Sei sulla pagina 1di 220

Derechos de autor registrados

2018 Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado.


Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto. Federico Salvador y
Rosario Arrevillaga – Edición actualizada
Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia
Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La
Inmaculada Niña.
http://angarmegia.com - angarmegia@angarmegia.com
Meditaciones
dadas a un alma
enamorada de la Esclavitud
en su grado más perfecto.

Federico Salvador y Rosario Arrevillaga

Publicadas en la revista mariana Esclava y Reina entre abril de 1925 y agosto de 1928
Guadix – Granada - España

Edición actualizada por

María Dolores Mira Gómez de Mercado


Antonio García Megía
CONTENIDO

EN TORNO A LAS MEDITACIONES............................................................................ 7


NOTAS DE LOS EDITORES ..........................................................................................................................................................................7
MADRE ROSARIO FORMADORA DE ESCLAVOS ...................................................................................................................................................9
NIÑO LUISITO ...................................................................................................................................................................................... 14
EL MOMENTO HISTÓRICO ......................................................................................................................................................................... 14
EL ENEMIGO INTERNO ............................................................................................................................................................................ 16
ANEXO – ORIGEN DOCUMENTAL DE LOS TEXTOS ............................................................................................................................................ 18

MEDITACIONES
1. DEL PRINCIPIO DE LA ESCLAVITUD .....................................................................................................................21
2. DEL VOTO DE OBEDIENCIA A LOS SRES. OBISPOS .................................................................................................23
3. DEL DESEO DE ESCLAVITUD ...............................................................................................................................29
4. EL AMOR A DIOS Y A LAS ALMAS QUE EXIGE NUESTRA ESCLAVITUD ......................................................................35
5. OBEDIENCIA PRÁCTICA DE LA ESCLAVITUD ..........................................................................................................43
6. HUMILDAD DE LA ESCLAVITUD............................................................................................................................49
7. DE CÓMO SE HA DE PRACTICAR TANTA HUMILDAD ...............................................................................................55
8. NUESTRO MODELO ES JESÚS EN LA CRUZ ............................................................................................................63
9. NUESTRO MODELO ES MARÍA EN LA ENCARNACIÓN ..............................................................................................69
10. NUESTRO MÁS PERFECTO MODELO: LA EUCARISTÍA ..............................................................................................75
11. LA CRUZ ES EL ÁRBOL DE LA ESCLAVITUD ...........................................................................................................81
12. LA FLOR DE LA ESCLAVITUD SON LAS SACRAMENTADAS .......................................................................................87
13. LA OBEDIENCIA ES LA FLOR DE LA ESCLAVITUD ...................................................................................................93
14. SÓLO LA ESCLAVITUD DE AMOR SALVA ................................................................................................................99
15. LA ESCLAVITUD DE JESÚS ANUNCIADA .............................................................................................................. 103
16. LA ESCLAVITUD DE JESÚS. PADECIMIENTO, ABNEGACIÓN, PRIVACIÓN .................................................................. 109
17. LA ESCLAVITUD DE JESÚS PRACTICADA CUÁNDO, CÓMO Y SIEMPRE QUE DIOS QUIERE............................................ 114
18. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 1 .......... 121
19. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 2 .......... 125
20. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 3 .......... 131
21. CÓMO ES JESÚS ESCLAVO DE SU PADRE, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS Y OBRAS QUE EL MISMO CRISTO HACE - 4 .......... 137
22. JESÚS, CON ESTA DEPENDENCIA, SÓLO HA BUSCADO LA GLORIA DE SU PADRE ...................................................... 143
23. HEMOS DE SER SEMEJANTES A JESÚS EN LA ESCLAVITUD .................................................................................. 147
24. HEMOS DE CUMPLIR LA VOLUNTAD DE JESÚS .................................................................................................... 151
25. HEMOS DE OÍR PARA CUMPLIR LA PALABRA DE JESÚS ........................................................................................ 155
26. GALARDÓN DE LOS QUE CON JESÚS CUMPLE LA DIVINA VOLUNTAD ...................................................................... 161
27. SERÉ ESCLAVO, ABNEGÁNDOME ....................................................................................................................... 167
28. SERÉ ESCLAVO ABNEGÁNDOME, Y SIGUIENDO A JESÚS ....................................................................................... 173
29. JESÚS NOS ENSEÑA A SER LOS ÚLTIMOS .......................................................................................................... 179
30. JESÚS QUIERE QUE SEAMOS NIÑOS .................................................................................................................. 184
31. SI NO SIGO A JESÚS SERÉ CASTIGADO .............................................................................................................. 191
32. POR AMOR HE DE OBEDECER A JESÚS ............................................................................................................... 195
33. SOMETIÉNDOME A JESÚS TODO LO ALCANZARÉ DEL PADRE................................................................................. 201
34. EL EJEMPLO DE LOS APÓSTOLES Y DE LOS MÁRTIRES NOS INDUCE A SOMETERNOS A JESÚS ................................. 207
35. DEBEMOS OBEDECER A JESÚS SI QUEREMOS PERSEVERAR .................................................................................. 213
En torno a las Meditaciones
NOTAS DE LOS EDITORES

Este documento recoge las treinta y cinco primeras meditaciones incluidas en la sección
«Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto»,
que, con la firma I.M.R., publica la Revista Marina Esclava y Reina a partir de su número
100 (Guadix, Granada, abril de 1925). El contenido que sigue comienza en esa fecha y
concluye en el número 140 (Guadix, Granada, julio/agosto de 1928).
El hecho diferencial que singulariza el conjunto que se edita del resto de la serie, estriba
en que, todas ellas, salvo la primera, se inician con una propuesta temática y metodológica
del padre Federico Salvador que centra y monitoriza el comentario siguiente, a cargo de
Rosario Arrevillaga (I.M.R., Infantita Madre Rosario). Llama la atención el hecho de que,
pese a tratarse de reflexiones fechadas casi veinte años antes, 1906, su difusión pública
comienza apenas tres meses después del fallecimiento de Madre Rosario, acecido el 10
de enero de 1925,
Los textos, aun cuando se contemplen desde el exterior y a más de un siglo de distancia,
pueden cautivar a cualquier lector curioso, incluso si sus intereses no se incardinan en un
universo religioso-espiritual.
Su contenido permite intuir de manera clara la fortaleza de los vínculos que embonan las
almas de los dos fundadores de la Congregación de Esclavas y Esclavos de la Inmaculada
Niña, Divina Infantita. He aquí alguna muestra:
«Así como nuestro Padre dice que a nadie reconocerá por suyo si no es llevado a él por
mí y no quiere sujetarse a mi voluntad, yo tampoco reconoceré a las que no vean en él
a su Padre y le tengan suma confianza para descubrirle toda su alma, sin tener un
secreto, sin ocultarle un solo pensamiento, tratando de que su alma de Vds. embone
en la suya por medio de un amor lleno de respeto y de obediencia, porque solamente
así tendré esclavas formadas a su espíritu. Si Vds. creen que pueden ser esclavas sin el
espíritu de nuestro Padre, yo les digo que todo serán, menos esclavas, y que, por mi
parte, no las quiero, ni las acepto, ni las necesito.»

«Sí él quiere ver en sus hijos y en sus hijas un perfecto retrato mío, yo no quiero más
que hijas e hijos que lo imiten a él, que estudien sus virtudes, que beban su aliento
para que sean un retrato suyo. Pero eso no puede ser si Vds. no procuran consultarle
y seguir todas sus indicaciones y consejos».

«Yo no reconozco por hija a la que no se ocupe de nuestro Padre, ya lo saben. Con tal
motivo pueden decir únicamente que son hijas mías las que a él lo respeten, lo traten
con cariño, y lo quieran con encanto. Pero, en cambio, las que lo desprecien, las que
no sientan que les nace de corazón decirles algo y dejen pasar el tiempo sin acordarse

7
de que existe, esas, no son nada mío. Pueden hacer lo que gusten, las dejo en completa
libertad.»

«¡Lo que es las almas, a mí me importaban un comino y me tenía sin cuidado lo que
pudiera ser de ellas! ¿Saben quién ha sido el que me ha hecho amarlas y llegar a
interesarme por ellas? ¡Nuestro Padre! Dios Ntro. Señor, al unirnos a los dos para la
Obra, quiso que él me impregnara de esa locura que sentía en su corazón por la
salvación de las almas y permitió también que yo le dijera: sí, ayudaré a salvarlas, pero
mediante esta Reina pequeñita y en su nombre solamente.»

«Así quiso Ntro. Señor que él pusiera todo su amor en esa imagen de la Divina Niña,
porque no pensaba ni siquiera en una imagen, sino en un ideal que era la Inmaculada.
Y todo su corazón lo tenía lleno de amor por las almas y de celo por su salvación.»

Pero también define los pilares básicos sobre los que se constituye el edificio de la Orden,
los mecanismos y recursos utilizados en sus orígenes para la formación y fortalecimiento
de las almas de quienes aspiran a integrarse en la Esclavitud y el modo de encarar las
dificultades y obstáculos de todo tipo que, para su subsistencia y anhelo de crecimiento,
genera un convulso momento histórico caracterizado por un entorno sociopolítico
francamente hostil a la religión en lo estatal y claramente reticente en lo eclesial. Sirvan
como ejemplo de la última afirmación algunos fragmentos entresacados del discurso de
Madre Rosario que apuntan en ese sentido:
«¡Cómo que en el Gobierno no son capaces de enseñar nada bueno, ni de practicar un
acto de humildad puesto que tienen por padre a Lucifer y ese nunca se ha humillado!»

«Les aseguro que si yo hubiera tratado de hacer con la imagen de la Divina Niña lo que
el Gobierno ha hecho últimamente con el retrato de Juárez, obligando a todo el mundo
a que lo llevara en el pecho como un distintivo, quizá no lo hubiera conseguido. En
cambio, el Gobierno se impone y sabe obligar a cuantos le rinden a llevar como una
insignia el retrato de ese indio macuache tan horroroso.»

«Esta mañana, a las tres, estando yo en oración y pensando precisamente en lo mismo,


veía una cara burlesca que se reía a carcajadas porque todos nos tiran, no sé si sería mi
imaginación, así es que no me lo crean, pero, sin embargo, pienso que no fue cosa mía,
porque estaba yo con Dios, y esa cara me pareció del demonio que quería burlarse de
nosotros lleno de alegría. Pero entonces Ntro. Señor me volvió a repetir lo que siempre
me ha dicho, y sentí un consuelo inmenso al entender Estoy contigo, yo siempre a
tu favor.»

«Por eso les pido que me perdonen si, lastimada como estoy porque tengo mi alma
hecha pedazos, no siento más que pena al ver que, mientras más nos afanamos y
multiplicamos nuestros sacrificios trabajando en la salvación de las almas y abarcando
el mayor número posible de ellas, más palos nos den los mismos a quienes ayudamos.
Todas esas niñas son una carga que debía pesar sobre el Señor Arzobispo, sobre su
conciencia, porque debiera ser el responsable de ellas, y nosotros le aligeramos el peso
desde el momento que le quitamos a él esas ciento cincuenta o doscientas niñas para
tomarlas y responderle a Dios por esas almas. Pero no le hace. Aunque sintamos mucha
amargura, hemos de obedecer, hemos de humillarnos cada vez más, y hemos de hacer
meritoria la obediencia, sujetándonos a la voluntad no sólo de las personas que amamos
sino también de aquellas que nos lastiman y nos hieren.»

8
«Yo creo que D. Porfirio Díaz, cuando fue niño, se ha de haber criado al lado de su
madre, en el regazo de ella; que el Señor Arzobispo también, siendo pequeño debe
haber estado cerca de su madre. Y a los que no la tienen porque la han perdido desde
muy niños, no les ha de haber faltado una persona que se haya hecho cargo de ellos y
los haya tenido en su regazo. Si eso es así y todos lo comprenden, ¿qué tiene de raro el
que los Esclavos mientras sean niños estén al lado de su madre espiritual, encargada
por Dios de formarles sus almas?

«No pueden Vds. imaginar siquiera la felicidad tan grande que se siente en el alma
cuando sabe uno que, en medio de un desprecio tan terrible, tan absoluto, tiene uno,
sin embargo, de su parte a Dios Ntro. Señor. Así me lo hace ver en la oración. Y cada
vez que recurro a Él para quejarme del abandono en que estamos, porque todos nos
desprecian, y le lloro diciéndole, ya ves, Señor que situación la nuestra, ¡todo el mundo
en contra!, oigo claro cómo me responde: Y yo a favor.»

MADRE ROSARIO FORMADORA DE ESCLAVOS


«¿Quién soy? Una Doña Petate ignorante, tontísima, que no puedo ni siquiera pensar,
pero voy con Dios y de Él recibo las disposiciones, y Él me hace ver lo que conviene.
Y de esa manera no manda nuestro Padre, ¡y menos yo!, puesto que sólo Dios es quien
gobierna.»

Madre Rosario, desde un primer momento, deja claro que cuanto dice y hace en su calidad
de Maestra, lo realiza obligada por su voto de obediencia debida al Padre Fundador y a
la voluntad de Dios Padre, que así lo quiere, pues lo permite, y la dota de gracia especial
en forma de luz que alumbra su entendimiento.
«En Nuestra Congregación, ya saben que el escogido ha sido nuestro Padre. Él ha
recibido todo el espíritu y la doctrina propia de la Obra y yo solamente soy como un
ayudante suyo, como una emisaria, encargada de desmenuzarles a Vds. todo lo que él
les da y de enseñarles cómo han de practicarlo, cómo deben sujetarse al Reglamento y
observarlo con toda exactitud sin interrumpirlo por nada».

«Así es que élel Padre Fundador no tiene más afán que proporcionarle a la Obra
Esclavos para que yo los forme, y yo cifro todo mi empeño en sostenerle y formarle a
sus hijas para que él las haga Esclavas. Él, en todo, quiere ceder y dejarme todo el
mando, porque piensa que yo soy la que debo mandar, y yo no trato sino de obedecerlo
en todo lo que sé que es de su agrado. Y no tengo otro deseo que el de acatar y respetar
sus determinaciones porque sé que él es el escogido por Dios Nuestro Señor y el que
debe mandarnos y gobernarnos».

«Lo que él viene a decirles por mi boca, es de pura Esclavitud.»

«¡Qué dura es nuestra situación! Y, sin embargo, Dios Nuestro Señor es tan generoso
con nosotros que, mirando que el Padre que nos ha dado no puede estar cerca, ni ver
por nuestras almas, Él mismo les manda a Vds. la doctrina que necesitan valiéndose de
una pobrecita criatura como yo soy, llena de rudeza, porque pueden creer que muchas
veces no sé ni siquiera lo que les digo. Y al acabar la meditación, pueden asegurar que
no conservo en la cabeza una palabra de lo que les acabo de decir, de esa doctrina que

9
es toda de Dios y que, por una gracia especial suya, permite que la conserve en su
imaginación la niña Angelina1 para escribirla después.»

«Como a mí una enseñanza que me da Dios, una palabra suya me sirve mucho y hace
en mi alma mucho efecto, y, además, soy tontita y mi ignorancia hace que nada pueda
discurrir por mí sola, me fijo en todo lo que veo que es de Dios y de ahí saco doctrina
para trasmitírselas a Vds.»

«¡Fíjense, hijas mías, en las gracias tan hermosas que reciben; comprendan que, por mi
ignorancia y mi incapacidad tan absoluta, yo no podría decirles una sola palabra y, no
obstante eso, todos los días les hablo porque Dios quiere que yo sea la portadora de sus
recados para Vds., de los avisos cariñosos que les manda como un verdadero padre que
vela por el bien de sus hijas, espiritual y material!»

Y una vez asumido el rol que uno y Otro le han querido otorgar, ella lo interpreta con
todas las consecuencias:
«Yo tengo mucho empeño en explicarles detenidamente cada una de las meditaciones
de nuestro Padre, porque encierran toda la doctrina de la Esclavitud que es muy
grande, muy hermosa y muy santa, pero necesito desmenuzarla para que a Vds. no les
parezca difícil ponerla en práctica.»

Con la ayuda, eso sí,


«de ese, como faro, que yo vi que tenía puesto por Dios Ntro. Señor para poder
penetrar, con esa luz suya, dentro de las almas y conocer a todas Vds. interiormente.
De manera que iluminada por Dios es del único modo que puedo dirigir a Vds. y
hacerles ver a cada una lo que tiene que corregir para llegar a adquirir la santidad de
su alma.»

Y se siente madre. Y, como cualquier madre esforzada que se vuelca en la educación de


unos hijos que no siempre responden a las expectativas generadas, se lamenta de su
comportamiento y las extorsiona emocionalmente.
«De modo es que, ya saben, la que quiera ser esclava, tiene que ser hija de nuestro
Padre y mía y, en consecuencia, debe ser una pobrecita igual a nosotros, que eso somos.
No debe avergonzarse por nada.»

«Y aunque sientan pena pensando que en todo el día no me verán, que no oirán ni
siquiera meditación, que es cuando menos me ocupo de Vds., no lo crean, porque es
al contrario. En esos días es cuando me dedico más a pensar en todas y en agenciarles
con Dios las gracias que necesitan para su alma.»

«Así es que, cuando Vds. sepan que ha muertoel Padre fundador, no pregunten
cómo, ni de qué. Ya saben que murió matado por sus mismos hijos, martirizado por
ellos a fuerza de luchar para infundirles el espíritu que ellos no quisieron.»

«Eso si quieren ser Esclavas que, ¡quién sabe!, puede ser que desgraciadamente entre
todas Vds. las Esclavas sean nones y no lleguen a tres.»

1
N.E. Angelina Sort. Esposa de Luis Hebro, Luisito, Tras el fallecimiento de su marido, Angelina se
consagra por entero a la Divina Infantita, es octubre de 1908, con el nombre de Madre Infancia. Su papel
es muy relevante como responsable del Diario de la Orden desde 1905. En la época de estas Meditaciones,
aún en calidad de seglar, transcribe las reflexiones que cada día Madre Rosario dirige a las novicias.

10
«Se dan a entender por señas y llaman así a quien necesitan, lo mismo a las gordas y
chaparras que a las altas y flacas, porque para cada una tienen su seña especial, ¡y muy
bien que se entienden y se dan a entender! ¡Pobre de mí, porque habiendo querido
formar un noviciado perfecto, de almas calladas y silenciosas, solamente nos hemos
encontrado con una colección de sordomudas!»

«¡No, que hay momentos en que, más que madre de monjas, se me figura que soy madre
de cohetes corredizos!»

«Pues así me pasa, hijas mías. No logro que Vds. busquen a Dios como yo quisiera. Ven
que muchas veces las desprecio de intento, las trato duro, para ver si así consigo que
vayan a refugiarse con el único que podrá consolarlas y que sabe pagar con toda finura
los desprecios y humillaciones que se sufren por Él, pero hasta ahora no me siento
feliz, no le dan el lleno a mi corazón porque no saben amar.»

«Si, desgraciadamente, Vds. no llegan a ser esclavas, será una burla tan grande la que
el demonio me haga, que se reirá de mí sin misericordia se los aseguro. ¡Cómo se
alegrará Satanás al ver tanto tiempo empleado en santificar a Vds. y perdido
completamente si no se quieren hacer santas!»

«¡Miren que de la santificación de todas Vds. pende la mía y la de nuestro Padre! ¿No
les causará pena el día que se persuadan de que no fuimos santos porque Vds. no
quisieron serlo ni que nosotros lo fuéramos? Por eso sean muy dóciles, hijas mías,
déjense formar.»

«¿Por qué esperas que venga una orden de Roma a desbaratar la Obra, que es mía, y
por qué temes que eso lo haga el Santo Padre, cuando que tus mismas hijas con sus
acciones, están desbaratando la Congregación al no querer tomar el espíritu que se les
da? Todos los días les das meditaciones y ni una sola gota toman de esa doctrina, ni
una palabra siquiera conservan de la meditación».

Y advierte:
«Solamente de esa manera se harán santas, hijas mías. Procuren conservar en su
corazón la doctrina de la Esclavitud que les manda Dios Ntro. Señor, valiéndose, para
ello, de una criatura tonta y miserable que es quien menos merece esa gracia;
aprovéchense de ella y no se conformen con oírla nada más, sino que se han de esmerar
en practicarla.»

Impasible ante las dificultades. Madre Rosario repite una y otra vez a su colección de
cohetes corredizos sordomudos, capaces de matar a disgustos a sus padres y de enviarlos
al castigo del fuego eterno, cuáles son los pilares que sustentan el espíritu de la Esclavitud.
Y por eso habla continuamente de sacrificio, sí, pero confitado a modo de golosina:
«Pero ese sacrificio no hay que presentarlo sino confitado para que, de ese modo, no
nos parezca amargo. Y si nuestro Padre quiere tener la dicha de encontrar muchos
esclavos y de que haya almas fuertes y decididas que se prendan a la Esclavitud y la
sigan con alegría, que las lleve por ese camino nada más.»

«Porque si queremos presentarle a las almas desde luego el sacrificio terrible y el


martirio constante, es difícil conquistarlas, pues sólo almas privilegiadas por Dios y
formadas para seguir ese camino se encontrarán felices en él. Pero la mayor parte de
las almas prefieren siempre ir a la Cruz con mucha suavidad, y así han de quererlo los
corazones de los esclavos y de las esclavas.»

11
«Procuren, ahora que están viniendo los niños de la doctrina, corregirlos de sus faltas
porque no es posible dejarlos con ellas. Me dicen que no los corrigen por temor de que
no vuelvan. Y yo les digo que ese es un pretexto, nada más. Verán como, si yo bajo,
los meto en cintura, ¡no digo! ¡Y hasta les pego si es necesario, porque
indispensablemente necesitamos que haya orden! Pero a la vez que los corrijan, es
preciso que los traten con mucha dulzura, porque sólo así se cautiva a las almas.»

Pero, además, un Esclavo es un compendio de humildad y obediencia, de dejación de todo


lo personal en beneficio de los demás. Pero, ¡cuidado!, es fácil confundirse:
«¡Vaya una humildad! ¡Cuando que una rodilla en el suelo con un corazón duro y
rebelde no sirve de nada! Y en esa postura puede llevarse el diablo a un alma por más
hincadita que esté en ese momento. ¡Dios me libre de las esclavas normalistas que se
consideran esclavas nada más por un acto tan insignificante!»
La verdadera humildad consiste en doblar la cabeza, esto es, aceptar sin protestar las
precisiones y recomendaciones de los superiores, de los iguales y de los inferiores.
«La que quiera imitarme, por consiguiente, debe no tener cabeza.»

«Si quieren imitar a nuestro Padre han de doblarla muchola cabeza, porque
también de él me hizo ver Dios que la tiene completamente doblada, dividida por
decirlo así, y únicamente la tiene retenida como por la vena Aorta, porque así lo vi yo.
Y ahora discurro que eso era nada más lo que se la retenía, la vena que va al corazón,
como quien dice su cabeza está pendiente de su corazón. Y por eso en él no funciona
el juicio sino, el corazón, por eso está rendido como un niño y todo en él es puro
corazón sosteniendo su cabeza doblada.»

«¡Figúrense qué gracioso será ver que todos los esclavos llegan al cielo tan reunidos,
tan humillados, que no tienen cabeza, sino que la llevan en la mano! Porque es tanto
lo que la han doblado que, con toda facilidad, se la han quitado como quien se quita el
sombrero para saludar. Y cuando todos los bienaventurados vean entrar a un esclavo,
les causará admiración que no lleguemos como todos, sino llevando aparte nuestras
cabezas.»

«Yo les aseguro que es terrible la misión de una persona que se propone llevar almas
a la santidad, y creo que todos cuantos se han encargado de hacerlo, han de haber
muerto los infelices, sin hígado, sin intestinos y sin corazón.»

«¡Qué pena hijas mías, pero es la verdad! Si un pobre escultor, cuando coge un tronco
de árbol para hacer con aquella madera la estatua de un santo, se encontrara con que
aquel pedazo de madera se quejaba, gritaba, se le escapaba de las manos cada vez que
le diera un golpe de martillo o de cincel para rebajarle todo lo burdo, lo sobrante, y
poco a poco irle dando forma, no duden Vds. que el santo aquel resultaría hermosísimo
tal vez, pero, al mismo tiempo que admiraran la estatua, tendrían que compadecer al
infeliz escultor hecho momia al lado de su obra, no tiene remedio.»

Un verdadero Esclavo derrocha amor, se hace niño y ama por encima de todo a la Virgen
Niña. El Padre Federico cautiva porque prodiga amor:
«Yo les aseguro que por eso nuestro Padre saca fruto de sus sermones. Porque están
predicados con el corazón. Y de ahí resulta que quien lo escucha se conmueve, se une
con él y sale encantado de su doctrina. Sin embargo, yo todavía quisiera que se
amoldara un poco más a la niñez, que las platiquitas que hiciera, para sus hijas sobre

12
todo, tuvieran la hermosura que tienen, por ejemplo, sus meditaciones, porque
encierran una doctrina hermosísima, es verdad, pero me gustaría más suavidad en ellas
todavía, más sencillas, como por el estilo de unos sermoncitos que les predicaba a las
niñas cuando se instituyó la Pequeña Corte de María, que verdaderamente eran puras
chiquillas y a mí me parecían encantadoras. Yo quisiera que Vds. lo hubieran oído
entonces. ¡Con qué dulzura, con cuanta suavidad les dirigía la palabra, haciéndose
pequeñito, lleno de naturalidad para que todas las niñas lo entendieran! 2»
Jesús dijo: « Dejad que los niños se acerquen a mí»:
«Eso es lo que a nosotros nos pide con especialidad y como no vamos a hacernos
pequeñitos cortándonos el cuerpo, porque no conseguiríamos nada y nos quedaríamos
tan viejas como somos, vamos a ver de qué manera nos hacemos niñas. Por supuesto
que el que yo les diga viejas, no quiere decir que yo me refiera a la edad, sino al juicio
duro y formal que todas tienen, que no lo pueden rendir y siempre están pensando
como personas grandes.»

La mediadora ideal es la Niña Divina:


«¡Yo, por su amor, he abarcado cuánto me han presentado! Por Ella realicé lo del Asilo,
no crean que por otra cosa. ¡Ni siquiera se figuren que lo hice pensando en el bien que
les resultaría a las almas! ¡Nada de eso! Mi locura consistía en que hubiera muchos que
la amaran con encanto y se sacrificaran por esa Niña encantadora.»

«Lo que Ella necesita es que nos hagamos niños como Nuestra Reinita angelical. Por
eso ven Vds. que a mí no me gusta lo grande, no lo entiendo, no lo puedo aceptar, y
en cambio lo pequeñito me encanta. Me gusta tratar a Vds. como a unas niñas
chiquititas, y entretenerlas con cosas propias de un niño, con una sonajita, con un
juguete y, así entretenidas, llevarlas al puro sacrificio, porque en él está concentrada
la vida de una esclava.»
Y Dios en el Sagrario:
«Eso es lo que yo hago al entrar a un retiro, buscar a Dios en la soledad para llorar
mucho delante de Él todas mis faltas, mis imperfecciones, mis debilidades, porque soy
muy miserable. Allí le ruego que me haga buena, que me de mucha dulzura, que me
sepa humillar, allí agencio todos los favores, allí consigo inmensos beneficios, allí me
dice Dios cuanto debe hacerse, y ya, después, no tengo más que hacer que determinar
lo que Él quiere que se haga.»

2
N.E. Esta precisión, más que un punto de discrepancia o de crítica, ratifica lo complementario de las
personalidades de los dos Fundadores. El Padre Federico, aunque de origen humilde, es hombre muy culto,
un orador reputado y, en su faceta periodística, un analista sociopolítico de altura. Sus discursos, sermones
y artículos brillan por un tono elevado, apasionado y vibrante, y se acercan a los temas a partir de una visión
amplia y general, rica en argumentos de autoridad y referencias, que transporta al auditorio fuera de sus
referentes cercanos. Es en sus escritos más íntimos, en sus poemas, donde se muestra el Federico sensible
y cercano. La Madre Rosario, por el contrario, construye sus alegatos en lenguaje informal y extrae de lo
cotidiano sus modelos y enseñanzas. La justificación de este comentario se encuentra más adelante: «Yo
no le diré que no estudie cuando sea necesario, cuando tenga que predicar determinados sermones, porque
es muy natural que lo haga y sería una temeridad decirle lo contrario, pero sí le digo que, para sus hijos y
para sus hijas, Dios le ha dado muchas gracias hermosísimas a su alma, le ha dado talento y sobre todo
corazón, y no necesitará andar estudiando él para buscar lo que debe enseñarles.»

13
NIÑO LUISITO
Aludido con reiteración por Madre Rosario en sus reflexiones, Niño Luisito merece unas
líneas que justifiquen su protagonismo.
D. Luis Hebro Mar y su esposa, Dª Angelina Sort, acuden a Tacubaya en 1904, junto a
otras personas de la alta sociedad mexicana, para felicitar al Padre Federico en ocasión
de su fiesta onomástica. Enterados a través de las palabras de los Fundadores de la
intención de constituir en fecha inmediata los Esclavos Seglares de la Divina Infantita,
deciden ser los primeros miembros de la nueva rama de la Esclavitud. Un par de meses
después consiguen la autorización eclesiástica pertinente para residir de manera
permanente en el Asilo. Trasladan enseres y pertenencias al templo y habitan de manera
humilde en una pequeña habitación del mismo, contribuyendo en cuerpo y alma a las
necesidades de la Obra.
D. Luis, Niño Luisito, se ocupará de modo directo del trato con los obreros que trabajan
en la construcción del Asilo del Templo mientras Dª. Angelina permanecerá cerca de
Madre Rosario a modo de secretaria personal.
Luisito fallece de fiebre tifoidea el 26 de mayo de 1906. La Madre Fundadora le considera
el primer mártir de la Esclavitud y siempre defendió que fue un eficaz intermediario desde
el cielo en cuantos beneficios disfrutó la Orden a partir de ese momento.

EL MOMENTO HISTÓRICO
Hasta la llegada del denominado porfiriato, nombre generalmente otorgado al largo
periodo de gobierno del General Porfirio Díaz (1876), la política anticlerical de sus
antecesores resulta especialmente dura para la Iglesia Católica. Vendida como un intento
de justo reparto de las inmensas riquezas del clero, consigue justo lo contrario: el
empobrecimiento y el desamparo de las clases más humildes. En el ámbito de lo
cotidiano, el pueblo no entiende qué razón aconseja el confinamiento de la religiosidad
al ámbito privado más estricto. ¿Por qué no es posible realizar procesiones, rituales o
cantos para bendecir los campos? ¿Por qué no pueden reunirse comunidades religiosas,
cuidar hospitales, regentar escuelas? ¿Por qué queda a la discreción judicial el uso de
terrenos de comunidades indígenas o edificios necesarios para la atención religiosa? ¿Por
qué se expulsa a congregaciones y órdenes que realizan una importante labor educativa,
sanitaria o asistencial entre los más necesitados?
La promulgación de la Constitución Política de 1857 ya establece la separación entre la
Iglesia y el Estado.
«Art. 19. El Estado y la Iglesia son independientes entre sí. El Congreso no
puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo religión alguna.

Art. 39. Ninguna institución religiosa puede adquirir bienes raíces ni capitales
impuestos sobre éstos, con la sola excepción establecida en el Art. 27 de la
Constitución.

Art. 49. La simple promesa de decir verdad y de cumplir las obligaciones que
se contraen, sustituirá al juramento religioso con sus efectos y penas.»

El Art. 27 citado, en su redacción original, dictaminaba:


«Ninguna corporación civil o eclesiásticas, cualquiera que sea su carácter,
denominación u objeto, tendrá capacidad legal para adquirir en propiedad o

14
administrar por sí bienes raíces, con la única excepción de los edificios destinados
inmediata o directamente al servicio u objeto de la institución.»
Que, en septiembre de 1873, tiene la siguiente adición:
«Ninguna institución religiosa puede adquirir bienes raíces ni capitales impuestos
sobre éstos, con la sola excepción establecida en el presente artículo.»

Con anterioridad a la aprobación de la Constitución ya se han dictado normas que lesionan


o limitan los derechos eclesiales, como el decreto que suprime la coacción civil del voto
religioso, o la ley que obliga a corporaciones civiles y religiosas a sus vender casas y
terrenos. Y después, se prohíbe el cobro de derechos y diezmos parroquiales, se anula la
validez de matrimonio religioso, se secularizan los cementerios, se suprimen festividades
religiosas y prohíbe la asistencia oficial a actos sacros, se secularizan hospitales y centros
de beneficencia, se exclaustra a frailes y monjas… Son las Leyes de la Reforma.
Este grado de radicalización, lleva, en marzo de 1875, a los arzobispos de México, de
Michoacán y Guadalajara, a elaborar un documento con instrucciones de conducta para
los católicos que sugieren itinerarios concretos y propuestas de actuación para mantener
vivo el espíritu católico sin polemizar o mostrar beligerancia.
La llegada de Porfirio Díaz al poder, establece un punto de inflexión en la situación al
iniciar una política de reconciliación que tiene a la Iglesia Católica, jerarquía y feligresía,
como interlocutores que aportan apoyo y valor con importantes manifestaciones de
religiosidad y de ejercicios de la caridad. Así, en su discurso al Congreso de la Unión del
1 de agosto de 1876 expresa:
«La época de reconstrucción comienza. Deber, y muy sagrado, de todos los
funcionarios públicos es procurar realizar, a fuerza de probidad, de constancia y de
patriotismo, las esperanzas del pueblo. Restablecer por completo el imperio de la
constitución, afirmar la paz, proteger bajo su benéfico influjo todos los intereses
legítimos, para desarrollar los grandes elementos de riqueza del país.»

En diciembre de 1892, el arzobispo de Oaxaca, D. Eulogio Gregorio Gillow, convoca un


Concilio Provincial que finaliza en marzo del año siguiente, en el que participan, entre
otros, D. Miguel Mariano Luque, obispo de Chiapas, D. Crescencio Carrillo y Ancona,
de Yucatán, D. Perfecto Amézquita, de Tabasco y D. José Mora y del Río, de
Tehuantepec. El día de la apertura los Padres conciliares dirigen a don Porfirio un pliego
que contienen los párrafos que siguen:
«[...] Tenemos el alto honor de dirigirnos a Ud. para presentar por tal motivo nuestros
respetos a las autoridades legítimamente constituidas, no sólo tributándoles los
homenajes exteriores que le son debidos sino también dirigiendo al Señor por ellos,
constantes preces.

[…] Todas las formas de gobierno civil son aceptables, porque todas en su caso pueden
y deben corresponder a los fines morales que les impone una buena administración.
Por eso hacemos nuestras las instrucciones que el insigne Pontífice León XIII ha
dirigido a la Francia católica sobre que se adhiera a la República existente a fin de
ayudarla para que corresponda a su elevado fin.

