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E D I T O R I A L T R O T T A
Esta obra ha recibido una ayuda a la edición
del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte
C O L EC C I Ó N EST R U C T U R A S Y P R O C ES O S
Se r i e Fi l o so f í a
Título original: Überlegungen VII-XI (Schwarze Hefte 1938-1 939) (GA 95)
Impresión
Gráficas Co fás, S.A.
CONTENIDO
Reflexiones VII................................................................................. 9
Reflexiones VIII................................................................................ 81
Reflexiones IX.................................................................................. 155
Reflexiones X................................................................................... 231
Reflexiones XI...................................... 301
Epílogodel editor............................................................................. 375
7
REFLEXIONESVII
La esencia de los alemanes:
Que les estépermitido quedar aferrados alaluchapor suesen
cia, y que solo siendo tal lucha sean el único pueblo que ellos
pueden ser.
Con esta lucha solo casa aquello que es capaz de soportar la
suprema cuestionabilidad de lomás digno de ser cuestionado (ladi
ferencia de ser) sin vacilar en el margen de tiempo que se le ha
dado para su orgullo esencial.
Quien afronta lo caótico que se encierra en la esencia limitán
dose a negarlo tampoco está jamás a la altura de la esencia.
(Cf. p. 84)*.
* Las referencias que aparecen tanto en el texto como en los índices remiten alas
páginas del manuscrito de Heidegger, indicadas al margen. [N. del E. español].
Nada es envano, ymenos que nada la nada misma, pues es en ella
donde la diferencia de ser encuentra el refugio de su más singular
unicidad.
Igual que si fuera un caos, ellava arrastrando ala diferencia de ser
por lo ente.
Los que han venido demasiado pronto no deben marcharse dema
siado tarde.
Todo aquel que, como un precursor, se anticipa pensando deci
siones futuras tiene que ser un creador en situación de necesidad
y... saberlo.
Ser alemán: echarse alos hombros lacargamás íntima de lahistoria
de Occidente proyectándola hacia el futuro. (Cf. p. 81).
1 1
Raros por escasos son en la historia aquellos empentones (19) que,
irreconocibles ensumomento, llevando através detodo loente pa
ganaconstituir el nuevo margen de espacioytiempo para una nue
va diferencia de ser. Si raros por escasos son estos empentones, aún
más raramente selos advierte, yel conocimiento que proporciona el
advertirlos consiste en que a estos arriesgados lanzamientos se les
traza previamente la órbita de suvuelo, y en que se deja dispuestos
alos lanzadores. Casi siempre, estos lanzamientos resultan intercep
tados, es decir, se los ataja en la historiografía.
Como lahistoriografía surge como «ciencia»apartir de una for-
ma determinada de la historia occidental —de su carácter moder
no—?por eso la historiografía no es acaso esa mera sobrecubierta
indiferente que para la historia representa el enterarse de lahistoria
(como si enterarse de la historia fuera la sobrecubierta de la histo
ria), sino que es una de las vías esenciales por las que se «hace» la
historia. Estafunciónhistóricadelahistoriografíaaúnnohasidoad
vertida, ni menos aúnsehancalculadolas dimensiones de sualcance
para la fase decisiva de la Modernidad. ¿Por qué utiliza la historia
la inocuidad de la ciencia historiográfica para conseguir ese efecto
que hay que suponer que seproduce en el atajamiento de aquellos
empentones? ¿Será que la historia (de lo ente) consiste en atajar
amortiguándolos tales empentones de la diferencia de ser?
¿Consistirá la esencia de los empentones en que, en ellos, lo que 2
empuja, empujando y lanzando se vela en su rehusamiento? ¿Será
que solo desde aquí presagiamos algoacerca de lahistoriade ladife
renciadeser, acuya esencianos está permitido llamarla así: el poder
negante de la vacilación de lo indeciso oculto que hay en la presta
ción de adecuación en la decisión?
2
Lahistoria (de lo ente) como el atajamiento de los empentones de la
diferencia de ser que los amortigua. Tal atajar esla«cultura», que no
por casualidad degenera en la gigantesca forma de la organización
de vivencias a modo de eventos. «El mundo vive la experiencia de
Schmeling»1: ¡Ojalá que eso no fuera más que una indiferente frase
de periódico! ¡Yojalá que la propia frase de periódico no fuera la
realidad más real, en lugar de una mera reproducción fugaz!
ll
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El mayor peligro que amenaza anuestra esencia, es decir, alalucha
por nuestra esencia, es que, pese atodo, un día lleguemos finalmen-
te a afirmar todo aquello de lo que se renegó en el primer embate
de la revolución, y que lleguemos a cuidar como Dios manda todos
|os «valores culturales» eincluso demos un «valor»ala «formación»;
que del exceso inicialmente inevitable de lo unilateral nos desborde
mos vertiéndonos en el exceso de equilibrio ycompensación.
12
«Cultura». ¿Por qué a un honrado maestro panadero que ha tenido
ladichade «vivenciar»lacosta noruega enuna travesía marítima no
se le habría ocurrir pensar que, en realidad, este país fue descubier
to solo gracias a él? ¿Ypor qué una lavandera decente que por pri
meraveztiene ocasiónde «vivenciar»Intrigay amor, de Schiller5, no
habría de dejarse persuadir de que, en realidad, la auténtica «cul
tura» del pueblo comienza con el hecho de que ella haya ido al tea
tro? Todo el éxito de la «política cultural» se basa en el «principio»
de estetipo de formación del convencimientoyde laopinión. |Pero 17
la «política cultural» no es en modo alguno una mera aplicación
externa de la anterior «cultura» aunos ámbitos que hasta entonces
le habían resultado indiferentes; tampoco es una mera ampliación
del campo de repercusión ni un reparto de «bienes culturales» entre
aquellos que desde siempre habían tenido que renunciar a ellos;
sino que lleva a cabo una transformación esencial de la «cultura» en
cuanto tal en una dirección que ya viene marcada de suyo con la
esencia de la cultura.
Cultura significa ahora «cultivar» la cultura. En ello se presupo
ne un nuevo ámbito dentro del cual la cultura se puede poner al
servicio.
Tan pronto como la cultura se transforma en el cultivo de la
cultura, los propios valores culturales se salen del horizonte del
representar: incluso estas objetualizaciones de losobjetivos sevuel
ven superfluas y, con ello, pensar en objetivos e incluso meditar
5. [F. Schiller, Intriga y amor. Don Carlos, Planeta, Barcelona, 1985].
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Flosofía: ayudar asalirse de lo «ente»yde lo demasiado ente para,
llegando*a la diferencia de ser, poder recordar lo ente.
15
lo incalculable e impredecible: si eso no fuera más que lo irracio-
nal entonces todavía el racionalismo podría triunfar —y él al final
de todo—sobre aquello. Pero resulta que lo/^calculable e/mprede-
cible es aquello que otorga su sitio al cálculo ya sus límites, y que
solosemanifiesta a aquellos que ya no «cuentan» con lo que no se
puede calcular ni predecir (en el sentido de la mera negación de
localculable ypredecible), sino que sufren su embate como lo que
les hace apropiados para la diferencia de ser; solo se manifiesta a
aquellos que están dispuestos asufrir los embates. (Cf. arriba p. 1).
16
Hoy nada resulta más fácil que un «éxito», pero tampoco nada re
sultamás inesencial. ¿Qué está sucediendo enuna época enla que el
éxito ya no se presenta como mera acreditación de verdad, sino
como la verdad misma, en el sentido de lo verdadero y lo «real»?
17
¿Por qué tenemos hoy un Instituto Imperial de Historia6—es decir,
deHistoriografía—?Por el mismo motivo por el que se nos deniega
un pensador de la historiayse permite que prolifereny se instalen
los literatos de historiografía cristianos.
18
Toda seguridadtiene la curiosa «tendencia» de desprender al asegu
rado de aquello contra locual ella asegurayde aquello que ella ase
gura, abotargando así el sentido para captar el vacío del asegurado:
un estado que sepercibe como firmeza, yque sinembargo ni siquie
ra llega a ser inseguridad, sino una destrucción del ser.
19
Afortunadamente, en las ciencias no hay errores, sino solo fallos e
incorrecciones. El calado de una filosofía se mide —caso de que a
esoselepueda llamar «medir»—enfunción de sufuerza para errar.
6. [El InstitutoImperial de Historia dela nueva Alemania lo fundó en 1935 Bern-
hard Rust, ministro imperial de educación, formación y educación del pueblo. Uno de los
ámbitos de trabajo era el departamento de investigación sobre la cuestión judía].
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te»de Cristo enlatierra, mientras que, por otra parte, solo escabeza
de la Iglesia si al mismo tiempo se encarga de que la Iglesia, en fun
cióndelascambiantes coyunturas delaépoca, sepuedapermitir todo
lo posible, e incluso lo que resulta contraproducente, para que, en
conformidadconlamarchadelahistoriaoccidental haciala«cultura»
25 | , el cristianismo se conserve como cristianismo cultural, con locual
queda particularmente bien preservada la salvación de las almas de
loscreyentes. El protestantismosevaapiqueporque nohaentendido
hasta qué punto launidadde «fe»y«creacióncultural», para realizar
se, exige necesariamente una doble contabilidad, para cuyo manejo
los artistas del cálculo se tienen que haber formado durante mucho
tiempo. Launidad de «fe»yde «cultura»aparece deforma acentuada
en las formas modernas del ser hombre —en la cosmovisión—, no
solo acausa de sudependencia de lo cristiano. Adiestramientoycen
tros de educación como una institución intencionada, «supervisión»
de la educación para la cosmovisión comoun organismo severo: eso
no soninvenciones arbitrarias ni artificiosas, ni tampoco soninven
ciones violentas, sino necesidades esenciales de una cosmovisión que
ha entrado enla resolución de su«autoconciencia». Aesacosmovi
sión la meditación le es ajena y le resulta forzosamente una cadena.
22
Entiempos de transición, laimpaciencia —amenudo la de los me
jores—propende a exigir de inmediato y siempre lo «positivo»,
proveyendo así a lo «positivo» de un falso peso ybuscándolo en el
26 sitio equivocado, | porque todavía es un sitioprovisional. Semejan-
te aspiración—que luego auno legusta llamar «sana»aspiración—
se obstaculiza así misma si luego resulta que latransición de losido
hacialovenidero estan abarcadora que todohacer ypensar de quie
nes se encuentran en esa fase de transición tiene que mantenerse
ya fuera de la alternativa entre «obien lo positivo o bien lo nega
tivo», «obien optimismo o bien pesimismo».
Pocos son capaces de sufrir la solitaria crudeza y la equívoca
desorientación de una largaépoca detransición, ni nadie escapazde
soportarlas, porque, al finy al cabo, representaría una evasión si se
pretendiera «superar» esa fase recurriendo a una ayuda provisional.
23
Lenguaje. Usolingüísticono es lomismo que «usolingüístico». Exis
te el empleo habitual del lenguaje que lo desgasta y que domina la
vida cotidiana como algo alo que nos hemos acostumbrado. Yexis-
te la legalidad oculta de la palabra, surgida de la historia de la di
ferencia de ser.
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«Educación» «espiritual»: si haytal cosa, loúnico que puede buscar
es despertar hombres y congregarlos en cuanto que despertados
quepuedenplantear exigenciasyque nopueden hacer otra cosaque
plantearlas. Las exigencias surgende lapretensión. ¿Perohasta dón
de tiene que alcanzar una pretensión para que una exigencia real
mente exija, es decir, para que siempre exijademasiado?¿Yde dón
detiene quevenir lapretensiónsi no esdel arraigoenunaindigencia
29 esencial? ¿Pero dónde están quienes | crean por necesidad en esta
época? ¿La educación que pretenda tal cosa no tiene que resultarle
a esta época el absurdo encarnado? Cierto, yeso ni siquiera es un
motivo para estar enojado contra la época. Al contrario: en esta si
tuación, que quizá sea ya una situación de necesidad o al menos el
primer asomode unasituaciónasí, tenemos que meditar sobre el he
cho de que la «educación» ya solo nos resulta habitual en laforma
de laépoca, yque, para quienes creanpor necesidad, la«educación»
tiene que resultar un desatino que enseguida pasa a transcurrir en
loinstitucional yque justamente nos vuelve ineptos para soportar la
indigencia.
26
¿Surgen las pretensiones de exigencias excesivas} ¿Pero quiénes son
los que exigen demasiado del ánimo? ¿Qué coraje tiene que entrarle
primero al ánimo si es que lasangre debe seguir fluyendo, ysi el flu
jo debe tener una dirección, ysi la dirección debe tener una fuerza
configuradora de espacio?
El coraje para la verdad de la diferencia de ser; el coraje para
lomás digno de ser cuestionado; el coraje para experimentar que la
propia diferencia de ser eslaprestación deadecuación. Laexigencia
excesiva no viene del hombre, sino que le viene al hombre cuando
él se las arregla para salir del atrapamiento en el sujeto.
Pero esto es algo a lo que no se puede forzar. Incluso la educa-
3o ción, en susentido etimológico de «sacar afuera», es | demasiado
débil para ello. No queda más que una cosa: ayudar a salir ala dife
rencia de ser; de la forma más inaparente, indicar el camino hacia la
historia de la diferencia de ser; es más, ayudar tan solo a entrar en
lahistoria.
27
Si el hombre se establece como sujeto, pero el sujeto no se concibe
ni siquiera desde lasubjetividad—laautoconciencia—yfinalmente
renuncia adesarrollarestaautoconciencia (cf. lamarcha del idealis-
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Filosofía: quizá estamos acostumbrados desde hace ya demasiado
tiempo ydemasiado exclusivamente aencontrar yabuscar enlo di
choylorealizado, yde este modo presentado enpúblico, el sacar al
descubierto lo oculto. Yquizá por eso las expectativas que nosotros
tenemos puestas en lo oculto, y sobre todo en la alteza yla esencia
del ocultamiento, son expectativas muy habituales ysuperficiales y
rudimentarias. ¡Cómohabremos de asombrarnos entonces de que el
hombre sepa poco del acontecimiento del silenciamiento, y sobre
todo de que no quiera saber nada de eso! Aquí tendría que toparse
conun poder que hubiera conmocionado desde hace mucho tiempo
sus quehaceres y sus aseguramientos cotidianos, pero sin habérselo
notificado. Pero podría venir un momento de lahistoria que exigie
ra a algunos de los hombres cumplir de propio este silenciamiento,
siquiera por un momento, para ayudar a la historia a que entre en
37 una transición que seha vuelto necesaria. Podría | ser que el hom
bre, por un tiempo, incluso tuviera que avenirse atener un saber de
este momento, yjunto con ello, a renunciar a organizar y a forzar
esatransición que le resulta inminente «asabiendas»ycon ayuda de
medidas —siguiendo por ejemplo la costumbre predominante—.
Sin embargo, ¿cuándo y dónde se encuentran aquellos que tienen
una conciencia bastante clara de su esencia yuna voluntad bastante
fuerte de anticiparse, para cumplir aquella renuncia sapiente siquie
ra por un período de tiempo, hasta que se haya fundado la posibili
dad de una transmisión enforma de tradición de este cumplimiento,
y se haya fundado una estirpe de los ocultos custodios del silencio?
En el radio de alcance de estas necesidades, los pensadores tienen
que anticiparse pensando hasta el fondo de la decisión a guardar si
lencioyaasumir lacapciosa equivocidad detal guardar silencio (pa
rece que es enojo, parece que es miedo a pronunciarse, parece que
es laconsecuencia de un «fracaso», parece que es altanería, pero na
die es capaz de saber qué es, ano ser que uno mismo sevea forzado
a ello, teniendo que ser alguien necesario). Pero este guardar silen
cio (que no es algo equivalente a «no publicar») puede tener una
fuerza para lo futuro, suponiendo que el ámbito de la historia no
hayaquedado definitivamente sepultado, porque tampoco el hom-
38 bre tiene ya lavocación de instalarse en lo | abisal como si esofuera
su hogar. Pues las pocas grandes transformaciones de la historia no
consisten más que en el ámbito de claridad —que en cada caso es
breve—de lasencillez de ladiferencia de ser, lacual, envirtud de su
singularidad, exige una y otra vez la superación de lo ente amonto
nado y estancado, yque para esta exigencia solo rara vez encuentra
entre los hombres oídos atentos.
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°ónno significasimplemente unareflexióncualquiera, ni ca-
Meat , n¿mucho menos darle vueltas a algo porque se tienen re-
V*°42*S1 sinosaltar al saliente que representa laverdadde ladiferencia
paros? esencia de la meditación es irrepetible, igual que sumo-
je ser. ^ Pero enseguida sucumbe a la malinterpretación de
me es más que una descripción de la «situación actual». Obien,
9ue con facilidad —y precisamente a quienes son más serios—de
P humor «pesimista». Ya solo por el hecho de que, siendo un pre-
ntar azuza para hacer salir de la calma, porque pone ante algo
irresueltoyque no secontrola, porque exige una transición, yfinal-
mente_pese atodo eso, al final acabapareciendo increativo—por-
no semeja construir, sino más bien socavar.
4 Pero como resulta que es sobre todo lo caótico que se encierra
enlaesencialoquesetomanegándolo, yquetodovacíoseconsidera
algo nulo —ya que nosotros somos demasiado pequeños y ofrece-
mos demasiadapoca resistenciapara experimentar, enloque parece
ser meramente negativo, el rehusamiento, ymás aúnpara concebirlo
aestemismocomoladiferenciadeser elevándoloasaber—,por eso
en la época de la desdivinización y de la indecisión los meditativos
sepercibirán y destacarán de hecho como las deformaciones y los
quesocavan, ysucercaníaaladiferenciade ser permanecerávelada.
42 54
Losencilloy lasoledad. La soledad, en la medida en que no es con
secuencia sino causa, no individualiza, tampoco pone en común,
sinoque fundamenta yporta laincardinaciónenladiferencia de ser.
Ypor esola soledad es la condición previa para verse afectado por
losencilloy para que la ley de lo sencillo se haga visible.
Losencillo no tolera ningún saldo de cuentas historiográfico ni
ninguna comparación.
Lo sencillo renuncia a lo cuantioso.
Lo sencillo es ampliamente inagotable, y por eso exige lo más
arduo: el poder retornar a lo mismo.
Losencillo nunca llega «simplemente» a lo ente, sino que es el
súbito regalo de aquellos obsequiantes irreconocibles que, siendo
los errabundos, los que crean por necesidad, los que ofrecen resis
tencia y los fervorosos, desde hace ya bastante tiempo y de forma
confusa han preparado la custodia de la diferencia de ser. (Cf. «Re
flexionesVIII», p. 38).
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Historia: ¿quién se atreverá adecidir si laverdad de la diferencia de
ser no hace más que ocultárseles a algunos ocultos y, como una rá
faga de viento perdida en un suelo de valle apartado, sopla sobre la
tierra desperdigando y haciendo que, por un momento, acontezca
toda incardinación durante el tiempo que dura una mirada, hacien
do que el hombre pueda hacer evocación del dios yque el dios pue
da hacer usanza del hombre?
55 Si lareivindicación que el hombre —el custodio aún indeciso e
infundamentado de laverdad de la diferencia de ser—lehace a la
propia diferencia de ser no fuera tan escasaypequeña, ypor tanto
tan fácil ytan poco costosa de cumplir encada casopor medio de lo
ente, si la lucha por laverdad de la diferencia de ser fuera un fuego
yno una chispa perdida de un ascua todavía oculta, si al hombre no
lo protegiera de la diferencia de ser lo ente y lo que él considera
tal, entonces el hombre tendría que haber ascendido luchando, hace
ya tiempo, hasta la altura de un hundimiento que consume. Lo que
encontramos enlugar deesosonlasperspectivas aunaduraciónyuna
homogeneidad, cadavezmásaseguradas, desusreivindicacionesyde
su no haber menester objetivos.
Lacontinua amenaza exterior, que enlobélicoyenloeconómi
coseha acondicionado desde hace yatiempo enlogigantesco, no es
un argumento en contra de esta duración, sino que las «catástrofes»
que asumenesta forma, los modos como los estados ylos pueblos se
desgastan a sí mismos, no son más que un tipo de transición a la
perduración de quienes aún quedan restantes pero se vanvolviendo
cadavez más escasos. Esa «animadversión» patente ylatente, ycada
vez más amplia, de todos contra todos en lo ente, bajo la protec
ción de los mismos organismos y con los medios de las mismas
medidas: todo esoapunta aque lasverdaderas luchas por laverdad
del ser, en cuanto que posibilidades, van mermando cada vez más,
ya que lo único que domina yque reivindica para sí el carácter de
56 «lucha» | son ya las adversidades en lo ente (125). Es más, este des
gastamiento ydesmenuzamiento alternativoysinrumbo pasa aser
la forma fundamental con la que se impone ytambién se cumple la
reivindicación que el hombre hace de lo ente. La diferencia de ser
—yestosignificasiempre el modo como el hombre, siendo el funda
dor de laverdad, es hecho apropiado para el paso del dios ante él—
le queda denegada al hombre de forma tan primordial que él nunca
llega a enterarse de la denegación, yva dando tumbos por las ma
quinaciones, que son lo caótico que se encierra en la esencia de la
diferenciade ser, enlamedida enque esadenegaciónpasa aser para
él entodas partes laorganizaciónde sus «vivencias»amodo de even-
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¿s de la gran Lógica8de Hegel, todo tipo de «doctrina cate-
D e
S ?, rodo erudito de la filosofía relativamente bien formado ya
gorulJeresulta un mero asunto de aplicación y de destreza a la hora
s° 0 odificarla.
1„ Ciertamente, hay una diferenci
diferencia esencial que queda
fl-C • • _____ __________T1X;ica»tiene sufundamento.. 4-At s-ia s * /i m t ín m n tv» A t n f
sintafísico
1 absoluto, y ella es este fundamento en el conjunto de la
m^oria occidental de la metafísica. Todas esas doctrinas categoria-
les posteriores que opinan que hay que desprenderse del idealismo
bsolutoporque representa un armazón obsoleto, para luego poder
conservar como un resto las «categorías en sí mismas» —como si
tratara de unas nueces que se cascan—, quizá sean «más correc-
tas»y«más completas», pero a cambio también carecen filosófica-
mente de necesidad y de verdad.
Cabe esperar que la erudición filosófica, a causa de un miedo
crecientealafilosofíaydesupredilecciónpor loqueseamás inofen-
sivoposible, se consagre aún más afanosamente que hasta ahora ala
confecciónde «doctrinas categoriales». Laerudiciónfilosófica obtie-
nesu«necesidad» del | estar dada una «filosofía»—transmitida his-
toriográficamente—,juntoconloque entrabajoestenombre. Todos
los logros se los valora en función de en qué medida se los puede
incluir enlo dado «delafilosofía»: afortunadamente hay justo este
ámbito de la ocupaciónydel afán intelectuales. Yaquí tampoco se
debe saber nada de una «legitimación» de la filosofía misma.
Fácilmente comprensible resulta el cálculoque seplantea eneste
sentido: hoy, «nosotros» (¿quiénes?) yanotenemos ningunafilosofía
creativa, y tenemos que conformarnos con eso; pero, después de
todo, con un sólido trabajo minucioso podemos afianzar un cierto
nivelymantener despiertoel interés, demodoque, desdeesteprome
diotanbuenocomoseaposible enlatradicióndehistoriografía filo
sófica, algún día podrán venir de nuevo los pensadores creativos.
Aquí está operando de nuevo lausual conclusión errónea según
lacual un promedio todo lobueno que seaposible asegura un «ren
dimiento máximo» todo lo elevado que sea posible. Lo que sucede
es todo lo contrario, ya al margen de que la erudición filosófica
jamás genera por sí misma filosofía si esta no tiene ya su origen en
alguna otra parte. Este «si»queda totalmente fuera de la disposición
de la tradición filosófica en el sentido de la formación historiográ
fica. La tradición filosófica puede ser muy esencial, pero solo si el
8. [G. W. F. Hegel, Ciencia de la lógica, vols. I y II, ed. de F. Duque, Abada, Ma
drid, 2011 y 2015].
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1 , ^aV£crTaTOV9 de Platón es todavía el último destello que lan-
^ al apagarse el ascua oculta de la cfróaiq. Toda incandescencia
za
es ósculo Ysi lorque1se manifiesta renuncia a esta oscuridad,
1 , en
onces pierde su fundamento y, para permanecer todavía constan-
tiene que atenerse a las causas y los medios de su causación. El
¿Kcj^véíTtcctcyvpasaaser lo«sensible». Yahoraescuandolamoral y
lacienciatienen subotín. Aquella sospecha de lo sensible, yesta lo
exphca-Yentonces, lasalvaciónde lasensibilidadsolopuede lograr-
semarchando encontrapartida contra lamoral ylaciencia, es decir,
poniéndose pese a todo en dependencia de ellas, degradándose
entonces lo sensible a la «vida» meramente «afirmada» en sí mis-
ma. Todareminiscencia de ladiferencia de ser leha sido arrebatada.
y cadavez resulta más difícil —si es que todavía se emprenden
intentos—superar las transformaciones en lo contrario. Quizá ten
ganque despertar primero formas yfuerzas de lamás íntima incar-
dinación completamente distintas, e intentar su órbita, si es que el
hombre | debe alcanzar el «ser ahí» y si la diferencia de ser debe
llegar aser un fuego de hogar entre latierrayel mundo. Demasiado
agustonos desviamos aloacostumbrado, cuyahabitualidad encima
nosvelamos conayuda deunideal desgastado. Ysinembargo, aquí
yalláhaydispersos unos escasos que barruntan algo distinto, yque
sabenque loúnico que ayuda es esto, yque de nada sirve un regreso
alo que había hasta ahora.
Desdeque lacjrócric; fuederrocada, todalagrandezadel arte que
dó desconcertada, ytanto más turbada se queda cuanto más diestra
yfrecuentemente se propague la capacidad y se haga manejable el
conocimiento historiográfico.
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Pregunta: ¿enquémedidalahistoriografíadel arte estáaúnconjunta
menteimplicadaenladestruccióndelahistoria del arte? ¿Olahisto
riografía del arte solo afloracuandoyaha comenzado ladestrucción
interna de la historia del arte? En el sigloxix parece que estos «mo
vimientos» son más nítidos, ¿pero qué sucedía antes? ¿Desde cuán
dohayhistoriografía?Desde los Padres de la Iglesia, es decir, desde
el final del mundo griego. Tucídides no es ningún «historiador».
Todo lo extremo tiene sucomienzo en el rehusamiento yenla
renuncia: ambos sesobreimpulsan enuna | asignaciónmutua que
solo muy rara vez se produce. En la distancia más lejana hay una
9. [Platón, Fedro 25Od, en Diálogos III. Fedón, Banquete, Pedro, Gredos, Ma-
drid, 1988, p. 354].
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10. [M. Heidegger, Aportes a la filosofía. Acerca del evento (GA65, 1989), trad.
de D. Picotti, Biblos, Buenos Aires, 2003, pp. 86-89].
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cuanto crece tiene que poder permanecer en su emplaza-
QCyaguardar sus tiempos. Pero el crecimientonos gustatomar
ía 11!'0 |G«vivo», y quizá sea ahí donde tiene su esencia. ¿Pero
s0genios de llamar a aquello que se hace histórico y que es de
CÓm°o en este | «llegar a ser», lo cual es algo distinto que un de- 78
^ olio? ¿Aquello que primero se fundamenta el emplazamiento,
Sarr ñor eso enraíza en este de forma esencialmente más constante
y^odo lo «vivo» (cf. «Reflexiones VII», pp. 55 s.)? ¿Aquello «más
^Uestante» no solo en cuanto al grado, sino también en cuanto a la
C cia? El esbozo de una constancia enla que este mismo esbozo se
encuentra: el «crecimiento» de decisiones que resultan ajenas atodo
toque se limita avivir. . .
En la tradición historiográfica se conoce un buen numero de
«filósofos», pues la«filosofía», comotodo camino esencial para con-
quistar P o r l a lu c h a la diferencia de ser —Por ejemplo también el
arte„_- permite un radio de alcance del obrar ydel operar en el que
j0 decisivo solo aparece mencionado por sunombre, ysin embargo
seestádiciendo algo «permanente». El número de los pensadores es
irrelevante. Pero no es irrelevante si en cada caso «se encuentra» el
único que salva lo más escaso en su escasez y que, en cada caso, in
tercepta amortiguándolo el empuje de la diferencia de ser, haciendo
vibrar suestremecimiento através de lo ente. Si es esto lo que suce
de, ¿quésabemos entonces deloente? ¿Qué extravagante seha vuel
to entonces lo usual, como si las olas lo hubieran arrojado a una
playa vacía donde el hombre masificado busca «el mundo»? ¿Qué
firmemente custodiada queda sin embargo entonces toda esencia
para quienes son pocos? ¿Qué solitarios tienen que ser entonces los
dioses? ¿Y| se supone que el pensamiento de los pensadores debe 79
saber algo acerca de ello? Sí, y debe saber solo de eso, si es que el
pensamiento pretende tener la nobleza de la incardinación en la
prestación de adecuación por parte de la diferencia de ser desde el
silenciamientoúltimo. Los auténticos pensadores —no los conoce
mos ni conocemos las vías por las que quizá nos han hablado—no
formanparte del «número» de los filósofos. ¿Por qué saber estopue
de acabar resultando alguna vez decisivo? Porque quizá la historia
vuelvaallegar aaquel punto donde el hombre espuesto enusopor
los dioses: una indigencia que para irrumpir exige que el ámbito de
impacto sesalgamucho más afuera detodo lohabitual yasegurado.
Porque estopuede suceder, porque la historia —que nosotros solo
conocemos ypracticamos en surevestimiento historiográfico—se
encuentraenestaposibilidad, por esoesnecesarialafilosofíacomo
preparación de aquel pensar. Sufundamentación nunca hay que ha-
53
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61
La sobreabundancia de las horas silentísimas... en la apartada can
tera: desde ella, la resonancia de los repiqueteos se va extinguiendo
en el anochecer; yen ella, losfragmentos dan fe de laroca que crece
hacia las profundidades, donde solo el hendimiento conduce hasta
el fondo y donde todo formar pasa a ser un diminuto juego: frag
mentos que saltan cuando uno nuevo cae con estrépito entre los
otros, aviniéndose a supesantez propia.
84 Pero a aquellos que han sido destinados a formar parte de los
hendientes no les está permitido ser quienes machacan y destrozan,
igual que tampoco les está permitido ser quienes forman y compo
nen. Los hendientes son quienes crean por necesidad, quienes pre
viamente le conceden la verdad a la diferencia de ser abriéndole es
pacio. Paraeso, hayque abrir aquel espaciointermediohendiéndolo,
ypara esohayque ir abuscar larocamás dura. Peroencomparación
con lairradiación de ladiferencia de ser, ¿qué resulta más duro que
esto ente que, al ejercer el abandono del ser, instala entorno de sí la
apariencia de la diferencia de ser? iYdónde tiene esta instalación
unavoluntad mayor si no es ahí donde, encalidad de acto de consu
macióndelaModernidad, sehaaseguradotodos losmedios actuales
yfuturos del disciplinamiento calculador yde laplanificación de sus
formas de imposición, elevando el aseguramiento mismo alacondi
ción de arrebatadores y apasionantes logros suyos y declarándolo
supropia creación cultural?
Es en el calado de este proceso de consumación esencial de la
Modernidad, en lo más invisible de lo más público de la esfera pú
blica occidental, donde hay que ir a buscar el abandono del ser por
parte de lo ente.
Alos hendientes, que tienen que abrir hendiéndolo el espacio
85 intermedio enloente contra | sudesfiguradoyconfuso apremio [de
eso ente], únicamente les está permitido arraigarse en las decisiones
extremas yhablar contestando desde estas decisiones yhacia sus es
pacios. Pero lo que asuvez resulta de ahí es una nueva equivocidad
de su decir y de su postura, y el riesgo constante de confundirse
tomando una cosa por otra. Jamás hasta ahora había resultado tan
esencial cómo llegará a ser en el futuro lo que uno no hace ydeja
de hacer, ylo que uno no toma y deja de tomar como «objeto» de
su expresión. Semejante «no» exige la suprema resolución del saber
esencial desde aquella meditación que se anticipa asomándose lo
más afuera. Pero este «no» también lo tienen todos los que, a causa
de su mera irresolución, se limitan a dejarlo todo tal como está, fo
mentando así a su manera aquello gigantesco que tiene la ralentiza-
ción de la decisión. Pero este silenciado «no» de los decididos tiene,
56
R EF L EX I O N ES Vi l
65 97
rj~lderliny Nietzsche: lahistoria de ladiferencia de ser.
n Ahora nos gusta mencionar a los dos juntos, pero esto solo nos
eStápermitido hacerlo si sabemos qué esloque los diferencia. ¿Pero
desde qué enfoque hay que decidir qué es lo que los diferencia?
Desde aquel enfoque que acierta conloúnico que nos fuerza amen-
cionar auno sinpasar por alto al otro. ¿Yqué es esto? La historiade
ladiferenciadeser, no lahistoriografía de lametafísica, yni siquiera
la de la «literatura».
Lahistoria de la diferencia de ser: cómo esta diferencia de ser
oierde suverdad, que apenas está despuntando y que forma parte
de ella (laaAr)0eia en la (jrócrig), teniendo que desplazar entonces
sU«esencia»alprimerplanodelaentidad', cómoestaentidadhaceque
loenteseconvierta enlocreadoyengendrado; cómoloengendrado
por el Dios creador se convierte enlorepresentado ypuesto delante
para el hombre instalado como sujeto; cómo el estar representa-
do en cuanto que la esencia de lo ente (de lo objetual), acrecienta
_dándolelasupremacía—locaóticodeladiferenciadeser (cj)úaig-
T£Xvr|)>1° cual cada vez se emboza más en sus maquinaciones.
