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El Ejercicio de la Figura del Ocho

Se usa para llevar a la persona a una relación íntima con su propio espacio y territorio antes
de cortar los lazos energéticos que lo mantienen unido a sus padres (y a las personas que lo
criaron, en caso de que no hayan sido sus progenitores). Esto no sólo libera de una
dependencia malsana, sino también de la programación, a menudo negativa, hecha por los
padres, la que puede haber seguido activa en un profundo nivel inconsciente.
Instrucciones:
1. Antes de cortar los lazos existentes entre tú y tus padres, deberás practicar este ejercicio
diariamente, al menos por dos semanas para cada progenitor:

Ponte cómod@, relájate y cierra los ojos. Imagina que estás trazando a tu alrededor un
círculo, en el piso, con un radio correspondiente al largo de tu brazo con los dedos extendidos.
Visualiza este círculo como un tubo de luz dorada como la luz del sol. Cuando te veas a ti
mism@ en el centro del círculo de luz dorada, comienza a visualizar un círculo similar frente al
tuyo, que lo toque apenas pero que no se superponga con él. Asegúrate de que cada uno de
ustedes quede situado en el centro del círculo. Cuando puedas visualizar claramente ambos
círculos claramente y a ustedes dos ubicados en el centro de su propio espacio, visualiza una
luz azul pálida de neón fluyendo alrededor del tubo dorado, comenzando por el punto donde
ambos círculos se unen y moviéndose en el sentido de las agujas del reloj, primero alrededor
del círculo en el que está tu progenitor justo frente a ti, y volviendo a donde los círculos se
tocan. Ahora observa la luz azul que continúa por el lado izquierdo de tu propio círculo, hasta
aparecer por tu derecha y volver al punto inicial, describiendo la figura de un ocho. Sigue
observando este flujo de luz azulada con tu visión mental, por todo el tiempo que puedas
mantener esta imagen sin esforzarte. La duración varía de una persona a otra, pero rara vez
se puede mantener más de dos minutos.
Esta azulada luz de neón atraerá magnéticamente todo tu ser hacia tu propio círculo y el ser
de tu padre o madre, al de ellos, de modo que cada cual ocupará plenamente su propio
territorio separado. Este ejercicio debe ser repetido con regularidad cada día, hasta que fluya
fácilmente, asegurando así que el mensaje de que deseas convertirte en un individuo
independiente penetre en tu mente subconsciente y en la de tu progenitor. La mente
subconsciente entiende con mayor facilidad imágenes y símbolos que palabras, pero tendrán
que repetirse de manera regular, como para que el mensaje que se busca sea recibido y
llevado a la acción. Los mejores momentos para emitir estos mensajes son aquellos en los que
uno acaba de despertarse o cuando está próximo a dormirse, ya que se está más cerca de la
mente subconsciente. Una vez que hayas establecido la imagen bastará con un corto periodo
de práctica durante unos dos minutos en la mañana y en la noche. Durante el resto del día
puedes ayudar un poco a mantener en movimiento la Figura del Ocho visualizándola de vez en
cuando.
Fórmulas alternativas (en caso de que no te resulte fácil visualizar o prefieras algo más
tangible)
A) Dibujar dos círculos en una hoja de papel, poniendo tu nombre o iniciales en el
círculo de abajo y el nombre o iniciales de tu progenitor en el círculo de arriba. Con
un lápiz azul traza la figura del ocho durante dos minutos por la mañana y por la
noche.

B) Recortar dos círculos grandes de papel o tela y ponerlos uno frente a otro. En
uno te sientas tú y en el otro pones una fotografía de tu progenitor y traza con el
dedo la figura del ocho imaginando el brillo de la luz azul.

2. Haz una lista de atributos positivos y negativos de tus progenitores para ayudarte a ver con
más claridad la forma en que fuiste programado desde la niñez y de qué manera reaccionabas
ante ellos: imitándolos o rebelándote.
Toma una hoja de papel para cada progenitor, divídela en dos columnas. A la izquierda anota

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todas las características o hábitos ante los cuales reaccionabas negativamente y a la derecha
todos los rasgos que te hacían reaccionar positivamente o con admiración. Estas listas toman
tiempo y exigen paciencia, de modo que es importante no apurarse ni tampoco tratar de darles
fin de una sola vez. Los puntos más obvios habitualmente vienen a la mente de inmediato,
pero son los pequeños y sutiles los que a menudo fijan las impresiones indelebles en los niños;
es frecuente que se olviden o que hayan sido suprimidos, por lo cual surgen más lentamente
del subconsciente, una vez que los aspectos más llamativos han aflorado.

