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SERIE; CUADERNOS DE T R A B A J O Nº 2

El Renacimiento
de la Experiencia
Intelectual

Edison Otero Bello

UNIVERSIDAD CENTRAL
E s c u e l a de C i e n c i a s de la E d u c a c i ó n
©UNIVERSIDAD
© EDISON OTERO
CENTRAI.
"EL R E N A C I M BELLO 1996
I E N ' I O DE LA

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índice

Introducción

7 Defensa de la Ilustración

12 Pedagogía y Etica de la Actividad Intelectual

26 ¿Tiene Futuro el Humanismo?

31 El Sentido de la Actividad Intelectual


Este texto constituye un aporte a la Serie Cuadernos de Trabajo, de la Escuela de Ciencias de la Educación de
la Universidad Central. Su contenido se aboca al análisis de la experiencia intelectual, apoyando así uno de los
talleres del PROGRAMA DE DIPLOMA EN DOCENCIA UNIVERSITARIA, cuyo propósito principal es contribuir a la
f o r m a c i ó n de un docente que desarrolle destrezas y habilidades para optimizar su gestión académica.
Introducción

Ciertamente, el título dado a esta reunión de textos no describe un hecho. Simplemente expresa
una sentida necesidad. Contingencias diversas y otras condiciones ya no tan contingentes expli-
can que no se preste mucho oído entre nosotros a una reivindicación del oficio intelectual como
la que aquí se formula.
Por lo demás, la misma expresión «intelectual» suscita por estos días más connotaciones
infamantes que de otro tipo. No hay que eludir el juicio de que los mismos intelectuales han
traicionado su propio oficio en las décadas recientes, aquí y en el mundo entero, intoxicándolo
con una entusiasta y, a la vez, nefasta producción de dieta ideológica. La superación de este estado
de cosas no pasa, desde luego, por la condenación de la actividad intelectual sino, precisamente,
por el arduo y esforzado redescubrimiento de sus beneficios.
Tal es la zona de convergencia de estos textos que han vivido aparte hasta aquí y que ahora
se ponen a convivir en un espacio común.
Defensa de la Ilustración apareció eri la revista Talón de Aquiles, Vol. I, N° 1, otoño de
1995- Ética y Pedagogía de la Actividad Intelectual fue publicado por la revista Estudios Sociales
N° 67, en 1989. En cuanto a ¿Tiene Futuro el Humanismo?, corresponde a una conferencia
dictada en la Universidad de Concepción, en Enero de 1994, reproducida luego en la revista
Atenea, N° 469. La antologia de citas que conforman El Sentido de la Actividad Intelectual fue
publicado como libro por el Instituto Chileno de Estudios Humanísticos, ICHEH, en 1984, bajo
el título de Los Derechos de la Inteligencia. Con el paso del tiempo se han agregado muchas citas
nuevas y otras tantas no resistieron un criterio más exigente de selección. A estas alturas, represen-
tan unos 20 y tantos años de lecturas y de búsqueda paciente y disciplinada. Tengo la fuerte y
duradera impresión de que, como conjunto, estas citas arrojan la conclusión de la existencia de
una continuidad espiritual que cruza siglos y culturas. De algún modo, los otros tres textos que
completan esta edición intentan poner a la vista esa ligazón invisible y poderosa.
Agradezco al prof. Ricardo López su aporte permanente a esta querida colección, a mi
ayudante, Luciano Ojeda, y a Juan Simón Valdebenito por su ayuda en la preparación de los
textos.
Estoy agradecido de la Escuela de Ciencias de la Educación, de la Universidad Central, y de
su directora Selma Simonstein, que a través de su Diploma en Docencia Universitaria ha hecho
posible esta publicación. Espero que contribuya a los esfuerzos de mejoramiento de la docencia de

EDISON OTERO

Universidad de Chile
Defensa de
la Ilustración

Este texto constituye una defensa y una reivindicación del oficio intelectual. La marea
postmodernista de los años recientes ha convertido la crítica de la razón y de lo intelectual en
uno de sus ritos obligatorios. Como ocurre siempre con modas de esta naturaleza, se popula-
riza un estilo denunciador suficientemente indiscriminado, que no distingue matices, grados
de importancia y no jerarquiza problemas. En lo fundamental, las andanadas post-modernistas
confunden los vicios y los dilemas de un modo particular de pensar con el pensar mismo, esto
es, suponiendo erróneamente que toda reflexión está obligada a adoptar la forma racionalista
y especulativa que es característica de los pensadores modernos. De la mano de esta confu-
sión, suponen que las posibilidades del pensamiento se agotan en la forma moderna de pen-
sar. Pero, esa es una manera muy corta de ver. La renuncia a la «razón» no puede significar la
renuncia al pensamiento reflexivo. Luego de décadas de entusiasta descrédito de la actividad
intelectual, es hora de recuperarla, de reponerla, de multiplicarla.

Por lo demás, toda la crítica postmodernista es pensamiento ella misma. Y, con todo, es
un rasgo de esta crítica el alentar, paradójicamente, las renuncias a la reflexión, abriendo las
compuertas para postular como «nuevas» y «mejores» otras vías de conocimiento: la intuición
fulminante, la sensibilidad comprensiva, la empatia, la extrasensorialidad, etc. Aquí el exceso
no consiste en postular tales vías sino en afirmar que pueden serlo con absoluta prescindencia
de la instancia reflexiva. Así, de un extremo racionalista transitamos a un extremo irracionalista.
Hegel, tan vilipendiado por la literatura postmodernista, sabía mucho de estas andanzas del
pensamiento. En páginas ya clásicas de su Ciencia de la Lógica1 HEGEL identifica un estilo de
pensamiento que crea categorías y que luego queda atrapado por los dilemas generados por
esas mismas categorías; pero, en vez de perseverar y elevarse a la conciencia de sus propios
procedimientos (saliéndose del bosque para verlo, por así decir), lo que hace es renunciar y
regresar a la percepción sensible y al sentido común, en busca de apoyo y seguridad. De este
modo, ese estilo de pensamiento traiciona su propia condición y su propia posibilidad. HEGEL
lo llama «entendimiento reflexivo». La actitud postmodernista queda retratada perfectamen-
te por las consideraciones hegelianas. Antes de experimentar la «aporía» de sus categorías, el
entendimiento reflexivo porfía en ellas insistentemente, confiado en que expresan cabalmen-
te la realidad que se aspira a comprender. Puesto en nuestros términos, encontramos esto en

1
1812-1816. Primera Parte, Prefacio. Versión de Librería Hachette S.A., 1956.

7
la inclinación ideológica. Ello está descrito por el concepto de pseudo-ciencia de KARL POPPER
y en la metáfora de la piel dura de IMRE LAKATOS; antes lo está en la idea de sistema cerrado
de ARTHUR KOESTLER, y también lo implican el concepto de paradigma de THOMAS KUHN y la
idea de sacerdocio de LESZEK KOLAKOWSKl. La intensidad de esta soberbia está en directa
relación con la inminencia de su descalabro2.

«Sólo un Dios podrá todavía salvarnos», afirmaba HEIDEGGER 3 . (Lo cual quiere decir
que el hombre no es confiable, que su aventura no garantiza nada). Este es otro ejemplo de
renuncia. Ya que el niño tropieza una y otra vez, hay que devolver la responsabilidad al padre.
En suma, hay que esperar que las respuestas nos sean dadas desde arriba. Dios sí que es
garantía de verdad absoluta, ética absoluta, justicia absoluta. Así, el error y la equivocación
quedan clausurados; en suma, queda abolida la experiencia. No hay modo de aprender, de
madurar, porque no hay necesidad: todo viene hecho. Y lo que es sustancial en esta renuncia:
no hace falta pensar. «Yo no pienso, Stalin piensa por mí» aseguraba un militante comunista
de la entreguerra 4 . Lo de HEIDEGGER es desilusión, descreimiento, pérdida de confianza y, a la
vez, deseo de ceder a otra instancia la propia responsabilidad. Verdades definitivas o nada: tal
es el dilema de este modo de pensar. EDMUND HUSSERL, maestro de HEIDEGGER, andaba tras
este tipo de certezas que no son relativizadas por la lógica, la psicología, la historia, la cultura,
etc., en suma, certezas no humanas. En un excelente ensayo sobre HUSSERL y su búsqueda de
la certeza, KOLAKOWSKI pone a la vista los callejones sin salida de tal tarea. Se trata de una
certeza imposible de ser obtenida por el hombre, algo que escapa a sus capacidades. No hay
afán humano que pueda construirla o producirla. Tiene que venir, pues, de otra parte y ser
recibida, como revelación, para ser aceptada y jamás puesta en duda 5 .

La apuesta de «verdades definitivas o nada» es algo abusivo. Está formulada de manera


que no tenga respuesta a la altura del hombre. La salida al dilema es, entonces, rechazar la
apuesta misma. Se la puede rechazar, por ejemplo, con la metáfora del calendario cósmico del
astrónomo CARL SAGAN; todo el drama humano ocurre en los segundos finales del diciembre
cosmológico6. Estamos, para usar sus palabras, a la orilla del océano cósmico que recién
comenzamos tímidamente a explorar. Si asumimos esta condición, nuestras categorías, nues-
tros conceptos, son elaboraciones de orilla, no de mar adentro. Y no hay modo de compren-
der el alta mar habiendo estado sólo en la orilla. Lo decía NIETZSCHE: nuestros conceptos son
perspectivescos, están formulados desde una perspectiva que siempre será una entre otras,
que no es la única y no es global. Su universalidad está sólo en las palabras, no en los hechos.
Entonces, a menos que concedamos la existencia de verdades definitivas que vienen desde
arriba o desde el más remoto pasado, hay que asumir la condición de exploradores, de
buscadores. Nuestro referente no es Moisés, que sube a la montaña para recibir la Ley y
t r a n s m i t i r l a a sus congéneres, sino el Ulises que viaja una vicia, de regreso a su Itaca natal, que
aprende que la clave está en el viaje mismo y no en la meta, y que es el camino el que importa.

Científica (1978), versión de Alianza Universidad, 1983. The Chost in the Machine, 1967, Pan Books Limited, London.
La Estructura de las Revoluciones Científicas (1962), versión del Fondo de Cultura Económica, 1971. El Hombre sin
Alternativa (1959), versión de Alianza Editorial, 1970.

cana de México, XXII, No. 66. 1989. Págs. 267-296.


6
4
3
5
2
Husserl
Los
R e r i dyoestá
dragones
e ffrase
Conjetnras
La la búsqueda
ypor del t h u rde
A rEdén
Refutaciones
tomada delauna
certeza
(1977).
Koestler,
(1963). (1975).
Versión
La
Versión
entrevista Versión
de Lade
dedeEdiciones
Escritura Invisible
Paidos
1976. Alianza1983.
Grijalbo,
(1954).
Studio,
entrevista Editorial,
1980.
Versión
Lade 1977. en
Ernecé Editores,
metodología
está reproducida de los 1962.
Revista Programas de U.
de Filosofía, Investigación
Iberoameri-

8
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Esta lección está asumida a lo largo y a lo ancho de la historia del pensamiento humano; no
en ésta o aquella doctrina, no en éste o aquel sistema teórico, sino en la marcha misma del
pensamiento. El estado permanente de apertura, la provisionalidad de las ideas, su corrección
continua, la fecundidad del error, el reconocimiento de la propia ignorancia, la necesidad de
las preguntas, la conciencia de los problemas, todo esto late intensamente en la experiencia
intelectual. Estos rasgos aparecen reiteradamente y, lo que resulta más sorprendente y rele-
vante, se revelan como un continuo espiritual que viene desde varios miles de años, al menos,
que cruza realidades culturales y épocas diferentes con singular lozanía.

No tiene sentido romper con esta continuidad. Ello sólo puede desearse cuando se
confunden los productos de la actividad con la actividad misma. Esta o aquella teoría, esta o
aquella doctrina, este o aquel sistema, son resultados específicos de una experiencia intelec-
tual específica, y no pueden ser tomadas como verdades, como última palabra, como dogmas
incuestionables. Están abiertas a la crítica, a la reformulación e, incluso, a la superación;
forman parte de un proceso seguramente interminable. Idolatrar los productos significa os-
curecer la experiencia que los hace posibles, es ignorar la inquietud, la desazón, la búsqueda,
la exploración, el ansia de saber7. Donde esto resulta decidor es en las discusiones sobre el
concepto de ciencia. Tenemos, de una parte, la tendencia a concebir la ciencia como un
conjunto de procedimientos rígidos, la suma de métodos garantizados y saberes rigurosa-
mente corroborados, en síntesis, el modelo único de conocimiento. Aparece aquí, una vez
más, el hábito de volver incuestionable y exclusiva una experiencia histórica específica, un
modo particular de hacer ciencia. El positivismo lógico ha encarnado cabalmente este
dogmatismo. Como contrapartida, la postura epistemológica de PAUL K. FEYERABEND 8 ha
significado una reivindicación de la ciencia como una obra abierta, un producto humano
inconcluso que se modifica a sí mismo y en el que una de sus dimensiones o experiencias no
puede convertirse en norma para todas las otras, desarrolladas o potenciales; el antropólogo
SIR JAMES FRAZER, entre otros, consideraba la posibilidad de que la ciencia adoptara en el
futuro formas que no podemos predecir ahora 9 . Aunque FEYERABEND y KARL R. POPPER pole-
mizaron fuertemente sobre el grado en que la ciencia es una empresa racional, es necesario
rescatar el hecho de que POPPER admite que las hipótesis son creaciones libres, conjeturas,
productos de la imaginación, ejercicios creativos; así mismo, no suscribía la rígida concep-
ción del método científico característica de los positivistas. Incluso más, resulta indesmentible
la similitud de sus planteamientos al respecto, con los de FEYERABEND; en el Post Scriptum a
la Lógica de la Investigación Científica, Popper afirma: «Por regla general, empiezo mis
clases sobre el Método Científico diciendo a mis alumnos que el método científico no exis-
te...» 10 . Por supuesto, se está refiriendo a esa esclerótica concepción que asegura la existencia
de unos procedimientos establecidos definitivamente y cuyo respeto irrestricto y celoso ase-
guraría la obtención de conocimiento exento de duda. Es la característica conversión de una
dinámica en una estática.

Tenemos que rehacer y enriquecer nuestra comprensión del sentido de la actividad


intelectual. El pensamiento moderno contiene una primera comprensión, pero está penetra-

7
Sobre el cenia puede consultarse: Invitación a la Filosofía, Edison Otero. Corporación de Promoción Universitaria
CPU, 1992.
9
8
La Contra el Método.
Rama Dorada. Versión de del
1890.Versión Editorial
Fondo Ariel, 1974.Económica, 1944.
de Cultura

10
Vol. I: Realismo y el objetivo de la ciencia (1956), Prefacio. Editorial Técnos, 1985.

9
da de ingenuidad, con toda la arrogancia de una experiencia recién descubieta y convertida,
temerariamente, en encarnación del ideal de Verdad. Al ceder al mito de la Verdad, la razón se
autoinstauró como un credo y cayó en la tentación de predicar y adoctrinar. Nuestro desafío
es, pues, el desligamiento de pensamiento y verdad, y la recuperación de las posibilidades de
conocimiento y lucidez que toda actividad intelectual genuina encierra. La ingenuidad inte-
lectual de muchos pensadores modernos radica en su desconocimiento de las dimensiones
sociales de la existencia humana. Después de todo, el pensamiento moderno vive apegado al
concepto de «naturaleza humana» (como sea que se la conciba de un pensador a otro) y no
reconoce todavía la idea de historia. Eso le está impedido por su ligazón con la teología
cristiana. NlETZSCHE tuvo razón en afirmar en que la ruptura con la teología era una necesi-
dad para la filosofía.
El desconocimiento de las dimensiones sociales de la existencia humana impidió al
pensamiento ver las necesidades de integración y cohesión social (o de «sentido») como otra
cosa que mero opio, superstición o prejuicio. Nosotros lo sabemos hoy. Por eso podemos
repensar un espacio sensato para el oficio intelectual, con esperanzas razonables. Por lo de-
más, ¿qué podría ser más consistente con el pensamiento que el hecho de pensarse a sí mismo
y poner a la vista el sentido de sus propios aprendizajes?

La más clara expresión de la sumisión del pensamiento moderno al ideal de Verdad es el


pensamiento de MARX. De las Tesis sobre Feuerbach, la onceava es el non plus ultra de la
arrogancia intelectual. La pretensión es que el mundo ya ha sido pensado suficientemente.
No hace falca más. Y, por supuesto, queda implicado que con MARX lo que pudiese ser nece-
sario todavía en materia de pensamiento ya está satisfecho con el pensamiento de MARX. Su
correlato es la elevación de la «praxis» a categoría epistemológica absoluta, su divinización.
Este decretar que toda la reflexión requerida ya existe (y es MARX) tiene una implicación
dogmática saturante. Nada tan iluminista (en el sentido menos intelectual de la expresión)
como MARX. No era ignorante de la dimensión social e histórica de la experiencia humana.
Pero las reconoce al grado de convertirlas en fetiches.

Admitámoslo. El descrédito de la razón ilustrada y del cientificismo, nos ha traído


también el descrédito de la actividad intelectual. Pero, siendo un enorme y trascendental
impulso de la actividad intelectual, la ilustración confundió los caminos y renegó de sus
propios valores al ceder a los cantos de sirena de la Verdad. Al asegurar que la filosofía y la
ciencia garantizaban alcanzar la Verdad, se extravió respecto de las posibilidades reales de la
razón. Su necesidad de credibilidad y legitimación social chocaban con el carácter abierto y
siempre provisional del pensamiento, con la pluralidad de la inteligencia; en suma, fue infiel
a la conciencia de que sólo hay saber en el horizonte de la ignorancia. La provisionalidad de
cualquier logro del pensamiento no está nunca a la altura de ningún programa de cambio
social, de n i n g u n a utopía. Esta requiere responder a las necesidades religiosas de cualquier
c o m u n i d a d humana. La pregunta crucial es ésta: ¿puede llegarse a un mejor modus vivendi
entre esas necesidades y la incansable inquietud y sed de conocimiento del hombre? ¿Hay que
r e n u n c i a r al pensamiento?

Por todo ello, precisamente, los atributos del oficio intelectual no pueden ser sino con-
quistas del propio oficio, triunfos sobre sus propias inercias y tentaciones, ensanchamientos
de conciencia obrados contra la corriente de las propias limitaciones. Las virtudes del oficio
deben ser comprendidas, por tanto, en la permanente dialéctica con sus anti-virtudes. De ahí

1O
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

que las conquistas deben ser rehechas todo el tiempo, porque no existen posiciones asegura-
das ni logros garantizados. La tarea tiene que ser reemprendida una y otra vez, porque los
problemas siempre vuelven a plantearse con nuevos ropajes, y porque siempre surgen nuevas
cuestiones. El espíritu crítico y el espíritu dogmático se moldean en la misma cantera, cara y
sello de la misma moneda: el ansia de comprender. Ninguna apertura intelectual ocurre en el
vacío abstracto sino que opera en y contra el horizonte de una determinada cerrazón, de un
determinado espacio cerrado. En este específico sentido es que pueden comprenderse las
ideas de THOMAS KUHN sobre el pensamiento convergente y el pensamiento divergente 11 .
Contra la extendida opinión que supone que el pensamiento creativo explica el desarrollo de
las ciencias, KUHN sostiene que la innovación opera contra una tradición y que, eri conse-
cuencia, el dogma cumple un papel sustantivo en el entrenamiento, formación y producción
de conocimiento. Sin esta tradición convergente, apegada a normas, ninguna innovación
podría producirse. Las ideas de KUHN refuerzan la necesidad de poner a la vista el carácter
abstracto y gratuito de muchas apologías de la creatividad. En este exacto punto, cabe volver
a indicar e insistir en superar el discurso ingenuo de la ilustración y recuperar maduramente
la idea de fondo que la anima. El discurso ingenuo contiene creencias que ya no pueden ser
asumidas íntegramente, entre ellas, la creencia de que el desarrollo de la ciencia garantizaría la
obtención de la Verdad (contra la religión, básicamente) y el mejoramiento de la sociedad
(igualdad, libertad, justicia). Sin embargo, el ideal de la ilustración contiene promesas que
deben ser rehechas: el pluralismo y la tolerancia. Se trata de precipitados éticos del oficio
intelectual, bienes capitales para la sobrevivencia de cualquier comunidad humana. Requeri-
mos una reflexión redescubridora de estas esperanzas 12 . Reiteramos: se trata de maduraciones
impostergables, elevaciones a conciencia de la experiencia pasada. Por ejemplo, es necesario
superar el prejuicio que supone que la actividad intelectual relevante está asociada fundamen-
talmente a una cultura del desempeño individual, centrada en individualidades únicas pro-
vistas de atributos psicológicos peculiarísimos de escasa existencia13; ello oscurece gravemente
la dimensión grupal y social del conocimiento, la producción social de la inteligencia. Nada
de lo cual otorga argumentos razonables a los determinismos sociológicos mecanicistas. Hay
una sola invitación que el oficio intelectual no puede aceptar: renegar de sí mismo, pedir
perdón por la edad de sus ilusiones, traicionar su vocación de lucidez. Ya está claro que el
pensamiento reflexivo no lo es todo. Pero ninguna maduración de la condición humana
puede ocurrir sin él.

investigación científica (1959), incluido en el libro del mismo nombre (1977), versión del Fondo dé Cultura Económi-
ca, 1982. El otro es La junción del. dogma en la investigación científica (1963) y está incluido en Estudios sobre Sociología
11
12
13 de la Ciencia (1972), Barnes, Kuhni, Merton, etc.
George
Pedagogía
El tenia Bazalla:
estáy ética
específicameinte
Ladeevolución
la actividad
tecnológica
abordado
intelectual.
en
(1988).
dos
Edison
ensayos
Versión
Oterodiferentes:
de
B.,Editorial
RevistaLaEstudios
Crítica,
tensiónMéxico,
Sociales,
esencial:1991.

tradición
61. 1989.
e innovación en La

11
Pedagogía y Ética
de la Actividad Intelectual

La dimensión procesal del pensamiento


y la importancia del entrenamiento intelectual.
«Uno debe empeñarse en pensar mucho y no en saber mucho». Esta afirmación fue hecha por
el filósofo griego DEMÓCRITO, en el siglo V antes de la era cristiana.

En 1954, en pleno siglo XX de esta era, ALBERT EINSTEIN sostenía: «La búsqueda de la
verdad es más preciosa que su posesión».

Veinticinco siglos separan estos juicios pero no cuesta esfuerzo percibir la idea común
que los inspira. Naturalmente, no se trata de un rechazo de la posesión del saber sino de una
valoración de la actividad por medio de la cual el saber es alcanzado. No hace falta hilar muy
fino para concluir de aquí una reivindicación de los procedimientos intelectuales. De aquí,
también, la desconfianza que grandes pensadores han sentido por la sobrevaloración de cami-
nos, recursos o experiencias «especiales» de carácter no-intelectual para llegar al saber. Creye-
ron ver en ello una puerta abierta a la arbitrariedad.

