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Se llama fuente al hecho, acto o disposición legal que da origen a obligaciones. Las
fuentes de las obligaciones pueden agruparse en dos grandes grupos: la voluntad y la
ley.
Si bien la anterior es la clasificación que en la doctrina se considera más acertada, es
otra la que mantienen muchos de los Códigos Civiles influenciados por el Código
Napoleónico.
Los romanos identificaron las fuentes de las obligaciones con la causa eficiente. Gayo,
en un principio, consideró que eran únicamente fuentes obligacionales el delito, el
contrato y "figuras de varias causas". Posteriormente, los glosadores, a estas "figuras
de varias causas" las dividieron dependiendo de si se asemejaban más a un contrato
(cuasi contrato) o a un delito (cuasidelito).
Pothier, uno de los principales elaboradores del Código Napoleónico, recogió esta
clasificación y añadió una quinta fuente: la Ley.
La doctrina critica a esta clasificación. Unos dicen que, en realidad, las fuentes
obligacionales serían únicamente el contrato (negocio jurídico, más acertadamente) y la
ley. Otros dicen que la clasificación es incompleta ya que, en su criterio, faltarían otras
fuentes (como, en ciertos casos, la declaración unilateral de voluntad).
Puede ocurrir que el patrimonio del deudor no sea suficiente para satisfacer las deudas.
En este caso, no siempre los acreedores se satisfacen en igualdad: existen acreedores
privilegiados y acreedores comunes o quirografarios.
Son privilegiados los que (a) por Ley, gozan de una preferencia, como lo es el mismo
estado en materia de deudas tributarias, o (b) los que disfrutan de una garantía real,
como los acreedores hipotecarios o pignoraticios. Pero si la garantía real de un
acreedor hipotecario o pignoraticio no basta para cubrir la obligación, el saldo lo entran
a disputar como acreedores comunes.
Medidas y acciones conservatorias[editar]
Ante un deudor que no pueda honrar las deudas que ha contraído, los acreedores
tienen distintos medios legales para garantizar la mayor posibilidad de satisfacción de
sus derechos personales. Así, las siguientes son medidas y acciones puestas a
disposición de los acreedores por el ordenamiento jurídico.
El embargo[editar]
Declarado judicialmente el embargo, el deudor queda imposibilitado de disponer del
bien embargado.
La inhibición[editar]
La inhibición afecta todos los bienes inmuebles del deudor. Le es imposible enajenarlos
o gravarlos. Una vez hecho el pago de la deuda que ocasionó la inhibición quien se
encarga de levantar dicha inhibición ya que un juez lo ordenó para asegurarse el cobro.
La designación de interventor judicial[editar]
Será una persona, declarada judicialmente, quien podrá controlar los negocios del
deudor en beneficio de los intereses de los acreedores.
Derecho de retención[editar]
Es un derecho que se da a los acreedores de retener objetos pertenecientes al deudor
hasta que este pague la deuda. Por ejemplo, en un arrendamiento, el acreedor tiene el
derecho de retener todos los bienes que el deudor tenga almacenados en el inmueble
hasta que éste satisfaga la deuda.
La acción oblicua[editar]
Consiste en que un acreedor ejercite las acciones que competen a su deudor en contra
del deudor del segundo. Es decir, cuando el acreedor alcanza a un tercero por
intermedio de su deudor. El acreedor, quien tiene el interés que el deudor se encuentre
siempre en capacidad de satisfacer su obligación, puede actuar en lugar del deudor
cuando este sea negligente en el cuidado de su patrimonio. Puede aceptar legados,
cobrar deudas no cobradas, hacer inscribir un inmueble que le corresponde al deudor,
etc. La acción oblicua no le da derecho al acreedor de administrar los bienes del
deudor, ni de disponer de ellos. Para el ejercicio de la acción oblicua, el acreedor
necesita:
• Que haya una obligación que sea líquida y exigible.
• Que haya inacción del deudor.
• Que Haya un interés legítimo en actuar.
Cuando se trate de proteger el patrimonio de un deudor, como evitar una prescripción,
el acreedor puede actuar aún cuando no tenga orden judicial ni sea el crédito exigible.
La acción pauliana[editar]
El acreedor puede pedir la nulidad de los actos que realice el deudor en perjuicio de
sus acreedores.
