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TIPOS DE CATEQUISTAS

Como ya se dijo en el tema del mes pasado como catequistas debemos tener ciertas
características que nos dan la identidad, también se nos ha dicho que hemos sido llamados
por Dios para servir y que nuestra misión es continuar la obra de Jesús y de los apóstoles, en
unión a los obispos, a los presbíteros, a los misioneros; ayudar a las familias que no siempre
pueden y saben educar a los hijos, y colaborar con la patria para formar buenos ciudadanos.

Pero para poder ayudar a educar desde siempre ha habido muchas corrientes pedagógicas
como, muchos estilos de estar con los otros para acompañar a su caminar.

Tener un estilo es algo así como tener un espíritu, que identifica y que da tonalidad a todo lo
que se construye y a la manera como se construye. Siempre y todos tenemos un estilo propio,
no sólo de andar y de vestir, sino también de tratar, de enseñar, de educar. Lo importante de
este tema es reconocer los estilos positivos y evitar estilos negativos que nosotros utilizamos.

Voy a presentar al catequista tres modelos muy distintos de catequista. O lo que es lo mismo
tres maneras muy distintas de estar con nuestros catequizandos:

1. Catequista autoritario:
El catequista se sitúa por encima del grupo. El catequista decide todo, pues cree que de
él depende la marcha del grupo y se estima persona capaz de saber lo que es necesario
para el grupo. Es una persona preparada. Es el estilo tradicionalmente magistral.
Este estilo puede traer consecuencias tales como:
 Sumisión: Como están acostumbrados a que todo se lo den hecho, como "papá"
catequista ha decido siempre por ellos, siempre dependerán de algo o de alguien.
Serán los cristianos que irán a preguntar al sacerdote: "padre ¿tal cosa es pecado?”.
 Rebeldía: O siempre estarán en contra de alguien. Bastante tuvieron que aguantar
en la catequesis. Serán cristianos renegados que no quieren ni oír hablar de religión.

2. Catequista pasivo:
Es el catequista que "dejar hacer". Está más bien al margen del grupo. En todo caso sigue
al grupo y todos y cada uno hacen lo que le vienen en gana. Es un falso animador.
Los catequizandos así educados no sabe ni qué hacer. Se desorientan, se desaniman,
cuando la preparación es de más de una sesión, lo más probable es que a la tercera o
cuarta no acudan. Consecuencias de ser educados así:
 Desorden: No saben a qué atenerse.
 Agresividad: El más fuerte se impone.
 Aburrimiento: No encuentran en la formación alguien que los anime.
3. Catequista educador:
Es el catequista que anima. Está como uno más pero sin perder su identidad: está claro
que el catequista es él. Si está con niños está claro que él no es un niño, aunque sea
amigo de los niños e intente hacerse niño: él es adulto o joven. Si está en un grupo de
jóvenes es una persona jovial, pero sin perder su lugar y el respeto que merece.
El animador se fía de los miembros del grupo. Tiene dentro de él la actitud de las tres a:
 Acepta a cada uno tal como es. Sin deformar su imagen, con sus cosas buenas y
también con sus cosas malas que las conoce y no las ignora.
 Admira a los catequizandos que por una cosa negativa que tengan, al menos poseen
siete positivas ya que sabe que "donde hubo pecado sobreabundó la gracia“.
 Ama en el amor del Señor al catequizando. Ayuda a todas las personas que educa a
que crean capaces a los miembros del grupo y los respeta ayudando a cada uno a
conseguir los objetivos. Pues u manera de actuar es cooperativa ya que él aporta
algunas ideas, para añadirlas a los demás. Intentan caminar juntos.
Consecuencias de ser educados así:
 El grupo está motivado. Nadie es pasivo y cada uno tiene sus propias opciones.
 Se desarrolla la participación: Cada uno llegará a ser protagonista de su propia fe.
 El grupo adquiere madurez.

Actividad sugerida:
Hacer 3 grupos, dar a cada grupo un tema corto específico para que dramaticen cada uno un
tipo de catequista (autoritario, pasivo y educador), en donde se vea la dinámica según la
explicación dada. Posteriormente, hacer ver si algún grupo cometió alguna equivocación para
dejar claro las características de cada estilo de catequistas. O pedir la opinión de los asistentes.

Después de conocer los tipos de catequistas, también es necesario que sepamos que como
catequistas debemos ser formados en cuatro sectores esenciales.

La formación del catequista depende mucho del modelo de catequista que se desea lograr. La
meta que nosotros proponemos es formar un educador de la fe. Esta opción suscita la
necesidad de lograr muchas metas. Hoy estableceremos algunos criterios sobre cómo lograrlo.
No puede haber nueva catequesis sin catequistas bien formados.

