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LA AUTOCRACIA FUJIMORISTA
Del Estado intervencionista al Estado mafioso
INTRODUCCIÓN
En este libro pretendemos estudiar el régimen político que, partiendo del gobierno
constitucional de Alberto Fujimori, inaugurado en julio de 1990 tras una elección en dos
vueltas que se dio dentro de los cauces de la Constitución y la ley vigentes, se convierte en un
régimen autoritario paso a paso, incluyendo el autogolpe de Estado del 5 de abril de 1992 y
muestra su carácter mafioso años después.
El subtítulo pone énfasis en el cambio operado no solo en el nivel del régimen político, sino
también en la forma de Estado, particularmente en lo que se refiere a la relación política-
economía. Cae el Estado intervencionista diseñado durante el gobierno militar de Velasco
Alvarado y mantenido durante la década de los 80 en un claro proceso de descomposición. No
nos referimos solo a los rasgos de la Constitución de 1979, sino a la práctica producida en los
dos gobiernos de esa década, el primero de los partidos Acción Popular y Popular Cristiano
(AP-PPC) que pretendió desmontarlo en su práctica antes que en sus leyes y el segundo, del
partido aprista (PAP), que enfatizó sus rasgos populistas hasta llegar a la crisis con la
hiperinflación más grande de nuestra historia.
El énfasis que ponemos en el régimen político, para examinar cómo se estructura el poder y
cuál es la coalición que se forma, cómo opera y cuáles son los círculos concéntricos en que se
desarrolla su poder operativo, no puede entenderse sin una referencia a la forma de Estado
para ver el vínculo entre Estado y Sociedad y entre política y economía. Hay una perspectiva
de cambio y continuidad en el proceso político peruano que me hace ver al fujímontesinismo
como algo que no es enteramente nuevo, que es una caricatura o exageración de la realidad
precedente y, por eso, los elementos procesales, en lo que tienen de cambio y continuidad,
tienen que ser rescatados.
En esta perspectiva, en primer lugar, nos preguntamos por la democracia precedente. ¿Qué
es lo que se vino abajo el 5 de abril? Pero no solo para ver cómo en los dos años previos se
preparó el autogolpe, cuestión que tratamos en Los años de la langosta. También para
examinar sociedad y política desde la transición anterior que tan precaria democracia llegó a
generar y que no fue ajena a las corruptelas y elementos de descomposición que el
fujímontesinismo convierte en su esencia. En segundo lugar, caracterizamos el régimen político
peruano en la década de Fujimori. En tercer lugar, explicamos cómo se deformó la
institucionalidad en la citada década mostrando la operación de la coalición dominante. En
cuarto lugar, hacemos una reflexión sobre la antipolítica y la transición a la democracia que se
abre el 2000 y que, en nuestro concepto, no ha concluido. Finalmente, proponemos
conclusiones para que la historia no se repita.
Expresamos nuestro agradecimiento a los doctores Máximo Vega Centeno, decano de la
Escuela de Graduados, quien presidió el Jurado de la tesis doctoral que origina este libro;
Enrique Bernales, Sinesio López y Augusto Castro, profesores y colegas en la Escuela de
Graduados, por su apoyo, sus ideas y cuestionamientos en este trabajo. Un agradecimiento
especial a Catalina Romero, por su aliento e iniciativa, otra vez. A Rocío Verástegui y Hernando
Arizabal por su aporte a la investigación. A Yolanda Marina y Soledad Cabanillas, a Alberto
Adrianzén, Luis González Norris y Pablo Palomino que, además de apoyarme en todas mis
labores en el Congreso, soportan mi ritmo de trabajo.
1. ¿QUÉ DEMOCRACIA ES LA QUE CAE EL 5
DE ABRIL DE 1992?
Desde 1982 se habían sucedido dos gobiernos democráticos que actuaron dentro de las
normas de la Constitución y Presidieron elecciones generales municipales y la primera de las
primera de la regionales dentro de los mínimos normales en una democracia. Puede decirse
bien que la democracia política funcionaba en tanto método para elegir gobernantes, aunque
ciertamente como en gran parte de la región, con grandes limitaciones.1 Se había cumplido
con los requerimientos de Huntington2 sobre el punto de llegada de una transición, mas con el
establecimiento de una poliarquía, que seria el nivel mínimo desde el cual se podía encaminar
a una democracia consolidada. Teníamos como afirmaría O’Donnell, una democracia delegativa
al estilo de otros países luego de las transiciones en Latinoamérica. Pero el 5 de abril de 1992
hubo un autogolpe dado por Alberto Fujimori, Presidente Constitucional elegido en 1990, tres
generales y un almirante que comandaban el Ejército, La Aviación, La Policía y La Marina de
Guerra. Todos ellos nombrados por Fujimori con el asesoramiento de Montesinos, tras
defenestrar a sus antecesores.
La década de los 80 permitió una continuidad en la práctica de los movimientos sociales
populares que fue clave para la caída del gobierno militar de La década anterior. Esta, sin
embargo, quedó severamente afectada por la larga crisis económica que destruía empresa y
empleo, ciertamente también poder sindical y, en particular, por el actuar del terrorismo de
Sendero Luminoso y el MRTA, creciente en la década, así como por la respuesta militar que se
le daba. En la democracia que precede al 5 de abril esta participación con alta movilización, fue
clave desde su origen en los paros nacionales que habían arrinconado a la dictadura. Pero al
igual que el Estado, cuyo desborde fue evidente, y la economía, deteriorada, junto con las
capacidades estatales hasta extremos impresionantes, todo correspondía a una decadencia y la
apertura de una crisis multidimensional.3
Lo que cae el 5 de abril de 1992 es una democracia bajo tutela militar, que comenzó a
funcionar débilmente desde 1980 tras una transición que mantuvo la cuota de poder de las
Fuerzas Armadas que gobernaron los doce años previos. Democracia débilmente
institucionalizada, con partidos en crisis y un sistema de partidos embrionario donde primaba
la lógica de una radical confrontación. Estábamos acosados por una crisis económica
recurrente por lo menos desde 1975- y por la subversión terrorista frente a la cual el Estado
venía fracasando en más de una década. En La cultura política la idea democrática solo se
asentó durante el siglo XX como un método para elegir gobernantes, la mayoría de ellos
atrapados en una concepción en la que gobernar es mandar, donde, como máximo, democra-
cia implicaba algo más de permisividad pero recurrentemente la política contenía como en los
tiempos oligárquicos un orden de exclusión en nombre de diferencias económicas, étnicas y
raciales; aunque mucho hubiera sido recientemente removido con la migración masiva que
cambió el rostro de Lima y otras ciudades y con la reforma agraria que acabó con los grandes
terratenientes expresados en el poder regional y local.
1
Especialmente para el acceso de las fuerzas políticas a los medios de comunicación social más sostificados para el
pleno ejercicio de condiciones de ciudadanía ante las fuerzas del orden.
2
Esto es, haber tenido ya un segundo gobierno elegido por sufragio directo en el cual otro partido distinto al primero
asume el gobierno y este lo entrega prácticamente, a su vez, al ganador de las elecciones. Huntington, Samuel P. La
tercera ola. La democratización a finales del siglo “XX”, p.239.
3
Pease García, Henry. Los años de la langosta. La escena política del fujimorismo. Lima: IPADEL, 1994 Véase el
capítulo III: «La crisis multidimensional del Perú de los 80».
Capítulo 1
Sobre los rasgos y límites de la transición iniciada en 1978 escriben Julio Cotler,1 Sinesio
López2 y Nicolás Lynch.3
Cotler menciona el resurgimiento de antiguas prácticas y estructuras políticas antagónicas y
exclusivistas en 1980, durante la transición; atribuyéndolo a que luego de las elecciones de
1980 -en las que Belaúnde gana con un 45% frente al 27% del partido aprista- la transferencia
del poder a los civiles no se realizó basándose en pactos. Para Cotler, los pactos habrían
facilitado una interacción pluralista de las fuerzas políticas.
Sinesio López escribe sobre una transición institucional semi-negociada en la cual los partidos
jugaron un papel importante, pero encuentra el límite en que la izquierda no quiso participar y
no jugó a la transición.
Lynch va más allá y señala la existencia de dos conceptos de democracia en los actores que
eran La oposición al gobierno militar: los partidos tradicionales veían La democracia como
representación, entendida como individuos que periódicamente eligen a sus gobernantes para
que mantengan un orden que garantice propiedades y jerarquías, y la sociedad civil popular
que veía la democracia como participación, entendida como presencia activa en las
movilizaciones, garantías de parte del Estado, así como satisfacción de demandas económicas
y sociales.4
Martín Tanaka5 no trata de los límites de la transición, pues no forma parte de su análisis,
explica que son tres grandes tradiciones partidarias con orígenes en los años 20, las que se
disputan la hegemonía del país luego de una dictadura que no logró consolidar un nuevo orden
alternativo al oligárquico. Ve la transición como un terreno fértil para apuestas y utopías.
Fernando Tuesta,6 por su lado, enfatiza que las instituciones políticas se tornaron relevantes
durante los procesos de consolidación democrática de ios 80 y encuentra que la democracia se
refundo con cambios institucionales aislados, contradictorios e ineficientes. En efecto, aunque
ya en el mundo los mecanismos de participación directa se abrían camino y aunque en la
experiencia peruana, entonces reciente, se había trabajado mucho en la perspectiva de
mecanismos de participación más directa, la Asamblea Constituyente de 1978 se negó a
incorporar siquiera algunos, como lo demandaba esa dividida izquierda que alcanzó el 30% de
sus escaños pero que representaba a los movimientos sociales populares que los partidos más
antiguos se prestaron a derrotar de la mano de los militares en la misma transferencia. Así lo
reconoce Marcial Rubio al escribir en el primer número de la revista QUE HACER de DESCO, a
mediados de 1979:
En un trabajo hecho para prologar la primera edición del libro de M. Rubio y E. Bernales
Constitución y Sociedad Política, sintetizo el proceso dado en la llamada transferencia del
poder a la civilidad. Bajo el subtítulo Del Ocaso del Poder Oligárquico al amanecer del Estado
1
Cotler, Julio. «Political Parties and Problems of Democratic Consolidation in Perú». En: Mainwaring (eds.).
BtdldmgDemocratic Systems in Latín America. Stanford University Press, 1995.
2
López Sinesio. «Perú, golpe, democradura y democracia». En Cuestión de Estado n° 4-5 set-oct. Lima: IDS, 1993.
3
Lynch Nicolás. La transición conservadora. Movimiento Social y Democracia en el Perú 1975-1978. Lima: El zorro de
abajo ediciones, 1992.
4
íb., p.41.
5
Tanaka, Martín. Los espejismos de la democracia: el colapso del sistema de partí-dos en el Perú, 1980-í995 en
perspectiva comparada. Lima: IEP, 1998, p.16.
6
Tuesta, Fernando. «El impacto del sistema electoral sobre el sistema político peruano». En: Tuesta (ed.). Los
enigmas del poder (Fujimori 1990-1996) Lima: Fundación F. Ebert, 1996.
7
Rubio Correa, Marcial. «La nueva Constitución: ¿carta magna o carta blanca?». QUEHACER n.° 1, revista del Centro
de estudios y promoción del desarrollo, Lima, DESCO, noviembre 1979.
Moderno señalo los límites de los partidos y cómo estos regresan sin mayor cambio tras doce
años en que mucho cambió en el Perú. Observo que un apoyo masivo pre supone un proyecto
hegemónico que vaya más allá de la coyuntura y sus débiles promesas y doy cuenta de cómo
en el proceso constituyente se Ka asentado la cuota de poder de los militares como alternativa
al frágil régimen democrático que nacía. Luego desarrollo, en sucesivos trabajos, lo que
denomino «democracia tutelada» o «democracia bajo tutela militar», algo que recuerda al
trato a los menores de edad y que no tiene mucho de imaginativo, aunque sí de realista, dado
que las mismas Fuerzas Armadas aquí se definen constantemente como «instituciones
tutelares».8
Aun antes, esta era la marca de fábrica de la transferencia del poder a la civilidad de la que
hablaba el general Morales Bermúdez. En 1979 sostuve:
Al cabo de doce años de gobierno, los militares volverán a sus cuarteles en julio de
1980, pero serán indudablemente una parte importante del poder político de este país y
no simplemente un aparato ejecutor, subordinado al gobierno. Más aún, nada asegura
que no puedan retornar a este luego de un período más o menos largo.
Han sido alternativa de gobierno en el pasado oligárquico y aunque ahora la estructura
de poder es más compleja, las dificultades de una neta hegemonía en el campo
burgués, la mediocridad de los partidos en la conquista de las masas, y la 3 propia
insurgencia popular, resultado de un sistema político endeble -reflejado en la propia
Constitución- que fácilmente puede voltear el aparente espíritu democrático que ahora
asumen algunos sectores burgueses. Y en ese campo los militares no son ni simples
ejecutores ni convidados de piedra, menos aún cuando tienen una larga experiencia en
la administración del Estado.99
Entonces, Sendero Luminoso no era parte del análisis en la escena política, pero la
precariedad de la transferencia con relación a lo que ocurría en la sociedad civil y en el poder
militar era evidente para nuestro análisis. El análisis de todo el proceso de transferencia
llevaba necesariamente a ver sus orígenes no solo en la agudización de las contradicciones
castrenses que analicé en mi primer libro,10 que hacían ridícula la reiterada «unidad de la
Fuerza Armada», sino en la dinamización de los movimientos sociales populares, en protesta
frente a la crisis que se abría desde la economía y la frustración de las reformas.
A pesar de la profunda crisis económica y política -que con el embate popular tocó
fondo en 1977 y 1978- el gobierno de Morales Bermúdez logró finalmente imponer la
transferencia gradual y construir para la burguesía un régimen político viable. Para ello
debió asegurar tres objetivos entre 1977 y 1980: encauzar la política de estabilización
económica, superando el punto más bajo de la crisis; lograr la renegociación de alianzas
burguesas, ganando tiempo preciso para que sus viejos partidos remocen la fachada; y
derrotar al movimiento popular que insurgía amenazante desde fines de la primera
fase.11
Como luego señalaría de manera coincidente Lynch, la transferencia se hizo contra ese
movimiento popular que en oleadas incubaba a los partidos de izquierda, enfrentados entre sí,
ocupando parte significativa del escenario, no menos del 30% de los votos que se dieron para
la Asamblea Constituyente de 1978. Las alianzas dentro de la Asamblea solo incluyeron al
partido aprista y al PPC. Las conversaciones de Morales Bermúdez tuvieron en el primero a un
interlocutor privilegiado pero se ampliaron al PPC y Acción Popular aunque este en gesto altivo
que le dio mucho rédito en la coyuntura, no participó en las elecciones de 1978. La
participación de los partidos de izquierda en esas elecciones sí fue un hecho significativo,
porque era el primer paso para integrarse al sistema democrático que antes del 68 los excluía
y que en su insurgir de los 70 no existía. No lo hicieron ni Patria Roja -que sí lo hizo en 1980-
8
Pease García, Henry. «La Constituyente de 1979 en el proceso político peruano». En Rubio y Bernales. Perú:
Constitución y Sociedad Política. Urna: DESCO, 1981.
9
Pease García, Henry. «Transferencia: presente, futuro y posibilidad». En: QUEHACER, Lima, n.° 1, revista del Centro
de estudios y promoción del desarrollo: DESCO, 1979.
10
Pease García, Henry. El Ocaso del Poder Oligárquico. Lucha política en la escena oficial 1968-1977. Lima: DESCO,
1977.
11
Pease García, Henry. «Tras la máscara demoliberal, el proyecto transnacional». En: QUE HACER, Lima, nº 5, revista
del Centro de estudios y promoción del desarrollo: DESCO, junio 1980, p. 5.
ni Sendero Luminoso, variante del maoísmo que ya sabemos en 1980 optó de verdad, no solo
de palabra, por la lucha armada con un claro corte terrorista.
El nuevo régimen político se construye a partir de una estrecha vinculación con los
mandos de la Fuerza Armada y deja intocados en esta los roles tutelares que le
permiten ser la alternativa política en caso necesario. Belaúnde [...] confirma este
derrotero hasta el extremo: mantiene en sus puestos a los tres comandantes, hoy la
junta, y les da voz en la búsqueda de los tres ministros castrenses. Es lo que puede
llamarse la democracia tutelada, siendo la cútela su reserva para que en los años en
que el desgaste de un hueco populismo verbal empantane y aísle al gobierno.1212
Esta noción la voy desarrollando en sucesivos textos y sostengo que se plasma en la Carta de
1979, pero también más allá de ella.
Es obvio que los mandos militares no tienen hoy el amplio margen, de autonomía que
permitió a Velasco actuar entre 1968 y 1973 decreciente a partir de entonces y claro
está que las funciones de legislar y gobernar se cumplen ahora con distinto personal
político, al menos por un tiempo. Pero ha quedado reforzado el carácter tutelar de estas
instituciones que supone una efectiva intervención política y una ampliación de las
nociones de defensa y seguridad nacional obteniendo un tratamiento en el nuevo
gobierno, que las consagra como un Estado dentro del Estado. Esto es particularmente
significativo dado que no hay comparación posible -cuantitativa y cualitativamente
entre el peso, la organización, la disciplina, la formación de cuadros y la capacidad de
conducción existente en la Fuerza Armada y el resto de instituciones políticas -partidos
y aparato estatal incluidos; con esto hacemos referencia no solo al plano militar sino al
conjunto de recursos y a los servicios que al decir del General Morales Bermúdez hacen
un «permanente análisis de la situación del país».13 (Obvia referencia al Servicio de
Inteligencia Nacional SIN y sus equivalentes en cada Instituto castrense así como al
CAEM y otras instancias.)
12
Ib., p.6.
13
Pease García, Henry. «Perú: del reformismo militar a la democracia tutelada». En: Pease et al. América Latina 80:
democracia y movimiento popular. Lima: DESCO, 1981.
14
Pease García, Henry. Los Caminos del Poder. Tres años de crisis en la escena política. Lima: DESCO, 1979, pp. 332-
333.
15
Pease García, Henry. Un Perfil del Proceso Político Peruano. A un año del segundo Bekmndísmo. Lima: DESCO,
1981.
acabar con la izquierda, ampliando el campo enemigo desde principios de la década.
Este fue un factor que impidió una evaluación más objetiva del terrorismo y restó
eficacia a la respuesta.
Los partidos políticos son fundamentales para consolidar la transición. En este caso la
herencia de doce años de dictadura dificultó la organización partidaria, la interacción entre
partidos y la capacidad de gobierno. Si se le suma la crisis pre' cedente y su débil
estructuración en todo el siglo, así como el discurso antipartido del velasquismo presente
también en los movimientos sociales- el cuadro que inaugura los 80 no es prometedor.
[...] los partidos existentes en la década de los 80 [...] quedaron fuera de juego
durante doce años de dictadura militar entre 1968 y 1980 [...]. El discurso antipartido
del general Velasco (1978-1975) no era menos duro que el de Fujimori en los años 90 y
ambos recogían el estado de ánimo popular, porque el 68 los partidos vivieron también
una profunda crisis [...]. Pero los partidos que existían en los 60 regresaron a la vida
política sin mayores cambios programáticos o ideológicos, con los mismos líderes, con
más canas y más mañas [...]. Es que los tiempos de exclusión no ayudan a cambiar a
los partidos, más aún, confirman a sus viejas dirigencias porque estas no pueden ser
cuestionadas por sus partidarios cuando están perseguidas o amenazadas. Congelaron
así el cambio que los partidos políticos requerían al quebrarse el orden anterior [...].16
El agotamiento del Estado Intervencionista impuesto por los militares del 68 y de su versión
constituciónalizada en la Carta de 1979 es un ingrediente de la transición que analizamos, aun-
que para otros es un componente de la fase de consolidación. Una forma de Estado que para
muchos observadores liberales fue presentada como comunista la caractericé así -como Estado
Intervencionista en los 70 cuando era evidente que se acentuaron, hasta transformarlos, los
rasgos del Estado promotor precedente que, desde por lo menos 1957, recibió la presión del
empresariado privado urbano y antioligárquico para mantener con sus inversiones el nivel de
la actividad económica frente al declinamiento de la inversión minera del exterior y la creciente
inestabilidad de los precios de los productos de exportación.
La Constitución de 1979 fue un pacto de dos partidos: aprista y popular cristiano, con el
apoyo desde fuera de Acción Popular y la autoexclusión de las izquierdas que, aunque
participaron de la Asamblea Constituyente, no firmaron la Constitución. El gobierno militar que
organizó la transferencia demandó reiteradas veces la inclusión de sus reformas y algo
consiguió, pero lo esencial, más que el texto constitucional, era la realidad del Estado que
pasaba a manos del nuevo gobierno de Fernando Belaúnde: un Estado empresario, de amplio
espectro, que no fue desmontado en la década de los 80, sino bajo el fujimorismo, aunque
tuvo en el gabinete de Manuel Ulloa una política de apertura neoliberal y una prédica que la
impulsara incluso con la presencia de Milton Friedman y Frederic von Hayeck en persona.
Tras la sustitución del Estado Oligárquico, la burguesía beneficiaria tiene un escuálido
liderazgo político y es marginal en la economía que comienza la globalización. Solo a fines del
16
Ib., pp. 63-65.
17
Pease García, Henry. El Ocaso del Poder Oligárquico. Lucha política en la escena oficial 1968-1975. Lima: DESCO,
1977, p. 214.
gobierno aprista tras la nacionalización de la banca en torno al liderazgo de Mario Vargas
Llosa, parecieron comprender algunos empresarios que tenían que entrar directamente a la
arena política que con desdén aristocrático despreciaban desde tiempos oligárquicos. El primer
intento neoliberal encabezado por el ministerio de Manuel Ulloa en 1980 había fracasado,
enfrentado con buena parte del propio empresariado y combatido por el partido aprista, la
Izquierda Unida y el movimiento popular.
No olvido un Seminario en DESCO sobre estrategias y políticas de industrialización, donde
pregunté al empresario representante de la Sociedad Nacional de Industrias, por qué apoyaba
un proyecto de ley de industrias muy parecido al velasquista gobierno que tanto combatieron
me contestó con franqueza: «¿Quién le ha dicho que solo los sociólogos y los políticos pueden
hacer autocrítica?». Es que estábamos en el tiempo en que muchas empresas comenzaban a
cerrar frente a la abrupta entrada de la competencia exterior y eso hacía rechinar con mucho
ruido los engranajes empresariales.
Tras Ulloa no hubo rumbo económico claro en el segundo belaundismo. Las presiones locales
no eran las únicas. El FMI «agarró viaje» para imponernos el pago de la deuda desde 1982 y
toda la región tambaleó. Los dos primeros años de Alan García fueron una verdadera luna de
miel con el empresariado local. No hay que olvidar a «los doce apóstoles de la economía»,
frase acuñada en ese contexto. Los años finales de ese gobierno son lo único que hoy se
recuerda, lo que impide una evaluación de conjunto centrada no solo en un actor. La luna de
miel, que lo fue con las masas también, acabó abruptamente como cuando la amada descubre
la primera amante-con la nacionalización de la banca, verdadera huida hacia adelante de Alan
García cuando vio que se derrumbaba el escenario de su política suicidamente cortoplacista
iniciada con éxito en 1985.18
El desborde del Estado que describió a tiempo José Matos Mar19 se expresa en toda la década
del 80, más aún cuando se agudiza la crisis por las presiones para el pago de la deuda externa
que desestabilizan a toda América Latina desde 1982 y llevan a la inviabilidad al Estado
intervencionista. Hay un deterioro evidente en Educación, Salud y Vivienda que toca a la vida
cotidiana de la gente y se aprecia desde fines del velasquismo en un Estado que pretende
invertir en todo. Toda la década de los 80 vive la descomposición de las empresas públicas con
diversos ejemplos de corrupción acumulada. El gobierno de Alan García, que encantó en la
coyuntura de los dos primeros años, termina en hiperinflación con cifras que no solo golpearon
al partido aprista de entonces, sino también al Estado intervencionista heredado.
Los partidos e instituciones del Estado llegan así a una crisis global que se expresa en la
violencia terrorista y de una respuesta estatal con verdadero terrorismo de Estado y de la
crisis del modelo de desarrollo imperante, que Tanaka llama modelo estadocéntrico.20 La tutela
militar de la democracia fue desestabilizadora de esta. No fueron simplemente excesos, sino
una concepción antidemocrática violatoria de valores esenciales de la democracia lo que
definió la respuesta estatal a Sendero Luminoso y el MRTA en la década de los 80 y en la de
los 90. Y el Estado intervencionista terminó siendo inviable no solo porque en la década del 80
los que lo heredaron de los militares lo manejaron sin cambiar su esencia incluso contra su
prédica particular en tanto partidos, sino porque su existencia no era compatible con lo que
cambiaba fuera del Perú y también dentro, en una sociedad donde más y más peruanos
querían un espacio propio para construir su destino.
Retomando a Sinesio López quien nos recuerda planteamientos de Huntington en 1992 para
tas consolidaciones democráticas, vemos ocho tipos de problemas contextúales que presenta
el Perú de los 80: (1) insurrecciones de gran envergadura; (2) conflictos étnicos y raciales; (3)
extrema pobreza; (4) desigualdades económicas importantes; (5) inflación crónica; (6), deuda
externa importante; (7) terrorismo sin insurrección (en el caso peruano fue con insurrección);
y (8) excesiva participación del Estado en la economía.
López sostiene que:
[...] los gobiernos y los partidos no pudieron resolver los problemas de la herencia
autoritaria velasquista que erigía a los militares en pretores del orden interno en
situaciones de emergencia, ni pudieron consolidar las instituciones estatales, sino que
introdujeron más bien una aguda desinstitucionalización con su incapacidad para
18
Pease García, Henry. Democracia y precariedad bajo el populismo aprista. Cuadernos DESCO 12. Lima, 1988.
19
Matos Mar, José. El desborde popular y crisis del Estado. El nuevo rostro del Perú en la década de 1980. 7a edición.
Lima: CONCYTEC, 1988.
20
Tanaka, Martín. Los espejismos de la democracia. El colapso del sistema de paridos en el Perú. Lima: JEP 1998.
enfrentar y derrotar al terrorismo y para resolver la contradicción estructural entre las
presiones internas por mayor distribución y democracia y las presiones internacionales
por el pago de la deuda y el cambio del modelo de desarrollo, ni lograron tampoco que
el pluralismo polarizado de los partidos del 80 desarrollara un poderoso centro político
que neutralizara a las fuerzas centrífugas.21
21
López, Sinesio. «Mediaciones políticas, democracia e interés público en el Perú de los 90». En Urzua Raúl y Felipe
Agüero. Fracturas en la gobernabilidad democrática. Santiago de Chile: Centro de Análisis de Políticas Públicas,
Universidad de Chile, 1998, pp. 494-495.
22
Schmitter Philippe C. Portugal: del autoritarismo a la democracia. Lisboa: Instituto de Ciencias Sociales de la
Universida de Lisboa, 1999, p. 300.
23
O'Donnell, Guillermo y Schmitter, Philippe C. Transiciones desde un Gobierno Autoritario. Vol. 4: Conclusiones
tentativas sobre las democracias inciertas. Buenos Aires: Paidós, 1991, p. 16.
fragmentados en varios partidos peleados entre sí, sin experiencia alguna de trabajo dentro de
una institucionalidad política como esa y enfrentados en bloque por los partidos que formaron
mayoría en la Constituyente.24
Pero la transición no acaba con las elecciones de 1980. A diferencia de la transición que se
abre luego en el año 2000 y que -en mi opinión- no ha concluido, en esta el régimen auto-
ritario se desploma con la movilización popular -marcha de los cuatro suyos-, la destrucción
moral del régimen con la aparición del primer vladi video de la corrupción y la cobarde huida
del presidente Fujimori que ni sus partidarios pudieron justificar y llevó a que terminaran
totalmente divididos. Los militares, en cambio, condujeron con mano firme la transición hasta
julio de 1980, garantizaron can Los partidos que formaban mayoría en la Asamblea
Constituyente una cuota de poder suficiente para la tutela militar y la fueron ampliando
durante el nuevo gobierno hasta extremos que luego Sendero Luminoso y el MRTA hicieron
inmensa.
El presidente Belaúnde mantuvo al frente del comando de cada Instituto de las FEAA. a los
generales y el almirante que integraban la Junta Revolucionaria que presidía el general Morales
Bermúdez. Si este no hubiera sido retirado desde antes, de repente lo hubieran hecho
presidente del Comando Conjunto. Las normas más significativas, incluso la ley de moviliza-
ción, dadas por el régimen militar siguieron vigentes. Nombró Belaúnde como Ministros de
Guerra, Aviación y Marina a dos generales y un almirante que estaban en retiro desde antes
del gobierno militar del 68, es decir, personas cercanas a los 70 años, alejadas del mando
militar, que muy difícilmente mandarían sobre los tres comandantes. El poder militar fue muy
influyente y creciente conforme se acentuaba la presencia senderista, y los dos gobiernos
civiles de la década carecían de una estrategia democráticamente concebida y se limitaron a
poner en manos de las Fuerzas Armadas toda la decisión de este combate.
Cuando Alan García pretendió tomar las riendas, no pudo ni sabía cómo hacerlo. En una triste
circunstancia, destituyó mandos importantes al descubrir una masacre pero poco después se
ascendió al subteniente Hurtado, autor de la misma. El que este asesino llegara a mayor es
obra de Fujimori, pero la impunidad comenzó en la década anterior por una concepción de la
institucionalidad militar que es incompatible con la democracia y que es parte de la cuota de
poder que los militares consiguieron. Por eso, muchas veces han interpretado que cuando la
Constitución dice que están subordinados al Poder Constitucional, este no está en la
Constitución o en la ley, menos en el Poder Judicial del que se sienten protegidos por su «Fue-
ro» que no es tal, sino en el presidente de la República, definido como Jefe Supremo y, en su
concepción, incorporado como el primer militar, mundo aparte a la civilidad que creen deben
tutelar como a un menor de edad.
Estas continuidades presentan otras dimensiones que no analizamos aquí, pero que tiñen la
transición. De ahí que, aunque hay amplia razonabilidad en los textos que la definen y a la vez
la distinguen de la consolidación democrática, yo tengo la impresión de que se desvía antes de
esa ruta. Siguiendo a estos autores, ¿cómo hablar de liberalización en materia de habeas
corpus, inviolabilidad de la correspondencia y de la vida privada o protecciones a los individuos
con los elementos clásicos de la tradición liberal comparando los setenta y los ochenta? No fue
el velasquismo algo parecido en represión a Pinochet o Videla. La segunda fase con su
represión a los sindicatos nos acercó al Cono Sur pero sus desmanes fueron parecidos, aunque
menores en términos cuantitativos si los comparamos con las masacres que en la década de
los 80 se causaron en la guerra contra Sendero. En los 80 hubo más garantías para las
marchas contra el gobierno pero también más violaciones a los derechos humanos en
particular al derecho a la vida que en la segunda mitad de los setenta y en ambos hubo más
violaciones a los derechos humanos que en la llamada primera fase, del 68 al 75.
La democratización avanzó en los sesenta y en el velasquismo pero con límites provenientes
de la precariedad institucional y del ejercicio de dictadura. Fue más bien un espacio arrancado
socialmente a los poderosos, en La lucha por la tierra dada en el mundo rural y urbano, y que
se asentaba en un espacio propio. En el agro de los setenta se oyó a Velasco decir: «Cam-
pesino, el patrón no comerá más de tu pobreza» y este tuvo la sensación de que la tierra sería
suya mientras el patrón sentía que la tortilla del canto español podía voltearse. El empobre-
cimiento ganó la partida y el retorno comenzó pero aún no acaba y algunos siguen creyendo
que la única salida es volver a expulsar a los que llegaron a la tierra con la reforma agraria. Allí
para hablar de ciudadanía se requería acabar con el pre-capitalismo y la marginación, y eso
quedó a medias. En la ciudad, ciudadanía tenía que ver con un pedazo de tierra para vivir y un
24
Pease García, Henry. Los caminos del poder. Tres años de crisis en la escena política. Lima: DESCO, 1979.
pedazo de pista para el comercio ambulatorio. Se impuso o se arrancó, también con
contramarchas pero tanto en años de dictadura como en años de «democracia». En fin, la
socialización de la que hablan estos autores es aún más precaria porque para el rey del ajedrez
de la transición, que no se debía jaquear sin poner en peligro la transición (el rey expresaba
los derechos de propiedad de la burguesía), tras las amenazas del velasquismo vinieron
tiempos de disturbios externos que terminan en la globalización que también los destrona y
para la reina del régimen de transición las FF.AA. que tampoco se podía cobrar en el camino,
esta transición simplemente significó, como en El gatopardo (1958), novela de Giuseppe
Tomasi di Lampedusa, «que algo cambie para que todo quede como está», ciertamente
olvidándose del discurso velasquista y su componente mesocrático.
En efecto, estas visiones de la transición muestran límites en la conceptuación y en la
realidad. Ver así la consolidación democrática a partir de la democracia tutelada, aparece una
ilusión en la que todos terminan cayendo, simplemente porque ninguna psicología
medianamente normal convive para siempre con el conflicto. Es difícil ver la década del 80
como años de menos incertidumbre,25 donde predomina la guerra de posiciones sobre la
guerra de movimientos, como piensan los autores aquí mencionados. No hay trincheras fijas,
salvo en una visión formal y aislada de algún momento inicial que no duró ni dos años. Se
avanza sí en la cantidad de procesos electorales, nacionales y municipales, hasta los hay
regionales por primera vez, pero en medio de una guerra interna que crece y desestabiliza, No
hay pactos firmes entre partidos, estos resucitan tras doce años, lo nuevo fue en el aprismo el
surgimiento de un nuevo líder carismático, tras la muerte de Víctor Raúl, lo nuevo fue también
la alianza Izquierda Unida que estalló en pedazos antes de terminar la década y dejó en el aire
a una enorme porción del electorado. Nada más cambió. Este fue el segundo talón de Aquiles
de la transición: no se basó en un amplio acuerdo de partidos, que construyera un sistema
vigoroso para defender el régimen. Pluralismo polarizado le llamaron los que creían ver un
sistema de partidos. Pero la gente común y corriente los culpó a todos, persistió en la
distancia, apeló a lo que oligarcas, funcionarios, empresarios y militares le predicaron
persistentemente: hay que buscar un Mesías por fuera de los partidos que además eran
mesiánicos porque estos «son corruptos y solo quieren la suya». Apareció así el fenómeno de
los «outsiders», primero en las elecciones municipales, luego en las presidenciales.
25
Es difícil ver la década del 80 como una democracia consolidada en los términos de Schmitter. Para él, la
consolidación de un régimen consiste en transformar las disposiciones accidentales inciertas en relaciones conocidas
con seguridad, practicadas y aceptadas por los ciudadanos. Véase Schmitter, Portugal: del autoritarismo a la
Democracia. Lisboa; Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, 1999.
Capítulo 3
¿QUÉ IDEA DE DEMOCRACIA SE ASENTÓ
EN EL PERÚ DEL SIGLO XX?
En el siglo XX, lo que se asentó de la idea democrática en la cultura política peruana fue
apenas entenderla como un método para elegir gobernantes. Poco a poco, con intervalos
mayoritariamente golpistas y amplios regímenes de excepción, lo que más entienden los
peruanos al hablar de democracia son las elecciones nacionales o municipales. En la segunda
mitad del siglo XX, han sido intensas y el fujimorismo las ha utilizado persistentemente como
forma de legitimación.
Es cierto que hoy tiene más sentido hablar de derechos que en los tiempos del Estado
Oligárquico, más aún si han desaparecido los gamonales, dueños de vidas y haciendas. Lo es
más en la gran ciudad, que es hoy el espacio privilegiado de poblamiento, ciudad de todas las
sangres donde los antes excluidos se han hecho un sitio, arrancado paso a paso a través de los
pueblos jóvenes, que redefinieron la ciudad, y en el comercio ambulatorio, que fue el otro
modo de hacerse de un espacio. Pero al tratar sobre derechos humanos y de los esenciales,
como el derecho a la vida cuesta distinguir entre gobiernos autoritarios y gobiernos
democráticos. Las violaciones al derecho a la vida no fueron menores en los dos gobiernos
democráticos de la década del 80 que en el gobierno de Fujimori, aunque solo en este se viera
a la cúpula gobernante involucrada directamente en las atrocidades. Es que los actores
militares, en ambos casos, tenían la dirección sin controles y la manera de gobernar era
formalmente democrática, pero realmente permitió la impunidad y desvió el control parlamen-
tario.
También es cierto que la participación y la iniciativa hacen parte sin gran reflexión de La
cultura popular urbana y esa dinámica democratiza. Pero las limitaciones del estilo
«movimientista» y la debilidad de la participación organizada en partidos políticos, limitan sus
efectos democratizadores. Lo que ciertamente no ha calado es la democracia como una ma-
nera de gobernar, esencial a la idea de Estado de derecho, que supone vigencia de la ley y
ejercicio de la autoridad dentro de la ley además de definirla de tal manera que nadie sea «el
dueño de la pelota». División de poderes, accountability horizontal, es algo que incluso en los
políticos que se autoproclaman demócratas no parece haber prendido.
Entender que la democracia en su dimensión política presupone no solo un método para elegir
gobernantes, sino canales efectivos de participación directa e indirecta, obliga a pensar no solo
en elecciones, sino también en sistema de partidos y en mecanismos de participación directa.
Allí hay dos vacíos ya tratados. Pero ese lado tiene un anverso esencial que se ha descrito mil
veces comenzando con Montesquieu con la división de poderes y Tocqueville con esa
encandilada descripción de la democracia americana donde, junto con la «igualdad de
condiciones» que contrasta con la Europa de su tiempo, describe el impacto del poder que «se
desparrama» es decir, se descentraliza y desconcentra comenzando con fuerza desde el
municipio hasta llegar a la Unión, siempre fraccionando y repartiendo competencias.
Comenzamos por distinguir en la idea democrática las elecciones de la participación en
partidos, y el acceso desde estos a las primeras, y la participación por mecanismos directos y a
través de una sociedad civil cuya densidad es clave para que eso cuaje. La democracia política
no es solo un método para elegir gobernantes. Es esencialmente una manera de gobernar con
el poder desconcentrado en partes diferentes y descentralizado en niveles diferentes- además
de atravesado participativamente no solo por la existencia de mecanismos directos que
complementan la representación y no se contraponen a esta, sino por la dinámica de una
sociedad civil cuya densidad preña la actividad de los partidos y las entidades estatales, siendo
parte de la accountability vertical.1
Tenemos en mente los modelos que traza en forma sucesiva C.B. Macpherson en La
democracia liberal y su época,2 recogiendo su crítica al modelo de democracia como equilibrio
propuesta por Schumpeter (La democracia no es más que «un mecanismo para elegir y
autorizar gobiernos [...]». Ese mecanismo «[...] consiste en la competencia entre dos o más
grupos autoelegidos de políticos (élites) organizados en partidos políticos, a ver quien consigue
los votos que le darán derecho a gobernar hasta las siguientes elecciones»)3; y afirmando su
propuesta de democracia participativa en la que los mecanismos indirectos (eligiendo
1
De Tocqueville, Alexis. La democracia en América. Madrid: Alianza Editorial, 1980.1 y II.
2
Macpherson, C.B. La democracia liberal y su época. Madrid: Alianza Editorial. 1982.
3
Ib., p. 96.
representantes) se combinan con los directos, sobre todo en la base gobiernos locales y en las
formas facilitadas por los avances en las comunicaciones para la consulta directa a la
ciudadanía. Pues bien en ambas, la que critica y la que propone se presenta una cuestión
previa que es elemental La idea democrática es incompatible con la concentración del poder en
una o muy pocas manos y lo es más con algo muy «metido» en la cabeza de burócratas y mili-
tares: «gobernar es mandar», la otra cara del discurso de la antipolítica que vivimos
recientemente una vez más.
En parte sigue pendiente la «república de ciudadanos» que reclamaba Manuel Pardo frente a
la «sociedad de cortesanos» que criticaba. Demócratas elegidos en forma impecable se
encierran en Palacio de Gobierno, se rodean de cortesanos y aprenden muy rápido que
«gobernar es mandar». Desde allí se hacen leyes y decisiones judiciales a la vez que se
pretende decidir hasta quién administra el más lejano servicio en un extremo del país y cómo
un pequeño pueblo construye su escuela. Más aún, se busca legitimidad para el presidente lle-
vándolo a decidir e inaugurar pequeñas obras que en cualquier democracia que se estime
corresponden a un alcalde: escuelas, locales comunales, etc.
La manera de gobernar tiene que ver con la ley y la descentralización incumplida, pero se
vincula mucho más con el caudillismo que caracteriza incluso a los demócratas en el siglo que
acaba de terminar. Democracia que no desarrolla partidos, que no acostumbra a negociar ni a
concertar entre estos y que la mayor parte del poder se concentra en el Presidente de la
República, hace que sea muy fácil devenir en un gobierno autoritario y que a veces no se
pueda distinguir entre uno y otro. Para muchos todavía democracia es más bien «permi-
sividad» en vez de mano fuerte, «derecho al pataleo» como único derecho que no puede ser
eliminado.
