Sei sulla pagina 1di 10

INSTITUTO LEVANTARÉ, A.R.

NUEVOS TIEMPOS
Fernando Cabrera

Estamos viviendo un nuevo tiempo, es un nuevo tiempo que Dios tiene para nuestros días. Desde
que Dios hizo la tierra, desde que Dios hizo los cielos, desde que Dios creó todo han pasado
tiempos; y hemos visto que cada día el Señor se manifiesta más gloriosamente. El Señor nos dice
en su Palabra y nos enseña la gloria postrera será mayor que la primera. Y si hoy hemos podido
advertir la gloria de Dios, mañana será mayor, y pasado mañana será mayor; y pasado mañana
será mayor. Y de aquí a un año será mayor. Y cuando Jesús venga será aun mayor.

Esa es la gloria de la que Dios nos habla cada día. Su manifestación cada día es más poderosa. Y
Dios nos muestra todo ello, por eso advierto que hoy es un nuevo tiempo. ¿Por qué es un nuevo
tiempo? Porque Dios hoy está haciendo cosas grandes y poderosas en cada uno de nosotros. Dios
se está manifestando grandemente. Y si tú crees que hoy es un gran tiempo, un nuevo tiempo de
parte de Dios, yo le doy gracias a Dios porque te lo ha revelado el Señor, y estás mirando cambios
en tu vida, en tu persona.

Pero si tu vida sigue siendo la misma, tu vida sigue siendo igual, y tú puedes preguntarte en tu
corazón: “¿yo no puedo ver esos nuevos tiempos? Yo creo que mi vida sigue igual”. No quiere
decir que no estés en los nuevos tiempos, estás en este nuevo tiempo de Dios, lo que pasa es que
no lo has podido advertir porque estás preocupado en tu pasado y no en tu presente. Porque el
tiempo presente es un nuevo tiempo, una gloria preciosa de Dios, pero si no la advertimos es
porque nuestro pensamiento está en un pasado.

Déjame decirte algo, hace un momento que escuchaba la profecía decía el Señor: no sigas con tu
deidades pasadas, decía el Señor que no te dejes estar vencido, edifica sobre la Roca, porque si
no, pasará la Roca y te desmenuzará. Él quiere que edifiquemos sobre la Roca. Y cuando el
Señor dice que pasará la Roca es porque el Señor está pasando y si no estamos atentos a su
Palabra, y si no estamos atentos a los nuevos tiempos, entonces nos quedaremos. No estemos
afanados en lo pasado, ya es un tiempo de cambio. Ya es un tiempo de renovar nuestra mente,
nuestro corazón.

Nosotros hemos advertido que Dios nos ha prometido una nueva tierra para cruzar e ir a ella.
Ahora, ¿en qué condiciones vamos a llegar a esa tierra? En el caminar de aquí a lo que nosotros
pasamos de aquel lado, debemos ser transformados, tenemos que ser cambiados, no vamos a
llegar siendo los mismos, porque si el Señor va a multiplicar allá, lo va a multiplicar a través de ti, a
través de mí. Pero va a ser cuando nosotros advirtamos que estamos viviendo los nuevos tiempos
gloriosos de Dios. Entonces vamos a entrar a esa tierra que Dios nos ha prometido con una nueva
mente, con un nuevo corazón. Por eso el Señor quiere que dejemos las cosas pasadas.

El Señor también dijo que no depende solo de un grupo, sino del corazón de toda la congregación.
Muchos están trabajando para la obra de allá. Muchos están fabricando, otros están vendiendo,
otros están etiquetando, otros están haciendo, y otros… ¿qué están haciendo? Los que no están
haciendo nada es porque no están advirtiendo ni están creyendo los nuevos tiempos. Se están
quedando sentados, y la invitación es: “Hermanos, no se trata de un grupo, se trata del corazón del
pueblo”. El corazón del pueblo tiene que estar total y absolutamente convencido que esa tierra
para nosotros va a ser en diciembre. Y ahí vamos a estar todos, pero ¿qué estamos haciendo?
Vamos a ver esos nuevos tiempos que Dios nos advierte en esta palabra. Algo que también el
Señor dijo y vale la pena retomar: “El que añora lo pasado no verá el presente”. ¿Tú estás
añorando cosas del pasado? No vas a poder ver el presente. Tú estás anhelando, es que hay una
promesa desde hace 25 años a los pastores, que vamos a ser una iglesia de multitudes… Ay
Señor, ¿cuándo serán los tiempos? Y el Señor dice: ¡ya son los tiempos! Ahora mira el presente.

Ezequiel 36:9-11 Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados
y sembrados. 10Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las
ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas. 11Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado,
y serán multiplicados y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien
que en vuestros principios; y sabréis que yo soy Jehová.

Esta promesa de parte de Dios debemos de abrazarla a nuestra vida, estos tiempos están
llegando, son tiempos nuevos que Dios está estableciendo. Vamos a analizar esta Palabra, es
poderosa, y vamos a analizarla y vamos a hacerla nuestra. Que sea un rhema en nuestra vida y en
nuestro corazón.

