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Capitulo 1 “Éxtasis Roja”

¡Bip, bip! El incesante sonido del despertador anunciaba el arribo de una nueva
oportunidad, cinco horas con cincuenta minutos habían pasado de aquel día, el
general Cristopher Zack levantó ligeramente su parpado izquierdo, la luz aún era
demasiado tenue, tambaleándose entre un par de objetos avanzó un par de
pasos, llegó hasta aquel apagador que se encontraba a escasos 4 metros de su
cama, encendió la lámpara del techo y finalmente abrió sus ojos. ¡Bip, bip! El
despertador le recordaba que seguirían siendo las 5:40 de la mañana si no optaba
por apagarlo, Zack se dirigió lentamente hacia él, aun se preguntaba porque había
comprado el despertador que solo se apagaba al resolver un jaque mate, en esta
ocasión, debían ser 3 movimientos. ¿El caballo o tal vez era el alfil? Vaya
trigésimo sexto cumpleaños.

El viejo general se fue a dar una ligera ducha, enjabonando lo necesario y dejando
lo demás a la deriva del agua. Abrió el refrigerador, husmeó un poco antes de
encontrar el pastel de leche que le había regalado la teniente Sarah Lhyi.

-¿3 leches?- Pronunció el general - Graciosa niña-

Aquel inocente pastel terminó en el cesto de la basura junto a aquel quisquilloso


despertador. Tres mensajes eran los que había en su celular a las 630 horas, 2
felicitaciones por parte de sus compañeras de trabajo que no se tomó la molestia
de leer y un mensaje de origen desconocido que se leía parcialmente como un
poema barato de servicios telefónicos. “El gran catador de la vida…
¿Quebrantado?”, el mensaje era demasiado tenaz para ir contra de un hombre
con tal cantidad de condecoraciones, cambiar de número cada mes no era
suficiente reto para aquellos terroristas cibernéticos que intentaban mermar el
ánimo de un héroe nacional ¿Por qué simplemente no matarlo? Posiblemente no
era tan sencillo como debería ser. Un hombre que presumía de la inmortalidad;
una gran cantidad de atentados contra el general Zack que terminaban realmente
mal para aquellas organizaciones criminales; francotiradores, automóvil bomba y
traiciones en un par de ocasiones no eran suficientes contra la buena estrella del
general. Un hombre de 180 cm, robusto, pelirrojo y un gran corazón, suficientes
características para obtener la inmortalidad, así era Cristopher, dedicación al
servicio de los demás, pero con un gran defecto.

Era momento de afeitarse; agua, un poco de espuma, un par de emociones extras


y la navaja comenzaba a eliminar el vello facial.

-¿El gran catador de vidas?- Se preguntaba el general Zack.

La vejez había llegado al general después de un par de decenas de años al


servicio de una organización nacional pero en un departamento de índole secreto,
pero eso no evitaba que fuera el héroe de una población necesitada de esperanza.

-¿Seré el catador de vidas?- Una idea empezaba a surgir hasta que se vio
interrumpida por un grito pequeño de dolor, había una línea de sangre que
descendía desde su labio superior hasta su cuello.

La extensión número 3 fue la que marcó, 6 timbres sonaron hasta que inició la
contestadora, Lhyi no contestaba, pero aun así era mejor dejar un último mensaje
antes de partir de nuestro mundo.

Las 1050 horas, la general Sarah “Llama” Lhyi, una cautivante llamarada de fuego,
compuesta por un resaltante cabello pintado de rojo de raíces visiblemente rubias,
posiblemente un descuido o posiblemente parte de su estilo, acoplada a una figura
digna de la misma guerrera Atenea; se encontraba en ese momento preparando el
almuerzo, abrió la llave para que brotara el gas de la estufa mientras escuchaba la
decena de mensajes que habían quedado en la contestadora de la noche anterior,
la mayoría eran invitaciones de varios hombres buscando una oportunidad; la
crueldad era común que emanara en aquella dama y destinada para aquellos que
fueron cautivados por su belleza; acostumbraba a burlarse de toda clase de
intento que escuchaba en la contestadora. Como era costumbre, lanzó el
encendedor al techo de su departamento para intentar obtener una llama en el aire
y alimentar el gas que salía de aquella estufa, la voz grave y desesperada del
general Zack emergió de la contestadora.
-Codigo Rojo, repito código rojo-

