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INTRODUCCIÓN
Pues ¿Qué verdad es la que construiré? ¿Qué verdad destruiré? Estas preguntas
exigen de una explicación más detallada. Pensar a la verdad – así de modo
singular- no tiene sentido, puesto que la verdad así no existe. Sin embargo, es
verdad que yo estuve presente en dicha conferencia, es verdad que escribo estas
líneas así como también es verdad que usted lector las lee. La verdad existe como
verbo. Hace referencia a los hechos, a las acciones.
Así pues, sus primeros pasos van hacia la destrucción de aquellas verdades que
el creía inamovibles y sus segundos pasos es la construcción de una serie de
verdades propias que darán como resultado su posición ante su existencia y la
existencia de todo cuanto hay. El filósofo llega al los límites, juega con ellos. Los
destruye y construye unos nuevos.
El filósofo hace esto no con el fin de saberlo todo, tampoco por querer explicarlo
todo. Lo hace porque lo necesita, lo hace porque quiere vivir. Vivir es filosofar, no
hay más. El resto es limitarse a existir.
Es ahora donde me atrevo a poner en juego algo que amo. A partir de algo que
nos define como especie: la filosofía. Y mejor aún pongo en juego algo más que
también nos determina como humanos: la música.
MÚSICA ES
Conviene ser directos. Comencemos con la pregunta más común, difícil: ¿Qué es
la música? Mejor aún, agreguemos, ¿Dónde y cómo? ¿Por qué? ¿Qué la hace
ser? Estas preguntas han sido hechas una y otra vez de modo distinto por un
sinfín de compositores y filósofos. Si bien las preguntas pueden parecernos
antiguas, incluso anticuadas y poco originales las respuestas han sido más que
variadas.
La respuesta más certera es quizá la más obvia, aquella que alguna vez pronunció
Jankélévitch. Música es cuando suena, música es cuando se ejecuta. No existe
nunca en sí misma sino es en relación con aquello que la haga presente, sonar,
vibrar.
¿No es entonces la música idéntica a nuestra vida? Nuestra vida, que existe sólo
como verbo, un momento que se acaba. Efímeros, fugaces, dependientes, en
constante relación, irrepetibles, como lo son los sonidos musicales, pues aunque
se toquen las mismas notas el sonido nunca es el mismo, perece y no se volverá a
escuchar ese sonido en particular jamás.
Entonces ¿Por qué existe la música? ¿Por qué la producimos si cual espejo nos
enfrenta con el reflejo de una dura certeza? Eres como yo. Morirás, desaparecerás
– parece decirnos – desaparezco poco después de ser. Me conforman instantes,
dependo de instantes, dependo de otros y después…después silencio.
Pues decir que la música es eterna es generalizar toda clase de músicas en una
sola, perdernos los detalles, mirar la superficie y patear las rocas, cuando, lo que
existirá mientras la humanidad pise la tierra, es la actividad de hacer música.
Esto, claro está, limitará nuestro enfoque, pues sólo daremos real importancia a la
música que nuestro autor consideró como expresión de la voluntad misma, esto
es, música pura, instrumental.
INFLUENCIAS.
No hay filósofo que cumpla con su tarea en soledad. Necesita contexto, mundo.
Empatía y simpatía. Posicionarse en nuevas perspectivas. Diálogo. En el prologo
a la primera edición de El mundo como voluntad y representación nuestro autor
hace mención de tres filosofías en los cuales se apoya. Filosofía India,
pensamiento de Kant y de Platón. Nosotros hemos de agregar el contexto propio
del autor, el Romanticismo.
Filosofía India.
Nuestro autor toma los conceptos de Atman y Brahmán. Aunque diferentes, son
idénticos, sólo se refieren a distintos puntos de referencia. Atman es lo más
esencial cuando hablamos del individuo y Brahmán es lo más esencial cuando
hablamos del cosmos. Cuando uno se descubre a sí mismo como Atman
entonces su ser es idéntico a Brahmán. Ni los hindús ni Schopenhauer consideran
a Brahmán un dios. Brahmán es más allá que eso. En caso de creer en un dios,
se toma en cuenta que todo posible dios es manifestación de Brahmán, una
delimitación de lo Uno e inferior a él.
Agrego, como dato cultural, que es interesantísimo observar como la filosofía India
eleva al sonido como una expresión directa de lo Uno – sonido primordial OM- y
utilizan el sonido como un camino que llevará a la esencia. Viendo un poco más
lejos, esto incluso podría estar relacionado con el concepto occidental y judío
cristiano de la creación. Dios creó al mundo por la palabra, por el sonido y música
es sonido. Entonces, no es descabellado que Schopenhauer tuviera ciertas
influencias del concepto de música como vehículo directo hacía la esencia.
