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1. EL MATRIMONIO
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limitaba a exigir, como requisito del matrimonio, el consentimiento de los ascendientes
cuando se trataba de contrayentes menores de edad.
En el año 1884 se promulgó en Chile la Ley de Matrimonio Civil, ley número 4.408
(en ese mismo año se dictó también la ley de Registro Civil), que entró en vigencia en
enero de 1885, iniciándose, de este modo, la secularización del matrimonio en nuestro país.
La referida ley disponía, en su artículo primero, que "El matrimonio que no se celebre con
arreglo a las disposiciones de la presente ley, no produce efectos civiles". Se establece la
ineficacia de cualquier matrimonio celebrado sin sujeción a sus prescripciones. Esta ley
dispuso la celebración del matrimonio ante un oficial del registro civil -ya no ante un
sacerdote- y que la jurisdicción civil y no la eclesiástica sería la encargada de conocer las
contiendas suscitadas con motivo de la ley, así como de los juicios de divorcio (que no tenía
el carácter de vincular) y nulidad, incluso tratándose de matrimonios contraídos con
anterioridad a su entrada en vigencia.
El 17 de mayo de 2004 se promulgó una nueva Ley de Matrimonio Civil, ley 19.947,
que entró en vigencia el 17 de mayo del mismo año - derogando la Ley de 1884 que seguía
vigente hasta entonces - y le da al derecho matrimonial una nueva fisonomía.
Se trata de un cuerpo legal que tiene como rasgos destacados el introducir una serie
de modificaciones en materia de requisitos para la celebración del matrimonio; y además, si
bien mantiene el carácter secular del vínculo matrimonial, permite, como se verá, la
celebración del matrimonio ante entidades religiosas de derecho público; figura, en todo
caso, que para producir efectos civiles requiere de la ratificación del consentimiento ante
el oficial del registro civil y de su inscripción; y, finalmente, como la más importante de las
modificaciones al derecho matrimonial vigente en nuestro país, esta ley introduce la figura
del divorcio como causal de término del matrimonio.
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Hoy día tenemos en Chile un divorcio vincular, que no sólo suspende o pone fin a la
vida en común de los cónyuges, como era hasta antes de la ley 19.947, sino que termina con
el matrimonio, creándose el estado civil de divorciado.
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supuesto contrato no pueden disciplinar su relación conyugal modificando o derogando la
ley de orden público matrimonial. Además, se agrega que la materia sobre la que recae el
acuerdo matrimonial -las relaciones personales o familiares- no pueden ser objeto de un
contrato. Por otra parte, las reglas de los contratos son inaplicables al matrimonio,
especialmente, las del mutuo disenso o resciliación.
Sin embargo, considerando la importancia que el nuevo texto legal asigna al requisito
del consentimiento matrimonial libre y pleno, la postura de quienes afirman que cabe
calificarlo como contrato se refuerza. En efecto, según el inciso primero, parte final, del
artículo 2 de la ley 19.947, ella establece los requisitos necesarios para asegurar el libre y
pleno consentimiento de los contrayentes3.
Por todo ello, se puede afirmar que desde el punto de vista de los efectos del
matrimonio no se está en presencia de un contrato, sino más bien de una institución
representada por un sin número de relaciones preestablecidas a las que los contrayentes
sencillamente adhieren. Tal afirmación se funda en la circunstancia señalada de que los
efectos del matrimonio vienen determinados imperativamente por el ordenamiento jurídico,
hay toda una estructura legal que determina las consecuencias de este contrato de
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Con base a lo señalado puede afirmarse - como lo hacen los profesores Javier Barrientos y Aránzazu
Novales - que no se debe entender el matrimonio como contrato dentro de los parámetros del derecho
patrimonial, sino como referido al rol del consentimiento libre y espontáneo constitutivo de un elemento de
esencial del matrimonio, es decir, necesario para que surja jurídicamente el vínculo a que da lugar el
matrimonio y sea plenamente eficaz. Así, el carácter de contrato sería relevante en lo que se refiere a la
celebración del matrimonio o más bien a la constitución de la relación jurídica matrimonial.
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Frente a las discusiones que suscitan la naturaleza contractual del matrimonio, surgen también otras
explicaciones para determinar su naturaleza jurídica, destacándose principalmente las que lo entienden como
acto de estado y como una institución. El matrimonio como acto de Estado. Según esta postura, el Estado a
través del Oficial del Registro Civil, une a las partes en matrimonio. La voluntad de las partes o acuerdo
matrimonial sólo representa un presupuesto indispensable para que el Estado pueda unir a los contrayentes en
matrimonio. El matrimonio como Institución. Para esta tesis, se trata de una institución donde el acuerdo de
voluntades de los contrayentes es sólo el acto de fundación que le da origen. La idea directriz es el propósito
de “un hombre y una mujer de unirse actual e indisolublemente y por toda la vida, con el fin de vivir juntos,
de procrear y auxiliarse mutuamente” Constituida la institución matrimonial, cobra vigencia el estatuto
jurídico establecido por la ley civil, el que no puede ser alterado por la voluntad de los fundadores.
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matrimonio en cuanto acto de constitución. Estamos, entonces, ante una institución, un
sistema de vinculaciones jurídicas preestablecidas a las cuales prestan su adhesión las
personas que contraen matrimonio.
Sin embargo, en lo que respecta a las modalidades existe una excepción en relación a
la modalidad de la representación, ya que el artículo 103 autoriza el matrimonio celebrado
por mandato especial que conste en escritura pública.
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de disolución matrimonial era la muerte y la declaración de nulidad,
entendiéndose a esta último como una sanción legal por la omisión de
requisitos de validez.
Pues bien, al haberse incorporado el divorcio vincular como causal de terminación del
matrimonio, podría discutirse la subsitencia de la condición de “indisoluble” en comento.
Las respuestas a las interrogantes planteadas van en diversos órdenes. Por una parte,
hay quienes sostienen que se produjo una derogación tácita de la indisolubilidad del
matrimonio, pues la existencia del divorcio vincular es inconciliable con un carácter
indisoluble del matrimonio5.
Cabe anticipar que los fines del matrimonio hoy día pueden tener una cierta
incidencia en materia de error como vicio del consentimiento matrimonial, pues en la
apreciación de la existencia de error en las cualidades personales del otro contrayente, será
muy importante la consideración de tales fines (art. 8 n°2 LMC).
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Atendiendo a la forma en que en definitiva quedó configurado el régimen matrimonial, después de la ley
19.947, se puede afirmar que la indisolubilidad del matrimonio es más que una regla, una aspiración del
legislador nacional, salvo que la opción personal de los cónyuges sea la contraria.
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Si bien, entre los fines se halla el de la procreación, éste no es un fin esencial del
matrimonio, sino sólo fundamental, dado que cabe la celebración de matrimonios entre
personas enfermas, ancianas e incluso de un matrimonio en artículo de muerte.
Una de las novedades incorporadas por la nueva Ley de Matrimonio Civil a nuestra
legislación es el reconocimiento expreso de una noción propia del derecho canónico, el
denominado ius conubii. Ello se encuentra en el inciso primero del artículo segundode la
ley 19.947, que dispone que “La facultad de contraer matrimonio es un derecho esencial
inherente a la persona humana, si se tiene edad para ello”. Y luego, en el inciso segundo
agrega que “el juez tomará, a petición de cualquier persona, todas las providencias que le
parezcan convenientes para posibilitar el ejercicio legítimo de este derecho cuando, por
acto de un particular o de una autoridad, sea negado o restringido arbitrariamente”.
El ius conubii aparece como la libertad que se reconoce a toda persona para decidir
contraer matrimonio o no contraerlo (dimensión positiva y negativa de la libertad) sin que
su decisión se vea afectada por ninguna clase de obstáculo. Se trata de una libertad que
emana como una expresión concreta de la libertad natural de todo individuo, la que se
encuentra reconocida en la propia Constitución Política de la República, en su artículo
primero, que establece que los hombres y las mujeres nacen libres e iguales en dignidad y
derechos; libertad que, a su vez, es inherente a la naturaleza humana, de modo que existe
aun sin disposición legal que la establezca, siendo su consagración normativa sólo un
reconocimiento de la misma, y que se justifica precisamente por su carácter fundamental.
Sin perjuicio de los caracteres que reúne el ius conubii, debe tenerse presente que no
se trata de una facultad absoluta, siendo un principio fundamental para su adecuada
interpretación, el de su apreciación en relación con los fines y la naturaleza del matrimonio,
y por lo tanto, reconociendo que ella queda sujeta a ciertas limitaciones. Así se infiere de la
propia norma del artículo 2 inciso primero de la ley 19.947, que junto con reconocerla,
condiciona el nacimiento de la facultad para contraer matrimonio a la edad necesaria para
ello, apareciendo de inmediato uno de los casos en que la facultad referida está sujeta a
limitación, a lo que se pueden agregar ciertos impedimentos que se analizaran más
adelante.
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Ya se ha dicho que la naturaleza jurídica del matrimonio en el plano de su
celebración es la de un contrato, y como tal, requerirá del cumplimiento de ciertos
requisitos, tanto de existencia como de validez para su plena eficacia. Es precisamente a
propósito de este contrato que surge en el derecho civil la distinción entre requisitos de
existencia y validez de los actos jurídicos, hoy aplicable a todos los actos jurídicos en
general.
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infiere, además, de la circunstancia que los contrayentes deben manifestar en la
celebración del matrimonio ante el oficial del registro civil si “consienten en
recibirse el uno al otro como marido y mujer”. Cabe destacar que el
consentimiento matrimonial puede ser prestado por los contrayentes de modo
personal, o por medio de mandatario, conforme lo dispone el artículo 103 del
código civil. Este contrato de mandato es solemne y la solemnidad es la
escritura pública; en ella se debe indicar el nombre, apellido, profesión y
domicilio de los contrayentes y del mandatario. Además, debe ser un mandato
especial, que faculte al mandatario específicamente para la celebración del
matrimonio.
Pero junto con ello, el artículo 20 de la ley 19.947 fuera de admitir la celebración de
matrimonios ante entidades religiosas con personalidad jurídica de derecho público,
prescribe que tales matrimonios no producirán efectos civiles si no son inscritos dentro de
un cierto plazo ante un Oficial de Registro Civil, siendo menester para este efecto la
ratificación previa del consentimiento matrimonial (8 días corridos)..
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La Corte Suprema ha hecho la distinción entre matrimonio inexistente y nulo,
afirmando que el primero es solo una apariencia de matrimonio, porque carece de los
elementos necesarios, y sin los cuales no puede concebirse el acto; en cambio, el segundo
tiene una existencia imperfecta, porque adolece de vicios en su constitución.
Conforme a ello, tenemos que la fuerza deberá ser moral o física (aunque
según algunos la fuerza física sería en realidad un obstáculo para la existencia de
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consentimiento), y para que opere como vicio del consentimiento deberá reunir ciertas
condiciones:
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comprenderse dentro de esa noción de error (específicamente, se discutía
si se comprendía también el error en la identidad civil de la persona
-constituida por el conjunto de características que determinan su posición
permanente en la sociedad- y el error en cualidades de otro orden pero
especialmente consideradas por el otro contrayente para celebrar el
matrimonio, esto es, error en cualidades accidentales elevadas a
esenciales).
Con el nuevo texto de la ley ello se aclara, por cuanto se dispone expresamente la
posibilidad de que se invoque como vicio del consentimiento un juicio erróneo acerca de
otras características o atributos de la persona del otro contrayente, las cuales, si bien no se
especifican en el texto legal -dando con ello lugar a críticas por estimarse demasiado
amplio y subjetivo el criterio- pueden, sin embargo, delimitarse con la consideración de los
elementos que la propia norma entrega: la cualidad sobre la que recae el error debe haber
sido determinante para la celebración del matrimonio, esto es, debe haber sido considerada
como esencial por el contrayente afectado para manifestar su consentimiento; la ser la
razón fundamental de haberlo prestado. Y además, es necesario que el carácter
determinante sea examinado a la luz de la naturaleza y fines del matrimonio, expresados
éstos últimos en su propia definición legal, ya analizada.
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Además, hay que tener presente que la ley de Matrimonio Civil se encarga de regular
sólo los impedimentos dirimentes y los efectos de su infracción y es el Código Civil el que
regula las prohibiciones para contraer matrimonio, y las sanciones por su incumplimiento.
Así, sólo pueden contraer matrimonio los solteros, los viudos, aquellos cuyo vínculo
matrimonial haya sido declarado nulo y aquellos que hayan obtenido una sentencia firme de
divorcio, esto es, los divorciados.
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El criterio era la pubertad, siendo 14 años la edad para los hombres y 12 para las mujeres.
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indispensable el discernimiento que para el legislador civil se tiene a los 16 años. Sin
embargo, en esta materia se reconoce que también la edad puede no ser suficiente y por ello
prevé otras incapacidades relacionadas con el suficiente juicio y discernimiento.
Finalmente, cabe hacer presente que si bien la ley fija como edad suficiente para
contraer matrimonio los dieciséis años, todos aquellos que aun no hayan cumplido los
dieciocho años de edad se ven igualmente alcanzados por un impedimento impediente,
consistente en la necesidad de asenso por parte de ciertas personas para la celebración del
matrimonio, que de no obtenerse, si bien no dará lugar a la nulidad del matrimonio, sí
generará otras sanciones, tal como se verá en su oportunidad. .
- Los que se hallaren privados del uso de razón; y los que por un
trastorno o anomalía síquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces de
modo absoluto para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio (art.
5 n°3 LMC).
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provoca ineptitud para asumir la comunidad de vida que supone la
celebración del matrimonio.
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o El matrimonio del adoptado con el adoptante o con la viuda o
viudo de este último, es nulo. Este impedimento está contemplado en el
artículo 27 de la ley 7.613 sobre el contrato de adopción. Si bien el
adoptado en esta adopción no adquiere un estado civil, ya que mantiene
los lazos de parentesco con su familia de origen, el legislador por razones
de moralidad impide el matrimonio entre las citadas personas. En la
adopción simple de la ley 18.703 se contiene una norma similar a la
anterior (artículo 18)7.
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Si bien estas dos leyes se encuentran hoy derogadas por la actual ley de adopción, número 19.620, vigente
desde el 27 de octubre de 1999, las personas que en virtud de ellas tienen la calidad de adoptados y adoptantes
continuarán sujetos a los efectos de la adopción previstos en las mencionadas disposiciones, inclusive en
materia sucesoria (véase artículo 45 Ley Nº 19.620)
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lugar a otras sanciones. Estas prohibiciones están reguladas en el código civil y son las
siguientes:
En el caso de los adoptados conforme a la Ley 19.620, por tener el estado civil de
hijos de los adoptantes, se aplican las reglas establecidas para los menores de filiación
determinada. Ahora bien, tratándose de los adoptados de acuerdo a las leyes 7.613 y
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18.703, a pesar de que el adoptado conserva sus lazos con su familia de origen, el asenso
para el matrimonio corresponde al adoptante mientras subsista la adopción, pudiendo
negarse sin expresión de causa, se trata de un derecho absoluto.
Por su parte, para determinar cuándo faltan el padre o la madre, o los ascendientes
según los casos, hay que distinguir entre causas físicas y morales, las que se prevén en los
artículos 109 y 110 del código civil. Así, constituyen causas físicas: la muerte del padre,
madre o ascendiente; la demencia de éstos; hallarse ausente del territorio de la República y
no esperarse su pronto regreso; ignorarse el lugar de residencia, aunque se sepa que está en
el territorio nacional. En tanto, las causas morales sólo se aplican al padre o madre, y
consisten en: haber sido privados de la patria potestad por sentencia judicial; estar
inhabilitados para intervenir en la educación de sus hijos.
En cuanto a la forma en que se debe dar el asenso, éste puede darse al momento del
matrimonio, en cuyo caso será verbal, o con anterioridad a él, en cuyo caso deberá ser por
escritura pública. Si el consentimiento ha sido dado con anterioridad al matrimonio podrá
ser revocado por el que lo presta, y caducará en el caso de que fallezca.
En el caso del disenso, ya sabemos que no debe ser fundado en el caso de los padres y
ascendientes, ellos son titulares de un derecho absoluto; pero en el caso del curador y del
Oficial del Registro Civil, el disenso deberá ser fundado por algunas de las causales del
artículo 113 del código civil. En este último caso el menor podrá recurrir al juez para que
califique el disenso, y si éste estima que es infundado podrá otorgar el asenso para el
matrimonio, el cual constará en una sentencia judicial y deberá reunir los requisitos
señalados precedentemente.
Sanciones en que incurre el menor que se casa sin obtener el asenso, o después de
haberse negado el mismo. Las sanciones que prevé el legislador para este evento son las
siguientes:
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115 inc. 1 CC). En este caso sólo puede revocar las donaciones el
ascendiente cuyo consentimiento debió obtener el menor, pero no los
otros.
Para efectos de la confección del inventario se nombrará para los hijos un curador
especial. Y deberá designarse este curador aun cuando el menor no tenga bienes en poder
del padre o madre, pues si así fuere el curador especial deberá certificarlo (arts. 124 inc.
final y 125).
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Quien deberá constatar el cumplimiento de este requisito será el Oficial del Registro
Civil, a quien se le deberá exhibir certificado auténtico del nombramiento de curador
especial, o deberá previamente rendirse información sumaria ante él, de que la persona no
tiene hijos de precedente matrimonio que estén bajo su patria potestad o bajo su tutela o
curaduría (art. 126)
Se deben distinguir dos situaciones: Si la mujer que desea contraer nuevas nupcias
está embarazada, deberá esperar hasta el parto para contraer nuevamente matrimonio;
mientras que si la mujer no esta embarazada y no habiendo señales de preñez, no podrá
contraer nuevas nupcias sino una vez que transcurran 270 días después del término del
matrimonio anterior. Este plazo se puede rebajar en todo el tiempo que haya precedido a la
terminación en que al marido le haya sido absolutamente imposible el acceso a la mujer.
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Se trata del tercer requisito de validez del matrimonio, y que viene establecido por el
artículo 4 de la LMC. Sin embargo, hay que distinguir, dentro de las formalidades del
matrimonio, aquellas que constituyen solemnidades y aquellas que no.
i) Anteriores
ii) Coetáneas.
Por otra parte, el oficial debe manifestar privadamente a los contrayentes que pueden
reconocer los hijos comunes nacidos antes del matrimonio (artículo 37 LRC). Así mismo, el
artículo 38 de la LRC dispone que en el acto del matrimonio los contrayentes podrán
reconocer habidos con anterioridad y la inscripción que contenga esa declaración producirá
los efectos señalados en inciso segundo del artículo 185 del código civil.
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El Oficial del Registro Civil manifestará también a los contrayentes que pueden
celebrar capitulaciones matrimoniales y si nada dicen, el efecto del silencio o de la
negativa, será la aplicación supletoria del régimen legal normal, el de la sociedad conyugal.
iii) Posteriores
Esta figura ha sido introducida por la ley 19.947, en su artículo 20, y consiste en la
celebración del matrimonio ante el ministro de culto respectivo de entidades religiosas que
cumplan con el requisito de tener personalidad jurídica de derecho público. El matrimonio
celebrado producirá los mismos efectos que el matrimonio civil, siempre que cumpla con
los requisitos contemplados en la Ley de Matrimonio Civil, en especial con lo prescrito en
su capítulo segundo. Y producirá dichos efectos desde que se practique la inscripción del
matrimonio ante un Oficial del Registro Civil.
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En efecto, para que dicho matrimonio produzca efectos ante dicha ley civil, el
ministro de culto respectivo deberá verificar que los contrayentes cumplan todos los
requisitos que ella establece para la validez del matrimonio, tales como capacidad o
ausencia de impedimentos, consentimiento libre y espontáneo y la presencia de testigos
hábiles. Todo ello deberá hacerlo constar en un acta que deberá levantar y ser presentada
por los contrayentes ante cualquier Oficial de Registro Civil dentro de un plazo fatal de
ocho días contados de la celebración del matrimonio religioso, para que se proceda a su
inscripción, previa verificación -por parte del Oficial de Registro Civil- del cumplimiento
de los requisitos legales, así como también habiendo éste previamente informado a los
cónyuges los derechos y deberes derivados del matrimonio, y recibido de éstos la
ratificación del consentimiento matrimonial que prestaron ante el ministro de culto.
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sucesión testada como intestada, mas aun cuando a partir de la Ley 19.585
(Ley de Filiación), el legislador mejoró de forma favorable la posición del
cónyuge sobreviviente respecto de la sucesión del causante, por ejemplo, se
eliminó la porción conyugal y se le otorgan derechos más importantes.
Vale mencionar que autores hablan de estatuto primario refiriéndose a los efectos
personales y los bienes familiares.
Los efectos personales del matrimonio están regulados en el CC en los artículos 131
y siguientes. La doctrina refiriéndose a estos efectos, en algunos casos ha dado una suerte
de concepto sosteniendo que los efectos personales del matrimonio son el “conjunto de
derechos y deberes que tienen su fundamento en la comunidad de vida que implica el
matrimonio, y por objeto la concreción de sus fines” (vivir juntos, procrear y auxiliarse
mutuamente).
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morales igualmente el ordenamiento protege su cumplimiento). Por ejemplo, el deber de
fidelidad es un deber, mientras que el deber de alimentos es una obligación.
- Son recíprocos. Por eso se habla de derecho-deber. Aquello no siempre fue así,
sino hasta la dictación de la Ley 18.802, ya que antes se hablaba de derechos y
deberes comunes e individuales de la mujer y el marido. Ej., Deber de
obediencia de la mujer y deber de protección del marido. Dicho ley, también
elimino la incapacidad relativa de la mujer casada en sociedad conyugal.
- Por regla general los deberes son incoercibles (su infracción, traen aparejadas
otras consecuencias).
