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ASIGNATURA

ÉTICA y DEONTOLOGÍA PROFESIONAL

INSTITUTO BRISTOL
DIPREGEP 9062

CARRERA
CINE

Ética y Deontología Profesional


Docente Titular: Daniel de Sautú

CONTENIDO:

- Fundamentación
- Objetivos
- Material de estudio
- Ejercitación
- Bibliografía obligatoria y complementaria

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ÉTICA y DEONTOLOGÍA PROFESIONAL

F U N D A M E N TA C I Ó N D E L A A S I G N AT U R A

El problema o los problemas éticos revisten un entramado complejo que intentaremos


ir desarticulando a lo largo de las clases desde perspectivas diferentes. La intención es
problematizar la ética desde lo llano, desde la acción misma del sujeto que la reflexiona. Los
problemas éticos suponen complejidad ya que implica reflexionar sobre lo más propio y
auténtico que tenemos, los modos de actuar. Es por ello que al reflexionar y problematizar
sobre la ética resulta inevitable pensarnos en tanto sujetos de acción que interactuamos.
Supone pensar los conceptos morales arraigados en nuestro carácter y ponerlos en la mesa
para observarlos y debatirlos.
Nada tiene sentido si conceptualizamos los problemas éticos distanciados de las
prácticas cotidianas donde estamos sumergidos. La ética supone un problema desde el punto
de partida, concebimos la ética al modo de ser o costumbre que poseemos los individuos, es
así que reviste complejidad debido a la diversidad y pluralidad de las acciones humanas.
El vocablo ética, separado de todo contexto, resulta ambiguo, la intención que tendrá
el recorrido de la unidad es tematizar y reflexionar la disciplina. La clase inicial estará
dirigida a intentar comprender el campo problemático de la disciplina, a qué nos referimos
con ética, suponiendo de antemano la conflictividad que supone el campo de análisis.
Existe una convención bastante extendida dónde la ética (tematización) y la moral (lo
ya tematizado o estandarizado como son las costumbres o códigos de normas). Es por ello
que la introducción al tema ético que desarrollaremos tendrá una parte inicial
problematizadora dónde servirá como motivación para comenzar y analizar los sistemas de
pensamientos que ofrecieron una lectura sobre nuestros modos de actuar.
La relación de la ética con la ciencia presupone límites, su competencia frente al saber
científico, de esa manera nos permitirá comprender los modos de relación que podemos tener
con el conocimiento en general.
Dentro de las teorías éticas estudiaremos el sistema aristotélico, que es de carácter
eudaimonista donde la felicidad es el fin que se debe alcanzar y supone cierto virtuosismo. Es
así que se podrá observar una concepción ética en donde el carácter finalista y comunitario
abrirá campos de indagación y de preocupación generalizada. El utilitarismo de Mill refleja la
ética que predomina en la actualidad, la ética propia del sistema capitalista, donde la felicidad
es aquello que resulta útil, solo que la búsqueda será puesta en la mayor felicidad a la mayor
cantidad de personas posibles. Es así que pensar al utilitarismo es pensarnos en las prácticas
éticas actuales dónde la lógica utilitarista rige los vínculos entre uno mismo y los demás.
La ética kantiana nos permitirá pensar el deber como motor ético por fuera de la
felicidad que siempre supone cierto individualismo, pensar el deber como lo bueno o lo
correcto y la relación que supone la ética kantiana con la libertad.
La figura de Nietzsche nos permite abrir el campo ético del nihilismo sumergirnos en
la mirada ética contemporánea donde la figura del sujeto cartesiano-kantiano y las verdades
morales decaen para introducirnos en una figura menos sólida, de esa manera nos permitirá
construir puentes con Aristóteles, Mill y Kant.
Todo este bagaje teórico no tendrá otra contribución sino lo aplicamos a la reflexión
sobre el papel de la ética frente al cotidiano actuar del profesional. Para ello intentaremos
desarrollar el juicio crítico confrontando ideas. En la última unidad pasaremos revista de la
responsabilidad, deberes y derechos de los futuros profesionales.

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O B J E T I V O S D E L A A S I G N AT U R A

 Generar, por parte de los cursantes, una reflexión crítica acerca de la naturaleza del
problema moral.

 Comprender y comparar las distintas posiciones históricas que ofrecieron su aporte


teórico al problema del sistema moral.

 Analizar la situación del hombre en la sociedad contemporánea y elaborar una


conclusión referida al diagnóstico de la época actual.

 Conceptuar y comprender la importancia de contar con un marco normativo regulador


de la práctica profesional.

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CONTENIDOS

INTRODUCCIÓN:
El problema ético. Ética y moral. La Ética como ciencia: Distinción entre Bien y Mal.
Reconocimiento de los límites del Bien y del Mal. Etimología de la palabra Ética y Moral.
Distinción entre Ética y Moral. Ética y filosofía. Ubicación de la filosofía en el campo del
saber. Saber ingenuo y saber crítico. Ciencia y Filosofía. Clasificación de las ciencias.
Análisis de las ciencias sociales. La ética como ciencia. Actividades: Reconocimiento de
principios o preceptos morales. Textos de Galeano, Sócrates, Hobbes y Rousseau.

UNIDAD I:
La Ética en la Antigüedad Clásica: El origen de los planteos éticos. Relación entre ley y
ética. Relación entre la religión y la ética. El misterio de la moral. Distintas teorías, distintas
respuestas. La ética socrática. La ética de Aristóteles.: actividad humana, fin y bien. El Sumo
Bien. El concepto de felicidad y la perfección del Sumo Bien. La virtud. Tipos de virtudes:
virtudes éticas y dianoéticas. Concepto de medianía o justo medio. La Sofía. Actividades:
Texto de lectura obligatorio para elaborar un comentario integrador de la unidad: Ética
nicomaquea. Cuestionarios.

UNIDAD II:
El utilitarismo de John Stuart Mill: El utilitarismo. Actividades: Guía de preguntas.
Posiciones diversas ante dilemas éticos. Ejercitación.

UNIDAD III:
El formalismo kantiano: Immanuel Kant. El concepto de voluntad. Voluntad santa y
voluntad humana, diferencias. El concepto de buena voluntad. Las inclinaciones y el deber.
Acciones contrarias al deber, de acuerdo al deber por inclinación mediata e inmediata, y por
deber. Actividades: Guía de preguntas. Posiciones diversas ante dilemas éticos. Ejercitación.

UNIDAD IV:
Persona y sociedad: El hombre y el medio social. Somos seres sociales. Integración total,
parcial y desintegración social. El hombre postmoderno.

UNIDAD V:
El Hombre, la ética y la Deontología Profesional: Relación entre ética y deontología
profesional. La deontología como ciencia empírica y su relación con la ontología. Noción del
deber ser. Rol profesional y sociedad. La ética profesional. Aspectos legales. Conclusión.

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P R O P U E S TA D E T R A B A J O

ACTIVIDADES

Las actividades a desarrollarse serán de carácter individual, invitándose al alumno a la


realización de los distintos ejercicios propuestos por el profesor.

En este sentido, los mismos se dividen en:

 Ejercicios o guías de estudios que se irán proveyendo a lo largo de la cursada.

 1 (un) Trabajo Práctico Obligatorio que deberán remitirse al docente por correo
electrónico en los plazos establecidos.

 2 (dos) Evaluaciones Parciales presenciales.

Todas las instancias de evaluación tienen posibilidad de recuperación.

EVALUACIÓN FINAL

Para estar habilitado a dar examen final el alumno deberá previamente haber aprobado el
Trabajo Práctico Obligatorio y los Parciales correspondientes.

Se evaluarán los conocimientos que el alumno haya adquirido durante toda la cursada.

La calificación mínima para la aprobación de las instancias evaluativas y para la acreditación


de la materia en el examen final será de un mínimo de 4 (cuatro) puntos.

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BIBLIOGRAFÍA GENERAL DEL MÓDULO

 ARIAS, J., Perifilosofia, Vol. I y II, Mar del Plata, Ed. Suarez, 2009 y 2011.
 ARISTÓTELES, Ética a Nicomaco, México, UNAM, vs. Eds.
 CARPIO, ADOLFO, “Principios de filosofía”, Editorial Glauco, (2004)
 FERRATER MORA, J., Diccionario de Filosofía, AP. “Ética y moral”, Bs. As.
Sudamericana, vs. Eds.
 FROMM, E, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, México, FCE 1985 Ética
y Psicoanálisis.
 FOUCAULT, M. Microfísica del poder., vs. Eds.
 HAZLITT, Los fundamentos de la moral, Bs. As, Fundación de la Bolsa de
Comercio de Bs. As, 1979.
 HESSEN, J, Tratado de Filosofía, Tomo II, ap. “Teoría de los Valores”, Bs. As.
Sudamericana.
 KANT, I, Critica de la Razón Práctica, vs. Eds.
 KANT, I, Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Buenos Aires : La
cuarenta, 2012, Traducción de: Manuel García Morente
 MAC INTYRE, Historia de la ética, Barcelona, Paidos, 1982.
 MALIANDI, RICARDO, “Ética: conceptos y problemas”, Editorial Biblos, (2009)
 MARITAIN, J, La Persona y el bien común, Bs. As, club de lectores, 1968.
 MILL, JOHN, STUART, “El Utilitarismo”, www.ateismopositivo.com.ar
 ROMERO, F. Filosofía de la Persona, Bs. As. , Losada, pp. 7-55, vs. Eds.
 ROMERO, F. Teoría del Hombre, Bs. As. Losada, vs. Eds.
 Guías de Introducción a la Filosofía, Bs. As. Convenio EUDEBA/CEA, 1981.
 SAVATER, F., Ética para Amador/ Política para Amador, Los siete Pecados
Capitales, Ed. Planeta 1991. y Ed. Sudamericana, 2005.

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INTRODUCCIÓN:
EL PROBLEMA ÉTICO. ÉTICA Y MORAL. LA ÉTICA COMO
CIENCIA.

Contenido Temático:
Distinción entre Bien y Mal. Reconocimiento de los límites del Bien y del Mal.
Etimología de la palabra Ética y Moral. Distinción entre Ética y Moral.
Reconocimiento de principios o preceptos morales. Ética y moral: una confusión
frecuente. Ética y filosofía. Ubicación de la filosofía en el campo del saber. Saber
ingenuo y saber crítico. Ciencia y Filosofía. Clasificación de las ciencias. Análisis de
las ciencias sociales. La ética como ciencia.

Distinción entre Bien y Mal. Reconocimiento de los límites del Bien y del Mal.
En una hoja de dos columnas se deberá incorporar un mínimo de seis ítems en cada una:
cosas buenas y cosas malas, al lado de cada respuesta se deberá explicar y justificar la
maldad o la bondad de las cosas establecidas, la tarea será de carácter individual y el
desarrollo es libre, se podrán incorporar a la lista cualquier pensamiento que se considere
como algo bueno o malo. Por tanto, no solo se incorporarán cosas buenas y malas sino
también se ejercitará un carácter determinante de la ética: esto es “la libertad”.

(COSAS BUENAS) (COSAS MALAS)


¿Por qué son buenas? ¿Por qué son malas?
………………………………. ……………………….
………………………………. ……………………….
………………………………. ……………………….
………………………………. ……………………….
………………………………. ………………………..
………………………………. ………………………..
………………………………. ………………………..

Etimología de la palabra Ética y Moral.


Otra cuestión es la de la etimología de ética y de moral, los griegos tenían dos palabras que
especifican esto. Ethos escrita de dos maneras (una con eta y otra con epsilon). El problema
consistía en que eran cosas distintas, ethos (nthos) con eta habitualmente quería decir
carácter, y ethos (Ethos) con epsilon quería decir costumbre.
Ya Aristóteles se había dado cuenta que estaban vinculados: “El carácter es aquello que
cada uno de nosotros se forma a través de la costumbre”, aunque son conceptos distintos
están relacionados. “Tengo tal carácter porque mis costumbres son tales”. Si me acostumbro a
mentir tendré el carácter de un mentiroso.
De ahí es donde deriva la palabra “ética” que originariamente ética era un plural de
adjetivos, y significaba las cosas éticas, las cosas del carácter y las cosas de las costumbres.
Pero ya en la época de Aristóteles comenzó a usarse el sustantivo ética como disciplina, se

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hablaba de la ética, que estudiaba las cosas que tiene que ver con el carácter y no con la
costumbre.
En relación a esto, los latinos tradujeron con la palabra mos, derivando moralis a efectos
de traducir la palabra ethos griega, en otras palabras eran sinónimos. En algunas cosas los
latinos simplificaron los términos griegos y en otros se complicaron por su distinta fonética.
Para este caso, descubrieron que con una sola palabra mos podían suplantar las dos de los
griegos.

Ahora la palabra ethos ha quedado en el lenguaje contemporáneo, escrita de esta manera, y


se usa no sólo en filosofía, sino también en sociología, antropología social, etc. para designar
lo que constituye el conjunto de normas y actitudes valorativas de una población
determinada, las características generales que tiene la moral de un pueblo, o de una
época, eso pasó a ser un ethos.

Para concluir, la moral la consideraremos como algo externo, algo que adviene desde
afuera, como una imposición estructural. Antes de cualquier indagación ética sobre el bien y
el mal tenemos nosotros una convicción sobre lo que está bien y está mal, una representación
moral. La moral puede ser considerada como una segunda naturaleza, como aquello que no
elegimos incorporar a nuestra existencia, es así que expresa una construcción valorativa,
quizás con un ejemplo se vea más claro. La moral cristiana dice que uno debe ser caritativo,
la caridad es vista como una virtud o un bien a lograr. La moral homérica representa el
heroísmo como una virtud deseable que enaltece al individuo. Cada moral, a lo largo de la
historia, determinó una idea sobre lo que está bien y está mal. Por eso nuestro objetivo será
analizar aquello que se encastró en nosotros como lo recibido, ya clasificado y enjuiciado.

Distinción entre Ética y Moral.


A continuación analizaremos el siguiente cuadro dónde se presentan las diferencias más
sobresalientes entre la moral y la ética:

Moral Ética

- Indica cómo se debe actuar -Se pregunta lo correcto de dicho actuar


-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Proporciona respuestas -Se reflexiona la moral
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Da información sobre lo -Se pregunta sobre lo correcto de
correcto e incorrecto dichas actuaciones
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Debemos hacer tal cosa (prescriptiva) -¿Por qué debemos hacer tal cosa?

Ética y moral: una confusión frecuente

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Muy a menudo escuchamos decir que tal o cual persona no ha tenido una conducta ética.
Otras veces se comenta que alguna acción es inmoral. También solemos decir que esto es
ilegal o que aquello es pecado. Pareciera que la Ética, la Moral, la Ley y la Religión fuesen lo
mismo o se confundieran.
Al ceder el asiento en un colectivo a una persona mayor, al cruzar la calle a un no vidente,
al decir la verdad, al ayudar a un amigo, al respetar la vida, al cumplir una promesa, uno se
comporta moralmente. Es decir, se actúa de acuerdo a las costumbres, valores y normas de la
sociedad en la que se vive. Estas costumbres, valores y normas son enseñados desde
pequeños. Desde niños nos dicen que se debe compartir, que no se debe mentir, que hay que
cumplir con la palabra empeñada, que no está bien matar, que hay que ser solidario, pues
bien, el conjunto de valores, normas y costumbres que tiene una sociedad se llama moral.
La moral nos dice cómo debemos proceder. Responde a la pregunta qué debo hacer frente
a esta o aquella situación.
Pero también nos interesa saber por qué tenemos que hacer lo que la moral nos manda.
Es decir, de dónde extraen su validez estas normas o costumbres, de dónde surge su
obligatoriedad en sentido moral. En otras palabras, queremos saber por qué no se debe mentir,
por qué no se debe matar, por qué debemos ser solidarios, por qué debemos ser responsables
de nuestros actos, etc., y es éste el problema de la Ética.

