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Asimismo, el éxito del acto sexual depende de la integridad física de los órganos
sexuales y de los sistemas vasculares, neurológicos y endocrinos. Pero incluso
disfrutando de una salud física satisfactoria, las respuestas sexuales siguen siendo
vulnerables a los efectos del estrés emocional y están expuestas al fracaso por
efecto de un condicionamiento aversivo. Por ello. es importante conocer que
algunos trastornos pueden afectar la capacidad de los hombres y de las mujeres de
tener relaciones sexuales o disfrutarlas.
Estas se caracterizan por una alteración del deseo sexual, por cambios
psicofisiológicos en el ciclo de la respuesta sexual y por la provocación de malestar
y problemas interpersonales.
Pueden ser:
No siempre el trastorno obedece a una u otra causa, sino que se solapan varios
factores y entonces podría decirse que obedece a factores combinados, es decir,
cuando los factores psicológicos desempeñan un papel en el inicio, la gravedad o
la persistencia del trastorno, y la enfermedad o las sustancias contribuyen a la
aparición del trastorno, pero no son suficientes para constituir su causa.
El trastorno del deseo sexual inhibido es una disfunción muy frecuente, que se
caracteriza por una deficiencia o ausencia de fantasías sexuales y de deseo de
mantener contactos íntimos. De acuerdo con algunos especialistas, el 20% de los
hombres que registran una vida sexual activa en el mundo se ven afectados por
este trastorno.
Por otra parte, el deseo sexual inhibido también puede ocurrir en personas que
han tenido una educación sexual muy estricta durante la infancia (lo que puede
provocar una autonegación del derecho al placer), actitudes negativas hacia el sexo
(relacionándolo a lo malo o pecaminoso) o a experiencias sexuales traumáticas
(como violación, incesto o abuso sexual).
Fobia sexual:
El rasgo que define el trastorno por fobia o aversión sexual es la del sexo. No se
trata aquí de un deseo inhibido, sino de un miedo irracional capaz de producir
intensas reacciones corporales (por ejemplo, taquicardia, sudoración) con sólo
imaginar la actividad sexual que resulte aversiva. Puede sentirse aversión hacia el
sexo en general o hacia una faceta concreta como los genitales del sexo opuesto o
la penetración.
Un hombre puede tener varios tipos de miedos sobre el sexo: miedo a fracasar
en la relación sexual, miedo a no tener erección suficiente, miedo de eyacular
demasiado rápido, miedo a perder la compañera o el compañero sexual. En muchos
casos el sujeto evita o huye de las relaciones sexuales utilizando diferentes
justificaciones. Esto provoca una retroalimentación negativa, ya que, al evitar las
relaciones sexuales por temor, el miedo a fallar aumenta y refuerza dicha fobia.
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Trastornos sexuales en las mujeres:
La fobia sexual:
Entre sus causas pueden mencionarse los factores educacionales, que con
frecuencia afectan a la mujer; la existencia de disfunciones previas, que al convertir
la actividad sexual en una experiencia negativa producen una pérdida de deseo; el
estrés o el exceso de trabajo, que llevan a centrar la atención en áreas alejadas de
la sexualidad; las enfermedades crónicas que junto con determinados tratamientos
farmacológicos, pueden afectar al deseo sexual tanto biológica como
psicológicamente; la depresión, en la que existe una pérdida generalizada de interés
por todas las cosas
Dado que las variaciones interpersonales en el deseo sexual son muy amplias,
es más fácil diagnosticar un trastorno del deseo cuando ha existido un impulso
previamente más alto que cuando el problema es primario, ya que entonces es difícil
fijar los límites de la normalidad
Debe evaluarse también la posibilidad de que la inhibición del deseo sexual sea
selectiva hacia determinada persona o hacia determinada actividad sexual. Es
posible en este caso que existan otras causas además de las reseñadas
anteriormente, como pueden ser los problemas en la relación de pareja, o una
habituación sexual, es decir, la pérdida de poder estimulante cuando un estímulo
sexual se presenta en repetidas ocasiones.
Con frecuencia la falta de impulso sexual se consulta para un mejor ajuste con la
pareja y no por un verdadero deseo propio, ya que la mujer puede encontrarse bien
consigo mismo aun manteniendo un muy bajo o nulo impulso sexual. En estos casos
cabe evaluar si existe una verdadera motivación para aumentar el deseo sexual ya
que, de lo contrario, cualquier intento de solución será ineficaz.
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Anorgasmia:
La mayoría de las mujeres que tienen este problema, no han aprendido a conocer
sus puntos físicos sensibles y la manera de estimularlos, habiendo tenido la mayoría
una experiencia masturbatoria pobre en cantidad y calidad. El orgasmo es una
respuesta refleja desencadenada por los estímulos proporcionados de manera
efectiva. Por lo tanto, si la mujer no sabe qué parte de su anatomía física y genital
estimular y de qué manera hacerlo, no podrá alcanzar el orgasmo sola ni transmitirle
a su pareja cómo estimularla adecuadamente. La pareja por su parte, difícilmente
pueda adivinar cuales son los medios que conducen al orgasmo, ya que los métodos
de estimulación sexual del varón y de la mujer son esencialmente distintos.
Por ello, inicialmente, el tratamiento se basa en la autoestimulación, a la cual se
llega tras unos pasos previos consistentes en observar y explorar los propios
genitales, localizar las áreas que producen más sensaciones entrenar la
musculatura pubococcígea y aprender a recrear fantasías eróticas
Las causas físicas son poco comunes. Algunas de ellas son: dosis altas de
alcohol, narcóticos y sedantes; antidepresivos Tricíclicos e IRSS; trastornos
neurológicos producidos por lesiones, accidentes, cirugías o enfermedades
(diabetes, alcoholismo, hernia de discos, esclerosis múltiple).
Vaginismo:
Las mujeres con Vaginismo tienen una buena capacidad sexual para excitarse e
incluso alcanzar el orgasmo. Su problema es específicamente la penetración.
El Vaginismo es la causa principal de los Matrimonios No Consumados.
A partir de aquí se lleva a cabo una progresión, cuyo primer paso consiste en la
introducción suave de la punta del dedo de la propia mujer en la vagina, hasta que
se consiga reducir la contractura muscular. Una vez pueda introducir todo el dedo
en la vagina, se continúa con los pasos posteriores que incluyen la introducción de
dos dedos, de uno y dos dedos de la pareja, de tampones o de dilatadores vaginales
y, finalmente, el coito, que debe llevarse a cabo en posición superior femenina, para
que sea la mujer quien controle todo el proceso de la penetración. En la ejecución
de estos pasos, la mujer puede ayudarse con un lubricante vaginal no graso (de
venta en farmacias) que facilite la introducción
Ante cualquier dispereunia deben tenerse en cuenta en primer lugar las causas
orgánicas: infecciones vaginales o urinarias; malformaciones de los genitales,
cicatrices o quistes, sin olvidar la posible sequedad vaginal que se produce tras la
menopausia o en cualquier estado carencial de estrógenos. Una vez descartadas
estas posibles causas, se deben revisa los aspectos psicológicos.