Lhyi había salido de la cocina antes de que el encendedor acariciara el piso, sus
132 meses menos que Zack no influían en la atracción hacia el hombre que la
consideraba una hija. Eran 3 pisos hacia arriba, Lhyi usó las escaleras, no porque
el elevador fuera muy lento sino simplemente porque ella era más rápida.

La única persona que tenía llaves de ese departamento además del general Zack
era la teniente Lhyi, aunque en esta ocasión no las necesito, el arduo trabajo en el
gimnasio había forjado una llave maestra en su pierna, capaz de desbaratar
cualquier cerradura en su camino, para los 25 años de la teniente no existían
puertas las cuales no hubiese podido abrir, excepto esa gran mancha en su
brillante carrera militar, el incidente en la ciudad de Nox.

El general yacía desfallecido en el piso, con la cara cubierta de sangre y


completamente inconsciente, había perdido el rojo característico de su piel y
cabello; no era la primera vez que ocurría esto, un general tan espectacular como
Cristopher Zack no era capaz de ver brotar pulpa roja de alguna fuente, sin que su
cuerpo perdiera el color.

-Viejo inmaduro- Susurró la teniente Lhyi en el oído del general al mismo tiempo
que lo colocaba en su hombro para sacarlo del edificio. Aun no existía un método
valido para sacar a Zack de su estado denominado previamente por él mismo
como “éxtasis roja”, cada código rojo se trataba de manera diferente.

-Despertar al medio día no es precisamente lo que se espera de un héroe


nacional- Fueron las primeras palabras que escuchó el general al recuperar el
conocimiento.

-¿Qué parte de intolerante a la lactosa no has comprendido?- Respondió una


sonrisa de agradecimiento de un hombre notablemente perdido. -Aun así esto no
cuenta como estar en contacto con la naturaleza- Zack era un hombre lleno de
códigos de comportamiento y moral, siempre planeaba cómo actuar ante diversas
situaciones, su solución ante la “éxtasis roja” era ponerse en contacto con la
naturaleza, el creía que la naturaleza siempre ha tenido el poder de regresar a la
creación a su estado inicial. La teniente Lhyi había estado presente cada vez que
el general explicaba como la energía natural controlaba el desequilibrio de las
almas que habían sido perturbadas por el caos. En pocas palabras, cada vez que
existiera un desequilibrio en el general, él desearía estar lo más cercano a la
naturaleza, era suficiente con estar bajo la sombra de un árbol o sumergido en el
mar, donde la máxima superficie de su cuerpo estuviera en contacto con lo
natural, obviamente inconsciente su opinión no importaba.

-Era lo más práctico- Mencionó la teniente Lhyi

-Ahora resulta que es más fácil subir al tejado de la base que bajar al parque-
Respondió un general que poco a poco recuperaba el sentido.

-Bajar no es lo mío Cristopher-

-¿Desde cuándo me llamas…- Fue interrumpido el general por un estruendo.

Un automóvil deportivo de color azul que se encontraba estacionado en aquella


calle que apuntaba y terminaba en la entrada de la base militar, había originado un
par de explosiones más a los automóviles adyacentes a este.

-¿Un auto bomba? Que original. ¡Cumpleaños feliz Cris…!- La crueldad de la


teniente siempre estaba presente en los peores momentos, el general Zack ya se
encontraba cerca del borde del tejado analizando la situación, por ello, aquella
pelirroja detuvo su comentario.

