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Las representaciones de La Fortuna:

Un ejemplo de polaridad a través del análisis iconológico.

Por Sully Tatiana Navarro Corredor

“Por qué las Gracias son tres, por qué son hermanas, por qué están asidas de las manos, por
qué las pintan risueñas (…)”(Warburg, 2005, pg. 93)

“Se aprovecha la antigüedad sólo allí donde aún constituía una fuerza viva para sí y para sus
contemporáneos” (Ibídem, pg. 111)

El objetivo de este texto es explorar, a partir del panel 48 del Atlas de imágenes Mnemosine,
las nociones de iconología crítica y polaridad. En un primer momento se explora la noción de
iconología crítica como la posibilidad de establecer una pregunta transversal a la historia del
arte. El método de Warburg es concentrarse en detalles específicos que se difunden en artistas,
obras, mecenas, discursos y demás lugares, por lejanos de la expresión artística que parezcan,
en los que pueda refugiarse una pervivencia. Al respecto indica que

“Sólo es posible iluminar grandes procesos evolutivos esforzándonos en aclarar un punto oscuro
concreto, y esto a su vez sólo es posible con un análisis iconológico que (…) contemple la Antigüedad,
el medioevo y la edad moderna como épocas interrelacionadas” (Ibídem, pg. 434)

La iconología crítica puede definirse como el estudio de las pervivencias expresivas a lo largo
del tiempo y del espacio, así como el análisis de sus transformaciones y desapariciones. Las dos
citas que preceden este texto tienen especial importancia. La primera porque esta pregunta, que
originalmente expone Warburg en un ensayo sobre el nacimiento de Venus, se puede trasladar
a otras obras cambiando el contenido pero manteniendo el significado. Por qué la fortuna es
“una mujer desuna, de pie sobre un barco como si fuera un mástil…” (Ibídem, pg. 191). ¿Por
qué su imagen persiste a través del tiempo?

Primero vamos a hacer el bosquejo de una época compleja en términos de análisis estilístico,
pues se observa que en el renacimiento, desde los ojos de Warburg, es un periodo en el que
coexisten movimientos exaltados de los cabellos, propios de una alusión a la antigüedad
pagana, como se observa en la obra Fortuna de Cratander o imagen 27, según numeración de
Eneagrama que se utilizará a partir de ahora. También su imagen como una mujer-mástil
encontrada en la imagen número 12 que representa a dos amantes en el barco de la fortuna. Y,
por último, imagen 29, en la que no se observa vestigio de navegantes, pero se conservan
motivos en movimiento e introduce a Eros halando su cabello como intentando retenerla.

Este es el tema de las pervivencias y la pregunta por su continuidad puede responderse a partir
de la segunda cita enunciada como epígrafe. La antigüedad, en este caso el contenido icónico
de La Fortuna, persiste sólo en tanto constituye una fuerza viva para los seres que habitan el
mundo en dicho tiempo y espacio. Al respecto Warburg indica sobre estas imágenes que:
“Son fruto de una polaridad orgánica, de las oscilaciones propias de un hombre culto del renacimiento
que persigue su reconciliación en una época de enérgica metamorfosis de la autoconciencia” (Ibídem,
pg. 199)

La polaridad es la fuerza viva que representa la imagen de la fortuna, tanto para Sassetti como
para los contemporáneos de sus múltiples representaciones, y esta imagen permite reconciliar o
mantener sin problemas dos concepciones aparentemente antagónicas de la suerte del hombre.
La imagen entonces cumple una función como posibilitadora de una expresión o un
pensamiento mediador que permite vivir, actuar, en el mundo de las contradicciones.

Bibliografía:

Warburg, A. (2005) El renacimiento del paganismo. Aportaciones a la historia cultural del


renacimiento europeo, Madrid: Alianza.

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