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MÚSICA COMO REPRESENTACIÓN

INTRODUCCIÓN

En una conferencia, de boca de Mario Bunge tuve la suerte de escuchar la


siguiente frase: Dime cuanto hace tu filosofía por la verdad y te diré cuánto vale. El
lector podrá imaginar que dicha frase fue para mí como un golpe directo a la cara.

Pues ¿Qué verdad es la que construiré? ¿Qué verdad destruiré? Estas preguntas
exigen de una explicación más detallada. Pensar a la verdad – así de modo
singular- no tiene sentido, puesto que la verdad así no existe. Sin embargo, es
verdad que yo estuve presente en dicha conferencia, es verdad que escribo estas
líneas así como también es verdad que usted lector las lee. La verdad existe como
verbo. Hace referencia a los hechos, a las acciones.

La introspección y el diálogo interior tan sólo nos conducen a las puertas de la


búsqueda filosófica. El resto del camino es la acción. Ahora bien. En toda
búsqueda se pretende encontrar algo y no hay búsqueda más terrible que la
búsqueda filosófica.

Pues el filósofo parte de la ignorancia, parte de la pregunta, del no saber. Ha


puesto en jaque todo aquello que creía saber y se ha dado cuenta de que no sabe.
Se ha dado cuenta de que todo aquello en lo que creía no era más que un dulce
espejismo construido en su mayoría de ideas impuestas, que ya estaban ahí,
antes de que él naciera. Que sólo conocía sus mentiras. Y no se avergüenza de
no saber pues siente que más vergüenza da el hecho de no querer saber.

Así pues, sus primeros pasos van hacia la destrucción de aquellas verdades que
el creía inamovibles y sus segundos pasos es la construcción de una serie de
verdades propias que darán como resultado su posición ante su existencia y la
existencia de todo cuanto hay. El filósofo llega al los límites, juega con ellos. Los
destruye y construye unos nuevos.

El filósofo hace esto no con el fin de saberlo todo, tampoco por querer explicarlo
todo. Lo hace porque lo necesita, lo hace porque quiere vivir. Vivir es filosofar, no
hay más. El resto es limitarse a existir.

Es ahora donde me atrevo a poner en juego algo que amo. A partir de algo que
nos define como especie: la filosofía. Y mejor aún pongo en juego algo más que
también nos determina como humanos: la música.
MÚSICA ES

Conviene ser directos. Comencemos con la pregunta más común, difícil: ¿Qué es
la música? Mejor aún, agreguemos, ¿Dónde y cómo? ¿Por qué? ¿Qué la hace
ser? Estas preguntas han sido hechas una y otra vez de modo distinto por un
sinfín de compositores y filósofos. Si bien las preguntas pueden parecernos
antiguas, incluso anticuadas y poco originales las respuestas han sido más que
variadas.

Dicha diversidad demuestra que música en un principio es, al menos, un punto de


convergencia donde caben más de mil acuerdos y contradicciones. Más de mil
diálogos y disputas. Más de mil intereses y contextos. Mil opiniones, mil
perspectivas. Mil modos de perderse, de aprender.

En resumen, música es desde un punto de vista teórico, no sólo un punto de


encuentro sino también un laberinto.

¿Cuándo la música realmente es? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Es acaso en la partitura?


¿En los instrumentos? ¿En los intérpretes? ¿En la percepción? ¿En la mente?
¿En el escucha? Tal vez sí, pero no completamente.

La respuesta más certera es quizá la más obvia, aquella que alguna vez pronunció
Jankélévitch. Música es cuando suena, música es cuando se ejecuta. No existe
nunca en sí misma sino es en relación con aquello que la haga presente, sonar,
vibrar.

¿No es entonces la música idéntica a nuestra vida? Nuestra vida, que existe sólo
como verbo, un momento que se acaba. Efímeros, fugaces, dependientes, en
constante relación, irrepetibles, como lo son los sonidos musicales, pues aunque
se toquen las mismas notas el sonido nunca es el mismo, perece y no se volverá a
escuchar ese sonido en particular jamás.

¿No es acaso la escultura, la pintura, la arquitectura y literatura una ingenua


apuesta por la eternidad? Mientras velemos por sus hijos sus existencias nos
ofrecerán su masa, ocuparan un espacio, el tiempo será benévolo y ellos en sí
mismos poco cambiarán aunque nosotros sí cambiemos el modo de apreciarlos,
de mirarlos, incluso de cuidarlos o descuidarlos. ¿No nos admiran acaso esas
maravillosas pinturas rupestres? ¿No pensamos “esa pintura tiene más de mil
años y continuará otros mil más”? ¿No será que admiramos su poder de
permanencia? ¿Por qué un dejo de expresión humana vivió y vivirá más que
nosotros?
Pero ¿Qué música producía aquel que hizo la pintura rupestre y nos legó sus
rudimentarios instrumentos musicales? No lo sabemos, su música se fue,
desapareció, no hay recuerdo. Sólo hay suposiciones, arqueología.

Entonces ¿Por qué existe la música? ¿Por qué la producimos si cual espejo nos
enfrenta con el reflejo de una dura certeza? Eres como yo. Morirás, desaparecerás
– parece decirnos – desaparezco poco después de ser. Me conforman instantes,
dependo de instantes, dependo de otros y después…después silencio.

Pues decir que la música es eterna es generalizar toda clase de músicas en una
sola, perdernos los detalles, mirar la superficie y patear las rocas, cuando, lo que
existirá mientras la humanidad pise la tierra, es la actividad de hacer música.

Esa actividad es la que tal vez, pecando de presunción, podríamos nombrarla


como universal dado que no existe en esta tierra cultura alguna que no produzca
música. Es un hecho curioso y a su vez notable. Indica que la música ocupa un
puesto especial en la vida de la especie humana, un puesto tan importante como
la necesidad de un sentido. Imposible negar que la especie humana sea una
especie musical ¿Es acaso la música una consecuencia?

Posiblemente. Esto y más será tratado a lo largo de esta investigación, en dónde


a través del espejo de la música daremos un vistazo al humano, buscaremos
descifrarlo y por ende buscaremos descifrar algo de su mundo. Sí. Por que la
música es una actividad universal en nuestra vida y ¿qué sería de la vida sin
filosofía?