Ética y Filosofía
La filosofía, en su etimología, es una palabra que proviene del griego que suele traducirse
por: “amor a la sabiduría”, de philêin que puede traducirse como “amar”, “afección a” y
también “amistad”; y de sophía, que puede traducirse como “saber” o “conocimiento”.
Si tomamos esta definición al pie de la letra es probable que saquemos en conclusión que
el filósofo es un enamorado del saber, que quiere cada vez acumular conocimientos, un ser
ávido de devorar temáticas, y, en cierto aspecto no se estaría tan errado si a ello arribásemos,
pero, corremos también el riesgo de considerarlo una especie de erudito centrado en acaparar
conocimientos y esto es inexacto. Más exactamente el filósofo es alguien que hace de la
reflexión una actividad central en su vida. “Reflexión” quiere decir reflejar, tal cual opera un
espejo. Reflexionar, a su vez, es mirarse a sí mismo en un gesto de flexión, es un movimiento
sobre uno mismo, un repliegue interior en el que uno se pone enfrente de sí mismo para
observar, tal sea sus ideas, opiniones o pensamientos. Si reflexionamos sobre el sentido de la
vida, el ejercicio consistirá en percibir qué es lo que pensamos nosotros mismos sobre él
donde las preguntas que me haré serán ¿Qué pienso que es la vida? ¿En qué creo que consiste
la existencia?, etc.
Por lo tanto es una actividad teórica (teorein, saber ver), es decir que establece teorías o
explicaciones, que no requiere de trabajos de campo ni pruebas de laboratorio, como otras
disciplinas. Toma distancia de la realidad, la observa y emite un juicio crítico sobre ella,
explicando el orden que tiene y estableciendo la relación entre sus partes. Para realizar este
trabajo crítico el filósofo se plantea preguntas, ni la ciencia ni el sentido común pueden
contestarlas. Por tanto la filosofía cuestiona, pregunta, pide argumentación y mostraciones de
lo que sostiene.
La ética forma parte de la filosofía y estudia la moral, el bien, el mal a diferencia del
término moral que hace referencia a las costumbres, si seguimos la etimología, que era el
origen del término y su procedencia. La ética estudia los comportamientos o sistemas morales

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además de preguntarse por la justificación racional de dichos sistemas. En síntesis centra su


atención en el ser y el deber ser, se relaciona con disciplinas como el derecho, las leyes, la
psicología, sociología, antropología y ciencias que estudian el comportamiento humano.

Ubicación de la Filosofía en el campo del saber.


Saber ingenuo y saber crítico.
Ahora que ya tenemos un concepto más claro respecto de la palabra Filosofía, no
debemos ignorar que no es el único modo de saber dado que existen otros campos diferentes
por lo que conviene visualizar el siguiente esquema para una mejor comprensión:

CONOCIMIENTO COTIDIANO CONOCIMIENTO CRÍTICO


También llamado, vulgar, espontáneo, Del griego krinein, (que significa
Por experiencia, o ingenuo. Surge del discernir, separar, analizar).
contacto con las cosas y personas.

Características
Espontaneidad Tiene un método
Socialmente determinado Esta fundamentado
Subjetivo Es objetivo
Asistemático Sistemático
Dogmático y acrítico Es claro
Empírico (por experiencia) Empírico-racional

Hay que destacar que la diferencia fundamental entre ambos tipos de saber no se
encuentra en el contenido de los conocimientos, sino más bien en el modo como lo afirman.

Ciencia y Filosofía.
En el campo del saber crítico aparecen Ciencia y Filosofía, por lo que presentaremos una
nueva división:

CONOCIMIENTO CIENTÍFICO CONOCIMIENTO FILOSÓFICO

Características
Progresa linealmente (va reemplazando Progresa en volumen
problemas e incorpora nuevas hipótesis)
Se refieren a un sector de la realidad Se maravilla ante toda la realidad
Parte de ciertos supuestos Intenta elimina todo supuesto
Busca causas próximas Busca la causa primera

Dentro del campo del conocimiento científico es posible realizar una subdivisión básica
en Ciencias Formales y Ciencias Fácticas. Las primeras trabajan con objetos ideales y son,
principalmente, la Lógica y la Matemática. Las segundas (Fácticas, del latín factum –hecho-)

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tienen por objeto cosas reales y, tradicionalmente, se agrupan en ciencias naturales (por ej.
Biología, Química, etc.) y ciencias sociales (Humanísticas o del espíritu) por ejemplo
Historia, Sociología, Psicología, etc.). En el caso de la Filosofía, los temas fundamentales se
agrupan en disciplinas tales como Metafísica (análisis del ser y del ente), Antropología
Filosófica (el sentido de la naturaleza y la existencia humana); Gnoseología o teoría del
Conocimiento; Filosofía de la Ciencia, Filosofía del Lenguaje, Estética, y, ÉTICA, entre
otras.

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Actividades

Reconocimiento de Principios o preceptos morales.


La lectura de un texto de Eduardo Galeano nos abrirá la puerta a fin de que podamos
observar lo complejo que resulta determinar o reconocer qué fundamento, principio o
precepto moral descansa detrás de las acciones humanas.

La institución conyugal (Eduardo Galeano)

El capitán Camilo Techera siempre andaba con Dios en la boca, buenos días si Dios
quiere, hasta mañana si Dios quiere.
Cuando llegó al cuartel de artillería, descubrió que no había ni un solo soldado que
estuviera casado como Dios manda y que vivían todos en pecado, retozando en
promiscuidad como las bestias del campo.
Para acabar con aquel escándalo que ofendía al señor, mandó llamar al sacerdote que
oficiaba misa en la ciudad de trinidad. En un solo día, el cura administró a los soldados
de la tropa, cada cual con su cada cuala, el santísimo sacramento del matrimonio en
nombre del capitán, del padre, del hijo y del Espíritu Santo.
Todos los soldados fueron maridos desde aquel domingo.
El lunes, un soldado dijo:
¡Esa mujer es mía¡.
Y clavó el cuchillo en la barriga de un vecino que la estaba mirando.
El martes, otro soldado dijo:
¡Para que aprendas¡
Y retorció el pescuezo de la mujer que le debía obediencia.
El miércoles….

Eduardo Galeano: “Bocas del tiempo”, Editorial. Catálogos, (2004)

Cuestionario

1- ¿Cuál es el principio moral que obliga al capitán a casar a los soldados?


2- ¿Quién determina ese principio moral?
3- ¿Cuál es la consecuencia de haber obligado a los soldados a casarse que deja entrever
el autor? ¿Por qué?

“El malo lo es por ignorancia y por tanto se cura de ello con la sabiduría” (Sócrates)

(Platon, “Diálogos socráticos”, México: Porrúa, (1991), Eutifrón, Página 108)

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“Lo que de algún modo es objeto de cualquier apetito o deseo humano es lo que con
respecto a él se llama bueno, y el objeto de su odio o aversión, malo; y de su desprecio, vil e
considerable o indigno. Pero estas palabras de bueno, malo y despreciable siempre se usan
en relación con las personas que las utilizan. No son siempre ni absolutamente tales, ni
ninguna regla de bien y de mal puede tomarse de la naturaleza de los objetos mismos”
(Hobbes)

(“Leviatan o la materia, forma y poder de una república, eclesiástica y civil”, Buenos Aires:
Fondo de Cultura Económica, (2009) Página 123.)

“Todos tenemos el deber (obligación) de ser felices y por lo tanto contribuir a la


felicidad de los otros” (Rousseau)

(“El contrato social”, Buenos Aires: Losada, (2008), Página 207.)

Cuestionario

1- ¿Extraer de cada filósofo por lo menos un principio moral?


2- ¿Estás de acuerdo? ¿Por qué?

UNIDAD I:
LA ÉTICA EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA

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Origen de los planteos éticos.

En realidad sería imposible determinar una fecha con exactitud acerca de cuándo el
hombre comenzó a observar sus acciones. Esto es algo que ocurrió desde siempre
convirtiéndose en una cuestión natural.
Quizás sí podríamos afirmar que conocemos qué pueblos han hechos planteos éticos
debido a la historia que hemos recibido pero, lejos están de posicionarse como primeros ya
que es algo que desde siempre el hombre se cuestionó. Tenemos una limitación y estos son
los registros escritos históricos y a ellos recurriremos. Y curiosamente fue la Literatura la que
nos ha provisto de tal valiosa documentación, en particular la poesía homérica que era
recitada de memoria por los rapsodas, cantantes itinerantes con gran poder de memoria que
relataban las hazañas de los aristoi, el mejor entre los mejores. Las obras la Odisea y la Ilíada
son muestras cabales al respecto de ir apareciendo personajes que actúan y deciden de
acuerdo a lo que creen que es lo mejor.
Sin embargo, los planteos abstractos han venido de la mano de la Filosofía. Si bien hubo
esbozos del actuar humano en filósofos como Heráclito de Efeso y Demócrito de Abdera,
presocráticos ellos, habrá que esperar a Sócrates si lo que estábamos buscando es
pensamiento filosófico sobre la ética y el actuar.

Relación entre ley y ética.

No tenemos que confundir las normas morales con las leyes. No todas las leyes son éticas,
es decir, no todas las leyes responden a una fundamentación ética que las legitime.
A su vez, no todo lo que puede ser ético es legal. Lo ideal sería que existiera una
coincidencia plena entre lo ético y la ley, pero no siempre es así. Por ello es conveniente
distinguir entre legalidad y legitimidad. Aquello que es conforme a la ley es legal. Aquello
que es conforme a la ética es legítimo.

Además podríamos plantear un par de ejemplos para entender esta cuestión:

 LEGAL pero NO LEGÍTIMO: en el siglo XVIII, en nuestro país era legal la


esclavitud de los negros; pero si reflexionamos sobre esta situación, veremos que
no es legítima ya que toda persona es un fin en sí mismo y jamás un medio al
servicio de otro. Las personas no son cosas que pueden ser usadas para fines de
otras.

 LEGÍTIMO pero NO LEGAL: frente a algunos pacientes enfermos terminales


muy graves podríamos coincidir en que lo mejor que podría pasarle es morir, sin
embargo, la eutanasia, que es poner fin a la vida del paciente por su propio bien, es
algo ilegal en la mayoría de los países.

Relación entre la religión y la ética.

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Con la religión es un tema algo más complicado. Para comenzar debemos hablar de
religiones porque son muchas. Si lo único que nos aporta una religión es una lista de
obligaciones sin explicarnos por qué debemos cumplir con ellas, entonces esa religión es lo
que antes llamamos moral. Pero si intenta fundamentar racionalmente (no a través de la fe)
esas prescripciones, es decir, trata de explicarnos por qué debemos cumplir con lo que ella
manda, entonces ha pasado al planteo de la reflexión ética.

El misterio de la moral.

Respecto a personas, animales y cosas — “buen” compañero o “mal” compañero, “buen”


perro o “mal” perro, e incluso puerta “mala”, si nos golpeamos la cabeza con ella—. Sólo
gradualmente empezamos a distinguir la aprobación o desaprobación hecha sobre una base
moral de la aprobación o desaprobación fundamentada sobre otras bases. Los códigos morales
implícitos probablemente hayan existido por siglos antes de explicitarse —como el decálogo,
la ley sagrada de Manu, o el Código de Hammurabi—. Y fue mucho tiempo después de esta
explicitación, hablada o escrita, en proverbios, mandamientos o leyes, cuando los hombres
empezaron a conjeturar sobre ellos y a buscar conscientemente una explicación común o una
razón de ser.
Luego tuvieron que afrontar un gran misterio. ¿Cómo llegó a existir tal código moral?
¿Por qué consistía de cierto grupo de mandamientos y no de otros? ¿Por qué prohibía ciertas
acciones? ¿Por qué sólo éstas? ¿Por qué imponía o mandaba otras? ¿Cómo sabían los
hombres que ciertas acciones eran “buenas” y otras “malas”?

Distintas teorías, distintas respuestas.

La primera teoría fue que ciertas acciones eran “buenas” y otras “malas” porque
Dios o los dioses así lo habían decretado. Unas acciones eran agradables a Dios (o a los
dioses) y otras desagradables. Algunas serían recompensadas por Dios o los dioses, aquí o en
el más allá, y otras castigadas, aquí o en el más allá. Esta teoría —o fe, si se la puede llamar
así— se mantuvo por siglos.
Todavía es, probablemente, la teoría o fe más frecuente a nivel popular. Pero entre los
filósofos, incluso entre los primeros filósofos cristianos, se topó con dos dificultades. La
primera: ¿Era entonces este código moral puramente arbitrario? ¿Eran ciertas acciones buenas
y otras malas simplemente porque Dios así lo había querido? ¿No sería más bien la causalidad
al revés? La naturaleza divina de Dios no podría desear lo malo, sino solamente lo bueno. Él
no podría decretar lo malo, sino únicamente lo correcto. Pero este argumento implicaba que el
bien y el mal, lo correcto y lo incorrecto, eran independientes de la voluntad de Dios e incluso
preexistentes a la misma. Había una segunda dificultad. Incluso si el bien y el mal, lo correcto
y lo incorrecto, hubieran sido determinados por la voluntad de Dios, ¿cómo podríamos
nosotros, los mortales, conocer tal voluntad? La pregunta fue contestada por los judíos de una
manera quizá demasiado simple: Dios mismo dictó a Moisés, en el Sinaí, los Diez
Mandamientos, y cientos de otras leyes y juicios. De hecho, escribió incluso los Diez
Mandamientos con su propio dedo, sobre tablas de piedra.

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Sin embargo, con todo y lo numeroso que los mandamientos y juicios eran, no distinguían
claramente la importancia y el grado de pecaminosidad entre cometer asesinato y trabajar el
día de reposo. No han sido y no pueden ser consistentemente una guía para los cristianos. Los
cristianos no hacen caso de las leyes dietéticas prescritas por el Dios de Moisés. El Dios de
Moisés ordenó: “Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por
quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Éxodo 21:24, 25). Pero Jesús ordenó: “A
cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5:39); “Amad
a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian” (Mateo
5:44); “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros” (Juan 13:34). El
problema, por tanto, continúa: ¿Qué hacemos para separar lo correcto de lo incorrecto?
Otra respuesta, dada incluso por muchos escritores éticos, es que lo hacemos a través
de un “sentido moral” especial o por “intuición” directa. La dificultad aquí no sólo es que
el sentido moral o intuición de un hombre implica diferentes respuestas que las de otro, sino
que el sentido moral o intuición muchas veces no le proporciona una respuesta clara, ni
siquiera cuando lo consulte.
Una tercera respuesta es que nuestro código moral es un producto de la evolución
social gradual, como el lenguaje, o los modales, o el derecho consuetudinario, y que, como
ellos, ha crecido y evolucionado para satisfacer la necesidad de paz, orden y cooperación
social.
Una cuarta respuesta es la del simple escepticismo moral o nihilismo, que influye para
que se consideren todas las reglas o juicios morales como el resultado de supersticiones sin
fundamento. Pero este nihilismo nunca es consistente y pocas veces es sincero. Si alguien que
lo profesara fuese tirado al suelo, golpeado brutalmente y robado, sentiría algo notablemente
similar a la indignación moral, y expresaría sus sentimientos en palabras muy difíciles de
distinguir de aquellas con las cuales se expresa una desaprobación moral.
Una forma menos violenta, sin embargo, de convertir al nihilista moral sería simplemente
pedirle que imagine una sociedad en la que no exista ningún código moral, o en la que éste
sea exactamente opuesto a los códigos con los que nos encontramos de continuo. Podríamos
pedirle que imaginara cuánto podría prosperar una sociedad (o los individuos de la misma), o
incluso continuar existiendo, donde la actitud de descortesía, el rompimiento de las promesas,
la mentira, la trampa, el robo, el hurto, golpear, apuñalar, disparar; o la ingratitud, la
deslealtad, la traición, la violencia y el caos fueran la norma, y se les tuviera en tal alta
estima, o incluso fueran actitudes más apreciadas que sus opuestos: los buenos modales,
honrar las promesas, decir la verdad, cultivar la honestidad, la justicia, la lealtad, la
consideración con los demás, la paz, el orden y la cooperación social. Pero las falsas teorías
éticas y las posibles falacias respecto de la ética son casi infinitas.
Sólo podemos ocuparnos de unas pocas entre las principales que se han sostenido
históricamente o que aún siguen estando bastante extendidas. Sería poco rentable y
económico explicar en detalle por qué cada teoría falsa está equivocada o es inadecuada, a
menos que primero intentemos encontrar los verdaderos fundamentos de la moralidad y el
perfil de un sistema de ética razonablemente satisfactorio. Si encontramos la respuesta
correcta una vez, será mucho más fácil ver y explicar por qué otras respuestas están
equivocadas o, a lo sumo, son verdades a medias. Nuestro análisis de los errores será
entonces no sólo más claro, sino más económico. Y usaremos ese análisis de los errores para
afinar nuestra teoría positiva y hacerla más precisa.

