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EXCURSIONES MONTANERAS

Mis toponimias del tejo.

Texto: Guillermo García Pérez

Ciertos compañeros de trabajo, cono-


cidos diversos y amigos ocasionales me pre-
guntan a veces sobre el origen de mi afición a
la toponimia del tejo (Taxus baccata, L.). Voy
a tratar de aclararlo aquí para satisfacer esa
curiosidad. Y tal vez tenga interés, además,
para entender cómo y por qué se pueden ge-
nerar cierta suerte de investigaciones.

A finales de los años sesenta, cuan-


do aproveché la primera ordenación de
la enseñanza universitaria española en
cursos semestrales para desplazarme una
temporada a París con el fin de estudiar,
sobre todo, la lengua, cultura y modos de
vida de país vecino, descubrí con cierta
sorpresa (había elegido la rama de Cien-
cias en el Bachillerato y vivía de enseñar
Matemáticas y Mecánica) que, en los
puestos callejeros del Barrio Latino, se
vendían a buen precio, de segunda mano,
folletos sobre las etimologías griega y la-
tina de la lengua francesa, la complicada
ortografía de la misma y cuestiones si-
milares.

Pensé entonces que, estudiando un


poco por encima esos libritos, podría
mejorar a la vez los conocimientos de
ambas lenguas (francés y español). Y,
por otra parte, me parecieron lecturas
entretenidas y divertidas. Cuando al lle-
gar a casa enseñé el resultado de estas
compras a la familia con la que vivía, me
felicitaron por la idea. Por que, según me
mostraron, el diccionario CHAMBER'S de-
cía, además, si no recuerdo mal, que en
torno al setenta por ciento de las palabras
inglesas eran de origen grecolatino. Y,
siendo así, nos parecía que con estas cu-
riosas lecturas estaba matando, a la vez, Salto del Árbol Viejo (desgarrado de nuevo en el verano de 2009). Cercedilla, Madrid.
por así decirlo, dos pájaros de un tiro.
Descubrí así en seguida que si una ideológico de J. CASARES recoge más de
En los primeros años setenta, cuando zona, una calle o una estación de metro cincuenta formas distintas en relación
aprovechando circunstancias académicas de esta ciudad se llama North-, South-, con la idea de calle y más de un centenar
similares, me desplacé tres temporadas a East- o West- no es por casualidad. Lo para camino.
Londres con propósitos paralelos, caí en mismo sucedía y sucede con route (ruta,
seguida en la cuenta de que, para enten- camino, carretera, etc.), road (camino, Aunque la correlación entre los con-
der tan enorme ciudad y poder orientar etc.), street (calle), court (patio, pista, ceptos sea ya mucho más baja, en la tó-
mis reiteradas andanzas y paseos por los cancha), etc. Cuando hablamos el idio- pica urbana las calles principales suelen
barrios, calles, parques, jardines y libre- ma materno, no solemos advertir ex- estar dedicadas a ciudades, personajes o
rías de la misma, era más que convenien- presamente los matices o diferencias acontecimientos importantes para quie-
te, casi necesario, traducir, aunque sólo de carácter gramatical o semántico, que nes les asignan y fijan su nombre. Los
fuese grosso modo, los nombres de los nos parecen "naturales". Pero repárese caminos, puertas, estaciones de X suelen
lugares correspondientes. en que, por ejemplo, en español el Dice. indicar, una vez interpretados, la direc-
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ción u orientación en que se encuentra X prestar atención al enfoque etnohistórico (Miedes, Maestrazgo, etc.), dan mucho
a partir de un punto de referencia deter- correspondiente, terreno en el que em- tiempo para pensar. Fueron varias, desde
minado. Etc. barranqué a causa de la escasez, impre- luego, las personas que se mostraron en-
cisiones, y contradicciones del material cantadas con la idea, pero muy pocas las
Supongo, pues, que fue así como, de publicado que pude ver al respecto. que acudieron al tren, al bus o al turismo
un modo "socionatural", me fui hacien- en el momento de la verdad, incluso en
do a la idea de que, aunque los topóni- las excursiones de tanteo
En la medida en que tenía alguna le-
mos rurales pueden ser el resultado de jana relación con mi tema, un buen ami-
las malformaciones, dialectos, hablas y go de los años de Económicas me pasó En estos viajes, lo primero es, des-
orígenes más caprichosos y extraños (a un buen día en la Biblioteca Nacional un de luego, la seguridad (camino correcto,
determinar en cada caso concreto), en ge- artículo de un "inglés" sobre la geografía geografía, estado del tiempo, distancias,
neral tienen una razón de ser topográfica, del "Cantar del Cid". Por que, dijo, ya alojamientos y demás elementos a consi-
es decir, descriptiva, y visto con mayor estaba bien de tanto "organizar" y estu- derar). Lo segundo, la lectura, recreación
precisión, es decir, con mayor calado y diar, y "por que también nosotros tenía- y comprobación de los datos topográfi-
amplitud de miras, una explicación geo- mos derecho a distraernos y divertirnos" cos citados en el Poema. Lo tercero, la
gráfica (hombre+naturaleza+historia). leyendo poesía medieval. geografía en acción (naturaleza, paisa-