EL LABERINTO DE LA MÚSICA Y EL HILO DE SCHOPENHAUER

Hacer teoría sobre la música es entrar al laberinto. También es ayudar a


construirlo y ampliarlo. Resolverlo, bueno, como todo, eso es una hermosa ilusión.
De ahí la belleza de la filosofía.

Ante este problema, hemos de ser precavidos. Siguiendo el ejemplo de Teseo


usaremos un hilo conductor que marcará nuestros pasos.

En la obra El mundo como voluntad y representación encontramos no sólo una


pieza clave para comprender el pensamiento de Arthur Schopenhauer sino
también una sistematización filosófica en donde la música juega un papel
protagónico. Por lo tanto no podríamos pedir mejor hilo.

Nuestro esfuerzo inicial se centrara en aplicar sus conceptos principales a lo que


Schopenhauer mismo entendió por música: el arte que expresa a la voluntad
misma, con el fin no sólo de exponer su teoría y encontrar posibles
contradicciones sino también entablar un diálogo.
Así no sólo utilizaremos el hilo dejado por Schopenhauer, puliremos también los
detalles e iremos quizá un poco más lejos. Defenderemos nuestro pensamiento
propio, señalaremos a la música como la representación más exacta del ser
humano. Lo cual como veremos a lo largo de éste escrito, tiene importantes
consecuencias.

Esto, claro está, limitará nuestro enfoque, pues sólo daremos real importancia a la
música que nuestro autor consideró como expresión de la voluntad misma, esto
es, música pura, instrumental.

Nuestro camino es claro. En primer lugar explicaremos las ideas filosóficas


principales que influyen la teoría de nuestro autor guía y que se ven referidas tanto
de modo directo como indirecto con nuestro tema principal. Acto seguido
presentaremos su teoría sobre la música.

Después, apoyaremos y rebatiremos la teoría musical expuesta, desde la filosofía


propia del autor, siguiendo a su vez la estructura de su obra:

Primer Libro: Primera consideración al mundo como representación: la


representación sometida al principio de razón: el objeto de la experiencia y la
ciencia. Música desde Teoría del conocimiento.

Segundo Libro: Primera consideración al mundo como voluntad: la objetivación de


la voluntad. Música desde Metafísica.

Tercer Libro: Segunda consideración al mundo como representación: la


representación, independiente del principio de razón. La Idea platónica. El Objeto
del arte. Música desde Estética.

Cuarto Libro: Segunda consideración al mundo como voluntad. Afirmación o


negación de la voluntad de vivir al alcanzar el autoconocimiento. Música desde
Ética.

Esto, a causa de que el mismo Schopenhauer recomienda tomar en cuenta a su


obra como un sistema orgánico, donde cada parte se encuentra estrechamente
relacionada con la otra y funcionan como un todo.

Por último, apoyándonos y contraponiéndonos a los puntos expuestos a lo largo


de nuestro recorrido, desarrollaremos nuestra hipótesis con el interés de marcar
no sólo la importancia del estudio de la música desde la filosofía sino desde la vida
cotidiana en general.

INFLUENCIAS.
No hay filósofo que cumpla con su tarea en soledad. Necesita contexto, mundo.
Empatía y simpatía. Posicionarse en nuevas perspectivas. Diálogo. En el prologo
a la primera edición de El mundo como voluntad y representación nuestro autor
hace mención de tres filosofías en los cuales se apoya. Filosofía India,
pensamiento de Kant y de Platón. Nosotros hemos de agregar el contexto propio
del autor, el Romanticismo.

 Filosofía India.

El pensamiento de los Vedas y los Upanishads son tomados por Schopenhauer


como piezas claves de su sistema filosófico. Tan constante y marcada es su
influencia que seguramente sin éstos El mundo como voluntad y representación
no hubiera podido ser concebido.

Nuestro autor toma los conceptos de Atman y Brahmán. Aunque diferentes, son
idénticos, sólo se refieren a distintos puntos de referencia. Atman es lo más
esencial cuando hablamos del individuo y Brahmán es lo más esencial cuando
hablamos del cosmos. Cuando uno se descubre a sí mismo como Atman
entonces su ser es idéntico a Brahmán. Ni los hindús ni Schopenhauer consideran
a Brahmán un dios. Brahmán es más allá que eso. En caso de creer en un dios,
se toma en cuenta que todo posible dios es manifestación de Brahmán, una
delimitación de lo Uno e inferior a él.

Lo Uno es Brahmán y Brahmán es la realidad física, la realidad no física, la nada.


Trasciende los opuestos. Nada puede describirlo, nada puede definirlo. Está más
allá de cualquier palabra, imagen. Conocer a Brahmán requiere dejar de lado la
razón, pues la razón depende de los conceptos, de las ideas, del ego. Delimitan,
definen, incluyen lo que es y rechazan lo que no es. Brahmán es el ser en sí, la
realidad ontológica de todo cuanto hay. Brahmán se experimenta directamente, no
conceptualmente. Los conceptos son representaciones pero nunca serán el ser en
sí.

La tendencia kantiana es asumir la incapacidad de conocer la cosa en sí misma.


Solamente conocemos el fenómeno o la representación de la cosa, lo más
superficial captado por nuestros sentidos. Schopenhauer no está de acuerdo. Al
igual que los hindús parece creer que se puede conocer el noúmeno y lo llamó
Voluntad en lugar de Brahmán. La Voluntad es el principio primordial del ser, la
fuente de todo el mundo, de la vida, de las apariencias. Es voluntad de vivir,
impulso sin causa o motivación. No es sujeto ni objeto, los dos proceden de la
Voluntad que existe fuera de nuestras formas de conocimiento, tiempo, espacio y
causalidad.
Según nuestro autor, el fenómeno o el mundo como representación, lo intelectual,
proviene desde la Voluntad, como aspectos de su evolución a lo material, mientras
que a su vez, lo material evoluciona a su regreso a lo Uno. Es más que
interesante ver como tanto la filosofía India y Schopenhauer involucran lo
inminente y lo transcendental. Lo Uno manifiesto en el fenómeno y Lo Uno más
allá del fenómeno sin ser afectado por el fenómeno.