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Pero comencemos por el principio, si bien con esto hemos sobrevolado las distintas
respuestas de los pensadores que, revisaremos a lo largo del cuatrimestre, es hora de hacer un
viaje imaginario a la antigüedad clásica para interpretar a los primeros maestros.

La ética socrática.

Sócrates vivió en Atenas en aquél dorado siglo V a.C. y como por principios decidió no
escribir sino realizar un ejercicio filosófico como era el diálogo, se conocen sus pensamientos
por el discípulo que más lo admiraba, Platón, que eligió su mejor protagonista para sus
diálogos, esto es el mismísimo Sócrates.
El pensamiento socrático descansaba en dos pilares: la virtud es conocimiento y nadie
obra mal voluntariamente.
¿Qué quiere decir con esto? Es muy sencillo, aquel que conoce el buen obrar o sea lo que
está bien, no obra mal, en otras palabras, si es que conoce los valores que deben seguir sus
acciones, necesariamente actúa bien. Esto es discutible para nosotros, podemos no estar de
acuerdo con él pero, Sócrates nos dirá aquel que sabe que fumar es malo, sin embargo, va y
fuma… Sócrates dijo que saber que está bien no nos determina a hacerlo, y si hacemos el mal
será porque no tenemos cabal conocimiento del bien. Luego dirá que aquel que, luego de
pasar por una enfermedad gravísima debido al cigarrillo, toma conciencia, y recién ahí se
cuida, antes, desconocía lo que era el bien, o simplemente tenía un falso conocimiento.
Sócrates lo fundamentará utilizando el segundo principio que habíamos enunciado; se
preguntaría ¿qué ser humano es capaz de obrar mal sabiendo que eso ha de perjudicarlo? En
primera instancia cada uno de nosotros cuando actúa lo hace en pos de lo mejor, y hacer un
mal a otro implica siempre también hacerse un mal a sí mismo. Esto último lo tenemos
documentado en Gorgias, otro diálogo platónico que dice “… Y si comete injusticia uno
mismo, es preciso que vaya por propia voluntad allí donde más rápidamente satisfaga su
culpa, ante el juez, como iría ante el médico, buscando con afán que la enfermedad de la
injusticia, al permanecer algún tiempo, no emponzoñe el alma y la haga incurable.” (Platón,
Gorgias, 480 a.C.)
Por último, para Sócrates, así como cuando nos excedemos con la comida y la bebida, nos
sentimos mal porque nos hacemos un mal a nuestro cuerpo, si robamos o mentimos le
hacemos un mal a otro y también a nosotros mismos, en este caso a nuestra alma. La culpa, es
una especie de enfermedad del alma, por eso que cuando hacemos un mal a otro, también nos
lo hacemos a nosotros mismos.

La ética de Aristóteles.

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Aristóteles nace en el año 384 a.C. en Estagira, reino de macedonia (Grecia) y muere en el
año 322 a.C. fue un pensador, discípulo de Platón y maestro de Alejandro Magno.
Reflexionó sobre muchos temas: lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, filosofía
política, estética, retórica, física, astronomía y biología. También reflexionó sobre la ética y lo
hizo en el libro “Ética nicomaquea”.

Comencemos analizando la respuesta de Aristóteles a la pregunta ¿Qué es el bien?

El filósofo comienza reflexionando que toda actividad, dentro de cualquier campo, ha de


tener necesaria, imprescindiblemente, un fin; para aquél que realiza una acción, ésta se le
presenta además, como capaz de reportarle un bien.
Así, en el primer párrafo de la Ética nicomaquea identifica ambos conceptos: “toda
actividad tiende a un fin que es a la vez un bien.”

“Toda arte y toda investigación científica, lo mismo que toda acción y elección parecen
tender a un bien y por ello definieron con toda pulcritud el bien los que dijeron ser aquello a
que todas las cosas aspiran.”
Aristóteles, Ética nicomaquea, Mexico, Porrúa, 1969, libro I, pag. 33

Siendo como son muy numerosas las actividades humanas también lo son los fines que
nos podemos proponer. Aristóteles da algunos ejemplos relacionados con las artes y las
ciencias: “el fin de la medicina es la salud, el de la construcción naval, el navío, etc.
Además no todos los fines son jerárquicamente iguales; algunos son más importantes que
los demás y así, los primeros subordinan a los segundos. Advertimos entonces que se
presentan ante el hombre verdaderas cadenas de fines, cuyos eslabones no constituyen, en
última instancia, sino medios.

Veamos un par de ejemplos:


a) señalar cuál es el fin final del protagonista y marca tres fines medios.
b) Relaciona las nociones de fin y bien a través de dos de los fines señalados.

a) Bolívar, antes de regresar a su país natal, Venezuela, desde España, donde había
completado sus estudios, juró dedicarse a liberar a su patria del yugo español.
Participó activamente en el movimiento de 1810 que formó la junta del 19 de abril,
contraria al Consejo de Regencia de Cádiz. Caída nuevamente Venezuela bajo la
dominación española, Bolívar huyó a Curacao. Allí organizó un desembarco en
Nueva Granada y después de varios encuentros con los españoles, entró en Caracas
en 1813 donde fue proclamado Libertador. Bolívar dirigía siempre a sus tropas
durante los combates sin flaquear ante los peligros pero también sin correr riesgos
innecesarios.”

b) “A. Lincoln, de origen humilde y autodidacta, tuvo que esforzarse para alcanzar su
título de abogado en 1836. Como le interesaba la carrera política, se presentó a
elecciones para diputado en varias ocasiones, y en dos de ellas obtuvo triunfos. En
1860 se presentó como candidato a presidente y ganó las elecciones

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desempeñando este cargo hasta 1865, año en que fue asesinado. Nunca dispuso de
mucho dinero pero siempre colocó lo que tenía al servicio de las buenas causas.”

Sin embargo no es suficiente hablar de fines “finales”, en el sentido de fines que se


persiguen por sí mismos. Para que nuestro desear tenga un sentido es imprescindible que
todos nuestros fines converjan hacia un fin último que valorice a los demás: a ese fin último
lo denomina Bien Supremo o Sumo Bien, y lo compara con el blanco que apuntan los
arqueros.

Pero ¿Cuál es y dónde está el Sumo Bien? Tanto el vulgo como la gente culta coinciden
en que es la felicidad, en griego eudeumonía, noción que incluye tanto la de comportarse bien
como la de vivir bien.

¿Cómo se puede reconocer el Sumo Bien? ¿Qué requisitos debe reunir para ser tal? El
primero: “ser siempre apetecible por sí mismo y no por otra cosa”, esto es, ser absolutamente
final; y el segundo “tornar la vida amable por sí solo” es decir, ser autosuficiente. Esta última
noción se relaciona con la idea de perfección y autarquía: el Bien Supremo tendrá que ser el
más elevado y como tal permitir al hombre gobernarse a sí mismo (autarquía). A
continuación, Aristóteles analiza los distintos géneros de vida en los que los seres humanos
han creído encontrar la felicidad:

1) La felicidad consiste en el placer (hedonistas) pero automáticamente Aristóteles


las rechaza debido a que es una felicidad dependiente de algo externo: el objeto de
placer, entonces dependemos del objeto que deseamos. También rechaza la
felicidad en el placer ya que es un movimiento que no lo distingue de los animales,
es necesario encontrar una felicidad que sea propiamente humana.

2) La felicidad se encuentra en los honores políticos, el reconocimiento del otro, la


fama, la carrera política, etc., tampoco es una felicidad autárquica o autónoma ya
que los honores y el reconocimiento no depende de nosotros sino de los demás,
aquellos que nos dan los honores también nos los pueden quitar.

3) La felicidad está en el dinero o riqueza, en este caso sucede lo mismo que en las
anteriores concepciones de felicidad, tampoco es una felicidad que dependa de
nosotros, depende de la posesión de dinero para ser feliz.

Estas tres últimas son casos de felicidad incompleta. Por lo tanto, la felicidad incompleta
es carente por su dependencia a algo externo; estamos frente, ni más ni menos, a la felicidad
como medio.
Entonces ¿En qué consiste la felicidad?
Para establecerlo mejor Aristóteles comienza a preguntarse cuál es la actividad
específicamente humana.
Y acá resulta interesante que la da por supuesto que la hay ya que
1) cada parte del cuerpo tiene para él una función determinada –el ojo, la mano, el pie- y
2) cada miembro de la sociedad tiene dentro de ésta, la suya –el oftalmólogo, el
peluquero, el zapatero, etc.-

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Habrá que dejar de lado las funciones vegetativas y de reproducción que son compartidas
con otros seres vivos y nosotros estamos buscando lo distintivo que tiene la actividad
humana. Sensaciones y sentimientos tampoco porque los compartimos con el mundo animal.
Lo único que falta considerar es la parte racional, y como ésta es privativa del ser
humano, ha de ser por lo tanto su función propia. El hombre, según la concepción aristotélica,
es razón; toda su excelencia reside en su capacidad de pensar.
Pero hay dentro de la actividad racional dos partes: una puramente teorética,
especulativa, cognoscitiva, inmortal, “que posee la razón” y otra práctica, que no sobrevive a
la corrupción del cuerpo y “que obedece a la razón”. Esta última dirige la vida apetitiva, la
que a su vez escucha sus consejos y se torna mesurada, equilibrada.
Para que esa función propia del hombre que, a su vez, engendra una actividad constituya
el Sumo Bien, basta agregarle una cualidad: la excelencia. Así, Aristóteles ha llegado a
proporcionar las notas determinantes del Fin último:
1) Función propia del hombre.
2) Ejercicio o actividad.
3) Excelencia o perfección.

De donde resulta una definición del Sumo Bien es el ejercicio perfecto de la función
propia del hombre. Y al hablar de excelencia nos estamos refiriendo a la noción de “virtud”
(areté, en griego o virtus en latín ambos términos connotan un modo viril de excelencia).
Aclara todavía Aristóteles respecto del Sumo Bien que es la actividad racional según la más
alta virtud y a través de toda la vida, pues hay muchas virtudes, unas superiores a otras.
Y esto será durante toda la vida porque “así como una golondrina no hace verano, un
breve tiempo de felicidad no hace al hombre bienaventurado”. La excelencia es, entonces, un
tipo de hábito que tiene que ver con la repetición de acciones virtuosas.

Siendo dos las actividades racionales del hombre, las virtudes han de clasificarse a su vez
en dos grupos: a) virtudes morales, éticas o de carácter y b) virtudes dianoéticas o
intelectuales.

Las del primer grupo, estas son las virtudes éticas, son las que resultan de la obediencia
impuesta por la razón a los instintos; provienen, por lo tanto de la parte práctica de la misma y
constituyen el término medio entre dos vicios, uno por exceso y otro por defecto. Aristóteles
señala que son “hábitos de elección”. La mayor dificultad estriba en evitar caer en un
extremo, que de acuerdo a Aristóteles esto ocurre en la juventud o edad de los excesos, pues
una vez en éste es casi inevitable caer en el opuesto. Así, por ejemplo, se pasa con relativa
facilidad de la humildad a la presunción.

Sin embargo hay tres virtudes morales que Aristóteles destaca:

1) El valor, equilibrio o medianía entre cobardía, que es la exagerada sensación de


miedo, y la temeridad, inconciencia ante el peligro.

2) La templanza, que media entre el libertinaje, que es la entrega total del hombre al
placer, y la insensibilidad, que es la carencia absoluta de inclinación hacia él.

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3) La dulzura o mansedumbre, que está entre un exceso como es la cólera o la


irritabilidad, y un defecto como es la impasibilidad.

También se refiere a otras virtudes éticas como ser la generosidad, equidistante del
despilfarro y la avaricia; la veracidad, que media entre la disimulación y la fanfarronería, y la
amabilidad, entre la adulación y la aspereza. Podemos acotar finalmente que la virtud ética
más elevada es la justicia, que se relaciona directamente con la noción del término medio ya
que la idea de justicia implica equilibrio.

Las del segundo grupo, esto es las virtudes dianoéticas, provienen de la parte teórica de
la razón y tienden a lograr un conocimiento. Son por orden creciente de importancia:
1) arte (Teckné), que nos permite crear obras bellas aplicando habilidades y con la ayuda
de reglas;
2) la ciencia (Episteme), que nos permite conocer las leyes naturales;
3) la sabiduría práctica o prudencia (Phronesis), que nos permite discriminar
adecuadamente el justo medio y conducirnos rectamente en la vida;
4) la razón intuitiva, por la que captamos los axiomas matemáticos y los principios
lógicos
y, finalmente,
5) lo más elevado, la sabiduría teórica (Sophia), que nos permite descubrir las primeras
causas y los primeros principios.
Ahora si ya estamos en condiciones de decir cuál es la más alta virtud y en qué consiste la
vida feliz para Aristóteles: es la vida dedicada a la búsqueda de la sabiduría.

Actividades

Texto de lectura obligatorio

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Fragmentos de la Ética a Nicómaco –– Aristóteles

“Se debe poner la felicidad en una forma de actividad, unas son necesarias a causa de
otras y otras lo son por sí mismas, es evidente que se debe colocar la felicidad entre las
elegibles por sí mismas y no las que son a causa de otras” (Aristóteles “Ética nicomaquea”
Libro I, Cap. I)
“Si la dicha es una actividad de acuerdo con la virtud, bien se entiende que ella sea la
actividad de acuerdo con la virtud más alta, de la parte óptima del alma: el intelecto (el
pensamiento) que se considere que por naturaleza gobierne y guíe, y tiene noción acerca de
las cosas buenas, ello ha de ser la felicidad completa” (Aristóteles “Ética nicomaquea” Libro
X, Cap. VII)
“La felicidad es la actividad más completa ya que la actividad intelectual posee mayor
continuidad que la acción que fuere” (Aristóteles “Ética nicomaquea” Libro X, Cap. VII)
“y la llamada suficiencia se dará en la actividad teórica. Lo que es necesario para la vida
le hace falta no solo al sabio sino también a toda persona. Pero el sabio puede ejercer la teoría
estando solo, y tanto más cuanto más sabio sea. Pero de todos modos es el que más se basta a
sí mismo” (Aristóteles “Ética nicomaquea” Libro X, Cap. VII)
“Además se admite que la felicidad está en el ocio” (Aristóteles “Ética nicomaquea”
Libro X, Cap. VII)

Cuestionario

1- ¿Qué tipo de actividad es la felicidad para Aristóteles?