La ciudad de Palo Alto (California), jes' , viviendas, cultivos, ganadería, et-
p. e., debe su nombre español (1769) a nografía en general, etc.). Y queda aún,
una secuoya: voz que tiene su origen, a Por aquel entonces, yo no conocía para el camino, la conversación con los
su vez, en un jefe indio cheroqui (1760- más del 'Cantar de Myo Cid' que unos lugareños desocupados que puedan apa-
1838) cargado de historia. cuantos versos leídos de paso en los li- recer, los diálogos con el o los acompa-
bros de literatura de tercero o cuarto de ñantes (cuando los hay), la contempla-
bachillerato. Pero aquel articulito me lla- ción y el ensimismamiento en el paisaje,
En los años ochenta y siguientes,
mó la atención. Más que por el tema y la interpretación de la naturaleza y de la
libre ya de otras necesidades, compro-
los aciertos, por los errores que contenía toponimia en sí misma y en relación con
misos y obligaciones, e influido, tal vez,
en cuanto a las descripciones y los de- la orientación y los caminos, etc. Es así
por el libro de F. BRAUDEL (1971) sobre
talles geográficos de un entorno que yo como se aprecia, ante la necesidad de to-
Las civilizaciones actuales, me propuse
conocía bien y de primerísima mano. Y mar la senda o el camino correcto con
aprovechar el tiempo libre de las habi-
poco después, curioseando ya sobre es- la ayuda de los mapas topográficos a la
tuales vacaciones de verano, para viajar
tos asuntos, me sucedió lo mismo con vista, la capacidad informativa, es decir,
un poco más por el mundo y poder co-
otro artículo de un conocido autor que el valor descriptivo y cultural de la to-
nocer en directo, en la pequeña medida
relacionaba las vías o calzadas romanas ponimia. Por que la toponimia, incluso
en que fuese posible, las principales cul-
con la "ruta del destierro" del Cid. cuando es básicamente descriptiva, con-
turas y civilizaciones de nuestro tiempo,
así como las que las han precedido. En lleva en sí otros varios valores cultura-
esta suerte de viajes es habitual que, tan- Me propuse entonces redactar una les (cambios de lenguas, de fonética, de
to las guías de calidad impresas, como especie de breve nota para aclarar, en grafía, de uso humano, de valor histórico
los guías verbales inmediatos (traslados, tema de tanta importancia cultural, aque- real o simbólico, etc.).
yacimientos, monumentos, etc.) expli- llos pequeños o grandes errores topográ-
quen la toponimia (a veces en términos ficos. Pero, una vez que hube puesto ma-
solventes, otras, como entre nosotros, nos a la obra, vi que, refutar formalmente Nacido y criado en tierras cercanas
en modos convenientemente amañados esta suerte de afirmaciones, era más de teja más bien roja, en el curso de es-
por intereses económicos, religiosos o complicado de lo que parece a primera tas andanzas y exploraciones, después
ideológicos en general) de las ciudades vista. De modo que, puestos a hacer las de pasar la "Sierra de Miedes" (de Pela
o lugares visitados. cosas bien, y de una vez por todas, tenía o de Agrixa) y la "Montaña maravillosa
que recorrer andando yo mismo las rutas y grande" (Santo Alto Rey) del Cantar,
del Myo Cid. Y dadas, entre otras varias entre Albendiego, Pradeña, Cantalojas y
En la idea (mero fruto de la observa- "Las Minas" (Hiendelaencina), provin-
ción, no recuerdo con qué motivo) de que circunstancias favorables, mis ya viejas
aficiones serranas o montañeras, decidí cia de Guadalajara, me encontré con la
nar, nares, henar, henares, fenares, naz, sorpresa de que los tejados tradicionales
etc., pudiera estar en España relacionado hacerlo. Fue así como, tras tres años de
exploraciones, tanteos y caminatas par- (corrales de campo, viviendas, coberti-
con río o agua en general, aún recuerdo zos, etc.) eran negros, es decir, de piza-
la agradable impresión que me produjo ciales más o menos prolongadas, más
otros tantos o más de bibliotecas y ar- rras más o menos toscas o pulimententa-
(cuando no tenía aún la menor idea de la das. Pueblos "negros" o de "arquitectura
existencia o, al menos, de la importancia chivos, terminé escribiendo una guía de
Las rutas del Cid (1988), que malogró negra" se ha llamado después a estas
del indoeuropeo) que en la India, sobre aldeas de la antigua Sierra de Ayllón, al
el propio río, me tradujeran Benarés por un editor torpe y desvergonzado. Véanse
los detalles en la edición correcta de di- N.E de Madrid y al N.O. de Guadalaja-
dos-ríos, los ríos o confluencia de ríos. ra. Hasta entonces, yo no recuerdo haber
cho libro (Madrid, 2000, Ed. Polifemo).
visto más cubiertas de pizarra en España
En los mismos años ochenta, cuando que los tejados de placa fina y pulida del
me propuse estudiar (more antropología Las marcha en solitario para buscar Monasterio de El Escorial o los alber-
social) los cambios sociales en el Valle los caminos o probar los diferentes pasos gues lujosos del Puerto de Navacerrada.
Alto del Duero, me pareció obligado y posibilidades de tránsito de las sierras
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Mis toponimias del tejo.