Ahora. El papel de la música en la filosofía de Schopenhauer puede resultar una


referencia indirecta a la filosofía india. En el sentido de que sólo la música es una
expresión directa de la Voluntad – Brahmán- . Hemos de ver más allá de nosotros
mismos para encontrar el Atman-Brahmán en la contemplación pura de lo Uno,
como una identificación de uno mismo con éste Uno por medio de la música. Al
parecer Schopenhauer suplantó la meditación india por la música misma para
trascender al mundo como representación y experimentar a la Voluntad, la cual
está más allá del tiempo, espacio y causalidad.

Agrego, como dato cultural, que es interesantísimo observar como la filosofía India
eleva al sonido como una expresión directa de lo Uno – sonido primordial OM- y
utilizan el sonido como un camino que llevará a la esencia. Viendo un poco más
lejos, esto incluso podría estar relacionado con el concepto occidental y judío
cristiano de la creación. Dios creó al mundo por la palabra, por el sonido y música
es sonido. Entonces, no es descabellado que Schopenhauer tuviera ciertas
influencias del concepto de música como vehículo directo hacía la esencia.

 Platón.

La influencia que Platón ejerció sobre Schopenhauer es evidente sobre todo en el


concepto de Idea. Ambas filosofías son idealistas, ven en la Idea lo eterno e
inmutable. Arquetípico. Sin embargo para Platón la Idea es equivalente al
principio por lo que algo es lo que es. Esencia. Entonces, no hay una sola
esencia, sino tantas como las Ideas.

Schopenhauer parece no estar de acuerdo con esto. La esencia es y será siempre


una sola: la Voluntad. Las Ideas son entonces objetivaciones de una misma
Voluntad en distintos grados. La relación entre música e Idea es importante.
Música es un medio por el cual las objetivaciones de la Voluntad se dan a
conocer tal cual, por ende la música es puente entre el mundo como
representación y el mundo como voluntad.

“…la música no es, en modo alguno, la copia de las Ideas, sino de la voluntad
misma, cuya objetividad está constituida por las Ideas, por esto mismo, el efecto
de la música es mucho más poderoso y penetrante que el de las otras artes, pues
éstas sólo nos reproducen sombras, mientras que ella esencias”1

 Kant.

En Crítica del juicio la perspectiva de Kant respecto a la música es clara. Al


parecer desprovisto de conocimiento en materia de música, Kant refleja ideas
propias de su tiempo. Si se dignó en tomar en cuenta a la música fue únicamente
porque su división de las artes no podía quedar incompleta. En la primera
clasificación elaborada desde una perspectiva racional, Kant asigna a la música el
puesto más bajo entendiendo por música al arte de las sensaciones. No
juzguemos a Kant de insensible. En su visión la música habla por medio de la
sensación sin reflexión. Conmueve al espíritu de una forma tan directa que da un
enorme placer. Por esto, juzgada por la razón, es posible considerarla como la
más baja de las artes. Pero, juzgándola desde el placer es posible que
corresponda al primer puesto. Nunca sabremos si Kant acarició esta alternativa
pues no la pronuncia. En caso de ser aceptada, la música sería el símbolo de los
afectos, o la lengua universal de las sensaciones y por esto comprensible para
todo hombre.

En apariencia, Kant pareció entrever la posibilidad de revalorizar la música en


cuanto placer gracias a su asemanticidad. Su importancia no radica en los
solitarios renglones que dedicó a la música sino al hecho de que su pensamiento
fue influencia directa sobre pensadores sucesivos como Schopenhauer. La
influencia de Kant sobre Schopenhauer radica en el uso de las formas de
conocimiento que se encuentran en el sujeto, donde objeto supone un sujeto. La
relación sujeto- objeto es fundamental para el mundo como representación o
fenómeno. Señala nuestra capacidad de conocer. Percepción. En música la
percepción por medio del tiempo es importante, pero tiempo no deja de ser nunca
una forma de conocimiento a priori. Pertenece al mundo como representación.
Esto es un problema. Si música es independiente del mundo como representación
y del mundo en sí, entonces poco importa si es percibida o no. Aparece como un
ente aparte, cosa que no es cierta y que explicaremos más adelante.

 Romanticismo

Durante el Iluminismo la música era algo falto de esencia. Accesorio. Un juego de


agradables sensaciones que no dice nada a la razón. Bajo estas ideas resulta
comprensible que los filósofos prestaran poca atención a la música y que fuera
denigrada a causa de ejercer su poder sólo a los sentidos. Denigrada por ser un
arte a-semántico. Posteriormente, en el Romanticismo no se rechaza el

1
Ibídem 264
presupuesto de la música como arte a-semántico pero lo ve desde otros ojos. El
hecho de que música no de concepto alguno que pueda ser procesado por
nuestra razón es motivo de gloria. Motivo suficiente para proclamarla reina. Un
arte diferente. Especial. Música no necesita de la razón. No necesita conceptos.
Va más lejos. Capta la realidad desde una mayor profundidad donde todo
concepto es insuficiente. Música toma posesión de nosotros a partir del
sentimiento, que acompañado de música es capaz de atravesar niveles
inexplicables de la esencia invisible del mundo y de nosotros. Clara es la influencia
de estas ideas sobre Schopenhauer. Nuestro autor contribuyó a la promoción de
ésta perspectiva al declarar a la música como capaz de comunicar la esencia del
mundo y nuestro yo. Pero, a mi gusto, la influencia externa llega hasta aquí.

Al señalar a la música puramente instrumental como la más cercana a la Voluntad,


no retoma las instancias despojadas de racionalismo de la música con palabras.
Dónde música no es accesorio sino la palabra es accesorio de la música. Así,
nuestro autor se aleja de algunos de sus contemporáneos. Entre ellos Goethe.
Que consideraba a la música instrumental como un discurso llano prefiriendo la
música descriptiva o Herder que pensaba a la ópera como la expresión más
autentica del hombre.

SHOPENHAUER EN LA MÚSICA.

