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Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Ciencias Humanas


Departamento de Trabajo Social
Maestría en Trabajo Social con énfasis en Familia y Redes Sociales
Curso: Maternidades y Paternidades -TRABAJO FINAL
Profesora Yolanda Puyana Villamizar

Susana Enríquez Ugalde


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“Las figuras de la madre representan el punto de articulación entre el deseo inconsciente, las relaciones de parentesco, en
condiciones histórico-sociales determinadas y la organización de la cultura patriarcal”. (Tubert, 1993 p.12 en Puyana, 2008)

Imaginarios sobre el cuidado en la maternidad y paternidad

El presente trabajo parte del Marco Teórico del proyecto de Investigación denominado “Narrativas
y prácticas sobre cuidado en personas mayores cuidadoras…”, junto con el material brindado en
el curso de Maternidades y Paternidades de la Maestría en Trabajo Social con énfasis en Familia
y Redes Sociales, dicho acercamiento teórico responde a una consigna que plantea el relacionar
el tema de cuidado con la maternidad y la paternidad, por lo que el abarcar teóricamente estos
temas buscará relacionarlos, ya que el cuidado está, en teoría, inmerso en el ser madre y padre,
además de indagar en los imaginarios que se generan a partir de la maternidad y paternidad
dentro de una cultura patriarcal propiamente y abarcando a la familia nuclear la cual es un
estandarte dentro del patriarcado, exponiendo al final una serie de conclusiones respecto a lo
investigado y lo visto en clase, además un par de recomendaciones sobre el tema.

El cuidado como trabajo


El cuidado ha sido visto en mayor parte desde lo privado, o sea la familia, y le ha dejado el cuidado
formal, realizado por profesionales encargados, solo a las familias con mayor poder adquisitivo y
con un alto estrato social, por lo contrario, cuando estas dos características no están presentes
en las familias se toma el trabajo de cuidado desde dentro del núcleo familiar y se le adjudica
este trabajo a miembros que cumplen características específicas como mayor tiempo libre, no
tener trabajo remunerado, ser mayor en edad, entre otros para los autores “el cuidador informal
sigue representando el principal recurso de atención que reciben las personas dependientes,
personificado en la mayoría de los casos en las mujeres” (Moya, L Ruiz, N 2012).
Se dice entonces, a partir de lo mencionado anteriormente que el trabajo de cuidado queda
principalmente en manos de la familia, así sea sin ser parte de una decisión propia, ya que es el
lugar donde la persona dependiente convive y por los lazos consanguíneos y de poder que se
generan dentro de la familia, el cuidador informal es entonces “aquella persona principal
responsable del cuidado no profesional del paciente. Reside en su gran mayoría en el mismo
domicilio del enfermo, debe estar siempre disponible para satisfacer sus demandas y no recibe
retribución económica alguna por la función que desempeña” (Feldberg et al., 2011 citado por