*# Hacia el año 2000, cuando ya se ha- lat. taxus) m. Árbol de la familia de las Negra", del valle vecino por el Poniente,
bían puesto de moda entre los montañe- taxáceas, siempre verde, ...". la cuenca del río Sorbe, donde aparece
ros de Madrid las excursiones al Hayedo en los mapas topográficos un barranco
de Tejera Negra, organizamos con Juan menor, expuesto al Norte, con el nombre
Fue así como empecé a enterarme de Tejera Negra. Por otro lado, el espo-
Romero y otros amigos del Grupo de
de lo que era y significaba un tejo (taxus lón del Sistema Central que cierra esta
Montaña del Ateneo una marcha particu-
baccata L.), árbol sobre el que no había cuenca por el S.O., que arranca de las
lar hacia Cantalojas para darnos el placer
oído hablar nunca a pesar de llevar ya inmediaciones del Puerto de la Quesera
de conocerlo y, para evaluar, y en su caso
muchos años andando por las sierras. (Riaza), se llama asimismo Sierra de Te-
preparar, como tantas otras veces, una
Y fue así, a su vez, como comencé o jera Negra.
excursión en autobús para el conjunto de
sospechar que tejera pudiera significar
la Agrupación.
o haber significado también bosque o
conjunto de tejos. En efecto, en mis es- La exploración de esta Sierra, a par-
Fue entonces, cuando, como de cos- tudios publicados1, entre otros, puede tir del mencionado Puerto de la Quesera,
tumbre, comencé a interesarme por la verse que, aunque, como ya he dicho, dio el mismo resultado que la vuelta al
toponimia de Tejera Negra. De acuerdo el nombre técnico es tejeda, en la tópica circo del Hayedo: esquisto blanco gri-
con mis experiencias anteriores (había hispana la forma tejera (texeira, teixeira, sáceo o gneis. Más blancos aún que los
visitado Cantalojas más de media doce- tejería, teixeta, etc.) y derivados (tejillas, del dicho circo. Pero conseguimos llegar
na de veces), la traducción parecía fá- tejuelas, tejerizas, etc., etc.) predomina hasta el Barranco de Tejera Negra, don-
cil: se referiría sin duda, como también aún claramente sobre tejeda en toda la de, \eureka\, pudimos ver y fotografiar
han supuesto otros autores, a canteras Península. algunos tejos.
de pizarra, de donde se extraería la teja
negra que tanto abunda en ese pueblo
y en los que he mencionado antes. Sin Al parecer, una vez que la homoni- Meses más tarde, cuando supusimos
embargo..., seguíamos avanzando, dan- mia (alfar y bosque de tejos) hubo creado que habría bajado ya el caudal del río
do la vuelta por las cumbres al circo del históricamente la confusión, el hablante Sorbe, que tendríamos que cruzar, orga-
Hayedo, y la roca negra no aparecía por tuvo que inventarse un segundo término nizamos con Juan José Aguirre y Juan
ninguna parte. Todo era esquisto, muy para diferenciar ambos conceptos. Y eli- Larrea otra excursión. Pero, en este caso,
degradable, y gneis de color más bien gió negra (en alusión al marcado color a partir del parking del Hayedo. Y vimos
blanco o grisáceo. Pensamos que, final- verdinegro del tejo), hermosa (en aten- allí, en el Brrco. de Tejera Negra, entré
mente, encontraríamos "las canteras" ción a su belleza), etc., para designar la pinos y abedules, siguiendo la senda y
de pizarra negra al llegar al Collado del tejera impropia o menos habitual. las cintas que habían puesto los foresta-
Hornillo. Pero no fue así. La traducción les, unos dos centenares de tejos. Más
tejera negra = tejar (alfar) de pizarra ne- arriba, reptando bajo los arbustos cuando
Pero, ¿dónde están o estuvieron los se agotaron dichas cintas, encontramos
gra, que parecía tan fácil e inmediata, no taxus de esta Tejera Negral Ahora se
tenía, pues, el sentido natural que había- además dos acrisolados núcleos de tejos
enseña un tejo, entre otros varios árbo- viejos, tal vez milenarios.