Dice: Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y
sembrados. Cuando el Señor nos establece y dice yo iré a vosotros, yo me volveré a vosotros, está
hablando de un nuevo tiempo. Estamos hablando del tiempo en donde el Señor estará
mayormente con nosotros. Pero ¿qué vendrá del Señor? Dice: y seréis labrados y sembrados. Esto
quiere decir que Dios está trabajando en nosotros.

Cuando Dios trabaja con nosotros, Él está labrando la obra que Él ha hecho. Él la está
perfeccionando. Y dice: Yo la estoy perfeccionando para que cuando vayas a esa tierra yo te
siembre en esa tierra. Y cuando yo te siembre en esa tierra entonces vas a producir un fruto, y va a
ser un fruto agradable. Porque los nuevos tiempos de Dios son tiempos fructíferos, no son tiempos
de escasez. Cuando Dios hace las cosas nuevas, Dios las hace con excelencia. Entonces es un
nuevo tiempo donde vas a ser plantado, pero ya no vas a ser el mismo. No vas a ser el mismo que
estuviste aquí en este lugar, ahora vas a ser mejor cada día, porque el Señor ya comenzó esa obra
en ti y la comenzó en mí. Dice: seréis labrados y sembrados.

Luego agrega en el versículo 10 Y haré multiplicar. ¿Quién hará multiplicar? ¡El Señor! Cuando el
Señor da una palabra, la palabra de Dios se hace. Dice: y haré multiplicar. Eso quiere decir que
Dios va a multiplicar la iglesia. Anhelamos una iglesia de multitudes, ¿cuántos quieren una iglesia
de 5, 10, 100 mil hermanos? ¡Gloria a Dios! Una familia de multitud.

Pero lo interesante no es que crezca la iglesia con 5, 10 ó 100 mil miembros, lo importante es que
toda la iglesia tenga un mismo corazón, que toda la iglesia se conozca entre sí, y se amen los unos
a los otros. Esa es la iglesia que Dios quiere. Porque puede haber iglesias de multitudes, 10 ó 20
mil, pero Carlos no se conoce con Daniel, ni José se conoce con Ananías. La intención es que
aquellos que lleguen al nuevo lugar donde Dios nos está dando, nos conozca tanto como nos
conocemos tú y yo, ¿Amén? Eso es lo que Dios quiere, esos son los nuevos tiempos de Dios.

Por eso el Señor dice: Versículos 10-11 Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa
de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas. 11Multiplicaré sobre
vosotros hombres y ganado.

Aquí el Señor está hablando de abundancia, que el Señor va a multiplicar sobre cada uno de
nosotros y sobre nuestros recursos financieros. El Señor lo va a hacer. Ve cómo todo va
aunado. El Señor primero nos está diciendo que permitamos que Él haga la obra en nosotros, que
no le estorbemos, que dejemos que Él trabaje en nosotros, que cambiemos nuestro corazón, que
cambiemos nuestra mente. Luego el Señor nos dice: Cuando esto suceda, yo voy a multiplicar
hombres en ustedes. Pero no solamente voy a multiplicar cualquier tipo de hombre, voy a
multiplicar hombres con un corazón como mi corazón, a ellos yo los voy a multiplicar y los voy a
poner ahí.
Está bien Señor, ¿y cuando vengan esos hombres, qué va a pasar? Dice el Señor, entonces en
ese momento yo voy a bendecir tus graneros, tu economía, tu vida espiritual. Porque si como
congregación de 200 miembros no hemos aprendido a ser uno solo, no lo vamos a poder hacer
con una multitud. Y Dios quiere comenzar con lo poco para ponernos en lo mucho. Dios quiere que
seamos fieles en lo poco para que estemos fieles en lo mucho, Dios quiere eso, entonces nuestra
mente tiene que ser cambiada si quieres ver bendición sobreabundante, entonces comienza a ser
uno con el hermano que tienes a tu lado. Y entonces el Señor va a multiplicar. Y el Señor multiplica
cuando hay esta gran bendición de parte del corazón de la iglesia.

Pero también dice: y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien
que en vuestros principios; y sabréis que yo soy Jehová. Y no solamente nosotros vamos a saber
que Él es Dios, el Rey de reyes y el Señor de señores; lo van a saber también aquellos que
estuvieron pasando durante el tiempo que hemos estado en este edificio y que nos vieron que
éramos 300, y después 600, y después 900 y después mil, y después 10 mil que estamos allá
enfrente, y dirán ¡porque Dios está con ellos! Eso es lo que van a decir, y no solamente nosotros,
van a decir porque nosotros sabemos que Él es Dios poderoso, que Él hará mayores cosas en
nosotros.

¿Tú has sido bendecido desde que llegaste al Señor? Cuando tú dijiste al Señor: yo te recibo como
mi Señor y Salvador, ¿al día de hoy has sido bendecido? Dice el Señor: mayores cosas voy a
hacer. ¡Gloria al Señor, yo quiero esas promesas! Y esta es una promesa que Dios da a través del
profeta Ezequiel. Dice estas cosas van a venir, ¿para quiénes? Para los que se dejen trabajar,
para los que entren en los nuevos tiempos, para quienes los reconozcan. Quienes no los
reconozcan, entonces se van a quedar fuera de las promesas de Dios.