Lesionados… no había, muertos… al parecer tampoco, a menos que fallecieran


sin sufrir, el sentido de percepción del general Zack tenía sus limitaciones, podía
distinguir a los vivos y a los que poco a poco esta se les iba agotando la vida, pero
no podía distinguir a los muertos o aquellos que morían en silencio. Ver con los
ojos podía engañar en el campo de batalla, pero observar con el alma era
diferente, los hilos que conectan entre sí a cada alma, vibran mientras ellos se
mantengan con vida, cada emoción resultaba de una vibración diferente, una
habilidad que no solo detecta el estado de salud o mental, sino también su
localización, por lo menos era lo que siempre intentaba explicar el general
Cristopher Zack de su habilidad. Por ello era tan complicado matar a un hombre
que podía sentir la vibración de sus perseguidores.

Las personas que se encontraban en las zonas aledañas en donde ocurrieron las
explosiones se encontraban alarmadas, se alejaban de la zona por un posible
ataque terrorista hacia el edificio militar, en esos días no era algo raro ver eso,
pero estas explosiones ocurrieron a una distancia lejana, tal vez 300 o 400 metros.
Escondiéndose bajo la sombra de las nubes, la naturaleza intentaba resguardarse
del fuego y el pánico.

En respuesta a un presunto ataque, rápidamente un equipo de soldados salió del


edificio militar por la puerta principal en formación cerrada, con sus escudos
hacían un muro impenetrable a lo que estuviesen a punto de enfrentar.

-¿General Zack, detecta algo? Esperando órdenes- Con gran formalidad, fueron
las palabras de la teniente, la amistad con el general era muy distinta a lo que el
general representaba en la organización y el respeto que infundía a los de menor
jerarquía.

El general cerró sus ojos y extendió su brazo con la mano abierta frente a él, como
si fuese una especie de radar –Negativo, no hay nada, ni heridos ni alguna señal
sospechosa, solo un poco de ruido… tal vez demasiado miedo- Abrió sus ojos y
bajo su mirada hacia aquella formación tortuga, uno de aquellos soldados no
colocaba de manera correcta su escudo, algo tan básico para soldados de elite,
solo protegía su cuerpo pero no protegía la formación, un punto de debilidad.
“Miedo” era lo que pensó el general Zack, era posible que por ello no podía
siquiera marchar correctamente, volvió a cerrar los ojos…- No vibra- Dijo el
general sorprendido a una teniente que se hallaba observando el futuro campo de
batalla. -No vibra- Esta vez susurró para él mismo

-¿Qué no vibra, señor?- Respondió la teniente si entender muy bien lo que


preguntaba.
-El tercer hombre de la primera fila de izquierda a derecha. ¿Acaso sabe quién es
ese hombre, teniente?

-Cabo Rack Reloam, señor. Un dolor de estómago.-

El cabo Rack Reloam, un hombre que no aceptaba las ordenes con facilidad pero
con capacidades de combate sobresalientes que hacían que a pesar de su actitud
permaneciera en la milicia; no solo destacaba en fuerza, sino también en el
manejo de las armas y en su capacidad mental en la toma de decisiones.

Las nubes dejaron de cubrir la calle y el general Zack volvió a cerrar sus ojos y
extender su mano, esta vez se enfocó en intentar localizar algún sentir, una
vibración o cualquier señal de emoción de aquel cabo; ocasionalmente el general
había encontrado personas que podían ocultar parcialmente esas vibraciones, en
ocasiones cuando la muerte los tomaba tan rápido no podía identificarlas, otras
veces en aquellos que estaban tan cerca de la muerte y la habían aceptado y
finalmente en aquellos con entrenamiento especial para permanecer mentalmente
estables. Pero está ocasión era diferente, nunca había encontrado a alguien que
pudiera ocultar por completo sus emociones, el general estaba completamente
concentrado en aquel cabo y aun así no había respuesta.

La mente del general Cristopher Zack estaba maravillada y al mismo tiempo en


debate, tal vez el cabo era un hombre que había alcanzado una estabilidad
emocional perfecta, sin embargo ese nivel es propio de los muertos, era un
hombre al cual no le afectaba su habilidad; no había momento para la duda y más
bajo ataque desconocido, el miedo se apoderó del general, temía de la existencia
de más individuos así, sintió como la inmortalidad se retiraba de su cuerpo y
sonrió.