(Moya, L Ruiz, N 2012).
Por esta razón, el trabajo del cuidado queda situado en las mujeres, principalmente en la mujer
madre de familia, esta idea se profundizará en seguida.
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Mujer, maternidad y cuidado
Partiendo de la idea del patriarcado respecto a la consigna mujer = madre, la idea del instinto
materno y de la labor de la mujer como madre cuidadora tomó mucho poder, desde tiempos
antiguos se validó la premisa de que las mujeres eran consideras menos importantes al no lograr
concebir, y también la afirmación de que en las mujeres rige un “amor maternal” que es el que
dictamina en ellas la idea de ser madres, se generó, a partir de eso, como dice la autora “la
asociación de los dos términos: “amor” y “maternal” que significa no solamente la promoción de
ese sentimiento sino además la promoción de la mujer en tanto madre” (Badinter, 1981 pp. 117).
Se busca entonces, como objetivo, la supervivencia de los hijos, por esta razón la mujer queda
delegada al espacio privado de la familia1, se convierten como dice Marcela Lagarde2 en unas
madresposas3, se les brindó un discurso sobre la maternidad más allá de la obligación y del
sacrificio y se retomó el de la igualdad (serían iguales e importantes como los hombres), el amor
y la felicidad. (Badinter, 1981 pp. 131).
Una gran cantidad de ideas se promovieron en la época para validar el instinto materno, para que
quedara claro que el papel de las mujeres era meramente la maternidad, incluso generando
contradicción, como es el caso de Voltaire que dijo que una educación sólida en las mujeres
generaría mejores madres y esposas, pero luego afirma “es cierto que una mujer que abandonara
los deberes de su estado para cultivar las ciencias merece ser condenada” (Badinter. E. 1981.
Pp. 140).
Es a raíz de lo mencionado anteriormente que el cuidado dentro de la familia se convierte para
los esquemas patriarcales en una labor meramente femenina, ya que el trabajo del cuidado, para
distintos autores, va de la mano con el trabajo doméstico realizado por las mujeres, estas en
mayor parte al estar dentro de la esfera de lo privado, o sea en el hogar, son a las que más se
les ha responsabilizado por las tareas de cuidado, como exponen las autoras “La mercantilización
de los procesos productivos realizados por las familias en las sociedades preindustriales situó los
trabajos de cuidados en el centro del trabajo familiar doméstico (Vanek, 1974). Al tiempo, la nueva
ideología de la domesticidad situó a las mujeres como responsables “naturales” del cuidado,
abriendo un proceso de re-significación de la maternidad en conflicto con las actividades
productivas, un conflicto desconocido hasta entonces (Knibiehler, 1977)” (Carrasco, Borderías, &
Torns, 2011).
Se le brinda entonces el rol de cuidadora a la mujer como madre dentro de una familia y al padre
como vigilante de este cuidado, roles que han estado marcados desde la fecundación de los hijos,
ya que para el patriarcado la madre recibe, nutre y gesta, con un rol pasivo dentro del proceso de