Sin partidos sólidos y sin respeto a las instituciones que expresan el balance de poderes, sin
desconcentración y descentralización del Estado, no hay condiciones de gobernabilidad
democrática. En esto ha pesado mucho la idea populista en la que gobernar es capturar los
momentáneos y volátiles sentimientos ciudadanos tarea del caudillo, en vez de estructurar las
relaciones e iniciativas políticas de la ciudadanía en relación de ida y vuelta con los que
gobiernan, tarea central de los partidos políticos. Eso es construir representación sin sustituir
al ciudadano, más específicamente al interesado. Es tarea que incluye complejos controles y
capacidad de concertar. La política es eso y no es lo mismo que la administración de las
cosas. Aquí los partidos no enfatizan esa tarea y si llegan al gobierno todos quieren
administrar, nombrar, manejar servicios públicos es decir dejar de hacer política salvo que esta
se entienda como clientelismo. Sin la política como actividad y como sistemática que relaciona
gobernantes con gobernados no solo en la arena de la opinión pública, aunque también en
esta, las soluciones autoritarias predominan. Aquí desde la predica contra la política, se
pretende despolitizar todo, hasta la política. ¿Cómo entender a parlamentarios que se definen
apolíticos o técnicos? ¿Cómo entender que los ministros se autodefinan en los mismos
términos o que las principales funciones del Estado se quieran colocar al margen del control de
quienes han sido elegidos por el pueblo para gobernar o para fiscalizar? Esto presenta
versiones anacrónicas y modernas. Las primeras ya no funcionan: militares, funcionarios
diplomáticos que sostenían que únicamente ellos velaban por los intereses de todos pues los
políticos solo veían por su partido, interés de parte. Las modernas pretenden que el Ejecutivo
elegido por el pueblo no pueda ni regular los servicios públicos y el parlamento tampoco. Que
sean tecnócratas, si fuera posible elegidos desde grupos de poder aparentemente técnicos.
Entonces, ¿qué hace el gobernante cuando la ciudadanía se queja?
Democracias delegativas
Las democracias que surgieron de las transiciones de los setenta y los ochenta en América
Latina fueron democracias delegativas. O'Donnell4 encuentra que el plebiscitarianismo,
cesarismo y populismo poseen raíces históricas en muchos de nuestros países; cuando se
convierten en poliarquías estos términos son leídos en código delegativo; quien es electo en
elecciones justas tiene el derecho y el deber de mirar por el bien del país. En el corto plazo, el
sentido común del ejecutivo delegativo es ignorar a las agencias de accountability horizontal, y
en el largo plazo eliminarlas, cooptarlas o neutralizarlas. Partiendo de la concepción delegativa
de su propia autoridad, el ejecutivo posee incentivos para proceder de esta manera, porque
4
O'Donnell, Guillermo. Horizontal accountabiliiy and new polyarchies. Working Paper #253 April 1998. Notre Dame,
En: Universicy of Notre Dame. The H. Kellogg Institute for International Studies, 1998.
tiene cuenta con más libertad de tomar decisiones. Propone como ejemplos a Menem,
Fujimori, Yeltsin y otros líderes delegativos que han sido buenos dividiendo estas agencias,
haciendo difícil la tarea de construir la autonomía adecuada y los incentivos a estas agencias.
Una accountability horizontal puede ser violada en dos dimensiones:
5
De Soto, Hernando. El otro sendero. Bogotá: IDL, 1989.
intermedios y chicos, el discurso neoliberal proclama la competencia a todo dar pero no la
aplica sin prebendas. Carnet negoció con cada gobierno desde Velasco hasta Fujimori, donde
fue poder directo, y Dionisio Romero también negoció desde Velasco para terminar
vergonzosamente filmado negociando con Montesinos. Los militares, manejando el Estado
Intervencionista, y Fujimori, desmontándolo para contentar a los neoliberales, ejercieron poder
negociado con los poderosos sucesores de los oligarcas que, al fin de cuentas, no fueron con el
resto del empresariado ni más competitivos ni menos excluyentes. Discurso distinto pero el
mismo manejo cerrado del núcleo de poder, ciertamente en tiempos internacionales distintos.
Los mayores detractores del libre mercado suelen ser los que más lo defienden de la boca para
afuera. Desde otro ángulo, la misma indiferencia frente al resto del país, pero eso sí: nunca se
manejó tanto dinero desde el Estado y nunca la corrupción fue mayor.
Si en lo anterior hay continuidades hasta en las biografías en las Fuerzas Armadas también
las vernos. Tras doce años de gobernar el Perú a su buen saber y entender, lograron ser un
estado dentro del Estado y esa democracia tutelada que nace el 80 fue gradualmente sometida
a los métodos militares de gobierno conforme crecía la violencia terrorista. No es por gusto
que algunos ven en el grupo Colina la continuación de algo que se denominó Comando Rodrigo
Franco ni que este tipo de respuesta a la insania terrorista es ajena a los métodos del general
Noel. Si nos adentramos a las instituciones castrenses, veremos que los generales presos de
hoy no fueron la negación de varios de sus antecesores en la manera de entender sus
institutos, en la lógica de argolla y prebenda que caracterizó su comportamiento. ¿Alguien se
atreve a decir que allí la corrupción nació en 1992? Se agudizó hasta extremos inimaginados,
pero a partir de elementos preexistentes y hasta denunciados antes del 90. Y esto no olvida la
legión de personas honradas y patriotas que hay en las Fuerzas Armadas, como en los
empresarios o los tan vilipendiados políticos.
Pero hay algo que a estas alturas no tengo que comprobar. Tras haber mostrado lo que hizo
un canal de televisión a Cornejo Chávez en 1968 o a Vargas Llosa el 90, así como al recordar
la campaña que en la segunda mitad de los 80 emprendieron los canales contra un proyecto de
ley del senador Ames, que simplemente planteaba una franja electoral para que la libertad de
expresión y la igualdad de oportunidades políticas alcanzara a los candidatos de los partidos
que no tenían el favor del oligopolio, ¿alguien puede extrañarse del protagonismo que jugaron
para sostener el gobierno de Fujimori y los jugosos billetones que los vimos recibir? También
existen excepciones y ojala se aprenda que no hay democracia si la libertad de expresión y la
participación electoral dependen de un oligopolio o de la cantidad de dinero que tenga el
aspirante a un cargo.
El 5 de abril una democracia tutelada por los militares cayó ante un «outsider» y estos. Una
democracia delegativa radicalizó sus rasgos e hizo desaparecer los controles. La historia del
siglo XX en el Perú es precaria en democracia pero hubo avances y retrocesos en la manera de
entenderla y en la pasión por conseguirla, que no son uniformes en la sociedad y que debemos
rescatar para que el cambio no sea flor de un día.
II. CARACTERIZACIÓN DEL RÉGIMEN POLÍTICO
6
Como tenía que ser para combatir también desde ese lugar el régimen autoritario disfrazado de democracia.
Capítulo 4
LA PREPARACIÓN DEL AUTOGOLPE
Conforme pasa el tiempo tengo la convicción de que en 1990 la victoria de Fujimori nos
pareció una sorpresa, en gran medida, porque nos cegaba la intensidad de la misma
coyuntura. Era imposible imaginar un triunfo aprista y, sin embargo, era una fuerza
gobernante que logró nada menos que el 20% del electorado. La izquierda se había
autoliquidado como alternativa y solo quedaba la derecha. Centremos aquí el análisis. Sin duda
la presencia de Mario Vargas Llosa, su prestigio y simpatía, dio nuevos bríos a dos partidos
muy desgastados: Acción Popular que solo triunfó con su jefe, Fernando Belaúnde Terry (en
1963 y 1980), y que en 1985 quedó en el 7%. De los votos; y el Partido Popular Cristiano,
cuyo líder solo logró dos veces la Alcaldía Provincial de Lima en los sesenta cuando pertenecía
a la Democracia Cristiana, y que en 1978 apareció más grande de lo que era por la abstención
de Acción Popular, su socio de los 80. El PPC nunca pudo tener mayor alcance básicamente por
su lejanía a las mayorías pobres y provincianas. Partido cuya base fuerte era Lima y que se
autoproclamó alguna vez como el partido de los gerentes, con excelentes cuadros de alto
nivel, en grandes estudios de abogados y labores académicas, partido cuyo discurso no caló
porque era lejano a las aspiraciones de gran parte de las clases populares y medias, aunque
proporcionó buenos alcaldes y regidores a la parte más pudiente de Lima y también a distritos
mesocráticos.
Un artículo de Steven Levitsky, profesor del departamento de gobierno de la Universidad de
Harvard, a raíz de la derrota de Lourdes Flores en las elecciones del 2001, muestra bien la
crítica a está propuesta política que siempre ha sido bien apreciada en estrechos círculos pero
nunca en masas capaces de hacer ganar una elección.1 Se pregunta el autor ¿Pensaba real-
mente Flores (Lourdes) que podía ganar en coalición con el Opus Dei, el PPC y Roque
Benavides?... Las quejas de la derecha por racismo son ilusorias. Esta es una derecha que lla-
ma a la mayoría de sus conciudadanos «cholos» y, sin embargo, retrocede en colapso cuando
se les retruca con la palabra «pituco».
Estos dos partidos no estaban en capacidad de ser por sí mismos una alternativa electoral al
partido aprista, sin embargo, la oportunidad era excepcional para la derecha: el fracaso del
populismo se sumaba al de los militares y la izquierda que surgió como alternativa había
estallado en pedazos. A la novedad y la aureola de nuestro gran escritor se unía ahora una
nueva actitud en muchos empresarios que entendían que debían actuar abiertamente en
política. La nacionalización de la banca les ofreció la oportunidad para entrar a lo grande,
promoviendo, cual fe religiosa, un mercado endiosado y un antiestatismo que sería mejor
aceptado por lo que todos estaban viviendo con el gobierno de Alan García. Se reunificó la
derecha y el empresariado que chocó con ella en el segundo gobierno de Belaúnde cuando las
políticas de Manuel Ulloa remecieron a la industria nativa acostumbrada a ese proteccionismo
negado2 dogmáticamente por el neoliberalismo. La dinámica de la candidatura la marcaron
Vargas Llosa y el Movimiento Libertad recién fundado, pero la imagen era de todo el conjunto.
Algunos como Hernando de Soto parecen haberse distanciado justamente por la alianza con AP
y PPC. Pero lo que no dudo es que los rasgos excluyentes y exclusivos fueron parte de su
imagen y de su millonada campaña.
En televisión, desde el Cusco, en mi modesta campaña ingresar a Vargas Llosa a una de las
grandes haciendas azucareras del norte cuyo nombre no recuerdo. De inmediato me acordé
del vals de Chabuca Granda «José Antonio» y de las imágenes caballo blanco, fino poncho de
lino (pinta impecable) fino sombrero alado le comenté a uno de mis amigos: « ¿No pensará la
gente que están regresando los oligarcas?». Es que aunque se sigan repitiendo horrores de los
militares que hicieron la reforma agraria y los reemplazaron o de los dirigentes cooperativistas
corruptos que vinieron después, esos ciudadanos de hoy no quieren votar por eso que vivieron
y que sin duda no fue un pasado democrático.
Existen elementos que los historiadores tendrán que documentar para probar que Alan García
tuvo un papel definitorio en convertir a Fujimori en una alternativa. Los hay en pasos dados
antes de la primera vuelta desde el Servicio de Inteligencia Nacional y que pueden haber
abierto también puertas de por lo menos uno o dos canales de TV, los cuales le dieron inusual
cobertura. Pero debe considerarse sobre todo el rol polarizador que jugó el Presidente respecto
1
Levitsky, Steven. «Retorno al desierto». Traducido y publicado en la revista domingo del diario La República. Lima,
15 de abril de 2001.
2
Aunque las veamos a diario en los países poderosos que promueven su negación.
al mensaje de Vargas Llosa, para hacer comprender que su propuesta era el peligro mayor de
esa campaña. Es cierto que todos teníamos que plantear ajustes pues la farra no podía seguir.
Así obramos y está en blanco y negro. Pero es cierto también que el mandato claro que
reclamaba el afamado escritor para su programa neoliberal se daba en términos que la gente
común y corriente no podía simplemente «tragar», eran muchos los que se sentían afectados
desde antes de la elección. Aquí se deben analizar las sensibilidades e intuiciones políticas y no
solo las ideologías que, además, cuando se exacerban siempre se alejan más de la realidad. Lo
cierto es que con tanto viento a favor, tanto dinero y derroche de personalidades, solo alcanzó
el primer lugar con algo más del 27% y podía estar seguro que tenía en su contra a todas las
demás candidaturas. Ese fue el escenario que García resaltó poniéndole los reflectores antes
de las elecciones y al parecer ese fue su objetivo, inclusive antes que el apoyo al candidato de
su partido.
El escenario descrito es muy importante para entender lo que ocurrió tras el triunfo de
Fujimori. Sin dudar un minuto, al ver que desmontó su propio equipo para adecuarse a las
demandas del capital internacional presentadas al parecer por Javier Pérez de Cuellar- los
grandes empresarios se pusieron de su lado y los parlamentarios del FREDEMO encontraban
mil problemas en ubicarse en la oposición; quisieron rodearlo, pero Fujimori no los dejó.
Tampoco dejó que quienes le canalizaron sus votos en la segunda vuelta el partido aprista, la
izquierda unida y la izquierda socialista participaran como tales. Invitó a personas que
rápidamente fueron desembarcadas y no quiso que fueran parte de partidos significativos.
Parte de esta guerra psicológica -al mejor estilo de los aparatos de inteligencia- incluyó a los
gobiernos regionales. Primero enfrentó a estos con los alcaldes provinciales, proponiendo que
el Fondo de Compensación Regional se entregara a estos últimos en 50%. Por supuesto que no
hizo eso cuando acabó el 5 de abril con los gobiernos regionales y comenzó entonces a
enfrentar a los alcaldes provinciales con los alcaldes distritales, ofreciendo recursos y funciones
de los primeros a estos.
Fujimori logró así impactar en la opinión pública, aniquilando a sus adversarios y a las
instituciones desde las cuales actuaban: partidos, Parlamento, Judicatura, Tribunal de
Garantías, Contraloría, instituciones que él se encargaría de cambiar el 5 de abril. Ganó porque
aparecieron responsables de todo lo malo, lo del gobierno anterior y lo del suyo que recién
comenzaba. Pero esto solo fue posible porque desde que entró tuvo arrinconados a los dos
más grandes partidos de la oposición: el Apra por razones obvias y el FREDEMO porque sus
integrantes concordaban con lo que Fujimori hacía en economía aunque discrepaban de sus
«malas maneras» en política.
Un aniversario del PPC sirvió entonces para que Fujimori, con audacia, se codeara con sus ya
viejos dirigentes históricos y recibiera elogios por su política económica de los mismos que en
el Parlamento estaban siendo arrinconados por él. Los dos presidentes de las Cámaras,
personalidades de primer nivel Osterling y Ramírez del Villar vivían perturbados por las
jugarretas de Fujimori que incluyeron una invitación a la joven diputada Lourdes Flores a una
3
Pease García, Henry. Los anos de la langosta. La escena política del fujimorismo. Lima: La voz ed., 1994, pp. 107-
108.
4
Ib., 122.
reunión supuestamente concertadora, al mismo tiempo que ninguneaba a los dos líderes de las
Cámaras. Lo evidente es que desde allí no podía caber oposición frontal pues eran importantes
los puntos compartidos, obviamente, antes de la ruptura del orden constitucional.
La imagen que quiso crear Fujimori fue la de una confrontación con el Parlamento como causa
del autogolpe. En su apoyo se recurrió a la experiencia de otros gobiernos en que el presidente
carecía de mayoría y se le impuso la de bloques armados en el Congreso en su contra, de
modo que se terminaba en golpes de estado donde los militares expulsaban al presidente y al
Congreso. Pero la realidad ha sido muy distante de ese pasado. Fujimori no tenía un Congreso
de oposición, en lo sustantivo concordaban las dos fuerzas que pasaron a la segunda vuelta y
que compartían básicamente el programa económico. El partido aprista no era capaz de
imponer condiciones y fue, más bien, permeable, a tal punto que se alió con el fujimorismo
para impedir que se aprobara el informe sobre la matanza de los penales que implicaba a Alan
García y lo podían haber llevado a los tribunales con más seriedad que en el caso del tren
eléctrico que manejó a su antojo Fujimori para, finalmente, no llegar a nada. La izquierda
dividida solo podía cuestionar. Con pocos parlamentarios y escasa capacidad de movilización
era poco lo que podía hacer.
Pero las tácticas de Fujimori se dirigían a destruir las instituciones y allí tuvo que haber un
mínimo de acciones a la defensiva. El Congreso, después de delegar ampliamente facultades y
no observar los decretos legislativos de Economía, intentó corregir excesos de los decretos
legislativos de Defensa que chocaban con la Constitución. Se buscó también normar los actos
legislativos del presidente, es decir regular las decisiones de este en el campo del Poder
Legislativo, por delegación o por urgencia. Eso es lo se usó, incluso años después, para
ejemplificar que el Congreso le quitaba atribuciones al Poder Ejecutivo, pero no resiste el
menor análisis. Más bien, lo que vimos fue a los parlamentarios arrinconados por el poder que
se iba acumulando en su contra y las jugarretas presidenciales.
Fueron prudentes los parlamentarios porque sabían que había una amenaza de
bordaberrización, por varios anunciada y querían evitarla. Pero la prudencia debió estar
acompañada por lo menos de la misma dosis de astucia que et presidente, sobre todo
para dirigirse a la fuente de su poder, a la gente común y corriente donde día a día se
acentuaba la distancia. Esta fue grande en la década anterior pues los parlamentarios
no solo perdieron atribuciones que en el pasado los acercaban mucho al pueblo
(intervención en inversiones, obras, por tener iniciativa de gasto) sino que no hicieron
mayor esfuerzo por entenderse como comunicadores, relacionadores entre Estado y
Sociedad, lo que implica estar con la gente, escucharla y transmitir lo que demanda. Su
único canal de comunicación fue la prensa y los medios masivos de comunicación, sin
que la mayoría de ellos fuera consciente de la imagen global proyectada. A la vez
cualquier análisis de los grandes medios de comunicación especialmente la televisión
muestra a estos muy cercanos a Fujimori primero y basta concertados después. Eso lo
usó Fujimori con particular habilidad en el ataque verbal sistemático que no esta solo
reacción a las iniciativas parlamentarias que no le gustaran sino acción continua, en
todos los frentes. En sus ataques llegó a preanunciar el autogolpe, al proponer una
disolución del Congreso que no estaba en sus atribuciones (solo podía disolver la
Cámara de Diputados si esta le censuraba tres gabinetes). Pero el golpe más preciso lo
causó al cuestionar la cédula viva de los parlamentarios y los sueldos de los mismos.
Otra vez en sintonía con el sentido común popular, reforzó la imagen de abuso y hasta
de corrupción que es fácil aumentar con la enorme distancia que existía entre
parlamento y sociedad y entre lo que puede ganar la gente común y corriente y los
sueldos parlamentarios. Ciertamente se trata de un juego mentiroso, pues simples
burócratas puestos por Fujimori ganan mucho más que un parlamentario, sea por
medios fiscales o por truculentos acuerdos por detrás. Los ministros de Fujimori y los
vocales supremos ganaban lo mismo que los parlamentarios, y no fueron mencionados.
Dos televisoras divulgaban noche anoche durante una semana del último verano, (antes
del golpe de abril) las planillas donde estaban los sueldos de los ex parlamentarios
jubilados con la cédula viva, invento de los militares que se ha extendido a otros
funcionarios públicos mucho antes que a los parlamentarios [...].5
5
Ib-, pp. 127-128. Todo este tema se desarrolla en el cap. III titulado «Crónica de una muerte anunciada».
Capítulo 5
LAS CARACTERIZACIONES DEL FUJIMORISMO
Morlino1 clasifica los regímenes políticos en «democráticos» y «no democráticos». Para los
primeros da una definición mínima: el umbral por debajo del cual no hay régimen democrático
lo establece con cuatro aspectos controlables empíricamente, a saber (a) sufragio universal;
(b) elecciones libres, competitivas, periódicas y correctas; (c) más de un partido político; y (d)
fuentes de información distintas y alternativas.
Morlino también nos ofrece indicadores que medirán los niveles de democracia de un país. Se
trata de indicadores de derechos políticos y de indicadores sobre derechos civiles. Entre los
primeros se hallan;
Elecciones por sufragio universal prueban la existencia de competencia y
oposición significativas.
La oposición ha ganado recientemente las elecciones.
Hay distintos partidos políticos.
Existen candidatos independientes.
Los candidatos y las votaciones son auténticos.
Los elegidos tienen un poder efectivo.
Los líderes en el poder han sido elegidos recientemente.
Hay auténticas votaciones al nivel local.
El régimen está libre del control militar.
El régimen está libre del control extranjero.
En la definición anterior no entran los regímenes no democráticos. Estos serían los regímenes
cuyas reglas de juego no permiten ni la competencia ni la inclusión. Morlino prefiere llamarlos
regímenes no democráticos y no simplemente autoritarismos o regímenes autoritarios. Así deja
en un mismo saco a los regímenes cerrados (las dictaduras que son los totalitarismos y los
regímenes tradicionales) con los regímenes autoritarios que aceptan una limitada competencia
política, incluyendo también los regímenes híbridos.
Los regímenes totalitarios se caracterizan por: (a) la ausencia de pluralismo y la preeminencia
del partido único; (b) ideología articulada y rígida que legitima y mantiene el régimen; (c)
movilización alta y continua, sostenida por la ideología y el partido; (d) un pequeño grupo o
líder en el vértice del partido único; (e) límites no previsibles al poder del líder; f) la ideología
totalitaria es un núcleo de proyecto de transformación total de la realidad social (totalitarismos
de derechas e izquierdas); (g) el terror se ejerce respecto a los enemigos potenciales y a los
autores de delitos posibles, es decir, todos aquellos que puedan constituir un obstáculo a las
política del régimen; (h) si en el régimen autoritario hay una previsibilidad de la sanción, en el
1
Morlino, Leonardo. «Las democracias» (Capítulo 3) y «Los autoritarismos» (Capítulo 4). En Pasquino, Gianfranco.
Manual de Ciencia Política. Madrid: Alianza Editorial, 1988.
régimen totalitario, por el contrario, la imprevisibilidad es total.2 Son ejemplos de regímenes
totalitarios la Alemania Nazi y la Unión Soviética stalinista.
Los regímenes tradicionales, según Morlino, son pocos; se trata de regímenes sultanistas,
basados en el poder personal del soberano, poder particularista, arbitrario y para fines
esencialmente privados y regímenes basados en oligarquías competitivas en las que persisten
elementos tradicionales: en sus variantes de caudillismo y caciquismo, la dominación la ejer-
cen alianzas políticas entre Las élites del poder central y los sectores locales desde una base
económica predominantemente agraria.
Los híbridos institucionales son regímenes que « [,..] no son completamente autoritarios y
que aún no han entrado del todo en el genus democrático [...]».3 Son las dictablandas o las
democraduras de las que hablan O'Donnell y Schmitter.
Precisaremos ahora cuales son las variables que permiten caracterizar si un régimen es o no
es autoritario según Morlino. Este atribuye a la definición de autoritarismo de Linz la virtud de
conciliar la generalidad significativa y una amplia aplicabilidad en esta materia. Por lo cual,
parte de las cinco dimensiones que Linz propone considerar para definir a los autoritarismos:
2
Morlino, Leonardo. «Los autoritarismos». En: Pasquino, Gianfranco y otros. Manual de Ciencia Política. Madrid;
Alianza Editorial, pp. 134-135.
3
Ib. p.136.
Morlino descarta dos variables de Linz porque pueden estar en otro tipo de régimen presentes
por momentos: un líder o un pequeño grupo en la cúpula, y límites mal definidos.
A partir de todas las dimensiones que están en relación estrecha, Morlino formula una
hipótesis: existen dos modelos autoritarios polares a los que corresponden los extremos de
cada dimensión.
Es preciso contrastar estas variables con las de O'Donnell4 quien, para presentar Los
diferentes tipos de sistemas políticos latinoamericanos, señala que hay tres dimensiones
distintas para el análisis: el régimen político (incluyendo la libertad de competencia electoral,
la libertad de las asociaciones de interés y el nivel de represión); la composición de clase y
sectorial de la coalición política dominante; y determinadas políticas públicas cruciales
(particularmente en distribución de los recursos entre las diferentes clases y sectores de la
economía). A partir de estas variables, O'Donnell según Collier plantea una tipología de los
sistemas políticos latinoamericanos. Propone, así, tres tipos de sistemas que representan una
secuencia histórica en la región: sistemas oligárquicos, populistas y burocrático-autoritarios.
En los primeros oligárquicos se permite una competencia política de alcance limitado, la
coalición dominante es una élite del sector exportador de productos primarios (minerales y/o
agrícolas) que domina el Estado y la política pública se orienta alrededor de sus necesidades.
No son sistemas incorporadores ni excluyentes porque el sector popular aún no ha estado
políticamente activado.
En los segundos populistas existen considerables variaciones en el grado de competitividad y
democracia de estos sistemas, sin embargo, son claramente incorporadores. La coalición
política es multiclasista, de intereses urbanos e industriales, incluyendo a la élite industrial y al
sector popular urbano. El nacionalismo económico es un rasgo común de estos sistemas. La
política pública se centra en un Estado que promueve la fase inicial de la industrialización
orientándola hacia los bienes de consumo. Apoya a la industria nacional y estimula la
expansión del mercado de bienes de consumo aumentando los ingresos del sector popular.
En el tercer tipo burocrático autoritario5 se trata de sistemas excluyentes, en los cuales la
coalición política se forma con tecnócratas de alto nivel, militares y civiles, que colaboran en
estrecha asociación con el capital extranjero. Eliminan la competencia electoral y controlan
severamente la participación política popular. La política pública se centra fundamentalmente
en la promoción de la industrialización avanzada.
Moruno6 presenta una apología muy completa sobre los regímenes autoritarios. Sobre la base
de las variables de Linz y algunos añadidos propone distinguir tres tipos de regímenes
autoritarios: militares o pretorianos, civiles militares (cívico-militares) y civiles.
Entre los primeros se puede distinguir entre tiranía militar y oligarquía militar. Entre los
segundos cabe distinguir los regímenes burocrático-militares, y los corporativos. Entre los ter-
ceros se hallan el régimen nacionalista de movilización, el comunista de movilización y el
fascista de movilización.
Pasamos a continuación a detallar qué es lo que dice Morlino sobre los regímenes civiles-
militares (cívico-militares). Es-tos se dan en países con sociedades más complejas y hetero-
géneas donde se ha producido una profesionalización de los militares que significa, sobre todo
en América Latina, la adquisición de mayores conocimientos teóricos, la transformación de los
ejércitos en cuerpos altamente diferenciados, con mayor cohesión, capacidades de manager y
mayor seguridad en su propia capacidad de gobierno.
Se basan en una alianza entre esos militares profesionalizados y civiles tales como
burócratas, políticos, profesionales, tecnócratas, burguesía industrial y financiera.
4
«Visión general del modelo burocrático-autoritario». En Collier, David, Comp. El nuevo autoritarismo en América
Latina. México: FCE, 1985, pp. 28-30. Collier realiza una breve síntesis de la argumentación de O'Donnell como un
marco de referencia conceptual para estimular el debate.
5
Tanto Collier como Morlino retoman lo dicho por O'Donnell sobre el modelo burocrático-autoritario.
6
Morlino, Leonardo. Op. cit. Capítulo 4 «Los autoritarismos».
Entre los regímenes civiles-militares, denomina burocrático militar a los regímenes cuya
coalición dominante está dominada por oficiales y burócratas, cuyas decisiones están caracteri-
zadas por el pragmatismo -independientemente de motivaciones ideológicas, no existe un
partido de masas pero es posible la creación de un partido único deseado por el gobierno, que
tiende a reducir la participación de la población hasta en sus manifestaciones manipuladas. A
veces admiten otros partidos pero sin dar lugar a elecciones libres o a una efectiva compe-
tencia. Estos regímenes se han instaurado con frecuencia en sistemas en los que ya habían
aparecido instituciones democrático-liberales pero en los que aún no se había consolidado un
sistema de partidos capaz de producir gobiernos estables. Se cita los casos de Brasil,
Argentina, la España de Primo de Rivera, Portugal de Salazar en los primeros años del
régimen.
Moruno, al hablar de los regímenes burocrático-militares, señala que O'Donnell ha
caracterizado el Estado burocrático-autoritario7 como un modelo de régimen para una situación
económica y social más avanzada desde América Latina, con los siguientes rasgos:
7
O'Donnell, Guillermo. El Estado Burocrático Autoritario. Buenos Aires: Editorial de Belgrano, 1982. Este es el primer
trabajo de O'Donnell con base en el estudio de la dictadura argentina de 1966 a 1973.
8
Collier David. Op. cit., p. 367.
9
Como prefiere llamarlo Collier en lugar de «Modelo Burocrático-Autoritario».
10
Collier. Op. cit., p. 371.
11
Pease García, Henry. El Ocaso del Poder Oligárquico. Lima: DESCO, 1977-Cap. 1 y 6.
(c) Con independencia de esas presiones, las modificaciones de régimen, coalición y/o
políticas pueden iniciarse con el objetivo de cambiar las relaciones capitalistas de
producción.
Finalmente, existe la variante en los regímenes civiles militares de los que habla Morlino- de
régimen corporativo, que no desarrollamos por alejarse de nuestro caso, donde parte de la
misma coalición civil militar posee una ideología que niega tanto la concepción liberal de la
competición política como la marxista del conflicto de clases, para seguir una opción cor-
porativa. Corporativismo para Schmitter es:
Veremos ahora cómo es que algunos autores han caracterizado al régimen fujimorista, esto
es, cómo lo han definido, para luego ensayar una caracterización a modo de síntesis con los
nuevos elementos que se han ido presentando, no sin antes mencionar que la mayoría, por no
decir todos los autores, dan al gobierno de Fujimori un perfil de gobierno civil-militar. No
queda muy claro hasta aquí, sin embargo, el grado de presencia militar y de qué manera
define el régimen. No lo define, ciertamente, con rasgos similares a los gobiernos militares de
1962 y 1968, donde los institutos armados tuvieron el cuasi monopolio de la iniciativa política,
el control del escenario y actuaron institucionalmente. Tampoco se repite el caudillismo militar
precedente a esos regímenes y nos tendríamos que remontar a los tiempos de Augusto B.
Leguía (1919-1930) para un precedente parecido en la relación civil-militar.
Para hacer las caracterizaciones y sistematizar mejor esta parte vamos a utilizar las
categorías o variables que Morlino y O'Donnell utilizan el primero para explicar los regímenes
autoritarios y el segundo para tipificar los sistemas políticos latinoamericanos en la historia El
tipo de régimen que se acercaría más al régimen fujimorista, según la caracterización que hace
Morlino, es el régimen Civil-Militar, específicamente el Burocrático-Militar. Cercano a este, está
el Modelo Burocrático Autoritario de O'Donnell y la complementación de este modelo por parte
de Collier que lo llama Autoritarismo Burocrático. Hacemos la salvedad que el gobierno de la
mafia tenía ingredientes nuevos e inclusive contradictorios.13
Utilizando una combinación de las categorías de Morlino y Collier,14 analizaremos las
caracterizaciones de diferentes autores sobre el régimen fujimorista:
Sinesio López15
Tiene una visión muy completa de lo que fue el gobierno de Fujimori, y lo muestra
proponiendo una periodización de cuatro momentos con una caracterización diferente para
cada uno.
Caracterización:
12
Morlino. Op. cit., pp. 148 y 149.
13
Nos referimos, por ejemplo, a que en el gobierno de Fujimori-Montesinos podían convivir perfectamente el
neoliberalismo más radical con el neopopulismo más escandaloso.
14
La variable coalición dominante es común a ambos autores; la variable movilización, si bien el término lo tomamos
de Morlino, esta incluye lo que Collier llama régimen político nacional -que significa analizar el nivel de competencia
electoral, de libertad de asociación de interés y el nivel de represión-. Ideología y Estructuración del Régimen son
variables de Morlino, mientras que Políticas públicas cruciales es variable de Collier.
15
López, Sinesio. En: Fracturas en la Gobernabilidad Democrática, Op. cit.
Sinesio López encuentra que el fujimorismo pasó por diferentes tipos de régimen en el lapso
de seis años:
(1) Democracia Delegativa: «En los inicios del gobierno, se instaló el régimen que
O'Donnell ha descrito como democracia delegativa; en noviembre de 1991 se frustró el
intento de instalar una democradura cambiando las reglas de juego democrático, sin
apelar al golpe de Estado».16
(2) Dictablanda: «El 5 de abril de 1992 en que se produjo el autogolpe, se frustró el
establecimiento de una dictadura gracias a la presión internacional; en los primeros
meses del autogolpe se estableció una dictablanda».
(3) Democradura: Con la elección del Congreso Constituyente Democrático se abrió
paso una democradura.
(4) «Finalmente con la reelección de Fujimori en 1995 nuevamente se instaló una
democradura de carácter plebiscitario».17
Coalición dominante:
La coalición es civil-militar:
[...] la democradura presenta un rostro civil (gobierno y Congreso) pero el cuerpo que
lo sustenta y que participa también en la toma de decisiones políticas es militar con una
fuerte presencia de los servicios de inteligencia [...] es un gobierno civil-militar, pero
que no asume la forma de lo que en América Latina se ha llamado la
«bordaberrización» puesto que Fujimori no es un mero fantoche de los militares sino
que es un socio que también decide. Como régimen civil se apoyaba formalmente en
algunas reglas de juego democrático [...] acepta formalmente los controles
institucionales democráticos pero [...] realmente les arrebata toda función fiscalizadora
[...]. Como régimen militar viola los derechos humanos, desnaturaliza a las
instituciones e introduce la emboscada, las sorpresas y los operativos sicosociales como
normas de gobierno [...].19
López también menciona que los aliados del fujimorismo en la parte económica eran los
poderes fácticos económicos tanto nacionales e internacionales.
Ideología:
16
El intento de instalar una democradura se da -según Sinesio López en una nota a pie de página- mediante los
decretos de pacificación, con los cuales se quiso concentrar el poder en el Ejecutivo, someter a los otros Poderes del
Estado, otorgando primacía a los comandos político-militares y subordinando a los gobiernos regionales así como
estableciendo un sistema de movilización.
17
Op. cit. p.487.
18
López, Sinesio. «E! fujimorismo como régimen político: límites y perspectivas». En; Perú actores y escenarios al
inicio del nuevo milenio. Lima: Fondo Editorial PUCP, p. 171.
19
Ib., pp. 173 y 174.
[...] la democradura fujimorista es pragmática y desconfía de toda ideología. Eso no impide,
sin embargo, que algunos de sus socios los tecnócratas neoliberales- sean fuertemente
ideologizados. Pero Fujimori mismo y sus socios militares son muy pragmáticos. Lo que les
interesa es durar y si eso exige desarrollar algunas políticas de carácter populista que pueden
poner en riesgo incluso el modelo neoliberal, no dudará en aplicarlas.20
Movilización:
En esta parte, y en la caracterización del cuarto período no concuerdo. Sostengo que aunque
pudiera haber sido esta la intención de los actores del oficialismo, no lo fue en la Carta
constitucional. No permitimos, desde la oposición y varios de la mayoría oficialista, que los
mecanismos plebiscitarios pudieran ser utilizados por el Presidente de la República. Así, el
referéndum debía partir de una decisión del Congreso o iniciativa popular, no del Presidente.
Fue utilizado así, por iniciativa de la oposición popular con un millón de firmas y el gobierno
tuvo que recular y desfigurar la norma, perdiendo mucho en imagen por la maniobra.
Políticas Públicas:
López había de tres reformas estructurales que cambian el sistema social, especialmente el
modelo de acumulación y regulación: « [...] el establecimiento de una economía de las
ventajas comparativas mediante su apertura al mercado exterior, la desregulación de los
mercados y la privatización de las empresas públicas, esto es la implantación del llamado
modelo neoliberal».22
Estos cambios contaron con el apoyo de gobiernos democráticos de países desarrollados y los
organismos internacionales.
Crabtree23
El autor realiza un estudio sobre lo que el gobierno de Fujimori significó en términos político-
económicos: El neopopulismo.
Caracterización:
Gobierno Cívico-Militar
20
Ib. p.173.
21
Ib., pp. 175,176.
22
Ib., p.176.
23
Crabtree, John. En: El Perú de Fujimori. John Crabtree y Jim Thomas. Lima:
Universidad Pacífico & ÍER 2000.
Bajo Fujimori, el Ejército llegó a ser un elemento clave en la coalición de intereses que
ayudaron a sostener al gobierno. Una de las primeras acciones del gobierno fue
reorganizar la Policía y reemplazar a varios comandantes militares importantes,24
Coalición Dominante:
Base social clientelar y FF.AA. fundamentalmente.
Ideología:
Neoliberal y neopopulista. Crabtree indica:
Movilización:
Masas clientelares y desinstitucionalización.
Para Crabtree el « [...] populismo es más que una simple respuesta a colapsos periódicos,
más bien es parte de la cultura política peruana».27
Políticas Públicas:
Julio Cotler29
Caracterización:
24
Ib., p. 64.
25
Ib., p. 46.
26
Ib., p. 60.
27
Ib., p. 68.
28
Ib., p. 46,
29
Cotler, Julio. Se hace una referencia preliminar a una caracterización de Cotler en 1994, pero se enfatiza en la
caracterización que hizo el 2000.
blanco [...]».30 Fujimori fue eje de una coalición entre militares, empresarios y burócratas con
el respaldo de los organismos internacionales y gobiernos extranjeros.
Cotler, en su libro publicado el 2000,31 luego de la caída del régimen, caracteriza al gobierno
de Fujimori como un régimen autoritario cívico-militar:
Cotler va más allá y explica que el gobierno, al tratar de asegurar la duración indefinida del
régimen autoritario...
Al relatar los sucesos anteriores a la caída del régimen, Cotler menciona claramente que se
trataba de una coalición civil-militar:
Coalición dominante:
Podríamos decir que la coalición dominante está conformada por una alianza de poderes
fácticos nacionales e internacionales, esto es por poderes económicos tanto nacionales y los
relacionados con organismos financieros internacionales y las Fuerzas Armadas en contacto
con organismos de inteligencia extranjeros como la CIA y la DEA. Cotler menciona que la
cúpula militar y las élites económicas habían puesto sus esperanzas en Vargas Llosa, pero al
ver los sorprendentes resultados con el triunfo de Fujimori creyeron que el flamante Presidente
era ajeno a los sentimientos y preocupaciones nacionales.
Fujimori, sin embargo, despejó tales aprensiones y logró revertir esa visión al
asociarse con personajes claves que le permitieron forjar una exitosa política de
alianzas con poderes fácticos nacionales e internacionales que contribuyó a estabilizar la
economía y el orden social, al igual que conquistar el apoyo pasivo de las masas
30
Cotler, Julio. «Crisis política, Outsiders y autoritarismo». En Política y Sociedad en el Perú: cambios y continuidades.
Lima: IER 1994, pp. 221 y 222.
31
Cotler, Julio. «La gobernabilidad en el Perú. Entre el autoritarismo y la democracia». En: J. Cotler y R. Grompone, El
fujimorismo: ascenso y caída de un régimen autoritario. Lima: IEP, 2000.
32
Ib., p. 14
33
Ib., p. 15.
34
Ib., p. 61.
35
Ib., p. 62.
populares, en una palabra, mediante dicha asociación el Presidente creó una amplia
base de consenso que permitió establecer las condiciones de gobernabilidad del Perú.36
Cotler luego menciona dos factores básicos que configuraron la coalición civil-militar a la cual
se va a referir más adelante.
Ideología:
La ideología durante el gobierno de Fujimori-Montesinos era la neoliberal. Pero las reformas
neoliberales fueron acompañadas también por el fortalecimiento del aparato estatal y de su
capacidad para organizar y dirigir los asuntos públicos, el régimen se basó así -como diría
Morlino para los regímenes burocrático-militares- en el pragmatismo: Fujimori se presenta
como el garante del orden y la seguridad pública y «[...] la mayoría de la población justificaba
el desempeño autoritario por su eficacia para estabilizar económica y políticamente al país,
más que por supuestas características culturales de la sociedad [...]».38
[...] para consolidar el régimen autoritario la camarilla gobernante decidió darle peso a
las políticas sociales y ganarse así el respaldo de las masas indigentes, que constituyen
alrededor de la mitad de la población del país, y particularmente de las mujeres de
estos sectores sociales [...].39
Movilización:
En el gobierno de la mafia existían masas clientelares y sometidas, Cotler es claro cuando
señala:
Esta relación se vio reforzada por la cooptación que lleva a cabo el gobierno de
dirigentes locales, muchas veces provenientes de las debilitadas organizaciones
populistas y de extrema izquierda, a fin de canalizar Las demandas populares y los
intereses del régimen; asimismo, dicha relación de Fujimori se refuerza con el control
36
Ib., p. 24.
37
Ib., p. 23.
38
Ib., p. 43.
39
Ib., p. 37.
40
Ib., pp. 56 y 60.
que ejerce el SIN sobre los canales de televisión y otros medios de comunicación, al
tiempo que hostiga a los que informan o emiten opiniones contrarias al régimen, con el
deliberado propósito de que las capas populares accedan solo a los testimonios
oficiales.41
Políticas públicas:
Políticas neoliberales de ajuste y estabilización:
Romeo Grompone43
Caracterización:
Para Grompone el gobierno fujimorista es un régimen autoritario sustentado en una
camarilla:
Así, no se trata del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) [...] sino de Vladimiro
Montesinos; no se indaga sobre el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas como
institución sino sobre [...] Hermoza mientras permanece en el cargo [...] no es un
Presidente conduciendo el país sino el secreto designio de Fujimori que quiere
desengancharse del marco jurídico establecido para su mandato. Este estilo de
presentación es [...] más apropiado para una camarilla que para el personal político de
un régimen estable [...].45
La camarilla se plasma [..,] en un grupo limitado de personas que establecen vínculos
de lealtad basados en intereses compartidos que se definen en el momento mismo de
su surgimiento, que exige manejos de poder de origen extra institucional y
compromisos que se sostienen en lealtades restringidas asociadas a lo que cada uno
sabe del otro en temas como la corrupción o las violaciones de los derechos humanos
[...] Esta camarilla se afirma desde adentro recurriendo a la amenaza y al chantaje, y
desde afuera porque La salida de ella supone la exposición a delitos de los que no
puede eximirse porque ya no tienen una retaguardia de protección.46
41
Ib., p.38.