2- ¿Por qué crees que Aristóteles sostiene que la felicidad más alta se da en el
pensamiento y no en los bienes materiales?
3- ¿Qué la felicidad sea una actividad por sí misma, qué significa?
4- ¿A qué se debe la continuidad de la felicidad? Y ¿Por qué?
5- ¿Por qué crees que la felicidad se encuentra en el ocio y cuál es su relación con el
sabio?
6- Actividad individual: Según las actividades que te causan felicidad, a qué tipo de
felicidad, de las que determina Aristóteles se asemejan?

CUADRO CONCEPTUAL

(Tienden) FELICIDAD=BIEN
Acciones

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Felicidad incompleta Felicidad completa

Actividad teórica
Felicidad= Felicidad= Felicidad=
Placer Honores Dinero
Suficiente

Dependemos Dependemos Dependemos Continua


del objeto de de los demás del dinero
placer
Autárquica

Felicidad como medio Felicidad como fin

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Mujica, el presidente más pobre


Vive en su chacra de las afueras de Montevideo, en Rincón del Cerro, tal como había
prometido. Lo rodea su esposa, la senadora Lucía Topolansky, la inseparable perra Manuela –
nada de raza, nada de abolengo canino-, sus cultivos y mucho verde. Eligió para quedarse el
lugar en el mundo que encontró hace años y le atrapó.
Desde allí dona a fondos de ayuda social un 90% de su salario, establecido en unos
12.500 dólares americanos. Cada mes, 'Pepe' Mujica recibe 250.000 pesos por su tarea como
Presidente del Uruguay y Comandante en Jefe, pero de allí sólo rescata para su manutención
mensual unos 20.000 pesos. El resto se distribuye desde el Fondo Raúl Sendic, que administra
su fuerza política, el Movimiento de Participación Popular, que ayuda a emprendimientos
productivos hasta simples colaboraciones, y ONG que colaboran con viviendas. Dice a los
cuatro vientos que "con ese dinero me alcanza, y me tiene que alcanzar porque hay otros
uruguayos que viven con mucho menos".
Es el mismo que propone donar las jubilaciones presidenciales –esas astronómicas
cifras que permanecen cobrando los ex presidentes constitucionales del país- y el mismo que
utiliza un simple Chevrolet Corsa como vehículo de transporte oficial. A muchos años de la
moto Vespa que utilizó para llegar al Parlamento a la salida de la dictadura, ya ungido como
diputado, Mujica ha mantenido su perfil. Más acicalado que en épocas de proselitismo
político, igualmente el protocolo es algo bien alejado de sus intenciones habituales. El último
ejemplo lo ubicó en la ferretería del barrio Paso de la Arena, hacia donde fue para adquirir
una tapa para inodoro. Compró lo que iba a comprar, y acto seguido aceptó una invitación
informal de los jóvenes de la zona, nucleados en el humilde club de fútbol Huracán. Sin
seguridad, sin eufemismos, Mujica brindó una sencilla charla de aliento a los
futbolistas que participan en el torneo de la Segunda División Profesional... aferrado a la tapa
del inodoro recién adquirida. De repente un Volkswagen Fusca, celeste, muy bien conservado,
llegó a estacionarse frente al gimnasio del club. De alpargatas, con equipo deportivo, el
Presidente dedicó varios minutos a los jóvenes deportistas, y prometió mayor atención a la
institución además de convenir en "comer un asadito si el club asciende a Primera". Se
sacó fotos, aceptó fotos, concedió abrazos y se fue con el aplauso de todos, abrazado a su
perra Manuela que a estas alturas del mandato ya entiende de absolutamente todos los temas.
Ya de regreso a su chacra –esa finca que a lo lejos es custodiada por efímeras fuerzas
policiales aceptadas a regañadientes por el mandatario uruguayo- Mujica continúa con su día.
Revisa la tierra, mientras declara su auto VW Fusca como único patrimonio, valorado en
1.945 dólares.
De acuerdo a la última declaración jurada que presentó a la Junta de Transparencia y Ética
Pública, Mujica sólo es dueño de este coche, mientras la chacra figura a nombre de la primera
dama y senadora Topolansky, la cual también dona parte de su salario. Sin cuentas
bancarias, sin deudas, el hombre dice dormir tranquilo, y asegura que espera culminar su
mandato para descansar, más tranquilo aún, en su chacra de Rincón del Cerro. (Diario “El
mundo” España, Sáb. 26/05/12.)
Actividad: ¿Cuáles son los principios morales que se desprenden de su hábito o
costumbre de vida?

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Actividad

“Dice Aristóteles que el término medio, que lo establece la razón, se lo debe determinar “tal
como lo haría el hombre prudente”, el hombre dotado de buen sentido moral. Esto significa
que no hay una especie de regla o norma matemática, digamos, que nos permita determinar,
en general y abstractamente, cuál sea el término medio. Aristóteles sabe que el término medio
no puede ser siempre el mismo, sino que depende de las circunstancias y de la persona del
caso y de los extremos de que se trata, por eso el término medio es relativo a nosotros. Hay
virtudes diferentes según se trate del varón o de la mujer, del político o del guerrero, del sano
o del enfermo. Una persona de organismo débil, por ejemplo, no puede realizar el acto que
sería valiente para el caso de otra persona más robusta; la liberalidad de quien posee poco
dinero no puede consistir en regalar tanto como quien es muy rico, porque en tal caso
incurriría en despilfarro, que es un vicio. A todo esto se refiere Aristóteles al hablar de
hombre prudente, aquel que mediante larga experiencia ha ejercitado su razón de modo tal
que puede discriminar lo que en cada caso concreto corresponde hacer, es el que tiene la
mirada capaz de encontrar, en cada situación concreta, el justo término medio”.

(Carpio, Adolfo, “Principios de filosofía”, Editorial Glauco, 2004, Pág. 130)

Cuestionario

1- ¿En qué consiste el término medio? Detalle sus características


2- ¿Por qué la medida justa es diferente para cada persona y en cada momento?

Virtud ética

Hábito Elección Justo medio

No es por Es el bien que se Es la medianía


naturaleza, se da distingue en entre dos vicios el
por costumbre y cada acción y defecto y el
la adquirimos en lleva un trabajo exceso
la práctica arduo

Hombre bueno

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UNIDAD II:
E L U T I L I TA R I S M O D E J O H N S T U A R T M I L L .

El Utilitarismo

Ahora bien, en la Unidad anterior hemos estudiado el pensamiento de Aristóteles que


precisamente hablaba de un fin último de toda acción y que estaba relacionado con la
búsqueda de la felicidad. El utilitarismo fue propuesto originalmente durante los siglos XVIII
y XIX en Inglaterra por Jeremy Bentham. John Stuart Mill (1806-1873) fue su seguidor y
continuador de gran parte de la teoría propuesta por Bentham, nosotros nos ocuparemos del
utilitarismo propuesto por Mill, pensador decimonónico que, situaba no solo la búsqueda de
la felicidad sino que la equiparada con el placer o la exención del dolor.
Debemos marcar esta salvedad porque el placer era para Aristóteles felicidad incompleta
porque necesitábamos de un objeto de placer para que él se de.
Volvamos a Mill, la justicia o corrección de una acción estará relacionada con la
capacidad que tenga la misma de promover felicidad y la injusticia o incorrección estará
relacionada con la capacidad que tenga de producir lo contrario a la felicidad o placer.

Mill dice textualmente: “El credo que acepta como fundamento de la moral la Utilidad,
o el Principio de la mayor Felicidad, mantiene que las acciones son correctas en la medida
en que tienden a promover la felicidad, incorrectas en cuanto tienden a producir lo contrario
a la felicidad. Por felicidad se entiende el placer y la ausencia de dolor; por infelicidad el
dolor y la falta de placer.”

El placer al que hace referencia Mill no es placer que pueden experimentar los animales,
sino un placer superior propio de las capacidades humanas más elevadas. Esto proviene de
una crítica que le hicieron en su época a Mill diciendo que “suponer que la vida no tiene un
fin más elevado que el placer es un egoísmo y una vileza, una doctrina sólo digna de cerdos.”
A esto responde Mill diciendo que los cerdos encontrarán placenteras las mismas cosas
que los hombres, entonces las normas de vida de unos deberían ser iguales a las de los otros.
Pero, ¿por qué esto debe ser así? Pareciera que el hombre es capaz de placeres más elevados
en la medida en que tiene también facultades más elevadas y que una vez que ha tomado
conciencia de ellas ya no se satisfará con aquello que pueda saciar sus instintos animales. Así,
si se puede afirmar que hay placeres más elevados que otros, esto torna a los primeros más
deseables y valiosos que los segundos.
Pero observemos con detalle esto de la jerarquía de los placeres. ¿Cómo los podemos
jerarquizar? Mill propone un criterio, A y B, conocidos adecuadamente por un sujeto, éste
coloca a A por encima de B que lo prefiere aun cuando la cantidad de B sea mayor que la de
A, A resultará cualitativamente superior.
Mill reconoce que, así como un hombre de facultades mas elevadas necesita más para ser
feliz, también será capaz de sufrir más agudamente –es probable que sienta mas
remordimientos al dañar a otro, será mas conciente de la muerte que acecha a sus seres
queridos y a él mismo, de los sufrimientos corporales que puede implicar un síntoma casi
insignificante, etc.- Pero hay algo, que es el sentido de la dignidad, que llevará a cualquier

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hombre que tenga acceso a los placeres más elevados a rechazar una existencia de un nivel
inferior, digna de animales. Para el utilitarismo de Mill, en resumen, existían placeres
inferiores y placeres superiores, los placeres superiores son superiores debido a la injerencia
de la razón, los placeres inferiores son los más próximos a nosotros aquellos que nos produce
goce de manera inmediata, el goce primitivo, aquellos que provienen de los cinco sentidos.
Los placeres superiores son los intelectuales, son aquellos que están en mejor condición para
juzgar lo bueno, son más fáciles de perder o de relegar frente al placer inmediato.
La ética utilitarista se nos presenta como una ética consecuencialista donde se cree que la
moralidad de las acciones debe juzgarse por sus consecuencias, la ética consucuencialista se
contrapone con la ética absolutista que postula la creencia que hay determinadas acciones que
son intrínsecamente malas y nunca deben realizarse, sin importar las consecuencias derivadas
del abstenerse de realizarlas. Esto hay que tenerlo bien en cuenta a la hora de resolver las
actividades de la Unidad.

Tampoco debiéramos confundirnos y pensar que Mill se está refiriendo a algún placer
individual y solitario sino, todo por el contrario, lo que se buscará es la máxima felicidad o
placer para el mayor número y el menor dolor para el mayor número. Así podríamos pensar
que si la mayoría estuviese de acuerdo en posponer el parcial una semana, propuesta ésta
hecha por el profesor, y, un pequeño grupo quisiera que la fecha quedara original debiera
posponerse ya que hay un mayor número de personas que así lo expresaron.
Como conclusión podemos deducir que para el utilitarismo no hay normas rígidas y
obligatorias siempre. Para responder a la pregunta qué debo hacer, es necesario ser capaz de
sopesar en cada situación particular cuál es el curso de acción más adecuado para maximizar
la felicidad.
Una de las objeciones más importantes que se le han hecho a la teoría de Mill es que en
muchos casos la felicidad de la mayoría ha sido esclavizar a una minoría, por ejemplo étnica,
marcando qué es lo que deberían hacer. Esto si bien es reprochable, Mill jamás hubiera
deseado esto ya que era un hombre de gran educación que encontraría deplorable tal
comportamiento entre hombres.

Pero ¿Qué entiende Mill por felicidad? Fíjense que siempre volvemos a lo mismo y no
por no entenderlo sino porque en filosofía es nodal o crucial saber en qué sentido cada autor o
pensador define el mismo término. Mill dice que si a la felicidad se la identifica como un
placer exaltado es obvio que no puede darse en forma ininterrumpida, pero en realidad
cuando se ha hablado de la vida feliz siempre se ha pensado en aquella vida en la que los
placeres activos se alternan con los pasivos, es decir, en la que los momentos de exaltación
preceden y suceden a los momentos de tranquilidad y en la cual los dolores son escasos y
transitorios. Entendidos de esta manera, la felicidad no es inalcanzable.
Sin embargo Mill se anticipa a un posible comentario despectivo de sus oponentes:
“¡Vaya idea modesta de la felicidad!” y responde que si sus interlocutores encuentran que una
vida así es insípida esto se debe a otras razones; una de ellas es el egoísmo –las personas que
no se preocupan por otros ni por la sociedad en que viven, cuando envejecen van perdiendo
interés por lo que las rodea, mientras que aquellos que sienten afecto por otros y se interesan
por la sociedad a la que pertenecen conservan las mismas ganas de seguir viviendo de cuando
eran jóvenes-; otra razón de peso es la falta de cultivo intelectual: cuando no se sabe
disfrutar de una buena lectura, la vida se empobrece notoriamente.

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Actividades

Lea con atención las siguientes actividades, reflexione y fundamente que curso de acción
tomaría.

1: Viene transitando un tren que venís conduciendo, el tren no posee ningún sistema de
frenos debido a un desperfecto, existen dos posibilidades que puedes tomar y corresponden a
dos caminos que se pueden transitar, si elegís que el tren siga su curso recto el tren colisionará
contra un autobús que transita por una avenida. Si decides tomar el carril opcional el tren
colisionará a una persona que está siendo buscada por la policía por presuntas violaciones y
homicidios, ¿Qué camino elegís? ¿Por qué?
2: Poseo una gran fortuna. Puede donarla en su mayor parte a mis hijos (que viven
bastante bien sin ella) o a una institución que la distribuya entre gente más pobre que mis
hijos. ¿Qué harías? ¿Por qué?
3: Dos pacientes de la misma edad están a punto de morir, necesitan un trasplante, sólo
hay un órgano disponible. Uno es un científico muy prestigioso que está a punto de descubrir
un remedio contra el cáncer, el otro es un hombre anónimo que no se dedica a nada en
especial (en todo lo demás son similares, la misma edad, una familia similar, etc.) ¿A quién
salvarías? ¿Por qué?
____________________

A continuación cada alumno analizará cada suceso histórico debiéndolo relacionar con
los conceptos utilitaristas vistos. Cada alumno deberá juzgar el suceso histórico como si fuera
un utilitarista.
1- Simón bolívar, libertador de Venezuela, decide alejarse de su amada, su prometida,
para luchar por la liberación de toda América.
2- “Ariel decide huir del país tras haber asesinado a la madre de su hijo.”
3- Víctor Manuel “El frente” Vital vivía en la villa miseria “la cava”, tenía la costumbre
de asaltar los camiones de “La Serenísima” para repartir el producto a sus vecinos,
realizó la práctica delictiva bajo la crisis que sufrió Argentina en el año 2001”
4- Alejandro Magno, en el año 335 a.C. al llegar a las costas de Fenicia, debió librar,
conjuntamente con su ejército, una gran batalla. Sus hombres habían perdido la fe,
entonces decide quemar los barcos que los habían trasladado y continuamente
ofreció las siguientes palabras a su ejército: “Observen como se queman las naves, es
la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos no volveremos a
nuestros hogares, volveremos en los barcos de nuestros enemigos”
5- Belgrano decide desobedecer las órdenes impartidas desde Buenos Aires de disponer
la retirada y mantuvo posición, esperando la batalla.

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Consignas:

1- ¿Qué diría un utilitarista de los sucesos ofrecidos, actuaron bien o actuaron mal? ¿Por
qué?
2- ¿Qué tipo de placer predomina en cada personaje?
3- ¿Qué haría un utilitarista en los hechos probables ofrecidos en la parte inicial de
clase? ¿Qué diría un utilitarista a la decisión que tomaste? (tener en cuenta la
concepción de felicidad general ofrecida por Mill)

Utilitarismo

Felicidad

+ Placer - Dolor Mayor cantidad de personas

Placeres Placeres
superiores inferiores

Simón Bolívar
Ariel

Belgrano

Alejandro
Magno

Victor “El fuente” Vital


=
Dilema ético

Ética consecuencialista

Bueno= útil, consecuencia de la


acción

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UNIDAD III:
EL FORMALISMO KANTIANO.

