era lo que más me llamaba la atención. Como esos flacos barrigones
que uno no puede saber sin son flacos o gordos.
Cuando entramos, la sala estaba repleta. Parecía que el sombrero estuviera hecho a su
medida porque, pese a todos los movimientos que hacía, el sombrero permanecía siempre
como inamovible – como si cabeza y sombrero siempre hubiesen estado juntos – quiero
decir que no era un simple sombrero encima de una cabeza que uno hubiera imaginado
alguna vez despojada - era como si esa cabeza y ese sombrero siempre hubiesen estado
juntos. (Pausa.)
Sí, en verdad, era eso lo que me atraía... la armonía... el fenómeno estético - había algo
magnífico en las proporciones... algo difícil de describir o de expresar. Sólo con vos puedo
expresarme con tanta libertad. Porque sé que siempre entendés el sentido último de mis
impresiones. (Pausa.)
El se sentó delante mío - mejor dicho, yo esperé que él se sentara para sentarme detrás.
Es que desde la posición posterior era donde la armonía alcanzaba su máxima intensidad -
donde cabeza y sombrero alcanzaban su máxima plenitud. De improviso alguien gritó:
¡Ché Sombrero! la voz había partido de un punto que yo ubicaba hacia mi derecha atrás
mío. Hubo unos instantes que me parecieron eternos. Tuve miedo que pensara que
hubiera sido yo - porque en realidad yo mismo podía haber gritado la misma frase - como
si alguien hubiese leído el curso de mis pensamientos, pensé, y me hubiera jugado una
mala pasada.
De improviso giró bruscamente su cabeza (Pausa.) hacia el punto de donde había partido
el grito - y creí visualizar una extraña sonrisa que se dirigió hacia mí, o hacia El otro.
Confieso que por unos instantes sentí celos -quiero decir una extraña sensación de
Exclusión al no poder discriminar si la sonrisa estaba dedicada a mí o al otro. Incluso tuve
la sensación de haberme ruborizado - pero la única posibilidad de resolver el dilema era
intentar visualizar al otro es decir que girara yo también mí cabeza hacía atrás y hacia mi
derecha. Pero sentía una enorme vergüenza - como si hubiera sido descubierto. (Pausa.)
Una extraña vergüenza... de modo que permanecí inmóvil -esperando que la incómoda
sensación se fuese disipando. (Pausa.)
Recién cuando tuve la absoluta seguridad de que mi rubor había desaparecido me levanté
sigilosamente y me fui. Pero me volví a ruborizar cuando caminaba solo por la calle.
Es difícil explicarse estas cosas... (Pausa ) y a veces siento que sólo vos en el mundo me
podés entender-. Sí, eso; - que sólo vos me podés entender -. (Pausa.) Extraño
sentimiento de vergüenza... de soledad...
ELLA: Lo veía a veces de vez en cuando - él me miraba - casi no me tocaba - quiero decir que
lo que yo sentía más importante era su mirada. Nunca se lo dije porque no lo hubiera
entendido. No hablábamos - nunca hablábamos - apenas nos tocábamos - lo importante
para mí era su mirada - su mirada era dulce - como la de un niño que hubiera cometido
una travesura - tenía miedo de mí - como de decir algo que pudiera no agradarme, y era
eso precisamente lo que más me gustaba - porque no hubiera sabido de qué hablar con él
- lo que me gustaba era esa mirada de temor que expresaba su imposibilidad de hablar. El
no sabía que era eso lo que más me gustaba - nunca se lo hubiera dicho (Pausa.), porque
tal vez hubiera entonces hablado - y yo no hubiera sabido qué decirle, porque sólo quería
que me mirase - porque no quería hablar con él - solo quería que me mirase...
EL: La primera vez - fue tan sorprendente.
ELLA: Lo importante eran esos momentos.
EL: Caminamos juntos un largo trecho sin hablarnos.
ELLA: No necesitábamos hablarnos..
EL: Fue un largo recorrido - creo que caminamos como dos horas tomados de la mano... como
dos niños perdidos.
Recuerdo que luego de caminar un largo trecho juntos - me preguntaste por qué habíamos
tomado ese camino, y yo te respondí que creía que estaba siendo guiado por vos.
Recuerdo que nos reímos y dijiste que es más fácil que el otro siempre sea el responsable
de la dirección o algo así.
ELLA: Nunca sabíamos si nos volveríamos a ver otra vez. Cada vez era la última - siempre la
última.
