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EL CONCEPTO EN EL PROCESO DEL DISEÑO ARQUITECTÓNICO

El concepto es la esencia del diseño arquitectónico, se


entiende como la transición de una idea subjetiva y
materialización de la misma o bien, como una metáfora
proyectada en un espacio que da sentido al hacer
arquitectónico. Un concepto claro guía la función y el valor
estético de cualquier diseño, evitando caer en caprichos
formales.
Cada época ha marcado una referencia en la forma de
plantear la arquitectura y sin embargo, existen criterios
clásicos que continúan vigentes en la arquitectura
contemporánea, tal como Vitrubio quien afirmaba que cualquier obra arquitectónica debería ser
útil, firme y bella. El concepto permite entender la evolución de las corrientes arquitectónicas a
lo largo de la historia y cómo la perspectiva del diseño se ha vuelto cada vez más compleja.
La elección del concepto suele ser un dolor de cabeza para el arquitecto o estudiante, muchos
habrán pasado por la “crisis del papel en blanco”, el primer paso para aterrizar las ideas quizá
sea el más difícil en el proceso del diseño, y es que la creatividad se desarrolla ejercitando la
expresión gráfica como cualidad fundamental en el proceso de composición. El dibujo es la
herramienta básica del arquitecto que le permite expresar su percepción del espacio y la forma.
Un buen ejercicio para todo arquitecto es llevar consigo una libreta de dibujo para registrar de
manera gráfica cada idea, algún croquis, perspectivas y todo tipo bocetos, nunca se sabe
cuándo puede llegar la inspiración.
En realidad no existen buenos ni malos conceptos, sino un mal
planteamiento y desarrollo de conceptualziación. Para ello, se
requiere un previo conocimiento de variables que pueden
interpretarse por una o varias cualidades. La concepción de la idea
debe ser estudiada y entender que es lo que se quiere expresar,
tener claro a donde se pretende llegar y como se quiere llegar.
El proceso de conceptualización consiste primeramente en un
acopio de información y analogías, en la búsqueda de puntos clave
para estructurar una propuesta arquitectónica que cumpla de
manera integral las necesidades planteadas. Para definir con
claridad el concepto de un edificio o espacio arquitectónico pueden plantearse preguntas como:

¿Para qué sirve? ¿Cómo se desarrolla? ¿Qué es? ¿Cómo transciende en el tiempo? ¿Qué
significa para el autor y para la sociedad?
De esta manera la composición del espacio consiste en integrar todo un contexto de variables
en una propuesta de diseño eficiente y original que debe ser guiada no solo por un carácter
formal sino por un contexto natural, cultural y social. El diseñador debe entender las necesidades
básicas de la sociedad, considerar el entorno, sus características y valores que sirvan como guía
en la conceptualización del espacio arquitectónico y de su aspecto estético.

Las analogías más usadas en la conceptualización son:

1. Analogía con la naturaleza:


Cuando se estudian formas orgánicas de animales, vegetales o minerales.

2. Analogía con otros proyectos:


Para entender el carácter arquitectónico dependiendo el género de edificio a desarrollar.

3. Metáforas formales:
Cuando se relaciona un diseño formalmente con objetos conocidos, sin copiarlos de
manera idéntica.

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