La música, entre el resto de las artes, es un arte solitario. Vive separada cual reina
lejana. Mientras que arquitectura, escultura, pintura, poesía y tragedia nos
entregan reproducciones de una Idea de la esencia del mundo, la música entrega
la Idea misma.

Esto merece una explicación clara. Comencemos a partir de un detalle, la


percepción de la música en el hombre.

“El hombre percibe la música exclusivamente en el tiempo y por el tiempo con


absoluta exclusión del espacio y sin influjo del conocimiento de la causalidad”2

A primera vista parece que ya tenemos un problema. En la percepción


Schopenhauer parece excluir dos formas de conocimiento a priori, el espacio y la
causalidad. Pero bien mirado esto no quiere decir que entre la música, espacio y
causalidad no exista una relación. Sobre todo, a sabiendas que desde tiempos
pasados a Schopenhauer se conocía la relación entre sonido y espacio, sonido en
relación a causa y efecto. Nuestro autor no era un extraño en el territorio de las
ciencias.

2
Ibídem 272
A demás, negar al espacio, a la causalidad y afirmar al tiempo sería negar la
posibilidad de la existencia de la música, peor aún, meter en apuros a su propio
sistema filosófico. Entonces ¿Qué es lo que deseaba decir? Posiblemente que en
nuestra percepción la música produce su efecto en una impresión estética. En
una impresión donde poco interesa la búsqueda de las causas por medio del
efecto y donde el espacio poco nos importa.

Pero el ritmo, esa repetición de sonidos, es la estructura del tiempo. ¿Cómo


ignorarlo? ¿Cómo si es fundamental en la música? ¿Cómo si es asociado con la
mente y estados de ánimo? Y por lo tanto ¿a nuestra impresión estética? Si, tal
vez Schopenhauer intuyó que la impresión estética dependía de nuestra
percepción del ritmo por medio del tiempo.

Y como la impresión estética es aquí fundamental hemos de pensar a la música


más allá de las formas de conocimiento a priori que conforman al mundo como
representación. Esto es, más allá de toda aritmética y conceptos. Toda relación
numérica que pueda encontrarse en la música es sólo una corteza, el rostro
exterior, no el contenido. Prestar mayor importancia a esto equivale a decir que la
música no es más que una serie de ecuaciones. En palabras del autor:

“La música, prescindiendo de su significación estética e interior, y considerada de


un modo puramente empírico y exterior, no es otra cosa que el medio de concebir
inmediata y concretamente grandes números y complicadas relaciones numéricas,
que por lo demás sólo podríamos conocer mediatamente por medio de
conceptos”3

En cambio, la impresión estética que la música provoca permite ver a gran


profundidad no sólo al fenómeno o representación, sino además una referencia a
la esencia interior del mundo, de nuestro yo. La aritmética es el conjunto de signos
pero no el contenido o el significado que señalan. Superada esta barrera del
mundo como representación, reconoceremos por medio de la impresión estética
que la importancia real de la música radica en la semejanza entre ésta y el mundo.
Podremos pensarla como una reproducción del mundo.

Ahora. Sabemos que el hombre ha producido música desde sus inicios como
especie, sin embargo ¿Cuántas veces ha adquirido conciencia clara de la
semejanza entre la música y el mundo que percibe y es fuera de sí mismo? Pocas.
Comúnmente se renuncia a describir a la música en conceptos abstractos y se
permite que nos seduzca a partir de los oscuros campos de la intuición. Esto,
debido a que toda explicación del contenido o significado de la música es
imposible.

3
Ibídem 270
Imposible pues supondría una relación del contenido de la música con el mundo
como representación y música es aquí la imitación de algo que no puede ser
representado. Aplaudamos a Schopenhauer. A pesar de la dificultad que
presentan sus premisas, pareció no sentirse satisfecho con sólo indicar a la
música como algo imposible de toda explicación. Continúa a partir de un suelo
menos comprometedor: la opinión.

A partir de la opinión se declara que la misión de todo arte es la estimulación del


conocimiento de las Ideas por medio de sus obras. Las obras de arte son la
representación de las Ideas en cosas singulares. Como he dicho anteriormente, a
diferencia del resto, la música da la Idea misma, trasciende de las Ideas y es
independiente del mundo fenomenal. Schopenhauer no titubea en señalar que la
música podría subsistir de algún modo aún cuando el mundo dejara de existir.

“Por lo tanto, la música es una objetivación tan inmediata y una imagen tan
acabada de la voluntad como el mundo mismo, y hasta podemos decir como lo
son las Ideas, cuya manifestación constituye la universalidad de las cosas
singulares”4

El ojo atento ya habrá deducido tres puntos. Primero, a causa de que la música no
es copia de las Ideas sino la voluntad misma puede prescindir del mundo
fenomenal que no es más que otra manifestación de la voluntad. Segundo, gracias
a este hecho, el efecto de la música sobre nosotros es más poderoso que el de
cualquier otra arte pues nos da la Idea misma no una copia.

Tercero, la voluntad que dentro de éste sistema filosófico se entiende como la


esencia o en sí, se manifiesta paralelamente tanto en el mundo como en la
música. Es a partir de este paralelismo donde observaremos alguna analogía
entre la música y el mundo expresada en la multiplicidad e imperfección de
nuestro mundo visible. Aunque Schopenhauer ofrece varios ejemplos sobre la
analogía del mundo y la música nosotros nos limitaremos a los más significativos.
En música, los tonos más bajos de la armonía son similares a los grados más
inferiores de objetivación de la voluntad – la naturaleza inorgánica- en cambio la
melodía es similar al grado más alto: el hombre.

“…en la melodía, en la voz cantante, la que dirige el conjunto, la que marcha


libremente entregada a la inspiración de la fantasía, conservando siempre desde
el principio al fin el hilo de un pensamiento único y significativo, yo veo el grado de
objetivación de la voluntad, la vida reflexiva y los anhelos del hombre”5

4
Ibídem 264
5
Ibídem 266
Por un lado, la armonía semeja a la oscura e inconsciente base del mundo. Por el
otro, la melodía equivale al hombre mismo ya que es en la melodía donde la
música presenta desde el inicio al final una línea continuada con intención.