Pero, incluso cuando se reconoce sus derechos a la actividad intelectual propiamente


tal, debe enfrentarse todavía la «idolatría de los productos» de dicha actividad, la valoración
exclusiva de los resultados con prescindencia de los procesos. Tal es lo que el matemático
inglés ALFRED N. WHITEHEAD llamaba «ideas inertes» 14 , refiriéndose a la transmisión abstrac-
ta del saber, desvinculado de sus contextos, separado de sus génesis, divorciado de los proble-
mas frente a los cuales surgió. Reemplacemos el concepto de «ideas inertes» por los conceptos
de «materia» y «contenido» y tenemos a la vista lo que WHITEHEAD cuestiona. El sostenía que
el fin de la educación no es la introducción en la mente de cierta cantidad de conocimientos
inertes sino el desenvolvimiento de la mente, en tanto actividad perpetua que responde a
estímulos.

En la postura de DEMÓCRITO, WHITEHEAD y EINSTEIN está, evidentemente, el llamado


de atención sobre la necesidad de considerar los procesos intelectuales por ellos mismos.
Cada vez que se olvida esta dimensión y se enfatizan exclusivamente los productos, el resulta-
do es el falseamiento de la experiencia intelectual y el falseamiento de la naturaleza del cono-
cimiento. Por esta vía, en consecuencia, se deforma nuestra visión de la ciencia y de la filoso-
fía como actividades concretas desarrolladas por personas específicas en épocas determinadas
y con resultados igualmente particulares. Y, lo que es más significativo para nuestro punto, se
mitifica la concepción del proceso educativo.

Resulta claro que si la educación es vista como transmisión de saber cristalizado, divor-
ciado de sus raíces y de sus procesos de desarrollo, es natural que se requiera una actitud
receptora estática por parte del estudiante. No se le pide que reviva, reconstituya o

14
Los Fines de la Educación (1912). Versión de Editorial Paidós, 1965.

12
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

reexperimente las vicisitudes de una idea que se ha conformado como saber sino que la reci-
ba, la admita y no la discuta. Su papel no es pensar sino aceptar, resignando su inteligencia a
la autoridad del que sabe y transmite lo que sabe. La relación así resultante no es intelectual
sino fundamentalmente social. Es un código autoritario de relación, que juega un papel sus-
tantivo de socialización.
Pero si lo que se requiere es la estimulación de la inteligencia, es ineludible una revalo-
rización de la experiencia intelectual en su integridad. Una consecuencia decisiva que se desa-
rrolla a partir de lo anterior es que las crisis de desface de los contenidos temáticos de la
institucionalidad educacional pueden volverse, de este modo, menos traumáticas. Una dis-
minución de la conservación dogmática de contenidos no puede sino redundar en una flexi-
bilidad eficiente capaz de adaptación a nuevas circunstancias del avance del conocimiento.

Una idea, una teoría, una hipótesis, una proposición, un modelo, un sistema, no sur-
gen de la riada o de algún capricho antojadizo. Resultan, ante todo, de problemas planteados
a la reflexión, de interrogantes que movilizan el pensamiento. Esta movilización tampoco
ocurre en el aire. Se produce desde una tradición, la que se respeta o se cuestiona, pero
siempre se tiene en cuenta. Hay un estado de situación del conocimiento, una referencia que
nadie puede eximirse de considerar. Por otra parte, toda idea se postula frente a otras, con las
que polemiza en términos de su valor explicativo. En la ciencia, más que en cualquier otro
ámbito, toda idea mantiene permanentemente su condición de hipótesis, impedida de eludir
la confrontación con los hechos sobre la base de procedimientos de contrastación que, igual-
mente, son materia de debate. Todo esto es lo que se oculta cuando se sobreestiman los
resultados o los productos.

Por supuesto, ni la ciencia escapa a la tentación de considerar definitivos ciertos cono-


cimientos. Para quien conozca, por ejemplo, la historia de las ciencias físicas de los últimos
cien años, vendrá de inmediato a la memoria la atmósfera que se vivía en el período previo a
la revolución provocada por las teorías de los quanta y de la relatividad. MlLlC CAPEK recuer-
da que hasta pensadores de inspiración diferente coincidían en su creencia de que ninguna
experiencia futura se opondría seriamente a los modos clásicos de pensamiento expresados en
la geometría euclídea y la mecánica newtoniana. Dice textualmente: «El cuadro clásico del
mundo era considerado como definitivo en sus facetas esenciales; se creía que el futuro traería
una mejor comprensión de algunos detalles, pero que nunca modificaría su contorno princi-
pal. «El mundo carece ya de misterios» exclamó MARCELLIN BERTHELOT en 1855, y WHITEHEAD
recordó la misma creencia de sus días jóvenes: «Suponíamos que era conocido casi todo lo
importante de la física. Sí, había unos cuantos puntos oscuros, extrañas anomalías relaciona-
das con la radiación, que los físicos esperaban esclarecer allá por 1900»15.

No fue necesario más que un par de décadas para que ese panorama resultara dramática
y drásticamente modificado. Visto desde la perspectiva que proponemos, esta revolución
científica es, mucho más que un conjunto nuevo de conocimientos, una aventura intelectual
de gran envergadura que no ha concluido. Bastaría recordar a este respecto el intercambio de
cartas entre ElNSTEIN y BOHR sobre necesidad y azar en la naturaleza, para apreciar el carácter

15
El impacto Filosófico de la Física Contemporánea (1961). Versión de Editorial Tecnos, 1965, pág. 14.

13
vivo de esta experiencia16. Si se transmiten sólo los resultados, se está ignorando de manera
imperdonable el rico y problemático desarrollo de esta revolución.

Entre otros muchos aspectos, el olvido del carácter procesal de cualquier idea implica el
ocultamiento de la experiencia del error. Se tiende con demasiada frecuencia a soslayar esta
dimensión esencial de la actividad intelectual. Ningún camino lleva directo al saber; cual-
quier conquista epistemológica supone el ensayo, la hipótesis provisional, el callejón sin sali-
da, la paradoja. Los errores tienen un aspecto fructífero innegable y que es capital rescatar
para cualquier tipo de pedagogía... Se maneja una concepción del saber como algo exento de
error en su consecución. La realidad es diferente. No hay error que no indique nuevas rutas,
que no sea un signo beneficioso, que no oriente y no estimule. Pero, para que el error tenga el
valor que implica es preciso que el estudiante pueda tener la experiencia de revivir por sí
mismo las vicisitudes de una idea o de un conocimiento cualquiera. Cuando, por el contra-
rio, lo que le es permitido es meramente la recepción pasiva de un saber cuya génesis es
sistemáticamente eludida, no podrá comprender los beneficios intelectuales de la experiencia
del error. Y ello con la consecuente ausencia de una implicación personal del receptor17.

Detrás de esta manera de ver las cosas, hay una concepción del saber que es altamente
atentatoria del carácter procesal del pensamiento reflexivo. Se piensa que el saber es algo que
se conquista, que está allí afuera en alguna parte, que se descubre, algo ajeno al pensamiento.
Esto, que resulta de la sobrevaloración abstracta de una fase, entre otras, de la experiencia del
conocimiento, proporciona apoyo a la relación autoritaria de comunicación del saber que
caracteriza a la escuela tradicional. Pero, lo que es crucial, niega el carácter construccional del
conocimiento, oculta que una idea, una hipótesis o una teoría, son elaboraciones intelectua-
les que se forman en los afanes del pensamiento mismo. Al darse la espalda al proceso de
desarrollo que implica toda idea, se presta el mejor servicio al autoritarismo pedagógico.

El propio EINSTElN se refiere a ello, en una alusión biográfica: «Había que meterse todo
aquello en la cabeza del modo que fuera, disfrutándolo o aborreciéndolo. Tamaña coerción
produjo en mí un desaliento tan grande que, tras mi examen final, pasé un año entero sin
encontrar el más mínimo placer en la consideración de ningún problema científico. Debe-
mos tener realmente por un milagro el que los métodos modernos de enseñanza no hayan
sofocado aún del todo la curiosidad investigadora, ya que este germen delicado necesita no
sólo estímulo sino, sobre todo, libertad. Sin ella no puede sustraerse a la propia destrucción y
desaparición. Pensar que el placer de la contemplación y la búsqueda pueden ser favorecidos
mediante la coerción y el sentido del deber, no es más que un error de grueso calibre. Por el
contrario, estoy convencido de la posibilidad de anular la voracidad del predador más fiero y
saludable, si pudiéramos obligarle, con la ayuda de un látigo, a devorar continuamente, aún
sin hambre; y, sobre todo, si la comida suministrada bajo tal coacción hubiera sido escogida
de modo apropiado» 18 .

(1969). Versión de Editorial Alianza, 1971. El capítulo pertinente lleva el título de «El Diálogo Científico con Einstein».

16
18
17
Formación
Cita del
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enBachelard,
Humanísticos,
considerarse: la Era Atómica
1 G.
985.
La
Conocimiento», Revista de Filosofía, 1960.

14
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

La sobrevaloración del producto con prescindencia del proceso que lo desarrolla se


expresa, igualmente, como idolatría del método. Esta es una cuestión de la mayor importan-
cia en un redescubrimiento del valor pedagógico de la actividad intelectual por ella misma.
Con frecuencia, los métodos para pensar son vistos como recursos instrumentales. Eso signi-
fica, lisa y llanamente, que son algo aparte a lo que se acude para obtener resultados intelec-
tuales de provecho. Pero, a corto andar, se plantea el problema del origen de los métodos. ¿De
dónde vienen? ¿Qué los hizo posibles? Las respuestas pueden llegar a ser tan disparatadas
como se quiera, en la medida en que se desconozca la única realidad que los explica: la
actividad intelectual. Un método no es sino la consagración de un cierto camino hecho por la
reflexión, de un cierto estilo de abordaje de los problemas, respaldado por sus éxitos. Es una
experiencia específica elevada a la categoría de norma. Pero, de ningún modo es cosa ajena a
la actividad del pensamiento. Es el pensamiento mismo es uno de sus movimientos, en una
de las fases de su experiencia. Un método es, al fin de cuentas, una manera de pensar19.

Consideremos, a modo de ejemplo, lo que podríamos llamar lo más tradicional en


métodos: deducción e inducción. Los manuales de filosofía y de teoría de la ciencia los defi-
nen, respectivamente, como «ir de lo general a lo particular» e «ir de lo particular a lo gene-
ral», respectivamente. Así definidos no pasan de ser pura escolástica. Se requiere reflexión
para determinar que, ante todo, hablamos de ideas. Se trata de un contexto de ideas. Y ¿quién
va de lo general a lo particular, o de lo particular a lo general? No puede ser sino el pensa-
miento. El pensamiento se mueve de unas ideas generales (que, por lo demás, son productos
suyos) a otras particulares (que también son obra suya) que se infieren de ellas: eso es el
«método» deductivo. El pensamiento se mueve de una idea particular a otra general: eso es el
«método» inductivo. Lo esencial, entonces, es que el método no puede pre-existir al pensa-
miento, no puede ser otra cosa que pensamiento.

Claro está, puede elegirse otra respuesta. Por ejemplo, la cartesiana. Ciertas nociones
son anteriores al pensamiento y lo obligan a moverse dentro de ciertos carriles predetermina-
dos. Estas nociones han sido puestas en la mente de los hombres: no han sido desarrolladas
por ellos. De algún modo, pues, todo está ya decidido. Sólo que, desde esta perspectiva, se
enajena todo el valor experimental, explorador, construccional y creador de la actividad pen-
sante. Hay mucha afinidad anti-intelectual entre la idolatría de los productos y la idolatría de
los primeros principios.

La defensa de la actividad intelectual en tanto experiencia abierta del pensamiento


puede ser sobradamente fundamentada en la autoridad de muchos filósofos, hombres de
ciencia y pensadores en general. Pero, podría argumentarse que tal defensa no es sino la
natural expresión de un ideal espiritual que late a lo largo y a lo ancho de la historia de la
cultura. La realidad, se dice, es decididamente diferente. Y la realidad educativa, se dice tam-
bién, se desliza por rieles muy distintos. El énfasis en las materias y los contenidos expresa la
operación de necesidades y funciones que exceden las categorías intelectuales. Sin embargo,
nuestra época está desarrollando una concepción de la inteligencia que provee de fuerte apo-
yo a nuestra tesis de la importancia pedagógica del entrenamiento intelectual.

19
Los métodos implican metafísicas, decía Camus. Sobre esta concepción del método, por supuesto Hegel: La Ciencia de

la Lógica (1812).

15
El escenario es la revolución computacional, considerada como el fenómeno científico-
tecnológico-cultural más formidable después de la revolución industrial. Por supuesto, se ha
dedicado no poca atención a las implicaciones educacionales de esta revolución.

No todo es coherencia entre los autores que examinan la revolución computacional. El


doctor JAGJIT SINGH, de Nueva Delhi, ha afirmado que el tema principal de todo este fenóme-
no es la posibilidad cierta de determinar las estructuras físicas y los principios neurofisiológicos
de la inteligencia del cerebro vivo20. Un papel fundamental en este proceso es la fabricación
de autómatas artificiales, capaces de replicar la operación del cerebro.

Por otra parte, HERBERT SIMON y ALLEN NEWELL han sostenido que el pensamiento
humano se puede explicar en términos del proceso de información sin establecer una teoría
sobre los mecanismos neurológicos fundamentales. Afirman: «...puesto que el ser humano
pensante es también un procesador de información, cabe la posibilidad de estudiar sus proce-
sos y su organización con independencia de los mecanismos biológicos que los estructuran.
La salida de los procesos, el comportamiento del ser pensante, debe revelar cómo se organiza
el proceso de información, sin proporcionar necesariamente mucha información sobre las
estructuras protoplasmáticas o procesos bioquímicos que lo estructuran. De esta observación
se sigue la posibilidad de construir y probar teorías psicológicas para explicar el pensamiento
humano, expresadas en términos de la organización de los procesos de información y de
llevar a cabo esto sin esperar hasta que se haya construido los fundamentos neuropsicológicos
al siguiente nivel inferior de explicación» 21 .

La proposición subsiguiente de SIMÓN y NEWELL es, como puede suponerse, que las
teorías del proceso de la información del pensamiento humano se pueden formular en len-
guajes de programación del computador y se pueden probar simulando con computadores el
comportamiento pronosticado.

Retengamos, en una primera aproximación y siempre en función de nuestro asunto, el


énfasis preponderante que en estas ideas se da al proceso del pensamiento, siempre en el
marco de una teoría de cómo el cerebro maneja la información. Uno de los intentos más
interesantes dice relación con un campo especial: la resolución de problemas.

SIMON y NEWELL sostienen que las diversas teorías disponibles postulan, en el nivel
inferior, un pequeño conjunto de formas básicas de representación simbólica y un pequeño
número de procesos elementales de información. En un segundo nivel, estarían los análisis de
medios-finés, la planificación, el esquema de exploración-evaluación y los árboles de discri-
minación. Pero, cualquiera sea la teoría escogida, nos hallamos, indudablemente, frente a un
cambio de perspectiva: importa cómo piensan los seres humanos o para decirlo con palabras
de Simón, «cómo los seres humanos ejecutan tareas para procesar información» 22 . Simon
insiste en su diagnóstico de que «...los nuevos conocimientos consisten en una comprensión
fundamental de los procesos del pensamiento y del conocimiento, o utilizando un término
neutral, del complejo proceso de información...» 23 .

23
21
22
20
Op.
«Lacit.
Teoria
"Procesopág.
de de
la550.
Información,
de ladel
la información
Configuración
Coinputadores, 1970. Versión deLenguaje y de
enEditorial la1960.
el computador
automatización», Cibernética
y en
Alianza, (1966).
el hombre»,
Incluido
1975, op.Versión
en 348.
pág. 1964. de567.
Editorial
Incluido
cit., pág. Alianza, 1972.
en Perspectivas de la Revolución de los

16
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Otro acercamiento a nuestro tema puede llevarse a cabo de la mano de las ideas de
MARVIN MINSKY. MINSKY, del Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT, propone una
explicación de la inteligencia humana a la luz de la inteligencia artificial: «Este libro trata de
explicar cómo funciona la mente? ¿Cómo puede surgir la inteligencia de algo no inteligente?
Para hallar la respuesta de mostraremos que es posible construir una mente a partir de mu-
chas partes pequeñas, que en sí mismas no la poseen. Llamaré «sociedad de la mente» a este
modelo, según el cual cada mente está formada por numerosos procesos más pequeños. Da-
remos a estos procesos el nombre de «agentes». Por sí solo, cada agente no es capaz de realizar
más que alguna cosa sencilla que no requiere en absoluto poseer ni mente ni pensamiento.
Sin embargo, cuando reunimos a estos agentes en sociedades —de ciertas maneras muy espe-
ciales— se desemboca en una verdadera inteligencia...» 24 .

MlNSKY trabaja con el concepto de inteligencia que es común: la capacidad de resolver


problemas difíciles. «Inteligencia» es el nombre que damos a los procesos que nos permiten
resolver problemas. Ensayo y error, reconocimiento de pautas, analogías, subdivisión del pro-
blema en problemas más pequeños, reformulación, MlNSKY examina una variedad de pro-
cedimientos de la mente en la actividad resolutora de problemas. Sin embargo, lo más sustan-
tivo es su insistencia en que «...las formas de pensar son más importantes que los conteni-
dos...»25.

En un reconocimiento que resulta valiosísimo para nuestro enfoque, MlNSKY afirma


que «..el pensamiento humano no está basado en ninguna forma única y uniforme de «lógi-
ca», sino en una miríada de procesos, guiones, estereotipos, críticos y censores, analogías y
metáforas. Algunos de ellos se adquieren merced a la intervención de nuestros genes, otros se
aprenden de nuestro ambiente, y aún otros son elaborados por nosotros misinos. Pero incluso
dentro de nuestra mente, nadie aprende realmente solo, dado que cada avance aprovecha
numerosos elementos que hemos aprendido antes, del idioma, la familia y los amigos, así
como de instancias anteriores de nuestro yo. Si cada etapa no fuera maestra de la siguiente,
nadie podría elaborar algo tan complejo como la mente...» 26 .
He aquí, pues, una cuestión esencial. El que la institucionalidad educativa haya hecho
de los contenidos y las materias algo tan abstractamente decisivo puede explicar mucho de su
crisis. Esta relevancia del producto con prescindencia de su productor y de los procesos por
los cuales llega a producirlo, está en la esencia misma de nuestra mentalidad educacional. Sin
embargo, ya hemos visto que contraviene gravemente la orientación convergente de las teo-
rías de la inteligencia.

El entrenamiento intelectual, en consecuencia, debe tener un lugar central en nuestra


concepción de la experiencia educativa, en nuestros conceptos de la enseñanza y el aprendiza-
je. Amén de reducir significativamente los problemas de desface y obsolescencia temática,
aporta una formación crucial para el desarrollo de la inteligencia.

Hay algo rnás que palabras que decir al respecto.

25
26
24
Op.go,
Op.
La 1986,
cit.
cit. pág. pág.
pág.338.
Sociedad 190.
de 15.
la Mente. La Inteligencia Humana a Luz de la Inteligencia Artificial (1986). Versión de Editorial Galápa-

17
Más tarde o más temprano, se plantea el problema de qué es lo que la inteligencia
artificial puede aportar a la educación y, en particular, qué lo que puede significar al respecto.
Por de pronto, hay una reacción inercial obvia que la institucionalidad educacional adopta en
relación al computador y consiste en adaptarlo como un nuevo «envase» en el que vaciar los
contenidos y las materias. Así, el computador es un mero instrumento, un mero canal. Más
veloz y más contenedor que otros, pero instrumento al fin y al cabo. Es la ceguera caracterís-
tica que no repara en que cada tecnología, mucho más que un «contenedor», es una peculiar
relación de conocimiento, una determinada manera de procesar información.

El libro, por ejemplo, no es una mera forma sobre la que se vierte un contenido: es,
propiamente hablando, una experiencia de conocimiento que hace del sujeto un lector de
ciertas ideas, presentadas en una forma acabada y rígida, y que empuja al monólogo silencio-
so y al apartamiento. En rigor, es una manera de pensar, esto es, un estilo específico y particu-
lar de procesamiento de información. De aquí que, en consonancia con todo lo anterior, el
computador debe ser considerado como otra experiencia particular de conocimiento, otro
modo de procesar información; en consecuencia, cabe esperar que signifique otra manera de
pensar y otra manera de aprender un ambiente intelectual diferente, superior acaso a todo lo
conocido hasta aquí. Es, en lo fundamental, lo que se ha planteado SEYMOUR PAPERT, el
matemático discípulo de PlAGET, asociado en la década del 70 al Laboratorio de Inteligencia
Artificial del M.I.T.

PAPERT está convencido que el estancamiento que ha caracterizado a la reflexión educa-


cional en las últimas décadas, se debería principalmente a la ausencia de una tecnología ade-
cuada. Con la aparición del computador esa causa está superada. Esta nueva tecnología cataliza
el surgimiento de nuevas ideas. Desde un comienzo, en el M.I.T., PAPERT estuvo interesado
en llevar estas ideas a su concreción práctica. Por ello, su perspectiva era «...considerar las
ideas de la ciencia de la computación no sólo como instrumentos de explicación del modo en
que de hecho funcionan el aprendizaje y el pensamiento, sino también como instrumentos
de cambio que podrían alterar y, posiblemente, mejorar la manera en que la gente aprende y
piensa» 27 . El resultado de esta disposición se traduce, en el caso de la gente del L.I.A., en la
creación del lenguaje computacional LOGO, el primero concebido para el aprendizaje infan-
til, y sometido a prueba en los '70.

No es el caso que reproduzcamos el detalle de las experiencias que PAPERT narra en su


libro sobre el tópico, pero sí es pertinente que manejamos las ideas generales que lo informan.
Según PAPERT, lo que han pretendido al construir el lenguaje LOGO es transmitir un estilo
cognoscitivo que facilite la expresión del proceso del pensamiento o, dicho de otro modo,
crear un ambiente intelectual en el que el énfasis se coloca en el proceso. Han recogido
sugerencias como las del matemático GEORGE POLYA, en el sentido de que deben enseñarse los
métodos generales para la resolución de problemas; por ejemplo, «recomienda que siempre
que abordemos un problema debemos recorrer una lista mental tipo de preguntas heurísticas
tales como: ¿puede este problema ser subdividido en problemas más simples? ¿puede ser
relacionado con otro problema que ya sé resolver?» 28 . En esto late otra vez el valor dado a los
procesos del pensamiento.

27
28
Desafio
Op. cit. apágs.
la mente,
82 yComputadores
83. y Educación (1980). Versión de Ediciones Galápago, 1981. Pag. 237.