De estos, la obligación alimenticia y la de contribuir con expensas para la litis son los
propiamente obligaciones.
i) Deber de fidelidad
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La ley no da una definición del deber de fidelidad, de ahí que se discuta acerca el
alcance de este concepto.
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- Responsabilidad civil por infracción de los deberes matrimoniales, en
este caso, del deber de fidelidad. La infracción de este deber se
encuadra dentro del concepto y requisitos de la responsabilidad civil.
Por último, el deber de socorro en hipótesis de nulidad y divorcio, cesa, ya que este
deber tiene por base al matrimonio, y las anteriores son causales de término de éste.
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En relación con la sanción por la infracción de este deber, puede darse lo siguiente:
- Podría dar origen a una separación judicial con culpa, del art. 26 de la LMC.
La doctrina ha dicho que este deber corresponde a los cuidados constantes que deben
proporcionarse los cónyuges durante la vigencia del matrimonio. Aquí se está en presencia
de una manifestación del carácter ético del derecho matrimonial, ya que el legislador está
exigiendo en este caso, una solidaridad para efectos de poder sustentar la comunidad de
vida que implica el matrimonio.
El profesor Javier Barrientos dice que “se trata de un deber que está determinado
por la necesidad de procurar bienestar a los cónyuges y que ordena la comunidad de vida;
la solidaridad conyugal aparece como uno de sus elementos constitutivos e impone un
deber de estar al lado del otro como sostén y amparo”.
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Este deber fue profundamente afectado por la modificación de la Ley 18.802, por
cuanto antes la mujer le debía obediencia al marido, y éste tenía el deber de protegerla.
Hoy es un derecho- deber de respeto y protección recíproca.
El artículo 133 señala que ambos cónyuges tienen el derecho y el deber de vivir en el
hogar común, salvo que a alguno de ellos le asistan razones graves para no hacerlo,
dejando claro que no es un derecho absoluto.
vii) Deber de prestar auxilio y contribución con expensas para la litis (art.
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El profesor René Ramos cuando lo analiza, sostiene que en este deber genérico es
posible distinguir dos deberes: uno aplicable a los cónyuges, cualquiera sea el régimen
matrimonial, consistente en prestarse auxilios, entendiendo este deber de auxilio en sentido
amplio, pero distinguible de aquel de otorgarse expensas.
Algunos creen que la palabra auxilio comprende todo tipo de ayuda que no sea
económica, por cuanto la ayuda económica se traduce en el deber de otorgar expensas y
estaría contemplada en la segunda parte de la disposición; en virtud de ello solamente
podría solicitarla la mujer casada en sociedad conyugal y en los juicios que siga en contra
del marido (por ejemplo, demanda de alimentos).
Lo primero que es importante señalar, es que uno de los grandes aportes de la LMC
fue el de entregar soluciones jurídicas al problema de la crisis matrimonial.
Antes de esta ley, este conflicto le era relativamente indiferente al legislador, quien
entregaba soluciones de carácter parcial y de efectos limitados. No existía una autoridad
dotada de poder para resolver todo estos asuntos. Además, las soluciones tenían alcance
limitado, ya que frente a una ruptura grave existía un divorcio, pero sin disolución de
vínculo (esta figura en cuanto a sus efectos, es similar a la actual separación judicial). Esto
llevo a que las partes utilizaran ciertas figuras en claro fraude a la ley, para poder terminar
el vínculo matrimonial8.
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La falta de soluciones reales fue lo que desembocó en que los particulares utilizaran, para solucionar el
problema de la crisis matrimonial, figuras que no estaban originalmente diseñadas para ello, como por
ejemplo, la nulidad, la cual estaba diseñada para solucionar problemas de validez o invalidez del matrimonio.
La complicación era que esta figura no entregaba ninguna solución jurídica al problema de la crisis, porque
los cónyuges no tenían como relacionarse, ya que la regulación de sus relaciones personales o con los hijos,
no era un tema de interés para el juez; considerando además que muchas veces ni siquiera tenía competencia
para ello
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Lo anterior generó enormes problemas, sin embargo, fue algo que cambió
notablemente con la ley 19.947, que importó un considerable avance en lo que se puede
denominar la disciplina de la crisis matrimonial. El legislador toma el problema y lo
enfrenta, entregando a los cónyuges una multiplicidad de soluciones jurídicas para enfrentar
la crisis matrimonial.
Es una situación fáctica, que como tal no se encuentra definida por el legislador. La
podemos conceptualizar como “Aquella situación fáctica que implica una cese de la
convivencia conyugal, sin disolución del vínculo matrimonial, que tiene lugar por voluntad
unilateral o común de los cónyuges, sin que medie sentencia judicial, pudiendo ellos
mismos o el juez, a petición de alguno, regular sus relaciones mutuas y la relación con los
hijos si los hubiera”.
De la definición anterior es posible advertir que el legislador nos da dos posibles vías
de solución de los conflictos que se podrían generar (ya sea entre cónyuges, ya sea respecto
de los hijos): solución de común acuerdo o solución por vía judicial.
A. La regulación convencional
- Alimentos que se deban los cónyuges entre sí, y a los descendientes . Art. 321
n°1 y 2; 324; 334. Vincular con el deber de socorro.
- Materias vinculadas al régimen de bienes. Art. 1723, 155, 158, 146 y 147.
Esto se relaciona con las Convenciones matrimoniales, la posibilidad de solicitar la
separación judicial de bienes y con la institución de los bienes familiares.
- Cuidado personal de los hijos y relación directa y regular que mantendrá el padre
que no lo tuviera bajo su cuidado. Art. 222 inciso 1°; 225; 229. Esto se vincula con el
principio de tutela del interés superior de los hijos.
- Se deben respetar los derechos conferidos por las leyes que tengan el carácter de
irrenunciable.
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Hay que señalar que en caso alguno esta enumeración es taxativa, sino que es un
mínimo que debe cumplir el acuerdo.
La exigencia fundamental que hace la norma, es que estos acuerdos deben respetar
los derechos conferidos por las leyes que tengan el carácter de irrenunciables, por ejemplo,
no puede pactarse que el marido deje de ser administrador de la sociedad conyugal.
Este acuerdo es un instrumento idóneo para acreditar la fecha cierta del cese de
convivencia, de conformidad con lo dispuesto en el art. 22 de la LMC.
B. La regulación judicial
Entonces, hay que distinguir entre las fórmulas para dar fecha cierta al cese de la
convivencia, que son las siguientes:
ii) Una segunda fórmula es mediante la demanda intentada por uno de los
cónyuges en contra del otro para los efectos de regular alguna o todas las materias a que se
refiere el art. 22.
iii) Finalmente, a falta de acuerdo y de demanda, podrá darse fecha cierta al cese
de la convivencia mediante la gestión voluntaria a que se refiere el art. 25, es decir, cuando
uno de los cónyuges haya expresado su voluntad de poner fin a la convivencia mediante los
instrumentos señalados en el art. 22 letras a) o b), o bien dejando la constancia ante un juez,
notificándole esto al otro cónyuge (lo que se hace, es someter a aprobación del tribunal una
transacción)
o Cumpliéndose con las exigencias que formula el legislador, esto podría dar
lugar a una separación judicial, o a un divorcio por cese de convivencia. En
el caso de la separación judicial no se requiere un plazo, basta el hecho
objetivo del cese de la convivencia para solicitarlo (art. 27); en cambio para
el divorcio se requiere un plazo, que es de uno o tres años (art. 55).
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o Además interpretando a contrario sensu el artículo 26 inciso 2°, se alteran
los deberes y derechos recíprocos que implican necesariamente la vida
conjunta.
Podemos definir esta institución como “aquella institución que opera por sentencia
judicial firme cuyo efecto inmediato es la suspensión del deber de los cónyuges de vivir en
el hogar común, de fidelidad y cohabitación y que hace adquirir el estado civil de
separados judicialmente, pero sin afectar la subsistencia del vínculo”.
En segundo lugar, dentro de esta causal que habilita para demandar la separación
judicial, el legislador considera infracciones de deberes que no solamente afectan a los
cónyuges, sino también a los hijos, y esto es una clara manifestación de que el matrimonio
es una institución que no agota sus efectos en los cónyuges, sino que se proyecta a toda la
familia fundada en ese matrimonio.
Elementos de la causal:
o Falta imputable a uno de los cónyuges en los derechos y deberes que impone
el matrimonio. Al hablar de imputabilidad se debe entender que la infracción
de los deberes debe ser a titulo de dolo o culpa; siendo aplicable en este
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A propósito de esto, uno de los temas que ha debatido la doctrina, pensado en que estas dos figuras proceden
por causales similares (cese o culpa), es si los cónyuges que han tramitado una separación judicial podrían
luego iniciar un juicio de divorcio; en general, esto se ha debatido fundamentalmente por el tema del cese de
la convivencia.
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punto el principio nemo auditor, ya que el cónyuge que incurre en la causal,
no puede pedir la separación fundándose en su propia culpa.
ii) Separación judicial por cese de la convivencia (Art. 27). La causal en este
caso es el cese efectivo de la convivencia, la cual podrá ser solicitada de mutuo acuerdo o
ya bien unilateralmente por uno de los cónyuge.
o Separación judicial demandada por cualquier cónyuge. Esta causal, se
encuentra regulada en el artículo 27 inciso 1°. En este caso basta con que
demande cualquiera de los cónyuges (incluso quien dio lugar a la
separación), y no requiere acreditar plazo (a diferencia del divorcio).
Debemos relacionarla con el artículo 22, en cuanto a forma de acreditar cese
de convivencia.
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Características de la acción de separación judicial
- Los únicos legitimados para accionar son los cónyuges. Pero debemos recordar
las limitaciones respecto de la separación judicial culposa, toda vez que la acción solo
corresponde al inocente, y además que si la separación de hecho fue de común acuerdo, no
se podrá fundamentar la separación judicial en el adulterio.
- El juez debe resolver cada una de las materias del artículo 21, en el caso de la
separación de común acuerdo, el juez deberá evaluar el acuerdo presentado por las partes,
subsanándolo o modificándolo si pareciere pertinente, y en el caso de la separación
solicitada de forma unilateral, será el juez quien resolverá todas estas materias, sin perjuicio
de que las partes puedan solucionarlas en la audiencia correspondiente.
El artículo 32 de la LMC dispone que la separación judicial produce sus efectos desde
la fecha en que queda ejecutoriada la sentencia que la declara; la cual deberá subinscribirse
al margen de la respectiva inscripción matrimonial. Efectuada la subinscripción, la
sentencia será oponible a terceros y los cónyuges adquirirán la calidad de separados
judicialmente.
10
Al estudiar los regímenes matrimoniales se verá que una cosa es la terminación del régimen y otra cosa es la
liquidación del mismo, y esta distinción solamente cobra interés en los regímenes de sociedad conyugal y
participación en los gananciales. El hecho de terminar un régimen matrimonial, no obliga a liquidarlo
11
Se debe tener en consideración también el artículo 6 transitorio de la LMC, ya que este señala que los
divorciados temporalmente o perpetuamente en la antigua ley, hoy se entienden separados judicialmente
37
o En lo que respecta a los derechos y deberes que derivan para los cónyuges
del matrimonio, el artículo 33 deja subsistente, en principio, a todos, salvo
aquellos cuyo ejercicio sea incompatible con la vida separada de ambos,
tales como los deberes de cohabitación y de fidelidad, los cuales se
suspenden. La enumeración de esta norma no es taxativa, ya que los que se
suspenden son todos aquellos que sean incompatibles con una vida separada.
o Conforme al artículo 34, la separación judicial constituye una causal por vía
directa de disolución de la sociedad conyugal o del régimen de participación
en los gananciales. Es por vía directa porque solo ataca al régimen, dejando
subsistente el vínculo matrimonial.
o El artículo 173 dispone que los cónyuges quedaran sujetos al régimen de
separación total de bienes por la sola disposición de la ley, siendo por lo
tanto irrevocable (art. 165), no pudiendo los cónyuges modificarlo, a menos
que se produzca la reanudación de la vida en común conforme al artículo 40.
Debemos relacionar el artículo 35 con los artículos 174 y 175 El artículo 174 se
aplica a cualquiera de los cónyuges en el caso de la separación por cese, o al cónyuge débil
en la separación judicial por culpa (esta es la regla general). El artículo 175 se refiere al
cónyuge que hubiere dado lugar a la separación judicial culposa, y respecto de él, el
legislador no elimina la obligación alimenticia, pero limita su extensión, ya que sólo tendrá
derecho de alimentos para su modesta sustentación (esta cuestión le corresponde calificarla
el juez).
12
Para que tenga lugar la aplicación de la sanción, es necesario que la separación judicial derive de la figura
del art. 26 de la LMC; y es menester que el juez haga en la sentencia la declaración correspondiente (si el juez
no lo declara en la sentencia, no se podría aplicar). Esta sanción hay que vincularla con los arts. 994 y 1182
del CC, disposiciones que la hacen aplicable en el ámbito de la sucesión intestada y en el ámbito de la sucesión
testada
38
o Materia de donaciones (art. 172). Puede que un cónyuge en la parte previa a
contraer matrimonio done un bien al otro, estas son irrevocables a menos
que se declare la separación judicial, donde el inocente puede pedir la
devolución por parte del culpable. (Las donaciones previas son irrevocables,
las posteriores son revocables)
o Materia de compraventa (art. 1796). Los cónyuges separados judicialmente
pueden celebrar un contrato de compraventa.
o Materia de prescripción adquisitiva (art. 2509). No se suspende la
prescripción si están separados judicialmente.
39
que ambos cónyuges dejen constancia en un acta extendida ante un Oficial
del Registro Civil, subinscrita en el acta matrimonial.
i)Por la muerte de uno de los cónyuges (se refiere a la muerte natural). Esto es lógico,
pues el matrimonio en tanto contrato, es un contrato intuito persona.
ii) Por la muerte presunta, cumpliendo con los plazos que el legislador señala al
respecto (art. 43 inc. 1)
iv) El divorcio
El artículo 42, que enumera las causales de terminación del matrimonio, señala que
éste termina por sentencia firme de nulidad, y el legislador regula esta figura en los
artículos 44 y siguientes de la LMC.
13
La antigua LMC decía que eran causales de “disolución” del matrimonio, y el cambio de nomenclatura tiene
una razón, ya que cuando se discutió la nueva LMC se dejó constancia que la expresión nueva (“terminación”)
permitía comprender tanto las causales que suponían un matrimonio válido, como un matrimonio nulo, en
cambio, la expresión “disolución” tiende a vincularse mayormente con la existencia de un matrimonio nulo
40
¿Se puede decir que estas normas también son supletorias de las reglas sobre nulidad
matrimonial? Este no es un tema pacífico, pues en doctrina hay posturas que dicen que si lo
son, y otros señalan que no. El problema, en todo caso, no es tan relevante, pues las
referencias que serían necesarias ya están hechas en forma expresa al Código Civil (como
en el caso de la fuerza), y los demás temas aparecen expresamente regulados.
La nulidad de matrimonio se puede definir como una sanción legal establecida por la
omisión de requisitos de validez del matrimonio.
14
Una diferencia con la nulidad común del CC, es que en la matrimonial esta opera por causales legales
especificas, sin que encontremos en esta normativa especial una causal genérica de nulidad (arts. 10, 1466,
1681).
15
la Corte de Apelaciones de la Serena en un fallo, rol 565-2008, de primero de octubre de 2008: “Que de
conformidad con lo dispuesto en el inciso 1° del artículo 46 de la Ley de Matrimonio Civil la titularidad de la
acción de nulidad de matrimonio corresponde a cualquiera de los presuntos cónyuges, regla especial que
prima sobre aquella contenida en el artículo 1683 del Código Civil, que quita el derecho a pedir la nulidad
absoluta de un acto o contrato al que ejecutó el acto o celebró el contrato sabiendo o debiendo saber el vicio
que lo invalidaba.
41
Causales de nulidad matrimonial
42
En los casos previstos en el artículo 8º, la acción de nulidad prescribe en el
término de tres años, contados desde que hubiere desaparecido el hecho que
origina el vicio de error o fuerza.
Para establecer desde cuando se producen los efectos de la declaración de nulidad del
matrimonio, el legislador distingue entre los cónyuges y los terceros (art. 50 LMC),
siguiendo la misma idea de la separación judicial.
El matrimonio simplemente nulo es aquel no cumple con los requisitos para ser
matrimonio putativo. En cuanto a los efectos del matrimonio simplemente nulo, el
legislador no detalla dichos efectos, pero éstos se desprenden de lo dispuesto en el artículo
50 inciso 1°, es decir, el efecto de la nulidad del matrimonio simplemente nulo, es retrotraer
a las partes al mismo estado en que se encontraban al momento de contraer el vínculo
matrimonial. La doctrina sintetiza los efectos de la siguiente manera:
43
o En tercer lugar, no han habido derechos hereditarios entre los cónyuges.
B. Matrimonio putativo
El matrimonio putativo es aquel matrimonio nulo que ha sido celebrado ante oficial
del registro civil, que produce los mismos efectos civiles que el válido respecto del cónyuge
que de buena fe y con justa causa de error lo contrajo.
ii) Que el matrimonio haya sido celebrado ante un Oficial del Registro Civil, o
haya sido ratificado ante él (matrimonio religioso).
iii) Que exista buena fe y justa causa de error, al menos de parte de uno de los
cónyuges. Este se considera el requisito fundamental del matrimonio putativo
para diferenciarlo del matrimonio simplemente nulo.
Por buena Buena fe en este ámbito debemos entender que es la creencia de estar
contrayendo un matrimonio válido, aunque en los hechos no haya sido válido (concepto
elaborado a partir del art. 706); sin que sea suficiente la buena fe inicial. Señala el artículo
51 inciso primero, “pero dejará de producir efectos civiles, desde que falte la buena fe por
parte de ambos cónyuges”.
¿Cuándo se pierde esta buena fe? Desde el punto de vista de quien demanda la
nulidad, la doctrina entiende que la buena fe se pierde desde que se interpone la demanda, y
desde el punto de vista del demandado, desde que la contesta. Para que cesen los efectos del
matrimonio putativo, es menester que ambos pierdan la buena fe
44
Cuando se pierde la buena fe por parte de ambos entonces el matrimonio será
simplemente nulo, y desde ese momento se producirán sus efectos (persiste la “barrera” de
los efectos del matrimonio putativo).
Se exige que sea un error excusable. ¿Qué errores acepta el legislador como
excusables? El contrayente sin ser negligente celebró un matrimonio creyendo que era
válido
En cuanto a la prueba, el artículo 52 LMC señala que se presume que los cónyuges
han contraído el matrimonio de buena fe y con justa causa de error, presunción que es de
carácter simplemente legal, ya que el legislador señala que salvo que en el juicio de nulidad
se probare lo contrario, y así se declarare en la sentencia. A partir de esta norma es posible
concluir que la regla general, es que los matrimonios nulos sean putativos, porque la buena
fe se presume.
1.5.b. El Divorcio
45
ius connubi por parte de los cónyuges, es decir, es la disolución absoluta y duradera del
vínculo matrimonial.
- El matrimonio respecto del cual se declara el divorcio produjo todos sus efectos
- El divorcio exige considerar y proteger el interés superior del niño y al cónyuge más
débil (acuerdo completo y suficiente, la compensación económica)
i) Divorcio sanción o divorcio por culpa. Tal como su nombre lo indica, esta
figura procede en el caso de infracción imputable a uno de los cónyuges, de los deberes que
impone el matrimonio. En este caso se presupone la culpa o dolo por parte de alguno de los
cónyuges en la infracción de los deberes que impone el matrimonio. Es el que se encuentra
regulado en nuestra legislación, en el artículo 54.
ii) Divorcio remedio o divorcio por cese de la convivencia. Esta figura procede
por una situación objetiva, cual es el cese de la convivencia, o el término de la comunidad
de vida que implica el matrimonio. Por tanto, aquí se pone término a una realidad objetiva,
que es la comunidad de vida que implica el matrimonio; en este caso no se investiga una
eventual culpabilidad, porque no interesa. Este se encuentra regulado en el artículo 55.
46
Chile reconoce un régimen mixto en lo tocante a las causales que autorizan para
demandarlo, contemplando el divorcio sanción y el remedio. No existe en nuestro sistema
el divorcio de común acuerdo, y esto no se debe confundir con el divorcio por cese de la
convivencia de mutuo acuerdo, donde lo que hace procedente la causal es el cese de la
convivencia16.
En definitiva, se configura esta causal cuando los cónyuges incumplen, entre si, los
deberes y derechos recíprocos que implica el matrimonio, y los deberes y derechos para con
sus hijos, si es que los hubiere, siempre y cuando aquel incumplimiento, se traduzca en que
la vida en común se ha vuelto intolerable.
47
matrimonio y la vida conjunta, es de tal la envergadura de la falta que
implica un sufrimiento que atenta contra la dignidad del cónyuge o
de los hijos.
¿Es importante la enunciación de estas figuras? Sí, porque aunque no sean algo
distinto, cumplen respecto de la causal genérica, un efecto indiciario en cuanto a la
gravedad exigida en el inciso 1°, por ende, ayudan al juez a efectos de calificar la gravedad
de la infracción, es decir, el juez debe considerar que una infracción es grave, cuando sea
similar a las causales específicas.
48
o Conducta homosexual17. Se exige que existan actos externamente
apreciables que tengan una connotación homosexual, no bastando la sola
inclinación homosexual.
Esta figura se regula en el art. 55 LMC, y en ella se distinguen el divorcio por cese
de la convivencia solicitado de común acuerdo y el solicitado de forma unilateral o también
llamado divorcio remedio. Se le llama remedio porque se entiende como la forma de
“sanar” la ruptura que ha ocurrido entre los cónyuges, es el remedio legal ante esta.