[…] Prácticamente tenemos el ejemplo de los Estados Unidos del Norte, en donde la
Iglesia católica prospera de la manera más admirable. En ese vastísimo territorio, al
lado de cada iglesia se levanta una escuela, al niño se le enseñan los deberes del
cristiano y los del ciudadano, al proletario la santificación del trabajo y a los poderosos

15
las obligaciones que les incumben. Así es que, con la equidad en las leyes y las garantías
que éstas proporcionan, con el respeto absoluto para el bien y la tolerancia bien
entendida y con la educación del pueblo, se consigue tal bienestar que todos y cada
uno de los habitantes de esa gran República se consideran como miembros de una sola
familia, en la que disfrutan de la más amplia libertad.

[…] Nos proponemos el fomento de la instrucción en las masas y la educación de las


costumbres o regla práctica de la moral, enseñando a los fieles sus deberes para con
Dios y la patria, para consigo mismos y con sus semejantes. Estas obligaciones no se
oponen entre sí, bien al contrario, la experiencia continua nos demuestra que la
honradez se funda en la recta conciencia y el heroísmo en la abnegación.

[...] Afianzada la paz en la República, la tendencia de todo mexicano se dirige al


bienestar social. Esto se conseguirá si, desapareciendo los odios de partido, se ponen
en juego todos los elementos civilizadores y se empeñan los esfuerzos de la autoridad
civil y religiosa.»3
La intención existe, pero no desaparecen los odios de partido, no se ponen en juego todos
los elementos civilizadores, ni se empeñan en ello todas las fuerzas de autoridades civiles
y religiosas, como demuestra el paso del tiempo.
El porfiriato, gracias en buena parte a la voluntad e intervención doña Carmen Romero
Rubio, esposa del Presidente y ferviente católica, supone una etapa de cierto acercamiento
que suaviza tensiones. Pero representa solo una tregua en la batalla, y no completa. Un
ejemplo: el asunto de la inseguridad jurídica generada en la propiedad y uso de edificios
no directamente dedicados al culto pero con fines relacionado con él, como casas
episcopales o parroquiales, anexos, oficinas, atrios, escuelas, asilos…, que tantos abusos,
disputas y apelaciones judiciales había propiciado, dejando, no pocas, situaciones de
incertidumbre que mucho tiempo llevó clarificar, no concluye a satisfacción del mundo
religioso. Pero, eso no será nada comparado con las consecuencias del conflicto armado
en que degenera la situación y que enfrenta entre 1926 y 1929, al gobierno con milicias
de laicos, presbíteros y religiosos católicos que se resisten la aplicación de la llamada Ley
Calles, que propone limitar el culto católico en toda la nación.

EL ENEMIGO INTERNO
Entra en el ámbito de lo normal que la aparición de un nuevo instituto religioso sea
contemplada con recelo por la autoridad eclesiástica que ha de discernir si las propuestas
novedosas que incorpora proceden realmente de un don concedido por el Espíritu.
La Esclavitud no será una excepción. A las habituales tramas de envidia y ansia de poder
comunes a la mayoría de grupos humanos, en este caso amplificadas por la decisión del
Padre Federico de delegar en Rosario, ¡una mujer!, la formación de las almas de los
futuros esclavos, hay que añadir una fuerte contestación por parte de algunos clérigos,
especialmente del entorno de los Operarios Diocesanos posiblemente despechados por la
marcha del sacerdote, y las veladas insinuaciones acerca de la honestidad de los Padres
Fundadores que vierten varias muchachas asiladas y un aspirante a esclavo llegado de

3
Padre Fortino Hipólito Vera, Apuntamientos históricos de los Concilios Provinciales mexicanos y
privilegios de América. Estudios previos al 1er. Concilio de Antequera, México 1893.

16
España, Felipe Berenguer, resentido por la reconvención pública recibida de Madre
Rosario consecuente con una falta de respeto cometida.
Este conjunto de circunstancias llega a generar la duda en el alma del entonces Arzobispo
de México, D. Próspero María Alarcón, y origina la apertura de una grave investigación,
que, a pesar de quedar demostrada la improcedencia de los cargos, incluidos los
desmentidos de sus declaraciones iniciales de los propios acusadores, obstaculiza
seriamente el desarrollo normal de la Congregación. En las fechas en que se redactan las
Meditaciones el problema se encuentra en un momento álgido que complica
profundamente las gestiones del Padre Federico en su deseo del fundar Casas en España.
La solución definitiva se prolonga demasiado en el tiempo y hace pasar a sus
protagonistas por momentos terribles. Un ejemplo de tales padecimientos se puede leer
en algunos párrafos de las cartas remitidas por el Cardenal Vives, en calidad de Prefecto
de la Congregación de Religiosos de Roma, en marzo de 1910, a los titulares de las
diócesis de Almería y Granada. El ellas se lee:
«Esta Sagrada Congregación de Religiosos, después de cuidadoso estudio del origen,
constitución, personas y cosas del Instituto de la Divina Infantita, fundado en México
por el Sacerdote D. Federico Salvador y por la Señorita Rosario Arrevillaga, bien
miradas y ponderadas todas las cosas, hace saber a V.S. Rma., que no debe permitirse
ninguna fundación, ni de hombres ni de mujeres, de la Divina Infantita en esa
Diócesis. Si ya estuvieran fundadas, sus individuos o sean incorporados a otra Instituto
aprobado por la Santa Sede de los existentes con regularidad en esa Diócesis, si lo
desean; o vuelvan al siglo. En todo caso V.S. Rma. procure disolver absolutamente la
Casa Religiosa de la Divina Infantita y haga caritativamente regresar a México a las
jóvenes tan imprudentemente enviadas a España por el Sacerdote Salvador. […]4»

Habrá que esperar a junio de 1921 para que Roma, finalmente, revoque sus decisiones
anteriores y reconozca a todos los efecto como Pía Asociación al Instituto de las Esclavas
de la Divina Infantita.

María Dolores Mira Gómez de Mercado


Antonio García Megía

4
Tomado literalmente de Álvarez Gómez, Jesús. Historia de las Esclavas de la Inmaculada Niña Divina
Infantita. Publicaciones Claretianas. Madrid. 1995. P. 421-422.

17
ANEXO – ORIGEN DOCUMENTAL DE LOS TEXTOS

Documento Fecha Publicación Revista nº


Meditación I 29 de marzo 1906 Guadix – Abril 1925 100
Meditación II 29 de marzo 1906 Guadix – Abril 1925 100
Meditación III 30 de marzo 1906 Guadix – Mayo de 1925 101
Meditación IV 31 de marzo 1906 Guadix – Junio de 1925 102
Meditación V 1 de abril 1906 Guadix – Septiembre de 1925 105
Meditación VI 2 de abril de 1906 Guadix – Octubre de 1925 106
Meditación VII 3 de abril de 1906 Guadix – Noviembre de 1925 107
Meditación VIII 4 de abril de 1906 Guadix – Diciembre de 1925 108
Meditación IX 20 de abril de 1906 Guadix – Enero de 1926 109
Meditación X 20 de abril de 1906 Guadix – Febrero de 1926 110
Meditación XI 22 de abril de 1906 Guadix – Abril de 1926 112
Meditación XII 23 de abril de 1906 Guadix – Junio de 1926 114
Meditación XIII 24 de abril de 1906 Guadix – Agosto de 1926 116
Meditación XIV 25 de abril de 1906 Guadix – Octubre de 1926 118
Meditación XV 26 de abril 1906 Guadix – Diciembre de 1926 120
Meditación XVI 29 de abril de 1906 Guadix – Enero de 1927 121
Meditación XVII 30 de abril de 1906 Guadix – Febrero de 1927 122
Meditación XVIII 1 de mayo de 1906 Guadix – Marzo de 1927 123
Meditación XIX 2 de mayo de 1906 Guadix – Abril de 1927 124
Meditación XX 3 de mayo de 1906 Guadix – Mayo de 1927 125
Meditación XXI 5 de mayo de 1906 Guadix – Junio de 1927 126
Meditación XXII 20 de junio de 1906 Guadix – Julio de 1927 127
Meditación XXIII 21 de junio de 1906 Guadix – Agosto de 1927 128
Meditación XXIV 22 de junio de 1906 Guadix – Septiembre de 1927 129
Meditación XXV 24 de junio de 1906 Guadix – Octubre de 1927 130
Meditación XXVI 25 de junio de 1906 Guadix – Noviembre de 1927 131
Meditación XXVII 26 de junio de 1906 Guadix – Diciembre de 1927 132
Meditación XXVIII 27 de junio de 1906 Guadix – Enero/febrero de 1928 133
Meditación XXIX 28 de junio de 1906 Guadix – Enero/Febrero de 1928 134
Meditación XXX 29 de junio de 1906 Guadix – Marzo/Abril de 1928 135
Meditación XXXI 30 de junio de 1906 Guadix – Marzo/Abril de 1928 136
Meditación XXXII 1 de julio de 1906 Guadix – Mayo/Junio de 1928 137
Meditación XXXIII 2 de julio de 1906 Guadix – Mayo/Junio de 1928 138
Meditación XXXIV 3 de julio de 1906 Guadix – Julio/Agosto de 1928 139
Meditación XXXV 7 de julio de 1906 Guadix – Julio/Agosto de 1928 140

18
Meditaciones dadas a un alma enamorada de
la Esclavitud en su grado más perfecto

19
20
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Del principio de la Esclavitud

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión llorando mis pecados de
sacerdote en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas, donde nací a la
vida religiosa, e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I
 Dios, que tiende a sus fines fuertemente; pero que todos los medios los dispone con
suavidad, ha hecho que la Esclavitud sea conocida por mi inteligencia poco a poco; como
ahora nos la hace conocer también gradualmente en la realidad.
Punto II
 Cuando el Señor me dio luces para que yo conociera la desgraciada situación en que se
coloca un sacerdote que vive en pecado, hubiera yo querido poder librar de tan triste
estado a todos los sacerdotes del mundo. Como esto no era posible, entendí, no sé si
pensando, que los Párrocos son los que están más en peligro de pecar, de todos los
sacerdotes y que para ayudarlos era preciso que ellos hicieran confianza en quien deseara
hacer tal oficio y esta confianza la tendrían en quien más perfectamente se sometiera a
ellos; entonces me dije a mí mismo: «Yo les haré voto de obediencia».
Punto III
 Al modo de Dios, nosotros también procuremos con fortaleza conseguir trabajar en las
Parroquias, pero vayamos poco a poco y con suavidad poniendo los medios que conducen
a este fin.
Afectos
 Señor, santificador de tus sacerdotes, a todos salva. La tormenta arrecia, los escollos son
muchos y con los Sacerdotes se pierden pueblos enteros. «Domine salva nos, perimus».
Propósito
 Haré cuantos sacrificios sean menester por la salvación de un solo sacerdote.

21
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Del voto de obediencia a los Sres. Obispos

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión llorando mis pecados de
sacerdote en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas, donde nací a la
vida religiosa, e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I
 El clero parroquial vive siempre expuesto a las mayores caídas. Los Sacerdotes en los
pueblos están muy en peligro de olvidarse de las prácticas espirituales por las atenciones
exteriores.
 Muchas veces está uno solo en una parroquia y entonces: Vae soli
 Hay feligreses que de intento procuran la relajación del cura.
 ¡Desgraciados sacerdotes! ¿Cómo sostenerlos? ¿Cómo levantarlos si cayeron?
Punto II
 Si algunos sacerdotes hicieran voto de obediencia a un Obispo, éste tendría confianza en
ellos y así podrían trabajar en este tan delicado asunto.
 «Yo haré voto de obediencia a los Sres. Obispos», me dije entonces, hija mía. Y sentí
como si del mismo Jesús recibiera fuerzas para salvar a todos con este voto de obediencia.
 Esta es la práctica por excelencia de la Esclavitud.
Punto III
 El Prelado representa a Cristo Nuestro Señor: luego el enviado por él cuenta con la ayuda
divina, así todo se puede: Omnia possum in eo qui me confortat.
Afectos
 Señor, no quiero desmayar en mi intento de ayudar a la santificación de los sacerdotes,
por tantas partes combatidos.
 El lobo infernal destruye a los pastores para hacer suyas las ovejas dispersas.
 No lo permitáis Señor.
Propósito.
 Seré fiel instrumento en las manos de mis Prelados para ayudarlos en la defensa y
conservación del espíritu sacerdotal.

23
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Reflexión y comentario

SUMARIO:
—Los curas en los pueblos.—Pérdida del espíritu sacerdotal.—Quien podrá recordarles sus
deberes—Cómo se presentarán los Esclavos ante los curas—La recompensa que podrán exigir.—
Los profetas y los castigos anunciados.—Para qué serán los Esclavos mozos de los Sres.
Obispos.—Cómo viajará un Esclavo.—El salario de sus servicios.—La Esclavitud ha comenzado
como debía.—Lo que representaba el aguacero del día que se fue a España Nuestro Padre.—El
hijo de la viuda de Naím.—La muerte de nuestras pasiones.— La vida de la gracia.—Por qué se
asustan de la Obra los que no la entienden.—La unión de Esclavos y Esclavas sólo estará en el
alma.—El sostén de los Esclavos.—Ellos trabajarán sin descanso y sin paga.—Las Esclavas no
deben abandonarlos.—El depósito que alimenta la electricidad.—El respeto entre los Esclavos.—
Los niños que se crían al lado de su madre.—Donde se criaron el Sr. Arzobispo y el Presidente.—
Yo le formaré sus hijos y sus hijas a nuestro Padre.—La doctrina de la Obra es toda suya—La
unión entre nuestro Padre y yo a pesar de estar separados.—La participación de las penas y de las
gracias.— Las Esclavas tendrán parte en los frutos de salvación de los Esclavos.—A quien le
contará Dios cada paso de un Esclavo.—Basta de soberanía.—Dios no quiere en los pueblos, sino
padres cariñosos y pastores benéficos.—La dulzura para ganarse a los curas.—Los Esclavos
depositarios de sus penas.—Los ángeles en figura de hombres.

La meditación de nuestro Padre que hemos leído hoy, nos habla de la necesidad que hay
de salvar a los sacerdotes del peligro en que están los Señores Curas, sobre todo los que viven en
esos pueblos de gente ignorante, apartados de las Diócesis.
Naturalmente, algunos de esos sacerdotes, van perdiendo cada día más el espíritu
religioso, el celo para salvar a las almas y trabajar para instruirlas en las verdades de la Religión,
y, ¡quién sabe!, hasta puede suceder que algunas veces lleven una vida relajada faltando a sus
deberes y apartándose del camino que Dios Nuestro Señor les ha trazado.
Eso hijas mías, ¿qué remedio creen Vds. que pudiera tener? Desgraciadamente ninguno.
¿Quién se atrevería a acercarse a esos sacerdotes para recordarles sus obligaciones y salvarlos del
peligro en que se encuentran? Nadie seguramente. Y, ¿con qué derecho podría hacerlo? Sólo de
una manera: presentándose delante de ellos, el que lo hiciera, como un inferior suyo, lleno de
humildad, y conquistarlos con la mayor dulzura, ganar de ese modo su voluntad toda entera para
entregársela a Dios, para ofrecérsela, diciéndole que la tomara toda.
Por eso, Nuestro Señor, conociendo la necesidad tan grande que hay que remediar y
mirando todos esos males, ha querido que nazca la Esclavitud inspirándole a nuestro Padre el
pensamiento de formar una Congregación de Religiosos que, llamándose Esclavos, lo sean
realmente, y que, haciendo voto de obediencia a los Señores Obispos y Arzobispos, se pongan a
sus órdenes para servirlos, para ganarse a los Curas, presentándose delante de ellos siempre
humildes, haciéndoles ver que van en nombre de Dios para ayudarlos, para trabajar durante algún
tiempo a su lado, poniéndose a su disposición, teniendo ellos libertad de mandarlos como a sus
criados, y sin exigir de los Señores Curas otra recompensa que la de poder decirles:

24
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Lo único que yo te pido al venir cerca de ti y ponerme bajo tu dominio, es tu voluntad;
quiero que me la des para que yo se la ofrezca a Dios como una prueba que quieres darle
de que, desde hoy, vas a trabajar con mayor celo por las almas de los pobrecitos pecadores
para salvarlas; que vas a atraerlas a ti como un padre cariñoso y lleno de misericordia para
llevarlas a Dios Nuestro Señor, para enseñarles el camino de la Cruz que es el único que
conduce a Él.
Esa ha de ser la misión de los Esclavos; ellos han de presentarse delante de su Obispo
para decirle:
 Aquí me tienes, soy tu criado. Considérame desde este momento como uno de tus mozos
y dame tus órdenes que cumpliré gustoso.
¿Y para qué van a ser los Esclavos mozos de los Obispos? ¿Será para limpiarles el
calzado? ¿Para cepillarles la ropa y bordarles un hábito o un vestido?
No, hijas mías, no es para eso, sino para trabajar en su servicio de esta manera, como
esclavos de todos los sacerdotes.
Y que así como antiguamente mandaba Nuestro Señor a sus Profetas a anunciar lo que Él
había dispuesto, y también mandaba terribles castigos sobre los rebeldes que no querían oír las
verdades ni escuchar la voz de Dios, así, ahora se presenten en los pueblos lejanos, en los lugares
donde se ofende a Dios Nuestro Señor, donde no se respetan sus Leyes ni se cumple con ellas,
esos hombres humildes y, con su ejemplo y su palabra, les hagan saber cuál es la voluntad de Dios
y cómo deben cumplirla.
Para eso es para lo que un Esclavo debe ofrecerse al ir a su Obispo y decirle:
 Estoy a tus órdenes; confía en mí, que yo te prometo servirte fielmente; seré un esclavo
tuyo, mándame donde quieras, a esos pueblos lejanos de tu Diócesis y que por razón
natural están como más apartados; mándame a servir a esos Curas foráneos, y haré lo que
me órdenes para serles útil y ganar muchas almas para Dios. Deposita en mí toda tu
confianza, quiero servirte sin retribución ninguna, viajaré en lo peor que haya, en lo
último, en lo más incómodo para no causarte molestias y hacerlo del modo más humilde;
cuando no se pueda de otra manera, caminaré a pie cuanto sea necesario, y no habrá fatiga
ni sacrificio que me detenga; y si, después de haber trabajado, crees tú que merezco salario
por mi trabajo, dame un desprecio, porque ese es el único salario que debe recibir un pobre
esclavo.
Sí, hijas mías, es la verdad. A un esclavo lo hacen trabajar sin descanso, lo maltratan, no
le guardan consideración y, después que ha trabajado, no merece otro salario que el más completo
desprecio. Por eso la Esclavitud ha comenzado como debía: lloviendo sobre ella desde sus
principios un aguacero terrible de desprecios.
¿Recuerdan Vds. el aguacero aquel que hubo cuando nuestro Padre se fue a España, tan
fuerte, que ya parecía que se iba a inundar México, y que todo nos cayó encima? Pues no fue sino
la representación del chubasco de tribulaciones que caería sobre nosotros al irse él; del aguacero
de desprecios en que nos dejaba y que también se llevaba consigo, porque ha sido para todos, lo
mismo para él que para nosotros.

25
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Pero, en cambio, ¡qué raudal de gracias no ha derramado Dios sobre el corazón de nuestro
Padre al haberle dado la Esclavitud y, con ella, unos dones hermosísimos a su alma, y enteramente
gratuitos como todo lo que Dios Nuestro Señor nos concede con tanta generosidad!
Ahora vean Vds. qué bien se relaciona este punto de meditación con el que hemos leído
en el Cuaresmal y que trata del joven aquel, hijo de la viuda de Naím y resucitado por Dios
Nuestro Señor. Cuando Vds. lo oyeron leer no querían seguramente que yo lo explicara, porque,
es claro, empezarían a pensar que iba yo a hablarles de la muerte y, como no les gusta, protestaban.
En efecto, ¡qué mejor ocasión que ésta para hablar de la muerte de nuestras pasiones, de
cómo debemos morir a nosotros mismos, si queremos llegar a ser verdaderos esclavos!
¿No es cierto que el que tiene que sujetarse, de la manera que debe hacerlo un esclavo,
para no hacer sino la voluntad de los demás y vivir contrariándose a toda hora, necesita matar
todas sus pasiones, sus gustos, sus costumbres, su modo propio? ¡A todo tiene que darle muerte!
Y entonces Dios Nuestro Señor, mirando que ha sabido morir en vida, lo resucitará a la vida de
la gracia, a todo lo espiritual.
Y de esa manera le dará la Esclavitud, esa Obra tan hermosa que todavía no pueden
entender los hombres, que les asusta, porque piensan que siempre han de vivir los Esclavos unidos
a las Esclavas, es decir, cerca de ellas. Y eso no ha de ser hijas mías, por más que la unión exista
siempre entre ellos puesto que sus almas han de unirse en el mismo espíritu y han de vivir
trabajando para el mismo fin.
Vivirán separados unos de otros y, desde lejos, las Esclavas serán el sostén de los Esclavos
ayudándolos, sosteniéndolos con los recursos materiales de sus trabajos, de las limosnas que
consigan, de los bienes que puedan adquirir únicamente con ese objeto, el de poder sostener a los
Esclavos sin abandonarlos, ya que ellos trabajarán sin descanso y sin paga buscando únicamente
el bien de las almas.
Las Esclavas se encargarán, por decirlo así, de darles combustible a los Esclavos, de
alimentarlos, pero que no se asusten los que no lo entienden, porque para eso no es preciso vivir
juntos ni estar en comunicación directa. ¿Acaso es fuerza que en el depósito que alimenta la
electricidad que mueve toda una máquina, por ejemplo, el encargado de proporcionarle
combustible, o lo necesario para producir aquella electricidad, meta la mano? ¡Ni podría hacerlo
sin exponerse!, ¿no les parece? Pues lo mismo sucederá en la Esclavitud. ¡Qué grande será el
cuidado y el respeto que se tengan los Esclavos!
Por ahora, que todo comienza, es muy natural que no se haya hecho así, porque lo que
empieza tiene necesidad de formarse, y cuando los padres tienen a sus hijos pequeñitos todavía,
los conservan a su lado mientras crecen, ¿no es cierto?
Yo creo que D. Porfirio Díaz, cuando fue niño, se ha de haber criado al lado de su madre,
en el regazo de ella; que el Señor Arzobispo también, siendo pequeño debe haber estado cerca de
su madre. Y a los que no la tienen porque la han perdido desde muy niños, no les ha de haber
faltado una persona que se haya hecho cargo de ellos y los haya tenido en su regazo. Si eso es así
y todos lo comprenden, ¿qué tiene de raro el que los Esclavos, mientras sean niños, estén al lado
de su madre espiritual encargada por Dios de formarles sus almas? Yo no encuentro nada de
particular en que así sea. Y, después, cuando ya estén formados, cuando ya tengan en su alma

26
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
inculcada la doctrina de la Esclavitud, bien impregnado el espíritu de ella, entonces que se separen
para ir a luchar y a matarse por Dios salvándole almas.
Yo, mientras tanto, siempre le formaré sus hijos y sus hijas a Nuestro Padre, enseñándoles
la doctrina que él me ha enseñado, porque toda es suya, hijas mías, y la prueba es que yo ni había
concebido siquiera una Obra como la que él me dio a conocer, ni la hubiera entendido, y, desde
luego, mucho menos la hubiera sabido practicar.
La Esclavitud se la dio Dios Nuestro Señor para que él la impregnara en mi alma, para
que allí quedara bien grabada y con ella su espíritu. Y de esa manera, mientras él por un lado
trabajaba y se sacrificaba por las almas, yo pudiera irle formando a sus hijos.
¡Esa es la unión encantadora de nuestras almas, que nadie entiende! Así es cómo estando
lejos de él, viviendo separados, nuestras almas, sin embargo, están muy unidas y mutuamente
participamos de los trabajos, de los sufrimientos, y también de las gracias que Dios concede a
unos y a otros.
Así también será como las esclavas, sin darse cuenta y mientras estén en un lugar
trabajando muy tranquilas y quitadas de la pena, estarán participando de todos los frutos de
salvación que obtengan los Esclavos con sus misiones, con su predicación, con sus trabajos
apostólicos, porque no cabe duda que quien ayuda o favorece una Obra santa tiene parte en ella,
y cada paso dado por un Esclavo cuando vaya, por ejemplo, a misionar, se los contará Dios
Nuestro Señor a él porque los da, y a la esclava que trabaja por ayudarlo y sostenerlo; porque es
una unión de puro sacrificio en la que cada uno pone su parte para la Obra de Dios y la
santificación de las almas.
Por eso también las Esclavas tendrán parte en la conquista de ellas, en la salvación de los
sacerdotes, sin tener que tratar con ellos, sin ir a predicarles, sino a fuerza de sacrificio y de
oración para que los Esclavos vayan siempre llenos de fe y con una fortaleza terrible a decirles:
 Vengo en nombre de Dios para deciros que os consideréis como los padres cariñosos de
vuestro pueblo, benéficos y llenos de indulgencia para con ellos; como los pastores que
deben conducir al redil a cuantas almas vivan descarriadas, porque se hayan apartado de
Dios.
Todo eso han de decirles los Esclavos a los Señores Curas, a los que no cumplan con sus
deberes, que deben ser sagrados como que han sido impuestos por el mismo Dios. ¡Pero no
olviden cómo deben decirlo! Siempre llenos de bondad y de misericordia para atraerlos a fuerza
de dulzura, para enseñarles a que sean humildes, humillándose a ellos, y luego hacerse los
depositarios de sus faltas para perdonarlos y exhortarlos, después de haberles inspirado una
confianza ciega, para que en su corazón desahoguen todas sus penas y luego, ya reconciliados con
Dios Nuestro Señor, puedan sus almas resucitar como el hijo de la viuda de Naím, al escuchar la
voz de Dios que le mandaba que se levantara.
Así resucitarán esos pobrecitos sacerdotes a la vida de la gracia al escuchar la voz de los
Esclavos que van, de parte de Dios, a recordarles cómo deben servirlo, y a anunciarles, como los
Profetas de los tiempos antiguos, porque muchas veces manda Dios al mundo ángeles en figura
de hombres para que obliguen a los demás a corregirse de sus faltas. Y esos hombres, quiere
Nuestro Señor que sean los Esclavos, porque el salvar a las almas es su principal objeto y el fin
de la Esclavitud.

27
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Postrados en la presencia de la Divina Niña le diremos que, puesto que la Esclavitud es
suya y está consagrada a Ella, Ella es la que tiene que regenerar a los sacerdotes, valiéndose, como
medios para hacerlo, de los pobrecitos Esclavos. Que nos conceda que ya nazcan al mundo, que
encontremos esos hombres que, llenos de amor y dotados de alma grande y corazón generoso, se
ofrezcan a servirla con humildad, haciéndose niños, amoldándose a la doctrina que, llena de
sencillez, ha de impregnarles una Niña, como es la Divina Infantita, para que de esa manera,
bañados ellos en esa doctrina de puro amor y sacrificio, vayan en nombre de Dios a regenerar al
mundo, salvando a las almas.
Le pediremos a Nuestro Señor Sacramentado la bendición en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

28
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Del deseo de Esclavitud

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión, llorando mis pecados de
sacerdote en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas donde nací a la
vida religiosa, e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I
 ¿Qué puede hacer un sólo hombre? Poco, ciertamente, muy poco.
 ¿Qué haría yo solo, haciendo voto de obediencia a uno o más Prelados?
 ¿Conseguiría ayudar a todos los Sacerdotes de una sola diócesis?
No fuera poco conseguir esto; y en verdad fuera bastante poco.
Punto II
 Hacen falta hombres, Señor, me dije, que hagan estos votos, para que den resultados
ciertamente prácticos.
 Y entonces pronuncié por vez primera el nombre de «Esclavos de la Inmaculada», o
Congregación religiosa de almas que harían voto de obediencia a los Señores Obispos y
en ellos a los que los representen.
 Nada encontrarás, en que puedas agradar a Dios más que en este voto.
Punto III
 Una Congregación Religiosa que tiene por Superiores a los que son los genuinos
representantes del divino Salvador, no puede dejar de ser Salvadora.
Afectos
 Señor, tanto espíritu de sumisión me cautiva y me mueve a desechar siempre el espíritu
de insubordinación de Satanás y de todos los que militan debajo de su bandera.
Propósito
 Rogar a Dios ser siempre del número de los Esclavos.

29
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Reflexión y comentario

SUMARIO:
—El voto de los Señores Obispos.—Lo que perjudica al sacerdocio.—Efectos de la sabiduría en
el que no es humilde.—La Congregación de los curas y vicarios.—Lo que es preciso para
conservar el espíritu.—Lo que no pueden darle los Obispos.—Los hombres que los Obispos
necesitan.Quienes son los que nos persiguen.En dónde existen las virtudes que deben copiar
los Esclavos.Dónde está la soberbia del hombre.La cabeza aplastada por la planta de la Divina
Niña.Los Esclavos que quieran vivir respetados no sirven.El delirio de nuestro Padre.Lo
que pensará de formar a los Esclavos desde niños.Cinco años para que la Obra diera el primer
paso.Cuando llegó al cielo el eco de la voz de nuestro Padre.El primer nido de la
Esclavitud.Cómo se formarán los Esclavos.Nada de Seminarios.Los maestros
pagados.La poderosa ayuda de los Esclavos seglares.La cabeza es lo que nos pierde.Los
Esclavos averiguadores.Las que averiguan a Dios si tienen oración de sequedad.El
Crucificado obsequia con dulzura de su Cruz.Las lágrimas en la oración.De lo que pueden
ser esas lágrimas.Los delirios amorosos con Dios.La amargura produce dulzura.La
tranquilidad del que sufre venciéndose.Por qué defendí el Templo.

Ahora habla nuestro Padre en su punto de meditación, del deseo que él sintió de hacer
ese voto de obediencia a los Obispos y ponerse, desde luego, a sus órdenes para trabajar en la
salvación del sacerdocio; que luego pensó que un solo hombre, por mucho que hiciera, haría
ciertamente bien poco, aun cuando salvara a todos los sacerdotes de una Diócesis.
Y entonces se dijo: «hacen falta hombres que pronuncien esos votos». Y por primera vez
pronunció el nombre de Esclavos de la Inmaculada. Es decir, pensó en una Congregación
salvadora que, teniendo por Superiores a los Prelados, se pusiera incondicionalmente a su servicio
para ayudarles en la salvación de las almas de todos los sacerdotes que lo necesitaran.
Vamos a estudiar ahora qué es lo que pierde al sacerdocio, y se convencerán Vds. de lo
que ya otras veces les he dicho, la sabiduría, la mucha ciencia en el hombre que no es humilde,
lo perjudica mucho. Y como todos los sacerdotes, aun cuando no sean sabios, siempre tienen que
estudiar determinadas ciencias, y además, en los pueblos en que regularmente viven, la gente es
ignorante, de ahí viene que se consideren como los reyes de todos ellos.
En el confesionario los señores curas tienen también bajo su dominio a las familias que
están a su cargo. Son como los papás de todas y por eso demuestran esa superioridad.
Hagan de cuenta que todos ellos, curas y vicarios, pertenecientes a una Diócesis, forman
como una Congregación en donde el superior de ella es el Obispo. Y necesitaría ese superior
tener quien se ocupara de vigilar atentamente esa comunidad, de hacer algo directamente por el
bien de sus almas, puesto que él personalmente, aun cuando quisiera, no podría hacerlo por ser
mucho a lo que tiene que atender.

30
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Es indispensable, hijas mías, para que en toda Congregación se conserve el celo, el
espíritu de orden y de trabajo, que el superior vea por las almas que tiene a su cargo, ¿no es cierto?,
que se les proporcionen recursos espirituales como retiros, ejercicios, hablarles cada día. ¡Como
yo lo hago con Vds., para preguntarles cómo han estado, en qué disposición está su ánimo, cómo
se encuentran de fuertes para la lucha y el trabajo! ¿No les parece?
Pues precisamente eso es lo que necesitarían los curas y vicarios. Y eso no se los pueden
dar los Sres. Obispos sino de esta manera: teniendo a su disposición hombres verdaderamente
celosos del bien de las almas. Hombres que en la humildad tengan su fortaleza, que el Obispo los
considere como inferiores suyos y que les tenga plena confianza para depositar en ellos sus penas;
hombres que trabajen por amor de Dios y no por paga, que no les importe ser despreciados. Y
esos hombres han de ser los Esclavos.
¡Cómo!, me dirán Vds., ¿quiere decir que después de servirlos, todavía nos han de
despreciar? Precisamente, hijas mías.
¿Qué les parece a Vds.? ¿No ven ahora como todos nos hacen la guerra? Y fíjense en
quienes son los que nos persiguen. ¿Los del Gobierno? No, los pobres son de lo que menos se
ocupan.
Entonces, ¿quiénes son los que no nos quieren y tanto nos tiran? Los Arzobispos, los
Obispos, los Curas, todo el clero, las religiosas. Es decir, todos aquellos que han de utilizar
nuestros trabajos y nos han de tener a su servicio.
Pues así será siempre, porque ha de ser muy duro el trato que les den a los Esclavos.
Desde el momento en que nuestro Padre pensó en ellos, quiso ser el primero en hacer ese voto de
nunca mandar. Y así lo hizo al entrar en la Congregación de los Operarios cuando pretendió
encontrar allí los sacerdotes que buscaba, pero Dios Nuestro Señor lo pensaba de otro modo, por
eso permitió que no fuera allí, sino que, separándose de ellos, nuestro Padre se consagrara a formar
a sus hijos con la misma doctrina que él había recibido de Dios, con el espíritu que El mismo le
había dado, inculcándoles a todos los Esclavos y las Esclavas las encantadoras virtudes que Dios
ha sembrado en su alma y todas las cualidades que le ha concedido como un don gratuito, como
todo lo que nos viene de la mano de Dios Nuestro Señor.
Así es que por ahora, él no debe decir todavía nunca mandar. Eso ya vendrá después, pero
mientras tenga que formar a sus hijos, no puede ser, puesto que es fuerza que ellos vivan a su lado
y obedeciéndolo siempre.
Les decía yo que me parecía imposible llegar a ver un esclavo que quisiera hacerse niño,
siendo un sacerdote ya formado. Tan difícil lo considero que lo juzgaría como un milagro de Dios
si tal cosa sucediera. ¿Saben por qué? Porque la cabeza es lo más difícil de rendirse. Porque en
ella está toda la sabiduría del hombre y, al mismo tiempo, toda su soberbia, su amor a sí mismo.
Y necesitaría mucha fuerza de voluntad para decir:
 Voy a doblarme tanto que mi cabeza va a quedar aplastada como la de la serpiente bajo la planta
de una Niña pequeñita. Y como Ella me pide que me rinda a todo el mundo, hasta a los más
pequeños, comenzaré por humillarme rindiendo mi sabiduría delante de la mujer escogida por
Dios para formarme que es una ignorante. Y lo comprendo.

