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ENSAYO
Desobedecer y los trastornos de conducta son un problema con alta prevalencia en la infancia,
la desobediencia según varios autores la definen como negarse a iniciar o completar una orden
emitida por una persona en un plazo determinado de tiempo, ellos establecen un periodo de 5
segundos después de darse la orden aunque también se optan por 20 y 30 segundos.
Por ellos es importante que los padres contacten a un especialista cuando el niño manifieste
conductas oposicionistas, se comportan agresivos y dichos comportamientos van en aumento.
Las conductas de desobediencia al igual que aquellas que son voluntarias e involuntarias
pueden ser aprendidas y a la vez desaprendidas. A partir de los 24 a 30 meses los niños
empiezan a desobedecer y desafiar a sus padres (A esta edad se considera normal). Su
independencia les ayuda a descubrir sus límites, según las reglas de sus padres aprendiendo a
manejar su autocontrol, separando su “yo” del ambiente que les rodea.
A medida que el niño va creciendo, sustituye sus conductas rudimentarias por habilidades de
comunicación más asertivas
Para explicar la desobediencia del niño es importante tomar en cuenta factores como las
características de la personalidad de los padres, de su situación familiar o si hay problemas
intrafamiliares.
Existen reforzadores de diversos tipos entre los que tenemos son: comestibles: como dulces,
chocolates, alimentos favoritos; tangibles como juguetes; intercambiables que son un tipo
especial de reforzador tangible por ejemplo aquellas actividades que sean de agrado realizarlas
al niño y los sociales que son actividades inmersas en el contexto social por ejemplo un abrazo
o un gesto de felicitación.
Observar y registrar las conductas de los niños que deseamos cambiar es de vital importancia
para luego poder realizar una intervención, pues nos permitirán conocer si las estrategias de
cambio están funcionando correctamente o si se deberían utilizar otras estrategias.
Hay que ser perseverantes ya que cambiar una conducta no es tarea fácil sobre todos si las
conductas se han mantenido durante mucho tiempo, debemos comprender que ni los padres
ni los hijos son perfectos y se presentarán conductas que no serán agradables e incluso les
pondrán nerviosos.
Aprender a controlar la ira no siempre es fácil, pero se debe tomar en cuenta que si al
presentarse conductas indeseables intentamos ponernos a llorar o pegar al niño, esto puede
ser perjudicial ya que los padres son modelo para sus hijos.
Bibliografía: Larroy García, Cristina. Mi hijo no me obedece: soluciones realistas para padres
desorientados [Internet]. Madrid: Difusora Larousse - Ediciones Pirámide; 2013. [citado 2018
Enero 18]. Disponible en: ProQuest Ebook Central