-¡General, general, general!- La teniente había estado llamando a un general en


trance -¡Cristopher!- Gritó y el encantado Zack por fin regresó en sí.

El general abrió los ojos, miró el campo de batalla, sonrió y comenzó a temblar de
la cantidad de emociones en presentes en él.
-Tenía mucho tiempo sin sentirme tan vivo, Sarah-

Era la primera vez que la llamaba así, si no fuera por las consecuencias de una
cadena de caos que se acercaba debido a nuevas explosiones, la teniente se
habría sentido tan cerca de su general como para que él entendiera sus
emociones sin usar su habilidad.

La originalidad de los automóviles explosivos era tan mala como las emociones de
aquel chico, pero tan efectiva en el campo de batalla como el mismo chico; el cabo
Rack Reloam había roto la formación y avanzaba velozmente hacia el origen de
las explosiones sin su escudo antidisturbios que ya había dejado varios metros
atrás, esquivando con gran rapidez los fragmentos que desprendía aquellos
campos de fuego, por otro lado, uno de aquellos fragmentos había impactado
contra el abdomen de hasta entonces un maravillado general.

La teniente Lhyi había fracasado intentado desesperadamente advertir de los


daños colaterales a un general maravillado, ella lo sabía era cuestión de segundos
que la “extasis roja” volviera a invadir su cuerpo, la colisión era tan severa que
cualquiera perdería el color por la gravedad de la herida. Lhyi había perdido la
estabilidad mental, pretendía detener la hemorragia con una mano mientras que la
otra mano tomaba con delicadeza la cabeza de un general derribado por el
impacto para evitar que viera su sangre.

-¿Qué parte de que me siento más vivo no entendiste?- Preguntó Zack –Deberías
bajar a ayudar.-

-Bajar no es lo mío Cristopher- Respondió la teniente.

Se notaba como el general luchaba contra la “éxtasis roja”, extendió su brazo y


señaló hacia donde estaba el cabo mientras veía fijamente a la teniente con el
poco control que le quedaba.

-¿Hacia dónde crees que va? ¡Adelante teniente!- Ordenó Zack


La teniente Lhyi golpeó con el codo la espalda superior del general dejándolo
inconsciente, ella entendía la falta pero tenía que evitar las consecuencias de una
“extasis roja”, la buena estrella del general lo mantendría con vida a pesar de un
impacto tan fuerte, un héroe nacional no muere así o por lo menos esa era lo que
esperaba la teniente.

Habría sido un salto cualquiera si la caída no fuera desde la cima de un edificio de


3 pisos de altura, pero la teniente tenía prisa.

Sin voltear hacia el escuadrón ordenó.

-Romper formación y sigan mi ritmo-

El escuadrón obedeció rápidamente la instrucción y empezó a seguir a la teniente


entre un campo de fuego y explosiones colaterales.

El cabo Rack Reloam cada vez se acercaba más al origen de la primera explosión,
sus ojos enfocaban algo cerca a esa zona, una sombra sin dueño, era imposible
permanecer dentro de esa zona a esas temperaturas; el cabo Reloam desenfundó
su pistola con la mano derecha y apuntó hacia la sombra mientras la izquierda
ayudaba a estabilizar la puntería.

Disparó 12 veces hasta acabar la ronda de balas, es posible que acertara 11 de


estos, a 50 metros de distancia a la velocidad de movimiento del cabo, la puntería
era prácticamente perfecta, todo esto en vano, los disparos tenían de objetivo a
una sombra.

El cabo Reloam avanzaba sin mostrar alguna emoción, la sombra recibió el


mensaje y correspondió el ataque, avanzó hacia el cabo al mismo tiempo que la
silueta de lo que debería ser su brazo derecho cambiaba a una especie de un
arma blanca alargada.

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