ADVERTENCIA: Antes de llevar a cabo este ritual o inmediatamente después, es necesario


hacer durante dos semanas el ejercicio de la figura del ocho, para que la intención no se
quede sólo en la consciencia, sino que llegue a todas las capas del inconsciente.
Ponte cómod@, relájate y cierra los ojos. Cubre tus ojos con una bufanda o chal liviano para
que puedas percibir con más claridad cualquier tipo de imágenes que puedan aparecer en tu
mente. Ahora imagina un lugar en el que te sientas cómod@ (una arboleda sombreada, la
cima de una montaña, a los pies de un árbol, en una hamaca, el interior de una caverna, tu
propia habitación, etc.) Elige si quieres que sea de día o de noche y visualiza el sol o la luna en
el cielo o en el techo, según el caso. Visualiza un rayo de luz solar o lunar que cae sobre ti y
dirígelo hacia los dedos de los pies. Deja que caiga sobre ellos y suéltalos tanto como te sea
posible, ordenándoles que se abran para recibir la luz que te relaja, te sana, te purifica y te da
energía. Siente la luz como una corriente tibia y sendante que poco a poco va llenando toda la
planta de los pies y va subiendo por tus piernas, por todo tu tronco, por los brazos, por el
cuello y por la cabeza. Comienza a sentir que la luz penetra en cada hueso, cada músculo,
cada nervio y cada célula, relajando, sanando, purificando y reenergizando allí donde haga
falta.
Ahora respira profunda y lentamente tres veces, inhalando más luz y desechando cualquier
tensión que pudiera quedar. Si por cualquier razón sintieras que se van acumulando tensiones
en cualquier parte de tu cuerpo durante lo que vas a visualizar a continuación, ten en cuenta
que pueden indicar una condición psicosomática relacionada con lo que estés experimentando
en el momento. Es frecuente que con solo ver la conexión entre lo que ocurre con tu cuerpo y
lo que estés experimentando internamente en tu imaginación, se logre hacer desaparecer el
síntoma físico.
Conéctate mentalmente con la Conciencia Superior, o con la divinidad como tú la concibas y