Estos pocos empentones mantienen durante mucho tiempo el
campar de la diferencia de ser alejado de su verdad propia, la que
surge de ella y que por tanto la obedece. Al ser todavía se lo sigue
considerando siempre | en la entidad que una vez fue decretada, y 98
sin embargo, desde aquella primera pérdida de su esencia (con la
ibéaplatónica), el ser seha convertido enun suplemento (apriori).
Desdeesta degradación asuplemento—el cual luegosepresenta sin
embargo como lacondición de posibilidad (ciertamente que del ob
jeto)—,ladiferencia de ser senos deniega enlairradiación del cam
par desuesencia, sinque estadenegaciónselahayaintuido encuan
to tal ni se la haya ponderado en su alcance y en sus repercusiones.
Pero entre tanto, por primeravez, ycasi como marginalmente,
en esta historia de la diferencia de ser se conquistó otra cosa por
medio de la lucha: la precariedad que se encierra en la indecisión
acercade lavenidaylahuida de los dioses, acausa de que alguien
único, nombrándolos, lesayudópara quesepresentaranenestaindi
gencia, haciendo cuestionable, por tanto, el conjunto de lo ente en
la historia de su diferencia de ser. Quien resistió esta indigencia, es
decir, quien lallevó alo abierto mediante el hundimiento, fue Hól
derlin. Su«puesto» enlahistoria deladiferencia de ser (si es que en
general se lo puede llamar así) es un puesto único, y es lo primero
que determina la esencia de su poesía, así como que él tuviera que
poetizar «al»poeta (concretamente al poeta de la historia venidera
de la diferencia de ser).
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68 105
estaahora laúnica decisión: obien destrucciónydesorden tota-
í Sq bien el atenazamiento y aherrojamiento de una coerción com-
Tta? ¿Conesta decisiónserán definidos aúnpueblos comopueblos
P jos salvará encuanto tales? ¿Oesta decisión es todavía una que
^Smantiene dentro de la esencia de la historia moderna yque solo
s?ci(jec6mo hayque llevar laModernidad asufinal? ¿Estadecisión
e es en consecuencia, pese a todo, ninguna decisión, porque no
n°ne laesencia de la época en desavenencia con otra, siendo este el
únicomodo como ladecisiónsepuede poner así mismapor prime-
vezbajo una luz que alumbre más allá de esa esencia de la época?
¿iSfo es ninguna decisión porque también tiene que dejar indeciso si
seguirán repercutiendo en adelante aquellas fuerzas que, peculiar-
mente mezcladas, definen a Occidente, yencima en su figura mo
derna: «cristianismo» y «cultura» como cultura cristiana y como
cristianismocultural? ¿Ypor quétodo esto tiene que permanecer in
deciso, ydurante cuánto tiempo? ¿Mientras la necesidad de aquella
auténtica decisión no pueda hacerse valer desde la indigencia que
es superior a ella? Pero esto solamente durará mientras lo ente de
esta historia no haya sido empujado al ámbito de conmoción de la
diferencia de ser; mientras la diferencia misma de ser se siga rehu
sando; ymientras este rehusarse no se lo experimente ya como una
irradiación esencialísima del campar: como el renunciamiento; | 106
mientras lameditaciónnollegue aeste asunto; ymientras no secon
vierta en una meditación sobre la decisión; y mientras a través de
largas vías no se proporcione los primeros cauces por los cuales el
pensar es aplicado yasignado a una disposiciónpara ese empentón
de la diferencia de ser que tiene que alcanzar al individuo singular.
¿Peroysi resulta que, al mismotiempo, lasalvaciónyel asegu
ramiento de la masificación del hombre progresan hasta el punto
deque loúnico que seconsiderayacomo objetivo es una «decisión»
aciegas entre las masas?
69
El peligro del pensar. El auténtico peligro no consiste en que se vea
ahogado por losuperfluo ytenga que cesar, sino en que se deje des
plazar al camino errado de acondicionarse para un contra-acondi
cionamiento, en que cuente con satisfacer las exigencias del prove
cho, del efecto inmediato, de la comunidad, de la publicidadyde la
comprensibilidad.
¿Cuál es la postura necesaria de los creadores en una época que
se dispone aanteponer el acondicionamiento de la forma de reper
cusión a la repercusión misma, a la aclaración de sus objetivos y al
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[ÍNDICE DENOMBRESYNOCIONES]
78
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L-nfíí
,
lucha-- 82 111 204
Meditación: 23 ss.,J3s„ 53
SÍS^^5.,18,34,35 s., 105
Nietzsche: 42s„ 50, 52s„ 77, 97ss.
Oposición: 49 s.
Paradoja: 18
Pensador: 7ss., 72s., 106, 111 ss.
«Positivo»: 23 s.
Pnpblo: 45, 96
Reflexiones: 33
Resistencia(quienes formanparte deella): 47 s., 55
Retardo: 59
«Revoluciones»: 69 s., 77, 122
RichardWagner: 76
Schelling: 86ss.
Seguridad: 20
Soledad: 52, 54
«Subjetivismo»: 56 ss.
Tierra: 110
Verdad: 73
79
1
REFLEXIONESVIII
a Loente: lasoledad de ladiferencia de ser que anda extraviada enlo
que está dado públicamente.
Lodado: loque estádisponiblepara laproducciónquesacaafue
ra ypara larepresentación que pone delante, lo que está avistado en
tal disponer ylo que únicamente se admite en este campo visual. El
mantenimientofijodeestetipode ente sedesarrollahastaconvertir
se enun acondicionamiento. De tal acondicionamiento surge el ase
guramiento de la esfera pública, que extiende una protección invi
sible sobre lo dado yasume el imperar de laapariencia de un ser.
La «naturaleza»yla «historia» selas incluye en este radio de alcance
de loente yúnicamente selasveya dentro de loente, es decir, solo
ahí se las explica y se las vuelve manejables para la mano pública
del acondicionamiento calculador. Todo lo que rebasa lo que hay
dado y que resulta explicable en un primer momento nunca es más
que la sublimación de lo explicable. Todo intento de hacerse con el
ser partiendo de la esfera pública de lo dado solo alcanza en cada
caso hasta una sublimación. Cuanto más estimulantes y arrebatado
res seanlos medios de esasublimación, tanto más definitivo será el
cierre de todos los senderos que conducen aloprimordial. Todo in
tento por sublimar recae enloque habíahastaentonces. Únicamente
algo primordial decide un futuro del hombre y le dirige hacia los
puentes que conducen a asumir una esenciayun campar distintos.
b
¿o los dioses, viniendo de lejos hasta el hombre, de camino
Cu^n
dv>-~naypaque
Sar por el largopuente, entonces alos muchos que todo
vu>eansian nada echan de menos,•_________
para cegarlos
„ con lo que me-
j° am- ^; ente,
h hay que ponerles primero unaavenda ™ojos
sobre ilos
raímodo
eI1 de<seguridad,
__ -j para__que _~1la,. __:_ del querer vivenciar
curiosidad
ambloquee
1 el puente yno desbarate aquella venida. Por eso el sa
no no puede quejarse del alboroto que arman los ciegos y quie
piente
carecen de precariedades, ni debe reprenderlo: casi tiene incluso
nes mandar un salud©a la época
ueamaestradas, pues va dirigido adel
qjes cálculo de sus menesterosida-
loincalculable eimpredecible
laoscuraseñade un dios que escindeyque quizá—no losabemos—
proclama alos últimos.
F La decisión de los venideros, con la que pasan a ser o bien los
futuros obienlos actualmente pasados: ¿formas parte de los procla-
madores de lo meramente ente, oeres un silenciador de la diferen-
ciade ser? (Cf. p. 39).
2
Aaquellos que, afectados por el abandono del ser por parte de lo
meramente ente, tienen que realizar la transición a una época total-
mente distinta, hay que prepararles un auténtico saber de la esencia
delahistoria, un saber que consiste en la fervorosa estancia en ella.
Pues esta transición solo se la comprende desde el saber supremo,
porque ese saber supremo primero tiene que quebrantar el poder
de lahistoriografía —que es el calcular representante—,ypara ello
tiene que haberla reconocido previamente en cuanto que tal poder
deperturbación. Pero asemejante transición sapiente le queda toda
víabastante de loque no puede llegar asaberse, es más, no hay otra
preparación para la verdad de lo oculto que tal transición sapiente.
Quien ha barruntado la esencia de la historia —aquel hacer
apropiadoal hombre para existir que procede de ladiferencia de ser
encuantoque acontecimiento—sabe conbastante claridadque toda
«filosofíadelahistoria», siendouna consecuencia dela«metafísica»,
soloestáal servicio dela«historiografía»yselimitaadar aconocer
lahistoria, incluso con arreglo a «leyes», niveles y «tipos».
Pero para eso tenemos que saber la esencia de la historia, para
poder preservar la verdad de que eso que en realidad «sucede de
forma puramente histórica» siempre tendrá que seguir siendo lo
más oculto.
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1 3
La frialdad de la osadía del pensar, la noche del extravío en que
consiste preguntar, lebrindan al fuegode ladiferenciadeserel puro
restallido de la colisión contra la que su flagrancia ysu luz llamean
sobrepasándola con sus llamas. La frialdad yla noche son las urnas
ocultas en las que lo sencillo se conserva intocable. Pero demasia
do a gusto y demasiado a menudo nos protegemos del frío y de la
noche. Aún los toleramos como negaciones del calor y del día,
pues pensamos desde la complacencia de la cotidianidad. Ysi esto
debe permanecer tan imperiosamente es porque nos parece que
en lo «ente», en lo «real» que la cotidianidad tiene para ofrecer
nos, también hemos encontrado ya el ser.
Peroeseerror deapreciaciónbajolafiguraduplicadaderechazar
aquello que niega nos priva también de laposesión de laflagranciay
de la luz. Por eso escogemos primero loturbio ylo tibio, convirtién
dolos encentro de aquel ser aparente con el que luego calculamos en
función de las oposiciones entre lo luminoso y lo oscuro, entre lo
caliente ylo frío. Todavía sabemos poco acerca de que los ámbitos
de réplica resultan decisivos para las oposiciones. Por eso también
nos resultatanfácil el juegoconlas «antítesis», quenosotros conside-
2 ramos una expresión | de intelecciones. Ysinembargo el modo más
tenaz de burlar las «antítesis» es dejando indecisos sus ámbitos de
réplica. ¿Pero cómo se deciden estos?
Tenemos que preguntar remontándonos hasta la distinción en
tre la diferencia de ser ylo ente, para hallar ahí un punto de apoyo
para lameditación. Pero esta distinción no es ninguna oposición ni
ninguna antítesis. Si esta distinción, junto conloque lafundamenta,
es originalmente lo inicial que hay al comienzo, entonces la oposi
ción nunca es algo primero. Entonces el frío yla noche no niegan.
Pero ni siquiera un afirmar —que seles atribuyera—seríacapaz de
acertar aexpresar el prodigio de que ellos salvaguardan lo sencillo
en su primera decisión. Ambos, el frío y la noche, junto con sus
opuestos, los referimos a nuestros órganos sensoriales, ynos pare
ce que haciendo esohemos explicado algo. Pero este prejuicio no es
más quelaconsecuencianocomprendida deunprejuiciomuchomás
original, el cual se sitúa tan al comienzo que eso nos prohíbe ya
llamarloun «prejuicio», esdecir, algoanterior al juicio: estaopinión
previa más original es la adicción a explicar el ser por medio de lo
ente, privando de este modo —en un primer momento y durante
mucho tiempo—del ser al saber inquiriente. Pero la noche forma
parte de ladiferencia de ser, yno es acasounamera «imagen»suya,
una representación sensible de algo imperceptible: ¿cómo ha de
3 representar la noche sensiblemente algo | si ella no es nada percep-
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Ubicación. Nuestra ubicación no es ningún «lugar», ningún sitio es
pacial dado e inmediatamente asignable en el espacio de lo ente
(algoasí espropio del sujeto). Nuestro sitio lotenemos enladesubi
cada estancia fervorosa propia de la concesión de espacio al ámbito
intermedio para los dioses yel hombre, sin conocer a aquellos ni
alcanzar a este en la primordialidad esencial que le corresponde.
Nuestra «ubicación»valora toda evasión ala «cultura», los objetivos
de ellaylaexigencia de ellacomoun eludir decisiones. Nuestra ubi-
44 cación hace | visible que aquella preocupación por la «substancia»
del pueblo estácondicionada, máxime cuando aesapreocupaciónse
la antepone atodo como si fuera algo incondicional. Nuestra ubica
ción no niega la concurrencia de todo eso, la cual es necesaria para
la perduración y para la ineludible consumación de la época, pero
nada de ello se encuentra en suhorizonte más propio, ni siquiera la
grandeza de una existencia histórica. Fuera de todo esto—más allá
de toda estimación demagnitud—, en la época se encuentra escon
dida, como lotransicional de ellamisma, una indigencia de decisio
nes que en toda la historia anterior ni se dio jamás ni podía darse.
Esta indigencia de decisiones —la indigencia que se produce
cuando esta decisión no se la ha advertido aún en sunecesidad ni
menos aún se la ha preparado—no corresponde a una decisión
cualquiera —una decisión que se haya desarrollado partiendo de
determinadas circunstancias culturales, que solo esté condicionada
por determinadas situaciones políticas y que venga suscitada por la
condición de los pueblos—, sino que atañe a ladecisión de todo lo
que está sujeto a decisión: si desde el fondo del primer decidir, que
provocaráunaescisión, surgiráalgunavezunahistoria(cf. pp. 39ss.).
Si todo lo ente hay que volver a encomendarlo primero a la dife
rencia de ser, si la diferencia de ser puede fundamentarse partien
do de launicidad de sucampar. Estaindigencia de decisiones seva
ocultando a lo largo de la época, siendo eso el primer síntoma de
una transición. De ahí la sublevación propia de la completa des
orientación de todos; de ahí la confusión en las escalas de medida y
45 en los criterios | del proceder ydel juzgar; de ahí el empecinamien
to en la «situación» y en su modificación inmediata; de ahí el apre
surado acopio de todos los objetivos ytodas las medidas que sepue
den alcanzar y conocer historiográficamente; de ahí que las masas
desatadas afluyan posteriormente, con precipitación yapretujándo
se, alos ámbitos del conocer, del disfrutar ydel vivenciar, que entre
tanto sehanvuelto accesibles; de ahí el no poder dar marcha atrás y
el no poder salirse del carril. Todo esto resultatan gigantesco eirre
sistibleensuapariciónyensuimpactoexternos que esentonces más
108
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no
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¿Oahora primero tiene que surgir todo por completo del otro
comienzo?Ytod° 1°transicional hayque conocerlocomo transicio-
jpLo distinto del «arte», lo que se corresponde con él en térmi-
no$dehistoria del ser (¿acasotiene que pertenecerle en general una
correspondencia?), ¿no tiene que estar fundamentado en un saber
arduoyexigir un saber así —una larga firmeza de unos pocos en la
pregunta de uno (de la decisión que provoca una escisión)—?Con
• - a estas necesidad<ss, ¿qué pinta la «formación musical», y en
Teneral lo «musical», y encima en la figura del ir ganando terreno
la«música»? Pero quizá eso resulta indispensable como modo de
mantener alas masas alejadas de la desfiguración de la diferencia
jeser. Ensusentido más amplio, quizá la «música»seael ir demo-
rando bajo el frágil | resplandor de una «vitalidad» que cada vez 67
resultamás fácil de contentar yque es desafecta atoda experiencia
delaindigencia de la diferencia de ser. ¿Eludir la diferencia de ser
conayuda de lo «ente» (de la «plenitud de vivencias»)?
Toda valoración formal del mundillo artístico en marcha y de
lasrenovaciones historiográficas de lahistoria del arte, toda reacti
vaciónde los contenidos del mundillo cultural agregándole nuevos
«ideales»y«valores»: todo esose queda necesariamente atascado en
loquehabíahasta ahora, locual inclusotodavía resultaríaindiferen
tesi, conello, no seestuvierarelegando la decisiónacerca del arte, y
si el «arte»mismo, encuanto que él es una decisión, no seviera rele
gadoconello. Lapregunta por el «origende laobra de arte»8quiere
impeler a que la meditación sobre el arte entre en el ámbito de lo
decisivo, yapreparar unmomentohistóricodetransformaciónesen
cial del arte desde un arte mantenido «metafísicamente» hasta otro
distinto. Pero aquí queda la posibilidad de que el arte no encuentre
ninguna correspondencia, de que entonces el mundillo artístico se
conviertade formatanto más permanente ysagazycalculada enalgo
habitual, ydeque el resguardodelaverdaddeladiferenciadeserenlo
entedesigneunproceso cuyafigurafutura quede pertinazmentevela
daenlamismamedidaenque el rehusamientosenos despejeyaclare
comoel ámbito donde campayseirradia la diferencia de ser, desco
locándonos y sacándonos del andar perdidos en lo ente y definien
doytemplando desde este descolocamiento el temple del «ser ahí».
Cuando uno se limita a obrar yarepercutir, eincluso a obrar y 68
arepercutir mucho, pero resulta que al hacer esosolo «es»aquello
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124
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31 74
. ¡ay laprioridad de lafalacia en que consiste la explicación
• t riogtdfi°a: con ayuda de esoque se da enllamar «hechos» siem-
se pUede mostrar que los «grandes acontecimientos históricos»
P*Vj erona«artistas»y«pensadores»ycondujeron a«obras». Nun-
cinase,puede
cabo
«mostrar» de forma correspondiente que quienes lleva-
aquellos acontecimientos solo fueron posibilitados por
ronooetas ypor los pensadores. Así es como queda evidenciada su
osterioridad, si es que no ya su superfluidad. En efecto. ¿Pero evi
denciada para quién? Para aquellos que se figuran que la historia se
ede explicar por medio de «hechos». Pero se ha llegado al colmo
Je la confusión cuando los adoradores de los «hechos» se figuran
han comprendido cómo la historia está sujeta al destino, a dife-
rencia del «causalismo» de la deducción a partir de «ideas» y de
«programas». Lo que lahistoria tiene de auténticamente sujeto al des-
tino se revela justamente en que esa sujeción al destino elude pos-
trarseante los «hechos»yledeniega aestepostrarse el saber algodel
origende los «hechos», un origen que, ciertamente, no hay que bus
carloenlas «ideas». ¿Ysi el concepto de «destino» no fuera más que
laúltimavíade salida de lahistoriografía, lavíade salida al desenca-
minamientoylafalta de caminos, lanegacióndetoda | meditación? 75
32
LaModernidad, con arreglo a esa postura del hombre que la carac
terizaaella, conduce auna decisión que implicatoda lahistoria an
terior de Occidente mantenida sobre lametafísica. Por eso, ninguna
circunstancia, ninguna prestación ni ningún movimiento de la épo
caactual se los puede tomar ni fomentar en aras de ellos mismos y
de sus objetivos, sino que todo hay que asumirlo en su moderni
dady, al mismo tiempo, hay que desplegarlo tácitamente hasta su
transicionalidadysuposible fuerzapara preparar latransición. ¿Por
qué? Porque todos los objetivos occidentales se han agotado ytodo
lodemás solo puede ser una variación de lo anterior que lo mezcle.
Pero esto es así porque la postura hacia lo ente, partiendo de este,
solopuede calcular lo ente (para el causar ypara el «vivenciar»), y
jamás es capaz de abrir otra fuente, ano ser que ella (esta postura)
seveafundamentalmente conmocionada. Ya suvez esto es así por
queúnicamente la diferencia de ser es capaz de concederle a lo ente
laprimordialidad. Pero la diferencia de ser nunca se puede hallar
comosi fuera un ente, ni menos aún lo puede hallar así una época
paralaque, desde hace tiempo, | lo ente mismoseha convertidoya 76
enlo objetual del cálculo y de la vivencia.
125
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84 33
Filosofía. Si reparamos en qné pocos han comprendido tan rara vez
el pensar esencial en sus voluntades ocultas, ycómo desde este pen
sar —apesar de sus «efectos»presuntamente constatables dentro del
representar y del actuar—no se tiende ningún puente hasta lo
«ente», entonces casi parece que la pregunta por el «para qué» re
sulta superflua.
Yefectivamente lo es. Pues el pensar de la diferencia de ser no
solonodebeservir paranada, sinoquetampocopuede «obrar»nada
porque se agota en ser una diferencia de ser: estar como «ser ahí»
en la irradiación del campar de la diferencia misma de ser. ¿Pero
significa esto más que una sobreabundancia, para la cual, en oca
siones, la diferencia de ser echa mano de un pensador? En efecto,
así es. No tenemos criterios ni escalas de medida para valorar tal
fervorosa estancia temporal en la diferencia de ser. El pensar de la
diferencia de ser tendría entonces que ser forzado enocasiones por
tal diferencia de ser «únicamente» para que ella campe. Quizá una
época comola «moderna»carezcapor completo de lacapacidadde
advertir lo más mínimo como «esencial» lo carente de rumbo ylo
que se sustrae por completo al cálculo, es más, de hallar de alguna
manera un ser en tal estancia fervorosa.
85 Pero quizá también sea | este el momento en el que hay que
experimentar con mayor saber la esencia de la filosofía, porque,
frente a lo ente, la diferencia de ser apremia a tomar la decisión. La
propia diferencia de ser es, ysolola diferencia de ser es. Yencuanto
que diferencia de ser, es carente de objetivo. Esta «carencia» signifi
ca aquí que todo objetivo tiene que quedar alejado, por ser inade-
cuadoypor representar una degradación. Laverdad deladiferencia
deser hayque fundamentarla porque formaparte de ladiferenciade
ser. Si sobre tal base se construye algo distinto ycómo se construye
sobre ella algo distinto —una custodia de lo ente—, eso le resulta
inesencial a la diferencia de ser, puesto que la irradiación del cam
par de la diferencia de ser yaha sobrepasado toda salvaguarda de lo
ente, ypor eso también puede prescindir de ella.
Porqueladiferencia deser noesmás que el fondo abisal, por eso
carece de objetivos yrehúsatoda finalidad. Ni siquieralasuperación
de la nada puede constituir un objetivo de la diferencia de ser, por
que alanada solola diferencia de ser lacapacitapara suirradiación
como nada, de la cual la diferencia de ser se salva refugiándose en
suunicidad. Sinembargo, acambio de que solola diferencia de ser
sea, el hombre (estando fervorosamente en el «ser ahí») se vuelve
cadavezmás esencial. Cuantomas esencialmente seahecho apropia-
86 doel hombre por ladiferenciadeser, tanto menos importante | pasa
130
R EF L EX I O N ES VI I I
a¿emás de decidir sobre [la] forma de ser hombre que para la Mo
dernidad es definitiva, decide también conjuntamente la «vivencia»
comosentir las sensaciones ylos sentimientos, yconcretamente, asu
vez, n° Porclue selimiten aformar parte de laconstitución del hom
bre como facultades ypropiedades, sino porque son ellas las que
constituyen el «ser hombre» del sujeto. Pero esta decisión sobre la
sensaciónyel sentimientoencuantoquetales nosoloafectaalamera
concepción ni al «concepto» de «sensación» y de «sentimiento», ni
por tanto a la rectitud o falsedad de las doctrinas psicológicas yde
lapsicología en cuanto tal, sino que la decisión de la historia del ser
discierneuno yotro modo como el hombre eshombre al sentir yen
la sensación, es decir: si es quien porta y organiza y disfruta | las 98
sensaciones y los sentimientos y si estos son algo que aparecen en
él?osi aquello que desde hace tiempo se conoce de forma natural
como sensación y sentimiento se lo transforma —con arreglo a la
diferencia de ser—en esoque, enlugar devenir dado en el hombre,
porta fundamentalmente el ser del hombre asumiendo previamente
ladefinición de suesencia, es decir, excluyendo el animal rationale
y el sujeto como formas del «ser hombre».
Lapreparación de la decisión afavor de estaposibilidad seindi
caenSery tiempo12designando «las sensaciones ylos sentimientos»
conel nombre de «temple de ánimo». (Aquí no se trata de una mo
dificación de la explicación psicológico-antropológica del lado sen
timental del hombre, sino de una fundamentación esencial básica
y distinta del hombre en el «ser ahí» determinada puramente
desdelapregunta por el ser. Larealización de estatarea, que decidi
damente era sabida, resulta todo lo precaria que podía ser, pero lo
decisivo aquí sigue siendo el preguntar completamente distinto a
partir de un horizonte totalmente distinto). El temple de ánimo (cf.
el semestre de invierno de 1937/193813)templaal hombre afinándo
loconsudestinación original dehaber sidoSisigndiáopara custodiar
laverdad de la diferencia de ser. Estar templado yafinado no signi
ficadeleitarse conlos temples ni sentir estos sentimientos, sino que
significa, estando incardinado en la diferencia de ser, ser el «ahí»
como el ámbito clareado y despejado del ocultamiento en cuanto
íal Sentir sentimientos es | empecinarse en el sujeto, mientras que 99
estar templado yafinado es verse arrebatado al arrobo en lo abierto
delaverdad de la diferencia de ser, de modo que esta diferencia de
sernoselapiensaposteriormente como laúltimapalidez de lodado
12‘ Heidegger, Ser y tiempo (GA2, 1977), trad., prólogo y notas de J. E. Ri-
vera C-, Trotta, Madrid, 32012, p. 153].
[M. Heidegger, Preguntas fundamentales de lafilosofía, cit., pp. 143 s.].
137
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45
La desintegración del pensar no se basa en el retroceso de la «for
mación» y la educación, ni tampoco este proceso se puede juzgar
115 solo despectivamente como decadencia. | La desintegración forma
parte de la esencia de la Modernidad, y surge del hecho de que el
pensar ha caído al desvincularse de lo que en verdad hay que
pensar: el ser. Este caer por haberse desvinculado tiene su motivo
oculto en el hecho de que, en general, el pensar nunca pudo tratar
de ponerse serio con la verdad de la diferencia de ser, sino que,
como un representar, enseguida introdujo la objetualización del
ser (constituyéndolo en entidad). Desde entonces, aunque el hom
bre se desarrolló desde su esencia (como animal rationale) hasta
constituirse en sujeto, sin embargo, al mismo tiempo, ante la dife
rencia de ser también se convirtió cada vez más en alguien que no
se atreve y que sabe menos que nunca.
Pero a cambio de ello, la caída del pensar por haberse desvin
culado del ser (pues, en el fondo, después de todo el pensar sigue
pensando aún el ser), le deja suelto en la más siniestra familiaridad
con la imposición a la fuerza de lo ente y del disfrute de lo dado y
enlamás siniestra facilidadde esaimposición. Perolaseguridadde
tal dominio insta a provisionalidades cada vez mayores: la incons
tancia del modificar, el no resistir en una consistencia arraigada,
forman parte del desasosiego del calcular, el cual se ha apropiado
de la designación esencial del pensar. La desintegración del pensar
soloselapuede superar conuncambio de lareferencia del hombre
al ser. La superación es aquí —como siempre que pretende ser au
téntica—, necesariamente, un reemplazo irresistible. ¿Pero cómo
reemplazar a una época, yencima a la época de una historia única
(de la metafísica)?
ii6 46
«Historiografía»: los antiguos no distinguían la «historiografía» con
traponiéndola a las ciencias naturales (por ejemplo la émoTqpri
4>uaiKf]), sino al püBog; es más, lahistoriografía (el LcxtoqcTv) apor
tó justamente una determinada interpretación (que es lo que hace
toda contraposición) del pi)0og: según esa interpretación, el pü0og
es lo fabuloso, la «narración de prodigios», f¡ óhcrTOQÍa poúAexaL
xáAr]0£g (Estrabón XI, 516). La historiografía quiere lo correcto
—lo que en realidad es; tampoco se piensa en el procedimiento
146
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148
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18. [G. W. F. Hegel, Ciencia de la lógica, vol. I, ed. de F. Duque, Abada, Ma-
dri4 2011, p. 183 («Prólogo»)].
149
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R EF L EX I O N ES VI I I
[ÍNDICEDENOMBRESYNOCIONES]
Abism°: 58
«Antítesis»: 1 ss. (cf. VII)
^rte; 41 s., 61, 64 ss., 89 s., 102
Ciencias: 13 ss., 48 s., 60, 108 s.
«Clasicismo»: 102
Cristianismo: 29 s.
Cultura: 32 ss., 89
pecantamiento: 53 s.
pecisión: 21 ss., 31 s., 39, 43 ss., 47 s., 54, 57 s., 75 ss., 96, 105 s.
pescartes: 118 s., 125
piferencia de ser: 1 ss., 38 s., 42 s., 57, 67, 85, 111, 120
Ente: a
«Estética»: lis.
Filosofía: 32, 51 s., 64, 84ss., 113 s.
«Filosofía existencial»: 122 ss.
Gigantesco: 9
Grandeza: 45, 109
Hegel: 120 s.
Historia (cf. «Historiografía»): 36, 38, 55, 57 s., 74, 80, 99, 102 s., 105 s.,
110s., 116s.
Historiografía: 10 ss., 13 ss., 20 s., 27 ss., 32 ss., 45, 70, 80, 102, 116
Hólderlin: 10 ss., 79 ss.
Hombre: 85 ss.
Juventud: 111 s.
Kant: 51 s.
Lenguaje: 3 s., 20, 41
Madurez: 122s.
Meditación: 76 s.
Metafísica: 120s.
Naturaleza: 100
Nietzsche: 72 s.
Nihilismo: 19
Nobleza: 106 s.
153
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Objetivo: 53, 85
Olvido del ser: 60 s., 119
Organismo (instalación, acomodamiento): 13
Origen: 58
Pensar: 114 s., 124
Psicología: 22 ss.
Romanticismo: 28
Saber: 33, 109
«Ser ahí»: 7, 104 s.
Soledad: 42 s.
Spengler: 69 ss.
Sublimación: a, 61
Técnica: 37, 61, 88 s. (xéxvrj), 116
Temple: 87 ss., 98s.
Tiempo: 43
Transición: 7s.
Ubicación (emplazamiento): 42 s., 43 ss., 46, 55 ss., 75ss., 86 ss.
Verdad: 40, 56s.
Vida: 55
«Vivencia»: 88 s.
154
REFLEXIONESIX
pQt sj fuera poco, a los alemanes se los ha arrancado de ese fondo
esencial suyo que todavía no se ha hallado jamás —ni menos aún
fundamentado—,yvan dando tumbos por esa extrañeza esencial a
laqueles conminó laModernidad. Eneso consiste el peligro de que
sucumban cayendo en el dominio exclusivo de lo caótico que hay
elloSoPor eso hay que anticiparse pensando hacia el otro comienzo.
¿Perocómo ha de ser lalucha de los instituidores yfundadores
ue se anticipan pensando?
El ser es la diferencia de ser.
[Cf. dioses, pp. 45 ss.1].
2 b
Lapreocupación occidental ysu prestación de asistencia: solo unos
pocos sapientes intuyen que lapregunta por laverdad de la diferen-
ciade ser es lapreocupación occidental por antonomasia yel modo
como Occidente presta asistencia. Ningún «tú» ni ningún «yo» se
considerancasos especiales del hombre dado, ninguna «comunidad»
seconsidera una fusión de muchos tales. Por el hecho de estar pre
sente, ningún mero pueblo seleccionado puede reivindicar una con
sistencia histórica.
La preocupación y la prestación de asistencia son las occiden
tales: nos arrebatan llevándonos a la indigencia de la verdad de la
diferenciadeser, pues el guiñoocultodeladestinaciónde Occidente
afundar el margendetiempoyde espaciodelos dioses más nobles y
abisalescorrepeligrodenoseryarecibidoenlaflagranciadecorazo
nes creadores, de los que, envista del hombre velante, puede volver
asurgir una historia de los dioses... en lugar de una historiografía
dehechos cegados, a causa de lacual el hombre moderno va dando
tumbos hacia ese triste modo de morir suyo que él mismo se ha
acondicionado.
¿Dónde exigirán entonces los dioses la diferencia de ser?
Ahí donde, previamente, ladiferenciade ser sehayahechoapro
piado para sí misma aquel ámbito clareado (el «ser ahí») en cuya
apertura ella se rehúsa para que el rehusamiento, primero, vuelva
aprovocar aquel acontecimiento, que vibra en sí mismo, de una
posiblecontrarréplica de loque, con este llegarse hasta sí mismo, se
aviene con el campar del dios y del hombre.
157
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8
lo que ahora estásucediendo no esmás que una de las muchas con
vulsiones de esa esencia indecisa de la modernidad. Que dos déca-
jaS | después de la guerra mundial, a pesar de todas las revolucio- 11
0eS? lo único que se abra paso hasta la superficie sea el mismo
paroxismo ciego —solo en apariencia encauzado, pero que en nin-
uílaparte se lo domina—, saturando la superficie única de un ho
rizonte lisoyperturbado por el ruido de los quehaceres del hombre
moderno, apunta a que laModernidad no puede salirse de sucarril,
siíioque el hombre, lo quiera ono, tiene que realizar en ella, como
unobjetivo consigo mismo, un final penoso. Yalatransición al otro
comienzo hay que irla preparando con unas bases sapienciales que
semueven en una resolución distinta.