Todos deseamos un cambio en nuestra vida; dejar la vida rutinaria y vivir un nuevo tiempo, todos lo
anhelamos. Debemos dejar la pereza por una vida activa, debemos dejar nuestra propia voluntad
para hacer la voluntad de Dios. Cambiar lo viejo por lo nuevo. Y nótese que dije: cambiar lo viejo,
no cambiar a tu viejo por uno nuevo. Cambiar lo viejo por lo nuevo, cambiar las cosas viejas, las
cosas que te estorban por unas nuevas. Estamos completamente convencidos que eso lo
podemos hacer.

Debemos cambiar la pobreza, por la riqueza. Debemos cambiar tus pensamientos malos por
pensamientos buenos. Debemos dejar tus malas actitudes, por buenas actitudes. Si tú quieres
seguir siendo el mismo, sigue haciendo lo mismo. Si tú quieres ser diferente, haz cosas diferentes.
Y Dios quiere que en estos nuevos tiempos hagamos cosas diferentes. Eso es lo que vamos a
hacer, y yo lo creo. Porque cuando tú haces cosas diferentes para Dios, estás plantando una
semilla en tu corazón, una semilla que va a dar un fruto agradable delante de Dios.

La bendición está a la puerta, ya está a la puerta, ya la podemos presenciar, ya la podemos sentir.


Ya vemos que hermanos están trabajando, ya vimos que la suma de la semana pasada a esta,
¿cuánto se multiplicó? Y eso esa una gran bendición, y todavía va a ser mayor porque la próxima
semana no van a ser 20, van a ser 40. Y la siguiente 80 porque el Señor dijo: multiplicaré por
cuanto el pueblo se ha unido con un propósito: edificar la casa de nuestro Dios. Son nuevos
tiempos, y yo puedo advertir y puedo decir algo, con toda mi convicción, y declaro esto para
nuestra iglesia y para nuestro pastor: Pastor, son tiempos nuevos, no son los tiempos de hace un
año o de hace 2 ó 3 años; el Señor entra y poda, y el Señor levanta lo que tiene, la buena semilla y
entonces se multiplica. Y eso es lo que Dios está haciendo ahora.

En esta cita que vimos en Ezequiel, podemos advertir que Dios hace posible todo esto, no se trata
de cruzarse de brazos, no se trata de que yo me espere aquí y que la promesa de Ezequiel se
cumpla en mí cuando yo cruzo mis brazos. ¡No es así mi amado! Yo no puedo esperar a que Dios
venga y haga todas estas promesas por mí. Para alcanzar esta promesa debemos de hacer lo que
dice esta misma cita en Ezequiel 36:9b A vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados.
Dios se va a volver a nosotros pero para labrarnos. Dios viene a trabajar contigo y conmigo, con tu
persona. Él no viene a cruzarse de brazos, Él va a trabajar en tu tierra, Él va a trabajar en tu
persona. Cuando tú le dices al Señor: Señor ven a mi vida y transfórmame. Dice el Señor: yo voy
pero trabajas conmigo. Cuando el Señor quiere que tú produzcas, que tú hagas cosas diferentes,
que tú hagas cosas nuevas, tú tienes que trabajar a la par del Señor. Y el Señor no viene a tu vida
y se sienta a contemplarte y te dice: anda trabaja. Dice el Señor: Yo soy el que enseña cómo se
trabaja la tierra. Ahora, trabaja como yo te lo estoy indicando. Y cuando tú trabajas como el Señor
te lo indica, entonces ves prosperar tu vida.

Y dice el Señor: entonces yo vendré a ti, y tú serás labrado por mí; yo voy a trabajar en tu tierra,
voy a meter mi mano en tu tierra para bendecirla. Pero sabes que cuando se trabaja la tierra por
muy dura que ésta sea, cuando pasa el rastrillo, el rastrillo trae cierto filo que quebranta la tierra
dura, y entonces comienza a sacar la tierra nueva. Porque así se trabaja en la tierra. Y si ese
rastrillo que pasa por la tierra aun no parte esa tierra tan dura, entonces se mete otro más filoso y
más profundo, pero se llega hasta el fondo de esa tierra para remover y sacar la tierra nueva.

Eso es lo que Dios está diciendo: Yo vendré a ti pero trabajaré en tu tierra, ya sea con rastrillo, ya
sea con cincel o ya sea con martillo, pero de algo estoy seguro: quebrantaré tu corazón de tal
manera que sacaré la buena tierra que hay en ti porque voy a hacer producir en tu vida un fruto
abundante y al ciento por uno. Eso es lo que Dios va a hacer, pero debemos estar convencidos
que así queremos que Dios trate con nosotros, y ser valientes para decir: ¡Sí Señor, ya estoy
cansado de ser lo mismo! ¡Estoy cansando de tener un pensamiento mediocre, trata conmigo!
¡Entren tus cuchilla a mi tierra, trabájala y levántala porque yo quiero producir, yo no quiero seguir
siendo el mismo! Y cuando yo pase de aquel lado, quiero verme allá trabajando con todos ustedes
juntamente y todos nosotros con nuestro pastor, viendo cómo se está produciendo porque ya
somos transformados y cambiados.