Pese a que la LMC utiliza la expresión “solicitud”, cuestión que podría llevar a pensar
que se está frente a una gestión de naturaleza voluntaria, lo que se exige en este caso es una
demanda, y la particularidad de ésta está dada porque se interpone de manera conjunta.
En este caso la ley exige (art. 55 inc. 2°), que se acompañe un acuerdo completo y
suficiente de relaciones mutuas y respecto de sus hijos (art. 21 LMC)
49
ii) Cese de la convivencia mayor a un año (efectivo e ininterrumpido)
La norma exige “cese efectivo”, por lo que es válido preguntarse ¿Qué pasa si los
cónyuges terminan su relación marital, pero siguen viviendo bajo un mismo techo? En este
caso haciendo una interpretación literal, pareciera que no hay un cese efectivo de la
convivencia; pero se entiende que la convivencia más que una cuestión física, es una
cuestión de ánimus, por ende, en la interrogante planteada, sí podría acreditarse el cese
efectivo, lo cual en todo caso acarreará un problema probatorio importante.
Requisitos de la excepción:
50
El cómputo del plazo para demandar el divorcio, se debe contar desde que se ha dado
fecha cierta al cese de la convivencia por alguna de las formas establecidas en la ley (arts.
22, 25).
En el artículo 58 de la LMC hay una regla especial de capacidad, que dispone que el
cónyuge menor de edad y el interdicto por disipación son hábiles para ejercer por sí mismos
la acción de divorcio, sin perjuicio de su derecho a actuar por intermedio de representantes.
En general, si se comparan las reglas de capacidad existentes en el ámbito contractual
versus las reglas existentes en materia de familia, estas últimas son más amplias, ya que si
no fuese así, la otra opción sería dejarlos sin acción.
El artículo 59, señala que los efectos del divorcio se producen respecto de los
cónyuges desde que la sentencia quede ejecutoriada, y para que produzca efectos respecto
de terceros, dicha sentencia debe subinscribirse en la respectiva inscripción matrimonial.
Los efectos se encuentran regulados en el artículo 60. Se pone fin a las obligaciones y
derechos patrimoniales que impone el matrimonio.
51
vi) Cesa el derecho a demandarse alimentos y desaparecen los derechos
hereditarios (ya no se detentara la calidad de cónyuge sobreviviente). Estos se contemplan
en el art. 60.
viii) En el divorcio por culpa, el inocente puede solicitar que se revoquen las
donaciones realizadas con ocasión del matrimonio. Art. 1790 inc. 2°.
52
figura no se aplique en supuestos de separación judicial, porque en el caso de la separación
judicial, el vínculo matrimonial sigue vigente, y por lo tanto, siguen existiendo las
obligaciones alimenticias, y si uno de los cónyuges fallece, el otro actúa como cónyuge
sobreviviente.
Este es un tema que ha sido objeto de mucha controversia, tanto a nivel doctrinal
como jurisprudencial, sin que hoy haya una posición absolutamente uniforme en cuanto a
este tema. En todo caso, si bien es cierto no se ha acordado qué es la compensación
económica, está claro que es lo que no es la compensación económica, lo cual no era tan
claro al momento de la entrada en vigencia de la ley.
ii) Una segunda tesis sostiene que la compensación económica tendría una
naturaleza indemnizatoria. Aquí se parte de la idea de que el menoscabo
económico corresponde a un daño, y frente a la existencia de este daño, surge
la obligación jurídica de tener que reparar; esto siguiendo las reglas de la
responsabilidad civil. Esta postura se basa en la historia de la ley, porque
precisamente los modelos que se tomaron en cuenta para establecer la
compensación económica, tenían una naturaleza indemnizatoria respecto a
18
Esta tesis se rechaza, porque una multiplicidad de fallos señalan que no es de naturaleza alimenticia, por lo
siguiente: i) En primer lugar, se señala como argumento la historia de la ley, ya que se planteó la posibilidad
de establecer una pensión alimenticia por divorcio, lo cual se rechazó, por lo que el legislador entendió que la
obligación de alimentos sólo cabía durante el matrimonio; ii) En segundo lugar, lo que hace procedente la
obligación de prestar alimentos, es el estado de necesidad del alimentario, y la compensación económica se
puede decretar exista o no estado de necesidad de parte de quien lo solicita; iii) En tercer lugar, la
compensación económica tiene un carácter inmutable, se fija por el tribunal al momento de dictar la sentencia,
y no se modifica, no obstante los cambios en las circunstancias que el juez tuvo en vista al momento de
fijarla; lo que no ocurre en materia de alimentos; iv) un último argumento, es que el legislador en materia de
cumplimiento, en el artículo 66 de la LMC, establece que en caso de que la compensación se pague en cuotas,
se van a considerar como alimentos para el efecto de su cumplimiento, es decir, a contrario sensu, para todo
lo demás no son alimentos, porque de ser así, no se hubiera visto en la obligación de decirlo.
53
esta figura. Además, hay fallos que funcionan sobre la base de esta idea: el
cónyuge más débil resultó dañado, y existe la obligación de reparar ese daño19.
iii) Una tercera postura, sui generis, señala que se trataría de una obligación legal
que tendría por objeto corregir el desequilibrio o disparidad económica que el
divorcio o nulidad produce. Es importante hacer presente que se habla de una
obligación legal, porque nace directamente de la ley, no tiene por fundamento
un hecho imputable al deudor de la compensación económica, como puede
ocurrir con las otras fuentes de las obligaciones. No es necesario que el
deudor o sujeto obligado haya realizado una conducta específica para que el
legislador considere que es obligado a pagarla, sino que los ojos están puestos
en la situación del cónyuge beneficiario o más débil.
Esta obligación legal tiene un objeto muy específico, cual es, pretender corregir la
situación de desmedro económico en que queda el cónyuge más débil tras la ruptura
matrimonial.
El artículo 61 indica cuáles son los requisitos que hacen procedente la compensación
económica, y estos son:
19
Sin embargo, hay argumentos que rechazan esta postura: i) En primer lugar, no concurre una de las
exigencias fundamentales del daño como elemento de la responsabilidad civil, cual es que el daño que origina
la responsabilidad civil, tiene que ser antijurídico, contrario a derecho, en circunstancias que no es posible
concluir que existe un daño antijurídico; ii) En segundo lugar, la responsabilidad civil funciona sobre la base
de la imputabilidad, una parte responde del daño sufrido a otro, siempre y cuando ese daño le sea imputable, y
aquí la compensación económica funciona sin que sea necesario recurrir al elemento de imputabilidad; iii) Por
último, la indemnización de perjuicios supone dejar a la víctima en el mismo estado que se encontraba hasta
antes de la ocurrencia del daño, y este es claramente un objeto que no es posible encontrar en la
reglamentación que nuestro legislador hace de la compensación económica
54
i) De conformidad con estas disposiciones, es menester que durante la vigencia
del matrimonio uno de los cónyuges se haya dedicado al cuidado de los hijos,
o a las labores propias del hogar común. Esto último tiene especial relevancia
en los matrimonios que no tienen hijos, pues de lo contrario, se podría decir
que sólo se aplica al caso en que hayan hijos.
ii) En segundo lugar, es necesario que por esa dedicación, no haya desarrollado
una actividad remunerada o lucrativa, o lo haya hecho en una menor medida
de lo que quería y podía. Es fundamental que la no realización de la actividad
remunerada, o su realización en menor medida de lo que quería y podía, tenga
como supuesto indispensable, o como causa única, el hecho de haberse
dedicado a los hijos o al hogar común20. El legislador reconoce la procedencia
de la compensación económica, sea que no se haya realizado actividad
remunerada o lucrativa alguna, o que el desarrollo de esta actividad se haya
hecho en menor medida de lo que quería o podía.
Para efectos de analizar el menoscabo, se usará la definición del profesor Vidal, quien
señala que el menoscabo económico es el desequilibrio o disparidad económica que se
produce entre los cónyuges tras la terminación del matrimonio, para enfrentar su vida
separados. Este planteamiento, implicaría que en un juicio en que se demande
compensación económica, el juez debiera analizar el momento presente, y ver como esa
persona va a enfrentar el futuro atendida la circunstancia que tuvo en su vida pasada; o sea,
el juez debe mirar hacia el futuro y hacia el pasado. Se ve al pasado para determinar si es
posible entender que hay un menoscabo económico (lo que se hizo mientras estuvieron
casados); pero para fijar el quántum, se mira al futuro, buscando dejar al cónyuge más débil
en un mismo o mejor pie, para enfrentar su vida futura.
55
i) La duración del matrimonio y de la vida en común de ambos cónyuges 22. Es
lógico entender que mientras más dura el matrimonio y la vida en común,
mayor menoscabo puede provocar el haberse dedicado a los hijos y al hogar
común. El legislador considera dos elementos no necesariamente
coincidentes: duración del matrimonio, y duración de la vida en común.
ii) La situación patrimonial de ambos. Acá hay una gran influencia de los
regímenes matrimoniales a la hora de fijar la cuantía de la compensación 23. Se
puede decir que el tema es especialmente complejo en los escenarios de la
sociedad conyugal y de la participación en los gananciales, pues en esos
regímenes los cónyuges tienen el derecho a participar de las ganancias
obtenidas durante la vigencia del matrimonio.
iii) Otro elemento a considerar, es la buena o mala fe, y esto interesa en el caso de
una compensación económica solicitada en un juicio de nulidad.
56
Luego de esta enumeración no taxativa de los elementos que el juez debe tener
presente, se establece en el inciso 2° del art. 62 de la LMC, una hipótesis en que el juez
puede denegar o disminuir prudencialmente el monto de la compensación económica
Las modalidades de pago, según el art. 65, son: dinero, acciones, u otros bienes, y la
constitución de derechos reales respecto de bienes que sean de propiedad del cónyuge
deudor. Cuando se fija la cantidad en dinero de la compensación, se fija siempre un monto,
y el juez podrá dividirlo en cuotas para efectos de su pago (esto si el deudor no tiene bienes
suficientes, considerando su capacidad económica); y la cuota respectiva se considera como
alimentos para efectos de su cumplimiento25.
24
Esto en la demanda se establece en un otrosí.
25
Esto es importante, dado la multiplicidad de instrumentos que el legislador pone a disposición del acreedor
para solicitar el cumplimiento de la obligación de alimentos, como el apremio.
57
Así es un “estatuto jurídico” ya que se está frente a un conjunto complejo de normas,
el cual está destinado a regular o reglamentar de manera exclusiva las relaciones
patrimoniales entre los cónyuges. Además regula la relación patrimonial de los cónyuges
con los terceros, ya que el legislador al establecer estos regímenes está pensando en la
posibilidad de proteger a los terceros que contraten con ello, ya que dependiendo de cuál
sea el régimen matrimonial, el tercero va saber con quién tiene que contratar
58
correspondiente. Así encontramos: a) comunidad restringida de bienes
muebles; b) comunidad restringida de gananciales; c) comunidad restringida
de bienes muebles y gananciales.
Comunidad restringida de bienes muebles: En esta subcategoría el
patrimonio o fondo común se encuentra formado solo por bienes
muebles, sea aportados o adquiridos durante el régimen.
Comunidad restringida de gananciales: En este caso ingresan al
fondo común los bienes muebles e inmuebles adquiridos a titulo
oneroso durante la vigencia del régimen. En consecuencia, el
patrimonio o fondo común está conformado exclusivamente por
ganancias (Acá se ubicaría la Sociedad conyugal regulada en nuestro
ordenamiento jurídico).
Comunidad restringida de bienes muebles y gananciales: Acá
ingresan al fondo común todos los bienes muebles aportados o
adquiridos a cualquier titulo, y los bienes inmuebles adquiridos
durante la vigencia del régimen a título oneroso.
- Régimen dotal: En cuarto lugar, está el régimen dotal, y el régimen dotal está
caracterizado por la presencia de dos clases de bienes: los bienes totales, y los
bienes parafernales. Los bienes dotales son aquellos bienes que la mujer le entrega
al marido con el objeto de que éste los administre y destine los frutos a solventar las
necesidades de la familia común; y estos bienes a la terminación del régimen, el
marido debe devolvérselos a la mujer. Los bienes parafernales son aquellos que la
mujer conserva en su patrimonio, y los cuales administra, goza y dispone con
absoluta libertad.
59
participar de las ganancias producidas por el otro (una compensación de manera tal
que quien tiene menos ganancias tiene derecho a participar en las ganancias del
otro; carácter de solidaridad). En este sistema la participación es única y
exclusivamente respecto de los gananciales. En doctrina se han planteado dos
modalidades de este tipo de regímenes:
Bajo la sola vigencia del Código civil el único régimen económico matrimonial y,
por consiguiente, de aplicación obligatoria, era el de la sociedad conyugal. La ley imponía a
quienes contraían matrimonio un régimen de comunidad restringida de gananciales. El
artículo 135 disponía: “por el hecho del matrimonio se contrae la sociedad de bienes entre
los cónyuges, y toma el marido la administración de los de la mujer, según las reglas que se
expondrán en el título De la sociedad conyugal” (inciso primero). Sólo se prevé la
posibilidad de que los esposos por una capitulación matrimonial anterior al matrimonio
pacten un régimen de separación parcial referido a ciertos bienes.
El Decreto Ley Nº 328 del año 1925, reemplazado por la ley Nº 5521 del año 1934,
modifica el Código civil, permitiendo el pacto de separación total de bienes en las
capitulaciones matrimoniales. Desde ese instante la sociedad conyugal pasa a ser el
régimen económico matrimonial legal o supletorio que rige a los cónyuges a falta de pacto
de separación total de bienes. Más adelante, la ley Nº 6712 del año 1943, permite la
sustitución del régimen de sociedad conyugal por el de separación total de bienes constante
el matrimonio.
60
la institución de los bienes familiares que es de aplicación eventual, cualquiera sea el
régimen de bienes entre los cónyuges.
Por consiguiente, hoy día la sociedad conyugal (artículos 135, inciso primero y 1718)
constituye el régimen económico matrimonial legal supletorio, que regirá a falta de pacto
entre los cónyuges, sea en orden a reemplazar ad initio este régimen (antes o al momento
del matrimonio), sea en orden a sustituirlo durante el matrimonio, de conformidad con lo
dispuesto en el art.1723.
Frente a este régimen legal supletorio hay otros regímenes alternativos: la separación
total de bienes y la participación en los gananciales.
61
pueden cambiar el régimen hasta dos veces, siempre con la limitación de no volver a la
sociedad conyugal (una vez que termina no puede restablecerse por ninguna vía: ni por el
pacto del art. 1723 CC, ni por sentencia judicial). Pero siempre teniendo presente a que
nunca cabe la sociedad conyugal pactada.
Aquí se define a las capitulaciones matrimoniales, pero éstas son una especie de
convenciones de carácter patrimonial, hay otras que las denominaremos sencillamente
“convenciones matrimoniales” y que corresponden a aquéllas que los cónyuges pueden
celebrar constante el matrimonio, tal como se admite en el artículo 1723.
A los esposos se reconoce la libertad, sea para introducir, a través de pactos lícitos
(art. 1717) modificaciones al régimen de sociedad conyugal, como es el caso de la
separación parcial de bienes o la libre disposición, por parte de la mujer, de una suma
determinada de dinero o de una pensión periódica (art. 1720), o la renuncia anticipada de
los eventuales gananciales (art. 1719), sea para sustituirlo o reemplazarlo por el de
separación total de bienes o de participación en los gananciales. Estos pactos, llamados
capitulaciones matrimoniales, pueden celebrarse antes o en el actodel matrimonio, sin
embargo, estas últimas sólo pueden tener por objeto la sustitución de la sociedad conyugal
por cualquiera de los otros previstos (art. 1715 inc. 2°).
62
contrato ¿cuándo? Cuando produzca derechos y obligaciones, como la convención típica
del artículo 1720, inciso 2º.
vi) Son un acto jurídico bilateral obligatorio para las partes y oponibles
respecto de terceros entendido como hecho jurídico.
63
artículo 1723. En lo que concierne a esta característica, la inmutabilidad se produce desde
la celebración del matrimonio, ello explica la disposición del artículo 1722 del código civil
que dispone sobre la forma de las escrituras que alteren o adicionen las capitulaciones
matrimoniales anteriores al matrimonio. La inmutabilidad de las convenciones
matrimoniales se funda en la idea de la estabilidad de los efectos patrimoniales del
matrimonio y la protección a terceros.
viii) Son puras y simples. No pueden sujetarse a plazo, condición o modo. Así
se infiere del artículo 1723 y de este último precepto que en su inciso final señala que los
pactos a que se refiere este artículo y el inciso segundo del artículo 1715, no son
susceptibles de condición, plazo o modo alguno. De la interpretación armónica de ambas
disposiciones se deduce que las capitulaciones matrimoniales anteriores al matrimonio cuyo
objeto es uno distinto al de la sustitución de régimen podrían perfectamente sujetarse a
alguna modalidad, siempre que ello no vulnere el principio de su dependencia respecto del
matrimonio (art. 1721 in fine).
- Requisitos de fondo
Como se sabe, el artículo 1717 establece un límite general a la libertad de pacto de los
esposos y consiste en que las capitulaciones matrimoniales no pueden ser contrarias a las
buenas costumbres y a las leyes. Por ello, no pueden ser en detrimento de los derechos y
obligaciones que las leyes señalan a cada cónyuge respecto del otro o de los descendientes
comunes. Así por ejemplo, no se podrá convenir que la sociedad conyugal será
administrada por la mujer o crear causas nuevas de administración extraordinaria.
64
El propio código prohíbe algunas capitulaciones matrimoniales, como por ejemplo, el
caso del artículo 153 que dispone que la mujer no podrá renunciar a su facultad de pedir la
separación de bienes a que le dan derecho la leyes; el artículo 1721, inciso final, conforme
el cual no se podrá pactar que la sociedad conyugal tenga principio antes o después de la
celebración del matrimonio, so pena de nulidad; y el artículo 149 dispone la nulidad de
cualquier pacto, incluyéndose las capitulaciones matrimoniales, que contravenga las
disposiciones sobre los bienes familiares, por ejemplo, prohibirse a uno de los cónyuges
demandar la declaración de un bien determinado como “bien familiar”.
Ahora, si las capitulaciones matrimoniales celebradas por estas personas tienen por
objeto la renuncia de los gananciales o la enajenación o hipoteca, censo o servidumbre
sobre bienes raíces, se requerirá además, de la autorización judicial.
28
Pese a que no hay norma expresa, se llega a esta conclusión aplicando el adagio que quien puede lo más, le
está permitido lo menos. En efecto, si el artículo 103 admite el mandato para el matrimonio, no hay razón
para excluirlo para el caso de las convenciones matrimoniales. En cuanto al mandato en sí, a mi juicio,
debiese aplicarse por extensión analógica la norma del artículo citado: mandato especial y por escritura
pública.
65
Debemos distinguir si el matrimonio ha de celebrarse en Chile o en el extranjero
Por la redacción del precepto y relacionándolo con la norma del artículo 1723,
referida a las convenciones matrimoniales posteriores al matrimonio, hay quienes sostienen
que en estricto rigor la solemnidad sería la escritura pública y la subinscripción sería una
formalidad por vía de publicidad, cuya omisión no produce la inoponibilidad, sino la
ineficacia absoluta del acto jurídico; otros en cambio consideran que tanto la escritura
como la inscripción son solemnidades
66
sobre los requisitos de forma que deben observarse por los cónyuges. La convención
matrimonial deberá otorgarse por escritura pública, la que no surtirá efectos ni entre las
partes, ni respecto de terceros, sino desde que esa escritura se subinscriba al margen de la
inscripción matrimonial respectiva, ello, dentro de los treinta días siguientes al
otorgamiento de la escritura pública. La eficacia respecto de terceros debe entenderse sin
perjuicio del límite protector de los intereses de éstos establecido en la parte final del inciso
segundo del citado precepto, “el pacto que en ella conste no perjudicará, en caso alguno,
los derechos válidamente adquiridos por terceros respecto del marido o de la mujer”.
ii) Escritura pública El artículo 1723 inciso segundo ordena que los cónyuges
deberán otorgar esta convención por escritura pública Este requisito que
establece la ley, es una solemnidad objetiva, por lo que su inobservancia
acarrea la nulidad absoluta de la separación de bienes.
iv) Irrevocable El artículo 1723, en su inciso segundo, última parte establece que
la separación de bienes convencional no puede dejarse sin efecto por el mutuo
consentimiento de los cónyuges. Por lo tanto, aquí no opera la resciliación, a
pesar de tratarse de una convención en las que rige el principio de que las
cosas se deshacen de la misma forma en que se hacen.
67
inscripción matrimonial y la voluntad de los cónyuges no puede alterar sus
efectos por medio de modalidades
En este párrafo nos referiremos al estudio del objeto de las capitulaciones anteriores
al matrimonio, que es la modificación del régimen legal supletorio: la sociedad conyugal29.
También, por medio de una capitulación matrimonial, los cónyuges podrían destinar
una suma de dinero a la compra y adquisición de un bien raíz evitando que ese bien ingrese
a la sociedad conyugal. Además, podríamos pensar en donaciones por causa de matrimonio
(art. 1406); la exclusión de algunos bienes muebles del haber social (art. 1735 n°4 inc. 2°);
la tasación de algunos bienes muebles que ingresan al haber social o un pacto de
reajustabilidad especial a que se sujetarán las recompensas.
Se podrían celebrar otras capitulaciones, como por ejemplo, renuncia parcial a los
gananciales; inventario y tasación de bienes y obligaciones, a través de esta capitulación
matrimonial se preconstituye la prueba de los bienes que el marido y la mujer aportan al
matrimonio y las deudas que cada uno tiene, facilitando, en su momento, la liquidación de
29
Aunque no se trate en estas líneas habría que plantearse la siguiente interrogante: ¿pueden los esposos, junto
con sustituir la sociedad conyugal, celebrar otros pactos lícitos complementarios permitidos para las
convenciones matrimoniales del artículo 1723? En principio tendríamos que inclinarnos por responder
afirmativamente, sobre todo por lo que dispone el artículo 1723, pero siempre dentro los límites del artículo
1717.
