Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Recuerdo muy bien una de tantas elecciones presidenciales que han tenido lugar
en mi país. En ese entonces uno de los canales nacionales decidió otorgar una
mega-entrevista a uno de los candidatos. La entrevista duró toda la noche: ¡inaudito!
A partir de ese momento empecé a preguntarme si no había algo detrás de aquel
suceso, pues no se le dio una misma noche al candidato contendor. ¿No se supone
que los medios sólo informan y ya?
A partir de ese momento, y gracias a los estudios de los que hacía parte en la
universidad, me empezó a entrar más la duda sobre aquella noble y leal misión a la
sociedad por parte de los medios de comunicación. Descubrí que ellos tienen algo
que se llama “agenda” y que eso determina gran parte de las arbitrariedades que
cometen. Descubrí que manejan ideologías políticas y que desde tiempos remotos
en nuestro país, y continente, han manejado el poder político.
Ricardo Piglia narra un par de historias fascinantes en sus dos libros antes
mencionados. Por un lado, un periodista que investiga las pistas sobre una extraña
máquina, un autómata al parecer, capaz de crear relatos; y, por el otro, la historia
de un profesor que viaja a una universidad extranjera y termina envuelto en la
investigación de una serie de atentados a distinguidos académicos. Sin lugar a
dudas don relatos que atrapan, atravesados por la exactitud histórica y la fineza en
los detalles creativos del autor que, incluso, mezcla los personajes de una manera
tal que nos da la sensación de estar leyendo dos historias de un mismo mundo
ficcional.
En ambas obras hay posturas muy claras frente a los medios de comunicación. Van
desde la crítica a los periódicos, pasando por referencias a la internet, así como la
radio; hasta llegar a comentarios fuertes contra la televisión. Todo ello enmarcado
en un discurso firme que ve los medios de comunicación como alienadores de la
sociedad o elementos que denigran la vida del ser humano.
En las páginas iniciales de “La Ciudad Ausente”, Piglia nos hace una referencia
bastante interesante a la sala de redacción de un periódico. Cuándo Junior (el
protagonista de esta novela) llega a el periódico “El Mundo”, el jefe de redacción
(Emilio Renzi, el mismo protagonista de la novela “El Camino de Ida”) lo invita a
conocer las instalaciones y los demás “prisioneros”. Quien lo llevase a hacer el
recorrido metaforiza las instalaciones del periódico como una cárcel dentro de la
cual trabajan prisioneros. Vale preguntarse: ¿Son prisioneros por su condición de
delincuentes y criminales de la información? O ¿prisioneros de un sistema mayor a
ellos que los presiona sin piedad en pro de una agenda informativa?
Esta comparación de un periódico con una prisión deja dilucidar una postura crítica
frente al modus operante de la prensa. Y es muy delicada esta visión debido al poder
que el periodismo y la prensa escrita tienen sobre la vida política y social de nuestra
actualidad. No en vano se les denomina el cuarto poder, pues están íntimamente
ligados a las estructuras burocráticas y los gremios económicos de cada país. Los
medios influyen, de eso no hay duda.
Piglia no sólo tuvo espacio entre líneas para hablar de la prensa escrita, también
habló de la radio, la televisión, la telefonía y la internet. Sobre los dos primeros
debemos entenderlos como medios de masas, el tercero como parte de la
comunicación interpersonal pero que es un eslabón importante en la pérdida de la
privacidad; prácticamente precursor de la situación que se vive hoy con la internet.
Tal es su seguridad en esto que tenemos una relación fuerte entre el mundo de la
palabra, el mundo obrero y la televisión cuando el autor nos hace claridad sobre
quiénes hablan en los medios. En “La ciudad ausente” se hace un análisis sobre lo
que pasa cuando obreros desean hablar frente a una cámara a diferencia de la
1
PIGLIA, Ricardo. “La Ciudad Ausente”. Editorial Anagrama. Barcelona. Pág. 63.
manera en que un líder sindical o un especialista lo hacen. Los obreros tendrán
dificultades en articular las ideas, terminarán diciendo lo que el periodista les indica;
mientras que los líderes, quienes son dueños de la palabra, podrán expresarse con
mayor efectividad y claridad. Entonces tenemos que quienes hablan en los medios
son los dueños de la palabra (líderes, profesionales y políticos) con intereses claros;
mientras que los obreros, personas de a pie y ciudadanos en común sólo tendrán
un espacio de una frase alienada por los intereses del mismo medio.
Para finalizar quisiera hablar del teléfono como el transmisor de presencia. En “El
camino de Ida” cuando Ida Brown muere, el personaje central llama reiteradamente
a su teléfono móvil sabiendo que nadie contestará. Lo hace con la única motivación
de escuchar la voz del contestador: “Soy Ida Brown. Estamos ausentes y no puedo
atenderlo. Deje un mensaje o llame más tarde”, una y otra vez, esto para eternizar
su presencia, deseando escuchar otra frase que sea recitada directamente para él.
La voz es el medio de comunicación por excelencia del ser humano. A través de ella
expresamos un sinfín de emociones a través de palabras, gestos y sonidos que nos
permiten comunicarnos. El teléfono no es más que la extensión de la voz que
permite el diálogo, extiende la presencia de dos seres que físicamente no están en
el mismo sitio y, es más, extiende la presencia de dos seres de los cuales uno murió.
Las reflexiones sobre los medios de comunicación que nos propone Piglia en estas
dos novelas son extensas y se prestan para análisis de todo tipo. Los medios son
herramientas y como tal sirven a las personas que las usan con todo tipo de fines.
Es importante develar esa característica alienadora de los medios masivos de
comunicación, así como esa función de vigilancia que se encuentra en los medios
de comunicación interpersonal, y que Piglia nos deja de manifiesto en ambas obras.