Y continúa diciendo que ya una vez que el Señor te ha trabajado, dice Ezequiel 36:9c Y
sembrados. Tú representas esa semilla para Dios, y para que tu semilla dé un fruto, primero tiene
que morir. Está bien Señor, ya la tierra está trabajada, ya la tierra está preparada. Dice el Señor:
ahora voy a plantar la semilla. Y nosotros tenemos que ser esa semilla. ¿Cuántos quieren dar
fruto? ¿Sabías que para que una semilla de fruto, primero tiene que morir? Tiene que morir la
carne para que pueda dar un fruto espiritual, un fruto agradable para Dios.

Cuando tú llegas y abres la tierra y plantas una semilla, esa semilla no se queda quietecita, si la
tierra es árida, esa semilla no va a dar un fruto, ahí se va a quedar. Pero cuando la tierra entonces
es trabajada, y viene una lluvia temprana y viene una lluvia tardía, entonces se humedece la
semilla y entonces comienza la semilla a quebrantarse. Y se quebranta la semilla y lo que hay
dentro de ella entonces es cuando rompe la cáscara, y entonces comienza a crecer. Y cuando ves,
de repente sale un retoñito, y después vuelve a crecer y se va haciendo más fuerte, y después se
convierte en un tronco y cuando te das cuenta ya es un árbol, y en ese árbol hay frutos agradables.

Pero el proceso tenemos que pasarlo, porque si no es así, la semilla se va a secar ahí, y de nada
sirve una semilla que nos e quebranta. Por eso dice el Señor: vendré a ti. ¿Cuántos anhelan que
Dios venga a tratar con nuestro corazón? Ya son tiempos nuevos, ya estuvo de estar pasando todo
un tiempo así con un pensamiento a mitad, a medias, o calentando la silla. Ya es el tiempo de que
la silla la pongamos a un ladito y nos pongamos de pie y estemos trabajando juntos. Ya no son
tiempos de descanso, ahora son tiempos de trabajo. Ya no son tiempos de pobreza, ahora son
tiempos de riqueza.

Ya no son tiempos de enfermedad, ahora son tiempos de salud. Ya no son tiempos de


mediocridad, ahora son tiempos de productividad. Eso es lo que Dios va a ser con nosotros, de
hecho ya lo está haciendo; de hecho si no reconoces esos tiempos, voltea, sacúdete la cabeza
porque ya estamos en esos tiempos.
En Juan 12, nos explica algo acerca de la semilla. Juan 12:24 De cierto, de cierto os digo, que si el
grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.

Señor quiero morir en mi carne para vivir y dar fruto. Esto es lo que hace la semilla, tiene que caer
y tiene que morir para dar un fruto. Dios tiene planes grandes, maravillosos para ti, para mí, para la
congregación, para nuestros pastores.

2 Pedro 1:3-4 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas
por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y
excelencia (Dios es un Dios de excelencia y quiere hijos excelentes). 4por medio de las cuales nos
ha dado preciosas y grandísimas promesas (¿cómo son? Preciosas y grandísimas, así son las
promesas de parte de Dios), para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina,
habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.

Si el Señor tiene promesas preciosas y grandísimas, y si dice que va a trabajar contigo, ¿qué va a
hacer en ti? En ti va a ser cosas preciosas y va a ser cosas grandísimas. Esa es la promesa de
Dios para tu vida. Entonces si sus promesas son de esa magnitud, tú vas a ser una persona
preciosa y grandísima. Son nuevos tiempos, son tiempos que tú seas ese tipo de persona, porque
has recibido las promesas de parte de Dios. Cosas grandes en mí, muy grandes, y cosas
preciosas, porque ese es el pensamiento de Dios para contigo. Dios tiene pensamientos de ti
grandes y maravillosos, preciosos, y lo va a hacer y entonces es cuando viene una transformación.

2 Pedro 1:5-8 Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe
virtud; a la virtud, conocimiento; 6al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la
paciencia, piedad; 7a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8Porque si estas cosas
están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de
nuestro Señor Jesucristo.

Dice el Señor “añade”. A todas las cosas que tú hagas añade; si yo soy bueno este día, yo voy a
ser mejor el día de mañana. Si yo tengo fe, yo voy a agregar a esa fe, piedad. Y yo voy a ir
agregando cada día cosas buenas. Al ir agregando yo estoy trabajando, y cuando yo estoy
trabajando dejo de estar ocioso, dejo de estar con un pensamiento ocioso, yo estoy trabajando en
las cosas de Dios, y entonces van a producir un fruto agradable para Dios. Esos son los tiempos,
no solamente deben de estar estas cosas en nosotros, todo lo que hablamos no solamente debe
de estar en nosotros; sí hermano yo tengo fe. Sí hermano yo soy buena persona. Sí hermano yo
soy generoso. Sí hermano yo voy a la iglesia. Sí hermano yo esto o lo otro.