42
lb., p.25.
43
Grompone, Romeo. «AI Día Siguiente: El fujimorismo como Proyecto Inconcluso de Transformación Política y
Social». En: Julio Cotler y Romeo Grompone, El fujimorismo: ascenso y caída de un régimen autoritario. Lima: IER
2000.
44
Ib., p. 80.
45
Ib., p. 87.
46
Ib., pp. 108,109.
Coalición Dominante:
« [...] Los aliados de la camarilla, la cúpula de las Fuerzas Armadas, sectores del
empresariado y en sus primeras etapas el consentimiento de los organismos internacionales de
crédito [...]»47
Para Grompone no era un bloque de poder en el que se comprometiera a las Fuerzas
Armadas como institución, solo se requería de una cúpula comprometida que deba favores y
lealtades al gobernante. El intermediario entre el bloque civil y militar fue Montesinos.
El apoyo de los empresarios al gobierno no fue uniforme:
Ideología:
La eficacia
Movilización:
El aumento del gasto social en obras de infraestructura, electricidad y saneamiento para
caseríos y barrios populares, así como la ayuda alimentaría a un 42 % de los hogares ha
provocado que se revitalicen los rasgos del clientelismo. Se crea una organización
administrativa para darle continuidad a los vínculos y control de la ciudadanía: «[...] es notoria
la acción del Ministerio de la Presidencia y en particular del Programa Nacional de Asistencia
Alimentaría (Pronaa) [...]. Los recursos principales pueden provenir del gerente de un Consejo
Transitorio de Administración Regional (CTAR) [...]».50
Políticas Públicas:
47
Ib., pp. 80,81,
48
Ib., p. 104.
49
Ib., p. 84.
50
Ib., p. 126.
51
lb., pp. 137 y 138.
Se impuso un estilo decretista de iniciativas legislativas para la reforma económica y para que
la conducción macroeconómica quede en manos de « [...] un reducido equipo de técnicos
aislados que definieran sus prioridades dejando de lado cualquier presión social [...].52
A partir de 1997 ante las crecientes presiones sociales se intenta una política de
redistribución selectiva del gasto social pero sin implementar las reformas de segunda
generación (educación, administración pública y justicia).
Caracterización:
[...] [Se trata de un] régimen alrededor de la antipolítica, la personalización del poder y la
defensa cerrada de la actuación del Estado en los años de violencia. El autogolpe de 1992, la
ley de amnistía de 1995 y la reelección presidencial de ese mismo año, consolidaron esa
opción [...].55 La situación de emergencia política se volvió permanente y las huellas de ese
nacimiento violento del régimen se ven hasta el final: el régimen se muestra cada vez más
autoritario « [...] hasta convertirse en un régimen de camarilla, mafioso y autista [...]».56
Coalición Dominante:
Fujimori desde el principio
« [...] el solitario «outsider» de 1990 logró finalmente construirse una sólida base de apoyo
cuyos pilares eran el SIN y las FF.AA., el empresariado y la tecnocracia vinculada a los
organismos financieros internacionales [...].58
Montesinos era el mediador entre el presidente y las FF.AA. e impuso a Hermoza Ríos como
Comandante General.
Ideología:
Degregori al preguntarse sobre lo que explica la reelección da algunas respuestas que nos
muestran la ideología del fujimorismo:
52
Ib., p. 117.
53
Ib., pp. 117 y 118.
54
Degregori, Carlos Iván. La década de la antipolítica: auge y huida de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos. Lima:
IEFJ 2000.
55
Ib.,p. 14
56
I d.
57
Ib., pp. 38 y 39.
58
Ib., p.47.
La oposición sin alternativa convincente de política económica y de orden
democrático
La oferta autoritaria tenía apariencia de honradez:
[...] salvo los problemas conyugales de Fujimori con Susana Higuchi, ningún escándalo de
proporciones había salpicado todavía al Presidente o su entorno. Por el contrario, el manda-
tario aparecía austero y dedicado íntegramente a su trabajo. El contraste con el gobierno
de García seguía siendo tajante [...].59
El contexto era
[...] propicio para que la población hiciera la vista gorda: aun cuando hubiera corrupción,
el gobierno «hacia obras». A partir de 1993-94 el gasto social comenzó a elevarse,
férreamente centralizado en el Ministerio de la Presidencia. Paralelamente, otras instancias
como los municipios de las capitales departamentales, especialmente el de Lima
Metropolitana, veían recortados sus fondos para la ejecución de obras públicas. De esta
forma, era el señor Presidente quien aparecía como el gran y único constructor.60
[...] es cierto que el gobierno recoge y expresa ciertos rasgos de la nueva cultura
peruana. Pero en vez de separar la paja del grano y potenciar sus aspectos más vitales,
democráticos y solidarios como correspondería a una verdadera élite modernizadora, el
fujimorismo concentra y acentúa el lado oscuro de esa nueva cultura y lo lanza de
regreso como un rayo de luz negra sobre la sociedad, amenazando con reducir a
cenizas lo poco de ética y de valores democráticos que todavía nos quedan. El ejemplo
que emana del poder arbitrariedad, cinismo, impunidad- influye en el comportamiento
general.61
Movilización:
Disponiendo de recursos de l as privatizaciones y negociaciones con organismos
internacionales:
Con $4,600 millones para gasto social concentrados en organismos dependientes del
Ministerio de la Presidencia como el PRONAA, Fujimori intensificó sus visitas a
provincias y a barrios pobres de Lima, especialmente a aquellos lugares donde el NO
había triunfado en el referéndum, inaugurando locales escolares, obras de
infraestructura, regalando computadoras, practicando lo que algunos analistas han
llamado «neopopulismo» [...] el gobierno dilapidó recursos fiscales provocando una
«farra electoral», cuyo precio tuvimos que pagar todos los peruanos después de las
elecciones con un nuevo ajuste y recesión en 1996 […]62
Políticas Públicas:
El Plan Verde: Economía de mercado.
Martín Tanaka64
Caracterización:
Plantea seis tesis discrepantes con las miradas convencionales sobre el proceso político
peruano entre 1980 y el 2000, y en dos de esas tesis caracteriza al régimen de Fujimori,
59
Ib.,p.55.
60
I d.
61
Ib., p. 15.
62
Ib., p. 51.
63
Ib., p.49.
64
Tanaka, Martín. « ¿Crónica de una muerte anunciada? Determinismo, voluntarismo, actores y poderes estructurales
en el Perú 1980-2000». En Marcus-Delgado, Jane y Martín Tanaka. Lecciones del final del fujimorismo: la legitimidad
presidencial y la acción política. Lima: IER 2001.
señalando además los límites de la oposición para hacerle frente: «Los altos niveles de
legitimidad de Fujimori consolidaron un liderazgo personalista, enfrentado al orden
institucional, autoritario, con un discurso antipolítica y antipartidos [...].65 A pesar de la
consolidación de Fujimori luego del autogolpe según Tanaka, la oposición tuvo oportunidades
para presentar una lucha política efectiva en contra del régimen autoritario. Hubo coyunturas
propicias en 1993, 1995, 1998 y 2000. Si no ocurrió, fue por la racionalidad que rigió la
conducta de los actores políticos. Al fracasar la oposición, permitió que Fujimori ejerciera un
poder sin contrapesos, y llegara fácilmente a convertirse un régimen autoritario y corrupto.
Tanaka discrepa con las caracterizaciones que señalan al fujimorismo como una mafia:
[...] creo que caracterizar al fujimorismo como una «mafia» o como un régimen
«sultanisco» simplifica demasiado su naturaleza y permite dejarse llevar en exceso por
las sin duda escandalosas revelaciones a las que hemos asistido los peruanos [...]. La
corrupción se explica a mi entender, por la combinación de una disposición enorme
(para los estándares nacionales) de recursos, con la ausencia de contrapesos y
controles institucionales efectivos.66
Para Tanaka pudo haber otros desenlaces en vez de desembocar en un régimen autoritario.
Para explicarlo, divide al Fujimorismo en cinco etapas desde el punto de vista de su
legitimidad:
Tanaka afirma que aún en la tercera etapa que sugiere un fujimorismo invencible, hubo
posibilidad de otros desenlaces que dependían de los actores.
Movilización:
Podemos encontrar una mención al nivel de movilización en su explicación de la caída del
régimen; afirma que esta se da al agudizarse las contradicciones internas de un régimen alta-
mente personalizado y es desencadenada por presiones de actores internacionales, no se
deduce del vigor de la oposición política ni el de los movimientos sociales de protesta.
Políticas públicas:
Políticas neoliberales que generaron legitimidad económica antes de la crisis de mediados de
1 996.
65
Ib., p. 78.
66
Ib., p. 64.
67
id.
Henry Pease García68
Caracterización:
En 1994, la caracterización que propuse del régimen de Fujimori no fue ni de democracia ni
de dictadura, para caracterizar al régimen retomé a Sinesio López69 en ese momento:
Hoy, con tres elecciones en meaos de un año, con un Parla' meneo cuya mayoría
controla fácilmente Fujimori, pereque cubre las formas, con una Constitución que
afianza los resortes del autoritarismo, pero da legalidad que no existía en los meses
posteriores al autogolpe, no podemos decir a secas que vivimos en una democracia o
en una dictadura [...]. Democradura fue la forma en que Sinesio López caracterizó esta
combinación de formas de democracia representativa limitadas, caudillismo autoritario
y gobierno estrechamente vinculado con una cúpula militar que es tratada como un
Estado dentro del Estado [...].70
Encuentro que, incluso antes del golpe de 1992, existía un encornó de carácter civil-militar y
vinculado al SIN. Hablo de una progresiva militarización:
En la investigación no tomé parte, pero fue inevitable que los hechos me involucraran,
porque habíamos tocado un punto neurálgico del bloque de fuerzas en el poder, la
alianza entre el caudillo Fujimori y la cúpula militar encabezada por el general
Hermoza.73
También en relación con los crímenes de la Cantuta, cuando Fujimori ordenó a su mayoría
congresal para que recorten las facultades de la comisión investigadora, dije: «Este acuerdo
tomado el veinticuatro de mayo, mostró la sumisión de la mayoría oficialista a lo que decide la
cúpula militar, en lo que se entiende es su coto de caza, un Estado dentro del Estado».74
Lo que ocurre es que hay que revisar lo que varias veces sostuvimos: la existencia de
un régimen cívico-militar desde el 5 de abril de 1992. Tal caracterización presupone un
rasgo incompatible con los regímenes democráticos y es la no subordinación de la
cúpula militar al poder civil elegido y a los términos de la Constitución sino su
participación con una cuota importante, aunque variable, del poder político.75
Pareciera haber un acuerdo básico entre Fujimori y la cúpula militar desde el 5 de abril
No solo se refiere a la estabilidad ya ilegítima de sus actuales comandos sino configura
que las Fuerzas Armadas se consideren un Estado dentro del Estado. En el caso La
Cantuta logró impedir que la comisión del Congreso desarrollara su potencialidad
investigadora. Como a pesar de esto la Comisión encontró indicios y aparecieron los
cadáveres, Lo que hicieron fue violentar la autonomía del Poder Judicial para que los
68
Caracterizaciones preliminares en dos libros: Remando contra la corriente. Lima: Congreso de la República, 1995 y
Los años de la langosta, libro varias veces citado que pretende analizar la escena política de los dos primeros años.
69
La referencia que se hace a Sinesio López se tomó de «Perú: golpe, democradura v democracia». En: Cuestión de
Estado n.° 4-5; Lima, 1993.
70
Pease, Henry. Los años de la langosta: La escena política del fujimorismo. Op. cit., p.31.
71
Ib., pp, 64,65.
72
Ib., p. 131.
73
Pease, Henry. Remando a contracorriente. Lima: Talleres Gráficos del CCD, 1995, p. 25.
74
I b. p. 2 8 .
75
I b. p. 2 9 .
mismos militares juzgaran a los asesinos, como si el asesinato fuera un delito de
función o como si los militares, aun los retirados, fueran ciudadanos de otra condición
en sus derechos y en quienes tienen que juzgarlos.76 El nombramiento sin ratificación
parlamentaria, que aparentemente deja todo en manos del Presidente, en realidad
garantiza el pacto de este con la cúpula militar para que ella defina en sus términos
todo lo que ocurre en las Fuerzas Armadas y en la lucha antisubversiva que, entre otras
cosas, por eso, difícilmente culminará en una efectiva pacificación.77
Como se puede apreciar en estos pasajes, mis opiniones y apuestas eran precisamente a la
caracterización del gobierno de Fujimori como un gobierno cívico-militar, en el capítulo
siguiente trataré de postular otra perspectiva a la luz de los nuevos hechos surgidos de la
corrupción y de la mafia.
Coalición Dominante:
Había articulado una trenza de poder antes del cinco de abril, apoyado en la cúpula
militar y la cúpula empresarial -que no es lo mismo que empresarios medianos e incluso
grandes pero ajenos a lo que se llamó los doce apóstoles de Alan, es decir el núcleo
oligopolio que siempre «cae parado» por el poder concentrado- creando opinión pública
desde el coro que le hacen los principales medios de comunicación de masas y apoyado
en una expectativa de cambio que persiste en un pueblo harto de frustraciones y
engaños [...].78
Ideología:
En Los años de la langosta hago mención a la lógica neoliberal y en Remando a
contracorriente, al explicar el triunfo de Fujimori en 1995, hablo sobre el discurso de Fujimori
que logró la aceptación popular: « [...] el discurso del miedo a regresar al pasado […].79
Encuentro lógica la decisión popular en busca de orden y eficacia.
Movilización:
El régimen de Fujimori buscó desmovilizar a los sectores que no estaban de acuerdo con sus
intereses: «solo evaluando el autoritarismo imperial de Fujimori y ubicándolo en un contexto
en que militares y tecnócratas autoritarios ven toda participación política de los demás los que
no piensan como ellos como un estorbo [...] puede entenderse el golpe del 5 de abril [...]».80
[...] y asegurar que no quedasen sino títeres con cabeza en los puestos claves:
mayoría parlamentaria manejada con un «bípper»; Magistrados que obedezcan al
gobierno; fiscales que acusen a los enemigos y archiven los casos de los amigos; un
Jurado Nacional de Elecciones con hegemonía gubernamental; y una contraloría que
persiga a los alcaldes que no quieren estar con el gobierno. Además, por supuesto, de
incumplir la Constitución y no elegir autoridades regionales [...].83
76
Ib., p. 30.
77
Ib., p. 31.
78
Pease García, Henry. Los Años de la langosta: La escena política del fujimorismo. Op. cit. p.134.
79
Pease García, Henry. Remando contra la corriente, Op. cit., p. 85.
80
Pease García, Henry. Los años de la langosta: La escena política del fujimorismo. Op. cit., p. 133.
81
lb., p.71.
82
Pease, Henry. Así se destruyó d Estado de Derecho, Congreso de la República Perú 1995-2000. Lima; Imprenta
Dennis Morzán D., 2000, p. 10.
83
I d.
Políticas Públicas:
[...] Se expidieron en 1991, 126 decretos legislativos que significan una verdadera
reforma del Estado, para afianzar el proyecto neoliberal abriendo curso a la
privatización, diluyendo o eliminando derechos sociales adquiridos por los trabajadores,
reestructurando parte del Estado y militarizando en nombre de la lucha antisubversiva
mucho de la gestión pública.84
Analiza con mucho detenimiento cómo se controló las Fuerzas Armadas; su énfasis es casi
exclusivamente ese, el militar, pero es necesario destacar algunos aportes importantes a nues-
tro modo de ver.
Para Rospigliosi, el gobierno de Fujimori-Montesinos es una dictadura personalizada, este
concepto lo toma de Huntington para quien las dictaduras personalizadas se caracterizan
porque apuestan a la desinstitucionalización, la corrupción y que muy difícilmente dejan el
poder, salvo por muerte o destitución.
Para Rospigliosi la coalición dominante en lo militar se da en cuatro tiempos:
2. Montesinos-Fujimori:
El manejable Nicolás Hermoza resultó un poco más astuto de lo que pensó Montesinos,
porque lentamente fue acumulando un poder propio y cuando quisieron echarlo no pudieron.
Así se constituyó un Triunvirato, Montesinos, Fujimori y Hermoza, que manejaban los hilos del
poder.91
84
Pease, Henry. Los Años de la Langosta. Op, cíe., p. 119.
85
Rospigliosi, Fernando. Montesinos y las Fuerzas Armadas. Lima: IER 2000.
86
Ib., p. 15.
87
Ib., p. 16.
88
Ib., p. 18.
89
Ib., p. 22.
90
Ib., p. 31.
91
Ib., p. 38.
En el Perú, con una historia republicana jalonada de dictaduras, en ningún momento
los espías mandaron a las Fuerzas Armadas. Eso ocurrió por primera vez con
Montesinos. Alberto Fujimori no fue un simple títere de Montesinos, si bien este lo
manipuló sistemáticamente, Fujimori fue un cómplice y un socio. Él supo perfectamente
quién era Montesinos desde el primer día que lo conoció. Precisamente lo requirió por
sus habilidades delincuenciales para «arreglar» el asunto de la evasión de impuestos
[...]. Sin las maquinaciones de Montesinos, Fujimori no hubiera podido perpetuarse en
el poder. La politización y corrupción del ejército, la destrucción y el debilitamiento de
las instituciones, como el poder Judicial y el Congreso, tuvieron como objetivo no solo
aumentar el poder y la riqueza de Montesinos, sino también de Alberto Fujimori.92
De lo escrito por Rospigliosi podemos notar que la ideología que ha seguido el gobierno de
Fujimori-Montesinos ha sido la del Plan Verde, esto es: en lo político, gobierno dictatorial cí-
vico-militar, y en el económico, gobierno neoliberal.
El régimen se estructuró sobre la base de la creación de facciones y la politización de las FF.
AA. además de su desprofesionalización, esto le permitió crear una red mañosa con oficiales
mediocres y manipulables que obedecían los mandatos de Fujimori-Montesinos.
Gonzales de Olarte93
Realiza una análisis sobre todo desde el punto de vista económico. Caracteriza al régimen
como una autocracia manejada por una mafia:
La Coalición dominante la formarían las FE. AA. y los poderes fácticos económicos.
Un primer rasgo del gobierno del ingeniero Alberto Fujimori: (1990-2000) es que debe ser
considerado como el que hizo la transición del modelo de desarrollo intervencionista al modelo
neoliberal, es decir, es el gobierno que movió el péndulo peruano, veinte años después del
último movimiento. Este cambio tuvo en realidad dos componentes: en lo económico; se pasó
del capitalismo estatal al capitalismo privado, pero en lo político se pasó de la democracia a la
autocracia (1992-2000). Esta combinación es la que ha caracterizado al gobierno fujimorista y
al Perú como neoliberal en lo económico y autoritario en lo político.95
Manuel Dammert96
92
Ib., p. 43.
93
González Olarte, Efraín, « ¿El fin del régimen económico y político del fujimorismo?». En: Cuestión de Estado. n.°
27/28. Lima: IDS, 2001.
94
Ib., p, 12.
95
Ib., p. 8.
96
Dammert, Manuel. Fujimori-Montesinos: El Estado mafioso. El poder Imagocrático en las sociedades globalizadas.
Lima: El Virrey, 2001.
97
Ib., p. 12.
Para Dammert, entre 1990 y 1995 se da forma a un nuevo tipo de Estado en el país. Los
pasos para llegar a él son los siguientes: El golpe del 5 de abril del 92 tenía consigo el
programa para llegar a ese nuevo Estado; pero ante el rechazo internacional que dio como
resultado la convocatoria a una Asamblea Constituyente, el Estado que se organizó fue un
nuevo Estado presidencialista autocrático, muy cercano a los presidencialismos
latinoamericanos que caracterizó Nohlen y que cita Dammert:
Este régimen de partido-Estado era una montaña de espejos para ocultar el verdadero
gobierno [...] un cogobierno Fujimori-Montesinos que había organizado un sistema de
lealtades y administración en forma paralela, que funcionaba sobre la base del vértice
de la corrupción, la vigilancia electrónica y psicosocial y la generalización del miedo, y
que tenía diversas relaciones de sujeción [...]99
Las normas con las cuales se ejercía el poder desde el Estado-partido eran: divorciar el poder
de la responsabilidad pública; despolitizar lo público e imponer la ideología de la tecnocracia en
los asuntos políticos; imponiendo la aparición en la esfera mediática para existir, transformar
la política en espectáculo y alejarla de los intereses de representación de la sociedad; construir
lealtades no a partir de ideas fuerza de nación o de intereses corporativos económicos, sino
«[...] en función del dominio de la mafia y una doble relación de beneficio: neopatrimonialista
con los grupos económicos, y de súbditos clientes con la población [...]».100
«Cuando este régimen controla la imagen como medio de dominación social, se forma una
imagocratica [...] como un rasgo central del Estado y su forma de organizar la representa-
ción».101 En consecuencia se da la dictadura «imagocratica»:
El Estado peruano entre 1992 y 2000 debe ser considerado como un «Estado mafioso
imagocrático» directamente imbricado con los problemas de la globalización [...]. Esta
dictadura fue posible en el Perú porque asumió para sí las tentaciones más perversas de
la modernidad tardía [que son el hecho de que] [...] los sectores dominantes de [esta]
pretenden imponerse con la exclusión de las mayorías y la apropiación de las fuentes de
generación de conocimientos e información. Buscan una forma de totalitarismo
despótico, con el fin de disponer de los medios para controlar la reproducción de la vida
humana y disciplinar dictatorialmente a las sociedades con su vigilancia electrónica
[...].102
Para Dammert el poder imagocrático103 convierte a los individuos en súbditos a través del
dominio de la imagen, con cuya representación aliena a los individuos:
Desde este poder, sustentado en la creación y control del imaginario de los sujetos, es
que despliega su fuerza con el control militar y la mantiene con los dineros ilícitos,
especialmente del narcotráfico. Hace del miedo y de la corrupción los vínculos sociales
de lealtad y disciplina. Somete a las personas con una combinación de complicidad en el
robo, la pobreza estructural y sin fin y el clientelismo estatal como método para
sobrevivir. Incorpora a su base social desde los grupos de poder económico hasta los
98
Ib., p. 33.
99
Ib., p.34.
100
Ib., p.36.
101
Ib., p. 33.
102
Ib., pp. 13-14.
103
Dammert crea el término «imagocracia», que significa: « [...] la dictadura que construye y domina las imágenes de
la vida en sociedad, para perpetuar el poder oculto de una mafia corrupta que mantiene esterilizadas a las vaciadas
instituciones de la democracia representativa». Op. cit. p. 16.
pobres que viven con menos de un dólar al día [...].104 La imagocracia tiende a la
perversión de la democracia, dejando sus instituciones como esqueletos sin vida para
reemplazar la democracia por la autocracia. Pretende incorporar la moderna
videopolítíca en sus esquemas de dominación. Quiere presentarse como La «democracia
plebiscitaria» que cambiará los vetustos estado [...I105
El neopatrimonialismo
La tripartición imagocrática
Un Congreso unicameral elegido por distrito nacional, al que ve como apéndice del
hipercentralismo presidencialista; legislación y fiscalización asumidas por el ejecutivo; la
construcción de una esfera mediática de representación-espectáculo; prensa sometida y
convertida en líder de opinión a control; publicidad de lo privado ajeno para entretener, y
secreto de lo público para ocultar; campañas psicosociales basadas en desatar sentimientos
primarios y vender imágenes complacientes del poder.
En la institucionalidad encuentra:
[...] La mafia instalada en el. Perú tiene mucho que ver con problemas de la sociedad
peruana, pero también con sectores de un mundo globalizado que la incentiva, hace
posible y permite que se reproduzca en uno y otro lado del planeta. Sin el apoyo de la
104
I d.
105
Ib., p. 39.
106
Ib, p. 36.
107
Ib., p. 40.
108
Ib., pp. 40 y 41.
CIA y sin las facilidades del sistema bancario mundial, no hubiese podido prosperar. La
lucha mundial contra la corrupción tiene que tomar en cuenta esta
corresponsabilidad.109
Para culminar este recuento de caracterizaciones y antes de proponer una visión de síntesis
final, quisiera enfatizar la importancia de entender el régimen autoritario de Fujimori para de-
mocratizar el país. Retomo para ello a Collier, quien plantea líneas de investigación sobre la
política en América Latina a raíz del estudio que se realizó sobre el nuevo autoritarismo en
América Latina, en 1985, una de las cuales es el estudio de la era del autoritarismo:
[...] puesto que el logro de alguna forma de democratización en América Latina en la década
significa en gran medida la resolución de los problemas y tensiones que contribuyeron al
reciente surgimiento del autoritarismo, el entendimiento de este próximo periodo de
democratización deberá constituirse sobre el mejor entendimiento posible de las causas de las
primeras tensiones [...] tiene prioridad el progreso en el entendimiento de la actual era de
autoritarismo [...].110
109
Ib., p. 340
110
Collier, David. «El modelo burocrático autoritario: síntesis y prioridades para la investigación futura. En: el Nuevo
autoritarismo en América Latina. México D.F: FCE, 1985, pp. 396 y 397.»
Capitulo 6
PROPUESTAS DE CARACTERIZACIÓN
ACTUALIZADA
Régimen autoritario
1
Cotízales de Olarte, Efraín. El neoliberalismo a la peruana. Economía política del ajuste estructural 1990- / 997.
Lima: IER 1998, pp. 41-67.
provenga de una autoexclusión además de ser limitados los poderes de este. Muchos
concurrimos allí, conscientes de que era más una caja de resonancia o un lugar para dar la
pelea opositora que bajo el supuesto de que era parte del poder efectivo de una democracia.
Que Fujimori no propone una ideología elaborada o directora pero posee una mentalidad
peculiar, de raigambre autoritaria y que explícitamente recurre al pragmatismo, es algo
evidente desde el período anterior. Que encaja bien en el referente del discurso neoliberal al
que se refiere su política económica y que se impone como «sentido común» ante la crisis es
algo constatable. Honradez, tecnología y trabajo que fue su lema en la campaña no tiene
referencias democráticas ni este tema fue parte de su discurso. Pero su combate a toda instan-
cia democrática existente fuera de la presidencia, demuestra que no compartía ni el abecé de
la democracia. Insistiendo en la idea de que «gobernar es mandar», común al caudillismo
peruano de muchos gobernantes, aconsejaba a su ministro de economía en su relación con el
Parlamento «primero se hace, después se informa», algo que contradice expresos mandatos
constitucionales. Cualquier relectura de lo ocurrido desde 1990 confirma esta perspectiva y
siempre se fundamenta en la supuesta eficacia del autoritarismo, cuestión que es fácil poner
en duda realizando un balance de la década.
Este régimen se asienta en la pasividad de las masas, sobre todo en los primeros años. Eso
es fruto de la «crisis multidimensional» con que terminan los años 80 en el Perú y que intenté
describir en el capítulo 3 de Los años de la langosta. El terrorismo fue el eficiente destructor de
los movimientos y organizaciones sociales que llamábamos «movimiento popular» desde los
años 70. La hiperinflación disolvía literalmente no solo la moneda, sino múltiples lazos
construidos en las ciudades a lo largo del proceso de urbanización que termina en informalidad
por todos lados tras el fracaso de la pretendida industrialización que en su fase final liquida
Fujimori. Recordar entonces que Morlino habla de los regímenes autoritarios como carentes de
movilización política intensa o extensa, excepto en algunos puntos de su evolución, es mostrar
esta pasividad que asombró a otros incluso ante el shock económico que Fujimori aplicó en
1 990.
Recuerdo que en un acto académico en Caracas, un profesor me preguntó al respecto: « ¿Es
que los peruanos no tienen sangre en las venas?». Ciertamente algo entendible tras la
experiencia que ellos tuvieron con el «Caracazo» al comenzar un ajuste leve en relación al fuji-
shock. Respondí que una primera diferencia era que este en el Perú vino tras quince años de
crisis económica casi continua y en medio del miedo y la desarticulación generada por la
persistente ofensiva terrorista de Sendero Luminoso. Recordé que el inicio de los ajustes
equivalente al ajuste que originó el Caracazo se produjo en 1977 y el pueblo peruano
respondió con el primer paro nacional del 19 de julio, al que siguieron otras movilizaciones.
En este caso un líder y un grupo reducido ejercen un poder notable: Fujimori refleja la
personalización del poder que compartirá básicamente con Montesinos en una coalición que
luego analizaremos. Es cierto, además, que el poder se ejerce dentro de límites formalmente
mal definidos y esto se da especialmente al aplicarse la Constitución de 1993. A partir de un
vacío de este pero en particular por imposición de su mayoría parlamentaria, cambió al
capricho lo que establecía la ley del Presupuesto, y gobernó por simples decretos de urgencia y
expropiando en la práctica al Congreso la capacidad de fiscalizar. Este es un simple botón de
muestra.
Pero Morlino agrega, para la caracterización de estos regímenes, que en ellos no se reconoce
la autonomía ni independencia de la comunidad política. Sin duda, pero no se requieren
disposiciones legales expresas como cuando antes se declaraba fuera de la ley a uno o varios
partidos. Se administra su debilidad. Se cierran las puertas para cualquier tarea de
«representación» y se niega sistemáticamente cualquier canal que lo intente. El discurso
político pretende incluso parlamentarios que no «gestionen» por sus pueblos. Se implanta el
estilo clientelar que tantas veces ha operado, agudizado en tiempos autoritarios. El Presidente
recibe y busca relaciones particulares y «baños de masas» con ofertas puntuales y regalitos.
No se acepta la gestión intermediaria de entes colectivos ni de sus dirigentes, sean partidos u
organizaciones sociales autónomas. Solo se recibe a organizaciones que ellos manipulan y,
aunque en esto hay evolución porque poco a poco crece la iniciativa de base y no todo se
puede controlar, este rasgo se mantiene hasta el final. La gente adquiere la conciencia de que
no sirve para nada, a sus intereses inmediatos, recurrir a partidos, a organizaciones sociales,
etc.
Revisando finalmente los rasgos que agrega Morlino a lo planteado por Linz, será evidente
que en la coalición no predominan los que tienen responsabilidad frente al electorado. Que el
CCD y el congreso unicameral elegido por distrito único en las elecciones de 1995 apoyaron sin
fiscalización ni autonomía a Fujimori, aunque dejando dudas sobre la forma en que obtuvo
mayoría absoluta en el Congreso; confirma lo que este autor señala como sistemas electorales
propios y asambleas parlamentarias con rasgos particulares. En pocos regímenes se pueden
hallar todos los rasgos que indican los teóricos.
Coalición Mafiosa
El núcleo básico del régimen está constituido por la relación de Alberto Fujimori y Vladimiro
Montesinos, que cual siameses encabezan la coalición mañosa, la construyen y la conducen. El
primero al margen de si nació en el Perú o vino pequeño desde el Japón con sus padres es un
ciudadano japonés que engañó a los peruanos diciéndose peruano.
En efecto, de acuerdo a la Constitución de 1933, vigente cuando cumplió 21 años, al
cumplirlos Fujimori debió optar entre la nacionalidad peruana y la japonesa. Si quería ser pe-
ruano tenía que renunciar a la japonesa antes de sacar su libreta electoral. No puede haberlo
hecho porque en tal caso no se la hubieran devuelto o reconocido al término de su mandato,
después de haberlo reconocido como Jefe de Estado del Perú y recibirlo como tal,
Vladimiro Montesinos era un capitán retirado deshonrosamente del Ejército peruano, tras
acusaciones de traición a la Patria que por las manipulaciones que los militares realizaban en la
mal llamada «justicia militar» no fue condenado como tal. Fue encontrado en los cuarteles de
la CIA por un general peruano que lo denunció. Su ingreso estaba prohibido, con foto
denigrante incluida, en todo cuartel militar hasta que el gobierno de Fujimori eliminó la
prohibición. Abogado, en sus años de retirado del Ejército, defendió casos de narcotráfico
según diversas versiones periodísticas.
Este par de «angelitos», uno por elección popular y el otro por hábil asociación, se aliaron
para hacer viable el gobierno que comenzaba el 28 de julio de 1990 en condiciones de pre-
cariedad.
Para un autoritario es inconcebible gobernar sin mayoría parlamentaria. En la cultura política
de 1990 lo era incluso para muchos que se entendían demócratas. En ese contexto, Fujimori
fue visto muy débil al comenzar, aunque con el shock económico-social demostró que no lo
era. Le faltaba partido, equipo y carecía de voluntad para forjar alianzas. Gobernar es mandar
en la cultura política peruana y él lo expresaba bien. Planteaba a los demás «subirse al carro»
sin explicar claramente el destino del mismo. Desde los días previos a la asunción del cargo,
encerrado en el Círculo Militar porque «alguien» lo convenció de que corría peligro y podían
atentar contra él, la influencia de Montesinos radicaba en la forma de establecer la relación con
las Fuerzas Armadas.2 Cuando el mismo 28 de julio de 1990 destituyó al Almirante Alfonso
Panizo Zariquiey, Comandante General de la Marina y Presidente del Comando Conjunto de la
Fuerza Armada, se confirmó este curso. Esta forma de actuar lleva el sello de Montesinos; el
fondo, siendo totalmente legítimo en un nuevo mandatario, muestra que ya en ese momento
tenía Fujimori los elementos y el curso definido en una dirección. ¿Cómo llegó un extraño,
desinformado sobre las FF. AA., sin aparato partidario ni políticos experimentados a su
alrededor, a decidir este y otros cambios importantes en la cúpula de las FF. AA.?
Montesinos era la clave. Se había movido cerca de los círculos de poder militar con astucia en
los 70, a pesar de su juventud y bajo grado militar. Perdió pero aprendió. Sabía quien era
sobornable, por razones materiales o de las otras, conocía generales capaces e incapaces,
manipuló hilos y fue un factor decisivo en la recomposición de la cúpula militar efectuada por
Fujimori para llegar al comando adecuado para el 5 de abril de 1992. No son pocos los cambios
y aflora una característica muy comentada después: van desapareciendo los más capaces, los
que comenzaron como espadas de honor. Este rasgo llegó hasta el extremo de que tal premio
2
Allí lo visité -alrededor del 17 de julio cuando me llamó a proponerme fuera su ministro de Educación. Le dije que
desconocía a dónde se dirigía su barco y le dije que el curso se definía en esa coyuntura por Economía y por Defensa,
no por Educación. Le pedí entonces me informara de ello. No fue muy claro, salvo para decirme que las pequeñas
obras eran su estrategia de legitimidad. Como no me quedó claro el rumbo y veía que la oferta era personal y no
planteaba ningún acuerdo con las fuerzas políticas, le dije que no aceptaba. Insistió y me dijo que yo no aceptaba
porque no me autorizaba Izquierda Unida. Le dije que no, que IU era una alianza y que yo decidía por las razones que
exponía. Le dije que si quería hablar con ellos le podía llevar a todo el Comité Directivo pero que mi decisión era firme.
Así ocurrió. En la reunión se cuidó de no decir que optaba por el shock y que ni siquiera buscaría los amortiguadores
que tantos proponíamos desde la campaña. Sostuvo que él sí dialogaría con Sendero Luminoso, a lo cual Jorge del
Prado respondió: allí solo hablan las metralletas. En IU no fuimos rígidos, dado el grave momento del país,
autorizamos que pudieran aceptar cargos quienes no eran parlamentarios o dirigentes nacionales, lo que permitió el
breve ministerio de Gloria Helfer quien salió por defender los derechos del magisterio, establecidos en ley vigente.
se convertía en motivo de invitaciones a retiro y postergaciones. La Marina y la Aviación
terminaron comandadas por oficiales especialistas en inteligencia, que por ley no podían llegar
al máximo grado militar. El Almirante ¡barcena nunca comandó un buque de guerra. ¿Qué
hacía de Comandante General? Lo mismo ocurrió con el general Bello. Pero ambos fueron
puestos por Montesinos porque los probó previamente en su entorno especializado. Hermoza
Ríos no era un general con liderazgo antes de ser Comandante General, todo lo contrario. Su
puesto en el escalafón no lo llevaba a ese cargo si previamente no se hubiera sacado a otros
que sí eran líderes de su institución.
Tuvo capacidad para hacerse su cuota de poder, pero no más y cayó cuando creyó que él era
el poder y se envaneció haciéndose proclamar «general victorioso» dentro y fuera del régimen,
aunque ni frente a Sendero Luminoso donde el victorioso fue el general de policía Antonio
Ketín Vidal ni ante el Ecuador donde fue derrotado por más que cantara victoria junto con
Fujimori, en evidente juego mentiroso,
Montesinos fue el articulador de la acción de Fujimori en las Fuerzas Armadas y en la Policía,
como ha quedado evidenciado en los videos de 1998. Si se encontraran los de los años previos
tendría que verse cómo intrigó, coordinó, compró y vendió, chantajeó y castigó, paso a paso.
Esto en instituciones militarmente jerarquizadas es más fácil que entre empresarios y
entidades civiles. Esta fue su base de poder y se desarrolló hacia otros campos desde ese
punto. No puedo establecer los límites del pacto pero no cabe duda de que esta alianza básica
le dio consistencia al gobierno de Fujimori desde sus primeros años y es la que decide el golpe
del 5 de abril que de ninguna manera es un hecho casual o coyuntural. Es una acción
planificada, diseñada desde el comienzo del mandato y a la cual se arribó paso a paso. Y en el
comienzo está básicamente Montesinos. Tan fue clave que al quedar Montesinos al descubierto
en el 2000, y cuando Fujimori pretende tomar distancia de él, todo se desmoronó paso a paso.
Los siameses suelen morir si se intenta separarlos, salvo que la operación sea perfecta y eso
en política es muy difícil.
Antes de continuar y examinar toda la coalición con sus componentes civiles y militares, cabe
que nos preguntemos:
Hay un rasgo que está en el sentido común de hoy, el comportamiento mafioso. Los videos
donde se demuestra la intriga, la compra de conciencias, la administración de prebendas,
puestos, el chantaje, la entrega de enormes sumas de dinero a cambio de apoyos, silencios o
acciones delictivas, el manejo de influencias y la articulación sobre todos los poderes del
Estado y ante este comportamiento el desfile de jueces, ministros, congresistas, generales,
almirantes, magistrados autónomos, banqueros, empresarios de prensa y TV, etc., todo lo
exhibido ahora, muestra un comportamiento mafioso que ya Julio Cotler incluye en su
caracterización hecha tras los descubrimientos del año 2000, así como Manuel Dammert en
obra reciente del 2001.
En este caso se trata de un comportamiento mafioso en el mismo seno del poder, en la
cúpula, y no solo se expresa en lo que vimos en videos sino, también, en los grupos
paramilitares que actúan desde el Ejército y la Policía, que tienen antecedentes previos al 90 y
que no parece que hayan actuado solo como respuesta absurda y denigrante al terrorismo de
Sendero Luminoso o el MRTA. Existen elementos en las acciones encubiertas, ropaje del SIN,
que dirigen la acción mañosa y sus chantajes contra civiles, empresarios por ejemplo y en par-
ticular opositores, así como a otros mañosos en particular en el narcotráfico. La investigación
periodística muestra diversos ejemplos aunque falta un trabajo sistemático aún.
Cuando Salvatore F. Romano33 escribe sobre «el gran Tío de los Grandes Tíos de la isla»
Calógero Vinzzini, presentándolo como «hombre generoso y calumniado, amante del orden y
ligado a sus deudos, que había tenido la desgracia de haber sido innumerables veces
denunciado y acusado, pero al fin siempre absuelto, también por insuficiencia de pruebas», me
acuerdo de muchos congresistas del fujimorismo o de la Fiscal Colán defendiendo a
Montesinos. Para que no fuera interrogado, llegaron a restringir las facultades de las comi-
siones investigadoras, de modo que solo pudieran citar a los comandantes generales o al jefe
del SIN, desde entonces bautizado como «jefe nominal».
3
Romano, Salvatore Francesco. Historia de la Mafia. Mito y realidad, caracteres sociales e influencias políticas del
poder secreto de la mafia desde sus lejanos orígenes hasta nuestros días. Madrid: Alianza Editorial, 1970.
Este mismo autor ubica el origen del término mafia en 1865, en un informe del prefecto
Gualtiero: « [...] oposición política y actividad rufianesca confundidas y asimiladas, acción de
policía y concurso de actividad delictiva». Romano enfatiza otro rasgo: una especie de
estamento intermedio entre la autoridad y la delincuencia, más que una asociación rufianesca,
un grupo y un estamento dirigente de actividades criminales, no se identifican necesaria o
directamente con el malhechor y el delincuente.
Añade como contribución histórica de la mafia siciliana: «Mediante el establecimiento de una
tupida red de vínculos de recíproca influencia entre la actividad criminal y económica, entre
bandidaje y política, entre justicia pública y privada [...]».4 Señala también como elementos
presentes de los grupos mañosos el «espíritu de clientela», la relación personal o de grupo con
la que detenta en la vida política, económica o social cierta dosis de poder o de prestigio. Un
elemento decisivo es su influencia en el aparato burocrático, administrativo y policiaco del
Estado.