Platón.
“…la música no es, en modo alguno, la copia de las Ideas, sino de la voluntad
misma, cuya objetividad está constituida por las Ideas, por esto mismo, el efecto
de la música es mucho más poderoso y penetrante que el de las otras artes, pues
éstas sólo nos reproducen sombras, mientras que ella esencias”1
Kant.
Romanticismo
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Ibídem 264
presupuesto de la música como arte a-semántico pero lo ve desde otros ojos. El
hecho de que música no de concepto alguno que pueda ser procesado por
nuestra razón es motivo de gloria. Motivo suficiente para proclamarla reina. Un
arte diferente. Especial. Música no necesita de la razón. No necesita conceptos.
Va más lejos. Capta la realidad desde una mayor profundidad donde todo
concepto es insuficiente. Música toma posesión de nosotros a partir del
sentimiento, que acompañado de música es capaz de atravesar niveles
inexplicables de la esencia invisible del mundo y de nosotros. Clara es la influencia
de estas ideas sobre Schopenhauer. Nuestro autor contribuyó a la promoción de
ésta perspectiva al declarar a la música como capaz de comunicar la esencia del
mundo y nuestro yo. Pero, a mi gusto, la influencia externa llega hasta aquí.
SHOPENHAUER EN LA MÚSICA.
La música, entre el resto de las artes, es un arte solitario. Vive separada cual reina
lejana. Mientras que arquitectura, escultura, pintura, poesía y tragedia nos
entregan reproducciones de una Idea de la esencia del mundo, la música entrega
la Idea misma.
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Ibídem 272
A demás, negar al espacio, a la causalidad y afirmar al tiempo sería negar la
posibilidad de la existencia de la música, peor aún, meter en apuros a su propio
sistema filosófico. Entonces ¿Qué es lo que deseaba decir? Posiblemente que en
nuestra percepción la música produce su efecto en una impresión estética. En
una impresión donde poco interesa la búsqueda de las causas por medio del
efecto y donde el espacio poco nos importa.
Ahora. Sabemos que el hombre ha producido música desde sus inicios como
especie, sin embargo ¿Cuántas veces ha adquirido conciencia clara de la
semejanza entre la música y el mundo que percibe y es fuera de sí mismo? Pocas.
Comúnmente se renuncia a describir a la música en conceptos abstractos y se
permite que nos seduzca a partir de los oscuros campos de la intuición. Esto,
debido a que toda explicación del contenido o significado de la música es
imposible.
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Ibídem 270
Imposible pues supondría una relación del contenido de la música con el mundo
como representación y música es aquí la imitación de algo que no puede ser
representado. Aplaudamos a Schopenhauer. A pesar de la dificultad que
presentan sus premisas, pareció no sentirse satisfecho con sólo indicar a la
música como algo imposible de toda explicación. Continúa a partir de un suelo
menos comprometedor: la opinión.
“Por lo tanto, la música es una objetivación tan inmediata y una imagen tan
acabada de la voluntad como el mundo mismo, y hasta podemos decir como lo
son las Ideas, cuya manifestación constituye la universalidad de las cosas
singulares”4
El ojo atento ya habrá deducido tres puntos. Primero, a causa de que la música no
es copia de las Ideas sino la voluntad misma puede prescindir del mundo
fenomenal que no es más que otra manifestación de la voluntad. Segundo, gracias
a este hecho, el efecto de la música sobre nosotros es más poderoso que el de
cualquier otra arte pues nos da la Idea misma no una copia.
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Ibídem 264
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Ibídem 266
Por un lado, la armonía semeja a la oscura e inconsciente base del mundo. Por el
otro, la melodía equivale al hombre mismo ya que es en la melodía donde la
música presenta desde el inicio al final una línea continuada con intención.
Ahora. Esta es sólo media explicación de la analogía, la parte que muestra el lado
interno del hombre. El resto marca la posición de éste en el mundo. El hombre no
se ve a sí mismo ni está solo. Siempre supone y es acompañado por grados
similares o inferiores de la voluntad. Igualmente la música, que como el mundo
objetiva a la voluntad inmediatamente en la armonía. La melodía necesita de la
armonía, nace en ella. Ambas se necesitan, una es parte integrante de la otra. Sin
embargo hay algo más que notar.
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Ibídem 266
gravísimos? Pero, ¿No encontramos también solidaridad? ¿Buena convivencia?
¿Amor? ¿Compasión? ¿Manos extendidas dispuestas a levantar y construir?
¿Sonrisas? ¿Amistad?
Según nuestro autor, los sonidos guardan una escueta relación con la tónica pero
no la guardan entre sí. Por ejemplo en una misma escala, la quinta debería ser la
tercera menor de la tercera y no es así. Es imposible hacer música exacta, cuando
mucho lograremos disimular las disonancias distribuyéndolas en todos los tonos
ocultándolas por la medida. La imposibilidad de una aritmética perfecta en la
música es el signo de la lucha interna de la voluntad.