EL: Tenía miedo de no volvernos a ver.. .
ELLA: Cada vez que nos separábamos...
EL. Me parecía que era la última.
ELLA: Siempre la última.
EL: Por eso era tan intenso.
ELLA. Porque cada instante era despedirse.
EL: Imposible decirse adiós.
ELLA: Callábamos lo que los dos sabíamos - porque él no sabía si nos volveríamos a ver y yo
en cambio jugaba al juego de la "última vez" - pero sabía que todo volvería a recomenzar -
como siempre - como fue siempre - como será siempre.
EL: Me resultaba difícil expresarte que se me hacía imposible vivir hasta la próxima... y prefería
callar (Pausa.) Y sólo podía mirarte - (Pausa.) sólo podía mirarte en esos momentos.
ELLA: Lo que más me gustaba era su mirada - casi no nos tocábamos - tenía miedo de
decirme algo que me molestase y era precisamente eso lo que más me gustaba - esa
mirada de temor permanente que expresaba su imposibilidad de hablar...
EL: Prefería callar... porque te tenía miedo - y eso me hacía sentirme cobarde... Por eso sólo
podía mirarte - sólo mirarte...
EL: Cuando caminábamos por la calle, muchas veces me preguntaban si era mi hija: (Pausa.)
yo esperaba que ella respondiese - me parecía que era natural que ella contestase en mi
lugar:
¡No, "él no es mi padre" o “yo no soy su hija" pero ella callaba y me miraba con una mirada
cómplice que sabía que me turbaba y entonces se producía un silencio largo y penoso que
me obligaba a aclarar el malentendido rápidamente. Generalmente yo respondía: No tengo
hijos. Lo que habitualmente provocaba un nuevo malentendido porque el interlocutor
muchas veces interpretaba la palabra hijos en el sentido masculino del término. - Entonces
ella decía algo así como:
"A papá le gusta caminar conmigo" pero esta nueva contestación no aclaraba nada -
porque era una respuesta ambigua que podía hacer pensar que yo era su padre que le
gustaba caminar con ella - o simplemente que al padre de ella le gustaba caminar con ella,
pero la frase dicha en ese contexto parecía aludir a la primera posibilidad - es decir que yo
era su padre que me gustaba caminar con ella.
Ese tipo de ambigüedades le fascinaba -como si tomara todas las frases- y jugara con
ellas como piezas de un gran rompecabezas. (Pausa).
No sabía si era eso lo que gustaba...
Una permanente sensación de algo prohibido...
Tenía la virtud de convertir los gestos en...
Tenía la virtud de convertir los gestos en límites de la trasgresión.
Muchas veces esto se convertía en algo verdaderamente ridículo o penoso.
Se tenía la sensación de que se estaba cerca de algo parecido al límite -pero ella muchas
veces me enseñaba que los límites eran palabras inventadas.
Lo que más me fascinaba era la profesionalidad de sus gestos - no había movimientos
espontáneos - corno un felino que conociera cada uno de sus movimientos.
ELLA: Me llevaste a comer y te pusiste a llorar sin decirme nada. Yo recuerdo que apenas te
conocía. Tenías el menú en la mano y llorabas. No parabas de llorar. El mozo te miraba
sorprendido esperando el pedido.
Yo no sabía qué hacer. Me reprochaba de antemano todos los gestos que imaginaba
realizar.
Me reprochaba decirle al mozo que se retirara...
Me reprochaba intentar acariciarte la mano.
Me reprochaba retirarte el menú.
Me reprochaba iniciar el pedido sin consultarte -
Me reprochaba estar en silencio sin saber decir nada -
Me reprochaba levantarme de la mesa y dejarte solo -.
El mozo entonces comentó: ¿le pasa algo a su papá?, ¿quiere que llame a un médico? No
me pareció importante aclarar que no eras mi padre. Sólo le respondí: "No - no le pasa
nada, muchas gracias. Está emocionado porque se murió nuestra gatita ahogada en la
bañera". Esto último lo dije automáticamente - como si fuera un juego. Siempre digo algo
insólito frente a lo inevitable. El mozo respondió: "Hay cosas peores en este mundo"; y se
retiró.
Te levantaste de la silla y me dijiste: Por favor - vamos. (Pausa). Afuera llovía. Caminamos
juntos de la mano - como dos horas. Yo apenas te conocía. Sabía que estabas llorando.