1 Esto basado en un tipo de familia nuclear, compuesta por padre, madre e hijos, siendo esta la tipología familiar aceptada dentro
de los estándares patriarcales, sin embargo, no es el único tipo de familia que se acepta o que se considere.
2 Lagarde. M (2001) “Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas” UNAM.
3 Todas las mujeres por el solo hecho de serlo son madres y esposas. Desde el nacimiento y aún antes, las mujeres forman parte

de una historia que las conforma como madres y esposas, esto independientemente de la edad, clase social, de la definición
nacional, religiosa o política de las mujeres.
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tener hijos, el padre crea y transmite, es el dador del alma, por lo tanto, es el responsable de
crear al ser humano. (Tubert, 1997).
Por otra parte, se agrega que “las investigaciones más recientes han encontrado precedentes
relevantes, es indudable su influencia en la configuración de la madre como responsable
fundamental del cuidado, bajo la supervisión del padre de familia.” (Carrasco et al., 2011), estas
mujeres cumplen en su mayoría con una serie de características “persona usualmente sin
empleo, con un bajo nivel educativo, responsable de las tareas domésticas, de clase social baja,
familiar directo de la persona dependiente y que convive con éste (García-Calvente et al., 2004;
Vaquiro y Stiepovich, 2010 citado por Moya, L Ruiz, N 201).
Se convierte entonces. el cuidado en una actividad social de género, no como parte de la
sociedad en general, sino algo propio del ser mujer, se puede decir al respecto que “la
representación social asocia la maternidad con la esencia femenina, escondiendo múltiples
formas de dominación y mecanismos de exclusión hacia la mujer: lo femenino se liga con la
naturaleza, su tiempo es el de la inmanencia, su papel en la vida social se limita a la conservación
de la vida, su espacio primordial es el doméstico y su mundo el privado (la familia)” (Puyana, 2003
citado por Benavides, 2012).
Por esta razón, el relacionar a las mujeres con labores de cuidado, va ligado directamente con la
maternidad, entonces “la maternidad comienza a ser directamente relacionada con la capacidad
de crianza y cuidado” (Benavides, 2012), además, “para las mujeres la actividad de cuidar es una
extensión de su rol de ama de casa y forma parte de su función de madre, hija o esposa. Cuidar
presenta una centralidad en su vida y es una actividad priorizada cuando surge incompatibilidad
con el trabajo remunerado fuera del hogar. Se advierte una “naturalización” del rol de cuidadora
que contribuye a configurar su identidad” (Arregi, 2009), se entiende entonces que se es mujer si
realiza de manera positiva su labor, vista esta como obligación, ejercer el cuidado por los
miembros de su familia, o fuera de ella, que lo necesiten, adjudicarle el trabajo de cuidado a las
mujeres responde a que para los diferentes sectores de la sociedad sigue siendo ella la más
cualificada para realizar esta labor. (Julve, 2006)
A pesar de que las mujeres están cada vez más incursionando en ámbitos laborales y académicos
“la responsabilidad atribuida a las mujeres de ser las encargadas de atender a las personas con
necesidad de cuidados, tanto dentro como fuera de la familia, sigue sus pautas más tradicionales.
La mujer se ha incorporado al espacio público, se ha integrado en el ámbito laboral, político y
social, con la especificidad en relación con los varones, de que el espacio de lo privado no ha
dejado de serle propio” (Julve, 2006), se le ha permitido a la mujer incursionar en ámbitos más
públicos diferentes a la familia pero no se le ha desligado de esta, dado a esto la carga se vuelve
más pesada, ya que le corresponde hacerse cargo de sus labores personales y de la familia.

Esto se debe en gran parte a, según el autor, que “respecto al trabajo doméstico y cuidado de los
hijos, los hombres participan en alguna medida en estas actividades. Al parecer, esto no atenta
contra su identidad de género si se considera la identidad como flexible y que se transforma de
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acuerdo con el contexto. Sin embargo, estas actividades son consideradas todavía
responsabilidad fundamental de la mujer.” (Latorre & Luna, 2000 pp. 270), ya que a pesar de la
gran incursión que está dándose en este momento de la mujer en el espacio de lo público,
mediante el trabajo y la educación, se presenta una gran dignificación del rol femenino en la
sociedad, se validan los aportes que la población femenina da en distintos campos, aún se sigue
el lastre cultural de que las actividades de la casa, de la familia, y del cuidado de los miembros
de la familia son exclusivamente femeninas, este esquema patriarcal no ha logrado aceptar
plenamente a la mujer en el espacio público y aún no le permite al hombre realizar trabajos
domésticos sin sentir un golpe en su virilidad.

