Prof.

: Lorena Correa
HISTORIA
EL TANGO, orígenes, historia y evolución:
Ya lo dijo Vidart, el tango era una actitud, un modo de ser, una respuesta al medio; En sus versiones más sumarias, su
música responde a los esquemas comunes de Europa Occidental.

En el aspecto armónico y formal reproduce textualmente las nociones básicas de la composición europea; Las voces se
filian con instrumentos como la guitarra, el violín, lauta, y a veces, clarinete y armónico; más adelante, se le suman el
piano y el bandoneón.

Los sucesivos aportes al estudio de la etimología de su designación no siempre ilustran la interrogante esencial a saber,
deducir sus orígenes:

 En varias lenguas africanas, aparece con la acepción de “bailar” o de “tambor”.

 En Guinea, y desde el siglo XVII, tango maus o tangomas eran los negros que colaboraban con los traficantes de
esclavos portugueses.
 En español antiguo tangir significa tañer, y nos remite al latín tangere.
 Entre indígenas de Honduras, instrumento de percusión.
 En Colombia, rollo de tabaco.
 En España, una danza popular, un juego.
 En Brasil, como sinónimo de samba.

Aquí los documentos antiguos (1802, BsAs.;1808, Montevideo), aluden a los negros, afirma que primero fue su tambor,
después su danza.

De una sucesión de aluviones, tango andaluz y habanera, milonga pampeana, acaso candombe, emergen al promediar la
segunda mitad del siglo XIX, algunas coplillas preservadas por la transmisión oral. Como si tango andaluz, habanera y
tango criollo formaran un todo homogéneo. A esa médula se superpone la inflexión de la milonga campera.

El tango se afinca en los prostíbulos, es el bale de la pareja abrazada, estimulada por una ejecución suelta y sin
respiro. Según Catella: “la regla era la improvisación perpetua”.
La coreografía es una transcripción simbólica de las valencias respectivas de cada sexo: “el hombre guía, conduce,
dirige, obteniendo los pasos que desea con las presiones del brazo derecho, el que rodea la cintura.”

Estos bailongos frecuentados por el pobrerío de las orillas tendrían algo de provocación, de agresivo desafío; es también
negarse a los valores que se aposentan en los salones, y amenazarlos.
La mala cuna del tango pronto se convertirá en un hervidero de heterogéneos aluviones humanos: criollos e
inmigrantes, proletarios y subproletarios; hibridación social y nacional.

La visión de mundo que acoge el inmigrante hace del acatamiento del orden establecido una premisa, la confianza de
su destino personal coincide con la confianza en el destino del sistema. Esta imagen de la existencia que elaboraría el
tango, tomaría de este personaje sus elementos de base; una colección de aventuras que giran en torno al eje
excluyente del éxito y el fracaso, de la competencia y el ascenso social, sus correlativos de traición, hostilidad,
desconfianza, cachadores, otarios, etc.
Embozada o abiertamente, toda peripecia de tango aludirá a la gran lucha americana por hacer dinero.

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Consecuencia inmediata de la inmigración sería la generación de músicos que recogería persuasivamente el legado del
tengo, y o encaminarían por un rumbo irrevocable. Veinte años después de la llegada de sus padres, y a comienzos de
siglo, los apellidos italianos de éstos jóvenes, saturarían el género.
Extrema juventud, energía y vocación, talento y voluntad: los dones de esta generación darían un fruto inmediato;
tomaron una criatura inacabada y devolvieron a cambio y una estructura sólida y apuntalada, haciendo entrar al tango
en su periodo histórico propiamente dicho.
Redujeron el aura de clandestinidad que envolvía su música, la llevaron a Europa y la convirtieron en el niño mimado de
París de preguerra. Instauraron el rótulo “orquesta típica” y, sobre todo, establecieron la definitiva combinación de
timbre, consumando la asimilación al bandoneón.
En adelante, la orquesta sería el eje del tango, en 1917, con la introducción del contrabajo, se remata la configuración
instrumental poco menos definitiva, con piano, cuerdas y bandoneón.

Entre Pedro Maffia y Carlos Marcucci consuman la hazaña de llevarlo a nivel académico, delimitando su técnica y su
enseñanza. Desde el reclutamiento de los intérpretes hasta su incorporación en los hogares vía fonógrafo, la clase
media rioplatense, descendiente de la inmigración, se vuelca al tango.

Las obras de esta nueva hornada de compositores cifraron un cambio capital en la fisionomía del tengo rioplatense,
borrando definitivamente de su construcción, todo vestigio de aquellas especies como la habanera, el tango español, o
la milonga pampeana.

El éxito promueve la competencia y más allá de las “pensiones” en que se baila, son los cafés del centro los
responsables de este florecimiento tardío en Montevideo. Las relaciones entre las dos capitales del Plata eran muy
promiscuas por entonces; Bs.As. nos retribuye con algunos de los principales carteles de tango: en diciembre de 1915, el
Café Bon Marché presenta a Juan Maglio, y al año siguiente La Giralda propicia las temporadas regulares de Roberto
Firpo; luego otros locales se incorporan.

Pascual Contursi, atribuye versos a los tangos conocidos; se requirió de su aporte para echar las bases definitivas de
temática, concepción, lenguaje; transformando esta variante en una especie diferenciada dentro del género. De
Contursi se ha dicho que “llevó el tango de los pies a la boca”.

La radio, a lo largo de la tercera década del siglo, incorpora un nuevo ámbito de difusión, los frecuentadores
montevideanos todavía pueden encontrar arcanos tríos de bandoneón, guitarra y violín en los locales de la Unión, el
“Puerto Rico” y “Lo de Fusco”, que preservaban la semiclandestinidad de la remota atmosfera cuartelera.
Los mediatizados bailarines se congregan en las veladas del Parque Hotel, seguidas por las orquestas. Otros locales,
como “Los Rosales”, en Lavalleja y Jackson, o la Sociedad Ítalo-uruguaya, reúnen una concurrencia de familia, formal y
sabatina, de morigerada coreografía. Por su lado, los cabarets, tienen sus puntos altos.