Oía algunos sollozos. Pero no sabía qué decirte. Algo me decía que lo mejor era caminar
de la mano - mojándonos con la lluvia - pero sin hablar.
De repente me preguntaste: por qué no le dijiste al mozo que no eras mi hija y yo te
respondía otra vez automáticamente: porque esperaba que le dijeras que no eras mi
papá... (Pausa).
Me miraste - y seguimos caminando sin hablar: de repente me preguntaste por dónde te
llevaba y yo te respondí que pensaba que eras vos el que me guiaba -. Habíamos
caminado como tres horas... casi sin hablar, mojándonos en la lluvia - los dos de la mano.
ELLA: Tuve miedo de que no quisieras seguir. Estaba dispuesta a caminar toda la noche bajo
la lluvia acompañándote.
EL: Pensaba que mi generación era demasiado abrumadora -tenía miedo de aburrirla con mis
depresiones.
ELLA: Cada instante - cada momento - me parecía sorprendente -. Nunca podía haber
imaginado la poesía de aquella tarde caminando los dos bajo la lluvia torrencial en silencio.
EL: Creo que le dije que a veces los cuarentones aburrimos -(Pausa). Ella no me contestó y
tomé su silencio como afirmativo. Sentí una angustia insoportable - como que me
desplomaba. Creo que la lluvia torrencial impidió que gritase. (Pausa).
De repente descubrí que a nada le tenía tanto miedo como aburrir a alguien. - La sola idea
de imaginar que alguien se estaba aburriendo conmigo me resultaba terrorífico.
ELLA: Cuando me preguntabas cosas importantes yo no sabía qué responderte... prefería
callar. Sabía de tu ironía permanente frente a la tontería de la gente, tenía horror que
pensaras que era una nena tonta -. Por eso no te contestaba cuando me preguntabas.
EL: Cuando nos detuvimos en el café tuve miedo a preguntarle si quería pasar la noche
conmigo.
Pensé que estaba pensando: - "por hoy bastante" -, y yo no hubiera aguantado otra
frustración.
ELLA: Cuando me dijiste si quería que me acompañaras a mi casa - sentí que todo era
tremendamente doloroso, que mi silencio - te había resultado - como siempre - pensé
-abrumador y que preferías estar solo con... tus silencios... y ... sin... los míos.
EL: Cuando bajó del coche sentía que no nos volveríamos a ver - que nunca más me llamaría.
ELLA: Cuando bajé del coche sentí que no nos volveríamos a ver... que nunca más me
llamarías.
(Pausa larga)
EL: Me quedo.
ELLA: Claro.
EL: Es increíble que me pase ahora.
ELLA: No te pongas nervioso.
EL: Pero cómo no me voy a poner nervioso.
ELLA: Si te ponés nervioso es peor.
EL: Disculpame.
ELLA: No tenés nada de qué disculparte.
EL: Tomé mucho. Si esperamos un ratito se me pasa.
ELLA: Esperemos el tiempo que quieras.
EL: Me pongo nervioso y es peor.
ELLA: Claro.
(Pausa larga)
EL: Ya está - me doy un baño y vuelvo.
ELLA: ¿Un qué?
EL: Un baño - así me relajo.
ELLA: Bueno.
EL: ¿Querés que me vaya? Total para lo que te sirvo.
ELLA: Yo quiero que te quedes.
EL: No puedo quedarme así.
ELLA: ¿Cómo?
EL: Así.
ELLA: Bueno - ni que fuera la primera vez.
EL: ¿Qué querés decir? ¿Que siempre me pasa lo mismo?
ELLA: No - yo quiero decir que otras veces lo tomás con más humor.
EL: Me voy a dar un baño.
(Pausa larga)
ELLA: Tengo miedo.
EL: Estoy cerca.
(Pausa)
ELLA: Tengo miedo
EL: Siempre a tu lado
(Pausa)
ELLA: Tengo miedo
EL: Abrazándote
ELLA: Tengo miedo
EL: Acunándote
ELLA: Tengo miedo
EL: Acariciándote
ELLA: Tengo miedo
EL: Protegiéndote
ELLA: Tengo miedo
EL: A tu lado
ELLA: Tengo miedo (Pausa.)
EL: Tengo miedo
ELLA: A tu lado.
(Pausa larga)
EL: No aguanto más. Estoy desesperado.
ELLA: ¿De qué?
EL: De vivir.