Ciertamente hay diferencias porque aquí el comportamiento mañoso parte de un núcleo
asentado directamente en el Estado. Pero Montesinos, que articula esta dimensión que se
expresará en los círculos concéntricos que describiremos, es justamente un funcionario
intermedio, sin representación ni autoridad propia, ubicado en la trastienda que hace su juego
propio articulado al Presidente y con quien constituye la cúpula del poder.
El carácter mañoso de la coalición no es solo una manera de calificar lo que vemos y
rechazamos. El rasgo que parte de los instrumentos que se usan en el juego del poder desde
la compra, el soborno, el chantaje con cualquier forma de exclusión hasta el crimen
físicamente hablando- es útil para orientar la investigación más allá de los rasgos del presente
no solo por el curso ulterior, al durar más tiempo, sino por lo que caracteriza al poder en
nuestros tiempos en mucho del mundo globalizado. Susan Strange, en La retirada del Estado5
nos recuerda como premisa de su libro, que « [...] las fronteras territoriales de los estados ya
no coinciden con los límites que la autoridad política mantiene sobre la economía y la
sociedad». La parte presente, pero hoy aún la menos avanzada de las investigaciones, vincula
a esta coalición mañosa con el mundo del narcotráfico latinoamericano así como con la
compraventa de armas y, si bien el poder de Fujimori y Montesinos se asentó en el Estado y lo
hizo más fuerte, se debe desbrozar la relación con las mafias internacionales de este tipo,
porque existen suficientes indicios de Las conexiones y acontecimientos que para explicarse
hay que salir de la frontera de acción estatal y entrar al campo de las mafias que lucran con el
narcotráfico y la compra-venta de armas.
Un régimen civil-militar
Fujimori y Montesinos son los actores principales del autogolpe de estado del 5 de abril de
1992. Desde ese momento el régimen constitucional deja de existir, rige un período de
dictadura que va desde ese día hasta la instalación del Congreso Constituyente, en que,
siguiendo los periodos propuestos por Sinesio López, puede hablarse de una «democradura».
No concuerdo con que ese período pueda llamarse «dictablanda» si entendemos que esta
señala un régimen autoritario más no dictatorial, y entre el 5 de abril y el 31 de diciembre de
1992 se ejerció dictadura, no era un régimen autoritario. No lo fue porque no se da un
pluralismo limitado y no responsable. No hay pluralismo y punto. Están excluidos los actores
que no formaron parte del golpe, aunque participen de elecciones que abrirán parcialmente el
espectro a partir del 1° de enero de 1993.
Pero lo que se desarrolla luego del 1° de enero de 1993, con esta digresión en paréntesis, es
un régimen autoritario civil-militar. Su punto de partida es civil, un gobernante
constitucionalmente elegido, junto con otro civil y expulsado de las FF.AA., realizan dos tareas
previas: toman y autonomizan de los comandos institucionales los Servicios de Inteligencia de
Las FE AA. y la Policía Nacional, que dirigirá realmente Montesinos desde el Servicio de
Inteligencia Nacional. Desde allí y en su ubicación de asesor presidencial que comenzara pri-
vadamente con el tema de los impuestos del candidato Fujimori, Montesinos será clave en la
segunda tarea: desplazar de la cúpula a todo general o almirante que incomode y cooptar el
nuevo comando a fin de subordinarlo.
4
Ib., p. 143.
5
Strange, Susan. La retirada del Estado. Quién gobierna el mundo en el capitalismo global ¿mafias, multinacionales,
empresas de consultaría, candes..? Barcelona: Incaria editorial e Intermón Oxfam, 1996.
Los comandantes generales y el director de la Policía Nacional que realizan el golpe con
Fujimori han sido colocados allí para el efecto, previamente han sido escogidos con las ca-
racterísticas necesarias para subordinarse a esa causa y aceptar la lógica de las prebendas que
comienza por su modalidad de acceso al cargo y sigue con todo lo que veremos después a la
hora de la justicia.
En este régimen el liderazgo es civil. La cúpula militar actúa cooptada y recompuesta por este
liderazgo de los siameses. No estamos ante modelos similares a los regímenes de 1968 o de
1962, en que el liderazgo fue militar, bajo formas institucionales o institucionalizadas que
podían acercarse más a los regímenes burocrático militares o burocrático autoritario. Tampoco
estamos en los regímenes caudillistas militares que los precedieron en tiempos oligárquicos,
aunque los regímenes «institucionales» de las FF.AA. para muchos fueron simplemente
dictaduras pretorianas.
La iniciativa política no estuvo en los militares, pero estos tienen mucho más peso en el
período 90-92 por la violencia terrorista y la debilidad del nuevo gobierno. Su presencia no
solo es condición para combatir al terrorismo, sino para ordenar el poder, sirven de amenaza y
sirven a la autoexclusión de una parte de los partidos y a la participación limitada de otros. No
se explica ese orden solo en términos militares: no podía haber cuajado sin el control de los
medios de comunicación, especialmente televisoras, y sin el apoyo explícito de empresarios y
tecnócratas que actuaban como voceros del consenso de Washington.
No estamos pues ni ante una expresión del caudillismo militar ni ante una expresión de ese
cuerpo con iniciativa propia, pero sí ante la utilización con mecanismos de corrupción incluidos,
de los atributos de la burocracia militar y de sus reglas institucionales. Pienso, al revés que
Grompone que sí se compromete a las FE AA. como institución, sacando a algunos los más
valiosos jefes- pero subordinándose burocráticamente la mayoría de estos. ¿Qué puede
pensarse al ver en video el desfile de generales y almirantes firmando a finales del fujimorismo
su «carta de sujeción» en acto explícitamente deliberante? Solo uno explicitó su autonomía
autofalsificando su firma y lo expulsaron.
Lo que en particular la revista OIGA denunció como la existencia del «Plan Verde» preparado
por los Estados Mayores durante el gobierno de García, es un indicador que además de tener
muchos indicios de su existencia, fue eficaz en soldar las relaciones de la cabeza de la coalición
con los mandos y las instituciones militares. En esos documentos se muestra un trabajo
«legal» hecho por estados mayores que tienen que plantearse «hipótesis» para tener
preparada la fuerza en caso de cualquier eventualidad.
Ocurre que se trata de hipótesis abiertamente contrarias a la Constitución, en acto que los
convierte en aparato cuasi partidario. Pero sirven para «soldar relaciones» haciendo del molde
ideológico un cemento de vínculos establecidos desde La cúpula. En esos documentos se
encuentran desde las obvias referencias a La política antiterrorista en un momento en que
aparecían arrinconados y su reclamo era militarizarlo todo hasta la política económica
neoliberal pasando por radicales posturas en políticas que forzaran la anticoncepción para
reducir los nacimientos, con métodos que envidiaría la lógica fascista y que, aunque en el
papel aparecen delirantes, en la práctica se aplicaron desde el Ministerio de Salud.
Esta referencia al «Plan Verde» es otro indicador de lo antes descrito al hablar de democracia
tutelada. Su texto no es una sorpresa, lo que no puede ocurrir es que ese contenido sea parte
del trabajo normal y legal de Fuerzas Armadas no deliberantes según la Constitución pero que
esta misma consagraba como un Estado dentro del Estado.
Estamos ante militares profesionalizados, distantes del viejo caudillismo que existió en el
Estado Oligárquico, que solo pudo ser cancelado y reformado por iniciativa militar, dado el
poder acumulado y la alianza de estos con los oligarcas hasta Odría (1948-1956). Se trata de
instituciones que forman parte de sociedades complejas y tiempos de vigencia urbana antes
que rural. Los rasgos burocráticos que en este plano señala Morlino corresponden bien al plano
militar. Pero la burocracia civil es muy débil y sin continuidad. Lo civil viene más del núcleo
Fujimori y Montesinos, de sus aliados en la tecnocracia que se vincula y sustenta en la
repetición domesticada del libreto neoliberal, originado en los organismos multilaterales y el
empresariado local de mayor nivel.
Este régimen autoritario nace QC una contradicción democrática esencial entre lo que ofreció
Fujimori y lo que hizo al comenzar su gobierno. Ganó las elecciones porque aprovechó mejor
que los otros la coyuntura en la que Vargas Llosa, con franqueza que muchos vieron como
ingenuidad, ofreció al electorado algo peor que «sangre sudor y lágrimas». El país se polarizó
frente al shock y al proyecto neoliberal. Todos los candidatos teníamos que hablar de un ajuste
y poníamos la atención en los amortiguadores para dañar menos al pueblo ya brutalmente
empobrecido con el ajuste de 1988. Alan García tuvo la habilidad de usar su cargo en la
campaña para acentuar la polarización, pero el beneficiario no fue Alva Castro. Después de ese
contexto Fujimori, ya electo, cambió el rumbo. Esto no fue solo cuestión de grados: cambió de
equipo y se puso en la línea del consenso de Washington cuyo objetivo no era un simple
ajuste, donde fuera necesario, sino el rumbo neoliberal, la destrucción de los modelos
precedentes agotados, etc. Como lo dice Boloña en su libro, fue un cambio de rumbo y
Fujimori lo hizo contra la decisión del electorado.
La radicalidad del cambio shock sin anestesia, más duro para el pueblo que el que Vargas
Llosa propuso pues ni programa de emergencia pudo articular al principio se dio con con-
tundencia sobre una realidad de crisis producida por la hiperinflación, generadora de
inseguridad, además de aumentar la pobreza y sobre un contexto donde la violencia terrorista
alcanzaba niveles claramente desarticuladores. Fujimori tuvo la habilidad con el apoyo
psicosocial de Montesinos- de fijar la imagen de todos en el gobierno anterior, los partidos, el
parlamento, el Poder Judicial, etc. Y logró el apoyo popular a contracorriente del voto. Los
resultados no fueron ni trabajo ni tecnología ni honradez. Fue orden, también en la moneda y
en otros miedos. Pero funcionó con la expectativa puesta en obras pequeñas y muy
publicitadas, además de asistencialismo gigante y manipulado políticamente. El año 1994 fue
gigante la inversión en obras, Fujimori hablaba de llegar a tres escuelas diarias. Pero a la
semana siguiente de las elecciones de abril de 1995 todo se acabó: el ministro de economía
informó que la economía se había «recalentado» y nos metió en la congeladora hasta el final
de ese gobierno. Hay que ver las cifras, pero son minucias comparando con la venta de las
empresas públicas y lo destinado en corrupción.
El sometimiento total al consenso de Washington otorgó viabilidad a Fujimori. Refinanció la
deuda dejándonos hasta el cuello. Hasta Camdesus, el gerente del FMI que escuchaba «música
celestial» de labios de Fujimori cuando este decía lo que él quería escuchar y lo ponía en
práctica, declaró su preocupación por lo alto de los pagos, es decir por lo poco conseguido. El
ajuste estructural extremo fue la obra de este pacto y sus resultados son la precariedad de
hoy, sin empleo para la mayoría de los peruanos y con ingresos paupérrimos para los pocos
que lo tienen, diez años después. Acompañando eso vinieron las tesis del estado mínimo, en
un país de Estado incapaz de controlar todo su territorio y en un régimen que o usaba el
estado para el prebendalismo y el clientelaje más tradicional o terminaría totalmente aislado.
Obviamente esa parte no la podía seguir Fujimori por defensa propia.
El tiempo neoliberal es distinto del tiempo del BA, el Estado burocrático que O'Donnell plantea
y otros con variantes analizan en América Latina. Los empresarios peruanos no son ni tan
grandes ni tan determinantes como en el Cono Sur y el peso de las políticas de los organismos
multilaterales en la región desde los 80 es más radical y deja menos oxígeno. No solo las tesis
se radicalizaron tras la decisión de cobrar la deuda a toda costa, se decidió enfrentar a los
Estados de compromiso y no conciliar con los demás sectores sociales. Lo que primero era una
relación que se rehacía entre empresarios transnacionales y socios locales, pasó a tener en el
componente de la presión con modelos y políticas impuestas, para pagar la deuda y para
homogeneizar políticas en función de este objetivo. En otra talla, aquí se desnacionalizó más
fácilmente economía y Estado. La lógica antiindustrial y antiagraria, caracterizaron la década
fujimorista: «republiqueta» económica, sin consistencia, habla hoy mucho de economía de
mercado cuando las políticas lo han reducido al extremo, sacando del mercado a la inmensa
mayoría de la población y convirtiéndola en legión de cuasimendigos o administradores de
precarias estrategias de supervivencia que llamamos informalidad.
Fujimori manejó mucho más dinero que los militares en sus doce años de gobierno en los
años 70. La venta de las empresas públicas duplicó los ingresos fiscales. El manejo
presupuestal no se dirigió a grandes inversiones ni a programas que generaran empleo. Fuera
de una corrupción de dimensiones inimaginadas, en cada presupuesto se cerraba el hueco
fiscal con recursos de la privatización. Su equilibrio fiscal tan cacareado es como el de aquel
padre de familia que gasta más de lo que es su sueldo mensual porque va vendiendo las joyas
de la abuela aunque sean anticuadas y un día se queda sin ellas y no tiene otra alternativa que
ajustarse el cinturón en medio de la protesta familiar. Claro, que las protestas las reciben los
que hoy gobiernan.
El llamado gasto social fue básicamente hacia pequeñas obras, entre ellas escuelas pintadas
del mismo color en todo el país -el color de su partido y alimentos para al creciente ejército de
habitantes que se muere de hambre. Todo eso fue manejado como regalo de Fujimori, con el
mismo concepto de sus visitas repartiendo polos y otras pequeñeces. Nunca antes y lo hago
desde los diecisiete años encontré que al llegar de visita, en campaña o fuera de ella, la gente
sencilla me encarara diciéndome: « ¿Qué me traes? ». Esa fue su educación popular.
A esto se le ha llamado populismo o neopopulismo. Pero yo, a contracorriente, tengo mejor
concepto del populismo latinoamericano pues bajo su tiempo se forjó mucho del sindicalismo y
de las débiles experiencias democráticas. Y aunque siempre critiqué su inconsistencia y su
demagogia, reconozco como muchos su importancia en la articulación entre la naciente
burguesía industrial y la también naciente clase obrera, en lógica de inclusión y no de
exclusión, Es que no encuentro en la historia que una democracia pueda asentarse en la
exclusión. Excluyentes fueron los oligarcas. Más excluyentes son hoy los neoliberales, porque
carecen del paternalismo de sus antecesores oligarcas. Por eso es coherente que el
neoliberalismo latinoamericano haya derivado en regímenes autoritarios o en el caos
generalizado como la Argentina de hoy.
Prefiero entender que lo que otros llaman neopopulismo en este régimen, es el clientelismo y
el prebendalismo tradicional, que se combina con el neoliberalismo que exhibe un vacío
elemental para su viabilidad. Fujimori se instaló en estas prácticas para durar y lo hizo hasta
que sectores intermedios reagrupados débilmente en la oposición democrática y masas que se
dinamizan tras años de pasividad, cuando se disolvieron los miedos de 1990, comenzaron a
hacerlo tambalear y en medio de ello saltó, desde dentro, la verdad ocultada de la corrupción
del régimen. Pero aquí no hay «contradicciones internas» como quiere ver Tanaka, no hay
lucha por el poder desde facciones del fujimorismo el 99 o el 2000. Las contradicciones, en
todo caso, son más estructurales, propias del modelo y las bases en que se apoyó.
Ni Fujimori ni Montesinos nos cayeron de Marte. Ahora que toda la sociedad se siente
impactada por la corrupción, no me canso de repetir que el fujimorismo o el fujímontesinismo
no es sino una caricatura exageración de la realidad. Podemos analizarlo en todas sus
dimensiones y en todos sus componentes.
La corrupción vista en militares tiene mucho que ver con el devenir de estas instituciones, con
la cultura del secreto que les sirvió de base, con la lógica del poder tras el trono en que se
situaron tras ejercerlo directamente y a su arbitrio y sentirse expulsados del mismo a fines de
los 70. La corrupción de los dueños de la televisión es simplemente el desarrollo que viene
desde la concepción oligopólica que siempre tuvieron, desde su práctica contraria a reconocer
los derechos de todo ciudadano y todo partido. Se autodefinieron como los dueños de las
libertades de expresión, exclusivas y excluyentes como los viejos oligarcas. Así podemos
seguir y encontramos poco de democracia y limitada esta a un método para elegir
gobernantes, no a una manera de gobernar.
Escribí en el segundo gobierno de Belaúnde que este presidente entendía la democracia como
permisividad. Era una crítica pero también una valoración, porque implicaba tolerancia.
Criticaba, que no aceptara la idea de concertación y que en medio de la crisis que
desencadenaba el modelo Ulloa con los industriales y de la crisis que se comenzaba a abrir por
la irrupción de Sendero Luminoso, se negaba a concertar con los partidos y, cuando estos
plantearon propuestas, respondió convocando a conversar sobre «el hábitat». Pero la
permisividad, que no es propia de las dictaduras, permitía expresarse y nada más. Sin
embargo, ha de verse la permisividad más allá de la tolerancia democrática que aquí resaltaba
y de la incapacidad para entender que democracia es concertación, que criticaba. En sentido
más amplio, cultural y político, la permisividad tiene otras consecuencias.
La permisividad toleró la expansión de la informalidad y fue parte de esta, culturalmente, en
varias dimensiones. Fue un escape. Fue vista en forma optimista por izquierdas y derechas. En
las primeras se enfatizaba la democratización y, en las segundas, el modelo de libre empresa y
hasta la imagen mítica del capitán de empresa de los primeros tiempos, evidente en De Soto.
Desde ambos ángulos el resultado es limitado6. La permisividad es la parte cultural de ese caos
que tiene un orden y que muestra su lado negativo en la tragedia de Mesa Redonda pero la
permisividad abarca más amplios sectores sociales y culturales. Entre nosotros ha habido
desde mucho antes de Fujimori permisividad frente a la corrupción. «Roba pero hace obra» es
un dicho popular que se gráfica en el general Odría con una altísima votación tras ocho años
de dictadura corrupta, reconocida así por todos en su época. ¿Qué podía decirle al pueblo la
honradez de gobiernos oligárquicos que los excluían de todo? Por lo menos las obras eran una
materialización que los incluía: escuelas, centros de salud, etc.
Jiménez de Parga en La corrupción en la democracia enfatiza la crítica desde su tiempo y
lugar.7 Señala que:
[...] lo más frecuente es que la actividad política se desarrolle conforme a unas reglas
de juego inspiradas por principios de eficacia, a costa, si el sacrificio conviene, de
valores superiores [...] la verdad, la lealtad, la coherencia ideológica o el cumplimiento
de los compromisos contraídos. Al separarse la política del mundo de la ética, la
corrupción no es solo explicable sino inevitable.8
Las funciones de la corrupción, así como sus causas, son similares a las de la violencia.
A ambas las fomenta la modernización; ambas son características de lo que en adelante
llamaremos sociedades pretorianas; las dos constituyen, por último, un método por el
cual los individuos y los grupos se relacionan con el sistema político y, en verdad
participan de él violando sus costumbres. De allí que la sociedad con una elevada
capacidad para la corrupción la posea también para la violencia [...].11
9
Ib., pp. 149450.
10
Huntington, Samuel El orden político en las sociedades en cambio. Barcelona: Ediciones Paidós, 1972, p. 63.
11
lb., p.67.
12
Ib-, p. 72.
que ejerzan una autoridad efectiva y originen intereses de grupo orgánicos -el aparato, la
organización, el partido más importante que los individuos y de grupos sociales, reduce las
oportunidades de corrupción [...]. La corrupción prevalece más en Estados que carecen de
partidos políticos efectivos, en sociedades donde predominan los intereses del individuo, la
familia, la camarilla, o el clan. En un sistema político en vías de modernización, cuanto más
débiles y menos aceptados son los partidos, mayores son las posibilidades de corrupción.13
El discurso neoliberal que en el Perú insistió que a menos Estado menos corrupción, falló
desde la economía y desde la política. Aquí se combinó con el énfasis en la tecnocracia y la
apuesta antipartido y antipolítica. Las explicaciones de Huntington desde décadas anteriores -
1972- confirman el derrotero seguido.
13
Ib., P. 73.
III. LA INSTITUCIÓNALIDAD DEFORMADA
EL REDISEÑO CONSTITUCIONAL
Fujimori tenía bien claro desde julio de 1990-su perfil autoritario, que lo llevó a preparar el
terreno del autogolpe, su discurso antipolítico, el discurso para desprestigiar a las instituciones
y su pretensión de reemplazar los mecanismos de representación democrática (que
necesariamente se da a través de instituciones) por uno plebiscitario o de relación directa con
la población, lo desnudaban de cuerpo entero. Como Julio Cotler dice:
1
El ausentismo estuvo en el mismo rango que en las elecciones anteriores y posteriores hasta la depuración del
padrón a fines de la década, instaurando el DNL No hay duda, pues, del apoyo a Fujimori y de la aprobación popular a
que se cambiara la Constitución. Los datos vienen de la ONPE.
2
En esta parte cito el artículo de Julio Cotler en el Resumen Semanal de DESCO nº 652 dentro de Los Años de la
Langosta, p.133.
Bastarán algunos ejemplos para ver cómo es que Fujimori antes del golpe ya actuaba
autoritariamente, o como dije en Los años de la langosta: los meses que duró el gobierno
«democrático» de Alberto Fujimori, eran la «Crónica de una muerte anunciada».
Uno de los rasgos claros en este camino fue la acentuación de la militarización del país. Fue
evidente el pacto que había hecho con los militares; la instalación del Presidente en el Círculo
Militar para desde allí negociar su primer gabinete, era algo sintomático.
Confirmando esta tendencia, los decretos legislativos que Fujimori promulga en 1991
amplían enormemente la iniciativa Militar en la lucha contra Sendero y en bastante más
del gobierno efectivo. Dejan las manos libres a los jefes militares y los convierten en las
verdaderas autoridades en lugar de las elegidas por los pueblos como eran los alcaldes
y gobernantes regionales y hasta en materia de desarrollo local o sectorial. Estos
decretos son precursores del golpe del 5 de abril.3
Ya hemos tratado sobre la pasividad que demostró la sociedad frente al shock neoliberal y
posteriormente frente al golpe. Las consecuencias del shock y la posterior implementación de
medidas neoliberales fueron devastadoras para el pueblo de carne y hueso pero la reacción de
la población fue mínima, Hubo protestas especialmente de los maestros organizados en el
SUTEP y de los trabajadores de Salud, entre otros del Estado. Las describí y mostré cómo
demasiada gente parecía voltear la cara y mirar hacia otro lado cuando ellos marchaban por
las calles.4
Ciertamente hay explicaciones, que hicimos capítulos atrás, pero lo importante es que esa
pasividad fue uno de los instrumentos que facilitó las cosas al fujimorismo, pues expresaba
una síntesis de los componentes de la crisis global que incluía partidos y organizaciones
sociales.
Javier Iguiñiz tiene su propia explicación sobre la pasividad y apoyo a Fujimori:
Esta misma pasividad se va hacer evidente cuando Fujimori da el golpe de Estado, el golpe se
consolidó de inmediato, y las encuestas lo demostraban así:
En la semana del golpe, según POP, ya tiene el 73% de apoyo pero este se eleva en la
semana siguiente según Datum: 95% de acuerdo con la Reforma del Poder Judicial;
84% de acuerdo con la disolución del Congreso. Una semana después puede afirmarse,
siguiendo a Apoyo, que si bien un 82% aprueba la gestión de Fujimori, un 69% está
decidido a quitarle el respaldo si no cumple con su ofrecimiento de restablecer el orden
constitucional en 18 meses como ha señalado. El 78% aprueba la disolución del
3
Op. cit., p. 67.
4
Pease García, Henry. Los años de la langosta. Véase en particular las cronologías de hechos que se anexan al texto
principal.
5
Ib., p.105, nota de pie 61.
Parlamento y el 82% el cese de trece vocales supremos.6 Detrás de este apoyo estaba
el discurso de confrontación de los veinte meses anteriores que supo administrar muy
bien el dictador. Estas encuestas están referidas a la opinión pública, ahora bien, hay
diferencias claras entre opinión pública y voluntad popular. La primera es un hecho
pasivo, en la atomización de los ciudadanos consultados por la encuesta. Es además por
definición volátil, cambiante y fuertemente influida por la emotividad. Voluntad popular
presupone actividad, expresión de opinión por iniciativa propia, algún nivel de
movilización. Es expresada con un mayor nivel de reflexión, aunque siempre con mucha
emotividad.7
Por eso es ligero decir que Fujimori tenía a la voluntad popular de su lado, era una opinión
pública fragmentada la que le daba su apoyo, rodeada de las condiciones sociales que ya
mencionamos, se podría decir que las encuestas reflejaban opinión pública traducida en
pasividad, pero de ninguna manera apoyo activo.
Esto se comprueba cuando Fujimori al llegar la misión de la OEA convoca a un mitin en la
Plaza San Martín y no logra más de diez mil personas cuando en esa plaza no se queda bien
con menos de sesenta mil. Todos los partidos opositores creímos que teníamos la gran
oportunidad, convocamos una semana después a lo mismo y, entre todos, no tuvimos más de
quince mil personas.
Ante la pasividad de la población, que daba un amplio margen de juego al gobierno, Fujimori
creía que no iba a tener problemas con el frente externo, se nutría en poder y en egolatría con
las muestras mayoritarias a favor de lo que había hecho: las encuestas lo apoyaban; no
contaba con que en el frente externo el panorama le iba a resultar más complicado, como lo
fue al postergarse varias decisiones financieras. La convocatoria a elecciones al CCD para que
legislara y diera una nueva Constitución fue una concesión que se logró por la presión externa
y no por la interna. La OEA y el Departamento de Estado Norteamericano presionaron
fuertemente para que hubiera una salida «democrática» a este problema. Resulta adecuado
citar en esta parte a Sinesio López quien menciona las características peculiares de la
transición que se venía abriendo paso:
Así, dando cumplimiento a las negociaciones con la OEA, aunque no cumplió todas ya que no
hubo diálogo con los partidos ni democratización del gobierno, Fujimori convocó a elecciones
para un Congreso Constituyente. Los principales partidos políticos, el AFRA, Acción Popular y
los que quedaban de la que fue la despedazada Izquierda Unida, optaron por abstenerse de
participar en el proceso, dado que cuestionaban la legitimidad del Congreso Constituyente.
También se negaron a participar, pues Fujimori no dialogó con ellos como se había
comprometido ante la OEA.
Esta ausencia de los partidos más importantes trajo como lógica consecuencia una mayoría
absoluta que le abrió el camino a Fujimori para desarrollar su proyecto político y crear una
Constitución a su medida. Esto último no resultó así, como lo veremos luego.
Se les advirtió que esa ausencia, convertida de inmediato en campaña por el voto en
blanco y viciado, favorecería el objetivo fujimorista de tener mayoría absoluta. Así
6
Ib., p. 146.
7
Ib., p. 147.
8
López, Sinesio. «Los caminos de la Transición». En Cuestión de Estado. Lima: octubre 1993, p. 31 y ss.
ocurrió y las cifras lo demuestran. La única manera de obtener con el 38% de apoyo del
electorado el 55% de curules es con una enorme cifra de votos en blanco y viciados,
cosa que tenía que ocurrir por la abstención de estos partidos [...]. La sumatoria de la
oposición, a pesar de su diversidad, hubiera impedido por lo menos algunos de los
rasgos peores de la Carta de 1993, entre ellos la reelección inmediata. En cambio su
abstención y el voto que en esa dirección dio el 24% del electorado no quitaban
rotundidad a más del 70% que votó y optó por alguna de las listas.9
Con esa mayoría absoluta, el CCD se manejó de manera autoritaria, como lo menciono en
Remando contra la corriente:
El CCD fue el escenario donde los representantes del pueblo elegidos para apoyar a la
dictadura instaurada el 5 de abril, llevaron su voluntad de continuar en el gobierno y
trataron de hacer una Constitución a su medida [...] fue también el escenario donde las
minorías optaron entre el apoyo al dictador o la oposición a este.10
9
Ib., pp. 20 y 21.
10
Ib., p. 64.
11
Informe de la Comisión Investigadora para el caso de la Privatización de AeroPerú, 12 de enero de 1993.
En su dictamen en mayoría, indican que en la privatización de AEROPERÚ no han existido
irregularidades así:
Premunidos de todos los elementos de juicio posible acerca del tema le informamos
que hemos comprobado que los dos procesos de subasta por lo que ha tenido que pasar
la privatización de AEROPERÚ, se han manejado con ajuste a los procedimientos
generalmente aceptados para este tipo de procesos en nuestro país [...] pero lo que
evidente es que se han respetado la Ley y las Bases de las subastas (Marco General de
Actuación que obliga a todas las partes de una Licitación o subasta). Como es natural
en los concursos y licitaciones, unos ganan y otros pierden.
La comisión tuvo un arduo trabajo ya que estaban con todos los organismos del Estado
involucrados en contra. Los militares interferían la investigación reclamando que pase a su
fuero. Tras la declaración de su comandante general Hermosa Ríos ante la comisión, sacaron
los tanques a las calles como una demostración de fuerza, como diciendo: «A ver que
investiguen», a la vez, el Ministerio Público y el Poder judicial no cumplieron a cabalidad sus
funciones y demostraron más bien temor y negligencia al actuar. Además, un golpe artero
recibió la comisión por parte del propio Congreso: siguiendo los dictados de Fujimori-
Montesinos y Nicolás Hermoza Ríos, el pleno del Congreso recortó las atribuciones de la
Comisión, resolviendo que solo podría citar a declarar al comandante general de cada Instituto
Armado y no como dice la Constitución a cualquier persona. Esto fue letal para la comisión ya
que esta debía llamar a declarar a Montesinos que había sido directamente involucrado en el
hecho y a otros más que podían en sus contradicciones revelar mucho de lo actuado.
De hecho, incluso antes de que le quitaran estas facultades, la Comisión no pudo hacer
concurrir a los directamente involucrados ni menos tener acceso a documentación sobre los
12
Informe de la Comisión Investigadora para el caso La Cantuta, 23 de junio de 1993.
13
Pease, García Henry. Remando a contracorriente. Op. cit, p. 23.
soldados de la base de la Cantuta que estuvieron presentes en el momento de la intervención
ya que los militares decían que esto era un «Secreto» y «que estaba en pleno proceso de
investigación» o afirmaban de manera desafiante que era imposible contar con una lista de ese
personal ya que «rotan muy seguido y hay una imposibilidad de individualizarlos».
A esto se debe agregar que una vez enterados de las denuncias y la conformación de una
Comisión Investigadora, el Consejo Supremo de Justicia Militar abrió instrucción contra Los
responsables del crimen, con el claro propósito de interferir y bloquear la investigación
parlamentaria. Se generó así un conflicto de competencias entre el fuero civil y militar que
tenía que ser resuelto por la Corte Suprema. Según ley orgánica, la Corte Suprema requería de
cuatro votos para establecer la competencia; al no contar con los votos y ser necesario para el
régimen que la Corte Suprema fallara a favor del fuero militar, se desemboca en la tristemente
célebre ley Cantuta. La ley Cantuta variaba el procedimiento de votación indicando que para
dirimir competencias solo se necesitaba mayoría simple de votos. Así se resolvió a favor del
fuero militar entre gallos y media noche.
En estas condiciones y con una mayoría congresal en contra, la Comisión llevó valientemente
la investigación a buen puerto, pese a todas las vallas y obstáculos que le pudieron poner.
Aquí presentamos un breve resumen de los dictámenes tanto en mayoría como en minoría.
Resulta interesante observar algunas conclusiones y recomendaciones que la Comisión formuló
ya que se puede evidenciar la forma cómo Montesinos y Fujimori manejaban las instituciones a
su antojo incluyendo al Congreso. Una descripción de la realidad, como una visión de lo que
existía y se ocultaba y como una premonición de lo que vendría en los próximos años de
oprobio fujimorista.
Dictamen en mayoría: algunas Conclusiones (Cong. Cáceres, Helfer y Cuaresma, oposición
democrática)
Existen indicios suficientes para señalar que la intervención del 18 de julio de 1992
corresponde a una operación de inteligencia realizada por alguna unidad especializada
de las fuerzas de seguridad, que por lo menos contó con el concurso de algunos
efectivos militares.
- Ni el General Hermoza Ríos ni el General Salazar Monroe en sus declaraciones han aportado
elemento alguno que permita descartar la probable responsabilidad de los efectivos militares
denunciados públicamente como implicados en los hechos investigados.
- El General Nicolás Hermoza ha efectuado declaraciones diversas y evasivas sobre los
hechos, que comprometen su responsabilidad, por cuanto ello permite pensar que ha
encubierto deliberadamente a los efectivos que ejecutaron el operativo militar el día 18 de
julio. Es indudable que el operativo investigado en este informe, por los extremos a que se ha
llegado, constituye un delito común de desaparición forzada de personas, que debe ser
juzgado por las autoridades del Fuero Común, según el Código Penal.
- El Ministerio Público a pesar de tener la competencia para investigar los hechos, no ha
individualizado hasta ahora los autores ni ha formalizado denuncia penal por estos delitos.
- El Fuero Privativo Militar no ha aportado a esta investigación ningún elemento de juicio que
permita esclarecer los hechos, a pesar de la solicitud de la Comisión.
- Durante la tramitación del proceso iniciado a consecuencia de estos hechos, como nunca ha
sucedido antes, el Fuero Privativo Militar ha transgredido sus atribuciones con exceso,
interfiriendo ilegalmente en el adecuado desarrollo de la investigación.
- El Fuero Privativo Militar impidió ilegalmente la concurrencia ante esta Comisión del
abogado Vladimiro Montesinos Torres.
- El Jefe del Servicio de inteligencia Nacional, general de división Julio Salazar Monroe y el
Comandante General del Ejército y Jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, han
declarado a esta Comisión desconocer el origen de los ingresos del Asesor de la Jefatura del
Servicio de Inteligencia Nacional, abogado Vladimiro Montesinos Torres.
- Está demostrada la responsabilidad del señor Ministro de Defensa. El responsable del pliego
de Defensa, tiene la obligación de adoptar las medidas pertinentes para contribuir a esclarecer
lo sucedido sobre los hechos el 18 de julio de 1992 en la UNE. Asimismo, es él quien tiene el
control y la responsabilidad de la actuación de las Fuerzas Armadas.
Algunas responsabilidades: Además de las que corresponden a los involucrados, además a los
Jefes militares, incluyendo al Comandante General del Ejército:
- Existe presunción de responsabilidad funcional del Fuero Privativo Militar.
- Existe presunción de responsabilidad penal en los fiscales del Ministerio Público, por
no haber formalizado hasta ahora la denuncia que corresponde por los hechos objetos
de la investigación.
- Existe presunción de responsabilidad penal en los Magistrados de la Sala
Constitucional y Social de la Corte Suprema de la República y de la Quinta y Sexta
Salas Penales de la Corte Superior de Lima, que no cumplieron cabalmente con sus
deberes de función en la tramitación de recursos de Rabeas Corpus concernientes a los
hechos materia de investigación.
Esta demostrada La responsabilidad política de la mayoría del Congreso al haber
abdicado de sus facultades de investigación y fiscalización.
De todo esto, viene una pregunta: ¿Si se conocían todos estos hechos, estas graves
irregularidades, si ya estaba apareciendo la dudosa figura de Montesinos, ¿por qué no se
investigó? La respuesta es que no quisieron hacerlo, ellos estaban coludidos con la mafia y
tenían que actuar en consecuencia.
Dictamen en mayoría:
1. La comisión considera que no hay sustento probatorio suficiente para afirmar que
las entidades que financiaron la operación hayan actuado irregularmente, pues la
selección de las motonaves correspondió por entero a la CPV S.A., y que fue previa a
que esta solicitara diversas ofertas de financiamiento, para aceptar finalmente la de
American Express Leasing Corp. [...].
3. El nuevo crédito concedido por American Express Bank en 1983 y que fue incluido
como parte del Convenio de refinanciación de 1983, suscrito entre la República del Perú
y un conjunto de bancos acreedores, que tiene a CITI-BANK N.A., como agente, es una
obligación válida y exigible a la República del Perú, por haber sido concertado en
concordancia con las disposiciones legales peruanas [...].
5. Señalar como responsable políticos a Fernando Chávez Belaúnde y a Luis Alva
Castro.
Dictamen en minoría:
10. El daño al país. Llama la atención que el dictamen por mayoría, no haga mayor
referencia a los graves perjuicios que se derivan para el país de la operación de fleta-
miento de los barcos, que en realidad, insistimos, fue una compra encubierta.
[...] conclusiones: no reconocimiento de la deuda contraída por el Gobierno Peruano
de manera irregular y que sustituyó en 1983 la deuda privada de la CPV S.A., que tal
como se señala perjudicó al país, contando con complicidad de funcionarios de Los
Bancos American Express y Chemical Bank [...]. Acusar constitucionalmente al ex
ministro de EFC Carlos Rodríguez Pastor, por delito de concusión [...],
Como se puede apreciar del estudio de estos dictámenes, es nítida la tendencia de la mayoría
fujimorista a respaldar los intereses económicos internacionales, incluso en contra de los
intereses del Perú (El dictamen en mayoría fue aprobado por el CCD), se reconoció una deuda
mal habida fruto de negocios turbios de altos funcionarios estatales con funcionarios de la
banca internacional, la alianza de Fujimori con el capital internacional una vez más se ponía en
evidencia.
14
Informe de la Comisión Investigadora sobre la Adjudicación de las Naves Mancare y Pachitea, 13 de septiembre de
1994.
15
Informe de la Comisión Investigadora sobre Modalidades de pago de la deuda externa, 12 de agosto de 1994.
gobierno y que nada tenía que ver o guardaba algún tipo de relación con la política económica
y las tendencias internacionales que se daban en el resto de la economía, dejando de lado al
Ministerio de Economía y Finanzas, Banco Central de Reserva del Perú, Banco de la Nación y
sus dependencias.
Otras comisiones investigadoras hubo, que no mencionamos para lo que es ya evidente: solo
se fiscaliza a los que no son el Poder Ejecutivo en ejercicio. Fiscalizar al árbol caído es muy
fácil y hacerlo con órganos ajenos al poder político es inocuo para el Ejecutivo. Las
investigaciones fueron pocas pero menos fueron las que tuvieron importancia. La tuvo la que
terminó acusando a Alan García por el caso del tren eléctrico pero sería largo examinar el tema
y nos alejaría del nuestro. No dijo mayor cosa la que investigó los papeles de la deuda en ese
anterior gobierno y la del caso CLAE fue tan simplista como todo lo que se hizo al respecto. Los
dos congresos del fujimorismo tienen cero de nota en fiscalización pero la oposición, a la cual
no la dejaban investigar en comisión, tuvo dos logros en comisiones investigadoras del CCD y
muchos más en el período siguiente pues, como veremos, sus mociones alertaron a la
ciudadanía de los casos más notorios de corrupción luego confirmados con los videos e
investigaciones del postfujimorismo. Sin embargo, en estos primeros años, muchos peruanos
miraban a otra parte ante nuestras denuncias.
El CCD: la Constitución
Cualquier caracterización inicial del Congreso Constituyente tiene que reconocer que se
instala en verdaderas condiciones de precariedad democrática. Su mayoría no solo se
interesa poco por las formas sino está digitada desde Palacio de Gobierno. Las
instancias centrales del poder quisieron enclaustrar al Congreso en una función
meramente redactora de una Constitución que por mayoría se impondrá a la medida del
régimen autoritario.18
Todo esto es cierto, pero a medida que pasaba el tiempo y viendo el descaro de la mayoría
congresal al votar leyes en contra de la propia Constitución, me hace reflexionar de otra
manera; evidentemente el CCD se instaló dentro de un golpe de Estado y no funcionó ninguna
transición democrática desde el mismo. Por otra parte, la mayoría congresal con que contaba
el gobierno era digitada desde Palacio, pero eso siendo exagerado por el distrito electoral único
16
Informe de la Comisión Investigadora sobre Detención de Dirigentes en San Ignacio, 13 de febrero de 1993.
17
Informe de la Comisión Investigadora sobre Gestión de la Municipalidad de Lima, 21 de julio de 1995.
18
Ib., p. 21.
y la ausencia de aparatos partidarios, no es muy diferente de lo que en todos los gobiernos de
exagerado presidencialismo hicieron sus mayorías absolutas en el Congreso. Ahora también
sabemos que desde el Servicio de Inteligencia Nacional se articulaban los operadores políticos
con la coalición mañosa gobernante.
Pero, la Constitución redactada, ¿era a la medida del régimen autoritario? Todo el contexto en
que se vivió esa época así lo hacía pensar, de hecho, no solamente a mí sino a juristas como
Enrique Bernales quien afirma:
1. La Constitución de 1993 que fue aprobada por el CCD expresa por un lado el
acuerdo básico que existía en los dos años previos entre el FREDEMO y el gobierno de
Fujimori sobre lo que debía ser el Régimen Económico, esto es, un orden neoliberal, y,
por otro lado, el pacto entre Fujimori y los grupos de poder económico, tanto nacionales
como extranjeros.
2. En cuanto al régimen político, el aprobado por la Constitución de 1993 no resultó
a la medida del dictador, ni siquiera en la reelección presidencial, pues es evidente que
Fujimori apostaba a más de un periodo tal como lo anunció Martha Chávez, la única que
insistió en tal fórmula cuando relativizaron su discurso para no asustar a los electores
de 1995. Ni el referéndum, ni el Tribunal Constitucional, ni la elección de jueces y
fiscales al margen del Ejecutivo y Legislativo por ejemplo eran fórmulas compatibles con
el régimen político que estaban construyendo. Constituyeron claves en la batalla de la
oposición cuando se neutralizaron con leyes contrarias a lo establecido en la
Constitución o con argucias y leguleyadas. A pesar del desbalance de poderes, el régi-
men político de la nueva Constitución tuvo que ser sistemáticamente violado por el
autoritarismo del gobierno mañoso y eso contribuyó a su desprestigio tanto o más que
sus resultados económicos ya que evidenció el carácter del régimen a muchos de los
ciudadanos que antes lo apoyaron.