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Ibídem 271
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Ibídem 268
música no hablara de éste o aquel sentimiento, sino el sentimiento mismo sin
accesorio alguno.
Ahora. Resulta más que sencillo para nosotros concluir que nuestro autor vio tanto
en el mundo natural como en la música dos expresiones distintas de una misma
cosa. Cosa que es la unión entre ambas. Por este motivo, por ser la música
expresión de una sola esencia, la voluntad que es también el mundo, podemos
considerarla un lenguaje universal. Su generalidad no proviene de una abstracción
sino de las Ideas, esas objetivaciones arquetípicas de la voluntad que fueron, son
y serán siempre las mismas.
Es por ello que la música tiene parecido a las figuras geométricas y a los números
en cuanto formas generales de conocimiento de todos los objetos posibles, de la
experiencia, por ser aplicables a priori a todas las cosas sin ser abstractos, sino
determinados e intuitivos. Finalmente, tomando en cuenta toda la teoría expuesta,
podemos pensar que si la música al expresar a la voluntad misma, pudiera acaso
expresarse en conceptos, el resultado sería una explicación suficiente del mundo.
Una verdadera filosofía que dentro del pensamiento de nuestro autor, es una
reproducción cierta y acaba de la esencia del mundo en conceptos generales.
MÚSICA DESDE…
Ya hemos caminado unos cuantos pasos. Estamos dentro del laberinto. Alertas.
En tan corto trayecto ya encontramos un punto escabroso. Es hora de
sumergirnos en el pensamiento de Schopenhauer y ponerlo en juego. Dar más
pasos en la oscuridad con la esperanza de que nuestro hilo brille. Hablar de
música desde El mundo como voluntad y representación. De antemano me
disculpo con el lector si no encuentra una explicación extensa de cada parte de la
obra. Nuestra investigación no es una exposición amplia del pensamiento del
autor. Es un diálogo. Por lo tanto si el lector no conoce la filosofía, le recuerdo que
siempre puede recurrir a la fuente original.
Ahora. Nuestro autor parece haberse dado cuenta de esto. Quizá por ello partió a
todo lo que existe en dos. El mundo como voluntad que es abordado desde la
metafísica y la ética y el mundo como representación que es abordado desde la
teoría del conocimiento y la estética.
Desde una posición más personal, a esta separación o a estas dos perspectivas
que ven al mismo objeto yo las nombraría “Tierra” y “Mundo” o “Esencia” y
“Apariencia” y es en la Tierra donde dominan los universales puesto que no es
reino del hombre sino todo lo contrario el hombre quizá sin darse cuenta es
dominado por ellos. Lo que Schopenhauer llamaría voluntad.
El Mundo por su parte, es exclusivo de los seres que conocen, y es aquí donde el
hombre es amo y señor. Por lo tanto el Mundo es contradictorio, atiborrado de
toda clase de representaciones. Es representación.
Esto parece contraponerse con la teoría musical de nuestro autor guía. Sin
embargo la contradicción no es tan tajante. La música al ser una actividad del
hombre pertenece al mundo como representación pero el mundo como
representación existe gracias a que existe el mundo como voluntad.
¿Cuál es este origen? Si bien la música pertenece al mundo y nada más que al
mundo, su origen pertenece a la voluntad y es la disposición musical. El
nacimiento de la música es antes que nada una disposición, una actitud musical.
Esta es la verdad universal que pertenece a la tierra mientras que la producción
musical y la música en sí pertenecen al mundo. A No nos dejemos llevar por las
apariencia de mis palabras. Tierra y Mundo son uno. Universales y relativos
conviven al unísono en nuestra realidad y tanto el hombre como la música llevan
el sello de ambos.
Primer Libro:
Este hecho es una base fundamental para el Mundo o la Apariencia puesto que
para exista tal cosa la relación sujeto- objeto debe de estar presente, es por lo
tanto una verdad a priori que expresa la forma general de nuestro modo de
conocer y por ende de la experiencia puesto que supone las formas generales de
conocimiento: tiempo, espacio y causalidad. En resumen, en el mundo como
representación nada existe que no pueda ser conocido, nada existe de modo
independiente a nuestro modo de conocer.9
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La frase “modo de conocer” la utilizo en lugar de percepción. Puesto que en mi modo de pensar
conocimiento en sí y percepción son algo totalmente distinto. Mientras qué en El mundo como voluntad y
representación muchas veces son utilizadas como sinónimos. No sé si esto sea por Schopenhauer o por la
traducción.