9
lo contrario al 7ióA£poq (como el fundamento esencial del campar
estando ausente durante la guerra —durante la batalla—) no es la
pazparalizada, ni el mero fomento progresista de la cultura, ni el
levantamiento«moral»dela«sociedad», sino que loque primordial
mente es distinto por completo del nóAepog es la decisión entre la
diferencia de ser ylo «ente».
7ióAe|aog —guerra —paz —decisión
Pero lapregunta sigue siendo qué es más ente: aquel poder imponer
yaquella completa dependencia respecto de lo «ente» —en el sentb
do de loya dado yde lo que guía—que en ello se implica, ola dife
rencia de ser yla irradiación del campar de su verdad en el sentido
del origen de otras posibilidades de la decisión. En función de su
modo, el pensar esencial es incalculable eintraducibie a esamanera
de desempeñar las cosas que nos resulta habitual desde el dominio
incipiente de la xéxvq, que si puede convertirse en técnica es solo
13 merced a un cambio esencial | de quien la ejercita (xexvíxqg) ydel
radio de alcance en el que se mantiene. Pero esta conversión de la
xéxvq entécnica no lacausa la máquina, sino que sucede alainver
sa: únicamente el cambio esencial en técnica (representar poniendo
delante como producir sacandounos objetos para el sujeto que que
dan frente a él) hace posible el descubrimiento de la máquina. La
invención de la máquina de vapor no es más que una ocasión, pero
no un motivo que ponga en marcha el desarrollo de la técnica con
una velocidad que, también ella, solo es condicionada y realizada
por aquellatécnica, enel sentido del dominio completo sobre loob-
jetual, que es lo que posibilita la rapidez.
12
De laesencia de un pueblotambién forma parte labuena fe. Labue
na fe no es una carencia, sino «condición» del actuar sin condicio
nes. Cuanto mejor se pueda gobernar y más conformada esté esta
buena fe, cuanto mayor sea la seguridad con la que se someta a los
organismos maniobrables encajándose en ellos, tanto más puede de
sarrollarse convirtiéndose en mera estulticia. Es un arma tremenda,
contal de que selamantenga atiempoypor completo dentro de los
límites que ellamisma desea. Lahistoriografía enseña que, solodes
pués de haber asegurado el éxito, aun gobernante le está permitido
revelar a su «pueblo» qué es en realidadlo que él quería. Pero para
14 que el éxito seproduzca, el pueblo | tiene que figurarse que, cuando
hace la voluntad del gobernante, en realidad está haciendo interve
nir suvoluntad propia yúnicamente ella. Este encubrimiento yfin
gimiento de los niveles de la voluntad no se lo puede valorar desde
cualesquiera puntos de vista «morales». Ano ser que se renuncie a
conseguir objetivos que estén al alcance. Ano ser que esta renuncia
resulte innecesaria, porque el «ser ahí» es portado por una verdad
que crea otros orígenes del gobernar yno conoce ningún objetivoni
ningún «éxito». Pero es sobre todo entonces cuando la «moral» re
sulta imposible como una doctrina suplementaria yposterior.
164
R EF L EX I O N ES I X
13
uernar», «reinar» (rex) significa «ser rey»: actuar con realeza
j detal ser. Hoy, por «gobierno» («reinado») solo entendemos ese
anjSIIio de las autoridades administrativas que ya está rodado y
ue nos hemos habituado. Quien pueda gobernar y encuentre
^ ocasión
^ para
«-im ¿ello
U1r* aún no necesita poder
oiit i nr» r\r\Aí*r /«reinar». Para «rpiníar»
/ r^ inaryy Paríi «reinar»
la tendiéndolo
te: del ser que guarda silencio, que desdeña todo ruidofalta
(en,bleza com o «gobernar» en sentido propio) hace
y
la
que
no
jamas cae en lo «ordinario
14
¿A qué se debe que todo aquel que despotrica y que trabaja con los
medios de la degradación, incluso aunque ella se corresponda con
jos «hechos», nunca tenga razón ni tenga derecho a ello? «No tener
tazón»y«notener derecho aello» | no en el sentido de loincorrec- ís
t0yde la mera falta de justificación o de legitimación, sino «no te
ner derecho» en el sentido más profundo de que alguien así se está
privando del verdadero rango de la postura y la dignidad nobles.
(¿Cómohayqueconcebir desdeaquí la«instigación»delospueblos?).
15
Nadie puede apelar al honor si este no ha encontrado previamente
suesencia en ser el escudo protector para una veneración en virtud
de la cual todo aquel que apela al honor ha sido llamado por unas
necesidades que nunca vienen de lo que ya es, sino que vienen
como un guiño de la diferencia de ser que apunta hacia el primor
dial arriesgarse a la verdad, es decir, hacia la contrarréplica donde .
los dioses y los hombres se enfrentan yse encuentran. El ámbito de
esta contrarréplica donde dioses y hombres se enfrentan y encuen
tran—un ámbito que solo surge de lapropia contrarréplica yque al
mismotiempo la atraviesa oscilando en ella—sololes estáreserva
doaquienes buscan, los cuales estánmarcados por el desasosiego de
la diferencia de ser y por todas partes han sido descolocados de lo
ente, incluso ahí donde tradicionalmente tienen que ejercer funcio
nes con él y utilizarlo. El honor nunca puede apelar a algo dado, y
por tanto tampoco a un «ideal». ¿Pero dónde ycuándo hay venera
ción? ¿Yse conocen ya entre sí quienes buscan, ocada uno de ellos
anda necesariamente desorientado en su extravío y, por eso, ha
quedado dispensado | de todo delirio y de toda figuración? 16
16
Cuando ahora, en ocasiones, la segunda guerra mundial va entran
doenel horizonte de los hombres, parece que, otra vez, no sepudie-
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^ indecisión, en el sentido de estar fuera del ámbito de la decisión
a favor de la diferencia de ser o a favor lo meramente ente, es la
condición fundamental para el dominio exclusivo del calcular.
aSí es como se abre el abismo que separa el futuro campar del hom-
^re respecto de lo que había hasta ahora.
¿Qué es el futuro alemán? Que, de entre los alemanes, algunos
individuos sueltos lleguen aser futuros: aquellos que —aunque en
cada caso solo sea por momentos—dejan que el empentón de la
diferenciade ser llegue hastaellos, | aquellos que, pensando, seade- 26
lantan hasta esto venidero, volviendo a fundarle a la tierra un espa-
ciopara lalucha por la decisión sobre los dioses, yponiendo de este
modo el fundamento para una historia. Los hombres futuros tienen
quesoportar largas soledades. Supeligro es que renuncien demasia
dopronto al saber, encomendándolo al enredamiento y a la mezco-
lanza enel saldo de cuentas yen las compensacionesy ajustes preci
pitados yávidos, para satisfacer la exigencia —que de todos modos
resulta «comprensible»—de que uno tiene que hacer algopor «su
época». Supeligro es quemitiguendemasiadopronto el espanto que
vienedel empentón deladiferenciadeser, para deinmediatovolver
ahacerla «umversalmente» accesible, ya que, al fin yal cabo, nada
que no haya sido timbrado por la opinión púbica tiene validez. Su
peligro es que, como ellos son los inquirientes, el preguntar se les
vuelva una costumbre y un procedimiento, en lugar de un fondo
abisal que, de sopetón, siempre se abre de nuevo. Los futuros de
entre los alemanes sucumbirán siempre y necesariamente a uno
de estos peligros, es decir, el futuro —en cuanto que futuro ale
mán—será una larga lucha en la que muchos caerán en silencio y
silenciados, | mientras que el ruido de las planificaciones yel voce- 27
río del deterioro de la tierra a causa de su uso acompañarán la
marcha triunfal de los más diminutos de todos los tipos humanos.
Ysin embargo, el futuro alemán no «llegará primero a ser»,
sinoque ya «es»desde que Hólderlin lo fundó. Pero este «es»tiene
una verdad distinta, que permanece cerrada a todo representar y
proceder correctos, incluso por muy correctos que sean. Pero este
futuro no se puede emprender como «perspectiva», ni como «lo
deseable», ni como una situación anticipada: «es»por cuanto que y
mientras los futuros son.
27
Lacienciahistoriográfica (filológica) está comenzando lentamente
aaplanar los conocimientos que Nietzsche tenía del mundo griego,
convirtiéndolos enlugares comunes ydemostrándolos después rigu
rosamente (sindarse cuenta—comosucede siempre entales casos—
dequehallarlas demostraciones ylas razones presupone ya laver-
dad --histórica—deloque setrata de demostrar). Perola«verdad»
e^ainterpretación que Nietzsche hizo del mundo griego no es nin-
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50
La «historiografía» —caso de que no pensemos superficialmente ni
de forma derivada—no es de ningún modo la enfermedad de la
época moderna, sino labase de susanación, si es que «salud»signifL
71 ca el curso | de un proceso regulado, que se desarrolla sin que 10
perturben, con un empleo irrestricto de todas las fuerzas disponi
bles. La «historiografía» selaestápensando aquí enun sentido esen
cial, es decir, metafísicamente, ynopor ejemplocomo ocupaciónde
los «historiadores», ni menos aún como historia. (Cf. pp. 76 ss.).
51
¿Sehabría producido jamás un comienzo de lafilosofía si el pensar
hubiera podido recurrir a «resultados» de las «ciencias»? Pero si el
comienzo es lo esencial y lo supremo, entonces, en ese tipo de co
mienzo no científico de lafilosofía seimplica laindicación de eludir
laciencia. ¿Peropor qué sucedió locontrario? Porque el pensar mis
mo se sintió inseguro en sucauce yse anquilosó con supreguntar.
No sepudo mantener esaaltura enlaque no haymenester vías cog
noscitivas y modos de explicación derivados y que incluso habían
dimanado de él. ¿Por qué no? ¿Sucederá incluso que la esencia dela
diferencia de ser no tolera jamás lo que nociones posteriores sugeri
rán como progreso continuo del conocimiento? ¿Para que haya al
turas no tienen que propagarse siempre entorno de sí la decadencia
72 y el derribo, | buscando al cabo su seguridad en el hecho de que lo
que es plano resulta abarcable? No ya la incapacidad del hombre
para el pensamiento esencial, sino, antes que eso, la dignidad de la
diferencia misma de ser en cuanto que aquello que hay que pensar
es lo que exige lo que descuella a modo de cumbre y lo escaso. Por
eso, denada sirve una formaciónenla destrezapara pensar mientras
la diferencia de ser se mantenga en lo inescalable, encomendando
incluso la definición esencial del hombre a la prioridad de lo ente.
Pero entre tanto el pensar ha quedado tan completamente ena
jenado de la diferencia de ser que la exigencia de renunciar a la
cienciadentro de lafilosofíayasolosuscita el malentendido deque
la filosofía es, o bien un opinar arbitrario, o bien una depuración
posterior, objetivamente irrelevanteyformal, yunpulimiento delos
«conceptos». Es verdad que con actos se cambia el mundo, y que
cuanto mayor seala masa de los hombres, tanta mayor importancia
tendrá el incremento de la energía a la hora de actuar, para que la
masificación seproporcione siempre de nuevo los ámbitos de acti
vación que le son adecuados. Pero un mundo jamás se funda con
73 actos, si esque un | mundocongregaensí el imperar de ladiferencia
194
R EF L EX I O N ES I X
que abra cauces por los que se pueda orientar el curso de los inqu^
rientes. Este omitir alahora depensar (al que unavez, deuna fortna
que se presta a malinterpretaciones, se le llamó «destrucción») Se
refiere alasuperacióndeesaprioridaddeloente que entodas partes
es poderosa pero que al mismo tiempo resulta irreconocible.
52
Paraadelantarsepensandoenlaverdadde ladiferenciadeser, ¿cuán-
tas veces es necesario despedirse de presuntas posturas fundamenta-
les hasta que se pueda experimentar el manar de un origen (los em
pentones de la diferencia misma de ser)? En verdad que las
despedidas que más cuestansonlas de los planteamientos de partida
que uno mismo ha alcanzado abase de luchar, yde cuyo peso de la
costumbre solo rara vez es capaz de desprenderse uno. Pero, para
los sapientes, ya han transcurrido los cursos temporales en los que
las referencias de búsqueda todavía podían exponerse ycomunicar-
76 se de propio. Hasta que el derecho | a una palabra esencial haya
encontrado subase no queda sino el yerro silente. En la época ac
tual, la única «educación» futura para la «filosofía» es la educación
para un poder guardar silencio con fundamento yque se mida con
los criterios supremos. (Cf. pp. 113 s.).
53
Todo lo«revolucionario», encuanto que mero darle lavuelta aalgo,
necesariamente sigue siendo todavía demasiado «conservador» (si
gue estando demasiado apegado alo anterior yala conservación de
lo acrisolado) como para que pueda ofrecer jamás un camino libre
hacia el origen más antiguo. Pero la voluntad de origen conserva
siempre —en sudespliegue superficial—una propensión alo «revo
lucionario» y al mismo tiempo a lo «conservador». Solo que lo pri
mordial, lo que viene de la irradiación del campar de la diferencia
de ser, en verdad que nunca se apoya en lo acrisolado, porque el
acrisolamiento ya ha fijado de entrada un patrón de medida al que
lo primordial ya no es capaz de reconocer como esencial. Unica
mente lo primordial —lo que está sometido a la necesidad de la di
ferencia de ser y lo que es superior a todas las menesterosidades de
lo ente—se da cuenta enseguida de que lo «revolucionario» tan
solo porta la apariencia de primordialidad, y aun siquiera eso sola-
77 mente es capaz de hacerlo | mientras conserve la autoestima abase
de menospreciar aquello alo que leha dado lavuelta. Las revolucio
nes nunca son radicales, pues radical y arraigado es aquello que en
cuentra yfunda por sí mismo como fundamento propio lo que cam
pa con sencillez. Pero las revoluciones siempre son, en cada caso,
196
R EF L EX I O N ES I X
197
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
198
R EF L EX I O N ES I X
58a
gl actuar político no hayque medirlo con lareglaplegable del senti
mentalismo y de la moralina. Pero tampoco el éxito | puede bastar si
coxnolegitimación posterior. De este modo, todo se quedaría en un
cegamiento. ¿Dónde tiene su ley este actuar? ¿En algún provecho
del pueblo, en el honor de lanación? Esto exige de entrada el dere-
eho a «ser», en el sentido de un inventario disponible yque se lo
puede desarrollar. Pero lo ente en lo que estamos incardinados (el
pueblo) ¿dónde tiene larazón de supretensión de ser? ¿Qué tipo de
ser se está pensando aquí, desde dónde se lo define, y cómo se lo
puede definir, si la meditación sobre el ser está sofocada yse va ex
tinguiendo paulatinamente, ysi laha hecho pasar por superflua una
apelación a «lavida», cuya vitalidad debe entenderla cualquiera que
estéensusanojuicio? ¿Peroquién dirá en qué consiste la salud aquí
(en lo no meramente corpóreo)? El actuar político, que al fin y al
cabo no es nada por sí mismo, sino que está incorporado por com
pletoenel campar del hombre moderno yde suhistoria, únicamen
te encuentra su ley en el despliegue sin miramientos hacia un puro
cálculono vinculatorio yenfunción de la movilización de las masas
ensuconjunto. Todas las arengas para conservar la sustancia popu
lar y cosas semejantes son necesarias, pero siempre se quedan en
merospretextos para el dominioirrestricto delopolítico. Pues, ¿qué
tipo de objetivo se supone que debe ser la mera conservación | de 82
un«pueblo»ydesumasificaciónsi «la»vidano seveenotra cosa que
precisamente enconservar eincrementar lacapacidadde movimien
to?Toda «cultura», encuanto que culturapolítica, selaquiere igual
mente en serio, pero a su vez únicamente como medio de poder y
comoornamento, yno por ejemplocomoposible forma fundamen
tal de ser hombre: una posibilidad que ya está desarraigada en vir
tud de la esencia ydel campar de eso que se da en llamar «valores».
59
Aquello que no está en las reglas y cuyas cuentas no cuadran en la
planificacióntampoco tiene ninguna realidad. Conesta opinión mo
derna preconcebida el hombre llega muy lejos, tan lejos que un día
olvidalapregunta: ¿haciadónde? Peroseavanza, ycadavezsonma
yores las masas que comparten la opinión de que se está avanzan
do. Yal final, lo único que acaba habiendo por todas partes es un
azuzar y un desconfiar y un surtir y un tomar precauciones y na
die sabe para qué... pero algo está sucediendo yparece que eso sea
la «vida». Pero el sapiente no debe dar ninguna importancia a este
caos de lo ente, sino que lo que tiene que hacer es... pasar de largo.
199
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6. [M. Heidegger, Sery tiempo (GA2, 1977), trad., prólogo ynotas deJ. E. Ri
vera C., Trotta, Madrid, 32012, p. 405].
202
R EF L EX I O N ES I X
banbuscando
eSe m odo
para su menesterosidad de repercusión. Tan pronto
de pensar se cimienta aún encima con una «filoso-
com
y ¿eolavida», parece | que suverdad exclusiva ya ha quedado ase- 89
rada. De ahí surge una constitución de la vida popular que, re
jondeada ensí misma, yano necesita para sí de ningún objetivo, ni
^cnos aún de averiguar objetivos preguntando por ellos. Esta ca
renciade necesidades, que crece más rápidamente ymás por exten-
s0hasta convertirse en algo obvio, ya no puede concebir nunca el
nsamiento de que los objetivos y los motivos, las tareas y los fi
nes, entodas partes se quedan enmeras capas superficiales, incluso
cuando se enrollan sobre sí mismos: capas superficiales no de un
fondo distinto y que quede por detrás, sino del fondo abisal en el
que acontece el surgimiento—libre de objetivos ycarente de finali-
__de lo necesaria que resulta una indigencia de la diferencia de
ser. Cuando esto abisal ya no selo puede saber, falta la disposición
para lo esencial, lo cual, siempre que se llega a una irradiación de
sucampar, exige que el ser esté enel comienzo, ypor tanto el aban
dono de la prioridad de lo ente y de la suya propia. Porque aquel
modo de pensar que obedece a una finalidad ahora se ha vuelto en
todas partes ley expresa en los pueblos «culturales», por eso con él
mismo queda testimoniado que la diferencia de ser merece el odio
másmalévolo: soloconellosehaalcanzado el ámbitomás ínfimodel
nihilismo, en la medida en que, desde la historia de la diferencia de
ser, al nihilismo se lo concibe al mismo tiempo metafísicamente.
66 90
Juventud. ¿Tenemos una juventud y podemos tenerla? No. Aunque
enun sentido biológico los jóvenes están presentes y constantemente
vuelven a crecer, sin embargo esto no es «juventud». Por otro lado,
tampoco es cierta sinmás esamáxima tan predilecta de que lajuven
tudesposible acualquier «edad», comosucedeconel envejecimiento.
Juventud son quienes buscan, viendo al mismo tiempo que lo
esencial es puesto en cuestiónyqueriendo, que selos ponga aprue
ba con eso, en lugar de limitarse a refugiarse en lo incuestionado.
Una juventud es fuerte si no confía simplemente en lo dado, pero
tampoco se quebranta con la meditación ni con la pasión por lo
oscuro, yno se vuelve ni «estética» ni indiferente.
Poder callar y, sin embargo, no ser recatado a la hora de decir
lapalabra justa.
Sufortaleza no la saca única ni primeramente de sus músculos
ni de la voz, sino de la fuerza de la veneración. Pero en esta impera
laorgullosasuperación del estado esencial que seha ganado en cada
caso.
203
R EF L EX I O N ES VII- XI . C U A D ER N O S N EG R O S (1938-1939)
206
R EF L EX I O N ES IX
71
eXigendas excesivas son la fuente de la riqueza en el ánimo, so-
u etodo si se convierten en señas de algo primordial que nos exige
saltar ydesenmascarar los cálculos enlo que tienen de insuficientes.
72 97
208
R EF L EX I O N ES I X
209
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210
R EF L EX I O N ES I X
82
Conlaconmoción de lametafísica (prioridad de loente sobre el Ser
de modo que este tiene que convertirse en un suplemento, es decir'
en una idea y en un ideal), ya sea en forma de platonismo o de Sl\
inversión, se ha socavado la posibilidad esencial de una «cultura»
Todo pensar en términos de ideales «culturales» yde formas «cultu*
rales», ymás aún enforma de programas «culturales», hoyno esmás
que el empecinamiento del hombre en el olvido del ser —el cual le
domina ya desde hace tiempo—como una consecuencia moderna
del olvido del ser por parte de lo ente que ya comenzó en la edad
media y en la antigüedad —tras su gran comienzo—. Al comienzo
de la Modernidad, el olvido del ser aparece estableciendo la norma
bajo lafigura de la «certeza absoluta», ypor tanto de una forma qUe
finge ser justamente lo contrario, y que en los siglos venideros pro
pagará esta confusión hasta convertirla en algo obvio. El olvido del
ser queda sellado con la prioridad del hombre como sujeto.
107 83
El concepto habitual defe: persuadirse de que uno ya está saciado
con sus pretensiones —que de todos modos son débiles—de una
meditación inquisitiva sobre lo ente ysobre lareferencia con él. Tal
saciedad considera a los ciegos los auténticos videntes. De las me
didas preventivas internas de este tipo de fe forma parte proclamar
constantemente que la fe es lo más difícil, siendo que en realidad
es... lo más cómodo.
84
Como «ideal» del conocimiento, la «ciencia» puede ser equívoca.
Ciencia puede significar que el mero conocer yexplicar no es ya un
darse cuenta de algo, sino que este solamente comienza con el deci
sivo saber esencial —inquisitivo—. De este modo, la «cientificidad»
no es más que una designación para aquella postura que ha dejado
tras de sí toda «ciencia» calculadora en cuanto que «investigación
positiva». Pero una designación que solo expresa un desamparo,
porque, entre tanto, el término «ciencia» alcanzó aquel otro signifi
cado según el cual lo esencial no es el saber en el sentido del esbozo
del fundamento esencial de lo ente (como arriesgarse a laverdad de
la diferencia de ser), sino despedirse de tal saber a favor de lascien-
tia en la acepción de Science: el cálculo explicativo y dominante
justo de loobjetual que encada casoresulta provechoso yrelevante.
La polisemia y el significado arbitrario de tales nombres (fe, sa
ber, ciencia, cultura, etc.) han dejado de ser ya una mera oscilación
212
R EF L EX I O N ES I X
221
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
SUPLEMENTOS
1
Lo más ordinario es lo general y su generalización.
Eso, por la impotencia a la hora de llegar a saber lo respecti
vamente único eincomparable en ello mismo, guardándolo en su
secreto... en agradecimiento a ello.
2
Un estudiante de bachillerato dijo acerca mi conferencia sobre
Hólderlin pronunciada en Múnich10:
«¡Qué manera de no tocar el poema! ¡Cómo creó un trasfondo
sobre el cual el poema sehizovisible por sí mismo! ¡Eso es arte, esta
forma de hacer visible!».
3
Fulgurar:
Recogerse en la luz
Concebir lo resguardante
Incardiñarse en el acontecimiento.
Alumbrar... pero no brillar.
4
«Yque también uno sienta eso por sí mismo... »
«... sino la vida, ese ardiente eco susurrante incluso
de sombras
como congregado en un foco. Desierto áureo.
II, 24911
y amor perdido»
9. [DieFragmente derVorsokratiker. Griechisch undDeutsch von Hermann Diels,
vol. I, Weidmannsche Buchhandlung, Berlín, 41922, B97],
10. [M. Heidegger, «La tierra yel cielo de Hólderlin», enAclaraciones a lapoesíade
Hólderlin (GA4,1981), versióndeH. CortésyA.Leyte,Alianza, Madrid, 2005, pp. 169-200].
11. [F. Hólderlin, Gedichte nach 1800, ed. de F. BeiEner, Stuttgarter Ausgabe,
vol. 2.1, W. Kohlhammer, Stuttgart, 1951].
222
R EF L EX I O N ES I X
5
^Qoo^íiomv |dkvvEQCüxa 0£¿)v ¡ar|TÍaaTo návxLov
parménides, fragmento 131
(a£Áf|vr|)
vijKFKpoceQneQlyoCiav áAcbpevov áAAÓTQiovcjxoq...
a[d naTiTaívovoa tíqóc, aúyág f]£AíoLO 14.15
y,ala vboLTÓQitov 15a12
6
$littgenstein —-/
Enuna conferencia pronunciada en Viena:
«Loabsoluto es laproposición»,
es decir, el enunciado13.
7
Michel, Wilhelm
Cómo tradujo Hólderlin el nombre de una diosa (Perséfone
= luz).
Kunstwart, año 41, 2. 1928.
pp. 59-61.
Hólderlin, traducción de Antígona, versos 922 ss. (edición de
Stuttgart):
«¡Tumba! ¡Lecho nupcial! ¡Morada
subterránea, siempre velante! Ahí viajaré
para encontrarme con los míos, a la mayoría de los cuales
—una vez que hubieron partido hacia los muertos—
les saludó allí una luz iracunda y compasiva»14.
Misterios eleusinos.
«El iniciado, después dehaber sido purificado, descendía al sub
mundo, igual que el hombre tras la muerte. Recorría a oscuras pasa
dizosangostos hastaquellegabaaunaestanciadondehabíaunlecho,
el cual simbolizaba el desposorio místico con Perséfone, que le reci
bíaaquí. Yentonces seleaparecíaunfuerte resplandor luminosoque
lealumbraba sucamino posterior. Por tanto, en este rito, Perséfone
esdirectamenteypor completoel principio lumínico del submundo.
Enel momentoenque ellasaludaal peregrino del submundo, este se
223
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224
R EF L EX I O N ES I X
10
«sinser arrastrado por el reflujo del pensar»
£l campo propio de experiencia
sinpensar - sin decirse en silencio - y sin meditar.
/
Hólderlin:
«Les gusta arrancar los racimos, pero se burlan
de ti, amorfa vid, porque
tambaleándote al suelo vas errando agreste»15.
piensapor ti mismo mientras no reivindiques el pensamiento como
si fuera (subjetivamente) tuyo.
De lo contrario limítate a opinar.
«Sobre cómo procede el espíritu poético».
III, 277-30916. «Lenguaje».
Alpensar.
11
Como corresponde al asunto:
entender algo como evidente,
iluminación,
icómo van a ser posibles sin áAqGeia?
12
Todo depende de si uno percibe, de si se da cuenta de que la cha
puza de P. H.17es una ruindad por la que lehanpagado, yque por
tal motivo es un engaño, sobre todo en esos pasajes donde pare
ce andar repartiendo alabanzas; o de si, en lugar de escoger en lo
relativo a H., piensa hasta el fondo y reflexiona sobre el asunto
que H. trata de pensar. Todo lo que no sea esto es conocer mal el
siniestro poder de la esfera pública y de la sed de venganza que la
domina.
15. [F. Hólderlin, «Gesang des Deutschen», en Samtliche Werke, vol. 4, ed. de N. v.
Hellingrath, Propyláen, Berlín, 21923, p. 129].
16. [F. Hólderlin, «Uber dieVerfahrungsweise des poetischen Geistes», enSamtliche
Werke, vol. 3, ed. de L. v. Pigenot, Propyláen, Berlín, 21923].
17. [P. Hühnerfeld, In Sachen Heidegger. Versuch über ein deutsches Genie, Hoff-
mann und Campe, Hamburgo, 1959].
225
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
13
Muerte.
Hólderlin: Hipérión. Libro I. Las tres últimas cartas.
Libro II. La tercera carta.
14
«¿No sucede siempre que se ha llegado al final cuando uno ya no se
distrae al involucrarse en lo particular y actual, en la dicha yen el
infortunio, cuando todo estáyadecidido, cuando el comienzovuel
ve aacuciar, cuando todo aquello que había que olvidar para poder
seguir adelante resulta desbordado por la plenitud y el exceso de
una vida humana? iYacaso el comienzo no se las da siempre de lo
auténtico, de lo indestructible, del núcleo?».
H. A., Rabel Varnhagen18.
160 s.
15
Pensar es... lapasión por loinútil. La mayoría de las veces, loinútil
seconsiderainfructuosoyque noreporta provecho. Por esonoselo
emplea. En la medida en que todo se oriente al beneficio yal rendi
miento, sepasarápor altoel pensamiento. De estaformainclusouno
está actuando conforme al pensamiento... solo que para recusarlo.
16
Las tres «H»: Heráclito, Hegel, Hólderlin.
Acontecimiento: incomprensible para el entendimiento
irracional para la razón.
Conperspectivas al pensar correspondiente, al rehusar que {en
varios sentidos) se contiene {preservando).
17
«El lenguaje natural»:
natural = habitual ycotidiano, esdecir, corriente, acostumbrado.
¿Desde qué acostumbramiento?Desde un acostumbramiento
que viene de la tradición. ¿Pero desde dónde se define latradición?
{natural y naturaleza del asunto; «esencia»: lenguaje natural,
lenguaje esencial)
[¿Qué puede significar esto?].
226
R EF L EX I O N ES I X
18
Quien nunca haya pensado afondo los libros T IVZVII ©IXde la
«jyletafteica» de Aristóteles en su lenguaje, quien no haya recorrido
pensando toda la «lógica» de Hegel, nunca podrá enterarse de qué
significa pensar lo ente como ente.
Aquí no se trata de eruditos conocimientos historiográficos
sobre la filosofía pasada, sino del lenguaje completado de épocas
actuales en su historia universal.
19
Si senos permite salvaguardar cuando menos loesperábamos, enlos
ademanes bien ejercitados del encaje único de junturas, aquello que
barruntamos tempranamente pero que en largas búsquedas apenas
llegamos a divisar... ysi ental salvaguarda custodiamos lo duradero
yapartir de ello nosotros llegamos a ser los permanentes.
227
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
[ÍNDICE DE NOMBRESYNOCIONES]
Caminos: 51
Ciencia: 79, 97, 197
Comienzo: 39, 50, 71 ss., 91 s., 126
Cultura: 106
Decisión: 7 ss., 64 s.
Diferencia de ser: a, 21, 37, 49, 95, 100, 102, 111 ss., 123 s.
Dioses: 4
Filosofía: 51, 71, 75 s., 78, 83 s., 99, 100, 121
Futuro: 22 ss.
Fíistoria: 6 ss.
Historiografía: 2 s., 37 X, 40ss., 45, 64 s., 70 s., 86 s., 96, 101, 109 ss
114 s.
Historiografía del arte: 43 ss.
Hólderlin: 1 ss., 27
Hombre: 1 ss., 66 ss., 97 s., 104
Indigencia: 100, 102, 111 s., 116, 124 (cf. X)
Juventud: 90 s., 93
Lenguaje: 80
Meditación: 33 ss., 122 s.
Metafísica: 116
Modernidad: 102 s., 106, 121
Mundo: 72 s.
Mundo griego: 27
Nada: 83
Nietzsche: 56 ss., 67 ss., 84 s., 104, 116ss.
Obra de arte: 115 s.
Occidente: 89 s.
Pensar en términos de la historia de la diferencia de ser: 62, 87
Preguntar: 91
Pueblo: 13
Recuerdo: 40 ss., 67
«Revolución»: 76 s.
«Ser ahí»: 92, 98
228
R EF L EX I O N ES I X
229
REFLEXIONESX
a Estas «reflexiones», así como todas las anteriores, no son «aforis
mos» a modo de «máximas vitales», sino inaparentes puestos de
avanzadilla y de retaguardia en el conjunto del intento de una me
ditación, todavía indecible, sobre la conquista de un camino para
un preguntar que vuelve a ser inicial, y que a diferencia del pensar
metafísico sellama el pensar sobre lahistoriade ladiferenciadeser.
Pues lo decisivo no es loque se representa ni lo que se compone a
modo de un edificio de nociones, sino únicamente el modo como
se pregunta y que, en general, se esté preguntando por el ser. En
este preguntar tiene que ser igual de grande la veneración de los
pensadores esenciales y la renuncia a todo tipo de imitación. Ese
mundillo literario «filosófico» que prosigue adelante sininmutarse
no hace falta que sepa nada ni de esaveneración ni de esa renuncia,
pues solo puede asegurarse un mercado sobre lo infundado que re
sulta lo contradictorio de su adecuación a los tiempos actuales.
Tnto con las dimensiones de los singulares éxitos políticos crece
mbién el ocultamiento de la indigencia en que nos sume la histo-
riadeladiferencia de ser, ytambién se agudiza laextrañeza que nos
r0voca la meditación esencial. ¿Puede un pueblo afrontar ambas
cosas alavez, o incluso siquiera una después de otra? No. Pero hay
ue arriesgarse a ambas cosas, en la respectiva resolución de sus di
recciones contrarias entre sí, que sonlo que queda en primer plano.
pues lahistoria no es ni lo que lahistoriografía aporta como objeto,
ni lo que el presente «vivencia», sino que es el rastro de laverdad (y
por tanto, al mismo tiempo, del extravío) de la diferencia de ser.
2
Lo ente en el conjunto de su objetivación occidental es una puerta
pesada, cerrada de un portazo desde hace ya tiempo y que también
haperdido lahabitación alaque debía conducir. Esapuerta hayque
romperlaysacarla de las bisagras para que lanada aparezca como la
primera sombra auténtica de la diferencia de ser. ¿Quién levantará
lo ente para sacarlo de las bisagras de su hominización extrema?
¿Quién se atreverá a saber que esto es lo único necesario?