Tomemos como primera variable el acuerdo básico existente entre el FREDEMO y el gobierno
Fujimorista sobre lo que debía ser el Régimen Económico, observable desde 1990. En el CCD,
disuelto el FREDEMO, dos de sus fuerzas expresan este acuerdo no escrito ni probablemente
tratado. Renovación pactó y el PPC aceptó y aportó al régimen económico, firmó la Carta,
aunque no pactó y procuró diferenciarse políticamente.
Pero veamos hacia atrás, en los dos primeros años, antes del golpe. Pese a que Fujimori
siempre trató de mostrar a la opinión pública la imagen de un Parlamento 1990-92 que blo-
queaba todas sus iniciativas, un parlamento que era más un obstáculo para el desarrollo
nacional que una ayuda efectiva; el Congreso delegó facultades para legislar en materia tribu-
19
Bernales, Enrique. «Estructura del Estado y Modelo Político en la Constitución de 1993». En la Constitución de 1993.
Análisis y Comentarios. Serie: Lecturas sobre Temas Constitucionales 11. Lima: Comisión Andina de Juristas y Honrad
Adenauer Stiftung, 1995.
taria, y otorgó poderes para legislar en materia económica, estas delegaciones de poder eran
gestos reales y concretos hacia el Presidente para que pudiera gobernar saltando las
necesarias barreras del Poder Legislativo. La situación nacional lo ameritaba, así lo
entendieron, especialmente los del FREDEMO quienes apostaban por el modelo neoliberal, ellos
vieron frustradas sus aspiraciones cuando Vargas Llosa no salió elegido, pero recobraron las
esperanzas al ver que los planteamientos de Fujimori en materia económica eran similares a
los planteamientos que hubieran realizado los del FREDEMO de llegar al poder, por lo que se
podría decir que había más o menos una coincidencia implícita, un acuerdo básico existente
entre dichas fuerzas del parlamento. Cuando salieron los decretos legislativos, fruto de la
delegación de facultades, los problemas centrales surgieron con los decretos vinculados a la
pacificación, por autoritarios y viólatenos de la Constitución.
El simple listado de las normas que en materia económica da el gobierno de Fujimori antes
del golpe del 5 de abril, al amparo de las facultades delegadas por el Congreso, nos libera de
mayores esfuerzos probatorios de esta hipótesis. Se complementan entre abril y diciembre de
1992 con decretos leyes que incluso comenzaban la privatización de la escuela pública y que,
con acción decidida desde el CCD, la oposición democrática logró revertir y hacer derogar a
pesar del retroceso constitucional en esta materia.
Este ordenamiento llevó a que el CCD tuviera poco que agregar en la materia, más aún, hay
que considerar que estas modificaciones fueron hechas con la carta constitucional de 1979, su
flexibilidad permitió tanto las privatizaciones como otras medidas liberalizadoras. Después,
esta tendencia será confirmada con el nombramiento del ministro Carlos Boloña, quien
continuará con las reformas estructurales siguiendo los dictados de los organismos financieros
internacionales, obviamente respaldados por los empresarios e industriales pertenecientes a la
CONFIEP y a la SNI, quienes también viraron en su apoyo a Vargas Llosa y apostaron por
Fujimori cuando vieron que este realizaba las reformas que estos pedían y respaldaban. Con
ojos de hoy, algunos dirán que CONFIEP y SNI no representan lo mismo, que estos últimos se
retiraron de la primera. Es cierto, pero un caramelo para ambos fueron las medidas de
flexibilización laboral y también era común con muchos peruanos más la necesidad de poner
orden en la economía manejada irresponsablemente varios años. Pero dentro de eso se
introdujeron las medidas que acabarían con mucho de la industria, a la que se le negaron
mecanismos de adaptación y reforma indispensables para modernizarse con menor daño.
Las medidas enunciadas corresponden a un contexto que nos rodea. El consenso de
Washington condiciona los comportamientos de todos los gobiernos de la región pero, en
nuestro caso, las políticas neoliberales más radicales se imponen tras la experiencia
heterodoxa del gobierno de Alan García que llegó a los extremos de la hiperinflación y agudizó
los cambios que debían realizarse en correspondencia con lo que ocurría en todo el mundo. En
efecto, el Estado intervencionista dejado por los militares, construido sobre una larga época en
la que el propio empresariado Le reclamaba al Estado radicalizar su rol promotor dado que
desde 1957 caía la inversión foránea y las inversiones estatales eran la manera de mantener el
nivel de la actividad económica en el corto plazo se veía agotado y fracasado tras los
resultados del gobierno aprista y las ideas neoliberales que desde principios de los ochenta se
impulsaron con fuerza y que bruscamente se desarrollaron en amplios sectores tras la
estatización de la Banca en 1987. Estas leyes del parlamento 90-92 dadas a través de la
delegación al Poder Ejecutivo eran polémicas pero aceptadas por muchos. No debo olvidar que
una no lo fue, el primer decreto legislativo mencionado, que liberaliza las rutas del transporte
público y se complementa con la eliminación de los controles técnicos a los vehículos de
servicio público y con la liberación de tarifas.
El Tribunal de Garantías Constitucionales derogó de inmediato ese decreto legislativo porque
violaba la Constitución de 1979, que daba la facultad de regular el transporte y el tránsito a los
Concejos Municipales y no al Parlamento o al Ejecutivo. Fujimori repuso el decreto de
inmediato, tras el 5 de abril, y su efecto en Lima fue desastroso. Pasamos en poco tiempo de
7000 a 27000 «combies», tipo de vehículo que las normas municipales derogadas trataban de
desterrar por sus efectos nocivos para la circulación ordenada. Contra todas las nociones
técnicas de administración de la ciudad, Lima se convirtió en un modelo de ciudad caótica por
obra del paroxismo neoliberal. Lo califico así, consciente de que en todas las grandes ciudades
de donde nos vienen estas ideas de moda, las tesis neoliberales, los alcaldes administran la
ciudad con estos y muchos más poderes, porque libertad no es libertinaje y sus Estados
ejercen poder regulador en la economía.
¿Por qué tendría que extrañarme esto si hace meses que muchos peruanos están a la
expectativa de la renovación de los acuerdos del ATPA desde EE.UU. para que nuestros algo-
dones, textiles o espárragos puedan ingresar a sus mercados? ¿No han sido desde esos
poderosos gobiernos que nos predicaron que teníamos que abrir todas nuestras fronteras para
que sus productos y los de otros países nos inunden, aunque quiebren nuestras industrias y
hasta nuestra agricultura donde, en forma increíble, importamos arroz y papa que tanto nos
sobra? Nos dijeron que el proteccionismo era algo del pasado pero lo aplican todos los días
para ellos. Es que la única ley que parece existir sobre todo el orden de esta llamada
globalización es «la ley del embudo», donde la parte ancha es para las empresas y países
todopoderosos y la angosta para dos tercios de la humanidad. Pero diariamente, en todos los
medios de comunicación y desde todos los poderosos, este es el mensaje nuevo, el único que
se trata sin desprecio y sin exclusiones.
El diseño de la Constitución:
el neoliberalismo y el intento autoritario
Como una segunda variable vamos a analizar comparativamente dos aspectos importantes de
la Constitución de 1979, así como la del 93, nos estamos refiriendo al Régimen Económico y al
Régimen Político. Se diseñó la Constitución estableciendo un régimen económico que
consagraba las ideas neoliberales del consenso de Washington, y un intento de régimen
político autoritario que no resultó lo que el fujimorismo necesitaba, porque la proximidad
electoral los llevó a moderar su propuesta.
Es obvio que en el primero el camino ya estaba desbrozado, las leyes antes mencionadas
eran suficientes para que antes de la vigencia de la carta dada a fines de 1993, el estado
intervencionista quedara desarmado. Lo que demuestra que pudo hacerse con la Constitución
de 1979 cuyos márgenes eran amplios. Era difícil defenderlo: si los resultados económicos del
gobierno militar de doce años fueron precarios, la década del 80 en la que no se desmontó,
aunque se averió más lo recibido, hacía indispensable un cambio. Este se radicalizó con el con-
texto de hiperinflación precedente y la práctica desaparición de las fuerzas identificadas con el
gobierno militar y el gobierno aprista. La izquierda que criticó a ambos desde otras matrices
ideológicas no solo vio estallar sus referentes internacionales, sino que tuvo apenas cuatro
representantes en el CCD y no propiamente de sus canteras más radicales y ortodoxas.
Pero, como ha recordado Gonzales de Olarte, aquí se dio el ajuste neoliberal extremo, en
comparación con el resto de la región. Este extremismo se manifiesta también en la nueva
Constitución al instaurar un régimen cortoplacista que desaparece toda forma de planificación
en terminología antigua o planeamiento estratégico en terminología actual. Nunca existió en el
Perú una planificación que fuera obligatoria para el sector privado y, por tanto, hablar de la
planificación como signo de comunismo y centralismo es una simple anteojera ideológica. Pero
pretender que el Estado solo mire el corto plazo y no busque concertar objetivos estratégicos
de largo aliento es una barbaridad solo comparable a la rigidez del modelo aplicado y a su
radical sesgo en función únicamente del corto plazo. Los mismos que introducen los contratos
de estabilidad jurídica (tributaria y de otros rubros) para establecer sus inversiones de largo
aliento, quieren un Estado que solo mire el corto plazo. Quieren que el Estado sea una nave al
gárrete en medio de empresas, transnacionales y nacionales, que hoy miran lejos si quieren
tener éxito, es decir, planifican.
Por eso cerraron el Instituto Nacional de Planificación (INP), que apenas era una fábrica de
proyectos de mediano plazo para el Estado y que nunca tuvo poder real para definir el rumbo
estatal y menos para imponerlo al sector privado. Cuando el Ministro Camet anunció que tras
el plan Brady venían quinientos millones de dólares negociados para que se canjee deuda por
ecología, deuda por educación etc., no pudo presentar nada porque no había proyectos. Lo
mismo viene ocurriendo con los 1800 millones de dólares conseguidos por el presidente Toledo
antes de comenzar su mandato. Ha recibido un Estado destruido sin proyectos y solamente
desde el gobierno puede comenzar a hacerlos, cuando ya tiene la concesión de montos y la
gestión política terminada. Muy distinta fue la situación, del gobierno militar en 1970, cuando
Morales Bermúdez, ministro de Economía y Finanzas, regresó del Club de París con el
ofrecimiento de tener préstamos hasta el límite de lo que el Perú pagaba de los anteriores y
encontró alternativas efectivas en el INP de entonces, formuladas en el primer gobierno de
Belaúnde.
De la Constitución desaparecieron las referencias a la justicia social y al interés social. Muchos
sostienen que este último llevó a expropiaciones como la intentada con la televisión por los
militares y con la banca por el gobierno aprista. Lo que está detrás puede venir de la mala
experiencia, que en el primer caso es anterior a la Carta de 1979, y con un gobierno que puso
en suspenso la Constitución existente. Pero no se puede negar que están aplicando
expresamente las ideas del padre de los neoliberales, F. VON Hayek, cuando sostuvo que como
último servicio a la humanidad quería convencer a esta de que hablar de justicia social era
simple demagogia pues hasta eso es obra del mercado, esa abstracción tan equitativa donde
Darwin claradamente el grande se come al chico si no hay ley que lo regule. Es que en su
obsesión por reducir el rol del Estado no se preocupan de terminar poniendo en cuestión el
orden social, es decir, creando condiciones de inviabilidad que en sus países de origen los
países desarrollados donde aprendieron a compartir y construyeron el Estado de bienestar no
pueden poner en práctica pues su discurso no ha podido liquidar lo ya logrado.
Se buscó restringir la acción del Estado tras la definición de que la iniciativa privada es libre y
se ejerce en una economía social de mercado, común a ambas constituciones. Si bien se
eliminaron esas referencias a lo social y la acción reguladora del Estado para armonizarlas, no
desapareció toda función reguladora. Es que hay posiciones extremas o ultras que tampoco
quieren un Estado que regule en la economía: es amplio el consenso lo compartí siempre que
opta por un Estado regulador y promotor antes que intervencionista, y lo es más tras estas
décadas. Pero estos extremistas no quieren tampoco regulación alguna y cuando la aceptan
quieren despolitizando la política órganos neutrales y alejados del poder político estatal. Pero
el resultado es simplemente la ilegitimidad del orden social, como lo advierte Norbert Lechner
en texto preciso sobre la relación Estado mercado. Este sociólogo alemán afincado en
Latinoamérica debe haber podido comparar mucho mejor desde la experiencia cómo también
en materia regulatoria la prédica del consenso de Washington no corresponde con lo que ellos
hacen en su propio país y en los demás del primer mundo.20
Pero lo que refleja el artículo 58 de la Constitución de 1993 no es extremista. Deja al Estado
las funciones de (a) orientar el desarrollo del país y actuar principalmente en las siguientes
áreas (a) promoción del empleo, (b) salud, (c) educación, (d) seguridad, (e) servicios públicos
e (f) infraestructura. Exige que solo por ley expresa es decir no dentro de otra ley y sin exigirle
votación calificada pueda realizar actividad empresarial. En el debate actual, por ejemplo, los
neoliberales restringen aún más su acción en promoción del empleo, servicios públicos e
infraestructura y trataron de privatizar sin mucho éxito parte de las funciones en educación y
salud. También proponen que para crear una empresa se requiera de una ley con el voto de la
mitad más uno de los miembros del Congreso.
La Carta de 1993 ya no prohíbe expresamente como la anterior los monopolios, oligopolios y
acaparamientos, aunque sostiene que combatirá sus abusos, promesa no cumplida. En esta
dirección se dan otros cambios que en la práctica corresponden a la misma perspectiva,
aunque también se entiendan como modernizar y simplificar el texto. No tengo duda de que en
este título se ha expresado mucho de las ideas de moda y de las críticas a lo recientemente
vivido. Sin duda también que esos cambios se tenían que dar pero probablemente de otra
manera y con menos extremismos. Lo cierto es que entonces y ahora demandan mucho más
los que apasionados en sus ideas y en el poder local y trasnacional que expresan olvidan que
compartir fue el secreto de las democracias siempre, y esa lección dejó el fascismo a la vieja
Europa. Se aprendió en sus clases dirigentes y surgió el Estado de Bienestar y todas las
Thatcher o los Reagan juntos no han sido suficientes para desmontarlo. Subsiste aunque
cambien las formas pero eso es posible allá desde la abundancia que tienen y que permiten
amortiguadores muy costosos para sus distancias y conflictos sociales porque provienen de
una posición dominante no solo en el mercado mundial, sino en el orden político internacional.
Sostenemos que la Constitución de 1993 consagró la situación que se venía dando en el
aspecto económico que ya explicamos líneas arriba, esto es, el funcionamiento del sistema
económico marcado por las ideas neoliberales en los términos del consenso de Washington,
aplicado desde 1990. Hoy en toda la región hay aire fresco en el debate y hasta en los
organismos multilaterales se dan cuenta que se les fue la mano en el reclamo del Estado
mínimo. En nuestro caso esas ideas confluyeron en un régimen autoritario por su desprecio de
algo esencial para toda democracia, que es aquello que tiene que ver con sentimientos y
necesidades de las mayorías y obviamente con su participación política que no es ajena nunca
a sus intereses en materia económica. Se olvidaron del «interés general» esencial en la oferta
liberal clásica y creyeron que con improperios y descalificación de toda idea o propuesta
alternativa resolvían el asunto. Una discusión más racional, más allá del dramatismo del shock
y un debate que se rehuyó en casi toda la década del 80 hubieran dejado más claro que había
cambios que eran necesarios y que en parte aquí se recogieron. La modernización del Estado y
de la economía se planteó sin embargo desde la lógica de la exclusión incrementada por la
necesaria respuesta al terrorismo y por el rechazo a la hiperinflación, sus causas y sus
causantes. No es de extrañar que esto resulte hoy tan vinculado a la dictadura que lo hizo
posible y le imprimió carácter. Es necesario salir de las alternativas maniqueas y solo los que
salgan de ellas podrán concertar salidas posibles de largo aliento.
Los cambios en el régimen económico, que acabamos de explicar, pueden verse reflejados en
el cuadro siguiente:
20
Lechner, Norbet. «El debate sobre el Estado y el Mercado». En Nueva Sociedad n.º 121. Caracas, setiembre –
octubre, 1992.
Cuadro comparativo de las principales modificaciones del
Régimen Económico en las Constituciones de 1979 y 1993
21
Bernales, Enrique. Estructura del Estado y modelo político en la Constitución de 1993. Op. cit.
sus objetivos: lo combatieron quitando atribuciones al Consejo e instaurando la
provisionalidad.
Con relación a la aprobación de los Tratados solo indicaremos que los temas medulares en
cuanto a tratados requieren aprobación del Congreso y ratificación presidencial: Derechos
Humanos, soberanía, dominio e integridad del Estado, Defensa Nacional, obligaciones
financieras del Estado y los que crean o modifican tributos; en los otros casos el Presidente
puede celebrar o ratificar Tratados sin la aprobación del Congreso, en todo caso dará cuenta
luego al mismo. De hecho este articulado otorga cierta celeridad a la aprobación de tratados,
digamos menores, y que por el dinámico mundo de las relaciones internacionales, exacerbado
por el fenómeno de la globalización, no requieren mayor trámite ante el Congreso.
Sostengo que la exagerada fuerza del Poder Ejecutivo proviene más bien de las ya
mencionadas situaciones de hecho que incluimos desde la caracterización del régimen político.
Tampoco la unicameralidad ha significado un equilibro mayor de poderes, por la misma razón.
Es decir, si el CCD no significó la apertura de un camino de transición a la democracia camino
que emprendimos luego, aunque en relación de continuidad con esa etapa en que la mayoría
de los peruanos nos volteaba la cara, esperanzados en el fujimorismo, no puede esperarse que
las instituciones de la Constitución de 1993 funcionen al margen de las características del
régimen autoritario y por tanto es natural que varias de ellas se convirtieran en mecanismos
que este tenía que anular o distorsionar.
Un Parlamento unicameral se supone que es más poderoso frente al Ejecutivo. Más aún, tras
ver que muchas veces este, bajo el caudillismo desarrollado en nuestra historia republicana, ha
sido más poderoso que lo que disponen los textos constitucionales, estoy convencido de que
volver al bicameralismo debilitará en vez de atenuar el presidencialismo en nuestro caso. Veo
mucha pasión en el debate y poca consistencia en las razones que se esgrimen, por lo menos
en lo que se refiere al equilibrio de poderes. Comprendo las razones en otras latitudes pero,
ciertamente, entre nosotros solo podría haber un presidencialismo atenuado con dos Cámaras
dentro de un régimen semipresidencial. Hay aspectos que permiten al Poder Ejecutivo
manipular en su favor la bicameralidad, más aún si se mantiene la elección del Senado en
perfecta simultaneidad con la elección del Presidente, es decir subordinada en tal momento a
su liderazgo. Se acentúa más con un Senado por distrito nacional único, que es la forma única
de tenerlo aquí mientras no se constituyan las regiones, proceso aún a décadas de distancia.
No entiendo, además, cómo así se le llama la Cámara territorial, que es natural en Estados o
provincias que pre-existieron y por tanto cedieron soberanía al Estado Federal como en
Estados Unidos, Brasil o Argentina.
Lo cierto es que el poder del Parlamento parece ser la única manera de contrapesar los
excesos del caudillismo presidencial peruano y debe ser un parlamento que se renueva por
mitades a la mitad del período presidencial. Los riesgos del unicameralismo se pueden
controlar, en cuanto a la ley sorpresa, como hoy. También se puede llegar a una Cámara más
reflexiva. Pero es distinto eso si el Presidente es básicamente un Jefe de Estado y el Congreso
elige al Jefe del Gobierno. Para eso se requiere que esté operando, sin embargo, un sistema de
partidos y no una diáspora indisciplinada que lleva a la ingobernabilidad. Se requiere también
que maduren otros mecanismos, como el referéndum y las formas de transparencia, para que
en la sociedad del siglo XXI en que la representación se da «en tiempo real» y no como en los
siglos pasados, la política alcance legitimidad y no la pierda desde el día primero a favor de los
autócratas que tienen medios a su disposición.
Ni el unicameralismo, ni la elección de jueces sin intervención de los Poderes Ejecutivo y
Legislativo, ni la defensoría del Pueblo ni los mecanismos de participación directa ni las pun-
tuales funciones que recibió el Ejecutivo en forma adicional dentro de la Carta de 1993
explican el régimen autoritario. Al revés, este se desarrolló por sí mismo, se apoyó en la
reelección inmediata que luego tuvo que manipular contradiciendo el texto y el debate previo.
No le salió pues a la medida el régimen político en la Carta de 1993.
Capítulo 8
L O S O P E R A D O R E S D E L A M A FI A
CARA EL CONTROL TOTAL DE LAS INSTITUCIONES
Ley 26618 del 30.05.96. Se restringen los plazos para solicitar la declaratoria de
inconstitucionalidad de una ley.
Preparando el camino a la ley de interpretación auténtica comienza a desandarse el camino
trazado con el establecimiento del Tribunal Constitucional. Esta ley redujo de seis años a seis
meses el plazo para interponer una acción de inconstitucionalidad de una ley.
Ley 26657 del 23.08.96. Ley de interpretación auténtica del Art. 112 de la Constitución
Política. Abrió la puerta a la ilegal reelección de Fujimori.
En virtud de esta ley, se interpretó que la reelección a la que se refiere el Art. 112 de la
Constitución, esta referida a los mandatos posteriores a la vigencia de la Constitución de 1993,
ergo el mandato presidencial de Fujimori correspondiente a 1990-95 no contaba para los
efectos de dicha ley ya que la Constitución se puso en vigencia en 1993 por lo que el período
1995-2000 vendría a ser el primero y tendría expedita la reelección para el período 2000-
2 005.
No hay manera de deducir este razonamiento del texto constitucional o del debate
producido. Como los actores eran los mismos constituyentes, quedaron simplemente como
mentirosos. Consta en el Diario de debates la respuesta del propio presidente de la Comisión
de Constitución, Carlos Torres y Torres Lara, a la congresista Helfer el día en que se discutía
este artículo, poco antes de la votación; dijo textualmente:
Esta misma mayoría se desdijo de lo que afirmó, ante quienes lo vimos. Menoscabada la
legitimidad solo quedaba la fuerza y eso vino después.
Mantiene el distrito electoral único y dispone que los Jurados Electorales Especiales sean
presididos por un magistrado elegido por la Corte Superior, que a su vez está conformada por
jueces provisionales funcionales al régimen y los candidatos a los otros dos cargos los eligen
los fiscales, que permanecen en la misma condición.
Ley 27163 del 06.09.99. Impiden que los funcionarios con derecho a antejuicio, procesados
en el Poder Judicial, puedan participar en las elecciones generales.
Esta es la famosa ley anti-Alan García. Esta propuesta viola el principio de la presunción de
inocencia porque se aplica a quien no ha sido sentenciado. Esta ley podía ser aplicada a cual-
quier enemigo del régimen. Fue aplicada a Jorge Mufarech.
Establece que para aprobar una impugnación o tacha a los candidatos se requiere el voto
favorable de cuatro de los cinco miembros del JNE. Veremos luego cómo consiguieron esos
votos.
1
Pease García, Henry. Así se destruyó en Estado de derecho. Lima: Congreso de la República, agosto 2000.
La reelección exigió bastante más que estas leyes. La valiente posición de tres magistrados
del Tribunal Constitucional, que contradice la ley reeleccionista y señala el camino del control
difuso de los jueces ya que era imposible que los magistrados fujimoristas del Tribunal
Constitucional apoyaran aquella posición, llevó a su irregular destitución por el Congreso; lo
que constituyó una sanción para ejemplarizar e impedir que algún otro juez siga su criterio.
Pero había que copar todas las instituciones y a eso se prestaron los parlamentarios del
NMC90, especialmente el núcleo que aparece en los vladivideos.
Los videos muestran a varios operadores políticos del régimen, articulados en las diferentes
instituciones. Un conjunto de parlamentarios del oficialismo cumplió este rol de operador,
como se ve en los videos. En uno de ellos, con la Presidenta interina del Congreso a la cabeza,
dialogan con Montesinos junto al Ministro de Justicia y al Premier de entonces. El video mues-
tra la forma en que se articulan decisiones, los miedos que tratan de superar y la estrategia de
imponer la reelección asegurada haciendo que estos operadores les garanticen leyes y
decisiones del Poder Legislativo para esos fines. Allí Montesinos les dice que tres de los cinco
miembros del JNE son negativos para ellos y les explica el porqué de la ley 26952, ya
mencionada, así como de las acciones para que los delegados del Poder Judicial y el Ministerio
Público sean sus operadores políticos. Les reitera la estrategia de la reelección y brinda
diversos elementos que luego analizaremos porque indican cómo se actuó en el Poder Judicial,
el Ministerio Público y otros organismos autónomos. Pero lo que se evidencia es cómo los
congresistas reciben instrucciones para manejar sus decisiones en el Congreso, desde el apoyo
a las leyes hasta la concertación de cambios en el reglamento, así como en las acusaciones
constitucionales para defender a los operadores de la mafia.2
«Esta ley, señor, es una infamia». Con estas palabras cerré mi intervención contra la ley de
amnistía para todos los que violaron derechos humanos desde 1980, la noche del 13 de junio
de 1995. Eran los últimos días del CCD, ya había sido reelegido Fujimori y se aprovecharon
gestiones de amnistía para dos generales demócratas a quienes la justicia militar manejada
por el gobierno encarceló por opinar estando en retiro, durante el conflicto bélico con Ecuador
que enmarcó ese proceso electoral. Para los generales Carlos Mauricio y Walter Ledesma,
ciudadanos incorporados a la UPR que encabezaba Javier Pérez de Cuéllar, era una afrenta que
los vincularan con asesinos como los del Grupo Colina, entre otros muchos. Pero es gravísimo
pretender que delitos de lesa humanidad como los ocurridos en las décadas de 1980 y 1990 en
medio de la lucha antiterrorista resulten amnistiados.3 Así lo ha establecido luego la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.
La impunidad en este caso tiene que haber sido ofrecida a los miembros del Grupo Colina por
estos gobernantes autoritarios que muy poco respetaron el derecho a la vida. Debieron
condenarlos por el escándalo que promovimos en la denuncia del caso Cantuta hecho colectivo
que aquí y en el extranjero afectó mucho a la imagen del gobierno. Pero a tanto llegó la
complicidad de ellos, que a las trabas que pusieron a la investigación parlamentaria ya
relatadas en el capítulo 7 agregaron la impunidad administrativa. Al haber sido condenados a
pena privativa de la libertad tenían que ser dados de baja por medida disciplinaria en
cumplimiento de la ley. No lo hicieron y lo descubrí en agosto de 1995, lo denuncié en el peno,
pedí la presencia del Ministro y hasta solicité su interpelación. Tuvieron que transar pidiéndole
un informe escrito al peno. La presidenta Martha Chávez se demoró un mes en enviar el oficio
con el pedido acordado por el pleno. El Ministro se demoró dos más y ante la presión y
protesta contestó luego que ya estaban en retiro. Pero solo tras la denuncia habían sido
pasados al retiro y por invitación, con el sueldo del grado inmediato superior y todos sus
honores. ¿Cómo los que hacen eso con personal condenado pueden no ser considerados cóm-
plices de esos delincuentes?4
Ocurre que hay en el fujimorismo todo un sistema de protección a los operadores del régimen
que no nació con este, viene de la década de 1980 en medio de lo que llamamos «democracia
tutelada». Todos los excesos de la lucha antisubversiva se dieron dentro de una lógica de
2
Congreso de la República. Transcripción de los videos 806 y 807: Montesinos con parlamentarios C90-NM.
3
Pease García, Henry. Remando a contracorriente. Op. cit., pp. 188-192.
4
Pease García, Henry. Así se destruyó el Estado de derecho. Op. cit., pp. 122-128.
impunidad que no solo han defendido hombres de uniforme, sino muchos civiles, es-
pecialmente de los sectores más conservadores.5
Si la impunidad tuvo defensores desde el CCD, su lógica se extendió a campos distintos de la
guerra antisubversiva. Había que proteger a los operadores de la mafia impidiendo la
fiscalización, desviando el efecto de las denuncias, había que negarse a investigar o hacer solo
una pantomima de investigación en los casos límite. Analizaremos a continuación la negativa a
investigar diferentes denuncias planteadas por la oposición, así como la escasa fiscalización en
el Congreso, tanto como resultado de la limitada labor de las poquísimas comisiones
investigadoras que aceptaron, como de la negación a interpelar a los ministros.
La oposición democrática presentó en reiteradas oportunidades iniciativas destinadas a
investigar las irregularidades o ilegalidades en que incurría La dictadura fujimontesinista. Sin
embargo, los parlamentarios fujimorístas se negaron una y otra vez a investigar estas
denuncias. En la práctica su inactividad, su sumisión, los convirtieron en cómplices del aparato
corruptor que se había enquistado en el gobierno. La corrupción fujimontesinista no solo creció
por propios méritos, sino que lo hizo gracias a que tuvo aliados como la entonces mayoría
parlamentaria. Hay una enorme coincidencia entre los temas de las mociones presentadas y
los que hoy se investigan porque aparecieron en los vladivideos o en denuncias paralelas
cuando el fujimorismo cayó. Casi todos los temas de corrupción que hoy se investigan fueron
denunciados sin éxito por la oposición democrática.
Hemos agrupado la presentación de denuncias, a través de mociones, en cinco campos, como
se podrá apreciar en el cuadro 1:
CUADRO 1
Mociones que solicitan conformación de comisiones investigadoras
(Período 1993-2000)
TOTAL 169
CUADRO 2
Mociones que denuncian violaciones de Derechos Humanos
5
Hasta hoy, mientras esto escribo, Rafael Rey confunde el indulto a inocentes -comprobados meticulosamente- o la
reducción de condenas de arrepentidos -con base legal-, con liberación de terroristas. Este mismo personaje me exigía
en los debates del caso Cantuta que afirmara que no eran violaciones sistemáticas de los derechos humanos, sino
simples excesos puntuales lo que yo denunciaba. Ya son tantos los casos que es imposible no afirmar que era
sistemático lo que ese señor no quería ver y no quiere ver aún. La ceguera es también una forma de complicidad.
telefónica 2436,2497,0545-96,
0751-96,0752-96,
0001-97,0011-97,
0012 - 97
Sobre los casos de Leonor La Rosa y 4 mociones
Mariella Barrete 0527-96,0532-96,
0534 - 96, 0536- 96
Sobre atentados contra personalidades 5 mociones
0277 - 96, 0284- 96,
0329 - 96, 0513- 96,
0333 1- 97
Sobre grupos paramilitares 3 mociones
4283 - 95, 0532- 96,
0157 - 97
Es de apreciar las denuncias alrededor de los planes del SIN contra la prensa independiente
(son siete mociones) y los referidos a la interceptación telefónica (ocho mociones).
CUADRO3
Mociones que denuncian casos de corrupción
El proceso de privatización, que hoy recibe criticas variadas, y que siempre fue cuestionado
por la opinión pública, no quiso ser tocado por la mayoría fujimorista, a pesar de que se
plantearon diversas mociones sobre el particular. Ahora se sabe que esos recursos fueron
dilapidados, entre otras cosas, en la compra de armas obsoletas y sobrevaluadas, lo cual se
pudo evitar si se hubiera conocido la real situación de la privatización y de los recursos que
generaba:
CUADRO 4
Mociones que solicitan fiscalizar el proceso de privatización
El fujímontesinismo y el narcotráfico:
Otro tema que adquirió notoriedad es el de las relaciones de bandas de narcotraficantes con
altos funcionarios del anterior régimen. Esta situación fue persistentemente denunciada, sin
que se aceptara investigar siquiera la incidencia de este delito en nuestro país. Soto después
de colapsada la dictadura se ha podido conocer los profundos lazos existentes entre el régimen
fujimontesinista y el narcotráfico.
CUADRO 5
Mociones que solicitan investigación sobre casos relacionados con
narcotráfico
Finalmente, las denuncias acerca de infiltración de agentes del SIN en el sistema electoral, de
presencia de militares y policías en el padrón electoral y de irregularidades en los procesos
electorales, incluido el escandaloso fraude del 2000, tampoco fueron investigados, como en su
momento pidió la oposición democrática. Se prefirió provocar la más grave crisis institucional
de la historia nacional, y el descrédito internacional, antes que investigar ha los hoy prófugos
Fujimori y Montesinos, así como evitar sus planes para perpetuarse de manera ilegal e
ilegítima en el poder y así mantener su aparato de corrupción:
CUADRO 6
Mociones que denuncian fraude electoral
Para comprobar la escasa fiscalización que realizó tanto el CCD como el Congreso fujimorista
hemos confeccionado un cuadro que nos va a servir para analizar la evolución de las
comisiones investigadoras en el período 1990-2000. Veremos las enormes diferencias en
cuanto a la disminución del número de comisiones en el transcurrir de los años:
CUADRO 7
Comisiones investigadoras 1990-2001
Congreso Comisiones
1990- 1992 9
1993- 1995 7
1995- 2000 3
2000- 2001 1
Como podemos apreciar la disminución año por año de las comisiones investigadoras es
alarmante, tanto así que entre los años 1998 y 1999 no hubo ni una comisión que investigara
las múltiples denuncias presentadas por la oposición. Para constatar más de cerca esto
veremos referencialmente la actuación de algunas comisiones.
Pocas comisiones investigadoras aceptó formar el fujimorismo. Algunas las aceptó para
voltear la mirada a los acusadores y sancionarlos. Es el caso que sirvió para destituir a los
miembros del Tribunal Constitucional. Otras, como la que examinó las pensiones de los ex-
parlamentarios, tuvieron el propósito de seguir golpeándolos y rarificar la imagen que qui-
sieron dar en sus primeros años respecto a la existencia de una gran corrupción, no
demostrada. Revisaremos las conclusiones de algunas, muestras de desvergüenza:
Conclusiones:
1- No está probado que exista presión y hostigamiento de parte del gobierno o de
alguno de sus organismos a los canales de televisión de señal abierta o a radioemisoras
miembros de la Asociación de Radio y Televisión del Perú.
2- No está probado que exista el mentado «secuestro» de los canales de televisión de
señal abierta, tal como pretenden hacer creer algunos movimientos políticos opositores
al gobierno y organismos parcializados con ellos.
3- Sí está probado que existe un ambiente de animadversión contra los canales de
señal abierta, alimentada por políticos opositores al gobierno, que están generando
violencia contra los periodistas, daños contra sus equipos y que atenta contra la libertad
de prensa en el país.
Conclusiones:
1.- Está probado que la denuncia realizada por el Señor Alberto Andrade Carmona se
realizó sin la debida corroboración ni, constatación y que es falsa en su contenido y
temerario el acto de haberlo dado a publicidad.
2.- Está probado que la noticia aparecida en el diario El Comercio, en que se da cuenta
de la inclusión de personal policial en el Padrón Electoral fue falsa, en tanto que su
fuente realizó afirmaciones falsas.
3.- Está probado que a la Moción de Orden del Día 272, presentada por la congresista
Ana Elena Townsend, basada en la publicación del diario El Comercio, que recoge las
declaraciones del candidato a la Presidencia de la República por el Movimiento
Independiente Somos Perú, señor Alberto Andrade Carmona, se fundamentó en
afirmaciones falsas y, en consecuencia, tal moción pierde sustento al quedar
desvirtuada su parte considerativa.
Falsificación de firmas para inscribir diversas agrupaciones políticas
Conclusiones:
1.- La Comisión ha encontrado prueba indiciaría que demuestra que se produjo la
falsificación de listas de adherentes del Frente Nacional Independiente Perú 2000, para
obtener la inscripción de dicha agrupación, en el Registro de Organizaciones Políticas,
con vista a las elecciones generales del 9 de abril.
2.- No se ha logrado establecer la existencia de indicio razonable que permita atribuir
participación y responsabilidad en el delito, a los congresistas Osear Medelius Rodríguez
y María Jesús Espinoza Matos.
3.- No se ha logrado establecer la existencia de indicio razonable que permita atribuir
participación ni responsabilidad en el delito, respecto al señor Absalón Vásquez
Villanueva.
4.- No se ha logrado establecer la fuente de financiamiento de la operación delictiva.
5.- No se ha logrado establecer que la Oficina Nacional de Procesos Electorales haya
estado institucionalmente comprometida en la falsificación.
6.- No se ha logrado establecer indicios razonables que permita atribuir negligencia en
la labor de verificación a cargo de la Oficina Nacional de Procesos Electorales.
7.- No se ha logrado establecer indicios razonables que permita atribuir
responsabilidad administrativa al Jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales,
Ing. José Portillo Campbell.
• Comisión investigadora que conozca, evalúe y determine las actividades de la ONPE,
durante el conteo de votos preferenciales de las elecciones generales del 2000. Preside
Flores Flores.
En esta Comisión se encuentran indicios de que se ha cometido adulteración de los
resultados de la votación preferencial, pero lamentablemente solo se recomienda
castigar a funcionarios menores, pero no a los peces gordos. El informe en minoría
recomienda solicitar la renuncia del Jefe de la ONPE por haber materializado la conducta
irregular e ilegal que permitió la adulteración del voto preferencial. Se recomienda
también al Consejo Nacional de la Magistratura la destitución de José Portillo, por no
haber cumplido con la ley. También se recomienda remitir todo lo actuado al Ministerio
público para iniciar acciones penales contra candidatos favorecidos, Jefes de las ODPE y
digitadores.
Por supuesto que estas recomendaciones tuvieron oídos sordos en la mayoría congresal.
También podemos apreciar otros cuadros que nos demostrarán la escasa fiscalización que
hubo en el Congreso:
CUADRO 8 Mociones de interpelación
Nº Archivadas/ No
Añ o Admitidas
de Mociones Censuras admitidas
1993 1 1 — —
1994 1 — 1 —
1995 3 — 3 —
1996 8 1 7 —
1997 8 3 5 _
1998 3 1 2 —
1999 7 — 7 —
2000 2 — 2 —
2001 2 — 2 —
TOTAL 35 6 29 —
C U A DR O 9
Invitaciones a ministros
Nº
Añ o Aprobadas Desaprobadas
de Invitaciones
1993 28 7 21
1994 35 1 34
1995 05 1 04
1996 128 1 127
1997 22 2 20
TOTAL 218 12 206
C U A DR O 1 0
Destino de las Mociones de invitación a Ministros
Admitida a debate
Personal/enviado
admisión a debate
Traslado a Tit.
a Ministerios o
Admi t i da a
y rechazada
Retirado/ -
Rechazada
a debate y
Comisiones
Admi t i da
Archivado
aprobada
TOTAL
debate
Añ o
1993 — 07 04 008 01 05 25
1994 03 01 03 020 08 01 36
1995 01 05 02 015 17 02 42
1996 04 01 — 105 03 14 127
1997 49 14 04 113 14 84 278
1998 02 — 03 214 02 190 411
1999 01 — — 101 00 31 133
2000 13 03 01 063 07 29 116
116
TOTAL 73 31 17 639 52 356
8
Hasta una modificación del reglamento en materia de acusaciones llegan a acordar para
asegurar la protección de los operadores de la mafia en otras instancias.
Hay que destacar el rol de Víctor Joy Way en el manejo de toda esta red; él logró ser el
contacto principal entre la mafia y el Congreso, no solo llevando al SIN y corrompiendo a con-
gresistas, a través de la operación «Reclutamiento parlamentario», en la última parte del
régimen, sino a magistrados, empresarios, etc., como lo veremos más adelante. La investi-
gación tendrá que ir precisando el rol de cada uno, pero para lo que buscamos ahora una
visión de conjunto es claro que hubo operadores en el Congreso que aseguraron que no se
investigara ni se sancionara a operadores de la mafia que actuaban en otras instancias.
El tercer objetivo enlaza perfectamente con los anteriores y es clave para consolidar su
dominio sobre la sociedad. El punto de partida para penetrar en el Poder Judicial y los organis-
mos autónomos es el Congreso a través de leyes que conforman comisiones ejecutivas del
Poder Judicial y el Ministerio Público designando desde allí prácticamente «a dedo» a sus
integrantes previamente cooptados por la coalición mafiosa y convertidos en operadores. Se
cuenta además con la tradicional subordinación de las burocracias. Se dieron leyes ad hoc para
copar y manejar las instituciones, lo que se complementó con directivas y acciones precisas.
En el SIN se redactaban sentencias y resoluciones.
Lo veremos examinando una a una las principales instituciones:
Desde el golpe, el fujimorismo tomó el control del Poder Judicial, tras los ceses judiciales
nombró por decreto magistrados provisionales y convocó luego a un Jurado de Honor de la
Magistratura que, aunque la calificación de sus miembros era reconocida, pudo verse luego
también la vinculación de algunos a la peor fase del régimen. Este Jurado nombró a los vocales
supremos, muchos de los cuales venían de designación provisional.
a) Legislación relevante
Tres días después del autogolpe, se dicta el decreto ley 25423 del 8 de abril de 1992, que
cesa a trece vocales supremos; posteriormente por decreto ley 25446 del 23 de abril de 1992
se cesa a 33 vocales superiores y 56 jueces pertenecientes a la Corte Superior de Lima. En el
Callao fueron cesados otros tantos. También se hizo lo mismo en todos los distritos judiciales
del país. La poda hecha por manos dictatoriales es siempre discutible, aunque se reconozca la
corrupción preexistente. Los que se mantienen o ingresan lo hacen en un nuevo contexto,
lleno de límites.