Los requerimientos para ejercer la acción pauliana son:
• Que el deudor se halle en estado de insolvencia declarado judicialmente.
• Que exista un efectivo perjuicio para el acreedor.
• Que haya una intención de fraude por parte del deudor.
El deudor puede disponer de sus bienes siempre que tenga la capacidad de responder
a sus obligaciones.
La simulación[editar]
En la simulación, los contratantes convienen ocultar una mentira mediante un acuerdo
distinto a sus verdaderas intenciones. Existe un acto simulado (el que se da a conocer)
y un acto secreto (la verdadera intención de las partes). Tiene una apariencia distinta a
la realidad. El acto simulado puede haber sido realizado con la intención de perjudicar a
los acreedores, razón por la cual éstos pueden protegerse pidiendo la nulidad de tales
actos.
Los actos de simulación pueden clasificarse de la siguiente forma:
• El contrato ficticio: la simulación incide sobre la existencia misma del acto.
• La ocultación: la simulación incide sobre la naturaleza del acto. Ej: una donación
encubierta bajo una compraventa.
• La interposición de personas: cuando la persona que será verdaderamente
afectada por el contrato no es quien aparece en él.
El acto simulado sufre de una invalidez absoluta. Para la prueba de la simulación, se
admite toda clase de pruebas, aún testimoniales e indiciarias, esto por razón de la
dificultad de demostrar las intenciones de las personas a la hora de celebrar el acto.
Para que exista simulación, se debe cumplir con dos requisitos:
• Que exista el acuerdo simulatorio
• El fin de engañar o perjudicar a terceros.
El acto de simulación tiene las siguientes diferencias con la acción pauliana:
• La acción de simulación pretende descubrir el acto simulado y reflejar el verdadero.
La acción pauliana pretende revocar un acto real.
• Las transmisiones patrimoniales de un acto simulado se reintegran al patrimonio del
deudor. La acción pauliana no produce este reintegro, sino que los bienes pasan a
formar parte de la masa del concurso de acreedores.
• Para la acción de simulación no es necesario que el deudor esté en estado de
insolvencia.
• Diferenciaas.
os derechos reales pueden definirse como la relación jurídica existente entre una
persona y una cosa. Esta figura nace del del Derecho romano y es utilizado en
contraposición a los derechos personales o de crédito. En México los derechos reales
se clasifican de dos formas;
En este tipo de derechos encontramos un acreedor, que tiene derecho para exigir a un
deudor el cumplimiento de una determinada prestación. Los derechos personales o
créditos son los que solo pueden reclamarse de determinadas personas, que por un
hecho suyo o sola disposición de la ley, han contraído las obligaciones correlativas.
7) el debito y la responsabilidad.
Para el deudor existe una obligación. Para el acreedor existe un derecho de crédito.
ELEMENTOS OBJETIVOS
2° Prestaciones de hacer. Son todas aquellas que implican una actuación del deudor.
Trabajar, gestionar un negocio, pintar un mural, vigilar o custodiar un bien).
3° Prestaciones de no hacer. Aquellas que consisten en una abstención por parte del
deudor, es una actuación negativa. (no revelar un secreto de fábrica, no construir)
Requisitos de la prestación:
a) Debe ser posible; es decir factible en el terreno de la realidad desde el punto de vista
jurídico. La imposibilidad puede ser:
a.2 Jurídica. (El deudor se compromete a vender la plaza Bolivar, o a arrendar una
avenida).
b) Debe ser lícita. Es decir que su ejecución no viole el orden público ni las buenas
costumbres. (El deudor se compromete a suministrar drogas).
ELEMENTO JURIDICO
Este vínculo es el lazo de derecho que liga al acreedor con el deudor; y explica la
sujeción o sometimiento del deudor a la necesidad de cumplir al acreedor la actividad,
conducta o prestación a que se ha comprometido y el poder jurídico que tiene el
acreedor de obligar al deudor a cumplir mediante la intervención de los órganos
jurisdiccionales.
Teorías monistas internacionalistas, para las que la norma internacional se sitúa en una
posición de jerarquía sobre la norma interna. Hans Kelsen, en una segunda etapa,
defendió esta teoría, y también lo hizo su discípulo Verdross.