31
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Porque es claro, hijas mías, que quien tenga un poco de talento por fuerza ha de
comprender mi completa ignorancia. Pero también es cierto que, si Dios le permite ver claro,
entenderá que Él me concede las gracias que me hacen falta y que ¡hasta sabiduría podría darme!,
si comprendiera que la necesitaba.
¿No les parece a Vds. que no es muy fácil que haya hombres sabios que quieran rendirse
tanto? Por eso, dudo mucho que así lleguemos a tener esclavos que realmente lo sean, que no
quieran vivir mandando ni esperen consideraciones, porque esclavos que pretendan vivir siempre
respetados y llenos de honores, por cierto, hijas mías, ¿para qué los queremos?
Yo bien sé que el delirio de nuestro Padre sería verse rodeado de muchos sacerdotes que,
desde luego, se decidieran a emprender el camino de la Esclavitud, porque como él tiene locura
por salvar a las almas, tarde se le hace. Y le parecerá que es mucho esperar formando a los
esclavos desde niños. Tiene razón, pero también es cierto que esos esclavos serán seguros, y, entre
tanto, Dios Nuestro Señor, mirando nuestros esfuerzos y nuestra paciencia, nos concederá algunos
hombres grandes que quieran de veras humillarse y hacerse niños por amor de la Santísima Virgen
Niña.
Si a nuestro Padre cuando me conoció, que tenía ya siete años de pensar en la Esclavitud,
le hubieran dicho que todavía se pasarían cinco años para que él rompiera las dificultades y la
Obra que tanto amaba, y deseaba, diera el primer paso, le habría parecido muy largo el tiempo.
¿No es verdad? Y ya ven Vds. como así fue. Porque no era la voluntad de Dios que la Esclavitud
comenzara mientras él no se convenciera de que la Divina Niña había de ser la Reina y Señora.
Como el ideal suyo fue desde el primer momento la Inmaculada, cuando conoció a la
Niña le pareció muy chiquita. La encontró insignificante, y decía: «Es imposible pretender que se
le dé toda una Obra tan grande a una imagencita acostada, la pararemos». Pero como Dios no lo
consentía, no le daba licencia, y nuestro Padre insistía en que fueran Esclavos de la Inmaculada
y decía:
 A esta Niña podremos quererla mucho, podremos tenerle gratitud, podremos concederle algo,
todo eso sí, ¡pero hacerla Reina de los Esclavos es imposible!

Y la Esclavitud, hijas mías, no daba un paso. En el momento que él se convenció, mirando


claro lo que Dios quería, y el 25 de diciembre dijo con toda firmeza: «Esclavos de la Divina
Infantita». Les aseguro, hijas mías, que el eco de su voz llegó hasta el cielo y desde ese momento
empezó ya a nacer la Esclavitud.
Por eso han visto que a poco tiempo de haberlo pronunciado y de haber dicho, «toda la
Esclavitud será para Ella», hubo quien le diera una casa en España para que fuera el primer nido
de la Esclavitud; quien le facilitara todo lo necesario para el viaje y para que empezara a formar
a los niños para Esclavos.
Esos niños serán pequeñitos, para que así podamos hacerlos al molde nuestro; estarán
cerca de nosotros, es decir, al lado de las esclavas, hasta los doce o trece años cuando más, y ya
es mucho extenderse. Yo había pensado que solamente hasta los diez años, porque el hombre
desde cierta edad necesita hombres que lo formen, pero, en fin, podrá ser que los eduquemos hasta
los doce años. Y después pasarán al lado de nuestro Padre a estudiar latín y todo lo necesario.
Pero siempre cerca de él, nada de Seminarios.

32
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Si es posible, se les deberá poner en el mismo Asilo maestros pagados que les enseñen.
Para eso contaremos con la poderosa ayuda de los Esclavos seglares, Esclavos que, siguiendo el
ejemplo de los primeros que Dios ha querido darnos, se quieran consagrar a su servicio
entregándole todo cuanto posean. Que hagan lo que han hecho los niños Luisito y Angelina,
decirle a Dios Nuestro Señor:
 Quiero trabajar por ti, quiero darte cuanto me pertenece y ponerme al servicio de las almas.

Entonces Él les hará ver cómo deben hacerlo, como se los hizo ver a ellos cuando le
decían:
 ¿Cómo te serviremos? ¿Nos proporcionaremos niños que enseñar? ¿Deberemos irnos a los
hospitales? ¿Te agradará que socorramos a cuantos pobres se nos presenten y vengan a pedirnos?

Y Dios les dijo cómo debían hacerlo. Y desde ese momento se pusieron a su servicio.
Con que, hijas mías, no olviden que la cabeza es la que nos pierde; que tiene que estar
siempre doblada. Por eso es preciso que rindamos nuestro juicio, para que esa cabeza venga a ser
lo mismo que la de un niño pequeñito que no discute, que no averigua, que no indaga el porqué
de lo que se le manda.
Los Esclavos no han de ser averiguadores. Por eso, cuando yo sé que alguna de mis hijas
que tiene oración de sequedad, le está discutiendo a Dios y preguntándole el por qué no siente o
no viene con ella, y le averigua por qué a otra le dio tal o cual prueba de su amor y a ella no se la
ha dado, yo digo, ¡lástima que todavía tenga cabeza, pues por eso está discurriendo tanto!
Si no la tuvieran irían delante de Dios con un corazón sencillo y esperarían allí, llenas de
humildad, las gracias que él quisiera concederles, sin estarle poniendo condiciones ni pidiendo
determinadas pruebas. A Dios Nuestro Señor no vayan a pedirle que las regale, porque no deben
hacerlo, Si Él es un Crucificado, ¡cómo quieren que las esté obsequiando con otra cosa que no sea
las dulzuras de la Cruz!
Lo que deben pedirle a toda hora es que las enseñe a sufrir, que sepan recibir con alegría
las tribulaciones y que lo bendigan en medio de ellas, porque vienen de su bendita mano. No
tengan apego a nada, ni siquiera a las dulzuras de la oración, ni crean que porque un alma está
llena de lágrimas, ya está gozando y tiene deliquios amorosos con Dios Nuestro Señor.
No, hijas mías. ¡Cuántas veces esas lágrimas serán de pena, de amargura! ¡Solamente de
verse tan miserable! Y entonces sí que puede llegar a tener deliquios, porque el conocimiento
propio que nos humilla es el que nos enseña a tener oración y unión con Dios. Cuando Nuestro
Señor quiere dispensar sus gracias a un alma es cuando ella se goza en el sufrimiento y todo lo
sacrifica por amor suyo, y por eso es por lo que quiero que todas Vds. aprendan a sufrir, porque
la dulzura que han de tener las Esclavas la han de adquirir a fuerza de pruebas y de amarguras.
¡Qué contraste, que la amargura pueda producir dulzura! Y sin embargo así es. El que se
enseña a sufrir se hace dulce, no les quepa duda. Vean Vds. a un alma atribulada que esté sufriendo
y que sepa vencerse y dominarse, y la verán Vds. siempre dulce y apacible, gozando una
tranquilidad, como no la gozará el que nunca haya sufrido. Yo les aseguro que a mí me ha

33
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
sucedido eso, estar pasando por sufrimientos terribles y siempre contenta y feliz, porque Dios me
ha ayudado con su gracia, no crean que por mérito propio.
Como siempre le he pedido a Nuestro Señor que me enseñe a sufrir, porque esa ha sido
mi petición constante, Él no me lo ha negado. Y de tal manera estoy dispuesta a acatar su santa
voluntad que cuando intentaban quitarme el Templo Vds. me vieron tranquila. Y si lo defendí fue
porque ya tengo hijas. Tengo en primer lugar a nuestro Padre. Dios me lo ha dado a él y a Vds.,
y era mi deber haberlo defendido, pero si yo hubiera sido sola, nada habría intentado, pueden
creerlo, sino que hubiera dejado que hicieran lo que quisieran.
Ya han visto también, hijas mías, que hemos sufrido mucho y hemos pasado por penas
muy fuertes, y sin embargo todas están de acuerdo en decir:
 ¡Qué felices somos en medio de los sufrimientos! ¡Qué tranquilidad de alma se disfruta en esta
casa! ¡Qué paz tan grande reina siempre en ella!

Y no es más que por eso, hijas mías, por la dulzura con que se aprende a sufrir, porque
Dios Nuestro Señor endulza las amarguras y hace suave y agradable el sacrificio. Por eso no
duden que, trabajando sin descanso en busca de los Esclavos y formando sus almas desde niños,
Él nos facilitará hombres dóciles que se rindan también a la dulzura, y así nos abreviará el tiempo
para que no sea tan largo, y nos dará esclavos.
Postrados en la presencia de la Divina Niña, con verdaderos deseos de que se forme la
Esclavitud, digamos llenas de amor y de entusiasmo, como lo dijo nuestro Padre la vez primera
que sintió en su corazón la necesidad tan grande de que hubiera esos Esclavos: «Serán Esclavos
de la Inmaculada». Ahora vamos a decir nosotros:
 De la Inmaculada Niña, sí, de la Niña pequeñita que ha de reinar desde el primer instante de
su ser, ¡Esclavos de la Divina Infantita!, como él los llamó después, cuando Dios le hizo sentir
en su corazón que para Ella sería toda la Esclavitud.

Eso serán todos nuestros hijos y nuestras hijas, Esclavos de la Virgen Niña. Formados
con un espíritu de sencillez, como se necesita para vivir rendidos de juicio, con la cabeza
enteramente doblado y puesta bajo la planta de la Divina Niña.
Como en la cabeza reside toda la soberbia del hombre, por eso los Esclavos han de vivir
muy humillados siempre. Y para saberse humillar y conseguir esa humildad tan encantadora, que
es la que hace santos a los sabios y a todos los hombres, necesitan tener mucha dulzura, porque
quien es dulce con facilidad se hace humilde, mientras que el duro jamás llegará a serlo, nunca
querrá humillarse, no tolerará verse despreciado y, por consiguiente, no llegará a ser Esclavo.
Le pediremos a Nuestro Señor Sacramentado la bendición, en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

34
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

El amor a Dios y a las almas que exige Nuestra Esclavitud

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión, llorando mis pecados de
sacerdote, en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas donde nací a la
vida religiosa e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I

 Considera de donde ha nacido este deseo de esclavizar a la propia voluntad y entonces


conocerás mejor la grandeza de la obra que Dios ha puesto en tus débiles manos. El amor
divino es la causa y el fin que determina a la Esclavitud a la más perfecta sumisión de la
propia voluntad.
 El amor a las almas exige la sumisión a los sacerdotes que las apacientan; el amor a la
santificación de los sacerdotes hizo natural y sencilla la sumisión a los Obispos y el amor
a éstos nos hace estar siempre obedientes hasta la muerte a la soberana voluntad del Señor.
Punto II

 Si son exacta medida del amor los sacrificios que se hacen por lo que se ama, cierto es
que el mayor sacrificio debe ser medida del mayor amor.
 Luego si hacemos de veras el sacrificio de la propia voluntad, como la Esclavitud exige,
o fruto es del extraordinario amor que ya existe en el corazón o prenda del que hemos de
adquirir.
Punto III
 Ve por qué, hija de mi amor, es la Esclavitud; ve por qué nunca me ha llamado la atención
cuando he oído decir a nuestras hijas que la Esclavitud ha de formar una nueva generación
de santos, más santos que todos los santos.
 Tú lo has dicho con ese instinto especialísimo que te caracteriza para penetrar las cosas
divinas; yo espero que así sea, porque así debe ser.

35
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 Señor, que has querido en todo tiempo probar el verdadero amor con la verdadera
obediencia, haz que la obediencia a los que legítimamente te representan en tu santa
Iglesia sea siempre el norte de mi rumbo y el áncora de mi salvación.
Propósito
 Jesús mío, hazme obediente.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—El reloj sin maquinaria.—Los santos con apariencia exterior solamente.—Por qué se necesita
paciencia para santificar a las almas.—La inconstancia del hombre.—El atractivo que Dios nos ha
puesto para perseverar en el amor de la Niña.—Los santos en la Esclavitud.—Cómo hemos de
arrebatar el cielo.—Cual es la moneda para comprar la santidad.—Su valor.—La voluntad rendida
a la Divina Niña.—Las luchas que cuesta el vencimiento.—Cómo nos turba el demonio
impidiéndonos la santidad.—Nunca hiere con nobleza Satanás.—Mi petición para Vds.—Amor y
devoción; obediencia y sacrificio; dulzura y alegría.—Necesidad de ser dulces.—La dulzura que
a mí me falta.—Cómo debe ser un director espiritual según la Teología mística.—Esos modelos
son muy raros.—Yo sólo he encontrado uno en nuestro Padre.—Donde residen la cólera y la ira.—
Las almas que yo necesito. Lo que pienso cuando las veo pichicatas.—Los servicios por salario y
los servicios por amor. El reloj de nuestro corazón.—Cómo ha de andar una comunidad.—Cada
esclava debe ser un reloj fijo en el Sagrario.—Las Lágrimas al pie del Sagrario.—Cómo deben
pedir oración y santidad.—Los que quieren ser santos sin trabajos tienen un corazón mezquino.—
Las cadenas con que estamos atadas.—En qué consistirá la vida contemplativa entre nosotros.—
Los corazones en la Esclavitud.

Así como un reloj que nada más tuviera la carátula, las manecitas y una caja muy hermosa
no serviría de nada si interiormente no tuviera una máquina que hiciera mover esas manecitas, y
que anduviera con toda regularidad para marcar las horas con exactitud, lo mismo le sucedería a
un alma que queriendo caminar a la santidad, no tuviera de ella más que la forma exterior y en su
corazón no existiera el amor, que es el que da ese deseo de sacrificio y de vencimiento, que es el
que forma los santos.
Ayer pensaba yo que realmente se necesita mucha paciencia para llegar a santificarse y,
todavía más, para santificar a las almas. ¿Saben por qué? Porque el hombre por naturaleza es
voluble, es inconstante, no siempre tiene ganas de hacer lo mismo.
¡Cuántas veces nos ha pasado ver a una persona muy dada a Dios, que reza, que se
confiesa y comulga, que no habla más que de cosas santas, y sin embargo al verla tan
entusiasmada, hoy, sin querer, nos viene este pensamiento: lástima que ahora esté tan bien

36
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
dispuesta, y tal vez mañana se resfríe y vuelva a abandonar todo lo que ahora practica con tanto
gusto!
¿No es cierto que así lo han pensado Vds. alguna vez? Por eso ven que a nosotros Dios
Nuestro Señor, compadecido de nuestra debilidad porque todos somos iguales y, si nos dejara un
momento, no tendríamos fortaleza para perseverar por mucha gana que tuviéramos, nos ha puesto
en el camino que hemos emprendido de la Esclavitud algo que nos llame la atención, que nos robe
el amor de nuestro corazón, para sacrificarnos por ese amor, puesto que no hay mayor encanto
que sacrificarse uno por el objeto amado y demostrarle de esa manera cuanto se le ama.
¿Y saben cuál es ese algo? La Divina Niña, la Santísima Virgen pequeñita, la chiquitita
encantadora, la Inmaculada desde su primer instante que, con el nombre de Divina Infantita, nos
ha sido dada por Dios Nuestro Señor para que la veneremos, para que nos consagremos a Ella de
todo corazón y su amor sea el que nos aliente y nos sostenga en la vida de luchas y sufrimientos
que llevamos, y que nos ha de hacer santas.
Sí, hijas mías, dice nuestro Padre en su meditación que los santos en la Esclavitud han de
ser muchos, generaciones enteras, y tan grandes, tan extraordinarios, que superen a todos los
demás.
El cielo está a nuestra disposición porque Dios lo ha hecho precisamente para los santos,
pero tenemos que arrebatarlo a fuerza de actos heroicos de sacrificio, ya lo saben. Por eso les
decía yo que hay que revestirse de paciencia para hacerse santo, porque cuestan muy caros los
sacrificios. Son la moneda con que hemos de comprar la santidad. Y esa moneda vale mucho
porque los vencimientos duelen, los trabajos cansan, las injurias lastiman, los golpes con que
tenemos que formarnos también son dolorosos. Yo les aseguro que hasta la madera de que se
forma una estatua de santo, si pudiera sentir, lloraría y se quejaría a cada golpe que recibe con el
cincel y el martillo para tomar la forma que el escultor quiere darle.
Si queremos de veras hacernos santas, le hemos de dar a la Divina Niña lo más rico que
tenemos que es nuestra voluntad. Esa voluntad que ha estado acostumbrada a darse gusto en todo,
a que no se le contraríe en lo más pequeño, a ser la reina y la señora para gobernarlas a su antojo,
y también a mí, porque, ¡no vayan a creer que yo me excluyo! No, hijas mías, todas tenemos
defectos y nunca trato yo de eximirme de la corrección cuando las corrijo a Vds.
Pues bueno, esa voluntad es la que principalmente debemos entregar bien atada, para
sujetarla por completo, para obligarla a que constantemente se contraríe; de tal manera que si, por
ejemplo, estamos a gusto en un lugar y no queremos pararnos de allí, en el momento mismo,
haciendo un vencimiento, nos paremos diciéndole a la voluntad:
 Tú bien quisieras quedarte aquí porque sientes comodidad, ¿no es cierto? Pero como yo no
estoy para darte gusto, por eso, te contrarío.

Si, por ejemplo, tienen muchas ganas de ir a hacer buñuelos, supongamos, le vuelven a
decir:
 ¿Eso te agradaría? Pues voy ahorita mismo a hacer cualquiera otra cosa menos lo que tú tengas
gana.
Si es hora de trabajo y se sienten con deseos de descansar, y no hacer nada, también le
dicen a la voluntad:

37
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Vamos a donde nos llama el Reglamento aun cuando no ten gas gana, porque yo sé que
contrariándote en todo, adquiero méritos y sólo así llegaré a poseer las virtudes que me han de
hacer esclava.

Si están escribiendo en máquina y las mandan por un lápiz que está en la otra pieza, y la
voluntad quisiera decir, ¿por qué no lo traes tú?, no hay que hacerle caso, sino pararse de buena
gana a hacerlo porque en la obediencia ciega y pronta a todo el que nos mande, está el sacrificio,
y ese nos hará verdaderas esclavas.
Por supuesto que no esperen nunca que esos vencimientos los han de hacer sin que les
cueste trabajo, contrariedades y luchas, sobre todo porque el demonio no duerme, hijas mías, y
basta que Vds. digan:
 ¡Quiero ser santa!
Para que él, con todo empeño conteste:
 ¡No lo serás!
Y les presente cuantas dificultades encuentre para turbarlas, para desanimarlas, para
interrumpirles el paso.
Por eso, ¡cuídense mucho!, porque está deseoso de estorbarles la santificación. Y no crean
que ha de venir con nobleza a desafiarlas, ni a presentarse de frente para que se defiendan de él y
de sus ataques. Eso no, sino que vendrá traidoramente a ver como las hiere, con toda alevosía,
con premeditación y ventaja. Por eso hay que estar alerta siempre y no darle cabida al pensamiento
más insignificante que pueda ocasionarles turbación, porque desde el momento en que Vds. lo
alimenten ya están perdiéndose y expuestas a caer en las tentaciones que, con toda astucia, les ha
de poner.
Ayer en la oración, acordándome de todas Vds., le pedía yo a Dios que les concediera
devoción, sacrificio y alegría. Eso fue lo primero que le pedí, pero luego pensé que eso no les
bastaba, porque de nada sirve un exterior que parezca muy lleno de devoción si el corazón es
como un volcán de pasiones que no saben vencer. Y entonces pedí para cada una amor y devoción
que les diera recogimiento interior y gracia para vencerse. Obediencia y sacrificio, porque no vale
el sacrificio por sí solo lo que puede valer unido a una perfecta obediencia. Y pedí también dulzura
y alegría, porque pensé: ¿para qué quiero ver en ellas caras alegres si no saben tratar con dulzura
a los que las rodean?
La dulzura es una virtud indispensable y en la Esclavitud no se puede prescindir de ella,
porque ya saben que es la que ha de cautivar a las almas. Vi también que yo no soy todo lo dulce
que debiera, porque si en lo general tengo dulzura para tratar a las personas, la pierdo cuando
corrijo, y eso no lo debo hacer. Necesito aprender a corregir las faltas con suma dulzura, porque
sólo así se suavizan las almas y se les lleva sin sentir al sacrificio.
En ese libro de la Teología Mística lo vi muy claro en la pintura que hace de cómo debe
ser un buen director espiritual y la dulzura incomparable que debe tener para conducir a Dios a
todos los que se le acerquen, pero siempre con mucha suavidad, llevándolos casi sin que se den
cuenta, sin que les cueste trabajo. Ese modelo es, por desgracia, tan raro que yo les aseguro que
sólo en nuestro Padre lo he encontrado.

38
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¡Pues bueno!, ya que Dios Nuestro Señor, por su bondad infinita, nos ha dado a nosotros
ese tesoro que no tiene precio, como es el tener un director espiritual como nuestro Padre, y ser
sus hijas, ¿no querrán Vds. tomar su espíritu y procurar imitarlo? Sí, hijas mías, suavícense, sean
muy dulces para tratar a los demás, y así verán cómo llegan a tener oración, porque para lograrla
se necesita tener mucha paz en el interior.
Leía yo también en esa Teología que la cólera reside en el cuerpo y la ira en el alma; que
son dos pasiones que se comprenden muy bien y siempre tienden a unirse, y que las personas
irascibles son muy difíciles de llegar a tener oración. Es casi imposible que quien tiene un carácter
arrebatado y violento logre esa oración contemplativa.
Parece que quiero hablarles más alto y que me aparto de donde debiera, pero no, hijas
mías. Puede haber entre Vds. alguna, o alguno, que sienta en su alma deseos de perfeccionarse y
de subir poco a poco en el camino de la oración, y por eso les hago ver lo que se los impide. Yo
quiero encontrar en Vds. almas grandes, valientes, decididas al sacrificio por el amor a la Divina
Niña, dispuestas a pasar cuantas penas y trabajos les mande Dios Nuestro Señor, pero también las
quiero dóciles, apacibles y llenas de dulzura. Por eso, cuando las veo disgustadas, que se apartan
de la Comunión, y con toda tranquilidad la dejan diciendo:
 Ahora no comulgo porque sentí coraje y no me pude vencer

Las veo tan pequeñas y tan pichicatas que no las considero hijas de la Santísima Virgen,
ni que puedan ser capaces de hacer un sacrificio pequeño por Ella.
A esas no las llamo yo hijas, ni parientes, ni nada mío, ni tampoco de nuestro Padre.
Cuando no quieren aprovecharse de los consejos que reciben, cuando todo lo desprecian y se
cansan de cualquier cosa, me acuerdo de las criadas que sirven por paga y que siempre ajustan al
salario sus servicios diciendo:
 Tanto me pagas, tanto trabajo. Y una vez que he cumplido con mi obligación no tienes derecho
a exigirme más.

¿No es cierto que así sirve el que está pagado? Entre Vds. tal vez haya alguna que haya
servido. Pregúntenle Vds. cómo hacía esos servicios y verán como tengo razón en lo que les he
dicho. Ahora, quien trabaja por puro amor es otra cosa. Ese se sacrifica y se mata por demostrar
que ama a quien sirve y darle pruebas de ello.
¿Cómo le decimos nosotros a una persona que la amamos? Sufriendo por ella,
ahorrándole penas, sacrificándonos por ese amor, ¿no es cierto? Pues si queremos amar con locura
a la Divina Niña, si Ella ha de ser la que reine en nuestros corazones, no le estemos ajustando
cuentas ni regateándole sacrificios. Vamos a rogarle que interceda con Dios Nuestro Señor para
que le ponga máquina al reloj de nuestro corazón, pero también es necesario que nosotros
pongamos cuanto esté de nuestra parte para que camine con toda regularidad, porque si no le
damos cuerda más que un día y luego lo dejamos parado, se irá entorpeciendo poco a poco, hasta
que llegue un día que no funcione, porque el aceite que Dios Nuestro Señor le ha puesto para
suavizarlo y para que todas las ruedas caminen bien, todas engranando unas con otras, se ha
resecado y las ha endurecido.
Una comunidad, hijas mías, también ha de caminar como un reloj, de manera que la
encargada de cada oficio tiene que trabajar sin parar, porque si se atrasa ella, atrasará a toda la

39
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
comunidad. Si la cocinera dilata el servicio de las comidas un cuarto de hora, parece que no quiere
decir nada y, sin embargo, ese cuarto de hora basta para entorpecer todo lo demás, ¡no me lo
negarán! Si la campanera descuida la campana y toca la hora veinte minutos después, también
entorpecerá a toda la comunidad. Si la mandada no se va a tiempo y dilata los mandados, sucederá
lo mismo, y se interrumpirá el orden de la comunidad, porque hagan de cuenta que cada una, en
lo que tiene que hacer, es como un eje sobre el cual se mueven todas las demás.
Con que ya saben que todas hemos de ser un reloj, pero un reloj bien atendido que no le
falte cuerda, que siempre esté limpio y arreglado para que no se atrase ni un momento, porque
nos hará mucho perjuicio si lo tenemos parado o consentimos que ande como quiera. Acuérdense
siempre del versito aquel que compuso una monjita y que dice así:
Reloj de la Eucaristía
he puesto a mi corazón,
porque siempre está apuntando
para el centro del copón.
Pero es reloj especial
que nunca miro parado,
porque la cuerda que tiene
se la da el objeto amado.
No se les olvide. De modo es que siempre hemos de tener nuestro corazón dirigido al
Sagrario, porque dentro del copón está depositado el Dueño amoroso de nuestras almas, el objeto
de nuestros amores.
¿Quién es ese Dueño amado? Jesús en el Sacramento. ¡Y para Él han de ser todos nuestros
sacrificios! Sí señor, sólo para Él. Para que de esa manera le estemos demostrando constantemente
que lo amamos, que no queremos otra voluntad que la suya, que vamos a matarnos por las almas
en la vida que Él nos pide. Y como recompensa a nuestros trabajos, nos hará gozar de las dulzuras
de la contemplación. Pero ya saben cómo hemos de alcanzarla, a fuerza de humildad, conociendo
nuestra profunda miseria y, puesto que tenemos tanta debilidad pero al mismo tiempo tenemos
lágrimas que derramar al pie del Sagrario, vamos a llorarle a Dios Nuestro Señor sin descanso,
diciéndole:
 ¿No te dará pena, Señor, el ver que no soy santa? ¿Será posible que me dejes ir sin darme
siquiera algo de santidad, luces para ver cada día más clara mi miseria, fortaleza para vencerme,
energía para levantarme en mis caídas? Yo no me apartaré de tu presencia, a toda hora me
tendrás aquí, no para reconvenirte, no para ajustar cuentas contigo diciéndote que vengas, que
yo lo sienta, que mi oración sea como yo quiero y a mi gusto, no, Señor, no te diré eso, pero sí
te importunaré sin descanso para que de la manera que Tú quieras, pasando por los trabajos
que te sean gratos, tolerando las privaciones que tengas a bien mandarme, me des unión contigo,
y oración que me lleve a la santidad.
Así es como han de pedirle a Dios Nuestro Señor. Pero no le pidan pruebas, ni le pongan
condiciones, porque eso no es de almas sacrificadas sino de corazones mezquinos que quieren ser
santos, sí, pero con una santidad que no les cueste trabajo, con una santidad como ellos la quieren
y no como la pide Dios.

40
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Postradas en la presencia de la Divina Niña le vamos a rogar de todo corazón que Ella
nos lleve con nuestro Señor Sacramentado, y allí nos deje, diciéndole que somos suyas, que nos
tiene encadenadas, que ha esclavizado por completo nuestra voluntad y que las cadenas con que
nos tiene atadas son de puro sacrificio y amor. Que también queremos encerrarnos con Él en el
Sagrario para no salir de allí. No para tener solamente una vida contemplativa, puesto que no es
eso lo que nos pide ni lo que quiere de nosotros, pero sí para trabajar con todo celo por las almas,
unidas siempre con Él, teniéndolo presente, sin apartarnos un momento de su amor y su presencia,
para que, de esa manera, siempre tengamos fe, confianza, dulzura y misericordia,
Y así caminemos seguras, aprendiendo cómo hemos de practicar el amor, cómo, si ahora
sentimos rebelde nuestro corazón para amar a los que nos aborrecen, poco a poco, con la unión
suya, se vaya suavizando y llegue a estar pronto a perdonar las injurias y a olvidarlas, de tal
manera que no les parezca duro tener que darles una demostración de amor a nuestros enemigos,
porque así han de ser los corazones cuando en ellos reine la verdadera Esclavitud y el amor a la
Divina Infantita.
Le pediremos la bendición a Nuestro Señor Sacramentado, en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

41
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Obediencia práctica de la Esclavitud

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión, llorando mis pecados de
sacerdote, en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas donde nací a la
vida religiosa e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I

 Para que el ánimo se penetre bien de que la obediencia práctica que ha de profesar la
Esclavitud, es la más perfecta, recuerda, hija mía, que ninguna Religión abraza el voto de
no mandar, que han de hacer entre nosotros los Esclavos todos, y las Esclavas
Sacramentadas entre las Esclavas.
Punto II
 El Esclavo por consiguiente, si nunca ha de mandar, siempre ha de obedecer; y en todo
lugar ha de obedecer; a todos ha de obedecer, compaginando el mandato de los unos con
los de los otros.
 Por ejemplo, el Esclavo obedecerá incondicionalmente al Papa.
 Obedecerá la Santa Regla aprobada por el Papa, y al Obispo en conformidad con la Regla,
al Párroco, no oponiéndose a lo mandado por el Sr. Obispo, y a todos los hombres,
siempre que no nos manden, rueguen o exhorten que hagamos algo que contraríe
cualquiera de las prescripciones de los anteriores, y en el estricto foro de la conciencia, y
para lo que se refiera al espíritu de la Esclavitud, obedeceremos al P. Espíritu.
 Todo este es el alcance de nuestro voto de obediencia. En verdad que es lo supremo de la
obediencia.
Punto III
 Si es, como acabas de ver, lo supremo de la obediencia, también es el más agradable de
todos los sacrificios, pues el orden en los sacrificios es éste: Menor, el que sacrifica las
cosas exteriores, las riquezas, a que se refiere el voto de pobreza, medio, el que sacrifica
los bienes del cuerpo, a los que afecta el voto de castidad, y mayor, el que se ofrece de
los bienes del alma, entre los cuales los mejores son los de la voluntad, a los que se refiere
el voto de obediencia.

43
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Ahora bien, dentro de cada voto puede haber mayor o menor perfección, según que el
sacrificio se haga más o menos perfectamente; hemos dicho que la Esclavitud alcanza lo
supremo de la obediencia, luego alcanza la más alta perfección. Y esta alteza de
perfección que tanto desprecio de sí mismo exige de los Esclavos, es en último resultado
una cuestión de hecho; pues hasta ahora lo que más se atrevieron a hacer las
Congregaciones Religiosas, fue el 4.° voto de obediencia al Papa.
Afectos
 Señor, ¡qué admirable es que el hombre tan desenfrenadamente por lo general, amante de
su voluntad, quiera someterse a todos por amor tuyo! Danos tu amor, Señor, para que por
él todo lo podamos.
Propósito
 Adquirir este espíritu de obediencia.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Perfección del voto de nunca mandar.—Por qué no a todas nosotras nos lo prescribió nuestro
Padre.—Cómo vamos a obligarlo a que lo prescriba.—Las Hermanas mayores.—Su modo de
ocupar el puesto sin ser superioras.—El respeto que les deben tener las otras hermanas.—Cómo
quiere nuestro Padre que sean las Sacramentadas.—La que no tuvo de Sacramentada más que la
toca.—Lo que yo pensaba de servir a las Iglesias.— Lo que le decía yo al P. López.—Los apuntes
de nuestro Padre.—Fue permisión divina nuestra unión.—La Esclavitud y su Reina.—Nuestro
Padre vino a enseñarme a formarle servidumbre a la Reina.—El traje de Reina que lleva la Divina
Niña.—Por qué no está envuelta ni tiene falla como los niños.—Lo que representa el velo.—Por
qué tiene libre las manecitas y con cetro.—Lo que hemos de pedir a la Niña y lo que hemos de
agradecerle.— Gracias al Niño Jesús.

Hoy vamos a hablar del voto de obediencia que, según dice nuestro Padre, ha de ser el
mayor que hagamos en la Esclavitud. Ese voto de nunca mandar que tienen obligación de hacer
los Esclavos todos y, entre nosotros, según la idea de nuestro Padrecito, sólo les obliga a las
Esclavas que han de llamarse Sacramentadas, y qué, seguramente, no lo prescribió él para todas
porque no nos consideró capaces de llevarlo a cabo por esa propensión con que nacemos las
mujeres de querer mandar a todas horas y a cuantos tenemos enfrente, y, Vds. perdonen pero es
la verdad, es, en la obediencia, lo más perfecto que puede haber. De manera que quien se hace
obediente a ese grado, no puede dudar que alcanzará lo sumo de la perfección.
¿Y qué les parecería a Vds. que nosotros nos propusiéramos no dejarnos aventajar en
obediencia ni por los Esclavos ni por las Esclavas Sacramentadas, sino que también nos

44
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
hiciéramos el ánimo de no mandar jamás, y desde luego comenzar a ejecutarlo, para que así
sorprendiéramos a nuestro Padre y lo obligáramos a que también para nosotras prescribiera ese
voto en la Regla, mirando que lo solicitábamos no de palabra, sino con los hechos, puesto que
podríamos probarle que éramos capaces de sostenerlo, mirando él que lo habíamos llevado a la
práctica? ¿De qué manera?
De ésta. Que las que ocupen los cargos de hermanas mayores, no por eso se consideren
superioras de las demás, para que así no manden nunca como inferiores a las que tengan a su
cargo, sino que, sencillamente, sean como las vigilantes de todo, las encargadas de que se
conserve el espíritu y el orden. Y las otras, por su parte, las respeten como a un superior, pero sin
sentir sobre ellas el mandato de quien las mandó.
Es el medio de que pueden valerse las que se resistan a ocupar el puesto de hermanas
mayores para no serlo, y poder romper el papel donde esté escrito ese título; quiere decir que
cumplirán con todo lo que se les haya encomendado, cuidarán de cuanto tengan a su cargo, tendrán
encima todos los trabajos. Las demás recurrirán a ellas para preguntarles, para consultar lo que
quieran, porque Vds. comprenden que es fuerza que haya alguna que haga cabeza porque, si así
no fuera, las hermanas no sabrían a qué atenerse y resultaría que cada una acabaría por vivir
haciendo su voluntad, y eso no sería posible. ¿No les parece?
Pero, a su vez, esas hermanas mayores vivirán sujetas y nunca considerarán como
inferiores suyos a las otras, ni darán una determinación sin consultarla.
¿No les parece que es encantadora la obediencia practicada de esta manera? Y como ha
de practicarse por puro amor, por eso mismo, se nos facilitará, y la Divina Niña hará que nos
parezca dulce y llena de suavidad, como todo lo que hacemos por Ella con el fin de agradarla.
Nuestro Padre quiso imponerles ese voto a las Sacramentadas porque él pensó en ellas
como en unas almas dedicadas exclusivamente al servicio de los Sagrarios y de todo lo que
directamente tuviera que ver con Jesús Sacramentado. Por eso les dio ese nombre. Con el objeto
de que fueran como novicias perpetuas que jamás dejaran el noviciado, que vivieran en un retiro
constante, Sacramentadas con Dios Nuestro Señor, consagradas a cuidar de todo lo suyo y a llevar
al mismo tiempo una vida de trabajo y sacrificio, unida a una continua oración, para ofrecerse
como un holocausto, como víctimas del amor a Jesús en el Sacramento.
Ese es el pensamiento de nuestro Padre, y es muy hermoso, no cabe duda. Lo que sucede
es que todavía nosotros no hemos visto una Esclava Sacramentada, porque la monjita que tuvimos
con ese nombre y que se murió, Vds. saben que de Sacramentada no tuvo más que la toca. La
pobrecita sería muy buena, no digo lo contrario, pero hay mucha diferencia entre ser buena y tener
impregnada en el alma el espíritu de la Congregación, y ese, desgraciadamente, nunca lo tuvo.
Por eso es que todas Vds., al oír decir Sacramentadas parece como que no les gusta, pero,
ya verán cuando lleguemos a ver una verdadera Esclava Sacramentada que sepa cumplir con sus
deberes, que lleve bien grabado en su alma el espíritu de la Esclavitud, que viva anonadada
constantemente y sepultada en vida en el Sagrario, sin ver a nadie, sin tratar con persona alguna,
sin hablar con los demás, ¡qué encanto darán esas almas!
Así las quiere nuestro Padre, que no vuelvan a recibir visitas, que ninguno de su casa vaya
a verlas, que desde el momento de su profesión hagan de cuenta que murieron realmente para el

45
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
mundo porque desde ese momento sólo servirán para Dios, para vivir en Dios y por Dios, sin
dejar por eso de trabajar en todo lo que tengan a su cargo.
Pues, bueno, yo sin pensar siquiera en que llegaría a formar una Congregación, sin saber
ni cómo podría hacerlo, tenía sin embargo este pensamiento: que todo lo que sirviera para Nuestro
Señor estuviera siempre muy limpio y arreglado. De manera que al P. López, que ahora viene a
confesar a las niñas, le contaba yo desde entonces lo que pensaba hacer. Y, me acuerdo que cuando
se formó el Asilito de niñas, no tuve otra ilusión sino que ellas más tarde tuvieran a su cargo esas
cosas de las iglesias y se ocuparan de servir a las Parroquias, de proveerlas de ropa limpia, de
hacer las hostias, para que todo lo de Dios fuera hecho con amor y cuidado.
Yo le decía a ese P. López que aquellas niñas aprenderían a hacer hostias con mucha
limpieza, que yo tendría una pieza dedicada a guardar la ropa de las iglesias y que todo se
cambiaría muy seguido para tenerlo siempre albeando.
Y él entonces me decía:
 Una empresa que lleva tan buen fin no puede menos que agradar a Dios, y El la favorecerá para
que prospere.