¿Quién barrunta que tal saber ysu conservación pueden acuñar
paraotra épocalaleyque dictacómodebendisponerse susfundacio
nes, yqueunpreguntar primordial esunauténtico dominioynouna
mera carencia de esas respuestas que continuamente empujan a un
lado al hombre apartándolo de la lucha por su esencia? Pero esta
esencia es aquella lucha de la fundación inquiriente de laverdad de
la diferencia de ser.
3
¿De qué sirve la claridad del concepto si no puede surgir del aclara-
miento de lo oscuro ysi lo oscuro, por suparte, se queda solamente
en lo turbio, en el sentido de la confusión de una superficie, y sin
llegar a ser lo insondable de un abismo, y si este abismo no campa
como la propia diferencia de ser, sino que no aporta más que la
apariencia de lo no aclarado bajo la figura de algo no investigado
enel ámbito de loente? ¿De qué sirve el pensar si no se convierte en
el arriesgarse a aquella exigencia excesiva que la diferencia de ser
siempre plantea? ¿Pero cómo consigue una exigencia excesiva su
margen de espacioytiempo? ¿Oacasoel margen de espacioytiem
po es la apertura todavía infundada de aquello abierto que surge en
la exigencia excesiva?
233
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
4
Unicamente debería atreverse aentrar en conversación con lahisto.
ria del pensamiento, yadecir desde esta conversación algunas cosas
acercadeesahistoria, quien tenga que ser un pensador yquienpro^
ceda de esta historia. Las apelaciones inquirientes de los pensadores
son el eco no escuchado de las exigencias excesivas que les plantea
el ser, el cual ellos tratan de averiguar preguntando, de modo qUe
2 aquellas llamadas no rompen | el silencio de la apertura del ser
pero traspasándola sí que le proporcionan el silenciamiento ysalva-
guardan el ámbito del campar del abismo desde el cual hablan todo
decir y todo nombrar fundantes y desde el cual surge el lenguaje.
Por lo demás, en el acostumbramiento a la cotidianeidad historio-
gráfica el lenguaje aparece desde hace tiempo como uso lingüístico
ycomo consumo. Seloconsidera una capa conlaque serecubre por
encima todo lo ente y de la que se puede recortar un trapo para
cualquier cosa, ya que esacosa llevaprendida lamenesterosidad de
designación.
¿Por qué estasiniestrainversiónensucontrario que seproduce
cuando lo que construye hasta el final dentro de sí mismo el paraje
escabroso de la diferencia de ser se convierte en la homogeneidad
que desplaza yque es propia de una nivelación posterior —yque
por eso en la cotidianeidad siempre resulta primera—de lo ente,
guiando toda presunta meditación sobre la esencia del lenguaje,
incluso cuando el lugar de la gramática de la lógica proposicional
lo han ocupado la «hermenéutica» —que se amolda mejor—, la
«estética» del sentimiento expresivo y la psicología de la melodía
lingüística, einclusolametafísica? Esta inversiónno es nada equivo
cado, sinoesarepresióndeloprimordial enloente queempujahacia
el olvido del ser y que no concibe ya nada primordial.
3 Ella es, considerándola en lo inicial, la preservación | yla con
servacióndel origenpara las decisiones esenciales entre lafundación
de una verdad de la diferencia de ser y la prioridad de lo ente. La
enajenacióndelaesenciadel lenguaje posibilitaunincrementoilimi
tado de laproducción de textos yde palabras (alahora de escribir y
de hablar), de modo que, un día, lapoesía históricamente decisiva
y el decir meditativo preparatorio habrán quedado atrás como algo
totalmente chocante, dando asi laprimera señahaciaaquelloqueno
solo no se puede dominar desde las maquinaciones de lo ente, sino
que ni siquiera selopuede rechazar. Ante lo chocante que resulta lo
totalmente extraño, incluso el rechazo se retira, refugiándose en
lo que le resulta habitual. Los caminos del origen siempre son
—calculándolos por encimahistoriográficamente desde loente—
rodeos, es decir, que aquellos que reflexionan sobre lafundaciónde
234
R EF L EX I O N ES X
236
R EF L EX I O N ES X
8
la esencia de la metafísica consiste en desplazar el ser de lo ente
kasta un ente supremo, el cual es o bien lo suprasensible no captable
sensorialmente o bien lo sensible que aquello suprasensible degrada
a mera expresión de sí mismo y a recurso de emergencia, mientras
ue la metafísica de lo suprasensible devalúa lo sensible. (Lo esencial
es: i) trascender hasta un ente, yendo en contra de la dirección del
aera; 2) equiparar lo propiamente ente al ser; 3) la prioridad de
lo ente en cuanto tal). (Cf. pp. 55 ss. y p. 99).
9
La «barbarie» es un privilegio de los pueblos culturales.
10 s
Cuando en un pueblo aparecen varios cientos de «poetas» y algu-
nos miles de «artistas», cabe suponer que de este pueblo tiene que
haberse retirado la fuerza, es decir, la decisión esencial a favor de
la poesía y del arte, y que esto se ha producido porque tal pueblo
ha elevado a objetivo supremo de la «vida» el abandono del ser
por parte de lo ente. Sin duda que entre aquellos muchos (poetas
y artistas) hay algunos cuyas «obras» contienen una buena dosis de
«maestría» y que han sido hechas en serio, de modo que a alguno
le brindan algún consuelo y le deparan una diversión, e incluso le
prestan un asidero.
Solo que... no basta con eso. Esos no son más que vástagos de
una tradición «cultural», pero no fundadores ni «iniciadores» a partir
de la indigencia más primordial.
11
Stefan George y Rilke merecen un reconocimiento, pero no deben
emplearse nunca como ayudas de interpretación de Hólderlin, por
que jamás se pudieron aproximar a la misión histórica de este últi
mo ni estuvieron a su altura, y no se los puede comparar de ningún
modo.
12
Lo único que nos puede salvar es la meditación más primordial...
brindándonos un refugio en la indigencia. Para la «dicha» respec
tiva siempre se encuentra ya | una vía de salida, aunque solo sea el 9
contentarse con poco y la renuncia a exigencias excesivas. Quienes
nos salvan de la «indigencia» seguro que los hay, pero quienes brin
dan un refugio en la indigencia ¿dónde están? Aquellos que se
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16
Grandeza. Todavía consideramos siempre que la grandeza es lo
máximo, y rara vez reparamos en su carácter. Hay que distinguir
dos «tipos» de grandeza fundamentalmente distintos: la grandeza
que para demostrarse a sí misma y para hallarse confirmada a sí mis
ma requiere siempre de lo pequeño y del opuesto, y aquella otra a la
que únicamente se le da este nombre porque, fundada en sí misma
y silenciosamente vuelta al comienzo oculto, no requiere demostra
ciones y renuncia a los creyentes, porque ella se revela únicamente
a los sapientes como una fundación de la verdad de la diferencia de
ser. Si lo pequeño cada vez se vuelve más pequeño, entonces lo pe
queño, con tal de que sea lo bastante violento y vanidoso, aparecerá
un día como gigantesco.
17
¿Quién barrunta aún lo penoso de que el cristianismo cultural se
proporcione ahora una «recopilación» y una «renovación» sobre la
base del antagonismo político —es decir, sobre la base del proceso
en el que se le trazan sus límites, inmediatamente en sus | anteriores 12
pretensiones en materia de política cultural, y por tanto, mediata
mente, como fe—, y de que, incluso pretextando la salvación de la
«fe», imponga sus pretensiones a la hora de guiar la política cultu
ral? Nada resulta más fácil y cómodo que ser hoy «cristiano» y
dárselas de protector del Occidente cristiano. Pero con estas pos
turas —que se supone que son intelectualmente muy elevadas—
no se hace nada decisivo, y ese es el motivo por el cual, justamente
aquí, se toma «la decisión» como lema. ¿Qué pinta una decisión
ahí donde se reniega de la posibilidad de una pregunta —de una
pregunta que realmente se plantea de forma libre—, y donde esta
renegación se toma como punto de partida de la «decisión», y donde
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ti poema de Hólderlin «En el idílico azul florece...»2contiene, en
us primeros diecisiete versos, mi infancia en torno a la torre de la
Slesia de la patria suaba: las campanas y las escaleras que subían
andamiaje del campanario; el mecanismo del reloj con sus si
niestras pesas, cada una de las cuales tenía su propia idiosincrasia
cuando, en la penumbra de la torre, pasaba entre ellas el paso so
lemne e incesante del péndulo. La vasta perspectiva —a diario—
j eSde la torre al amplio campo y a sus bosques, el temple diurno y
nocturno de cada campana —el primer gran recogimiento de mi pe
queño mundo en la altura y en la esencialidad de un imperar abisal—,
las viejas torres del palacio cercano y los poderosos tilos de su am
plio jardín... todo eso custodiaba un pensar temprano que todavía
no conocía su dirección, pero que sabía de la resolución a las deci
siones y | del inevitable crecimiento hacia el desasosiego de lo abisal, 23
un desasosiego que lentamente se iba concentrando en su consis
tencia y constancia con una única pregunta que tenía que averiguar
lo más digno de ser cuestionado: la verdad de la diferencia de ser.
27
La filosofía no nos traslada a nuevas montañas y cumbres, sino
que. explora abismos, que son los únicos desde los cuales se hace
visible lo descollante, convirtiendo en una necesidad el recorrerlos
del todo y el sobrepasarlos. Los propios exploradores de los abis
mos proceden de altas montañas... a las que ilumina un sol propio.
Diciéndolo conceptualmente: la diferencia de ser nunca se la puede
explicar desde lo ente, y lo ente tampoco es nunca el «efecto» de
la diferencia de ser. La diferencia de ser es inexplicable e ineficien
te: saber esto se encuadra en el comienzo del pensar. Pero este
saber significa mantener abierto lo siniestro y desapacible de la di
ferencia de ser como una destinación de su verdad, aunque esto
siniestro no tiene nada en común con lo siniestro habitual que en
contramos dentro de lo ente.
28
Las decisiones sobre la esencia del hombre —en cuya fundación
esencial él debe estar fervorosamente en el futuro— ya no se mue
ven en el ámbito | de las distinciones metafísicas entre cuerpo, alma 24
y espíritu, en las cuestiones sobre si lo uno tiene prioridad sobre lo
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30
Lo que demora —por no decir lo que incluso destruye— las deci-
siones esenciales, las transiciones a un comienzo histórico, es esa
cristiandad «formada» que hoy prolifera por doquiera y que no se
arredra a la hora de reunir sus estímulos, sus fórmulas y sus modis-
mos adecuados a la época sacándolos también de lo no cristiano e
incluso de lo anticristiano, para traerles a los mediocres y debilita
dos por el hambre, con esta capciosa erudición, un presunto tes
timonio de la «verdad» de la fe cristiana. Uno nunca cae en gro
serías y siempre sigue siendo sagaz, evitando toda falta de buen
gusto y acudiendo a ayudar siempre a su debido tiempo con las
«afirmaciones» de lo que está a la altura de los tiempos. Uno está
«abierto» a todo lo grande, para —quizá sin saberlo— eliminar y
no dejar que aflore la condición fundamental de todo lo grande:
la transición a través de decisiones esenciales.
29 Lo peligroso del cristianismo no consistí en su fe ni en su «ver
dad» creída, sino en esa equivocidad —elevada a máxima tácita—
de la afirmación del mundo y de la esperanza en el más allá, ante
poniendo una u otra según haga falta. El juego con esta equivocidad,
con la que cualquiera puede serlo todo, no deja ningún espacio
abierto para averiguar preguntando aquello de lo que el animal his
toriográfico, en el margen de tiempo de la historia metafísica, siem
pre se ha mantenido alejado, como si ese alejamiento fuera la cosa
más obvia: la dignidad de la diferencia de ser de que preguntemos
por ella.
31
Si hay indicios de que la Modernidad está desembocando ahora en
una larga fase terminal que no excluye los «progresos», entonces
esos progresos consisten en el proceso de la evasión de todas las
«fuerzas» «formadas» y «creyentes» al cristianismo, si es que no in
cluso a las «Iglesias». La auténtica renegación de la voluntad de co
mienzo no es la tan temida «barbarie», sino esta «salvación» de los
«supremos valores culturales».
32
¿Por qué a los alemanes les resulta tan difícil y tan costoso de com
prender que les falta el caos para llegar hasta su esencia, y que «caos»
30 no significa confusión ni efervescencia | ciega, sino el abrirse del
abismo que fuerza a la fundamentación? ¿Por qué siempre se dejan
arrastrar —ahora por la «política cultural» por un lado y por las
«salvaciones culturales» por el otro— a unas «misiones» que no son
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jeS sino unos objetivos de lahistoria moderna que les han endil-
ta¿q y en cuyas competiciones nadie se quiere quedar rezagado
¿Por qué crecen cada vez más en el «vacío» de lo habitual y
delofácilmente factible, ypor qué no enla oscuridad de sus raíces,
enlaoscuridad de supoetizar yde supensar, es decir, del fundar en
loinfundado? Porque esto exige lapasiónpor laindigenciayel ave-
riguar 1° mas digno de ser preguntado preguntando por ello.
Pero aquí sucumbimos fácilmente a un error, en la medida en
enos parece que el comienzo tendría que arrancar —por así de-
¿itlo—en una hora fijada, y que al mismo tiempo todo lo anterior
tendría que quedar rechazado ysuperado. Si el comienzo comenza-
ra con un ente y con su intervención, entonces semejante noción
quizápodría mantenerse conrazón. Pero, al finyal cabo, el comien
zo es un origende laverdad de ladiferencia de ser, ypor esono solo
tolerará lo ente que había hasta ahora ensu | dominiotodavía exis 31
tente, sino que incluso lo exigirá. Así es como la evasión a lo ante-
rior y el apremio para el progreso pueden seguir practicando lo
que quieran sin que les molesten: con eso el comienzo se queda
intacto, aunque latransición alapreparación desufundamentación
en lo ente puede resultar demorada e incluso destruida.
La historiografía de lo ente puede ocultar la historia de la di
ferencia de ser y mantenerla alejada del campo visual del hombre,
pero nunca puede tocar el comenzar en cuanto tal. Por otro lado, al
comienzolepuede quedar rehusadotransformar desde suhistoria la
historiografía. Cabelaposibilidaddequelahistoriografíaseapodere
de las señas incomprendidas (es decir, inasibles en su verdad) del
comienzo, y que lo cargue todo a la cuenta de sus transcursos y sus
valoraciones, es decir, que de inmediato lo transforme en algo pa
sado que sesupera [el comienzocomolo«primitivo»]. Toda lame
ditación en términos de historia de la diferencia de ser sobre la
épocaque esté respectivamente enmarchayque goce de reputación
tiene como único objetivo mantener lo incomparable del comienzo
ydesuindigenciaapartado deunaconfusiónconlaépoca, yno aca
so—como a la gente le gusta figurarse—deducir las decisiones del
comienzo a partir de las precariedades de la situación de la época.
Pues un comienzo solo surge enuna luchaconun comienzo en 32
el comienzo, y caso de que tenga que ser el primero, su origen es
lalucha por el comenzar encuanto tal, es decir: laprimera partida
poetizante y pensante hacia el ser; la cual, conforme a este primer
comienzo, pasa a ser justamente el percibir lo ente en cuanto tal;
pero como lo ente empuja abriéndose paso hasta la prioridad, y
como esta prioridad quedó consolidada conlametafísica, es decir,
que aquí sevolvióobvia, lahistoriadel primer comienzorelegótodo
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¿Qué se supone que significa todo progreso, todo inventar, todo
mezclar y reelaborar historiográficamente y sin restricciones todos
los productos culturales en esquejes siempre distintos y «nuevos»?
¿Qué sesupone que significa el frenesí masivo del hombre eincluso
la contención de su carácter masificado gracias a formas seguras de
funcionamiento? ¿Qué sesupone que significatodo equipamientoy
todo disciplinamiento, si al hombre ya no le resulta bien | ningún 42
dios, si olvida cada vez más profundamente que la historia de su
cultura occidental consiste enque ya no leha resultado bien ningún
dios —sin que esto signifique que él pueda «hacerlos»—?Para que
le resulten bien se exigen más cosas: aquella primordialidad de la
incardinación en el ser; que esta incardinación misma (yno el hom
bre hacedor) les fuerce a los dioses a campar con su esenciayles in
dique volverse al hombre, el cual no debe dejar que le liberen de
ellos, sino que —ala inversa—debe hacerse empujar a su esencia
oculta.
El hombre historiográfico es tan poco capaz de un saber que
aquel conocimiento que Hólderlin padeció por vez primera, y
que Nietzsche consiguió asumodo abase de lucha—al cabo de dos
milenios, ni un único dios5—, ya no es capaz de convertirse para él
enun saber; que en ese conocimiento el hombre no encuentra otra
cosa que una constatación exagerada y meramente negativa con la
queno «merece lapena» demorarse más tiempo, ni menos aún inin
terrumpidamente. Si aquí se produjera una meditación, entonces
tendría que llegar una hora en la que esta constatación aparente se
transformara en la pregunta de quién es, pues, un dios. Pero esta | 43
pregunta no es una pregunta «teológica», sino que como mucho es
el terror de toda «teología», lacual sabe que donde más resguardada
está es en el ámbito de las maquinaciones de lo ente, es decir, en el
radio de alcance del animal historiográfico.
¿Quién es ese: un dios? ¿Cuánta fuerza para nombrar es capaz
de prestarle aún el hombre a esta palabra? Con esta palabra, ¿el
hombre noselimitaadejar constanciadeuna indeterminada asisten
cia provisional en medio de menesterosidades y satisfacciones con
tingentes, adejar constanciadelaconstataciónydelaexplicaciónde
esas menesterosidades ysatisfacciones, así como de la liberación y
del consuelo que prestan? ¿Lesiguepareciendoal hombre que cuan
do más inmediatamente «vivencia» a Dios es cuando le importuna
por sus «vivencias», refiriéndolo directamente así mismoy, de este
5. [F. Nietzsche, ElAnticristo, §19: «¡Casi dos milenios, yni un solo Dios nuevo!»
(trad. de A. Sánchez Pascual, Alianza, Madrid, 1985, pp. 83 s.)].
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d e lo q u e é l d ic e . A s í es c o m o e l le n g u a je se r e v e la a lo s s a p ie n t e s
c o m o la d if e r e n c ia m is m a d e se r, la c u a l s u s te n ta y g o b ie r n a p o r
c o m p le t o a l h o m b r e e n su e s e n c ia , e n la m e d id a e n q u e , d e n t r o d e l
m a r g e n d e d e c is ió n d e la in c a r d in a c ió n e n e l se r , o b ie n d ic h a d if e
r e n c ia d e s e r e x p u ls a a l h o m b r e d e su a d ju d ic a c ió n a l s e r d e já n d o le
c a e r , o b ie n le h a c e s e ñ a s lo q u e d e r a r o y e s c a s o t ie n e la m is ió n d e
fu n d a r la v e r d a d d e la d if e r e n c ia d e se r .
42 69
P e lig r o s o e n e l b u e n y m a l s e n tid o es e n tr a r e n e l á m b ito d e lo « g ra n
d e » , s o b r e t o d o si e n c im a u n o e s p e q u e ñ o . P o r e s o puede r e s u l t a r s a
lu tífe r o si t o d o se lo d is p o n e p a r a m a n te n e r a l h o m b r e a le ja d o d e
e se á m b ito . « G ra n d e z a » s ig n ific a a q u í u n a decisión r e s p e c t i v a a fa
v o r o e n c o n t r a d e l s e r , m e d ia n te la c u a l se d e c id e u n a b a n d o n o d e l
se r p o r p a r te d e lo e n te o u n a p r im o r d ia lid a d d e lo e n te . L a d e c is ió n
e s l o g r a n d e , e s d e c i r , l o q u e s o b r e s a l e a t r a v é s d e t o d a s la s r e f e r e n
c ia s a l o e n t e . E l h o m b r e s e s i e n t e d e s a s o s e g a d o p o r l a « g r a n d e z a » ,
e s d e c i r , e s d o m i n a d o p o r e l l a , n o p o r q u e la m a y o r í a d e la s v e c e s
s e a « p e q u e ñ o » y a d ic t o a la fa m a y á v id o d e p r e s t ig io y h a m b r ie n t o
d e d ic h a , s in o p o r q u e « g ra n d e » y « p e q u e ñ o » n o s o n m á s q u e lo s
n o m b r e s a p a r e n te m e n te c a lc u la d o r e s p a r a su a u té n tic a e s e n c ia y
s u c a m p a r p o r t a d o e n c a d a c a s o p o r u n a d e c i s i ó n : s u e s e n c i a e s la
r e fe r e n c ia a l se r , e l e s ta r d e n tr o y e l a n d a r p e r d id o e n la v e r d a d y
e n la fa ls e d a d d e la d if e r e n c ia d e s e r , e l h a b e r s id o a s ig n a d o a d ic h a
d ife r e n c ia d e se r. P e r o c u a n d o e s to m is m o se lo h a e x p e r im e n t a d o
u n a v e z c o n to d a r e s o lu c ió n — lo q u e h a s ta a h o r a n o h a s u c e d id o
n un ca— y se lo h a c o n v e r t id o e n fu n d a m e n t o — e l c u a l es u n a b is
m o— d e t o d a d e f in ic ió n d e l h o m b r e , ¿ q u é « s ig n ific a d o » h i s t ó r i
c o , e s d e c ir , f u n d a d o r d e h is to r ia , c o n lle v a e n to n c e s la p r e g u n ta p o r
el se r, y c u á n s u p e r fic ia l es e n t o n c e s t o d o p e n s a r e n la « g ra n d e z a »
y t o d o e s f u e r z o p o r e lla ?
43 70
Las transiciones y lo s atrios — q u e h a y q u e c o n s tr u ir d e s d e la m e
ta fís ic a — p a r a la p r e g u n ta p o r e l s e r e n c u a n t o q u e la f u n d a m e n
ta c ió n in q u ir ie n t e d e la v e r d a d d e la d ife r e n c ia d e s e r , a te n d ie n d o
n e c e s a r ia m e n te a q u e e l h o m b r e a q u í es e s e n c ia l — n o p o r sí m is m o ,
s in o « p o r m o r » d e la d if e r e n c ia d e s e r y e n f u n c ió n d e lo q u e e lla
d ic ta — :
¿E s e l h o m b r e u n m ic r o c o s m o s ?
¿ O es e l « m u n d o » (el c o s m o s ) u n m a c r o h o m b r e ?
¿ O s o n c ie r ta s a m b a s c o s a s ?
¿ O n o e s c ie r t a n in g u n a d e e lla s ?
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¿ D e s d e d ó n d e se p u e d e d e c id ir e sto ?
¿S e p u e d e d e c id ir e s to e n g e n e r a l?
Y si n o , ¿ p o r q u é n o ? (¿e n q u é m e d id a y h a s ta q u é p u n t o n o y
p o r qu é no?)
¿ D e s d e d ó n d e y c ó m o se d e fin e n a q u í e l h o m b r e y e l c o s m o s ?
(CcqovAóyov éyov y cj)úaig).
¿ D e s d e d ó n d e y c o n q u é e n c a u z a m ie n to d e l e s b o z o e s ta m o s p r e
g u n t a n d o a q u í?
El h echo de que él, e l h o m b r e , p r e g u n t e p o r la d i f e r e n c i a d e s e r
y d e fin a p o r sí m i s m o s u « e s e n c ia » ¿ n o e s n i n g u n a h o m i n i z a c i ó n d e l
s e r , y p o r t a n t o d e t o d o e n t e , cuando e l h o m b r e m i s m o , en e s t e p r e
g u n ta r , d e fin e e n c a d a c a s o p r e v ia y c o n s ta n te m e n te d e fo r m a m á s
p r im o r d ia l su e s e n c i a d e s d e la p r o p ia d if e r e n c ia d e s e r , s in c o n lle
v a r s e a sí m is m o e n la h o m in iz a c ió n c o m o s u je to y e n la a n im a liz a -
71 c ió n c o m o « se r v iv o » , c o m o si e s o e s t u v ie r a y a | d e c id id o ? ¿ P e r o
c ó m o p r o c e d e e ste p re g u n ta r ?
44
E l h o m b r e : r e p a r e m o s b ie n e n q u e e l h o m b r e o c c id e n t a l lle v a d e s d e
animal (animal
h a c e d o s m ile n io s d e fin ié n d o s e a sí m is m o c o m o
rationale). Y «ani
c u a n d o a N i e t z s c h e le p a r e c e q u e e l h o m b r e e s e l
mal t o d a v í a n o fija d o » (Más allá del bien y del mal, n . ° 6 2 ) , e n
t o n c e s e s tá a s u m ie n d o ju s ta m e n t e e s ta c o n s t a t a c ió n f u n d a m e n t a l,
p e r o a l m is m o t ie m p o e s tá p a s a n d o p o r a lto q u e la f ija c ió n q u e é l
e c h a d e m e n o s y a se h a r e a liz a d o , s o lo q u e t o d a v ía n o r e s u lta v is i
b le — t a m p o c o p a r a N ie tz s c h e — m ie n tr a s u n o se a te n g a a la f o r
m u la c ió n d e l animal rationale y p a s e p o r a l t o q u e l a «ratio» s e h a
d e fin id o c o m o e l sujeto q u e j u s t a m e n t e a f i r m a l a a n i m a l i d a d . ( C f .
« R e f l e x i o n e s I X » , p p . 6 7 s s .) . E l a n i m a l e s t á t a n d e f i n i t i v a m e n t e f i
ja d o q u e ju s ta m e n t e la c o n s t a t a c ió n d e l h o m b r e c o m o e l a n im a l
q u e e n u n s e n tid o e s e n c ia l es historiográfico i n c l u y e y d e s a r r o l l a la
c o m p l e t a c o n s e r v a c i ó n d e la a n i m a l i d a d , i m p i d i e n d o p o r t a n t o u n a
p r e g u n t a o r ig in a l p o r la e s e n c ia d e l h o m b r e . L a f ija c ió n d e e s e a n i
m a l q u e es e l « h o m b re » c o n s is te ju s ta m e n te e n q u e e l h o m b r e , q u e
y a q u e d ó a fia n z a d o d e s d e h a c e s ig lo s ( D e s c a r te s ), y a n o p u e d e n i
q u ie r e o t r a c o s a q u e d e fin ir s e c o m o a n im a l y c o n s id e r a r s e d e fin id o .
P o r e s o , e l p r o p io N ie t z s c h e e s e l ú ltim o t e s tig o d e e s ta fija c ió n
« d e l» h o m b r e q u e n o s o t r o s l l a m a m o s m o d e r n o .
P e r o e n t o n c e s , ¿ la d e f i n i c i ó n d e l h o m b r e c o m o animal ratio-
nale — e n l a c u a l s e b a s a t o d a d o c t r i n a cristiana d e l h o m b r e — p o
dría s e r u n e r r o r , q u e d e s d e h a c e m á s d e d o s m i l e n i o s h a c e q u e e l
h o m b r e v a y a v a g a n d o p o r e l e x t r a v ío ? ¿ P e r o q u é s ig n ific a n d o s m il
años p a r a u n e r r o r e n u n a p r e g u n t a t a n e s e n c i a l , y s o b r e t o d o si e n -
270
R EF L EX I O N ES X
cima u n e r r o r es a lg o m á s e s e n c ia l q u e u n a m e r a « in c o r r e c c ió n » ,
p o r q u e e n c o m p a r a c i ó n c o n l a s u p e r f i c i e d e u n m e r o « f a llo » e l e r r o r
eS a l g o a b i s a l ? D e m o d o q u e u n e r r o r d e e s t e t i p o , d e s p u é s d e t o d o ,
eS c a p a z d e o t o r g a r l e a l m u n d o h u m a n o s u h i s t o r i a , p o r q u e e l d e r e -
c h o a la v e r d a d q u e e l h o m b r e p r e t e n d e y e l d e r e c h o a p r e s e r v a r la
e s e n c ia d e la v e r d a d a ú n n o e s tá n d e c id id o s . A s í p u e s , si r e s u l t a q u e
e n la d e f i n i c i ó n d e l h o m b r e c o m o í c p o v , animal, a n i m a l , h u b i e r a d e
p r e v a le c e r u n e r r o r (a h o r a s o lo e s t a m o s preguntando), e n t o n c e s c a
b r í a la p o s i b i l i d a d , e s m á s , i n c l u s o q u i z á l a i n d i g e n c i a d e l a n e c e s i d a d
d e d e f i n i r m á s p r i m o r d i a l m e n t e la e s e n c i a d e l h o m b r e , e s d e c i r , n o
e n p r im e r lu g a r y g e n é r ic a m e n te c o m o a n im a l, p e r o lu e g o t a m
p o c o e n p r im e r lu g a r c o m o c o r p o r a lid a d y , e n c o n s e c u e n c ia , ta m p o
c o c o m o a lm a , y p o r e s o t a m p o c o c o m o e s p ír itu y « c o r a z ó n » , n i
m u c h o m e n o s c o m o u n a m e z c o la n z a d e c u e r p o , a lm a y e s p ír itu .
Q u iz á , d e s p u é s d e t o d o , a q u e lla é p o c a d e l m u n d o n o s e a ta n
le ja n a , p u e s t o q u e e l h o m b r e q u e d e s d e h a c e t ie m p o h a q u e d a d o
f ija d o — e l a n im a l r a c io n a l— | s u c u m b e a l m is m o tie m p o a c a u s a 73
d e su r a c io n a lid a d y a c a u s a d e su a n im a lid a d , y e s o e n la f o r m a m á s
c a p c io s a q u e h a y : q u e e s ta fija c ió n e s e n c ia l s u y a d e s e r e l a n im a l
r a c io n a l é l la c o n s id e r a la v e r d a d e te r n a e in to c a b le , e s t a b le c ié n d o
se é l d e f in it iv a m e n t e e n e lla . P u e s a s í e s c o m o é l se d e s t r u y e t o d a
p o s ib ilid a d d e s a c a r su e s e n c ia p r o p ia e x p o n ié n d o la a l p e lig r o d e
tr a n s f o r m a c ió n d e u n o s d e s a r r o llo s e s e n c ia le s n o in d a g a d o s . E n
lu g a r d e e s o , lo q u e h a c e e s a s e g u r a r s e u n a p e r d u r a b ilid a d c a d a v e z
m á s c o n s t a n t e , la c u a l le d e n ie g a s o b r e t o d o lo m á x i m o q u e ú n i c a
m e n te le e s c o n c e d id o a lo g r a n d e : e l h u n d im ie n t o . P u e s s o lo lo
g r a n d e p o s e e la a ltu r a p a r a c a e r e n lo p r o fu n d o . L a p r o fu n d id a d
d e la c a í d a t e s t i m o n i a e l r a d i o d e a l c a n c e d e la f u e r z a d e v e n e r a c i ó n
q u e l o g r a n d e c o m p o r t a p a r a . .. la d i f e r e n c i a d e s e r . L o p e q u e ñ o
s e q u e d a e n e l l l a n o c a r r i l d e la s c a l l e s a m p l i a s .
¿ R e p a r a m o s lo s u fic ie n te e n e l h e c h o d e q u e e l h o m b r e t o d a v ía
se s ig u e c o n s id e r a n d o c o m o a n im a l?
¿ C u á n t o t ie m p o a ú n se q u ie r e s e g u ir h a c e r c r e y e n d o q u e la g r a n
d e z a d e lo s g r ie g o s c o n s is tió e n q u e fu e r o n m o tiv o y se q u e d a r o n e n
m o t i v o p a r a u n « m u n d o c lá s ic o » y p a r a s u s « c la s ic is m o s » ? ¿ C u á n d o
lle g a r e m o s a v e r su e s e n c ia e n la u n ic id a d d e su h u n d im ie n t o m á s e n
p e n d ie n t e h a c ia a b a jo ? P e r o si e s t o s u c e d ió f u e p o r q u e lo s g r ie g o s ,
s ie n d o q u ie n e s c o m e n z a b a n , se a r r ie s g a r o n a q u e e l h o m b r e f u e r a
a s ig n a d o a l s e r , m ie n tr a s q u e lo s s u c e s o r e s se lim it a r o n a e r ig ir su s
e d ific io s e n e l r e s to q u e h a b ía q u e d a d o y q u e n o e n tr a ñ a b a r ie s g o .
M ie n t r a s la e s e n c ia d e l h o m b r e s ig a e s t a n d o d e f in id a d e a n t e m a - 74
n o p o r la a n i m a l i d a d (animalitas), ú n i c a m e n t e se p u e d e s e g u ir p r e
g u n ta n d o qué e s e l h o m b r e . N u n c a e s p o s i b l e la p r e g u n t a p o r quién
271
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
es e l h o m b r e . P u e s e s ta p r e g u n ta p o r e l q u ié n , e n c u a n to q u e p r e g u n
ta , e s y a la r e s p u e s t a p r im o r d ia lm e n t e d is tin ta y s in g u la r a la p r e
g u n ta p o r e l h o m b r e . E s ta fo r m a m is m a d e p r e g u n ta r p la n te a al
h o m b r e e n s u e s e n c i a c o m o l a e s t a n c i a f e r v o r o s a e n l a v e r d a d d e la
d if e r e n c ia d e s e r . E s a q u e lla p r e g u n t a p o r e l h o m b r e q u e y a n o se
lim ita a c a s o a p r e g u n t a r — y e n d o m á s a llá d e é l— p o r la c a u s a y
c o s a s s im ila r e s , s in o q u e y a n o p r e g u n t a d e n in g ú n m o d o p o r el
h o m b r e n i a c a u s a d e é l, s in o q u e p r e g u n t a p o r m o r d e la d if e r e n
c ia d e se r , p u e s to q u e e s ta d ife r e n c ia d e s e r tr a s la d a h a s ta la c o n
tr a r r é p lic a a l h o m b r e c o m o f u n d a d o r d e la v e r d a d . E s ta p r e g u n ta
e s la ú n ic a q u e s u p e r a la d e f i n i c i ó n antropológica m o d e r n a del
h o m b r e , y c o n e lla t o d a a n t r o p o lo g ía q u e a f lo r ó p r e v ia m e n te , to d a
a n t r o p o lo g ía c r is t ia n o - h e lé n ic a , ju d ía y s o c r á t ic o - p la t ó n ic a .