68
la sociedad conyugal; Ingreso de un bien inmueble propio de la mujer a la sociedad
conyugal; Autorización genérica para enajenar o gravar bienes inmuebles propios de
la mujer.
El profesor Somarriva la define como la sociedad de bienes que se forma entre los
cónyuges por el hecho del matrimonio, a falta de pacto en contrario. No cabe duda que el
autor construye este concepto a partir de la disposición del artículo 135, inciso primero, que
precisamente habla de una “sociedad de bienes”, terminología esta último que es poco feliz,
ya que da a entender que la naturaleza jurídica de la sociedad conyugal es la de una
sociedad, lo cual no es exacto como se explicará más adelante.
69
forma, le niegan una naturaleza jurídica propia. Para definir cuál es la verdadera naturaleza
jurídica de la sociedad conyugal, debe indicarse lo que ella no es, pudiendo así dibujar su
verdadera fisonomía jurídica.
30
A esta teoría se le han planteado las siguientes críticas, entre otras: Las partes en la sociedad civil sujeta al
derecho común pueden ser muchas sin importar su sexo; en la sociedad conyugal las partes son sólo dos (los
cónyuges) y necesariamente de distinto sexo; La fuente de la sociedad civil es un contrato que presupone un
acuerdo de voluntades que define las reglas a que ésta se someterá; la fuente de la sociedad conyugal es la ley
y es ella misma la que fija su estatuto; La sociedad civil termina y comienza según lo acordado por las partes,
y admite todo tipo de modalidades; la sociedad conyugal en su inicio y término está fijada por la ley y ella no
admite modalidades.
31
Don Andrés Bello, en una anotación hecha en el Proyecto de 1853 decía “se ha descartado el dominio de la
mujer sobre los bienes sociales durante la sociedad; ese dominio es una ficción que a nada conduce”.
32
Don Andrés Bello sobre el particular afirma que la distinción al interior de la sociedad conyugal entre estas
tres entidades es una: “trinidad indispensable para el deslinde de las obligaciones y derechos de los cónyuges
entre sí. Respecto de terceros no hay más que el marido y la mujer; la sociedad y el marido se identifican”.
70
D. Naturaleza Sui Generis33. Se concluye, entonces, que la sociedad
conyugal es una institución con características propias que no puede
asimilarse a ninguna otra. Es una ficción legal establecida para que los
cónyuges puedan regular sus intereses patrimoniales entre sí y respecto de
terceros. Efectivamente, se trata de una ficción legal que conduce a la escisión
teórica de los patrimonios propios de los cónyuges, dando lugar a uno o más
patrimonios separados afectados a una finalidad. Por ejemplo, si el marido
adquiere un inmueble a título oneroso, éste integra su patrimonio [patrimonio
propio], sin embargo, a la disolución de la sociedad, ese mismo bien es
considerado ganancial y debe ser dividido por mitades entre los cónyuges.
ii) La sociedad conyugal tiene un jefe, expresión empleada por el artículo 1749
del Código civil, que es el marido y como tal le corresponde la administración
de la sociedad conyugal y de los bienes propios de la mujer. Durante mucho
tiempo se trató de una regla absoluta, sin embargo, poco a poco, ella se ha ido
atenuando, por la vía del establecimiento de restricciones a las facultades
administrativas del marido; y por la creación de ciertos patrimonios satélites
de administración exclusiva de la mujer, como el del artículo 150 del Código
civil.
71
v) La sociedad conyugal se extiende a todos los bienes muebles e inmuebles
que han sido adquiridos a un título oneroso durante su vigencia 34.
Así, por los primeros se entenderá que son aquellos bienes – sean muebles o
inmuebles - que integra el patrimonio de cada uno de los cónyuges, sin que interese si han
sido adquiridos a título oneroso o gratuito. Con relación a estos bienes, como se verá,
interesa que la causa o título de adquisición sea anterior al matrimonio, sin que le prive de
su condición de bien aportado el hecho que la adquisición misma se produzca durante la
sociedad conyugal.
Los segundos, en cambio, son aquéllos cuya adquisición (incluida su causa o título)
se produce vigente la sociedad conyugal, sean bienes muebles o inmuebles, sea la
adquisición a un título oneroso o gratuito. Para determinar el destino de estos bienes habrá
que estar a su naturaleza y al título de adquisición.
34
Esto salvo los casos en que el título de adquisición sea anterior (art. 1736); aquellos en que se cumplen los
requisitos para que opere la subrogación (art. 1727); o que se trate de bienes muebles aportados o adquiridos a
título gratuito, que ingresan a la sociedad conyugal (haber social) con cargo al pago de recompensa al
momento de su disolución, salvo que por una capitulación matrimonial un bien mueble aportado sea eximido
de la comunión (art. 1725 nº4), por mencionar algunos.
72
En el Código civil se establece un régimen de comunidad restringida de gananciales
con la particularidad del ingreso de los bienes muebles aportados y los adquiridos a título
gratuito durante la vigencia del régimen, con cargo al pago de una recompensa. En este
sistema de comunidad existe pluralidad de patrimonios: el común y el propio de cada uno
de los cónyuges. El primero se integra por los bienes - muebles o inmuebles - adquiridos
durante la vigencia del régimen a un título oneroso. Los patrimonios propios de cada
cónyuge se integran por los aportados al matrimonio y los adquiridos a título gratuito
durante la vigencia del régimen. Como se ha expresado, la particularidad, se vincula con los
bienes muebles aportados y adquiridos a un título gratuito; éstos ingresan al haber social,
denominado relativo, produciéndose una especie de subrogación real del mueble por un
crédito, que en esta materia, se llama “recompensa” exigible al momento de la disolución
del régimen. Por lo tanto, este bien mueble que por definición debiese integrar el haber
propio del cónyuge propietario, lo hace definitivamente al haber social, pero con cargo al
pago de una recompensa, reponiéndose el equilibrio patrimonial alterado.
A. El Haber Social
El haber social está formado por los distintos bienes, sean muebles o inmuebles,
corporales o incorporales, que forman su activo. El principio que rige en esta materia es
que estos bienes ingresan al patrimonio de la sociedad conyugal de distinta forma, con base
al cual debe distinguirse el haber absoluto o real, del relativo o aparente.
El primero se conforma por los bienes que ingresan de manera absoluta e irrevocable
a la sociedad conyugal, sin gravamen, ni con cargo a recompensa. El segundo, en cambio,
está compuesto por los bienes que a pesar de ingresar al haber de la sociedad conyugal,
generan para el cónyuge aportante una recompensa contra la sociedad conyugal y que sólo
podrá hacerla efectiva al momento de su disolución. El legislador no formula la distinción
de los haberes sociales, sin embargo, ella se deduce del artículo 1725 del Código civil, dado
que éste, al enumerar los bienes sociales, precisa cuáles ingresan a la sociedad sujeto a
recompensa, integrando lo que se ha llamado haber relativo.
73
emolumentos sean "devengados durante el matrimonio"; exigencia que
permite hacer los siguientes distingos:
74
En este supuesto, para determinar cuál es el destino del objeto de la donación
remuneratoria, debe distinguirse si se trata de un bien inmueble o mueble, y si el servicio
que motivó la donación da o no acción para cobrarla, agregándose además, la consideración
de si los servicios fueron ejecutados antes del matrimonio (art. 1738).
El artículo 150 del Código civil hace excepción al artículo 1725 Nº1, del mismo
cuerpo legal. El producido de la industria, oficio o profesión de la mujer, lo que con dicho
75
producido adquiera y los frutos de unos y otros no ingresan al haber social, sino que
integran su patrimonio reservado. Como se sabe, el destino de los bienes que componen
este patrimonio está sujeto a la renuncia o no de los gananciales que puede hacer la mujer o
sus herederos.
El legislador habla de frutos sin distinguir, por lo que se incluyen los civiles y los
naturales; lo que interesa es que estos frutos se devenguen durante la sociedad conyugal.
En lo que se refiere a los frutos de los bienes sociales, es de toda lógica que ellos
ingresen al haber social absoluto. Sin embargo, tratándose de los bienes propios de los
cónyuges, la cuestión no parece muy lógica y, pareciera ser un poco injusta.
La regla en materia de derechos reales es que las rentas que produce un bien propio
ingresen al haber propio del cónyuge propietario del bien que las produce. La explicación
de que estos frutos ingresen al haber absoluto está en que ellos se encuentran destinados a
la atención de las necesidades de la familia y la justificación del ingreso se halla en el
derecho legal de goce de que es titular la sociedad conyugal sobre los bienes propios de los
cónyuges, siendo el título de adquisición la ley.
Sí los frutos provienen de los bienes sociales, opera el modo de adquirir accesión (art.
646 y 648); y si lo hacen de los bienes propios de los cónyuges - sea del marido o de la
mujer - ingresan en virtud del derecho legal de goce35 que tiene la sociedad conyugal sobre
estos bienes.
Derecho legal de goce del marido sobre los bienes propios de la mujer
76
la mujer estaría enajenando únicamente la nuda propiedad, salvo que
exprese lo contrario.
Esta es la regla esencial del sistema adoptado por nuestro legislador (comunidad
restringida de gananciales y muebles adquiridos a título gratuito). La ley no distingue el
tipo de bien, por lo que pueden ser corporales e incorporales, muebles e inmuebles.
Tampoco interesa el cónyuge que lo adquiere, si el título es oneroso y es de fecha posterior
a la entrada en vigencia de la sociedad conyugal, el bien ingresa al haber social absoluto. La
excepción a esta regla es la propia del artículo 150, dado que los bienes que adquiera la
mujer a un título oneroso, actuando dentro de su patrimonio reservado, ingresan a este
36
Ahora, cabe preguntarse: ¿podrían los cónyuges, por una capitulación matrimonial, acordar que
determinados frutos de un bien propio no ingrese a la sociedad conyugal? A nuestro juicio, atendida la
redacción del precepto en estudio y considerando el límite del artículo 1717, sobre todo en lo que concierne al
derecho legal de goce de los bienes propios de la mujer, dicha capitulación matrimonial sería nula, por
sobrepasar el referido límite.
37
Lo lógico hubiera sido establecer para este supuesto una separación parcial de bienes como la que existe
cuando las cosas son donadas bajo la condición de que éstas no sean administradas por el marido (art. 166)
77
último. Para determinar la fecha de la adquisición del bien se debe estar a la del título y no
a la del modo de adquirir.
Como se sabe el principio es que los bienes adquiridos durante la sociedad conyugal,
pero que tengan su título o causa anterior a ella, no pertenecerán al haber social absoluto,
sino al propio de cada cónyuge o al haber social relativo, según se trate de un bien inmueble
o mueble. Así el artículo 1736, inciso primero, dispone: “La especie adquirida durante la
sociedad, no pertenece a ella aunque se haya adquirido a título oneroso, cuando la causa o
título de la adquisición ha precedido a ella”
El principio en estudio sólo ordena sobre el destino del bien, cuestión distinta es la
fuente de dónde provengan los dineros o bienes con los que se hace la adquisición. Si la
adquisición se hace con dineros del cónyuge, no hay problema alguno; si ésta se hace, en
todo o parte, con dineros de la sociedad conyugal, el cónyuge propietario deberá a la
sociedad la correspondiente recompensa (art. 1736 inc. 3°). El precepto contempla, a vía
ejemplar, algunos supuestos en que la causa o título de la adquisición es anterior al
matrimonio, siendo uno de los más interesantes el contenido en su número 7, que señala
que los bienes adquiridos durante la sociedad, pero en virtud de un contrato cuya
celebración se había prometido con anterioridad a ella, no integraran el haber social
absoluto38.
Pese a la regla del artículo 1725, Nº 5, existen ciertos bienes que, no obstante haber
sido adquiridos durante vigencia de la sociedad conyugal, no ingresan al haber social.
38
Será menester en este caso que la promesa conste por escritura pública o en escritura privada cuya fecha sea
oponible a terceros conforme el artículo 1703 del Código civil. La ley Nº 18.802 resuelve un problema que
era una fuente de conflictos, ya que no era inusual que una persona soltera celebrase un contrato de promesa
de compra de un bien inmueble y que el contrato prometido se celebrara [voluntaria o forzosamente] durante
la sociedad conyugal. A la luz de la disposición en comento, ese bien ingresa al haber propio del cónyuge, sin
perjuicio de la recompensa que pueda adeudar a la sociedad por lo que se hubiere pagado al momento de la
celebración del contrato de compraventa
78
Cuando se habla de haber relativo de la sociedad conyugal se alude al conjunto de
bienes muebles que ingresan a la sociedad con cargo a una recompensa a favor del
cónyuge que los aporte. Los bienes que lo conforman ingresan de manera definitiva al
haber social, tanto es así, que al momento de la fijación de los gananciales serán
considerados dentro del activo39.
En síntesis, se trata de bienes que por aplicación de las reglas y principios que
gobiernan el régimen adoptado por el Código civil no debieran ingresar al haber social. Sin
embargo, por disposición de la ley ingresan a este haber, y por ello se obliga a la sociedad
conyugal al pago de una recompensa para compensar al cónyuge que de otra forma
experimentaría una disminución patrimonial injustificada.
Ingresan al haber social relativo todos aquellos bienes muebles aportados por los
cónyuges al matrimonio y los que éstos adquieran constante la sociedad conyugal a título
gratuito. Los bienes del haber relativo previstos por la ley son los que siguen:
Cuando se habla de dineros aportados, se sabe que la ley se refiere al que los
cónyuges tenían al momento de contraer matrimonio, sin interesar el título de adquisición.
Estos dineros ingresan al haber social, obligándose la sociedad conyugal al pago de una
recompensa. En lo que respecta a los dineros adquiridos, el legislador no exige que su título
de adquisición sea gratuito, sin embargo se llega a esta conclusión interpretando este
precepto con el de los numerales 1 y 2 del mismo artículo 1725, que comprenden
precisamente las adquisiciones a título oneroso, las que ingresan al haber social absoluto.
39
No puede afirmarse, entonces, que son bienes que ingresan transitoriamente a la sociedad, éstos ingresan de
manera definitiva. Distinto es afirmar que su ingreso genera consecuencias económicas para la sociedad
conyugal que se traducen en el pago de una recompensa el momento de su disolución.
40
La norma en estudio habla de “especies muebles” y no de “bienes muebles”, ello tiene importancia, porque
así la norma comprende tanto las cosas corporales, como las incorporales; si hubiese hablado de “bienes
muebles” sólo se comprenderían los bienes definidos como tales por la ley: muebles corporales por naturaleza
(art. 574 y 567).
79
Nuevamente el legislador no exige que la adquisición sea a título gratuito, sin
embargo, esta exigencia está contenida en los artículos 1726, inciso segundo y 1732, inciso
segundo. Según el primer precepto, si el bien adquirido es mueble, aumentará el haber de la
sociedad, la que deberá al cónyuges o cónyuges adquirentes la correspondiente
recompensa; y conforme al segundo, si las cosas donadas o asignadas a cualquier título
gratuito fueren muebles, pertenecerán a la sociedad, la que deberá al cónyuge donatario o
asignatario la correspondiente recompensa.
En este haber propio se distingue el dominio de los bienes que lo forman, que lo tiene
el cónyuge propietario, de su usufructo o goce que lo tiene la sociedad conyugal, según lo
ya estudiado (art. 1725 Nº2).
No hay ninguna norma en el Código que establezca esta regla, sin embargo, ella se
deduce inequívocamente de las siguientes de disposiciones:
80
adquiridos durante la sociedad conyugal, pero por un título anterior al
matrimonio, ingresarán al haber propio de cada cónyuge.
Habría que preguntarse cuál es el destino del derecho real de herencia que adquiera
cualquiera de los cónyuges antes o durante la vigencia de la sociedad conyugal. El derecho
real de herencia no es mueble ni inmueble, y que como tal queda sometido al régimen de
los bienes (estatuto general en materia de bienes), por consiguiente, este derecho debe
ingresar al haber social al igual que los bienes muebles, esto es, con cargo a recompensa a
favor del cónyuge. Sin embargo, creemos que si bien este derecho ingresa al haber social,
sólo lo hace transitoriamente, en tanto no se produzca la singularización, caso en el que,
según sea mueble o inmueble, irá al haber respectivo.
Se alude a los aumentos que experimentan los bienes propios de los cónyuges [art.
1727 Nº 3 con relación a los arts. 1746 y 1771). Debe distinguirse según el aumento
obedezca a un hecho de la naturaleza o del hombre, ello para definir si el cónyuge
propietario adeuda algo, o no, a la sociedad por este concepto. En el primer caso nada se
debe a la sociedad; en cambio, en el segundo, el cónyuge propietario deberá la
correspondiente recompensa por las expensas en que se hubiese incurrido.
81
Puede acontecer que a uno de los cónyuges se le haga una liberalidad bajo la
condición expresa que los frutos de estos bienes objeto de la misma no ingresen a la
sociedad conyugal, perteneciendo, entonces, al cónyuge beneficiario. Esta condición vale,
siempre que las asignaciones no se hayan hecho a título de legítima rigorosa.
82
La subrogación, desde el punto de vista de la teoría general, puede ser real o personal,
y en el presente caso nos encontramos ante un supuesto de subrogación real.
42
Sobre estos requisitos conviene hacer las siguientes precisiones: i) El inmueble que se vende debe ser
propio del cónyuge, sea porque lo adquirió siendo soltero (incluido los supuestos del art. 1736), sea que lo
hizo durante la sociedad conyugal a un título gratuito u oneroso, pero operando igualmente la subrogación del
artículo 1733. ii) En la doctrina se plantea el problema de la subrogación por anticipación o antelación,
consistente en que primero se compra el inmueble "subrogante", y después se vende el inmueble “subrogado”,
esto es, el inmueble propio del cónyuge objeto de la subrogación. La doctrina se encuentran divididas. Para el
profesor Somarriva no habría inconveniente para aceptarla, siempre que concurran los demás requisitos. Para
otros, en cambio, esta figura no estaría permitida, dada la redacción del precepto en estudio, de la que se
infiere que el aspecto temporal es esencial, en orden a que la compra necesariamente vaya precedida de la
venta.
83
- Que con el producido de la venta el cónyuge compre otro
inmueble.
Para que esta subrogación tenga lugar deben cumplirse los siguientes requisitos.
84
Esta subrogación exige de la concurrencia de los siguientes requisitos:
El legislador no exige que exista una igualdad absoluta entre el precio de los bienes
inmuebles o los valores que se subrogan y el precio del inmueble que los reemplaza, sólo
una cierta proporcionalidad.
Nacerá una recompensa a favor de la sociedad conyugal cuando el precio del bien
inmueble adquirido sea mayor que el precio del inmueble o el valor subrogado.
43
Para el profesor Somarriva no existiría inconveniente en que la asignación de los valores se hiciera por un
legado, ya que se trata de una asignación a título gratuito
85
- Subrogación por venta. El precio del inmueble subrogado es
inferior al del nuevo que se adquiere, en este caso el cónyuge
adquirente deberá recompensa por ese exceso a la sociedad.
Nacerá una recompensa a favor del cónyuge adquirente y que invoca la subrogación
cuando el precio del bien inmueble que se adquiera sea de inferior al del inmueble o al
valor subrogados.
Como se ha expresado la ley no exige una igualdad entre el precio de los bienes
vendidos, permutados o los valores y el precio de los bienes comprados o permutados,
admitiéndose una cierta desigualdad, que se corrige, como se ha visto, a través del
86
mecanismo de las recompensas. Sin embargo, la desigualdad tiene un límite, el que
representa aquella proporcionalidad de la que se habla al tratar los requisitos de cada una de
las subrogaciones admitidas.
¿Cuál es el límite de que se habla? Según el inciso sexto del artículo 1733, si el saldo
a favor o en contra de la sociedad conyugal, excede la mitad del precio del inmueble que se
recibe y pretende subrogar, no operará la subrogación. Así, por ejemplo, si se vende un
inmueble en 100 millones de pesos o se tienen 100 millones para la adquisición de un
inmueble; y luego compro un inmueble en 49 millones, en este caso existe un saldo en
contra de la sociedad por 51 millones, excluyéndose la subrogación dado que el saldo
excede la mitad del bien que se recibe.
El inmueble adquirido ingresa al haber social absoluto por aplicación del artículo
1725 Nº5 del Código civil.
Esto se encuentra regulado en el Libro IV, Título XII, párrafos 3º y 4º, artículos 1749
a 1763, Código civil.
87
cambio, corresponde al curador que se le dé al marido, que podrá, o no, ser la mujer.
Finalmente, se tratará el régimen especial de administración del patrimonio reservado, cuyo
titular es la mujer y que constituye un caso de separación parcial de bienes.
A. Administración Ordinaria
El artículo 1749 inciso primero, en concordancia con el artículo 135 inciso primero,
dispone que el marido es el jefe de la sociedad conyugal y como tal le corresponde la
administración de los bienes sociales y bienes propios de la mujer y, obviamente, también
la de sus bienes propios. Sólo se excluyen de esta administración los bienes que componen
los patrimonios de administración separada de que es titular la mujer, regulados por los
artículos. 150, 166 y 167, todos del Código civil.
El artículo 1750 del Código civil establece que el marido es respecto de terceros
dueño de los bienes sociales, como si éstos y sus bienes propios formasen un solo
patrimonio. Por lo tanto, los acreedores de la sociedad y del marido podrán perseguir sus
acreencias en este único patrimonio, sin perjuicio de las correspondientes recompensas a
que se dé lugar. Se produce un ensanchamiento del derecho garantía general de los
acreedores45.
44
Distinto sería que por medio de una capitulación se establezcan algunas limitaciones más allá de las legales.