18
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

No es un azar, por otra parte, la atención que PAPERT dedica al problema del error.
Como se sabe, el error es, para la institucionalidad educativa tradicional, una experiencia
negativa que se sanciona, sea por la exhibición del culpable ante el grupo o por la vía de las
calificaciones. La resultante es el temor a equivocarse, una actitud abiertamente intimidada y
exactamente antitética de la que se requiere para una disposición favorable al aprendizaje. Lo
que la pedagogía habitual no asume (por más que declare admitirlo) es que el error forma
parte del proceso de aprender a pensar. Según PAPERT, ésta es una de las grandes conquistas
que el computador hace posible. Aprender a programar un computador significa volverse
muy diestro en aislar y corregir errores que impiden el funcionamiento del programa. Esto
jamás se logra de buenas a primeras. Así, un programa no es bueno o malo, sino capaz de
corrección o no. Dice PAPERT: «Si esta manera de considerar los productos intelectuales se
generalizara al modo en que la cultura piensa sobre el conocimiento y su adquisición, a todos
podría intimidarnos menos nuestro temor a equivocarnos»29.

Esta importancia puesta en el problema del error es una manifestación más de esta
verdadera revolución copernicana en pedagogía. El énfasis no está puesto en el saber (conte-
nido o materia) que se transmite sino en la experiencia del sujeto, en sus procesos de pensa-
miento. De acuerdo a PAPERT, como según MINSKY, la presencia de la computadora garantiza
potencialmente la ocurrencia, en el futuro cercano, de un cambio significativo de las pautas
de desarrollo intelectual. Este cambio, como ya lo hemos reiterado, contiene la revaloración
del carácter procesal del pensamiento; es el punto en el que convergen una antigua pero sabia
tradición y la más reciente revolución tecnológica: la importancia de la experiencia intelec-
tual.

Háganlos un balance.

El pensamiento reflexivo es una de las grandes posibilidades del hombre. En el pasado,


determinado intelectualismo elevó la racionalidad humana a la categoría de verdad categórica
y dogma indiscutible. Por mucho tiempo, toda realidad que no encajara en ese axioma era
declarada, automáticamente, irrealidad. Al respecto, manejamos concepciones más humil-
des. No se trata de deslizarse al extremo opuesto y proclamar vías, caminos o facultades
incognoscibles de tan sutiles. Por pura experiencia, es posible constatar que la reflexión es
fructífera, iluminadora de los problemas y creadora, en condiciones apropiadas, de solucio-
nes eficientes. La filosofía, la ciencia y la tecnología son otros tantos testimonios, si de prue-
bas basadas en la autoridad se trata.

No caben, por tanto, ni el optimismo iluminista (el gobierno del mundo por la razón)
ni el escepticismo romántico (el gobierno del mundo por la irracionalidad de los instintos y
las pasiones). No tiene sentido, en consecuencia, exigir de la institucionalidad educacional su
conversión en facultad de filosofía o de ciencias como objetivos supremos.

Lo que sí es factible es el entrenamiento básico en las destrezas intelectuales, el estímulo


de la inteligencia exploradora, el permitir la experiencia directa de las formas elementales de
la disciplina intelectual, la formación de espíritus flexibles capaces de enfrentar situaciones
complejas con habilidad y una carga menos agravante de prejuicios.

29
Op. cit. pág. 38.

19
Implicaciones Eticas de la Actividad Intelectual
En una conferencia dictada por MAX WEBER en 1919, se encuentra el siguiente párrafo: «La
primera tarea de un profesor es la de enseñar a sus alumnos a aceptar los hechos incómodos;
quiero decir, aquellos hechos que resultan incómodos para la corriente de opinión que los
alumnos en cuestión comparten. Y para todas las corrientes de opinión, incluida la mía pro-
pia, existen hechos incómodos. Creo que cuando un profesor obliga a sus oyentes a acostum-
brarse a ello les está dando algo más que un simple aporte intelectual. Llegaría incluso a la
inmodestia de utilizar la expresión «aporte ético, « a u n q u e pueda sonar como un término en
demasía patético para calificar una evidencia tan trivial»30.

Puede resultar tremendamente sorprendente considerar un proceder intelectual como


algo ético, es decir, como algo que envuelve un valor moral choca con la manera habitual de
pensar: lo intelectual de un lado; lo ético, del otro. Su origen es decididamente moderno.
ARISTÓTELES, por el contrario, concebía la ética como una ciencia práctica. Con autores como
MAQUIAVELO, surge el paradigma que separa ética y ciencia. De allí en adelante, hacer ciencia
es correlativo de no mezclar categorías de la ética. Es algo que tiene sentido, la exigencia de
objetividad, la necesidad de explicar y comprender antes que juzgar. Sin embargo, esta razo-
nable demanda construía una infranqueable frontera entre el pensamiento reflexivo y los
dramas concretos de las personas concretas. Lo que vino después fue la consagración del
divorcio de las humanidades y las ciencias31, con francas pérdidas para las primeras y peligro-
sas consecuencias para las segundas (por ejemplo, Hiroshima y Nagasaki).

Muchos vanos esfuerzos por unificar lo divorciado. Puede deberse a la elección de ca-
minos inapropiados. ¿Cómo fundir la formación intelectual y la formación ética? Acaso esta
pregunta sea la expresión de un problema mal planteado, porque supone traer lo ético a la
esfera intelectual. ¿No lo estará ya y, entonces, la cuestión sea develarlo, ponerlo a la vista,
volverlo explícito? Es lo que WEBER sostiene: un aporte intelectual es, también, un aporte
ético.

Sostiene WEBER que para cualquier corriente de opinión hay hechos incómodos; en
rigor, para toda corriente de opinión. En filosofía y en ciencia, esta es una admisión ineludi-
ble. No hay teoría definitivamente demostrada. Ninguna idea puede eludir una proporción
significativa de permanente provisionalidad. No hay punto final. Nadie puede decretar el
cierre de las búsquedas, la suspensión definitiva de las preguntas. Lo que hay por delante es el
horizonte abierto. Entonces, siempre hay hechos incómodos. Es más, siempre los habrá.

¿Qué consecuencia práctica supone esta evidencia? Pues, que si se la asume realmente,
una persona no puede llegar hasta las últimas consecuencias en nombre de opinión alguna.
Dicho de otro modo: puede ser capaz de inhibir una conducta fanática; o sea, podría abste-
nerse, eventualmente, de considerar a otro como persona de menor valor, errada y extraviada,
merecedora de tratamiento (político, social, psicológico o psiquiátrico). Es claro que ello
supone alguna experiencia de entrenamiento intelectual, y no en el sentido de mayor o me-
nor saber, sino en el sentido de abordaje flexible de problemas y conflictos.

30
La 31Ciencia
Sobre como Vocación
el tema, (1919).
un texto Versión
ya clásico: LasdeDos
Editorial Alianza,
Culturas 1967. Pág.
y un Segundo 215. C.P. Snow (1959). Versión de Alianza
Enfoque.

Editorial, 1977.

2O
El Renacimiento fie la Experiencia Intelectual

Una persona capaz de ensayar respuestas no prejuiciosas frente a situaciones


interpersonales y grupales, tenderá a aceptar que ese tipo de relaciones implica ópticas distin-
tas y, en consecuencia, a suponer una pluralidad de opiniones posibles. Deducirá, por ende,
que ninguna puede autoatribuirse la certeza absoluta. De aquí podría avanzar hasta la convic-
ción de que la diversidad de opiniones es un hecho y que todo intento de reducir esa diversi-
dad a una sola opinión uniforme supone violentar la variedad humana.
De este reconocimiento pueden surgir alternativas éticas de gran valor. Las personas
tienden a simpatizar casi automáticamente con las otras personas que mantienen opiniones
semejantes o idénticas a las propias. Esta es una operación psicológica común que tiene con-
secuencias no poco perniciosas. La sola razón subyacente de estas simpatías (así como de las
antipatías que provocan las opiniones diferentes o contrarias a las propias) es la creencia de
que las opiniones propias son correctas o verdaderas; y que las ajenas, correlativamente, son
incorrectas o falsas. Pero esa es una pretensión exagerada y carente de fundamento sólido.
Estamos, lisa y llanamente, en presencia de una actitud prejuiciosa. Esta dependencia de
nuestros afectos con respecto a la coincidencia de opinión es, con toda evidencia, una rela-
ción de escaso valor moral. Mayor valor moral reside en la capacidad de desarrollar afectos
auténticos por personas con las cuales se experimenta discrepancia de opinión y que es man-
tenida en términos inteligentes.

Pero, una vez más, esto supone una cierta experiencia intelectual.

Admitir la variedad de las personas y la variedad de las opiniones supone haber admiti-
do eclécticamente que, aunque todas las opiniones pretenden ser verdaderas, (generalmente
en tanto que personales) no lo son de hecho. Un gran historiador británico de la filosofía,
C.E.M. JOAD ha podido decirlo con toda claridad: «Es placentero mantener viva la sensación
de maravilla al contemplar la riqueza y singularidad del mundo. No menos placentero es
contemplar la variedad de ideas de los hombres. Así como distintos tipos de gente hacen un
mundo, hacen falta diversos tipos de ideas para construir una verdad acerca del mundo» 32 .
Una mente libre de prejuicio es imposible. Grupos sociales exentos de prejuicios es
también una utopía. La sola ignorancia o la sola estupidez no bastan para explicar la
funcionalidad de las actitudes prejuiciosas. Pero, sin duda, tiene sentido el intento de contra-
rrestar las consecuencias más dañinas y peligrosas de cualquier tipo de prejuicio, en particular
aquellos que proporcionan su fuerza al fanatismo religioso, ideológico, moral o político.
El fanatismo moral es la manifestación del espíritu dogmático en el campo de la ética.
Su sustancia es la creencia de que la moral sólo puede ser una y que los códigos y valores
tienen validez eterna y para todo tipo de circunstancias. El fanatismo moral no admite la
variedad de la experiencia humana. La rechaza de plano. Cualquier grado de familiaridad con
los fundamentos básicos de la actividad intelectual entrega argumentos sensatos para consta-
tar que la experiencia es siempre más ancha y más compleja que todos los códigos juntos. Lo
cual no significa ceder a la tentación del relativismo moral absoluto. La reflexión ética condu-
ce a la aceptación honesta de que las situaciones humanas y las relaciones humanas son pro-
blemáticas, envuelven dilemas reales entre valores y necesidades, entre sentimientos y con-
venciones, entre unos valores y otros. Igual que las ideologías fanáticas que ven el mundo en

32
Guide to Philosophy (1936). Dover Publications, pág. 15.

21
blanco y negro y obligan a elegir en una u otra dirección necesariamente, la moral dogmática
pretende que en el mundo no hay más que bien y mal y que, en toda situación, hay que optar
por el bien. Sin embargo, basta un espíritu atento para percibir que no hay un bien absoluto
ni un mal absoluto; que no existen situaciones simples y que nunca es evidente del todo en
qué consiste el bien en una circunstancia específica, y si la opción de una persona particular
coincide irremisiblemente con la de otra33.

Hay una palabra que resume perfectamente lo anterior: tolerancia. Es un concepto de


carácter ético. Lo que aquí salta a la vista es que su génesis no es sentimental ni emotiva. No
se llega a la tolerancia por amor a los hombres. Esa es una racionalización. La tolerancia es la
conclusión ética a la que nos conduce el pensamiento reflexivo, la consideración inteligente
de la condición humana. Es, en suma, una virtud de raíz intelectual. Se llega a la tolerancia
por la flexibilidad intelectual. De aquí que no constituya un desliz romántico el sostener que
la educación intelectual pueda arrojar, como auténtico resultado suyo, el desarrollo de la
tolerancia.

Por otra parte, la experiencia directa de la actividad intelectual, del ejercicio sistemático
del pensamiento reflexivo y la estimulación de la inteligencia, puede aportar las bases para el
crecimiento personal, la autonomía y la independencia espirituales. La dependencia incondi-
cional a la autoridad de otras personas inhibe la capacidad de juicio y de análisis. JEAN PIAGET,
así como una diversidad de otros autores, llamó la atención sobre este hecho crucial: «Pero si
desde el punto de vista del desarrollo... del niño... el adulto es la fuente de toda verdad y de
toda moralidad, esta situación tiene sus peligros. Por ejemplo, desde el punto de vista intelec-
tual: el prestigio que posee a los ojos del niño hace que éste acepte sin más todas las afirmacio-
nes que emanan del maestro y que su autoridad le dispense de la reflexión. Como la actitud
egocéntrica lanza precisamente al espíritu a la afirmación sin control, el respeto al adulto
conduce frecuentemente a consolidar el egocentrismo en vez de corregirlo, reemplazando sin
más la creencia individual por una creencia fundada en la autoridad pero sin conducir a la
reflexión y discusión crítica que constituyen la razón y que únicamente la cooperación y el
verdadero intercambio pueden desarrollar. Desde el punto de vista moral el peligro es el
mismo; al verbalismo de la sumisión intelectual corresponde una especie de realismo moral:
el bien y el mal se conciben simplemente como lo que es o no conforme a la regla adulta. Esta
moral esencialmente heterónoma de la obediencia conduce a toda clase de deformaciones.
Incapaz de conducir al niño a la autonomía de la conciencia personal, que constituye la moral
del bien en oposición a la del deber puro, fracasa al preparar al niño para los valores esenciales
de la sociedad contemporánea» 34 .

La sumisión intelectual y moral a una autoridad se reproduce en el círculo vicioso de la


dependencia. El individuo no juzga por sí mismo. Tampoco decide por sí mismo. Cede su
potencial capacidad de juicio y de decisión. Es bueno reparar en que esta descripción, super-
ficial en tanto que presentada grosso modo, corresponde a la relación autoritaria característi-

un autor obligado: Más Allá del Bien y del Mal (1886) y La Genealogía de La Moral (1887). Sobre la idea de una ética no
dogmática puede recurrirse a Bertrand Russell; por ejemplo: Ética y Política en la Sociedad Humana (1945). Versión de
33
editorial
Hay Hermes, 1957.deIgualmente,
una variedad autores paraelapoyar
estimulante texto de Leszek
estas reflexiones. Kolakowski:
Acerca del carácterEtica sin Código
problemático de(1967), versión
la moral, de es
Nietzsche
Editorial Ariel, 1970.
34
Cita incluida en nuestra antología Los Derechos de la Inteligencia. Op. cit.

22
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

ca de la escuela tradicional. No se espera del estudiante que enjuicie críticamente, que someta
a examen el saber y la moral que se le transmiten y, menos todavía, que cuestione la autoridad
de la persona que se los transmite.
Es interesante considerar las formas que adopta esta sumisión del propio juicio. Lo
característico de ella en la condición infantil es la creencia de que la verdad son los padres. Ya
en la condición de receptor, miembro de la institucionalidad educacional, se produce un
cambio de la persona a la que el individuo se somete: esta vez es el profesor. En la condición
adulta, la sumisión vuelve a cambiar; ya no es, necesariamente, una persona específica sino
entidades abstractas: los otros, las instituciones, los símbolos. LEÓN FESTINGER, el psicólogo
social, habla así de los procesos de comparación social. La realidad son los demás. Lo bueno
y lo malo, lo verdadero y lo falso, lo justo y lo injusto, son, ante todo, categorías sociales. El
sujeto busca allí sus respuestas, dado su largo aprendizaje de sumisión. Impedido de juzgar
por sí mismo, temeroso de sus propias capacidades, espera que los otros decidan por él. Su
actitud básica es que los juicios ya están hechos. Sólo hay que encontrarlos en todo lo que los
demás dicen y hacen.

La medicina no consiste, naturalmente, en el cuestionamiento sistemático y la irreve-


rencia moral que es su correlato. Radica, más bien, en la provisión de un espíritu intelectual
básico, capaz de reproducir por sí mismo los caminos que llevaron al saber que recibe y
apreciar el contexto y ámbito de su validez. Tanto en la esfera intelectual como en la ética, los
peligros no radican en el espíritu reflexivo sino en la sumisión incondicional a la autoridad de
ciertas creencias, ciertos valores, ciertas instituciones y ciertas personas que se perciben into-
cables. El espíritu crítico capaz de independencia frente al dogma sólo puede ser desarrollado
en el entrenamiento intelectual.

Igualmente, la actividad intelectual implica un genuino valor de convivencia. Desde el


instante mismo en que se reconoce la necesidad de la variedad de ideas, de la exploración
permanente y el espíritu crítico, no se puede sino colegir lo imprescindible del debate de las
ideas, de la polémica, del cruce de las razones y los argumentos, el juego de las pruebas y las
contrapruebas. Ninguna idea crece en la soledad absoluta, en la esfera cerrada de la mente de
un solo individuo. Todas las ideas tienen raíces. Fueron pensadas antes, en un grado u otro, y
lo seguirán siendo. Sea que se las cuestionara o se las aceptara, fecundaron a otros espíritus y
se multiplicaron. Estimularon a otras ideas. En suma, todas las ideas viven en la reflexión de
muchos sujetos, vibrando en tensiones diferentes. Desde el instante mismo en que se las
formula pasan a formar parte del haber intelectual de la humanidad y quedan para siempre a
disposición de quien quiera considerarlas, respetando las normas de la discrepancia inteligen-
te. Es el parlamento espiritual del que habla lonesco. Es, desde el punto de visto ético, lo que
llamamos «diálogo»; reflexionar a dúo, admitir al otro como interlocutor con los mismos
derechos, en la solidaridad y complicidad de quienes no se consideran poseedores de la ver-
dad sino buscadores honestos de ella. Y tampoco se reconoce el valor del diálogo por una
suerte de humanismo a priorí. Es, otra vez, un valor que se madura en el seno del pensamien-
to reflexivo, otro precipitado del espíritu intelectual.

Pero, hay todavía una dimensión trascendental de la actividad intelectual que cabe
rescatar por su importancia ética. Más o menos explícitamente, el ejercicio de la inteligencia
y del pensamiento reflexivo permiten una mayor comprensión de la realidad, arrojan luz
sobre la experiencia. La dicotomía de lo intelectual y lo moral, a la que ya nos hemos referido,
supone, entre otras cosas, que el pensamiento reflexivo sólo debe ser aplicado sobre materia-

23
les estrictamente intelectuales: teorías, hipótesis, conceptos relativos a la realidad física o na-
tural y, en caso alguno, a otras realidades. Un descubrimiento básico que se produce con el
desarrollo de la actividad intelectual es que la facultad racional puede ser aplicada sobre cual-
quier tipo de hechos. Las ciencias sociales han luchado larga y sostenidamente por su derecho
a la existencia, en una demostración fehaciente de la fuerza de la superstición de que la vida
social no es abordable ni comprensible con los conceptos de las ciencias. Igual prejuicio se
mantiene respecto de las relaciones interpersonales: se las supone tan irracionales y enigmáti-
cas que resultaría ridículo el intento de comprenderlas35. El enfrentamiento de esta supersti-
ción es una de las grandes razones de ser de la reivindicación del ejercicio del pensamiento
reflexivo en nuestro tiempo. Por supuesto, sería otra superstición el creer en la capacidad
transformacional social automática del pensamiento reflexivo pero el reconocimiento de esta
imposibilidad no implica, en modo alguno, la renuncia a la lucidez que resulta de la reflexión
racional.

La creencia en la potencialidad revolucionaria de la actividad intelectual, tan manifiesta


en los últimos dos o tres siglos, es una expresión de ingenuidad, cuando no de soberbia. La
conciencia intelectual de hoy es más humilde al respecto, y más realista.

Otro evidente punto de encuentro de lo intelectual y lo ético es la experiencia del error.


Ya nos hemos referido a ella como un elemento constituyente e ineludible de la actividad
intelectual, que las actuales teorías de la información y de la inteligencia reactualizan y que la
pedagogía tradicional rehuye y castiga. Un corolario importante del ejercicio sistemático de
la reflexión es la conclusión de la enorme dificultad de construir una explicación abarcadora
y convincente de la conducta humana, como, en general, de cualquiera realidad de cierta
envergadura. De esta imposibilidad práctica de comprenderlo todo se sigue que resulta igual-
mente problemático un juicio ético y categórico y definitivo sobre cualquier situación que
implica a personas. Comprenderlo todo es perdonarlo todo, decía PASCAL. De seguro, es
claramente imposible aplicar este precepto a las contingencias de la vida cotidiana. Com-
prender por qué un régimen político organiza una institución de seguridad no tiene por qué
conducir a perdonar la práctica sistemática de la tortura. Lo que queremos decir es que el
ejercicio de la razón genera un temple en el que resulta más problemático el juzgar. Cualquier
juicio moral categórico y definitivo supone una exagerada simplificación de las situaciones.
Esto es de gran importancia ética. Las personas cometen errores, ni qué decirlo. Y si los
cometen es porque su dominio de las situaciones es precario y frágil. No pueden manejar
todas las variables. Con frecuencia, hasta ignoran la operación de algunas de ellas. En tal
circunstancia, juzgar acertadamente se vuelve sumamente complicado. Aprender de los pro-
pios errores (cuando ello ocurre) es una chance que no puede serle negada a las personas. Si
esto se reconoce, hay que inferir de aquí que toda calificación moral se basa en la reducción
violenta y desmesurada de la multiplicidad de las situaciones humanas a una forma única de
limitadísimas variantes. Ello implica (siguiendo el tenor de nuestras consideraciones) que no
ha habido una reflexión previa de hondura mínima. Una consecuencia que se continúa de
todo lo precedente es que las relaciones entre las personas deben admitir los procedimientos
de ensayo, error y replanteamiento. Lo contrario sería suponer que las personas están previa-

35
Como intentos positivos en la dirección contraria, pueden consultarse: Schneider, Hastorf, Ellsworth: Percepción
Personal (2979), versión del Fondo Educativo Interamericano, 1982; y «Atracción InterpersonaJ» (1969), de versión
de la misma editorial, 1982. Se trata de abordajes de psicología social.

24
El Renacimiento de La Experiencia Intelectual

mente equipadas con todos los conceptos éticos que les permitirían obrar siempre acertada-
mente. La experiencia indica que las cosas ocurren de modo contrario a ese supuesto.

El reconocimiento de los propios errores y del error en los demás, la capacidad de


autocrítica, implican el valor ético de la honestidad. Por ello, es más sensato afirmar que no
hay personas buenas o malas sino personas con mayor o menor capacidad de honestidad,
tolerancia y diálogo. La incapacidad para el reconocimiento de los propios errores es correla-
tiva de la tendencia obsesiva a responsabilizar a los otros de la ocurrencia de lo que se juzga
«malo». Por ello, es igualmente prudente admitir la existencia de diversas categorías morales,
de distintas perspectivas de juicio ético. El pluralismo explícito de la experiencia intelectual
debiera asumirse en el plano moral. Pero, esto no es algo que se pueda imponer. Lo que
importa, más bien, es una pedagogía que permita a las personas el descubrimiento de los
beneficios de convivencia que estos valores traen aparejados. Nuestra tesis es, para reiterarlo,
que la actividad intelectual es una experiencia de gran fecundidad para la maduración ética.
Estamos convencidos que esta experiencia no es una atmósfera artificiosa para el descubri-
miento de valores éticos esenciales: ella misma los hace germinar en su seno.