¡Pueden preguntarle a él mismo y verán cómo así me decía! Después, cuando yo vi en las
hojitas de apuntes de nuestro Padre que él hacía siete años que tenía pensado lo mismo, fue cuando
comprendí que era permisión divina el habernos conocido, porque su alma estaba hecha por Dios
para embonar en la mía, y que la mía estaba formada para la suya, y por eso Nuestro Señor nos
había reunido.
Y, realmente, hijas mías, no podemos negar que estábamos hechos el uno para el otro;
que él tenía impregnada en su alma la Esclavitud y la había recibido de la mano de Dios desde
mucho tiempo antes de conocerme, de manera que primero le dio la idea de la servidumbre de
una Reina que yo tenía en mi poder hacía veinte años. Yo tengo delirio por esa Niña, por esa
Reina. Y toda mi delicia está cifrada en que la amen con locura, pero nuestro Padre vino a
enseñarme cómo había de formarle su servidumbre haciéndome ver que no había yo de buscarle
simples devotos, ni puras dádivas materiales; que tampoco las niñas del Asilo serían las que la
amaran y se ocuparan, como yo quería, de atender los Sagrarios y de fabricar hostias con sus
manos sucias, sino que habíamos de formarle hijas que embriagadas en el amor de esa Niña
encantadora, se supieran sacrificar por Ella. Y esas hijas serían las que se consagraran también al
servicio de Jesús Sacramentado.
¡Y todavía hay quien dude que nuestra unión está hecha puramente por Dios Nuestro
Señor! Con que ahora, vamos a ver, ¿están dispuestas todas Vds. a vivir sacrificadas por el amor
de esa Niña chiquitita, de esa Reina Inmaculada, de ese encanto de nuestras almas? Si así lo
quieren, es preciso que vivan anonadándose, siempre llenas de mansedumbre y suavidad,
haciéndose niñas, para que resulte una servidumbre adecuada a la Reinita que nos ha dado Dios
Nuestro Señor, y que con todo y ser tan pequeñita está ya vestida con el traje propio de una Reina.
Así ha querido presentarse al mundo, con ese traje se le dejó ver a aquella monjita Magdalenita
cuando se le apareció el día de los Santos Reyes, acostadita y oscilando en el aire.
A pesar de Ser recién nacida, no tiene esa envoltura propia de los niños pequeñitos ni las
manecitas atadas, porque ya desde esa edad se deja ver como una Reina, con el cetro entre sus

46
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
manos y teniéndolas libres para repartir desde tan pequeñita gracias y misericordias. No le abriga
una falla su cabeza, sino que se la cubre un velo finísimo para decirnos que bajo ese velo que
representa su pureza virginal, nos ha de abrigar a todos sus hijos, y que en esa angelical pureza
había de envolver a todas las almas que quisieran ponerse bajo su protección. De modo es que,
aun cuando a algunos les llame la atención y les parezca impropio el vestido de la Divina Niña
porque no la tenemos entre pañales, ese es el traje que debe vestir porque Ella lo ha querido, y
por eso no se le apareció a esa leguita ni con falla, ni con ninguna envoltura; tampoco la vio con
manto, sino solamente con ese velo que cubre su cabecita, y teniendo sobre ella la corona de
Reina.
Así es como hemos de venerarlas todas las Esclavas y también así la enseñaremos al
mundo para convencerlo, para que se persuada que Ella reinará algún día en ese mundo que ahora
no quiere rendirse y que, para que llegue a hacerlo, necesitamos conquistarlo a fuerza de dulzura
y sacrificio y por medio del Rosario. Por eso todos los Esclavos y las Esclavas tenemos la
devoción de rezar todos los días la Hora de quince Misterios, porque con Ella pasaremos todos
los puentes, salvaremos todas las dificultades y atravesaremos firmes por todos los obstáculos que
se nos presenten, para llegar nosotros y llevar a las almas al amor de la Divina Infantita.
Postradas en la presencia de la Divina Niña le pediremos y le daremos gracias. Le
pediremos perfección en la obediencia para saber cumplir el voto de nunca mandar que nuestro
Padre tiene prescrito en su Regla para los Esclavos, y en la nuestra para las Esclavas
Sacramentadas solamente, pero que nosotras deberemos hacer también porque no es justo que nos
privemos de esa gracia. Ese voto podremos practicarlo siempre que tengamos verdaderos deseos
de considerar a todos los que nos rodean como superiores nuestros, de manera que, dándoles ese
derecho de superioridad a los demás sobre nosotros, nos consideraremos como inferiores siempre,
como las últimas. Y teniendo ese concepto, viviremos obedeciendo continuamente, sabremos
anonadarnos para hacernos santas, porque sólo así lo lograremos.
Ya saben que en la Esclavitud no se ha de alcanzar la santidad más que de esa manera.
Así es que no formaremos nunca santos a golpe de martillo, sino con la fuerza de las
humillaciones. Le daremos gracias a la Divina Niña por haberle dado a nuestro Padre el tesoro
tan grande que le dio con la Esclavitud que había de ser para Ella, para formarle su servidumbre,
para que de esa Obra tan hermosa nacieran los vasallos de los que Ella iba a ser Reina. Le daremos
gracias también al Niño Jesús porque permitió que el 25 de diciembre, cuando Él acababa de
nacer al mundo, tuviera nuestro Padre la luz de Dios para consagrarle toda la Esclavitud a su
Madre Santísima pequeñita, porque quería que a Ella amaran los corazones desde chiquitita y que
así fuera la Reina Inmaculada de los Esclavos. Y luego, el día l de enero, en un día que también
se le consagra a Él porque es festividad suya, quiso que la Divina Niña se me presentara llena de
alegría de la mano de nuestro Padre para presentármelo como su Esclavo diciéndome:
 ¿Acaso no sabes que ya tengo mi José de la Divina Infantita?

Por todos esos favores le daremos las gracias y, sobre todo, por habernos escogido para
sembrar en nuestros corazones la semilla de la Esclavitud. Le pediremos a Nuestro Señor
Sacramentado la bendición para todos nosotros, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén.

47
.

48
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Humildad de la Esclavitud

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión, llorando mis pecados de
sacerdote, en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas donde nací a la
vida religiosa e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I

 Y si el amor de Dios y de las almas, fuerte como la muerte, de llevar a la más alta
perfección, preciso es que la veamos cavándose los más profundos cimientos. Y en efecto
se los cava; pues así como la obediencia es evidente testimonio de amor, no lo es menos
de humildad; por esta razón los maestros de la vida espiritual, llaman a la obediencia
humildad práctica; pues el que obedece a otro, ha de despreciar ordenadamente su propio
juicio y voluntad, para sujetarlo al que manda.
Punto II
 Y más te convencerás de que es así, mi buena hija, si recuerdas lo que a este fin dicen los
Doctores con Santo Tomás, y es que el último y más perfecto grado de humildad, es hacer
la voluntad de Dios; de modo que toda humildad nos lleva a obedecer.
Punto III
 Por lo que hemos de aprender que lo supremo de la obediencia exige lo ínfimo de la
humildad, por esta razón no quiso el Señor que nos llamáramos menores, ni mínimos,
sino ínfimos, esto es, Esclavos; porque ya más despreciable que ellos nada se encuentra
entre los hombres. Solamente Jesús Eucaristía, porque ha podido darse vida apareciendo
cosa.
Afectos
 Señor, vivir más despreciado para mejor aprender a ser Esclavo.
Propósito
 Ser verdadero esclavo de todos los hombres.

49
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—La humildad perfecta.—Por qué nos parece difícil.—Cómo se necesita estudiar para llegar a
practicar cualquier cosa con perfección.—El principiante de piano y las piezas de grandes
autores.—La Humildad práctica.—Las monjitas del Templo.—La persona de genio fuerte a quien
tienen que tolerar.—Lo que deben hacer cuando las trate mal.— Todo lo que practica quien
obedece un mandato duro y dado con aspereza.—Las del Templo tienen más facilidad de hacerse
Esclavas.—El pago de sus servicios.—La recompensa de sus trabajos.—El salario que nos
corresponde.—Las Esclavas no tenemos derecho ni de rogar que nos confiesen.—Huyen de
nosotros como de la peste.—Nadie se compadece de nuestras pobres almas.—Nuestro Padre está
lejos.Cómo remedia Dios esa necesidad.—A todas les obliga conservar el mismo espíritu.—Las
que viven lejos de mí no deben pensar que no están unidas.—La unión de nuestro Padre y mía
aunque vivamos separados.— El mayor sacrificio es la mayor unión.—La reyerta del amor que se
sacrifica por Dios.—La unión íntima de las almas por separadas que estén.—Cuales de Vds. son
las más unidas a mí. Por qué los padres dejan que sus hijos comiencen a andar solos.—Cómo
andan las que viven a mi lado y cómo las que están lejos de mí.—Lo que busca Pepa entre las
vigas.—Las cosas pequeñas.—La encargada de la Sacristía.—Las que cuidan a las niñas.—El aseo
del Templo.—El que ama no se aparta de !o que puede darle el amor que busca.—El uso de la
pizarra.—El mérito del vencimiento unido a la obediencia.—Nuestro molde y modelo.—Porqué
profesaron Vds.—Yo todavía las tendría en el noviciado.—Cómo iremos a acostarnos después de
un día de lucha y sacrificio.—Las cadenas y el traje no nos hacen Esclavas.— Empezar por lo
pequeño para llegar a los actos heroicos.

A nosotros nos parece la humildad practicada con perfección una cosa sobrenatural, pero
es porque nos figuramos que desde luego vamos a adquirirla y quisiéramos empezar hoy y ser
perfectas mañana, sin ponernos a pensar que eso no puede ser. En la vida todo tiene que estudiarse
mucho, porque solo así se llega a practicar y a dominar por completo aquello que se ha estudiado.
Si a un principiante de música, que apenas ha comenzado a estudiar el piano, le ponemos enfrente
una pieza de esas de los grandes autores que a cada paso tienen inmensas dificultades, ¿podrá
aquel que empieza vencerlas todas? Es imposible. Tiene que tropezar constantemente y no la
tocará bien.
Pues lo mismo sucede con la virtud. Es cierto que a medida que vemos a un alma que se
domina con facilidad, que sabe vencer sus pasiones, que en el mismo instante que recibe una
reprensión se humilla, la encontramos muy hermosa, se nos llenan los ojos de lágrimas y nos
parece que hasta es fácil humillarse, porque así pasa siempre que nos presentan algo bien hecho.
Mientras más bien hecho está, más creemos que es una cosa sencilla, que no tiene dificultades, y
que cualquiera puede hacer lo mismo y con igual perfección. Por eso cuando oímos tocar
admirablemente el piano pensamos que no cuesta trabajo y, en cambio, si el que toca va

50
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
trastrabillando a cada momento nos desanimamos y se nos figura que es una cosa muy difícil, que
tiene muchos obstáculos para llegar a vencerla.
Ahora vamos a estudiar cómo debemos poner en práctica esa obediencia perfecta, o, lo
que es lo mismo, esa humildad práctica que nos hará sujetamos a obedecer a otra persona
despreciando nuestra propia voluntad y rindiendo el juicio, como dice nuestro Padre, y por la cual
hemos de llevar el nombre, no de menores ni de mínimos, sino de ínfimos, es decir, Esclavos, que
es lo último de todo, porque nada hay tan despreciable como un esclavo.
Vamos a suponer, por ejemplo, que las monjitas que están en el Templo tengan que vivir
al lado de un sacerdote muy bueno pero de genio violento, y que las consecuencias de ese carácter
fuerte tengan ellas que sufrirlas recibiendo malos tratos, desprecios, palabras duras, porque trate
la persona a quien tienen que obedecer de dominarlas no con dulzura, sino con la fuerza. ¿Qué
deberán hacer en ese caso? Recordar a toda hora que son Esclavas, que tienen que vencerse
siempre, que su deber es vivir tolerando las humillaciones, tratando con mucha suavidad a quien
las trata mal, obedeciendo todos sus mandatos, dándole gusto, ejecutando con prontitud sus
órdenes para evitar que se disguste, y responder siempre con amabilidad y buena cara.
Yo les aseguro que el que obedece con gusto un mandato duro y dado con aspereza, no
solo está obedeciendo, sino que, en aquel acto de obediencia, practica además la humildad, el
vencimiento y la docilidad para rendir el juicio al ir a hacer una cosa que no es de su agrado y que
no le parece bien. De manera que no solamente es una virtud la que adquiere, sino tres: la
obediencia, la humildad y la docilidad de juicio.
Así es como llegan a formarse las Esclavas, y no de otro modo. Por eso es que las monjitas
del Templo tienen allí más facilidad de alcanzar la Esclavitud que en cualquiera otra parte, porque
constantemente tienen ocasión de ejercitarse recibiendo desprecios a cambio de sus servicios y
un trato duro como recompensa de sus trabajos de todo el día.
Pues si Dios Nuestro Señor ha querido, hijas mías, hacerles esa gracia de proporcionarles
los medios para vivir mortificadas y obtener la paga que a un esclavo le corresponde, después de
haberse sacrificado, que es como les decía yo el otro día, un desprecio absoluto, ¡díganme!, ¿por
qué quieren eximirse de ella y no le piden a Dios Nuestro Señor que les dé fortaleza para
aceptarla? ¿Qué mayor seguridad quieren tener de que la Divina Niña las reconozca por esclavas
que recibir el salario que les corresponde y, después de haberse esmerado en agradar por medio
de su trabajo, no encontrar un descanso a ese trabajo, ni otro consuelo que sentir sobre Vds. el
puntapié de la persona que han servido? ¿No saben que las esclavas no tenemos derecho para
nada, ni siquiera para suplicar que nos confiesen? Todos huyen de nosotras como de la peste, y
se apartan sin tenernos caridad, sólo por el hecho de ser Esclavas de la Divina Infantita. ¡Estamos
bien despreciadas, hijas mías!, a tal grado, que no hay quien se compadezca de nuestras pobres
almas.
¡Qué dura es nuestra situación! Y, sin embargo, Dios Nuestro Señor es tan generoso con
nosotros que, mirando que el Padre que nos ha dado no puede estar cerca ni ver por nuestras
almas, Él mismo les manda a Vds. la doctrina que necesitan valiéndose de una pobrecita criatura
como yo soy, llena de rudeza, porque pueden creer que muchas veces no sé ni siquiera lo que les
digo. Y al acabar la meditación, pueden asegurar que no conservo en la cabeza una palabra de lo
que les acabo de decir, de esa doctrina que es toda de Dios y que, por una gracia especial suya,
permite que la conserve en su imaginación la niña Angelina para escribirla después.

51
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Esa doctrina es la que Vds. tienen que aprovechar para tomar de ella el jugo que necesiten
y nutrirse de esa manera del espíritu de Esclavitud. Y eso no solamente crean que les obliga a las
que están a mi lado y viven cerca de mí, sino a todas las que son mis hijas, aunque vivan en el
Templo o en Coyoacán.
¿Piensan, acaso, que porque viven separadas no les obliga conservar a todas el mismo
espíritu? Al contrario, las que están lejos de mí son las que más deben esmerarse en conservarlo,
sin estar pensando que, desde donde están, no pueden tomar mi espíritu porque no me ven todos
los días ni viven cerca de mí, y, por consiguiente, no están unidas.
Entonces, según eso, Vds. pensarán que nuestro Padre y yo, porque estamos lejos y no
podemos vernos ni hablarnos, vivimos separados, y se equivocan. Más unidas están las almas
mientras mayor es el sacrificio, ya lo saben. ¿Cómo es posible pensar en la separación de nuestro
Padre y mía cuando cada uno se está sacrificando en donde Dios lo quiere, y esos sacrificios van
encaminados al mismo fin, que es trabajar por la Esclavitud?
Así es que él no tiene más afán que proporcionarle a la Obra Esclavos para que yo los
forme, y yo cifro todo mi empeño en sostenerle y formarle a sus hijas para que él las haga
Esclavas. Él, en todo, quiere ceder y dejarme todo el mando, porque piensa que yo soy la que
debo mandar, y yo no trato sino de obedecerlo en todo lo que sé que es de su agrado. Y no tengo
otro deseo que el de acatar y respetar sus determinaciones, porque sé que él es el escogido por
Dios Nuestro Señor y el que debe mandarnos y gobernarnos.
Esas son las reyertas del amor que tiene gana de sacrificarse por Dios, y esa es la unión
más íntima de las almas por separadas que estén. Si creen Vds. que las más unidas a mí son las
que están a mí lado, se equivocan, porque más unión tiene conmigo la que más se sacrifica, la que
mejor sabe sufrir, la que estando más lejos tiene ocasión de vivir más mortificada. Díganme, hijas
mías, cuándo los padres empiezan a dejar a sus hijos que anden solitos, ¿qué? ¿Lo hacen con el
objeto de abandonarlos para que se caigan y puedan matarse de un golpe? Al contrario, los van
dejando así para que vayan tomando fuerza, porque prefieren ver a sus hijos derechos, andar en
dos pies y no en cuatro como los animales. ¿No les parece? Pero aun cuando los van soltando
poco a poco, no por eso los abandonan, sino que están fijos en ellos sus ojos y los rodean con sus
brazos para poderlos sostener en una caída. Pues aplíquense Vds. esa comparación y, de ella,
saquen en consecuencia que las que viven a mi lado todavía andan como los niños chiquitos, en
cuatro pies, mientras que las que están lejos han comenzado ya a hacer sus solitos y a andar sólo
en dos pies, que es como deben. Pero si no quieren tomar fuerza, si no se enderezan cuando se
sientan débiles para tomar la leche de sacrificio, que es la doctrina con que se han de alimentar,
entonces hagan de cuenta que han vuelto a andar en cuatro pies y que no quieren tomar el alimento
que les ha de dar vida, sino que prefieren alimentarse comiendo alfalfa y parecerse a quien de ella
se nutre.
¡Qué tristeza, que pudiendo servir a la Divina Niña como esclavas humildes y rendidas
de juicio, por no vencerse un poco, no quieran hacerlo y prefieran desperdiciar tantas gracias de
que ahora no hacen caso, y de las cuales, sin embargo, les tomarán estrecha cuenta el día que se
presenten delante de Dios Nuestro Señor! Me dirán que si de todo voy a sacar puntos de
meditación, ¡pero no le hace! Voy a decirles una cosa, y es que Pepa, la chiquitita que tenemos,
tiene costumbre de agacharse al suelo y buscar entre las rendijas de las vigas a ver qué encuentra,
con la particularidad de que en todo lo más pequeñito es en lo que se fija para cogerlo. De modo

52
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
es que un chochito, un alfiler, un vidrito, lo saca muy bien con sus deditos. ¿Se han fijado? Pues
bueno, con esto quiero decirles que así tendría yo ganas que se pusieran Vds. a buscar todo lo más
insignificante, lo más chiquito, los actos más pequeños, y, esos, los practicaran sin cesar, porque
todas esas pequeñeces sirven mucho para la santificación.
Ya saben que su deber de Vds. es conservar el orden, la limpieza y la doctrina, del mismo
modo que lo han dispuesto los superiores y, para eso, constantemente deben estar pendientes para
no hacer nada según su modo, sino todo conforme al modo de ellos. Por lo mismo, la que tiene a
su cargo la sacristía, por ejemplo, ha de decirse:
 Voy a procurar que toda la ropa esté sumamente limpia y cambiaré los purificadores y los
manotejos en cada Misa, sin utilizarlos varias veces, aun cuando a mí me parezca que todavía
están limpios y que así se economiza. ¿Y por qué voy a cambiarlos? Porque así lo ha dispuesto
nuestro Padre, y yo, si soy Esclava, estoy aquí para respetar sus determinaciones. Las albas las
cambiaré siquiera cada quince días, aunque no estén sucias. ¿Por qué?, porque en todo lo que
sirva para la Misa ha de haber mucha limpieza y yo no trato sino de estudiar qué cosa es lo que
le agrada para darle gusto.
 Arreglaré los roperos de la Sacristía siquiera cada mes y procuraré hacerlo según el
modo de mis superiores, y seré tan humilde que no me enojaré cuando alguno me haga
una advertencia, porque si me causa disgusto y no me sé vencer, desde luego estoy
demostrando que no soy Esclava.
La encargada de las niñas también debe decirse:
 Voy a vigilar a estas niñas sin descuidarlas un solo momento; me esmeraré y tomaré empeño
en lo que voy a enseñarles, y después de haberlas tenido a mi cargo todo el día, si me sobra
tiempo veré qué arreglo, en qué me ocupo, cómo hago para que la casa esté siempre limpia y
arreglada. ¡Pero es que estoy cansada, yo preferiría no hacer nada! No le hace, aunque me
muera del cansancio, aunque acabe hecha pedazos, he de trabajar en todo lo que se ofrezca, y
muy contenta, porque si me mato, lo hago por Dios, porque lo amo mucho, porque tengo ganas
de servirlo.
La que tiene a su cargo el aseo del Templo, ¡cómo debería tenerlo si amara mucho! Les
aseguro que se daría sus mañas para ver de qué manera sacudía las paredes. Porque ese Templo
consagrado a la Divina Niña y atendido por sus hijas, no debe jamás estar como los demás
Templos, que tienen las paredes tan sucias que da pena verlas. Lo de la Divina Niña debe respirar
limpieza y si no lo tienen así, es porque no aman como deben, puesto que si amaran, ya tratarían
de hacer que se limpiaran todos los vidrios de las ventanas. ¿Que cuesta mucho dinero? ¡Y qué
importa, ya veríamos el modo de pagarlo aunque costara cien pesos y diéramos cinco pesos de
abono cada mes!
A mí no me digan, ni me pongan dificultades, porque el amor no las conoce. Quien tiene
de veras ganas de amar, hijas mías, no se aparta un punto de donde puede encontrar el amor que
busca. Y si Vds. saben que la obediencia suma y el cumplimiento estricto del Reglamento las han
de hacer esclavas dulces y amantes de la Divina Niña, ¿por qué no lo practican? ¿Por qué si tienen
prohibido hablar, no quieren obedecer y nunca hacen uso de la pizarra? ¿Les parece largo el
recado que tienen que escribir? No le hace, tengan paciencia, porque esa es otra virtud que
necesitan. ¿Es que no tienen en ese momento el pizarrín? Pues se callan y van a buscarlo.

53
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Pero si es que..., es una razón que urge..., y la persona que la espera tiene el genio violento y
no le gusta esperarse…
Eso no les importe, ya se esperará sea como fuere, y Vds. habrán sabido obedecer.
¿Qué les da flojera y tienen que hacer un esfuerzo para vencerse? Pues lo hacen, y así
querrá decir que su obediencia tiene mayor mérito, porque no solamente obedecieron, sino que
tuvieron que vencerse para obedecer. No olviden que sólo a fuerza de vencimientos se forma una
verdadera esclava; no olviden que tenemos que ser santas, y que no nos hemos de santificar nada
más con los palos que los demás nos den, sino con los que nos demos nosotras mismas para
destruir el amor propio y para tomar la forma que necesitamos; recuerden siempre que lo que Dios
Nuestro Señor quiere es que nuestro molde y nuestro modelo sea la Santísima Virgen y, para
hacernos a ese molde y para imitar ese modelo, tenemos que ser sumamente humildes, obedientes
y rendidas de juicio.
Además, los santos no se forman en un momento. A mí no me den Vds. una comunidad
en la que entra una persona y la tienen tres meses de postulante, luego seis meses o un año de
novicia y ya profesó. Será muy bueno y muy santo ese modo de ser, pero lo que es yo no lo
entiendo ni lo acepto. A mí me gustaría que profesaran ya que su alma estuviera bien formada al
espíritu de la Obra y, si por mí hubiera sido, ninguna de Vds. hubiera profesado todavía. Gracias
a que entonces estaba aquí nuestro Padre y me decía con mucha razón que era preciso y que
después la misma práctica les haría tomar espíritu, accedí a ello, pero por mi gusto todavía ahorita
las tendría bien metidas en el noviciado, porque no cabe duda que se necesita mucho para sacar
almas de veras bien formadas. Ya saben que eso nos costará trabajo, que tendremos que luchar
todo el día, pero, en cambio, tendremos la dicha de que cada noche, después del examen de
conciencia y de haber recibido el beso en los pies, iremos a acostarnos rendidas de humillarnos y
de vencernos, pero con el alma llena de las gracias hermosísimas que da la Esclavitud.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, ávidas de poseer las gracias especiales que
nos tiene que conceder a sus esclavas, le rogaremos que no nos niegue ese favor tan necesario
para nosotros, que nos haga comprender en qué consiste la Esclavitud, que nos enseñe cómo no
es esclava la que solamente lleva una cadena al cuello, otra cadena en la mano izquierda y un traje
de determinada forma con toca y todo. No, hijas mías, no es eso lo que nos hace esclavas, porque
aun con ese traje, si no sabemos humillarnos, obedecer ciegamente y rendir el juicio, tendremos
la apariencia exterior de esclavas, pero no seremos, puesto que el alma no sabe estar sujeta, ni
practicar la virtudes indispensables para quien tiene deseos de servir humildemente a la Santísima
Virgen y sacrificarse por Ella. La Esclavitud consiste en no descuidar nada de lo pequeño, en no
evitarse los sacrificios, en practicar los actos de virtud más insignificantes, así como Pepa escoge
entre las rendijas del suelo todo lo más chiquito y con cuidado mete sus deditos para sacarlo, para
que entonces la Divina Niña, mirando que sabemos aprovechar todo lo pequeñito y que nada
desperdiciamos, luego nos ponga en los actos heroicos de la obediencia, que son los que
constituyen la verdadera santidad.
Le pediremos a Nuestro Señor Sacramentado la bendición, para nuestro Padrecito y para
nosotras, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y de la Divina Infantita. Amén.

54
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

De cómo se ha de practicar tanta humildad

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que me ves un día de los primeros de mi conversión, llorando mis pecados de
sacerdote, en el compás de aquel convento de Religiosas Concepcionistas donde nací a la
vida religiosa e imagínate también que ves a Ntro. Señor que enciende mi alma en deseos
de ayudar a los sacerdotes que están en mayores peligros de pecar.
3. Pide al Señor que te dé la gracia de encender tu corazón en estos mismos deseos.
Punto I
 Y como puede ser, hija mía, que eso de obedecer tanto y de humillarse tanto, no se vea
claro sin ninguna explicación, vamos a darla. En primer lugar, recuerda que dentro de
nuestras comunidades de Esclavos, la corrección fraterna es la que hace de juez que nos
acepta o nos arroja de la comunidad del modo más sencillo y suave, y lleno de fortaleza
a la par. Es el modo más libre que puede haber para juzgar a un individuo, y premiarlo o
condenarlo, el que se determina en el capítulo que ya hemos dicho, de nuestra Regla, y
que nos priva de la carga del superiorado a todos los Esclavos, y, sin embargo, a todos
comunica cierta superioridad, en cuanto deben vigilarse unos a otros. Así es Dios, que da
siempre ciento por uno, y que si sacrificamos algo por Él, se complace en devolverlo con
creces. El sufragio universal más perfecto reinará entre nosotros.
 Lo que son quimeras entre los hombres, la Religión lo hace factible.
Punto II
 En cuanto a obedecer a nuestros Obispos o a los que los representen, ésta sea la norma
que constantemente esté ante nuestros ojos: «Obedeced a vuestros superiores y estadles
sumisos; porque ellos, velan, como que han dar cuenta de vuestras almas, para que lo
hagan con gozo y no gimiendo; pues esto no es provechoso para vosotros5.» Así nos lo
enseña San Pedro.
Punto III
 Por lo que toca a obedecer a todos, seamos para esto ingeniosos y muy solícitos. «Honrad
a todos»6 como dice S. Pedro y como San Pablo enseña: «Adelantaos para honraros los

5
Hebr. Cap. 13, v 17.
6
Pet. Cap. 2, v 17.

55
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
unos a los otros7.» ¿Y cómo guardaremos este honor y mutua deferencia, si no es como
enseña el mismo Apóstol?: «No haciendo las cosas por porfía ni por vanagloria, sino con
humildad, teniendo cada uno por superiores a los otros8.»
Estas palabras expresan el ápice de la perfección de un Esclavo.
Afectos
 «¡Oh suprema obediencia, madre y custodio de la verdadera libertad de los hijos de Dios!
¡Oh suprema obediencia! ¡Oh suma libertad, que si se alcanza, apenas deja al hombre que
pueda pecar!» Hermosísimas palabras de S. Jerónimo.
Propósito
 Obedeceré como verdadero Esclavo de la Divina Infantita.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—La corrección fraterna.—Lo mandarinas que somos las mujeres.—Los hombres son lo
mismo.—Si Vds. se ayudaran convencerían a nuestro Padre de que podemos llegar las Esclavas a
la perfecta obediencia.—Cómo quiero que me ayuden.—La doctrina que encierran las
meditaciones de nuestro Padre.—Por qué quiero desmenuzarla yo. —En qué consiste que nos
parezca dura la obediencia.—Disculpar a los Obispos de los palos que nos dan.—La atmósfera
que rodea al Sr. Arzobispo.—A quien tiene a su lado.—El tifoideo y el contagiado.—Por qué no
es responsable el Sr. Arzobispo.—Los que le han hablado bien.—Dios permite que a esos no les
crea, para probarnos.—Cómo se adquiere, la Esclavitud.—El salario de un Esclavo.—Los
instrumentos de que se vale Dios para humillarnos.—Por qué son dignos de compasión.—La
sentencia que pesa sobre ellos.—Pepa y lo pequeñito que recoge.—No deseo de Vds. propósitos
generales.—Cómo deben empezar a humillarse.—Los desprecios de ahora y los que vendrán
después.—Las pizarras.—Las respuestas cortas.—Lo que les dirá el demonio.—Las señas de
cabeza.—Lo que Vds. deben responderle.—Las señas de las novicias para hacerse entender.—Los
huevos de pato.—Los regalos de un recién nacido.—Lo que las del Templo deben llegar a decirle
a la Niña.—Los dos frutos de hoy.—No descuidar lo pequeñito.—Sumisión y amor a los Obispos.

Para poder entender la perfecta humildad que ha de practicarse en la Esclavitud,


necesitamos estudiar cómo ha de ser esa corrección fraterna de que habla nuestro Padre y que le
fue inspirada por Dios Nuestro Señor para los Esclavos, puesto que, pensando en ellos, la escribió
con el objeto de que no hubiera entre los Esclavos superior ninguno, sino que todos entre sí se

7
Rom. Cap. 12, v 10.
8
Philip. Cap. 2, v 4.

56
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
corrigieran, considerándose cada uno por su parte inferior de los demás y juzgando a cada uno de
los otros como un superior suyo. En cambio para las Esclavas no lo determinó así, y por eso pensó
en esos cargos de Hermanas Mayores.
Les decía yo el otro día que eso lo hizo regularmente, acordándose de lo mandarinas que
somos las mujeres, de esa propensión que tenemos a gobernarlo todo y a que todos nos obedezcan;
pero lo que es en eso, creo que también los hombres se nos parecen y no dejan de adolecer del
mismo defecto, porque todos somos hijos de la misma madre.
Por supuesto que no crean Vds. que yo trate de porfiarle a nuestro Padre sobre eso, ni de
discutir con él. Eso no, pero, como si me agradaría mucho que esa determinación suya para los
Esclavos de no tener superior nos la concediera también a las Esclavas, quisiera yo hacer lo
posible para llevarla a la práctica. Y, de esa manera, cuando él llegue a venir, le diría yo:
 Estoy convencida de que esto es factible para las Esclavas; Vd. mismo puede convencerse.
Pero, para eso, necesitaría yo que todas quisieran ayudarme poniendo cada una cuanto
esté de su parte para llevarlo a cabo, decidiéndose a ser sumamente humildes, a dejarse corregir
y despreciar, a no disgustarse cuando las reprendan, sea quien fuere el que les haga la reprensión,
rindiendo el juicio completamente para no murmurar nunca, ni exterior ni interiormente. De esa
manera yo me comprometo a convencer a nuestro Padre de que las Esclavas también pueden
llegar a la perfección de la obediencia que él desea.
Yo tengo mucho empeño en explicarles detenidamente cada una de las meditaciones de
nuestro Padre, porque encierran toda la doctrina de la Esclavitud que es muy grande, muy hermosa
y muy santa, pero necesito desmenuzarla para que a Vds. no les parezca difícil ponerla en práctica.
Porque, miren hijas mías, si Vds. solamente oyen decir como en la meditación de hoy: «Los
Esclavos y las Esclavas han de vivir sumisos a los Sres. Obispos, han de rendirles obediencia
ciega, y han de sujetarse a ellos por completo», lo natural es pensar, ¡qué duro es tener que hacer
voto de obedecer y amar a quienes constantemente nos están apaleando! ¿No les parece?
Y, sin embargo, hemos de hacerlo así. Y para que no nos parezca tan fuerte, necesitamos
disculparlos de los palos que nos dan, porque no tienen la culpa.
Consideren, hijas mías, que el Sr. Arzobispo, por ejemplo, vive rodeado de una atmósfera
mala, que constantemente tiene a su lado a una persona llena de malos deseos para nosotros que
no se ocupa de otra cosa que de ponernos en mal con él. ¿No es natural que a fuerza de respirar
esa atmósfera mala, llegue a contagiarse no de la maldad, pero sí tal vez de pensar del mismo
modo?
Es disculpable, yo se lo aseguro. No tiene la culpa de lo que hace. ¿Por qué no lo hemos
de juzgar con misericordia? ¿Sería culpable, por ejemplo, la persona que, teniendo que vivir
siempre al lado de un hombre que padeciera una enfermedad contagiosa, llegara a contagiarse?
¿Qué culpa podría tener si la fuerza o la necesidad lo obligaban tener a toda hora junto a él a un
tifoideo, y a respirar esa atmósfera cargada de microbios? Pues así pasa con el Sr. Arzobispo. Está
rodeado de todo el Seminario, tiene frecuentemente con él a uno que no nos quiere, que es peor
que un tifoideo porque la enfermedad que padece la tiene en el alma, que tiene el pobrecito una
lengua muy rara porque dice las cosas de tal manera que deja caer el veneno que puede, quedando
él siempre a cubierto y, en apariencia, sin responsabilidad ninguna.