45
I n c l u s o h a b l a n s o b r e l a « s o le d a d » e n s e r i e s d e c o n f e r e n c i a s p r o n u n
c ia d a s e n c o n g r e s o s p ú b lic o s o r g a n iz a d o s e x p r e s a m e n te p a r a e llo , y
h a b la n s u p u e s ta m e n te d e m o d o m u y h á b il, e in c lu s o d ic e n m u c h í
s im a s c o s a s « c o r re c ta s » . ¿ P e ro d ó n d e in tu y e u n o lo a t r o z q u e h a y
tr a s e ste s u c e s o , q u e p o r lo d e m á s es i n d i f e r e n t e , ig u a l q u e o tra s
m u ch as cosas?
75 46
L a « c u ltu r a » c o m o a lg o e m p r e n d id o y a c o n d ic io n a d o tie n e c o m o
p r e s u p u e s t o la h o m in iz a c ió n d e l h o m b r e . E l p e n s a m ie n to c u l
t u r a l d e N i e t z s c h e , a p e s a r d e su c o n c e p t o d e c u ltu r a , d e la ta e l c a
r á c te r r e tr ó g r a d o y m o d e r n o d e su p e n s a m ie n to . E l ú n ic o p u e b lo
q u e n o tu v o ninguna « c u lt u r a » , p o r q u e e s ta n d o to d a v ía e n e l se r n o
n e c e s ita b a d e e lla , f u e r o n lo s g r ie g o s d e l s ig lo v i a n te s d e C r is to .
M ie n t r a s q u e a h o r a t o d o r e z u m a « c u ltu r a » .
E l n iv e l « s u p r e m o » q u e h a s ta a h o r a se h a a lc a n z a d o e n la d e f i
n ic ió n m o d e r n a d e la e s e n c ia : e l h o m b r e c o m o a n im a l q u e e je r c e
p o lít ic a c u ltu r a l.
B a s a r c o n « o r g u l l o » u n a c o s m o v i s i ó n s o b r e « r e s u l t a d o s » d e « la »
c ie n c ia es la c o m ic id a d m á s o r d in a r ia , la c u a l c o m e n z ó su ju e g o a
lo g r a n d e e n la s e g u n d a m it a d d e l s ig lo x i x . E l p e n s a m ie n t o c u lt u r a l
d e N ie tz s c h e m u e stra q u e , a p e sa r d e to d o r e c h a z o p o s te r io r , n u n c a
su p e ró el wagnerianismo. C u a n d o u n p u e b lo se c o n s a g r a a lo s « c u i
d a d o s » , e s d e c i r , a l a « c u lt u r a » d e l a « c u l t u r a » , e n t o n c e s y a s e h a r e
t i r a d o d e l p e l i g r o d e d e c i s i o n e s e s e n c i a l e s y d e a r r i e s g a r s e a e lla s . L a
c u l t u r a d e l a c u l t u r a s e c o r r e s p o n d e c o n e l d o m i n i o d e u n « s u je to »
g ir a d o y e n r o lla d o s o b r e sí m is m o : c o n u n a c r e c ie n t e d e s t r e z a y c o n
e l c o r r e s p o n d i e n t e d e s g a s t a m i e n t o p o r e l u s o d e la s « p e r s o n a l i d a d e s
272
R EF L EX I O N ES X
cread oras» d e | la h is t o r ia a n t e r io r , la c u lt u r a d e la c u lt u r a p u e d e 76
a p o r t a r t o d o t ip o d e c o s a s « b u e n a s » y a la s q u e , p r e s e n t a d a s « c o n
g u s to » , n o h a y n a d a q u e o b je t a r le s . Y m u c h o s q u e p o r lo d e m á s se
h a b r ía n v is t o f o r z a d o s a ir d e s e m p e ñ a n d o m a l q u e b ie n su t r a b a jo
d ia r io e n u n d e te r m in a d o á m b it o la b o r a l, e n c u e n tr a n a h o r a o c a -
si ó n d e c o n s a g r a r s e a « g r a n d e s » « m i s i o n e s c u l t u r a l e s » . L a « p o l í t i c a
c u ltu r a l» p a s a a s e r a h o r a u n a e p id e m ia m u n d ia l, y p o r lo d e m á s . . .
los f r a n c e s e s h a n in v e n ta d o e sta c u r io s a c o n fig u r a c ió n , y s o lo m á s
ta rd e n o s h e m o s d a d o c u e n ta n o s o tr o s d e l p r o v e c h o q u e r e p o r ta e sta
h e r r a m i e n t a « p o lí t i c a » . P e r o l o q u e q u e d a , e l « in s t r u m e n t o » t é c n i c o
e « h is to r io g r á fic o » d e l e s p ír itu r o m a n o , r o m á n ic o y m o d e r n o , ¿ v a a
d e ja r p o r t a l m o t iv o d e s e r m e n o s a le m á n h a s ta la m é d u la ?
P a r a e n g a l a n a r e q u í v o c a m e n t e la s m a q u i n a c i o n e s , a h o r a s e t r a e
a la f u e r z a a N i e t z s c h e c o m o u n p r e s u n t o t e s t i g o d e c a r g o d e e s a
« p o lític a c u ltu r a l» q u e se s u p o n e q u e d e b e s e r v ir «al p u e b lo » . P e r o lo
q u e s e o c u l t a — o l o q u e s e a d u c e c o m o « d is c u lp a » — e s q u e n o se
sa b e q u e la « c u ltu r a » n o tie n e o t r o fin únicoq u e e n g e n d r a r l o s « e je m
p l a r e s s u p r e m o s » d e l h o m b r e c r e a d o r , e s d e c i r , q u e « e l» p u e b l o t i e n e
q u e s e r v i r a l o s g r a n d e s « in d i v i d u o s » , y ú n i c a m e n t e a e l l o s , y n o a la
in v e r s a . P e r o p a r a a lc a n z a r e ste o b je t iv o , p u e d e s e r b u e n o q u e e l
« p u e b lo » s e | f i g u r e y s e d e j e p e r s u a d i r d e q u e « él» e s e l o b j e t i v o d e 11
t o d o lo q u e e x is te . T a m b ié n p a r a c u m p lir c o n e ste o b je t iv o q u e d a
a ú n b a s t a n t e m a r g e n p a r a q u e lo s a p ó s t o le s y lo s e m is a r io s d e la
« p o lític a c u ltu r a l» s a tis fa g a n su v a n id a d y s e a n m o s t r a d o s a d ia r io
e n « i m a g e n y s o n i d o » « a l» « p u e b l o » . A h o r a , c o m o s i f u e r a u n g r a n
s e c r e to , la g e n te se s u s u r r a a l o íd o q u e se e s tá p r e p a r a n d o u n « c o n
v e n io c u ltu r a l» e n t r e « R o m a » y A le m a n ia 8 c o m o ( p o r s u p u e s to ) e l
m á x i m o « a c o n t e c im ie n t o » « c u ltu r a l» q u e h a y a h a b i d o h a s t a a h o r a .
¿ S e s a b e q u e N i e t z s c h e l l a m a a R o m a e l « lu g a r d e la t i e r r a m á s i n d e
co ro so » p a ra el p o e ta d e l Zaratustra9, a u n q u e é l n o s e r e f i e r e única
mente a l a R o m a « c r is t ia n a » , s i n o a t o d o l o q u e s i g n i f i c a d e s p o t i s m o
d e la o p in ió n y m e z c o la n z a ?
P e r o in c lu s o N ie t z s c h e e s tá « p e n s a n d o » c o m o a r tis ta , es d e c ir ,
a q u í, d e m a n e r a e s té tic a , s c h o p e n h a u e r ia n a y w a g n e r ia n a , c u a n d o
p l a n t e a e l « g e n io » c o m o e l o b j e t i v o d e l a h u m a n i d a d . S e q u e d a a t r a
p a d o e n e l v a lla d o d e la m e ta fís ic a b io ló g ic a , y , p o r e s o , s o b r e e l
t e r r e n o d e e s ta m e ta fís ic a , se p u e d e p la n t e a r c o n la m is m a le g it im i
d a d , h a c i e n d o u n a i n v e r s i ó n , e l « p u e b lo » c o m o e l o b j e t i v o d e s í m i s -
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R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
m o : a m b a s c o s a s s o n « lo m is m o » , y s o l o c o n e s o a l c a n z a m o s e l á m
b ito d e s d e e l c u a l, e sa p r á c tic a c u ltu r a l q u e solo en un primer
78 momento s e l a t o m a s u p e r fic ia lm e n te , o b tie n e | c o n sta n te y ú n i
c a m e n t e su f u n d a m e n t a c ió n y , s in q u e e lla lo s e p a , lo s v e r d a d e r o s
im p u ls o s : e l d o m i n i o d e la m e t a fís ic a m o d e r n a e n la f o r m a f in a l d e
la h o m in iz a c ió n d e l h o m b r e . T o d a p o lític a c u ltu r a l y to d a c u ltu r a d e
la c u l t u r a s o n la s e s c l a v a s d e e s t e d o m i n i o d e l s u j e t o (el h o m b r e
c o m o a n im a l h i s t o r i o g r á f i c o ) q u e le s q u e d a o c u lt o .
R a d i c a e n la e s e n c i a d e e s t e d o m i n i o d e l « s u je t o » q u e s in p e l i g r o ,
s in o m á s b ie n p a r a p r o v e c h o d e e llo s , p u e d a im p u ta r le s a su s s e r v i
d o r e s la o p i n i ó n d e q u e e l l o s m i s m o s , l o s e s c l a v o s d e l a b a n d o n o d e l
s e r p o r p a r te d e lo e n t e , s o n lo s « se ñ o re s» y lo s i n a u g u r a d o r e s d e u n a
« c u ltu r a m u n d ia l» « n u e v a » y q u e h a s ta a h o r a n u n c a la h a b ía h a b id o
( lo c u a l t a m b ié n e s c ie r t o ) .
P e r o u n a v e z q u e la « c u lt u r a » s e h a c o n v e r t i d o e n u n a u t é n t i c o
« i n s t r u m e n t o » d e l a « p o lít ic a » , e n t o n c e s s e t i e n e q u e a c a b a r l l e g a n d o
a l p u n t o d e q u e , c o n a y u d a d e t r a t a d o s y c o n v e n i o s « c u l t u r a le s » , la s
p a r te s im p lic a d a s se e n g a ñ e n a lt e r n a t iv a m e n t e , o c u lt a n d o lo s a n t o
jo s d e l p o d e r y lo s p r o p ó s it o s q u e tie n e c a d a u n o : u n p r o c e s o q u e
ú n ic a m e n te p u e d e n c o n s ig n a r p r o b o s c iu d a d a n o s m e d io s c o n u n a
i n d i g n a c i ó n « m o r a l» . P e r o e n v e r d a d q u e e s o e s la c o n s e c u e n c ia
n e c e s a r ia d e lo q u e y a es d e s d e h a c e tie m p o .
79 46a
T o d o d o g m a t i s m o , y a v e n g a d e la p o l í t i c a e c l e s i á s t i c a o d e la p o l í t i
c a e s ta ta l, c o n s id e r a n e c e s a r ia m e n t e t o d o p e n s a r y h a c e r q u e e n a p a
r i e n c i a o r e a lm e n t e d iv e r ja d e é l u n a a d h e s ió n a lo q u e p a r a é l, e l
d o g m a tis m o , es el enemigo, y a s e a n l o s p a g a n o s y a t e o s , y a s e a n lo s
ju d ío s y c o m u n is ta s . E n e sta f o r m a d e p e n s a r se e n c ie r r a u n a p e c u
l i a r r o b u s t e z : n o d e l p e n s a r , s i n o d e la i m p o s i c i ó n d e l o p r o c l a m a d o .
47
¿ P o r q u é a h o r a h a y ta n to s — q u iz á in c lu s o y a t o d o e l p r o te s ta n tis m o
to d a v ía e x is te n te — q u e se v u e lv e n a la I g le s ia c a tó lic a ? P o r m ie d o
a l... c a to lic is m o . A l c a to lic is m o p o lít ic o lo h a r e e m p la z a d o u n a p o
l í t i c a « c a t ó lic a » . L a e s e n c i a d e l o « c a t ó l i c o » n o r a d i c a n i e n l o c r i s t i a
n o n i e n l o e c l e s i á s t i c o e n c u a n t o t a l, s i n o q u e Ka0óAov s i g n i f i c a
« d o m in á n d o lo to d o » , lo «total». L a « I g le s ia » c a t ó l i c a s e c o n f u n d e
si le p a r e c e q u e lo s q u e a f lu y e n a e lla a c u d e n m o v i d o s p o r « n e c e
sid a d e s religiosas», y a l n a c i o n a l s o c i a l i s m o n o d e b e r ía e x tr a ñ a r le te
n e r q u e c o n v e r t ir s e e n q u ie n m a r q u e la p a u t a d e e s ta a flu e n c ia . A s í
es c o m o l o s á m b i t o s d e la s d e c i s i o n e s v e n i d e r a s n o s e h a c e m á s q u e
o c u lta r lo s de n u e vo . P ero lo « c a tó lic o » n u n c a fu e — y m enos
274
R EF L EX I O N ES X
qu e n u n ca en e l M e d ie v o | « c r is t ia n o » — e l o r ig e n d e u n a lucha 8o
c o n fig u r a d o r a p o r e l se r: e se o r ig e n se q u e d a o c u lt o p a r a s ie m p r e e n
la s o le d a d d e a lg u n o s q u e p e r m a n e c e r á n d e s c o n o c i d o s .
L a p r im e r a v e z q u e lo « c a tó lic o » g a n ó su f o r m a a u t é n t ic a fu e
cone l jesuitismo: h e a q u í e l m o d e l o o c c i d e n t a l p a r a t o d a o b e d i e n c i a
in c o n d ic io n a l, p a r a la d e s a c t iv a c ió n d e t o d a v o lu n t a d p r o p ia , p a r a
la f i r m e d e c i s i ó n a f a v o r d e l a « o r g a n i z a c i ó n » y e l d o m i n i o d e l a
p r o p a g a n d a y la a u t o j u s t i f i c a c i ó n p o r m e d i o d e la d e g r a d a c i ó n d e l
e n e m ig o y d e l a p r o v e c h a m ie n t o d e t o d o s lo s m e d io s d e l « sab er» y
d e l p o d e r , p a r a e l fa ls e a m ie n to d e l s a b e r y d e l p o d e r h a c ié n d o lo s
p a s a r p o r d e s c u b r im ie n t o p r o p io , p a r a la d is p o s ic ió n h i s t o r io g r á
f ic a d e la h is t o r ia , p a r a la g lo r i f i c a c i ó n d e la v o lu n t a d y la m a r
c ia lid a d d e lo s o ld a d e s c o d e n tr o d e lo c a tó lic o , p a r a la p o s tu r a
fu n d a m e n ta l d e l e sta r e n c o n tr a ( c o n t r a - r e fo r m a ) . E n e ste s e n tid o
e s e n c ia l, lo « c a tó lic o » , e n c u a n t o a su p r o c e d e n c ia h is t ó r ic a , es
r o m a n o — e s p a ñ o l— . N o tie n e n a d a d e n ó r d ic o , y s o b r e t o d o n o
tie n e n a d a d e a le m á n .
48
A p r o p ia r s e d e la « c u ltu r a » c o m o m e d io d e p o d e r , y p o r t a n t o a fir m a r
se p r e t e x t a n d o u n a s u p e r i o r i d a d , e s e n e l f o n d o u n c o m p o r t a m i e n
to judío. ¿ Q u é r e s u l t a d e a h í p a r a la política cultural e n c u a n t o t a l?
49 81
L a p e l i g r o s i d a d d e u n c o m b a t e « e s p ir it u a l» n o s e b a s a e n la p o s i b i l i
d a d d e s u c u m b i r y d e la a n i q u i l a c i ó n , s i n o e n la c e r t e z a d e la i n e v i
ta b le d e p e n d e n c i a d e l e n e m i g o , d e la asunción de su c a r á c t e r y de
lo q u e tie n e d e c a ó tic o . E l « c o m b a te » n o es d e in m e d ia to u n te s ti
m o n io d e p r im o r d ia lid a d y , s o b r e t o d o , la v ic t o r ia e n u n c o m b a t e
a sí n o es n in g u n a d e m o s t r a c ió n d e la « v e rd a d » , p o r q u e , a l fin y a l
c a b o , q u iz á se a ju s ta m e n te lo c o m b a t id o lo q u e , e n lu g a r d e c e d e r ,
se c o n s o lid a b a jo u n a f ig u r a v e la d a e in a t a c a b le .
50
L a d e s m e s u r a d a s u p e r fic ia lid a d d e S c h o p e n h a u e r a c a b ó r e s u lta n d o
fa tíd ic a p a r a Nietzsche. A u n q u e d e s p u é s N ie tz s c h e lle v ó a c a b o u n a
r e v e r s i ó n d e S c h o p e n h a u e r d á n d o l e la v u e l t a , s in e m b a r g o j a m á s
p u d o s u p e r a r l o . N i e t z s c h e l l e g ó a s e r e l h o m b r e d e la s g r a n d e s y t e
m e r a r ia s r e v e r s io n e s . C o n e s ta s r e v e r s io n e s s a le n a la lu z m u c h a s
c o s a s s o r p r e n d e n t e s , la s c u a l e s c o n s t a n t e m e n t e se v u e l v e n c o n t r a l a
o p in ió n h a b itu a l. P e r o la reversión — a u n q u e se la lle v e a c a b o ta n
d e c id id a m e n te c o m o h a c ía N ie tz s c h e — n u n c a es u n volverse a l o r i
g e n c o m o s a lto p r im o r d ia l.
275
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
ciones los necesita, ysobre por qué selas acabaarreglando con este
«necesitarlos» bajo la forma de que los objetivos no son menester.
Pero aquí «objetivo» no significa aquello alo que el hombre aspira
c0ntodo lo que hace ydeja de hacer (esoes la finalidad), sino aque
lloalo que él seencamina contal aspiración. Que no haya menes-
ter objetivos significa entonces que el hombre no requiere | ningún 84
margen en el que aún tuviera que sobresalir como objetivo de sí
mismo, puesto que, al finyal cabo, todo lo que «es»no representa
más que la «expresión» de su «vida».
La meditación decisiva no consiste en establecer de inmediato
quéesaquelloa lo que el hombre debe encaminarse, sinoenpregun
tar enqué consiste que el hombre deba ser alguienque seencamina;
enpreguntar desde dónde sedefine entonces laesenciadel hombre
mismo, si su definición surge de un haber sido asignado, si aquello
a lo que él ha sido asignado se lo podría captar alguna vez como
«objetivo», osi conellono seloestaríamalinterpretando; si el hom
bre es uno que, habiendo sido asignado, se encaminahacia aquello
que justamente con arreglo a esta asignación no puede ser ningún
«objetivo», de modo que el encaminarse mismo encuentra suesen
cia llegando a ser un renunciar y un rehusar, lo cual no significa
ninguna pérdida «esencial» ni tampoco ninguna «ganancia», sino la
pura estancia fervorosa en la esencia misma: fundamentando el
«ser ahí», ser el custodio de la preservación de la verdad de la di
ferencia de ser como el rehusamiento (acontecimiento: origen como
salto primordial). Si el «ser ahí» campa «por» el hombre y «gracias»
a él ypor mor \ de la «diferencia de ser», entonces esta «diferencia 85
de ser»no es el «objetivo» al que el hombre habrá de «llegar» algu
na vez, sino aquello que, encuanto que rehusamiento, es el ámbito
clareado enel que el hombre ylos dioses secontrarreplican encon
trándose y enfrentándose: contrarréplica que es la historia de la
fundamentación respectivamente propia de sus campares.
Por eso, conel hechodeque nohayanecesidadde objetivos—lo
cual sebasa, al finyal cabo, enhaber superado el planteamiento de
objetivos—, selleva a cabo el amplio alejamiento de la verdadera
falta de rumbo y de norte del hombre. Este nombre no nombra una
carencia ni una fatalidad, sino que contiene la seña a una profun
didad esencial del hombre que él únicamente alcanza si el ser mis
mo levuelve ahacer adecuado para sí enun nuevo comienzo de su
historia. ¿Pero entonces resulta que el «objetivo» del hombre con
sistiría en la falta de rumbo yde norte? Esta formulación capciosa
se sustrae justamente al auténtico pensamiento de aquello que hay
que pensar —alocual siempre inducen fácilmente tales formulacio
nes—.Lafalta derumboydenorte nopuede ser el objetivosi es que
277
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290
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292
R EF L EX I O N ES X
66
jj¡s «Observaciones intempestivas» de Nietzsche rebosan excesiva
mente de lo que va demasiado con la época. Es más, incluso lo que
tienen de intempestivo sebasa en algo que vademasiado conlaépo
ca, pues lo que define cada vez más decididamente la Modernidad
en su esencia es la hominización del hombre, el dominio «de la
vida», la desconcertada sumisión a la metafísica en forma de una
merareversión. Pero en lamedidaen queNietzsche trata de recoger
este enmarañamiento con una resolución intransigente a favor de lo
que tal enmarañamiento tiene de esencial, aguantando dentro de él
ysuperándolo, con él todo pasa a asumir la forma de una conmo
ción, ypor tanto laforma de algoque provoca rechazo. Perouno se
puede sustraer aesto que provoca rechazotanto más fácilmente por
cuanto que, por así decirlo, uno afirma conjuntamente el | «sí»de 115
Nietzsche a la «vida» en un sentido más rudimentario, haciendo
de suindigencia y de las cosas que le eran forzosas una «virtud», o
quizá solo una diversión ruidosa y una fe segura de sí misma. Con
esouno también está asegurado contra lo que en el pensamiento de
Nietzsche resulta casi insoportable: contra toda voluntad de supera
ciónsimultánea ycontra lavoluntad de ir más allá pensando hasta
llegar a algo distinto que, sin embargo, justamente en sus intentos
esenciales recae en lo que había hasta ahora.
66a
La renuncia a la imitación justamente de lo mejor y supremo no
puede surgir de una adicciónala«originalidad», sinoúnicamente de
una indigencia esencial que sabe que aguantar lo que nos fuerza (lo
digno de ser cuestionado) lo es todo, de modo que la-«originalidad»
queda por sí misma fuera de su campo de visión. La «originali
dad» es un criterio del cálculo historiográfico, pero no una defini
ción del ser histórico. Por eso, también lo que historiográficamente
no es original (es decir, eso de lo que se puede demostrar historio
gráficamente que es completamente dependiente) puede muy bien
seguir siendo históricamente primordial: un origen oculto de la his
toria (es decir, una consecución abase de lucha del campar de la di
ferencia de ser), lo cual tiene como consecuencia que ello se le pase
por alto alas investigaciones de lahistoriografía, llegando apronun
ciarse únicamente en el diálogo interior de la historia, | yllegando 116
a través de tal diálogo interior a su silenciamiento.
293
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67
¿Por qué el abuso al que es abandonado un poeta oun pensador
que causatanto rechazo como aprobación, siempre es más podero
so que toda referencia adecuada a tal poeta o pensador? Porque 10
poderoso se lo considera lo real, yporque lo real necesita la esfera
pública. Pero el poeta mismo y el pensador, lo que ellos dicen y
preguntan, están en la diferencia de ser, la cual queda fuera de la
diferencia entre poder e impotencia, resultando inalcanzable para
lo público. Ellos no «repercuten» (como mucho, repercuten con el
abuso), sino que son. Pero la diferencia de ser deellos —porque ella
tiene que ser fundamentación del «ser ahí», y por tanto prestación
de adecuación a cargo de la propia diferencia de ser—solo les que
da aclarada alos suyos por momentos en el diálogo asolas. Los poe
tas ylos pensadores no son más que «excepciones», si es que como
escala de medida tomamos la esfera pública y el poder, es decir, si
los medimos con lo inadecuado. Pero en sueseñcia sonla «regla»de
la diferencia misma de ser, lagarantía de su unicidad, el hacer apro
piado para la historia de la diferencia de ser, el cual solo en ocasio
nes, como ámbito clareado de lo ente, fuerza al hombre a la lucha
117 por sucampar, el cual tiene que | erigirse como contrarréplica a los
dioses, para ayudarlos a ellos mismos a que su divinidad alumbre.
Para que estahistoria acontezcapuramente haciéndose apropiada, y
para que ladiferencia de ser no opere ni seacapaz de nada, sino que
meramente sea, siempre tiene que propagarse el abuso, de modo
que ya no parezca serlo.
68
La evasión al cristianismo parece ser una preservación de la «mo
ral». Acogerse al cristianismo cultural (encima ala EdadMedia) tie
ne el aspecto de una afirmación, y por tanto de un fomento de lo
grande. ¿Pero y si resulta que toda esta huida en retirada fuera la
postergación y el ocultamiento de las grandes decisiones? ¿Qué es
más esencial, recubrir temporalmente lahistoria conunanuevacapa
de pintura escabullándose en lo que ya fue, o arriesgarse a laverda
dera indigenciayalaconfesión de lafalta de dioses yde laendeblez
a la hora de preparar un ámbito de decisiones? Aquello es más có
modo ymás «hermoso», esto es áspero y espeluznante, pero es una
cercanía a la diferencia de ser, una veneración de lo más digno de
ser cuestionado, una renuncia a «éxitos» y a «resultados», a cambio
de saltar adentro del ámbito clareado desde el que nos acomete el
rehusamiento de la diferencia de ser, de modo que en esta arremeti-
118 da se anuncia la cercana lejanía | del que quizá sea el último dios.
294
R EF L EX I O N ES X
69
lo gigantesco es un modo de lo grande. La grandeza no consiste en
unas dimensiones medibles peroinusuales encuanto que desmesura.
Bsto «gigantesco» no es más que la consecuencia de lo verdade
ramente gigantesco. Su esencia no consiste en que haya una época
que calcule y asegure expresamente ya supresente propio como si
fuera un futuro pasado (ypor tanto como si fuera algo imperece
dero). Estavoluntad tiene comopresupuesto que el mundo humano
de esta época seconciba así mismo—yconcretamente por comple
to y bajo todo aspecto («totalmente»)—como el propio objetivo
organizable ycalculable que tiene para sí mismo, concretamente en
el sentido de ser el centro de referencia para todo ente. Aquella vo
luntad de aseguramiento de lo imperecedero del presente exige el
aprovechamiento de todos los medios que garantizan el modo de
sobrecoger, de impresionar, de sorprender, de sacar de lo acostum
brado. De eso forma parte —máxime en la época de la calculabili-
¿ad—lo que resulta inaudito entérminos de cifras yde medidas: lo
gigantesco en un sentido «cuantitativo». Pero esto «cuantitativo»
no es la esencia de lo gigantesco, sino su consecuencia esencial. (Cf.
la conferencia sobre la fundamentación de la imagen moderna del
mundo a cargo de la metafísica13). Por eso, el afloramiento de lo
«gigantesco» guarda una conexión interna con | el creciente predo- 119
minio de la historiografía, en el sentido esencial de esa forma calcu
ladora de producir lo ente en su conjunto sacándolo y de represen
tarlo poniéndolo delante, desde el centro y para el centro del
autoaseguramiento del hombre como sujeto. Cuanto más poderosa
mente se propague la historiografía en este sentido, tanto más ahis-
tórico sevolverá el hombre. Cuanto más ahistórica sevuelva su his
toria a causa de la historiografía, tanto más perdurable se volverá el
mundo humano en su hominización. Cuanto más voluntariosa
mente se aspire a esta «eternidad», tanto más frecuente y obstinada
sevolverá a lavezla evasiónalaotra «eternidad» del cielocristiano.
Cuanto más estrechamente se junten ambos en la oposición, tanto
más se cerrará el hombre por todas partes al abismo de una indigen
cia esencial, ypor tanto a la posibilidad de una incardinación en la
historia de la diferencia de ser, únicamente gracias acuyo empentón
el hombre puede ser remitido a su esencia primordial.
295
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
70
La meditación de Nietzsche sobre lahistoriografía afecta auna pre
gunta esencial de la Modernidad. Pero Nietzsche no llega a una su
peración interna de la historiografía desde la esencia de la historia:
se limita a proteger la historiografía frente a la ciencia. La conse
no cuencia | de su saldo de cuentas historiográfico es el acrecenta
miento del poder de la «historiografía», en el sentido de una histo
riografía orientada hacia delante ycalculadora del futuro. Con la
definición que Nietzsche hace de lahistoriografía esta sevuelve aún
más moderna, es decir, se pone definitivamente al servicio de la
«vida» en cuanto tal, del autoaseguramiento del hombre.
Historiografía: la técnica de la «historia».
Técnica: la historiografía de la «naturaleza» (cf. lo anterior).
En la medida en que la historiografía y la técnica son metafí-
sicamente lo mismo, esta mismidad se corresponde a la vez con la
mismidad de naturaleza ehistoria en el sentido de la «vida»como el
poder apremiante que se configura a sí mismo.
Se consuma el abandono del ser por parte de lo ente como esa
situación en la que no hay necesidad del ser. El hombre ya solo es
capaz de ver sus miserables hechuras. Pero «el» hombre, en cuanto
que moderno, queda necesariamente diseminado en cuantiosos «su
jetos» sueltos.
También lo grande anterior no es más que un nivel preliminar
para ellomismoypara su«eternidad», ala que todavíano hapodido
alcanzar todo loanterior (porquetuvo que volverse pasado). El nivel
preliminar es el trasfondo de un realce que resulta todavía más deci
sivo. El hombre sevuelve cada vezmás injusto, ypor tanto cada vez
más pequeño. Cuando más pequeño sevuelva será cuando haya ase
gurado supequeñez (es decir, el abandono del ser yla falta de deci
siones) comograndeza. Este proceso es imparable, no porque seaun
proceso «orgánico», sino porque es un proceso histórico, es decir,
121 desencadenado por | la diferencia misma de ser en cuanto que el
rehusamiento oculto yque no tiene necesidad de un poder.
Toda «políticacultural»yaesesclavade este desencadenamiento
al servicio de la instauración de una apariencia gigantesca en la que
entra todo ente. Estaapariencia eslaprotección oculta de ladiferen
cia de ser, la cual no deja que las maquinaciones de lo ente le hagan
los cálculos de los tiempos desuverdad. Pero el saber acerca de esta
historia deladiferenciadeser yaformaparte del «serahí», delafun
damentación ya encauzada —pero todavía irreconocible—de la
esenciadel hombre desde lallamadaque lehace ladiferencia de ser:
experimentar la falta de precariedades del hombre moderno como
la indigencia auténtica ymás profunda, de la cual pueden surgir for-
296
R EF L EX I O N ES X
297
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[ÍNDICE DENOMBRESYNOCIONES]
298
R EF L EX I O N ES X
«Objetivos»: 83 s.
Origen-. 44ss., 50
palabra: 51 ss., 92
Pascal: 107ss.
Pensador: 10, 44, 88s., 89 ss., 116s.
poeta: 91
preguntapor el ser: 32s., 70
pueblo: 35 s.
Ser ahí: 98 s., 112
«Soledad»: 74 (cf. XI)
Transición: 99s.
Ubicación: 97
«Universidad»: 61ss.
299
r
a «Filosofía próxima a la vida»: eso es como un puente hundido en la
corriente. ¿Resulta entonces que hay «una» filosofía distanciada de
lavida? No. Pues valorar lafilosofía en función de la «vida», ya sea
según si espróxima o distanciada, siempre representa una destruc
ción de su esencia. ¿Por qué? Porque ella tiene que pensar la dife
rencia de ser, indagarle a fondo su verdad. Pero la diferencia de ser
es lo único que solo es cuando es. Ningún ente alcanza hasta ella. Y
sin embargo ella nunca es lo supremo, sino el ámbito intermedio, el
abismo para la altura y la profundidad.
Nada sabemos del modo como «opera» lo esencial, es decir, lo sa- b
crificado a las más sencillas decisiones, ni de en qué medida tiene
que permanecer inoperante, haciendo no obstante solo así que la
diferencia de ser se temple en lo ente. Aquí tampoco nos hace falta
saberlo, porque loúnico que importa esser esencial. Pero el campar
de la esencia, es decir, el modo como acontece laverdad de la dife
rencia de ser, es asunto de la diferencia misma de ser, cuya llamada
se vuelve pronunciable como palabra o queda acallada por el ruido
de lo que ya es ente y de lo «real».
El coraje para la filosofía es el saber acerca del hundimiento necesa
rio del «ser ahí». Porque lafilosofíaúnicamente puede resolverse en
el ánimo de un coraje así, comparte con todo lo esencial (con todo
lo que forma parte de la fundamentación de laverdad de la diferen
ciade ser) la preferencia delo escaso. No toma partido por los «ins
truidos», ni por los «creyentes», ni por los calculadores, ni por el
amontonamiento de quienes nunca son demasiados.