Paternidad y cuidado
De la mano con lo mencionado anteriormente, la paternidad está ligada en gran parte a la
proveeduría y al poder ejercido por el hombre por encima de los demás miembros de la familia,
la labor de cuidado por parte del padre queda relegada al aporte económico y a la corrección
disciplinar de los miembros de la familia, incluida la madre.
La autora Silvia Tubert menciona en su texto Figuras del padre que “la paternidad no significa
meramente el reconocimiento de un vínculo fisiológico entre un hombre y un niño, análogo al que
existe entre una mujer y su hijo. Tampoco se puede sostener que la paternidad se limita a ser la
consciencia de la conexión existente entre el acto sexual y el embarazo, tal como se le ha
entendido con frecuencia. Y sobre todo, Delaney destaca que “la paternidad no es el equivalente
semántico de la maternidad”” (Tubert, 1997 pp. 36).
Al no verse la paternidad como algo biológico instintivo, como lo han planteado con la maternidad,
no se puede realizar una semejanza entre paternidad y maternidad por lo que dicho acto paterno
tiene una serie imaginarios o maneras de expresión como por ejemplo:
Sacrificio
El término sacrificio es visto por los padres como el renunciar a la libertad y a brindar parte de su
vida por la responsabilidad paterna que asumirán a partir del momento que el hijo llegue a sus
vidas, ya sea desde el nacimiento o en caso de estar separado de la madre cuando tenga acceso
al hijo, a vivir con él o a compartir tiempo con él, la autora afirma que el sacrificio para los padres
es la “expresión moral de los esfuerzos diarios realizados (por los padres) en la tarea de proveer
y formar… la noción de sacrificio es una forma de elaborar el vínculo, la cadena que una a las
generaciones que resultan enlazadas a través de la sangre y de la ofrenda de sí” (Fuller, 2000
pp. 45), de la mano con el tema del cuidado, estos padres consideran que parte del cuidado que
le brindan a sus hijos es el vínculo que generan con ellos, ya que mediante su educación se busca
el éxito en la vida de sus hijos.
Padre proveedor = padre cuidador
Este aspecto de la paternidad podría mencionarse es el más arraigado en la cultura y en la vida
de los hombres, son padres responsables en tanto provean dinero y así suplan “todas” las
necesidades de sus hijos y de la esposa, al estar el hombre mayormente en la esfera de lo público,
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realizando trabajo remunerado, se considera que su rol de padre está cumplido, los hombres al
ser educados dentro de un esquema que los convierte en solamente proveedores, al realizar esta
labor consideran que la paternidad está abarcada y dejan gran parte de la crianza, el
acompañamiento y el afecto en las madres, como plantea el autor “uno de los mandatos de la
masculinidad hegemónica que tiene mas arraigo entre los varones de sectores populares es el
de ser jefe de hogar y lo son por su calidad de proveedores. Así lo siente la mayoría de ellos en
su hogar. Ellos salen a trabajar, ganan el dinero, lo aportan e imponen un orden dentro del hogar”
Olavarría, 2000 pp. 141
Los padres al ser proveedores económicos consideran que esto ya conlleva dar sustento, apoyo
y protección, por esta razón, materializan4 el cuidado, lo convierten en una transacción económica
más no en un acompañamiento emocional, dejando de lado partes importantes de la labor paterna
como lo es la educación y el apoyo ya que para ellos “ser proveedor es aportar el dinero para el
hogar y con ello darle sustento, protección y educación a la familia, darle una mejor calidad de
vida” Olavarría, 2000 pp. 143
Al estar principalmente en lo público se considera que lo relacionado con las labores del hogar
son una tarea principalmente femenina, como se mencionó en anteriores apartados, los padres
se consideran a sí mismos personas externas a estas responsabilidades ya que “se considera
las labores del hogar y el cuidado de los hijos generalmente una responsabilidad materna, el
hombre participa limitadamente; cuando lo llega a hacer considera que es una ayuda a la mujer,
que es la encargada, o bien, piensa que está desempeñando un papel de madre que a él no le
corresponde. Solo en muy pocos casos, los hombres reportaron participar en lo doméstico y
cuidado de hijos como una actividad que también les corresponde a ellos” (Latorre & Luna, 2000
pp. 256)
Algunas situaciones específicas generan en los padres una participación pasiva en la crianza de
los hijos, dejando de lado aspectos importantes de la crianza y llevando a cabo solo el papel de
proveeduría, por ejemplo, “el cuidado de los infantes por los padres está limitado por la
confluencia de diversos factores: lactancia, actividades del niño, arreglos de empleo/cuidado,
economía de salarios desiguales y ambivalencia de algunas mujeres acerca de la participación
masculina en lo doméstico” Latorre & Luna, 2000 pp. 256
Relaciones afectivas
Ahora bien, a pesar del arraigo del patriarcado en la cultura, las nuevas paternidades demuestran
que es posible dar un giro a esta dinámica cultural y esto se ve reflejado en diferentes
investigaciones realizadas en América Latina, el afecto está siendo realmente tomado en cuenta
como prioridad dentro de la paternidad, muchos padres consideran que el desarrollo positivo de
sus hijos depende en gran medida a las relaciones afectivas que generen con ellos, y esto es
visto también como cuidado para sus hijos y como factores protectores para ellos, en una relación
dinámica donde ambas partes se benefician la afectividad juega un papel fundamental en las