57
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Ahora díganme, ¿es responsable el Sr. Arzobispo si continuamente lo acosan y trabajan
en contra nuestra lo más que pueden para perjudicarnos?
No, hijas mías, yo no lo culpo. Porque no puede ser responsable del delirio producido por
la calentura, el que se ha contagiado a fuerza de vivir al lado de un enfermo de fiebre que delira.
Ya les digo. Yo encuentro muy natural el contagio cuando se vive en una atmósfera mala y es la
única que se respira.
Me dirán Vds. que también ha habido personas que le han hablado bien de nosotros al
señor y que, sin embargo, él no les ha querido dar crédito. Es la verdad, pero tampoco de eso tiene
la culpa, porque es Dios Ntro. Señor quien lo permite así para bien de nuestras almas, para
probarlas en las tribulaciones, para darles la verdadera Esclavitud que sólo se alcanza en medio
de sufrimientos y de palos, a fuerza de malos tratos y desprecios. No olviden que solamente así
seremos esclavas, que las humillaciones son las que forman al alma y la hacen humilde, y que el
desprecio ya hemos dicho que ha de ser el salario del Esclavo.
Pues, si eso es así y Vds. lo comprenden y lo admiten, entonces, ¿por qué se resisten
cuando a sus trabajos y sacrificios les concede el mundo y todos los que nos rodean, la debida
recompensa? ¿Acaso se enoja un criado cuando sus amos le pagan con plata sus servicios? ¿A
que no la rehúsan? Saben bien que así lo ajustaron.
Por lo mismo no debemos nosotros rehusar el salario que merecemos después de haber
cumplido con nuestros deberes y contribuido a hacer el bien con la ayuda de nuestros pobres
sacrificios. Es preciso que los instrumentos de que Dios se vale para humillarnos y que nos
perjudican tanto, funcionen constantemente para ver de cuantos modos nos mortifican. Es fuerza
que nosotras los suframos contentas, sin murmurar de ellos, sin tratarlos con dureza, sin proferir
frases duras en contra suya. Todo lo contrario, hijas mías, tengamos compasión de todos los que
sirven de instrumento. ¡Pobrecitos! ¿Les parece a Vds. poco lo que se echan encima? ¡Qué mayor
desgracia que la sentencia que pesa sobre ellos! «¡Ay de aquel que sirviere de instrumento para
atormentar a otro; más le valiera no haber nacido!» Y esas no son palabras mías sino de Dios
Nuestro Señor.
Por eso debemos compadecernos de ellos y, lejos de quererlos mal y sentirnos indignadas,
vamos a rogarle a Dios que los perdone, que les tenga misericordia, y cuando nosotras, las pobres
perseguidas y despreciadas, hagamos algo que pueda tener valor a los ojos de Dios Nuestro Señor,
le rogaremos que esos pequeñísimos méritos los tome y se los aplique a nuestros enemigos.
Sí, hijas mías, suframos por ellos para que esos sufrimientos los reciba Dios y les conceda
gracias y misericordias. Para eso vamos a empezar a poner en práctica todo lo pequeñito y, aunque
piensen Vds. que es demasiado insistir sobre el mismo asunto, como a mí una enseñanza que me
da Dios, una palabra suya me sirve mucho y hace en mi alma mucho efecto, y, además, soy tontita,
y mi ignorancia hace que nada pueda discurrir por mí sola, me fijo en todo lo que veo que es de
Dios y de ahí saco doctrina para trasmitírselas a Vds. Por eso hoy vuelvo a repetirles el caso que
conté ayer de Pepa, la chiquitita que tenemos, que cuando le da por estar sacando lo que encuentra
más pequeñito entre las hendiduras de las vigas, le roba de tal manera la atención aquello, que se
está quietecita luchando por sacarlo con sus deditos y, tan callada, que parece que ni criatura hay.
Así quisiera yo que Vds. pusieran su atención en todo lo pequeño, en cada acto
insignificante de sacrificio y de mortificación, porque eso las hará perfeccionarse en la virtud y,

58
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
además, le regalarán a la Divina Niña, que es pequeñita, cosas adecuadas a Ella. Yo no quiero
que, en general me digan que van a corregirse y a enmendarse, eso no. Lo que deseo es que el
fruto que se propongan sacar de las meditaciones, de los retiros y de todas las gracias que Dios
Nuestro Señor derrama sobre Vds., sea hacer propósitos determinados porque de nada sirve decir:
 Seré humilde para poder soportar el desprecio de todo el mundo.
No, hijas mías, para llegar a un acto grande hay que estarse ejercitando primero en lo
pequeño, y poco a poco, de manera que su propósito ha de ser éste, si es que quieren aprender a
humillarse:
 Comenzaré por tolerar con paciencia los desprecios de una hermana; sufriré las correcciones
suyas, me doblaré cada vez que me trate con mal modo la persona a quien acabo de servir.
Todos esos desprecios son pequeños, no valen nada, en comparación de los que tendré que
tolerar a medida que vaya yo siendo más esclava; y si desde ahora quiere Dios Ntro. Señor
darme una prueba segura de que lo seré, al permitir que viva despreciada, debo alegrarme al
recibir cada desprecio, sin quejarme de que me den la paga que me corresponde.

Si hemos dicho que ese, y no otro, ha de ser nuestro salario, ¿de qué se quejan? Y, ¿por
qué dudan y no quieren recibirlo? Yo les aseguro que todavía los desprecios por los que Vds.
están pasando son pequeñitos, no valen nada en comparación de los que vendrán después,
conforme vayan avanzando en el camino de la Esclavitud y perfeccionándose en ella.
Otra cosa pequeñita en que deben fijarse continuamente es la escritura en pizarra para
guardar el silencio que se les ha mandado. Mucho trabajará el demonio con Vds. en ese sentido.
Si, por ejemplo, se trata de una respuesta corta, como de un sí, les hará ver que es demasiado
pequeña esa frase para ocuparse en escribirla y les dirá:
 ¡Vaya una tontería escribir una respuesta tan corta cuando con un movimiento de cabeza ya
podrías haberla contestado más pronto! La verdad es que no vale la pena.

Pero entonces le contestan:


 Pues sí vale, porque el movimiento de cabeza para responder es una seña y yo no tengo permiso
de hacer señas, y de escribir sí lo tengo.
 ¡Pero una seña tan insignificante!
 Pues eso, insignificante. Eso que no vale nada, es un regalo pequeñito con que yo obsequio a la
Divina Niña, es un acto de obediencia que Ella me toma en cuenta, es un juguetito que le doy,
adecuado a su tamaño, porque es chiquitita, y quiere que le dé pruebas de amor, pequeñitas
pero constantes.

Así debían decirle a la tentación cuando les quiere hacer ver que lo pequeño no vale y que
poco importa que lo descuiden.
Pero, ¡qué capaz que Vds. se preocupen de eso! Porque no se fijan en ello es por lo que
ven Vds. que las novicias se han vuelto sordomudas, porque, como no tienen permiso de hablar y
eso de dar las razones por escrito les parece muy dilatado unas veces, y otras muy insignificante
una palabra para ocuparse en escribirla, se dan a entender por señas y llaman así a quien necesitan,
lo mismo a las gordas y chaparras que a las altas y flacas, porque para cada una tienen su seña
especial, ¡y muy bien que se entienden y se dan a entender!

59
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¡Pobre de mí, porque habiendo querido formar un noviciado perfecto, de almas calladas
y silenciosas, solamente nos hemos encontrado con una colección de sordomudas!
Nos pasó lo que a las pobres gallinas que les ponen huevos de pato y, cuando ellas están
más contentas rodeadas de sus pollitos, de repente caminan al agua y ellas se quedan de lo más
asustadas y sin saber qué hacer. ¿No les parece que así me pasa a mí con todas mis hijas?
Yo estoy deseosa de formarlas santas. Me empeño en hacerles ver cuáles son los regalos
propios de una Reinita como la nuestra para que así la obsequien, y todas prefieren darle su
carretón grandote, que haga mucho ruido y que sea propio como para acarrear leña. ¡Pobre Niña!
¿Para qué quiere Ella esos regalos? Díganme, ¿les parecería propio que a un niño que acabara de
nacer le regalaran juguetes grandes que no pudiera ni coger con sus manecitas? ¿Sería a propósito
darle de ropita una levita, un pantalón y una chistera?
Yo creo que nadie se atrevería a hacer un obsequio de esa naturaleza. Pues entonces, ¿por
qué, tratándose de una criatura tan encantadora como es la Divina Niña, no quieren regalarle cosas
pequeñitas, como una sonajita formada de puros actos de vencimientos, recibiendo con alegría y
con buena cara el mal trato de una persona que es dura? ¿Por qué no le hacen una ropita fina y
curiosa para que pueda ponérsela?
Vamos a ver si de hoy en adelante se proponen vencerse en todas esas pequeñeces que,
precisamente, porque no valen gran cosa, no cuestan mucho trabajo y sí, en cambio, nos van
ejercitando en la virtud. Vamos a ver si las que ahora han salido del retiro marchan al Templo
decididas a sacrificarse, a trabajar con empeño, a dejarse despreciar. Veremos si al llegar se
presentan delante de la Divina Niña para decirle:
 Ven a mis brazos, Niña, aquí los tienes, son tuyos, jamás te soltaré. No tengas miedo, tus
enemigos nada pueden contra ti, porque tienes hijas dispuestas a dar su vida por defenderte, y
desde hoy van a demostrarlo sufriendo, contentas y por tu amor, todas las durezas, los
desprecios, los malos tratos que les quieran dar, y pensando que esos desprecios son la paga en
oro de sus pobres sacrificios, y ese oro vale mucho puesto que, ¡nada menos!, ha de servirles
para comprar la santidad.

Ahora, si no quieren humillarse, si les duele tanto el desprecio, si no lo pueden resistir,


no las obligo, de manera que pueden llegar a decirle a la Niña:
 No puedo sostenerte en mis brazos. Es imposible que yo pueda sufrir tanto desprecio, que me
deje maltratar, que a toda hora viva humillada y que después de todo no tenga ni siquiera el
derecho de desahogarme un poco, ni de quejarme cuando me sienta cansada. Es imposible que
mi generosidad para perdonar a los enemigos llegue a tal grado que no solo los perdone, no
solo reciba sus injurias de buena gana, sino que hasta pida por ellos. Yo no me comprometo a
eso. Con tal motivo, prefiero tirarte, Niña, y que te levante otro. Puedes buscar defensores,
porque yo no tengo fuerzas para sostenerte.

¡Pobre Niña! ¿Será posible que tus hijas, a quienes amas tanto, te nieguen sus brazos y
prefieran verte tiradita en el suelo mejor que doblarse un poco para levantarte?
¡Pobre Niña que, en ese caso, te encontrarás sola, porque no tienes quien te ame!
¡Pero no! Yo estoy segura que todas están resueltas a vencerse, que todas van contentas
al sacrificio, que admiten sonrientes y tranquilas la paga de sus trabajos, que es el desprecio, y

60
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
con ese salario se considerarán felices, puesto que es con lo único que podrán comprar la
Esclavitud para ser verdaderas Esclavas.
Postradas en la presencia de la Divina Niña vamos a pedirle que nos dé fuerzas para tolerar
los desprecios, para soportar los malos tratos, para no murmurar, ni interior ni exteriormente, para
perdonar de todo corazón a nuestros enemigos y a todos los que nos quieren mal y nos persiguen,
para sufrir con gusto las tribulaciones que Dios Nuestro Señor nos mande porque, si no tienen
fuerzas, no llegarán nunca a poder asegurar que son verdaderamente Esclavas.
No olviden cual ha de ser el fruto de esta meditación: ejercitarse en todo lo pequeño no
despreciando ni el acto más insignificante. Porque de esa manera estaremos prácticas y, cuando
llegue la hora de sufrir desprecios y humillaciones terribles, sabremos sufrirlas siempre, callando,
con la seguridad de que nos hacen bien. Y en lugar de tener un mal deseo para quienes nos
lastiman, no abrigará nuestro pecho sino sentimientos de gratitud pensando que sus desprecios
son los que nos hacen Esclavas.
El otro fruto, ¡óiganlo bien!, es que debemos tener amor y sumisión a los Obispos; que
tenemos obligación estricta de obedecerlos, sujetándonos a ellos y no murmurándolos tampoco,
ni exterior ni interiormente, cuando, contagiados por el ambiente malo que respiran, por la
atmósfera emponzoñada de nuestros enemigos, nos acusan y nos hacen sufrir.
Eso es lo que hoy vamos a tener presente, trayéndolo constantemente a la memoria para
que de allí no se borre, y les aseguro que el solo pensamiento, si lo aceptamos con gusto, nos será
recompensado por Dios Nuestro Señor con puras gracias de Esclavitud.
Le pediremos la bendición a Nuestro Señor Sacramentado y a la Divina Niña. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

61
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Nuestro Modelo es Jesús en la Cruz

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate ver al Hijo de Dios, haciéndose Esclavo, hasta sufrir muerte
ignominiosa en el patíbulo de la Cruz.
3. Pedir al Señor que nos comunique este su espíritu de Esclavitud
Punto I
 Meditando, según hemos hecho en las meditaciones anteriores, tanta elevación en
la obediencia, quiero ahora, hija mía, que consideres también los más altos
modelos de la Esclavitud, y en el punto de vista más alto, para que más te
enamores de la santa Obra de que el Señor te ha hecho Madre, y más te decidas a
sufrir por ella a imitación de sus Modelos. Y para que más penetren en ti estas
enseñanzas, te las daré con palabras tuyas, según enseñanzas que has recibido del
Señor en la oración. Dices en tu carta de 21 de Mayo de 1905: «Pensé que nuestro
Modelo en la Esclavitud es Jesús en la Cruz». Él es; y para que bien te convenzas,
piensa que si Jesús nació Esclavo y toda su vida fue de constante crecimiento,
indudablemente que en el último, fue el más perfecto Esclavo, y por lo tanto el
mejor Modelo.
Punto 2
 Y para que mejor te convenzas, hija mía, medita estas hermosísimas palabras de
San Pablo, que retratan admirablemente a Nuestro Divino Jesús, según me has
oído decir más de una vez.
Dice así: «El mismo sentimiento haya en vosotros que hubo en Jesucristo, que
teniendo forma de Dios y siendo igual a Dios, se anonadó a sí mismo tomando
forma de esclavo, hecho a la semejanza de hombre, y hallado en la condición
como hombre.»
He aquí la base de la Esclavitud, anonadarse a sí mismo.
Punto 3
 Todavía sigue San Pablo levantando, sobre la base que la ha sentado, el edificio
de la Esclavitud y añade: «Se humilló a sí mismo.» Ahora va a decirnos cómo:

63
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
«Hecho obediente hasta la muerte y muerte de Cruz». Es evidente hija mía; Jesús
en la Cruz es Modelo perfectísimo de la Esclavitud.
Afectos
 ¿Cuándo será, Señor, que yo entienda lo que es eso de anonadarse a sí mismo? Y
si yo lo entiendo, ¿cuándo lo pondré por obra? ¡Si yo te conociera, Jesús mío! ¡Si
yo te conociera! Noverim me, noverim te.
Propósito
 Seré esclavo con Jesús Esclavo.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

— Nuestro Modelo no se desdeñó de venir al mundo a anonadarse.—La Maestra que nos lleva a
Él.—Por qué quiso Dios que Nuestra Reina fuera chiquita.—No a todas las almas las forma Dios
del mismo modo.—Cómo nos llevará a nosotros a la santidad.—La Esclavitud de almas
crucificadas, pero felices.—Las almas conquistadoras.—Por qué nos parecen difíciles los actos
grandes de sacrificio.—Entrar hoy en la Esclavitud y mañana amanecer Esclavas.—Los niños
chiquitos no se dan cuenta de nada.—Cuándo tienen uso de razón.—El niño que empieza a
deletrear.—Las palabras que se le ponen.— Cómo debemos empezar nosotros.—Deletrear la
palabra Esclavitud.—Comparación del P. Otero, del Reglamento con el molde de cera.—El
Gobierno cautiva al niño para robarle a Dios.—Nosotros vamos a hacerles dulce la vida
cautivándolos para llevarlos a Dios.—El alma que no se humilla y no se vence a sí misma, no será
esclava aunque sea muy buena.— El sacerdote que no será Esclavo.—La gracia han de buscarla
al pie de la Cruz.—El desprecio de todo lo pequeñito.—Dios les dará cuanto le pidan, pero no les
apoyará el que no sean humildes.—Sin humildad no hay salvación.

Jesús en la Cruz es el modelo de los Esclavos. Y para serlo, no se desdeñó de venir


al mundo y anonadarse hasta el punto de tomar nuestra forma y, haciéndose Esclavo,
morir en el patíbulo de la Cruz. Luego nosotros, para ser Esclavos, necesitamos imitarlo,
y para eso tenemos a nuestro lado una Maestra que es la que nos va a enseñar cómo
debemos hacerlo, y es la Divina Niña.
Ella con mucho cariño nos toma de la mano y, como a niñas pequeñitas, nos va
llevando, poco a poco y con toda dulzura, a seguir el camino de nuestro Divino Modelo,
a crucificarnos con Él, a tolerar por su amor los desprecios y las humillaciones, a trabajar
por las almas para salvarlas. La Santísima Virgen pequeñita es la Reina que Dios Nuestro

64
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Señor ha querido darnos, y si la ha escogido chiquita ha sido para decirnos que, como
chiquitas, hemos de ser nosotras para rendir el juicio, para dejarnos conducir a la santidad
por el camino del sacrificio con toda docilidad y para llegar a practicar actos heroicos de
virtud, comenzando por acciones pequeñitas, insignificantes, que para los hombres son
verdaderas nonadas y que, sin embargo, para nosotras deben tener mucho valor, porque
de todas esas monedas se valdrá Dios Ntro. Señor para santificarnos.
No duden, hijas mías, que Dios tiene muchos medios de qué valerse para conceder
la santidad y que no a todas las almas las lleva de igual modo. Hay algunas que Él ha
querido formar entre austeridades y grandes penitencias; otras se hacen santas con pura
oración y llevando una vida retirada y llena de recogimiento; otras en un trabajo constante,
salvando almas. Y así como a cada Congregación le ha dado su espíritu propio, sus
enseñanzas especiales, sus medios de santificación, a nosotras también nos ha dado lo
nuestro, y nos llevará a la perfección, ¡no lo duden!, valiéndose de la Divina Niña y
enseñándonos cómo hemos de hacernos niñas pequeñitas, cómo hemos de doblar nuestra
voluntad y sujetarla porque es muy voluntariosa y no quiere sino hacer su gusto.
Esa voluntad rendida por completo será la que nos haga Esclavas y nos prepare a
recibir la santidad que Dios Nuestro Señor quiere darnos, haciéndonos santos de nuevo
cuño, y haciendo de la Esclavitud una Congregación de almas muy crucificadas, pero
muy felices, muy sonrientes, muy satisfechas, muy deseosas de la santidad y muy
conquistadoras para llevar a la Cruz a cuantos encuentren a su paso. Almas que vivan
siempre sacrificándose y siempre cautivando con la fuerza del amor. Almas que
constantemente estén clavadas en la Cruz con clavos de fe, esperanza y caridad, y que
cada día les parezca más hermoso sufrir por el amor de un Dios que es para nosotras todo
finura, amor y misericordia. Ese será el modelo enteramente nuevo que Ntro. Señor ha de
formar en la Esclavitud.
Ayer decíamos que esos actos grandes de sacrificio nos parecían sumamente
difíciles juzgados a primera vista, ¿pero saben eso de qué depende?, de que no
consideramos que eso solamente se consigue poco a poco, sino que hoy entramos en la
Esclavitud, empezamos a dar en ella los primeros pasos y, ya, mañana, queremos
amanecer esclavas.
No, hijas mías, no puede ser. Para llegar a ese grado de perfección se necesita
mucho tiempo y constante perseverancia en todo lo pequeñito, porque el que no descuida
lo que vale poco, será el que llegue a lo más grande.
Un niño, desde el momento que nace, ¿se da cuenta de todo lo que ve, puede
entender algo? Seguramente que no. Ya ven Vds. cuanto tiempo tiene que pasar y cuanto
trabajo se necesita para lograr que aquel niño entienda algo; ya tiene un año y todavía se
puede decir delante de él, llévense esto para que no lo coja, para que no lo vea, porque el
niño no se da cuenta de nada, ni nos entiende. ¿No es cierto?

65
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Y si, por ejemplo, a una niña de tres años se ponen Vds. a explicarles toda la
Doctrina, trabajarán de balde, porque todavía no está en edad de entenderla. Ya puede
darse cuenta de ciertas cosas, ya sabrá hacerlas por sí misma, como, por ejemplo, comer,
porque eso es conveniencia para ella y todo lo que sea en beneficio propio es lo que desde
chiquitas aprendemos con más facilidad, pero para entender otras cosas es preciso que
sea más grandecita, por eso, generalmente, se dice que a los siete años es cuando ya la
criatura va teniendo uso de razón.
Pues bueno, si un niño que acaba de nacer pudiera entendernos y le dijéramos los
años que tendrían que pasar para que él se fuera dando cuenta de las cosas, díganme, ¿no
es cierto que le parecerían muchos? ¡Y puede que hasta prefiriera no haber nacido, ni
crecer, ni nada, por tal de no esperarse tanto!
Porque siempre que vemos para adelante nos parece sumamente largo y no
quisiéramos tenernos que esperar tanto tiempo. Pero no tiene remedio, hay que ir muy
poquito a poco, buscando siempre lo más fácil primero. Y así como a un niño que
comienza a deletrear no se le ponen palabras largas ni de difícil pronunciación, sino
monosílabos, que es lo más corto, y luego otras más grandecitas, pero sencillas, así
tenemos que empezar nosotros a deletrear la palabra Esclavitud para entenderla, para
posesionarnos de que Es cla vo quiere decir es clavado, como quien dice, fijo en la Cruz,
sujeto a ella, sin desprenderse jamás. Pero para llegar a clavarse con esos clavos hay que
luchar mucho, que vencerse a toda hora, que no descuidarse en las cositas pequeñas que
manda el Reglamento, porque el cumplimiento de ese Reglamento es el que las llevará a
la santidad.
Ayer una persona me decía que el Reglamento en la vida religiosa era como el
molde que había de formar a las almas, y que el cumplimiento de él iba llenando ese
molde:
 Haga Vd. de cuentame decíaque es como quien echa cera líquida en abundancia hasta
llenar aquel molde que tiene la forma de una caritavamos a suponer, y aquella cera
va entrando bien a llenar todos los huequecitos para formar los ojos, la boca, la nariz, y
después se saca de allí una cara perfecta.

Y me decía que eso era lo que hacía falta en el mundo y, en cambio, en la vida
religiosa todo lo facilitaba y lo hacía agradable. El P. Otero, que vino ayer, fue quien me
lo dijo así.
Es tal la importancia del Reglamento en una Congregación que no deben atrasarse
ni un minuto y, por eso, a la hora del examen de conciencia, han de tener siempre presente
cómo han cumplido todos esos actos. Pregúntense de esta manera:
 ¿Llegué puntual al toque de campana? No, me retrasé un minuto, casi nada, apenas
empezaban a rezar.

Pues para otra ocasión procuren no atrasarse ni siquiera un minuto.

66
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 ¿Tocaron a refectorio y llegué en los momentos que daban el toque? Tampoco, siempre
entré un poco después, pero fue poco, todavía ni se sentaban las demás. No importa, debí
haber sido más exacta, y para otra vez procuraré serlo.
Con sólo esa vigilancia que tuvieran, les aseguro que llegarían a practicar con toda
perfección el Reglamento, se les haría agradable y, con su ejemplo, atraerían a las almas
al amor de la Divina Niña.
¿Por qué ha de ser justo que el Gobierno se valga de tantos medios para hacerle al
niño agradable el estudio para que cautive su imaginación, y tenerlo entretenido, siempre
contento, sin otro objeto que el de robarse los corazones para quitarles a Dios, y nosotros
no podamos cautivarlos también, y hacerles dulce la vida llevándolos con suavidad al
sacrificio y ganando sus almas para dárselas a Dios Nuestro Señor, puesto que son suyas
y por ellas ha sufrido y ha muerto en una Cruz?
Sí, hijas mías, vamos a ser muy esclavas para poder impregnar en los corazones
de los niños, desde pequeñitos, el amor a la Esclavitud, el amor al vencimiento y al
sacrificio. Vamos a doblarnos bien dobladas porque, si no, dejaremos siempre tirada a la
Divina Niña puesto que no podremos agacharnos a levantarla.
Y si no sabemos doblarnos, jamás seremos esclavas, se los aseguro. De manera
que si Vds. ven una monja trabajadora, que no descansa, que constantemente se sacrifica,
que sabe sufrir, pero que no se deja humillar, que si la corrigen se disculpa, que si recibe
una reprensión pone mala cara y se disgusta, esa monja será un alma buena y sacrificada,
¡pero no una esclava! Si ven a un sacerdote que no se dobla, que no se vence a sí mismo,
que no tiene dominio sobre una pasión cualquiera, estén seguras que aunque esa monja y
ese sacerdote se nombren esclavos, no lo son. ¡Ríanse Vds. de su Esclavitud, porque no
la conocen! Están muy retirados de ella. Vds. mismas, hijas mías, tienen gana de
sacrificarse, no cabe duda, hacen actos heroicos de sacrificio, ¡ya lo creo!, puesto que
siempre viven sacrificadas, ¡pero les falta esa finura de alma que no deja pasar nada por
insignificante que sea!
De modo es que, muchas veces, puede suceder que habiendo abarcado una cosa
grande, se queden sin embargo detenidas en una insignificancia, en una pequeñez, como,
por ejemplo, no dejar de disculparse cuando se les hace una observación cualquiera, no
callar cuando oyen una palabra que les lastima, no olvidar fácilmente una injuria, no
recibir con buen semblante un desprecio. Todo eso las hace esclavas y Vds. lo rehúsan
porque no van a buscar la gracia donde debieran, que es al pie de la Cruz, en donde está
la Divina Niña esperándolas para decirles que también Ella es nuestro Modelo, que hasta
allí acompañó a su Santísimo Hijo, que su corazón quedó crucificado en la misma Cruz,
unido al corazón del Divino Esclavo, y que, como otras veces hemos dicho ya, para que
todas nuestras obras fructifiquen, necesitamos injertarlas en el Árbol de la Cruz.
Vayan con Dios, hijas mías, pero no quieran tratarlo como si fuera su mozo,
exigiéndole cuanto a Vds. se les ocurre, eso no. Él es tan bondadoso que no les negará lo

67
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
que le pidan. Les dará fortaleza si eso le han ido a pedir. Les dará dulzura y misericordia
si eso le han ido a pedir. Les dará valor para subir a la Cruz si eso le han pedido. Pero
nunca les apoyará el que no quieran ser humildes.
De manera que, si van a quejarse con Él de que han recibido un desprecio, si van
a su presencia para decirle:
 Señor quítame esta humillación que no puedo soportar.
Entonces les dirá:
 ¡Vete de aquí, y anda a que te desprecien más para que yo pueda darte la salvación siquiera,
porque si tú no te humillas no podré hacerte, no digo esclava, ni tan sólo podrás ser alma
salvada, pues si no amas el desprecio no puedo salvarte!

Sí, hijas mías, es cierto, porque hasta el alma más querida de Dios Nuestro Señor,
que es la Santísima Virgen, no estaría en el Cielo al lado suyo si no hubiera sido tan
humilde. Esa es una virtud, de tal manera indispensable, que sin ella no habría alma que
llegara a ser santa, ya lo saben. Por supuesto que tampoco podrá ser esclava un alma
rebelde, un alma desobediente, un alma que no tiene docilidad para dejarse gobernar,
porque solamente en una humildad profunda es donde se consiguen las gracias de la
Esclavitud.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, puesto que Ella es la Reina de los
Esclavos, la Reina de nuestra Esclavitud, Ella es nuestro modelo, Ella es la Maestra que
nos ha de enseñar a ser humildes para sabernos anonadar por completo, le rogaremos que
nos conceda esas gracias. Y para llegar a alcanzarlas le diremos que nos enseñe a no
despreciar nada de lo pequeñito, que a toda hora tenemos necesidad de practicar, que nos
dé la forma que debe tener una perfecta esclava y que esa forma la vayamos tomando
poco a poco y cuidando de que esté bien hecha, ejercitándonos en las virtudes que han de
adornar nuestras almas para que lleguen a parecerse a la que ha de servirnos de molde, de
Maestra y de Modelo, que es nuestra Reina la Divina Infantita.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado y a la Divina Niña para
nuestro Padrecito y para nosotros. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,
Amén.

68
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Nuestro modelo es María en la Encarnación

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ver a María cuando apenas tiene catorce años de edad, prosternada en oración,
y delante de Ella, reverente el Ángel del Señor que le anuncia que va a ser Madre de Dios;
y admira la Esclavitud que Ella declara tener a Dios en tan sublime instante.
3. Pide al Señor, mediante María en tan divino instante, que te dé el mismo espíritu de
Esclavitud de su Madre.
Punto I
 En la misma carta a que antes me refiero, tú también has dicho: «Pensé que nuestro
modelo en la Esclavitud, era María en la Encarnación».
Y en verdad que lo es. ¡Y qué hermoso hija de mi alma! Porque piensa primero cómo se
anonada. La saluda el Ángel llena de gracia y Templo de Dios, y Ella se turba al oír tales
palabras.
¿Por qué al, oír que es santa, se turba la que es verdaderamente bendita entre todas las
mujeres, si es cierto que tiene inmaculada santidad? Porque es humilde, hija mía. Ella
sabe que todo lo bueno que hay en Ella es de Dios, y de sí misma nada tiene; también
sabe que delante de Dios es nada, y por eso al ver que es alabada, Ella se anonada y con
afectos o con palabras siempre repite el Magníficat.
Punto II
 Y si con tanta sencillez anonada toda la santidad de su vida inmaculada, todavía es más
humilde al anonadarse ante la dignidad de Madre de Dios.
Nada ha dado ni puede dar Dios a pura criatura, como la dignidad de ser su Madre; sin
embargo, delante de tan excelsa gloria, María no se reconoce más que la Esclava del
Señor: «Ecce ancilla Domini».
 ¡Qué dicha, ser elegidos para esclavos del Señor!
Punto III
 También piensa hija mía, que cuando nuestra Reinita Excelsa se declaraba Esclava del
Señor no era aceptando del Hijo de Dios gloria y deleites, no hija de mi alma, no. A Ella
se le ofreció el Hijo de Dios, no para gloria sino para desprecios, no para deleites sino
para sacrificios. Será llamado Jesús que quiere decir Salvador, esto es, víctima que se ha
de inmolar para la gloria de Dios y la salvación de los hombres.

69
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 También María es Esclava obediente hasta el Calvario.
 Et tuam ipsius animan pertransivit gladius.
Afectos
 Busquen, Señor, los hombres la gloria donde bien les parezca; yo no quiero más gloria
que la de ser esclavo de Dios siéndolo tuyo Inmaculada Niña mía.
Propósito
 Seré fidelísimo Esclavo de la Divina Infantita.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Humildad de María en el momento de la Anunciación.—Lo que ella pedía.La actitud que


guardó delante del Ángel.—Lo que hubiéramos hecho nosotros en ese caso.— El hombre desea:
sabiduría, dinero, y pasar por valiente.—La mujer es toda vanidad.—Lo que alguna piensa del acto
de doblar una rodilla.—Papá Gobierno no enseña a arrodillarse.Los hijos de Lucifer.—Sus
rodillas tiesas.—La actitud de la Stma. Virgen.—Por qué fue Madre de Dios.—Nada vale una
rodilla doblada si el alma no se dobla.—La luz que recibe el superior para conocerlo.—Los
pensamientos duros, creyendo que una alma hace mucho con arrodillarse.—El superior representa
a Dios aunque no lo merezca.—Las Esclavas normalistas.—Si no doblan el alma no serán
esclavas.—Lo que el mundo enseña.—La que se aparte de aquí, no podrá apartarse de Dios en el
trance de la muerte.—Los grandes Generales frente a la muerte.—La cuenta que Dios les tomará
a Vds. de lo que desperdician.—Las meditaciones letra por letra.—Ntro. Señor me dijo: «tus
mismas hijas desbaratan la Obra.»—Salen de la meditación y no llevan en su alma una gota.—No
lograrán apartarse del llamamiento de Dios.—El momento fatal.—Las lágrimas de los
superiores.—Ojo por ojo, diente por diente.—Los padres naturales y los espirituales.—Las
lágrimas de una madre le pesarán a su hijo.—Lo que les enseñan sus superiores.—Los corazones
de roca.—El único camino para set esclavas.—Las Esclavas nones sin llegar a tres.—Las
rechazadas por la Divina Niña.—Lo que les dirá.—La despedida de todo.—Las gracias del perdón
a quién aprovechan.