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pide ser guiad@ desde allí. Ahora visualiza los dos círculos de la Figura del Ocho con la que ya
trabajaste durante las dos semanas previas. Entra en uno de ellos e invita mentalmente a tu
progenitor a entrar al otro. Infórmale a la imagen de tu progenitor que el ritual que vas a
realizar los va a liberar a ambos, para que cada cual pueda seguir con su propia vida como un
individuo separado y que ya no serán arrastrados por los lazos que aún les atan. Ahora
visualiza esos lazos que unen tu cuerpo y el de tu progenitor. Confía en la imagen que te
venga a la mente en un primer momento (pueden ser lazos que vayan del ombligo de tu
progenitor al tuyo, o de los genitales, por ejemplo; puede ser un solo lazo o varios; pueden ser
delgados o gruesos, tener una textura, etc.) Todas las particularidades que puedan aparecer
en tu imagen son simbólicas y reveladoras.
Ahora imagina con qué objeto podrás cortarlas o separarlas (tijeras, cuchillo, espada laser,
fuego, ácido, rayos de luz, etc.) Realiza el primer corte en medio del lazo y a continuación
procede a eliminar lo que resta del lazo cortando el extremo adherido a tu cuerpo y al de tu
progenitor. Visualiza ahora que colocas tus manos sobre la herida dejada por el cordón y pide
a la Conciencia Superior que te envíe luz para sellar y cicatrizar. Visualiza que la luz desciende
directamente sobre la herida de tu progenitor sellándola y cicatizándola también.
Ahora mira los restos de los lazos en el piso y elige un método para deshacerte de ellos
(puedes quemarlos, enterrarlos, disolverlos con ácido, etc.) para evitar que vuelvan a
recolocarse para continuar con el patrón anterior. Una vez que hayas quedado satisfech@
sabiendo que haz hecho todo lo posible para borrar cualquier rastro de las antiguas ligaduras,
agradece a tu progenitor lo que hizo para pasarte la vida de forma que pudieras habitar un
cuerpo físico en la tierra y poder aprender todo lo que necesitabas aprender en esta vida.
Agradécele también el hecho de que acaban de separarse.
Ahora pide perdón a tu progenitor y perdónale tú a él o a ella por cualquier dolor que se hayan
inflingido, ya sea consciente o inconscientemente. Comienza tú pidiendo perdón por las cosas
específicas que acudan a tu mente una por una, verbalízalas o menciónalas mentalmente.
Luego sigue el mismo sistema para perdonar a tu progenitor lo que consideres necesario. (Si
posteriormente te acuerdas de algo más, puedes pedir perdón o perdonar en ese momento)
Aunque resulte muy duro, es esencial que este acto de perdón se lleve a cabo como parte del
proceso para quedar separado e íntegro. La falta de perdón puede fabricar nuevos lazos
negativos. Si sientes que no puedes perdonar algo, solicita a la Consciencia Superior o a la
Fuerza Divina dentro de ti que envíe ese perdón a tu progenitor a través de ti.
Cuando termines, solicita a tu progenitor que siga adelante con su propia vida, liberado de la
permanente tracción emocional que había entre ambos. Esta petición no significa
necesariamente que no habrá contacto posterior entre ellos; de hecho, la mayoría encuentra
que, por el contrario, la relación pierde su carga emocional y se vuelve más satisfactoria.
Visualiza un triángulo cuyo vértice superior es la Conciencia Superior y cuyos vértices
inferiores son tú y tu progenitor. De esta forma, la Conciencia Superior es quien los conecta de
una forma adecuada. Ahora visualiza una despedida adecuada, solicítale que te bendiga, recibe
su bendición y después observa a tu progenitor saliendo de la escena.
Imagina que te desvistes y te bañas (en un lago, río, cascada o mar), eliminando los patrones,
hábitos o actitudes negativas que hayas adoptado de tu progenitor y que habrás traído a la
memoria mediante la lista de rasgos negativos que hiciste anteriormente. Una vez que sientas
que estás limpi@, sal del agua y corre, salta o vuela para secarte expresando con júbilo tu
nueva libertad. Ahora visualiza una túnica blanca que usarás como ropaje hasta que hayas
establecido un conjunto de nuevos atributos propios. O si te sientes movido internamente,
busca de una vez tus nuevas vestiduras.
Recoge tu vieja ropa, símbolo de tu niñez y tu dependencia y quémalas o destrúyelas de
alguna otra forma.
Por último, da las gracias a la Conciencia Superior por haber dirigido la sesión y regresa a la
consciencia de tu cuerpo moviéndolo poco a poco antes de abrir los ojos.
Recuerda que tu participación activa en la creación de estas imágenes es tu medio para llegar
a tu subconsciente. Mientras más vívida sea la imagen y mayor la emoción involucrada, más

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profundamente se graba el nuevo mensaje en el subconsciente y por ende, con mayor
celeridad se hará efectivo.
Durante los tres días posteriores es posible que experimentes emociones mezcladas, como
dolor y tristeza mezclados con alivio, así es que no te inquietes ya que esta es una reacción
muy común y pasará muy pronto. También es recomendable no hablar con nadie sobre esta
ceremonia durante esos tres días, ya que la energía emocional necesita ser contenida para
darle la oportunidad de estabilizarse, solidificarse y hacerse realidad. Hablar muy pronto sobre
la experiencia puede provocar que la energía se desvanezca, en especial si el interlocutor se
muestra escéptico o expresa dudas al respecto.
Para concluir la ceremonia, escribe una carta a tu progenitor, expresando tu liberación, pero
no la envíes. Guárdala sólo para ti. De esta forma la carta pasará inadvertida a la mente
consciente de la persona a quien va dirigida, pero llegará a su subconsciente. Es mejor
escribirla cuanto antes, después de la ceremonia del corte, cuando la poderosa emoción
despertada por el ritual aún esté presente. Cuanto mayor sea la emoción que se vierta en la
carta, más profundo será el efecto que provoque, tanto en quien la escriba como en aquel a
quien va dirigida, pues la energía que se requiere para llevar el mensaje al subconsciente es la
emoción. Esta carta deberá incluir una repetición de lo que se haya declarado en el ritual,
respecto a que cada persona ahora queda libre para vivir como individuo separado. No deberá
contener nada negativo como críticas o reproches, concentrándose únicamente en la libertad
que ambas personas comienzan a experimentar ahora.

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