Immanuel Kant.

El filósofo alemán Immanuel Kant nació en 1724 y muere en 1804, los escritos de su
autoría dieron lugar a una postura filosófica “trascendental” en el mundo de la filosofía, en el
campo ético sostuvo una postura radical a las que se venían construyendo hasta el momento.
Su ética es formal y le permite al individuo saber a través de una formula si sus actos poseen
contenido moral o no.
Los conceptos morales no se basan ni en la experiencia ni en los sentimientos sino en la
razón pura, es ella quien proporciona determinados juicios fijos que no son derivados de la
experiencia sino que son inherentes a la naturaleza del ser racional.
La postura ética kantiana nos permitirá reconocer la tensión entre el mundo de la razón
pura o formas del entendimiento (deber) y el mundo propio de los deseos o intenciones
(inclinaciones).
Kant fue un pensador que reflexionó en pleno proceso histórico denominado “La
Ilustración”, una etapa donde el pensamiento o la razón cumple un papel determinante, es ella
enaltecida por sobre los sentidos. Es por ello que la ética kantiana, expresada primordialmente
es su libro “Fundamentación de la metafísica de las costumbres” se denomina una ética
formal en contra de una ética material, ya que la ética formal recurre a las formas del
entendimiento o de la razón. Esta posee reglas universales propias para todos de carácter
a-priori o previas a la experiencia donde la consecuencia de la acción no interesa, solo le
interesa al autor el principio de la misma. Ahora bien, en una ética material, como la
presentada por John Stuart Mill, la importancia estaba puesta en la consecuencia de la acción.
En el pensamiento ético kantiano se nos presenta una dualidad o división entre dos
mundos en el que vivimos o frecuentamos, por un lado, el mundo del pensamiento o de la
razón y, por el otro lado, el mundo de los sentidos, un mundo objetivo y otro subjetivo, un
mundo a-priori de reglas impuestas por la razón de carácter práctico y un mundo propio de las
inclinaciones que poseen leyes propiamente naturales donde no se preguntan por el valor
moral.
El mundo objetivo de las leyes prácticas es el mundo del deber, la razón imparte reglas
universales que nos dice de qué manera debemos actuar, el mundo subjetivo o de las leyes
naturales es aquel mundo donde se encuentra la felicidad, todos buscamos naturalmente la
felicidad, y ella es la suma de nuestras inclinaciones naturales, intenciones o deseos.
La determinación de un mundo sobre otro genera lo que Kant denomina lo único que en
cualquier mundo puede ser bueno en sí mismo y nunca malo, nos referimos a la “buena
voluntad” que es el deber determinando las intenciones o deseos personales, es lo general
determinando lo particular, de esa manera toda acción que sea de buena voluntad podrá ser la
única con valor moral. Es por ello que las únicas acciones que hacemos que pueden ser
estudiadas moralmente son aquellas que se realizan por deber más allá de lo que nos haga
feliz.

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El concepto de voluntad. Voluntad santa y voluntad humana, diferencias.

¿Qué es en sí el concepto voluntad? Es la facultad gracias a la cual podemos


determinarnos (podemos determinar nuestra conducta) en virtud de principios. Es el “motor
de la acción”.
Kant distingue la voluntad santa y la voluntad humana:
 Voluntad santa es aquella que sólo puede ser determinada por la razón, nunca por la
inclinación, como ocurre en Dios. Para esta voluntad la ley moral no tiene la forma de
imperativos puesto que inevitablemente, dada su constitución, cumplirá la ley.
 La voluntad humana puede ser determinada, además de por la razón, por la
inclinación. Dado que la inclinación puede movernos a realizar una acción contraria
al deber, en nuestro caso la ley moral tiene la forma de imperativo (“debes hacer X”).

El concepto de buena voluntad.

¿Qué es en sí el concepto de buena voluntad? Porque cualquier de nosotros sabe lo que es


tener “buena voluntad” dentro del conocimiento cotidiano o también conocido como vulgar.
Kant, sin embargo, nos dice lo siguiente en un fragmento de la Fundamentación de la
Metafísica de las costumbres:

“Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que
pueda considerarse como bueno sin restricción, a no ser tan sólo una buena voluntad. El
entendimiento, el gracejo, el Juicio, o como quieran llamarse los talentos del espíritu; el
valor, la decisión, la perseverancia en los propósitos, como cualidades del temperamento,
son, sin duda, en muchos respectos, buenos y deseables; pero también pueden llegar a ser
extraordinariamente malos y dañinos, si la voluntad que ha de hacer uso de estos dones de la
naturaleza, y cuya peculiar constitución se llama por eso carácter, no es buena. Lo mismo
sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, la honra, la salud misma y la
completa satisfacción y el contento del propio estado, bajo el nombre de felicidad, dan valor,
y tras él a veces arrogancia, si no existe una buena voluntad que rectifique y acomode a un
fin universal el influjo de esa felicidad y con él el principio todo de la acción.”

Así, una cualidad cualquiera puede ser buena o mala, conforme a la intención con que se
use.

Más adelante continuaba Kant:

“La buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su
adecuación para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer,
es decir, es buena en si misma. Considerada por sí misma, es, sin comparación, muchísimo
más valiosa que todo lo que por medio de ella pudiéramos verificar en provecho o gracia de
alguna inclinación y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones. Aun cuando, por

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particulares enconos del azar o por la mezquindad de una naturaleza madrastra, le faltase
por completo a esa voluntad la facultad de sacar adelante su propósito; si, a pesar de sus
mayores esfuerzos, no pudiera llevar a cabo nada y sólo quedase la buena voluntad ―no
desde luego como un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios que están en
nuestro poder―, sería esa buena voluntad como una joya brillante por sí misma, como algo
que en sí mismo posee su pleno valor. La utilidad o la esterilidad no pueden ni añadir ni
quitar nada a ese valor.”

De este modo, no puede decirse que una persona no obró bien, si tuvo la intención de
realizar la buena acción, pero por motivos que le eran ajenos no logró llevarla a cabo.
Tampoco puede decirse que si obró bien alguien que, por casualidad, realizó la buena acción.
La voluntad que es buena en sí misma, que es buena no porque gracias a su actuación el
sujeto pueda alcanzar un determinado fin sino porque actúa exclusivamente por deber.
Y ello aunque luego las acciones que el sujeto hace puedan verse truncadas en su
intención, o puedan tener consecuencias no queridas por el sujeto e incluso contrarias a la
felicidad de los demás. La buena voluntad es la que interviene cuando queremos hacer el
deber por el deber.

Veamos un ejemplo a fin de facilitar la explicación:


El Dr. Benitez recibió en el hospital un paciente que precisaba con suma urgencia una
dosis de Sananstil forte, caso contrario moriría. Buscó en enfermería y vio que ya no había,
luego recorrió las farmacias del barrio y tampoco encontró. Hizo un llamado a la solidaridad
pero no lo consiguió. Mientras tanto, y sin que el médico lo supiera, una enfermera le
suministró por error la última dosis que ella tenía reservada para otro paciente y así lo salvó.
¿Cómo calificaría Kant la acción de la enfermera? ¿Y la del Dr. Benitez? Responder y
justificar la respuesta.

Las inclinaciones y el deber.

Sin embargo, no siempre obramos bien. Muchas veces “sabemos” que deberíamos hacer
tal o cual cosa, y sin embargo nos dejamos llevar por nuestras apetencias personales, nuestros
afectos, nuestras preferencias o nuestras conveniencias. Y es que, según Kant, nosotros, los
seres humanos, no estamos constituidos solo por la razón (qué es la que tiene conciencia de
que es lo que está bien y qué lo que está mal), sino también lo que él llama inclinaciones.
Cuando sabemos lo que está bien pero nuestras inclinaciones quieren arrastrarnos en
sentido contrario, la buena voluntad de la que antes hablábamos se convierte en deber,
noción central de la ética kantiana. Así, solemos escuchar a ciertas personas decir frases
como: “Me quedaría tirado en la cama descansando en lugar de ir al trabajo, pero el deber me
llama”.
El deber, entonces, siempre tiene un carácter coercitivo, en tanto surge para oponerse y
reprimir a la inclinación.
Esto es fundamental comprenderlo. O sea que el deber sería la necesidad de una acción
por respeto a la ley.

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Esto no significa que sólo obramos bien si lo hacemos oponiéndose a nuestras


inclinaciones. Si yo salvo a mi hermano que acaba de sufrir un accidente automovilístico y
quedó encerrado en su auto, debo analizar mi acción y pensar: “¿Lo habría hecho de todos
modos si el accidentado hubiese sido un desconocido?”. Si la respuesta es afirmativa,
entonces mi acción fue buena, pero si la respuesta es: “Solo lo hice porque sabía que era mi
hermano el que pedía socorro”, entonces mi acción, si bien no habrá sido mala, tampoco
habrá sido buena, pues no lo hice por deber sino por inclinación.

Acciones contrarias al deber, de acuerdo al deber por inclinación mediata e inmediata, y


por deber.

Precisemos esto analizando la clasificación que propone Kant:

Contrario al deber (1)


Por inclinación mediata (2)
Acciones De acuerdo con el deber
Por inclinación inmediata (3)
Por deber (4)

1. Suponte que un compañero te pide que lo ayudes a estudiar para una evaluación de
Física ya que no entiende algunos puntos. Dispones de tiempo para hacerlo y tienes
muy claros los temas a ser evaluados, sin embargo prefieres quedarte mirando tu
programa favorito por tv. Allí habrás obrado en forma contraria al deber y tu acto,
entonces, habrá sido malo.

2. Imagina, en cambio, que ese compañero que solicita tu ayuda conoce al dedillo los
contenidos de la próxima evaluación de Literatura, de modo que tú le dices: “Acepto
ayudarte, pero a cambio de que me ayudes luego con Literatura”. En este caso habrás
obrado en función de una conveniencia tuya. Tu acto coincidió con lo que el deber te
indicaba, pero lo hiciste por inclinación, puesto que no lo habrías ayudado si él no
hubiese sabido Literatura. Tu acto habrá sido de acuerdo con el deber y por
inclinación mediata, puesto que tu compañero es sólo un medio para lograr lo que tú
deseas.

3. Imagina ahora que quien te pide ayuda es tu mejor amigo, y sólo lo ayudas porque se
trata de él y lo aprecias mucho. Tu acto será también de acuerdo con el deber, como en
el caso anterior, pero por inclinación inmediata, puesto que es tú amigo mismo el
objeto de tu inclinación. Tanto este como el anterior son moralmente neutros.

4. En el ultimo caso, es un compañero que no quiero, es más me llevo muy mal con él,
pero, me pide ayuda, pese al odio que le tengo voy y lo ayudo, obro por deber. Mi acto
moral será bueno.

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Veamos un ejemplo a fin de facilitar la explicación:


“El Dr. Gonzalez es cardiólogo y jamás atendió a un paciente, por urgente que fuera, si
este se presentaba durante la hora del almuerzo. Sin embargo, este domingo sufrió un infarto
su padre. Esta vez el Dr. Gonzalez sí cumplió con su deber, y atendió a su padre durante el
mediodía.”
¿Cómo calificaría Kant la acción de este cardiólogo? ¿Obró moralmente bien frente a su
padre?

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Actividades

El alumno deberá resolver la siguiente actividad de forma libre sin ninguna limitación:
se ofrecerán cuatro secciones, en dos de ellas, se deberá colocar cuatro cosas que le generen
agrado o que les guste y del otro lado de la hoja cuatro cosas que le generen disgusto:

Cosas que me gustan Cosas que no me gustan

Posteriormente se deberá realizar la siguiente actividad: se ofrecerán dos secciones


más donde deberá introducir sus apreciaciones en torno a cosas que debo hacer y cosas que
no debe hacer:

Cosas que debo hacer Cosas que no debo hacer

De esta manera, como modo de iniciación a la teoría kantiana se producirá un


contrapunto entre lo que me gusta y lo que debo hacer, es ahí que aparecerán los límites de
nuestras acciones, ¿quiénes son los que incorporan los límites y quiénes o quién nos obliga a
hacer lo que debo?. Las tensiones serán discutidas en clase y colocadas en el pizarrón.

______________________

“Sin embargo, por otra parte nos ha sido concedida la razón como facultad práctica, es decir,
como una facultad que debe tener influjo sobre la voluntad, resulta que el destino verdadero

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de la razón tiene que ser el de producir una voluntad buena, no en tal o cual respecto, como
medio, sino buena en sí misma, cosa para lo cual era la razón necesaria absolutamente”

(Immanuel Kant: Fundamentación de la Metafísica de las costumbres.


Editorial Mare Nostrum. Madrid, Pág. 35)

Actividades:

1- ¿Cuáles son los cuatro rasgos que el texto atribuye a la razón práctica?
2- Imaginemos las siguientes situaciones, ¿Cuáles de ellas poseen valor moral para
Kant?:
Primer caso: supóngase que una persona se está ahogando en el río, trato de
salvarla, hago todo lo que me sea posible para salvarla, pero no lo logro y se ahoga.
Segundo caso: una persona se está ahogando en el río, trato de salvarla, y finalmente
la salvo. Tercer caso: una persona se está ahogando en el río, yo, por casualidad,
pescando con una gran red, sin darme cuenta lo saco con algunos peces a salvo.

U N I D A D I V:

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PERSONA Y SOCIEDAD

El hombre y el medio social

Si bien hemos llegado a una posible definición del hombre que nos permite
comprender aun mejor nuestra propia naturaleza, vamos a reflexionar ahora sobre una
realidad muy concreta: el carácter social del hombre.
VIVIMOS EN SOCIEDAD. Somos seres sociales, nos encontramos agrupados en
comunidad desde diversos caracteres y siempre constituimos algún tipo de sociedad.
No es posible pensar en el hombre si de alguna manera no pensamos en el carácter
social que también posee. El hombre pertenece a un medio social y, aunque a veces el medio
en el cual se encuentra le desagrada, no puede realizar un rechazo de él.
NECESITAMOS DEL MEDIO SOCIAL, dado que a él pertenecemos y por el
podemos desarrollarnos. Esta necesidad que el hombre tiene de vincularse al medio podemos
denominarla: asimilación social, mediante la cual el hombre provoca el fenómeno de la
socialización. Éste consiste en internalizar todos aquellos elementos que son típicos de ese
medio social, que puede distinguirlo de otro y que logra un ordenamiento y un
convencimiento de que lo que la sociedad nos demanda es aquello que queremos hacer.

HOMBRE………………….MEDIO…………………….SOCIEDAD

ASIMILACIÓN……….(internalización)

Y es así que, como señalan numerosos autores, llevamos la marca de la sociedad en


todo nuestro ser (pensamos de una manera, vestimos de una forma, nos alimentamos con un
régimen determinado, la vida cotidiana tiene una forma de ser, y así en cada pueblo, en cada
comunidad, en cada sociedad, presentando peculiaridades y diferencias unas con respecto de
otras).