45
A nuestro juicio la norma del artículo 1750, inciso primero, constituye una manifestación de las
tantas medidas de protección que el Código civil establece a favor de terceros en esta materia. A los terceros
no se les puede oponer las relaciones económicas de los cónyuges; así éstos pueden dirigirse, tanto en contra
del patrimonio del marido, como de los bienes que integran el patrimonio social, dado que, por efecto de una
verdadera ficción legal, ambos se confunden y forman un solo patrimonio. Los acreedores se dirigen en contra
de un patrimonio consolidado, luego se verá si hay o no lugar a compensaciones económicas. Con esta norma
se persigue dejar a salvo el derecho de los acreedores, evitando, de este modo, que resulten perjudicados por
una relación jurídica que les es absolutamente ajena.
88
Pero el marido no sólo respecto de terceros se mira como dueño de los bienes
sociales, sino también respecto de la mujer, dado que el artículo 1752 prescribe que la
mujer por sí sola no tiene derecho alguno sobre los bienes sociales, salvo el caso de la
administración por impedimento temporal del marido y de la administración extraordinaria
(art. 138). Así lo confirma el art. 137, conforme al cual los actos y contratos de la mujer
sólo obligan los bienes que administre separadamente según los artículos 150, 166 y 167.
a) Inmuebles sociales
Por regla general, el marido puede ejecutarlos libremente, sin limitación alguna; sólo
excepcionalmente requiere la autorización de la mujer ¿cuándo?, cuando celebre contratos
de arrendamiento u otro acto cuyo objeto sea la cesión de la tenencia de los inmuebles
sociales, cuya vigencia exceda los 5 años, en el caso de los inmuebles urbanos, y de 8 años
en el de los rústicos; en ambos casos incluidas sus prórrogas (art. 1749 inc. 4°, parte final).
Actos de disposición
El inciso tercero del artículo 1749 dispone que el marido no podrá gravar o enajenar
voluntariamente, ni prometer gravar o enajenar los bienes raíces sociales, sin la
autorización de la mujer. Hasta antes de la ley Nº 18.802, el marido estaba sujeto a la
autorización de la mujer para enajenar o gravar bienes raíces sociales. Lo que hace esta la
ley es incluir, entre los actos sujetos a la observancia de la formalidad habilitante, las
promesas de enajenar o gravar46.
- Enajenaciones
46
Recordar los casos problemáticos analizados a propósito del contrato de promesa.
89
El marido no puede enajenar voluntariamente los bienes raíces sociales sin
autorización de la mujer. Quedan excluidas las ventas forzadas efectuadas en un juicio
ejecutivo o de quiebra. El título podrá ser gratuito u oneroso.
- Gravámenes
Esta limitación es introducida, como se sabe, por la ley Nº 18.802 y ello porque hasta
ese instante se burlaba la norma en estudio y de paso los derechos de la mujer, celebrando
una promesa de compraventa, que no requería la observancia de formalidad alguna, la que
sencillamente se dejaba de cumplir, esperando llegar a la celebración forzada del contrato y
por consiguiente, a la enajenación del inmueble, que al ser forzosa no requería de la
autorización de la mujer. La reforma se hace cargo de este abuso que se daba en la práctica
y hace extensiva la autorización para los contratos de promesa.
b) Bienes muebles
Actos de administración
A diferencia de lo que acontece con los bienes raíces, el marido puede ejecutar o
celebrar cualquier acto o contrato de administración, incluyendo los arrendamientos y los
actos de cesión de su tenencia. En esta materia la administración del marido no se sujeta a
formalidad de ninguna especie.
Actos de disposición
90
Disposición de bienes a título gratuito
La primera parte del inciso cuarto del artículo 1749 establece que el marido no puede
disponer entre vivos, a título gratuito, de los bienes sociales sin la autorización de la mujer.
Esta norma es genérica toda vez que sencillamente habla de bienes sociales,
comprendiendo tanto los muebles, como los inmuebles.
La ley 18.802 introduce una nueva limitación a las facultades de administración del
marido, referida a la enajenación o gravamen; o promesa de enajenación o gravamen de los
derechos hereditarios de la mujer, requiriéndose para estos actos la autorización de la mujer.
Antes, como los derechos hereditarios se sometían al régimen común en materia de bienes,
esto es, al de los bienes muebles, el marido podía disponer libremente de ellos. Se pone
atajo a esta situación y ahora es menester la autorización de la mujer.
91
Aquí, la sanción consiste en que se hace excepción a la regla del artículo 1750 del Código
civil que establece una ficción en virtud de la cual el marido es respecto de terceros dueño
de los bienes.
Expresa. En caso de que autorice personalmente, deberá hacerlo por escrito, sea a
través de escritura privada o pública, cuando el acto de que se trate estuviere sometido a
esta solemnidad.
La autorización puede prestarse por medio de mandato especial, que también debe ser
específico, referido al acto que se pretende ejecutar o celebrar por el marido. El mandato
deberá constar por escritura pública o privada según sea el caso, encontrándonos ante un
caso de transmisibilidad de la solemnidad del acto objeto del encargo al mandato.
Estrictamente esta transmisión se produce desde el acto de autorización al mandato y no del
acto autorizado al último.
92
La autorización deberá ser específica, quedando excluidas, consiguientemente, las
autorizaciones de carácter generales. La especificidad de la autorización, se traduce en que
ella deberá otorgarse para el acto preciso de que se trate.
Finalmente, debe tenerse presente que en la doctrina se agrega, lo que es lógico, que
la autorización debe ser anterior o coetánea al acto o contrato, objeto de la misma. Si la
autorización es posterior, igual es válido el acto, pero no estaremos ante una autorización
propiamente dicha, sino que ante la ratificación del acto, ratificación que tiene por objeto
sanear la nulidad del acto.
La autorización podrá ser suplida por el juez, con conocimiento de causa, en dos
casos: frente a la negativa injustificada; y en caso de algún impedimento de la mujer, como
por ejemplo menor edad, demencia, ausencia, etcétera. Para este último caso se requiere,
además, que de la demora del acto se siga algún perjuicio.
Primero que todo debe tenerse presente es que la noción de formalidad habilitante no
es exclusiva para la contratación de los incapaces relativos, quizás lo fue hasta antes de la
ley Nº 18.802; sin embargo, hoy día puede afirmarse con propiedad que estas formalidades
son requisitos externos exigidos en atención al estado o calidad de las personas; sea porque
se trate de un incapaz relativo que necesita suplir su falta de voluntad, o de un representante
legal o una persona que tiene la administración de bienes ajenos o sobre los cuales tiene
derechos un tercero, que necesita llenar su falta de poder.
A.2. Adminsitración Ordinaria del marido en los bienes propios de la Mujer (art.
135, 1749, y 1754 a 1756 del código civil).
93
disolución de la sociedad conyugal, o al momento en que el marido queda privado de la
administración ordinaria.
Hoy día el único argumento que podría servirnos para justificar la administración de
los bienes propios de la mujer en manos del marido es el tercero, es decir, el derecho legal
de goce de que es titular la sociedad en cuanto éste explicaría el por qué le corresponde a
ella, a través de su jefe, la administración de los bienes de la mujer, pese a que ella hoy día
es plenamente capaz.
Aquí, al igual en que los bienes sociales y por aplicación de la misma disposición, el
marido en el ejercicio de sus facultades de administración está sujeto a las limitaciones
impuestas por la ley o las capitulaciones matrimoniales; que se traducen en la necesidad de
contar, ya no con la autorización de la mujer, sino con su voluntad, para la ejecución o
celebración de ciertos actos o contratos. Para asumir el estudio de las facultades del marido
como administrador de los bienes de la mujer se hace la misma distinción que para los
bienes sociales. Se hace diferencia entre los actos de administración y los de disposición; y
respecto de estos de estos últimos, según su objeto sean bienes inmuebles o muebles.
Actos de Administración
47
En el caso de los bienes sociales sólo se exige su autorización, puesto que ella no tiene, sobre tales bienes,
derecho alguno vigente la sociedad
94
Los casos que requieren del consentimiento de la mujer, son los siguientes:
Actos de Disposición
Con relación a los actos de disposición se aplican las disposiciones de los artículos
1754 y 1755, ambos del Código civil. La regla en esta materia es que el marido, sin la
voluntad de la mujer, no puede enajenar, ni gravar los bienes muebles, ni inmuebles, sea a
título gratuito u oneroso.
El artículo 1754 regla sobre las facultades del marido en lo que concierne a los actos
de disposición de los bienes propios de la mujer, disponiendo que el marido no podrá
gravar, ni enajenar los bienes raíces propios de la mujer, sin su voluntad.
El artículo 1755 habla de “otros bienes de la mujer”. Del tenor de la norma y por vía
de exclusión se deduce que ella no puede referirse sino a los bienes muebles, dado que el
anterior se ocupa de los inmuebles. La regla en esta materia es que el marido no puede
gravar ni enajenar los bienes muebles de la mujer, sino con su voluntad.
95
bienes muebles propios de la mujer ingresan al haber relativo con cargo a recompensa, y
sólo por excepción pueden eximirse de la comunión aquellos bienes muebles que se señalen
en las capitulaciones matrimoniales (art. 1725 Nº 4 inc. 2º), los que permanecerán en el
haber propio de la mujer cuya administración corresponde al marido, quien estará obligado
a restituirlos en especie al momento de la disolución de la sociedad.
La parte final del artículo 1755 del Código civil dispone que el consentimiento de la
mujer podrá ser suplido por el juez, cuando la mujer estuviere imposibilitada de manifestar
su voluntad.
Con relación a esta sanción debe considerarse la norma del inciso cuarto del artículo
1739 del Código civil. Los terceros, en el supuesto de la norma, quedarían a cubierto de
toda reclamación de nulidad relativa, que haga la mujer, sus herederos y cesionarios,
fundada en que el bien era propio de la primera y que ella no manifestó o prestó su
voluntad.
Como se advierte de la lectura de los artículos 1754 y 1755, éstos no aluden, ni a las
enajenaciones voluntarias, ni a las promesas de gravamen o enajenación; a diferencia de lo
que sucede con las normas sobre bienes raíces sociales. La ley se limita a ordenar que el
marido no podrá gravar ni enajenar sin la voluntad de la mujer.
96
En consecuencia, aún cuando los artículos 1754 y 1755 no se pronuncien sobre el
carácter voluntario o no de la enajenación, ni sobre de la promesa de gravar o enajenar, no
cabe su enajenación bajo el ministerio de de la justicia, salvo que se trate de una venta en
pública subasta como resultado del ejercicio derecho de venta característico de las
cauciones reales, cuya constitución requiere de la voluntad de la mujer para su constitución;
y en el caso de la promesa, pese a que la ley guarda silencio, requiere de la voluntad de la
mujer. Si la mujer no manifiesta su voluntad y la enajenación se produce, ésta adolecería de
un vicio de nulidad.
La norma del artículo 1754, inciso segundo, regula esta exigencia, claro sólo para los
bienes raíces, pero como ya hemos indicado, opinamos que también extensiva a los bienes
muebles excluidos de la SC.
Tratándose de los bienes raíces, la voluntad debe constar en escritura pública, al igual
que el mandato especial que confiera la mujer al propio marido o a un tercero. En el caso de
los bienes muebles, bastaría con escritura privada.
En el caso del arrendamiento o cesión de la tenencia de los bienes raíces hay acuerdo
acerca de la que la sanción sería la inoponibilidad del acto o contrato.
97
Conforme el propio artículo 1754, inciso final, la norma que en otrora era prohibitiva
pasa a ser imperativa, admitiéndose la actuación de la mujer con relación a sus bienes
propios, no como administradora de la sociedad conyugal, sino como dueña de sus bienes y
persona plenamente capaz. Actuación que se sujeta a una formalidad habilitante: la
autorización judicial ¿cuándo? Cuando el marido se negaré injustificadamente a actuar.
Cabe recordar que, cuando se estudió el artículo 1733 del Código civil, en lo que
concierne a la subrogación, cuando se trataba de bienes inmuebles o valores de la mujer, la
ley exigía la autorización de esta; exigencia que resultaba curiosa, sobre todo en el caso de
los bienes raíces, debiendo decir voluntad y no autorización. Entonces, el marido no puede
vender con el ánimo de subrogar, ni subrogar valores por un inmueble, sino con la
autorización de la mujer.
98
El artículo 138, inciso primero, se coloca en el caso de los impedimentos de larga
duración, considerando dentro de los mismos la interdicción, sea por demencia o
disipación, y la prolongada ausencia o desaparecimiento del marido. Si el marido está
impedido por cualquiera de estas causas, la administración ordinaria se suspende.
Casos en que la mujer es nombrada curadora: a) demencia del marido (art. 462 Nº 1,
463 y 1758); b) sordo o sordomudo que no pueda darse a entender claramente (art. 470 con
relación a los artículos 462 Nº 1, 463 y 1758); c) la menor de edad del marido; d) Ausencia
del marido sin comunicación con su familia.
99
B.1. Facultades de la mujer como Administradora Extraordinaria de la Sociedad
Conyugal
a) Bienes Sociales.
100
remisión que hace el inciso primero del artículo 1749 del Código civil
a las normas de la administración ordinaria (art. 1759 inc. 6°).
Todos los actos o contrato que la mujer ejecute o celebre con relación a los bienes
sociales y que no le estuvieren vedados o sujetos a formalidad habilitante, según el artículo
1759, se miran como actos o contratos del marido. Los bienes de la sociedad y del marido
se confunden, como si se aplicará el artículo 1750, inciso primero. Se prevén dos
excepciones a esta regla:
Sanciones por la omisión de las formalidades habilitantes (art. 1759 inc. 4°)
Todo acto que se realice contraviniendo las limitaciones que estable el artículo 1759,
será nulo relativamente, la acción le corresponderá al marido, sus herederos o cesionarios; y
el cuadrienio para pedir la nulidad se contará desde que cese el hecho que motivó la
curaduría, pero en ningún caso podrá pedirse después de 10 años desde el acto o contrato
(relacionar con art. 1757).
Situaciones especiales.
Con relación a los bienes propios de la mujer, dado que la mujer es plenamente capaz,
ella ejerce su administración libremente, pudiendo ejecutar y celebrar todos los actos y
contratos que en la administración ordinaria requieren de su consentimiento para que el
101
marido pueda ejecutarlos o celebrarlos. Los actos y contratos que ella ejecute o celebre
dentro de esta administración obligan sus bienes propios y los que ella administre
separadamente conforme los artículos 150, 166 y 167 del Código civil. Los terceros podrán
dirigirse en contra de tales bienes para hacer efectivas sus acreencias.
Cualquiera sea el titular de esta administración, ella termina cuando cesan las causan
que la motivaron, es decir, cuando el marido se rehabilita de su impedimento o reaparece.
Además es necesario un decreto judicial, como lo señala el artículo 1763. En estos casos el
marido recupera la administración de la sociedad conyugal, salvo que la mujer haya
solicitado la separación judicial de bienes, la que por disposición del artículo 165, es
irrevocable.
El inciso primero del artículo 1739 del Código civil establece una presunción
simplemente legal de dominio en favor de la sociedad conyugal, sobre toda cantidad de
dinero y de cosas fungibles; de las especies, créditos, derechos y acciones que existieren en
poder de cualquiera de los cónyuges durante la vigencia de la sociedad o al tiempo de su
disolución, a menos que aparezca o se pruebe lo contrario.
102
probando que la especie de que se trate no pertenece a la sociedad conyugal. Podría
perfectamente tratarse de una especie mueble que es de propiedad de un tercero, el que se
opondrá a la ejecución por medio de una tercería dentro del juicio ejecutivo.
Para destruir esta presunción los cónyuges pueden recurrir a cualquier medio
probatorio, sin que sea aplicable el artículo 1709 del Código civil; ésta se refiere a la
prueba de las obligaciones y aquí lo que se está probando es el dominio: que esos bienes o
valores no pertenecen a la sociedad.
El inciso segundo establece una limitación a los medios de prueba de que pueden
valerse los propios cónyuges: ni la declaración de uno de los cónyuges afirmando que una
cosa es suya o que se la debe, ni la confesión del otro, ni ambas juntas, incluso hechas bajo
juramento, podrán ser estimadas como prueba suficiente para hacer caer la presunción
simplemente legal del inciso primero. Con esta limitación la ley busca evitar la simulación
entre los cónyuges en perjuicio de terceros.
Otra cosa es que la confesión de uno de los cónyuges, se mire como una donación
revocable, que queda confirmada con la muerte del cónyuge donante, y que se ejecutará en
los gananciales o en los bienes propios, en lo que hubiere lugar (art. 1739 inc. 3°)
Presunción de haberse adquirido ciertas especies con bienes sociales (art. 1739 in
fine)
El artículo 1739, en su inciso final, establece otra presunción al señalar “se presume
que todo bien adquirido a título oneroso por cualquiera de los cónyuges después de
disuelta la sociedad conyugal y antes de su liquidación, se ha adquirido con bienes
sociales. El cónyuge deberá por consiguiente, recompensa a la sociedad, a menos que
pruebe haberlo adquirido con bienes propios o provenientes de su sola actividad
personal”49.
La presunción de que se trata en este párrafo sólo se aplica a las adquisiciones hechas
a título oneroso en el tiempo intermedio entre la disolución de la sociedad y su liquidación.
La importancia de esta presunción es que si bien la ley se interesa en la liquidación de la
sociedad, no fija un plazo para que ella se lleve a efecto; por lo tanto, el período que va
desde la disolución a la liquidación puede llegar a ser bastante prolongado. En este período
se ordena el nacimiento de una recompensa a favor de la sociedad en contra del cónyuge
adquirente, a menos que éste pruebe que se adquirió con bienes propios o provenientes de
su propia actividad posterior a la disolución de la sociedad conyugal.
49
Llama la atención la redacción de la disposición en estudio porque, primero habla de bienes de la sociedad
y de recompensas a favor de la sociedad conyugal, la que ya se ha disuelto. Se trataría de una recompensa
post sociedad conyugal.
103
Protección a los terceros (art. 1739 inc. 4° y 5°)
El inciso cuarto del artículo 1739, del Código civil, prescribe que “tratándose de
bienes muebles, los terceros que contraten a título oneroso con cualquiera de los cónyuges
quedarán a cubierto de toda reclamación que éstos pudieren intentar fundada en que el
bien es social o del otro cónyuge, siempre que el cónyuge contratante haya hecho al
tercero de buena fe la entrega o la tradición del bien respectivo”50. Esto sería una
manifestación de la doctrina de la apariencia jurídica, la cual tiene su fundamento en la
buena fe objetiva, que hace prevalecer bajo ciertas circunstancias lo aparente sobre lo real
(relacionado con el error común). Existe un conflicto entre lo real y lo aparente, y los
terceros actúan basados en la confianza de que lo aparente coincide con lo real. En el caso
en concreto se protege al tercero que contrata con uno de los cónyuges, confiando en que el
cónyuge era dueño de la cosa, en tanto poseedor de la misma. Se trata de una medida de
protección a los terceros, que estando de buena fe, contratan con uno de los cónyuges
durante la sociedad conyugal respecto de sus bienes muebles propios.
La protección a los terceros en este caso consiste en que éstos van a quedar a cubierto
de toda reclamación que cualquiera de los cónyuges pretendiere intentar, fundándose en que
el bien es social, o del otro cónyuge51.
104
Se excluye la presunción de buena fe cuando el bien objeto del contrato figura
inscrito a nombre del otro cónyuge en registro abierto al público, como en el caso de los
vehículos motorizados, acciones de sociedades anónimas, naves, aeronaves, etcétera Si el
tercero quiere invocar esta medida de protección deberá probar la buena fe, prueba de suyo
compleja dado el supuesto concreto. La enumeración de los bienes que hace la ley es
meramente ejemplar, ya que la norma se aplica a todos los bienes que estén sujetos a
régimen de registro.
Para el caso que concurran los requisitos arriba indicados, la protección del tercero
consiste en que éste quedará a cubierto de toda reclamación que haga el otro cónyuge
fundado en que el bien es social o propio del cónyuge reclamante. La reclamación del otro
cónyuge tendrá por objeto afirmar que el bien mueble objeto del contrato celebrado con el
tercero, cuya entrega se le ha hecho, le pertenece o integra el haber de la sociedad
conyugal. Como cada uno de estos patrimonios están sujetos a reglas de administración
distintas, la reclamación del cónyuge podrá consistir en demanda de nulidad o bien, en una
acción reivindicatoria.
En cambio, una obligación integrará el pasivo relativo cuando el pago que realiza la
sociedad conyugal hace nacer a su favor una recompensa a que estará obligado uno o
ambos cónyuges, según sea el caso específico. La sociedad paga una obligación, pero no
debe soportar dicho pago. En el caso de este pasivo, la obligación es social frente a
terceros, no así en la relación interna; en ésta la obligación es personal del cónyuge deudor,
y su patrimonio deberá soportar el pago en definitiva.
A. Pasivo Absoluto
105
El artículo 1740 enumera las obligaciones que forman el pasivo social absoluto y son
las que siguen:
No interesa que la causa o título de éstos sea anterior al matrimonio, sino que se
hayan devengado durante la sociedad. Esta norma es la contrapartida del artículo 1725 Nº2.
La explicación de incluir esta partida en el pasivo absoluto se encuentra en el derecho legal
de goce de la sociedad sobre los bienes propios de los cónyuges. Así por ejemplo, las rentas
de arrendamiento que produce un inmueble propio del marido ingresan al haber absoluto de
la sociedad y recíprocamente la renta que deba pagarse por el mismo concepto es
obligación social del pasivo absoluto.
La segunda parte del numeral 2 del artículo 1740 se hace cargo de las obligaciones
que ha contraído la mujer “con autorización del marido o de la justicia en subsidio”. La
mujer no tiene derecho alguno sobre los bienes sociales y sólo puede actuar con relación a
ellos, cuando el marido esté impedido temporalmente y el juez le autorice a ello o cuando
lo haga en tanto mandataria del marido. Respecto de los propios, se sabe que ella no puede
actuar con relación a ellos, salvo en el caso de la negativa injustificada del marido según el
artículo 138 bis.
