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ARREPIÉNTETE

Cuando leemos el Antiguo Testamento nos damos cuenta que la mayoría de


veces, solo con unas pocas excepciones, como el caso de Nínive en los tiempos
del profeta Jonás, Dios siempre llamó al arrepentimiento a su propio pueblo,
a Israel. Dios jamás trajo un castigo sobre su pueblo sin hacerle un llamado al
arrepentimiento por medio de un profeta, pero lo más impactante de todo es
que a pesar de que Dios les advertía, el pueblo no se arrepentía, y es
precisamente lo mismo que sucede en el Nuevo Testamento, es que Dios no
ha cambiado, Él sigue siendo compasivo y misericordioso con su pueblo, por
eso Él advierte acerca de las fallas, de los errores, del pecado que hay en medio
de su pueblo.
En el día de pentecostés, una fiesta anual que realizaban los judíos cincuenta
días después de la cosecha, se reunían personas de todas partes, ésta era una
de las fiestas más importantes y por ende si una persona era judía no podía
faltar. Fue precisamente en un día de pentecostés donde el Espíritu Santo se
derramó en los cristianos luego de que Cristo ascendiera al cielo, y fue también
en aquella ocasión que el Espíritu Santo y la predicación de la Palabra de Dios
impactó un gran número de personas a quienes el apóstol Pedro les predico
los cuales le preguntaron a Pedro “qué debían hacer para ser salvos”. Este
pasaje se encuentra en el capítulo dos del libro de los Hechos, y así en el
versículo 38 dice “―Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el
nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—, y
recibirán el don del Espíritu Santo.”
Éste de seguro es uno de los pasajes más conocidos por el cristianismo, y es de
allí y otros pasajes similares que tenemos la idea de que una persona primero
debe escuchar el mensaje de la Palabra de Dios, arrepentirse, bautizarse en el
nombre de Jesucristo, así recibirá perdón de pecados y recibe el don del
Espíritu Santo. Y aunque en la superficie es simple, realmente tenemos en este
solo versículo toda la verdad acerca de la salvación, pero que la mayoría, aun
quienes nos llamamos cristianos desconocemos. Hay tanta profundidad allí
que tiempo haría falta para hablar acerca de todo esto. Pero hay un detalle
que quisiera se mencionara, y es que la mayoría del cristianismo cree que el
arrepentimiento solo es un paso inicial en la obra salvadora; pero contrario a
esto, si hay algo que la Palabra de Dios enfatiza es el arrepentimiento no solo
para quien inicialmente ponen su fe en Cristo sino para el cristiano mismo, de
hecho, la Biblia habla más del arrepentimiento para el cristiano que para otras
personas. Muchos creen que porque se arrepintieron una vez eso es suficiente,
pero la verdad que enseña la Palabra de Dios es que el cristiano verdadero se
arrepiente todos los días. ¿Acaso no enseño Jesús en su modelo de oración
que pidiéramos a Dios que nos perdone nuestros pecados? ¿Y cada cuánto?
¡todos los días! Es simple, una persona que de verdad se ha arrepentido, ahora
ve cada día los errores que ha cometido y se vuelve a Dios en arrepentimiento.
De no ser así, como dijo alguien “arrepiéntete de tu arrepentimiento”. Y es
precisamente algo que Cristo Jesús ya le dijo a una iglesia, a la de Éfeso, y es
algo que también le dice a esta iglesia de Pérgamo. Así que la pregunta es
¿Cuándo fue la última vez que se llamó a la iglesia al arrepentimiento? En
nuestra época este llamado parece ser solo para los que no son cristianos, pero
como ya dijimos, si alguien necesita arrepentirse es el cristiano. Es por esto
que ahora Jesucristo dice a Pérgamo en Apocalipsis 2:16 Por lo tanto,
¡arrepiéntete! De otra manera, iré pronto a ti para pelear contra ellos con la
espada que sale de mi boca.
A veces estamos más preocupados por los de afuera, y esto es importante,
pero nos olvidamos de los de dentro, sin darnos cuenta que sería más fácil que
muchos vieran lo grande del evangelio si nos preocupamos más por vivir la
verdad del evangelio nosotros mismos. Ésta es una de las maneras más
poderosas de evangelizar, el ejemplo, el testimonio de que lo que creemos en
realidad es la verdad porque impacta, transforma, cambia nuestras propias
vidas. Hoy muchos viven un cristianismo solo de labios, pero que no ha
cambiado sus corazones; si el cristianismo no me ha cambiado a mi ¿Cómo
esperar que cambie a otros? Pero la verdad de Cristo sí que transforma, y no
solo en un comienzo, el evangelio de Cristo Jesús nos transforma día tras día,
su obra en su iglesia es continua, la iglesia verdadera se renueva
constantemente, se está reformando por medio de la verdad de la Palabra de
Dios. Si la Palabra de Dios es predicada día tras día con fidelidad en el poder
del Espíritu Santo, esa Palabra poderosa debe realizar un cambio en los
corazones de aquellos que la escuchan constantemente. Pero en Pérgamo esto
se había olvidado, creían que con haberse arrepentido un día en el pasado, con
decir creer en Cristo y haber obedecido ciertos requisitos, entonces todo
estaba bien, pero no, si esta iglesia no se arrepentía, Cristo vendría pronto a
pelear contra quienes se negaban a hacerlo, y ¿de qué manera? “con la espada
que sale de mi boca” dijo Cristo. Dios pondría allí a quien predicara fielmente
la verdad, pero ahora esa verdad les juzgaría ya que no querían arrepentirse.
Así que hoy estanos frente a un llamado muy importante, más importante que
cualquier promesa, más importante que cualquier consuelo, más importante
que todo lo de esta vida, ya que esta verdad tiene implicaciones en la
eternidad. Así que no importa si eres cristiano o no lo eres, Jesucristo por
medio de su Palabra dice a todas las personas, los que están dentro y fuera de
la iglesia: “reconoce tus faltas y ¡ARREPIÉNTETE!”.

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