Dice el Señor no solamente esas cosas, sino que abunden en nosotros. O sea, si hoy tienes 10,
mañana tienes que ir por 11. Y si tú has venido lunes y martes, y miércoles a la iglesia, entonces
también vendré jueves y viernes. Y si yo vengo a la iglesia de vez en vez, pues entonces no estoy
agregando lo que Dios quiere. Dios quiere que nosotros agreguemos a nuestra vida cosas
agradables para Él, que dejemos de ser ordinarios, para ser hombres extraordinarios. La diferencia
entre un hombre ordinario y un hombre extraordinario, es el extra. Analiza las palabras, ordinario y
extraordinario hay un extra; y el extra es lo que tú des de más para ser mejor cada día. Dejemos de
ser personas ordinarias cada día, comencemos a ser personas extra ordinarias.

Dios quiere multiplicar la iglesia, pero era necesario que tratáramos este tema porque para
multiplicar la iglesia tiene que comenzar por nosotros. ¿Cómo el voy a hablar a la gente del amor
de Dios? ¿Cómo le voy a hablar a la gente de los nuevos tiempos que estamos viviendo, de los
tiempos gloriosos si nosotros mismos no los estamos viviendo ni viendo? Si tú y yo deseamos que
la iglesia sea multiplicad, te lo mencioné hace un momento, que seamos mil, 10 mil, 100 mil, los
que Dios quiera agregar a la iglesia, nosotros tenemos que comenzar por ser uno solo.

Cuando tú y yo aprendamos a ser uno solo, Dios va a agregar a esos miles, a esos 10 miles, a
esos 100 miles a la iglesia. Pero cuando aprendamos a ser uno. Cuando aprendamos a caminar en
los preceptos y mandamientos de Dios. No solamente basta con que tú salgas y le quieras
compartir el Evangelio a la persona. Si tú vas con tu vecino a decirle: oiga señor, Cristo le ama.
Desde ese momento tú le estás diciendo: señor tenga una lupa y observe mis caminos. Atrévete a
eso. Cuando vayas a tocarle a tu vecino, lleva tu lupa y dile: señor, Cristo le ama. Yo soy cristiano,
tenga una lupa y observe mis caminos. ¿Te atreverías a hacerlo?

Porque eso es lo que nosotros debemos hacer, dar testimonio para que el Señor vea que a través
de nosotros se manifiesta su gloria, y los que me escuchan puedan decir: ¡Sí, yo voy a donde tú
me estás invitando! Pero si vas y le compartes y le dices: señor, tenga pero yo no dejo que Dios
trate conmigo. Pues obviamente mis caminos van a ser todos torcidos y entonces el vecino va a
mirar y va a decir: ¡no hombre, yo no quiero! Me estás invitando a una iglesia de multitud, ya la
construyeron, están hermanos, está muy grande, está preciosa.
¿Cuántos son? Somos 300. Pues qué bueno, seguirán siendo 300 mi amigo, porque yo veo que
tus caminos no son correctos y yo no puedo seguir esos caminos. ¿Por qué razón? Porque no te
dejaste transformar, y cuando el Señor vino en estos nuevos tiempos para que tú fueras labrado y
fueras sembrado, no te dejaste. Entonces tú no puedes producir un fruto para que los demás
puedan ver y saciarse de la Palabra a través de ti. Entremos en esos tiempos.

Ezequiel 36:10 Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las
ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas.

Son nuevos tiempos para que la iglesia se multiplique. Hoy es un tiempo para evangelizar. Hoy es
un tiempo para compartir el mensaje. Hoy es un tiempo para predicar la Palabra.

Lucas 5:1-5 Aconteció que estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre
él para oír la palabra de Dios. 2Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los
pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. 3Y entrando en una de aquellas
barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba
desde la barca a la multitud. 4Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad
vuestras redes para pescar. 5Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado
trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.

Podemos ver algo en esta historia. Habla de un nuevo tiempo. Habla de que Pedro había ido a
pescar juntamente con compañeros suyos. Sabemos que Pedro era un pescador, y Pedro había
llegado y durante toda la noche había estado ahí, y no había pescado absolutamente nada, él
regresó con las mano vacías, regresó y comenzó a lavar sus redes porque estaba derrotado; vio
sus redes limpias y dijo, no pesqué absolutamente nada, mas que el resfriado que traigo; no pescó
nada.

Pero Jesús se presenta ante él y le dice: a ver Pedro, se sube a la barca, dice que les enseña la
palabra a los que estaban ahí. Y después le dice: a ver Pedro boga mar adentro. Y ya estando en
la parte dentro, le dice: ahora sí, echa la red. Y entonces la Palabra dice que sacaron las redes
llenas y casi éstas se rompían. ¡Fue un nuevo tiempo! Pedro volvió al mismo lugar, al mar a echar
su red, pero ahora fue en el nombre de Jesús.

Queremos evangelizar, queremos traer personas a la iglesia; no lo hagas con tus fuerzas. Es
tiempo de lavar nuestras redes, es tiempo de decirle a Jesús: sube con nosotros Señor, por favor, y
dinos en dónde está ese lugar a donde debemos de ir. Prepara ese lugar Padre para que cuando
nosotros lleguemos y arrojemos la red, entonces esas persona vengan. Por eso Pedro le dijo:
¿sabes Señor? La echaré en tu nombre, Y echó la red.

