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El drama de los Alvear

Por Rolando Hanglin | Para LA NACION

La tradicional familia Alvear llegó al Río de la Plata por


medio de don Diego de Alvear y Ponce de León (1749-
1830). Marino y cartógrafo, don Diego vivió 25 años en el
Río de la Plata y tuvo dos matrimonios: el primero, con la
porteña María Josefa Balvastro, del que nació don Carlos
de Alvear. El segundo, con la inglesa Luisa Rebecca Ward,
del que se origina la familia Alvear y Ward, que aún existe
en España y posee una importante bodega.

Entre los Alvear de la historia se destacan:

1) Don Carlos María de Alvear, que llegó a Buenos Aires


en la fragata inglesa "George Canning", en marzo de 1812,
con un grupo de militares profesionales que integraban
nada menos que José de San Martín, Matías Zapiola y el
Barón de Holmberg. Ante el desmoronamiento de España,
ocupada por Napoleón, estos hombres venían a ofrecer sus
servicios a las convulsionadas provincias indianas, que
constituían "la otra media España".

2) El nieto del anterior, don Marcelo Torcuato de Alvear,


presidente de la Nación de cuño radical y fundador del
"alvearismo" en la UCR. Su esposa Regina Pacini de Alvear,
originariamente una soprano portuguesa, fue luego gran
señora de la cultura en nuestra nación. Impulsó, por
ejemplo, la Casa del Teatro y el actual Teatro Regina. En
aquel tiempo se admiraba su paciencia y abnegación frente
a las aventuras de don Marcelo, que era un seductor de la
época. Marcelo fue hijo de Torcuato de Alvear, a su vez hijo
de don Diego y primer Intendente de la Ciudad de Buenos
Aires.

3) Don Diego de Alvear, marino español, padre de don


Carlos, integró la comisión de límites en la zona de
Misiones, entre el imperio español y el portugués. El Sr.
Alvear conoció -en aquella frontera- a don Juan de San
Martín (padre de nuestro Libertador) y nació una leyenda
nunca verificada. Don Diego habría tenido amores con una
criada guaraní de la familia San Martín. De esos amores
habría nacido un niñito moreno. Don Diego le habría
rogado al Capitán Juan de San Martín que lo inscribiera
como propio y se hiciera cargo del chico, prometiendo
ayudarlo en la vida. Luego, tanto uno como otro dejaron la
zona de las fronteras, volvieron a España, y quedó en
Yapeyú la supuesta madre-nodriza del niño, de nombre
Rosa Guarú o (bautizada en el Brasil) Juana Cristaldo. El
español Juan de San Martín era un castellano bajito de ojos
claros que medía 1,40m. según su ficha de reclutamiento,
mientras que don José era un hombre muy moreno, de ojos
negrísimos, y 1,80m. de altura. Pero estos detalles no
demuestran nada definitivo, como bien se acaba de
comprobar en el caso de los atezados gitanos búlgaros y
sus hijitas doradas, historia conocida como "El caso del
ángel rubio".

Así pues, no nos atrevemos a decir una palabra sobre este


asunto, que se expone con todo detalle en El Secreto de
Yapeyú, de Hugo Chumbita. Lo que merece otra mirada es
la terrible historia de la familia Alvear y sus derivaciones
en 1804.

Lo que merece otra mirada es la terrible historia de la


familia Alvear y sus derivaciones en 1804

Don Diego de Alvear había terminado su tarea como


miembro de la comisión de límites hispano-portugueses,
que integró junto a Félix de Azara (memorable observador)
Bernardo Lecoq, Pedro Cerviño, Manuel Moreno (padre de
Mariano) y Miguel O´Gorman, antepasado de Camila.

Don Diego volvía a España con toda su familia y sus bienes.


A bordo de una flota de fragatas españolas, que llevaban
tesoros de Montevideo, Manila y el Callao. El 5 de octubre,
las naves españolas "Medea", "Clara", "Mercedes" y
"Fama" se encontraron con cuatro fragatas inglesas:
"Amphion", "Livery", "Medusa" e "Infatigable". El jefe de la
flota británica, comodoro Moore, invitó al jefe de la
escuadra española, don José de Bustamante y Guerra, a
entregar los tesoros que llevaba a Napoleón, para lo cual
debería dirigirse a un puerto inglés.