Somos seres sociales:

El fenómeno de la asimilación nos conduce en otra instancia del proceso de relación


que el hombre mantiene respecto del medio que lo rodea, y es la pregunta acerca de si
siempre esa relación ha sido igual; es decir, las formas de INTEGRACIÓN ¿han sido siempre
iguales?
¿Piensa usted que en las diversas sociedades se manifiestan las mismas costumbres?
Como la respuesta es obvia, vamos a referirnos a las principales formas de integración
que históricamente y a grandes rasgos se han dado y que permiten separar el modo de vida
que se manifiesta en Occidente y en Oriente.
1. INTEGRACIÓN TOTAL:

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Una de las formas posibles es la que llamaremos integración total, o SISTEMA DE


SOCIEDAD CERRADA, ¿Qué es lo típico de esta forma de integración? En este sistema se
puede observar un mantenimiento completo de la cultura, de las costumbres, de la tradición y
la escala de valores vigentes: es decir, se trata de un sistema social, en el que sus integrantes
conservan en una forma marcada todo aquello que han recibido desde la infancia y donde no
existe multiplicidad de roles ni funciones sociales múltiples o dispersos. Un ejemplo típico de
este tipo de integración es el mundo oriental, en su conjunto, o aquellos pueblos primitivos
que subsisten en la actualidad. (Imaginemos un pueblo de la India, o un pequeño poblado o
comunidad primitiva, como las que se observan por ejemplo en zonas de África, el
Amazonas, etc.) En esos lugares las costumbres son muy acentuadas: sus viviendas, sus
vestimentas, su manera de ser permanecen casi invariables respecto de lo que podría haber
sido un siglo o varios siglos atrás; en una tribu de cazadores, sus descendientes también lo
serán, o si son pescadores, agricultores, recolectores, etc. Las generaciones venideras
conservaran la mayoría de los ritos y costumbres sociales.

En síntesis,
SON SISTEMAS SOCIALES QUE, NO INCORPORAN FÁCILMENTE NUEVOS
ELEMENTOS A SU CULTURA Y TRADICIÓN.

2. INTEGRACIÓN PARCIAL:
Otra forma posible es la que llamamos integración parcial, o SISTEMA DE
SOCIEDAD ABIERTA, esta forma se caracteriza por conservar mediante todo aquello que
forma parte de la cultura, de las costumbres, de la tradición y de los valores, y además un
sistema que permite la incorporación de nuevos elementos que, con el paso del tiempo,
quedan como parte del sistema, lo cual le va otorgando a esta forma una dinámica muy
especial, y significativa, dado que implica la constante evolución. Además obliga a una
marcada obligación de roles y funciones sociales posibilitando que sus integrantes se vayan
relacionando de múltiples maneras las demandas que impone este sistema social. (Como por
ejemplo proponemos lo que ha sido el desarrollo del mundo occidental, si imaginamos la
ciudad de Paris a comienzos del presente siglo tendremos, una idea muy diferente a que si
imaginamos a Paris en 2016.)

3. DESINTEGRACIÓN:
Si bien hemos señalado dos formas de integración social, algunos autores determinan la
posibilidad de instrumentar una tercera forma que es totalmente contraria a las dos anteriores:
LA DESINTEGRACIÓN SOCIAL.
En este posible sistema no se observan índice de conservación del conjunto de
elementos básicos que hacen al sistema social (cultura, costumbres, tradición, valor) pero
tampoco se observa preocupación alguna por promover un reemplazo de valores, de
costumbres. Etc., por lo que se arriba a un sistema social en el que el hombre cae en un vacío
completo y se crea la imagen del HOMBRE MASA CONTEMPORÁNEO, un hombre vacío,
autómata, dominado por la tecnología y la materia, que no es capaz de reaccionar ante la
situación por él mismo creada y en la que, posiblemente, el hombre de hoy se encuentra.

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Como dijimos anteriormente, esta forma de criterio algunos autores que anticiparían un
holocausto de la humanidad y la posibilidad de una autodestrucción de ella por el hombre
mismo. ¿Estará dada ya esta situación?

Resumiendo

INTEGRACIÓN TOTAL: sistema de sociedad cerrado, (cultura –costumbre-tradición y


valor)

INTERACCIÓN PARCIAL: sistema de sociedad abierta, (cultura –costumbre-tradición


y valor) más nuevos valores

DESINTEGRACIÓN: hombre masa contemporáneo (sin cultura –costumbre-tradición


y valor) y sin incorporar nuevos elementos o valores.

La cultura posmoderna

(Extracto del trabajo de Luis González Carvajal, “Ideas y creencias del hombre actual”,
apartado “La cultura Posmoderna”, Editorial Salterrae, 1993, por Álvaro Daniel Farias
Díaz (ROU).
El propósito de nuestro trabajo será el de una aproximación al tema de la
postmodernidad. Tema complejo dado que entran dentro muchas variables, variables
filosóficas, culturales, artísticas y religiosas. También vuelve complejo nuestro trabajo el
hecho de que la postmodernidad es en materia de filosofía lo que podríamos llamar lo más
contemporáneo de lo contemporáneo. Es el "hoy" filosófico, continuamente están apareciendo
libros, artículos de revista, artículos de internet, que hacen que el material a disposición sea
prácticamente inabarcable.
Pretendemos no quedarnos solo en la exposición del tema sino formular también los
desafíos filosóficos, teológicos y pastorales que la postmodernidad trae consigo.

Introducción
Nuestro trabajo consta de tres grandes partes:

 Una primera parte o marco teórico, en donde pretendemos exponer los rasgos
generales de la postmodernidad en lo que tiene que ver con sus antecedentes
históricos, su pensamiento filosófico, sus características en lo relacionado con lo
cultural y artístico y finalmente en lo relacionado a lo religioso que propiamente el
objetivo de nuestro trabajo.
 Una segunda parte o contextualización, en donde analizaremos el tema de la religión
en la era de la postmodernidad, la crítica postmoderna a la religión, la postmodernidad
ante el Dios cristiano, la religiosidad en la era postmoderna y la "New Age".

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 Finalmente una tercera y última parte o conclusión, en donde pretendemos reflexionar


sobre lo expuesto así como señalar lo que en nuestra opinión son los grandes desafíos
pastorales que la postmodernidad nos impone.

Marco Teórico
Antecedentes

Desde los años veinte existe un creciente malestar contra la modernidad. Se trata de un
malestar antiguo. El romanticismo, aquél vasto movimiento que predominó en Europa
durante la primera mitad del S XIX, puede considerarse como la primera reacción
antimoderna. Lo que pasa es que en éste caso se trató de una reacción nostálgica. Querían
volver atrás a la edad media.
Después del romanticismo ha habido otros muchos brotes inconformistas frente a la
modernidad. Cerca de nosotros conviene recordar a los "hippies" y su "Flower power"; y
sobre todo la espectacular revuelta del mayo francés de 1968.

El nacimiento de la postmodernidad
Al comenzar el estudio de la postmodernidad, la primera tentación es la de buscar una
definición que la caracterice, pero la postmodernidad no es susceptible de una definición clara
ni de una teoría acabada que la explique. La postmodernidad es ante todo, un nuevo estilo de
vida. Podemos hablar de que hay una "postmodernidad de la calle" y de que hay también una
"postmodernidad de los intelectuales" (Lyotard, Vattimo, Baudrillard, Lipovestky, Derrida,
etc.). Pero éstos filósofos no son otra cosa que notarios que levantan acta de lo que pasa en la
calle.
No podemos fechar exactamente el nacimiento de la postmodernidad, pero como dato
curioso podemos citar a Charles Jencks (arquitecto norteamericano) que afirma que la
postmodernidad nació el 15 de julio de 1972 exactamente a las 3:32 de la tarde, cuando
dinamitaron en Saint Louis (Missouri EE.UU) varias manzanas que habían sido construidas
en los años cincuenta sometidas a los estándares modernos de zonificación, colosalismo y
uniformidad, porque se vieron obligados a reconocer que la máquina moderna para vivir - tal
como la definió Le Corbusier - había resultado inhabitable. La postmodernidad surge a partir
del momento en que la humanidad empezó a tener conciencia de que ya no era válido el
proyecto moderno. No podemos entender bien la postmodernidad si no percibimos que está
toda ella hecha de desencanto.

Adiós a la idea de progreso


La modernidad fue el tiempo de las grandes utopías sociales: los ilustrados creyeron en
una próxima victoria sobre la ignorancia y la servidumbre por medio de la ciencia; los
capitalistas confiaban en alcanzar la felicidad gracias a la racionalización de las estructuras de
la sociedad y el incremento de la producción; los marxistas esperaban la emancipación del
proletariado a través de la lucha de clases... Las discusiones sobre el "cómo" podrían ser
interminables, pero la convicción compartida por todos era que "se puede".

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Pero a lo largo de los últimos cincuenta años, todas estas esperanzas se han manifestado
inconsistentes. Es verdad que la ciencia ha beneficiado notablemente la vida de las personas,
pero también ha hecho posible desde el holocausto judío hasta las tragedias de Hiroshima y
Nagasaki; el marxismo en vez de traer el paraíso comunista, dio origen a la masacre de Tian
an men; las sociedades capitalistas avanzadas han alcanzado un alto nivel de vida, pero están
a su vez corroídas por dentro por el gusano del tedio y del sin sentido... En resumen, para toda
una generación, el mundo, de pronto, se ha venido abajo.
Los postmodernos tienen la experiencia de un mundo duro que no aceptan, pero no
tienen esperanza de poder cambiarlo. Y, ante la falta de posibles alternativas, una melancolía
suave y desencantada recorre los espíritus.
Para Vattimo, momento del nacimiento de la postmodernidad en filosofía es con la idea
nietzcheana del eterno retorno de lo igual, el fin de la idea de la superación característica de la
modernidad: " Si la modernidad se define como la época de la superación, de la novedad que
envejece y es sustituida por una novedad más nueva, en un movimiento incesante que
desalienta toda creatividad al mismo tiempo que la exige y la impone como única forma de
vida... si ello es así no se podrá salir de la modernidad pensando en superarla. El recurrir a
fuerzas eternizantes indica ésta exigencia de encontrar un camino diferente. Nietzsche ve con
mucha claridad, que la superación es una categoría típicamente moderna y que por lo tanto,
no puede determinar una salida de la modernidad".
Los postmodernos consideran a la idea de progreso un espejismo, y no se consideran a
sí mismos llamados a superar. Hablan de postmodernidad simplemente porque su tiempo ha
aparecido después de la modernidad.

El fin de la historia

Los filósofos postmodernos afirman que la historia ha sido un invento de los


historiadores y ésta sólo existe en los libros de texto. En realidad hay tan sólo
acontecimientos sin ninguna conexión entre sí. El mundo está constituido por una multitud de
átomos-individuos que estamos juntos por casualidad. No tenemos ningún proyecto.
Simplemente nos cruzamos unos con otros, o incluso nos atropellamos unos a otros.
Los postmodernos afirman que los historiadores han tenido poca memoria y han
recordado pocos acontecimientos. Si hubieran recordado todos, se habría visto que no existe
otra cosa que un caos de biografías individuales. La gran historia se disuelve en muchas
historias microscópicas. Tantas como individuos.
Los modernos, creyendo posible construir un futuro mejor, sacrificaron el presente al
futuro y, como no hay futuro, se quedaron sin presente y sin futuro. Los postmodernos,
convencidos de que no hay posibilidad de cambiar la sociedad, han decidido disfrutar del
presente con una actitud hedonista que recuerda el carpe diem.

Hedonismo y "resurrección de la carne"


La postmodernidad es el tiempo del "yo" del intimismo. En las librerías de "best sellers"
abundan los libros de técnicas sexuales, los libros sobre la "meditación trascendental", las
guías de cuidados para el cuerpo, los remedios para la crisis de la vida adulta, la psicoterapia
al alcance de todos, el control mental, el Rei Ki, etc. Y todo esto se explica porque a raíz de la

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pérdida de confianza en los proyectos de transformación de la sociedad, sólo cabe concentrar


todas las fuerzas en la realización personal, y aparece una neurasténica preocupación por la
salud que se manifiesta en la obsesión por la terapia personal o de grupo, los ejercicios
corporales y masajes, el sauna, la dietética macrobiótica y las vitaminofilias, la bioenergética,
etc.
Los hombres modernos gustaron identificarse con Prometeo, que, desafiando la ira de
Zeus, trajo a la tierra el fuego del cielo, desencadenando el progreso de la humanidad. En
1942, Camus sugirió que el símbolo idóneo no era tanto Prometeo como Sísifo, que fue
condenado por los dioses a hacer rodar sin cesar una roca hasta la cumbre de una montaña,
desde donde volvía a caer siempre por su propio peso. Ahora llegaron los postmodernos y
dicen "¡dejemos la roca abajo y disfrutemos de la vida!". Los postmodernos, olvidándose de
la sociedad, concentran todos sus esfuerzos en la realización personal. Hoy es posible vivir
sin ideales, Lo que importa es conseguir los ingresos adecuados, conservarse joven, cuidar la
salud... Con mucha razón los estudiosos de estos fenómenos han hecho notar que el símbolo
de la postmodernidad ya no es Prometeo ni Sísifo, sino Narciso, el que enamorado de sí
mismo, carece de ojos para el mundo exterior.

La vida sin imperativo categórico

La postmodernidad significa también la muerte de la ética. Eliminada la historia, ya no


hay deudas con un pasado arquetípico ni tampoco obligaciones con un futuro utópico.
Cuando queda tan sólo el presente, sin raíces ni proyectos, cada uno puede hacer lo que
quiera. Ahora la estética sustituye a la ética. Como dice Joaquín Sabina, "al deseo los frenos
le sientan fatal. ¿Que voy a hacerle yo, si me gusta el güisqui sin soda, el sexo sin boda, las
penas con pan...?"
Freud afirmó "En el proceso de maduración, el yo averigua que es indispensable
renunciar a la satisfacción inmediata, diferir la adquisición de placer, soportar determinados
dolores y renunciar, en general, a ciertas fuentes de placer (...) El paso del principio del
placer al principio de la realidad constituye uno de los programas más importantes del
desarrollo del yo." En la Postmodernidad es el ello el llamado a mandar. Desaparece toda
barrera; todo es indiferente y, por lo tanto, nada está prohibido. Para los postmodernos ¡vive
feliz! es el único imperativo categórico.

Siento luego existo.

En la postmodernidad el homo sapiens ha sido sustituido por el homo sentimentalis. El


homo sentimentalis no es simplemente el hombre que siente, sino el hombre que valora el
sentimiento por encima de la razón. Milan Kundera, exponente de la postmodernidad en
literatura, escribe: "Pienso, luego existo es el comentario de un intelectual que subestima el
dolor de muelas. Siento, luego existo es una verdad que posee una validez mucho más
general." A la tiranía de la razón ha sucedido ahora una explosión de la sensibilidad y de la
subjetividad. En algunos círculos, el ataque contra la razón y la objetividad ha alcanzado
dimensiones de cruzada, y algunos jóvenes hacen suya la afirmación de Nietzsche: "Todos los
pensamientos son malos pensamientos... El hombre no debe pensar."

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Imperio de lo "débil", de lo "light".

Los postmodernos niegan los grandes discursos de la modernidad sin refutarlos, porque
emprender el trabajo de refutarlos supondría que siguen tomando en serio la razón. En la
postmodernidad no queda más remedio que acostumbrarse a vivir en la desfundamentación
del pensamiento; únicamente hay lugar para un pensamiento débil y fragmentario: "Yo, aquí,
ahora, digo esto." La postmodernidad es la desvalorización de las grandes cosmovisiones.
Lyotard sostiene que la postmodernidad es el fin de los metarrelatos.

Nihilismo.

Los postmodernos prefieren vivir en la desfundamentación de pensamiento. No sólo


consideran que las convicciones firmes que dieron seguridad y razones para vivir a las
generaciones pasadas han desaparecido para siempre, sino que aceptan el hecho sin ningún
sentido de tragedia. Lipovestky afirma: "Dios ha muerto, las grandes finalidades se apagan,
pero a nadie le importa un bledo: ésta es la alegre novedad."
Las grandes cosmovisiones son, según los postmodernos, potencialmente totalitarias.
Todo aquél que se siente depositario de una gran idea trata de ganar para ella a los demás y,
cuando éstos se resisten, recurrirá fácilmente al terror. En cambio quién se sabe portador de
un pensamiento débil será necesariamente tolerante para con quienes piensan de forma
distinta.