Cuando tú vayas a salir a compartir el Evangelio, antes ora a Dios, y dile Señor: en tu nombre
compartiré esta Palabra. En tu nombre yo voy a hablarle a esa persona, no con mis fuerzas, no voy
a confiar en mi talento, no voy a confiar en que yo tengo la capacidad para hacerlo, porque
entonces estaríamos hablando de soberbia. No voy a confiar en mí Señor, voy a confiar en ti.
Porque si yo voy con mis fuerzas y con mis pensamientos, entonces yo voy a echar a perder la
obra y voy a volver con las manos vacías. Ahora lo haré en tu nombre, echaré la red, compartiré tu
Palabra y entonces vendrán las redes llenas.

Si queremos que se llene la casa de nuestro Dios, tenemos que trabajar y no importa aunque en la
noche hayas estado muy cansado, tienes que regresar nuevamente. Porque si en el lugar a donde
fuiste una vez te dijeron que no, cuando regreses en el nombre de Jesús, te van a decir que sí.
Pedro había salido a pescar, él no pescó nada, pero vino un nuevo tiempo, un tiempo con Jesús, la
red casi se rompía y se llenó, se pescó muchísimo ese día.

Juan 21:1-6 Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar
de Tiberias; y se manifestó de esta manera: 2Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el
Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus
discípulos. 3Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también
contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. 4 Cuando ya iba
amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; mas los discípulos no sabían que era Jesús. 5Y les
dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. 6El les dijo: Echad la red a la derecha de
la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces.

Un tiempo nuevo, ellos habían ido y dijeron ¿a dónde vas Simón? Voy a pescar. Bueno, vamos
contigo. Y a lo mejor pues todos con ánimo fueron a pescar, pero regresaron con las manos
vacías; nuevamente se repite, sin nada, vacíos totalmente. A lo mejor aquí tú puedes decir: oye
hermano, voy a ir a compartir el Evangelio. Hermano, vamos contigo. Vamos, somos muchos,
somos 10, somos 20; vamos a ir a predicar. ¿Y Jesús? No, que Jesús se quede, somos muchos.

Cuando vamos nosotros a pescar debemos ir, pero el que debe ir delante nuestro es Jesús. Y
dijeron, bueno vamos; y regresaron y dijeron: no tenemos nada. Entonces el Señor se les
manifiesta, se presenta con ellos y dijo: Hijitos, ¿tienen algo qué ofrecerme? ¿Tienen algo de
comer? No Señor, no tenemos nada. ¡Esa es tu condición, esa es la condición muchas veces del
cristiano! Trabaja afanosamente y cuando el Señor se presenta y dice: dame lo que tienes. Dices:
Señor, no tengo nada. ¿Qué tienes para ofrecerme? No tengo nada Señor.

El Señor dice: He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a
él, y cenaré con él, y él conmigo. ¿Quién prepara la cena? El que abre la puerta de su casa, para
que Jesús se siente a esa mesa. Pero si tú no tienes nada qué ofrecerle al Señor, y dices: Señor,
no tengo nada. Y dice el Señor, bueno, avienta esa red al lado derecho. La diestra representa a
Jesús. ¡Échala ahí en mi nombre! Señor la aviento. Y entonces sacan peces. Pero se sorprenden
porque cuando sacan los peces el Señor ya tenía preparada las brasas y tenía ahí un pez.

Y le dijo: entonces sí, tráiganme lo que tienen, tráiganme de lo suyo, dame lo que has pescado,
dame lo que has hecho, dámelo. Y entonces vinieron y se lo dieron, y comieron juntos. Pero
entonces dice la Escritura que él partió el pan y se los dio. Reconocieron que era Jesús. Cuando tú
reconoces quién es Jesús, tienes la convicción de arrojar esa red. En tu nombre la echaré Señor, y
de lo que haya aquí, yo te lo voy a ofrecer. De lo que traigamos para ti Señor, yo te lo voy a
ofrecer. Éste es tu pueblo, éste es tu remante, éstos son tus hijos, Padre están delante de ti.

Mira, hay una gran multitud te lo ofrezco, yo trabajaré por ellos. ¿Tú trabajarás por el hermano que
tienes a tu lado? Yo trabajaré Señor por ellos, porque quiero ofrecerte a cada uno de ellos. Y
entonces vienen tiempos también de bendición, vienen tiempos de saciarnos. Pero me llama la
atención algo muy maravilloso, que con esto vamos a ir concluyendo este mensaje. Estaban en la
mesa peces y panes fue todo lo que comieron. ¿Por qué peces y panes? Podemos decir, pues
porque era la costumbre de ellos pescadores, y traían pescado y se sentaban y comían pescado.

Y ¿con qué acompañamos el pescado? Pues con panes. ¡Échate una torta de ceviche! Pero hay
algo más allá que representa los peces y los panes. ¿De qué alimentó el Señor a los 5 mil? Con
peces y panes. Pero déjame decírtelo así: fue con panes y peces en ese orden. ¿Con qué alimentó
a los 4 mil? Con panes y unos cuantos pececillos. ¿Qué abundaba más? Los panes. Dice la
Escritura a los 5 mil fueron 5 panes y 2 peces. A los 4 mil, fueron 7 panes y unos cuantos
pececillos. ¿Pero, por qué abunda el pan? Jesús dijo así: yo soy el pan de vida.