4
Dimensión material del cuidado, planteado por María Teresa Martín Palomo en el artículo “Domesticar” el trabajo:
una reflexión a partir de los cuidados. Pp. 67 en Pascale Molinier y Luz Gabriela Arango, compiladoras. El trabajo y
la ética del cuidado Universidad Nacional de Colombia / La Carreta editores, Medellín, 2011, 330 págs
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relación padre – hijos, a esto los autores agregan “… si el padre no comparte actividades con los
hijos es difícil que se construya la relación afectiva. Si, por el contrario, comparte las actividades
cotidianas de cuidado y diversión, las consecuencias serán claramente positivas para las hijas,
hijos y los mismos hombres” Latorre & Luna, 2000 pp. 260, por esta razón, el interés de los
aspectos emocionales de sus hijos empieza a tomar fuerza para los padres, buscan además de
suplir sus necesidades básicas y económicas abarcar también las emocionales desde el
cuidado5.
Padre protector = padre cuidador
La protección brindada por el padre se considera una labor de cuidado directamente, la presencia
del padre para muchas familias es sinónimo de seguridad y confianza, independientemente de la
situación que se presente, el padre tiene un rol de cuidador y protector de los considerados
culturalmente más débiles como el caso de los hijos y la madre, “Para hombres y mujeres, la
presencia del padre se considera necesaria porque proporciona seguridad en diversos ámbitos
de la vida familiar: el hombre es el encargado de hacer frente a cualquier evento externo que
atente contra la integridad de su familia, trátese de violencia física o emocional, o cualquier otra
amenaza potencial” Latorre & Luna, 2000 pp. 268, un pensamiento de responsabilidad y
obligación empieza a pesar en las ideas de los padres, el conocer que desde la protección está
ejerciendo cuidado6 para sus hijos y que su rol de padre es importante para los miembros de la
familia lo dignifica y le da validez como padre e inclusive como hombre.
Conclusiones

A raíz de lo estudiado teóricamente y anteriormente expuesto, se pueden brindar una serie de


conclusiones las cuales parten de un pensamiento personal fundamentado en la teoría leída y en
lo visto en clase.
 A pesar de ser la maternidad vista como una característica instintiva en la vida de las mujeres,
numerosos autores han sostenido que esta es producto de una construcción cultural, por esta
razón no se debe encasillar a las mujeres en su rol de madres como único sentido de sus vidas,
no es una situación para la que nacieron, la maternidad es una decisión propia de cada mujer, al
momento de entablar una relación romántica el tema de la maternidad entra a ser un tema de
discusión para tomar decisiones al futuro, no como único proyecto de vida, como dice Simone de
Beauvoir “Si bien se afirma que a través de la maternidad la mujer realiza integralmente su destino
biológico; esta es su vocación natural, puesto que todo su organismo se halla orientado hacia la
perpetuación de la especie. Pienso que la sociedad humana no se encuentra abandonada nunca
a la Naturaleza”. (Beauvoir, 1949 p. 307 citada por Puyana, 2008).