EL: Adiós
ELLA: ¿A dónde vas?
EL: A la cocina (Pausa.)
ELLA: Me voy
EL: No quiero que te vayas
ELLA: No quiero que te vayas
EL: Me voy (Pausa.)
EL: Lo que me gusta de las mujeres es que tengan cara de inocentes. Las otras me asustan.
ELLA: Le asustan todas las mujeres. Las que tienen cara de inocentes le asustan un poco
menos. (Pausa.)
ELLA: Lo que más me gusta de los hombres es que son inocentes. (Pausa.)
EL: Tengo miedo
ELLA: Todas las mañanas decís lo mismo
EL: Lo de la edad es una cosa sin importancia. Lo importante es la comunicación. (Ella tose. El
la mira). (Pausa.)
EL: ¿Y si recomenzáramos?
ELLA: Todo será igual - siempre igual.
EL: Creo que siempre es mejor hablar.
ELLA: Creo que lo mejor es no hablar nunca. (Pausa).
EL: ¿Quién nos acecha?
ELLA: El tiempo. (Pausa.)
EL: Silencio
ELLA: Silencio
EL: El silencio como desaparición.
ELLA: El silencio como presencia.
EL: Silenciándonos.
ELLA: Silenciándonos.
EL: Todo el tiempo.
ELLA: Todo el tiempo. (Pausa.)
EL: ¿Qué somos?
ELLA: Una pareja.
EL: ¿Por qué?
ELLA: No lo sé. (Pausa.)
EL: Cosas simplemente cosas se decía juego de palabras infames que No resolvían sus
problemas fundamentales. Un juego de preguntas corresponden al mito y otros juegos de
preguntas corresponden al misterio.
ELLA: Comé que se enfría.
(Pausa larga)
ELLA: ¿Qué es tu angustia?
EL: No le era fácil - intentaba - repetía –
daba vueltas - se enroscaba - a medias
giraba sobre sí mismo
volvía sobre sí mismo
(Pausa)
ELLA: ¿No tenés ninguna esperanza?
EL: Este año no.
EL: ¿Y lo justo?
ELLA: ¡¿Cómo?! (Pausa.)
ELLA: ¿Pudor?
EL: Pudor de la soledad.
ELLA. ¿Pudor?
EL: Pudor de las manos que lo arrastraban.
(Pausa larga)
ELLA: Sólo entiende del amor entre hombres.
EL: Sólo entiende del amor entre mujeres.
(Pausa)
EL: ¿Y si recomenzáramos?
ELLA: Siempre será igual - todo igual.
EL: Lo mejores callarse.
ELLA: Es tarde. Hablaste demasiado.
EL: ¿Qué somos?
ELLA: Una pareja.
EL: ¿Por qué?
ELLA: No lo sé.
ELLA: Tengo miedo.
EL: Ya es tarde.
ELLA: ¿Tenés esperanza?
EL: Estoy muerto.
ELLA: ¿Me querés?
EL: ¿Cómo?
EL: Levantémonos.
ELLA: Basta.
EL: Lavémonos.
ELLA: Basta. (Pausa.)
ELLA: Besémonos.
EL: Basta.
ELLA: Desayunémonos.
EL: Basta (Pausa.)
EL: Despidámonos.
ELLA: Basta.
EL: Separémonos.
ELLA: Basta. (Pausa.)
ELLA: Regresémonos.
EL: (Pausa.)
EL: Reprochémonos.
ELLA: Basta.
EL: Gritémonos.
ELLA: Basta. (Pausa.)
ELLA: Reconciliémonos,
EL: Basta.
ELLA: Besémonos.
EL: Basta. (Pausa.)
EL: Comámonos.
ELLA: Basta.
EL: Mirémonos.
ELLA: Basta. (Pausa.)
ELLA: Planeémonos.
EL: Basta.
ELLA: Ilusionémonos.
EL: Basta. (Pausa.)
EL: Orémonos.
ELLA: Basta.
EL: Amémonos.
ELLA: Basta. (Pausa.)
ELLA: Besémonos.
EL: Basta.
ELLA: Jurémonos.
EL: Basta. (El realiza un chasquido de beso.)
ELLA: Basta. (Ella realiza un chasquido de beso.)
EL: Basta.
ELLA: Basta.
EL: ¿Si volviéramos a empezar?
ELLA: Todo será igual -. Exactamente igual.
EL: Estoy desesperado.