Sin embargo, todo cuanto se plantea en esta segunda parte requiere ser considerado con
prudencia. La convicción de que la actividad intelectual contiene valores éticos debe ser de-
fendida de toda tentación idealizante. En mayor o menor grado, en todas las épocas, se ha
hecho lugar a la idea de que el mundo seria mejor si gobernaran los filósofos o, para ubicarnos
en nuestro tiempo, los hombres de ciencia36. Nos asiste la sospecha de que se trata de una
inferencia gratuita. Si la conducta de las personas obedeciera a la lógica de los filósofos y los
científicos, la cuestión ni siquiera se plantearía. Se impondría de suyo. Pero no es así. Las
variables intervinientes son tantas y se expresan en modalidades tan diferentes en cada caso
que resulta dudoso, por decir !o menos, que los procedimientos intelectuales puedan identi-
ficarlas todas y eventualmente controlarlas. El poder transformacional de la razón es una
utopía. Pero el que lo sea no nos autoriza a transitar hasta el extremo opuesto: creer que la
condición humana es incomprensible y que en su seno no se puede estar sino como sonám-
bulos.

El ejercicio de la inteligencia asegura, en algún grado, el esclarecimiento de las circuns-


tancias y una austera lucidez. Posibilita, al menos en las relaciones-interpersonáles y
microgrupales, algún grado de tolerancia y amplitud de miras; nos permite contrarrestar,
aunque sea en un mínimo, el poder de los prejuicios más recalcitrantes y de las supersticiones
más dañinas.

36
Sobre el tópico: Ziman, John: La Credibilidad de la Ciencia (1978). Versión de Alianza Editorial, 1981.

25
¿Tiene futuro
el humanismo?

Planteamos nuestro tema en la forma de una pregunta y nuestra reflexión adopta esta forma,
porque responder constituye un problema. Un problema, por de pronto, porque el tema es
hoy casi un anacronismo; que es «humanismo», quienes son «humanistas», todo ello circula
en una atmósfera enrarecida, confusa, llena de imprecisiones y de significados que se diluyen.
Es tal la ambigüedad que si alguien, hoy por hoy, se autoproclama como «humanista», al
hacerlo nos deja en la misma indeterminación existente hasta antes de su autoproclamación.

Como se sabe, cualquier intento por ir a las definiciones originales de los conceptos, no
remedia nada. Los problemas de la convivencia humana no tienen que ver con la lógica sino
con las percepciones y las interpretaciones. Requerimos, pues, otro camino.

Les propongo una reflexión en voz alta desde la alegoría platónica de la caverna, a mi
juicio, la más potente metáfora comunicada por la filosofía.

Como ustedes saben, la alegoría de la caverna plantea la difícil relación entre los prisio-
neros y quien desea rescatarlos de su condición. Se trata de una relación complicada, porque
quien viene a rescatarlos, ofreciendo una vida mejor, es rechazado violentamente. La sorpren-
dida reflexión de quien lee por primera vez la narración gira, comprensiblemente, en torno de
este paradójico rechazo. Uno se pregunta, ¿cómo es posible que un grupo de personas pueda
resistirse a la invitación a otra vida, libre y luminosa. ¿Quién podría rechazar una opción tal?
El hacerlo supondría una contradicción demasiado flagrante con algunos supuestos cardina-
les sobre la naturaleza humana. Esto nos descoloca.
Recordemos: Los prisioneros están encadenados; ya ha habido suficiente interpretación
sobre la simbología de esas cadenas: se trata de los prejuicios, las supersticiones, los mitos, etc.
Los prisioneros no desean quitarse esas cadenas. Incluso más, es necesario no olvidar que el
ahora rescatador era uno de los prisioneros y fue obligado a ascender por el camino que lleva
hasta fuera de la caverna. La narración no precisa quien o quienes procedieron a forzarlo
fuera de su condición. El hecho es que ha visto algo diferente, en algún sentido superior, y
desea comunicarlo a sus congéneres. También conocemos de sobra las interpretaciones sobre
eso diverso percibido: la luz, la razón, la verdad, el bien. Los prisioneros renuentes se nos
aparecen, en consecuencia, como gente ciega, estrecha de miras, limitada y prejuiciosa y su
reacción violenta contra quien desea liberarlos nos recuerda, casi espontáneamente, la trage-
dia de Sócrates condenado por su propia polis; la de Bruno quemado en la hoguera, la de
tantos otros.

Estamos en plena lectura iluminista. El rescatador actúa en nombre de la razón, de la


ciencia, del conocimiento; su promesa es la verdad, el fin del error, la muerte de la supersti-
ción; su anuncio es la nueva era de la luz, la mayoría de edad de la sociedad, el progreso
incontrarrestable de la condición humana. El rechazo temporal por parte de los prisioneros
será enfrentado con generosos programas de educación generalizada, destinados a preparar al
populacho ignorante para la nueva vida. DlDEROT pudo decir, confiado en la fuerza inconte-
nible de la razón, que cuantos más fueran a Constantinopla, donde estaba la academia, me-
nos irían a la Meca, donde estaba el clero.

26
EL Renacimiento de La Experiencia Intelectual

Y ¿qué resultó de la crítica implacable a las religiones, esto es, del despedazamiento de
las cadenas de los prisioneros? Según NlETZSCHE, el resultado es el más abrumador de los
nihilismos. ¿Estamos condenados, entonces, a elegir entre el mito y el nihilismo? Volvamos al
prisionero que, luego de ser obligado a ver la luz, regresa a la caverna con el bienintencionado
propósito de rescatar y liberar a sus congéneres. El ha concluido que sus congéneres viven en
la superstición. ¿De dónde ha salido este concepto? Por de pronto, ¿quién decide que los
prisioneros viven en la superstición? Por supuesto, el filósofo iluminista, el antropólogo tradi-
cional, el misionero, el conquistador. Porque los prisioneros no se ven a sí mismos como tales.
Otros los juzgan en tal condición. En consecuencia, el rescatador desea imponer su interpre-
tación a sus congéneres, en la convicción de que él no está en una interpretación cualquiera
sino en la interpretación correcta.

Vieja tentación. Se trata de la tentación evangelizadora, de la tentación misionera, de la


tentación de que la propia experiencia es el mejor de los puntos de vista posibles. Una vez
concluido este razonamiento, lo que sigue es la acción de adoctrinar al resto del mundo. Las
grandes religiones, las grandes ideologías, han padecido sistemáticamente esta tentación de
bajar a la caverna y supuestamente liberar la condición humana sufriente. Y lo que es, segura-
mente, lo más paradójico de todo, es que esta tentación evangelizadora alcanzó también al
racionalismo luminoso, a la esclarecedora filosofía y a la perfecta ciencia. Las lobotomías
cerebrales, los encierros psiquiátricos, las higienes étnicas, las torturas, Hiroshima y Nagasaki,
y los aprendices de brujos de la genética, tienen todos el signo de la ciencia, la certeza y la
objetividad. Los grandes crímenes justificados por los grandes humanismos. Estamos en la
atmósfera temible del fanatismo.

Como dice ClORAN, en pasajes inimitables: «En sí misma, toda idea es neutra o debería
serlo; pero el hombre la anima, proyecta en ella sus llamas y sus demencias; impura, transfor-
mada en creencia, se inserta en el tiempo, adopta figura de suceso: el paso de la lógica a la
epilepsia se ha consumado... Así nacen las ideologías, las doctrinas y las farsas sangrientas.

Idólatras por instinto, convertimos en incondicionados los objetos de nuestros sueños


y de nuestros intereses. La historia no es más que un desfile de falsos Absolutos, una sucesión
de templos elevados a pretextos, un envilecimiento del espíritu ante lo improbable. Incluso
cuando se aleja de la religión el hombre permanece sujeto a ella; agotándose en forjar simula-
cros de dioses, los adopta después febrilmente: su necesidad de ficción, de mitología, triunfa
sobre la evidencia y el ridículo. Su capacidad de adorar es responsable de todos sus crímenes:
el que ama indebidamente a un dios obliga a los otros a amarlo, en espera de exterminarlos si
se rehusan. No hay intolerancia, intransigencia ideológica o proselitismo que no revelen el
fondo bestial del entusiasmo. Que pierda el hombre su facultad de indiferencia: se convierte
en asesino virtual; que transforme su idea en dios: las consecuencias son incalculables. No se
mata más que en nombre de un dios o de sus sucedáneos: los excesos suscitados por la diosa
Razón, por la idea de nación, de clase o de raza, son parientes de los de la Inquisición o la
Reforma. Las épocas de fervor sobresalen en hazañas sanguinarias: Santa Teresa no podía por
menos de ser contemporánea de los autos de fe y Lutero de la matanza de los campesinos. En
las crisis místicas, los gemidos de la víctima son paralelos a los gemidos del éxtasis... Patíbu-
los, calabozos y mazmorras no prosperan más que a la sombra de una fe, de esa necesidad de
creer que ha infestado el espíritu para siempre. El diablo palidece junto a quien dispone de
una verdad, de su verdad. Somos injustos con los Nerones o los Tiberios: ellos no inventaron
el concepto de herético: no fueron sino soñadores degenerados que se divertían con las ma-

27
tanzas. Los verdaderos criminales son los que establecen una ortodoxia sobre el plano religio-
so o político, los que distinguen entre el fiel y el cismático».

Así pues, la crítica de la superstición estaba basada en sus propias supersticiones. Ha-
bría que modificar la alegoría de la caverna; tal vez, una sucesión de planos, cada uno con sus
propia cadenas en una interminable dinámica de esclavitudes y libertades posibles. Hay que
poner en duda, entonces, todo concepto de salvación. ¿No tendría sentido, más bien, respetar
la condición de los prisioneros? Tal vez no están prisioneros. Esas cadenas son sus confianzas,
sus seguridades, sus construcciones de sentido. ¿A titulo de qué destruirlas? Y si están efecti-
vamente prisioneros, entonces no hay nadie que no lo esté, con algún tipo de cadenas.

Los hombres habitan en el mito como en sus casas, su domicilio. Destruir los mitos es
volver a los hombres extranjeros de si mismos. Es abrir la caja de Pandora. Dice NlETZSCHE
en El nacimiento de la tragedia: «He aquí nuestra era.... volcada al exterminio del mito. El
hombre de hoy, despojado del mito, se yergue famélico sobre su propio pasado y debe escar-
bar frenéticamente buscando sus raíces entre las más remotas antigüedades».

A menos que alguien pretenda haber alcanzado la verdad absoluta definitiva (siempre
hay quienes lo pretenden, pero siempre termina siendo un fraude), todos nuestros pretendi-
dos humanismos son los nombres para la perspectivas evangelizadoras de comunidades y
experiencias humanas muy específicas, que han sucumbido a la tentación de imponer su
experiencia propia a otras comunidades humanas. La idea parece ser poseer la verdad única,
la moral única, la ley única. Ninguna creencia verdaderamente intensa tolera la variedad. El
monoteísmo es una sofisticación teológica pero también una forzada simplificación de la
experiencia humana.

La verdad única no es una unidad de lo diverso sino una unidad por eliminación de lo
diverso. El ideal de la verdad única (teológica, filosófica o política) nos vuelve incapaces de
admitir la diversidad, la diferencia. Dada una diversidad de ideas, creencias o percepciones,
una de ellas tiene que ser verdadera, y el resto ha de ser erróneo. El error equivale a la falsedad,
y la falsedad equivale al mal. Y el mal debe ser perseguido y eliminado. Por eso no hay verdad
en lo indígena, en lo salvaje, en lo primitivo, en lo aborigen, en lo incivilizado, en lo inculto.
Por eso había que conquistar, dominar, colonizar, evangelizar, civilizar, culturizar, adoctrinar.

Todo ello está predicho en la alegoría de la caverna. Se retorna para recuperar lo extra-
viado, para absorver lo distinto, para someter lo diferente a la luz única. Soy h u m a n i s t a pues
cuando tengo la noble aspiración de que toda la diversidad humana se amolde y se adapte a
mis valores, a mi concepción de la dignidad del hombre, a mi concepción de la palabra, a mi
aprecio por lo greco-latino, a mi concepción de la belleza. Cuando uno se cree en la luz, ve
cavernas en todos los demás; ve cavernas y ve sombras y siente el deber moral de salvar a la
humanidad.

Prisioneros, caverna, sombras, cadenas: curioso vocabulario, curiosa descripción, cu-


riosa expresión de etnocentrismo, de unilateralidad, de particularismo, de sectarismo. Toda
esa visión de las cosas y de la condición humana está por los suelos, sin resucitación posible.
Y todas sus consecuencias sociales resultan hoy anacrónicas, por reales que sean. Después de
Vietnam, ningún fervor bíblico, ningún credo incendiario, acarrea simpatías planetarias. En
el colmo de la inversión de las cosas, a lo más protagonizan suicidios colectivos que nos
espantan. Después del apogeo ya ido de la c u l t u r a occidental europea, ninguna experiencia

28
El Renacimiento de La Experiencia Intelectual

particular identifica al género humano. Ya resulta claro: todos los humanismos, aunque gené-
ricos en sus pretensiones, eran humanismos regionales, provincianos, convencidos de haber
sido elegidos como representantes de la humanidad en su conjunto.

Así, pues, henos aquí en plena era del relativismo. No está mal, si eso nos infunde una
razonada humildad, y pone al desnudo nuestras soberbias absolutistas. La única experiencia
universal humaría actual es el descubrimiento, en las imágenes y no en los conceptos, de la
diversidad de la experiencia humana, de la existencia de diferencias reales que, sin embargo,
pueden coexistir. Los medios de comunicación están aboliendo todas las fronteras del pasa-
do, geográficas o mentales. Así, en consecuencia, a la diversidad de la experiencia humana le
corresponde una pluralidad en el plano de las ideas.

Debemos asumir el relativismo, que no quiere decir, por supuesto, que todo es relativo
sirio que cada concepto tiene un campo acotado de aplicación. No todo puede valerlo todo,
para todos, en todas las circunstancias. Hay quienes se lamentan de esto, porque añoran el
pasado de verdades monopólicas incuestionadas. Creen que el hombre se perderá sin refe-
rencias absolutas únicas, sin credos universales. Tal vez. Por ahora asumamos el relativismo,
siquiera como pensamiento convalesciente, como ética de transición. Lo que sabemos clara-
mente ahora, es que 110 hay una verdad única que deba ser enseñada a todos los hombres, o en
la que todos los hombres deban ser adoctrinados.

A veces, pero cada vez más sólo a lo lejos, me dejo persuadir por el argumento de que el
relativismo es lógicamente insostenible. En esas ya escasas ocasiones opongo dos objeciones a
ese argumento. La primera de ellas plantea que no hay una manera única y correcta de pensar,
con reglas inviolables. La segunda es una reflexión desarrollada por el astrónomo CARL SAGAN.
Este hombre de ciencia se plantea el problema de la comunicación de los sofisticados concep-
tos de su disciplina. En materia de astronomía, los tiempos y Jas distancias escapan a las
unidades de medida que usamos comúnmente. ¿Cómo, entonces, transmitir la idea de esas
dimensiones astronómicas? Con este objeto, y en el marco de la producción de una serie
televisiva, Sagan elabora su metáfora: el calendario cósmico.

Actualmente, se le asigna al universo una edad de 15 mil millones de años, tomando


como referencia el suceso llamado Big Bang, el fenómeno más remoto del que se tiene noti-
cia. La idea de SAGAN fue comprimir esos 15 mil millones de años en un intervalo de un año.
De este modo, el Big Bang ocurre en los primeros segundos del 1 de enero del calendario
cósmico. El sistema solar se origina el 9 de septiembre y la Tierra aparece el 17 del mismo
mes. También en septiembre, pero el día 25, surge la vida. Hacia el 1 de diciembre se forma
una atmósfera apreciable de oxígeno en el planeta.

El primer hombre hace su entrada a eso de las 22.30 de la noche del 31 de diciembre,
último día del calendario cósmico. La cultura neolítica comienza faltando 25 segundos para
la medianoche. En esos 25 segundos restantes se produce la historia del hombre hasta hoy: 25
segundos del último minuto, de la última hora, del último día, del último mes del calendario
cósmico. Aquí está condensado todo, toda la miseria y toda la grandeza de la especie humana.
Se trata de una metáfora impresionante y conmovedora, porque queriendo representar en
términos comprensibles la edad del universo reduce la aventura humana a los últimos 25
segundos. ¿En qué basa entonces el hombre su pretensión, una y otra vez expresada, de haber
descifrado todos los misterios, de conocer la verdad, de comprender el universo y de tener

29
todas las respuestas para todas las preguntas? ¿Cómo podría una especie como la nuestra,
recién aparecida sobre el planeta —un pequeño planeta en una inmensa galaxia que no es
más que una entre millones de otras— pretender que sus afirmaciones sobre el universo y su
sentido tengan algún grado de verdad?
Creo que esta es la única perspectiva posible para un humanismo, hoy.

36
El Sentido de la
Actividad Intelectual

1. Preguntas, dudas, búsquedas...

La búsqueda de la verdad es más preciosa que su posesión.


ALBERT EINSTEIN

Me importa más la búsqueda de la verdad, que la verdad misma.


LESSING

Hay sobre todo una cosa que procura atractivo al pensamiento de los hombres: es la inquietud.
Un espíritu que no se muestre ansioso me irrita y me aburre.
ANATOLE FRANCE

El hombre natural se impacienta con la duda y la expectativa: trata atropelladamente de sus-


traerse a ellas. Una mente disciplinada goza con lo problemático y se demora hasta que encuentra
una salida que se acredite como una buena ante el examen. Lo cuestionable se convierte en un
cuestionar o preguntar activo, en una búsqueda. Nadie va muy lejos intelectualmente si no le
gusta pensar y no hay gusto en pensar si no se tiene interés por los problemas como tales.
JOHN DEWEY

Probablemente usted piensa que usted misma, y los que piensan como usted, son los únicos que
conocen la verdad y que todos los demás están en el error. Tengo 80 años y todavía sigo buscando
la verdad.
LEON TOLSTOI

Nosotros somos partidarios de la inteligencia y de sus dudas.


ALBERT CAMUS

Es un error enorme no querer dudar en asuntos del conocimiento. Quien empieza con certidum-
bres, acabará con dudas.
G.C. LICHTENBERG

Filosofar significa poner en tela de juicio, y cuanto más filosófico sea un filósofo, tanto más
radicales serán sus preguntas.
W. WEISCHEDEL

Un problema filosófico se formula diciendo: no conozco el camino.


LUDWIG WlTTGENSTEIN

31
Entre las peculiaridades específicas del hombre hay una, la apetencia de explorar y jugar, que no
se extingue, como en los organismos superiores, con la pubertad. Esto, asociado con la tendencia
a la autoexploración, le incapacita para aceptar pasivamente los imperativos de una tradición.
La tensión existente entre el dominio ejercido por los valores sacrosantos de la tradición inmemo-
rial y la curiosidad rebelde o el codicioso deseo de ver cosas nuevas, existe en cada uno de nosotros.
KONRAD LORENZ

El genio se revela, no tanto en el descubrimiento de nuevas soluciones, como en el de nuevos


problemas. Influye en su época no tanto porque resuelva sus problemas sino porque abre los ojos
ante problemas anteriormente inadvertidos. Así, pues, las nuevas ideas que el genio da al públi-
co, son las que marcan una nueva dirección a la investigación, lo que frecuentemente equivale a
un nuevo método de pensar.
GILBERT RYLE

Y es que la filosofía tiene necesariamente que comenzar por provocar confusión en el espíritu,
para llevarlo luego a la reflexión. Hay que empezar dudando de todo, destruyendo todas las
premisas por medio del concepto.
HEGEL

En cuanto formulo una duda o, mejor dicho, en cuanto siento la necesidad de formular una,
experimento un bienestar curioso, inquietante. Me sería mucho más cómodo vivir sin el rastro de
una creencia que sin el rastro de una duda. ¡Duda devastadora, duda nutritiva!
EMILE CIORAN

Hay más placer en marchar hacia la verdad que en llegar a ella.


JOSÉ INGENIEROS

La pregunta es el primer paso a tientas de la mente en sus jornadas que conducen a nuevos
horizontes; en ninguna parte se revela más sorprendentemente el genio del filósofo como en la
nueva clase de interrogantes que trae al mundo. Lo que lo distingue y lo sitúa es la pasión de
interrogar; el que sus preguntas no sean a veces muy claras no tiene tanta importancia como suele
dársela; nada hay como un pensamiento claro para impedir a uno hacer descubrimientos. Está
muy bien hablar de claridad, pero cuando se convierte en una obsesión, propende a cortar el
pensamiento vivo en capullo.
FRIEDRICH WAISMANN

Me encuentro en estado de erección intelectual permanente.


SALVADOR DALÍ

Aunque no puede responder a todas las preguntas que deseamos, la filosofía por lo menos tiene el
poder de plantear preguntas que aumentan el interés en el mundo, y que muestran la perplejidad
y la admiración que se ocultan bajo la superficie incluso de las cosas más comunes de la vida
diaria.
BERTRAND RUSSELL

La inteligencia se alimenta de preguntas, no de respuestas.


ALBERT EINSTEIN

32
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Para un espíritu científico, todo conocimiento es una respuesta a una pregunta. Si no hubo
pregunta, no puede haber conocimiento científico. Nada es espontáneo. Nada está dado. Todo se
construye.
GASTÓN BACHELARD

Sugerir, remover ideas, sacudir sentimientos, soplar en el alma del prójimo.


MIGUEL DE UNAMUNO

Nunca cesaremos de buscar y, sin embargo, la meta de todas nuestras búsquedas será retornar al
punto de partida y conocer ese lugar por primera vez.
T.S. ELLIOT

La primera clave de la sabiduría es la pregunta asidua y frecuente. Dudando es como llegamos a


la búsqueda, buscando es como percibimos la verdad.
ABELARDO

Porque un concepto filosófico, hablando en general, es más bien un problema que la solución del
mismo.
ERNEST CASSIRER

¡La facultad de ponerlo todo en cuestión! Esa nunca la abandoné. Como es sabido, la costumbre
de ponerlo todo en cuestión te conduce a convertirte en un sabio o en un escéptico. También
conduce a la locura. Sin embargo, su virtud auténtica radica en que te hace pensar por tí solo, te
hace volver a la fuente.
HENRY MILLER

El escepticismo es el coraje supremo de la filosofía.


EMILE CIORAN

Estamos al final de nuestra investigación, aunque como sucede a menudo en la búsqueda de la


verdad, si hemos respondido a una pregunta, han surgido muchas más.
JAMES FRAZER

Esta es la esencia de la ciencia: formula una pregunta impertinente y estarás camino de la


respuesta pertinente.
JACOB BRONOWSKY

La investigación filosófica no es una construcción artificial que, complicando los problemas, nos
aleje la vista de los hechos, de lo dado, ni una tentativa personal con la que nos esforcemos en
probar tesis establecidas de antemano, sino una aventura intelectual en la que comprometemos
toda nuestra alma, para remontar a los hechos, para colocarse con respecto a ellos en una actitud
nueva, sin plegarlos a las consideraciones a priori del espíritu y para alcanzar la verdad, sea ésta
cual sea.
HENRI BERGSON

Tengo la constancia de la curiosidad.


PEDRO PRADO

33
Por difícil que sea, en estas condiciones, imaginar el futuro de la filosofía, dos cosas parecen
seguras: que nunca volverá a encontrar la convicción de detentar, con sus conceptos, las claves de
la naturaleza y de la historia, y que no renunciará a su radicalismo, a esa búsqueda de los
presupuestos y los fundamentos que han producido las grandes filosofías.
MAURICE MERLEAU-PONTY

El preguntar es la devoción del pensar.