Es entonces la melodía la que relata la historia de la voluntad iluminada por la


reflexión. Nos cuenta los secretos de la conducta humana y quizá, algo más
profundo “…nos refiere su historia secreta, nos pinta cada agitación, cada anhelo,
cada movimiento de la voluntad, todo aquello que la razón concibe bajo el
concepto amplio y negativo de sentimiento, sin poder ir más allá de esta
abstracción”6 De este modo, se une la música con el sentimiento. Sentimiento que
aparentemente, es causa principal de la conducta del hombre.

Luego. Basándonos en El mundo como voluntad y representación en su totalidad,


aceptamos que es tendencia del hombre sentir deseos constantemente.
Aceptamos que su bienestar o tristeza depende del cumplimiento o incumplimiento
de sus deseos, aceptaremos que de igual modo, la melodía vaga. Ella va, se
aparta del tono fundamental, marcha hacía los tonos armónicos, la disonante o los
intervalos y vuelve al tono fundamental. Es por medio de las distintas marchas
melódicas que la música expresa los innumerables modos del deseo humano.
También el proceso hacia su cumplimiento cuando regresa a un grado armónico
mejor a la tónica.

Ahora. Esta es sólo media explicación de la analogía, la parte que muestra el lado
interno del hombre. El resto marca la posición de éste en el mundo. El hombre no
se ve a sí mismo ni está solo. Siempre supone y es acompañado por grados
similares o inferiores de la voluntad. Igualmente la música, que como el mundo
objetiva a la voluntad inmediatamente en la armonía. La melodía necesita de la
armonía, nace en ella. Ambas se necesitan, una es parte integrante de la otra. Sin
embargo hay algo más que notar.

La palabra armonía puede ser engañosa si es que la consideramos como


sinónimo de paz. En la analogía de la música y el mundo la armonía no tiene nada
de pacifica, notaremos siempre una lucha interna la lucha propia de la voluntad.
Dicha lucha se manifiesta en todos los grados de la voluntad y hace del mundo, de
sí misma, un campo de batalla. ¿No luchan acaso todas las manifestaciones de
una sola y misma voluntad entre sí?

Aquél que me diga que no, es un sarcástico. ¿Acaso en la naturaleza no vemos la


lucha constante por la sobrevivencia? ¿No luchamos entre nosotros por cualquier
tontería? ¿Se me negara que existan muchos balazos por todo el mundo?
¿Opresores y oprimidos desde niveles muy simples y poco dañinos a niveles

6
Ibídem 266
gravísimos? Pero, ¿No encontramos también solidaridad? ¿Buena convivencia?
¿Amor? ¿Compasión? ¿Manos extendidas dispuestas a levantar y construir?
¿Sonrisas? ¿Amistad?

Contradicciones. Definitivamente la naturaleza no es perfecta y nosotros menos.


No ha de sorprendernos encontrar semejantes contradicciones en la música, pues
“En efecto un sistema armónico perfectamente puro es, no sólo física sino también
aritméticamente imposible”7

Según nuestro autor, los sonidos guardan una escueta relación con la tónica pero
no la guardan entre sí. Por ejemplo en una misma escala, la quinta debería ser la
tercera menor de la tercera y no es así. Es imposible hacer música exacta, cuando
mucho lograremos disimular las disonancias distribuyéndolas en todos los tonos
ocultándolas por la medida. La imposibilidad de una aritmética perfecta en la
música es el signo de la lucha interna de la voluntad.

Es digno de atención que el compositor al inventar la melodía descubra en ésta


lucha los secretos de la voluntad humana, pero más aún es que su acción, aunque
expresa la esencia de reflexionar es totalmente independiente de ella. Esta
declaración puede ser violenta e incluso problemática pues ¿Cómo seríamos
capaces de hacer música sin reflexión alguna? Recordemos, aquí reflexión tiene
que ver con razón y razón tiene que ver con conceptos, por ende con el mundo
como representación. No olvidemos también que Schopenhauer parece tomar en
cuenta más el contenido de la música que su forma.

El aprecio de Schopenhauer por la forma o el modo en que la música es


estructurada depende de la capacidad que ésta tenga de expresar el contenido de
la música, es decir, la Idea. Al pertenecer los conceptos a la otra cara de la
moneda, al mundo como representación, en música parecen algo vacío, incapaz
de expresar la esencia interior del mundo, la voluntad. Por este factor, nuestro
autor juzga su explicación de la música como pobre y limitada. En nuestra opinión
es un diamante a medio pulir. Bien pensadas frases como: “El infinito número de
melodías posibles guarda correspondencia con la inagotable variedad de seres,
fisonomías y existencias que produce la naturaleza”8 Resultan significativas para
todo aquel que desee hacer un estudio filosófico sobre la música en relación al
hombre y al mundo en sus más diversos matices.

Pero aún no terminamos de exponer. La analogía entre la música y el mundo de la


cual hemos hecho mención tienen con la música una relación nada más que
mediata, puesto que la música nunca expresa al fenómeno sino a la voluntad,

7
Ibídem 271
8
Ibídem 268
música no hablara de éste o aquel sentimiento, sino el sentimiento mismo sin
accesorio alguno.

Como resultado, nuestra fantasía es invitada a tratar de dar forma a la esencia


audible pero invisible. La revestimos de carne, sangre y hueso, la concretamos en
ejemplos análogos. Este es el origen del canto con palabras, la opera y la música
descriptiva. Por lo tanto, opera como música descriptiva ocupan un lugar
subordinado por hacer uso del concepto. Como ejemplo, tenemos “La Creación”
de Haydn que es un relato musical del Génesis, “El barbero de Sevilla” de Rossini
y los cantos populares, que son imitaciones deficientes de algún fenómeno del
mundo y no la expresión de su esencia interior.

Ahora. Resulta más que sencillo para nosotros concluir que nuestro autor vio tanto
en el mundo natural como en la música dos expresiones distintas de una misma
cosa. Cosa que es la unión entre ambas. Por este motivo, por ser la música
expresión de una sola esencia, la voluntad que es también el mundo, podemos
considerarla un lenguaje universal. Su generalidad no proviene de una abstracción
sino de las Ideas, esas objetivaciones arquetípicas de la voluntad que fueron, son
y serán siempre las mismas.