mos imaginado. Y es que, como diría K. les autóctonos, en la "Senda Botánica"
Marx a propósito de la Economía, si las de este Hayedo. Y hay, además, una te-
cosas fuesen tan sencillas como parecen El nombre de ese barranco está, pues
jeda notable, muy escondida, poco vi-
a primera vista no tendríamos necesidad a mí entender, plenamente justificado en
sible, que sólo conocemos unas cuantas
de investigar. términos descriptivos. La importancia y
personas, en los escarpes de Valparaí-
so. Todo ello en la cuenca del río Lillas. significado que tuvo el lugar se percibe
Pero nada de esto tiene que ver con el asimismo observando que, el serrijón in-
Todo esto me llevó a sospechar que mediato e incluso el propio Hayedo, en
la voz tejera pudiera tener o haber te- nombre de Tejera Negra. Cientos de
la cuenca vecina, como ya he dicho, ha-
nido otros significados. Pero no figu- excursionistas visitan el Hayedo todos
yan tomado su nombre.
raba, como tal, en el Dicc.de la RAE O los años, sobre todo en otoño, y, como
similares, que sólo la recogen, indirec- es natural, encuentran un hermoso bos-
tamente, como femenino de tejero: mu- que de hayas, que es lo que les habían Algún tiempo después, cuando estu-
jer del tejero. Tampoco figura en dichos prometido. Pero nada, en absoluto, que dié "Las huellas del tejo en el Libro de la
diccionarios el nombre técnico, tejera: evoque o justifique las voces tejera o montería" (2006), descubrí, no sin cierto
bosque, grupo, rodal o conjunto de te- negra en' términos naturalistas. Hay, esfuerzo, que esta misma tejeda aparece
jos. Lo más próximo que pude hallar es pues, que seguir investigando. en los siglos XIII-XIV bajo el nombre
tejar (alfar): "Sitio donde se fabrican de Tejera Hermosa (Fermosa), apelativo
tejas, ladrillos y adobes". En cuanto a medieval que permitía igualmente al ha-
tejo en el Dice, de la RAE, después de El "Parque Natural del Hayedo de blante diferenciarla de una tejera ordina-
leer ocho acepciones, más la figurada Tejera Negra" recibe su nombre princi- ria (el alfar). Tenemos sin embargo que
("tirar los tejos"), aparece "tejó1 (Del pal del Hayedo (y allí están las hayas) lamentar que, en el proceso de maque-
y su nombre complementario, "Tejera tación de la revista El Ateneo, donde se
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publicó este artículo, suprimieran el pá- fomentarse, y más o menos estudiosos je que decidió hace años abandonar la
rrafo que contenía la parte fundamental pueden existir en cualquier parte, en la canera de las armas para dedicarse a la
de la explicación correspondiente. medida en que publiquen sus resultado al contemplación y vivencia de la natura-
respecto, colgándolos por ejemplo en In- leza y, como consecuencia, a la defensa
ternet, se puede avanzar bastante en esa de los árboles), tiene en dicha referencia
Varios meses después, una vez que ha suerte de empeños. Fue así como pensé un artículo titulado "lona: Origins of a
habíamos tomado la costumbre de com- en "La Toponimia del Tejo en Internet" Druid Island". Cuenta en él como, "ha-
binar a menudo en lo posible, de acuerdo (2005), elaborando una metodología ad biendo leído historias y oído leyendas
con los gustos de los participantes, las ex- hoc (aplicable al rastreo similar de cual- [que se remontan al año 563 d.l.e.c]
cursiones montañeras con la búsqueda de quier otro fitotopónimo) que concreté y sobre un misteriosos tejo de una de las
tejos silvestres, encontré en los mapas to- apliqué al caso particularmente produc- islas occidentales de Escocia [lona],
pográficos otra Tejera Negra en Horcajue- tivo de las fuentes (manantiales). decidió encaminarse [1994] al lugar con
lo (Madrid). Tras tres intentos espaciados, dos compañeros para comprobar si aún