MARTIN HEIDEGGER

La hipótesis se inspira en la necesidad de ocuparse de la pregunta y no necesariamente de respon-


der.
W.R. BION

He tenido que fundamentar mis tesis de manera algo precaria y acaso esto dé la impresión de que
esté tomando concepciones personales mías como cosa juzgada. Bien conozco que no hago sino
exponer una sola concepción entre otras muchas posibles. Al escribir, mi objeto es plantear proble-
mas y no forjar dogmas.
ARNOLD TOYNBEE

Los problemas son el pan de la ciencia.


ANDRE GIDE

Me propongo agitar e inquietar a la gente. No vendo pan sino la levadura.


MIGUEL DE UNAMUNO

La filosofía no tiene un cuerpo unánime de conocimiento que ofrecer, y muchos se impacientarán


por su carácter inconcluso. Muchos, pero no todos. Para algunos, eso es lo atractivo de la filosofía.
No es el conocimiento sino la búsqueda lo que encuentran excitante, y un universo que permitiese
ser conocido completamente les parecería algo trivial y obvio.
C.E.M. JOAD

Aunque la idea de verdad sea absolutista, no podemos pretender alcanzar una certeza absoluta:
somos buscadores de la verdad, pero no sus poseedores.
KARL R. POPPER

Pero, a menos que me equivoque, el sentimientos de que las escuelas tradicionales del pensamien-
to se han vuelto estereotipadas y estériles, no se limita a los que tienen una formación semejante
a la mía. Este libro está dirigido a todos los que están dispuestos a poner en duda viejos supuestos
y a acoger nuevas posibilidades. Y como las nuevas ideas no vendrán si su entrada en la mente
está sometida a la conformidad con las antiguas y con lo que llamamos «sentido común», la
finalidades abrir un nuevo punto de vista. La tarea de una apreciación juiciosa, de comparar las
posibilidades teóricas con los hechos innegables de los acontecimientos actuales y de la historia
pasada, viene más tarde.
NORMAN BROWN

34
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Uno debe empeñarse en pensar mucho y no en saber mucho.


DEMÓCRITO

Pero la razón está ligada a la comunicación. Verdad sin comunicación se identifica con falsedad.
La verdad ligada a la comunicación no está incluida: en la participación escucha el eco y se
examina a sí misma y a las demás. Se distingue de todo pronunciamiento parcial. Yo no soy
portador de la verdad: la busco junto con el que sale a su encuentro, oyendo, preguntando,
investigando.
KARL JASPERS

La nuestra es una época para cruzar barreras, para borrar antiguas categorías... para exploracio-
nes. Cuando se equilibran con imaginación dos elementos aparentemente contradictorios, cuan-
do se los opone en formas nuevas y singulares, de ello resultan a menudo sorprendentes
descrubrimientos.
MARSHALL H. McLUHAN

Si se enseña a los hombres cómo han de pensar y no eternamente qué han de pensar, se evita el
malentendido. Es una especia de iniciación a los misterios de la humanidad.
G.C. LlCHTENBERG

Quede para el dogmático la presunción de poseer verdades imperceptibles, para el escéptico el


renunciamiento a toda posible verdad, para el místico la confianza en inmutables verdades
reveladas. Más respetable que cualquier opinión metafísica es el valor moral implícito en la
investigación de la verdad, por todos los caminos que pueden acercarnos a ella, tal como podemos
concebirla en nuestro punto del espacio y momento del tiempo. Hay menos mérito en la ilusión de
poseer verdades absolutas que en el esfuerzo puesto en buscar las relativas, sin asentir a fórmulas
consagradas por la rutina de los demás, sin acatar nada que excluya el contralor de la experiencia
y de la crítica.
JOSÉ INGENIEROS

Desde el punto de vista elevado y lejano importa muy poco qué «verdades» hayan conseguido
formular los pensadores en palabras dentro de sus escuelas respectivas, porque en ésta como en las
demás artes grandes, los elementos básicos son las escuelas, las convenciones y repertorio de formas.
Infinitamente más importantes que las respuestas, son las preguntas: su elección, su forma inter-
na.
OSWALD SPENGLER

El propósito de la divergencia consiste en buscar preguntas, no respuestas. El efecto de la divergen-


cia es el de crear deliberadamente embrollo y confusión en la propia mente, el de perturbar los
propios supuestos, para que uno pueda volverse más sensible a la realidad existente y a nuevas
posibilidades. No hay razón para temer el caos: es nuestro nombre para otra forma de orden, lo
que hasta entonces sólo vemos en parte. Después de explorar el caos uno intenta «emerger»,
recuperar el equilibrio mental, crear una nueva imagen del problema, una transformación del
mundo conocido y contradictorio a la luz de los diversos mundos en que podría convertirse. Pero
ninguna transformación es posible si uno se atiene a metas u objetivos fijos. A menudo ocurre que
es la certeza mental la que resulta ser la dificultad subyacente, el control oculto, la barrera de la
vida.
JOHN C. JONES

35
Sólo un necio busca la verdad en una fórmula finita; sólo un bribón desea adquirirla sin trabajos
ni angustias. La verdad final equivale a conocimiento estancado; nada puede sustituir el proceso
de corregirse, el progreso, la comprensión que indaga sin cesar. Abandona tu búsqueda de la
verdad en la formulación final y abraza la mayor de las virtudes humanas que consiste en buscar
sin término la verdad.
LAWRENCE LESHAN - HENRY MARGENAU

Mis enunciados son de tal condición que aquel que me comprende termina por considerarlos
desatinados cuando los recorre, cuando pasa por ellos y se eleva por encima de ellos. (Por así
decirlo, debe tirar la escalera después de haber subido por ella).
LUDWIG WlTTGENSTEIN

Estoy absolutamente en favor de la audacia intelectual.


KARL R. POPPER

Inventariarlo todo, ensayarlo todo, comprenderlo todo. Lo que está arriba, más lejos de lo respi-
rable, y lo que está abajo, más profundo que la luz,. Lo que se pierde en lo sideral, y lo que se
disimula bajo los elementos. El sol se levanta hacia adelante. El pasado pertenece a lo sobrepasa-
do. El único descubrimiento digno de nuestro esfuerzo es construir el porvenir.
PIERRE TEILHARD DE CHARDIN

Expongo, analizo, no juzgo.


HENRJ BERGSON

2, El carácter provisional y abierto de la experiencia intelectual.

Trata a tus ideas como a huéspedes.


LAO-TSE

Es esterilizante seguir una doctrina, una creencia, un sistema, sobre todo para un escritor; a
menos que viva, como a menudo ocurre, en contradicción con las ideas que proclama. Esta
contradicción, o esta traición, le estimula y le mantiene en la inseguridad, la molestia y la ver-
güenza, condiciones propicias para la producción.
EMILE CIORAN

Difiriendo sus conclusiones, aun las que le parecen evidentes, es como progresa un pensador.
ALBERT CAMUS

El sabio se ha habituado a considerar como provisorias sus ideas y sus principios más seguros y
mejor fundados, y siempre está dispuesto a modificarlos como consecuencia de nuevas experien-
cias. En verdad, sólo esta actitud puede hacer posible los progresos serios y los grandes descubri-
mientos.
ERNEST MACH

36
El Renacimiento ele la Experiencia Intelectual

Este principio central de la historia de las ideas —que todas las ideas son parciales— es tal vez el
hecho aislado más importante que ha descubierto el intelecto humano. Requiere ser interpretado
con un poco de elasticidad, pues no niega que algunas ideas puedan abarcar completamente un
reino limitado, aunque en esto se pueda aplicar este principio, pues ninguna idea puede utilizar-
se para definir sus propias limitaciones. Así, este principio sigue siendo el fundamento de la
sabiduría: la mente debe ser modesta. Y aunque no conozca sus propias limitaciones, y probable-
mente no pueda, debe saber que existen. Ningún pensador necesita aceptar la responsabilidad de
la perfección.
L.L. WHITE

La ciencia es, como la historia, algo inacabado: moriré sin respuesta a los problemas esenciales,
ignorando para siempre los resultados que cambiarán las perspectivas humanas.
GEORGES BATAILLE

No considere nada inmutable. Cambie y esté dispuesto a volver a cambiar. No acepte ninguna
verdad eterna. Experimente.
B.S. SKINNER

La serpiente perece cuando no puede cambiar de piel. Del mismo modo, los espíritus a quienes se
les impide cambiar de opiniones dejan de ser espíritus.
FEDERICO NIETZSCHE

No soy representante de ninguna doctrina fija y establecida. Soy un hombre de cambios y trans-
formaciones.
HERMANN HESSE

Es deber de la comunidad científica mantener abiertos mente, oídos y libros a toda clase de
teorías especulativas, aunque sean aparentemente descabelladas y prestarles un oído serio y aten-
to. Es también necesario mantener los más altos niveles de crítica intelectual y no permitir que
meras conjeturas —aunque en algunos aspectos parezcan plausibles a una mirada superficial—
sean tomadas por verdaderas. El peligro de una investigación excéntrica es casi tan serio como la
estupidez contraria: la oposición conservadora a las nuevas ideas.
JOHN ZIMAN

La personalidad intelectual es función, no es equilibrio. Tiende a una integración permanente,


enriquecida sin cesar por una experiencia que crece y un sentido crítico que la rectifica.
JOSÉ INGENIEROS

En 1952 me encontré en Princeton con un antiguo amigo, Hans Reichenbach, un lógico y


matemático prominente, profesor de filosofía en la Universidad de California. Hacía aproxima-
damente veinte años que no lo veía. Estaba envejecido y se había quedado parcialmente sordo.
En lugar de usar un instrumento auditivo moderno continuaba empleando la anticuada trom-
petilla. Me preguntó por qué cuestiones me había interesado en los últimos tiempos y yo le dije
que me interesaba la obra de Rhine sobre las percepciones extrasensoriales. Hans Reichenbach me
replicó que todo eso no era sino una patraña, y yo a mi vez le declaré que no creía tal cosa y que

37
a lo menos las estimaciones estadísticas de los experimentos parecían arrojar resultados notables
(resultados que, por lo visto, confirmaban la existencia de fenómenos telepáticos y otros de natu-
raleza afín). Reichenbach me pregunto sonriendo:
-¿ Quién ha estudiado esas estadísticas?
- R.A. Fisher en persona- le dije (Fisher es uno de los expertos contemporáneos más prominentes
del cálculo de probabilidades). Reichenbach volvió a preguntarme, mientras se ajustaba la trom-
petilla:
-¿Quién dice usted que estudió las estadísticas?. Entonces yo le grité dentro del aparato:
- ¡Fisher, Fisher!
En ese momento se produjo un cambio extraordinario en la expresión del rostro de Reichenbach.
Se puso pálido, apartó la trompetilla de su oreja y dijo:
- Si eso es verdad, es terrible, terrible. Significa que tengo que abandonarlo todo y volver a
empezar desde el principio.
ARTHUR KOESTLER

En ciencia, cada uno de nosotros sabe que lo que ha logrado será anticuado dentro de diez, veinte
o cincuenta años. Esa es la suerte a la que está sujeta la ciencia; es el significado mismo del
trabajo científico, al cual está dedicado en un sentido muy específico, si se compara con otras
esferas de la cultura para las que esto, en general, es también válido. Cada «logro» de la ciencia
hace surgir nuevas «interrogantes», pide ser superado y desplazado. Quienquiera que desee servir
a la ciencia tiene que resignarse a este hecho. Los trabajos científicos ciertamente pueden durar
como «gratificaciones» debido a su calidad artística o pueden seguir siendo importantes como
medio de entrenamiento. Sin embargo, serán superados científicamente——repitámoslo——pues es
nuestro destino común y, aún más, nuestra meta común. No podemos trabajar sin esperar que
otros avancen más allá que nosotros. En principio, este progreso continúa al infinito.
MAX WEBER

La filosofía que intenta salir adelante sin acudir a absolutos y sin la perspectiva del final, no
puede ser, desde luego, un edificio coherente, pues no tiene cimientos y se mofa del tejado. Es un
medio para destruir los edificios existentes y para derribas los techos que ya hay.
LESZEK KOLAKOWSKI

Nunca siento que deba adherirme a alguna concepción determinada. Trato de permanecer abierto
y flexible, listo para cambiar con la dirección del viento o con la corriente del pensamiento. Esa
es mi postura, mi técnica si usted prefiere: ser flexible y estar alerta, emplear cualquier cosa que
me parezca buena en ese momento.
HENRY MILLER

Jamás trataría de esbozar un cuadro acabado, sino que recorrería pacientemente todas las fases
de un problema, partiendo de una aparente paradoja y avanzando poco a poco hasta su resolu-
ción. De hecho, nunca consideraría los resultados sino como puntos de partida para una nueva
investigación. '
NIELS BOHR

La mente de los sensatos es flexible y el cambiar de opinión es con frecuencia signo de prudencia
y de grandeza.
HOMERO

38
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Se yerra completamente cuando se habla de tales concepciones en términos de «verdad» o «error».


Sirvieron de impulso y proporcionaron satisfacciones. Fueron superadas no porque fueran falsas
sino porque el pensamiento se desarrolla. Tampoco permanecerán nuestras concepciones, pues
probablemente no "hay un final para el desarrollo del saber.
LUDWIG FLECK

Los progresos de una ciencia se revelan por el hecho de que las cuestiones que trate no permanez-
can estacionarias. Y se dice que avanza, cuando en ella se descubren leyes ignoradas hasta enton-
ces o, al menos, cuando nuevos hechos, sin imponer una solución que pueda considerarse como
definitiva, vienen a modificar la manera de plantear los problemas.
EMILE DURKHEIM

Deliberadamente me propongo no presentar una teoría acabada, expresada en estilo dogmático.


Por el contrario, he procurado colocar a los lectores en posición de juzgar por sí mismos.
ERNST CASSIRER

La ciencia misma nunca termina. Actúa por aproximaciones sucesivas que nos acercan cada vez
más a una comprensión integral y precisa de la naturaleza, pero nunca lo logra completamente.
El hecho de que se hayan realizado tantos descubrimientos importantes en el último siglo, incluso
en el último decenio, significa que aún nos queda mucho trecho por recorrer. La ciencia está
siempre sometida a discusiones, correcciones, refinamientos, reconsideraciones dolorosas y a visio-
nes revolucionarias.
CARL SAGAN - ANN DRUYAN

Queda el hecho, sin embargo, de que la capacidad para la actividad conceptual hace al hombre
muy dificil el pensar en términos relativos. Lo general y lo abstracto tienden casi automáticamente
a coronarse con el halo intelectual de lo absoluto. La lección de la ciencia nos enseña que hay que
resistir a esta tendencia.. Paradójicamente, vemos que somos capaces de acumular un conoci-
miento más completo y más seguro cuando, como en la ciencia, rechazamos la posibilidad de la
certeza absoluta y estamos dispuestos a abandonar nuestras más caras teorías ante los nuevos
hechos.
JULIAN HUXLEY

Yo considero nuestras teorías científicas como invenciones humanas, redes creadas por nosotros
para atrapar el mundo. Por supuesto, éstas difieren de las invenciones de los poetas e incluso de las
de los técnicos. Las teorías no son sólo instrumentos. A lo que aspiramos es a la verdad: contrasta-
mos nuestras teorías con la esperanza de eliminar las que no son verdad. De esta manera podemos
conseguir nuestro propósito de perfeccionar nuestras teorías; incluso como instrumentos, haciendo
redes que estén cada vez mejor adaptadas para capturar nuestro pescado, el mundo real. Sin
embargo, nunca serán instrumentos perfectos para ese propósito. Son redes racionales hechas por
nosotros mismos y no deben confundirse con una representación completa del mundo real en
todos sus aspectos, ni siquiera aunque tengan un gran éxito: ni siquiera aunque parezcan produ-
cir excelentes aproximaciones a la realidad.
KARL R. POPPER

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Los estudios que siguen... son el protocolo de un ejercicio que ha sido largo, titubeante y que ha
tenido la frecuente necesidad de retomarse y corregirse. Se trata de un ejercicio filosófico: en él se
ventila saber en qué medida el trabajo de pensar su propia historia puede liberar al pensamiento
de lo que piensa en silencio y permitirle pensar de otro modo.
MlCHEL FOUCAULT

Se necesita que cada persona sea capaz de mantener varios puntos de vista, a manera de suspen-
sión activa y, al mismo tiempo, tratar las ideas de los otros con el cuidado y la atención que presta
a las propias. No se exige de cada participante que acepte o rechace puntos de vista determinados
sino que más bien debe intentar comprender lo que significan. De esta manera, la mente podría
sostener distintos enfoques, casi con la misma energía e interés.
DAVID BOHM - DAVID PEAT

Una ciencia avanza o fracasa en proporción a la medida en que resulte una técnica válida para
descubrir algo y no en virtud del «conocimiento» obtenido. Este último está siempre siijeto a
sustitución. De hecho, la sustitución de un descubrimiento por otro nuevo es el criterio con
arreglo al cual se juzga la vitalidad del tema.
W.R. BION

La ciencia es la religión del cambio, y los científicos alteran incesantemente su pensar conforme
sus teorías se disuelven y se acumulan los hechos. Los que estudiamos los cerebros de las personas
vivas hemos tenido que cambiar de ideas muy a menudo y, por ahora, tenemos muy poco que
ofrecer a modo de filosofía general. Así, no estamos en condiciones de oponernos eficazmente a
quienes bregan por dominar —aún a riesgo de destruir— la delicada fábrica de la sociedad
humana en nombre de la religión dogmática, la teoría política o el despecho personal. A quienes
atacan confiadamente los valores humanos, nosotros, que sólo de nuestra ignorancia estamos
ciertos, tenemos que decir: os imploramos pensar que tal vez estéis equivocados.
W. GREY WALTER

Cada siglo se mofaba del anterior, acusándolo de haber generalizado demasiado rápido y dema-
siado ingenuamente. Descartes tenía piedad de los jónicos: a su vez, Descartes nos hace sonreír.
Sin duda, nuestros hijos se sonreirán de nosotros algún día.
HENRI POINCARE

El filosofía, por difícil que pueda ser el camino, se está siempre seguro de que cada paso hace
posible otros.
MAURICE MERLEAU-PONTY

De ahí que toda cultura científica deba comenzar por una catarsis intelectual y afectiva. Queda
luego la tarea más dificil: poner la cultura científica en estado de movilización permanente,
reemplazar el saber cerrado y estático por un conocimiento abierto y dinámico, dialectizar todas
las variables experimentales, dar finalmente a la razón motivos para evolucionar.
GASTÓN BACHELARD

De las pasiones nacen las opiniones: la pereza de espíritu las hace cristalizar en convicciones.
Ahora bien, quien se sienta espíritu libre, infatigable en la vida, puede impedir esta cristaliza-
ción mediante un cambio continuo.
FEDERICO NIETZSCHE

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El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Desconfiemos de lo definitivo, apartémonos de quienes pretenden poseer un punto de vista exacto


sobre algo, sea lo que sea.
EMILE CIORAN

La inteligencia es astuta; si una puerta está cerrada, encuentra otra entrada, o incluso la violen-
ta, para introducirse en el mundo. Si un simbolismo es inadecuado, utiliza otro; no hay ningún
mandato eterno que rija sus medios y sus métodos.
SUSANNE LANGER

La virtud característica de la inteligencia en la madurez de su edad, es mantenerse dispuesta a


corregirse perpetuamente a sí misma, creando medios imprevistos para adaptarse a la compleji-
dad desconcertante de un mundo que el hombre, tanto en sus partes como en su todo, debe dejar
de imaginar a su misma proporción. Las generalidades de pretensiones definitivas son precisa-
mente aquellas de las que el sabio debe desconfiar y deshacerse (sea cual sea el genio que, históri-
camente, tengan derecho a reivindicar).
LEON BRUNSHVIQC

Dediquemos, por tanto, unas palabras a la gran resistencia que siempre se opone a todo cambio
en la estructura del pensar. El que dedica su actividad a la ciencia está acostumbrado a lo largo
de su vida a encontrarse con nuevos fenómenos o nuevas interpretaciones de los fenómenos. Inclu-
so a veces es él quien personalmente las descubre. Por ello se encuentra preparado para llenar su
pensamiento con nuevos contenidos. No puede, en consecuencia, ser conservador en el sentido
estricto de la palabra. Por ello, marcha al compás del progreso científico sin grandes resistencias ni
problemas. Pero la cosa cambia cuando nuevos grupos de fenómenos obligan a cambiar la estruc-
tura del pensamiento. Aquí, hasta los físicos más famosos han tenido sus dificultades. Porque la
exigencia de este cambio de mentalidad puede despertar la sensación de que nos falla la tierra
bajo los pies.
WERNER HEISENDERG

Si es exacta o no la interpretación que ofrezco, debe dejarse que lo determine el porvenir. Siempre
estaré presto a abandonarla si puede indicarse una mejor. Estoy demasiado familiarizado con la
hidra del error para esperar que cortando una de las cabezas del monstruo pueda prevenir el
retoño de otra, y aún de la misma.
JAMES G. FRAZER

Opiniones, sí. Convicciones, no. Ese es el punto de partida del orgullo intelectual.
EMILE CIORAN

Haber demostrado que una hipótesis es falsa es haber llegado al punto culminante del saber.
WARREN McCULLOCH

Quien quiera revisar la historia de la filosofía y de las ciencias encontrará que los mayores descu-
brimientos han sido hechos por hombres que sólo consideraban probable lo que otros daban por
seguro.
GEORG C. LICHTENBERG

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No concibo que pueda llegar el día en que la ciencia esté completa y terminada. Siempre habrá
problemas nuevos y con el mismo ritmo con que la ciencia fue capaz de resolver problemas que se
consideraban filosóficos hace una docena de años o hace un siglo, harán su aparición nuevos
problemas que aún no habían sido percibidos como tales. Siempre habrá un hiato entre las
respuestas que la ciencia esté facultada para brindar y las nuevas preguntas que estas respuestas
provoquen.
CLAUDE LEVI-STRAUSS

3. La diversidad de la ideas.

Es placentero mantener viva la sensación de maravilla al contemplar la riqueza y la singulari-


dad del mundo. No menos placentero es contemplar la variedad de ideas de los hombres. Así
como distintos tipos de gente hacen un mundo, hacen falta diversos tipos de ideas para construir
una verdad acerca del mundo.
C.E.M. JOAD

Mientras la unanimidad de opiniones puede ser conveniente para una iglesia o para los seguido-
res complacientes de un tirano, o para algún otro tipo de «gran hombre», la variedad de opinión
es una necesidad metodológica para las ciencias y para la filosofía.
PAUL K. FEYEKABEND

Nuestra fe está en el pluralismo, no en la censura. No estudiamos una escritura, un filósofo o un


solo poeta, sino que nos exponemos a muchas influencias de todos. No hay ningún otro camino
para liberar al hombre de la estrechez de su imaginación moral e intelectual, para desarrollar
una conciencia de posibles alternativas, y para mostrar que también los demás seres humanos
sienten y piensan.
WALTER KAUFMANN

La lección que hay aprender es la importancia de las ideas y de una pluralidad de ellas.
JOHN DEWEY

Las ideas no se descubren de una vez por todas y se transmiten como objetos de museo. Son parte
de la vida del pensamiento y deben nacer, mantenerse vivas y hacerse productivas en el proceso de
las mentes humanas y en las actividades de los individuos. Las mismas ideas, o unas similares,
pueden volverse a descubrir independientemente una y otra vez por pensadores aislados, algunos
de los cuales puede que no se comuniquen nunca sus pensamientos, mientras otros pueden haberlos
manifestado pero pueden no haber sido entendidos y no haber registrado ninguna respuesta y,
finalmente, por otros que dan vida completa a la idea, no sólo en sus propias mentes sino en una
comunidad profesional o social.
L.L. WHITE

Los hombres no son infalibles. Sus verdades en la mayor parte no son más que verdades a medias.
La unanimidad de opiniones no es deseable, a menos que resulte de la más completa y libre
comparación de opiniones opuestas; la diversidad no es un mal sino un bien, hasta que la huma-
nidad sea mucho más capaz de lo que es al presente de reconocer todos los aspectos de la verdad.
Estos son principios aplicables a la manera de obrar de los hombres, tanto como a sus opiniones.
JOHN STUART MILL

42
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

El contemplar una variedad de opiniones ha sido siempre para mí un placer. Nunca dejé de
alcanzar la justificación de opiniones dispares. Si, semejantes opiniones no podrían surgir ni
atraer secuaces si no correspondieran a una psicología y a un temperamento especiales, y a un
hecho fundamental psicológico que se presenta con más o menos generalidad. Si rechazamos una
de esas opiniones como un puro error, quedaría rechazado, como una equivocación, ese tempera-
mento especial o ese hecho fundamental especial, es decir, violentaríamos nuestro propio material
de experiencia.
CARL GUSTAV JUNG

¿No es sensato comenzar por admitir que la verdad tiene muchos aspectos? ¿Y acaso esta admisión
no implica una ilimitada libertad de expresión en la interpretación de los hechos? Los hechos,
como decía William James, no nacen libres e iguales. Es preciso interpretarlos a la luz de nuestra
experiencia y prohibir la experiencia de alguien es prohibir la personalidad de alguien, es impo-
nerle nuestra opinión acerca de lo que su vida implica, excluyendo por la fuerza esa opinión
personal a la que sólo él halla significado. No veo sensatez ni virtud en una actitud de esta
especie.
HAROLD LASKI

El patrimonio más precioso del ser humano son sus ideas. Nunca tenemos bastante. Precisamente
lo que nos caracteriza es la penuria de ideas.
KARL R. POPPER

La mejor manera de tener una buena idea, es tener montones de ideas.