Para ello debe procurarse siempre el equilibrio en los cuatro sectores esenciales de la formación
del catequista:

- La formación doctrinal.
- La formación espiritual.
- La formación metodológica.
- La formación humana.

1. Formación doctrinal.
La formación del catequista inicia con una buena base doctrinal. ¿Por qué? Porque el
conocimiento y asimilación de la fe ofrece la posibilidad de vivir un proceso catecúmena
personal y la experiencia del propio crecimiento en la fe. Sean amplios o reducidos, los
programas de formación doctrinal para catequistas deben armonizar siempre las cuatro
áreas esenciales de la doctrina cristiana: credo, moral, sacramentos y espiritualidad.
El catequista necesita conocer cuáles verdades tienen sólido fundamento y cuáles son
opinión de escuela. Es decir, el catequista necesita doctrina segura para diferenciarla de
las múltiples ideologías existentes.

2. Formación espiritual.
El catequista necesita acrecentar su experiencia de Dios durante toda su formación. La
consigue por la participación litúrgica y sacramental, por la oración personal y
comunitaria, por el ejercicio de hábitos que purifiquen sus actitudes ante Dios.

El catequista debe realizar un proceso constante de superación en su compromiso de fe


durante todo el periodo de formación. Porque lo que más contribuye a transmitir la fe
es el testimonio de vida.

Es importante desarrollar una actitud eclesial de unidad y de corresponsabilidad que


permita al catequista saber trabajar junto a los otros y dejar trabajar a los otros. El sentido
de catolicidad eclesial debe lograrse con actitudes de respeto y apoyo a la variedad de
carismas presentes en la Iglesia.

El catequista debe educarse en la fidelidad a la Iglesia. Debe crecer constantemente en


la convicción de que no es el transmisor de una doctrina propia y de unas metas
personales. Debe ser consciente de que es un miembro de la Iglesia y trabaja en nombre
de Ella.

Toda la formación del catequista debe construirse sobre el amor personal a Jesucristo y
a la Virgen Santísima. De este modo, su espiritualidad tendrá motivaciones purificadas y
estímulos fuertes.

3. Formación metodológica.
Un catequista se forma mejor mediante una metodología activa. Sus intervenciones
frecuentes le permiten presentar dudas, aportar experiencias y moderar sus posiciones.
La metodología activada le educa también el sentido social y comunitario de la vida, le
forma en el trabajo en equipo y le hace más abierto y respetuoso ante los demás.

La formación del catequista también debe ser práctica. La mejor forma de lograrlo es
que participe, al mismo tiempo que recibe su formación, en una acción evangelizadora.

El catequista debe desarrollar sus capacidades de comunicador. Lo puede lograr tanto


con el esfuerzo por participar en cada ocasión que le ofrezca el proceso formativo. Es
preciso enseñar al catequista el uso adecuado de los instrumentos más comunes e
inmediatos de la catequesis: audiovisuales, catecismos, textos, pizarrón, etc.

4. Formación humana.
Muchos catequistas tienen urgente necesidad de completar su formación humana.
Suelen tener mucha vitalidad espiritual y religiosidad profunda. Pero necesitan mayor
equilibrio emocional, firmes actitudes y fundada madurez que les facilite mantener las
opciones hechas y la coherencia entre lo que creen y lo que viven.

La formación del catequista necesita desarrollar las virtudes humanas. ¿Qué podemos
esperar de un catequista insincero, irresponsable, sin respeto hacia los demás, etc.? Las
virtudes humanas se obtienen mediante una buena explicación y la ayuda de un
prudente consejero que posibilite la afirmación de hábitos estables de comportamiento.

Recordemos que la formación de los valores se obtiene, sobre todo, mediante las
experiencias personales y el análisis que confronta unos valores con otros.

El proceso formativo del catequista debe enseñarle a analizar y enjuiciar


equilibradamente las personas y los acontecimientos que van cruzándose en su vida. La
cultura cambiante, llena de antivalores consumistas y superficiales, exigen una jerarquía
de valores definida y valiosa al catequista actual, para que pueda adaptarse y transformar
evangélicamente a su comunidad.

PARA REFLEXIONAR:
"Los catequistas necesitan una formación que los capacite para responder a las exigencias de
su ministerio. La catequesis, "es un arte superior" que pide de los catequistas sólidos
conocimientos en las ciencias humanas y divinas. Asimismo espera de ellos una amplia visión
del ambiente donde trabajan, de la sociedad donde se encuentran y de la ‚poca que les ha
tocado vivir.

Los documentos del Magisterio de la Iglesia, no dejan de insistir en la urgencia de formarlos


para estar a la altura de las tareas que se les encomiendan" y ser instrumentos adecuados y
eficaces en las manos de Dios, pues Él es en definitiva el origen y la causa de la salvación pero
ha querido que seamos sus mensajeros, para llevarla a nuestro hermano”.

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