El individuo fragmentado.
El individuo postmoderno, al rechazar la disciplina de la razón y dejarse guiar
preferentemente por el sentimiento, obedece a lógicas múltiples y contradictorias entre sí. En
lugar de un yo integrado, lo que aparece es la pluralidad dionisíaca de personajes. De hecho,
se ha llegado a hacer un elogio de la esquizofrenia.
Todo lo que en la modernidad convivía en tensión y conflicto convive ahora sin dramas,
furor ni pasión. Cada cual compone "a la carta" los elementos de su existencia tomando unas
ideas de acá y otras de allá, sin preocuparse demasiado por la mayor o menor coherencia del
conjunto. Estamos de vuelta del racionalismo, y ahora manda el sentimiento.
El individuo postmoderno, sometido a una avalancha de informaciones y estímulos
difíciles de estructurar, hace de la necesidad virtud y opta por un vagabundeo incierto de unas
ideas a otras. El postmoderno no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada le
sorprende, y sus opiniones son susceptibles de modificaciones rápidas. Pasa de una cosa a la
otra con la misma facilidad con que cambia de detergente.
También en las relaciones personales el postmoderno renuncia a los compromisos
profundos. La meta es ser independiente afectivamente, no sentirse vulnerable. El medio para
conseguirlo es lo que ha sido llamado el "sexo frío" (cool sex), orientado al placer breve y
puntual, sin ambiciones de establecer relaciones excluyentes ni duraderas.
Los "tics" del lenguaje dicen mucho al respecto de la Postmodernidad. Al encontrarse
dos amigos de mentalidad moderna, se preguntaban con naturalidad: "¿Qué es lo que hacés?"
(en la modernidad se daba por supuesto que siempre había que estar haciendo algo). Para la
cultura postmoderna esa pregunta sería un insulto. No se trata de hacer, sino de estar. La
pregunta hoy sería: "¿En que estás?", con el signo de transitoriedad que en castellano tiene el

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verbo estar. Canta Joaquín Sabina: "Cada noche un rollo nuevo. Ayer el yoga, el tarot, la
meditación. Hoy el alcohol y la droga. Mañana el aerobic y la reencarnación".

Tolerancia e indiferencia.

Con la pérdida de confianza en la razón, se ha perdido también toda esperanza de


alcanzar cualquier consenso social. Hoy cabe todo y todo tiene su público, incluso las
mayores extravagancias culturales. Alguien ha afirmado de manera jocosa: "Hace no sé
cuántos años dijo no sé quién que cualquier cosa despojada de su utilidad es arte. Esto
significa que si ves un retrete colgado en el techo, no intentes la meada parabólica, antes bien
hay que consultar el catálogo."
Los hombres modernos creían todavía que la libre confrontación de opiniones
conduciría antes o después a un acuerdo en torno a la verdad y la justicia. Los postmodernos
ni creen alcanzar ese grado de integración social ni tampoco lo desean en absoluto. Como
afirmaba Nietzsche: "Mi juicio es mi juicio (...) y otro no tiene derecho a él. Hay que
desterrar el mal gusto de querer compartir el parecer de muchos. Un `bien´ ya no es un bien
en boca del prójimo. No puede haber, por lo tanto, un `bien comúm´. Esa expresión encierra
una contradicción en sí misma".
Parece que entre nosotros desde hace un tiempo ha empezado a darse un nuevo modo de
ser más ecléctico y liberal, que huye de las opiniones "fuertes", por considerarlas de mal
gusto desde el punto de vista estático.

El retorno de los brujos.

Si el racionalismo de la modernidad socavó las creencias religiosas, no podemos


sorprendernos de que la reacción postmoderna haya traído consigo un retorno de lo religioso.
En cuestiones de religión la modernidad se negó a creer lo que era digno de
credibilidad, la Postmodernidad no pone reparos en tragarse lo increíble. Podemos ver en la
religiosidad postmoderna la "venganza de lo reprimido" de la que habló Freud: la modernidad
inhibió la sed de Dios, que es un constitutivo del ser humano, y ahora brota en estado
"salvaje". Quizás sea también expresión de una sociedad peligrosamente frustrada que se está
volviendo cada vez más receptiva a soluciones mesiánicas y fanáticas. Y desde luego, no
podemos descartar en ello una crítica implícita a una religión cristiana que en los últimos años
había adquirido rasgos moralistas e intelectuales.

El retorno de Dios.

Pero en la Postmodernidad no sólo retornan los brujos; también retorna Dios. Es lógico
que, al entrar en crisis la razón del racionalismo, queden de nuevo abiertas las vías de acceso
a la fe que la modernidad clausuró. Como decía Pascal: "el corazón tiene sus razones que la
razón no conoce".
Sin embargo, en la Postmodernidad Dios no puede ser demasiado exigente. Debe
contentarse con lo que se ha llamado "la religión light".

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Dado que el postmoderno obedece a lógicas múltiples, frecuentemente prepara él mismo


su "cóctel religioso" con unas gotas de islamismo, una pizca de judaísmo, algunas migajas de
cristianismo, un dedo de nirvana; todas las conminaciones son posibles, añadiendo para ser un
poco más ecuménico, una cucharadita de marxismo o un paganismo a gusto del consumidor.
Teniendo presente el rechazo postmoderno a la fundamentación, no debe sorprendernos que al
individuo no le preocupe en lo absoluto la falta de coherencia del conjunto.

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U N I D A D V:
EL HOMBRE, LA ÉTICA Y LA DEONTOLOGÍA PROFESIONAL.

El término deontología profesional hace referencia al conjunto de principios y reglas


éticas que regulan y guían una actividad profesional. Estas normas determinan los deberes
mínimamente exigibles a los profesionales en el desempeño de su actividad. Por este motivo,
suele ser el propio colectivo profesional quién determina dichas normas y, a su vez, se
encarga de recogerlas por escrito en los códigos deontológicos.
A día de hoy, prácticamente todas las profesiones han desarrollado sus propios códigos
y, en este sentido, puede hablarse de una deontología profesional periodística, de una
deontología profesional médica, deontología profesional de los abogados, etc.

Es importante no confundir deontología profesional con ética profesional. Cabe


distinguir que la ética profesional es la disciplina que estudia los contenidos normativos de un
colectivo profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontología profesional, mientras
que, tal como se apuntaba al comienzo del artículo, la deontología profesional es el
conjunto de normas vinculantes para un colectivo profesional.

A lo largo de la historia ha habido diversas maneras de entender la ética y distintas


propuestas morales orientadoras de la vida humana. Es posible decir que la Ética es una parte
de la Filosofía Práctica que se ocupa del hecho moral y de los problemas filosóficos que
nacen de la conducta humana. La ética se dedica al estudio de los actos humanos, pero
aquellos que se realizan por la voluntad y libertad absoluta, de la persona. Todo acto humano
que no se realice por medio de la voluntad de la persona y que esté ausente de libertad, no
forma parte del campo de estudio de la ética. La ética, por tanto, no inventa la vida moral sino
que reflexiona sobre ella.
Desde la perspectiva del discurso moral existe la presunción, además, de que el ser
humano es en cierto modo libre. Esta consideración deja abierto el campo de posibilidades de
actuación de los seres humanos. En el ejercicio de esa libertad se producen conflictos que
constituyen la clave de la vida moral y sobre los que la ética, como reflexión teórica, trata de
dar luz, para encauzar adecuadamente la praxis, o sea encauza la acción humana.
La propia discusión de una ética profesional ya implica la idea de la existencia de un
código moral colectivo con un cierto grado de intersubjetividad y con un carácter vinculante
entre sus miembros, y no sólo un mero conjunto de normas apelativas a la intuición, a la
emoción o al extremo del relativismo de la moral individual.
Las normas deontológicas son incomprensibles sin la referencia al contexto o grupo
social en el que son obligatorias. La obligación se circunscribe a ese grupo, fuera del cual
pierden la obligatoriedad.

Origen del concepto


El término deontología procede del griego: to deon (lo conveniente, lo debido) y logía
(conocimiento, estudio…); lo que significa, en términos generales, el estudio o la ciencia de
lo debido. El objeto de estudio de la Deontología son los fundamentos del deber y las normas
morales.
El concepto de deontología fue acuñado por Jeremías Bentham en su obra Deontología
o ciencia de la moral, donde ofrece una visión novedosa de esta disciplina. Para Bentham, la

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deontología se aplica fundamentalmente al ámbito de la moral; es decir, a aquellas conductas


del hombre que no forman parte de las hipótesis normativas del derecho vigente, aquellas
acciones que no están sometidas al control de la legislación pública. Esto sugiere una de las
intenciones de la redacción de los códigos deontológicos: explicitar la dimensión
estrictamente moral de una profesión, aquellos comportamientos exigibles a unos
profesionales, aunque no estén delimitados jurídicamente, o quizá, por ello mismo.
La primera alusión al término deontología la hizo Bentham en su obra Science de la
Morale (París, 1832). Con ella quería dotar de un enfoque algo más liberal al concepto ética y
convertir en un concepto laico el término, hasta entonces religioso, moral. En otras palabras,
pretendía lograr la fórmula kantiana, esquivando la carga de subjetividad de la moral y la
ética. En "Deontología o ciencia de la moral" busca el racionalismo, con un mecanicismo
casi matemático con el que valorar los comportamientos por su utilidad. Sin embargo, el
intento de Bentham por cambiar el contenido de la moralidad por un concepto más “aséptico”
y menos valorativo, no logró esa transformación por el mero hecho de acuñar un nuevo
término. Es decir, aun hoy, cuando nos referimos al término deontología, seguimos
relacionando está con la ética y/o la moral. Bentham considera que la base de la deontología
es el utilitarismo, lo que significa que los actos de las personas se consideran buenos o malos
en función de la felicidad global que puedan generar. Según este marco teórico, el fin de una
acción debe ser conseguir la máxima felicidad para el mayor número de personas. De este
modo, toda acción que conduzca a ese fin, será aceptada como moralmente correcta.
¿Qué es aquello a lo que podemos denominar bien en sí o bien incondicional? En
nuestro contexto sociocultural actual, es la dignidad de cada persona, que debe ser admitida y
garantizada jurídicamente y defendida políticamente. La dignidad es aquello que debe
constituir el núcleo principal de toda ética filosófica y de toda deontología profesional que se
precie. Emmanuel Derieux sostuvo que, gracias a la deontología, la ética profesional adquiere
un reconocimiento público; y es que la moral individual se hace trascendente en el campo de
la profesión. La deontología surge como una disciplina que se ocupa de concretar normas en
el ámbito profesional para alcanzar unos fines.
Como dice P. Barroso en el Diccionario de ciencias y técnicas de comunicación, “Ética
es la ciencia filosófico-normativo y teórico-práctica que estudia los aspectos individuales y
sociales de la persona a tenor de la moralidad de los actos humanos, bajo el prisma de la
razón humana, teniendo siempre como fin el bien honesto, la honestidad”. A partir de esta
definición se deduce su:
Objeto material: realidad que constituye el objeto de estudio. En ética es la persona, el
ser y la configuración virtuosa o viciosa que se dé a sí o cada uno a través de las acciones.
Son susceptibles de calificarse como éticas pues, las acciones humanas que son libres
(dependen de la voluntad de la persona).
Objeto Formal: Punto de vista según el cual las acciones son calificadas como buenas
o malas. Se denomina moralidad y se basa en valores y normas.
Conocimiento (Ciencia): Aquello que se sabe de manera cierta y sus causas. Doctrina
ordenada que constituye una rama particular del saber humano. Disciplina filosófica. La ética
como disciplina filosófica intenta a través de métodos de análisis y experiencia propios de la
filosofía, elaborar los conceptos y argumentos para comprender la dimensión moral de la
persona.

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La moral se puede justificar desde tres perspectivas: la Metaética (viendo qué son los
juicios morales como juicios de valor), la Ética normativa y mediante la propuesta de unas
reglas prácticas para la discusión, escapando del "todo vale" y la Ética Teórica.

 Metaética: Con este término se designa al estudio sobre la significación, el


sentido y la evolución histórica de los conceptos éticos. En un principio se distinguen
dos grandes grupos de teorías: Las Cognoscitivistas o Descriptivistas (dicen que
podemos conocer la ética o moral en términos de conocimiento verdadero) y las No
cognoscitivistas o no descriptivas (en las que no cabe conocimiento propiamente
dicho). Dentro de las Descriptivistas, distinguimos las naturalistas (sostienen que los
términos éticos describen propiedades observables de las cosas); con el utilitarismo
como ejemplo. Y, por otro lado, las teorías no naturalistas (creen que los juicios de
valor son verdaderos o falsos, pero las características de las cosas no son observables
por la experiencia); con el intuicionismo como ejemplo. Dentro de las teorías No
Descriptivistas, podemos encontrar el Emotivismo (que sostiene que con
afirmaciones morales no expresamos conocimiento, sino emociones con las que
intentamos influir o incidir en las emociones y comportamientos de los demás); y el
Prescriptivismo (que enuncia que al hacer juicios morales no describimos las cosas
"que son", sino "las que deberían ser"; es decir, expresamos imperativos, enunciamos
normas).
 Ética normativa: Distinguimos las teorías Deontológicas y Teleológicas;
incluyendo un tercer grupo: la Ética de la virtud. A grandes rasgos, exponemos las
principales diferencias. Las Teorías Deontológicas que tienen como concepto principal
el "deber previamente establecido", están inspiradas en Kant. Las Teorías Teleológicas
se basan en las consecuencias, y su corriente principal es el utilitarismo. Y, la Ética de
la virtud se basa en las actitudes de las personas, con la corriente de Aristóteles como
base teórica.
 Ética Teórica: tiende a la formulación de las Leyes Morales que serán de
aplicación en el campo de la Ética Normativa. Tal formulación exige la postulación
clara y fundada de los Principios que regulan la acción moral.

Podemos señalar una serie de características que conforman la Ética de la Virtud según
Aristóteles.
Para Aristóteles, el orden social en los modos de vida está directamente ligado con el
orden natural de los mismos. Aristóteles considera que, lo bueno es hacia lo que tienden las
cosas de forma natural. Dicho de otra forma, todo aquello que es natural es, según este autor,
bueno. Sin embargo, esta teoría no está libre de crítica. Es, precisamente, la absolutización de
su postura la que genera más desacuerdo, ya que no podemos probar, a ciencia cierta, que lo
natural puro exista. Por otra parte, muchas cosas de las que consideramos "naturales", nos
vienen dadas por la cultura. Además, no podemos olvidar el hecho de que la naturaleza
evoluciona, no es estática, por lo que si ésta es susceptible de cambio, lo bueno también se
vería afectado.
Propuesta intermedia: La vía intermedia se basaría en una idea prescriptivista y
también en una perspectiva deontologista. Pero esto no significa que sea incompatible con
otros puntos de vista. Es una propuesta teórica, a la par que práctica. Sus principales

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características serían: un punto de vista moral, el diálogo, la racionalidad práctica y la


coherencia y universalidad (relacionadas con la idea de imparcialidad).
Podemos señalar una serie de características que conforman la deontología kantiana.
Kant, al definir la deontología, hace referencia al deber y a las obligaciones, no nos
habla de una ética relacionada con el porvenir del hombre, de sus objetivos o de sus
aspiraciones en la vida, más bien, enfoca la ética a una ética del deber, la cual establece
pautas de comportamiento que se deben seguir o leyes que regulan a los ciudadanos. Se
podría considerar como una ética independiente y formal si tenemos en cuenta que no ofrece
contenidos, no establece pautas para llevar una vida que se pueda considerar “buena" o
“mala”. Mencionar por último, su implicación con el criterio de capacidad de
universalización, que posibilita diferenciar entre máximas de tipo moral y las que no lo son.
Al igual que sucede con la teoría de Aristóteles, la teoría de Kant también es objeto de crítica:
En primer lugar, a Kant se le puede criticar que, al relacionar la ética con cómo deben
hacerse las cosas, está universalizando el concepto, porque presupone que todos debemos
entenderla del mismo modo. No obstante, la ética está ligada a la moral, y ésta también es
particular a cada persona. Por lo tanto, probablemente el deber, no es visto igual por todos.
En segundo lugar, establece cómo hay que actuar, pero no nos dice si eso es bueno o no.
La ética no se refiere sólo a la forma, sino también al fondo de las cosas.
Por último, olvida por completo el sentimiento humano: según él tenemos que actuar en
base al deber y no en base a lo que de verdad queremos hacer. En este sentido, actuar
conforme al deber nos aleja de la felicidad.