La norma señala que “la sociedad es obligada, con la misma limitación, al lasto de
toda fianza, hipoteca o prenda constituida por el marido”52. Habría que considerar una
excepción a esta regla; pensamos en el supuesto de la caución personal otorgada para
garantizar obligaciones de terceros. La sociedad sólo quedará obligada en la medida que la
mujer haya autorizado la caución, siendo aplicable el precepto.
52
Lastar implica pagar lo que otro debe con derecho a reembolsarse de lo pagado. Lasto es un recibo o carta
de pago que permite al que ha pagado repetir contra el deudor.
106
v) Cargas53 y reparaciones usufructuarias de los bienes sociales o de
cada cónyuge (art. 1740 n°4)
Esta disposición debe concordarse con la del artículo 230 del Código civil, conforme
la cual los gastos de crianza, educación y establecimiento de los hijos, son de cargo de la
sociedad conyugal. En la crianza o mantenimiento se comprenden la alimentación,
53
La jurisprudencia se ha pronunciado señalando que dentro de la expresión de “cargas” se incluyen las
expensas causadas por los litigios relativos al goce de los bienes propios de los cónyuges; no así las relativas a
los juicios sobre el dominio de tales bienes, las que serían deudas personales del cónyuge propietario y si la
sociedad las paga, el primero estará obligado a la respectiva recompensa
54
Las cargas usufructuarias se contraponen a las obras o reparaciones mayores, que según el artículo 798 son
las que ocurren por una vez o a intervalos largos de tiempo y que conciernen a la conservación y permanente
utilidad de la cosa fructuaria. Así por ejemplo, si se hace necesario el revestimiento de las paredes o el
reemplazo de parte de la techumbre de la vivienda construida en el inmueble de propiedad de alguno de los
cónyuges. Si la sociedad paga alguna obligación derivada de estas obras respecto de bienes propios de los
cónyuges, paga una deuda personal, generando la consiguiente recompensa
107
habitación, vestido y curación de las enfermedades. Los gastos de crianza o mantenimiento
corresponden a la sociedad conyugal, por aplicación del artículo 1740 Nº5 y del citado
artículo 230.
Los gastos de establecimiento son los necesarios para dar al hijo un estado o
colocación estable que le permita satisfacer sus propias necesidades. Estos gastos serán de
cargo de la sociedad conyugal cuando el hijo careciere de bienes propios (art. 231) y
cuando no constaré de un modo auténtico que el marido, la mujer o ambos de consuno han
querido que se sacasen de sus bienes propios.
El inciso 2º de la citada norma dispone qué se entiende por tales y expresa que “se
miraran como carga de familia los alimentos que uno de los cónyuges este obligado por
ley a dar a sus descendientes, o ascendientes, aunque no lo sean de ambos cónyuges; pero
podrá el juez moderar este gasto si le pareciere excesivo, imputando el exceso al haber del
cónyuge”.
B. Pasivo Relativo
Cuando se habla del pasivo relativo se está aludiendo a obligaciones que, pese a ser
personales de los cónyuges, la ley declara sociales desde el punto de vista de la obligación a
la deuda. Es decir, la sociedad conyugal está obligada a pagar, pero no a soportar
definitivamente el pago. Son deudas sociales desde el punto de vista de la obligación a la
deuda y personales desde el punto de vista de su contribución.
55
Los que demande la educación normal y corriente del hijo, atendida la posición social de los padres, como
el pago de los colegios y de la universidad o instituto industrial o comercial en que se eduque, de los libros y
uniformes que necesite, de los profesores que le den lecciones en el hogar.
56
Los que salgan del límite ordinario, como el envío a estudiar al extranjero.
108
El artículo 1740 Nº3 del Código civil establece que la sociedad está obligada al pago
“de las deudas personales de cada uno de los cónyuges, quedando el deudor obligado a
compensar a la sociedad lo que esta invierta en ello”. Esta norma no nos dice
expresamente cuáles son las deudas personales, pero de su relación con otras disposiciones
puede colegirse que tienen tal carácter las siguientes:
Las recompensas son créditos a que los patrimonios de la sociedad conyugal, del
marido, o de la mujer están obligados, que nacen durante la vigencia de la sociedad
109
conyugal, y que se hacen exigibles desde el momento de su disolución y cuyo objeto es que
cada uno de los cónyuges obtenga los beneficios y se haga cargo de las pérdidas que según
la ley le corresponda. Las recompensas pueden ser de uno de los cónyuges a favor de la
sociedad conyugal o del otro cónyuge; o de la sociedad conyugal a favor de uno o ambos
cónyuges.
110
recompensas no siempre se trata de una inversión de dinero, por
ejemplo en relación a los bienes muebles adquiridos a título gratuito.
Para examinarlas debemos distinguir entre: recompensas debidas por los cónyuges a
la sociedad, recompensas que se deben los cónyuges entre sí y recompensas adeudas por la
sociedad a los cónyuges.
- Las donaciones que los cónyuges hagan de cualquier parte del haber
social, a menos que se trate de donaciones de poca monta o que se haga
para un objeto de eminente piedad o beneficencia y sin causar un grave
menoscabo a dicho haber.
57
La segunda parte del artículo 1746 prescribe que esta recompensa se deberá sólo si el aumento de valor se
mantiene a la fecha de la disolución de la sociedad, y además, si dicho aumento de valor excede al de las
expensas, sólo se deberá recompensa por el valor de dichas expensas.
111
- El artículo 1747 prescribe que se debe recompensa a la sociedad por
cualquier erogación gratuita y cuantiosa a favor de un tercero que no sea
descendiente común.
Estas recompensas se producen cada vez que alguno de los cónyuges obtenga algún
beneficio o sufra o experimente algún daño a expensas o por obra del otro.
- En aquellos casos que con bienes de uno se pagan deudas del otro.
- Los daños que experimentan los bienes de uno por culpa o dolo del
otro.
112
- Las especies muebles y fungibles que los cónyuges aporten al matrimonio o
adquieran durante él a título gratuito (art. 1725 Nº 4).
El principio es que las recompensas sólo pueden hacerse efectivas una vez disuelta la
sociedad conyugal y se pagan al momento de su liquidación.
Por su parte el artículo 1770 dispone que cada cónyuge o sus herederos tienen
derecho a sacar, al momento de la liquidación de la sociedad conyugal, de la masa común
las recompensas a que tengan derecho.
113
Causas de disolución de la Sociedad Conyugal (art. 1764)
114
conyugal se produce de pleno derecho por la sola sentencia que declara la separación
judicial, una vez que esta se encuentra firme (art. 178, en relación a los arts. 160 y 165).
Efectos de la Disolución
El efecto, más importante del nacimiento de esta comunidad se traduce en que, por el
solo ministerio de la ley, la administración de los bienes que la forman corresponde o pasa a
manos de los comuneros, que son el marido y la mujer, o sus herederos (arts. 2305 y ss.,
normas del cuasicontrato de comunidad).
El inciso final del artículo 1739 presume que las adquisiciones hechas a título oneroso
por cualquiera de los cónyuges después de disuelta la sociedad conyugal y antes de su
liquidación, se efectuaron con bienes sociales. Por ello, el cónyuge adquirente y propietario
del bien objeto de la adquisición, debe recompensa a la sociedad, salvo que pruebe haberlo
adquirido con bienes propios o provenientes de su sola actividad personal. Se trata de una
presunción simplemente legal y el hecho desconocido que se deduce del hecho base es que
las adquisiciones fueron hechas con fondos sociales. La norma no envuelve una presunción
de dominio social, el bien pertenece al cónyuge adquirente, pero deberá recompensa a la
sociedad.
115
Por otro lado, los frutos de los bienes propios de cada cónyuge percibidos desde la
disolución de la sociedad pertenecen al dueño de los respectivos bienes. En cambio, los
frutos de los bienes sociales que se perciban desde la disolución de la sociedad, acrecen la
comunidad. Con relación a los frutos de los bienes comunes, su accesión se explica por la
sola existencia de la comunidad y en el caso de los bienes propios, la exclusión se explica
por la cesación o extinción del derecho legal de goce de que era titular la sociedad conyugal
sobre los bienes propios de los cónyuges (art. 1772).
En relación al pasivo, éste queda fijado definitivamente y, por lo tanto, las deudas
personales que contraiga cada uno de los cónyuges después de disuelta la sociedad
conyugal, no dan acción a los acreedores para perseguir los bienes sociales – ahora
comunes - sino que su derecho de garantía general se limita a los bienes propios del deudor,
incluidos los derechos que como comunero le corresponde en los bienes de dominio común.
2.3.j. Cesación del Derecho Legal de Goce de la sociedad conyugal sobre los bienes
propios de los cónyuges
De conformidad al inciso primero del artículo 1772, que ya hemos comentado, los
frutos pendientes al tiempo de la restitución y los percibidos desde la disolución de la
sociedad, pertenecerán al dueño de los respectivos bienes. Lo anterior quiere significar que
cesa el derecho legal de goce de la sociedad sobre los bienes propios de los cónyuges.
Ello se infiere, interpretando a contrario sensu, el inciso segundo del artículo 1737
que prescribe que los frutos que se hubieren percibido durante la sociedad, pero en razón de
la ignorancia o del embarazo injusto de la adquisición de los bienes que los producen,
fueron percibidos después de disuelta la sociedad; o los que hubieren sido restituidos en ese
momento, se mirarán como pertenecientes a la sociedad. Lo que justifica el dominio de la
sociedad sobre tales frutos es que éstos se devengaron durante la vigencia de la sociedad.
116
repartición entre los cónyuges; pagar las recompensas que la sociedad adeude a los
cónyuges, o que éstos adeuden a la sociedad; y regular el pasivo de la sociedad conyugal.
En definitiva, la liquidación tiene por objeto la determinación de los derechos que le
corresponde a cada comunero en el haber común.
Si la mujer, o sus herederos, renuncian a los gananciales, en virtud del artículo 1783
no hay nada que liquidar, ya que el activo y el pasivo de la sociedad pertenecen al marido, o
sus herederos. En todo caso, la mujer, o sus herederos, conservan el derecho a exigir el
pago de las recompensas e indemnizaciones que se le adeuden; y siguen obligados al pago
de las recompensas o indemnizaciones que adeudaren, sea a la sociedad o al marido (art.
1784).
Operaciones de la Liquidación
La ley sólo exige inventario solemne cuando entre los partícipes de los gananciales,
hubieran menores, dementes, u otras personas inhábiles para la administración de sus
bienes. La omisión del inventario solemne no acarrea la nulidad de la liquidación, sino la
responsabilidad de la persona a quien fuere imputable esta omisión, debiendo procederse, lo
más pronto posible, a la regularización del inventario.
117
Ocultamiento o distracción dolosa de bienes sociales58 (art. 1768). Respecto de la
facción de inventario se prevé el caso del cónyuge o heredero que dolosamente hubiere
ocultado o distraído algún bien de la comunidad, disponiéndose que perderá su porción en
la misma cosa, quedando obligado a restituirla doblada.
58
Para el profesor Alessandri hay distracción cuando alguno de los cónyuges o sus herederos sustrae un bien
social para apropiárselo o exclusivamente en perjuicio del otro, de los herederos o de los acreedores sociales y
hay ocultación cuando, con el mismo objeto, esconde o hace desaparecer un bien social o silencia o niega su
existencia, no obstante que la conoce o lo tiene en su poder. Esta distracción u ocultación puede referirse a
cualquier bien social, aunque sea reservado. Por consiguiente, para que la sanción del artículo 1769 sea
aplicable deben concurrir tres requisitos copulativamente: - que el bien sea social, incluidos los reservados de
la mujer; que exista algún acto de ocultación o de distracción; y que dicho acto sea doloso.
118
Las recompensas e indemnizaciones que los cónyuges adeuden a la sociedad se
acumulan imaginariamente a este haber (art. 1769). Recíprocamente, el artículo 1770
reconoce a favor de los cónyuges o herederos el derecho a sacar del haber común o bruto
los precios, saldos y recompensas que la sociedad le adeudaré.
i) Se deben deducir los bienes propios de los cónyuges (art. 1770). Cada
cónyuge o sus herederos, tiene derecho a sacar de la masa las especies o
cuerpos ciertos que le pertenezcan, es decir, todos aquellos bienes que no han
ingresado a la sociedad conyugal, que como sabemos, son por regla general
inmuebles. La excepción está representada por aquellos bienes muebles
aportados eximidos, por capitulación matrimonial.
Plazo para realizar la deducción. El inciso segundo del artículo 1770 prescribe que
la restitución de las especies o cuerpos ciertos deberá hacerse tan pronto como fuere
posible, después de la terminación del inventario y avalúo.
Prueba del dominio. Interpretando, a contrario sensu, la norma del inciso primero del
1739 del código civil, los cónyuges deben probar el dominio de las especies que pretenden
deducir de la masa común, dado que la ley establece una verdadera presunción de dominio
social respecto de los bienes muebles, presunción que, sin embargo, puede hacerse
extensiva a los bienes inmuebles.
Estado en que se restituyen los bienes propios. La regla que rige en esta materia es
que los bienes propios de los cónyuges se restituyen en el estado en que se encuentran al
momento de la disolución de la sociedad conyugal
119
culpa grave del otro cónyuge, en cuyo caso queda obligado a la
correspondiente reparación.
Cada cónyuge acreedor hará efectivas estas recompensas u otros créditos, pagándose
directamente con bienes sociales, según el siguiente orden: dinero y bienes muebles
y a falta de éstos bienes inmuebles (art. 1773).
Plazo que tienen los cónyuges para hacer estas deducciones (art. 1770 inc. 2°). Él
pago de los precios saldos y recompensas se efectuará a los cónyuges dentro de un año
contado desde la terminación del inventario y avalúo; pero el juez podrá, con conocimiento
de causa, ampliar o restringir este plazo, a petición de los interesados.
120
podrá hacer las deducciones sobre los bienes propios del marido, elegidos de
común acuerdo, y si esto no es posible, por el juez.
División de los gananciales: La norma del artículo 1776 prescribe que la división de
los bienes sociales se hará de acuerdo a las reglas de la partición de bienes hereditarios.
Rigen esta materia las reglas del título X del libro III del código civil y las del título IX del
libro III del código de procedimiento civil.
Obligación a la deuda. En esta fase externa, los cónyuges no se hallan en una misma
situación, dado que conforme el artículo 1778, frente a los terceros, el deudor es y sigue
siendo el marido y lo es por el total de las deudas sociales. Esta norma no es sino la
continuidad de la del inciso primero del artículo 1750. Estos terceros no pueden ver
afectado su derecho de crédito por la circunstancia de la disolución del régimen de sociedad
conyugal. Sin embargo, una cosa es la responsabilidad del marido frente a terceros y otra,
muy distinta, es el derecho a reintegro que surge a su favor después del pago, derecho que
tiene en contra de la mujer o sus herederos. La mujer en esta fase externa también podría
ser sujeto pasivo de las demandas de los terceros, pero en su caso, su responsabilidad se
limita hasta lo que haya recibido a título de gananciales (el llamado beneficio de
emolumentos). Si no existen gananciales o la mujer ha renunciado a ellos, el único
responsable frente a los terceros será el marido.
122
El fundamento de este beneficio está en que la administración de los bienes sociales
le corresponde de pleno derecho al marido, por lo que resulta lógico que la responsabilidad
de la mujer no supere la mitad de los resultados que este obtuvo con su administración. La
mujer o sus herederos no pueden resultar perjudicados por las deudas sociales más allá de
lo que corresponde por concepto de gananciales.
Para oponer este beneficio, la mujer deberá acreditar cualquiera de estas dos
circunstancias:
La mujer para gozar de este beneficio deberá probar el exceso que se le está
cobrando; así lo dispone el inciso segundo del artículo 1777, al señalar “más para gozar de
este beneficio deberá probar el exceso de la contribución que se le exige, sobre su mitad de
gananciales, sea por el inventario y tasación sea por otros documentos auténticos”.
Comprende exclusivamente lo que la mujer recibió a título de gananciales al momento de
liquidarse la sociedad, y no se extiende a sus bienes propios, ni a los que esta haya sacado
del haber social como acreedora de la sociedad.
Ahora bien, el monto de los gananciales deberá acreditarlo la mujer, sea por el
inventario y la tasación, sea por cualquier otro instrumento auténtico. Cabe considerar lo
dispuesto por el artículo 1766 en lo que se refiere al valor del inventario y tasación hechos
sin la intervención judicial.
59
La asimilación del beneficio de emolumento con el de inventario se encuentra establecida por el artículo
1767, pues éste dispone que la mujer que no renuncia a los gananciales, se entiende que los acepta con
beneficio de inventario.
123
En cuanto a la segunda circunstancia, la mujer también deberá acreditar por los
mismos medios que ha efectuado un pago por lo que recibió a título de gananciales, por lo
tanto, al momento de oponer este beneficio, sea a los acreedores o al marido, deberá
acreditar que recibió la suma de tanto por concepto de gananciales y que dicha suma la
invirtió en el pago de tal deuda (art. 1236).
Oportunidades que tiene la mujer para renunciar a los gananciales. Según el artículo
1719, la renuncia se puede presentar en dos momentos, ya bien anterior al matrimonio (en
una capitulación matrimonial) o después de disuelta la sociedad conyugal.
La mujer podrá renunciar a los gananciales una vez disuelta la sociedad conyugal, a
condición de que no haya entrado en su poder ninguna parte de los bienes sociales a título
de gananciales. Jamás podrá renunciarse a los gananciales durante la vigencia de la
sociedad conyugal.
Esta renuncia deberá hacerla la mujer que sea mayor de edad; si ésta aún no lo es su
renuncia deberá ser autorizada o aprobada por el juez.
Efectos de la renuncia
La misma suerte corren los frutos de los bienes de los artículos 166 y
167 del código civil y las adquisiciones hechas con ellos.
125
Características del Patrimonio Reservado
ii) Este trabajo debe ser remunerado. Pese a que el artículo 150 del
código civil no lo diga expresamente, la exigencia de que el trabajo sea
remunerado se infiere del propio inciso segundo del precepto cuando expresa:
“y de lo que en ellos obtenga”, refiriéndose, desde luego, a los frutos de su
actividad.
126
iii) El trabajo debe ser desarrollado durante el matrimonio.
La ley habla de la “mujer casada”, por tanto lo que determina la pertenencia
de un bien al patrimonio reservado en estudio es que éste lo obtenga como
resultado de la actividad sea realizada durante el matrimonio. Para resolver
esta cuestión se debe estar al momento en que se desarrolló el trabajo y no al
momento en que los ingresos se obtengan, ni al de la adquisición de los
bienes.
60
Para algunos autores, también se incluyen las indemnizaciones que le pagare un tercero por la comisión de
un ilícito con ocasión o relación a su actividad o trabajo separado del marido; por ejemplo, las
indemnizaciones por años de servicios, las indemnizaciones por accidentes del trabajo y cualquiera otra cuya
causa se relacione con la actividad o trabajo separado de la mujer
127
Durante la vigencia de la sociedad conyugal, los actos o contratos de la mujer sólo
obligan los bienes reservados del artículo 150 y los de los patrimonios de administración
separada de los 166 y 167. Así se infiere de los artículos 137 y 150 inciso quinto.
Correlativamente, los acreedores del marido, por regla, no tiene acción en contra de
la mujer, y más precisamente, los bienes que integran su patrimonio reservado, excepto si
lograsen probar que el acto o contrato ejecutado o celebrado por el marido cedió en utilidad
de la mujer o de la familia común.
128
- Al decir de “cualquiera edad”, podría pensarse que toda mujer, incluso las
menores de 18 años, pueden desarrollar libremente una actividad separada del
marido; sin que la administración de los bienes quede sujeta a limitación alguna61.
Esta materia es de gran importancia tanto para mujer casada titular de este
patrimonio, como para el marido y para los terceros.
La mujer puede tener interés en acreditar respecto los terceros que un bien pertenece
a su patrimonio reservado cuando, por ejemplo, un acreedor pretende hacer efectiva una
deuda social en ese bien.
También la mujer puede estar interesada en acreditar ese dominio y origen respecto
del marido. Por ejemplo, si la mujer renuncia a los gananciales y el marido sostiene que ese
determinado bien pertenece a la sociedad y por consiguiente es de su dominio, atendido el
efecto de confundirse definitivamente los patrimonios de la sociedad y del marido.
61
La interpretación que debemos dar a esta disposición es que, efectivamente, cualquier mujer casada bajo
régimen de sociedad conyugal, a pesar de su menor edad, podrá ejercer un oficio o industria o desempeñarse
en algún empleo; distinto será lo que ocurre con las facultades de administración respecto de los bienes que
integran su patrimonio; sobre este particular debe considerarse la disposición de la parte final del inciso
segundo del artículo 150, que exige la observancia de una formalidad habilitante para enajenar o gravar bienes
raíces: autorización judicial con conocimiento de causa
129
o Que la mujer exhiba a los terceros, instrumento público o
privado donde conste que ejerce o ha ejercido una industria, empleo,
profesión u oficio separado del marido.
Concurriendo estos requisitos los terceros que contraten con la mujer quedan a
cubierto de toda reclamación que pudiere interponer ella o el marido, sus herederos o
cesionarios, fundada en la circunstancia de haber obrado la mujer fuera de su patrimonio
reservado del artículo 150 del código civil.
