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¿Le agrada su matrimonio a Jehová?

El divorcio no comenzó a verse como salida fácil a los problemas matrimoniales sino hasta en
fechas recientes. Antes solía ser difícil de obtener; por ejemplo, en la Inglaterra del siglo XIX
estaba sujeto a la aprobación del Parlamento. Ese rechazo contribuía a evitar la desintegración
de las familias. Sin embargo, hoy las cosas son muy diferentes. La Encyclopædia Britannica
señala: “Desde la II Guerra Mundial, los índices de divorcio se han disparado en muchas naciones
[...]. Las actitudes ante el divorcio han cambiado drásticamente [...], y se ha generalizado su
tolerancia”. En efecto, el divorcio está convirtiéndose en todo un fenómeno social hasta en
naciones como Corea, donde hace solo un decenio se veía con muy malos ojos. Hoy se considera
en muchos países una opción viable para salir de un matrimonio problemático.
Mal 2:13, 14. Jehová odia la traición en el matrimonio.
En la época de Malaquías (siglo V antes de nuestra era), el divorcio se había convertido en una
plaga entre los judíos. Por eso, aquel profeta dijo a cada uno de los varones implicados. Lee Mal
2:13, 14.
¿De quiénes eran las lágrimas que cubrían el altar de Jehová? De las mujeres judías que iban al
santuario a llorar sus penas ante Jehová. ¿Qué las hacía sufrir así? Que sus esposos las habían
abandonado; se habían divorciado de ellas sin motivos válidos, tal vez para casarse con
extranjeras más jóvenes.
Se refiere a “tu socia y la esposa de tu pacto”. Aquellos hombres se habían casado con una sierva
de Dios, una israelita, y la habían elegido como su querida compañera, como socia para toda la
vida. Aunque eso seguramente sucedió cuando ambos eran jóvenes, el transcurso del tiempo y
la llegada de la edad avanzada no invalidaban el pacto que habían hecho, esto es, el contrato
matrimonial.
Es una lástima que algunos hermanos desprecien las instrucciones divinas sobre casarse solo en
el Señor. Y también es lamentable que haya quienes no se sigan esforzando por fortalecer su
matrimonio, sino inventen excusas o emprendan un proceder que Dios odia al conseguir un
divorcio sin base bíblica con el fin de volver a casarse. Al actuar de ese modo, “han fatigado a
Jehová”.
Mal 2:15, 16. Sea fiel a su cónyuge.
Malaquías señala un aspecto positivo al decir que algunos hombres no trataban traidoramente
a sus esposas. Tenían ‘lo que quedaba del espíritu santo de Dios’ (versículo 15). Felizmente, hoy
en la organización de Dios abundan hombres de esa clase, que ‘asignan honra a su esposa’ (1
Pedro 3:7). No la maltratan ni física ni verbalmente, ni insisten en realizar actos sexuales
degradantes; tampoco la deshonran flirteando con otras mujeres o viendo pornografía. La
organización de Jehová también tiene la dicha de contar con una gran cantidad de esposas
cristianas leales a Dios y sus leyes. Tales hombres y mujeres saben qué es lo que Dios odia, y
piensan y actúan en consecuencia. Continuemos imitando su ejemplo, ‘obedeciendo a Dios
como gobernante’, y recibiremos su espíritu santo.
Por eso Hermanos esforcémonos para que nuestro matrimonio sea fuente de honra y gloria
para Jehová.

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