Es por ello que la música tiene parecido a las figuras geométricas y a los números
en cuanto formas generales de conocimiento de todos los objetos posibles, de la
experiencia, por ser aplicables a priori a todas las cosas sin ser abstractos, sino
determinados e intuitivos. Finalmente, tomando en cuenta toda la teoría expuesta,
podemos pensar que si la música al expresar a la voluntad misma, pudiera acaso
expresarse en conceptos, el resultado sería una explicación suficiente del mundo.
Una verdadera filosofía que dentro del pensamiento de nuestro autor, es una
reproducción cierta y acaba de la esencia del mundo en conceptos generales.

MÚSICA DESDE…

Ya hemos caminado unos cuantos pasos. Estamos dentro del laberinto. Alertas.
En tan corto trayecto ya encontramos un punto escabroso. Es hora de
sumergirnos en el pensamiento de Schopenhauer y ponerlo en juego. Dar más
pasos en la oscuridad con la esperanza de que nuestro hilo brille. Hablar de
música desde El mundo como voluntad y representación. De antemano me
disculpo con el lector si no encuentra una explicación extensa de cada parte de la
obra. Nuestra investigación no es una exposición amplia del pensamiento del
autor. Es un diálogo. Por lo tanto si el lector no conoce la filosofía, le recuerdo que
siempre puede recurrir a la fuente original.

Antes de desarrollar la teoría de conocimiento de Schopenhauer respecto a la


música aclararemos nuestra posición al respecto.
Las verdades universales existen. Esta afirmación puede ser o muy simple o muy
problemática según el ojo de quien lo mire. Aquellos que se sientan en conflicto
pueden sin duda reclamar que la verdad depende directamente de la percepción y
que por lo tanto no existe una verdad universal sino tantas verdades como
perspectivas. Esto es cierto pero también es cierto que con ello están suponiendo
una verdad universal: todos los seres vivos perciben. Esto es tan cierto como el
hecho de que todos los vivos moriremos algún día.

No es necesario hacer malabares conceptuales para encontrar una verdad


universal. Existen muchas verdades según la perspectiva de cada persona y eso
no se contrapone con que también existan verdades universales.

Ahora. Nuestro autor parece haberse dado cuenta de esto. Quizá por ello partió a
todo lo que existe en dos. El mundo como voluntad que es abordado desde la
metafísica y la ética y el mundo como representación que es abordado desde la
teoría del conocimiento y la estética.

Desde una posición más personal, a esta separación o a estas dos perspectivas
que ven al mismo objeto yo las nombraría “Tierra” y “Mundo” o “Esencia” y
“Apariencia” y es en la Tierra donde dominan los universales puesto que no es
reino del hombre sino todo lo contrario el hombre quizá sin darse cuenta es
dominado por ellos. Lo que Schopenhauer llamaría voluntad.

El Mundo por su parte, es exclusivo de los seres que conocen, y es aquí donde el
hombre es amo y señor. Por lo tanto el Mundo es contradictorio, atiborrado de
toda clase de representaciones. Es representación.

Y ¿Qué es para nosotros representación? Conceptos. El mundo es creado en


conceptos y por conceptos crea el hombre y el hombre crea conceptos. Al ser el
hombre el creador de la música, ésta no sólo termina por pertenecer al mundo y
nada más que al mundo sino que es también un concepto.

Esto parece contraponerse con la teoría musical de nuestro autor guía. Sin
embargo la contradicción no es tan tajante. La música al ser una actividad del
hombre pertenece al mundo como representación pero el mundo como
representación existe gracias a que existe el mundo como voluntad.

Tarde o temprano nuestras cadenas de representaciones nos guían hacia la


esencia, sobre todo si preguntamos por su origen. Y el origen del hombre es la
Tierra por lo tanto la música existe gracias a las verdades universales que nos
entrega la voluntad.

¿Cuál es este origen? Si bien la música pertenece al mundo y nada más que al
mundo, su origen pertenece a la voluntad y es la disposición musical. El
nacimiento de la música es antes que nada una disposición, una actitud musical.
Esta es la verdad universal que pertenece a la tierra mientras que la producción
musical y la música en sí pertenecen al mundo. A No nos dejemos llevar por las
apariencia de mis palabras. Tierra y Mundo son uno. Universales y relativos
conviven al unísono en nuestra realidad y tanto el hombre como la música llevan
el sello de ambos.

Ahora bien, hasta ahora me he permitido utilizar el término música de un modo


amplio, incluso vago. Hemos de ser más precisos que Schopenhauer. A mi modo
de entender la música no sólo se refiere a su etimología y a la generalización de
todas las piezas musicales existentes y próximas de nacer. Así como el término
filosofía no sólo hace referencia al amor a la sabiduría y a todos los
cuestionamientos filosóficos que existen y que existirán.

Música es en primer lugar una disposición, un deseo, una habilidad, una


expresión, algo que como especie nos separa del resto de la naturaleza. No es
entonces algo concreto – esas son las piezas musicales- sino al igual que la
filosofía un modo de enfrentar, destruir y construir nuestra realidad.

Primer Libro:

Música desde Teoría de Conocimiento.

Cuando Schopenhauer dice “el mundo es mi representación” nos esta señalando


que el mundo es en relación con otro ser, el sujeto que es aquel que conoce. Por
lo tanto la relación sujeto-objeto es fundamental pues el mundo como
representación no sería nada sin el sujeto.

Este hecho es una base fundamental para el Mundo o la Apariencia puesto que
para exista tal cosa la relación sujeto- objeto debe de estar presente, es por lo
tanto una verdad a priori que expresa la forma general de nuestro modo de
conocer y por ende de la experiencia puesto que supone las formas generales de
conocimiento: tiempo, espacio y causalidad. En resumen, en el mundo como
representación nada existe que no pueda ser conocido, nada existe de modo
independiente a nuestro modo de conocer.9

Entonces, si todo cuanto hay en el mundo es en relación con nuestro modo de


conocer ¿Las piezas musicales entrarían en este caso? Sí.