La Stma. Virgen se anonadó por completo. A la edad de catorce años, cuando todas la
jovencitas no pensaban en esa época más que en casarse esperando que les tocara la honra de ser
Madre del Mesías anunciado, Ella, sin embargo, no pensaba en eso, sino que, enteramente
consagrada a Dios Ntro. Señor desde Niña, profundamente humillada en esos momentos, hacía
oración rogándole a Dios le concediera la felicidad de servirle de esclava a la que tuviera la dicha
de ser su Madre Santísima. Por eso lo fue, hijas mías, porque era tan humilde que estaba muy

70
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
distante de pensar en que esa honra sería para Ella, que, cuando más, se juzgaba digna de ser la
Esclava de la Madre de Dios.
Estaba anonadada, enteramente humillada y, por eso, cuando el Arcángel se le presenta
para anunciarle que Ella es la escogida, que se prepare para recibir al Mesías, no como Esclava
sino como Madre, todavía Ella se humilla más y, sin moverse de la postura en que estaba,
permanece arrodillada delante del Ángel y no dice sino estas palabras: «He aquí la Esclava del
Señor, hágase en mí su voluntad.»
¡Qué humildad tan hermosa la de la Santísima Virgen! Pero qué difícil es, hijas mías,
encontrar un alma tan humilde, y sobre todo, tratándose de una mujer. ¡Con razón fue digna de
ser la Madre de Dios! Si con todo y que estaba dotada de todas las virtudes y perfecciones más
altas, su humildad superaba a todo lo demás.
¡Que a cualquiera de nosotras se nos hubiera presentado el Arcángel a darnos esa noticia!
Yo creo que inmediatamente nos hubiéramos puesto como pavos, llenas de vanidad y creyendo
que todo lo merecíamos.
En el acto le hubiéramos dicho:
 Sí, señor San Gabriel, con mucho gusto. Le da V. recado al Eterno Padre, y ya sabe V. que esta
es su casa.

¡Porque somos incapaces y tenemos un amor propio que nadie nos iguala, por eso nos
cuesta tanto trabajo dejarnos humillar!
Así lo pensaba yo delante de Dios en el retiro, no estén creyendo, y entendí claro que el
hombre es muy dado a todo lo que sea sabiduría, tener dinero y aparecer a los ojos de los demás
como muy valiente, aun cuando sea un gran cobarde, eso no importa. En cambio la mujer toda se
vuelve vanidad, siempre está deseosa de que la admiren, de que vean que todo lo sabe hacer, y de
que piensen los demás que no hay quien la iguale.
Así somos, vanidosísimas y llenas de amor propio. Por eso no nos dejamos corregir ni
sabemos doblarnos delante de nadie. Esto se lo digo porque puede que entre Vds. haya algunas o
alguna que se estime en tanto que sea una gran humillación doblar la rodilla delante de quien se
ha ofendido para pedirle perdón y, seguramente, piensa:
 Yo jamás recuerdo haberme arrodillado delante de papá Gobierno en tantos años como lo serví.
Ya lo creo. ¡Como que en el Gobierno no son capaces de enseñar nada bueno, ni de
practicar un acto de humildad! Tienen por padre a Lucifer y ese nunca se ha humillado. Al
contrario, es soberbio hasta donde más y no les inculca a sus hijos otra cosa que pensamientos
soberbios, modales soberbios, y acciones llenas de vanidad. Él tiene el corazón endurecido, lo
mismo están sus piernas que son de una sola pieza, por eso sus rodillas están tiesas y no pueden
doblarse, y como es una acción enteramente desconocida de él, les hace creer a los que engaña
que es una gran cosa doblar una rodilla delante de otro.
No, hijas mías, eso no vale nada. Poco importan unas pobres rodillas en el suelo y mucho
más cuando interiormente no están dobladas, es decir, no tienen rendida el alma ni la voluntad de
rendirla.
Es cierto que el que se humilla tiene que manifestarlo también con su actitud exterior y
en la Sima. Virgen, que es nuestro modelo, vemos que recibe arrodillada el mandato de Dios y,

71
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
en esa postura llena de modestia angelical, escucha las palabras del Ángel. Pero la postura es lo
de menos. La prueba es que Dios no la hizo su Madre porque estuviera arrodillada en su
reclinatorio, ni por eso estaba en unión con Ella en la oración, sino porque su alma era
humildísima, encantadora, llena de sencillez.
Por eso, hijas mías, Vds. no se fijen en las apariencias ni se compadezcan de una miserable
rodilla que está en el suelo, porque eso no vale nada. ¡Qué le importa a un superior ver a una
persona hincada delante de él, pidiéndole un perdón que no es sincero porque no nace del corazón
arrepentido de su falta, si, por gracia que le hace Dios, está leyendo el interior de aquel alma y
está mirándola dura, inflexible y llena de soberbia! ¿De qué le sirve verla arrodillada? De nada
absolutamente. Por eso insisto tanto en decirles que no deben pensar con dureza, ni creer que es
mucho lo que aquella persona hace de doblar sus rodillas y no obtener el perdón en el momento
que lo solicita. Recalco esas palabras porque quiero que se penetren bien de que es una acción
que, de por sí, no tiene mérito cuando no va unida a un arrepentimiento sincero. Piensen que no
se arrodillan delante de un superior por darle a él honra, sino que, al hacerlo, deben pensar que
doblan la rodilla delante de Dios Ntro. Señor, que es a quien los superiores representan sin
merecerlo puesto que Él ha querido que ocupen ese lugar, y Él está en ellos y los dirige para que
ellos a su vez las dirijan a Vds.
¿Creen acaso que tanto valor tienen sus rodillitas dobladas que, ese acto, es de gran
humillación para quien lo hace? Pues se equivocan, hijas mías. Lo que sucede es que eso han
aprendido en el mundo, porque, como en él reina la soberbia, no pueden tolerar nada que se
parezca a la humildad. De manera que si Dios me diera un grupo de profesoras normalistas para
esclavas, hoy doblaban una rodilla y mañana se presentaban diciéndole a Ntro. Señor:
 ¡He aquí la Esclava del Señor! Ya soy digna de que venga a mí el Mesías. Señor ya puedes tomar
posesión de mi corazón, porque he sido sumamente humilde, ¡¡¡me he arrodillado!!!

¡Vaya una humildad! ¡Cuando que una rodilla en el suelo con un corazón duro y rebelde
no sirve de nada! Y en esa postura puede llevarse el diablo a un alma por más hincadita que esté
en ese momento. ¡Dios me libre de las esclavas normalistas que se consideran esclavas nada más
por un acto tan insignificante!
Con que, hoy nos ha tocado por punto de meditación la humildad de la Santísima Virgen
y, hemos visto, que Ella en el momento de la Encarnación ha de ser el modelo de las esclavas.
Nos ha venido muy bien el asunto que hemos tratado. No olviden que si quieren llegar a formar
parte de esa Esclavitud para la que, no tiene duda, hemos sido escogidas por Dios siendo un grupo
de inútiles, como somos, ya saben que necesitan saberse humillar, dejarse corregir y tener más
corazón que cabeza, porque esclavas con más cabeza y juicio que corazón y amor, no sirven para
la Divina Niña, no son esclavas, ni llegarán a dar fruto de santidad. Piensen que tienen que doblar
el alma, porque mientras no la doblen bien doblada, de nada les aprovechará aun cuando tengan
muy dobladas sus rodillas. La que hoy quiera rendirse podrá hacerlo, no cabe duda, podrá alejarse
de mí, podrá dejar la Congregación, podrá hasta apartarse del mundo, pero llegará un momento
terrible del que nadie se escapa, el momento de la muerte, y entonces no podrá, por más que luche,
apartarse de Dios Ntro. Señor, ni de su presencia, para darle cuenta de tanto como ha
desperdiciado. La muerte, hijas mías, llega para todos. Para el humilde y para el soberbio, para el
pobre lo mismo que para el poderoso, y allí nadie está erguido. Los generales más orgullosos y
valientes que hayan ganada muchas batallas y tengan a grande honra no haberse doblado delante

72
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
de nadie, ya no podrán pelear con la muerte y triunfar de ella, ya no estarán erguidos ni llenos de
altivez, sino que, entonces, se verán doblados por la enfermedad, débiles, abatidos y sin poder
escapar de aquel momento terrible. Ntro. Señor les tomará cuenta estricta y Él triunfará siempre.
También a todas Vds. les tomará estrecha cuenta de lo mucho que han desperdiciado. ¡Qué pena
cuando les presente estas meditaciones y les haga ver, letra por letra, de una doctrina que era toda
suya, que bondadosamente les mandaba para que nutrieran su alma, y de la cual nada quisieron
aprovechar!
Así me lo hacía ver Ntro. Señor en retiro diciéndome:
 ¿Por qué esperas que venga una orden de Roma a desbaratar la Obra, que es mía, y por
qué temes que eso lo haga el Santo Padre, cuando que tus mismas hijas con sus acciones,
están desbaratando la Congregación al no querer tomar el espíritu que se les da? Todos
los días les das meditaciones y ni una sola gota toman de esa doctrina, ni una palabra
siquiera conservan de la meditación.
Así lo sentí en la oración. Allí vi cómo no se aprovechan porque sus corazones están
duros, parecen de piedra, y no ponen nada de su parte para suavizarlos. La soberbia es un enemigo
terrible que hay que combatir, porque ella es la que les impide humillarse y la que las alejará de
la Esclavitud sin remedio. Vuelvo a decirles que de nada sirve un exterior humilde con un alma
rebelde y llena de amor propio.
Ahora Vds. saben, si quieren también permanecer insensibles, duras, llenas de pasiones
y obstinadas en ellas, sin hacer un esfuerzo para vencerlas, pueden hacerlo, pero también saben
que nunca serán esclavas, que si no luchan por suavizarse para ser dóciles, no llegarán a amar a
la Divina Niña, y por más que quieran apartarse del llamamiento de Dios Ntro. Señor, que las ha
escogido, no lo lograrán, porque llegará siempre, tarde o temprano, el momento fatal en que
tengan que presentarse ante Él para rendir cuentas y, entonces, les recordará todo lo perdido,
entonces les traerá a su presencia todas las lágrimas que por su culpa hayan derramado sus
superiores y les hará ver lo mucho que los hicieron sufrir.
No lo deseo para Vds., hijas mías, pero sí les recuerdo que Dios Ntro. Señor ha dicho que
todo lo que hagamos lo pagaremos «ojo por ojo y diente por diente.» Recuerden que siempre se
dice que, ¡ay del hijo que haga llorar a sus padres, porque cada lágrima le pesará! Y si eso es con
los padres naturales, mucho más delicado es hacer llorar a una madre espiritual, a un superior a
quien se le debe respeto y veneración, puesto que viene a Vds. en el nombre de Dios para decirles
cómo han de ser humildes para ser santas y cómo han de suavizar sus corazones para llevar con
dulzura a la santidad a cuantas almas se les presenten.
No sean duras, hijas mías. Luchen sin descanso para mover ese corazón de roca, ¡vamos
a pedírselo a la Divina Niña postrándonos en su presencia! Ruéguenle que las suavice, que las
haga dulces, que le de sensibilidad a sus corazones porque los tienen muy duros. El corazón nos
pierde cuando está empedernido, cuando no quiere doblarse, cuando nada le conmueve, ¡se lo
aseguro!
Vuelvo a repetirles que de nada sirve un exterior modesto y una rodilla doblada, si ese
exterior no corresponde a un corazón tierno y que sepa anonadarse fácilmente. Ya saben que si
de veras quieren ser Esclavas no hay otro camino más que ese: un anonadamiento completo y una

73
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
profunda y verdadera humildad. Eso si quieren ser Esclavas que, ¡quién sabe!, puede ser que
desgraciadamente entre todas Vds. las Esclavas sean nones y no lleguen a tres.
¡Qué tristeza para las que no lo sean, cuando se encuentren cara a cara con la Divina Niña
y no puedan acercarse a Ella! ¡Qué pena, cuando las aparte de su lado porque, habiéndola tenido
por Maestra y por Modelo, no quisieron imitarla! Qué vergüenza sentirán al verse rechazadas por
Ella y al oír que les dice:
 ¡Apártate de mí, retírate de mi presencia! Tú que nunca quisiste aprovecharte de las gracias
que yo derramaba en tu alma, no puedes estar conmigo, puesto que no quisiste amarme ni
servirme.

¿Qué hiciste de todos los beneficios que por mi mano recibías cada momento, cuando yo te
llamaba para doctrinarte, para darte consejos, para enseñarte cómo debías ser Esclava? Todos
los desperdiciaste miserablemente sin importarte que yo sufriera por ti; me maltratabas, me
tenías olvidada, ni una palabra se grababa en tu alma de las meditaciones en donde iba pura
doctrina para hacerte santa.

¿Recuerdas cuando yo, con tanto amor, te buscaba a todas horas, rogándote que me amaras,
que te vencieras, que me dieras tu corazón rendido, y tú no hacías otra cosa que huir de mí,
retirarte de mi lado dejándome tirada para no molestarte y levantarme en tus brazos? Pues
bueno, entonces te rogué mucho y no me escuchaste; ahora, en cambio, yo no te reconozco, y
como tanto me despreciaste es imposible que estés cerca de mí.

¿Qué le responderán en ese instante a la Divina Niña? Nada, hijas mías, porque ya
entonces no valdrán promesas ni humillaciones; ya no les servirá doblarse por más que quieran y,
llenas de amargura, se verán precisadas a decirle:
 Conozco que lo merezco. ¡Adiós para siempre Madre mía! Nos apartas de tu lado, nos arrojas
de tu presencia y nosotros, que fuimos las escogidas para ser tuyas sirviéndote como Esclavas,
preferimos ser esclavas de nuestro enemigo, nos dejamos engañar siendo soberbias como
Lucifer, y ahora, ¡no te veremos más!, no tendremos la dicha de ser tus hijas, sino que
seguiremos sirviendo a Satanás.

¡Qué pena! ¡Qué amargura! ¡Separarse de la Divina Niña para siempre! ¡Y todo por no
querer humillarse un poco ahora que todavía es tiempo, por no soportar un desprecio, por no
recibir humildes una corrección!
¡No se olviden de esta meditación! Quiero que quede como un recuerdo vivo y constante
de que, si queremos llegar a ser verdaderamente humildes, hemos de unir la acción exterior al
sentimiento interior, de modo que, cuando cometan una falta, procuren arrepentirse de ella sin
tardanza para que al doblar sus rodillas delante de quien han ofendido, ya su corazón se esté
doblando, porque de otro modo no les servirá de nada aquel perdón, aun cuando lo consigan,
puesto que las gracias del perdón no pueden penetrar más que en el alma de quien sabe de veras
humillarse y demostrar que quiere ser esclava.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado para nuestro Padrecito y para
nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y de Espíritu Santo. Amén.

74
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Nuestro más perfecto modelo: la Eucaristía

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Represéntate a Cristo Nuestro Señor en la noche de la Cena, radiante su rostro de amor
unas veces y otras con vivísima expresión de fortaleza, por lo que dispone no solo a ser
sacrificado en la Cruz al día siguiente, sino también quiere darse nueva vida para ser
sacrificado hasta la consumación de los siglos.
3. Pedir al Señor este espíritu de sacrificio.
Punto I
 Me dices también en la misma carta: «Me pareció ver en la meditación, que la flor de la
Encarnación es el Sacramento de la Eucaristía.». Muy bien visto hija mía, muy bien visto.
La Eucaristía es la flor de la Encarnación, porque así como la flor corona el tallo que la
engendra, nutre y sustenta, así la Eucaristía corona la Encarnación que la engendra, nutre
y sustenta. La Eucaristía es de un modo especial, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, fruto
preciosísimo de la Encarnación. Y si, como dicen algunos teólogos, en la Eucaristía
adoramos la misma sangre dada por María y la misma carne formada en Ella y de Ella,
de qué modo más directo podremos afirmar que la Eucaristía es la flor, esto es, como la
última perfección de la Encarnación.
Punto II
 Y si por lo que a nosotros toca, la Eucaristía es flor de la Encarnación en cuanto Jesús es
modelo más consumado de la Esclavitud en su vida Eucarística que en la de hombre,
también es verdad. Porque, en primer lugar, es común entre todos los santos y doctores
que Jesús en el Sacramento se anonada más que como hombre; aquí oculta solo su
divinidad, allí también su humanidad; como hombre es algo, pero como Eucaristía es
accidente, casi nada, es, a lo sumo de los ojos de la carne, cosa.
 ¿Cómo anonadarse más?
Punto III
 ¿Y qué diremos en cuanto a su obediencia? Allí sí que se verifica que Dios mismo se
sujeta a la voz del hombre, y se sujeta para ser sacrificado con el cuchillo de las divinas
palabras de la Consagración.
 Obedece siempre hasta la consumación de los siglos, en todo instante, porque a toda hora
se está celebrando el Santo Sacrificio y se está dando la Sagrada Comunión.

75
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Obedece en todo lugar porque en toda la redondez de la tierra, se sacrifica el Cordero sin
mancilla, la limpísima oblación agradable al Eterno Padre.
 Obedece a todos, justos y pecadores, de todos se deja llevar y traer, y todos lo pueden
tratar con decoro o sin él.
 A la voz de todos los sacerdotes se verifica la Transustanciación, esto es, el milagro de
los milagros, la maravilla de Dios por excelencia.
 Y a los hombres buenos y malos, ya lo traten con buenos o malos modos, con justicia o
con injusticia, a todos obedece sin la menor réplica.
Afectos
 Admirada está mi alma, Jesús mío, ¿qué más has podido hacer para determinarme a ser
Esclavo? ¡Señor, que yo aprenda a anonadarme! ¡Señor, que yo aprenda a obedecer!
Propósito
 Ser esclavo de todos, siempre y en todo lugar.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—El ansia de Ntro. Señor por instituir la Eucaristía.—Poco cuidado que tenemos de
corresponderle.—Cómo tratamos a quien nos trata con finura.—Cómo tratamos a Dios.—
Obediencia suya en la Eucaristía.—Cómo nos recibe cuando nos olvidamos de Él.— Su paciencia
esperando que vayamos a visitarlo.—Sus gracias y misericordias.—Cómo sufre por las almas.—
Lo quo nos hace desear nuestra soberbia.—Lo que haríamos si tuviéramos poder para castigar.—
De qué depende que quieran un castigo para cada falta.—Las niñas han de encontrar una madre
en cada Esclava.—Las penitencias que inventan y las faltas que castigan.—Dios me hizo ver que
yo no tenía cabeza.—El faro para penetrar el interior de las almas.—La consentida del superior.—
Todo lo que les hace creer el amor propio.—El verse bien tratadas no debería darles alegría sino
pena.—Por qué no aprieta el superior todo lo que debiera.—El único camino para ser santas.—
Cómo se forja una alma para ser perfecta.—La dulzura no consiste en mieles y caricias.—Las
Esclavas y las espigas del trigo.—Cómo se hace la harina de las hostias.—Cómo puede unirse la
vida activa a la contemplativa.—Cómo han logrado que esa niña me quiera.—Lo que pensé sobre
eso.—Lo que una de Vds. consiguió y lo que yo no he podido conseguir.—Para qué las desprecio
algunas veces.—El único que paga los desprecios con finura es Dios.—El fruto de la meditación.—
Pensar en la Eucaristía y en la sumisión de todo un Dios.

Dios Ntro. Señor nos ama tanto que, ese amor, le hacía desear con ansia la noche de la
Cena para que llegara el momento precioso en que había de darnos la mayor prueba de finura
quedándose con nosotros para siempre en el Santísimo Sacramento del Altar. ¡Y fíjense en qué
circunstancias nos daba esa demostración de su ternura! ¡Cuándo estaba ya para morir por
salvarnos!

76
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¡Qué finura tan grande la de Dios Ntro. Señor, y qué poco nos cuidamos de corresponderle
siendo finas con El y desviviéndonos verdaderamente por servirlo! Cuando en el mundo
encontramos una persona que tenga alguna fineza para nosotros, ¡cuánto se lo agradecemos!
¡Cómo procuramos tratarla del modo más fino que podemos para demostrarle nuestro
agradecimiento! Y, sin embargo, para Dios no tenemos finura, ni nos importa servirlo de tal o
cual manera, sin siquiera fijarnos en lo que hacemos y en el modo de hacerlo.
Pues bueno, con todo y eso, es tanta su misericordia que todo lo perdona. Se olvida de
nuestras faltas, de nuestras imperfecciones, no piensa en nuestra indiferencia para con Él, ni en
las muchas ingratitudes con que pagamos sus beneficios. Todo lo contrario. Siempre está
dispuesto a venir con nosotros y a obedecer al sacerdote que lo manda sin fijarse si es digno o no
lo es, si tiene su conciencia manchada o limpia, si es justo o pecador; nada lo detiene y, por
indigno que sea el que lo toma en sus manos, Él se deja llevar y sin hacer ni el movimiento más
insignificante de contrariedad, va al corazón de quien lo solicita aun cuando aquel corazón sea
duro, frío o indiferente.
En el Sagrario también permanece inmóvil esperando allí a que vayamos a visitarlo para
hacerle compañía cuando buenamente tengamos ganas. Y cuando nos acercamos está callado. No
nos dice una palabra de reproche porque nos olvidamos de Él y no le tenemos el debido respeto.
Jamás habrán oído Vds. conciliábulos dentro del Sagrario que demuestren la contrariedad de Dios
Ntro. Señor por el abandono en que lo tenemos y por la falta de amor de nuestras almas. Sufre
mucho por todas, y sabe sufrir callando, sin cansarse de esperar, y dispuesto a derramar a todas
horas sus gracias y misericordias sobre los corazones que van a buscarlo.
¡Y ese es el modelo que nosotros tenemos que copiar! Vds. calculen si podrán llegar a
imitarlo. ¡Qué capaz! Nosotros somos de tal manera soberbias, estamos tan pagadas, tan engreídas
y tan satisfechas de que valemos mucho, que no podemos soportar que nos desprecien, que no
nos respeten y nos obedezcan inmediatamente.
Quisiéramos que todo el mundo se rindiera a nosotros, que nos trataran con las mayores
consideraciones, y cuando alguno comete una ligera falta, no somos capaces de tenerle
misericordia. De manera que si nosotros tuviéramos poder para castigar como lo tiene Dios Ntro.
Señor, aun cuando fuera por un poco de tiempo nada más, con solo que nos concediera dos horas
de reinado, como las tuvo el limpia chimeneas en esa piececita que todas Vds. conocen, les
aseguro que trataríamos sin piedad a todo el que nos hubiera hecho alguna cosa por pequeña que
fuera.
Sí, hijas mías, porque Dios es todo misericordia, se compadece de nuestras miserias y
perdona las faltas que cometemos en cada caída, pero nosotras no somos tan generosas, por eso
tratamos con dureza a los demás y no conocemos la misericordia. De ahí viene que Vds. quieran
un castigo por cada falta de una niña, aunque esa falta no valga la pena. ¿Ya se volteó?, pues a
apuntarla para que se le castigue. ¿Ya hizo un movimiento? Otro apunte. ¿Ya le hablé dos veces
y no obedeció al punto? A castigarla sin remedio. ¿Ya puso mala cara? Otro castigo…
¡Qué tristeza! Bien se conoce que esas pobres niñas no son hijas de Vds., que si lo fueran,
las tratarían de muy distinto modo. Siento pena al pensar en que esas criaturas se consideren
huérfanas y que todas Vds. estén llenas de dureza, porque no es así como deberían tratarlas, sino
con mucha dulzura y caridad para que se supiera que, en los Asilos de la Divina Infantita, cada
esclava era una madre para las pobrecitas que se abrigaran en ellos.

77
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Eso es lo que yo quiero encontrar en los corazones que se formen para la Divina Niña.
No me gusta la dureza, no tolero que a las niñas las traten a jalones, ni que las empujen, ni que
estén inventando penitencias para castigar una cosa que no vale la pena como, por ejemplo, el que
la niña se movió, volteó la cara, no tuvo la debida atención, se rascó, comió deprisa, se amarró un
zapato… No hijas mías, si cada acto de esos lo creen Vds. digno de castigo, es porque no saben
todavía ser misericordiosas con las almas, porque no quieren pasarles nada, porque no procuran
perder su modo propio y sujetarse al modo de sus superiores que es el que quiere darles Dios
Ntro. Señor, porque no les quepa duda que el espíritu que nosotros tratamos de inculcarle a Vds.
es puramente de Dios.
Por eso me hizo ver Él, en el retiro del último día, que yo no tenía cabeza, como para
decirme que, cuanto yo dispusiera, no lo ordenaba con el cerebro mío, puesto que no lo tenía, sino
que todo era dispuesto por Dios. Y esto me lo hizo ver después de haberme dado en otro retiro el
conocimiento de ese como faro que yo vi que tenía puesto por Dios Ntro. Señor para poder
penetrar, con esa luz suya, dentro de las almas y conocer a todas Vds. interiormente. De manera
que iluminada por Dios es del único modo que puedo dirigir a Vds. y hacerles ver a cada una lo
que tiene que corregir para llegar a adquirir la santidad de su alma.
Con que, si desean verdaderamente llegar a ser esclavas, tienen que prescindir por
completo de sí mismas, que perder su modo propio, que no amarse de la manera que se aman;
porque ese amor tan grande que se tienen es el que les hace estar pensando siempre que han
cumplido, que han quedado bien en todo, que con razón gozan del privilegio de ser consentidas
del superior. El amor propio, y no otra cosa, es lo que les hace ver que son las predilectas, las más
queridas, las mejor tratadas, cuando eso no es así. Pero si lo fuera, lejos de causarles satisfacción
debería darles pena porque pensarían:
 ¿Soy la menos corregida? ¿Me tratan con más consideración que a las otras? No es porque me
prefieran, ni porque mis méritos sean mayores, sino al contrario, tal vez me conocen que soy
demasiado débil, que no estoy capaz por ahora de sufrir un desprecio, y por eso me tratan como
a una señorita.
Convénzanse, hijas mías, que es la verdad. Si el superior no aprieta toda lo necesario es
porque conoce la falta de fortaleza de Vds. Y, conforme las ve más fuertes, más las corrige y las
desprecia para llevarlas a la santidad, de la cual están muy lejos mientras no se vean humilladas,
tratadas mal y bien despreciadas, porque no hay más camino que ese para alcanzarla.
Si pretenden, ser santas yendo por un camino de chiqueos, de consentimiento y de
predilecciones, están muy equivocadas, porque nunca llegarán a serlo de esa manera. Solo a fuerza
de palo y sacrificio es como se forja un alma que quiere ser perfecta. No olviden que ese es el
camino que hay que seguir. Y mientras no se vean abatidas, despreciadas, colmadas de
humillaciones, aseguren que están enteramente separadas del camino que lleva a Dios. De tal
manera han de anonadarse y sujetarse a lo que Ntro. Señor quiere de Vds. que no han de tener
más voluntad que la de los superiores, ni más deseo que cumplir sus mandatos tal como lo
prescriben, ¡al pie de la letra!
Así es que deben procurar ser sumamente dulces con las niñas. Pero esa dulzura no ha de
consistir en caricias, no ha de consistir en mieles y consentimientos que den malos resultados,
sino en ser suaves para tratarlas, figurándose continuamente que son las madres de ellas, y que
Dios se las ha dado por hijas para que, con toda ternura, las lleven a Él.

78
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Las esclavas tendrán que ser como las espigas del trigo, tiernas y delicadas. Como lo son
esas espigas que se extienden en campos grandísimos y que dan esos granos que, después de bien
molidos y triturados, sirven para hacer el pan de la Sagrada Eucaristía. Me acuerdo que, en otra
ocasión, les expliqué ya cómo se sembraba y cultivaba ese trigo, cuando lo supe por una persona
que entendía bien cómo se hacía todo eso y cómo se prepara el terreno para sembrarlo. Por eso
ahora ya no les digo, porque no sería fácil que yo lo recordara, solamente quiero decirles que ese
trigo lo colocan entre dos piedras grandes y allí resiste que lo trituren para quedar bien machacado,
al grado de sacar de él una harina finísima que es la que se necesita para hacer las hostias. Después,
aquella harina bien batida, se pone en un molde que ha estado en el fuego.
Con que, ya ven, hijas mías, que si las esclavas hemos de ser como ese trigo, puesto que
Dios Ntro. Señor eso nos pide y así me lo ha hecho ver en la oración, ¡cuánto tendremos que
luchar y que vencernos para llegar a soportar que nos trituren, que nos despedacen, que nos hagan
polvo, como se hace el trigo! Por eso, empiecen por dejarse sembrar en su corazón esa semilla y
a regarla todos los días con la doctrina que encierra la palabra de Dios Ntro. Señor. De esa manera
seremos en las manos de los esclavos, que son los que han de formar a las esclavas dándoles el
espíritu que ellos hayan tomado de Ntro. Padre, como el trigo que se convierte en pan, para poder
convertirnos lo mismo nosotros y poder vivir con Dios Ntro. Señor en el Sagrario, como quien
dice, Sacramentadas con Él, sin apartarnos un minuto de su presencia, llevando una vida
contemplativa y al mismo tiempo llena de actividad puesto que hemos de abarcar todos los
trabajos que se nos presenten.
Ahora quiero decirles otra cosa para que se posesionen bien de ella. Tenemos aquí una
niña chiquitita a la que todos conocen. Esa niña quería mucho a una monjita a quien también
conocen. Nada más natural que la quisiera puesto que, desde que esa niña vino aquí, esa monjita
se encargó de atenderla, de cuidarla, de darle sus alimentos, pero como ella no quería para sí ese
cariño, sino que todo su afán es que me quieran a mí, me decía:
 Mire Vd., yo voy a despreciarla, yo la castigaré cuando haya que hacerlo, no le daré nada, y
entonces, cuando yo la haya despreciado, Vd. la llama y la chiquea para que así a quien quiera
sea Vd. y no a mí.
Pues bueno, tal ha sido su empeño para lograr atraer para mí el cariño de la muchachita,
que lo ha conseguido, y hay que advertir que esa niña no me quería, huía de mí y no me tenía sino
miedo. Ya saben cuáles han sido los medios de que se ha valido para lograrlo. Ella me trae la
leche ya compuesta nada más para que yo se la dé. Cuando la chiquita le hace un halago, le pone
cara seria, la desprecia, la trata mal, le enseña un zapato, y hace que conmigo busque el consuelo.
De manera que todos los trabajos son suyos, porque la limpia, la viste, la arregla, la cura, la
corrige…, todo lo hace, y la recompensa que para ella busca es el desprecio de la niña con tal que
a mí me busque y me quiera.
Esa es una lección que me ha dado mucho en qué pensar, ¡no vayan a creer! Y cuando vi
que ella logró lo que quería, que era llevar a mí todo el cariño de esa niña teniendo ella todos los
trabajos, pensé, ¡qué pena! ¿Será posible que esa monjita haya conseguido lo que deseaba y yo,
que quiero trabajar con mucho gusto y sacrificarme formando a Vds. para llevarlas a Dios, no lo
pueda conseguir?
Pues así me pasa, hijas mías. No logro que Vds. busquen a Dios como yo quisiera. Ven
que muchas veces las desprecio de intento, las trato duro, para ver si así consigo que vayan a

79
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
refugiarse con el único que podrá consolarlas y que sabe pagar con toda finura los desprecios y
humillaciones que se sufren por Él, pero hasta ahora no me siento feliz, no le dan el lleno a mi
corazón porque no saben amar.
Aprovechen esta lección que les he contado para llevar a todas las niñas a Dios, para
enseñarles a sacrificarse por su amor, a ser humildes, a sufrir contentas, a obedecer y respetar a
sus superiores, pero no quieran darse a respetar a fuerza de dureza y sin soltar la alpargata de la
mano, porque no lograrán nunca otra cosa que inspirarles temor y repulsión para con Vds.
Obedezcan ciegamente, sean muy dóciles de juicio, tengan una voluntad completamente
rendida, y así podrán decir que sacan fruto de las meditaciones. El fruto de hoy ya saben cuál ha
de ser, pensar constantemente en Jesús en la Eucaristía, recordar con cuánto amor y con cuántas
ansias esperó el momento de instituir ese Sacramento para poder quedarse entre nosotros,
considerar la sumisión tan completa de todo un Dios en el Sagrario y cómo se deja hacer todo lo
que los hombres quieren, si lo sacan no se resiste, si lo tiran se queda tirado, si lo llevan, se deja
llevar, allí obedece al último de los hombres, al más pequeño, al mayor pecador, y, si coge
cualquiera el copón, aun cuando no sea sacerdote, nada le dice, sino que se deja tratar como
quieran tratarlo, con respeto o sin él.
Esa es la mayor perfección a que puede llegar un obediente y puesto que nuestro Padre
dice que el modelo más perfecto que tenemos los esclavos es Jesús en la Eucaristía, procuremos
imitarlo anonadándonos como El, obedeciendo a quien nos mande y con la prontitud con que
obedece Dios Ntro. Señor. El día que sepamos nosotros vivir así, anonadadas, ya podemos decir
que hemos adquirido por fin la verdadera Esclavitud.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, a pedirle vamos que nos enseñe cómo hemos
de aprender a anonadarnos, cómo hemos de aprender a obedecer, para que así como Ntro. Señor,
en el momento mismo que ya está hecho el pan y lo tiene en sus manos el sacerdote, no hace más
que oírlo hablar, pronunciando las palabras de la Consagración, y ya está Él allí obedeciendo
aquella voz y convirtiendo aquel pan en su Sacratísimo Cuerpo para darse a nosotros, así todas
las que de veras tengamos grandes deseos de ser esclavas, obedezcamos la voz de quien nos
manda, sin pensar, sin detenernos, escuchando el mandato y ejecutándolo tan pronto como
recibamos la orden de hacerlo.
Eso querrá decir que estamos completamente anonadadas, olvidadas de nosotras mismas,
sacramentadas con Dios en el Sagrario, dispuestas a dejarnos mandar y maltratar de todo el mundo
lo mismo que Él se deja, sin pronunciar una sola palabra, sin hacer un movimiento de disgusto,
sin poner mala cara, sin dar una disculpa cuando se nos corrija.
Si así lo hacemos, ya podremos decir que tratamos de imitar en algo a Jesús en la
Eucaristía, que es nuestro perfecto modelo, el más acabado, el que nos ha de enseñar a practicar
esa obediencia, ese anonadamiento sin límites que es el que nos ha de hacer santas dándonos la
verdadera Esclavitud.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado y a la Divina Niña para nuestro
Padre y para nosotras. En el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

80
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

La Cruz es el Árbol de la Esclavitud

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate que ves el árbol santo de la Cruz, levantado sobre la cumbre del Calvario y
clavado en él al Salvador del mundo, y al pie del Santo Árbol, María, la Madre de los
Dolores y la Reina de los Mártires.
3. Pidamos al Señor que nos acerque a Él y nos haga participantes de la savia de la Cruz.
Punto I
 Me dijiste en la carta a que ya me he referido otras veces que también te había hecho
entender Nuestro Señor cómo «La Cruz es el árbol de la Esclavitud». Esto es evidente,
hija mía, pues si el fruto determina el árbol y de las ramas del árbol de la Cruz pende el
Esclavo de los esclavos, indudablemente que tal árbol, es árbol de la Esclavitud.
Punto II
 Y no creas que Jesús es el sólo fruto de ese árbol; mira al pie de la Cruz y allí verás a
María. ¿Acaso no es María también la Esclava del Señor y el primer fruto de ese árbol
que, ya maduro, se ha desprendido de sus ramas?
Punto III
 Y la savia de ese árbol no ha engendrado, ni engendrará hasta la consumación de los
siglos, otra cosa que esclavos; pues todo hombre que se injerta en el árbol de la Cruz
recibe esta luz para su mente y este calor para su voluntad: «En este leño cumplió el
Divino Esclavo la voluntad de su Eterno Padre, hasta dar su Sangre gota a gota.»
 Haz según tu modelo.
Afectos
 ¡Oh Cruz bendita, se tú el paraíso de mis delicias en este mundo! ¡Dichosos S. Pedro, S.
Andrés, S. Felipe de Jesús y tantos otros que recibieron la gracia de dar su vida en el ara
de la Cruz!
Propósito
 La obediencia será mi cruz constantemente.