LINUS PAULING

Supongo, en cambio, que muchos de mis colegas tienen opiniones filosóficas muy distintas, dispa-
ridad que juzgo grandemente provechosa para el porvenir de la filosofía. Los cultores de estas
disciplinas desinteresadas —y probablemente peligrosas en las sociedades menos cultas—— no nos
proponemos convencer ni desconvencer a nadie; gustamos de escucharnos los unos a los otros, con
noble tolerancia, deseosos de beneficiarnos recíprocamente en nuestro comercio intelectual.
JOSÉ INGENIEROS

4. El espíritu crítico

Aquí se separan los caminos de los hombres. ¿Quieres aspirar a la tranquilidad del alma y a la
felicidad? En ese caso, cree. ¿Quieres ser un discípulo de la verdad? Entonces, investiga.
FEDERICO NIETZSCHE

Mi tarea es perturbar. El piíblico siempre prefiere que se le dé seguridad. Hay quienes se dedican
a esto. Ya hay demasiado.
ANDRÉ GIDE

Es muy buen ejercicio matutino para un científico investigador el descartar cada día una hipó-
tesis favorita entes del desayuno.
KONRAD LORENZ

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Quien quiera revisar la historia de la filosofía y de las ciencias encontrará que los mayores descu-
brimientos han sido hechos por hombres que sólo consideraban probable lo que otros daban por
seguro.
G.C. LlCHTENBERG

A pesar de las vastas diferencias en sus conclusiones filosóficas, todos los grandes filósofos han
compartido la voluntad de abandonar los supuestos previos para mirar los problemas con nuevos
ojos. La voluntad de desechar supuestos pasados ha sido el punto de partida de toda gran idea
filosófica.
JOHN BRIGGS - DAVID PEAT

Dos veces en mi vida he pasado un par de años agotadores y científicamente improductivos,


buscando pruebas que corroboraran ciertas hipótesis caras a mí, que después demostraron ser
infundadas. Epocas como éstas son difíciles para los hombres de ciencia: días de cielos plomizos
que traen consigo un desdichado sentido de opresión e impotencia. Son mis recuerdos de estos
malos tiempos los que explican la seriedad de mi consejo a los jóvenes científicos de que tengan
más de una cuerda en su arco y estén dispuestos a aceptar un «no» como respuesta, si las pruebas
apuntan en esa dirección.
PETER MEDAWAR

La finalidad de esta reunión es discutir problemas, y deberíamos ser capaces de soportar toda
clase de desacuerdos.
ERVING GOFFMAN

Subrayo una y otra vez que no deseo convertir a nadie. No propongo ninguna doctrina filosófica
o ninguna nueva revelación. Más bien planteo problemas y ensayo soluciones, y examino
críticamente estos ensayos de solución.
KARL R. POPPER

Pero, ¿qué es la filosofía sino el trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo? ¿y , en vez de
legitimar lo que ya se sabe, no consiste en emprender el saber cómo y hasta dónde sería posible
pensar distinto?
MlCHEL FOUCAULT

No soy de los que permiten que la terquedad sustituya a la razón, como lo comprobaréis suficien-
temente tan pronto como presentéis alguna razón precisa y de peso contra mis opiniones.
G.W. LEIBNIZ

El primer paso para llegar a la filosofía es la incredulidad.


DlDEROT

La filosofía no es un cierto saber, es la vigilancia que no nos deja olvidar la fuente de todo saber.
MAURICE MERLEAU-PONTY

AL perfeccionar y agudizar los instrumentos del pensamiento, ella (la lógica) desarrolla el sentido
crítico de los hombres y en consecuencia hace menos probable que se extravíen con todos los
pseudorrazonamientos a los que se hallan incesantemente expuestos.
ALFRED TARSKY

44
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

EL crítico que ataca La idolatría hace lo más serio que un hombre es capaz.
WALTER KAUFMANN

Una severa autocrítica constituye el más precioso don del pensador. ¡Nada de embriagarse con el
propio vino, bueno o malo! Ni imitemos inconscientemente a la imbécil gallinácea que incuba
con la misma formalidad un huevo fecundo que un huevo de mármol.
RAMÓN Y CAJAL

Pienso que lo rnás importante no es aprender muchas cosas, sino sentir apasionadamente que uno
tiene el derecho a discrepar y el deber de elaborar nuevas ideas.
BERTRAND RUSSEL

El hecho es que cualquier investigación intelectual ambiciosa y sostenida pronto agota la capaci-
dad del sentido común. Tan pronto como alguien se pone a pensar seria y tenazmente acerca de la
naturaleza, la sociedad, la mente, la verdad o cualquier otro tema importante y complejo, los
modos tradicionales de concebirlos se manifiestan demasiado turbios para permitir trazar cual-
quier definición que pueda revelar relaciones ocultas o hacer inteligibles las obvias. El pensador,
por lo tanto, debe enfrentarse con la tarea de criticar, corregir y hasta rechazar las imágenes
aceptadas y las suposiciones tácitas, y construir un nuevo conjunto de conceptos, más abstracto y
más apropiado.
SUSANNE K. LANGER

Cuanto más pensadores haya en Constantinopla, menos peregrinos irán a La Meca.


DlDEROT

Hay dos cosas esenciales en la ciencia: una es poseer la imaginación necesaria para atreverse, para
aventurarse, para ir con las ideas más allá de lo que uno ya conoce; y la otra estriba en poner a
prueba tales nuevas ideas del modo más riguroso. Uno arma su proyecto y después trata de echarlo
abajo. Y de esta manera puede avanzar de modo efectivo en cuestiones científicas.
SIR JOHN ECCLES

Los hombres muelen y muelen en el molino de un axioma y lo único que sale es lo que allí se puso.
Pero en el momento mismo en que abandonan la tradición por un pensamiento espontáneo,
entonces la poesía, el ingenio, la esperanza, la virtud, la anécdota ilustrada, todo se precipita en
su ayuda.
RALPH W. EMERSON

Se afirma que el mismo Marx exclamaba en los últimos tiempos de su vida: «yo no soy marxista».
Me gusta esta humorada. Quiere decir, de acuerdo con él: «os he ofrecido un método nuevo, no
una receta ni un sistema cerrado que dispense en adelante al hombre de todo esfuerzo (quiero
decir, de todo esfuerzo mental). No os atengáis a mis palabras: seguid adelante». Se ha dicho sin
razón que Moliere se burlaba de la medicina. Nada de eso: se ríe de los médicos y de lo que
habían hecho con la medicina. Tampoco arremete contra Aristóteles, sino contra el aristotelismo.
Tampoco contra la ciencia, sino contra los sabios de su tiempo en quienes el conocimiento de las
fórmulas reemplazaba perezosamente a la observación directa de la naturaleza.
ANDRÉ GIDE

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Hace ya algún tiempo que me he dado cuenta de que desde mis primeros años había admitido
como verdaderas una cantidad de opiniones falsas y que lo que después había fundado sobre
principios tan poco seguros no podía ser sino muy dudoso e incierto, de modo que me era preciso
intentar seriamente, una vez en mi vida, deshacerme de todas las opiniones que hasta entonces
había creído y empezar enteramente de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer algo
firme y constante en las ciencias.
RENÉ DESCARTES

Los hombres temen al pensamiento más de lo que temen a cualquier otra cosa en el mundo; más
que la ruina, incluso más que la muerte. El pensamiento es subversivo y revolucionario, destruc-
tivo y terrible; el pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las
costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad,
descuidado con la sabiduría leal del pasado. El pensamiento pone sus ojos en el pozo del infierno
y no se asusta. Ve al hombre como una débil mancha, rodeado de abismos insondables de silencio;
sin embargo, se sostiene orgulloso, tan impasible como si fuera el señor del universo. El pensa-
miento es grande, ligero y libre, la luz del mundo y la mayor gloria del hombre. Pero, si el
pensamiento ha de ser la posesión de muchos, no el privilegio de unos pocos, tenemos que habérnoslas
con el miedo. Es el miedo el que detiene al hombre, miedo de que sus creencias entrañables vayan
a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive vayan a resultar dañinas,
miedo de que ellos mismos vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.
BERTRAND RUSSEL

Un libro debe remover ideas, provocarlas incluso. Un libro debe ser un peligro.
EMILE CIORAN

La crítica es el arma más poderosa de toda metodología de las ciencias; es la única seguridad que
tiene el científico de que no persistirá en el error. Toda experimentación es crítica.
PETER MEDAWAR

La ciencia necesita sentido no común.


ROBERT OPPENHEIMER

Es preciso que aprendas a conocerlo todo, que tu corazón no se sobresalte de la Verdad rotunda ni
de las Opiniones de los mortales. En éstas no reside una creencia verdadera; es necesario, sin
embargo, que también las conozcas a fin de saber, por una investigación que se extiende a todo y
en todo, cuál es el juicio que debe merecer la realidad de tales opiniones.
PARMÉNIDES

Prepárate para descubrir que todas las creencias que provenían de tu medio ambiente eran secun-
darias, incluso aunque una vez te fuesen de mucha utilidad. Pueden convertirse en inútiles y en
verdaderas trampas.
BAHAUDIN

Después de Van Gogh, Rembrandt no fue ya el mismo que era después de Delacroix. (Ni Newton
fue el mismo después de Einstein). Cada genio que rompe con el pasado modifica, por así decirlo,
todo el alcance de las formas anteriores.
ANDRÉ MALRAUX

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El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Nunca te enamores de tus propias hipótesis.


PETER MEDAWAR

Cuanto más sólido, bien definido y espléndido es el edificio erigido por el entendimiento, más
imperioso es el deseo de la vida por escapar de él hacia la libertad.
HEGEL

Aprende a ser tan analítico con las cosas que crees como lo eres con las que criticas.
IDRIES SHAH

La filosofía no es el arte de consolar a los tontos: su única meta en enseñar la verdad y destruir los
prejuicios.
MARQUÉS DE SADE

Deber es de la filosofía el disipar los engaños producidos por la mala inteligencia, aunque para
ello sea menester destruir las más queridas y encantadoras ilusiones.
INMANUEL KANT

Una vida sin examen no es vida para un hombre.


SÓCRATES.

El papel de los intelectuales es, pues, el de aclarar las definiciones para desintoxicar los espíritus y
apaciguar los fanatismos, haciéndolo incluso contra la corriente.
ALBERT CAMUS

La ciencia que pretende estar por encima del escepticismo y de la crítica, se convierte en una
planta enfermiza de subterráneo. La ciencia necesita de la mayor inseguridad como de un ele-
mento vital. Cuando muestra una inclinación hacia el dogma, la intolerancia o el f
muy probable que, en realidad, esté tratando de encubrir una duda justificada o de desechar una
bien fundamentada razón de incertidumbre.
CARL G. JUNG

Creo firmemente en la razón, aunque conozco sus limitaciones, y tomo en cuenta la realidad, a
la vez que intento refrenar mis emociones y mi fantasía. No rechazo la metafísica, no condeno la
filosofía, no tengo prejuicios en contra de ninguna tendencia filosófica, pero desapruebo el traba-
jo intelectual chapucero.
IAN LUKASIEWICZ

Los principios que se encuentran a la base de cualquier discusión racional, esto es, de cualquier
discusión al servicio de la búsqueda de la verdad, son principios éticos por antonomasia. Quisiera
especificar los tres principios siguientes:
1. El principio de falibilidad: quizá yo no tengo razón, y quizá tú la tienes. Pero también
podemos estar equivocados los dos.
2. El principio de discusión racional: queremos intentar ponderar de la forma más impersonal
posible nuestras razones en favor y en contra de una determinable y criticable teoría.
3. El principio de aproximación a la verdad: a través de una discusión imparcial nos acercamos
casi siempre más a la verdad, y llegamos a un mejor entendimiento, incluso cuando no alcanza-
mos un acuerdo.
KARL R. POPPER

47
Si alguien discute a unos de esos sabios una palabra, o una letra, se interpreta como un juicio
emitido sobre todos sus conocimientos. ¡Cómo si no se pudiera en un cuerpo hermoso criticar una
línea y admirar la belleza del conjunto! Todos consideramos a Platón, Aristóteles, Hipócrates,
Cicerón, Séneca, Quintiliano, Plinio, San Jerónimo, San Agustín y otros autores de esta talla,
como padres de las artes y de las ciencias y miramos como oráculos sus escritos. Pero si hay en éstos
muchas cosas que admitimos todos, también hay muchas que rechazamos de plano. Sin embargo,
ni desmerece su autoridad, ni les restamos fe. Es decir, confesamos que fueron grandes hombres;
pero hombres. Y como hombres, sabían muchas cosas, pero ignoraban muchas: pudieron engañar
y engañarse.
JUAN LUIS VIVES

Destierra de tus estudios la arrogancia, no tomes presunción de lo que sabes, porque todo cuanto
sabe el más sabio hombre del mundo es nonada en comparación de lo que falta de saber.
JUAN LUIS VIVES

5. La independencia y la libertad del pensamiento

He aquí por qué, en las angustias de la época presente, no es abandonando la filosofía sino
permaneciendo , por el contrario, en su intento peculiar, como intento pensar los problemas
actuales conforme a unos principios capaces de esclarecerlos un poco. El filósofo sólo es útil en algo,
entre los hombres, cuando no deja de ser filósofo. Pero seguir siendo filósofo y obrar como tal,
obliga a mantener en todas partes la libertad de la filosofía y, en especial, a afirmar oportuna e
inoportunamente la independencia del filósofo con respecto a los partidos, cualesquiera que éstos
sean. De izquierda o de derecha: a ninguno pertenezco. La independencia del filósofo la exige la
propia naturaleza de un conocimiento que es de por sí una sabiduría y que, incluso cuando se
aplica de la manera más estricta a lo contingente, lo domina. La independencia del filósofo
atestigua la libertad del intelecto frente al instante que pasa.
JACQUES MARITAIN

No deberíamos olvidar tampoco el que, con frecuencia en la historia de la ciencia, los problemas
los pudieron resolver sólo aquellas personas que consiguieron sobreponerse a la influencia de los
conceptos habituales, es decir, de las formas de pensar establecidas por el aprendizaje anterior.
WOLFGANG KOHLER

Siempre debería figurar en primer rango el desarrollo de la capacidad de pensar y de juzgar de


una manera independiente, y no la adquisición de conocimientos especiales.
ALBERT EINSTEIN

La libertad de pensamiento en necesaria, ante todo, para promover las ciencias y las artes, pues
éstas sólo se cultivan con resultado por aquellos dichosos que tienen el juicio libre y sin preocupa-
cion el pensamiento.
BARUCH SPINOZA

La libertad de pensar... madre de nuestros conocimientos y espuela del entendimiento humano.


FRANÇOIS A. VOLTAIRE

48
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

La Libertad de expresión total e ilimitada de toda opinión, cualquiera que sea, sin restricción, sin
reserva, es una necesidad absoluta para la inteligencia.
SIMONE WEIL

Conozco todos los argumentos que se esgrimen contra la libertad de expresión y de pensamiento,
argumentos que sostienen que no «debe» o que no «puede» existir. Yo, sencillamente, respondo a
todos ellos diciéndoles que no me convencen y que nuestra civilización está basada en la coexis-
tencia de criterios opuestos desde hace más de cuatrocientos años... Si yo tuviera que escoger un
texto para justificarme a mí mismo elegiría una frase de Milton que dice así: «por las conocidas
normas de la vieja libertad». La palabra «vieja» subraya el hecho de que la libertad intelectual
es una tradición profundamente arraigada sin la cual nuestra cultura occidental dudosamente
podría existir. Muchos intelectuales han dado la espalda a esta tradición, aceptando el principio
de que una obra deberá ser publicada o prohibida, loada o condenada, no por sus méritos sino
según su oportunidad ideológica o política. Y otros, que no comparten este punto de vista, lo
aceptan, sin embargo, por cobardía.
GEORGE ORWELL

Y quienes quieran, Ananda, ahora o cuando esté yo muerto, sean lámpara para sí y refugio para
sí, y no acudan a refugio externo, sino que, asidos a la verdad como su lámpara, no busquen
refugio en nadie más que en sí mismos... ¡ellos son los que alcanzarán la más alta cumbre! Mas,
deben tener ansia de aprender.
BUDA

Soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad.


ERASMO DE ROTTERDAM

Nunca confíes en la creencia de que un hombre o una comunidad es la suprema, porque ese
sentimiento es una convicción, no una realidad. Debes progresar más allá de la convicción, y
llegar a la realidad.
BAHAUDIN

Hay personas que se oponen a una opinión heredada... démosle las gracias por ello, abramos
nuestras mentes para escucharles y alegrémonos de que existe alguien que haga por nosotros lo que
de otro modo deberíamos hacer nosotros mismos con mucho mayor esfuerzo, si es que tenemos
alguna consideración por la certeza o vigor de nuestras convicciones.
JOHN STUART MILL,

El sacerdote es el guardián del Absoluto; él mantiene el culto de lo definitivo y de las evidencias


tradicionales reconocidas. El bufón es el que duda de todo lo que se considera evidente... Nosotros
nos inclinamos por la filosofía del bufón, es decir, por la actitud de la lúcida desconfianza frente
a todo Absoluto.
LESZEK KOLAKOWSKI

Cada vez que me enfrentaba con el dogma me convencía, en seguida, de que no podía aceptarlo.
No podía aceptar la doctrina que me obligaba a creer en la fe sin utilizar mi inteligencia. Y
cuando me dijeron que era orgullo intelectual el deseo de juzgar por mí mismo, comprendí
sinceramente que no podía adormecer mi cerebro y que hubiera considerado como algo atroz el
poder hacerlo.
ARNOLD TOYNBEE

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Los grandes espíritus han hallado siempre violenta oposición de parte de las mediocridades. Estos
no pueden entender que un hombre no se someta irreflexivamente a los prejuicios heredados y que
use honrada y valientemente su inteligencia.
ALBERT EINSTEIN

Es así, entonces, que quien esté por encima de pedir limosna y no quiera vivir ocioso de las
migajas de opiniones mendigadas, debe poner a trabajar sus propias ideas para buscar y perseguir
la verdad, y no dejará (cualquiera que sea el hallazgo) de sentir la satisfacción del cazador. Cada
momento del alcance premiará su empeño con algún deleite y tendrá razón para pensar que no
ha malgastado su tiempo, aunque no pueda jactarse de ninguna presa considerable.
JOHN LOCKE

Con respecto a lo desconocido, pueden adoptarse dos actitudes. Una consiste en aceptar la afirma-
ción de gentes que dicen que saben, sobre la base de libros, misterios u otras fuentes de inspira-
ción. La otra consiste en examinar las cosas por sí mismo, y éste es el camino de la ciencia y la
filosofía.
BERTRAND RUSSEL

Sabemos, o sentimos, que nos encontramos cerca del fin de un largo período de la historia huma-
na, y en transición hacia otro muy diferente. Percibimos que los procesos acelerados de cambio nos
acercan cada vez más al límite de la zona dentro de la cual resultaba adecuado nuestro bagaje
intelectual tradicional. Al acercarnos al límite de nuestra anterior capacidad de comprensión,
podemos adoptar dos actitudes: aceptar la impotencia intelectual y la probable derrota, e incluso
confiar en la irracionalidad, la suerte y la marcha a ciegas (que no funcionó bien en Hiroshima)
o si no, tratar de aumentar sustancialmente nuestra capacidad de pensamiento y percepción, de
sentir por otros y de actuar de modo competente y eficaz para ayudarlos. Por lo tanto, debemos
acrecentar sustancialmente nuestra capacidad intelectual.
KARL W. DEUTSCH

Casi todos los genios que determinaron las grandes mutaciones en la historia del pensamiento
parecen tener ciertos rasgos en común; por un lado, el escepticismo, llevado a menudo al extremo
de la iconoclastía, en su actitud para con las ideas, axiomas y dogmas tradicionales. Esto es, ante
todo cuanto se da por sentado; por otra parte, una amplitud de espíritu que raya en ingenua
credulidad ante los nuevos conceptos que parecen promisorios para sus atisbos instintivos.
ARTHUR KOESTLER

Abrevaos en el manantial del conocimiento. Conocer para amar es el secreto de la vida. Huid de
los hipócritas, de los ignorantes, los malévolos y los alevosos; libraos de los terrores infundados;
estudiad al hombre y al universo; conoced las leyes del mundo físico y moral para someteros a ella
y solamente a ellas; bebed, bebed de la ciencia; bebed la Verdad; bebed el amor.
RAHELAIS