Desarrollemos. Siguiendo los pasos de la teoría musical anteriormente expuesta.
Suponemos que música es una expresión paralela al mundo como voluntad –
Cosa cierta, aunque no del modo en que señala nuestro autor guía, pero esto lo
tomaremos cuando corresponda- Suponemos también que el mundo como
voluntad hace posible al mundo como representación.
Hacen referencia a todo lo que nuestros sentidos nos entregan. Por lo tanto a la
experiencia junto con las formas de conocimiento que la condicionan. La
experiencia no es más que la consecuencia de nuestras formas de conocimiento,
tiempo, espacio y causalidad.
Ahora ¿Qué papel juegan las formas de conocimiento en las piezas musicales? Y
sobre todo ¿Cuál es el papel de la experiencia?
Por lo tanto nuestro modo de hacer piezas musicales nace del modo en que
conocemos, de nuestra inteligencia intuitiva – que es aquello que nos permite
encontrar la causa por el efecto - por ende de nuestra experiencia. La música en
este caso, no es más que un reflejo de esto.
¿Qué papel juegan los conceptos en las piezas musicales? ¿En la música? Ay. Es
aquí donde traiciono a Schopenhauer de un modo terrible.
Más vale revisar a profundidad que es lo que nuestro autor entiende por concepto.
Los conceptos son representaciones abstractas dadas por la razón. Entonces,
fácilmente podríamos pensar que concepto es la construcción mental de algo.
No es necesario ser brillantes para señalar que cualquier pieza musical comenzó
como un concepto. Necesitó ser pensada, creada. Hay música en nuestra mente y
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Ibídem 27
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Ni el canto de las aves, ni el canto de las ballenas ni el aullido de los lobos entre otros ejemplos pueden
considerarse música. Para que la música pueda considerarse como tal debe de existir una intención. Hasta
donde sé ningún animal tiene intención de hacer música.
su orden no sólo proviene de las representaciones intuitivas sino también de todo
aquello que nuestra razón representa por música.
Pese a esto, nuestro autor señala que el concepto es superfluo para cualquier
arte. Incluido el arte de hacer música.
Sin razón no hay pieza musical. Si acaso una persona no instruida en la música,
tocara algún instrumento musical tal cual se siente hasta llegar al éxtasis.
Posiblemente sus manos terminarían aporreando al instrumento pero, ¿Eso que
ejecuta sería música? ¿Una pieza musical? No, sería ruido, simple ruido. Notas
sin sentido.
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Ibidem pp.74
Nosotros consideramos ésta tarea de igual importancia que el sentimiento y la
pasión. Que la creatividad. No ha de desdeñarse ningún elemento, pues todos
hablan de su creador y en conjunto nos muestran su reflejo.
Segundo libro:
Comencemos este apartado con algunas preguntas. ¿Qué es la música fuera del
mundo como representación? Si no es sólo representación ¿Qué es? Nuestro
autor respondería que Voluntad. Y ¿Qué es Voluntad? El fundamento de todo
cuanto hay. Y ¿Qué es este fundamento? El ser. El ser es la voluntad, el querer
ser.
No podría estar menos de acuerdo. Si bien es cierto que tanto la música como las
piezas musicales son una reproducción del mundo no lo son de la Tierra. Las
piezas musicales y por ende la música pertenecen al mundo como representación
sin más. Su ser depende directamente del humano. Su fundamento está en él. No
hay música sin humano y no hay mundo sin humano.
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Para saberlo de cierto tendríamos que salir del mundo dejar de ser humanos, si es posible ser absolutos
¿Es esto posible? No, no podemos dejar de ser lo que somos. Como dije en la introducción el humano tiene
límites, incluso la propia teoría que estoy explicando.
representación y que, aunque el mundo como representación esté fundamentado
en el mundo como Voluntad, la música pertenece al hombre.
Nuestro autor hace mención de que la Voluntad, aquello que nos fundamenta
carece de sentido. Sólo existe, deviene y así se mantiene. Pues bien, si es así, en
la especie humana se expresa de modo contrario. Busca una razón de ser.
Es bien sabido que los humanos son una especie que se construye a sí misma. Al
intuir quizá de que tanto ellos mismos como todo aquello que les rodea carece de
razón de ser, o que si este existe no es del todo accesible a su conocimiento,
construye sentidos para su vida y para aquello que le rodea. Construye verdades,
las suplanta o destruye otras. Hace filosofía, hace religión. Hace arte. Hace
ciencia. En una frase, hace todo aquello que lo separa del resto de los animales.
Incluida la música y sus hijas, las piezas musicales.
Entonces, la música es en primer lugar un desgarre con todo aquello que nos
rodea. Es un sentido. Un modo de enfrentar la existencia y la realidad, por lo tanto
una disposición expresada en una pieza musical.