Objetivos
Todo profesional está y debe estar sometido a controles sociales más o menos rigurosos
que permitan exigirle responsabilidades de muy diversa índole en relación con sus actos, de
ahí la necesidad de establecer unos principios éticos. Independientemente de la propia
conciencia, que debiera ser quién más rigiera el cumplimiento de los códigos morales, existe
la figura de los colegios profesionales para mantener, promover y defender la deontología.
Éstos vigilan el cumplimiento de determinados niveles de exigencia, de competencia y de
calidad en el desempeño del trabajo de sus colegiados. El Estado, al convertir a los colegios
profesionales en corporaciones a través de mecanismos legales, propicia el modo de mantener
la deontología profesional. Les encarga funciones públicas y les dota de la potestad de
imponer una determinada disciplina a todos los profesionales pertenecientes a este colectivo.
Para que se pueda pedir responsabilidad por actuaciones profesionales se precisan dos
requisitos: la independencia y la libertad. El profesional debe ser independiente en el
momento de tomar decisiones y debe ser enteramente libre de ejecutarlas. La deontología es
de sumo interés para el mundo profesional, y en concreto, para profesiones que comportan
una elevada responsabilidad social (médicos, abogados, docentes, psicólogos, periodistas…).
Esa deontología busca un equilibrio entre un determinado estilo de vida moral (lo que antes
denominábamos êthos o carácter moral) y un alto nivel de profesionalidad técnico-científica.
Esta doble dimensión ha de tratarse con armonía y equilibrio para una mayor dignificación de
cualquier actividad laboral.

Deontología y Ética profesional


Estos dos términos suelen usarse como sinónimos, pero no lo son. Es importante
destacar las principales diferencias entre ellos:

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Deontología Profesional Ética profesional

Orientada al deber Orientada al bien, a lo bueno

No se encuentra recogida en normas ni en


Recogida en normas y códigos códigos deontológicos, está relacionada con lo
"deontológicos" que piensa el propio individuo (conciencia
individual/profesional)

Esas normas y códigos son mínimos y


No es exigible a los profesionales de un
aprobados por los profesionales de un
determinado colectivo (periodistas, médicos,
determinado colectivo profesional
abogados,...)
(periodistas, médicos, abogados,...)

Se ubica entre la moral y el derecho Parte de la ética aplicada

Una de las diferencias cuando hablamos de "ética" y "deontología" es que la primera


hace directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta una
función de modelo de actuación en el área de una colectividad. Por ello, con la concreción y
diseño de códigos deontológicos, además de autorregular esta profesión, se invita al
seguimiento de un camino muy concreto y a la formación ética de los comunicadores.
De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética
individual. Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal que es
la que rige el comportamiento que tenemos en relación a otros individuos. Aquí se puede
situar la ética profesional ya que rige el comportamiento del profesional en su actividad
laboral. Los principios que rigen la profesión se obtienen a través de métodos similares a los
de la ética general: dialógico, inductivo y deductivo. Para conocer el fundamento ético y
moral de un código ético, se requiere el estudio de la actividad profesional en sí misma y no
es suficiente la labor de un filósofo que desconozca la profesión.
La ética de las profesiones se mueve en el nivel intermedio de las éticas específicas o
“aplicadas”. El profesional se juega en el ejercicio de su profesión no sólo ser un buen o mal
profesional sino también su ser ético. No acaba de ser considerada una persona éticamente
aceptable quien en todos los ámbitos actuase bien y cumpliese con sus deberes menos en el
ejercicio de sus responsabilidades profesionales. La ética general de las profesiones se plantea
en términos de principios: el principio de beneficencia, el principio de autonomía, el principio
de justicia y el principio de no maleficencia El deontologismo plantea los temas éticos en
términos de normas y deberes.
Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que éstas. Los
principios ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar. Las normas
aplican los principios a situaciones más o menos concretas, más o menos genéricas. Las
normas suelen hacer referencia a algún tipo de circunstancia, aunque sea en términos
genéricos. Pero también los principios se hacen inteligibles cuando adquieren concreción
normativa y hacen referencia a las situaciones en las que se invocan y se aplican. En términos

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generales un principio enuncia un valor o meta valiosa. Las normas, en cambio, intentando
realizar el principio bajo el que se subsumen, dicen cómo debe aplicarse un principio en
determinadas situaciones.
Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de
aplicación de los principios sea más amplio y general que las normas específicas que caen
bajo dicho principio.
Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio para juzgar las
actuaciones profesionales será si se logra y cómo se logra realizar esos bienes y proporcionar
esos servicios (principio de beneficencia). Como toda actuación profesional tiene como
destinatario a otras personas, tratar a las personas como tales personas, respetando su
dignidad, autonomía y derechos sería el segundo criterio (principio de autonomía). Las
actuaciones profesionales se llevan a cabo en un ámbito social con demandas múltiples que
hay que jerarquizar y recursos más o menos limitados que hay que administrar con criterios
de justicia (principio de justicia). Y, en todo caso, habrá que evitar causar daño, no perjudicar
a nadie que pueda quedar implicado o afectado por una actuación profesional (principio de no
maleficencia).

La deontología como ética profesional


Según José María Barrio, profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid: en
un sentido vulgar se habla de deontología en referencia al buen hacer que produce resultados
deseables, sobre todo en el ámbito de las profesiones. Un buen profesional es alguien que, en
primer lugar, posee una destreza técnica que le permite, en condiciones normales, realizar su
tarea con un aceptable nivel de competencia y calidad. Las reglas del buen hacer –perfectum
officium, acción llevada a cabo conforme a los imperativos de la razón instrumental–
constituyen, sin duda, deberes profesionales. Y esto no es en modo alguno ajeno al orden
general del deber ético. Aún más: las obligaciones éticas comunes para cualquier persona son,
además, obligaciones profesionales para muchos.
En definitiva, cuando nos refiramos a una profesión determinada, podemos hablar de la
existencia de una ética y de una deontología determinada.
La primera se podría centrar en determinar y perfilar el bien de una determinada
profesión (aportación al bien social) y la deontología, por su parte, se centraría en definir
cuáles son las obligaciones concretas de cada actividad.

La conciencia profesional
La conciencia humana es individual, pero tiene varias dimensiones: la conciencia
reflexiva (porque es consciente de sí misma) y la conciencia ética, que añade a la conciencia
individual la condición de ser, además, una conciencia responsable. Es decir, que con la
primera cada persona se relaciona con las demás, pero la conciencia ética nos responsabiliza
en la forma de trato hacia esas otras personas. Además de estas dos hay una clase de
conciencia más, constituida como un concepto muy importante relacionado con la
deontología profesional: la conciencia profesional.
La conciencia profesional es una dimensión esencial de la conciencia ética, a la que
añade la responsabilidad que cada persona tiene. Se manifiesta en un comportamiento
socialmente responsable acerca de los deberes específicos de una profesión después de haber
interiorizado, asumido y personalizado un código de valores referentes a dicha profesión, para

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después analizar, aplicar y resolver problemas específicos de la profesión con la mejor


competencia y rectitud posibles y socialmente exigibles.
Se puede hablar de cuatro niveles de la conciencia profesional:
1) La conciencia profesional es intransferible e individual, nadie es responsable por
ninguna otra persona.
2) Nivel de los deberes específicos, aprendidos, asumidos y personalizados por
socialización ética. Cada persona tiene que haberse socializado en el código
deontológico de su profesión.
3) Nivel de madurez y equilibrio psíquico. Para que la conciencia profesional pueda
funcionar hay que gozar de un grado de madurez mínimo.
4) Aptitud profesional para el ejercicio digno de una profesión.

La costumbre y la responsabilidad profesional


La costumbre son normas que crean una sociedad y que le dan un hecho jurídico
palpable. Tienen al igual que ocurre con las leyes, consecuencias cuando son violadas. El
profesional debe regirse por su código de ética propio, pero también tiene que tener en cuenta
un marco de costumbre. La gran mayoría de los autores coinciden al señalar que el
fundamento de la responsabilidad es la libertad de la voluntad. El sentimiento de
responsabilidad también se puede ir desarrollando a lo largo de la trayectoria vital y
profesional de una persona. Una profesión cualquiera debe tener un periodo de aprendizaje,
una preparación previa especializada y casi siempre formal, que se debe completar con una
formación permanente que se completa con el paso del tiempo y la vivencia de distintas
situaciones en la vida profesional a las que enfrentarse.
El periodista, en virtud de los imperativos éticos que emanan de su profesión, es el
responsable de facilitar al lector la comprensión y el conocimiento de la realidad compleja en
la que se desenvuelve. La veracidad y la evaluación de los posibles efectos que sobre el lector
pudiera tener publicación o la omisión de determinadas informaciones, es fundamental para la
consolidación de los valores democráticos y la creación de una opinión pública responsable.

Colegios profesionales
Los Colegios Profesionales, tal como los define la ley, “son corporaciones de derecho
público, amparadas por la ley y reconocidas por el Estado, con personalidad jurídica propia y
plena capacidad para el cumplimiento de sus fines, entre los que se encuentra la ordenación
del ejercicio de las profesiones”. Además, son las corporaciones que elaboran los códigos
deontológicos. Los códigos deontológicos cumplen una triple función:

a) Fijar una serie de criterios de carácter científico-funcional para el ejercicio de la


profesión, con el objetivo de dar operatividad y eficacia a las actividades ejercidas en el
ámbito cubierto por las normas establecidas.

b) Refundir orientaciones éticas para el ejercicio de la profesión y plasmarlas en códigos


de deontología profesional.

c) La posibilidad de imponer sanciones disciplinarias a los colegiados que incumplan


los dictados de los códigos deontológicos. Esta función tiene la singularidad de conferir

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a éstos relevancia jurídica estatal, lo que otorga a la deontología ciertas coincidencias


con el Derecho en lo que se refiere a la utilización de un procedimiento judicial.

Una diferencia importante entre la deontología profesional y el derecho reside en el


origen de estos dos órdenes normativos reguladores del ejercicio de una profesión. La fuente
del derecho es el poder legislativo del Estado -que emana del ejercicio de la Soberanía
Popular-, mientras que el origen de la deontología profesional no es "estatal", sino que emana
del propio colectivo profesional, y desde una labor de autorregulación. En casos
excepcionales, la iniciativa de un código deontológico puede partir del Estado o de una
entidad supraestatal, como el es caso paradigmático del Código deontológico de los
periodistas del Consejo de Europa, aunque es una condición necesaria que el colectivo
profesional lo incorpore a su actividad y ejerza una labor de autorregulación. Sin estas dos
condiciones, este código normativo se convertiría en derecho y no en deontología profesional.
Por lo tanto, no es necesariamente excluyente de la deontología profesional un código de
origen externo a la propia profesión, si pasa por el filtro de la autorregulación.
En el caso de las profesiones que requieren colegiación profesional, como la psicología,
abogacía y la medicina, existe una institucionalización de la sanción. Sin embargo, hay
profesiones como el periodismo, que se ejercen sin colegiación obligatoria. En estos casos, el
incumplimiento de las normas deontológicas lleva aparejada una sanción similar a la que
corresponde a la vulneración de las normas morales: mala imagen pública, reproche,
expulsión del grupo, etc.
Esto las diferencia de las profesiones de colegiación obligatoria, caracterizadas por la
institucionalización de la sanción. Pero no implica falta de gravedad. Un profesional puede
considerar que una sanción por infracción del código de deontología profesional tiene más
importancia que una sanción administrativa.
Retomando la idea de que la deontología profesional es uno de los órdenes reguladores
del ejercicio de una profesión, en una situación intermedia entre el derecho y la moral, es
necesario hacer una serie de precisiones. Las normas de la deontología profesional, aun
sentidas como vinculantes entre los miembros del colectivo, se alejan del carácter coercitivo
del derecho. El derecho es siempre coactivo, y la deontología profesional puede o no imponer
sanciones y, en el caso de aplicarse, son menos graves que las impuestas por el derecho. La
sanción más grave que puede imponer la deontología profesional es la exclusión de la
profesión.
Por otro lado, las sanciones de la deontología profesional en aquellas profesiones que no
exigen para su ejercicio la colegiación obligatoria son sanciones sociales difusas; es decir, que
aparte de no llegar al grado de gravedad de la sanción jurídica, no tienen por qué estar
necesariamente institucionalizadas. Un ejemplo de sanciones sociales difusas -en este sentido
de informalidad, cercanas a la moral- emitidas por la deontología puede ser la consideración
de exclusión del colectivo profesional de un miembro, sin llegar ésta a ser una sanción no
formalizada. No obstante, la deontología profesional tiene un mayor grado de
institucionalización que la moral general, de tal modo que, para hablar de deontología
profesional, es necesario un grado de institucionalización normativa -inferior a la del derecho
pero superior a la de la moral. La moral, aunque es de carácter social, tiene un componente
último que es individual, mientras que la instancia última de la deontología profesional es
colectiva, común a todo el grupo profesional. Igual que se da el conflicto entre moral y

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ASIGNATURA
ÉTICA y DEONTOLOGÍA PROFESIONAL

derecho, cabe la confrontación del individuo con la deontología profesional a la que está
sometido.

Autorregulación
La deontología es uno de los tres órdenes normativos que regulan el ejercicio de las
profesiones, junto al Derecho y la moral. Cabe señalar que las normas deontológicas se
encuentran a medio camino entre los otros dos órdenes normativos. Una característica
fundamental de la deontología profesional es que tiene un fuerte componente de
autorregulación, entendida en un sentido colectivo. Se trata de una interiorización de las
normas propias de la profesión. Se diferenciaría del Derecho en que éste es creado por el
Estado, y de la moral en que la deontología tiene un carácter colectivo, no se basa en los
principios individuales. Otra diferencia clave frente al Derecho, es que éste tiene un marcado
carácter coactivo, impone sanciones al incumplimiento de sus normas. La deontología, por su
parte, puede o no incluir sanciones, y siempre serán menos graves que las relacionadas con el
Derecho (surgidas de instituciones jurídicas).
No obstante, la deontología puede institucionalizarse a través de los Códigos
Deontológicos, la colegiación (instrumentos o mecanismos que dotan de más efectividad a la
deontología), pero siempre presenta una institucionalización mucho menor a la del Derecho.
Las normas del Derecho son "ajenas" al mismo, junto a frentes extremas, mientras que lo
característico de la deontología profesional es la autorregulación. Los profesionales son
creadores, sujetos y objetos de las normas deontológicas de su profesión correspondiente.
Participan (a través de sus asociaciones, por ejemplo) en la creación de los códigos
deontológicos que, a su vez, deberán aplicar. La autorregulación es necesaria porque delimita
campos de actuación, alerta sobre conductas alejadas del bien común y puede invitar al
profesional a dirigir sus acciones por el fomento de valores que promuevan una vida más
humana.

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