9
La frase “modo de conocer” la utilizo en lugar de percepción. Puesto que en mi modo de pensar
conocimiento en sí y percepción son algo totalmente distinto. Mientras qué en El mundo como voluntad y
representación muchas veces son utilizadas como sinónimos. No sé si esto sea por Schopenhauer o por la
traducción.
Desarrollemos. Siguiendo los pasos de la teoría musical anteriormente expuesta.
Suponemos que música es una expresión paralela al mundo como voluntad –
Cosa cierta, aunque no del modo en que señala nuestro autor guía, pero esto lo
tomaremos cuando corresponda- Suponemos también que el mundo como
voluntad hace posible al mundo como representación.

Esta verdad es aplicable a las piezas musicales. El mundo como representación


es en relación con el ser que conoce. De hecho su estructura misma no sólo
depende del conocimiento de aquel que la crea y la ejecuta sino que ella en sí no
es más que una composición de relaciones. De notas.

Necesita de estas relaciones para ser compuesta, ejecutada y escuchada, en una


sola frase para ser. El principio de razón no es más que esto. Todo objeto posible
está en relación necesaria con otros objetos, tanto como determinado, tanto como
determinante. La música entonces en el mundo como representación es sometida
al principio de razón.

Y es que las piezas musicales pertenecen al mundo de la representación, de las


apariencias. Son relación, su esencia no es más que una larga cadena de
relaciones. Aquí al igual que todo su existencia es en relación a.

Ahora, según nuestro autor existen dos tipos de representaciones.


Representaciones intuitivas y representaciones abstractas. Las representaciones
intuitivas son – por decirlo de algún modo- las representaciones básicas. Tan
básicas que las compartimos con todo ser vivo capaz de conocer.

Hacen referencia a todo lo que nuestros sentidos nos entregan. Por lo tanto a la
experiencia junto con las formas de conocimiento que la condicionan. La
experiencia no es más que la consecuencia de nuestras formas de conocimiento,
tiempo, espacio y causalidad.

Ahora ¿Qué papel juegan las formas de conocimiento en las piezas musicales? Y
sobre todo ¿Cuál es el papel de la experiencia?

Cuando escucho alguna pieza de música instrumental, ya sea de Mozart, Chopin o


quizá algo un poco más moderno como Rush resulta evidente que la música está
hecha a partir de la formas de conocimiento que dan toda experiencia, en este
caso dan como resultado una canción.

La creación de estas piezas parte de aquello que condiciona nuestro modo de


conocer. Tiempo y espacio unidos por causalidad son base fundamental de
cualquier pieza musical. Toda variación de sonido, que sería causalidad y por lo
tanto duración – acción, materia y potencia de cambio- tiene sentido cuando es en
la misma sucesión del tiempo y en el mismo lugar o espacio.
En efecto, no se concibe la duración sin objetos que cambien, mientras que otros
perduran invariables en torno a los primeros; sólo cuando hay cosas que subsisten
invariables, mientras otras varían toma esta modificación del carácter de cambio10

Las piezas musicales implican organización y nuestro modo de conocer ya es


organizado. Las piezas musicales cual toda materia nace de la unión del tiempo y
del espacio. Su coexistencia hace la posibilidad de duración que a su vez hace
posible la permanencia de algunas partes a pesar del cambio de estados.

Por lo tanto nuestro modo de hacer piezas musicales nace del modo en que
conocemos, de nuestra inteligencia intuitiva – que es aquello que nos permite
encontrar la causa por el efecto - por ende de nuestra experiencia. La música en
este caso, no es más que un reflejo de esto.

Veamos ahora el papel de las representaciones abstractas. Los conceptos. Los


conceptos pertenecen al campo de la razón y la reflexión por lo tanto son
exclusivos del hombre.

¿Qué papel juegan los conceptos en las piezas musicales? ¿En la música? Ay. Es
aquí donde traiciono a Schopenhauer de un modo terrible.

La música es un concepto y las piezas musicales son conceptos sonoros. Me


explico. Las representaciones intuitivas, tiempo y espacio y causalidad tienen que
ver con la inteligencia e intuición por lo tanto nuestros hermanos los animales
también las poseen. Los conceptos en cambio son exclusivos del hombre, por
ende en la música debe de existir un elemento racional o reflexivo, pues si no los
animales también producirían música.11 ¿Cuál?

Más vale revisar a profundidad que es lo que nuestro autor entiende por concepto.
Los conceptos son representaciones abstractas dadas por la razón. Entonces,
fácilmente podríamos pensar que concepto es la construcción mental de algo.

Ahora. Es imposible construir algo si no tenemos material para hacerlo. Se


necesita de información. Es más que obvio el papel que juegan las
representaciones intuitivas aquí, pero necesitamos también del lenguaje, de
aquello que habilita a nuestra razón y viceversa para darle forma a algo. Por lo
tanto, la mayoría de las veces necesitamos de otros conceptos.

No es necesario ser brillantes para señalar que cualquier pieza musical comenzó
como un concepto. Necesitó ser pensada, creada. Hay música en nuestra mente y

10
Ibídem 27
11
Ni el canto de las aves, ni el canto de las ballenas ni el aullido de los lobos entre otros ejemplos pueden
considerarse música. Para que la música pueda considerarse como tal debe de existir una intención. Hasta
donde sé ningún animal tiene intención de hacer música.
su orden no sólo proviene de las representaciones intuitivas sino también de todo
aquello que nuestra razón representa por música.

Es una construcción mental que proviene de otras construcciones mentales. Notas


musicales que señalan según su posición un sonido en específico. Signos que
marcan los silencios. Instructivos, claves, ritmos, melodía, armonía, etc. Todos
estos conceptos cobran vida en la pieza musical. Se hacen reales, existen. Hay
tantas piezas musicales como conceptos.

Por lo tanto en el mundo como representación, las piezas musicales nos


demuestran que entre concepto, realidad y existencia no hay diferencia alguna.
Los conceptos cobran vida, existen y se hacen reales a través de nosotros.