En la congregación el pan representa su Palabra, pero si tú no estás dispuesto a comer primero el


pan, no se te van a poder dar esos pececillos. Los pececillos representan la congregación, cada
hermano. Jesús le dijo a Pedro, Pedro yo te haré pescador de hombres. Cada hombre, cada ser
humano representa un pez para nosotros. Nosotros somos pescadores, pero si yo no estoy
dispuesto a comer el pan, si yo no estoy dispuesto a que Jesús comparta conmigo esa Palabra, si
yo no estoy atento, entonces yo no voy a poder salir y decir: yo te voy a evangelizar, yo voy a
cuidar de ti, tú eres un pez para Dios ¿Qué tienes que darme?

Porque el Señor les dijo, a ver ¿qué es lo que tienen? Señor nada más tenemos estos panes y
estos peces. Dijo, bueno, entonces vayan y den esos panes. Y dice la Escritura que fueron y les
dieron esos panes, y después fueron y les dieron los peces. ¿Qué representaba para los
discípulos? Mira, te doy la Palabra. Y cuando tú tengas la Palabra, y cuando éstos coman la
Palabra, estás en condición de poder guiar a mi pueblo.

Jesús por eso le dijo a Pedro, ¿Pedro, me amas? ¿Qué le estaba dando el Señor a Pedro si lo
había negado? Él estaba declarando un principio bíblico. La Biblia dice así: amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Con
todo y con todo mi ser lo voy a mar. Y Jesús le dijo a ver Pedro, ¿me amas más que a estos? Y
Pedro le dijo, Señor, claro tú lo sabes que yo te amo más que éstos. Entonces el principio se está
cumpliendo diciendo que tú me amas con todo tu corazón y con toda tu mente. Ya tienes la
Palabra, entonces le dijo: apacienta a mis ovejas. ¡Aquí están los peces Pedro, aquí están!

Si tú y yo queremos ser pescadores de hombres, para hacer crecer la iglesia, no solamente tiene
que comenzar por nosotros la obra, por supuesto, pero también debemos alimentarnos, debemos
comer y entonces podremos ver una pesca milagrosa. La pesca de la que habla el Señor, que
podremos echar nuestra red con toda confianza, con toda seguridad, aventar esa red y decir:
Señor, todos éstos son tuyos, pero mira en esta casa que tú has levantado sobreabunda el pan
Señor.

Aquí en Levantaré sobreabunda el pan. Tenemos un pastor que Dios ha levantado y que se ha
preocupado por la enseñanza todos los días desde que conoce al Señor. Yo no sé cuántos cursos
se han dado, porque yo tengo 8 años aquí, y el pastor tiene como 25 de pastor, y no es para
exaltar al pastor, sino que es para exaltar al Dios Eterno, al Dios de gloria. Porque puso en su
corazón y dijo: prepara estudios, prepara enseñanzas, una doctrina correcta y sana, dales pan, que
sobreabunden pan para puedan también tener peces. Eso es lo que Dios quiere hacer.

¿Cuántos están dispuestos a que Dios trabaje en su corazón, a que Dios meta la mano
poderosamente en su tierra y comience a labrar? Tenemos noviembre y tenemos diciembre,
tenemos dos meses. ¿Cuántos están dispuestos a trabajar en estos dos meses? Y pon atención,
no te estoy hablando del trabajo de todo lo que se está haciendo aquí, eso es adicional, yo te estoy
diciendo de ¿cuántos están dispuestos a trabajar en su persona?

Si esto yo hacía, y estoy consiente de que esto no le agrada a Dios, yo lo voy a dejar, y voy a dejar
que Él meta su rastrillo sobre mi tierra y quebrante la dureza de mi corazón. A eso me refiero de
cuántos están dispuestos a que Dios trate en su corazón. Porque déjame decirte una cosa, cuando
tú levantas tus manos al cielo y tú le dices: Señor trata conmigo, tú le estás diciendo: Señor mete
tu mano y rompe con aquello que me estorba. Y yo quiero ver esos tiempos diferentes y nuevos en
mi persona y en la congregación. Pero hay que pagar un precio, y ese precio es el dejar que Dios
trate con nosotros. ¿Cuántos están dispuestos?

Yo quiero exhortarte e invitarte a que hagas algo. El que esté dispuesto, preséntese delante de
Dios y dígale heme aquí Señor, trabaja en mi corazón, estoy dispuesto a ser labrado y sembrado
para tu gloria y honra. Le doy gracias a Dios por tu vida, porque has tenido el valor de hacerlo. No
cualquiera acepta un reto. Y no con esto quiero decir que los que no lo hicieron no están
aceptando ese reto. Los que no lo hicieron es porque saben el compromiso fuerte que hay, y que
saben y ruego al Señor que sus corazones cada día estén fortalecidos. Que cada día esté
impregnado del Señor para que tengan esa fuerza y ahí en su casa puedan hacerlo, y digan Señor
perdóname si ese día no lo hice, pero es porque yo tengo temor de fallarte, pero hoy estoy
dispuesto y convencido.