303
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1 1
El hombre moderno ha planteado el aseguramiento de su esencia
con vistas a llegar a ser alguna vez una parte de la máquina, para
que, al servicio de la objetividadylaplanificación de sucarrera, en
cuentre sinesfuerzo su seguridad, sus motivaciones ysuplacer. Este
avenirse con el carácter maquinal es algo esencialmente distinto del
mero uso de posibilidades «técnicas». Aquí es donde la transforma
ción extrema de la esencia humana a la hora de amoldarse se dirige
hacia la calcuiabilidad de loente. Solocon todo ello llega el espíritu
(es decir, lo que la animalidad tiene de racional y de calculadora) a
su poder supremo. El dominio del carácter maquinal no es ni «ra
cionalismo» ni «materialismo», no es el asolamiento del entendi
miento vacío ni la santificación del mero material. Más bien, con
esta transformación para amoldarse al carácter maquinal, lo que se
produce es un soltarse a lo ente que ya no necesita ninguna «ima
gen» para un «sentido», es decir, de ningún «símbolo», porque la
plasticidadseha desarrollado hasta convertirse encompleta calcula-
bilidad yprevisibilidad y siempre está presente en ellas, yporque,
2 en la | planificabilidad procreadora, el «sentido» se ha consolida
do enuna singular movilidad. El hombre modernoyanonecesita de
más símbolos, es decir, de imágenes que portan un sentido, no por
que niegue el sentido, sinoporque lodomina, consistiendo en esola
capacitación del hombre mismo para ser el centro calculador de to
dos los acondicionamientos de cualquier tipo de maquinaciones
para lo ente en suconjunto. El hombre moderno ya no necesita el
símbolo porque ha puesto por la fuerza lo plástico ylo observable
completamente bajo el poder de suproducción detodo lofactible (y
que nunca resulta imposible). El símbolo únicamente resulta posi
bleynecesario donde lametafísicapone el ser por encima de loente
ytiene que representarlo aaquel por medio de este. Perotan pronto
como, enlaépoca de laconsumacióndelametafísica, loente mismo
asume todo ser ysolo conoce lo ente en su posibilidad de ser repre
sentado yproducido, donde lo «real»ylo «vivo»representan el «he
cho» ydonde el éxito representa lo «verdadero», se desvanece toda
posibilidad ynecesidad de un símbolo. Pero quien quiera volver a
introducir tal cosa en un sentido moderno, es decir, por vía del re
paso de los cálculos yde laimitación historiográfica, está fingiendo
3 una cavilosidad | que en realidad es superficial, yjustamente desco
noce la auténtica hondura esencial de su propia época.
Los «símbolos» resultan ahora imposibles por varios motivos:
1) porque lo que constituye su esencia sucede en un sentido más
profundo ymás decisivo (la equiparación de ser e imagen en ese
cálculo que sepuede establecer de lo ente, es decir, en la calculabili-
304
R EF L EX I O N ES XI
305
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
3
La ignorancia ha alcanzado un grado en el que, sin llegar a obrar
nada, se convierte inmediatamente en destrucción.
4
De quien no tiene miedo todavía no ha quedado demostrado qUe
seaunhéroe, sino que solosecomprueba que esun camarada rudo
que, habiendo perdido el temor, ha perdido también por comple
to toda posibilidad de sentir veneración ypor tanto la fuerza para
dignificar, y de igual modo el sentido para lo más digno, que es lo
más digno de ser cuestionado.
6 5
del ser, ycomo en el remolino lo único que ella exige en cada caso
eSsiempre | lo ente yel ejercitarlo—figurándose que esto sepuede 11
conseguir sin el ser—, por eso aquello que queda fuera de la rota-
ción tiene que haber concedido su espacio desde la prestación de
adecuaciónacargo deladiferencia deser: una prestaciónde adecua
ron que libera para la experiencia de que ningún ente es capaz de
nadasalvoquesealadiferenciadeser, alaque el hombre no escapaz
de contraponer «nada», a no ser que él se traiga al margen de la de
cisión histórica la resolución para transformar su esencia.
10
Ni Hólderlin ni Nietzsche viajaron jamás por Grecia. Por eso está
muy bien que ahora los viajeros de «Por la alegría a la fuerza»14
«vivencienla Hélada». Esto es algo que resulta irrelevante, pero sin
embargo es un signo.
La destrucción histórica no consiste en eliminar lo que había
hasta ahora, que de momento yaha cumplido con suesenciayc[ue
ya solo se esconde en la perduración del caos que deja ahora. Uni
camente hay destrucción ahí donde laposibilidadde orígenes faltos
de esencia y de unos atrevimientos que todavía están indecisos
resultan impedidos ya en sus condiciones, pero esto desde la opi
nión de formar parte de una época | que está construyendo y de 12
estar comprometido con ella. Pero tal destrucción todavía puede
contribuir—contrasupropiavoluntad—al iniciodel comienzodeun
devenir esencial... si es que no se ha convertido en un asolamiento.
11
El peligro supremo para el serhumano es laincuestionabilidad de sí
mismo dentro de un ser que no es digno de ser cuestionado.
12
La «temporalidad» del «ser ahí»sela lee yse latoma (enSery tiem
po) como definición de la «fugacidad» del hombre. Con esto se le
está dando una interpretación «antropológica», y encima «cristia
na», en lugar de ver que la «antropología», la «cristiandad» y la
metafísica ya se han vuelto obsoletas con la pregunta —e incluso
yasolocon laactitudinquiriente—por laverdad del ser, lacual ini
cialmente tiene que hacerse captable como «tiempo» (recordando la
interpretación del ser como entidad dentro de toda la metafísica oc-
14. [Kraft durch Freude («Por la alegría a la fuerza»), abreviado «K. d. F.», era una
organización subordinada del Deutscher Arbeitsfront (DAF), «Frente alemán de trabajo»,
que entre otras actividades organizaba viajes en grupo].
309
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
13
¿Quiénes son los futuros? ¿La mayoría y su masa, o los menos, o
quienes están comenzando y que, al fin al cabo, esconden en sí todo
un tiempo y no necesitan el futuro? ¿Pero quiénes son los que
están comenzando? Los que vienen de la indigencia | de la diferen
cia de ser.
14
Una vez que el historicismo se haya vuelto completo asumirá tam
bién el saldo de cuentas del futuro, figurándose con ello que ha con
seguido poner la «eternidad» bajo su dominio. La falta de libertad
frente a la historia se vuelve incondicional. Lo que justamente no
tiene importancia en un presente se lo considera despachado... para
la «eternidad». Todo lo que no sea un hacer primordial, todo lo
311
R EF L EX I O N ES VII- XI. CU A D ER N O S N EG R O S (1938-1939)
15. [E. Jünger, Die totale Mobilmachung, en Krieg und Krieger, ed. de E. Jünger,
Junker und Dünnhaupt, Berlín, 1930, pp. 9-30].
3 12
R EF L EX I O N ES XI
313
R EF L EX I O N ES VII- XI. CU A D ER N O S N EG R O S (1938-1939)
314
R EFL EX I O N ES XI
19
La consumación de la Modernidad consiste en que el hombre se
concibe plenamente como «sujeto», y sobre todo en que se condu
ce como tal. Pero la entereza de lo subjetivo justamente no consis
te en el «individualismo», sino en que el hombre, junto con todo
lo que tiene a su disposición y le es propio, compila todo lo huma
no —la comunidad y el mundo humano heredado en exclusiva—
en lo que subyace a todo valorar y planificar y ejecutar, haciendo
que como ámbito subyagan la medida y el objetivo y la planifica
ción. El hombre se sabe a sí mismo como hombre cuando se toma en
serio esta posesión, cuando la acapara y no tolera nada más, cuando
toda repercusión la justifica | por su éxito y cuando por todas par- 22
tes se confirma como tal sujeto. Esta chifladura incondicional por
lo subjetivo tiene que poder hacerse pasar por lo «más objetivo»,
porque la «objetividad» no significa otra cosa que la vinculatoriedad
sin excepción de aquello subjetivo: una vinculatoriedad que se pro
tege y se afirma con la exigencia a toda costa de la incuestionabili-
dad del mundo humano. Porque lo más inicuo de todo es lo medio
cre e indeciso, por eso también resulta lo menos amenazado, y por
eso se garantiza legítimamente las expectativas de una duración
máxima, pudiendo hacer valer más que nadie su pretensión de «eter
nidad». Y una vez que haya repercutido por completo el acostum
bramiento a lo mediocre, el aseguramiento de la vida parecerá haber
alcanzado su triunfo. Pero donde aquel acostumbramiento trabaja
con el máximo éxito es ahí donde también se ha apoderado de lo
«grande» como lo que le resulta accesible y lo que él cultiva.
20
La «repercusión» de Nietzsche sobre la Modernidad se basa en lo
que en él mismo hay de moderno. Y eso comprende lo que en él hay
de esencial. Eso se expresa ya tempranamente, enlazando con Scho
penhauer, quien no es superado por medio de una | liberación ni de 23
una inversión, sino a quien solo se le consolida. La frase (1873): «Lo
enteramente subjetivo es aquello en virtud de lo cual somos hom
bres. Es el patrimonio acumulado del que todos participamos»16
(X, 212), contiene su postura fundamental filosófica permanente,
justamente ahí donde la «corporalidad» pasa a ser la subjetividad
determinante del «sujeto».
315
R EFL EX I O N ES VII- XI. C U A D ER N O S N EG R O S (1938-1939)
17. [M. Heidegger, Ser y tiempo (GA2, 1977), trad., prólogo y notas deJ. E. Ri
vera C., Trotta, Madrid, 32012, pp. 407 s.].
316
R EF L EX I O N ES XI
lucha por la liberación de esa ley que hay oculta en ellos según la
cual no se los puede discurrir, ylo único que seconsigue luchando
en lo supremo vuelve a ser la indigencia de otro comienzo. Aquí,
el comienzo se lo está tomando esencialmente, yno como loprime
ro ni como lo siguiente para algo que en realidadsiga: precisamen
te esto le resulta lo más indiferente al comienzo, puesto que a él le
resulta esencial poner la fundamentación puramente en la esencia
de ella. Loque se«desarrolle» apartir de ahí siempre sebasará enun
abandono del comienzo. Solo los comenzantes pueden pensar ini
cialmente. Para los demás, que ya quieren ir más alláy«rebasar» el
comienzo, el pensar inicial pasa a ser mera expresión de un «inte
rés» «historiográfico» particular.
23
Laestirpe actual no es ni seestávolviendo—comose quiere pretex
tar—dura, sino que solo está embotada. Lo duro viene únicamente
de lo claro de la meditación suprema, mientras que lo obtuso solo
pertenece alo abotargado ya ese abotargamiento que se toma por
la «vida». Sin embargo, lo embotado muy bien puede acompañar
al «racionalismo» consumado.
24 26
Es necesariopensar durante muchotiempo dándole vueltas antes de
que esté permitido romper el silencio sobre el pensamiento nietz-
scheanode la «justicia». Ellaes lareminiscencia de laóücr| enel pre
guntar inicial de los griegos. ¿Perosepuede pensar lobastante esen
cialmente —como Nietzsche opina—sobre la base de la «vida» y
en conexión con la verdad como esa apariencia de constancia que
resulta necesaria para vivir? ¿Quizá aquí Nietzsche esté abordan
do tangencialmente el carácter de decisión que tiene la diferencia
de ser —sin preguntar la pregunta por la diferencia de ser—?En
qué medida lajusticia constituye el entramado esencial de lavolun
tad de poder y del eterno retorno, pero en qué medida únicamen
te se la está mencionando, eso solo puede decidirse si la metafísica
de Nietzsche se la ha pensado a fondo desde un saber esencial de la
metafísica, es decir, desde su superación interior. ¿Qué precario
es nuestro armamento para este duelo? Ysobre todo, ¿qué carente
de toda necesidad quedaría por todas partes semejante pensamien
to? Para Nietzsche, la justicia [es] el intento de salvarse del huero
«relativismo» de la doctrina de las perspectivas. Ysin embargo, en
lugar de relativo al «sujeto», ahora se dice relativo a la «voluntad
depoder». ¿Por qué no entonces relativismo? Porque no hayningún
absolutismo. ¿Qué entonces?
317
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27 25
Verdad. ¿De dónde tomamos la esencia de la verdad? ¿Qué nos ga
rantiza nuestra destinación ahallar la esenciayacustodiarla? ¿Qui
zá solo el arriesgarnos a nuestra esencia propia? ¿Por qué este tener
que arriesgarse} Antes de eso y antes de todo, ¿es ya esto la esen
cia del hombre, la cual él se consiente sin confesárselo, y de forma
siempre velada, y siempre con unas malinterpretaciones que ya no
representan ningún peligro para su animalidad decretada? ¿Qué
significa que nosotros, la mayoría de las veces, recurramos direc
tamente a lo que tenemos presente y a nuestro opinar incuestio
nado sobre ello, y que encontremos satisfacción en lo que ha sido
arrastrado a nosotros y hasta nosotros de una mera actividad que
es adicta a la vida? (Cf. pp. 79 s.).
26
El «dominio» del hombre, las maquinaciones de lo ente como loreal
(lo eficiente), el menosprecio —que no se apercibe de nada—de
toda dignidad que la diferencia de ser tiene de que preguntemos
por ella, el mero eludir evadiéndose asalvaciones aparentes (lacris
tiandad): todo esto se lo ha llevado unitariamente y del modo más
extremo hasta sus límites, de modo que el hombre ya no debe espe
rar hallar la salida a esta situación conun mero retiro del «mundo»,
como si entonces aún se le ofreciera en alguna parte algo reposado,
intacto, enlo que pudiera confiar. No: primero el hombre tiene que
28 | contraponer a este grado extremo de abandono del ser un grado
extremo de esa dignidad que la diferencia de ser tiene de que la
cuestionemos. Es más, ni siquiera tiene que contraponerlo, sino que
simplemente tiene que establecerlo, y arriesgarse por sí mismo y
aprender a intuir algo de la esencial ineficiencia de la diferencia de
ser y de cómo ella no ha menester repercutir. Esto es lo que carac
teriza la época de la Modernidad consumada: que en ella no son
posibles evasiones ni compensaciones ni soluciones inmediatas. Solo
quienes comienzan pueden ser superadores, es más, ni siquiera ne
cesitan ser superadores si ya son comenzantes. Los cambios de va
lores, las revoluciones, los derrocamientos se mantienen en las ca
denas yenlos círculos deloquehabíahasta entonces ypermanecen
esencialmente rezagados tras aquello que hace falta: que el hom
bre se arriesgue a su esencia yque, en tal arriesgarse, averigüe esta
esencia preguntando por ella como aquello a lo que se le brinda un
primer nombre con la custodia de laverdad de la diferencia de ser.
318
R EF L EX I O N ES XI
27
Los comienzos nunca han menester repercusión, y lo que más in
adecuado les resulta es la continuación. Los comienzos son. De for
ma ineficiente, suser les fuerza de nuevo aun comienzo. Este forza
miento | sucede más allá del poder yde la impotencia, yse define 29
desde la cesión de los orígenes que, como saltos primordiales, se
ponen alternativamente en libertad.
28
Hólderlin: «poniéndolo» y calculándolo historiográficamente, el
poeta se encuadra en la época del idealismo alemán, cuyo pensa
miento absoluto en parte realiza la consumación de la metafísica
occidental yenparte laprepara. Este saldo de cuentas sepuede am
pliar al mismo tiempo a Goethe y a Schiller yal romanticismo, ya
algunas cosas más, para hacer completo el sepultamiento historio-
gráfico del poeta. ¿Pero qué nos importa la historiografía, la cual
tiene que considerar aHólderlinunproclamador yun consumador?
Para la meditación histórica —propia de la historia de la diferen
cia de ser—, que pone en cuestión lametafísica enel conjunto de su
campar y de suhistoria, Hólderlin es un comienzo, y eso significa
al mismo tiempo que es la tácita exigencia del comienzo —del fu
turo como un comienzo—,ypor tanto todo menos un consumador
yun renovador.
El presupuesto «interior» para el historiador —suponiendo que
tenga un «interior»—, en cuanto que conocedor de lo pasado, es
que noseapercibadelahistoria. Antelaopiniónpública, él compen
sa esta | carencia (qiie no se la puede experimentar ni saber) con la 30
abundanciadelos «resultados»ylas «concepciones»respectivamente
nuevos, es decir, estos mismos resultados y concepciones justifican
un mundillo «de las ciencias del espíritu» que, enel radio de alcance
de la época historiográfica, resulta inevitable y, de inmediato, ya
solo aburrido. Cualquiera puede sobrepujar a cualquiera —pero
nunca lo bastante rápido—en los ámbitos particulares yenrelación
con los «problemas» y los «temas» que la fugaz actualidad desea, y
cualquiera puede recitar lo que está en el aire de la opinión pública
—a la que nada se le escapa—un pelín antes que los demás, y en
tonces, de este modo, un tanto más frívolamente (aeso se le llama
«conun brío contagioso»), mercantilizándolo así para que los vasa
llos de las «recensiones»ylos «anuncios» no sequeden sinmaterial
ylos «interesados» no se queden sin la ocasión de parlotear. De la
noche a la mañana es la nueva publicación siguiente lo que queda
en el «centro» del «interés».
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33
Se tiende a pensar que si la meditación esencial no se produce es
porque se la prohíbe yse lareprime, mientras que, en realidad esta
falta de meditación surge de un fracaso de la indigencia primordial
que es la única que puede engendrar la fuerza de la meditación. La
presunta prohibición de lameditaciónsurge por sí misma de lafalta
de la fuerza para las decisiones esenciales, que son las únicas que se
toman en el espacio de lo más digno de ser cuestionado.
esto? Ciertamente que sí. Ylo sabía con un saber que queda bajo
la ley de un designio que compone y ensambla y que nosotros no
conocemos ni debemos conocer. Toda filosofía esencial sigue su
destinación obedeciendo a la ley de un designio que la compone y
ensambla: por ejemplo la Crítica de la razón pura de Kant, los trata
dos breves de Leibniz ysus cartas ycompilaciones enparágrafos, las
Regulae de Descartes, los Diálogos de Platón. ¿Bajoqué figura debe
mos abordar entonces la «Obra principal» de Nietzsche recurriendo
a ella y conservando sus arranques, sus trabajos preliminares ysus
fragmentos? La propuesta de dejarla como está y de «sacarla» tal
como nos ha llegado transmitida, incluso en facsímil, tiene algo de
consistente y de «verdadero», y sin embargo con ello no hay dada
47 ninguna | garantía de que pueda llegarse a saber —ni siquiera en lo
más mínimo—en su unidad más íntima y campante aquello que
—para el Nietzsche inquiriente y meditativo—dispuso de entrada
este «material», manteniéndolo dispuestoyencajadoyno dejándolo
jamás ser mero «material». Laclasificaciónnumérica no es más que
un remedio de emergencia externo. Precisamente cuando tomamos
conciencia clara de que al «conjunto» no se le puede endosar por
la fuerza una única «disposición» que nos hemos sacado de alguna
parte, y de que tampoco un mero dejar lo que nos ha llegado tal
como está en forma de transcripciones en los cuadernos es capaz ya
de conservar el pensamiento «real», justamente entonces lapregunta
por el modo de la tradición de este legado se desplaza al ámbito de
laplena dificultad, pues incluso laclasificaciónmeramente temporal
de los fragmentos sueltos resulta seductora, enlamedida en que con
ello surge la opinión de que un pensamiento esencial solo lo hay
cuando selo anota yse lo apunta amenudo. Pero lo que sucede en
verdad es que lo esencial, lo que sostiene la meditación, lo que re
mueve ylo que dispone yhace encajar, siempre se lo pronuncia yse
lo delata después que lo incidental, que en apariencia es lo que real
mente y lo único que se ha tratado.
Así es como el intento de hacer una publicación de la obra prin
cipal de Nietzsche que resulte suficiente (¿pero suficiente para qué y
48 que satisfaga | a quién?) quizá venga guiado por una intención equi
vocada, enla medida en que lapublicaciónnunca puede ir destinada
al público lector ni a los lectores «engeneral», pero tampoco a «bió
grafos» y sibaritas extravagantes, sino únicamente a los pensadores.
Pero a estos les resulta indiferente la forma que adopte la publi
cación. Pues también laLógica de Hegel, o el tratado de Schelling
sobre la libertad, ola Crítica de la razón pura de Kant, hayque cues
tionarlos cada vez primordialmente y de principio a fin desde sus
respectivos orígenes, captados cada vez de forma más esencial, y la
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Ahora llaman «milagro» justo a lo que se basa exclusivamente en
la planificación y en el cálculo, y que en todo momento se puede
imitar con una exactitud incrementada. Un «milagro» así es, por
ejemplo, el aparato de mando de una batería antiaérea para calcular
trayectorias. Este prodigio esloúnico «real», el único ente, de modo
que el «mundo» está ahora lleno de «milagros» como no lo estuvo
nunca. Frente a eso, ¿qué pintan todos los «símbolos» y todas las
usanzas aducidas artificiosa ehistoriográficamente ala fuerza? Estos
«milagros» de la técnica, en el sentido más amplio, le encantan al
hombre, de modo que él llegaaopinar que esél quien domina el mi
lagro, siendo que, sin embargo, se ha convertido apenas en la pieza
más dócil de lamaquinaria. De un «dominio» del hombre «sobre» la
técnica únicamente puede hablar hoy quien al mismotiempo desco
nozca el carácter maquinal del ser en la interpretación moderna y,
al mismo tiempo, no sea capaz de saber nada del carácter calculato-
51 rio | yalavez animal del sujetohumano moderno. Pero tampoco es
que el hombre haya sucumbido a la técnica, sino que la técnica y
el ser humano están incluidos del mismo modo en el arrastre del ser
como maquinación, de modo que una superación y una decisión
no podrían ser posibles, ni por parte del uno ni por parte de la otra,
mientras la decisión no se la desplace a la pregunta por la verdad
del propio ser yasufundamentación: la «totalidad» no es más que
una escapatoria a la falta de meditación.
39
Estar ocupado (con la «filosofía») todavía no es trabajar. Trabajar
sigue estando muy lejos de crear. Ycrear no es todavía fundar. Las
diferencias son en cada caso infinitas, es decir, esenciales. En el pri
mer plano superficial de la apariencia de todo quehacer al que se le
da rienda suelta, todo se parece a todo. Yencima, al fin y al cabo,
esta igualdad todavía se la puede fundamentar «científicamente»,
por cuanto que todo hacer está condicionado «biológicamente», de
modo que todo procede de igual modo de «lavida». Yen la medida
en que, además, este conocimiento seloconsidera un descubrimien
to, tales «verdades» poseen algo hechizante para los irreflexivos y
atolondrados. Pero lo esencial sigue siendo que, de este modo, al
52 hombre se le expulsa del cauce de toda meditación. | ¿Se tiene idea
de qué destrucción «de la vida» es la que se está produciendo? Esa
destrucción equivale a aquel enarenamiento y a aquella desertiza-
ción de nuestro suelo demasiado calculado ydemasiado cultivado.
¡Yno preguntemos qué especie de cuestionable «biología» es esta
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43
Es una opinión pueril figurarse que un pensador podría pretender
jamás afirmar que las «ciencias»surgen de la filosofía (como el cho
rro de agua del caño de lafuente), es decir, que se supone que la fi
losofía moderna en sucomienzo (Descartes) hizo surgir de sí misma
las ciencias. De esta filosofía —suponiendo que sea una tal, y tanto
más cuanto más decididamente lo sea—no surge absolutamente
nada. Las ciencias solosurgenmediatamente (causadas por laréxvq
yel trabajo) «de»la metafísica enla medida en que echan mano de
la esencia respectiva de laverdad, segregándose ya así de ella. Aún
más extraña resulta ciertamente esa intención de la «historia del
espíritu» de pretender refutar aquella supuesta opinión de los filóso
fos. ¿Cuántas malinterpretaciones han surgido ya del acoplamiento,
intentado reiteradamente, de lafilosofía conlas ciencias, yesto para
ambas «partes»? Esta fusión ha resultado ser fatídica para la histo
ria occidental. Lafilosofíaya no alcanzó suesencia como | pregun
ta por el ser. Las ciencias sucumbieron al servilismo hacia cualquier
«señor» que se presentara justamente en ese momento. Yla medita
ción sobre la esencia de laverdad resultaba algo ajeno, si es que no
se volvió demasiado habitual bajo la figura deformada de la «gno-
seología». Sereprimió el saber de los ámbitos esenciales de las deci
siones. Todo opinar se vuelve indisciplinado y desenfrenado, y uno
busca salvarse apresuradamente refugiándose enunafe, pues, al finy
al cabo, el mundillo de la«cultura»yaestá asegurado por otras vías.
Las «ciencias» nunca surgen sin la filosofía, porque tienen que
recurrir forzosamente auna posición esencial del campar de la ver
dad, y por tanto, previamente, a una posición esencial del campar
del ser. Perolas ciencias nuncasurgendelafilosofíanigracias aella.
Las ciencias son «filosofía» en la medida en que no pueden existir
sinlafilosofía, aunque estaconsistencia—comomuestra laModer
nidad—se vuelve tanto más «segura» cuanto menos se preocupen
las «ciencias»de lafilosofíaycuanto más superficialmente lohagan.
Pero las «ciencias» nunca son «filosofías» en el sentido de que sean
capaces por sí mismas de «filosofar»: precisamente es este «filoso
far» lo que ellas tienen que rechazar de entrada de sí mismas para
poder abandonarse a lo ente mismo y a su manejo. Por eso, toda
investigación historiográfica de la historia de las ciencias pregunta
de entrada en la direcciónincorrecta cuando trata de hacer que «las
ciencias» surjan de | una filosofía, ya sea la antigua, ya sea la de
Descartes. Pero precisamente porque ya este preguntar no puede
resultar adecuadopara laesenciadel asunto, lameditacióntiene que
tratar de comprender cómo es que las «ciencias» no pueden ser lo
que sonsin lafilosofía: estemodo comolas ciencias estáncondicio-
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48
La dimensión pública n o e s u n a e s c a la d e m e d id a p a r a la g r a n d e z a
si e s ta s ig n ific a q u e a lg o ú n ic o r e p r e s e n t a u n c o m ie n z o e n e l se r.
P e r o la p r o p i a d im e n s ió n p ú b lic a sí q u e p u e d e d e f in ir e l carácter d e
la g r a n d e z a , y e s t e c a r á c t e r s e p u e d e e x p o n e r a s í m i s m o e n l o g i g a n
te sco : p a ra esta g r a n d e z a , t o d o l o o c u l t o r e s u l t a p e q u e ñ o , si e s q u e
n o in c lu s o c o m p le t a m e n t e n u lo . T ie n e s q u e s a b e r q u é c a r á c t e r d e la
g r a n d e z a se h a e s c o g id o c a d a é p o c a , p u e s d e o t r o m o d o se e n m a r a
ñ a r á n t o d a s la s v a l o r a c i o n e s . P a r a l a c o n s u m a c i ó n d e l a M o d e r n i
d a d , lo ú n ic o q u e o f r e c e g a r a n t ía s es u n m u n d o h u m a n o q u e y a t e n -
d e n c ia lm e n te h a r e h u s a d o to d a m e d ita c ió n s o b r e a q u e llo | q u e p o r t a 72
y c o n d u c e a la é p o c a e n su c o n c e p c ió n d e l s e r , d e la v e r d a d y d e l
h o m b re.
49
E l p e lig r o d e t o d o lo in te m p e s t iv o c o n s is te p o r u n la d o e n q u e q u e
d a d e m a s ia d o r e c u b ie r to y fr e n a d o p o r lo q u e v a c o n lo s tie m p o s
y g u a r d a a f i n i d a d c o n l a é p o c a , e s d e c i r , d e s d e la o p o s i c i ó n q u e l o
v in c u la c o n e s to . P e r o p o r o t r o la d o , ta l p e lig r o c o n s is te en. q u e ,
a u n q u e lo in t e m p e s t iv o c a r e c e d e a fin id a d c o n la é p o c a , y d e e s te
m o d o y a n i s iq u ie r a s ig u e r e s u lt a n d o in t e m p e s t iv o , sin e m b a r g o se
a b re p a s o h a c ia lo atemporal, s i n c o n o c e r su é p o c a y s i n s e r c a p a z
tiempos d e l a p o e s í a y d e l p e n s a r y d e l
d e a g u a r d a r la . Y e n c im a , lo s
a c tu a r s o n r e s p e c t iv a m e n t e d is tin to s . M ie n t r a s n o s s ig a d o m in a n d o
e l h i s t o r i c i s m o y s i g a m o s s a l d a n d o la s c u e n t a s d e l a h i s t o r i a d e u n
m o d o u o t r o — c o n la m e r a o b s e r v a c ió n o c o n e l h a c e r p la n ific a
d o r — , a l c a b o s e g u ir á e x is t ie n d o e l p e lig r o d e q u e t a m b ié n la a u t é n
tic a m e d it a c ió n c a ig a e n la h o n d a fo s a d e la s u p e r fic ia lid a d d e l a n á
lis is m e r a m e n t e c o m p a r a t i v o , e l u d i e n d o e l s e r y n o s i e n d o e s c o g i d o
c o m o h u n d im ie n to e n c u a n to q u e p r e p a r a c ió n d e u n c o m ie n z o .
50
E n a q u e llo q u e , e n u n s e n tid o g e o g r á fic o y p o lít ic o , se d e n o m in a n
la s « d e m o c r a c i a s o c c i d e n t a l e s » , y a d e s d e h a c e t i e m p o , y t a n t o c o n s u
«metafísica» e x p r e s a c o m o c o n su «metafísica» t á c i t a , | la « M o d e r - 73
n id a d » se h a e s t a n c a d o : p a r a d a r e l p a s o h a s ta la c o n s u m a c ió n f a l
ta la f u e r z a y , s o b r e t o d o , la v o c a c i ó n e s e n c ia l. T o d o lo q u e a h í s u
c e d e es c o m p e n s a c ió n , in te n to d e d e fe n d e r y d e fin a liz a r , p e r o
n o u n c o n fig u r a r y u n c o n d u c ir q u e se a n tic ip e n . D e s d e a h í n o se
t o m a n in g u n a d e c is ió n , e s p e c ia lm e n t e n in g u n a d e c is ió n d e la m e d i
ta c ió n e s e n c ia l s o b r e la fig u r a f u n d a m e n t a l in ic ia l d e u n a h is to r ia
d is tin ta d e l se r. T o d a v ía u n p o d e r a p a r e n te m e n te e x t e r n o , u n a g r a n
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r iq u e z a , u n a « c u ltu r a » h e r e d a d a y u n m e r o e s p ír it u d e r e s is te n c ia
s ig u e n a c a r r e a n d o u n a h ip o c r e s ía d e s m e s u r a d a : a lg o a sí c o m o u n
b lo q u e o a la t r a n s ic ió n h a s ta la c o n s u m a c ió n d e la M o d e r n id a d .
E ste b lo q u e o p u e d e a c a r r e a r u n r e ta r d o , p e r o n o es c a p a z d e d e te
n e r la c o n s u m a c ió n e s e n c ia l d e la M o d e r n i d a d , p o r q u e t o d o lo q u e
a y u d a a ta l b lo q u e o n o es m á s q u e u n a fo r m a p r e lim in a r y a s u p e r a
d a d e c o n s u m a c ió n ... e n s e n t id o m o d e r n o , p e r o s in e l c o r a je p a r a
u n c a m p a r d e s p l e g a d o n i p a r a la s c o n s e c u e n c i a s e s e n c i a l e s e x t r e
m a s. P o r e s o sé p r o d u c e ta m b ié n , y ju s ta m e n t e a llí, e sa c u r io s a d e
fe n s a r e lig io s a , s o c ia l y « p o lític a » d e l c r is t ia n is m o ; p o r e s o r e s u lt a
ta m b ié n a h í la im p o t e n c ia t o t a l a la h o r a d e c o n c e b ir e l c o m ie n z o
m e t a fís ic o d e la h is t o r ia o c c id e n t a l e n lo s g r ie g o s y e n su a b is a li
d a d ; y p o r e s o se p r o d u c e , c o m o u n a c o n s e c u e n c ia q u e e x is te y a
d e s d e h a c e t ie m p o , la e v a s ió n h a c ia e l « h u m a n is m o » .