Patrimonio separado del artículo 166 del código civil. Separación parcial de bienes
de carácter legal
El patrimonio que esta norma prevé se forma cuando a la mujer se le asignan bienes a
título de donación, herencia o legado, bajo la condición precisa que tales bienes no sean
administrados por el marido. De no existir esta condición, los bienes objeto de la
liberalidad, en el caso de los muebles, o ingresan al haber social con cargo a recompensa; y,
en el caso de los inmuebles, al haber propio de la mujer, sujetos a la administración del
marido. Cualquiera sea la naturaleza de los bienes, su administración siempre
corresponderá al marido. Es obvio que para que este patrimonio de administración separada
130
se constituya es menester que la mujer acepte la liberalidad y si ello acontece se observan
las siguientes reglas:
- Los acreedores del marido no tiene acción contra los bienes que la mujer
administre separadamente conforme el precepto en estudio, salvo que ellos probaren
que el acto o contrato ejecutado o celebrado por el marido ha cedido en utilidad de
la mujer o de la familia común.
- Los frutos que los bienes que integran este patrimonio devenguen
pertenecerán a la mujer, como también todo lo que ella adquiera con los mismos.
No obstante, disuelta la sociedad conyugal se aplican a estos frutos y adquisiciones
las reglas que contiene el artículo 150, ya estudiadas, pasando a integrar los
gananciales, según la mujer los acepte o renuncie a ellos.
Una cosa son las limitaciones que el marido tiene respecto de la administración de los
bienes sociales y propios de la mujer; y otra cosa son los derechos que fluyen en favor de la
mujer, que tienen su fundamento en una especie de contrapeso a las facultades que la ley
confiere al hombre como jefe de la sociedad conyugal y, consiguientemente, como
administrador de los bienes sociales y propios. Estos derechos son:
131
ii) Derecho a renunciar a los gananciales. La ventaja de esta
renuncia está en que si la mujer tiene patrimonio reservado, lo
conserva íntegramente, y si no lo tiene, la renuncia le permite ser
irresponsable por las deudas sociales. Este derecho es exclusivo de la
mujer o sus herederos.
132
o Cada cónyuge administra independientemente y sin limitaciones sus bienes
propios. La excepción podría producirse por efecto de la declaración como
bien familiar de cualquiera de los bienes que integran su patrimonio.
El artículo 152 del código civil define la simple separación de bienes como la que se
efectúa sin divorcio, en virtud de un decreto judicial, por disposición de la ley, o por
convención de las partes.
133
compensación ante mala administración, por lo que puede solicitarla el marido o la mujer.
(art. 158).
Después de decretada la separación por decreto judicial, los efectos que ésta produce
son los que se pasan a relacionar. Sin embargo, antes de ello es importante considerar que
para que la sentencia de separación judicial de bienes tenga valor en juicio ésta debe
subinscribirse al margen de la inscripción matrimonial. Los efectos son:
135
o Con la separación judicial de bienes, permanecen vigentes los deberes
personales entre los cónyuges. La separación solo produce efectos
patrimoniales.
o Los actos que realice cualquiera de los cónyuges, solamente van a obligar a
su propio patrimonio. Excepciones: Que el otro se obligue subsidiaria o
solidariamente a las obligaciones, o en el caso de que haya beneficio propio
o de la familia común, donde será obligado a prorrata (art. 161).
En este punto, nos vamos a referir a hipótesis en que la separación de bienes rige
por la sola disposición de la ley, sin que haya una sentencia judicial, ni una convención
de las partes. Tratándose de la separación legal, se puede distinguir entre la separación
legal de carácter total, y la separación legal de carácter parcial.
136
ii) Matrimonios celebrados en el extranjero. La segunda hipótesis
aparece en el artículo 135 inciso segundo, que se refiere al estatuto de los cónyuges
casados en país extranjero.
ii) Patrimonio del artículo 166 del código civil. Como se ha dicho esta
separación parcial de bienes tiene lugar cuando a la mujer se asignan por donación,
herencia o legado, bienes bajo la condición precisa de que en dichos bienes no tenga
la administración el marido. Se estima que es legal ya para que se forme este
patrimonio especial, es suficiente que a la mujer se le haga esta liberalidad sujeta a
la mencionada condición; si la mujer está casada bajo régimen de sociedad
conyugal, tiene lugar la aplicación del artículo 166. Y es parcial por que sólo abarca
los bienes comprendidos en la liberalidad, sus frutos y los bienes que se adquieran
con éstos.
Esta separación de bienes sólo puede ser pactada en las capitulaciones matrimoniales
y sólo reviste dos formas, o se pacta lisa y llanamente esta separación parcial fijando las
reglas que determinen los bienes que serán objeto de esta separación, o bien se pacta que la
mujer podrá disponer libremente de una determinada suma de dinero o de una determinada
pensión periódica. En ambos casos, según lo dispuesto en el artículo 1720, se estará a lo
dispuesto en el artículo 167, norma que a su turno, se remite al artículo 166 del código
civil.
137
efectos quedan pendientes hasta la celebración del matrimonio y más
propiamente desde la subinscripción de la escritura pública que contiene la
capitulación. El artículo 1720 prevé la posibilidad de convenir la separación
de bienes antes del matrimonio mediante una capitulación matrimonial,
prescribiendo que en ese caso se deberá estar a lo que se dispone en los
artículo 158 inciso 2º; 159; 160; 161; 162; 163, todos del código civil y ya
estudiadas con ocasión de la separación judicial de bienes. En esta
capitulación se excluye la aplicación del régimen legal de aplicación
supletoria que es la sociedad conyugal.
Ya se sabe que los efectos entre los cónyuges y respecto de terceros se producen
desde la subscripción de la escritura de separación al margen de la inscripción de
matrimonio. Los efectos son los ya estudiados a propósitos de la separación judicial de
bienes.
138
2.6. RÉGIMEN DE PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIALES
Este régimen es una suerte de régimen ideal, pues funciona básicamente como un
régimen de separación de bienes, lo que implica libertad para administrar, gozar y, en
principio, disponer sus bienes durante la vigencia del régimen, combinado con una
participación al término de los gananciales percibidos durante la vigencia del régimen, lo
que se acerca a la sociedad conyugal y su característica de solidaridad.
63
Esta numeración se da porque el legislador tuvo que encontrar un espacio para incluir estas normas. En
cuanto al régimen de participación en los gananciales, interesa comentar que este es un régimen que se
incorporó en el sistema chileno por la ley 19.335
139
siempre separados, durante la vigencia del régimen y a su
terminación. Esta es una diferencia importante con la sociedad
conyugal, en la que, por regla general, si hay comunidad a su
terminación. Lo que se origina a favor del cónyuge que obtuvo
menos ganancias es un crédito (art. 1792-19).
El artículo 1792-6 señala lo que se entiende por gananciales, por patrimonio original
y por patrimonio final.
De modo que si en su patrimonio originario tenía una casa cuyo valor es 100 y
durante la vigencia del régimen adquirió otra casa cuyo valor es 150, entonces el
patrimonio final estará compuesto por 250, y los gananciales serán de 150.
140
Luego de esto, al patrimonio final y al original habrá que agregarle ciertas partidas,
que analizaremos más adelante.
ii) Adquisición de bienes aún a título oneroso, pero con causa o título
anterior al inicio del régimen (art. 1792-8). La ley enumera a modo de ejemplo
algunos casos.
En cuanto a la valoración, hay que estarse al artículo 1792-13, que señala que “los
bienes que componen el activo originario se valoran según su estado al momento de
entrada en vigencia del régimen de bienes o de su adquisición”. La norma agrega que el
valor del bien deberá actualizarse al momento de la incorporación al patrimonio originario.
La valoración podrá ser hecha por los cónyuges, un tercero, o el juez en subsidio.
141
El artículo 1792-2 señala, los patrimonios del marido y mujer se mantienen
separados durante la vigencia del régimen, y cada uno administra goza y dispone
libremente lo suyo, como si estuviesen separados de bienes, sin perjuicio de las
limitaciones legales que pasaremos a ver.
La terminación, igual que la sociedad conyugal, puede producirse por vía directa o
consecuencial (consecuencia de la terminación del matrimonio). A la terminación del
142
régimen, tenemos que determinar cuál es el patrimonio final, que como se indico, es el que
existe al terminar el régimen.
El artículo 1792-14 señala, que el patrimonio final resultará de deducir del valor
total de los bienes de que el cónyuge sea dueño al momento de terminar el régimen, el
valor total de las obligaciones que tenga en esa misma fecha.
A este patrimonio final hay que sumarle lo que efectivamente tiene el sujeto en su
patrimonio, más las agregaciones imaginarias que procedan por efecto del artículo 1792-
15. Además de dichas agregaciones, el legislador contempla en el artículo1792-18 una
hipótesis de verdadera pena o sanción civil, para el caso de que cualquiera de los cónyuges,
oculte o distraiga bienes o simule obligaciones, a fin de hacer mermar sus gananciales,
disponiendo que se sumará al patrimonio final el doble del valor de aquellos bienes u
obligaciones.
Ahora bien ¿Cómo se prueba el patrimonio final? A esto se refiere el artículo 1792-
16. Dicha norma señala que los cónyuges dispondrán de tres meses para confeccionar
inventarios valorados de sus bienes y obligaciones comprendidas dentro de su patrimonio
final, inventario que puede ser objetado por el cónyuge contrario.
¿Cómo se valora este patrimonio final? El artículo 1792-17 señala que “Los bienes
que componen el activo final se valoran según su estado al momento de la terminación del
régimen de bienes. Al igual que respecto del patrimonio originario, la valoración de los
bienes podrá ser realizada por los cónyuges, un tercero o por el juez en subsidio.
143
Efectos luego de la terminación del régimen
Por su parte, el artículo 1792-12 establece una presunción simplemente legal de ser
comunes los bienes muebles adquiridos durante la vigencia del régimen.
Una vez terminado el régimen, hay que determinar cuáles son los gananciales que ha
obtenido cada cónyuge. Hay que recordar que para los efectos de esta ley, los gananciales
corresponden a la diferencia de valor neto existente entre el patrimonio original y el
patrimonio definitivo (art. 1792-6).
Cuando solo uno de los cónyuges obtiene gananciales, o ambos en cantidad distinta,
nace el crédito de participación en los gananciales (art. 1792-20).
144
eventual crédito de participación, pero que no obstante ser eventual, el legislador lo
protege a través de distintos mecanismos. En esta fase o etapa previa a la terminación, el
crédito de participación en los gananciales es indisponible (art. 1792-20 inc. 2°).
145
establece la posibilidad de que la liquidación se haga judicialmente, acción que tiene un
plazo de prescripción de 5 años (art. 1792-26).
Hay que tener presente que el legislador establece que para los efectos de la
determinación o cálculo del crédito, el juez va a tener que valorar la constitución de
derecho sobre bienes familiares, tal como lo dispone en su artículo 1792-23 (en relación al
art. 147).
En caso de incumplimiento por parte del deudor del crédito de participación en los
gananciales, el cónyuge acreedor puede hacer uso del derecho de prenda o garantía general,
pero con ciertas particularidades. El legislador le establece al acreedor un orden de
prelación respecto de los bienes que puede perseguir. En ese sentido, el artículo 1792-24
señala que el orden es el siguiente: 1° dinero; 2° muebles; 3° inmuebles. Si estos bienes
resultaren insuficientes, el cónyuge acreedor podrá perseguir su crédito en los bienes
donados entre vivos sin su consentimiento (debe comenzar por las más recientes), o
enajenados en fraude de sus derechos (relacionar con art. 1792-15).
El art. 1792-25 establece una norma que tiene por objeto proteger a los terceros, en el
sentido de señalar que los créditos contra un cónyuge, cuya causa sea anterior al término
del régimen de bienes, preferirán al crédito de participación en los gananciales.
Esto se encuentra regulado en el Libro I, Título VI, Párrafo 2, en los artículos 141 al
149 CC.
Los bienes familiares encuentran su fundamento en dos ideas centrales: por una parte,
la intención de asegurar a la familia un lugar donde sus integrantes puedan vivir y
desarrollarse normalmente; y por otra, la de constituir un mecanismo para dar
cumplimiento a las llamadas “cargas del matrimonio”, noción reconocida por nuestro
legislador (arts. 134 y 230), y que comprende, entre otras, el otorgamiento de vivienda a los
cónyuges y los hijos comunes.
o Es una institución que no opera de pleno derecho, sino que requiere de una
declaración expresa en tal sentido, declaración que puede ser judicial o de
los cónyuges, según el tipo de bien que se quiera afectar.
Existen tres tipos de bienes que pueden regirse por este estatuto:
147
ella reside se encuentra destinada a otros usos, por ejemplo, oficinas. La
opinión mayoritaria de la doctrina en estos casos es admitir la afectación
parcial, es decir, sólo de aquella parte del inmueble que efectivamente la
familia ocupa para vivir.
o Concepto de Familia. Ante la falta de definición legal para
estos efectos, se encuentran los conceptos doctrinales tradicionales, que
van desde la familia en su sentido más amplio, que incluye incluso al
servicio doméstico, hasta la idea de familia nuclear, comprensiva sólo de
los padres y los hijos. La jurisprudencia, además de recoger los conceptos
doctrinales - que se caracterizan, en general, por definir a la familia
determinando quiénes pueden considerarse como integrantes de ella - en
ocasiones, también ha empleado otra clase de criterios para determinar
cuándo se está ante una familia, así por ejemplo, ha considerado la calidad
de las relaciones de afectividad existentes entre sus miembros.
o Residencia principal. Se trata de una noción que hace surgir
dificultades cuando la familia se encuentra disgregada. En tal situación
¿cuál de los inmuebles ocupados por los miembros de la familia es la
residencia principal? La jurisprudencia se ha pronunciado en el sentido
que ella está donde se encuentre el mayor número de personas, donde viva
la mayoría de la familia.
o Sentido de la expresión “sirva”. La dificultad que plantea esta
expresión consiste en determinar si dicha forma verbal debe ser
entendida, y por consiguiente aplicada literalmente en tiempo presente, de
modo que para que un inmueble pueda ser declarado bien familiar es
necesario que efectivamente esté siendo ocupado por la familia en el
momento en que se presente la demanda; o si, por el contrario, lo que en
último término importa es que el inmueble en cuestión haya servido en
otro tiempo a tal finalidad, y exista la intención en el grupo familiar de
volver a éste, pese a estar alejados temporalmente del mismo. Esta última
idea se funda en lo que constituye la finalidad de la institución, asegurar a
la familia un lugar para vivir. Tanto la doctrina, como la jurisprudencia se
encuentran divididas, existiendo pronunciamientos en ambos sentidos.
148
protección también a aquellas familias que no obstante tener bienes
muebles, no son dueñas del inmueble en que residen.
o Sentido de la expresión “guarnecer”. También se plantea la
necesidad de establecer el contenido de dicho concepto, que es de vital
importancia, porque en definitiva permite determinar qué bienes muebles
pueden ser declarados familiares. Hay opiniones diversas entre los autores,
pero se advierte la idea de delimitar el concepto recurriendo a la idea de
ajuar contenida en el inciso segundo del artículo 574 del Código Civil, y,
en todo caso, hay uniformidad en cuanto a que no cabe comprender dentro
de la noción a los automóviles que emplee la familia.
o Necesidad de especificarlos. Otra cuestión debatida por la
doctrina, y que el legislador no resuelve, se refiere a si existe o no la
necesidad de especificar o individualizar los bienes muebles que se
declaren familiares. Según una parte de los autores, no obstante la falta de
exigencia legal, es necesario que, conjuntamente con la solicitud de
declaración de bien familiar, se presente un inventario de los muebles cuya
afectación se solicita, y que la sentencia que los declare también los
detalle. Por otro lado, sin embargo, están quienes sostienen que ello no es
menester, de ahí que el legislador nada lo haya establecido, pues su
intención fue precisamente que los bienes muebles en su conjunto
quedaran afectados, de modo que si a lo largo del tiempo son
reemplazados, aquellos que ingresen en su lugar pasen también a tener la
calidad de familiares. Se trataría, así, de un concepto indeterminado.
Es posible distinguir dos modos de constitución, según los bienes de que se trate:
A. Constitución Judicial.
Esta forma es aplicable a las dos primeras clases de bienes que pueden constituirse en
familiares, esto es, al inmueble que sirve de residencia principal de la familia y a los
muebles que la guarnecen. En ambos casos, se trata de un mecanismo constituido por un
149
procedimiento judicial contencioso, en que el cónyuge que tiene interés, es decir, el no
propietario, demanda al propietario del bien en cuestión, para que el juez lo declare bien
familiar.
B. Constitución Extrajudicial
64
Cabe mencionar que tal forma de constitución ha sido objeto de críticas en el sentido de que no se justifica
un tratamiento diferente para uno y otro tipo de bienes, además de que ello trae como consecuencia el dejar en
este caso al cónyuge propietario sin la posibilidad de oponerse a la declaración, a diferencia de lo que ocurre
en el procedimiento judicial aplicable a las otras dos clases de bienes.
150
Tratándose de los derechos y acciones que pueden convertirse en familiares conforme
a lo establecido por el artículo 146 inciso segundo, además del efecto señalado en el
número anterior, se añade otro: se requerirá de la voluntad de ambos cónyuges para
realizar cualquier acto como socio o accionista de la sociedad que tenga relación con el
bien familiar.
Este efecto está contemplado en el artículo 148 del Código Civil, que dispone: “Los
cónyuges reconvenidos gozan del beneficio de excusión. En consecuencia, cualquiera de
ellos podrá exigir que antes de proceder contra los bienes familiares se persiga el crédito
en otros bienes del deudor. Las disposiciones del Título XXXVI del Libro Cuarto sobre la
fianza se aplicarán al ejercicio de la excusión a que se refiere este artículo, en cuanto
corresponda.
Cada vez que en virtud de una acción ejecutiva deducida por un tercero acreedor,
se disponga el embargo de algún bien familiar de propiedad del cónyuge deudor, el juez
dispondrá se notifique personalmente el mandamiento correspondiente al cónyuge no
propietario. Esta notificación no afectará los derechos y acciones del cónyuge no
propietario sobre dichos bienes”.
Este efecto, que se establece debido a que la calidad de familiar no impide que los
bienes familiares sean embargados, constituye la principal manifestación de los bienes
familiares respecto de los terceros ajenos al matrimonio, por cuanto éstos, al entablar las
acciones para hacer efectivos sus créditos en contra de los cónyuges, se ven limitados por
este beneficio que contempla la ley cuando existen bienes familiares, y que les impide
dirigirse directamente sobre ellos, debiendo hacerlo primero sobre los otros bienes del
deudor.
151
Finalmente, hay que señalar que la forma en que el legislador establece este beneficio
hace surgir dudas acerca de los acreedores a los que se refiere o afecta la norma. Se discute
específicamente si puede oponerse a cualquier acreedor, anterior o posterior a la
declaración de bien familiar; o si por el contrario, no es posible oponerlo a aquellos
acreedores que constituyeron sus créditos con anterioridad a la afectación. Se advierte una
tendencia, tanto en la doctrina como en la jurisprudencia, a limitar su oponibilidad a
aquellos acreedores cuyos créditos han nacido con posterioridad a la declaración de bien
familiar, dejando a salvo del mismo a aquellos que tenían la calidad de tales desde antes de
la afectación de los bienes en cuestión. Tal interpretación se funda en la norma contenida en
el inciso final del artículo 147.
De acuerdo a lo dispuesto por el artículo 142 inciso segundo: “La autorización a que
se refiere este artículo deberá ser específica y otorgada por escrito, o por escritura pública
si el acto exigiere esta solemnidad, o interviniendo expresa y directamente de cualquier
modo en el mismo. Podrá prestarse en todo caso por medio de mandato especial que
conste por escrito o por escritura pública según el caso”.
El artículo 143 inciso segundo establece que los adquirentes de derechos sobre un
inmueble que es bien familiar estarán de mala fe a los efectos de las obligaciones
restitutorias que la declaración de nulidad origine. Esta norma es invocada por quienes
sostienen que la transformación provisoria de bien familiar de un inmueble sólo produce
sus efectos a partir de la subinscripción que establece el artículo 141, pues señalan que sólo
de esa manera se puede entender la presunción de mala fe que prevé el artículo 143.
A. Desafectación convencional.
152
Consiste en que los cónyuges de común acuerdo privan a un bien del carácter de
familiar (art. 145 inc. 1°). La ley sólo establece formalidades cuando se trata de bienes
inmuebles, disponiendo que la desafectación debe constar en escritura pública anotada al
margen de la inscripción respectiva, pero nada dice respecto de los muebles ni de los
derechos y acciones. Se aplicarán, respecto de estos bienes las reglas generales.
B. Desafectación Judicial.
Ésta procede cuando el bien de que se trata ha dejado de servir a los fines que
justificaron su afectación (declaración de bien familiar) y ello deberá probarse ante el juez.
Esta desafectación podrá solicitarse en los siguientes casos:
- Durante la vigencia del matrimonio, caso en que el cónyuge
propietario deberá presentar la solicitud ante el juez (art. 145 inc. 1°).
Esto podría acontecer cuando el bien ya no sirva como residencia
principal de la familia, o bien que los bienes muebles ya no guarnecen al
inmueble que sirven de residencia principal de la familia.
- Una vez declarada la nulidad del matrimonio. En tal caso, y
de conformidad a la modificación introducida por la Ley de Matrimonio
Civil, el legislador dispone que el propietario del bien familiar debe
formular la petición correspondiente (art. 145 inc. final), lo que resulta
del todo lógico en tanto es quien tiene interés en ello.
- Una vez terminado el matrimonio por la muerte de uno de los
cónyuges. En tal caso, y de conformidad a la modificación legal
precedentemente mencionada, el propietario del bien familiar (si el
fallecido es el no propietario) o sus causahabientes (si el fallecido es el
propietario) podrán presentar la petición al juez (art. 145 inc.3°).
- Una vez terminado el matrimonio por divorcio. Si ello ocurre,
la acción la tiene el cónyuge propietario para reclamar la desafectación,
si ella procediere.