ELLA: Todas las mañanas decís lo mismo.
EL: Estoy harto.
ELLA: Estoy harta de que estés harto.
(Pausa larga)
ELLA: Recuerdo el día que tocó con sus manos mi cabello. Hacía horas que estábamos
agazapados - sin ropas - sin alimentos. Yo me di vuelta para mirarlo y entonces vi que
sonreía; sólo sonreía.
EL: El desconocimiento de otras circunstancias... tal vez si hubiera alguna vez vivido otros
momentos menos rigurosos.
Pienso que tal vez si le hubiera tocado vivir otra época
...más feliz, hubiera aprendido a llorar o a quejarse o tal vez a gemir ... por contraste.
Tomaba como cotidiano aquello que para nosotros era lo terrorífico.
ELLA: Tal vez pensaba que la VIDA era ESO. Un peregrinar sin rumbo fijo, siempre huyendo.
EL: Durmiendo a la intemperie.
ELLA: Con la llovizna golpeando nuestras caras.
EL: Aguantando todo tipo de golpes y sinsabores.
ELLA: Tal vez pensaba que la humillaci6n era un estado... natural o habitual...
EL: Desconocía la posibilidad de rebelarse
ELLA: De gritar
EL: De golpear
ELLA: De decir basta
EL: De ponerse de pie
ELLA: De arrancar la piel y los ojos con las uñas.
EL: De arrojar golpes por doquier.
ELLA: De llorar a los muertos.
EL: De enterrar a los seres queridos.
ELLA: De suicidarse al menos.
EL: Tal vez pensara que la cobardía era una virtud.
ELLA: Deberíamos haberle prevenido de todos esos males. De explicarle de otros momentos,
de otras circunstancias, de otras esperanzas. De tiempos de excepción.
EL: No hubiera entendido. El terror le parecía obvio. Estaba acostumbrado.
(Pausa)
EL: No hubiera comprendido, nos hubiera tomado por locos - por extravagantes, por
excéntricos.
ELLA: Hubiera pensado que delirábamos por la fiebre. (Pausa.)
EL: Tal vez estaba orgulloso de su época. (Pausa.) Tal vez la amaba en secreto.
(Pausa)
ELLA. Entonces tal vez estaba orgulloso de nuestras mentiras.
EL: Entonces tal vez estaba orgulloso de nuestras hipocresías .
ELLA: Entonces tal vez estaba orgulloso de nuestras desesperanzas.
(Pausa)
EL: Entonces tal vez estaba orgulloso de nosotros
ELLA: Tal vez nos admiraba en silencio
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Lo subrayado es lo marcado por Ella como alteraciones del rimo de El.
EL: Cuando tengo celos me siento un burgués prejuicioso Cuando no tengo celos me siento un
burgués reventado
(Pausa.)
No me decido ...
ELLA: El amor cumple un ciclo - como los postres ricos - Enamorarse es eso - comerse una
torta de chocolate con ganas. Después se te pasan las ganas y la torta se acabó. El amor
se acaba también.
Si tenés muchos miedo - podés cortar la torta en pedacitos y comer un trozo por año. Claro
que no es lo mismo - se come con menos ganas; pero dura más - (Pausa.) Aunque se
endurezca y no sea rica. Pero puede durar toda la vida si la cortás en pedacitos chicos.
(Pausa larga)
El verdadero amor es así - se acaba - como los postres ricos cuando se comen con ganar,
Después la gente sigue junta por la soledad y la muerte. Pero eso es otra cosa.
EL: ¿Y los hijos?
ELLA: Los hijos no tienen nada que ver con todo esto.
Vos hablás de la culpa. No de los hijos. Yo hablo de la torta. ¿Entendés?
EL: Al principio creo que fue por celos. Ahora lo dudo (Pausa.) Largas caminatas... largas
noches de frío esperando la imagen de la confirmación.
ELLA: Me seguís. Siempre me has seguido. Presiento tu mirada detrás mío.
EL: Caminando por calles estrechas - buscando siempre algún bar que me permita visualizar la
puerta por donde la vi... entrar.
Necesito emborracharme. Perderme. La imagino saliendo por la puerta riendo a carcajadas
- con esa soltura que le conozco cuando no está a mi lado.
ELLA: Sé que me esperás. No sé donde pero sé que me esperás. Lo excitante es saberte "por
mí" en algún lado... vigilándome... (Pausa.) Sé como eres capaz de acechar...