En consecuencia, el público puede alcanzar ilustración sólo lentamente. Quizá por una revolu-
ción sea posible producir la caída del despotismo personal o de alguna opresión interesada y
ambiciosa; pero jamás se logrará por este camino la verdadera reforma del modo de pensar, sino
que surgirán nuevos prejuicios que, como los antiguos, servirán de andaderas para la mayor parte
de la masa, privada de pensamiento. Sin embargo, para esa ilustración sólo se exige libertad y,

50
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

por cierto, la más inofensiva de codas las que llevan tal nombre, a saber, la libertad de hacer un
uso público de la propia razón, en cualquier dominio. Pero oigo exclamar por doquier «no
razones». El oficial dice «no razones, adiéstrate». El financista: «no razones y paga». El pastor:
«no razones, ten fe». (Un único señor dice en el mundo: «razonad todo lo que queráis y sobre lo
que queráis, pero obedeced»). Por todos lados, pues, encontramos, limitaciones de la libertad.
Pero, ¿cuál de ellas impide la ilustración y cuáles, por el contrario, la fomentan? He aquí mi
respuesta: el uso público de la razón siempre debe ser libre, y es el único que puede producir la
ilustración de los hombres.
INMANUEL KANT

Admiro a Lessing por su independencia, por su buena disposición a cambiar de parecer, y le


admiro incluso más por su honestidad, pues es una de esas raras personas que pueden ser honestas
y tener humor al mismo tiempo, y utilizan su honestidad como guía en sus vidas privadas, no
como un garrote para someter a la gente. Le admiro porque fue un pensador sin una doctrina y
un estudioso sin una escuela: cada problema y cada fenómeno que abordaba era para él una
situación única. No existían fronteras para su curiosidad y ningún tipo de criterio restringía su
pensamiento: aceptaba la colaboración, en cualquier investigación particular, de pensamientos y
emociones, fe y conocimiento. Le admiro porque no quedaba satisfecho con una claridad ficticia
sino que se daba cuenta de que la comprensión se consigue a menudo a través de un oscurecimien-
to de las cosas, a través de un proceso en el que «lo que parecía verse con claridad se pierde en una
lejanía incierta». Le admiro porque no rechazaba los sueños ni los cuentos de hadas sino que los
acogía como instrumentos para liberar a la humanidad del yugo de los racionalistas más decidi-
dos. Le admiro porque no se encadenó a ninguna escuela ni a ninguna profesión, porque no tenía
necesidad de contemplarse constantemente en el espejo intelectual, como una cortesana entrada
en años, y porque no tenía el deseo de atesorar la «reputación» tal y como se manifiesta en notas
a pie de página, reconocimientos, discursos académicos, grados honoríficos y otras pócimas para
aliviar los temores que produce la inseguridad.
PAUL K. FEYERABEND

No me gustaría que mis escritos hicieran dejar de pensar a otros. Antes bien, si fuera posible, me
gustaría estimular a alguien a tener sus propios pensamientos.
LUDWIG WlTTGENSTEIN

Se puede clasificar a los pensadores en los que piensan primero para sí mismos y los que inmedia-
tamente piensan en los demás. Aquellos son los pensadores individuales, los auténticos filósofos.
Los otros son los sofistas que pretenden impresionar y piensan en función de los demás.
A. SCHOPENHAUER

Me he fundado en este principio: interesarme seriamente en todos los maestros de la filosofía,


examinar todas las posiciones, conocer todas las escuelas filosóficas, pero sin jurar sobre la palabra
de ninguna.
GIOVANNI PICO DE LA MIRANDOLA

Los intelectuales no están para formar bloques. Están, si pueden, para ser luz.
MAURICE MERLEAU-PONTY

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Jóvenes: aprended a juzgar por vosotros mismos, aspirad a la independencia del pensamiento.
ANDRÉS BELLO

Mi libro no contendrá instrucción alguna que transmitir a alguien. Como un tratado matemá-
tico, sugerirá ciertas ideas y ciertas razones para considerarlas verdaderas; pero, en seguida, si
usted las acepta, deberá ser porque le gustaron mis razones, y es a usted a quien incumbe la
responsabilidad. El hombre es en esencia un animal social; pero ser social es una cosa, ser gregario
es otra: yo me rehuso a servir de oveja guía del rebaño. Mi libro está destinado a gente que quiera
encontrar; y la gente que quiere que se le dé filosofía en la boca puede ir a otro lado. A Dios
gracias, hay vendedores de sopa filosófica en todas las esquinas.
CARLES SANDERS PEIRCE

En ciencia natural, la misión es hacer nuevos descubrimientos y formular teorías originales, y


tener el valor suficiente para profundizar en ellas oponiéndose al conocimiento establecido.
THOMAS SZASZ

El poder de la razón no debe buscarse en reglas que la razón dicta a nuestra imaginación, sino en
la capacidad para liberarnos de todas las reglas a las que fuimos condicionados a través de la
experiencia y la tradición.
HANS REICHENBACH

El que deja su hogar en busca de conocimientos, sigue el sendero de Dios... y la tinta del docto es
más santa que la sangre del mártir.
MAHOMA

Sé pues razonable y no te pongas a averiguar si los maestros de filosofía son buenos o malos, sino
piensa únicamente en la filosofía misma. Trata de examinarla bien y con verdad. Si fuese perver-
sa, trata de alejar a todos los hombres de ella. Pero si fuese lo que yo creo que es, sigúela y sírvela
con ánimo alegre.
SÓCRATES

Reconozco esa doctrina como aprendida en la escuela de los filósofos. Pero confieso francamente
no haber creído en las palabras de ninguno de ellos. Si la verdad se encuentra en ellos, la recibo.
Si no, la busco en otra parte.
JUAN REY

Hoy, como siempre, el escritor tiene que hallarse en guardia frente al peligro de la vida soporífera
y dispuesto a su tarea esclarecedora de retóricas y percutora de la verdad. Lo peor que puede
ocurrir a una sociedad es que en medio de sus males el escritor sea el primer anestesiado y que no
quede nadie en ella capaz de cumplir el papel del tábano socrático y de afrontar la cicuta.
Alcanza al intelectual el inexorable destino de aguafiestas que, claro, no puede sino ser odioso a
los celebrantes del carnaval.
JORGEI. MILLAS

52
El Renacimiento ele la Experiencia Intelectual

La filosofía, Lo único que procura el aire en el que es posible crecer, llegar hasta uno mismo,
examinarse, es tan intangible como el aire. No da nada, no da ninguna orden, no exige obedien-
cia alguna, no señala nada que se pueda adoptar de inmediato. Exige pensamiento propio y ser
auténtico. Ayuda a lograrlo pero no lo regala.
KARL JASPERS

Para terminar, he de pedir perdón al lector por haberme atrevido en tan pocas páginas a tratar
novedades tan difíciles de explicar. Me entrego a su juicio critico, porque considero qué todo él
que, separándose, sigue caminos propios, tiene el deber de comunicar a la sociedad lo que ha
encontrado en su viaje de exploración: una fuente pura donde aliviar la sed o el páramo arenoso
del error estéril. Aquella fecunda; éste sirve de saludable advertencia. Pero no será la crítica de los
contemporáneos la que decida sobre la verdad y el error de lo descubierto, sino la de los tiempos y
destinos futuros. Hay cosas que todavía hoy no son verdaderas, y acaso no deban serlo; pero quizá
lo sean mañana. Así, cada uno ha de recorrer su propio camino con sencilla esperanza y con los
ojos abiertos, como quien está consciente de su soledad y del peligro de la niebla que le envuelve.
CARL G. JUNG

6. El reconocimiento de la propia ignorancia.

El que dice «nada sé» es el más sagaz de todos.


VEMANA

Desearía ahora promover la moda de la humildad intelectual, la de tener en cuenta constante-


mente todo lo que no sabemos. A todas horas hemos de pensar en lo mucho, lo muchísimo que no
sabemos. Y es principalmente la ciencia la que nos enseña lo que no sabemos.
KARL R. POPPER

Cuanto más grande es el científico, más le impresiona su ignorancia de la realidad y más se da


cuenta de que sus leyes y etiquetas, descripciones y definiciones, son los productos de su propio
pensamiento. Le ayudan a usar el mundo para sus propios fines, a imaginarlo, más que a com-
prenderlo y explicarlo. Cuanto más analiza el universo, llegando a divisiones infinitesimales,
más cosas encuentra para clasificar y más percibe la relatividad de toda clasificación. Lo que no
sabe parece aumentar en proporción geométrica con lo que sabe. Se aproxima más y más al punto
en el que lo desconocido no es un mero espacio en blanco en una red de palabras, sino una
ventaría en la mente, una ventana cuyo nombre no es ignorancia sino maravilla.
ALAN WATTS

No nos es dado saberlo todo.


HORACIO

El último paso de la razón es reconocer que hay una infinidad de cosas que la sobrepasan; no es
sino debilidad si no llega a conocer esto.
BLAISE PASCAL

53
Sabemos tanto y comprendemos tan poco.
ALBERT EINSTEIN

Los dioses no nos revelan, desde el comienzo, todas las cosas; pero en el transcurso del tiempo, a
través de la búsqueda, los hombres hallan lo mejor. Pero en cuanto a la verdad segura, ningún
hombre la ha conocido ni la conocerá; ni sobre los dioses, ni sobre todas las cosas de las que hablo.
Y aún si por azar alguien dijera la verdad final, él mismo no lo sabría; pues todo es una maraña
de presunciones.
JENOFANES

El hecho es que nada sabemos acerca de nosotros mismos; que tenemos movimiento, vida, senti-
miento y pensar, y no sabemos corno; que los elementos de la materia nos son tan desconocidos
como todo lo demás; que somos ciegos; que andamos y razonamos a tientas.
VOLTAIRE

Saber lo que sabe y lo que no sabe, es la característica del que sabe.


CONFUCIO

Nuestros conceptos claros son como islas que se levantan sobre el océano de otros oscuros.
G. LEIBNIZ

Todo el progreso obtenido por nuestro esfuerzo cerebral consiste en la afirmación de hechos mate-
riales por medio de instrumentos ridiculamente imperfectos que, sin embargo, suplen en cierto
grado la ineficiencia de nuestros órganos. Cada veinte años, algún infeliz investigador, que por lo
general muere en el intento, descubre que la atmósfera tiene un gas hasta ahora desconocido, que
una fuerza imponderable, inexplicable, no calificada, puede obtenerse restregando un pedazo de
cera en un tejido; que entre las innúmeras estrellas desconocidas hay una que no había sido
notada en la vecindad inmediata de otra que había. Bueno, ¿y qué? ¿que nuestras enfermedades
se deben a microbios? Muy bien. Pero ¿de dónde proceden esos microbios? Y, ¿qué hay de sus
enfermedades?. Y los soles, ¿dé dónde vienen? Nada sabemos, no entendemos nada, nada pode-
mos hacer, nada adivinamos. Estamos enclaustrados, prisioneros de nosotros mismos.
GUY DE MAUPASSANT

Nuestro saber conjetural objetivo va siempre más lejos de lo que una persona pueda dominar. Por
eso no hay ninguna autoridad.
KARL R. POPPER

Nadie es tan docto en la naturaleza que conozca todas las propiedades y naturaleza de una sola
mosca. Y cómo, en comparación con lo que el hombre sabe, las cosas que ignora son infinitas, y sin
comparación más grandes y bellas, no está en sus cabales aquel que se jacta de sus conocimientos.
Cuando mas sabio es un hombre, más humildemente está dispuesto a recibir instrucción de otro
y no desdeña la simplicidad del maestro, antes bien se conduce humildemente ante campesinos,
ancianas y niños, pues los simples e indoctos saben muchas cosas que escapan a la atención del
sabio. Yo he aprendido más verdades importantes de hombres de humilde condición que de todos
los famosos doctores. No se jacte nadie, pues, de su sabiduría.
ROGER BACON

54
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Solo sé que nada sé.


SÓCRATES

La ciencia comienza con el descubrimiento de que sabemos mucho menos de lo que desearíamos
o podríamos saber, en parte porque hemos descuidado el preguntar por las cosas, en parte porque
nos hemos contentado con respuestas falsas a nuestras preguntas.
CARL F. VON WEIZSACKER

Hay cuatro obstáculos para alcanzar la verdad que acechan a todos los hombres, pese a su erudi-
ción y que raramente permiten a nadie acceder con títulos claros al conocimiento: a saber, la
sumisión a una autoridad indigna y culpable, la influencia de la costumbre, el prejuicio popular
y el ocultamiento de nuestra propia ignorancia, acompañados por el despliegue ostentoso de nues-
tro conocimiento.
ROGER BACON

El hombre debe percibir que vive en un mundo que en cierto sentido es enigmático. Que en él
suceden y pueden experimentarse cosas que permanecen inexplicables, y no tan sólo las cosas que
acontecen dentro de lo que se espera. Lo inesperado y lo inaudito, son propios de este mundo. Sólo
entonces la vida es completa. Para mí la vida fue desde sus comienzos infinitamente grande e
incomprensible.
CARL GUSTAV JUNG

Llegará una época en la que una investigación diligente y prolongada, sacará a la luz cosas que
hoy están ocultas. La vida de una sola persona, aunque estuviera toda ella dedicada al cielo, sería
insuficiente para investigar una materia tan vasta. Por lo tanto, este conocimiento sólo se podrá
desarrollar a lo largo de sucesivas edades. Llegará una época en la que nuestros descendientes se
asombrarán de que ignoráramos cosas que para ellos son tan claras. Muchos son los descubri-
mientos reservados para las épocas futuras. Nuestro universo sería una cosa muy limitada si no
ofreciera a cada época algo que investigar. La naturaleza no revela sus misterios de una vez para
siempre.
SÉNECA

Hay cosas que todavía no son verdaderas y acaso no deban serlo; pero quizá lo sean mañana. Así,
cada uno ha de recorrer su propio camino con sencilla esperanza y con los ojos abiertos, como
quien está consciente de su soledad y del peligro de la niebla que le envuelve.
CARL GUSTAV JUNG

Toda solución de un problema plantea nuevos problemas sin resolver, y ello es tanto más así
cuanto más profundo era el problema original y más audaz su solución. Cuanto más aprendamos
acerca del mundo y cuanto más profundo sea nuestro aprendizaje, tanto más consciente, especí-
fico y articulado será nuestro conocimiento de lo que no conocemos, nuestro conocimiento de
nuestra ignorancia. Pues, en verdad, la fuente principal de nuestra ignorancia es el hecho de que
nuestro conocimiento sólo puede ser finito, mientras que nuestra ignorancia es necesariamente
infinita.
KARL R. POPPER

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7. El carácter fructífero del error.

Si cierras la puerta a todos los errores, dejarás fuera a la verdad.


RABINDRANATH TAGORE

Con toda probabilidad los errores de las grandes mentes son más numerosos que los de las menos
vigorosas. La fertilidad de la imaginación y la abundancia de aproximaciones y errores respecto
de la verdad se hallan entre las condiciones más necesarias de todo descubrimiento.
STANLEY JEVONS

Probablemente no hay ningún error absoluto, como tampoco hay verdades absolutas.
LUDWIG FLECK

Pero daré a conocer lo poco que he aprendido para alguien mejor que yo pueda atisbar la verdad
y, en su obra, pueda probar y criticar mi error. Así, me regocijaré, a pesar de todo, de haber sido
un medio a través del cual la verdad salga a la luz.
ALBERTO DURERO

Se ha dicho frecuentemente que una hipótesis científica que no levanta ninguna contradicción
no está lejos de ser una hipótesis inútil. Lo mismo, una experiencia que no rectifica ningún error,
que es meramente verdadera, que no provoca debates... ¿de qué sirve?
GASTÓN BACHELARD

No es ciertamente el atractivo menor de una teoría el que resulte refutable: justo por ello atraer a
las cabezas más sutiles.
FEDERICO NIETZSCHE

Lo que llamo actitud racionalista presupone una cierta dosis de humildad intelectual. Qiiizá
sólo la puedan aceptar quienes habitualmente no olvidan sus errores. Nace de la comprensión de
que no somos omniscientes y de que debemos a los otros la mayoría de nuestro conocimiento.
KARL R. POPPER

Esa teoría es inútil... ¡ni siquiera es errónea!


WOLGANG PAULI

Un error claramente reconocido es, para la ciencia, a título correctivo, tan precioso como una
verdad.
ERNST MACH

Ahora, pues, observando siempre la norma de la santa prudencia, nada debemos creer temeraria-
mente sobre algún asunto oscuro, no sea que la verdad se descubra más tarde y, sin embargo, la
odiemos por amor a nuestro error.
GALILEO GALILEI

Murmuremos a toda la vida intelectual: error, tú no eres un mal.


GASTÓN BACHELARD

56
El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Nosotros hemos conquistado el valor de errar, de ensayar, de adoptar conclusiones provisionales.


FEDERICO NIETZSCHE

8. Los peligros del dogma y el fanatismo.

La lealtad a opiniones petrificadas jamás ha roto una cadena o librado un alma.


MARK TWAIN

Allí donde existe un catálogo de tesis que están fuera de toda discusión, allí donde existe, por así
decirlo, una dogmática escolar, el resto del pensamiento se convierte en apologética. Esta es una
regla que ha sido probada hasta la saciedad por la historia de la cultura y de la anticultura.
LESZEK KOLAKOWSKI

No se debe subordinar la autonomía intelectual de la ciencia a ningún otro criterio, sea religioso,
filosófico o político, ni tratar de imponer a la verdad científica otras normas que las que le son
propias, ni vincular las actividades científicas a ninguna ortodoxia o principio autoritario, ni,
sobre todo, imponer una ortodoxia científica.
JULIAN HUXLEY

Donde se elimina la argumentación racional y el cuidadoso examen de las evidencias y de las


teorías contrarias, no se puede esperar más que un resultado arbitrario.
WALTER KAUFMANN

Los escritores importantes pueden sobrevivir perfectamente a la invención de nuevas categorías.


Resisten la influencia de las ideologías y especialmente de las propias. Con la lectura, nuestra
imaginación se ensancha más que nuestras creencias. Si construimos casillas mentales con ánimo
de dejar fuera todo lo que no encaje, lo que hacemos es empobrecernos y convertirnos en seres más
mezquinos.
C.P. SNOW

Donde adorar el sol es un deber, seguramente es un crimen examinar las leyes del calor.
JOHN MORLEY

Y no elabore demasiados esquemas. Prepárese para introducir cambios a medida que aparezcan
nuevos elementos de prueba. La organización esclerosada implica la muerte de la iniciativa
pionera. Lo que me recuerda la historia del diablillo joven que corrió muy agitado en busca de su
amo: «¡señor, señor, ha sucedido algo espantoso! ¡En la Tierra han descubierto la verdad!». «No
te preocupes», muchacho —sonrió el demonio—. »Enviaré a alguien para que la organice».
A.S. NEILL

Como ya se ha insinuado, creer que la propia visión de la realidad es la realidad misma, es una
peligrosa ilusión. Pero se hace aún más peligrosa si se vincula a la misión mesiánica de sentirse
con la obligación de explicar y organizar el mundo de acuerdo a ella, sin qué importe que el
mundo lo quiera o no. La negativa a plegarse a una determinada visión de la realidad (a una
ideología, por ejemplo), la osadía de pretender atenerse a la propia visión del mundo y de querer
ser feliz, a su propia manera, es tachada de «think crime», de «crimen del pensamiento», en el

57
sentido de Orwell, cada vez más frecuentemente, a medida que nos acercamos a 1984. Tal vez
este libro pueda aportar una modesta contribución para agudizar la mirada sobre ciertas formas
de violencia psicológica y para dificultar la tarea de los modernos cultivadores del lavado de
cerebro y de los sedicientes salvadores del mundo.
PAUL WATZLAWICK

No existe ningún conocimiento absoluto, y quienes alegan tenerlo, sean científicos o sean dogmá-
ticos, abren la puerta a la tragedia.
JACOB BRONOWSKI

A menos que sea sometida a discusión, la verdad está expuesta a degenerar en dogma o prejuicio.
JOHN STUART MILL

Una característica de la personalidad (autoritaria) con prejuicios, comprobada reiteradamente,


consiste en la rigidez natural de sus opiniones. Esta ausencia de flexibilidad se expresa en el hecho
de que muestra una disposición relativamente ínfima a revisar sus ideas ya adquiridas, en la
relativa estrechez de sus ángulos de visión, en formulaciones dogmáticas, en un pensamiento
dicotómico en el que solamente hay blanco y negro, y su afán de dar respuestas terminantes a
todas las cuestiones. Se trata, pues, en lo esencial, de una determinada forma de pensamiento que
se podría calificar, en definitiva, de «dogmática».
PETER HEINTZ

La oportunidad que la especie humana tiene de sobrevivir reside en adiestrar el entendimiento


crítico de todos los hombres, no en conservar los métodos intimidatorios del pensamiento, con los
cuales se ha domesticado durante milenios al individuo.
ALEXANDER MITTSCHERLICH

Toda revolución intelectual que haya alguna vez conmovido a la humanidad, incitándola a la
grandeza, ha sido una apasionada protesta contra las ideas inertes. Lamentablemente, con paté-
tica ignorancia de la psicología humana, ha procedido luego, por medio de algún esquema edu-
cativo, a trabar nuevamente a la humanidad con ideas inertes de su propia elaboración.
ALFRED N. WHITEHEAD

El prejuicio es aquello de lo que hay que desembarazarse para comenzar a pensar, para atreverse
a pensar.
PAUL RICOEUR

Una idea fija siempre parece una gran idea, no por ser grande sino porque llena todo un cerebro.
JACINTO BENAVENTE

El hombre que tiene una sola idea tiene pocas probabilidades de llegar a la verdad.
STANLEY JEVONS

La historia de las ciencias muestra que los progresos de la ciencia han estado constantemente en
dificultades por La influencia tiránica de algunas concepciones que se había llegado a considerar
como dogmas. Por esta razón, conviene someter periódicamente a un examen muy profundo los
principios que se ha acabado por admitir sin discutirlos más.
LOUIS DE BROGLIE

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El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Cuando alguien dice que tiene razón en un 55% y dice verdad, está muy bien y no hay por qué
discutirlo. Si tiene razón en un 60% es maravilloso, es una gran suerte, y debe dar por ello gracias
a Dios. Pero, ¿qué decir de quien tiene razón en un 75%?. Los sabios le consideraran sospechoso.
¿Y qué decir de quien tiene la razón en un 100%? Quien asegura que tiene razón en un 100%
es un fanático, un bandido y un bribón de la peor calaña.
AFORISMO POLACO

Por otra parte, el sistema cosmológico de Aristarco de Samos estuvo más cerca del correcto sistema
copernicano. Y, sin embargo, durante siglos, el sistema de Aristarco se consideró erróneo y fue
olvidado por casi todos los cosmógrafos griegos, romanos y medievales. Millones de creyentes en
determinados fenómenos mágicos y milagrosos, empleando los mismos mágicos procedimientos
operativos, observaron y reobservaron los mismos fenómenos y convinieron unánimemente en la
perfecta validez de sus creencias. Tales creyentes existieron en todas las poblaciones y en todos los
períodos de la historia. Y, sin embargo, nosotros sabemos que se equivocaron con frecuencia. La
historia del conocimiento humano está llena de hechos de esta clase.
PITIRIM SOROKIN