C. Desafectación legal.
En esta norma, el legislador establece también que la sentencia que constituya los
derechos servirá de título para todos los efectos legales. Esta disposición se ha interpretado
en el sentido que alude a la inscripción en el Conservador de bienes raíces de los derechos
reales cuando recaigan sobre inmuebles. Para algunos, tal inscripción sería requisito para la
oponibilidad de tales derechos frente a terceros. También podría pensarse que es necesaria
para su constitución, ahí la justificación de la regla que asimila la sentencia al título.
Finalmente, en esta disposición se establece una norma que busca proteger los
intereses de terceros, y que, como se dijo en su oportunidad, es aplicada por extensión para
establecer un límite al beneficio de excusión. Se trata del inciso final del artículo 147 que
establece: “La constitución de los mencionados derechos sobre bienes familiares no
perjudicará a los acreedores que el cónyuge propietario tenía a la fecha de su
constitución, ni aprovechará a los acreedores que el cónyuge no propietario tuviere en
cualquier tiempo”.
154
Separación total de bienes. En este régimen, las consecuencias de la declaración de
familiar de uno o más bienes del marido o la mujer son meridianamente claras, desde que
impone limitaciones que en principio son inconcebibles en este tipo de régimen,
caracterizado, precisamente, por la independencia patrimonial absoluta de los cónyuges, la
que se verá, sin embargo, menguada por la aplicación de esta figura, ello desde que para la
ejecución o celebración de una serie de actos o contratos se requerirá la autorización del
cónyuge no propietario.
Sociedad conyugal. En este caso, si bien suele afirmarse que los bienes familiares
no implican mayores limitaciones, es necesario precisar algunas cosas. En efecto, habrá que
diferenciar según el patrimonio al que pertenezcan el o los bienes familiares, pues, como se
sabe, la sociedad conyugal se caracteriza porque en ella conviven, a lo menos, tres
patrimonios.
Pues bien, si el bien familiar integra alguno de los patrimonios cuya administración
corresponde a la mujer, se producirá una alteración del funcionamiento del régimen, dado
que se introduce una limitación a dicha administración, extraña y ajena a las reglas que
gobiernan estos patrimonios satélites, limitación que se resuelve en la necesidad de
autorización del marido no propietario para la ejecución o celebración de ciertos actos o
contratos. Lo mismo acontecerá cuando el bien familiar sea propio del marido, dado que su
administración le corresponde en forma exclusiva e independiente.
155
3. LA FILIACIÓN
Regulación: Título VII y VIII, Libro I del CC. Arts. 179 y ss.
El profesor Court señala: “La filiación es un hecho natural, una relación biológica
que une a procreantes y procreados, relación que pasa a ser jurídica, en cuanto se
encuentra reconocida y regulada por el derecho”.
De conformidad con el artículo 33, tienen el estado civil de hijo respecto de una
persona, aquellos cuya filiación está determinada, siendo la determinación de la filiación,
la que le otorga a una persona el estado civil de hijo, y esto implica que se le otorga una
calidad al individuo en la sociedad, en lo que respecta a sus relaciones de familia (permite
reclamar alimentos, en materia de ascenso, derechos hereditarios). Antes, tenía importancia
por el tema de las categorías de hijos, hoy derogadas (legitimo, ilegitimo, etc).
Desde cuando produce efectos la filiación. El artículo 181 inciso 1° establece que la
filiación produce sus efectos cuando queda legalmente determinada; pero esto se retrotrae a
la época de concepción del hijo.
La filiación por naturaleza, tal como lo señala el art. 179, puede ser matrimonial o no
matrimonial.
156
En cuanto a la filiación matrimonial, el artículo 180 señala que la filiación es
matrimonial cuando existe matrimonio entre los padres al tiempo de la concepción o del
nacimiento del hijo; y es también filiación matrimonial, la del hijo cuyos padres contraen
matrimonio después de su nacimiento, siempre que la paternidad y maternidad hayan
estado previamente determinadas. La filiación matrimonial sea de origen o adquirida (con
posterioridad al nacimiento del hijo), es siempre un vínculo bilateral, esto a diferencia de la
filiación no matrimonial, que es un vínculo unilateral; lo anterior tiene importancia desde
un punto de vista procesal, ya que determina a quien se puede demandar y bajo qué
condiciones.
Basándose en los artículos 180 y 185, se pueden describir los supuestos específicos
de filiación matrimonial, que son: (1) el hijo concebido durante el matrimonio de sus
padres, es decir, desde que los padres se casaron; (2) los hijos concebidos antes del
matrimonio, pero que nacen cuando los padres estaban casados; (3) los hijos concebidos y
nacidos antes del matrimonio, en que con posterioridad a su nacimiento, sus padres
contraen matrimonio, esto siempre y cuando la maternidad y paternidad hayan estado
previamente determinadas; (4) aquellos que no teniendo su filiación determinada, antes del
matrimonio, son reconocidos en el acto mismo del matrimonio; (5) los hijos cuyos padres
contraen matrimonio, sin reconocerlos, cuando la filiación se determine por sentencia firme
en juicio de filiación
A. Filiación matrimonial.
o Maternidad.
o Paternidad
o Matrimonio de los padres.
a) La Maternidad.
Respecto a la maternidad, ésta puede determinarse de tres maneras: por parto, por
reconocimiento, o por sentencia firme en juicio de filiación66.
a) La Paternidad
66
En materia de maternidad sólo se estudiará el parto, ya que las otras dos se estudiarán más adelante por ser
comunes a la filiación matrimonial y no matrimonial.
158
El segundo elemento de la filiación matrimonial es la paternidad, y ésta puede
determinarse por presunción, por reconocimiento, o por sentencia firme en juicio de
filiación. Desde antiguo se ha determinado la paternidad utilizando el mecanismo de las
presunciones (presunción pater is est)
Como señala Ramos Pazos, esta presunción es distinta a la consignada en el art. 180
CC anterior a la Ley 19.585, pues en aquella se presumía la paternidad de los hijos nacidos
después de expirados los 180 días subsiguientes al matrimonio, lo que se fundamentaba en
la regla del art. 76, que da normas para determinar la fecha de la concepción. Hoy es
diferente, pues se presume la paternidad de los hijos nacidos durante el matrimonio, en
cualquier tiempo, salvo el caso de los nacidos después de los 300 días de decretada la
separación judicial, con lo que claramente la norma se separa del art. 76.
Por lo tanto, en principio quedan amparados por la presunción el que nace después de
la celebración del matrimonio y los que nacen dentro de los 300 días siguientes disolución
o separación judicial. Sin embargo, la ley le permite al padre, cuyo hijo nace antes de
expirar los 180 días siguientes a la celebración del matrimonio, desconocer judicialmente la
paternidad, es decir, el legislador le da la posibilidad al padre de desconocer la paternidad
del hijo concebido antes del matrimonio, esto en concordancia con el artículo 76.
159
La acción de desconocimiento, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 184, se rige
por las normas de la acción de impugnación, no pudiendo el marido ejercer la acción de
desconocimiento si por actos positivos ha reconocido al hijo después de nacido. La prueba
de estas circunstancias, esto es, de que el marido ha tenido conocimiento de la preñez de la
mujer, o que ha reconocido al hijo por actos positivos después de nacido, va a ser de cargo
del representante del hijo. Por su parte, el marido demanda y probará que el hijo nació antes
de expirar los 180 días siguientes al matrimonio, alegará que no tuvo conocimiento de la
preñez y que no lo ha reconocido por actos positivos.
La frase final del artículo 184 señala que la paternidad así determinada o desconocida
podrá ser impugnada o reclamada, es decir, la acción de desconocimiento no obsta a ejercer
posteriormente la acción de impugnación (por el marido) o de reclamación (por parte de la
mujer), si la paternidad fuere desconocida.
Cabe hacer presente que para evitar la confusión de paternidades o turbatio sanguinis,
el legislador establece en materia de matrimonio un impedimento impidiemte conocido
como impedimento de segundas nupcias
El matrimonio que sirve para los efectos de otorgarle a un hijo la calidad de hijo
matrimonial es el matrimonio válido, el putativo, y también el simplemente nulo, siempre y
cuando se haya celebrado ante un Oficial del Registro Civil (art. 51 LMC)
A. Filiación No Matrimonial
Este tema está tratado en los artículo 186 y siguientes, dentro del párrafo denominado
“De la determinación de la filiación no matrimonial”, y es lógico que así sea porque tiene
160
mayor importancia en la filiación no matrimonial que en la filiación matrimonial, en que la
maternidad normalmente queda determinada por el parto y la paternidad por presunción.
Sin embargo, esto no implica que el reconocimiento no tenga ninguna importancia en la
filiación matrimonial, porque hay casos en que tiene un rol importante.
Se trata de un acto jurídico en que una persona afirma ser el padre o la madre de
otra, que no tiene determinada la maternidad o paternidad, de acuerdo a los requisitos y
formas que la ley señala, y por dicha vía queda determinada la paternidad o maternidad
de una persona.
La Ley reglamenta el reconocimiento como un acto del padre o de la madre, sea que
exista o no matrimonio. En general, podría afirmarse que la ley facilita el reconocimiento, y
prácticamente, no establece requisitos distintos a los de cualquier acto jurídico. Esta
predisposición positiva al reconocimiento, constituye una manifestación del interés del
legislador de que todas las personas tengan un estado civil de hijo.
161
o El reconocimiento es un acto irrevocable. En la tónica general los actos
jurídicos unilaterales por excelencia son revocables. En materia de filiación,
por las consecuencias que trae, el legislador niega esa posibilidad (art. 189
inc. 2º).
En principio el reconociente debe ser capaz, pero podría ser incapaz en el caso de
los menores adultos, los que pueden reconocer hijos sin necesidad de contar con la
autorización de su representante (art. 262).
El problema se presenta en el caso de los incapaces absolutos toda vez que no hay
regulación al respecto. Atendiendo las reglas generales, éstos deberían actuar representados.
El legislador entiende que el incapaz absoluto carece de voluntad, y por lo tanto, no podría
realizarse este acto que es eminentemente personal por las consecuencias que tiene.
Puede ser reconocida cualquier persona, viva o muerta, mayor o menor de edad. Si la
persona ya tiene una filiación determinada, se deberán ejercer las correspondientes acción
de filiación (impugnación y reclamación) (art. 208).
162
Formas en que puede tener lugar el reconocimiento:
Requisitos de la Repudiación:
163
- Es un acto solemne, que debe realizarse escritura pública (la cual debe
subinscribirse).
- El plazo para realizar la repudiación es de un año desde que toma
conocimiento de que ha sido reconocido. Si el hijo es menor de edad, él
personalmente tiene que realizar la repudiación del reconocimiento, pero tiene que
llegar a la mayoría de edad y desde ahí se cuenta el año desde que tuvo
conocimiento del reconocimiento.
Características de la Repudiación
164
o Es un acto que tiene plazo de caducidad.
Efectos de la repudiación
Conceptualmente, las acciones filiativas son aquellas que tienen por objeto obtener
de los tribunales un pronunciamiento relativo a la filiación, ya declarándola, si no ha
quedado determinada de otra manera, o bien, negando que lo sea la establecida
formalmente.
165
En general, existen cuatro acciones de filiación: la acción de reclamación, la acción
de impugnación, la acción de desconocimiento de paternidad, y la acción de nulidad del
reconocimiento
A. Acción de Reclamación
166
La acción de reclamación de filiación no matrimonial, corresponde sólo al hijo en
contra su padre o madre, y al padre o madre contra el hijo, sólo cuando el hijo tenga
determinada una filiación diferente (art. 205). Esto es lógico, ya que acá el vínculo es
unilateral.
Para que corresponda el ejercicio de una acción de reclamación, es menester que esté
determinada la filiación respecto de otra persona, porque si la filiación no está determinada,
lo que corresponde es el reconocimiento.
Por último, el art. 203 del CC establece una suerte de sanción para el padre o madre,
respecto del cual haya sido necesario determinar la filiación en contra de su oposición. En
este caso la ley lo priva de sus derechos como padre o madre, existiendo, en todo caso, un
restablecimiento por escritura pública o por acto testamentario.
Esta norma es muy interesante, en sentido de que es una norma que obliga a tener
que determinar cuando la filiación se tuvo que establecer en contra de la oposición del
padre o de la madre. En esta situación hay que excluir el caso del padre o madre que fue
demandado con una acción de reclamación, pero durante el juicio reconoce al hijo (esto
sería una especie de reconocimiento expreso provocado). Hay situaciones en que esto se
complica, por ejemplo, cuando el padre o madre se allana y se determina por sentencia ¿Ha
existido oposición? Esto pudiera ser complejo, y es importante determinar esto en razón de
lo que señala la norma, ya que el juez debe inhabilitarlo(a) si se determina la paternidad o
maternidad en contra de su oposición. El único que puede rehabilitar en estos casos es el
hijo, alcanzada la plena capacidad.
A. Acción de Impugnación
La acción de impugnación es aquella que tiene por objeto dejar sin efecto una
filiación que ya se encuentra determinada por no ser efectivos los hechos en que ella
misma se funda. El legislador también aquí habla de las acciones de impugnación, materia
que se encuentra regulada en los arts. 211 y siguientes
167
Hay tres clases de impugnación:
Por las acciones de impugnación, lo que uno hace es atacar la filiación que ya se
encontraba determinada respecto de un padre o una madre.
El art. 213 se refiere a la muerte del marido antes de que tenga conocimiento del
parto, o antes de vencido el término de impugnación que establece el art. 212, caso en el
cual la acción pasa a los herederos o a toda persona a quien la pretendida paternidad
irrogare perjuicio actual.
Otro titular de esta acción se encuentra en el art. 214, y es el representante legal del
hijo, o el mismo hijo en los plazos breves que señala la ley.
También podrá ser titular el padre biológico en el supuesto del art. 208, es decir, en
aquel caso en que se ejerza conjuntamente la acción de reclamación e impugnación.
168
faculta al representante legal para el ejercicio de esta acción, pero en lo tocante al plazo,
rige el artículo 216.
En caso de que el hijo muera sin conocer el reconocimiento, la acción pasa a los
herederos.
Por último, la ley reconoce titularidad activa a todo aquel que pruebe un interés actual
en ello. Respecto del tema del interés, la doctrina ha señalado que el interés a que se refiere
la norma, es un interés patrimonial y no meramente moral; por ejemplo, el caso de demanda
de alimentos en contra de los abuelos, ellos podrían ejercer la acción de impugnación
Luego hay una norma importantísima que se refiere a que salga a la luz algún hecho
incompatible a la maternidad, por ejemplo, un examen de ADN, en este caso la acción
revive.
Por último, el legislador establece una sanción para quienes hayan tenido parte en el
fraude de falso parto o suplantación (art. 219)
A. Efectos personales
169
Dentro de este tema hablaremos de derechos y deberes que tienen el correlato de una
obligación que tienen los padres con los hijos, como también los hijos respecto de sus
padres, que tienen un contenido personal como también eminentemente ético.
Desde el punto de vista de su reglamentación, esta materia está regulada en los arts.
222 y siguientes del CC, en los cuales el legislador precisa cuales son estos derechos y
deberes, artículos que, en todo caso, se complementan con la Ley de Menores (16.618), y
con la Ley de Tribunales de Familia (19.968) en materia procesal.
Esto tiene una proyección que es sumamente amplia, pues la idea de emancipación
legal es la que pone fin a la patria potestad (mayoría de edad). Cuando se está emancipado
goza de libertad patrimonial y personal, pero de todas maneras el legislador obliga a
auxiliar a los padres en todas las circunstancias de la vida. Esto no solo se proyecta a los
padres
170
En esta materia el principio rector es el interés superior del niño (art. 222 inc. 1º).
Se debe tener en consideración que esto fue recientemente modificado por la ley Nº
20.680.
Dentro de las innovaciones que introdujo la ley 20.680, estuvo la consagración del
Principio de corresponsabilidad parental, la que viene a decir que ambos partes están
obligados y tienen el derecho de participar de manera activa, equitativa y permanente en el
cuidado, crianza y educación de sus hijos67.
67
La antigua legislación le daba primacía a la madre en estas materias.
171
i) Derecho-deber de mantener una relación directa y regular
con los hijos: es la contrapartida del cuidado personal, y corresponde al otro
padre.
El artículo 229 inciso 2°, lo define como “aquella que propende a que el vínculo
familiar entre el padre o madre, que no ejerce el cuidado personal y a su hijo se mantenga
a través de un contacto periódico y estable”.
Hoy, el artículo 229 inciso 3° establece los criterios que se deben considerar a la
hora de establecer el régimen de relación directa y regular que se trate. Estos apuntan a
velar por el interés superior del hijo, que es el principio rector en esta materia, y son:
Hay casos en los cuales los padres se encuentran privados de este derecho a educar a
sus hijos, estos casos son:
172
o Cuando el padre a sido condenado por delito sexual (art. 370
bis del código penal).
A. Efectos patrimoniales:
El art. 243 establece que la patria potestad es el conjunto de derechos y deberes que
corresponden al padre o a la madre, sobre los bienes del hijo no emancipado; debiendo
agregar que se ejerce también sobre los derechos eventuales del hijo que está por nacer.
Titulares de su ejercicio.
i) Acuerdo de los padres: en conjunto a ambos padres o bien a uno u otro según ellos
acordaron (art. 244). Esto podrán hacerlo escritura pública o privada autorizada ante
notario, además tiene que subinscribirse al margen de la partida de nacimiento del
hijo. La subinscripción en esta materia, tiene un rol meramente de publicidad, cuya
sanción es la inoponibilidad a la falta de esta.
ii) La patria potestad puede conferirse a uno de los padres por el juez. Fundado en el
interés superior del hijo (art. 244 inc. 4°).
68
Esto se encuentra vinculado con el derecho de alimentos. Los abuelos pueden verse obligados a pagar el
derecho de alimentos cuando los padres no tienen bienes.
173
iii) Si los padres viven separados. Aquí la patria potestad la ejerce el padre que tenga
el cuidado personal (art 245). Existe la posibilidad que esto se altere por vía de un
acuerdo entre las partes o por la vía de una resolución judicial.
i) El derecho legal de goce sobre los bienes del hijo. El art. 250
dice que la patria potestad confiere el derecho legal de goce sobre todos los
bienes del hijo, salvo los exceptuados. El art.252 define este derecho al
señalar que: Consiste en la facultad de usar los bienes del hijo y percibir sus
frutos, con cargo de conservar la forma y sustancia de dichos bienes y de
restituirlos, si no son fungibles; o con cargo de volver igual cantidad y
calidad del mismo género, o de pagar su valor si son fungibles.
174
uso de los bienes, puede tratar de suspender la patria potestad o lograr la
emancipación del hijo (art. 252 inc. 2º).
La regla es que se ven afectos a este derecho todos los bienes del hijo, pero el
legislador contempla ciertas excepciones:
175
o Enajenar o gravar bienes raíces del hijo: es necesaria la
autorización judicial con conocimiento de causa, la sanción ante la omisión
de esta formalidad habilitante es la nulidad relativa (art. 254).
El hijo cuenta con un privilegio de cuarta clase, art. 2481 nº4 CC.
Actos extrajudiciales
En estos actos el representante del hijo, será quien sea el titular de la patria potestad.
Igualmente el artículo 260, contempla hipótesis de que el hijo actúe por sí: Si lo hace dentro
de su peculio profesional, es plenamente capaz, y obliga su propio peculio. Sin perjuicio de
aquello, se indica como excepción, el hecho de tomar dinero a interés y comprar ha fiado,
lo que requiere autorización escrita de las personas mencionadas en la norma.
Igualmente el hijo puede actuar autorizado, o bien sus actos ratificados (todo esto
fuera del peculio profesional). En este supuesto, el legislador distingue si hay o no sociedad
conyugal.
176
subsidiariamente obliga al hijo si es que se le ha producido algún
beneficio el acto.
- Si no están casados en sociedad conyugal, obliga al titular de
la patria potestad, se le reconoce el derecho a repetir en contra del
otro padre.
Actos judiciales
El artículo 264 se refiere al caso en que el hijo es demandante. Dicha norma señala
que necesariamente debe hacerlo a través de la representación o autorización del titular de
la patria potestad. Pero si se niegan o están imposibilitado, el juez podría suplir y autorizar
este derecho, nombrándole a este menor un curador ad litem, que lo represente en el juicio.
A los Juicios criminales seguidos contra el hijo, se refiere el artículo 266, el que
señala que no se requiere ni la autorización ni representación de los padres, pero sí
expensas para la litis.
Por último, para el caso en que se esté ante un juicio entre padre e hijos, el artículo
263, indica que el juez debe autorizar la conveniencia del ejercicio de esta acción, y en caso
de acceder, va a tener que nombrar un curador ad litem. Los padres se obligan a
proporcionar expensas para la litis, en relación a la cuantía de lo debatido, y su capacidad
económica.
La patria potestad puede suspenderse o terminarse. Los arts. 267 y 268 contemplan
hipótesis en las cuales puede suspenderse la patria potestad, que son eminentemente
transitorias, y que por lo tanto, implican que se reestablecerá.
La emancipación es un hecho que pone fin a la patria potestad del padre, la madre
o ambos, según sea el caso.
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muerte del padre o de la madre (salvo que corresponda al otro); por el decreto de posesión
provisoria o definitiva, en caso de muerte presunta; por matrimonio del hijo; y por mayoría
de edad (18 años). Por su parte la emancipación judicial, opera en procedimiento destinado
a tal declaración, con la correspondiente sentencia. Respecto de esta última el legislador
contempla los siguientes casos: Padre o madre maltrata habitualmente al hijo (salvo que la
patria potestad corresponda al otro); Padre o madre que abandona al hijo; Padre o madre
condenado por delito con pena aflictiva, a menos que no se afecta el interés superior del
hijo; en caso de inhabilidad física o moral del padre o madre.
178