81
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—La Cruz habitación de los Esclavos.—La Cruz es angosta.—Los riesgos del que empieza y los
que tiene el que va más avanzado.—El escogido en nuestra Congregación es nuestro Padre.—La
vocación de los mundanos.—La vida al lado de nuestros padres.—En el mundo nadie se encargaba
de contrariarnos.—Por eso se hace pesada la obediencia.—Ahora veo que la Cruz es el camino de
la Esclavitud.—La Divina Niña en lo alto tiende sus manecitas a los Esclavos.—Los tres clavos
de amor.—Cómo ha de hacerse el examen diario.—El recogimiento aparente y el interior.—Las
oraciones de la mañana.—El rezo de Maitines.—El aseo de la pieza de cada una.—Asistencia a la
meditación. —El puente estrecho.—La pintura de las Verdades Eternas.—Por qué gozaría tanto el
demonio al precipitar al infierno a una Esclava.—Las vanidosas están chupando la uva.— No
piensen que todo sale bien cuando Vds. gobiernan.—En donde han de buscar la santidad.—Cuando
Dios llama a las almas ya no deben apartarse.—En el mundo nos salvamos mientras no nos llame
Dios.—Lo que le pasará a la que quiera apartarse del castigo que ha de corregirla.—No quieran la
santidad en un día.—Cómo deben luchar.—Lo que se necesita para caminar derechos sobre la
Cruz.—Cómo se forma una Esclava.—El cloroformo y la Sagrada Eucaristía.—La Cruz acostada
y la Cruz parada.—Subir a la Cruz y desclavar a Ntro. Señor crucificándose en su lugar, es la
misión de las Esclavas.—Lo que necesitamos para alcanzar la manecita salvadora.

Con que la Cruz es el árbol de la Esclavitud y en ella tenemos que vivir. La Cruz ha de
ser como la habitación de los Esclavos y de las Esclavas.
Ahora vamos a ver, hijas mías, cómo el que vive en una habitación bastante pequeña,
muy angosta, tendrá que andar en ella con más cuidado y precaución que el que tiene una pieza
muy grande y muy ancha, ¿no es cierto? Luego, si nuestra habitación ha de ser la cruz y ésta es
sumamente angosta, quiere decir que necesitamos tener mucho cuidado para no desviarnos a uno
u otro lado, ¿no les parece?
Sin embargo, no hay los mismos peligros para el alma que acaba de entrar por ese camino
de la Cruz que para la que ya ha avanzado en él, puesto que al principio camina poco a poco,
rodeadas de los cuidados de sus superiores que Dios les ha dado para que sean como los guías
que las vayan conduciendo y aconsejando, mientras que la que ya ha adelantado más, va andando
con mucha prisa y ya va sola, sin tener encima esa vigilancia constante. Por lo tanto, tiene que
cuidarse a sí misma, que no olvidarse un momento de que va por un camino difícil y si se desvía
un poco puede llegar a caer. Tengan entendido que las caídas pequeñas nos llevan a las grandes
caídas, y, por esa razón, hemos de procurar no distraernos, cuidar de todo, hasta de lo más
insignificante, sujetarnos por completo al modo que se nos prescribe, porque solo así lograremos
perder el modo propio.

82
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Si Vds. se empeñan en ser esclavas y quieren adelantar realmente en la virtud, tienen que
seguir los pasos de sus superiores tomando el camino que ellos les tracen, porque los superiores
son escogidos por Dios Ntro. Señor para llevarlas a Él.
En Nuestra Congregación, ya saben que el escogido ha sido nuestro Padre. Él ha recibido
todo el espíritu y la doctrina propia de la Obra y yo solamente soy como un ayudante suyo, como
una emisaria, encargada de desmenuzarles a Vds. todo lo que él les da y de enseñarles cómo han
de practicarlo, cómo deben sujetarse al Reglamento y observarlo con toda exactitud, sin
interrumpirlo por nada.
En el mundo no pueden entender cómo no se interrumpe nunca ningún acto en la vida
religiosa, porque los mundanos están acostumbrados a vivir de muy distinto modo que nosotros.
Tienen su vocación especial, que es no contrariarse en nada, y se le haría muy raro a una persona
del mundo que la obligaran, por ejemplo, a estar cantando y demostrando alegría cuando en su
alma tuviera alguna pena. En cambio, en la vida religiosa, todo sigue su curso, nada se interrumpe.
De tal manera que, teniendo mucha amargura por algún pesar, hay que hacer todo como siempre,
y si en ese momento se va a celebrar la Misa, hacerlo con toda solemnidad, tocando y cantando
si es preciso, porque eso nos pide Dios, contrariar a toda hora nuestra voluntad, no darle gusto
para nada, tenerla constantemente sujeta, y eso es lo que el mundo desconoce.
Por eso verán Vds. que la obediencia se les hace tan difícil a los mundanos, y por eso,
también, es pesada para quien pasa del mundo a una vida de mayor perfección, porque
regularmente, mientras todas hemos vivido al lado de nuestros padres, no hemos tenido quien se
encargue de contrariarnos enseñándonos a doblar la voluntad. Y por eso nos cuesta tanto trabajo.
Pero teniendo ganas de sacrificarse por Dios, todo se facilita y, sabiendo que ese es el único medio
de que tenemos que valernos para llegar a la santificación de nuestra alma, con gusto nos
doblaremos para alcanzarla.
¡Con cuanto cuidado caminaremos, sabiendo, como les he dicho, que si queremos ser
esclavas hemos de vivir en el Árbol de la Cruz sin apartarnos un momento de ella, sin dar un paso
que nos desvíe, porque ese paso nos perjudicará, nos hará dar otro y después otro, hasta que, a
fuerza de tanto desviarnos, nos desbarranquemos por completo, alejándonos de la Divina Niña!
Ahora estoy mirando claro que la Cruz es el único camino de la Esclavitud. Y veo también
que, arriba del lugar donde queda la cabecita de Dios Ntro. Señor, como por donde dice Rey de
los Judíos, está la Divina Niña tendiendo sus manecitas a los Esclavos para subirlos a la Cruz y
crucificarlos con tres claves de amor.
¡Qué hermosa es la Esclavitud! Sí, pero la Esclavitud nacida del fondo del alma, no la
Esclavitud fingida. La Esclavitud nos llevará siempre a Dios, no cabe duda, pero hay que aprender
a ser esclavas de corazón rendido, no solamente a aparentar que lo somos.
Vamos a suponer que Vds. tienen prescrito hacer el examen de conciencia todos los días
de determinado modo, recogiéndose interiormente y meditando con detención cómo han
cumplido en ese día con todo lo pequeñito; pues bueno, si ese recogimiento lo tienen sólo
aparentemente, es decir, si cierran los ojos y se arrodillan pero su corazón no está allí y su
pensamiento tampoco, habrán hecho su examen a los ojos de quien las haya visto, pero Dios verá

83
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
que no lo hicieron como debían, que se desviaron de la obediencia y por consiguiente, se apartaron
del camino.
Procuren siempre que, desde en la mañana, en el momento de despertar, todo su
pensamiento sea para Dios Nuestro Señor y constantemente mediten en cada uno de sus pasos,
porque así caminarán firmes sin caerse de la Cruz.
Si lo primero que tienen que hacer al levantarse es rezar, díganse a sí mismas:
 Me fijaré en lo que rezo para hacerlo con devoción y uniendo mi corazón a las palabras.
 Ahora el Reglamento me manda ir a Maitines, voy a pensar que la campana es la voz de Dios
que me llama para que vaya a alabarlo desde las primeras horas del día.
 Me han dicho que he de rezar claro, recio, despacio y con devoción, luego, si yo no pongo
cuidado para hacerlo así, ya estoy desviándome del camino y cayéndome de la Cruz.
 Ya acabé los Maitines, ahora, ¿qué voy a hacer? Me voy a mi pieza mientras dan el toque de
meditación. Procuraré ir muy recogida, sin andar recio, sin voltear la cara para ningún lado,
llevando presencia de Dios, y una vez en mi pieza, ¿qué voy a hacer? ¿Sentarme a descansar?
No señor, voy a ver todo lo que arreglo para que siempre se vea limpia y escombrada. Y, ¿por
qué voy a hacerlo de esa manera? Porque no quiero apartarme de la Cruz y tampoco caerme
de ella. Quiero seguir el camino que me ha de llevar a la Esclavitud y, como ese camino es la
Cruz, siempre tendré que caminar sobre ella hasta llegar a crucificarme con los clavos de mis
votos de obediencia bien cumplidos.
 Luego me tocan para ir a la meditación y allí debo estar recogida, silenciosa, en una postura
modesta, sin recargarme, y con la imaginación fija en la doctrina que voy a recibir de parte de
Dios para ver cómo la aprovecho, porque si yo voy allí a dormirme, a tener una postura
inmodesta, a buscar la manera de estar cómoda y a desperdiciar las gracias que podría yo sacar,
ya estoy desviada de la Cruz y expuesta a caerme a cada instante y esa caída puede ser terrible
para mí.

Acuérdense, hijas mías, que estamos sobre un abismo y que el puente por donde tenemos
que pasar salvar ese abismo y llegar a coger las manecitas que nos ofrece la Divina Niña, es un
puente sumamente estrecho. Una sola mirada para otro lado, un solo paso, puede desviarnos
precipitándonos sin remedio en el abismo que tenemos bajo nuestros pies.
Ya les he dicho de aquella pintura de las Verdades Eternas en la que ponen a un hombre
colocado en un puente muy angosto y próximo a romperse. Ese puente está sobre un precipicio
lleno de animales dispuestos a devorar al que caiga en él y, el hombre aquel, sin darse cuenta del
peligro que corre, está tranquilamente chupándose una uva. Pues, precisamente, lo mismo
hacemos nosotros. Cada vez que un alma se deja dominar por el amor a sí misma, que se cree una
gran cosa, que está diciendo yo soy muy sabia, muy santa, muy humilde, muy dispuesta para
todo, hagan de cuenta que está chupando la uva, y hay que advertir que el demonio está pendiente
de ella para hacerla caer en el abismo del infierno, llevándola a él por el camino más seguro, que
es la soberbia. Satanás está deseoso verdaderamente de ver cómo precipita a una esclava, porque
les aseguro que el día que desgraciadamente llegara a conseguir que un esclavo fuera a dar al
infierno, no habría habido allí jamás mayor fiesta ni más grande regocijo. ¿Saben por qué? Por
el odio que nos tiene al ver que los esclavos hemos sido encargados de salvar a la niñez, y sólo
por ese hecho, procurará hacer cuanto esté de su parte para perdernos.

84
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Por eso, hijas mías, hay que estar muy vigilantes, muy dispuestas a dejarse humillar. No
piensen en sí mismas, ni vivan siempre creyendo que todo lo pueden y todo lo hacen bien; no
estén diciendo a toda hora:
 Porque yo goberné, todo salió bueno; porque yo mandé, todas obedecieron; porque yo impuse
silencio, todas callaron.

Todo eso déjenselo a Dios para darle la gloría que se merece, porque Él, y sólo Él, es
quien derrama su gracia sobre las almas y mueve los corazones. Busquen la santidad en donde
han de encontrarla, que es en una humillación profunda, y no traten de apartarse de ese camino,
porque es el único de salvación y fuera de él no la encontrarán.
Podrían Vds. salvarse en el mundo en cualquier estado si Dios no las hubiera llamado
para que lo sirvieran, ¡ya lo creo!, pero una vez que han recibido ese llamamiento y que las ha
escogido para una fundación y para sufrir los trabajos propios de una Obra que empieza, no traten
de apartarse de ella, porque se perderán.
De manera que cualquiera de Vds. que al sentir sobre sí la humillación, que ha de
santificarlas, y el peso del castigo, que ha de corregir sus defectos y sus faltas, su modo propio,
quiera zafarse y apartarse a un lado, ya está desviándose de la Cruz y cayendo de ella para no
volver, tal vez, a levantarse.
No huyan de lo que las hará santas. No traten de eximirse del desprecio, porque solamente
eso las hará esclavas, busquen la santidad, pero no quieran tampoco conseguirla en un día, y
porque no la consiguen tan pronto como quisieran, se desesperen y le digan a Dios Nuestro Señor:

 Si no he de ser santa, mejor que sea otra, puesto que yo no puedo aprovecharme.

Nada de eso, al contrario, aunque les cueste trabajo, aunque se vean muy miserables,
vayan a decirle a Dios:
 Yo seré santa Señor, me esmeraré en ello, procuraré vencerme y aun cuando es muy grande
mi debilidad y mucha la miseria que me rodea, no importa, lucharé sin descanso y con tu ayuda
todo lo conseguiré.

A fuerza de humillarnos lograremos ir caminando por encima de la Cruz siempre


derechas, sin desviarnos para ningún lado, guiadas por el amor de la Divina Niña que será la que
nos conduzca a Dios Ntro. Señor. Vamos a luchar, hijas mías. El alma que quiera ser esclava ha
de formarse entre puras lágrimas, oración y sacrificio. Y para tener fuerzas para sufrir, la Divina
Infantita nos ofrece el cloroformo que ha de hacernos insensibles a las penas y que es la Sagrada
Eucaristía.
¿Han visto Vds. una persona cloroformada? Nada siente. Bien pueden hacerle las
operaciones más terribles, que ella no se da cuenta. Así nos pasará a nosotros con los sufrimientos
y las tribulaciones por fuertes que sean. Cloroformadas con ese Sacramento de amor, nada
sentiremos, porque él nos fortalecerá siempre y, de esa manera, cuando llegue la tentación a querer
desanimarnos, desviándonos de la Cruz para apartarnos de ese único camino de salvación y
precipitarnos al abismo, nos encontrará bien acorazadas con la Sagrada Eucaristía, con el amor
de Dios Ntro. Señor y con el cumplimiento exacto de nuestro Reglamento.

85
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, vamos a rogarle que nos enseñe cómo hemos
de andar por ese camino de la Cruz, que es demasiado estrecho, no lo olviden. Precipicios terribles
nos rodean de un lado y otro. Tenemos que caminar con mucho cuidado, con grandes
precauciones, siempre pendientes de nuestros pasos, siempre vigilantes, porque el menor
movimiento puede desviarnos y arrojarnos en esos precipicios perdiéndonos sin remedio.
La Cruz es muy angosta, hijas mías. Por tal motivo, tiene que costamos mucho trabajo el
ir sobre ella sin desviarnos y, mucho más, nos costará subir a ella si la paramos. Por eso vamos a
acostarla. Así nos será más fácil el camino hasta que lleguemos a poder tomar la manecita de la
Divina Niña que, desde lo alto de esa Cruz, nos tiende, cariñosa, para llegar arriba más seguras,
para ayudarnos a subir con más firmeza y, luego, cargar a Dios Ntro. Señor, desclavándolo de ella
para crucificarnos nosotros en su lugar con esos clavos de amor que la Stma. Virgen nos ha de
poner.
De esa manera no los sentiremos, porque nos tendrá embriagadas y fortalecidas con la
locura que nos hará amar y desear con ansia la Sagrada Eucaristía, que es la que nos da a Dios y
nos permite llevarlo en nuestros corazones.
Pero no olviden que para poder llegar donde está la Niña y alcanzar su manecita
salvadora, que es la que ha de conducirnos a la santidad y, con ella, al cielo a gozar de la hermosura
de Dios, necesitamos poner cuanto esté de nuestra parte para dejarnos corregir, para sufrir
contentas los desprecios y las humillaciones que nos han de hacer esclavas, y que le han de dar a
nuestros corazones la verdadera locura del amor de la Divina Infantita.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado para nuestro Padrecito y para
nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

86
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

La flor de la Esclavitud son las Sacramentadas

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate que la Esclavitud ya está en el mundo y que tú con nuestras hijas, formáis en
ese mundo un ejército salvador de almas; ves religiosas llenas de espíritu apostólico en
las escuelas, en los Asilos, en los Obradores, en las Catequesis, etc., y ves otras, apóstoles
de la oración y del sacrificio de sí mismas.
3. Pidamos que el Señor dé a nuestras hijas este espíritu, a cada una según su vocación.
Punto I
 Cuando Nuestro Señor, hija mía, te hizo ver donde estaban los cimientos y donde la
cúpula de la Esclavitud divina, lo hizo para que bien entendieras donde estaba también
como la quinta esencia de la Esclavitud de la Divina Infantita. Y entonces pudiste
comprender que «la flor de la Esclavitud son esas religiosas, nuestras hijas, a quienes por
la mayor analogía que tienen con Jesús Sacramentado, dimos en llamar Sacramentadas».
Y en efecto así es, hija mía; y la razón es porque siendo el espíritu de la Esclavitud tan de
obediencia, ellas entre las Esclavas serán las más obedientes, haciendo voto de nunca
mandar.
Punto II
 «He aquí la esclava del Señor dirán las Sacramentadashasta la consumación de los
siglos seremos obedientes a Él. Mientras vivamos en este mundo, obedeciendo a nuestros
superiores, sean quienes fueren, y en la gloria obedeciéndote siempre a ti mismo, mi
Señor, mi Dueño, mi Eterno Rey».
Punto III
 «Para mi obedienciadirán las Sacramentadasno hay lugar determinado, ni superior
preferido, ni cosa en qué obedecer que más me agrade. Obedecer es mi sacrificio para
Dios; obedecer siempre, donde quiera, a quien quiera y como quiera. Que no me manden
mandar, me está prohibido. Que no me manden pecar, me está prohibido. Si no me
mandan esas dos cosas, manden lo que quieran mandar.»
Afectos
 Señor, esta obediencia es la medicina del mundo que se ha apartado de ti en los presentes
tiempos. No es posible hallar remedio más eficaz para la salvación de las almas, ni modo

87
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
de glorificarte más. Nosotras las Sacramentadas, somos las flores del hermoso árbol de
la Esclavitud, porque en nosotras está como contenido el precioso fruto que las
Apostólicas dan a las almas.
Propósito
 Obedecer.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—La flor de la Esclavitud.—Por qué no creen Vds. en que serán las Sacramentadas.—Lo que yo
hago cuando entro a retiro.—A Vds. no les parece mal.—Por qué me extrañan.—La misión de las
Sacramentadas.—Ellas agenciarán gracias a fuerza de oración. —Cómo le lloro a Dios mis
miserias, y todo lo que alcanzo en un retiro.—Vida hermosa de las Sacramentadas.—Vida
meritoria de las Apostólicas.—La dureza de nuestro salario.— Por quien trabajamos.—La corte
de la Reina acabada de formar.—Nunca deben pensar que saben hacer algo bien hecho.—Lo que
han de pensar de Vds. mismas.—El desprecio de sí mismo se adquiere poco a poco.—Cómo debe
examinarse una verdadera Esclava.—El Reglamento a secas.—Las preguntas que deben
hacerse.—La insensibilidad en la oración.—No ir a ella porque se los mandan sino por amor.—
Amar y servir a Dios no como criadas sino como esclavas.—Aprovechar la gracia del
desprendimiento para servir a Dios por puro amor. La Custodia que yo llevo.—El copón de las
Apostólicas.—El cáliz de las Sacramentadas.— La recompensa de las almas fieles.—El premio de
los que permanecen firmes en medio de los palos.—El mérito de las que se sacrifican felices.—
Los sacrificios en el rincón más apartado los ve Dios y los premia.—De Apostólicas a
Sacramentadas.

Dice nuestro Padre en su libro que la flor de la Esclavitud serán las Sacramentadas. Vds.
parece que no lo entienden, pero es porque, como hasta ahora no hemos tenido todavía una monjita
de esas, una verdadera Esclava Sacramentada para servirnos de modelo, no se dan cuenta Vds. de
cómo serán esas almas que han de llevar una vida profundamente anonadada, consagrada por
completo al servicio de Dios Nuestro Señor y a la oración, y que serán la delicia de la Esclavitud.
Miren, hijas mías, voy a ponerles este caso. Cuando Vds. ven que yo entro a retiro porque
tengo necesidad de estar con Dios, de tratar con Él, de agenciar en la oración cuanto es necesario
para la Obra, y ese día no quiero ver a nadie, ni hablar con nadie, porque no apetezco más que el
trato con Dios Nuestro Señor y de Él voy a tomar fuerzas para todos los sufrimientos que vengan,
y a recibir luces especiales para dirigirlas y gobernarlas llevando sus almas a la santidad, ¿les cae
a Vds. pesado? ¿Les parece mal?
Yo creo que no. Me extrañarán, es natural. Les parecerá que es mucho el tiempo que dejan
de verme porque, como me quieren, el mismo cariño les hace sentir pena cuando me las dejo un
poco. Pero en cambio, ¿a qué se sienten felices cuando saben que Dios me ha dado sus órdenes,

88
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
que ha dictado lo que se debe hacer y que yo trato de ponerlo en práctica? ¿No es cierto que eso
les da gusto?
Pues bueno, esa ha de ser la misión de las Sacramentadas, rogar constantemente por la
Obra, agenciar con Dios todas las gracias que se necesiten, vivir siempre delante del Sagrario
llorándole a Nuestro Señor sus miserias, porque sólo así se consigue la unión con Dios, a fuerza
de humillarse, sólo así se alcanzan luces, gracia y todo lo que nos hace falta.
Eso es lo que yo hago al entrar a un retiro, buscar a Dios en la soledad para llorar mucho
delante de Él todas mis faltas, mis imperfecciones, mis debilidades, porque soy muy miserable.
Allí le ruego que me haga buena, que me de mucha dulzura, que me sepa humillar. Allí agencio
todos los favores. Allí consigo inmensos beneficios. Allí me dice Dios cuanto debe hacerse, y ya,
después, no tengo más quehacer que determinar lo que Él quiere que se haga.
¿No les parece que ha de ser muy hermosa la vida de las Sacramentadas? Es cierto que
no será de pura oración, puesto que también trabajarán, pero será solamente en el servicio de Dios
Nuestro Señor. Atenderán los Sagrarios, lavarán la ropa, cuidarán de que todo esté arreglado,
harán las hostias y unirán a esos trabajos una constante oración, una vida llena de recogimiento.
Por eso ven Vds. que no volverán a ver a nadie, ni a tratar con sus familias. Enteramente
deben consagrarse a Jesús Sacramentado y hacer de cuenta que para ellas murió el mundo y ellas
murieron para él.
Yo les aseguro que ha de ser una vida encantadora y, aun cuando esas almas no conquisten
a otras materialmente como lo harán las Apostólicas, también les ayudarán a salvarlas con sus
oraciones, con sus sacrificios, siendo las que todo lo alcancen de Dios y sacando del Sagrario
cuanto sea preciso.
En cambio, la vida Apostólica tal vez sea más meritoria a los ojos de Dios porque es de
mayor sacrificio, de lucha constante para impregnar en las almas una cosa difícil como es el amor
a la Cruz, el saber contrariarse y vencerse constantemente y, después de muchos afanes y trabajos,
recibir por pago ingratitudes y desprecios.
Pero no importa, hijas mías, ¡somos esclavas! Duro tiene que ser nuestro salario, ¡no tiene
remedio! Muy mal nos ha de pagar el mundo, pero como trabajamos por amor de la Divina Niña,
de esa Reinita que Dios ha querido darnos acabada de nacer, o más bien dicho, acabada de formar,
puesto que todavía no nacía al mundo y ya Nuestro Señor, desde el momento en que dijo que Ella
fuera, le preparó su corte para que tuviera quien la sirviera reconociéndola como Reina y Señora
y dándola a conocer al mundo como Inmaculada, pero no grande, como todos la aman, sino
pequeñita, desde su primer instante. Por Ella todo lo sufriremos, y siempre, llenas de humildad.
No digan nunca, después de haber trabajado y de haberse esmerado con las niñas:
 ¡Vaya, siquiera se trabaja, pero se ve el fruto, porque ha salido bien!

No, hijas mías, eso siempre deja entender que tienen amor propio. Yo quiero que siempre
piensen que lo han hecho muy mal, que lo echaron a perder, que nada salió bien y que se
consideren incapaces de hacer algo bien hecho.
Por supuesto que ese anonadamiento, ese desprecio de sí mismas que han de tener las
esclavas, llegarán Vds. a adquirirlo poco a poco, porque no es posible lograr en un momento la
mayor perfección. Si yo ahorita les dijera, vamos a que toquen Vds. el piano, y les pusiera enfrente

89
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
una pieza de Chopin, de Mendelssohn o de cualquiera de esos grandes autores, por más ganas que
tuvieran de darme gusto, no podrían lograrlo. Me dirían que sí, pero, ¿las tocarían? Imposible,
para eso necesitarían tener grandes conocimientos en música, ¿no es cierto?
Pues así pasa con la virtud. Hay que ejercitarse en ella y practicarla para llegar a la
perfección. Para eso hay que empezar por todo lo pequeñito, ¡hay que cumplirlo con exactitud!,
observando hasta lo más insignificante que les prescriba el Reglamento y, a la hora de hacer el
examen, no se pregunten nada más si han cumplido con lo que se les ha mandado, porque eso no
debe satisfacerle a una esclava que desea aprender a amar a la Divina Niña. No se conformen con
cumplir el Reglamento a secas, no se queden satisfechas con decirle a Dios:
 Ya recé el Oficio, ya trabajé, ya cumplí con mis deberes, ya hice oración, ¡confórmate con eso!
Eso no es bastante. Una verdadera esclava no debe dar tan poco. Sus preguntas constantes
han de ser:
 ¿Ya cumplí?, está bien, pero, ¿lo hice con finura? ¿Todos mis actos de hoy, consagrados a Dios,
fueron finos y delicados? ¿Cómo hice oración? ¿Teniendo niñas a mi cargo, las descuidé para
irme yo con Dios y las dejé solas? Si así lo hice, estoy segura que no lo agradé y que más
contento hubiera quedado de mi sacrificio al vigilar a las niñas aun cuando desde allí con ellas
hubiera yo intentado estar en oración.
 ¿Cuándo voy a buscar a mi Señor lo hago simplemente porque me lo mandan o porque quiero
amarlo? Si lo amo lo buscaré siempre aun cuando esté llena de sequedad, aunque nada sienta,
aunque me parezca que no tengo que ofrecerle.
 ¿No puedo siquiera mover mi voluntad para decirle que lo quiero amar? ¿No lo siento dentro
de mi alma? Pues voy a humillarme a sus plantas para decirle, te ofrezco el no poder amarte ni
decirte que te amo. Tú sabes bien como te quisiera amar, pero no puedo lograrlo, y como eso
me hace sufrir y es un sacrificio para mí, Tú me lo recibirás.
 Dame fuerza Señor; bien sé que de ti solamente ha de venirme cuanto necesite, por eso te lo
pido; atiende a mi debilidad y concédeme las gracias que me faltan. Ya no diré: sólo voy a
oración porque V. me lo manda. ¡Nada de eso! ¡Todo lo contrario! Vendré a verte porque te
amo y quiero aprender a amarte cada día más. Estoy como una madera, mi corazón está
insensible, no puedo adelantar un paso aunque tenga voluntad, pero no le hace, yo te ofrezco
ese corazón seco y duro como un palo, es lo único que puedo darte, unido a las ganas que tengo
de sacrificarme por tu amor, eso sí. Y quiero sacrificarme no como criada asalariada sino como
esclava, es decir, sin esperar ninguna paga, sin ajustarte la cuenta, sin pensar en méritos ni en
indulgencias, sino únicamente pensaré en que por amor tuyo sufriré cuanto quieras. No quiero
recompensas y, ya que Tú has querido darme un total desprendimiento de todo, aprovecharé
esa gracia sirviéndote también por puro amor.
Así es como las esclavas hemos de ir a Dios y hemos de procurar llevarle a las almas. Yo
tengo por eso una custodia, como diciendo, en este viril llevo a Jesús Sacramentado y ya saben
todos los que se acerquen a mí, que tenemos que ir a Dios, que a Él han de ir encaminados nuestros
pasos, y que hemos de consagrarle todo el amor de nuestros corazones.
Luego vienen las Apostólicas, que llevan prendido al pecho un copón lleno de formas
como una señal de que han de llevar a Dios Nuestro Señor a todos los corazones, consagrándose
a formar las almas de los niños, matándose por ellos en el trabajo y no dejando jamás de

90
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
inculcarles el amor a Jesús en el Sacramento. Ellas llevarán a los Sagrarios todos sus sacrificios
unidos al fruto que hayan logrado en las almas, y allí los depositarán para que luego las
Sacramentadas los ofrezcan a Dios Nuestro Señor diciéndole:
 Aquí tienes Señor estos corazones de niños. Están consagrados a ti, son soldados tuyos Señor,
dales fortaleza para que ya no se aparten de tu lado y nunca te abandonen.
Allí, con ellos, se ofrecerán también las Sacramentadas, porque han ayudado a
conquistarlos con su oración de anonadamiento y de constante sacrificio. Llevarán por insignia
un cáliz y eso querrá decir que han agotado todos los sufrimientos, que han dado primero su vida
por las almas en los trabajos apostólicos y ahora están allí dispuestas a vivir anonadadas con Dios,
Sacramentadas en Él, rogando sin cesar porque triunfe en el mundo el Reinado de Jesús
Sacramentado y de la Divina Infantita.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, deseosas verdaderamente, como todas
estamos, de la santificación de nuestras almas y de que Dios Nuestro Señor se una a nosotros y
escuche las súplicas que le hacemos para que venga a nuestros corazones dándonos oración,
vamos a rogárselo a la Divina Niña y Ella no duden que lo conseguirá. Entonces Dios oirá nuestros
ruegos, atenderá las peticiones que le hacemos y, si hemos sabido sufrir por su amor y vivir
constantemente crucificadas con El, sacrificándonos contentas aun en tiempo de guerra, cuando
por todas partes se reciben palos, no duden que recibiremos el premio.
La recompensa de nuestros afanes y de habernos sostenido firmes, permaneciendo fieles
en las pruebas, será una santidad loca de amor por Jesús en el Sacramento y por la Divina Infantita.
Esta recompensa la tendrán todas las que han sabido guardar fidelidad en estos tiempos de terrible
lucha. Y se lo digo porque no vayan a pensar que solamente quien se decidió a venir con nosotros
en esos tiempos y a servir a Dios en medio de los palos, es quien tiene mérito. No, hijas mías,
todas las que al sentirse apaleadas, a pesar del dolor natural que sienten, tienen ánimo para decir
¡no importa, vamos adelante!, y con la cara sonriente y llena de felicidad trabajan y se sacrifican,
tienen mérito delante de Dios Nuestro Señor. Él está pendiente de todas sus acciones, nada se le
pasa, de manera que, aunque estuvieran en el rincón más apartado de la casa y allí se estuvieran
sacrificando y humillando, ignorada de los demás, aun cuando nadie apreciara aquellos
sacrificios, Dios no los olvida y la recompensa que les dará por sus trabajos será llamarlas a su
lado.
De modo que, cuando las Apostólicas hayan dado su vida por las almas, cuando se hayan
martirizado por impregnarles el amor a la Cruz, a cierta edad les premiará sus sacrificios
haciéndolas Sacramentadas para que vayan a vivir junto al Sagrario, para Dios solamente, y allí
le digan:
 Aquí tienes a tu esposa que ahora es toda para ti; ya ganó muchas almas para gloria tuya, y hoy
sólo le queda venir a ser tu compañera constante, viviendo sacramentada contigo y anonadada
por tu amor.

Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado y a la Divina Niña para nuestro


Padrecito y para nosotros en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

91
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

La obediencia es la flor de la Esclavitud

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Recuerda aquel día en que mientras mirábamos a nuestros hijitos Luisito y Angelina
trabajar en algo propio de la Esclavitud y muy próximo ya el día de mi partida a España
para trabajar en la empresa de buscar Esclavos, escribiste en el respaldo de una tarjeta
postal, que en su anverso representa a Sto. Tomás de Aquino en el momento de ser ceñido
por los ángeles con el cíngulo de la castidad, tres preciosísimas sentencias, verdaderas
joyas de la Esclavitud.
3. Pedir al Señor que nos confirme en el espíritu en que fueron escritas tales sentencias.
Punto I
 De aquellas tres sentencias, la última es ésta: «La obediencia es la joya de la Esclavitud».
Hermosísima frase que nunca has sentido nacer tan espontánea de tu alma como ese día,
porque el Señor habría derramado ya sobre ti abundantísimamente el espíritu de la
Esclavitud. La obediencia es, hija mía, la riqueza, el tesoro casi infinito de la Esclavitud,
porque el obediente todo lo puede en Dios que lo conforta.
 «Sola obedientia tenet palmam», dice San Agustín. Y esta palma es la palma de las
palmas, la salvación del género humano.
Punto II
 No es mi ánimo que hagas aquí un estudio profundo de cómo es joya de la esclavitud en
general, sino que veas su importancia en tres de sus conceptos para que más te convenzas
y siempre lo sepan los Esclavos y las Esclavas: que la obediencia es nuestra joya.
 Oye a los santos que dicen: «La obediencia es la virtud que en la naturaleza racional es
la madre y el custudio de todas las virtudes.» Sto. Tomás. «La obediencia sola es la que
graba en la mente las demás virtudes, y custodia las virtudes inciertas». San Gregorio
Magno.
Punto III
 Oye a un gran maestro de la vida espiritual y, sobre toda ponderación, práctico en la vida
religiosa, cómo habla de nuestra preciosísima joya. «La obediencia es perfecta
abnegación de la propia alma y del propio cuerpo, muerte voluntaria, vida sin cuidado,

93
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
navegación sin daño, sepultura de la voluntad y, para la vida espiritual, como si
durmiendo recorriéramos todo el camino.»
Afectos
 ¡Qué hermosa joya! Cualquiera de las anteriores alabanzas, por sí sola bastarían para
hacer preciosa cualquier virtud.
Propósitos
 Amaré la obediencia como a causa de mi salvación.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—La obediencia es la joya de la Esclavitud.—Lo que dicen de ella nuestro Padre y varios santos.—
Por qué parece que empiezo por el final de la meditación de nuestro Padre.—El que obedece pierde
toda responsabilidad.—Las virtudes que practica un obediente.—El que obedece no debe tener
cabeza.—Entre los Esclavos y las Esclavas no ha de haber superioridad.La única cabeza ha de
ser la de nuestro Padre.Por qué me vi sin cabeza en la oración.—Nuestro Padre vi que la tenía,
pero bien doblada.No sirve la obediencia sin un juicio rendido.—No lo tienen los que murmuran
al recibir una humillación.—La que cree haber cumplido con Dios por unos cuantos pasos.—Cómo
debemos corresponder al llamamiento de Dios.—El mundo dice: «vamos a pecar», y los Esclavos
diremos: «vamos a salvar».—Los padres del mundo no piensan que sus hijos tienen alma.—
¿Quién enseña el vencimiento a un niño?—La joya y la cifra misteriosa.—La burla que me hará
el demonio si Vds. no son esclavas.—De Vds. pende la santidad de nuestro Padre y la mía.—El
mundo quiere destruir el Reino de Cristo.—La Esclavitud luchará por salvarlo.—Cada alma
perdida es gloria que el demonio le roba a Dios.—Las condiciones terribles de los demás Asilos.—
Los hijos legítimos.—Los Asilos de la Divina Infantita recibirán a toda clase de niños
desgraciados.—La recomendación única que necesitan.—La cuota de diez pesos.— Las cosas
pequeñas.—El hilacho levantado.—La niña curada.—Las cabecitas peladas.—La gracia que da a
el alma cuanto se hace por obediencia.—Las Esclavas que sólo tienen corazón, y por cabeza la de
sus Padres Espirituales.