Todo perdería sentido sin tu dolor...
Todo perdería sentido sin saberte tan cerca...
Todo perdería sentido sin...
EL: Me horroriza saber que pueda verme. Elijo el lugar estratégico para que pueda ver la
puerta de salida sin ser visto (Pausa.)
Siento pudor de pensar que alguien... en el bar... pueda percibir el acecho...
No tolero la mirada de nadie. (Pausa.) Un cigarrillo tras otro. Horas esperando la salida sin
distraerme un sólo instante. (Pausa.) Una momentánea distracción podría ser fatal.
La sé rápida - felina - ágil - capaz de atravesar la puerta en pocos instantes y desaparecer
- lo que a veces me impide levantarme de la silla para ir a orinar... A veces aguanto hasta
límites insospechados... pero el tiempo que transcurre vuelve la espera más excitante...
más atroz...
ELLA: Cuando después te encuentro y sé de tu... dolor, quisiera acercarme y hablarte... pero
sé que es en vano - que los dos necesitamos de la ceremonia... para continuar... PARA
continuar siempre... Así...
EL: He llegado a familiarizarme con los porteros... Siempre merodean las puertas del acecho...
apareciendo y desapareciendo... como si fueran actores de un drama, e intervinieran para
dar más realismo a la escena...
A veces algún niño que pasa por la puerta me sorprende - (Pausa.)
No es lugar para niños pienso, sin comprender demasiado...
Como si esa puerta hubiese sido construida sólo para el Acecho.
Pero cuando no hay siluetas en la puerta - vuelvo a sentirla aparecer de golpe con sus
risas...
Satisfecha...
Y Espero.. .
ELLA: ¿Dónde estarás hoy? ¿Qué largas horas de agonía te esperan?
EL: Es difícil marcharse del lugar porque sé que podría aparecer justo en el momento de la
retirada.
Pago rápidamente - evitando la mirada del mozo al que imagino conocedor de todo y me
dirijo entonces a la esquina más cercana a la puerta.
Pero me siento seguro en la intemperie...
Temo encontrarme con alguien que pregunte los motivos de mi presencia a esas horas por
esos lugares... Intento a veces marcharme - pero nunca lo consigo - porque tengo miedo
de quedar de espaldas a la puerta... y ser visto de atrás por ella en mi retirada...
reconocido... huyendo... avergonzado...
Sólo un presentimiento me suele arrancar del lugar... La idea de que ella estuviera en ese
momento llegando a casa acompañada. Preveo su descenso del coche, sus últimos
saludos... la despedida... y entonces busco desesperadamente un taxi...
hasta llegar a nuestra casa
y finalmente saber...
que está allí...
sonriendo...
y mirándome...
sin decir nada... (Pausa.)
sabiendo todo.
ELLA: Cuando enloquezco de celos te comprendo - pero sólo un instante - porque el odio me
envuelve hasta desear tu muerte y entonces olvido tus noches de insomnio y de tormento.
(Pausa.)
ELLA: No me importa que te acuestes con ella - lo que no tolero es que la festejes. (Pausa.)
EL: Te siento más vieja
ELLA: Y vos sos prehistórico (Pausa.)
EL: ¿Me sentís realmente prehistórico?
ELLA: Sí, pero de vanguardia.
EL: El día que te conocí... (Pausa.)
ELLA: ¿Cómo?
EL: Nada - ya me aburrí... (Pausa.)
ELLA: ¿Y si jugáramos para pasar el rato? (Pausa.)
EL: No - me siento culpable
ELLA: (Distraída.) ¿Cuántos años llevamos juntos?
EL: Creo que 10 u 11 ¿no?
ELLA: (Rápido.) 9 y 6 meses, el 22 de agosto.
(Ella golpea con un dedo su rodilla. El golpea con un pie el piso.
Ella golpea con dos dedos en la rodilla. El golpea con dos pies el piso.
Ella golpea con dos pies el piso. El golpea con las dos manos la silla.
Ella saca la lengua y hace juegos. El saca la lengua y hace juegos.
Ella se para en la silla. El se arrodilla en el piso.
Ella sale de escena corriendo. El grita. Ella reaparece.
Los dos jadean largo rato. (Pausa.) Vuelven a jadear.
(Pausa.)
EL: Viejos tiempos
ELLA: Olvidados
EL: ¿Y ahora qué hacemos?
ELLA: Jugamos.
EL: No puedo, me siento culpable.