74 51
P o r q u e , a l fin y a l c a b o , la « c o n s u m a c ió n » d e la M o d e r n id a d n o
c u a d r a c o n la m e r a f in a liz a c ió n d e a lg o c o m e n z a d o , p o r q u e la c o n
s u m a c ió n s ie m p r e es e l a b o r d a je ú ltim o y a u té n tic o d e u n a e s e n c ia
q u e h a s ta a h o r a e s ta b a v e la d a , p o r e so ta l c o n s u m a c ió n tie n e n e c e
s a r ia m e n t e e l c a r á c t e r d e u n n u e v o c o m ie n z o . P e r o d e a h í s u r g e la
e q u iv o c id a d — q u e a m e n u d o se d a y a d e s d e h a c e tie m p o — d e si
e s te c o m ie n z o p o n e e n m a r c h a la c o n s u m a c ió n o si n o se e s t a r á a n
t ic ip a n d o y a , y e n d o m á s a llá d e la c o n s u m a c ió n , h a s ta u n n u e v o
c o m ie n z o . A m b a s c o s a s n o se e x c lu y e n . A m b a s c o s a s p u e d e n s e r y a
s im u ltá n e a m e n te . P e r o a m b a s c o s a s nuncala s p u e d e n c o n s u m a r lo s
m is m o s c o m p o r t a m ie n t o s fu n d a m e n ta le s d e l c r e a r y d e l p a d e c e r
h u m a n o s . ¿ P o r q u é la c o n s u m a c ió n d e la M o d e r n id a d es a s u n to
d e l a « p o lít ic a » e n c u a n t o q u e u n a « t é c n ic a » i n c o n d i c i o n a l ? ¿ P o r q u é
la t r a n s i c i ó n a l o t r o c o m i e n z o e s a s u n t o d e u n a p o e s í a q u e y a m a r
c h a p o r d e la n t e ( H ó ld e r lin ) ? ¿ Y p o r q u é e s ta p o e s ía n e c e s ita y a p r e
v ia m e n te u n a la r g a m e d ita c ió n a c a r g o d e l p e n s a m ie n to — y c a r e n te
d e p o e s ía — s o b r e l o i n i c i a l d e la h i s t o r i a o c c i d e n t a l , s o b r e l a v e r d a d
t o d a v í a n o f u n d a m e n t a d a d e la d i f e r e n c i a d e s e r ? ¿ Q u é p o c o s s e d a n
c u e n t a d e l a s i m u l t a n e i d a d d e la d i v e r s i d a d e s e n c i a l y d e l a d e s t i n a
c i ó n h i s t ó r i c a d e l a « a c c ió n » y d e l p e n s a m i e n t o ? ¿ Q u é p o c o s s o n c a
p a c e s d e sa b e r q u e e sta s im u lta n e id a d es n e c e s a r ia , y d e a fir m a r el
d o m in io d e lo p ú b lic o (y n o s o lo d e d a r su c o n s e n tim ie n to p a r a
e llo ) , s o p o r ta n d o a l m is m o tie m p o , es m á s , e x ig ie n d o a l m is m o
75 t ie m p o c o m o a lg o e s e n c ia lm e n t e ju s to q u e la a u t é n t ic a | t r a n s ic ió n
se la d e s c o n s id e r e y se la p a s e p o r a lto ? ¿ Q u ié n b a r r u n ta q u e a lo
e n te e n su c o n ju n t o , c o n u n a s s a c u d id a s o c u lt a s y c o n u n o s e m p e n
to n e s im p e r c e p tib le s , se lo h a c e g ir a r s a c á n d o lo d e l a b a n d o n o d e l
342
R EF L EX I O N ES XI
ser? P e r o d e m a s ia d o n o s g u s ta « p en sa r» c o n c o m p a r a c io n e s y p la n i
f ic a c io n e s h is t o r io g r á fic a s d e la h is to r ia , sin d a r n o s c u e n t a d e q u e
la h is t o r ia m is m a e s la m a r c h a d e l a c o n t e c im ie n t o d e la v e r d a d d e la
d ife r e n c ia d e se r, u n a m a r c h a q u e lo ú ltim o q u e h a a c a b a d o e n g e n
d r a n d o e s la h is t o r io g r a fía , c o n la q u e , e n r e a lid a d , se h a a h u y e n
t a d o a lo s d io s e s h a c ié n d o le s h u ir , d e m o d o q u e , a l m is m o t ie m p o ,
se o f r e c ía u n a a p a r ie n c ia d e e s ta r s u s t it u y é n d o lo s p o r e l « a rte »
e x p e r im e n ta d o estéticamente, e l c u a l p o r su p a r t e c u lt i v a b a la
« v iv e n c ia » , la c u a l lu e g o a l fin a l a ú n f in g ió e n c im a , c o m o v iv e n c ia
« r e lig io s a » , u n a p o s e s i ó n d e lo « d iv in o » .
52
53 76
P e n s a n d o d e f o r m a p u r a m e n t e « m e t a f í s i c a » (e s d e c i r , e n t é r m i n o s
d e h i s t o r ia d e la d if e r e n c ia d e s e r ), d u r a n t e lo s a ñ o s 1 9 3 0 - 1 9 3 4 y o
c o n s id e r a b a q u e e l n a c io n a ls o c ia lis m o e r a la p o s ib ilid a d d e u n a t r a n
s i c i ó n a u n n u e v o c o m i e n z o , y le d i e s t a i n t e r p r e t a c i ó n . C o n e l l o se
e s ta b a c o n o c ie n d o m a l y se e s ta b a in fr a v a lo r a n d o e s te « m o v im ie n
to » , ta n to e n su s a u té n tic a s fu e r z a s y e n su s n e c e s id a d e s in te r n a s
c o m o e n su f o r m a y t a m a ñ o p r o p io s y e n la n a t u r a le z a d e su s d im e n
s io n e s . M á s b ie n es a q u í d o n d e c o m ie n z a la c o n s u m a c ió n d e la M o
d e r n id a d , y lo h a c e d e u n a fo r m a m u c h o m á s p r o fu n d a , es d e c ir ,
a b a r c a d o r a e in c is iv a , q u e c o n e l fa s c is m o . A u n q u e , e n lo r e la t iv o
a la h o m in iz a c ió n d e l h o m b r e c o n u n a r a c io n a lid a d s e g u r a d e sí m is
m a , la M o d e r n i d a d c o m e n z ó p r im e r a m e n t e c o n e l « r o m a n tic is m o » ,
s in e m b a r g o , p a r a l a c o n s u m a c i ó n se r e q u i e r e h a b e r s e d e c i d i d o a
f a v o r d e lo h is t o r io g r á f ic o y lo t é c n ic o e n e l s e n tid o d e la « m o v ili
z a c i ó n » c o m p l e t a d e t o d a s la s f a c u l t a d e s d e u n m u n d o h u m a n o q u e
s e la s t i e n e q u e a r r e g l a r p o r s í m i s m o . A l g ú n d í a t e n d r á q u e c o n s u
m a r s e t a m b i é n e l d i s t a n c i a m i e n t o f r e n t e a la s I g le s ia s c r i s t i a n a s , c o n
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55
La primera comprensión clara del pensamiento meditativo, y por
tanto la que se anticipa a todo y se agudiza constantemente, tiene
que ser la de que todo pensador que en la historia del pensamiento
occidental haya fundado una postura fundamental es irrefutable.
Eso significa que la adicción a refutar es la primera apostasía del au
téntico pensar. Midiéndolo con arreglo a tal medida, el mundillo
filosófico, y encima el «nacionalsocialista», queda fuera de ámbito
del saber esencial. Eso no impide que semejante ajetreo trate de pro
porcionarse un prestigio | público con una «bibliografía» desmesu- 78
rada y alborotadora y... depredadora, que se corresponde exacta
mente con aquella producción bibliográfica que, en su condición de
«filosofía católica», se ha proporcionado un acceso a los «formados
e instruidos» de todas las «confesiones» y «clases sociales». ¿Cuánto
tiempo podrán durar aún estas prácticas? ¿Habrá llegado su hora
solo con la consumación de la Modernidad?
56
Pero finalmente, a través del pensar meditativo, y para él mismo
—como preguntar la pregunta por la diferencia de ser—, irrumpe
el tiempo de una larga meditación que no conoce el éxito, irrum
pe el no verse afectado por lo público, y la comprensión de que el
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21. [A. Rosenberg, DerMythus des XX. Jahrhunderts, Hoheneichen, Múnich, 1930.
Así lo pone en la cubierta del libro. En la portadilla pone: «del siglo veinte»].
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Que antes que eso impera una postura fundamental hacia el ser que
forma parte de la historia del propio ser, también apenas somos
capaces de verlo. Por eso, para el historiador —como el cual hay
que considerar a todo aquel que «repara» desde fuera en una filoso-
86 fía— o bien todo se basa en «influencias», | o bien lo pensado es la
«expresión» anímica de un «pueblo» o de la «vida» universal.
Todavía a menudo nos encontramos con la opinión de que lo
que un pensador piensa o dice se mide en función de lo que ha «leí
do» o no ha «leído». Esta curiosa noción de que un pensador se topa
con el ser —por así decirlo— con la «lectura» y en la «lectura»,
surgió de la concepción de la filosofía como una forma de erudi
ción que se ocupaba de libros y de escritos. Pero no obstante, ¿por
qué apremiamos con tanto empeño al simple «aprender a leer» en
la educación para reflexionar sobre los pensamientos meditativos?
Precisamente porque el auténtico «leer» se libera de la «letra» y de
toda «bibliografía», poniéndose cada vez más exclusivamente bajo
la exigencia de pensar solo unas pocas cosas, y de entre estas solo
lo más escaso, y de esto solo lo más simple y lo que ha quedado
mejor dispuesto y más encajado. Resulta fácil, y además entreteni
do, y confirma enseguida el proseguido «estar activo», si «leemos»
o incluso si confeccionamos —por ejemplo— una prolija «metafí
sica» de la física moderna. Por el contrario, resulta difícil y a menu
do se queda durante mucho tiempo sin «resultados» pensar a fondo
un fragmento de Heráclito, o los pensamientos de Kant sobre lo
«trascendental», o los pensamientos de Hegel sobre la «negatividad»,
87 o los pensamientos de Schelling sobre la «libertad», | o los pensa
mientos de Nietzsche sobre la «verdad», y todo esto —si es que
alguna vez lo tomamos en su conjunto—, a su vez como lo mismo,
es decir, no como algo pensado, sino como palabra campante que
pende libre en la diferencia de ser como abismo y cuya resonancia
va expirando en el silencio de la verdad de la diferencia de ser.
62
¿Durante cuánto tiempo tiene que estar uno entusiasmado con las
ciencias y recorrerlas por entero trabajando, para poder saber un
día que y por qué ellas tienen que quedarse en mera superficie
frontal del saber? La «juventud» actual parece tener caminos más
sencillos. Ella crece ya en la desconfianza hacia «las ciencias» y se
encuentra legitimada en todas partes y en todo momento para dis
tanciarse de ellas. ¿Pero llega por ello con mayor rapidez y seguri
dad a un saber esencial? ¿Tiene realmente caminos más sencillos?
¿O esta apariencia solo se difunde porque el saber de los ámbitos de
decisión se ha vuelto inutilizable y ya no se «pregunta» más por él?
350
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22. [F. Nietzsche, Más alládel bien y del mal, trad. deA. Sánchez Pascual, Alianza,
Madrid, 1986, p. 150].
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«Trágico» es lo que emprende su ascenso y afloramiento desde el
hundimiento, por haber asumido en el fondo abisal la tarea de una
fundación. La «concepción» de lo trágico, es decir, recorrer previa
mente por completo su respectiva hondura esencial, se define desde
aquella verdad de la diferencia de ser que en cada caso se ha alcan
zado en esa tragedia misma. Lo trágico es una forma privilegiada
como el hombre, que siempre está esencialmente abierto, ha sido
asignado al campar de la esencia de la diferencia de ser. La resolu
ción a lo digno de ser cuestionado forma parte del inventario esen
cial de una «tragedia». ¿Por qué en la época de la Edad Media resul
taba imposible una «tragedia» (no tomándola como forma poética)?
¿Por qué en la Modernidad resulta cada vez más escasa y solo puede
ser el regalo a los respectivos venideros? ¿En qué medida un silen-
90 ciamiento forma parte de | lo «trágico»? ¿Por qué la mera libertad
para lo ente excluye lo trágico? ¿De dónde surge la libertad para la
diferencia de ser en una época del abandono del ser?
65
Saber lo poco: la diferencia suprema como la decisión por la presta
ción de adecuación para el «ser ahí».
66
¿Cuándo se hunde el nivel de altura de los comportamientos y las
medidas humanas? No cuando se abandona y ya no puede mante
nerse el nivel anterior ni a causa de ello, pues aquí el mero mantener
resulta ya un hundirse: el «degradarse rebajándose» por debajo de
sí mismo sin poder saber del hundimiento, que es la degradación
más peculiar y más funesta. El hundirse comienza cuando el as
censo en altura se interrumpe, y esto resulta inevitable cuando se
reniega de lo digno de ser cuestionado... cuando la posesión de la
«verdad» se ha vuelto cosa obvia y, al mismo tiempo, algo indiferente.
67
Madurar para las necesidades de decisión propias y contra lo ente y
contra sí mismo, y crecer en la manera de dominar esas necesidades
sabiéndolas.
68
91 ¿Por qué los afanosos de la «realidad» y los próximos a la «vida», |
que ahora de pronto deben de ser innumerables, nunca captan
lo que es? Porque lo «real» solo es la dimensión objetual de lo ente en
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w
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¿Por qué entonces los que son próximos a la «vida» y los que 95
están ebrios de «realidad» no saben nada del ser, que es lo único
que «es»? ¿En qué medida son ellos los nihilistas consumados, y por
eso quienes, sin saberlo, contribuyen a preparar algo que ya se está
alzando desde lejos para advenirnos?
69
¿Por qué la meditación resulta tan difícil y tan rara vez está a la altu
ra de la intelección decisiva, que es la de que la diferencia de ser, en
su verdad, nunca se la puede obtener de lo ente? Porque esta intelec
ción exige una transformación del hombre que sobrepasa infinita
mente todo lo anterior, pero que, sin embargo, eleva lo más sencillo
y lo único hasta lo más digno, desde cuya abstención de todo poder
e impotencia se destruye esa hominización del hombre que lo redu
ce a animalidad. Llevar a su resolución esa intelección es el otro co
mienzo de la filosofía. Para llevar esta resolución a su cumplimiento
llegando hasta la osada claridad de las preguntas esenciales, la pre
paración de la filosofía tiene que renunciar a todo lo doctrinario
gracias a la longanimidad para un madurar oculto. ¿Qué sabe el ple
no ondear de la espiga dorada al resplandor del sol estival de | la 96
noche del encerramiento de la semilla en la áspera tierra?
70
No es ninguna casualidad, ni tampoco es una exageración personal
de Nietzsche, que en la consumación de la metafísica occidental
—que tiene como inventario fundacional la definición del hombre
desde la animalidad y la vitalidad dadas (presentes)—, esta animali
dad acabe resultando también de la consumación del carácter de
predador de la bestia errante: el animal depredador, que goza con
el triunfo y el poder, se corresponde con la inversión del «plato
nismo» que se lleva a cabo en la metafísica de Nietzsche. Que el
hombre, siendo este animal depredador, se convierta en «ideal»
—más o menos expreso y más o menos delatado— del mundo hu
mano, no es más que el cumplimiento de aquel requerimiento esen
cial según el cual, un día, el hombre definido como animal exigirá
su esencia —es decir, la animalidad— como ideal. Por eso, no debe
extrañar si hoy la teología cristiana se hace un favor reconociendo
por completo el condicionamiento «biológico» de todo pensamien
to humano. Pues todo cristianismo únicamente es posible como | 97
«metafísica», y por eso puede apañárselas con todas las formas de
ella. «Brindar» esto es, al fin y al cabo, su misionado «cultural».
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71
Edward Thomas Lawrence: Los siete pilares de la sabiduría23. El pri
mer libro osadísimo del gran silenciamiento. Quien aquí se limite a
leer descripciones ya dejar que le cuenten «historias», descubriendo
encima solo al Karl May más moderno; quien siquiera piense que
esta obra trata de Arabia y de los árabes y que se está haciendo
historiografía de un episodio de la guerra mundial; quien, para col
mo, seponga aindagar la «psicología»ylas «vivencias» del autor no
se habrá enterado de nada yno ve ni uno de los siete pilares de la
sabiduría. Loque aquí está sucediendo eslasuperación de las maqui
naciones por parte de la diferencia de ser en un padecimiento —a
sabiendas ajeno a lo que sucede—de sus atenazamientos yhechiza-
mientos: todo eso desde el barrunto de que están cerradas otras po
sibilidades del ser, para las que todo futuro hombre esencial tiene
que convertirse en un inquiriente que poetice ypiense, que rechace
toda asistencia yque destruya ya con intransigente desconfianza to
das las configuraciones sustitutorias del mundo humano, las cuales
se las adereza yse las maquilla tras haberlas compuesto apartir de
lo anterior.
98 72
Yael hecho de que todavíaydenuevoseprediquen «imperativos», y
encima en voz más alta que nunca («¡Vivir conforme a la especie!»),
muestra el enredamiento consumado en la «moral», es decir, en la
metafísica, y por tanto, en un sentido moderno, en el «subjeti
vismo». Cuando el provecho común prevalece sobre el provecho
propio, entonces se ha ganado algo enun sentido «moral»y «polí
tico», pero sin embargo no en un sentido metafísico. Más bien, es
con el provecho común cuando el egoísmo del hombre ysuadicción
a sí mismo obtienen más que nunca sulegitimidad, ycuando lainde
cisiónacerca del hombreysuesenciaselaha convertido enmáxima.
73
Un asunto raro, o quizá solo extravagante, es ocuparse de la fun
damentación «metafísica» del «heroísmo»: supuestamente una for
ma bastante poco heroica de pasar el «tiempo». Incluso a veces se
le reconoce al tratado Ser y tiempo que comenzó una fundamen
tación del heroísmo (aunque por supuesto que solo de forma muy
remota yprovisional y totalmente insuficiente para las pretensio-
23. [T. E. Lawrence, Los siete pilares de la sabiduría, Zeta Bolsillo, Barcelo
na, 2007].
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REFLEXIONES VII-XI. CUADERNOS NEGROS (1938-1939)
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88
Rainer Marta Rilke. Continuamente me andan pidiendo una inter
pretación de las Elegías de Duino27 y mi «posicionamiento» hacia
ellas. Se supone que hay una afinidad e incluso una igualdad en las
posturas. Pero todo esto se queda en lo externo: las Elegías me re
sultan inaccesibles, a pesar de que barrunto yvenero su fuerza poé
ticaysusingularidad enmedio de estas décadas tan carentes detoda
poesía. Tres cosas esenciales separan mi pensamiento del poeta, es
decir, hacen que un diálogo resultara demasiado prolijoyambiguo,
haciéndolo parecer hoy prematuro:
120 Lo primero es que en supoesía hay una carencia de historia, es
decir, que en ella el hombre está sumido en la corporalidad y en la
animalidad, quedándose él enalguienquemeramente sehasalidode
ese ámbito. Lo siguiente es la hominización del animal, lo cual no
contradice loprimero. Lotercero es lafalta de decisiones esenciales,
aunque el Dios cristiano haya sido superado. Auñque en lo es más
propio suyo Rilke resulta más esencial y más poético que Stefan
George, sesitúa tan poco como él enlaórbita de lavocación «de los
poetas» que Hólderlin fundó pero que todavía no se ha asumido
nunca. Rilke no solventa —yStefan George aún menos—el proble
madel hombre occidental ydesu«mundo»poetizándolos ni pensán
dolos: Rilkecargapara sí mismo —«másheroicamente» que muchos
de los «héroes» que hoy arman ruido y que confunden el heroísmo
con la mera brutalidad de un combate callejero—con un «destino»
inaclarado, un destino que quiere regresar a lo prebiográfico e in
fantil. Apesar de ello, su «obra»permanecerá, aunque algunos ras
gos devirtuosismo—que enGeorgeproliferande otromodo—ten
dránquedesprenderse. ¡Ojaláquelasimportunas «interpretaciones»
de los hombres de hoy quisieran volverse a otras ocupaciones!
m Por el momento, la poesía de Rilke se la busca más bien solo
comorefugioyevasión, privándolajustamente así detoda seriedad
yconvirtiendo loque aúnno sehallevadohasta sufinal —por cuan
to que todavía resulta meramente oscuro—enun disfrute. Estapoe
sía no encuentra ningún sitio en lo actual, y eso es lo esencial suyo,
el síntoma de que está combatiendo por suparte —yde una forma
totalmente propia—para conseguirle al hombre a base de luchar
una ubicaciónmás primordial partiendo de lamudanza de suesen
cia. Esta poesía no decide, pero se encuadra en la historia futura
de las decisiones. Primero hay que resituarla, partiendo de un saber
27. [R. M. Rilke, Elegías deDuino. Los Sonetos a Orfeo, ed. de E. Barjau, Cátedra,
Madrid, 1987],
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in ic ia l d e la d if e r e n c ia d e se r, e n su lím ite h is tó r ic o p r o p io . A q u í
n o s e s ta m o s t o p a n d o c o n u n p r o c e s o q u e ú n ic a m e n te es a p r o p ia d o
p a r a e l fu tu r o d e u n a s u p e r a c ió n d e l h is to r ic is m o , p a r a q u e to d o
lo q u e te n g a c a r á c te r d e o b r a se t r a n s fo r m e , n o p a r a « o p e r a r » c o n
t e m p o r á n e a m e n t e n i p a r a r e p e r c u tir « h is to r io g r á fic a m e n te » , s in o
p a r a e n tr a r e n la h is to r ia d e la d if e r e n c ia d e se r y , s o lo d e s d e e sa
h i s t o r i a , s a l i r s e a s u f u t u r o e x p o n i é n d o s e a é l: l a e s e n c i a l s o l e d a d
histórica ( n o la s o l e d a d h i s t o r i o g r á f i c a , p e r s o n a l y p s i c o l ó g i c a ) c o m o
e l t a ñ i d o q u e l l a m a a l o s t e m p l e s s e n c i l l o s a a s u m i r l a c u s t o d i a d e la
d ife r e n c ia d e se r. P o r e s o , | d e ja r c o n s t a n c ia d e m i « o p in ió n » a c e r c a 122
d e R ilk e n o s ig n ific a a q u í n a d a , p u e s la h is to r ia d e la d ife r e n c ia d e
s e r n o « s u c e d e » e n e l m e r c a d o d e l i n t e r c a m b i o d e o p i n i o n e s y d e la
c r ó n ic a h i s t o r io g r á fic a d e e llo .
P e r o p r o v is io n a lm e n t e , t o d o s ile n c io ta m b ié n se lo t o m a s o lo
h is to r io g r á fic a m e n te c o m o m e r a r e s e r v a y c o m o e v a s iv a , c o m o in d i
c i o d e n o f o r m a r p a r t e d e a l g o : se l o s i g u e v a l o r a n d o e n f u n c i ó n d e
la g e s t i ó n p ú b l i c a d e la d i m e n s i ó n p ú b l i c a , y n o s e e s c a p a z d e s a b e r
q u e e l g u a r d a r s i l e n c i o s e h a c o n v e r t i d o y a e n s a l v a c i ó n d e la p a l a b r a
b u s c a d a , e sa q u e n o m b r a lo s im p le ; q u e e l s ile n c io se h a c o n v e r t id o
e n la a s i g n a c i ó n d e t a l p a l a b r a b u s c a d a q u e n o m b r a l o s i m p l e a la
f u n d a m e n t a c ió n d e la d if e r e n c ia d e s e r . ¡P e r o c u á n t a s c o s a s tie n e n
q u e s e r r e le g a d a s p r im e r o ta n p o r c o m p le t o a la d e s t r u c c ió n , a n te s
d e q u e e l l u g a r d e l o n e c e s a r i o p a r a v i v i r y d e la s c o s a s d e s e a b l e s l o
o c u p e la in d ig e n c ia d e ladiferencia de ser, p a r a así tra n sfo rm a r el
s itio a n t e r io r , e l « m u n d o » d e l h o m b r e , e n e l e s c e n a r io d e u n a lu c h a
q u e q u i z á n o e x c l u i r á la s g u e r r a s n i l o s t i e m p o s d e p a z , p e r o q u e
n u n c a se la d e f in ir á ú n ic a m e n te d e s d e lo « g u e r r e r o » , lo c u a l, a l fin
y al c a b o , a h o r a e stá r e s u lta n d o se r e n su fig u r a m o d e r n a u n a m e ra
consecuencia, y n o e l d o m i n i o d e la s m a q u in a c io n e s d e lo e n t e . A
c a u s a d e la p r i o r i d a d e x c lu s i v a d e la « lu c h a » g u e r r e r a , t é c n i c a | e 123
h is to r io g r á fic a a b a s e d e m a q u in a c io n e s , la é p o c a se e s tá a le ja n d o
n e c e s a r ia m e n t e , c o n u n a le ja n ía esencial y h a s ta lo m á s r e m o to , d e
la e s e n c ia d e la lu c h a c o m o e s e p o r t a l c o n m u c h a s p u e r t a s d e la
d ife r e n c ia d e s e r q u e se a b re a l r e c o r r id o d e l á m b it o c la r e a d o , e n
e l c u a l lo m á s a je n o r e p lic a c o n su c a m p a r , o b s e q u iá n d o lo a l r e h u
sa rse y v in c u lá n d o s e d e s d e u n a c le m e n c ia s u p re m a . P e r o ta m b ié n
p o r e s o la m á s r e m o ta p a la b r a d e l p o e t a es u n a s e ñ a q u e a p u n ta a
lo in fu n d a m e n ta d o , a lo q u e p r im e r o e s p r e c is o n o m b r a r . P o r e s o
e l p o e ta es h is to r ia , es d e c ir , fu tu r o q u e a d v ie n e y lle g a d a d e u n a
in d ig e n c ia q u e a r r a n c a a la d if e r e n c ia m is m a d e s e r lle v á n d o la a lo
« e n te » d e v e n i d o in e s e n c ia l. P o r e s o n e c e s it a m o s d e lo s p r e c u r s o r e s
q u e n o s r e s u lta n c h o c a n t e s , y n o d e b e r ía m o s t r a s p a s a r lo s c o n n u e s
t r o s c á l c u l o s a la l l a n e z a d e l o q u e v a c o n l o s t i e m p o s , s e c c i o n á n d o l o s
369
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
lu e g o e n lo q u e tie n e n d e a p r o v e c h a b le y lo q u e tie n e n d e in a p r o
v e c h a b le , y a b a n d o n á n d o lo s a sí a la ir r e m is ib le d e v a s t a c ió n .
89
U n a h is to r ia d e lo s saqueos y expolios e r u d i t o s y b ib lio g r á fic o s d e
lo s p o e t a s y lo s p e n s a d o r e s , si e s t u v ie r a p la n t e a d a d e m o d o lo b a s
t a n t e e s e n c i a l , d a r í a q u e p e n s a r s o b r e la h i s t o r i a d e l « e s p ír it u » . S e r í a
e l c o n t r a p e s o d e e s a h is to r ia d e l p r o c e s o q u e c o n d u c e a la s o le d a d
124 y q u e n u n c a s e d e b e e s c r i b i r , p o r q u e | a la s o l e d a d le r e p u g n a c o m u
n ic a r lo . P o r e s o , la h is t o r ia d e lo s s a q u e o s y e x p o li o s n o s e r ía u n
« c o n tr a p e s o » , s in o la ú n ic a f o r m a d e la h is t o r ia d e l p r o c e s o q u e
c o n d u c e a la s o le d a d : e s e p r o c e s o e n e l q u e s o lo t e n e m o s q u e v e r
u n m o d o d e c a m p a r la d ife r e n c ia d e se r q u e e s tá v u e lt o a l h o m b r e
y q u e lo in c lu y e . P e r o saqueo s i g n i f i c a a r r a m b l a r y arreb a ñ ar, a rb i
t r a r ia m e n te y sin d is p o s ic ió n , lo d ic h o e s e n c ia lm e n t e c o n u n p a r
lo t e o r e la ta n te y c o m p a r a tiv o , d o n d e lo a r r a m b la d o d e in m e d ia to
v u e l v e a s e r a r r o j a d o a l o l v i d o c o m o s i f u e r a n u n o s t r a s t o s q u e n o se
s a b e d e d ó n d e p r o c e d e n . P e r o e s t e o l v i d o a s u m e la c a p c i o s a f i g u r a
d e la c o n s ig n a c ió n h is t o r io g r á fic a d e a lg o p a s a d o , tie n e e l a s p e c t o
d e u n r e c u e r d o , y s in e m b a r g o n o h a y e n é l n i n g u n a c o n m e m o r a
c ió n , p o r q u e t o d o d is c u r r e fu e r a d e la m e d it a c ió n . E s te c u r io s o á m
b i t o d e l a h i s t o r i a d e l « e s p ír it u » d e l i m i t a e l c o t o d e c a z a d e la s c i e n
c ia s h is t o r io g r á f ic a s y d e la lit e r a t u r a p e r io d ís t ic a . E s ta c o m ie n z a
a h o r a a f i j a r la s f o r m a s d e f i n i t i v a m e n t e m o d e r n a s d e l a « v id a e s p i r i
t u a l » , s i n « s e r v ir s e » p a r a e l l o d e l a t é c n i c a , s i n o s i e n d o e n s í m i s m a
u n a fo r m a d e té c n ic a .
L a « o r g a n i z a c i ó n » p l a n i f i c a d a , t a m b i é n d e la s f a c u l t a d e s d e c i e n
c ia s d e l « e s p ír it u » y d e l a « c u lt u r a » , h o y n o e s m á s q u e u n a c u e s t i ó n
d e d e s t r e z a y d e u n c i r c o n v e n i e n t e m e n t e a la s « g e n e r a c io n e s j ó v e
n e s » , la s c u a le s , c i e r t a m e n t e , y a n o e s t á n a la a lt u r a , y s o b r e t o d o
y a n o c r e c e r á n m á s , p o r q u e e lla s m is m a s t ie n e n q u e c o n v e r t ir s e e n
p r o d u c t o d e la p la n if ic a c ió n . L a p la n if ic a c ió n d e la in v e s t ig a c ió n
« f i l o s ó f i c a » y d e la s c i e n c i a s d e l e s p í r i t u t i e n e q u e u l t i m a r s e e n s e
g u id a , si e s q u e e s te t i p o d e « c ie n c ia » d e b e p o d e r a s e g u r a r s e u n a
« le g itim a c ió n » . L o q u e im p o r t a e n e llo n o e s t a n t o e l c u id a d o y e l
c u lt i v o d e l m u n d o d e l p u e b lo , d e l p a is a je y d e c o s a s s im ila r e s , c u a n
t o , m á s b ie n , a s ig n a r la h is to r ia a n t e r io r a lo s p r o p ó s it o s d e p o d e r
d e l d e s p lie g u e p o lít ic o d e l p o d e r . E s ta p la n ific a c ió n n o s o lo h a c e
n e c e s a r ia m e n te u n a s e le c c ió n p a r tic u la r d e su s m a te r ia le s n i se lim it a
a lle v a r a c a b o u n a r e le g a c ió n y u n o lv id o d e á m b ito s q u e d e s d e u n
e n f o q u e « e s e n c i a l» c a r e c e n d e v a l o r , s i n o q u e , s o b r e t o d o , c o n d u c e
a u n « tr a ta m ie n to » a la m a n e r a d e l p e r io d is m o y d e lo s m a n u a le s
370
R EF L EX I O N ES XI
y a u n a « r e e l a b o r a c i ó n » q u e e s t é r á p i d a m e n t e d i s p o n i b l e : a e s o se
lo lla m a la n u e v a in t e r p r e t a c ió n . E l lu g a r d e l p r e g u n t a r e s e n c ia l lo
o c u p a la v is ió n g lo b a l r á p id a y e fic ie n t e y lo f e c u n d o q u e r e s u lta
h a c e r r e s a lta r lo q u e tie n e f u e r z a p a r a a r r a s tr a r a la g e n te y e s tá a
l a a l t u r a d e l o s t i e m p o s . E l m u n d i l l o d e la s c i e n c i a s d e l e s p í r i t u s e
r e c o n f ig u r a r á d e ta l m a n e r a q u e lle g a r á e l d ía e n e l q u e la « c ie n c ia
p e r i o d í s t i c a » 28 y la « c ie n c ia d e la r a d i o d i f u s i ó n » 29 d e j a r á n d e s e r s u
p l e m e n t a r i a s y p a s a r á n a s e r la s c i e n c i a s f u n d a m e n t a l e s . P e r o e s t o n o
e s d e c a d e n c ia , s in o c o n s u m a c ió n d e la É p o c a M o d e r n a .
371
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
[ÍNDICE DENOMBRESYNOCIONES]
Alemanes: 19 s.
Brutalitas: 55 s.
Caídas: 81
Caos: 101 s.
Gaspar David Friedrich: 7 s.
Ciencia: 54, 60, 62, 75 s., 110 s., 125
Comienzo: 24 s., 27 s., 94
Decisión: 88 s., 94
«Democracia»: 72 s.
Destrucción: 9, 12, 17 ss., 122
Diferencia de ser: a, 32 ss., 45 s., 55 ss., 80, 89, 94 s., 123
Dimensión pública: 71
Ernst Jünger: 16 s.
Escalade medida: 31
Filosofía: a, 20, 38, 60, 63, 77s., 79, 85 ss., 95
Formación: 107 s.
Futuros: 15 s., 27 s., 67 ss.
Grandeza: 71 s., 99, 102 s., 107
Grecia: 9
Guerra mundial: 16, 80
Guardar silencio: 122
Historia de los saqueos y expolios: 123 s.
Historiografía: 5, 16, 21, 29, 76 s., 82 ss., 90ss., 102 s., 116 ss., 121,
123 s.
Hólderlin: 7 s., 29, 43
Hombre: 55 s., 79, 96 s., 98
Hombre superior: 119
Hundimiento: 107
Intelectualismo: 75
Intempestivo: 72
«Justicia»: 26
Juventud: 92, 99
Lucha: 122 s.
372
R EF L EX I O N ES XI
Madurar: 90
Mecanismo: 103 s.
Meditación: 30 s., 44, 51, 66, 95, 109
Metafísica: 94
Modelos: 6 s.
Modernidad: 17 s., 21 s., 32 ss., 52 s., 60, 72 s., 74 s., 88 s., 100, 103
108
Nietzsche: 22, 26, 46, 80, 96 s., 114 s., 119
Nihilismo: 45, 75, 114 s.
«Objetividad»: 64 s.
Poder: 112
Prueba de tradición: 104
Pueblo: 6, 79
Rilke: 119 ss.