5
Dimensión emocional del cuidado, planteado por María Teresa Martín Palomo en el artículo “Domesticar” el
trabajo: una reflexión a partir de los cuidados. Pp. 67 en Pascale Molinier y Luz Gabriela Arango, compiladoras. El
trabajo y la ética del cuidado Universidad Nacional de Colombia / La Carreta editores, Medellín, 2011, 330 págs
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Dimensión moral del cuidado, planteado por María Teresa Martín Palomo en el artículo “Domesticar” el trabajo:
una reflexión a partir de los cuidados. Pp. 67 en Pascale Molinier y Luz Gabriela Arango, compiladoras. El trabajo y
la ética del cuidado Universidad Nacional de Colombia / La Carreta editores, Medellín, 2011, 330 págs
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 Desde un esquema cultural patriarcal se le adjudica a la mujer el papel de cuidadora en la
familia, como única responsable de lo privado, como es el cuidado de hijos o familiares, cargando
con esto a las mujeres de muchas tareas y responsabilidades y provocando una negación al sí
misma como mujer y generando desgaste físico y psicológico, además de una pérdida de
espacios sociales y de relaciones con otras personas ya que “el hecho de prestar cuidados de
forma prolongada, supone un estresor de carácter crónico que conlleva serias consecuencias
para la salud del cuidador, afectando directamente a su calidad de vida” (Moya, L Ruiz, N 2012).
Se debe entonces, confiar las labores del cuidado en diferentes miembros de la familia, hombres
o mujeres sin distinción.
 Los hombres que son padres deben realizar una paternidad activa, no solamente desde un rol
como proveedores, si no abarcando las diferentes dimensiones del cuidado, no solo el material
si no también la emocional y la moral, responsabilizándose por los diferentes aspectos que
conllevan la crianza de los hijos. Por lo que el cuidado y acompañamiento emocional debe ser
responsabilidad de ambos progenitores.
 Hace algunos años se vienen generando ideas de nuevas paternidades, donde no solo se
ejerce un poder sobre los hijos, como un ser sabio y superior, si no que se busca también un
ambiente democrático dentro de la familia, además estos “nuevos padres” crían a sus hijos de la
mano con las madres, siendo ambos progenitores los encargados de la crianza de los hijos y la
manutención, estos nuevos modelos deben estar en constante cambio, buscando una equidad
dentro de las familias y que mediante esto los roles impuestos por la sociedad y la cultura queden
cada vez menos marcados por género.
Recomendaciones

No es sostenible, en la sociedad actual, referirse solamente a la familia Nuclear, en el presente


trabajo se hizo a modo de explicación de los diferentes imaginarios que se presentan respecto a
maternidad y paternidad, pero se busca generar una crítica y que cada vez esos límites impuestos
por la cultura patriarcal sean derribados.
El incentivar desde la academia las nuevas paternidades, nuevas masculinidades, el rol de la
mujer en lo público y el debate del instinto materno, brinda herramientas para que los
profesionales de las diferentes Ciencias Sociales logren generar debate y las personas que
tengan contacto con estos puedan tener una mirada más objetiva respecto al tema de maternidad
y paternidad.
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Bibliografía
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http://www.bdigital.unal.edu.co/11091/
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Acciones E Investigaciones Sociales. Universidad de Valencia., 1–20.
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8. Puyana, Yolanda. La maternidad desde Simone de Beauvoir. Revista en Otras Palabras. Grupo
Mujer y Sociedad. Universidad Nacional de Colombia. Rev. No. 16, enero. Diciembre 2008. ISSN:0122-
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9. Tubert, S. La figura del padre. Ediciones Cátedra. España. En: Las figuras del padre. Ed. Feminismos.
España. 1997. 117- 135

Textos de consulta
10. Cano, A (2017) Ser padre, ¿cuestión de poder? Desde la autoridad incuestionable al amor. Editorial
Académica Española.
11. Elías, Norbert.(1997) La civilización de los padres. Ed. Norma
12. Pascale Molinier y Luz Gabriela Arango, compiladoras. El trabajo y la ética del cuidado Universidad
Nacional de Colombia / La Carreta editores, Medellín, 2011, 330 págs
13. Puyana, Yolanda (comp) Capítulo I y capítulo II. Padres y madres en cinco ciudades colombianas.
Reproducción y cambio. Universidad Nacional, Universidad de Antioquia, Universidad del Valle,
Universidad de Cartagena y Autónoma de Bucaramanga. 2003. Bogotá.

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