Y le damos gracias a Dios por tu vida, y gracias a Dios por la vida de los que han aceptado este
reto el día de hoy, porque los nuevos tiempos ya están aquí, los nuevos tiempos ya comenzaron.
Estos nuevos tiempos han llegado y tú y yo somos parte de esos nuevos tiempos. La obra que
Dios va a hacer en tu vida, la que ya está haciendo, pero mayormente la que va a hacer por cuanto
tú obedeciste al llamado y dijiste: sí Señor, yo quiero que trates en mi corazón, que trates en mi
tierra, que tú labres en mí, que tú plantes en mí esa semilla va a hacer que yo produzca un fruto
agradable para ti. Pero es necesario que primero muera yo en la carne.

Recuerda que este compromiso es personal con Dios, tú con Dios solamente. Y cuando hagamos
esto, nos vamos a dar cuenta que el día de mañana serás diferente, que el próximo domingo serás
diferente. Pero sobre todo déjame decirte una cosa, que acompañado de esto la gloria de Dios
será mayor el día que vuelvas que hoy en día. Cada día se aumenta y se aumenta, y se aumenta
su gloria. Cada día se aumenta, cada día es mayor la gloria de Dios. Y Dios lo quiere hacer en tu
vida.

Queremos la iglesia de multitudes, entremos a estos nuevos tiempos, como congregación seamos
uno solo, apoyemos a nuestros pastores, comenzando por nosotros. Amémonos los unos a los
otros. Y estemos preparados porque de aquí al mes de diciembre vamos a ser tratados todos los
que hemos aceptado este reto, todos vamos a ser tratados por Dios de aquí a diciembre, quiere
decir que tenemos un compromiso para cambiar cada día. Cuando esto suceda y Dios nos de la
nueva tierra, vamos a estar preparados para lanzar la red, porque el pan estará sobreabundando
en la nueva casa para nuestro Dios. Yo estoy dispuesto.

Déjame decirte, hay cosas en mi vida que aun debo cambiar, muchas, muchísimas. Hay cosas en
las que me sigo equivocando grandemente, sigo errando, sigo fallando y no me justifico al decir:
soy ser humano. Soy un hijo de Dios como tú también lo eres, pero comienzo por el reconocimiento
y acepto el reto de que Dios trate en mi corazón porque detesto aquellas cosas que me apartan de
Él. Deseo que su gloria en mí sea mayor cada día. Creo que es tu mismo deseo, así es que ahí
donde estás entrégale todo eso que te separa de Él.

Dios, te damos gracias por la palabra que nos has enseñado esta tarde, esta palabra se hace un
rhema en mi corazón. Renueva mi espíritu y renueva mi mente y te doy gracias por la oportunidad
que me das para que a partir de este momento yo tenga la conciencia de que cada día voy a ser
mejor. Acepto el compromiso y la responsabilidad que esto amerita que en dos meses yo seré
diferente a como soy hoy. Que las cosas que aborrezco yo las voy a quitar de mi vida. Yo necesito
que tu Espíritu Santo me fortalezca.

Sabemos mi Dios que no es fácil, pero sé que en ti las cosas son posible. Bendigo la vida de cada
uno de mis hermanos, la vida de mis pastores por el corazón que tienen para el cuidado de tu
iglesia. Y Padre, yo declaro que cada hermano que está entregando aquello que les estorba para
tu obra, tú vengas, metas tu mano en su corazón, que les restaures en esta tarde, que les
renueves su mente y sus pensamientos, que les renueves su corazón, que sean levantados y que
cada día recuerden este compromiso contigo.

Es un compromiso que estamos haciendo como congregación, tenemos dos meses para cambiar
de actitud, dos meses para cambiar nuestra mente, dos meses para someternos más a ti y hacer tu
voluntad. Porque viene un nuevo tiempo, viene un nuevo año y va a ser un año glorioso y
poderoso. Pero comienza por nosotros, comienza por mí en el nombre de Jesús. Y te ruego que tu
Espíritu Santo en esta hora llene la vida de cada uno mis hermanos y les fortalezca porque sé que
no es fácil, pero tú das las fuerzas a aquel que está cansado.

Te bendecimos porque tu Palabra nos establece que tú que has iniciado la buena obra en
nosotros, tú mismo la perfeccionarás hasta los días de Jesús. Esos tiempos están ya Señor,
gracias por estos nuevos tiempos, gracias por esta gloria que podemos advertir de parte tuya.
Sabemos que tú reedificarás, tú levantarás, tú restaurarás las ruinas que había en nuestra vida, tú
lo vas a hacer pero va a ser a través de nosotros y de la convicción de nuestro corazón.

Padre que nuestros corazón, nuestra alma y nuestra mente sean renovadas en esta hora. Te
bendecimos y te alabamos y te damos la honra y gloria en Cristo Jesús. Amén.

Dios los bendiga.

Potrebbero piacerti anche