Pese a esto, nuestro autor señala que el concepto es superfluo para cualquier
arte. Incluido el arte de hacer música.

“Si el cantante o el virtuoso quisiera dirigir conceptualmente su obra, la mataría. Lo


mismo puede decirse del compositor, del pintor y hasta del poeta: el concepto es
siempre infecundo para el arte, sólo la técnica puede dirigirle: su terreno es la
ciencia”12

Estamos de acuerdo. Nosotros no pretendemos señalar que las piezas musicales


son únicamente conceptos. De ser así las piezas musicales, la música en sí, sería
incompleta, por lo tanto poco fecunda. Árida. Puesto que representaría sólo una
faceta del humano.

Lo que si deseamos señalar es que existe un elemento racional y reflexivo en la


música. Un elemento al que, quizá por pasiones románticas, se le ha desdeñado
en el campo de la música. La razón.

Sin razón no hay pieza musical. Si acaso una persona no instruida en la música,
tocara algún instrumento musical tal cual se siente hasta llegar al éxtasis.
Posiblemente sus manos terminarían aporreando al instrumento pero, ¿Eso que
ejecuta sería música? ¿Una pieza musical? No, sería ruido, simple ruido. Notas
sin sentido.

Poco importa la inteligencia, sentimiento o la voluntad misma si no tiene forma y la


razón es la que nos permite darla. Ante esto, Schopenhauer señala el papel de la
razón en el arte como una función subordinada. Como el mantenimiento de las
resoluciones tomadas, la observancia de las reglas cuando el genio no está
despierto pues perfecciona la obra en todas sus partes y la unifica.

12
Ibidem pp.74
Nosotros consideramos ésta tarea de igual importancia que el sentimiento y la
pasión. Que la creatividad. No ha de desdeñarse ningún elemento, pues todos
hablan de su creador y en conjunto nos muestran su reflejo.

Segundo libro:

Música desde Metafísica

Comencemos este apartado con algunas preguntas. ¿Qué es la música fuera del
mundo como representación? Si no es sólo representación ¿Qué es? Nuestro
autor respondería que Voluntad. Y ¿Qué es Voluntad? El fundamento de todo
cuanto hay. Y ¿Qué es este fundamento? El ser. El ser es la voluntad, el querer
ser.

Dicho fundamento es sólo uno. La Voluntad es una expresada en el devenir de


todo lo que es. Si bien es cierto que el proceso del devenir puede estar sometido
al principio de razón, la Voluntad en sí misma carece de sentido. No hay razón de
ser, su devenir no es necesario, tanto podría existir como no. En pocas palabras,
la Voluntad es razón de ser, el fundamento. Pero no hay razón de ser para dicho
fundamento.

Cuando la voluntad está en devenir se mantiene en el campo del ser. Es ciega, no


es inteligente, no tiene pasiones, es creadora e indiferente. La encontramos
expresada en todas las individualidades en las que se objetiva. Por lo tanto el
mundo es una expresión de la Voluntad. Y respetando la teoría sobre la música
anteriormente expuesta, la música es otra expresión de la Voluntad paralela al
mundo, a tal grado que ésta podría existir aunque el mundo desapareciera.

No podría estar menos de acuerdo. Si bien es cierto que tanto la música como las
piezas musicales son una reproducción del mundo no lo son de la Tierra. Las
piezas musicales y por ende la música pertenecen al mundo como representación
sin más. Su ser depende directamente del humano. Su fundamento está en él. No
hay música sin humano y no hay mundo sin humano.

Ya si se desea mencionar que el humano existe gracias a la Voluntad y que por lo


tanto el humano es el medio de la Voluntad para hacer música. Sea. Eso es ya
cuestión de fe13. Pero que quede claro que el hombre construye al mundo como

13
Para saberlo de cierto tendríamos que salir del mundo dejar de ser humanos, si es posible ser absolutos
¿Es esto posible? No, no podemos dejar de ser lo que somos. Como dije en la introducción el humano tiene
límites, incluso la propia teoría que estoy explicando.
representación y que, aunque el mundo como representación esté fundamentado
en el mundo como Voluntad, la música pertenece al hombre.

De pertenecer la música o las piezas musicales al mundo como Voluntad


encontraríamos manifestaciones de la primera fuera del mundo del hombre. Y no
es así. Ni la naturaleza, ni nuestros hermanos animales se empeñan en la labor de
hacer música.

Por lo tanto, el ser de la música no es alguna especie de fuerza de donde nacen


todas las fuerzas – como en la película de Star Wars- sino que su ser es sentido.
Me explico.

Nuestro autor hace mención de que la Voluntad, aquello que nos fundamenta
carece de sentido. Sólo existe, deviene y así se mantiene. Pues bien, si es así, en
la especie humana se expresa de modo contrario. Busca una razón de ser.

Es bien sabido que los humanos son una especie que se construye a sí misma. Al
intuir quizá de que tanto ellos mismos como todo aquello que les rodea carece de
razón de ser, o que si este existe no es del todo accesible a su conocimiento,
construye sentidos para su vida y para aquello que le rodea. Construye verdades,
las suplanta o destruye otras. Hace filosofía, hace religión. Hace arte. Hace
ciencia. En una frase, hace todo aquello que lo separa del resto de los animales.
Incluida la música y sus hijas, las piezas musicales.

Y ¿Qué nos entregan todas estas actividades? Utilizando la palabra en un sentido


más amplio que Schopenhauer me atrevo a decir que representaciones que
cumplen la función de respuestas. Son un modo de responder a la existencia. A
veces las respuestas y las acciones son ciertas, a veces falsas. Movibles y una
que otra eterna – especialmente las del campo de la medicina y matemática-

Las representaciones son consecuencia directa de nuestra ignorancia y nuestro


deseo de vivir. Una expresión de aquello que creemos que es el mundo, de lo que
somos. Por lo tanto, el significado de la palabra representación abarca un espacio
muy amplio, toda nuestra vida. Representación es sentido.

Entonces, la música es en primer lugar un desgarre con todo aquello que nos
rodea. Es un sentido. Un modo de enfrentar la existencia y la realidad, por lo tanto
una disposición expresada en una pieza musical.

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