Por decreto legislativo 25447 nombran a vocales provisionales de la Corte Suprema y se les
dan las mismas atribuciones que a los vocales supremos. Entre los vocales provisionales
estaban, entre otros, Blanca Nélida Colán y Alipio Montes de Oca.
6
Congreso de la República. Transcripción de los videos 806 y 807: Montesinos-congresistas C90-NM abril 1998.
Después vendría la ley madre, que le permitirá la influencia total de Montesinos en el Poder
Judicial, nos estamos refiriendo a la ley 26546 aprobada el 16 de noviembre de 1995, que crea
la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial que asumirá temporalmente las funciones de gobierno
y gestión del Poder Judicial. Aquí la mayoría parlamentaria fujimorista y no los miembros de la
Sala Plena del Poder Judicial decidieron qué vocales integrarían la Comisión Ejecutiva. Sus
nombres ya los colocan hoy como operadores de la Mafia. Esa noche intervine planteando una
cuestión previa poblada de preguntas:
El señor Pease García (UPP): [...] Pregunto ¿Por qué la Comisión Ejecutiva debe estar
integrada por los vocales supremos? ¿Por qué esos tres vocales y no otros? ¿Por qué no
los elige directamente la Sala Plena de la Corte Suprema? ¿Por qué el Congreso se tiene
que inmiscuir en esta decisión, señor Presidente? ¿Acaso nosotros como Poder
Legislativo vamos a permitir que el Poder Judicial nombre un Consejo Ejecutivo que
diga qué congresistas deben presidir tales comisiones?7
b) Dinámica de funcionamiento
Recorramos algunas de las conclusiones de la comisión investigadora presidida por el
congresista Fausto Alvarado Dodero sobre la intromisión en el Poder Judicial:
Los integrantes de las Comisiones Ejecutivas del Poder Judicial y del Ministerio Público,
conjunta o individualmente coordinaban directamente las decisiones que interesaban al
régimen fujimorista, con el ex-asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos. La elección
de los representantes del Poder Judicial y el Ministerio Público ante el JNE y el CNM fue
el resultado de la creación de un marco legal ad-hoc contrario a las normas
constitucionales.9
Pero relata también un punto de partida muy significativo para el curso posterior, se refiere a
los días del golpe de 1992:
Por Decreto Ley 25419, además de disponerse la suspensión del despacho judicial por
diez días a nivel nacional se encargó la custodia de la sedes jurisdiccionales y del
Ministerio Público a las FF.AA. y policiales respectivamente [...]. El SIN con toda
libertad, procedió a revisar los archivos del Palacio de Justicia, el corazón del Poder
Judicial del Perú, sustrayendo miles de expedientes que contenían evidencia
incriminatoria para muchas personas adversas al régimen e incluso allegadas al gobier-
no, pero que interesaba tenerlas bajo control y chantaje; lo propio hicieron en el
Ministerio Público de donde, según información periodística, sacaron en camiones un
gran número de archivos. Este operativo delincuencial se cree, proporcionó a
Montesinos una rica fuente de potencial chantaje y la oportunidad de sacar cualquier
información que pudiese resultar dañina para sí mismo o para Alberto Fujimori.10
Mediante el mismo dispositivo también se conformó una comisión evaluadora integrada por
tres vocales de la Corte Suprema para investigar y sancionar conductas funcionales a todos los
magistrados de las distintas instancias, la presidió Luis Serpa Segura (Presidente de la Corte
7
Pease García, Henry. Así se destruyó d Estado de derecho. Op. cit., p. 16.
8
Informe de la Comisión Investigadora de la influencia irregular ejercida durante el gobierno de Alberto Fujimori
Fujimori (1900-2000) sobre el Poder Judicial, Ministerio Público y otros poderes e instituciones del Estado vinculados a
la administración de justicia, p. 6.
9
Ib., p. 7.
10
Ib., p. 15.
Suprema). La comisión investigadora del Congreso señala un núcleo político que condujo la
depuración inicial de jueces:
[...] el grupo estaba liderado por Santiago Fujimori Fujimori, Fernando Vega Santa
Gadea (Ministro de Justicia), el entonces Vocal Superior Felipe Almenara Bryson y Jaime
Yoshiyama Tanaka. El grupo antes señalado fue el que tuvo a su cargo la selección para
el cese de magistrados titulares acusados por sus vinculaciones con el régimen anterior
y además estigmatizados como magistrados corruptos. Fue el mismo grupo el que
seguidamente se encargó de convocar y calificar a los reemplazantes para que
ocuparan el cargo de magistrados provisionales, actos que se produjeron mediante la
expedición de decretos leyes.11
Vladimiro Montesinos Torres sobre el particular en la sesión pública del 25 de abril de 2002 en
la Base Naval manifestó lo siguiente: «Esta tarea la cumplió el señor doctor Santiago Fujimori
Fujimori, el hermano del Presidente. ¿Con quién? Con el apoyo del Ministro de Justicia, don
Fernando Vega Santa Gadea, y con el concurso del entonces Vocal Superior, Felipe Almenara
Bryson».12
La comisión se refiere también al Jurado de Honor de la Magistratura:
El CCD presidido por Jaime Yoshiyama, aprueba un texto sustitutorio del proyecto
presentado por Antero Flores Araoz, que se traduce con la promulgación de la Ley
Constitucional de fecha 12 de marzo de 1993. Se crea así el Jurado de Honor de la
Magistratura [...] conformado por cinco miembros de reconocido prestigio y probidad, lo
conforman: Miguel de Althaus Guarderas, Manuel de la Puente y Lavalle, Jorge Ramírez
Díaz, Fernando de Trazegnies Granda y Guillermo Velaochaga Miranda, el Dr. Luis
Bramont Arias fue nombrado en condición de suplente.13
El Jurado de Honor de la Magistratura tiene como producto haber nombrado a catorce
Vocales Supremos, cinco de los cuales venían ya de ejercer función jurisdiccional como
Vocales Supremos provisionales nombrados mediante Decreto Ley, estos vocales
fueron: Luis Felipe Almenara Bryson, Pedro Ibérico Más, Alipio Montes de Oca Begazo,
Luis Hernán Ortiz Bernardini y Manuel Sánchez Palacios Paiva, tres de los cuales, años
más tarde, se convertirán en portaestandartes y paladines del gobierno de Fujimori.14
Entre las personas nombradas por el Jurado de Honor como Fiscales Supremos
figuran: Blanca Nélida Colán Maguiño, Pedro Pablo Gutiérrez Ferreyra, Miguel Aljovín
Swayne y Nelly Calderón Navarro. [...] Dijo Montesinos Torres a esta Comisión « [...]
que los miembros del Jurado de Honor no fueron nombrados en coordinación entre
Santiago Fujimori con Jaime Yoshiyama y los elegidos fueron antes de designarlos,
porque si había una mayoría antes de nombrarlos los llamaron a uno por uno y les
dijeron bueno, te vamos a nombrar, estas son las condiciones, si estás de acuerdo sí o
no, hay algunos que fueron, no aceptaron, otros que sí aceptaron, y bajo esa cubierta
es que se nombró a una persona de notables, todos eran de estudios de amigos
vinculados, todos Los estudios, acuérdense que está el doctor Trazegnies, esta el doctor
Julio Revilla que era el secretario del Jurado de Honor».15
Las Comisiones Ejecutivas fueron creadas con la finalidad de que el gobierno del Poder
Judicial y del Ministerio Público estuviera en manos de un órgano colegiado que
permitiera y garantizara la solución favorable de cualquier problema que pudiera
presentársele al ejecutivo. Prueba esta afirmación el caso de la acción de amparo
interpuesta por la congresista Martha Chávez para garantizar la reelección de Fujimori,
cuyos resultados fueron efectivamente conforme a lo previsto precisamente por el
11
Ib., p. 21.
12
I d.
13
Ib., p. 29.
14
Ib., p. 33.
15
Ib., p. 34.
manejo del caso desde el SIN a cuyas instalaciones concurrieron los Vocales de la Sala
Constitucional y Social y en donde se redactó la ejecutoria suprema.1616
Desde la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial se crearon las Salas Especializadas en Delitos
Tributarios y Aduaneros:
Cabe destacar los amplios poderes con que contaba esta Primera Sala Penal Transitoria de la
Corte Suprema de Justicia Especializada en Delitos Tributarios y Aduaneros, que a su vez
estaba integrada entre otros por: Alejandro Rodríguez Medrano, José Luis Jerí Durand y Carlos
Saponara Milligan.
El objetivo era político-criminal, según la comisión investigadora, pues se quería obtener el
control en temas en los que el movimiento económico era realmente importante, porque podía
generar importantes ingresos para la red de corrupción, además de tener la posibilidad de
controlar casos con contenido político como arma para presionar o exigir conductas ilícitas a
las partes involucradas.
Los casos trascendentes conocidos y citados por la comisión investigadora son:
Pero también fue clave la creación de las Salas Especializadas de Tranco Ilícito de Drogas:
Fue la necesidad de ejercer un control más directo sobre las mafias que operaban en el
ámbito nacional e internacional los que dieron lugar a la creación de Salas y Juzgados
con competencia nacional. El objetivo criminal, no era otro que el cobro de cupos y la
participación en las ilícitas ganancias que tal actividad generaba. Del mismo modo, se
requería ejercer control sobre la administración de justicia, para garantizar impunidad a
los miembros de la red montesinista vinculados con el narcotráfico.
La Comisión Ejecutiva del Poder Judicial, mediante Resolución Administrativa 097 crea
con el carácter de transitoria, la Corte Superior de Justicia Especializada en Delitos de
Tráfico Ilícito de Drogas con competencia en el territorio Nacional, la presidente de la
Sala la Dra. Inés Villa Bonilla, quien expide la Resolución Administrativa 001-CSJEDTID
que establece dichos Órganos Jurisdiccionales en Cinco Salas Superiores, dieciocho
Juzgados Especializados y Cinco Juzgados Transitorios para conocer las requisitorias.1919
Por Resolución Administrativa Nro. 328-CME-PJ, del 25 de febrero de 1997, se facultó
a la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia para conocer en
última instancia los casos de delitos de Tráfico Ilícito de Drogas, así como crear la Salas
Superiores y Juzgados Especializados en Tráfico Ilícito de Droga con competencia en
territorio nacional. Esta sala estaba integrada por: Alejandro Rodríguez Medrano (Pre-
sidente), Manuel Marull Calvez, José Bacigalupo Hurtado, Nora Oviedo de Alayza e
Ismael Paredes Lozano. Con esta resolución Rodríguez Medrano adquiere
16
lb., p. 41.
17
Ib., p. 58.
18
Ib., p. 60.
19
Ib., p. 61.
preponderancia en todos los procesos referidos al ilícito penal señalado respecto a la
investigación y juzgamiento.20
Algunos casos que vieron estas Salas fueron: «Los Norteños» de los López Paredes.
«Vaticano» Demetrio Chávez Peñaherrera. «Narcoavión presidencial», «Cachique Rivera» «Los
Camellos».21
Otro instrumento clave fueron las Salas Corporativas Transitorias Especializadas en Derecho
Público y en lo Contencioso Administrativo:
Resonaron los nombres de los vocales Muñoz Sarmiento e Infantes Mandujano así como el del
juez Percy Escobar Lino.
A través de esas Salas Fujimori controló todas las acciones de garantía que tenían por
finalidad cuestionar los actos y decisiones del régimen, transgresoras de las garantías
constitucionales de sus opositores y en general de los ciudadanos que buscaban poner
freno a los atropellos flagrantes que por años se venían cometiendo.23
Segundo, porque está jugando para destruir todo lo que hemos formado. El está
buscando ahorita con Eguiguren que corojo termine toda la provisionalidad cuando
nosotros (ininteligible). Mira ve, ¿qué va a pasar con (ininteligible) si tú no tienes los
amigos (ininteligible)? 24
Como podemos apreciar, Montesinos tiene la capacidad de poner o sacar gente de acuerdo a
su criterio y para los fines de perpetuar su poder en el Poder Judicial. Según las investiga-
ciones, es Santiago Fujimori quien coloca al comandante de marina retirado Dellepiani como
cabeza ejecutiva y titular del pliego, y parece que este comienza a independizarse y a nombrar
magistrados que no le son favorables a Montesinos; inclusive este acusa a Dellepiani de
desleal por nombrar a Sergio Salas como presidente de la Corte de Lima; lo que quiere
Montesinos, en resumidas cuentas, es gente que le sea leal, que agache la cabeza, y al parecer
Dellepiani con este nombramiento colmó la paciencia de Montesinos, pero la pregunta que
surge es: ¿Qué hacía un asesor del Servicio de Inteligencia poniendo y sacando a la cabeza de
la Reforma del Poder Judicial? ¿Qué hacía departiendo y planificando asuntos judiciales con
tres vocales supremos?
Y eso no es todo, la subcomisión dictaminadora de la acusación constitucional contra estos
vocales constató que Montesinos le ofrece al Vocal Supremo Montes de Oca diez mil dólares
20
Ib., p. 65.
21
I d.
22
ld.
23
Ib., p. 67.
24
Congreso de la República. Transcripción del video 889: vocales Montes de Oca, L Serpa, y V Castillo (Presidente de
la Corte Suprema) y Montesinos.
adicionales a su sueldo, pasajes y viáticos para viajar a Colombia, y la disposición de un
vehículo blindado para su seguridad, a cambio de que él asumiera la presidencia del Jurado
Nacional de Elecciones en el año 2000.25
Pero hay un tema clave que atraviesa varios órganos autónomos e incide en el Poder Judicial.
El que se refiere al Consejo y la Academia de la Magistratura lo veremos al ocuparnos de esos
órganos, sin embargo, debemos examinar el trasfondo a la alusión hecha hace un momento al
Dr. Eguiguren de la Academia por ese entonces mediante un duro calificativo por intentar los
pasos necesarios para acabar con la provisionalidad. Lo mismo ocurre con otros y en parte con
el mismo Dellepiani. Chocaron con Montesinos porque la provisionalidad era un arma esencial
para su control del Poder Judicial y el Ministerio Público. A la mafia le convenía contar con
jueces y vocales provisionales, por lo menos por dos motivos: los jueces firmes y titulares son
más autónomos y la Constitución eliminó ese nombramiento de las manos del Ejecutivo y el
Legislativo. Y, mientras tanto, a los provisionales los designan las comisiones ejecutivas
controladas por Montesinos. Este busca, pues, impedir que avance la reforma y prolongar los
jueces provisionales. Las pruebas son evidentes, por ejemplo, cuando habla con Montes de
Oca y le comenta que la intervención del Poder Judicial debe de durar hasta el 2005:
El señor MONTESINOS TORRES.' Entonces tienes que poner allí a tu gente, pues,
hermano. Es el Poder Judicial, no la academia (ininteligible).
Entonces, yo he conversado largo con Víctor Raúl, (Castillo, Presidente de la Corte
Suprema) he conversado largo con Serpa y tenemos esos problemas: el problema este
de Dellepiane, y el problema del Jurado. El problema del Jurado puede aguantar una
semana más, lo podemos conversar en el transcurso de esta semana, nos podemos
reunir el día lunes, conversar y ponemos de acuerdo. Entonces, pero ¿qué pasa?
(ininteligible) de Almenara ¿qué cosa es lo que se recomienda? Terminar la reforma,
terminan la Sala Provisional y entre los cojudos nombran a Almenara. ¿Entiendes?
Porque si desaparecen los provisionales, hermano, los titulares van a nombrar a
(ininteligible) porque nosotros no tenemos mayoría allí. Entonces, ¿cuál es nuestro
objetivo? Nosotros tenemos que mantener las salas provisionales (ininteligible).
Este hecho también es confirmado por los extractos del famoso video de fecha 3 de abril de
1998, entre Vladimiro Montesinos y C90NM:27
El Señor Montesinos Torres.- [...] Hemos estado trabajado para que estos dos sean
positivos y todo el planeamiento que se ha hecho con la última ley que se ha dado ha
tenido por finalidad el desarticular la conspiración que se estaba montando para debili-
tar al Poder Judicial, y al debilitar al Poder Judicial concretamente a las Salas Plenas
Provisionales y a los vocales titulares que estaban comprometidos y (de los cuales) (...)
en estos momentos tenemos mayoría tanto en la Sala Plena de la Corte Suprema de la
República, como en la Comisión Ejecutiva del Ministerio Público [...] Mire nosotros
estamos en el año 98 [...] El gobierno, no podemos dejar de reconocer que tenemos un
control del Poder Judicial y del Ministerio Público; teníamos en contra como un ente
político al Consejo Nacional de la Magistratura [...].
25
Véase el informe final de la Subcomisión Investigadora sobre las denuncias interpuestas contra los vocales Alipio
Montes de Oca, Víctor Raúl Castillo y Luis Serpa Segura.
26
Congreso de la República. Transcripción del video 889, vocales con Montesinos.
27
Congreso de la República. Transcripción de los videos 806 y 807: parlamentarios de C90-NM y Montesinos.
¿Qué pasa si perdemos el control del Poder Judicial y del Ministerio Público y tenemos
un Consejo de la Magistratura en contra en esta trayectoria? ¿Qué va a pasar con el
Ejecutivo?... Salgado dice: Nos matan.
Espichan: Nos sacan la mugre. Otro cinco de abril...
Prácticamente Montesinos tenía todo el control, eso también se evidencia en extractos del
vladivideo con los vocales supremos; es increíble cómo los cambia de un lado para el otro
como si fueran meras piezas de un ajedrez maquiavélico y, lo peor de todo, con el
consentimiento de los propios magistrados que nunca objetaron la autoridad de Montesinos:
En esta parte es bueno aclarar que no solamente Montesinos era el dueño de los cargos de
los vocales supremos, sino que también les ordenaba e influía en las decisiones jurisdiccionales
que ellos debían de tomar. El ejemplo más claro se desprende del diálogo entre Montesinos y
el vocal supremo Jaime Beltrán Quiroga, Montesinos le indica que tiene que resolver a favor de
una empresa norteamericana en un litigio con una empresa francesa por un asunto de
Segundad Nacional, pero no solo eso, además le ofrece un cargo mayor en la Corte Suprema:
[...] Montesinos.- Anoche el Presidente quiso hablar con Ud., le estuvimos esperando
casi hasta las tres de la mañana. Jaime.- Ah, no sabía...
Montesinos.- Sí, justamente le preocupa el tema que hoy se ha visto, él estuvo acá
sumamente interesado en la solución de este problema, porque la controversia esta del
Bordelmar, se convierte en un problema de Estado, hay un promedio de dos países, y
un tercer país, que es Estados Unidos, Francia, y el Perú y esto a su vez por dos
empresas y los dos gobiernos están interesados en la solución de este litigio, como
gobierno peruano estamos en medio de este problema, por que EEUU es garante del
Protocolo de Río de Janeiro, y el Perú, en la situación de crisis que estamos con el
Ecuador, nos conviene, como estado, que ese garante no ocasione conflictos,
esperamos llegar el 30 a la firma de un acuerdo con el Ecuador, los EEUU, están
presionando por ese lado.
28
Congreso de la República. Transcripción video 889: vocales con Montesinos.
Montesinos.- Me alegra reencontrarme con un antiguo compañero. ¿Cómo son las
cosas, no?, tú sabes que yo tengo mucha amistad con Víctor Raúl Castillo, Luis Serpa,
Montes de Oca y cuando hay problemas para integrar las Salas, a quien llamaba para
poner a la gente de confianza era a Víctor Raúl Castillo, yo no imaginaba que estabas
en el Poder Judicial, porque si no, hubieras sido de los primeros en subir [...].29
La figura clave en este caso es la señorita Blanca Nélida Colán, nombrada por poco tiempo
vocal suprema provisional y casi de inmediato designada Fiscal Suprema y luego Fiscal de la
Nación. Las leyes se hicieron a su medida, más de una vez y fue una operadora fiel de la
coalición mafiosa. Sus declaraciones no solo defendían sistemáticamente al gobierno sino saca-
ban la cara -literalmente- por Montesinos. Con descaro no quiso ver lo que era evidente en el
Caso Cantuta y en las denuncias que se hicieron contra Montesinos. Concentró todo el poder
en el Ministerio Público pero obedeció fielmente los dictados de Montesinos. Se le cuestionó por
la adquisición de una residencia desproporcionada frente a sus ingresos y con un crédito en
condiciones muy difíciles de obtener. Nos acostumbró con su lánguida voz a escuchar
razonamientos absurdos para justificar lo injustificable, y hoy medita en el penal San Jorge su
experiencia como operadora de la mafia.
a) Legislación relevante
Con el autogolpe se cesó al Fiscal de la Nación Pedro Méndez Jurado con el decreto ley
25425. La poda incluyó a fiscales superiores y provinciales en todo el país. Luego se puso
básicamente gente incondicional. Por medio de los decretos leyes 25505 y 25506 se nombra a
Blanca Nélida Colán como Fiscal de la Nación, así como a Fiscales Supremos provisionales. El
Jurado de Honor de la Magistratura ratificó básicamente este último nivel.
La ley de intervención total se dio el 18 de junio de 1996, ley 26623, mediante la cual se crea
el Consejo de Coordinación Judicial, pero en las disposiciones transitorias de la referida norma
se crea la Comisión Ejecutiva del Ministerio Público; por ley 27009 se prorroga la vigencia de
esta comisión hasta el 31 de diciembre del año 2000. Allí, como en el caso del 304
Poder Judicial, se concentró el poder en la Comisión Ejecutiva, siempre presidida por la
señorita Colán.
La ley concentró el poder en la Comisión Ejecutiva cuya presidencia siempre ejerció la Srta.
Colán. Por eso, cuando el 20 de enero de 1997 el Fiscal Miguel Aljovín asumió la Fiscalia de la
Nación, sus facultades se encontraban recortadas al máximo. Había una aparente pugna entre
ambos pero, como se comprobó después/Aljovín también articuló con Montesinos y se con-
virtió en un operador alterno de la mafia en el Ministerio público.
b) Dinámica de funcionamiento
Presentamos primero algunas de las conclusiones a las que arribó la Subcomisión
investigadora de la denuncia constitucional 12 contra la ex-Fiscal de la Nación, acusada por
encubrimiento, retardo de justicia y enriquecimiento ilícito:
1. Se ha acreditado que hay indicios suficientes para poder señalar que la doctora
Blanca Nélida Colán Maguiño, si bien no era la fiscal encargada de la investigación a
Vladimiro Montesinos, presionó a la Fiscal Nina Rodríguez Flores, a fin de sustraer al ex
asesor presidencial de la Justicia Peruana, y ayudar con tal hecho a su fuga [...].
2. Se ha determinado que al existir versiones encontradas sobre las veces de la
concurrencia de la doctora Blanca Nélida Colán al local del Servicio de Inteligencia
Nacional (SIN), el acercamiento y grado de amistad con Vladimiro Montesinos se
presume la comisión del delito de falsedad genérica.
3. Finalmente se ha determinado que la cercanía entre la doctora Blanca Nélida Colán
y Vladimiro Montesinos tanto laboral como personal, hay indicios razonables de la
comisión del delito de Omisión de Denuncia,
29
Congreso de la República. Transcripción del video 892: Montesinos-Dr. Jaime.
4. Se ha logrado determinar que la señorita Blanca Nélida Colán no pudo en
septiembre de 1998, ni podría actualmente ser prestataria de un crédito de US$
250000, por su falta de capacidad de pago sumado a la edad [....]3030
La congresista Mellado: [...] Se nos vienen tiempos un poco difíciles porque, en primer
lugar, se van a querer aprovechar este vacío; y, en segundo lugar, porque están
generando un tema que es muy importante y que va a ser importante en el futuro. Es
el problema del no reconocimiento por Aljovín de la antigüedad de los tres fiscales que
han sido nombrados por la Dra. Blanca Nélida Colón a través del órgano competente del
Ministerio Público.
A lo que Montesinos responde: [...] Muy bien. Entonces, ¿cómo han visto la actitud de
firmeza del Congreso en el sentido de que hemos conjurado el tema del Poder Judicial,
la conspiración a dónde se vuelca?, la conspiración se vuelca al Ministerio Público. ¿Por
qué? Porque en el Ministerio Público la Junta de Fiscales Supremos está nombrada por
tres que son negativos y que tres que son positivos pero el fiscal de la Nación tiene voto
dirimente, él va a poner el representante del Ministerio Público ante el jurado (Nacional
de Elecciones) y nosotros tendríamos solamente uno con lo cual todo lo que hemos
hecho se nos va al agua [...]. Para lograr invertir esa correlación de fuerzas se pensó, y
por eso es que se diseñó la ley correspondiente que salió el año pasado, que se le dio
facultades a la Comisión Ejecutiva del Ministerio Público de designar fiscales supremos
provisionales que se requieran para la descarga y la desconcentración procesal [...].
Entonces como la Corte Suprema tiene tres salas civiles lo que se ha hecho
simplemente es, aplicando la ley que se diseñó, seis o siete meses atrás. Dentro de este
planeamiento que se estaba haciendo, era de incrementar de tres que tenemos
nosotros a tres más, para tener nosotros en la Junta de Fiscales Supremos seis
personas [...] Entonces con seis personas, nosotros tenemos garantizado dos cosas: el
nombramiento del representante del Ministerio Público ante el Consejo Nacional de la
Magistratura, que ya está instalado con cinco miembros, o sea ya tiene quorum, pero
falta el delegado del Ministerio Público que tiene que ser nombrado por la Junta de
Fiscales. Y el segundo aspecto es la designación del representante del Jurado Nacional
de Elecciones. En este momento con los seis fiscales supremos nosotros tenemos
30
La investigación completa se puede ver en el informe de la Subcomisión de la Comisión Permanente que investigó
estos casos en la denuncia contra Blanca Nélida Colán y que la presidió la congresista Patricia Donayre.
garantizado tanto el nombramiento al Consejo como ante el Jurado Nacional de Elec-
ciones.
Desplazaron el poder administrativo, que designa fiscales provisionales y que crea las plazas
a la Comisión Ejecutiva que seguía presidiendo Colán a pesar de haber dejado el cargo de
Fiscal de la Nación. Aljovín presidía, entre sus pocas funciones, la Junta de Fiscales Supremos
y con este cambio ya no podría dirimir en la elección de representantes ante el Consejo de la
Magistratura y el clave Jurado Nacional de Elecciones. Se ve aquí el manejo directo que realiza
la dupla mafiosa.
a) Legislación relevante
Primero se dicta la ley 26696 que modificó la 26397, ley orgánica del CNM, en cuya virtud se
amplían los requisitos para el nombramiento de jueces y vocales titulares y se suspenden los
procesos de selección respectivos hasta que los postulantes pasen por el curso de formación
que supuestamente iba a realizar la Academia de la Magistratura. A simple vista pareciera que
era lo adecuado y correcto, pero detrás de esa idea se hallaba el hecho de dilatar el
nombramiento de jueces titulares y, así, mantener más tiempo a jueces y fiscales provisiona-
les, designados por las comisiones ejecutivas que controlaban operadores de la coalición
mafiosa.
Finalmente se halla la ley 26933 del 11 de marzo de 1988, que impide sancionar a los jueces
y fiscales. Estas atribuciones se centran en la Oficina de Control Interno del Poder judicial o en
la Fiscalia Suprema de Control Interno del Ministerio Público, copada por adictos al régimen.
Convertida en una institución inoperante, los miembros titulares del CNM renuncian
dignamente el 13 de marzo de 1998.
b) Dinámica de funcionamiento
Pero, ¿cómo funcionaba el Consejo Nacional de la Magistratura? La respuesta es simple: no
funcionaba. Los suplentes recompusieron el Consejo, trataron de recuperar algunas
atribuciones sin mucho éxito. Realizaron algunas labores administrativas y organizaron algunos
cursos de capacitación para jueces y fiscales en coordinación con la Academia de la
Magistratura. En este caso la interferencia básica fue la ley que cerró el círculo: la coalición
mafiosa optó por la provisionalidad ante un texto constitucional que no le convenía.
a) Legislación relevante
Hasta las elecciones de 1992, el JNE fue La autoridad suprema en materia electoral, pero a
partir de La Constitución de 1993, tiene a su cargo la fiscalización de La Legalidad del ejercicio
del sufragio y de la realización de los procesos electorales, así como la administración de
justicia electoral; mientras que la ONPE se encarga de organizar los procesos electorales y el
RENIEC mantiene actualizado el padrón electoral.
Para las elecciones de 1995 se posterga la vigencia de los preceptos constitucionales con la
ley 26304, que dispuso que el JNE conduzca dicho proceso electoral, aun cuando se debía
cumplir las reglas de la nueva Constitución para la conformación del JNE, Según Rafael
Roncagliolo,31 estas reglas de conformación del JNE habrían asegurado la interferencia del
poder político.32
La ley orgánica del JNE, ley 26486, y las respectivas leyes de la ONPE y el RENIEC
desarrollaron las atribuciones de dichos organismos, aunque con dificultades que revelaron la
incoherencia del tríptico electoral. Se tuvo que promulgar la ley 26533, a fin de establecer las
normas presupuéstales del sistema electoral y los casos en los que el JNE debería resolver de
manera definitiva los recursos contra resoluciones de los otros dos organismos. También la ley
26591 precisa funciones del JNE y de la ONPE, así como la intervención del Tribunal Constitu-
cional en una demanda de contienda de competencias.
La Ley General de Elecciones, 26859, tuvo dentro de sus principales alcances la continuidad
del Distrito Nacional Único, y estableció un tope para la inscripción de los partidos políticos,
normas que en la discusión parlamentaria la mayoría no quiso cambiar. Para flexibilizar sobre
todo el tope impuesto a los partidos, con obvia intención de reducir el número de competidores
que enfrentaría Fujimori, mi propuesta consistía en la implementación de un Distrito electoral
mixto con prioridad del Distrito Múltiple.
También se encuentra la ley que amplía el plazo de intervención de universidades nacionales,
ley 26880, con el evidente objetivo de que se eligiera un delegado de las universidades
nacionales ante el JNE afín al gobierno; dado que había comisiones interventoras en dichas
universidades, era muy fácil manipular elecciones.
Las reglas de conformación del JNE permitieron que el control que el Ejecutivo ejercía sobre el
Poder Judicial y el Ministerio Público se extendiese también sobre él. La ley 26898, que ya la
tratamos cuando vimos el Poder Judicial, conviene mencionarla aquí nuevamente, pues se le
otorgan facultades de voto a los magistrados provisionales precisamente para que entre todos
ellos, más Los titulares, nombren a los delegados tanto del Poder Judicial como del Ministerio
Público, seguramente el voto de los provisionales fue decisivo para colocar a Serpa y Bringas
como delegados de estos poderes.
Por último, mencionemos la ley 26954, por la que se exige el voto de cuatro de los cinco
miembros del JNE para aceptar cualquier denegación de inscripción, impugnaciones y tachas;
asegura el control absoluto sobre el JNE desde el Ejecutivo (que intervenía en la elección de
dos de los cinco miembros del JNE).
b) Dinámica de funcionamiento
Pero, ¿cómo se controla el JNE?: teniendo bajo control el Poder Judicial y el Ministerio Público
con vocales y fiscales supremos Provisionales, y varios de ellos operadores directos de la
coalición mañosa, tenían bajo control dos de los cinco votos, presidencia incluida en ellos. Para
el resto fue la coima, la prebenda y las granjerías del poder.
El ya citado video Montesinos C90 NM muestra claramente estas afirmaciones. Un primer
punto que se trata en esta reunión es el referente a la actuación del ex Fiscal de la Nación,
Miguel Aljovín, en el asunto del cuestionamiento de tres fiscales que han sido nombrados por
Blanca Nélida Colán. Montesinos alega que es un problema de carácter político, textualmente
se percibe la manipulación y el control que ya se ejercía sobre el Poder Judicial, Ministerio
Público y Jurado Nacional de Elecciones:
31
Roncagliolo, Rafael. Nota sobre la captura del Sistema Electoral bajo d Régimen de Fujimori y Montesinos. Informe
para la PCM. Lima: 2001. También se puede revisar el capítulo sobre elecciones en: Ames, Rolando y otros. Situación
de la democracia en el Perú (2000-2001). Lima: PUCP 2001.
32
El cambio de una conformación anterior en la cual había mayoritaria participación de ciudadanos que no eran
funcionarios públicos (5 de 7), hacia una conformación en la cual tres de sus cinco miembros sean funcionarios
públicos provenientes de instituciones expuestas a la interferencia política del gobierno: Poder Judicial, Ministerio
Público y universidades estatales.
dos sean positivos3333 y todo el planteamiento que se ha hecho con la última ley que se
ha dado ha tenido por finalidad el desarticular la conspiración que se estaba montando
para debilitar al Poder Judicial, y al debilitar al Poder Judicial concretamente a las salas
plenas provisionales y a los vocales titulares que estaban comprometidos y de la cual en
estos momentos tenemos mayoría tanto en la Sala Plena de la Corte Suprema de la
República como en la Comisión Ejecutiva del Ministerio Público.34
Pero Montesinos logró controlar más de dos votos. El mismo menciona que está trabajando
para que otros dos se sumen a la causa; evidentemente se refiere a Rómulo Muñoz Arce y
Walter Hernández Canelo, representantes del Colegio de Abogados de Lima y de las
universidades privadas respectivamente.
La participación de Muñoz Arce y Hernández Canelo se hace evidente cuando uno escucha la
cinta de audio 1196 en la que participan Montesinos, Joy Way, Luis Serpa y Carlos Bringas, en
donde Montesinos y Joy Way tratan de convencer a Serpa para que presente un proyecto de
resolución en coordinación con Muñoz Arce y Hernández Canelo a fin de frustrar la realización
del referéndum orientado a impedir la reelección presidencial. Todo esto con la bendición de
Joy Way quien aseguraba impunidad ante cualquier denuncia constitucional que pudiera surgir
de ello, por eso se dijo que este era uno de los principales operadores de la mafia en el
Congreso.
Además del audio mencionado, en el video ya citado antes se puede apreciar que Montesinos
discute todo esto ante miembros del Congreso. La mayoría congresal sabía de estas
manipulaciones, sabía que había un control efectivo sobre el poder judicial y los otros órganos
del Estado, pero no hicieron nada, por el contrario, ayudaron y colaboraron de manera cóm-
plice con estos dictados a tal extremo que en la discusión se plantea la modificación del propio
reglamento del Congreso para facilitarles el archivo de estos casos que iban a tratarlos,
eliminando trámites de subcomisiones, etc., para ganar tiempo y que el marco jurídico
adecuado esté en orden para los dictados de la mafia. Otra muestra de eso es la intervención
de Carmen Lozada de Gamboa cuando dice: «Una pregunta, ¿la idea es entonces de que estos
procesos de denuncia que se presenta sea visto inmediatamente?», y Montesinos le responde:
«Y rechazado de plano»; Lozada de Gamboa repite: «Rechazado de plano».35
Mucho más habrá que investigar sobre cada uno de los procesos electorales y las denuncias
reiteradas de fraude. Solo con mecanismos que pongan el control en manos de la sociedad civil
estas cosas podrán detectarse a tiempo. En la década las denuncias no han tenido gran
capacidad de documentarse por la falta de transparencia inherente al régimen. Pero se ha visto
cómo el control de los organismos electorales par-tío del propio diseño constitucional. Un títere
como Portillo en la ONPE era fácil de manejar y un jurado cuya composición dependía de
órganos bajo directo control de la mafia actuó en la misma dirección.
a) Legislación relevante
El Tribunal Constitucional se inicia con la vigencia de la Constitución de 1993, su antecedente
más inmediato fue el Tribunal de Garantías Constitucionales estipulado en la Carta de 1979. La
ley orgánica del Tribunal solo se promulgó en 1995 (Ley 26435) y es recién en junio de 1996
33
Ahora sabemos lo mucho que trabajaba Montesinos para que esos miembros estén a favor mediante la coima y las
prebendas.
34
Extracto sacado del video 806: parlamentarios de NM C-90 y Montesinos.
35
I b.
cuando el Congreso completó los magistrados del Tribunal: Ricardo Nugent, Guillermo Rey
Terry, Delia Revoredo, José García Marcelo, Guillermo Díaz Valverde, Manuel Aguirre Roca y
Francisco Acosta Sánchez.
La ley orgánica del Tribunal contenía una absurda norma que establecía que para declarar la
inconstitucionalidad de una norma se necesitaban seis votos de los siete integrantes. Con esto,
el tribunal estaba atado de manos, muchas leyes abiertamente inconstitucionales como las de
creación de las Comisiones Ejecutivas del Poder Judicial y del Ministerio Público pudieron pasar
tranquilamente porque en el tribunal había dos conocidos fujimorístas: García Marcelo y Acosta
Sánchez, entonces nunca se llegan a tener seis votos que afecten a la coalición mañosa.
b) Dinámica de funcionamiento
Pero el comienzo del fin tuvo lugar cuando el 16 de enero de 1997 el Tribunal expidió una
sentencia con el voto de tres de sus siete magistrados, declarando la inaplicabilidad de la ley
26657, Ley de Interpretación Auténtica, por la cual se permitía una tercera postulación a
Fujimori. El oficialismo montó en cólera y, utilizando una comisión investigadora propuesta por
la oposición, la convierte en una comisión para denunciarlos, los defenestró del cargo por
tremendo atrevimiento; el cargo fue usurpación de funciones.
Tras un amplio debate la destitución se hizo para que en todos los órganos autónomos se
entendiera cuál sería el destino de los que se rebelaran. Los jóvenes que parecían dormidos
desde 1990 salieron a defender al Tribunal en nombre de la democracia y la legalidad.36
No solamente fue una venganza, también fue una advertencia:
¿Por qué acusan? Simplemente porque están dispuestos a no tolerar que nadie pueda vivir
discrepando de ustedes. ¿Qué magistrado se va a atrever a contradecir al Congreso si este
puede condenarlos y destituirlos sin que esté tipificada la infracción constitucional, como
claramente se ha demostrado? ¿Qué Tribunal Constitucional, cuya tarea es contradecir al
Congreso cuando una ley es inconstitucional, se va a atrever a ir contra un Congreso que, sin
ley previa que tipifique la infracción, pueda sacarlos por diez años del ejercicio de la función
pública? Y viendo ayer el canal 2, me preguntaba: ¿qué empresario se va a atrever a defender
un derecho humano, a denunciar una tortura, si va a terminar como el dueño de Frecuencia
Latina?37
Brevemente, indicaremos las conclusiones a las que arribó la comisión investigadora a raíz de
las denuncias presentadas por Delia Revoredo sobre sustracción de documentos, actos de
presión contra el Tribunal Constitucional (hay que acordarse de la carta notarial presentada
cínicamente por 40 congresistas de Cambio 90-Nueva Mayoría donde se requería, bajo
amenaza de acción de cumplimiento, que el Tribunal emita sentencia que no contenga ninguna
declaración de inaplicabilidad; este en efecto se pronunció por la inaplicabilidad de la ley de
interpretación auténtica), así como irregularidades advertidas en el funcionamiento del
Tribunal.
Conclusiones en mayoría:
Los magistrados Manuel Aguirre Roca, Guillermo Rey Terry y Delia Revoredo Marsano
de Mur han infringido la Constitución al tomar para sus facultades que corresponden al
Tribunal Constitucional conforme al Art. 201 de la Constitución, por los siguientes
hechos:
a.- Presentar una simple ponencia como si fuera una sentencia ya discutida y
aprobada por el Pleno del Tribunal Constitucional. Especial responsabilidad le
corresponde al Magistrado Guillermo Rey Terry quien elaboró el Acta de Entrega, en la
que intencionalmente denominó sentencia lo que era solo una ponencia.
b.- Solo los magistrados Aguirre Roca, Rey Terry y Revoredo Marsano emitieron una
resolución en nombre del Tribunal Constitucional, el 21 de enero de 1997, sobre el
recurso de aclaración presentado por el Colegio de Abogados de Lima, sin que este
haya sido materia de convocatorio y deliberación en el Pleno, y menos de aprobación
con el quorum y la mayoría previstos por la ley.
36
Pease García, Henry. Así se destruyó el Estado de Derecho. Op. cit., p.51. Dije en el Congreso, en una intervención
de la madrugada del 29 de mayo de 1997: «Hoy día han consumado su venganza: los tres que votaron contra la
reelección de Fujimori ya han sido destituidos, y ustedes pueden ir concentos con sus tres cabezas a ponerlas a los
pies de Fujimori o a los pies de Montesinos o a los de quien, tras el trono, tenga que haberles dado la orden».
37
Op. cit., p. 47- 316
c.- El magistrado Ricardo Nugent López Chávez también ha infringido la Constitución al
facilitar la actuación ilegal de los Magistrados Manuel Aguirre Roca, Guillermo Rey Terry
y Delia Revoredo Marsano de Mur, por no convocar al Pleno del Tribunal Constitucional
para resolver el recurso de aclaración presentado por el Colegio de Abogados de Lima y
justificar la infracción constitucional, una vez cometidas por dichos magistrados, en
lugar de adoptar las medidas rectificatorias que le fueron solicitadas por los otros
Magistrados. En consecuencia: La Comisión denuncia constitucionalmente a los
magistrados Manuel Aguirre Roca, Guillermo Rey Terry y Delia Revoredo Marsano de
Mur por infracción del Artículo 201 de la Constitución, debido a los hechos que se
refieren los numerales 1 y 2 que anteceden, conforme a lo previsto en el artículo 88 del
Reglamento del Congreso y en los artículos 99 y 100 de la Constitución. Debe por lo
tanto enviarse la presente denuncia constitucional a la Comisión Permanente del
Congreso.