Pitágoras concibió que la Tierra rotaba sobre su eje, pero sólo encontró desdén entre los astróno-
mos. Galileo fue perseguido por haber afirmado la grandeza de todo el sistema del mundo y la
insignificancia de nuestro planeta. Lavoisier se había arriesgado a mostrar, en contra de la opi-
nión de su época, que el aire se componía de dos gases. La observación de Galvani, según la cual
una lámina de estaño y una lámina de cobre producían electricidad, fue acogida con una
estruendosa carcajada. En 1841, la Royal Society de la Gran Bretaña rehusó publicar el artículo
más importante de Joule, y Thomas Young, fundador junto con Fresnel de la teoría ondulatoria
de la luz, fue cubierto de ridículo.
CAMILLE FLAMMARION

La credulidad, la aversión respecto a la duda, la precipitación en las respuestas, la pedantería


cultura, el temor a contradecir, la indolencia en las investigaciones personales, el fetichismo
verbal, la tendencia a detenerse en los conocimientos parciales, todo esto y otras cosas más han
impedido las felices bodas del intelecto humano con la naturaleza de las cosas, para hacer que se
ajustase en cambio en conceptos vanos y experimentos desordenados.
FRANCIS BACON

La mayoría de la gente odia oír aquello que podría obligarla a pensar nuevamente.
STANISLAV ANDRESKI

Es el espíritu lo que les molesta, amigo Mujica, es el espíritu. No quieren sacudidas, no quieren
pasión, no quieren que se les haga sentir ni pensar, no quieren sino que se les diga lo que están
habituados a oír. No creen sino en aquello que nunca han oído negar.
MIGUEL DE UNAMUNO

La censura ha perdido a todos aquellos a quienes quiso servir. Lejos de calmar la opinión, el
silencio impuesto por la censura la irrita más. Todo el que carece de talento busca el abrigo de la
censura; los temperamentos débiles prefieren la oscuridad.
CHATEAUBRIAND

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EL venerable Sariputa vino al lugar donde estaba el Excelso y, después de saludarlo, se sentó
respetuosamente a su lado y dijo:
- Señor, tal fe tengo yo en el Excelso, que a mí parecer no hubo nunca, ni habrá, ni hay ahora
ningún otro, fuere errante o brahmán, ni más sabio que el Excelso en lo que respecta a la superior
sabiduría.
- Grandiosas y osadas son las palabras de tu boca, Sariputa —contestó el maestro—. En verdad,
has prorrumpido en un canto de éxtasis. Sin duda, pues, tú conociste a todos los Excelsos del
pasado has penetrado en su espíritu con el tuyo y advertido cuál fue su conducta, cuál su sabidu-
ría y cuál la emancipación que alcanzaron.
- ¡Oh, no Señor!
- Y sin duda has percibido a todos los Excelsos del futuro... penetrado todo su espíritu con el tuyo.
- ¡Oh, no Señor!
- Más, por lo menos Sariputa, me conoces a mí y has penetrado mi espíritu.
- Ni aún esto, Señor.
- Ya ves Sariputa, que no conoces el corazón de los Capaces, los despiertos del pasado y el futuro.
¿Por qué, pues, son tus palabras tan grandiosas y osadas? ¿Por qué prorrumpes en tal canto de
éxtasis?
BUDA

El pensador que indaga los misterios divinos es como Proteo... La Inquisición lo persigue, la
multitud se burla de él por tonto.
PlETRO POMPONAZZI

Debemos despejar nuestra mente de todas las causas que ciegan a la gente para la verdad: viejas
costumbres, espíritu de partido, rivalidades o pasiones personales, deseo de influjo..
AHMAD AL-BIRUNI

Así, pues, que se intente imponer a los profesores de astronomía que desconfíen de sus propias
observaciones y demostraciones, porque podría tratarse de falsedades y sofismas, constituye una
pretensión absolutamente inadmisible. Equivaldría a impartirles la orden de no ver lo que ven,
de no comprender lo que comprenden y, cuando investigan, no encuentren lo que hallan.
GALILEO GALILEI

Bien vale la pena inquirir cómo puede saber un hombre si ama sinceramente la verdad, y me
parece que a este respecto hay la siguiente señal infalible, a saber: el no abrazar ninguna propo-
sición con mayor seguridad de la que autoricen sus pruebas. Quien exceda de este medida del
asentimiento es claro que no recibe la verdad por amor a ella, que no ama la verdad por amor a
la verdad misma, sino por alguna otra finalidad indirecta. Porque, como la evidencia de que
alguna proposición sea cierta depende tan sólo de las pruebas qiie tenga un hombre, es claro que,
cualquiera sea el grado de asentimiento que le conceda a esa proposición que exceda el grado de
esa evidencia, todo ese excedente de asentimiento responde a algún otro efecto y no al amor a la
verdad.
J O H N LOCKE

De la historia de las ciencias se saca una enseñanza de confianza y de modestia. Confianza en los
poderes del intelecto, puesto que en definitiva la obra de todos tiene de qué hacer honor al
hombre. Pero también modestia, pues vemos cuán falibles son los obreros y cómo, hasta en el

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EL Renacimiento de la Experiencia Intelectual

espíritu de Los mejores, a la verdad le cuesta triunfar sobre los prejuicios, el amor propio, las
testarudeces doctrinarias, los obstáculos epistemológicos.
JEAN ROSTAND

Quienes tienen el honor de poder entregarse a los trabajos de la inteligencia, se deben a sí mismos
y deben a los demás el no engañar sobre los orígenes que nombran para no inspirar a fanáticos ni
suscitar a escépticos: fanático es quien aspira a integrar todas las ciencias en su creencia y luego, al
darse cuenta de su error, se convierte en escéptico. Pero la inteligencia puede mucho menos y
mucho más a La vez.
JEAN GRENIER

Maldito sea el escritor llano y vulgar que, sin pretender otra cosa que ensalzar las opiniones de
moda, renuncia a la energía que ha recibido de la naturaleza, para no ofrecernos más que el
incienso que quema con agrado a los pies del partido que domina.
SADE

El dogmatismo fanático, que es uno de los grandes males de nuestro tiempo, es, en primer lugar,
un defecto intelectual y un defecto para el cual la filosofía proporciona un antídoto intelectual.
BERTRAND RUSSEL

Me doy cuenta de que nada puede ser menos filosófico que afirmar absoluta y dogmáticamente en
cualquier tema y que, aún en el caso de que pudiera mantener un escepticismo excesivo éste no
sería más destructivo para toda justa investigación y razonamiento. Estoy convencido de que
cuando los hombres están más seguros y son arrogantes, es cuando más que se equivocan.
DAVID HUME

Falta en ellos la constante confrontación de instancias contrarias, el reconocimiento de hechos


que hablan en contra de la propia tesis; son escritos que proclaman en forma terminante la
verdad ahora definitiva, y que sólo encuentran hechos que la confirman. Su pensamiento es
apologético y no inquisitivo.
KARL JASPERS

El que filosofa corrige incesantemente el contenido de la verdad y llega a dominar sus pensamien-
tos. El hechicero investiga menos la verdad que sus gestos, su modo de expresión, los efectos. El que
filosofa pone a prueba la verdad revisando instancias contrarias y enfrentándose con el enemigo.
El hechicero no quiere poner a prueba su verdad; procede como si fuera ciego para la diferencia
entre verdadero y falso, entre realidad y apariencia. No puede hablar en verdad con nadie, ni
discutir francamente. Está atado a las ideas que elaboró o que recibió de La tradición.
KARL JASPERS

Debemos desconfiar de todo esquema que nos ofrezca conclusiones de total certeza.
GERALD HOLTON

Existen lugares comunes adecuados para evitar la penosa obligación de reflexionar.


SIMONE WEIL

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9. La aventura de aprender.

Me hago viejo, pero continúo aprendiendo.


SOLÓN

El ideal en educación no es enseñar lo máximo para ponderar los resultados sino, ante todo,
aprender a aprender; aprender a desarrollar y aprender a continuar desarrollándose después de
abandonar la escuela.
JEAN PIAGET

Cuida más de aprender que de enseñar. Aprende durante mucho tiempo, enseña tarde, y sólo lo
que te parezca seguro. Y en cuanto a escribir, no tengas demasiada prisa.
ABELARDO

El aprendizaje prosigue hasta la muerte y sólo entonces cesa.


HSUN TZU

La finalidad de la educación intelectual no es saber cómo repetir o retener verdades prefabrica-


das. Una verdad repetida como cotorra es solamente media verdad. El fin es aprender a ser dueño
de la verdad con el riesgo de perder mucho tiempo y de pasar por todas las formas indirectas que
son inherentes a la actividad real.
JEAN PIAGET

Yo no he nacido sabio. Estoy sencillamente enamorado de los estudios y trabajo arduamente para
aprender.
CONFUCIO

Puede decirse que una institución académica cumple su función propia en la medida en que
inculca hábitos mentales independientes y un espíritu de investigación. Cuando una universidad
fracasa en esta misión, desciende al nivel del adoctrinamiento.
BERTRAND RUSSELL

Quiero dar a los que me lean fuerza, alegría, valor, desconfianza y perspicacia, pero cuido ante
todo de no darles instrucciones, entendiendo que sólo pueden y deben encontrar éstas por sí
mismos. Desarrollar a la vez el espíritu crítico y la energía, esos dos contrarios. De ordinario, sólo
hallamos tullidos entre los inteligentes y tontos entre los hombres de acción.
ANDRÉ GIDE

Joven: toma este libro y lee. Si puedes llegar hasta el fin, no serás incapaz de comprender un libro
mejor. Como me guía la intención de ejercitarte más bien que el de instruirte, poco me importa
que adoptes mis ideas o que las rechaces, siempre que pongas toda tu atención en ellas. Un autor
más hábil te enseñará a conocer las fuerzas de la naturaleza. A mí me basta con haberte inducido
a ensayar las tuyas. Adiós.
DENIS DlDEROT

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El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

la primera tarea de un profesor es la de enseñar a sus alumnos a aceptar los hechos incómodos;
quiero decir, aquellos hechos que resultan incómodos para la corriente de opinión que los alum-
nos en cuestión comparten. Y para todas las corrientes de opinión, incluida la mía propia, existen
hechos incómodos. Creo que cuando un profesor obliga a sus oyentes a acostumbrarse a ello les está
dando algo más que un simple aporte intelectual. Llegaría incluso a la inmodestia de utilizar la
expresión «aporte ético», aunque pueda sonar como un término en demasía patético para califi-
car una evidencia tan trivial.
MAX WEBER

Creo que el fin principal de la educación debe consistir en estimular a los jóvenes para que
discutan e impugnen Las ideas que se dan por seguras. Lo importante es la independencia intelec-
tual. El aspecto negativo de la educación reside en la renuncia a permitir que los estudiantes
pongan en tela de juicio las opiniones consagradas, y a las personas que ejercen el poder. Es
necesario que surjan nuevas ideas, que los jóvenes tengan el mayor aliciente posible para disentir
radicalmente de las estupideces de su época. La mayoría de la gente respetable y la mayoría de las
ideas que pasan por ser fundamentales implican barreras para los logros humanos.
BERTRAND RUSSELL

La sociedad está dedicando grandes sumas de dinero a las universidades, a los científicos y a los
laboratorios y, por tanto, tiene derecho a esperar algo de los científicos: que éstos digan la verdad,
pues para eso están. Si uno dijera: «Sí, yo sé cual es la verdad pero no lo digo porque me acarrea-
ría inconvenientes», en ese caso estaría rompiendo el pacto que uno tiene con la gente como
totalidad. Para mí, el científico no tiene derecho a hacer tal cosa. Si yo sé más que nadie acerca
de un terna importante, me siento obligado a decir lo que sé y al diablo las consecuencias.
H.J. EYSENK

Mi abuelo quiso que yo tuviera una educación, por eso no me envió a la escuela.
MARGARET MEAD

El objetivo principal de la educación es crear hombres que sean capaces de hacer cosas nuevas, no
de repetir simplemente lo que han hecho las otras generaciones, hombres que sean creativos,
inventivos y descubridores. El segundo objetivo de la educación es conformar mentes que puedan
ser críticas, que puedan verificar y no aceptar todo lo que les ofrecen. El gran peligro de hoy es el
peligro de los eslóganes, de las opiniones colectivas, de las direcciones preformadas del pensamien-
to. Debemos ser capaces de resistirlo individualmente, de criticar, de distinguir entre lo que está
demostrado y lo que no lo está.
JEAN PIAGET

El profesor mediocre dice. El buen profesor explica. El profesor superior demuestra. El gran pro-
fesor inspira.
WILLIAM WARD

Una de las cosas más importantes que debe enseñarse en los establecimientos docentes de una
democracia es el poder de sopesar argumentos y el tener la mente abierta y preparada de antema-
no a aceptar el argumento que parezca más razonable. En cuanto se impone una censura en las
opiniones que los profesores pueden expresar, la educación deja de realizar sus fines y tiende a

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producir, en lugar de una nación de hombres, un rebaño de fanáticos. Todos los que se oponen a
la discusión libre y tratan de imponer una censura de las opiniones que afectan a los jóvenes
aumentan la gazmoñería y hunden al mundo en el abismo de la lucha y la intolerancia.
BERTRAND RUSSELL

Ah, Yu: ¿has oído hablar de las seis máximas sobre las deficiencias? Siéntate, pues, y te las diré:
si un hombre ama la bondad, pero no ama el estudio, su deficiencia será la ignorancia. Si un
hombre ama la sabiduría pero no ama el estudio, su deficiencia será profesar ideas caprichosas y
erróneas. Si un hombre ama la honestidad y no ama el estudio, su deficiencia será una tendencia
a estropear o desarreglar las cosas. Si un hombre ama la sencillez pero no ama el estudio, su
deficiencia será seguir una pura rutina. Si un hombre ama el valor y no ama el estudio, su
deficiencia será una desesperada violencia. Si un hombre ama la decisión de carácter y no ama el
estudio, su deficiencia será la obstinación o una terca fe en sí mismo.
CONFUCIO

Es importante que los estudiantes traigan cierto toque superficial de golfos, cierta irreverencia, a
sus estudios. No están aquí para rendir culto al conocimiento sino para ponerlo en tela de juicio.
JACOB BRONOWSKI

Los analfabetos del futuro no son los que no pueden leer o escribir, sino los que pueden aprender,
desaprender y reaprender.
ALVIN TOFFLER

El objetivo de la educación debería ser el de enseñar a los niños a utilizar el pensamiento como
medio de orientación en el mundo: por lo tanto, cualquier prohibición de pensar o preguntar, y
que llevada por la obediencia aprendida pudiera llegar a entrar en el núcleo de la conciencia, se
convierte automáticamente en un obstáculo de la educación misma.
ALBERT EINSTEIN

Lo bello, lo sagrado, lo eterno, la religión y el amor constituyen el cebo que se requiere para
despertar el deseo de morder, no el análisis conceptual sino el éxtasis, no la necesidad fríamente
progresiva de la materia a la vista sino el entusiasmo fermentante.
G.W.F HEGEL

Ustedes saben que yo no creo que alguien haya enseñado jamás algo a otra persona. Yo cuestiono
la eficacia de la enseñanza. Lo único que sé es que si alguien quiere aprender, aprenderá. Quizás
un maestro sólo sea una persona que facilita, que coloca cosas delante de la gente y muestra cuán
emocionantes y maravillosas son, incitando a probarlas.
CARL ROGERS

Más allá de los ciegos encomios a nuestra patria, nos incumbe como ciudadanos un deber diferen-
te y más grave, a saber, el de educarnos hasta llegar al tipo de hombre comprensivo para quien la
verdad y la afinidad con las cosas del espíritu están por encima de todo y que, a través de este
conocimiento, captará también su deber de ciudadano si ya éste no le fuera congénito por tempe-
ramento. En el reino del pensamiento, la justicia suprema es que se disipen todas las fronteras.
JACOB BURKHARDT

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El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Corno habrá visto en mis libros, estoy en contra de todo sistema educativo. Me gustaría destruir
todas las escuelas e incendiar todas las bibliotecas; esto parece, en principio, muy loco, puesto que
soy un gran lector. Pero sucede que también soy un autodidacta y creo que lo más importante es
aprender por sí mismo, no tener disciplina alguna, no ser instruido por los demás, a menos que se
cuente con un gran profesor.
HENRI MILLER

Hay que poner más atención en la educación de un estrato superior de hombres de mentalidad
independiente, inmunes a la intimidación y ansiosas de proseguir el camino de la verdad. Gran
parte de nuestra falta de libertad de pensamiento procede de las restricciones impuestas por nues-
tra educación en los campos de la religión y la sexualidad.
SIGMUND FREUD

La educación no tiene final. No acaba con que leamos un libro, pasemos un examen y acabemos
con nuestra educación. Toda nuestra vida, desde el momento en que nacemos hasta el momento
en que morimos, es un proceso de aprendizaje.
KRISHNAMURTI

La convicción de que es importante creer esto o aquello, incluso aunque una investigación libre
no apoye la creencia, es común a casi todas las religiones e inspira todos los sistemas de educación
estatal. La consecuencia es que las mentes de los jóvenes no se desarrollan y se llenan de hostilidad
fanática hacia los que tienen otros fanatismos y, aún más virulentamente, hacia los contrarios a
todos los fanatismos. El hábito de basar las convicciones en la prueba y de darles sólo ese grado de
seguridad que la prueba autoriza, si se generalizase, curaría la mayoría de los males que padece
el mundo. Pero, en la actualidad, la educación tiende a prevenir el desarrollo de dicho hábito, y
los hombres que se niegan a profesar la creencia en algún sistema de dogmas infundados no son
considerados idóneos como maestros de la juventud.
BERTRAND RUSSELL

La declaración enfática de que se posee la verdad vale ahora muy poco frente a otra declaración,
más modesta, es cierto, y menos resonante, de la investigación de la verdad, que no se cansa nunca
de volver a aprender y de hacer nuevas experiencias.
FEDERICO NIETZSCHE

Nadie puede detener el proceso de aprendizaje, de verdadero cuestionamiento, aunque sólo se


deba a que nuestros antepasados comenzaron este camino hace miles de años. Nos pusieron en
este camino y no podemos escapar de él.
IDRIES SHAH

Todo intelectual tiene una responsabilidad muy especial. Tienen el privilegio y la oportunidad de
estudiar. A cambio, debe presentar a sus congéneres los resultados de su estudio lo más simple,
clara y modestamente que pueda. Lo peor que pueden hacer los intelectuales —el pecado cardi-
nal— es intentar establecerse como grandes profetas con respecto a sus congéneres e impresionarles
con filosofías desconcertantes. Cualquiera que no sepa hablar de forma sencilla y con claridad no
debería decir nada y seguir trabajando hasta que pueda hacerlo.
KARL R. POPPER

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En el estudio de La sabiduría nunca habéis de poner término, no se ha de acabar antes de la vida.
JUAN LUIS VIVES

La inteligencia que más sabe siempre tiene algo que aprender.


G. SANTAYANA

1O. Maestros y discípulos.

Durante cierto tiempo, nuestros maestros nos sirven personalmente, como piedras miliarias del
progreso. En un tiempo eran ángeles del conocimiento y sus figuras tocaban el cielo. Luego nos
acercamos, vimos sus recursos, su cultura y sus límites, y tuvieron que ceder su lugar a otros genios.
Es una suerte si unos pocos nombres permanecen tan altos que no somos capaces de leerlos desde
más cerca y la época y las comparaciones no los despojan de sus resplandores. Pero al final dejare-
mos de buscar en los hombres la perfección y nos contentaremos con su calidad social y delegada.
R.W. EMERSON

En la obra de la ciencia sólo puede amarse aquello que se destruye, sólo puede continuarse el
pasado negándolo, sólo puede venerarse al maestro contradiciendo lo.
GASTÓN BACHELARD

Te quejas de las censuras de tus maestros, émulos y adversarios, cuando debieras agradecerles: sus
golpes no te hieren, te esculpen.
RAMÓN Y CAJAL

Es necesario que un maestro ponga a sus discípulos en guardia contra él. Esto forma parte de su
humanidad.
FEDERICO NIETZSCHE

Los maestros deben estimular un inteligente desacuerdo por parte de sus discípulos, incluso ins-
tándoles a que lean libros que sustenten opiniones contrarias a las del instructor.
BERTRAND RUSSELL

Debo reconocer mi deuda con los filósofos que me han precedido. Dieron buenas reglas aunque,
ciertamente, no siempre las hayan seguido ellos mismos. Se asemejan a esos buscadores de aventu-
ras que no llegaron al puerto deseado pero que, gracias a sus naufragios, hicieron conocer los
roqueríos y los bancos de arena e hicieron más segura y fácil la ruta de sus sucesores.
GEORGE BERKELEY

Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discípulo.


FEDERICO NIETZSCHE

El verdadero maestro no es un proveedor de conocimientos sino un despertador de espíritus que,


en el acto mismo de ejercer su función iluminadora, admite, además, la reciprocidad de esa
acción y acepta la posibilidad de ser refutado no menos que la de refutar a los demás.
RODOLFO MONDOLFO

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El Renacimiento de la Experiencia Intelectual

Si pude ver más lejos que otros es porque me encontraba sobre hombros de gigantes.
ISAAC NEWTON

Nunca se descubriría nada si nos contentáramos con lo que ya se hallado. Además, quien se
limita a seguir a otro, no encuentra nada por su cuenta: más aún, ni siquiera busca. Pero los que
han promovido estas investigaciones son nuestros guías, no nuestros amos.
SÉNECA

Un estudioso es lo que fueron sus profesores, sus maestros, bien o mal reconstruidos y recombinados.
HOWARD GARDNER

El Decálogo que, como maestro, me gustaría promulgar, podría enunciarse en los siguientes
términos:
1. No te sientas absolutamente seguro de nada.
2. No pienses que vale la pena ocultar las evidencias para progresar, porque las evidencias saldrán
ciertamente a la luz.
3. Nunca trates de poner obstáculos al pensar porque seguramente lo lograrás.
4. Cuando tropieces con oposición, aunque provenga de los tuyos, procura vencerla valiéndote de
argumentos y no de la autoridad, porque el triunfo que depende de la autoridad es quimérico e
ilusorio.
5. No te dejes intimidar por la autoridad de los demás, porque siempre encontrarás autoridades
de signo opuesto.
6. No recurras a la fuerza para ahogar las opiniones que te parezcan nocivas, porque si lo haces
las opiniones te ahogarán a tí.
7. No temas sustentar ideas excéntricas, porque todas las ideas que hoy aceptamos fueron excén-
tricas alguna vez.
8. Busca tu placer en la discrepancia inteligente antes que en el asentimiento pasivo, porque si
valoras la inteligencia como es debido, ésta implica un entendimiento más profundo que aquel.
9. Sé escrupulosamente veraz, aunque la verdad sea contraproducente, porque es más contrapro-
ducente aún cuando tratamos de ocultarla.
10. No envidies la felicidad de quienes viven en paraísos falsos, porque sólo un necio puede
pensar que eso es felicidad.
BERTRAND RUSSELL

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