que no es oportuno detallar ahora, logra- existía tal tejo". Y, tras las investigacio-
mos también encontrar allí, entre acebos Pero cabe también seguir avanzan- nes históricas, ecológicas, toponímicas y
que rebrotan y pinos alóctonos, los restos do en este campo mediante otras varias lingüísticas en general que refiere, más
de la tejeda correspondiente: dos tejos, al aproximaciones. En "Huellas del tejo en las expediciones correspondientes para
menos. Más tarde aparecieron otros casos el mapa de carreteras (España y Portu- explorar in situ las posibilidades, logró
(Pozo Negro, etc.) que pueden verse en gal)" (2006) apliqué en esencia el mis- encontrar "el viejo tejo" de los celtas (tal
mis estudios. Y, a partir de ahí, animados mo método a una base geográfica y lin- vez un retoño), aunque, dada la peligro-
por estos pequeños éxitos, hemos conti- güística más amplia. A continuación, en sidad actual del escarpe, tuviese que re-
nuado, sin prisa pero sin pausa, buscando "La toponimia del tejo en la Península nunciar a tocarlo.
tejos silvestres ignorados en los montes Ibérica" (2009), la lectura de la literatura
más cercanos a Madrid (Sierras de Ayllón europea más conocida sobre el tejo, en
y de Guadarrama, etc.), a la vez que vi- particular la británica, me permitió pro-
sitamos los ya conocidos (los registrados fundizar y ampliar considerablemente
en el Libro del tejo o en otras fuentes) y el marco de referencia lingüístico. Fi-
comprobamos su estado de conservación. nalmente, las facilidades para manejar 1
GARCÍA PÉREZ, Guillermo (2003): "Toponi-
el programa "Cartoteca" de IGN, en su mia de la Sierra de Guadarrama", La Sierra de Gua-
versión actual en Internet, me ha llevado, darrama: Reencuentro con el Viejo Amigo, Madrid,
Nuestro punto de partida en esas ex- hace ya más de medio año, a comenzar 2003, PIDA, pp. 95-121.
cursiones es siempre la toponimia. Pero, el rastreo de una muestra toponímica re- ÍDEM (2004): "Toponimia del tejo en la Sierra
los topónimos en juego, bastante diver- ducida en el Mapa Topográfico Nacional de Gredos", Boletín de Arba, 14 (2007), pp. 15-16.
sos, según podrá verse en mi última publi- de España 1:50.000*
cación al respecto, "Toponimia del tejo en ÍDEM (2004): "Toponimia del tejo", Cuadernos
de Etnología de Guadalajara, 36 (2004), pp. 83-93.
la península Ibérica" (2009), sólo cobran
sentido, en lo que se refiere a la búsqueda Entre los diversos autores y colec- ÍDEM (2005): "Toponimia, ecología y botánica.
y posibilidades de encontrar el árbol o sus tivos europeos que se interesan por el La toponimia del tejo en Internet", Boletín de Arba,
huellas (físicas, documentales o etnobo- estudio del tejo desde perspectivas con- 16 (2005), pp. 58-65.
tánicas), cuando se dan o se han podido servacionistas, biológicas, sanitarias, ÍDEM (2005): "Taxus, Texas (U.S.A.) y mos-
dar las condiciones habitacionales ade- históricas o etnobotánicas, merece, a mi quitos", Boletín de la Sociedad Ateneísta de Aire Li-
cuadas. En consecuencia, el conocimien- juicio, mención especial el grupo bri- bre, 37 (2005), pp. 20-21.
to del medio natural, por un lado, y de la tánico AYG (Ancient Yew Group), que
ÍDEM (2006): "Huellas del tejo en el Libro de
ya relativa abundancia de literatura sobre mantiene al día una excelente página la montería", El Ateneo. Revista científica, literaria y
el tejo, por otro, evitarán muchas frustra- en Internet. Uno de sus miembros más artística, XV-XVI (2006), pp. 77-85.
ciones y pérdidas innecesarias de tiempo conocidos, Alien Meredith (un persona-
a quienes se interesen por esta suerte de ÍDEM (2006): "Redundancia toponímica (Es-
paña y Portugal)", El Nuevo Miliario, 2 (2006), pp.
prácticas medioambientales. 44-56.