También hubo dos dictámenes en minoría: el del congresista Javier Alva Orlandini y el del
congresista Gustavo Mohme Llona quienes exculparon a los magistrados y más bien encontra-
ron inconductas en los magistrados García Marcelo y Acosta Sánchez, y responsabilidad
constitucional y delictuosa en los congresistas que firmaron la carta notarial, pero como siem-
pre la minoría no fue escuchada y se formo una subcomisión para informar la denuncia
constitucional planteada por la comisión investigadora; dicha subcomisión, que estaba presidi-
da por Luz Salgado, en sus conclusiones señala:
Los miembros de la subcomisión que suscriben opinan que existe mérito para proponer
que la comisión permanente formule acusación constitucional ante el pleno del
Congreso contra los magistrados Ricardo Nugent López Chávez, Manuel Aguirre Roca,
Guillermo Rey Terry y Delia Revoredo Marsano de Mur, por haber infringido la
Constitución. [...]. Se deja constancia de que el presente informe no se refiere a
ninguna sentencia del Tribunal Constitucional, ni a opiniones o votos de sus
magistrados.
Tras este recorrido que muestra la manipulación de las instituciones públicas que son claves
en el reparto y control del poder político, veamos cómo opera la coalición dominante a través
de estas y otras más. No hemos revisado la Contraloría General de la República porque esta
institución no es autónoma por definición y así ha actuado en esta y anteriores oportunidades.
El Contralor es designado por el Congreso a propuesta del Presidente de la República. Nadie
puede fiscalizarse a sí mismo y, mientras no cambie el sistema, su rol será de poca monta. No
era ese el punto de partida en el resto de las entidades y por eso hemos examinado cómo
fueron capturadas una a una por los operadores políticos que en la caracterización hemos
ubicado en el cuarto círculo.
Militares y policías forman parte del primer círculo, aquel que, tras la recomposición inicial
que realizaron Fujimori y Montesinos, los acompañó desde el 5 de abril de 1992. Encabezados
por los tres comandantes generales y el director de la Policía Nacional, forman parte de este
círculo un número importante de generales y almirantes; en total, ostentaban este grado no
menos de 300 oficiales a la vez, número desmedido para las necesidades institucionales, pero
obviamente no todos llegaban a la cúspide y muchos fueron desplazados, postergados o
pasados al retiro. Los ascensos y pases al retiro, así como las designaciones a cargos
importantes, intermedios o calificados como «hueseros», eran decisión de los comandantes
generales, sin embargo, los videos muestran la intervención de Montesinos en este tema. En
uno de ellos discute, por ejemplo, con los comandantes generales de la Marina y Aviación
sobre los ascensos que se vienen y presiona a este último. En las transcripciones de los videos
podemos encontrar más referencias.38
El tema de los ascensos es crucial porque en la cultura militar cada grado, en particular los
más altos, confiere bastante más que un status. Toda la carrera centra su sentido en el as-
censo, el pase al retiro casi siempre significa dejar de ser alguien importante, incluso en el
círculo de amistades. Como, progresivamente, los militares han ido realizando entre sí casi
todas las dimensiones de su vida viviendas, colegios, supermercados, clubes, etc. el impacto
es decisivo. Lo es más cuando sus sueldos han ido cayendo hasta niveles ridículos y se
compensan con vales de gasolina que se vendían y servicios que pueden ser suspendidos y
convierten en indigente al afectado.
Cuando las investigaciones del Congreso muestran a los generales de la promoción
Montesinos con cuentas que en muchos casos superan el millón de dólares, no hay duda que
se extendió la corrupción bastante más allá de los comandantes generales hoy presos. No
puede decirse, sin embargo, que la extensión fuera masiva. La subordinación se maneja con el
chantaje de la carrera en sí misma llegar o no a general, llegar a divisionario, mandar una
región o desempeñar un comando importante. En esta década se agregó una prebenda
preciada: agregadurías en número creciente en el extranjero, que se concedían incluso a
generales por retirarse o ya retirados, sean como compensación o como destierro dorado, y en
algunos casos para alejar por temor a un general o almirante que no parece estar dispuesto a
aceptarlo todo y que, por prestigio, no se le puede sacar de carrera.
La lista es grande y combina como mínimo el silencio y la subordinación llegando hasta la
participación directa en decisiones políticas como las campañas contra partidos y líderes y en
actos de corrupción que han llevado a varios a la cárcel. Pero el manejo es más complejo. Los
videos de Montesinos nos han mostrado a generales y almirantes, coroneles y capitanes de
navío firmando una verdadera «acta de sujeción», que a finales de la dictadura hizo a esos
oficiales que en 1992 podían ser de mucho menos grado y responsabilidad corresponsables del
golpe de Estado. En sucesivos videos en los que aparecen firmando ante el Ministro de
Defensa, el Jefe del SIN y los comandantes generales, se reiteraron los argumentos del golpe,
y su responsabilidad la asumieron solidariamente todos cinco años después de ocurrido-,
pretendieron como verdad que la decisión del 5 de abril fuera unánimemente respaldada por
las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y los estamentos que confirman el Sistema de Inte-
ligencia Nacional. Siempre que los militares han hecho referencia a su acción política como
acción institucional han pretendido la unanimidad. La «unidad de la Fuerza Armada» era un
lema que el general Velasco repetía en cada discurso, no obstante, quedó demostrado que tal
férrea unidad no existió ni en el momento del golpe ni en los años que siguieron. La lucha de
tendencias comprobó la hipótesis central de la investigación que terminó publicada bajo el
título de El ocaso del poder oligárquico, ya citado.
Para buscar la unidad de las Fuerzas Armadas se recurre siempre al enemigo común que no
es solamente en esta época el terrorismo ya derrotado, sino todo aquel que reclame o cues-
tione lo hecho por el gobierno, en particular por defensa de los derechos humanos. Se les
recuerda a los oficiales firmantes que el gobierno ha dado la ley 26479 la famosa ley de amnis-
tía que consagró la impunidad y como quien hizo lo que los oficiales reclamaban se les
recuerda en el discurso que se declaró el olvido y se prohibió investigar a todo el personal
militar, policial o civil denunciado desde 1980 por hechos derivados u originarios con ocasión o
como consecuencia de la lucha contra el terrorismo. Les advierten sobre sus «enemigos» que
defendiendo derechos humanos proponen las autodenominadas «comisiones de la verdad». No
conformes con esta pretensión de igualarlos con quienes delinquieron generalizando la
responsabilidad, pretenden forzarlos a defender como una sola cosa a cualquiera que sea
cuestionado por violar derechos humanos o por participar en el golpe o por los actos del
gobierno fujimorista:
38
Congreso de la República. Transcripción del video 1795; Generales Villanueva,
Bello, Almte. Ibárcena, Sr. Winter y Montesinos.
sucedan en el futuro, a la defensa irrestricta de dicho miembro de manera institucional;
en tal sentido el presente acuerdo constituye un compromiso de honor y, como tal, una
obligación con carácter imperativo de cuyo cumplimiento ningún mando podrá
sustraerse.
Y como si nada agregan: «[...] el incumplimiento del presente acuerdo acarreará para el
infractor, no solo el rechazo unánime de su institución, sino la sanción disciplinaria correspon-
diente y el sometimiento a una corte de honor y el decoro militar[...]».39
Hoy, que casi todos los que encabezaban estas reuniones están presos, puede parecer este
texto una ironía pero su poder persuasivo fue grande. Solo un oficial expresó desacuerdo o
resistencia y de manera cobarde: puso una firma falsa y lo enviaron de retiro. Es que una
noción de subordinación que olvida que no puede haber obediencia debida contra la Cons-
titución y la ley, no solo es incompatible con la democracia. Lo es también con los derechos
humanos más elementales de estas personas y a eso no se puede renunciar. La pretensión de
los autores de este documento fue enfrentar a los jefes que los seguirían con los que ya
estaban en retiro y criticaban como ciudadanos lo que pasaba en sus instituciones.
Es conocido el peso que tuvo Montesinos en el Ministerio del Interior y la Policía, y la forma
en que desde esta se actuó en varias de las acciones mañosas. Es obvio que este círculo
poseía funciones especializadas, pero en la cúpula comandantes generales, director de la
Policía y algunos generales más la intervención en política es mayor. Con ellos trata Mon-
tesinos sobre el manejo de los medios de comunicación, sobre acciones políticas contra
adversarios, sobre adquisiciones militares, sobre la campaña electoral, la recolección de fondos
para Perú 2000 e incluso sobre la alternativa de reemplazo de Fujimori por Boloña.40
El segundo círculo de la coalición dominante está formado por grandes empresarios y es obvio
que la investigación tendrá que ir precisando y personificando esta relación. Hemos hecho
referencia a los grandes grupos empresariales conocidos desde Enes de los 80 como «Los doce
apóstoles de la economía» y hemos enfatizado la prioridad de que gozaron banqueros y
mineros en la política del gobierno. Ciertamente, Dionisio Romero, la cabeza del grupo que
incluye al Banco de Crédito, ha quedado identificado en uno de los videos donde con des-
parpajo pretendía una reforma constitucional para que Fujimori fuera reelegido a pesar de que
de sus palabras se deduce un diagnóstico adverso, pues piensa que no lo será si no se elimina
la segunda vuelta.
Se muestra en un video al primer banquero del país conversando con Montesinos y los
comandantes generales y el director de la Policía. Como debe haber ocurrido desde bastante
antes, pues Romero pesa mucho desde los tiempos en que aceptó la reforma agraria de
Velasco y usó hábilmente la ley reinvirtiendo en industria y cuajando como grupo económico
después. Montesinos y los militares se presentan como la comunidad del sistema de defensa
nacional, férreamente unida y le dicen que es «la primera persona con la que nos entre-
vistamos». Es tal la confianza que le explican sus dos opciones electorales alternativas, y
Romero apoya decididamente la carta de Fujimori reclamándoles que eliminen la segunda
vuelta.41 No es imaginable que las relaciones fueran solo en materia política electoral, lo que
ocurre es que las filmaciones se realizaban básicamente en el SIN, pero se ha procesado al
banquero por tráfico de influencias y es indudable la relación habida en la década y no solo a
este nivel.
La CONFIEP y los diferentes gremios empresariales han tenido una estrecha relación con el
gobierno de Fujimori, y no solo como parte de su función gremial. Uno de sus Presidentes
terminó de longevo ministro de economía Jorge Carnet- y fue clave en el devenir de las
relaciones del gobierno con los empresarios. Sucesivos líderes de estos han apoyado la política
económica del fujimorismo que aún con discrepancias puntuales siguen defendiendo hasta hoy
apasionadamente. Ya hemos explicado cómo desde inicios de la década los unió un programa
económico bajo el amparo del Consenso de Washington, pero en estas relaciones mandan las
medidas puntuales que corresponden a intereses concretos. Por eso, es importante recoger,
por ejemplo, algunas de las conclusiones del informe de la comisión investigadora sobre los
39
Congreso de la República. Transcripción de los videos 1369-1430: Generales Salazar Monroe, Villanueva, Saucedo,
Bello, Dianderas, Almirantes Ibárcena y Rosas. También son parte de este video las otras referencias que sin cita
expresa desarrollo en este punto resumiendo su contenido.
40
Congreso de la República. Transcripción de los videos 1792, 1795 y otros.
41
Congreso de la República. Transcripción de los videos 1574 y 1575 Montesinos, Dionisio Romero, Generales
Saucedo, Dianderas, Villanueva y Bello. Alm. Ibárcena. 14 de junio de 1999.
delitos económico financieros cometidos entre 1990-2001, presidida por el congresista Javier
Diez Canseco Cisneros, que pueden ser relevantes en esta relación:
7- La reducción del rol del Estado en la economía tuvo un paso importante con la
privatización de las empresas Hierro Perú y Aeroperú, que representaban una
importante carga financiera para el Estado. Luego, en el año 1993, la entrada de Jorge
Carnet al MEF priorizó la entrega de beneficios extraordinarios a algunos grupos
económicos vinculados al régimen, en desmedro de las reformas de segunda generación
que básicamente debían emprenderse en la SUNAT y en la conformación de los
principales órganos de regulación que deberían nacer a la par de la privatización. Las
reformas de segunda generación eran parte importante del modelo ortodoxo, pues
debían garantizar la sostenibilidad en el largo plazo, y no se realizaron.43
8. La incoherencia en la aplicación de las reformas queda evidente cuando el Estado no
contó con ingresos suficientes para hacer frente a servicios de la deuda externa que
registraba un calendario más exigente a partir de 1997. Esa carencia de recursos era
fruto de la falta de voluntad para llevar adelante las reformas de segunda generación,
sobre todo las que debía llevar a cabo la SUNAT, para que la recaudación interna sea el
sustento de la política económica gubernamental. Al no contar con ingresos corrientes
hizo uso de recursos extraordinarios. Así el Estado comenzó a hacer uso indiscriminado
de los ingresos provenientes de la privatización para honrar el servicio de la deuda
externa, aparte del enriquecimiento ilícito.44
33. Un claro ejemplo de este tipo de beneficios, es el concedido por la ley 26283 (13-
01-94) y su inconstitucional reglamento, el DS 120-94-EF (19-09-94) refrendado por el
ex ministro de Economía Jorge Carnet Dickmann. En virtud de este dispositivo se
permitió a toda empresa que decidiera fusionarse o escindirse, revaluar sus activos a
valor de mercado y tomar como costo computable para efectos de depreciación, el
mayor valor revaluado. En verdad, se permitió a estas empresas volver a depreciar
activos ya depreciados, lo que les permite tener un enorme escudo tributario y pagar
menos impuesto a la renta, al considerarse la depreciación de activos un gasto.47
45
Ib., p. 149.
46
Ib., p. 156.
47
I d.
o en el campo de las privatizaciones. Se refieren también a lo invertido por el Estado en
«salvataje Bancario». El mismo gobierno que dejó quebrar a los industriales y agricultores, que
permitió que se perdieran miles de puestos de trabajo y anatematizó cualquier subsidio o
salvataje para esos empresarios; invirtió mucho en el salvataje del Banco Latino y del Banco
Wiese como concluye la comisión referida:
En todo el proceso de salvataje e intento de reestructuración del Banco Latino, se han
utilizado US $ 402 millones, de los cuales US $ 342 millones provinieron del Estado y
US $ 59 millones del Fondo de Seguro de Depósitos. De los recursos que el Estado
asignó a este proceso de salvataje, a la fecha se han recuperado menos de US $ 15
millones. Los US $ 402 millones utilizados para salvar al banco se aplicaron en un plazo
de dos años. De haber contado con un adecuado diagnóstico de la situación del banco,
antes de decidir su salvataje, se podrían haber utilizado los recursos de manera más
eficiente y en un solo paquete. En cambio, al aplicar los recursos de a pocos, estos se
fueron diluyendo en las pérdidas del banco, sin lograr resolver la situación de
insolvencia. Otras medidas, como permitir que permanezcan en el nuevo directorio a
directores responsables de la situación de insolvencia del banco, dificultaron las
posibilidades de sanear el banco y lograr su reestructuración, así como tomar las
medidas legales contra los responsables de la quiebra.48
48
Ib., p. 162.
49
I d.
50
Ib., p. 162.
51
Congreso de la República. Transcripción del video 1788: Montesinos y Bertini. Noviembre de 1999.
[...] una empresa mediana lejos de las tres mayores del país y al borde de la quiebra a
inicios de la década del 90, que se vio provechosamente beneficiada de sus vínculos con
el Ministro de Economía Jorge Carnet Dickmann, llegando a ocupar el tercer puesto del
ranking de las empresas constructoras por montos contratados, hecho que fue facilitado
por la disposición de efectivo en el fondo de privatización del Tesoro Público.52
52
Ib., p. 164.
semiinstitucionalizado y es fragmentario, debido a la relativa modernización del Estado.
Esas redes no permiten generar una instancia mayor, sólida y transparente, donde las
decisiones de política económica se discutan regularmente con los gremios y
empresarios principales.
Sin el apoyo de los empresarios, el régimen de Fujimori tal vez no habría
durado, pese al apoyo militar. El apoyo empresarial era condicional y contribuyó a
limitar la naturaleza del régimen fujimorista, lo que aceleró la búsqueda de fórmulas de
retorno a la democracia. Conseguido el orden y el progreso, los empresarios podrían
alejarse de Fujimori y optar por la democratización, garantizando al menos la rotación
presidencial. Cuatro cuestiones podrían separar a Fujimori de los empresarios: 1) La
intervención de Carnet en las elecciones de la CONFIEP generó tensiones y resen-
timientos porque ocultaba prácticas mercantilistas a favor de pocos constructores y
banqueros; 2) La agresividad de los caudillos de varios islotes de poder administrativo,
de seguridad y el MEF en perseguir a opositores empresarios al régimen; 3) La crisis
económica de 1998-99, generada por causas externas, hizo más urgente y difícil el
ajuste fino al modelo económico para no caer en el mercantilismo, y 4) La crisis
asiática, la caída de aprobación pública y la persecución a empresarios significaron un
mayor desgaste del caudillo y su régimen.53
En la relación con grupos empresariales hay tratos de diverso tamaño. A Montesinos le tocan
los menores, los más vinculados a la política y a la campaña. Preparándola, informa a los
militares que Modenesi, Ormeño y el grupo Rodríguez Banda (Leche Gloria) se prestan a
colaborar con la campaña ayudando al blanqueo de dinero ilícito fingiendo que donan y
aprovechando algún crédito fiscal. «Entonces, él va a dar la cara, dice "yo estoy donando", no
va a dar ni medio pero da la cara».54
Aquí nos acercamos a una dimensión particular, también con empresarios pero en este caso
estaremos refiriéndonos a aquellos que no solo actuaron dentro del tradicional mercantilismo,
sino que se articularon directamente con el núcleo mañoso. Nos referimos en particular a los
empresarios de la televisión. Los dueños de los canales 4, 5 y 9 recibieron fajos de billetes y
negociaron sus programas televisivos con Montesinos. Los usurpadores del Canal 2 recibieron
aún más, pues desplazaron al accionista mayoritario. Todos fueron títeres del poder bajo el
titiritero mayor, Vladimiro Montesinos. Quizás el video que más impactó por lo aparatoso de la
entrega, fue el de José Francisco Crousillat en momentos que recibe un millón ochocientos mil
soles en billetes que tuvo que cargar en grandes bolsas de plástico, mientras se quejaba de
que «la idea iba a ser en dólares».55
Otra de las comisiones especiales de investigación, la dedicada a investigar la gestión
presidencial de Alberto Fujimori, presidida por el Congresista Mauricio Mulder, sistematiza la
información presente en las transcripciones de los videos y contrasta el material con el
testimonio de los actores e incluso de buena parte de los involucrados criminalmente, y con-
cluye que:
En el informe se detallan caso por caso las entregas de dinero, como la ya mencionada a
Crousillat del Canal 4 o la de Ernesto Shutz quien de inmediato reclama doce millones de dóla-
res y dice que Panamericana es «un canalazo», negociándose a partir de esa cifra una
mensualidad que queda grabada en el siguiente video con la entrega de 350,000 dólares. Pero
en ambos casos se termina negociando otro tipo de granjerías, traficando con influencias ante
la SUNAT y los bancos donde estas empresas tienen créditos. Al dueño del Canal 9, Vera Abad,
53
Durand Francisco. «La democracia, los empresarios y Fujimori». En El juego político, Fujimori, la oposición y las
reglas. Lima: F. Ebert, 1999.
54
Congreso de la República. Transcripción del video 1792: Montesinos y los generales Villanueva y Bello, y el Alm.
Ibárcena. Noviembre 1999.
55
Congreso de la República. Transcripción del video 1200: Montesinos-J.F Crousillat. Octubre 1998.
56
Congreso de la República. «Informe final de la Comisión investigadora de la gestión presidencial de Alberto Fujimori
Fujimori, presidida por el Congresista Mauricio Mulder». Junio de 2002.
le tocará menos y al de Cable Canal de Noticias simplemente se le compró el canal de cable en
dos millones de dólares. Un caso particular es la negociación con Bertini del Banco Wiese para
servir a los Crousillat. Montesinos maneja la relación con el banquero para rescatar al
empresario televisivo, verdadera red de favores de alto costo.57
El oligopolio televisivo de hace treinta años ha degenerado y ahora es parte de la red mañosa
armada por Montesinos. Sus palabras lo describen bien en una entrevista con Schutz (C5):
Sí, sí, sí. Pero yo no paro [...] Lo importante, hermano, que yo voy a sacar de todo
esto es que el Mendel y el Samuel (C2) los Crousillat (C4), tú, Julio Vera (C9), todos
hacemos el equipo. Estarnos en el equipo, estamos en el objetivo, vamos para allá y a
la miércoles y nos apoyamos […]58
Empresarios menores, el dueño del diario Expreso y de la prensa amarilla, fueron también
comprados por Montesinos. La descripción es innecesaria, corresponde simplemente al campo
penal.
En la caracterización planteamos la existencia de un tercer círculo en el que más que
empresarios encontramos tecnócratas cuyo poder proviene de la repetición bien informada del
libreto que desarrolla el llamado Consenso de Washington. No pesan por el tamaño o la
ubicación políticamente clave de sus empresas, tampoco por su liderazgo gremial entre los
empresarios. Son asesores que manejan relaciones con la tecnocracia de los organismos
multilaterales, se ubican asesorando al MEE, los procesos de privatización y algunas funciones
ejecutivas. Algunos han terminado involucrados en los procesos penales y no siempre sus
nombres son bien conocidos. Boloña, Abusada, J. Baca Campodónico, Du Bois, están entre los
que más notoriedad alcanzaron. En los informes y en los textos citados, a veces se les mezcla
con el empresariado pero, no viene de sus empresas el poder que obtuvieron.
La lista irá creciendo con las investigaciones en la negociación de la deuda, en el manejo de
diversas instituciones, pero lo importante es destacar su rol en la coalición dominante: fueron
básicamente la voz de la ortodoxia que demandaban los organismos multilaterales, pero
algunos, como Abusada, parecen haberse articulado mejor a la gestión mercantilista que
niegan como un horror que hay que combatir. Por supuesto que su devoción por el mercado y
su fe antiestatista no les impide vivir de este y sus relaciones. El Instituto Peruano de
Economía obtuvo nada menos que medio millón de dólares de una «donación» del Banco
Mundial al MEE para que la gaste contratándolos para diseñar políticas de tributación y comer-
cio, delinear el proceso de actualización de las operaciones en el tesoro del beneficiario y
fortalecimiento de la unidad de estadística del MEE El beneficiario (Estado peruano a través del
MEE) deberá establecer un acuerdo con el IPE bajo términos y condiciones satisfactorias para
el Banco Mundial que es quien proporciona el dinero. El convenio duraba dos años y concluía
en diciembre de 1996. Durante ese período el gerente del IPE fue Jorge Baca Campodónico
que luego reemplazaría a Jorge Carnet, y que hoy es prófugo de la justicia. Fritz Du Bois es
gerente del IPE desde febrero de 1999.59
Desde esa época, e incluso hoy, quien ejerce autoridad política es permanentemente asediado
por el chantaje de la ortodoxia que a veces se mide por comisiones que se cobran para
privatizar o para informar que amenaza con que aumentará el riesgo país para exigir medidas
duras incluso ante un estallido como el de hace unos días en el Sur. Prefieren la violencia y
muertos a granel antes que aceptar suspender la privatización de dos empresas. Hace no
menos de cinco años que en todas las encuestas de opinión, la política económica y las
privatizaciones son cuestionadas por la mayoría de los peruanos. Eso no les interesa y se dicen
técnicos de alto nivel. Olvidan que la política es «el arte de lo posible» y que se trata de
conducir personas, no simplemente de administrar cosas. Pero su rigidez tiene una explicación.
Con Fujimori funcionó el autoritarismo como brazo armado del modelo neoliberal a ultranza
que aplicaron. Pero funcionó mientras había pasividad en las masas por la crisis de fines de la
década de los 80. Conforme eso se alejó, fueron complicándose las cosas. Tomó tiempo, se
extendió porque la coalición mañosa manejaba casi todos los ejes del poder, pero al final se
dieron de bruces con la realidad, porque los regímenes autoritarios no pueden ser estables a
largo plazo, menos si no tienen nada que compartir con las mayorías, ni siquiera empleo
elemental.
57
Ib., p. 105.
58
Ib., p. 88.
59
Información publicada en el diario La República y la agenciaperu.com, con textos en mi poder.
El cuarto círculo, los operadores políticos de la coalición mafiosa, ha mostrado sus elementos
y mecanismos principales a lo largo de todo este capítulo, especialmente en la primera parte
donde describimos la acción de los congresistas del fujimorismo -destacando Joy Way junto
con varios más así como la acción de jueces y fiscales en las Comisiones Ejecutivas del Poder
Judicial y el Ministerio Público, en algunas de sus Salas y Fiscalías más importantes, en el
Tribunal Constitucional y, con menor importancia, en el Consejo de la Magistratura, ya que
previamente renunciaron los consejeros realmente independientes y luego, sin funciones,
quienes los siguieron apenas hacían algo más que cobrar su sueldo. El caso del Jurado
Nacional de Elecciones fue singular: todo el tinglado se levantó para controlarlo a partir de los
dos que dependían del Poder Judicial y el Ministerio público. Pero con coimas, prebendas y
granjerías reclutaron otros dos (Muñoz Arce y Hernández Canelo) y todavía se investiga al
único que queda limpio. Montesinos llevaba un manejo fino, aseguró que la ley impidiera que
perdieran controlando dos de cinco votos, como en el Tribunal Constitucional. Con el servilismo
y la deshonestidad todo es posible. Montesinos logró manejarlos administrando hasta sus
miedos, las reuniones eran por partes, no los cuatro juntamente, al parecer con el objeto de
manejarlos mejor.60
Todavía queda mucho por investigar y la práctica tendrá que ir mejorando nuestra capacidad
de analizar. Los operadores aparecen hoy, por los llamados vladivideos, manejados
fundamentalmente por Montesinos, pero son pocos los videos de Fujimori. No hay duda de que
uno no podía actuar sin el otro, aunque hay evidencias de que Montesinos llegó a trabajar y
orquestar la alternativa de Boloña en su círculo más inmediato los Comandantes Generales,
Dionisio Romero, que al parecer no la creyó, y algunos de los dueños de la TV; además, solo al
final, tras la aparición del primer video y en medio del escándalo, Fujimori actuó contra
Montesinos, sin dejar de negociar con él. No se perciben grandes contradicciones o, al menos,
el asunto se comenzó a desmoronar en sus inicios. Lo que sí parece evidente es que
Montesinos se adjudica un papel que tal vez sea mayor al que realmente representó, aunque
este no es poca cosa porque compartió efectivamente La dirección real de la coalición. Un
ejemplo de cómo vende su imagen de poder se encuentra para variar en otro video en el que
conversa con el ex premier Valle Riestra, la única figura significativa de la democracia prece-
dente que Fujimori pudo cooptar y usar a su antojo:
Poco antes, conversando con un asesor de Valle Riestra sobre los reclamos del Fiscal Aljovín
para que le devuelvan facultades, dice que no se las retirará todavía a la Srta. Colán, porque
se ha jugado por ellos.
El señor Montesinos. Aljovín puede esperarse hasta diciembre, no pasa nada hasta
diciembre. Y nosotros no podemos desestabilizar la maquinaria que está montada, esa
maquinaria está montada y sobre eso hay que perfeccionarla, pero no es desmontarla
también. Yo la engraso, las piezas las reengrano, el rompecabezas lo reestructuro y lo
consolido y le doy un matiz, además democrático ¿no?, pero no desarmó las piezas de
este cuadro. El señor Santander. Yo le digo, en primer lugar, quiero agradecerle, por la
magistral clase de cómo se debe manejar el estado de política […]62
Este cuarto círculo irá mostrando en la investigación operadores políticos de distintos niveles,
utilizados en grados distintos. Hoy pesa mucho en la imagen de corrupción lo que cada uno
haya cobrado dentro y fuera de la ley, pero la lógica mafiosa existió y se basó en
60
Congreso de la República. Transcripción del video 1196: Montesinos, Serpa, Bringas, Joy Way. Agosto de 1998.
61
Congreso de la República. Transcripción de los videos 910 y 911: Montesinos-Valle Riestra. Junio 15 de 1998.
62
Congreso de la República. Transcripción del video 907: Montesinos Santander. Junio 13 de 1998.
claudicaciones de varios tipos, ciertamente de los principios democráticos, aunque estos se
aflojaron siempre en la cúspide del poder, por el peso de la lógica autoritaria muy interiorizada
en nuestra experiencia republicana. Cuesta mucho ver en estos diálogos a figuras que signi-
ficaron bastante en la democracia precedente. Ni el brillo personal fue capaz de frenar el
apetito frente a lo más fatuo del poder, a la ocupación de cargos sin margen de juego para
definir el curso político. Así, el Dr. Valle Riestra se presentó ante el Congreso a repetir que era
enemigo de la reelección mientras ejercía el premierato de un gobierno que solo buscaba eso,
por las buenas y por las malas.63
63
Lo llamé «un premier virtual» tras su exposición para el voto de investidura. Todo lo que ofrecía contradecía lo que
venía ocurriendo. Véase en Así se destruyó el Estado de derecho, p. 83.
IV LA DEMOCRACIA QUE RECIBIMOS Y LA QUE
PODRÍAMOS CONSTRUIR
En la última parte integramos una mirada teórico académica con la propuesta política. En el
capítulo 9 reflexionamos sobre la antipolítica y la transición a la democracia que se inició en el
año 2000, planteamos algunas precisiones teóricas sobre la transición y diagnosticamos la
situación actual. En el capítulo 10, esbozamos a modo de conclusión, reflexiones sobre toda la
investigación así como algunas propuestas políticas que buscan que la historia no se repita.
La transición a la democracia luego de la década de la antipolítica, de la que habla Degregori,
es un proceso complejo en el que aún estamos inmersos. Recurriendo a Robert Dahl,
afirmamos que tendría que ser una poliarquía el punto de llegada de la transición y planteamos
algunos requisitos para que culmine exitosamente. El primero de ellos es lograr ir más allá de
las elecciones logrando un pacto o acuerdo originado en una coalición democratizadora que se
desplace hacia los partidos democráticos; el segundo, la capacidad de desarrollar métodos
democráticos; el tercero lo constituyen las elecciones libres, el acceso a los medios de
comunicación y la libertad de expresión; el cuarto, esfuerzos concretos para reconstruir la
institucionalidad; el quinto, la reforma militar como condición para que la transición no fracase
en el Perú aun no concluye, porque falta remontar estos elementos decisivos.
Tomando en cuenta las dificultades de la transición, proponemos algunas ideas sobre lo
que debería ser la democracia en el Perú del siglo XIX, así como sobre la importancia de lograr
una reforma constitucional de consenso; sin dejar de señalar que existen limites que nos
impone el neoliberalismo y la globalización, que es necesario superar a través de la
concertación, participación, y la revisión de los esquemas y modelos económicos.
Capítulo 9
PARA REPENSAR LA TRANSICIÓN
A LA DEMOCRACIA
Carlos Iván Degregori, refiriéndose a los días en que comenzaba la transición se preguntaba
¿por qué esta persistente incertidumbre política? Y la respuesta da el título a su libro.
La antipolítica
Aún no salimos de la antipolítica y hace casi dos años de la huida de Fujimori. Es que una
década pesa y si este contenido tiene antecedentes se enraíza. Desde la moda neoliberal se ha
impulsado la antipolítica en los 90, porque el dios mercado lo puede todo. Pero esta corriente
se entrelaza con la visión antipartido que viene militante desde el discurso oligárquico, al que
se añadió, desde fines de los 60, el encendido discurso del velasquismo reformador, también
antipartido, y que tuvo en Fujimori un promotor con palabras y hechos macizos. Por eso, antes
de retomar el tema de la transición a la democracia ha de examinarse la hondura que tiene
una cultura política autoritaria que no se va a cambiar de un día para otro.
La década de los 90 ha sido el tiempo de los tecnócratas. Su discurso se impuso sobre
el de la política. Los voceros de los bancos de inversión reemplazan en los medios a los
analistas políticos. Sus amenazas que anuncian que «aumentará el riesgo país», constituyen
santa palabra para ministros y congresistas chantajeados, porque sin el gran capital nada es
posible según parece. Toda crítica y toda alternativa a lo que presionan los organismos
multilaterales son calificadas de populistas, aunque años después los mismos forjadores del
llamado «consenso de Washington» las admitan, como han debido hacerlo frenando las tesis
del Estado mínimo para reclamar ahora el fortalecimiento de la institucionalidad democrática.
Por eso, hoy son débiles los actores de la transición. Quines se amoldaron a la lógica
tecnocrática no salen de ella y no obtienen respuestas. Sus recetas se estrellan contra
ciudadanos de carne y hueso que ahora sí salen a la calle y protestan. Se van quedando sin
discurso pero insisten en el chantaje. No es casual que lo mismo ocurra con gremios
empresariales que todavía no perciben claramente cómo recurrir al «interés general» para
legitimarse y se limitan a reclamar en función del interés propio, desnudez que los aísla y que
se refleja incluso en el debate constitucional cuando su opción por una Asamblea Constituyente
los iguala con la extrema izquierda Patria Roja, con el absurdo de imaginar que ese camino
mantendrá la Constitución fujimorista tal y como está.2
Pero también hay debilidad en los actores propiamente políticos, los que no se
avergüenzan de serlo ni repiten como los parlamentarios del fujimorismo que son «técnicos»,
que por un breve tiempo se encuentran en el Parlamento. La experiencia es escasa, son
muchos años durante el siglo XX en que se puso entre paréntesis el régimen democrático. Ase
accede a los más altos cargos públicos sin haber sido siquiera concejal en un distrito, se
confunden logros profesionales y tecnocráticos con antecedentes para el ejercicio de la función
pública. Los partidos están compuestos por personas que en la mayoría de los casos quieren
1
Degregori, Carlos Iván. La década de la antipolítica. Lima: IEP, 2000, pp. 19-20
2
Véase cartas de COFIEP, SNI y Cámara de Comercio de Lima a la Comisión de Constitución, en la página web del
Congreso.
ser burócratas si ganan las elecciones, no enfatizan el rol articulador y cohesionador de la
política, ni la práctica en la organización partidaria. El cargo público es el objetivo, no el poder
político que, en democracia, se vincula con la organización y el activismo políticos, con la
construcción de liderazgo, con la búsqueda de consensos y la articulación de propuestas.
Los recientes acontecimientos en Arequipa3 deben hacer recordar la enorme diferencia
que existe entre la política como arte de conducir seres humanos hacia objetivos y la
burocracia o tecnocracia como administración de las cosas. Hoy la antipolítica sigue presente
en las anteojeras que primaron, al comenzar los acontecimientos, dejando de lado todo lo que
fuera un análisis de por qué el pueblo está contra la privatización para reemplazarlo por los
temores a las «malas señales» que a los inversionistas transmitiría una postergación o la
terrible subida del «riesgo país», que significaría suspender la privatización ante la reacción
violenta y colérica del pueblo. ¿Es que la violencia y el caos no espantan al inversionista? Ni en
su propia lógica se encuentran racionalidad.
Hay ausencia de debate propiamente político, olvido de que la política no sobre viven
solo sobre la base de la coerción, que las sociedades modernas implican construcción de
hegemonía y consenso. La transición tiene que abordarse desde de la critica a la cultura
política tecnocrática afianzada por sucesivos regimenes autoritaria e impulsada por el
neoliberalismo criollo.
3
Me refiero al cuasi levantamiento popular de junio de 2002 que rechazaba la privatización de dos empresas eléctricas
en la ciudad de Arequipa, extendido a casi todo el sur del Perú.
autoritario o tener ya algunos cambios respecto de esa. Pero supone un conjunto de pactos
para gobernar de otra manera, no solo para llegar a las elecciones. Algo similar tiene que
haber en la institucionalidad estatal: bases mínimas para la accountability horizontal y vertical,
así como pacto y/o reducción del peso político de los poderes fácticos siempre exacerbado en
regímenes autoritarios. De no ser así, valdría entender que nos pasaremos mucho tiempo
hablando de transiciones hacia lo mismo.
Samuel Huntington, en La tercera ola, se plantea estos problemas como parte de la
consolidación de la democracia y sostiene que
[…] una democracia puede considerarse consolidada si el partido o grupo que toma el
poder en las primeras elecciones de la época de la transición pierde las siguientes y
entrega el poder a los ganadores y si después estos últimos entregan pacíficamente el
poder a los ganadores de las siguientes elecciones. La selección de los gobernantes a
través de elecciones es el núcleo de la democracia y esta solo es real si los gobernantes
están dispuestos a entregar el poder como resultado de las elecciones.4
Aplicando esta definición, la democracia peruana habría estado consolidada en 1990, porque
el presidente Belaúnde entregó el poder recibido en 1980 de los militares al presidente Alan
García en 1985 y este lo entregó a Fujimori en 1990. Pero en el acto comenzó el proceso que
llevó al autogolpe del 5 de abril y el régimen autoritario no volvió al militarismo institucional de
los 60 y 70, sino a otro tipo de régimen autoritario civil militar que siguió celebrando
elecciones. Examinar su transición y la anterior exige precisiones, pues en este largo proceso
se encuentran las debilidades que desvían de su curso la transición a la democracia.
Huntington se refiere a Fujimori como una reacción del desencanto que surge cuando los
partidos diferentes entre sí pactan para hacer gobernable la transición y sus bases se
desilusionan. Eso solo se puede afirmar para esta experiencia desde muy lejos de lo que
ocurrió en el polarizado Perú de los 80, porque en la comparación de tantos procesos
diferentes que estudia Huntington se pierden detalles fundamentales. El desencanto que tantos
han analizado en los períodos de consolidación no explica a Fujimori ni a lo que ocurrió en los
9 0.
Como en esta materia hay que mantenerse dentro del minimalismo, recurro a Robert
Dahl y a su definición de poliarquía el punto de llegada de una transición. Dahl define las
poliarquías como regímenes relativamente (pero no completamente) democráticos que (son)
sistemas sustancialmente liberalizados y popularizados, es decir, muy representativos a la vez
que francamente abiertos al debate público. Enfatiza la existencia de oposición (debate público
y lucha política) y la capacidad de representación (número de personas facultadas para
participar, en un plano de menos a mayor igualdad, en el debate público).5 Lamentablemente
la transición a la democracia en el Perú, que se llevó a cabo en los 80, no tuvo como punto de
llegada una poliarquía con las características descritas, sino lo que O’Donnell llama
«democracia delegativa», a la cual agrego como elemento esencial la tutela militar desde ese
poder fáctico que se dejó intacto.
Dahl llega al concepto de poliarquía luego de hacer una reflexión sobre la democracia:
Siguiendo esta reflexión, señala tres condiciones fundamentales, aunque no suficientes, para
la existencia de la democracia:
4
Huntington, Samuel P. La tercera ola. La democratización a finales del siglo XX. Barcelona: Paidós, p. 239.
5
Dahl, Robert. La poliarquía, participación y oposición. Madrid: Tecnos, 1989.
6
Ib., p. 13.
Recibir por parte del gobierno igualdad de trato, es decir, este no debe hacer
discriminación alguna por causa del contenido o del origen de tales preferencias.
Para que se den estas tres condiciones, las instituciones sociales deben garantizar cuando
menos las ocho cláusulas que vienen a continuación:
1. Libertad de asociación
2. Libertad de expresión
3. Libertad de voto
4. Elegibilidad para el servicio público
5. Derecho de los líderes políticos a competir en busca de apoyo
6. Diversidad de fuentes de información
7. Elecciones libres e imparciales
8. Instituciones que garanticen que la política del gobierno dependan de los votos y
demás formas de expresar las preferencias7
Dahl se da cuenta de que estas ocho cláusulas garantizarían solo una de las vertientes de la
poliarquía que es el «debate público» o «liberalización», más no la «capacidad de
representación»; es por ello que plantea el concepto de poliarquía, el que integraría ambas
vertientes. Aun si tomamos solo estos ocho caracteres, es decir solo el «debate publico»,
tendría que significar la existencia de un mínimo de sistema de partidos para viabilizar
oposición y debate de junto con mínimos de gobernabilidad de libertad de prensa par aun
amplio espectro no lo que caracterizo el acceso a los medios en el fujimorismo e incluso antes
y elecciones libres. Si estos tres componentes se dan, los poderes facticos quedan limitados y
es posible la negación con ellos dentro de límites más amplios, pero se requiere por la realidad
aquí precedente que el poder político de los militares sea drásticamente reducido.
Estas poliarquías pueden ser, pues, caminos de ida y vuelta, sobre todo por la contribución
del neoliberalismo al establecimiento de democracias delegativas; de allí se esta mas cerca de
regimenes autoritarios que de las democracias. Me refiero a que la transición precedente la
que culmina en 1980 para los autores citados supuso una cuestión previa, ciudadanía de
mayor intensidad, fruto de las reformas del gobierno militar que significa democratización
social y política: la eliminación de la servidumbre, la conformación de ciudades donde todas las
sangres se mezclan y las toman, en las calles (ambulantes) y en los pueblos jóvenes
(invasores y migrantes). Y, mientras tanto la reforma neoliberal ha confirmado fragmentando
socialmente una «ciudadanía de baja intensidad», que corresponde con una realidad social de
extrema pobreza que contribuye mas a lo que O’Donnell denomina democracia delegativas.
