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INTRODUCCIÓN

En los últimos años, la dinámica de las organizaciones ha comenzado a cambiar


de forma drástica, pues —contrario a lo que sucedía en el siglo pasado— día con
día se le otorga un mayor significado al conocimiento. Si bien la apreciación de los
portadores del conocimiento no es nueva, en los últimos años han surgido nuevas
perspectivas teóricas que han resignificado el valor de la información al interior de
una organización. Por lo tanto, autores como Fontrodona y Sison (2007) y Díaz y
Rivero (2009), han referido que las empresas deben ser cada vez más
consideradas como organizaciones integrales, compuestas de numerosas aristas
intelectuales, y no solo como la suma de sus activos físicos o financieros (Chang,
2007).

Siendo así, la nueva economía global debe estar caracterizada por una
apreciación del capital intelectual, del conocimiento y de la “mentefactura”
(Villarreal, 2003). Derivado de numerosas teorías similares, Bueno (2008) señala
que el concepto de capital intelectual considera lo siguiente:

• Indica el valor de la riqueza acumulada derivada del conocimiento o de un


conjunto de activos de naturaleza intangible.
• Combina activos de naturaleza intangible, los cuales crean nuevo
conocimiento. Este se transforma en competencias empresariales o en la
creación de ventaja competitiva.
• Genera valor a la empresa y representa la nueva riqueza de las
organizaciones y de las naciones.
• No suele reflejarse en los estados financieros de una empresa.

Se puede decir, entonces, que el capital intelectual es un activo que tiene la virtud
de “generar riqueza en una organización gracias a la combinación de elementos
de naturaleza intangible así como de sus recursos humanos y estructurales,
permitiendo capitalizar experiencias, transformando el conocimiento en una
ventaja competitiva” (Villegas, Hernández y Salazar, 2015).
ANTECEDENTES Y ESTUDIOS RELACIONADOS
A mediados de la década pasada, el aumento de los desarrollos tecnológicos
propició el surgimiento de una nueva etapa —denominada como la sociedad del
conocimiento— la cual arrojó luz sobre el valor de la información y sus procesos, y
desafió por completo los paradigmas capitalistas asentados hasta ese momento.
La transformación de dicho paradigma fue tal, que al día de hoy el conocimiento
es una de los principales fuentes de ventaja competitiva y crecimiento económico
de las organizaciones (Prusak, 1997).

DEFINICIÓN DEL VAIC

Debido a las limitantes para medir el capital intelectual al interior de las


organizaciones, el Dr. Pulic desarrolló un concepto de medición, denominado
Valor Agregado del Capital Intelectual (VAIC, por sus siglas en inglés). El VAIC,
como tal, no mide el capital intelectual, sino el impacto de su administración y
gestión. Bajo este sentido, si una organización tiene un buen capital intelectual, y
una buena gestión del mismo, habrá un buen impacto en la organización (Chang,
2007).

De acuerdo lo señalado por Villegas, Hernández y Salazar (2015) el concepto


VAIC™ fue creado por el Dr. Pulic en 1995, y presentado a la academia en 1998.
Desde entonces, dicha metodología ha sido aplicada a niveles micro y macro para
ser un indicador del desempeño de la economía del conocimiento al interior de las
organizaciones. Los autores señalan que “la idea principal de Pulic ha sido
emplear el indicador de Valor Añadido VA el cual contribuye a aumentar la
productividad y por ende la competitividad en una organización, midiéndolo a
través del capital intelectual de los trabajadores” (2015).

METODOLOGÍA

De acuerdo con Villegas, Hernández y Salazar, el VAIC™ se puede determinar a


través de la suma compuesta de tres indicadores separados:
I. La eficiencia del capital estructural (SCE): Este coeficiente es
indicativo de la participación del capital estructural en la creación de valor
añadido.
II. La eficiencia del capital humano (HCE): Este coeficiente muestra la
cantidad de valor añadido que crea cada unidad monetaria gastada en los
trabajadores.
III. La eficiencia del capital empleado (CEE): Este coeficiente mide la
eficiencia en el uso de los activos tangibles.

De ahí que se puede establecer como determinante del VAIC™ la suma de estos
tres componentes (2015):

Donde:
SCE = SC / VA
HCE = VA / HC
CEE = VA/ CE

Calculándose el valor de cada una de estas variables de la siguiente manera


(Villegas, Hernández y Salazar, 2015):

VA (valor añadido) = Ingresos totales – Costo de ventas


HC = Sueldos y salarios (capital humano)
CE = Valor en libros de los activos netos de una empresa
SC (capital estructural) = VA - HC

CONCLUSIÓN

El capital intelectual tiene que ver directamente con las competencias,


conocimientos y capacidades que poseen los miembros de una organización, así
como con los procesos, herramientas y procedimientos que ésta ejerza para
aprovechar dichos elementos. En este sentido, el modelo VAIC resulta de suma
trascendencia para las organizaciones y su administración, pues permite medir la
eficiencia del uso del capital intelectual y su impacto tanto de manera interna como
de manera externa.
Sin embargo, es importante mencionar que el VAIC no mide directamente el
capital intelectual, sino las inversiones capitales que hace la organización para
aumentar la eficiencia intelectual así como su gestión. Por lo tanto, cabe destacar
que algunos autores señalan que aún existen variables en el método que
cuestionan su viabilidad, por lo que su validez únicamente será comprobable a
través de mayores revisiones a las propuestas, mejores aplicaciones en el sector
y, por supuesto, con el paso del tiempo.

FUENTES DE CONSULTA

Bueno, E., Salmador, M. y Merino, C. (2008). Génesis, concepto y desarrollo


del capital intelectual en la economía del conocimiento: Una reflexión sobre el
Modelo Intellectus y sus aplicaciones. Estudios De Economía Aplicada, 26(2), 43–
63. http://hdl.handle.net/10486/669095
Chang, S. (2007). Valuing Intellectual Capital and Firms’ Performance –
modifying Valued Added Intellectual Coefficient (VAIC™) in Taiwan IT industry,
Golden Gate University. Disertación disponible en línea en:
http://gateway.proquest.com/openurl%3furl_ver=Z39.88-
2004%26res_dat=xri:pqdiss%26rft_val_fmt=info:ofi/fmt:kev:mtx:dissertation%26rft_
dat=xri:pqdiss:3275281

Díaz, M. Y. y Rivero, S. (2009). El factor humano como elemento


dinamizador del proceso empresarial en la gestión de la información y
conocimiento. ACIMED, 20(5), 42–55. Disponible en línea en:
http://scielo.sld.cu/scielo. php?script=sci arttext&pid=S1024-
94352009001100004&lng=es

Fontrodona, J. y Sison, A. J. (2007). Hacia una teoría de la empresa basada


en el bien común. Empresa y Humanismo, 10(2), 65–92.

Pulic, A. (2000). Basic information on VAIC™. Retrieved December,


disponible en línea en: www.vaic-on.net.
Stewart, T.A. (1997). Intellectual Capital – The New Wealth of Organizations.
Doubleday New York, NY, USA.
Villarreal, R. (2003). La empresa competitiva sustentable en la era del capital
intelectual: IFA (Inteligente en la organización, Flexible en la producción y Ágil en
la comercialización). México: Editorial McGraw Hill.
Villegas, E., Hernández M., y Salazar B. (2015). La medición del capital
intelectual y su impacto en el rendimiento financiero en empresas del sector
industrial en México. México: UNAM.

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