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La historia de la Basílica de San Pedro comienza en el siglo IV cuando el emperador Constantino

decide construír una importante basílica en el lugar donde había sido enterrado el apóstol, un
enterramiento cristiano ubicado en la colina Vaticana, donde había un pequeño monumento
conmemorativo del siglo II, y que se había constituido en lugar de peregrinación de los fieles.
Desde el siglo IV los papas residían en el Palacio de Letrán, residencia imperial que Constantino
donara a la Iglesia para residencia del Obispo de Roma. Fue el papa Nicolás III (1277-1280)
quien muda por primera vez su residencia al Vaticano; a partir de 1377 el traslado de la
residencia Papal será definitivo. En 1503 es nombrado Sumo Pontífice el cardenal Juliano della
Rovere, quien asume con el nombre de Julio II. Su pontificado estuvo orientado a devolver la
independencia al papado, recuperando su esplendor y poder temporal; para lograrlo, además
de las acciones políticas e, incluso, militares, el impulso a las artes era un aspecto importante
de su plan. Fue el mecenas de Miguel Ángel, de Bramante y de Rafael, colocando a Roma como
centro de la creación artística durante el siglo XVI, desplazando a Florencia, que lo había sido
durante todo el siglo anterior.

En 1505 decidió la construcción de una nueva basílica en reemplazo de la primitiva Basílica de


San Pedro poniendo a cargo del proyecto y ejecución de las obras al arquitecto Donato
Bramante, luego de discutir y examinar proyectos de Julián da Sangallo, Fra Giocondo y del
propio Bramante. La piedra fundacional se coloca el 18 de abril de 1506. En su diseño,
Bramante propone una planta en cruz griega (los cuatro brazos iguales), tipo utilizado en las
iglesias bizantinas desde el siglo IX, que con el agregado de capillas y sacristías entre sus brazos
queda inscripta en un cuadrado resultando una planta central, —que con diversas variantes
había sido utilizada desde los primeros tiempos del cristianismo para iglesias conmemorativas
del martirio de un santo o capillas funerarias—, con cuatro ábsides sobresaliendo en parte, en
los lados. Según la imagen acuñada en la medalla conmemorativa de la fundación de la basílica,
su alzado hubiera tenido cuatro torres en los ángulos y una cúpula semiesférica sobre el
crucero, muy amplia pero no tan elevada como la que finalmente realizara Miguel Ángel.

Al fallecer Bramante en 1514, la dirección de las obras fue puesta a cargo de Rafael Sanzio;
entre este año y 1521 se discuten muchas variantes propuestas por Fra Giocondo, Julián da
Sangallo, Baltasar Peruzzi, Antonio da Sangallo el Joven, y el propio Rafael. Los tres últimos
habían sido discípulos de Bramante y recogido en la obra de San Pedro las enseñanzas del
maestro. Rafael muere en 1520 y lo sucede al frente de la construcción Antonio da Sangallo el
Joven, quien en 1538 concreta su proyecto para la basílica, modificando la planta con el
agregado en el frente oriental de un profundo nartex flanqueado por torres en fachada y
deambulatorios rodeando los ábsides de los otros tres brazos. Notemos que la Basílica de San
Pedro está orientada a la inversa de lo habitual; las características del terreno y la exigencia de
ubicar el altar sobre la tumba del apóstol, obligaron, ya en el s.IV, a ubicar el acceso hacia el
Este. En su diseño aparecen claramente reforzados los pilares centrales que debían sostener la
cúpula. A pesar de todas las visicitudos y las diversas propuestas que sufre el proyecto de la
nueva basílica, la estructura espacial básicamente sigue siendo la propuesta por Bramante.

En 1546, al fallecer Antonio da Sangallo, fue nombrado arquitecto de la obra Miguel Ángel
Buonarroti; él dará su forma definitiva al diseño, simplificando la planta al eliminar las sacristías
con torres de las esquinas del cuadrado diseñadas por Bramante; esto transformó los límites
exteriores del espacio en un muro envolvente continuo, lo que dió gran unidad y coherencia al
volumen del edificio. Miguel Ángel refuerza toda la estructura muraria ampliando fuertemente
sus espesores y agranda aun más los pilares centrales, pues el eje de su idea es la erección de
una imponente cúpula peraltada, sobre un importante tambor, que se elevaría bastante más
que la propuesta originalmente por Bramante.

La iglesia más grande del mundo tiene una superficie de piso de 21.477 m2, un largo de 186.35
m y 97.50 m de ancho; su nave mayor tiene una altura de 40 m. La cúpula se eleva a 132.50 m
sobre el nivel del piso, tiene una circunferencia de 92 m y la inscripción que se ve como un
cinto en la base de la cúpula reza: "Tu eres Pedro, y sobre esta Roca edificaré mi Iglesia, y te
daré las llaves del cielo";. las letras miden 2 metros de altura. Diseñada por Michelangelo, su
construcción fue terminada veinticuatro años después de su muerte por Domingo Fontana y
Jacobo de la Porta. Este último es el encargado de concluir el proyecto de Miguel Ángel; a su
muerte en 1602 sólo queda por erigir la fachada y diseñar la plaza frente a la basílica. En 1605
es nombrado papa Pablo V quien decide prolongar la iglesia hacia el frente, transformando la
planta de cruz griega de Bramante en una planta en cruz latina, tradicional de las iglesias de
Occidente. El papado llama a concurso en 1607 para el proyecto y la realización arquitectónica
de esta nueva propuesta, concurso que gana el arquitecto Carlo Maderno

Maderno prolonga la bóveda de cañon del brazo delantero, colocando a ambos lados una serie
de capillas cubiertas con cúpulas ovales; en el exterior continúa el muro siguiendo el diseño
establecido por Miguel Ángel, resaltando el frente con grandes columnas adosadas. Mediante
el agregado de cuerpos laterales amplía la fachada, haciéndola más ancha que alta, solución
opuesta a lo habitual en fachadas de iglesias, con el objetivo de hacer visible desde la plaza la
cúpula. Este nuevo frente es construido entre 1607 y 1612, y se continúa con su decoración
interior. En 1624, un joven escultor, Juan Lorenzo Bernini, es llamado por el papa Lorenzo VIII
para realizar el baldaquino que constituye el altar mayor, que por tradición debe estar ubicado
en el centro de la cruz, sobre la tumba del Apóstol Pedro, tarea que se completa en 1633. En la
realización actúa como ayudante de Bernini, otro joven llamado Francesco Borromini, quien
más tarde llegará a ser el más talentoso arquitecto del Barroco italiano. Desde la muerte de
Maderno, en 1629, Bernini se hace cargo de la decoración interior de toda la iglesia,
confiriéndole su aspecto actual.

Quedaba por resolver el diseño de la explanada que se extiende delante de la basílica, diseño
condicionado por la existencia del ala de uno de los palacios pontificios que avanzaba
excesivamente desde la izquierda hacia el eje central del conjunto y un obelisco ya ubicado por
Maderno a considerable distancia de la fachada. Bernini entonces divide la plaza en dos
espacios: el primero con forma trapezoidal, enmarcado por dos alas edificadas que se cierran al
alejarse de la iglesia hasta superar la interferencia del ala del palacio pontificio; salvado ese
obstáculo las dos alas continúan en forma de columnata independiente que se curvan
abrazando un segundo espacio de forma oval quedando el obelisco en la intersección de los
ejes del óvalo. Concluída en la segunda mitad del siglo XVII, dió término a una accidentada
historia constructiva que abarcó un siglo y medio, comprometió los esfuerzos y el talento de los
principales artistas italianos y se desarrolló a lo largo de 22 papados.

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