Símbolo: 1 ss.
Soledad: 52 s. (cf. X)
«Subjetivismo»: 8 s., 80, 98 (giro)
T. E. Lawrence: 97
Técnica: 50 s., 94, 124
«Temporalidad»: 12 s., 23
Trágico: 89, 107
Verdad: 27, 81
373
E P ÍL O G O D E L E D IT O R
E l v o l u m e n 9 5 d e l a e d i c i ó n d e la s O b r a s C o m p l e t a s d e M a r t i n
H e i d e g g e r c o n t i e n e la s « R e f l e x i o n e s V I I - X I » , c i n c o d e l o s t e x t o s
q u e é l m is m o lla m ó « C u a d e r n o s n e g ro s » , y c u y o s u r g im ie n to a c o m
p a ñ ó in in t e r r u m p id a m e n t e su p e n s a m ie n t o d e s d e c o m ie n z o s d e lo s
a ñ o s tr e in ta h a s ta c o m ie n z o s d e lo s a ñ o s se te n ta .
E n la s « R e f l e x i o n e s X » , q u e s e i n c l u y e n e n e l v o l u m e n 9 5 , se
e n c u e n tr a u n p r o n u n c ia m ie n to a c e r c a d e l c a rá c te r d e e sta s « r e fle x io
n es» , q u e se d e s p lie g a n a lo la r g o d e q u in c e c u a d e r n o s . N o se tr a ta
d e « ‘ a f o r i s m o s ’ a m o d o d e ‘ m á x i m a s v i t a l e s ’ », s i n o d e « i n a p a r e n t e s
p u e s to s d e a v a n z a d illa y d e r e ta g u a r d ia e n el c o n ju n to d e l in te n to
d e u n a m e d i t a c i ó n , t o d a v í a i n d e c i b l e , s o b r e la c o n q u i s t a d e u n c a m i
n o p a r a u n p r e g u n ta r q u e v u e lv e a se r in ic ia l, y q u e a d ife r e n c ia d e l
p e n s a r m e t a f í s i c o s e l l a m a e l p e n s a r s o b r e la h i s t o r i a d e la d i f e r e n c i a
d e s e r » 1. « N o e s d e c i s i v o » « lo q u e s e r e p r e s e n t a n i l o q u e s e c o m p o n e
a m o d o d e u n e d i f i c i o d e n o c i o n e s » , « s in o ú n i c a m e n t e c ó m o s e
p r e g u n ta y q u e , e n g e n e r a l, se e sté p r e g u n ta n d o p o r e l ser» .
D e m o d o s im ila r , t a m b ié n e n su « R e t r o s p e c t iv a a l c a m in o »
H e i d e g g e r se r e f ie r e a lo s « lib r o s d e a n o t a c io n e s , s o b r e t o d o II, I V
y V » , e s d e c ir , a la s « R e f le x io n e s » c o r r e s p o n d ie n t e s . E n e llo s h a
b r ía n q u e d a d o c o n s ig n a d o s « e n tre o t r a s c o s a s t a m b ié n lo s te m p le s
f u n d a m e n t a l e s d e l p r e g u n t a r y la s r e m i s i o n e s a l o s h o r i z o n t e s m á s
e x t r e m o s d e l o s i n t e n t o s m e d i t a t i v o s » 12. E l é n f a s is e n l o s « t e m p le s d e
375
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
á n im o d e l p r e g u n ta r » r e s p a ld a la in d ic a c ió n d e q u e e n e l c a s o d e
e s ta s « R e fle x io n e s » se t r a t a d e « in te n to s m e d it a t iv o s » .
E n e ste s e n tid o , y a a n te s d e l c o m ie n z o d e l p r im e r c u a d e r n o
n e g r o p u b lic a d o , e n el v o lu m e n 9 4 h e in te r c a la d o u n a in d ic a c ió n
p o s t e r io r , q u e s u p u e s ta m e n te p r o c e d e d e c o m ie n z o s d e lo s a ñ o s
s e t e n t a , e n la q u e se d i c e q u e e n e l c a s o d e l o s C u a d e r n o s n e g r o s n o
se tr a t a d e « a p u n te s p a r a u n s is te m a p la n ific a d o » , s in o q u e , « en su
n ú c l e o » , s o n « i n t e n t o s d e u n s e n c i l l o n o m b r a r » 3. L l a m a l a a t e n c i ó n
q u e , e n t r e la s t r e s d e s i g n a c i o n e s q u e s e e m p l e a n e n l o s C u a d e r n o s
n e g r o s , la d e s i g n a c i ó n d e « in t e n t o » a c a p a r e u n a r e l e v a n c i a e s e n c i a l .
S ie n d o u n o s « in a p a r e n te s p u e s to s d e a v a n z a d illa y d e r e t a g u a r
d ia » , e s d e c i r , u n a s r e f l e x i o n e s p r e l i m i n a r e s y u n a s c o n s i d e r a c i o n e s
p o s te r io r e s p o r p a r te d e u n p e n s a m ie n to b á s ic a m e n te c o n fr o n t a
d o r y a n a lític o s o b r e e l s e r , lo s C u a d e r n o s n e g r o s c o n s t itu y e n u n a
f o r m a q u e to d a v ía r e s u lta b a d e s c o n o c id a e n m e d io d e lo s m u c h o s
e s c r ito s d e l p e n s a d o r q u e y a h a n s id o p u b lic a d ó s . S i (ta m b ié n ) es
« d e c is iv o » « c ó m o s e p r e g u n t a » , e s d e c i r , c ó m o s e f o r m u l a l i n g ü í s t i c a
m e n te la p r e g u n t a p o r e l « s e n tid o d e l se r» , e n lo s C u a d e r n o s n e g r o s
n o s e n c o n t r a m o s e n t o n c e s c o n u n e s c r i t o d e u n « e s t ilo » n u e v o , u n
c o n c e p t o q u e a l o l a r g o d e l o s « a p u n te s » s e l o p i e n s a a f o n d o a m e n u d o .
J u n t o c o n l o s t r a b a j o s p u b l i c a d o s d e l o s a ñ o s v e i n t e , la s l e c c i o
n e s , la s a n o t a c i o n e s d e l o s s e m i n a r i o s , l o s a r t í c u l o s , la s c o n f e r e n c i a s
y lo s t r a t a d o s s o b r e la h is t o r ia d e l se r, e n lo s C u a d e r n o s n e g r o s t r a
b a m o s c o n o c im ie n to c o n u n a n u e v a v ía d e e x p r e s ió n d e H e id e g g e r .
L a p r e g u n ta a c e r c a d e q u é c o n e x ió n g u a r d a n e n tr e sí to d o s e s to s d i
v e r s o s m o d o s d e h a b l a r a c a s o s e a u n a d e la s t a r e a s m á s i m p o r t a n t e s
p a r a u n p e n s a r q u e tr a te d e e n te n d e r e l p e n s a m ie n to d e H e id e g g e r
e n su c o n ju n to .
L o s C u a d e r n o s n e g r o s r e p r e s e n ta n u n a f o r m a q u e , e n su e s tilo ,
p o s ib le m e n te r e s u lte s in g u la r n o s o lo e n H e id e g g e r , s in o e n g e n e
r a l e n t o d a la f ilo s o f ía d e l s ig lo x x . D e e n t r e lo s t ip o s d e t e x t o q u e
e n g e n e r a l r e s u lta n u s u a le s , c o n e l q u e m e jo r se lo s p o d r ía c o m
p a r a r t o d a v ía s e r ía c o n e l « d ia r io d e p e n s a m ie n to s » o e l « d ia r io
filo s ó f ic o » . P e r o m ie n tr a s q u e e s ta d e s ig n a c ió n c a s i s ie m p r e r e le g a
a l m a r g e n d e u n a s o b r a s c o m p le t a s lo s e s c r ito s q u e q u e d a n c o m
p r e n d id o s b a jo e lla , e l s ig n ific a d o d e lo s C u a d e r n o s n e g r o s h a b r á
q u e c o n s id e r a r lo sin e m b a r g o a ú n e n e l c o n t e x t o d e l « c a m in o p a r a
e l p r e g u n t a r in ic ia l» d e H e i d e g g e r .
S e g ú n m e h a n c o m u n ic a d o H e rm a n n H e id e g g e r , q u e es e l a d m i
n is tr a d o r d e l le g a d o , y F r ie d r ic h - W ilh e lm v o n H e r r m a n n , q u e fu e
376
EP Í L O G O D EL ED I T O R
a s is te n te p r iv a d o d e H e id e g g e r e n tr e 1 9 7 2 y 1 9 7 6 , lo s C u a d e r n o s
n e g r o s fu e r o n tr a s la d a d o s a p r o x im a d a m e n te a m e d ia d o s d e lo s a ñ o s
s e te n ta a l A r c h iv o A le m á n d e L ite r a tu r a d e M a r b a c h . C o n m o tiv o
d e e ste tr a s la d o , H e id e g g e r d e c la r ó q u e n o te n ía n q u e se r p u b li
c a d o s h a s t a q u e l a e d i c i ó n d e la s O b r a s C o m p l e t a s h u b i e r a e s t a d o
e n te r a m e n te te r m in a d a . H a s ta e n to n c e s d e b ía n q u e d a r , « p o r a sí d e
c ir lo , d o b le m e n te b a jo se c re to » (v o n H e r r m a n n ). N a d ie d e b ía p o d e r
e c h a r le s u n v is ta z o n i le e r lo s . E l a d m in is tr a d o r d e l le g a d o se r e s o lv ió
a o b r a r c o n t r a e s ta in d ic a c ió n p o r q u e lo s r e tr a s o s e n la e d i c i ó n d e
v o lú m e n e s a ú n n o p u b lic a d o s n o d e b ía n p e r ju d ic a r la e m p r e s a e n
te r a d e h a c e r q u e e l p e n s a m ie n to d e M a r t in H e id e g g e r se m u e s tr e
e n la f o r m a d e b id a .
C a b e p r e g u n ta r p o r q u é H e id e g g e r q u e r ía q u e lo s C u a d e r n o s
n e g r o s s o lo se p u b lic a r a n c o m o lo s v o lú m e n e s ú lt im o s d e la e d ic ió n
d e la s O b r a s C o m p le t a s . L a r e s p u e s t a b ie n p o d r í a r e f e r ir s e a u n a
n o r m a y a c o n o c i d a d e l a p u b l i c a c i ó n , s e g ú n la c u a l l o s t r a t a d o s q u e
v e r s a n s o b r e la h is to r ia d e l s e r n o d e b ía n s e r p u b lic a d o s h a s ta d e s
p u é s d e h a b e r s e e d i t a d o t o d a s la s l e c c i o n e s . P u e s la s l e c c i o n e s , q u e
in te n c io n a d a m e n t e n o h a b la n d e a q u e llo q u e c o n tie n e n lo s e s c r ito s
s o b r e la h is t o r ia d e l s e r , p r e p a r a n lo q u e e n e s to s v ie n e a d e c ir s e c o n
u n le n g u a je q u e n o se r ig e e n fu n c ió n d e u n a e x p o s ic ió n p ú b lic a .
T e n e m o s tr e in ta y c u a tr o C u a d e r n o s n e g ro s : c a to r c e c u a d e r n o s
q u e lle v a n e l t ít u lo d e « R e fle x io n e s » , n u e v e « A n o ta c io n e s » , d o s s e
r ie s d e « C u a t r o c u a d e r n o s » , d o s « V ig ilia s » , u n « N o c t u r n o » , d o s
c u a d e r n o s titu la d o s « S eñ as» y c u a tr o c u a d e r n o s titu la d o s « C o s a s
p r o v is io n a le s » . J u n to a e sto s se h a n e n c o n tr a d o o tr o s d o s c u a d e r
n o s q u e lle v a n p o r t í t u lo « M e g is t o n » y « P a la b r a s fu n d a m e n t a le s » .
S i y c ó m o h a y q u e e n c u a d r a r lo s e n lo s C u a d e r n o s n e g r o s es a lg o
q u e t o d a v ía e s tá p o r a c la r a r . A lo la r g o d e lo s p r ó x i m o s a ñ o s , lo s
v o lú m e n e s 9 4 a 1 0 2 d e la e d i c i ó n d e la s O b r a s C o m p le t a s c o n t e n
d r á n lo s t r e in t a y c u a t r o m a n u s c r ito s q u e se h a n m e n c io n a d o e n
p r im e r lu g a r .
E l s u r g im ie n t o d e lo s c u a d e r n o s a b a r c a u n p e r í o d o d e t ie m p o d e
m á s d e c u a r e n ta a ñ o s . E n e l p r im e r c u a d e r n o q u e te n e m o s , « S eñ as
x r e f l e x i o n e s (II) e i n d i c a c i o n e s » , a p a r e c e e n s u p r i m e r a p á g i n a l a
f e c h a « o c t u b r e d e 1 9 3 1 » . E n « C o s a s p r o v i s i o n a l e s III » s e e n c u e n t r a
u n a r e fe r e n c ia a « L e T h o r 1 9 6 9 » , es d e c ir , q u e e l c u a d e r n o « C o sa s
p r o v is io n a le s IV » t u v o q u e h a b e rs e e s c r ito a c o m ie n z o s d e lo s a ñ o s
s e t e n t a . F a l t a u n c u a d e r n o , la s « S e ñ a s x r e f l e x i o n e s (I)» , q u e t u v o
q u e h a b e r s e e s c r ito e n t o r n o a 1 9 3 0 . N o h a lo g r a d o a c la r a r s e c u á l
fu e su p a r a d e r o .
377
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
378
EP Í L O G O D EL ED I T O R
A f a v o r d e e l l o h a b l a t a m b i é n — e n o p i n i ó n d e H e i d e g g e r __
u n a p o l í t i c a q u e c a d a v e z s e c o n s a g r a m á s a l a r e a l i z a c i ó n d e la
« c u l t u r a » . P a r a é l , e s a « p o l í t i c a c u l t u r a l » « a t a ja » y « a m o r t i g u a » los
« e m p e n t o n e s d e l a d i f e r e n c i a d e s e r » 101, e s d e c i r , e l l a e s u n a c o n d i
c io n a m i e n t o d e la t é c n i c a , la c u a l se la p ie n s a c o m o « m a q u in a c ió n » .
L a c o n fr o n ta c ió n c o n e ste fe n ó m e n o c o n s titu y e u n te m a c o n s ta n te
d e la s « R e f l e x i o n e s » , s o b r e t o d o e n l o s t i e m p o s d e l a p r e g u e r r a . E s
a c o m p a ñ a d a d e u n e n é r g ic o r e c h a z o d e lo q u e se d a e n lla m a r « c r is
t i a n i s m o c u l t u r a l » 11 o d e l « d i o s c u l t u r a l c r i s t i a n o » 12.
E n e ste s e n tid o , H e id e g g e r e x a m in a m á s a m e n u d o — y c r ític a
m e n te — e l s ig n ific a d o d e R ic h a r d W a g n e r . S u « m ú s ic a d ir ig id a al
b a j o v i e n t r e » 13 s e c o n s t i t u y e e n c e n t r o d e u n a r t e d e v i v e n c i a s q u e
p r o c e d e m a q u i n a n d o , y e n e l q u e la « m ú s ic a » 14 e n g e n e r a l d e s e m p e
ñ a u n a f u n c i ó n e s e n c i a l . E n e s t o s p a s a je s e n s e g u i d a s e p o n e d e m a n i
f i e s t o l o s i n g u l a r d e la s « R e f l e x i o n e s » e n e l c o n t e x t o d e la e d i c i ó n d e
la s O b r a s C o m p l e t a s . E n n i n g ú n o t r o l u g a r a n a l i z a H e i d e g g e r c o m o
a q u í la a c t u a l i d a d d e la s « m a q u i n a c i o n e s » .
E n e l m a r c o d e e sta s c o n fr o n ta c io n e s , q u e a v e c e s s o n m u y e n
c o n a d a s , a p a r e c e t a m b i é n u n a i n t e r p r e t a c i ó n d e l « j u d a i s m o » 15 d e s d e
l a h i s t o r i a d e l s e r . E n l a é p o c a d e la « t r a n s ic ió n » a l « o t r o c o m i e n z o »
ir r u m p e u n a « p r o c a c id a d » q u e im p id e t o d a « fu n d a c ió n » e s e n c ia l e n
la h is to r ia . E s t a « p r o c a c id a d » n o la e n c a r n a ú n ic a m e n t e e l « ju d a is
m o » , s i n o q u e d e t e r m i n a t o d o s l o s á m b i t o s d e l m u n d o . S in e m b a r g o ,
q u i z á s e a e n e s t e m o m e n t o d e l a h i s t o r i a d e l s e r c u a n d o « la m a y o r
p r o c a c id a d , q u e sin v in c u la r s e c o n n a d a lo p o n e t o d o a su s e r v ic io
(el ju d a is m o )» , a lc a n z a u n a in flu e n c ia m á s g r a n d e .
S in e m b a r g o , e s a « m a y o r p r o c a c i d a d » q u e h a s u p u e s t o e l « ju d a is
m o » n o e s p a r a H e i d e g g e r la p r o p i e d a d d e u n a « r a z a » . M á s b i e n , e s a
« f a lt a d e m u n d o q u e e s p r o p i a d e l j u d a i s m o » s e « f u n d a m e n t a » e n
« u n a d e la s f i g u r a s m á s o c u l t a s d e l o gigantesco, y q u iz á la m á s a n
tig u a » , q u e « es la t e n a z h a b ilid a d a la h o r a d e c a lc u la r y d e s p la z a r
y m e z c l a r l o t o d o d e f o r m a c o n f u s a » 16. E l « ju d a is m o » , t a n t o c o m o e l
« n a c i o n a l s o c i a l i s m o » , e s e l i n t e n t o e n v a n o d e e m p l e a r la s « m a q u i n a
c io n e s » p a r a s u s p r o p i o s o b j e t i v o s . P e r o e l a u t é n t i c o « p o d e r » s i g u e n
s i e n d o la s « m a q u i n a c i o n e s » .
379
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
E l t r a s f o n d o d e e s o s p r o n u n c i a m i e n t o s s o b r e e l « ju d a is m o » , a s í
c o m o d e l a i n t e r p r e t a c i ó n d e la v i d a c o t i d i a n a d u r a n t e e l n a c i o n a l
s o c ia lis m o , lo c o n s t itu y e n c ie r ta m e n te to d o s a q u e llo s p e n s a m ie n to s
q u e c o n o c e m o s d e lo s tr a t a d o s d e H e id e g g e r s o b r e la h is to r ia d e l
se r q u e s u r g ie r o ne n l a m i s m a é p o c a : l a s Aportaciones a la fi
losofía (Sobre el acontecimiento) ( G A 6 5 , 1 9 3 6 - 1 9 3 8 ) , l a Medita
ción ( G A 6 6 , 1 9 3 8 - 1 9 3 9 ) , a s í c o m o l o s t e x t o s p o s t e r i o r e s His
toria de la diferencia de ser ( G A 6 9 , 1 9 3 9 - 1 9 4 0 ) , Sobre el comienzo
( G A 7 0 , 1 9 4 1 ) y El acontecimiento ( G A 7 1 , 1 9 4 1 - 1 9 4 2 ) . E n la s « R e
fle x io n e s » e n c o n t r a m o s u n a y o t r a v e z r e m in is c e n c ia s d e e s to s e s c r ito s .
E s ta s « R e fle x io n e s » q u e s a le n p u b lic a d a s c o m o v o lú m e n e s 9 4
a 9 6 d e l a e d i c i ó n d e la s O b r a s C o m p l e t a s c o m p r e n d e n c a t o r c e d e
u n t o t a l d e t r e i n t a y c u a t r o ( o t r e i n t a y s e is ) c u a d e r n o s d e h u l e n e g r o
c o n u n fo r m a t o in u s u a l ( 1 3 6 x 1 9 2 m m ). L o s o r ig in a le s d e lo s
c u a d e r n o s se e n c u e n tr a n e n e l le g a d o d e H e id e g g e r , e n e l A r c h iv o
A le m á n d e L ite r a tu r a e n M a r b a c h d e l N e c k a r . E l e d ito r d is p u s o d e
u n a s c o p ia s , e n u n a e n c u a d e r n a c ió n d e te la a z u l, s o b r e c u y o s lo m o s
v e n ía n in d ic a d o s lo s títu lo s .
E l v o l u m e n 9 5 d e l a e d i c i ó n d e la s O b r a s C o m p l e t a s d e M a r t i n
H e id e g g e r se c o m p o n e d e lo s s ig u ie n te s t e x to s :
R e f le x io n e s V I I , 1 2 7 p á g in a s ;
R e f le x io n e s V I I I , 1 2 8 p á g in a s ;
R e f le x io n e s I X , 1 2 7 p á g in a s y 1 9 s u p le m e n t o s d e lo s a ñ o s c in
c u e n ta y se s e n ta ;
R e fle x io n e s X , 1 2 4 p á g in a s ;
R e f le x io n e s X I , 1 2 7 p á g in a s .
A e s t o s t e x t o s s e le s s u m a n l o s c o r r e s p o n d i e n t e s í n d i c e s d e n o m
b r e s y n o c io n e s d e lo s q u e H e id e g g e r p r o v e y ó a lo s C u a d e r n o s n e
g r o s . L o s ín d ic e s q u e n o s h a n lle g a d o se p u b lic a n a l fin a l d e c a d a
cu ad ern o .
L o s te x to s m a n u s c r ito s fu e r o n e la b o r a d o s d e l to d o . A p e n a s
m u e s tr a n e r r o r e s d e e s c r itu r a . N o n o s c o n s t a q u e h u b ie r a tr a b a jo s
p r e lim in a r e s .
T o d a s la s « R e f le x i o n e s » que com pon en e l v o lu m e n 95 la s
tr a n s c r ib ió a m á q u in a e l c a te d r á t ic o d e in s titu to D e t le v H e id e g g e r ,
e n u n a s c o p ia s q u e c o te jó e l d o c t o r H e r m a n n H e id e g g e r . A d e
m á s , e n e l l e g a d o d e H e i d e g g e r se e n c u e n t r a n t r e s c o p i a s a n t e r i o r e s ,
q u e v in ie r o n a s e r c o n fe c c io n a d a s a p r o x im a d a m e n t e e n la é p o c a e n
q u e s u r g ie r o n lo s m a n u s c r ito s , y q u e m e r a m e n te c o n t ie n e n e x t r a c
t o s d e la s « R e f l e x i o n e s V I I I - X » :
380
EP Í L O G O D EL ED I T O R
R e fle x io n e s V I I I , 5 1 p á g in a s ;
R e fle x io n e s I X , 5 4 p á g in a s ;
R e f le x io n e s X , 5 3 p á g in a s .
N o s e h a p o d i d o a c l a r a r i n e q u í v o c a m e n t e q u i é n h i z o la s c o p i a s .
Y o v o lv í a t r a n s c r ib ir t o d o a p a r t ir d e lo s m a n u s c r ito s , c o m p a
r á n d o l o s c o n s t a n t e m e n t e c o n la s c o p i a s a m á q u i n a d e la s q u e y o y a
d i s p o n í a . L u e g o c o t e j é la s c o p i a s . F i n a l m e n t e , y o y m i c o l a b o r a d o r a
y a l u m n a S o p h i a H e i d e n h i c i m o s la s c o r r e c c i o n e s d e la s g a l e r a d a s y
d e la s p r u e b a s c o m p a g i n a d a s .
M i e n t r a s q u e la s o b s e r v a c i o n e s d e la s « R e f l e x i o n e s X I I » y « X I I I »
— s ig u ie n d o q u iz á e l m o d e lo d e c ie r to s e s c r ito s d e F r ie d r ic h N i e t z
s c h e o e l d e su s p r o p io s tr a t a d o s s o b r e la h is to r ia d e l s e r— e stá n
p r o v is ta s d e n ú m e r o s q u e a p a r e c e n r e s p e c tiv a m e n te a m ita d d e lín e a
e n c i m a d e l t e x t o , e s t o c a m b i a c o n la s « R e f l e x i o n e s X I V » . E s t a s r e
f le x io n e s y t o d o s lo s C u a d e r n o s n e g r o s p o s t e r io r e s y a n o tie n e n
e sta n u m e r a c ió n .
L a s l e t r a s (a , b , c ) c o n la s q u e H e i d e g g e r m a r c a b a r e s p e c t i v a
m e n t e la s p r i m e r a s p á g i n a s , a s í c o m o l o s n ú m e r o s d e p á g i n a q u e
c o m ie n z a n d e s p u é s e n lo s C u a d e r n o s n e g r o s , se r e p r o d u c e n a l m a r
g e n c o in c id ie n d o c o n e l c o m ie n z o d e l p á r r a fo r e s p e c tiv o , y c u a n d o
e l c o m ie n z o d e l p á r r a fo n o c o in c id e c o n e l c o m ie n z o d e la p á g in a , e l
fin a l d e la p á g in a a n t e r io r se s e ñ a la c o n u n a lín e a v e r t ic a l | (p le c a )
e n e l lu g a r c o r r e s p o n d ie n t e d e la fr a s e . S ig n o s d e in t e r r o g a c ió n
e n t r e c o r c h e t e s [?] i n d i c a n q u e n o s e e s t á s e g u r o d e c ó m o h a y q u e
l e e r e l p a s a j e c o r r e s p o n d i e n t e d e l m a n u s c r i t o . T o d a s la s r e f e r e n
c ia s n u m é r ic a s e n e l t e x t o d e H e id e g g e r c o r r e s p o n d e n a n ú m e r o s
d e p á g in a . E l s ím b o lo □ , q u e e l p r o p io H e id e g g e r e m p le a , s ig n ific a
« m a n u s c r ito » . T o d o s lo s s u b r a y a d o s d e l t e x t o d e H e id e g g e r f ig u
r a n e n c u r s iv a .
M á s q u e e n o t r o s v o l ú m e n e s d e l a e d i c i ó n d e la s O b r a s C o m p l e
ta s a q u í se h a n a ñ a d id o a lg u n a s a c la r a c io n e s a c ie r t o s p r o n u n c ia
m ie n to s d e H e id e g g e r . E s to s u c e d e s o b r e t o d o e n e l c a s o d e p r o n u n
c ia m ie n to s q u e se r e fie r e n a a c o n t e c im ie n to s h is tó r ic o s . C o n esas
a c l a r a c i o n e s , e l l e c t o r p o d r á ir c o m p r e n d i e n d o q u é « r e f l e x i o n e s »
a n o tó e l p e n s a d o r e n q u é m o m e n to . T a m b ié n en e l c a s o d e p e rs o n a s
u o r g a n is m o s q u e e l le c t o r jo v e n q u iz á y a n o c o n o z c a h e a ñ a d id o u n a s
in d ic a c io n e s s u c in ta s . R e s u lt a o b v io q u e a q u í, e n e l c a s o d e u n a e d i
c i ó n d e « ú lt im a m a n o » " " , n o s e p u e d e p r e t e n d e r r e s u l t a r e x h a u s t i v o . *
381
R EF L EX I O N ES V I I - X I . C U A D ER N O S N EG R O S ( 1 9 3 8 - 1 9 3 9 )
A d e m á s , d e c u a n d o e n c u a n d o h e a j u s t a d o a la s r e g l a s l a p e c u l i a r
o r t o g r a fía d e H e id e g g e r , a sí c o m o su p e c u lia r e s tilo s in tá c tic o , a u n
q u e d e m a n e r a m u y r e s e r v a d a . P e r o a l m is m o tie m p o h e c o n s e r v a d o
in te n c io n a d a m e n t e c ie r ta s p a r tic u la r id a d e s , c o m o p o r e je m p lo e sa
m a n e r a p e c u lia r d e e s c r ib ir c o n m a y ú s c u la e l a d je t iv o q u e c o r r e s
p o n d e a u n s u s t a n t i v o ( c o m o e l « U l t i m o D i o s » 17 o e l « D e s p l e g a r
C o n s o l i d á n d o s e » 18). A l g u n a s p a l a b r a s e s c r i t a s d e f o r m a p e c u l i a r ,
p o r e je m p lo Gebahren19, n o se h a n c o r r e g id o . D e l m is m o m o d o ,
e sa s p a la b r a s q u e H e id e g g e r c r e a c o n su fa m o s o p r o c e d im ie n t o d e
e n la z a r la s c o n u n g u ió n n o se h a n h o m o g e n e iz a d o , s in o q u e , s a lv o
u n a s p o c a s e x c e p c i o n e s , s e la s r e p r o d u c e t a l c o m o a p a r e c e n e n e l
m a n u s c r ito * .
D o y la s g r a c i a s a l d o c t o r H e r m a n n H e i d e g g e r p o r l a c o n f i a n z a
q u e s u p o n e h a b e r m e e n c o m e n d a d o la ta r e a d e e d ita r lo s C u a d e r n o s
n e g r o s . A l a s e ñ o r a J u t t a H e i d e g g e r le a g r a d e z c o é l c o t e j o d e e s t e v o
l u m e n y la l e c t u r a d e la s c o r r e c c i o n e s d e la s p r u e b a s c o m p a g i n a d a s . A l
c a t e d r á t i c o d e i n s t i t u t o D e t l e v H e i d e g g e r le a g r a d e z c o l a r e d a c c i ó n
d e la p r im e r a tr a n s c r ip c ió n . A l p r o fe s o r d o c t o r F r ie d r ic h - W ilh e lm
v o n H e r r m a n n q u i e r o a g r a d e c e r l e la s m u c h a s c o n v e r s a c i o n e s q u e ,
e n e l c u r s o d e la e d ic ió n , c o n d u je r o n a a lg u n a q u e o t r a d e c is ió n .
T a m b ié n m e r e c e n m i g r a titu d e l a b o g a d o A r n u lf H e id e g g e r y e l
s e ñ o r V i t t o r i o E . K lo s t e r m a n n . A la s e ñ o r a A n a s ta s ia U r b a n d e la
e d it o r ia l V i t t o r i o K lo s t e r m a n n le q u e d o a g r a d e c id o p o r u n a c o l a
b o r a c ió n q u e s ie m p r e fu e b u e n a y c o r d ia l. A l d o c t o r U lr ic h v o n
B ü lo w d e l A r c h iv o A le m á n d e L ite r a tu r a d e M a r b a c h d e l N e c k a r
le a g r a d e z c o s u a y u d a p o r c u a n t o s e r e f i e r e a l a d i s p o n i b i l i d a d d e l o s
m a n u s c r i t o s . A l a s e ñ o r a S o p h i a H e i d e n l e d o y la s g r a c i a s p o r e l
a te n t o tr a b a jo d e c o r r e c c ió n .
382
1^
i
M a r tin H e id e g g e r ( 1 8 8 9 - 1 9 7 6 )
E s u n o d e lo s p e n s a d o r e s d e c is iv o s d e l s ig lo x x . N a c id o
e n M e s s k ir c h ( B a d é n ) , a b a n d o n ó lo s e s t u d io s t e o ló g ic o s
p a r a d e d ic a r s e a la f ilo s o f ía , o r ie n t a n d o su in te r é s h a c ia
la f e n o m e n o lo g ía h u s s e r lia n a , la h e r m e n é u t ic a d e D ilt h e y
y la f ilo s o f ía d e A r is t ó t e le s . B a jo la t u t e la a c a d é m ic a d e
H u s s e r l, p r im e r o fu e p r o f e s o r a y u d a n t e e n la U n iv e r s i
d a d d e F r ib u r g o ( 1 9 1 9 - 1 9 2 3 ) , lu e g o p r o fe s o r titu la r e n
M a r b u r g o ( 1 9 2 3 - 1 9 2 7 ) , h a s ta q u e f in a lm e n t e o b t u v o la
c á te d r a e n F r ib u r g o . N o m b r a d o e n 1 9 3 3 r e c to r d e e sa
m is m a U n iv e r s id a d , su s c o n t r o v e r t id a s r e la c io n e s c o n e l
r é g im e n n a c io n a ls o c ia lis t a tr a je r o n , c o n e l f in a l d e la g u e
r r a , la s u s p e n s ió n d e su s fu n c io n e s a c a d é m ic a s . A p a r t a
d o c a d a v e z m á s d e la v id a p ú b lic a , a d u la d o p o r u n o s a
la v e z q u e c r i t i c a d o p o r o t r o s , H e i d e g g e r s e c o n s a g r ó
e n e s ta s e g u n d a e t a p a d e s u v id a e n t e r a m e n t e a la « e x
p e r ie n c ia d e l p e n s a r» , im p a r tie n d o s e m in a r io s , d ic ta n d o
c o n fe r e n c ia s y p u b lic a n d o im p o r ta n te s e n s a y o s s o b r e e l
f in a l d e la m e ta fís ic a , e l h u m a n is m o , la t é c n ic a y e l a rte .
D e e n t r e s u s o b r a s c a b e d e s t a c a r : Los problemas fun
damentales delafenomenología ( 2 0 0 0 ) ; Interpretaciones
fenomenológicas sobreAristóteles ( 2 0 0 2 ) ; Tiempo ehis
toria ( 2 0 0 9 ) ; ¿Quésignificapensar? (32 0 1 0 ) ; El concepto
de tiempo (52 0 1 1 ) , y Ser y tiempo (32 0 1 2 ) , t o d a s e l l a s
p u b lic a d a s e n e s ta m is m a E d ito r ia l, d o n d e ta m b ié n v e n
l a l u z l o s Cuadernos negros, c u y a p r i m e r a e n t r e g a , Re
flexiones Í Z - W , c o m p r e n d e e l p e r i o d o 1 9 3 1 - 1 9 3 8 .