ÍDEM (2007): "Toponimia del tejo en la Sie-


Un fin de semana sí y otro también, rra de Gredos (continuación)", Boletín de Arba, 18
mientras el tiempo y otras circunstancias (2007), pp. 29-30.
lo permitan, a lo largo de varias décadas, ÍDEM (2007): "Toponimia, ecología y botánica.
dan bastante de sí. No obstante, no es po- Huellas del tejo en le mapa de carreteras (España y
sible acceder ni visitar todos los posibles Portugal)", Cuadernos de Etnología de Guadalajara,
lugares probables a tomar en considera- 39 (2007), pp. 207-226.
ción en un territorio amplio determinado. ÍDEM (2009): "Toponimia del tejo en la penín-
Sólo con varios estudiosos aficionados sula Ibérica", Ecología, 22 (2009), pp. 305-356.
coordinados, operando en distintos terri-
torios locales proclives al tejo, podría ha- ÍDEM y M. Mar RECIO DÍAZ: "Los tejos de
El Buen Retiro", Boletín de la Sociedad Ateneísta de
cerse un rastreo eficiente en base a unas Aire Libre, 40 (2008), pp. 13-16.
referencias toponímicas determinadas.
Sin embargo, como las aficiones pueden Boletín ele ]a Sociedad Ajéneosla de Aire Libre,
Hoja, flor, fruto y semilla del tejo (Wikipedia) 41 (2009), pp. 18-21.

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