Esto también debe estar presente en el examen de la transición y sus requisitos.
El primero de ellos tiene que ver con la necesidad de trascender las elecciones y es el pacto o
acuerdo que se origina en la coalición democratizadora y que se va desplazando hacia los
partidos democráticos. Estos, siempre afectados durante el régimen autoritario, deben volver a
ser los protagonistas del cambio, en este caso, de la transición y la consolidación. Si solo lo
son algunos individuos o personalidad con entorno, como abundan en el caso peruano, la
transición es precaria.
El segundo corresponde a la capacidad de desarrollo métodos democráticos. ¿Cómo se
hicieron las democracias? Se pregunta Huntington
Se hicieron por medio de los métodos democráticos; no había otro camino. Se hicieron
a través de negociaciones, compromisos y acuerdos. Se hicieron a través de
manifestaciones, campañas y elecciones y a través de la resolución pacifica de
diferencias. Las hicieron los líderes políticos en los gobiernos y la oposición, los que
tuvieron el coraje tanto de subvertir el sistema como de subordinar los intereses
inmediatos de sus seguidores a las necesidades a largo plazo de la democracia.8
7
Ib., p.15.
8
Huntington, Samuel P. Op, cit., pp. 153-154.
El tercero se encuentra entra las ocho condiciones de Dahl, ubicadles en el objetivo de
la transición, que desde las primera elecciones tienen que lograr una presencia progresiva pero
con firmes avances. Desde la experiencia peruana las elecciones limpias, acceder a los medios
de comunicación capturados, poder expresarse, constituyen un paso aun incompleto, porque
sigue distorsionado la coyuntura política un conjunto de influyentes medios que compro la
mafia y que impactan provocando crisis en medio del gobierno inicial. Pero en la
institucionalidad que se reconstruye existen elementos por precisar. Sistema de partidos y
partidos renovados no es simplemente un conjunto de siglas con clientela detrás o un líder con
entorno, que es lo que bajo el nombre de movimientos o agrupaciones independientes el
fujimorismo permitió o propicio. Organización y anclaje social es cuestión elemental para que
no devengan en estructuras incapaces de canalizar participación ciudadana y sena rebasadas
por «frentes» o movilizaciones espontáneas que radicalizan y presionan por fuera de todo
pacto posible. Y en la experiencia de dos crisis, transición frustrada la primera y transición con
mas interrogantes que certeza la actual, el centralismo va tocando a su fin y requiere como
condición de gobernabilidad los primero pasos descentralistas si no se requiere vivir entre
sobresaltos, con intermitentes paros regionales y la violencia a flor de piel. En estos elementos
de institucionalidad por construir, encontramos el cuarto requisito, no postergable, de la
transición.
Del avance de los partidos en la sociedad, de su propia democratización, y de la
efectiva descentralización dependerá también el funcionamiento de los órganos que expresan
los pesos y contrapesos y la capacidad de control horizontal, eso que en forma intraducible
pero comprensible se denomina también accountability horizontal. Esta funcionara en una
sociedad como la nuestra en medio de la revolución de las comunicaciones, «en tiempo real»,
como hoy decimos, solo si la accountability vertical se posibilita con canales complementarios
de democracia, pero constato que los ocho requisitos tienes en el siglo XXI velocidad diferentes
y mas complejas por la velocidad de las comunicaciones, por el cuestionamiento fácil y rápido
de los liderazgo, porque en esta sociedad y en casi todas, se cuestiona rápidamente la
representación, en particular si son tan escasos los logros materiales económicos que puede
brindar. Los amortiguadores con que las democracias avanzadas cuentan, en dos tercios del
mundo no existen. ¿Podría funcionar la democracia europea sin lo mucho que invierten en
seguridad social para todos? Aquí no hay eso, aquí los latinoamericanos hemos remitido en
cinco años al primer mundo mas de lo que el famoso Plan Marshall invirtió en la reconstrucción
de las ciudades europeas de las postguerra. Pongamos la deuda como antes enviamos el oro
de las Indias, sin haber recibido una inversión proporcional. La cuarta parte del presupuesto se
va en ese pago por dinero que llego solo en pequeña parte pues su crecimiento en por subida
de intereses en la refinanciaciones.9
La política se desestabiliza rápidamente, pero la participación juega en sentido
contrario; es un amortiguador que, en lo inmediato, permite negociar y, en más largos plazos,
cambia el curso económico obligando a compartir, por lo menos.
Pero a diferencia de las transiciones analizadas en la tercera ola por Huntington y no
por voluntarismo, constatamos que hoy es posible. Este es el quinto requisito. No significa
acabar con los militares no con instituciones que todos los peruanos queremos respetamos.
Significativa convertirlas en brazos de la democracia y no en aparatos alternativos a ella. O se
hace hoy, en esta coyuntura, o será difícil encontrar otra igual. Aquí la experiencia vivida vale
pero no solo como una momento de corrupción que causa vergüenza a esa legión de patriotas
que visten uniforme, a quienes se les ha tratado como una sociedad al margen de la sociedad
desconociéndoles ciudadanía y convirtiéndolos en candidatos a pretores. En ellos hay valores
que son fundamentales si con su participación se democratiza el Estado. No es la insistencia en
la no deliberancia, sino la formación cívica en democracia, con voto y carriles abiertos. ¿Por
qué pensar de otra manera si el héroe que ocupa el primer lugar en el corazón de los
peruanos, el almirante Miguel Grau, fue diputado por Piura y luego regreso a servir a la
Armada hasta inmolarse por los peruanos? Su figura no tuvo nada de golpista ni le animo
participar de la lucha entre caudillos militares que hubo en su tiempo. La reforma militar es
condición para que la transición no fracase.
9
Hinkelammert, Franz. «La deuda externa de América Central en el contexto de la deuda externa de América Latina».
En deuda externa y cooperación internacional. Paris Harmattan ediciones, 1989. también se desarrolla para América
Latina en un excelente texto del embajador peruanos Carlos Alzadora, la Capitulación de América Latina Lima: Fondo
de Cultura Económica, 1998.
2000, 2001 y 2002. ¿Transición por colapso o evolutiva?
En este y todos mis trabajos la atención esta puesta en el proceso político peruano. Quisiera
que sirva al análisis comparado y a sus conceptos. Tomo notas en esa dirección. Pero vacación
y voluntad se dirige primero a explicar este Perú y el de ayer. Considero legítimo hacer ciencia
social así. Para entender y explicar lo que un vive y ama, con requisitos que exigen analizar y
tomar distancia, con riesgo de no tomarla. Leí varias veces en Weber su distinción radical entre
el científico y el político. No estoy de acuerdo, uno también nutre al otro y no es una
casualidad que trabajo esto en el momento en que ejerzo dos cargos políticos importantes que
me exigen mucho. A nadie recomiendo esta combinación ni otra porque cada uno construye la
suya, pero la vivo con gusto y no tengo otra definición del científico que la de un estudiante
que acumula reflexión de años en medio de experiencias aplicadas, fuera de una torre de
marfil, y la del político como un actor que reflexiona sobre lo que obra, para ser capaz de obrar
con profundidad y no limitarse a la prédica fatua.
En este trabajo tratamos más sobre la transición desde el gobierno militar de los 70 que
sobre la actual transición. No es indispensable hacerlo pero sí es preciso anotar algunos rasgos
para que lo planteado en los últimos capítulos arribe a conclusiones buscando que la historia
no se repita. Tomaré como base un texto reciente de Sinesio López con quien ya he coincidido
en puntos importantes respecto a la caracterización.10
La transición del 2000 [...] se inició con el proceso electoral nada limpio, justo ni
competitivo a través del cual Fujimori buscaba perpetuarse en el poder. Con mas
precisión la transición empezó en la fecha de la primera vuelta electoral (8 de abril del
2000) cuyos resultados obligaron a una segunda ronda electoral resistida por las
fuerzas del gobierno, impulsada por la oposición y apoyada por los principales países
desarrollados, algunos de los cuales habían respaldado anteriormente al gobierno de
Fujimori. A partir de esa fecha la coalición social y política del gobierno autoritario se
fracturó, (La Cámara de Comercio de Lima y la SNI retiraron su apoyo al gobierno, la
CONFIEP mantenía su respaldo y los sectores de la Iglesia que apoyaban al gobierno
Cardenal Cipriani denunciaron el poder oculto de Montesinos). No existió una coalición
democratizadora que comprometiera algunas fuerzas del gobierno y de la oposición con
la transición democrática sino que esta era impulsada por la oposición política, por la
sociedad civil autónoma y por los ciudadanos efectivos y era resistida por las fuerzas
políticas del gobierno (NM-C90, la cúpula militar, el SIN, sectores empresariales) y por
las organizaciones sociales de base que habían sido colonizadas por la política social del
fujimorismo.11
Hay que ir más lejos y revisar el camino hacia atrás. Un proceso sostenido de deslegitimación
ocurre casi desde las elecciones de abril de 1995, ganadas en medio de una guerra con
Ecuador, que luego se vio había sido perdida. Poco después de esas elecciones, para las cuales
se expandió el gasto publico en pequeñas obras de manera el «efantiásica», el ministro Jorge
Camet advirtió que la economía «se había recalentado» y «nos metió en la congeladora» hasta
el 2000. Eso fue sintiéndose día a día por trabajadores, desocupados e informales, por cierto
también por muchos empresarios. Pero desde que el fujimorismo opta por la segunda
reelección «a la fuerza», comienza un camino de deslegitimación progresiva. Hitos de este
proceso son la ley de «interpretación autentica de la Constitución», que para pocos fue
autentica, la destitución de tres magistrados del Tribunal Constitucional y las comisiones
interventoras del Poder Judicial y el Ministerio Publico. En medio de una sociedad adormecida,
que consagro a Fujimori desde la pasividad de las masas, miles de estudiantes salieron a las
calles a protestar por la destitución de los magistrados del Tribunal Constitucional. Increíble y
sin antecedentes, porque antes, en esos predios, la democracia «formal» se despreciaba.
En este proceso se va constituyendo la Oposición Democrática. Comenzamos actuando juntos
dentro y fuera del Parlamento durante el CCD. Unos y otros peleamos por el NO en el
referéndum de la Constitución y casi ganamos. Fuerzas debilísimas, no solo por la crisis de los
partidos, sino por la campaña fujimorista desde el Estado contra ellas, para responsabilizarlas
de todo lo malo. Una persona jugo un rol singular: Gustavo Mohme, desde 1992 en forma
10
López Jiménez, Sinesio. «Perú 2000-2001: la transición democrática y el gobierno de transición». En: Las Tareas de
la Transición Democrática. Lima: CAJ, 2001.
11
Ib., pp. 61-62
indesmallable. Dueño y director del diario La Republica, senador 1985-1992 por Izquierda
Unida y congresista en 1995 por la UPP, que formo Javier Pérez de Cuellar, catalizo desde el
golpe de 1992 la voluntad opositora al fujimorismo promoviendo la coordinación de los actores
dispersos y la unidad de la oposición democrática.
En el Congreso 1995-2000 se fue constituyendo 13 Oposición Democrática, con muchas
dificultades. Primaban las particularidades, los independientes, los «antis»..., pero lo que se
tenía al frente era macizo, autoritario, sistemáticamente abusivo. No ganaron los que
buscaban excluir por la razón que fuera. Paso a paso, con mil conflictos y prejuicios, la razón
se imponía en dirección a la unidad. Así se fueron tejiendo relaciones que en torno de las
elecciones del 2000 cuajaron en una actuación concertada. EI acuerdo de gobernabilidad que
firmamos fue obra de este proceso, lograda por la sabia terquedad de Gustavo Mohme. Las
fuerzas que firmábamos salvo el partido aprista, Acción Popular y el PPC éramos movimientos
que apenas podían catalogarse como personalidades con entorno.
Las particularidades se evidenciaron en el momento de la firma pero se hizo, y aseguramos
que apoyaríamos al que gane en primera vuelta. Toledo lo hizo y asumió el liderazgo sin dudas
ni vacilaciones.
De la jornada electoral traumática con resultados que mostraban diáfanamente la
manipulación surgió la acción común. Viajamos ala OEA en Windsor, Canada, Lourdes flores,
Anel Townsend, Diego Garda Sayan y yo, en ese momento parlamentario de la Oposición
Democrática. Hacer «lobby» por el Perú de verdad, contra el canciller Fernando de Trazegnies
y sus acompañantes. Recibimos el apoyo fraterno de algunos -el canciller argentino, lo
recuerdo y la frialdad congelante de otros, pero abriendo brecha para que la región y luego el
mundo cuestionen al autócrata. Nos basábamos en el informe de Stein, brillante ex canciller
guatemalteco que observo con imparcialidad las elecciones y a quien en esa Asamblea algunos
querían vapulear. Que pena me dio la delegación de nuestro colega el presidente Cardoso de
Brasil. ¡Que farsa en que terminan los valores democráticos a la hora del realismo político!
La decisión crucial correspondi6 a Alejandro Toledo: decidió no concurrir a la segunda vuelta
y con ello deslegitimo la elección de Fujimori. Las presiones fueron muchas, porque los EE.UU.
y otros voceros preferían una transici6n evolutiva que resultaba muy difícil dado el poder
acumulado. En medio se encontraba la gestión de la OEA pero frente a aquella había dos
lecturas: quienes se aferraban a sus veintinueve puntos de agenda, liberalizadores pero con
iniciativa y conducción fujimorístas y, de otra parte, quienes, aceptando los puntos, solo los
Veíamos como un medio para llevar a una coyuntura definitoria cuanto antes.
La Mesa de Dialogo de la OEA fue fruto de esa gestión. En ella la Oposición Democrática
enfrento la dureza del régimen, que incluyo el chantaje abierto del ministro Alberto
Bustamante para consagrar la impunidad de la mafia civil y militar.
La resistencia unánime frente a una propuesta esencialmente corrupta y antidemocrática,
deja aislado al gobierno. Previamente se dieron entrampes en el dialogo: la oposición exigió
que los acuerdos fueran vinculantes, es decir, que se convirtieran automáticamente en ley del
Congreso. Para ello firmábamos los congresistas presentes, de ambos lados, el proyecto de ley
y lo votábamos en el pleno siguiente. Pero desde la accidentada ceremonia del 28 de julio, los
parlamentarios sabíamos que estábamos en otra situación y se definió desde entonces la
«huelga parlamentaria»: nos retiramos de la juramentación y fuimos salvo uno del PPC y otro
de Somos Perú a la marcha de los Cuatro suyos, donde fuimos agredidos por la Policía. Luego
decidimos con el liderazgo de la bancada de Perú Posible que no iríamos a comisiones ni al pie
no, salvo para votar lo que previamente se acordaba en la Mesa de Dialogo de la OEA. Esto
tomo cuerpo cuando apareció el video que confirmaba nuestras denuncias: los tránsfugas eran
cómpralos por la mafia. El video que difundió el FIM fue una estocada en la yugular del
fujimorismo.
La transición comenz6 el 8 de abril, porque allí el regimenes remeció, perdió apoyos y
credibilidad. Pero el 16 de septiembre la vergüenza cubri6 los rostros de los fujimorístas al
evidenciarse la actuación mafiosa de Montesinos y comprobarse la compra de congresistas
tránsfugas. El proceso se hizo imparable.
Algunos sectores tanto del gobierno como de la oposición y la OEA plantearon que la
transición fuera evolutiva, esto es, dirigida por el propio Fujimori hasta la entrega del
poder el 28 de julio del 2001 al candidato vencedor y otros, especialmente Toledo,
plantearon que la transici6n fuera par colapso, es decir, que se nombrara un gobierno
de coalición en reemplazo del gobierno autoritario de Fujimori. EI régimen colapso y fue
reemplazado por el gobierno de transición de Valentín Paniagua cuando la revelación de
las cuentas secretas de Montesinos, producto de una gigantesca y masiva corrupci6n
institucionalizada, obligaron a Fujimori a huir del país y a renunciar par Internet a la
Presidencia del Perú.12
12
lb., p. 63
sociales y políticos internos, bastante débiles».13 Lo ocurrido en las elecciones, los conflictos
postelectorales y el déficit de legitimidad solo serian elementos contextuales. Tanaka explica la
caída del régimen desde la lógica del poder y por ello da el peso principal a los factores
externos.
La transición continúa
Antes de un año, el gobierno elegido en abril del 2001 apenas tiene el quince por ciento de
aprobación16 en las encuestas. Desde los primeros meses recibió el fuego cruzado desde todos
los lados y la demanda inmediata de reposición por parte de miles de despedidos callados y
desmovilizados durante el fujimorismo, de obras y puestos de trabajo de poblaciones
pauperizadas en la década y es el blanco de casi todos los medios de comunicación, con la TV
mayoritariamente en manos de los que recibieron dinero de Montesinos (sus dueños o están
presos o han fugado pero varios siguen mandando) y varios diarios de la prensa
subvencionada par este, todavía en pie. En sus primeros días se movilizaron las provincias del
sur par el trazo de la carretera transoceánica no financiable en el corto plazo con
movilizaciones y actos de violencia, exigiendo pronunciamiento y prioridad al gobierno. Hace
pocos días Arequipa se rebelo contra la privatización de dos empresas eléctricas de cuya venta
saldrían en parte los recursos para la represa de Angostura y por la que paralizaron su
departamento meses atrás. Se enfrenta al gobierno desde todos los ángulos y par todos los
motivos como si un despertar colérico correspondiera a la pasividad de las masas de casi toda
la década de los 90. La gobernabilidad esta en cuestión y la duración del gobierno también. Un
acucioso periodista se preguntaba en agosto del 2001, antes de un mes de gobierno, si Toledo
tendría que ser reemplazado en poco tiempo. Todo vale, hasta la vida privada se usa para el
ataque. Por supuesto que «se han marcado autogoles» y se nota la inexperiencia en el
gobierno, así como debilidades y un aparato estatal que no funciona. Los operativos que
pueden llegar a desestabilizar tienen lugar sobre la base de contradicciones y limitaciones
reales del gobierno y del Estado que se ha recibido.
Tras diez anos de antipolítica, llegan al gobierno políticos que no han tenido cargo ni de
concejal de un distrito, juntamente con tecnócratas que confunden su rol y no entienden su
diferencia con el rol político. No existe burocracia de alto nivel, además, alga de racismo hay
en el ensañamiento contra Toledo y muy poca tolerancia.
16
Al cerrar la edición, la popularidad del presidente Toledo llega al 26%.
Los partidos de oposición creen que crecerán par la exhibición de las debilidades de Toledo y
el gobierno. Sus iniciativas cubren todos los miedos y varias frustraciones. Ejemplo de las
segundas es una dirigente Lourdes Flores muy capaz, pero que actúa resentida, como con
despecho desde la campana electoral, culpando de todo a las promesas de Toledo, como si
hubiera candidato sin promesas o si ella no las hubiera hecho. Defiende a uno de los canales
de televisión de la Mafia en nombre de la libertad de prensa que ellos pervirtieron, y amenaza
con retirarse del esfuerzo de concertación emprendido por Toledo si tocan a los dueños de ese
canal. Ejemplo de miedos es el compartimiento del partido aprista frente al audio de Salomón
Lerner G., al que presentan chantajeando a un montesinista que recibía dinero de Montesinos
para atacar a la Oposición Democrática desde la prensa amarilla. Lerner, familiar de la
comunidad judía con amistades comunes, aparece aconsejándole a Wofelson que no ataque al
Presidente y es evidente que le tendieron una trampa. Que uno de los lideres del PAP se
embarre en el manejo de esa denuncia, luego de ser actor central de la concertación con muy
buen perfil, solo se explica como reacción al desenfado con que algunos aliados del gobierno
plante an reabrir los juicios a Alan Garda par la matanza de los penales.
Lo cierto es que si no hay concertación «de a verdad» y no se reconstruye lo que fue la
Oposición Democrática, cualquier cosa puede pasar. Allí están dos esfuerzos, uno desde el
Congreso y otro desde el Ejecutivo. En el primero se concertó una Mesa Directiva
multipartidaria, la primera que se conoce en nuestra historia, sin nadie excluido. En el segundo
se hizo un enorme esfuerzo de concertación de objetivos de largo plaza.
Pero aunque la mayor parte de las leyes salieron por consenso en este periodo y esta casi
concluido el trabajo de concertación del Ejecutivo, la política diaria es de confrontación y
desgaste del adversario. Mientras tanto, los actores de la rebelión arequipeña no provienen
principalmente de los partidos que intentan concertar y si se hubiera prolongado la crisis no
hubieran podido canalizar una salida a través de estos. Unos provienen del fujimorismo, otros
de la antigua izquierda, un caudillo local a la cabeza.
Las incertidumbres propias de la transición no han terminado con las elecciones y el nuevo
gobierno. No hay un sistema de partidos, si bien las Fuerzas Armadas están políticamente
debilitadas y los ministros de defensa son civiles, avanza lenta la reforma militar. La mayor
parte de la televisión de señal abierta e importante prensa del fujímontesinismo ataca
ferozmente y nadie le puede poner un dedo encima en democracia. Gente que en cualquier
parte del mundo estada ya entre rejas levanta el dedo acusador contra el gobierno en
«defensa de la libertad de prensa». Un poder judicial lentísimo paquidérmico y atravesado por
múltiples intereses procesa a los fujimorístas y no hay condenas importantes aun. Ninguno de
los poderosos económicamente, comprometidos con el anterior régimen esta entre rejas.
Siguen operando en gran parte los poderes facticos que fueron parte de la coalición
dominante.
Hay pues razones para insistir que una transici6n tiene que remontar elementos más
decisivos antes de entenderse concluida. Eso tiene que ver con los actores partidos
democráticos que se fortalezcan y que no acepten pactar con el pasado con los poderes
facticos y con las instituciones, en particular en la prensa y el aparato estatal en lo que tiene
que ver con la descentralización y la gobernabilidad de un Estado fácil de aislar, con burocracia
derruida y problemas que tienen que resolverse desde gobiernos regionales y no desde frentes
de defensa y lucha en las calles. El manto de la antipolítica tiene que dar paso a cambios en la
cultura democrática aquí precaria
Capitulo 10
Síntesis y conclusiones
1. La democracia que cae el 5 de abril era una democracia bajo tutela militar y con
partidos políticos apenas institucionalizados, muy polarizados y en muy débil sistema de
relaciones. Con rasgos de democracia delegativa y poderes facticos
sobredimensionados, en particular el militar, el régimen político rediseñado en la
transición del decenio militar de los anos 70 no podía reclamar ni partidos sólidos ni
institucionalidad política democrática afirmada en el Estado. Los partidos no fueron los
protagonistas de la transición ni cambiaron la polarizacion previa para hacer espacio a
los pactos y acuerdos que los fortalecieran. La larga debilidad estructural de los partidos
y su práctico receso durante el gobierno militar acentuaban antiguas debilidades que se
agudizaron en medio de una larga crisis económica y la violencia terrorista creciente en
la década de los 80. La idea democrática apenas se afirmo como un método para elegir
gobernantes y la debilidad de sus instituciones es evidente. La crisis de los partidos es
una crisis de representación y de adecuación a la realidad. Las características de la
coyuntura electoral de 1990 abril, ron paso a un «outsider» con poco apego a la
democracia, que encontraría la viabilidad de su gobierno aliándose con los militares y
los organismos multilaterales que requerían al Perú un cambio de rumbo económico y la
aceptación de los reclamos de los acreedores en forma inmediata.
2. Fujimori desde la presidencia liquida los demás poderes y con, troles con el
autogolpe del 5 de abril; tras la intervención de la OEA, se genera un régimen
autoritario civil, militar que construye una coalición dominante que encabeza la dupla
mafiosa Fujimori-Montesinos; y que integra a la cúpula militar recompuesta, los
servicios de inteligencia con mando reunificado, grandes empresarios, los dueños de la
televisión y parte de la prensa, tecnócratas que establecen la vinculación con los
impulsores del Consenso de Washington, y un núcleo de operadores políticos que
dirigido por la dupla penetra una a una las instituciones y poderes del Estado,
articulando todo el poder en una sola mana y eliminando los controles, pesos y
contrapesos. Así se desarrolla un esquema que es viable par la concentración de poder
y esta soldado por el esparcimiento de la lógica de corrupción que ordénalas relaciones
principales. Se logra una gobernabilidad autoritaria legitimada a partir de los éxitos
iniciales en la derrota del terrorismo y de la hiperinflación, pero la misma corrupción
impide que los resultados económicos se amplíen a diversos sectores de la sociedad,
dado que no se emprenden las llamadas reformas de segunda generación y se dilapidan
los recursos de la privatizaci6n, básicamente, en tapar el déficit fiscal de cada ana, alga
que no es repetible.
3. La institucionalidad deformada por efecto de la acción de los operadores de la
coalición mafiosa, se expresa en la captura de las instituciones y poderes del Estado en
cuya autonomía del Poder Ejecutivo descansa la posibilidad de control, pesos y
contrapesos. Desde la Carta Constitucional de 1993, pero sobre todo desde el control
fujimorista del Congreso, se impone una racionalidad que impide todo efecto real de la
fiscalización que no sea la simple denuncia. El control de los medios de comunicación
por la coalición mafiosa garantizo un tiempo adicional sin que la opinión publica tome
conciencia de los niveles de corrupción a que se había llegado y el prebendalismo
clientelista, llamado «neopopulismo» por algunos autores, dio otro soporte a la
continuidad del régimen, aun cuando lentamente el desgaste crecía por efecto de la
falta de resultados para la población, especialmente en materia de empleo. Es claro que
la falta de controles favoreció la corrupción, pero eso fue posible por la concentración
de poder en una sola mano que es consecuencia de la coalición dominante, es decir, del
pacto entre la cúpula militar y policial, los grandes empresarios, los grandes medios de
comunicación y los operadores que la dupla mafiosa introdujo en todas las instituciones
autónomas. La crisis de los partidos y la pasividad de las masas en la coyuntura inicial
de los 90 fue el punto departida para que esto fuera posible. Pero luego es el ejercicio
de ese poder concentrado por la coalición mafiosa el que tiene que enfrentar la
Oposición Democrática, que articula partidos débiles y liderazgos individuales contrarios
al régimen. La debilidad de los actores es fruto de la fuerza de la coalición, que cubre
diferentes ámbitos y se recubre can la ideología neoliberal que descalifica de plano
cualquier alternativa. Claro que siempre hay márgenes de libertad pero dentro de 10
que es la correlación de fuerzas y la potestad de aplastar de que goza el poder
autoritariamente un papel de cemento articulador que hace macizo el poder de la
coalición mafiosa, porque cerca a los opositores, no solo desde el peso disolvente de la
economía neoliberal que desarticula y excluye, sino de todos los mecanismos públicos
(SUNAT para los empresarios díscolos, medios de comunicación para los políticos que
denuncien, policía y ejercito para el pueblo que reclame, «chuponeo» intervención
telefónica y acciones similares para bloquear la acción de opositores, etc.).
4. La legitimidad se pierde por los resultados económicos, gradualmente tras las
elecciones de 1995, para las cuales se invirti6 mucho en pequeñas obras, aunque por
poco tiempo. La legitimidad se pierde con las maniobras para la segunda reelección: ley
de interpretación autentica, destitución de magistrados del Tribunal Constitucional y
otras medidas hasta llegar a la falsificación de firmas que denuncia El Comercio en las
elecciones del 2000. La Oposición Democrática se va constituyendo y articula relaciones
dentro y fuera del país, esto ultimo en el ámbito americano y europeo con
organizaciones y gobernantes que yen el desgaste del régimen autoritario. Toma
iniciativas adentro y, tras las elecciones del 8 de abril del 2000, la crisis de legitimidad
se profundiza, en particular con la negativa del candidato Toledo a ir a la segunda
vuelta, la marcha de los Cuatro suyos, la violencia en la juramentación presidencial y el
descubrimiento del comportamiento mafioso presente en la formación de la mayoría
parlamentaria con el video Kouri-Montesinos. En el momento en que Fujimori trata de
tomar distancia de Montesinos, el gobierno pierde condiciones de gobernabilidad y
comienza el colapso que termina en la fuga y la vacancia por incapacidad moral. Son,
pues, factores que abren la transición el propio desgaste e ilegitimidad del régimen, la
acción de la Oposición Democrática en las calles, la gestión internacional, etc., y
obviamente la presión de los países democráticos, en particular de los EE.UU., Canada y
la Comunidad latinoamericana y europea. No encontramos un importante juego de
contradicciones o tendencias antagónicas. Es más bien, al final, cuando predomina el
«sálvese quien pueda» que es natural en estos casos.
5. A pesar de la calidad del gobierno de transición, la Oposición Democrática se
basa en partidos y liderazgos débiles y hereda una situación económica precaria, en la
que mantener el nivel de gasto del gobierno de Fujimori ya no se podrá dar con las
grandes sumas de dinero de la privatización. Además que se ha reducido enormemente
la recaudación tributaria y mas de medio país dama por un puesto de trabajo en medio
de una difícil situaci6n internacional. La transición es precaria y no puede entenderse
lograda solo por haber tenido elecciones generales ejemplares. La debilidad institucional
es grande y lo es también la inexperiencia de actores políticos cuyas prácticas muestran
numerosos cortes y vados por décadas de manejo autoritario civil y militar, alternadas
por precarios regimenes democráticos. A eso se agrega la lógica de la antipolítica
apoyada en la tecnocracia neoliberal. Replantear los términos de lo que vemos como
transición y de las características del régimen democrático, es indispensable; y apostar
par la construcción de un sistema de partidos moderno es indispensable para la
gobernabilidad democrática. Hacerlo implica negociar y pactar algo hasta hace poco
ajeno a la llamada clase política y, al mismo tiempo, afinar mecanismos de
transparencia y participación ciudadana que canalicen la enorme distancia y
desconfianza existente entre ciudadanos y gobierno.
La política reclama una centralidad particular en el siglo XXI que no es la propia del estado
centrismo de la modernidad. La revolución en las comunicaciones y los desencantos de la pos-
modernidad fuerzan la transparencia como eje de la redefinición democrática. En una
sociedad de lacerantes distancias y creciente pobreza, los cambios institucionales deben partir
de redefiniciones en la idea democrática, pero es la democracia en las distintas dimensiones de
la sociedad lo que tiene que afirmarse para propender a que las cosas mejoren. No es este el
curso de los que miran el poder desde las cumbres economizas y culturales pues, otra vez, van
quedado encerrados en sus intereses cuya defensa asumen hoy extrañando el fujimorismo
autoritario, porque son muy pocos y no están dispuestos a compartir. La viabilidad de la
democracia pasa por renovar ideas e instituciones políticas.
1
Esta frase se la debo a mi amigo el congresista Ernesto Herrera Becerra, tres veces elegido alcalde de Ilo y regidor,
los tres trienios precedentes, de otro gran alcalde, Julio Díaz Palacios. Pude ver personalmente, varias veces, la calidad
de la experiencia participativa de estos dos alcaldes, en media de enormes limitaciones presupuestales, al educar en
democracia.
Pero la democracia, además, tiene que entenderse como democracia de partidos, porque la
atomización no es manejable.
En el Perú todos juntos son débiles, alejados mayoritariamente de la vida cotidiana de la
gente. Muchos partidos apenas logran ser canales de clientela. Debe fortalecerse la idea de
que los partidos son los grandes canales de participación y
Cuestionarse algo muy afincado en nuestra cultura política, el valor de los independientes,
que ha sido el manto que encubre el caudillismo en sus formas más tradicionales y,
recientemente, término favoreciendo la autocracia.
Se insiste en mirar con desconfianza a los partidos y se pretende que estos se financien «del
aire» y operen sin acceso directo a los grandes medios de comunicación. No se puede hacer
política hoy sin forjar la opinión pública ciudadana. La importancia mediática se resalta como si
los partidos por incapaces no pudieran intervenir. Pero allí un oligopolio y luego la mafia
tuvieron las riendas de los principales medios masivos. No es un problema solo de los
momentos de campana, aunque en esos días se ve el enorme problema financiero que significa
tener unos minutos en la televisión o la radio.
Una democracia de partidos y ciudadanos implica cambios y garantías que deben partir de las
propias instituciones del Estado y abarcar, con financiamiento publico si es preciso, el acceso a
los medios de comunicación y a la información mas libre posible de todo lo que es la cosa
publica. Esto lleva necesariamente a institucionalizar. Hay que atenuar el presidencialismo
caudillista del régimen constitucional peruano y hay que institucionalizar la accountability
horizontal (control de entes diferentes con balance de poder) y vertical (control ciudadano con
mecanismos de participación electoral y directa).
Pero también ha de terminarse con el militarismo, sin concesiones. Este poder factico tiene
que desaparecer. No es cuestión de odios ni desprecio de instituciones. Pero las Fuerzas
Armadas democráticas son, por definición, parte de la sociedad y no una sociedad y un Estado
dentro de la sociedad y dentro del Estado. Comenzando por devolverles la plena ciudadanía y
abriendo canales democráticos de fiscalización y control, además de subordinar la actuación
militar a la ley y el gobierno. Estos cambios deben dirigirse a integrar, no a excluir. Nadie
quiere maltratar ni eliminar personas que se forjan como servidores públicos, pero debe
quedar claro que no están sobre el ciudadano ni pueden constituir una subcultura con rasgos
antagónicos respecto a la democracia.
En esta perspectiva teníamos que llegar a un nuevo debate constitucional. No era nuestra
prioridad por la forma en que vemos la transición, pero demandada por otros actores no hay
mas remedio que tratar el tema. El Perú republicano ha hecho muchas constituciones, todas
alejadas de la realidad, copias grandilocuentes de aquello que deseamos, siempre atropelladas
por el caudillismo presidencial que ha ido a contracorriente de los mecanismos de control y
balance escritos en el papel. Pero la Carta de 1993 impuesta por el fujimorismo con sus votos
en el Congreso convocado tras el golpe, aunque no resulto a su medida, carecía de legitimidad.
Aceptar la propuesta de tirarla abajo por decisión de un Congreso que no fue elegido para eso
y al comenzar la transición, no solo no contaba con consenso, sino que implicaba en e1 acto
aumentar la incertidumbre y poner en peligro el curso político.
Si algo importante ha tenido el comienzo de la transici6n fue el gobierno constitucional que
dentro de las reglas de la carta vigente presidio Valentín Paniagua y llevo a unas elecciones
impecables. A Fujimori se le saco y se le juzga dentro de la Constitución que el mismo dio. Los
congresistas elegidos dentro de esas reglas teníamos que actuar dentro de ellas para
cambiarla. No se puede recurrir, como en casi toda la historia republicana, a Asambleas
Constituyentes no previstas en la Carta Constitucional y que han sido convocadas casi siempre
por golpistas que carecían de la legitimidad que si tiene esta representación. Tener en paralelo
dos congresos funcionando podrá ser un verdadero factor de crisis pues lo más probable es
que terminaran en conflicto. El debate prosigue, porque muchos de los que se dicen
defensores del Estado de derecho están demasiado acostumbrados a una historia que ha
corrido paralela a esas reglas y que olvida que aquello que no se desprende de la ley es
simplemente un acto arbitrario.
Si realmente se quiere un acto fundador de un orden democrático, lo nuevo en nuestra
historia será un texto constitucional que goce del más amplio consenso, primero entre los
partidos políticos al concertar abiertamente y en debate público. Eso se esta haciendo en el
Congreso pero actuando con las puertas abiertas a la ciudadanía. Solo en los 27 foros
convocados en todo el país participaron más de 3,600 ciudadanos que representaban a otras
tantas instituciones de la sociedad civil. Si en el primer paso, los mas grandes partidos
conciertan y se logra el respaldo ciudadano, podrá tenerse un texto que sirva de base para
construir un sistema de partidos que sea eje del sistema democrático, donde todos defiendan
en común las reglas de juego que eso es la Constitución y aseguren que una democracia
representativa y participativa se abre curso, con perspectivas como las antes señaladas que
tienen basamento no tanto en ideologías como en experiencias de lo que ya no es posible de
las democracias anteriores.
Así, el primer pasó esta en concertar entre partidos y en la sociedad con mecanismos de
participación ciudadana. Pero para ello es necesario promover la descentralización. El gobierno
nacional tiene que reducirse, en tamaño y poder. Descentralizar es crear gobiernos
intermedios con poder y economía en la que deciden por si mismos. Es fortalecer gobiernos
locales que sean esencialmente agencias de participación ciudadana para el manejo de cada
ciudad. El centralismo es inestable políticamente, inmanejable financieramente, además de
haber empobrecido las provincias hasta limites inimaginados.
La descentralización es primordial para la reforma y modernización del Estado. La importancia
de las elecciones de noviembre del 2002 para gobiernos regionales y municipales, tiene que
ver con la generación de interlocutores validos para el proceso de descentralización.
Adicionalmente, debe establecerse en la Constitución las instituciones para una accountability
horizontal eficaz: una Contraloría que no dependa del Poder Ejecutivo, un Poder Judicial que no
dependa ni del Ejecutivo ni del Parlamento, un Tribunal Constitucional efectivo, etc. Deben
reponerse pesos y contrapesos entre Ejecutivo y Parlamento, comenzando por fortalecer al
premier en la espera de que en un plazo mas largo puedan diferenciarse las funciones de un
jefe de Estado el líder nacional que fija el rumbo y concierta los grandes temas y un jefe de
gobierno elegido directamente por los partidos en el Congreso, expresión de lo que se gano
electoralmente pero también de lo que se concierta cotidianamente, responsable del día a día.
Encaminarse hacia el semipresidencialismo no es fácil desde la tradición política Perú ana y
requiere la existencia previa de un sistema de partidos que hoy no existe, capaz de un manejo
concertado y no polarizado. Pero los gobiernos regionales, que nunca estarán en manos de un
solo partido, recomponen el esquema de poder y pueden llevarnos en esa dirección.
Este será un paso que después se ira cambiando desde la realidad. Lo importante es centrar
en la capacidad de concertación y en la iniciativa de partidos capaces de renovarse, la
conducción del futuro. No se trata de volver al Estado empresario ni a la ilusión del Estado
mínimo que en la perspectiva neoliberal ni siquiera el FMI apoya hoy. Se trata, si, de refundar
la legitimidad de la acción política desde una practica que no polarice casi por definición y no
concentre el poder, sino lo desparrame, situando bien los puntos de encuentro y los
mecanismos de concentración.
Democracia, al fin de cuentas, nunca será una masa hambrienta y sin poder y unos pocos con
todo en las manos. Ni en política ni en economía esto funciona. Debido a ello, el esquema
institucional es importante por los pesos y contrapesos entre el gobierno nacional, los
regionales y los locales por un lado y entre el poder presidencial, el parlamento y los órganos
de justicia y control por otro. Pero solo funcionara si la accountability vertical es posible; si en
las elecciones periódicas participan partidos que son capaces de renovarse y expresar a la
ciudadanía en toda su diversidad y canalizar sus demandas y sentimientos, pero también
aplicando los diferentes mecanismos de transparencia y participación directa que hoy son
indispensables para la legitimidad democrática.
La transición a la democracia se afianzara no por un texto constitucional, sino por un proceso
que constituya como eje del régimen democrático, los acuerdos, los pactos abiertos y la
negociación política. Eso requiere de un sistema de partidos y de una institucionalidad que lo
propicie desde el texto constitucional.
Pero el contenido descentralista, constructor de transparencia y participación ciudadana, es
indispensable juntamente con un adecuado balance de poderes y controles. Estos no solo
sirven para combatir la corrupción, sino para legitimar el orden político.
Desde este lado del planeta es difícil no ver en las corrientes neoliberales los efectos
disolventes sobre el orden social que la fragmentación y la destrucción de partidos y liderazgos
políticos muestran hoy a flor de piel y que tiene mucho que ver con las restricciones que a los
Estados y a los gobernantes trae un orden mundial que nos arrincona. EI Perú de Fujimori
simboliza con su régimen autoritario y mafioso, el momento máximo en que cristalizaron las
ideas neoliberales en economía y los límites enormes que el orden económico mundial impone
a los países inviables del siglo XXI, como nos denomina Oswaldo de Rivero.2 Hay cambios
dados que son irreversibles pero no lo es ni la correlación local y mundial de fuerzas ni las
ideas políticas. Dentro de ello, tuvieron que traicionar el liberalismo político para afirmar su
extremismo en el liberalismo económico y, como siempre, ese curso tiene y tendrá retornos.
Pero lo cierto es que lo que pasa en Argentina, Venezuela y otros países de la región indican
que lo que esta poniéndose en juego es el orden social mismo. En esta dirección, el
extremismo neoliberal es inviable y no vendrán los ansiados capitales par causas propias que
las hay y no nacen de aquí y porque los espanta obviamente inestabilidad política y la revuelta
callejera. ¿Como no verlo en Argentina? Esta presente en los sucesos del sur, en lo que pudo
significan la protesta de Arequipa, en lo que fue la reacci6n de los tecnócratas neoliberales que
pretendieron manejar la situación recurriendo a una represión que ya no logra los efectos de
antes. La alternativa se construye abriendo lugar a la política, fortaleciéndose con la
concertación y la participación, pero también revisando los esquemas y modelos econ6micos.
¿Que orden social soporta que para dos tercios del país y del planeta no haya ni trabajo
decente ni ingresos adecuados? Ofrecerlos ya no asegura un tiempo de gobernabilidad. La
gente tiene que participar en el camino hacia el objetivo, porque nadie cree en las palabras y
hay que crear capacidades productivas para que el horizonte no sea ilusorio.
2
De Rivero, Oswaldo. EI miro del desarrollo. Los Países inviables del siglo XXI. Lima: Mosca azul editores, 1998.