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1. Teología moral
cluye que los dos aspectos guardan una estrecha relación. Es verdad
que una sociedad libre ha de regular jurídicamente sólo las ofensas
demostrables a la dignidad humana. Pero también es verdad que
una sociedad rica en humanidad pretende que esas ofensas a la dig-
nidad humana no sean fijadas de modo arbitrario, sino reguladas a
partir de una argumentación ética (pp. 32-33).
A continuación, el autor presenta las modalidades de la digni-
dad humana a base de algunas contraposiciones: el hombre como
fin o como simple medio; como persona o como objeto; autodetermi-
nación o heterodeterminación del ser humano; libertad de decisión
de la persona contra medidas coactivas; respeto de la intimidad
contra la vergüenza; igualdad de derechos contra discriminación de
seres humanos.
Si se niega la dignidad humana sobre la base de la raza, como
ocurrió en el nazismo, es preciso empezar por calificar a los otros
como “no-humanos”, “sub-humanos” o “insectos nocivos”. Lo mismo
sucede con otras discriminaciones por razón del sexo o de la escla-
vitud. Esa misma función asume hoy la designación de los pacientes
en coma como “vegetales humanos”, de los embriones como “cúmu-
los de células” o de los fetos, como “tejidos de embarazo”. De forma
espontánea todos nos resistimos a aceptar esos reduccionismos. Por
eso, “hay que negar con evidencia su ser hombres, antes de tener
el valor de negar su dignidad humana ante la opinión pública y de
tratar después a estos seres humanos de forma correspondiente” (p.
48).
Al referirse a la inviolabilidad de la dignidad humana afirma
el autor que “lo que ésta es y puede significar para un ser humano
viene a la luz precisamente donde los seres humanos se sienten fra-
casados, insignificantes, culpables o como seres incapaces” (p. 56).
Ahora bien, no todos comparten esta opinión. Desde el punto
de vista filosófico, basta citar a Peter Singer, quien considera que
la dignidad no está exclusivamente vinculada a la especie humana
sino que corresponde a cada uno de los individuos, de acuerdo
con sus posibilidades. Por decirlo más claro, para Singer, los seres
humanos al principio de su vida –dentro o fuera del seno materno–
no son portadores de dignidad ni del derecho a vivir. Algo parecido
parece decir Franz Joseph Wetz. Con todo, según el autor, la digni-
dad humana es más controvertida todavía desde el ámbito político y
el jurídico.
Tras un análisis detallado de cinco diversas posibilidades de
establecer el fundamento de la dignidad humana, en la obra se opta
Ángel Galindo