¿Por qué motivo los españoles llevarían esas riquezas a


Napoleón? Por el tratado de San Ildefonso, firmado en
1796. Para obtener la protección de la Francia
napoleónica, España debía poner a disposición de los
franceses unos 15 barcos de guerra y 24.000 hombres y, en
caso de necesidad, hasta toda su fuerza. Según este y otros
acuerdos, España funcionaba en los hechos como país
beligerante contra Inglaterra. Cuando los ingleses supieron
que Francia preparaba un asalto en gran escala a
Inglaterra, en combinación con la escuadra española, el
embajador inglés en Madrid, Mr. Frere, escribió que "en
vista de su neutralidad meramente nominal, cualquier
preparativo se consideraría una declaración de guerra".
Tras esta advertencia, el gobierno de Londres ordenó el
ataque a las fragatas españolas y el decomiso de los
tesoros. Diego de Alvear era segundo jefe de aquella flota
española. Los ingleses abrieron fuego y el resultado fue
catastrófico. Voló la "Mercedes", rindiéndose las otras tres
de manera incondicional. Fueron conducidos a Plymouth, y
descargado el tesoro de más de dos millones de libras.

Diego de Alvear, prisionero en Inglaterra, elevó un


memorial a las autoridades, consignando que había
perdido en la voladura de la "Mercedes" a su mujer, Josefa
Balvastro, siete hijos, un sobrino, cinco sirvientes negros, y
todo su equipaje valuado en 12.000 libras esterlinas, fruto
de su labor personal en 25 años de residencia en
Sudamérica. O sea: el marino perdía íntegra su fortuna
particular y su familia, en una batalla naval "sin
declaración formal de guerra". Los ingleses, algo
avergonzados, respondieron: se entregan 6000 libras
esterlinas (la mitad de la indemnización reclamada) a
cuenta del total, que será satisfecho cuando don Diego
presente pruebas de las pérdidas.

A don Diego sólo le quedaba su hijo mayor (Carlos María) y


la prensa europea sostenía que semejante ataque, sin un
estado formal de guerra, más bien se asemejaba a un
asalto pirata. Inglaterra hizo todo lo posible, pues, por
compensar los terribles daños causados a don Diego. Este
permaneció unos años, ya libre, en Gran Bretaña, donde
fue atendido con toda consideración, pues existía una
sensación de culpa por el estrago causado al marino
español, en circunstancias militares discutibles. Don Diego
se casó con una señorita londinense (Luisa Ward) y anotó a
su hijo Carlos María en un buen colegio inglés. Esto
explicaría las inclinaciones británicas de Carlos María de
Alvear.

El marino perdía íntegra su fortuna particular y su familia,


en una batalla naval "sin declaración formal de guerra"

La historia registra una polémica carta de Carlos María de


Alvear a Lord Strangford, embajador inglés en Río, como
director supremo del Río de la Plata (tenía sólo 25 años,
corría el año1815) ofreciendo estas provincias a la
protección de la Gran Bretaña.

El documento es muy debatido. Pero no fue una ocurrencia


particular de Alvear, sino una de las ideas que se barajaban
en aquel tiempo. No debe olvidarse el contexto de la
ostensible intervención británica en la independencia
argentina. Los padres de la patria (Belgrano, San Martín,
Guido, Rivadavia) debatieron largamente la forma de
organizar un país independiente. Y realizaron complejas
gestiones para obtener un rey de dinastía europea, de
modo de instalar una monarquía parlamentaria, bajo la
garantía de Inglaterra y a la manera británica. De
cualquier modo, Alvear siempre tuvo mala prensa, en
buena parte por su enemistad con San Martín. ¿Habrán
sido hermanos, rivales o ambas cosas?
BIBLIOGRAFÍA:

Las Invasiones Inglesas, del gran historiador argentino


Carlos Roberts.

Alvear y la guerra con el Imperio del Brasil, de Emilio


Ocampo..

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