Con que, la obediencia es la joya de la Esclavitud. Así dije yo en una ocasión, y nuestro
Padre lo explica muy bien y cita lo que dicen varios santos. Nos hace ver que el que obedece pasa
la vida como si estuviera dormido, es decir, pierde toda responsabilidad, puesto que nada hace
por sí mismo y, con tal motivo, no puede ser responsable de sus actos. Dice también que es una
perfecta abnegación de todo lo propio, el cuerpo y el alma. Una muerte voluntaria, una navegación
segura, porque el que va obedeciendo siempre no corre peligro ni recibirá daño alguno.
Parece que comienzo a hablarles del final de la meditación, pero es porque en él está
encerrada toda la sustancia y allí se manifiesta claro la excelencia de esa virtud que ha de ser una
joya de inmenso valor para los Esclavos y Esclavas.

94
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
La obediencia es como la raíz de todas las demás virtudes, puesto que, quien obedece,
prueba que es dócil, que tiene rendido el juicio, que no tiene voluntad propia y, sobre todo, que
es humilde.
La obediencia le da al alma que la practica gracias en abundancia, la hace unirse con Dios
Nuestro Señor y la deja libre enteramente de responsabilidades, siempre que esa obediencia sea
perfecta, sobre todo en las esclavas, porque sólo así podrán decir que van recorriendo dormidas
el camino de la Esclavitud. Pero si, cuando algo se les manda, su juicio se pone a discutir aquel
mandato, o van a obedecer de mala gana y manifestando desagrado, ¿podrán decir que van como
durmiendo? ¿Podrán asegurar que tienen en su poder esa joya hermosísima con que tienen que ir
adornadas al presentarse delante de Dios Nuestro Señor y de la Divina Niña? Seguramente que
no, porque el verdadero obediente no murmura, no tiene juicio para pensar en lo que le han
mandado. El que obedece no debe tener cabeza y, por eso, las esclavas, que han de llevar una vida
de constante obediencia, tendrán que perderla si es que quieren llegar a serlo.
En la Esclavitud, hijas mías, ninguna debe considerarse superior a las demás. Tanto los
esclavos como las esclavas no han de tener sino una sola cabeza, que será la del superior de todos
y no las demás, aun cuando se llamen hermanas mayores, porque eso no quiere decir que valdrán
más, ni que será mayor su categoría, sino que todas serán como miembros de un cuerpo con una
sola cabeza, que es la de nuestro Padre.
Yo no soy cabeza. Por eso, en la oración, me hizo ver Dios Nuestro Señor que no la tenía
yo. Y al verme sin ella lo entendí muy bien. Lo mismo me pasó cuando, después, vi a nuestro
Padre con cabeza, pero enteramente doblada, como quien dice. Él es la cabeza de todos nosotros,
pero al mismo tiempo su humildad, ¡tan grande!, le hace tenerla bien doblada, porque no quiere
tener juicio propio, ni voluntad, ni nada, y sólo quisiera vivir sujeto a todo el mundo.
Pues bueno, ese juicio rendido es el que Vds. necesitan tener, porque sin él no tiene mérito
la obediencia. De nada sirve que hagan lo que se les ha mandado, si interiormente tienen dureza
para pensar y todo un juzgado terrible para censurar aquel mandato. Si siempre están pensando:
 Yo nada más hago esto porque es preciso, porque me lo mandan, pero, si por mí fuera, no lo
haría.

¡No pueden decir que su juicio está rendido! Lo mismo que cuando reciben una
humillación, en lugar de aceptarla con resignación, murmuran de ella y dicen:
 ¡Es claro, si eso es lo único que a mí me toca, los desprecios! Ya se ve. Cómo no soy esclava, ni
me consideran de la Congregación. Por eso me tienen así, tan humillada, siempre en el último
lugar sin tener derecho de estar entre las demás hermanas. Yo no puedo nunca ir donde ellas
vayan, no tengo libertad de corregir a una niña y por eso no me respetan ni me tienen
consideración.

La que así piensa, ¿podrá decir que quiere ser esclava? ¿Dirá que lucha por adquirir esa
joya riquísima de la Esclavitud? ¡Mentira! Porque si quisiera, se humillaría más a cada momento
y callaría ante las determinaciones de sus superiores.
También, cuando alguna se conforma con haber dado algunos pasos y por eso cree que
ya cumplió con Dios Nuestro Señor, me quedo pensando: ¿Qué sucederá? ¿Tendrá verdaderos
deseos de llegar a la perfección por el camino de la Esclavitud? Si así fuera no me diría:

95
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Yo, con que V. me dijera ya cumpliste con lo que Dios te pidió, ahora puedes irte, me iría muy
tranquila.
Eso no es amor, hijas mías. Quien tiene ganas de amar con locura es quien dice llena de
energía:
 Ya me llamaste, ¿verdad? ¡Pues adelante! Voy a esmerarme cada día más en adquirir méritos y
en aprovechar las innumerables gracias de santificación que Tú me das.

¿Acaso creen que Dios, cuando llama a un alma es para decirle después?:
 Ahora ya puedes irte

Se equivocan, hijas mías. El alma que recibe un llamamiento así, está obligada a dar cada
vez mayores pruebas de su amor y gratitud por los beneficios que recibe. Así es que, las que
hemos sido llamadas para formar parte de la Esclavitud, por fuerza seremos esclavas si no
queremos serlo por amor. Dios, Nuestro Señor, nos ha encomendado la salvación de las almas,
nos ha dado una misión hermosa, ¡no cabe duda!, la de regenerar a la niñez. Hagan cuenta que la
Esclavitud es el barco salvador que ha de conducir a todos esos niños a Dios, impidiendo que el
demonio se apodere de sus almas y los haga partidarios suyos.
De manera que, mientras los hombres corren en pos de todo lo que les proporciona gusto,
bienestar, felicidad, y sólo saben decir ¡vamos a pecar y a llevar al pecado a cuantos encontremos
en el camino!, los esclavos debemos decir:
 Vamos a salvar y a llevar a la santidad al mayor número posible de almas. Vamos a trabajar
sobre todo por esos niños desgraciados ya que sus padres no se preocupan de ellos, ni piensan
siquiera, en medio de la disipación en que viven y de las diversiones en que están engolfados,
que sus hijos tienen alma, que esa alma hay que formarla para el bien y para la virtud, que a
Dios, Nuestro Señor, le ha costado muy cara y que a Él le pertenece.

Díganme, en el mundo, ¿quién se preocupa de enseñarles a los niños el vencimiento para


que, desde pequeñitos, vayan acostumbrándose a dominar sus pasiones y a contrariarse a sí
mismos? Ninguno. Todo lo contrario. Siempre procuran no contrariarlos en lo más insignificante,
darles gusto en todo, que no sufran por nada, y todo eso los perjudica y los pierde.
¿Cuál es el remedio de esos males? La Esclavitud, el barco salvador de los niños, el que
por todas partes se levanten asilos donde se abriguen esos niños y niñas que perecen porque no
hay quien se preocupe de sus pobrecitas almas. Pero, ya saben que, para que Vds. puedan entrar
en ese barco, necesitan llevar como insignia la cifra misteriosa y la joya de la Esclavitud que es
la que ha de darles valor a las esclavas, es decir, necesitan tener grabado en el alma,
constantemente, el nombre de María y, con él, las virtudes que esa Niña encantadora les enseña,
ya que ha de servirnos de guía y de modelo. Y necesitan también saber hacer uso de esa joya que
es la obediencia, porque solamente así serán esclavas y caminarán con paso firme a la santidad.
Si, desgraciadamente, Vds. no llegan a ser esclavas, será una burla tan grande la que el
demonio me haga, que se reirá de mí sin misericordia, se lo aseguro.
¡Cómo se alegrará Satanás al ver tanto tiempo empleado en santificar a Vds. y perdido
completamente si no se quieren hacer santas!

96
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¡Miren que de la santificación de todas Vds. pende la mía y la de nuestro Padre! ¿No les
causará pena el día que se persuadan de que no fuimos santos porque Vds. no quisieron serlo ni
que nosotros lo fuéramos?
Por eso sean muy dóciles, hijas mías, déjense formar, no pongan mala cara cuando se les
corrija una falta, no se disgusten cuando se les mande algo que les contraría. Doblen su voluntad,
rindan su juicio. ¡Miren que es el único medio de llegar a poseer la joya riquísima, indispensable
para las esclavas! ¡Ella es lo único que les abrirá camino y les dará paso libre en la Esclavitud
salvadora que ha de redimir a la niñez y que no ha de tener más mira que salvar lo que los hombres
quieren destruir!
El mundo dice:
 ¡Vamos a tirar el Reinado de Cristo! ¡Vamos a echar abajo la Religión! ¡Vamos a ser soldados
de Satanás! ¡Y eso lo conseguiremos con el pecado!

La Esclavitud dice también a los suyos:


 ¡Vamos a sostener ese Reino que el mundo quisiera aniquilar! Trabajaremos, y todo sacrificio
nos parecerá poco si logramos disminuir el ejército de Satanás, y eso vamos a lograrlo evitando
el que las almas pequen.

Piensen, hijas mías, que cada niño representa no una sola alma, sino un grupo de almas.
Una generación de ellas. Y si se pierden será muy triste, porque cada alma perdida es gloria que
el demonio le roba a Dios.
¿De qué sirve que haya tantos asilos si en ellos se exige tanto y se les ponen a los
desgraciados condiciones terribles que no pueden aceptar?
Los asilos de la Divina Infantita recogerán a toda clase de niños. De manera que en los
demás podrán decir que no pueden admitir sino a los hijos legítimos y llenos de requisitos, en
cambio, en nuestros asilos, no nos importará que sean ilegítimos, que sean lo que fueren. ¿Es un
alma a la que hay que salvar? Eso nos basta. No hace falta otra recomendación.
Eso quiere decir que la Esclavitud será el barco salvador para las almas. En ella no hay
condiciones para admitir a un niño. Ya ven que ahora he querido imponer eso de que, al entrar,
den una cuota de diez pesos y otra al retirarlos. Ha sido con el objeto de evitar esa especie de
burleta que luego nos hacen de traer a una niña hoy y sacarla mañana, o a los cuantos días, porque
así ni provecho sacan. Pero si yo veo que hay verdadera necesidad, que esa niña o niño realmente
requiere nuestros cuidados, de lo que menos me preocupo es de la cuota. Y si no pueden darla, no
me importa, porque no por eso voy a desechar aquella alma que puede salvarse entrando aquí.
Con que, no olviden que la obediencia es la joya de la Esclavitud y que esa joya riquísima
tienen que adquirirla tanto las esclavas como los esclavos y ¡tienen que luchar para adquirirla!
Todo lo que se quiere practicar con perfección requiere mucho estudio, hijas mías. Por
eso, las que sientan deseos de poseer esa joya de tanto valor que han de comprar a fuerza de
sacrificios, de vencimientos, de contrariedades, comiencen por lo poco, por lo pequeñito, y así no
les costará trabajo llegar a tomar posesión de ese barco de salvación. Llegarán a él llevando en su
pecho grabada la cifra misteriosa, colocada en él esa joya incomparable, esa obediencia rendida
que ha de hacer de sus almas unas almas humildes, unas almas decididas, unas almas anonadadas

97
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
por completo y dispuestas a hacer toda clase de sacrificios por las demás almas para darle gloria
a Dios y a la Divina Infantita, honrándolos en la Obra de la Esclavitud.
Postradas en la presencia de la Divina Niña chiquitita, a Ella le pediremos que nos
conceda no despreciar nada de lo que nos parezca pequeñito, porque la práctica constante de esos
actos insignificantes es la que nos ha de dar la verdadera obediencia que, como han visto Vds. en
la meditación de hoy, es la joya de nuestra Esclavitud.
Un hilacho, ¡qué cosa más pequeña, qué cosa más inservible!, si se queda tirado en el
suelo no quiere decir nada y, en cambio, si nos agachamos a levantarlo, fue un acto pequeñito que
nada nos costó, y que nos aumentará la gracia. Una niña sin curar parece que importa poco y una
niña curada con esmero le da gracia a la encargada de curarla. Una cabecita sin pelar no quiere
decir nada, pero una cabecita pelada y limpia es señal de obediencia y de que se tiene cuidado en
hacer lo que está mandado, en consecuencia, le dará gracia a quien lo haga.
Una letra escrita por obediencia aumenta la gracia. Y así va siendo en todo lo que se
trabaja por amor de Dios cuando el que está trabajando vive sujeto a la voluntad ajena. Esta
obediencia constante, no duden que es la que grabará en sus corazones la cifra misteriosa que es
el nombre de María, y que todas las esclavas y esclavos deberán llevar dentro de su alma.
Y las hará también poseer la joya preciosísima para convertirse en esclavas sin cabeza
que sólo tendrán corazón para amar, y para pensar nada más la cabeza de los superiores que Dios
Ntro. Señor les ha dado, que son sus Padres espirituales.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado para nuestro Padrecito y para
nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y de la Divina Infantita. Amén.

98
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Sólo la Esclavitud de amor salva

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate que ves cualquiera de los tres grandes misterios que hemos considerado antes:
la Encarnación, la Crucifixión y la Eucaristía.
3. Pide al Señor que te dé luces para conocer la Obra de salvación que se realiza en ellos.
Punto I
 ¿Qué hace María cuando en la Encarnación al mostrarse tan perfecta Esclava? Ella dice
Fiat. Y entonces es cuando la naturaleza humana, libre, representada dignamente en
María, da su consentimiento para que el Verbo Divino uniéndose a nuestra naturaleza la
haga la gran víctima expiatoria de los pecados de los hombres
 La Encarnación es la preparación del gran sacrificio salvador de la humanidad, y de cada
hombre en particular.
Punto II
 En la Cruz es donde rompe la Divina Víctima el decreto de enemistad con Dios, que
pesaba sobre la humanidad. Entonces aprendió la obediencia por las cosas que padeció y,
consumado, fue hecho autor de salud eterna, para todos los que obedecen.
Punto III
 Y cuando en la Sagrada Eucaristía el Hombre-Dios se somete a tanta obediencia y
esclavitud la más perfecta, ¿no es cuando en la vida eucarística dispone el modo de darme
a mí vida, comunicando a cada hombre en particular los derechos de salvación que
alcanzó para la humanidad en la Cruz?
 «Yo soy el pan vivo que descendí del cielo. Si alguno comiere de este pan, vivirá
eternamente; y el pan que yo daré es mi carne.» La carne tomada en el Inmaculado
Corazón de María y sacrificada en el ara de la Cruz para la salud de todos, es la que,
comida en la Sagrada Eucaristía, da vida santa a cada uno de los hombres, como dice
Nuestra Santa Madre la Iglesia al dar la Sagrada Comunión a los fieles: «Se te da la prenda
de la gloria.» Esto es, el derecho para que seas morador de la gloria.

99
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 Luego, sin verdadera Esclavitud no hay salvación. Huyendo el mundo de la amorosa
obediencia de la esclavitud del amor, se aparta de la salvación. Esclavicémonos nosotros
y hagamos que otros se esclavicen, para que, ayudándonos a esclavizar a los hombres con
cadenas de amores semejantes a los de la Encarnación, la Crucifixión y la Eucaristía, los
hombres vuelvan a los caminos de la salvación.
Propósito
 Seré esclavo y procuraré que otros lo sean.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Los tres Misterios sin los cuales no habría salvación.—Si Dios nos hiciera sentir todo su amor
no lo resistiríamos.—El amor de Dios a las Reparadoras y a las Capuchinas.—Cada uno tiene su
porción.— Dios al modo de Vds. y no Vds. al modo de Dios.— La risueña, la seria, la reflexiva,
cómo quieren llamar a Dios.—Si ven que adelantan es porque tienen amor propio.—No se
desanimen cuando no lo vean.— humillarse y dejar a Dios el cuidado de santificarnos.—El amor
a Dios se corresponde con sacrificios. La humildad de las profesoras.Ocultarse después de
haber trabajado con las niñas.La gloria toda para Dios.Esconder los sacrificios en el Sagrario
para que sólo el Esposo los conozca.No apetecer más consuelo que el que nos quieran dar.El
premio de las Esclavas vivir junto al Sagrario.Examinar la finura de nuestras obras.Las
Esclavas siempre seremos últimas en todo y primeras en el amor.

Cita hoy nuestro Padre los tres Misterios de la Encarnación, la Crucifixión, y la Eucaristía,
y dice que sin ellos no hubiera habido salvación para el mundo. Desde el momento en que la
Stma. Virgen admitió la unión del Verbo Divino con la naturaleza humana, pronunció el Fiat de
la Redención nos dio la seguridad de salvarnos. Sin Ella no tendríamos Eucaristía, no podríamos
unirnos con Dios Ntro. Señor.
¿No ven cuánto le debemos a la Stma. Virgen? Por eso nosotros, que la tenemos por Reina
pequeñita y la amamos desde el primer instante de su ser, vamos a rogarle que nos enseñe cómo
hemos de ser verdaderamente esclavas, cómo hemos de corresponderle a Dios Ntro. Señor el amor
que nos tiene, que es tan grande.

100
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
No podemos ni siquiera darnos cuenta de cómo nos ama Dios, hijas mías, porque no
sabemos apreciar ese amor. El hombre vive despreciándolo y, por eso, no lo siente. ¡Que si lo
sintiera tal cual es, no lo resistiría!
Ayer así me lo hizo ver Ntro. Señor en la oración. Yo pensaba en el amor que les tendría
a las otras monjas, y le decía yo:
 ¡Cuánto amarás a las Reparadoras, a las Capuchinas!

Entonces Él me hizo sentir que cada una teníamos nuestra porción. Y, después, con mucho
cariño, sentí como me dijo:
 Si yo te hiciera sentir todo el amor que te tengo, no podrías resistirlo, morirías.
¡Tanto así es el amor de Dios para las almas! ¡Y nosotros no sabemos estimarlo, y mucho
menos corresponderlo!
Quisiéramos entender a Dios Ntro. Señor siempre que Él se hiciera a nuestro modo,
porque eso de hacernos al suyo nos parece sumamente difícil. Yo estoy segura de que a todas
Vds. les gustaría mucho que Dios las escuchara, pero querrían darse cuenta de que eso había sido
para quedar convencidas.
Se sentirían felices llamando a Ntro. Señor, la risueña, entre puras risas, la seria, con
seriedad, la reflexiva, con muchas reflexiones, la circunspecta con, circunspección. Y que, al
momento, sintieran su presencia. Eso sí, ¡que no las hiciera esperar! ¡Que solicitaran una
audiencia y ya estuviera pronto para concederla en el momento mismo!
Eso no es posible, hijas mías. El alma que logra llegar a comunicarse con Dios tiene que
hacer mucho, que esperar todo el tiempo que Él quiera, que humillarse profundamente en su
presencia posesionada bien de su miseria, sin desanimarse por ella ni porque se le figura que no
adelanta un paso en la perfección. Eso nunca lo verán, ¡convénzanse! Y si lo ven, será mala señal
porque querrá decir que tienen amor propio y ese es el que les dice que han adelantado.
Vds. no averigüen, caminen siempre adelante, estudiando cada día más cómo han de
humillarse delante de Dios Ntro. Señor, y Él hará lo demás y se encargará de santificarlas por
medio de la Divina Niña. Lo que se necesita es que todas se resuelvan a pronunciar el Fiat para
corresponderle a Dios su amor con sacrificios, que es con lo único que pueden demostrar que lo
aman mucho. Esos sacrificios, si son constantes, le estarán diciendo a nombre de Vds.:
 ¡Quiero amarte Jesús mío! ¡Quiero corresponder con un amor loco el amor infinito que me
tienes! ¡Quiero vivir para ti, bien mío, y estar pendiente a toda hora, para oír el silbido amoroso
con que me llamas!

Sean muy humildes. Y esa humildad hará que las profesoras y todas las que tienen niñas
que enseñar, después de trabajar con ellas, de luchar sin descanso, de sacrificarse para lograr algún
fruto, de enseñarles algo, cuando vean que ya lo han conseguido, que aquello que pusieron salió
bien, que el mundo satisfecho pregunta quién educó a esas niñas, quién las ha enseñado, nunca
quieran aparecer ellas, sino que siempre presenten a Dios y se oculten lo más que puedan a los
ojos de los demás para que, de esa manera, cuando se acerquen al Sagrario, puedan decirle a su
Esposo Sacramentado:

101
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Aquí me tienes. He trabajado mucho, me he sacrificado, he recibido desprecios, he luchado
con las niñas, pero no busco la gloria para mí sino para ti solo. Por eso vengo aquí a ocultar mis
sacrificios, para que nadie los vea ni los conozca más que Tú. Quiero vivir olvidada de todos.
No quiero que los hombres me compadezcan, por eso callaré cuando sufra y, por fuertes que
sean mis amarguras, siempre tendré la sonrisa en los labios. Así, sólo Tú sabrás que sufro y no
necesito más. Me basta con que Tú pienses en mí. Por eso no me importa que el mundo
desconozca mis sufrimientos con tal que los aprecie mi Señor y mi Rey, y sepa que por su amor
lo he hecho todo. No quiero las alabanzas de las criaturas, ni apetezco los honores que ellas
pudieran darme. Todo lo contrario. Seré feliz si logro vivir despreciada, abatida, colmada de
humillaciones, maltratada. Y todo eso lo puedo venir a depositar aquí, a tus pies, para quejarme
contigo y que Tú me consueles y aceptes mi corazón todo entero.

Sí, hijas mías, ¡qué hermoso será eso para las Esclavas! Qué dicha tan grande la suya
después de haber salvado a muchas almas, de haberlas catequizado, de haberles dado forma
espiritual, ganándolas para Dios, el ver que se acerca el momento de recibir la recompensa de sus
trabajos de esclavas, de recibir el premio de sus sacrificios, que es el mayor que pueden esperar
puesto que consiente en llegar junto al Sagrario y, depositando allí todo lo que llevan para que
Dios le reciba, quedarse desde aquel momento a sus pies, para vivir unidas ya con Jesús en el
Sacramento.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, le pediremos con todo nuestro corazón que
nos enseñe a crucificarnos, que nos diga cómo se crucifica el alma que quiere corresponder con
un amor de locura. Esa locura del amor que Dios nos tiene. Ese amor, hijas mías, tiene que ser
muy decidido y lleno de finura. Examinemos nuestras obras, hasta las más pequeñas, recordemos
cómo han sido hechas y, así, veremos si han tenido la finura que debe tener lo que se le consagra
a Dios Ntro. Señor.
Roguémosle a la Niña encantadora que Ella nos ayude, que nos impregne en nuestras
almas las virtudes para que, así, todo en nosotros sea dulce, agradable, lleno de amor y de
modestia, que nuestros modales sean finos, moderadas nuestras palabras, suaves y llenas de
afabilidad, que todos nuestros pensamientos sean puros y sencillos, que seamos dulces y
misericordiosas con las niñas tratándolas siempre bien, procurando llevarlas a la santidad, pero
suavizándoles la Cruz.
Y ya que tenemos por fuerza que ser lo último, porque las esclavas han de verse
constantemente humilladas, colmadas de desprecios, desechadas por todos lados, le rogaremos
que nos haga humildes y que nos conceda la gracia de que, siendo últimas en todo, seamos, sin
embargo, primeras en amar a Jesús Sacramentado y a la Divina Infantita, sin permitir que nadie
nos gane en amor.
Le pediremos a Ntro. Señor la bendición para nuestro Padrecito y para nosotros. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

102
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

La Esclavitud de Jesús anunciada


Advertencia

Quiero ponerte ahora hija mía, algunas meditaciones que aunque expresamente no hablen de nuestra
Esclavitud, nos darán a conocer el modo de ser Esclavo que tuvo Ntro. Divino Modelo, y las enseñanzas
de Él sobre tan importante materia, para deducir después la importancia de la obediencia que es como la
patente de la Esclavitud.

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate que ves a Ntro. Divino Jesús, ligando su Corazón Santísimo con cadena de
Esclavo, la que entrega a su Eterno Padre.
3. Pide la gracia de aprender a ser esclava.
Punto I
 Cómo ha amado Cristo ser Esclavo lo entenderás cuando veas que todavía faltaban siglos
para que naciera y ya anunciaba su Esclavitud, ofreciéndose como Víctima agradable a
su Eterno Padre, ya que las del Antiguo Testamento no le eran suficientes. Oye como
habla: «Sacrificio y ofrenda no quisiste. Holocausto y hostia no demandaste. Entonces
dije: he aquí que vengo para hacer tu voluntad. Quíselo Dios mío, y tu Ley puse en medio
de mi corazón.»
Punto II
 San Pablo refiere también a Ntro. Divino Jesús estas palabras, que están escritas del Cristo
en el principio de su vida, para decirnos que, no habiendo Dios aceptado los sacrificios
antiguos para remisión de los pecados, aceptó la ofrenda del Cuerpo de Jesucristo que
nos salva, y que Él hará con todos los que se quieran aprovechar de la Esclavitud de Jesús,
pacto también de Esclavitud: «Grabaré mis leyes en sus corazones y las escribiré en sus
entendimientos.»
Punto III
 Y que nada desea el Señor, sino este pacto de Esclavitud amorosa, bien claro se expresa
por los Ángeles que cantan al nacer el Divino Esclavo: «¡Gloria a Dios en las alturas y
paz a los hombres de buena voluntad!».
 Pues, ¿quiénes son los hombres de buena voluntad sino aquéllos que tienen y cumplen en
todo la voluntad del Señor?

103
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 Divino Esclavo del Eterno Padre y por este motivo hecho víctima por mí, yo también
quiero sacrificarme por ti. Acepta el mayor de todos mis sacrificios, el de mi propia
voluntad.
Propósito
 Ofrecerme en todas las cosas en sacrificio al Señor.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Las víctimas antiguas no satisfacían al Eterno Padre.—Dios se ofreció como víctima.—Lo que
le gusta a Dios que le dé el hombre.—Las ceremonias del mundo.—Lo que en él se dice es por
pura fórmula.—Lo que nos exige Dios para manifestarnos su amor.—El Reglamento cumplido a
secas.—El Reglamento cumplido porque se ama.—La voz de Dios representada en la campana.—
La mesa del desayuno y Ntro. Señor sentado en ella.—La Cruz y la Eucaristía son las locuras de
amor de Dios por las almas.—La alegría cuando Él le echa los brazos a una alma.—Cuales son las
que no lo rechazan.—La constancia de Vds.—Los golpes de una obra nueva.—Lo que deben
pedirle a la Niña para que Ella las lleve a Dios.

No se conformaba el Eterno Padre con las víctimas y los sacrificios que le ofrecían y, por
eso, Dios Ntro. Señor se ofreció como Víctima para desagraviarlo, y esa si fue grata a sus ojos y
la aceptó porque se le ofrecía de corazón.
A Dios es lo que siempre le agrada, que el hombre dé su corazón, que se ofrezca a Él,
pero de buena voluntad, y que sus acciones no solamente sean exteriores ni de pura ceremonia,
como son todas las del mundo, sino que, en ellas, tome siempre parte el corazón, que tengamos
la voluntad dispuesta para servirlo por puro amor.
Sin embargo, nosotras somos todavía muy amigas de exterioridades. No podemos
prescindir por completo de las costumbres del mundo en donde todo se hace por política y lleno
de ceremonia, donde se obliga a las personas a decir lo que no sienten, a ofrecer muchas veces lo
que no tienen ganas de dar. Se le dice a una persona a quien se acaba de conocer, ya sabe V. que
en tal parte tiene su casa, y no se le está ofreciendo con voluntad, sino puramente por fórmula.
Otras veces decimos estoy a las órdenes de V. para que disponga de mí como guste, y si
dispusieran de nosotros, no nos parecería bien, se los aseguro. Le decimos a la gente que hemos
tenido mucho gusto en verla, y eso no es verdad, nuestro corazón está indiferente.
Esas son las ceremonias del mundo. Las inventa para cumplir con la educación. Y esas
mismas quisieran Vds. encontrar en la vida religiosa. De manera que se sentirían felices si Ntro.

104
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Señor las tratara así. Quisieran que, cuando van a verlo, las recibiera lleno de políticas y
ceremonias, que las elogiara, que constantemente les estuviera diciendo:
 ¡Qué bien lo has hecho todo! ¡Te has portado admirablemente! ¡Estoy encantado con tu modo
de ser! ¡Mereces un premio!

Eso quisieran, ¿no es verdad? Pero no es así como Dios Ntro. Señor ha de tratarlas. Él
nos ama mucho, pero quiere que nosotros seamos siempre humildes. Sabe manifestarnos su amor,
pero le gusta que nunca pensemos en que lo que hacemos es digno de alabanza, que merece
recompensa porque lo hemos hecho muy bien.
Nos pide también que lo amemos con todo nuestro corazón para que así pongamos ese
corazón en todo lo que hagamos, que nuestras acciones no sean nada más exteriores ni nos
conformemos con cumplir a secas el Reglamento, porque el trabajar así, nada más a palo seco, y
el cumplir en todo solamente porque está mandado, es meritorio, no les diré que no, pero nunca
es tan grato a los ojos de Dios como cuando va sazonado todo con el amor de nuestros corazones.
¿Será lo mismo ver a un alma que sirve a Dios como por fuerza, que trata de hacer todo,
es verdad, pero con una cara dura, estirada, manifestando mal humor y, que cuando se le dice una
palabra que no le agrada, no le falta jamás otra que contestar, aun cuando sea para disculparse,
que ver a otra siempre afable y sonriente, que no trabaja por fuerza y sí por amor, y que contesta
llena de dulzura si se le corrige, demostrando en todo que es Esclava de buena voluntad?
¿Cuál creen Vds. que será más amante de Dios Ntro. Señor, la que trabaja sin amor y
cumple nada más de cualquier modo, o la que sabe sacrificarse amándolo con todo su corazón?
Pues de esas quiero yo que sean Vds. para que así puedan ir a decirle a Ntro. Señor
Sacramentado:
 Porque te amo mucho, nada se me hace pesado y con gusto me sacrifico. Ese amor me va a
hacer sumamente dulce. Desde este momento me hago el ánimo de ser la esclava de todo el
mundo, la última de todos. Si antes mandaba yo con dureza, Tú vas a ver como no vuelvo a
mandar. Mi modo será de una perpetua súplica, estudiaré cómo debo tratar a los que me rodean
y derramaré dulzura por donde quiera. De hoy en adelante, sólo eso destilarán mis palabras,
pura dulzura, y mi modo propio procuraré perderlo para adquirir el modo de la Esclavitud que
está lleno de suavidad.

¿No les dará alegría, hijas mías, pensar que cuando obedecen un toque de campana le dan
oídos a Dios Ntro. Señor que las está llamando desde el Sagrario y que les dice?:
 Ven a mí, no te retardes, esa campana te llama en mi nombre para que vayas a cumplir ese
Reglamento que le dará vida a tu alma, y que me has prometido cumplir de buena voluntad
por amor mío.
Y si Vds., por ejemplo, oyen tocar a desayuno y prontamente acuden, sin perder un
minuto, y están allí dispuestas en el momento que la campana se los ha ordenado, ¡con qué
felicidad se sentará Dios Ntro. Señor en esa mesa al lado de Vds. a hacerle compañía a la monja,
a la novicia o a la postulante que haya obedecido su voz con amor y prontitud!
Voy otra vez a ponerles el caso de la chiquitita esa que tenemos acá que, a fuerza de
llevarla a mí, han logrado que me quiera y que me eche los brazos para que yo la coja. En el

105
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
momento que me ve, ya han visto Vds. cómo me hace fiestas y se desvive materialmente porque
la coja en mis brazos. Me dirán que siempre voy a sacarles a esa chiquita como modelo en todas
las meditaciones, pero, ¡qué quieren, si Dios Ntro. Señor me hace meditar con ella y me da unas
lecciones muy buenas!
Hoy he pensado al ver esa alegría suya cuando me echa los bracitos y ve que yo la cojo,
¿cuál será la alegría de Dios Ntro. Señor al echarle los brazos a un alma y ver que ella le
corresponde y lo toma en los suyos, y le dice que le ama mucho y por Él se sacrificará?
Pues bueno, eso pensé ahora en la oración y entendí que Dios ama tanto a todos los
hombres que, por ellos, se ofreció como víctima a su Eterno Padre para morir en una Cruz por los
pecados del mundo. Después, por puro amor también, se quedó Sacramentado con nosotros. De
manera que no le bastó morir sino que, la locura del amor que nos tenía, le hizo pensar en el modo
de quedarse a nuestro lado para ser nuestro sostén, nuestro consuelo, nuestro defensor y nuestro
Padre.
Luego pensé también en cómo llama a determinadas almas con predilección y les echa
los brazos al cuello. Y vi que las que corresponden a ese llamamiento son las que se consagran a
Él por completo, llevando unas vidas de sacrificio y de trabajos unidas a Dios Ntro. Señor.
Cuando se siente en el corazón un toque de Dios, cuando Él le da a cada alma que escoge
la vocación religiosa y, esa alma, sabe corresponder a ella siguiendo el llamamiento de tan dulce
Esposo, puede decir con verdad que lo ama, que no le echó los brazos al cuello y ella lo despreció
sino que, dispuesta a seguirlo por donde Él quiera llevarla, levantó los brazos y lo tomó en ellos
para ser una esclava fiel y corresponder su amor sin importarle sufrimientos, sin detenerse ante
los obstáculos, sin pensar en lo duro de los sacrificios.
Esas almas son todas Vds. que están resueltas a caminar siempre adelante, que se han
agrupado alrededor de la Divina Nina para que Ella sea quien las lleve a Dios y que, hasta ahora
gracias a Dios, han tenido constancia y han resistido firmes todos los golpes terribles que tiene
que soportar una Congregación religiosa que comienza a formarse, que es Obra nueva y sufre,
naturalmente, más que cualquiera de las que ya están formadas y tienen la aprobación de todos.
Pues ya que han seguido el camino, porque quieren trabajar al lado nuestro por la gloría
de Dios, es preciso que no se conformen con poco, que todos sus actos vayan sazonados con puro
amor, que siempre vivan actuándose de cómo practican todo para que cada vez se perfeccionen
más, y que no se sientan satisfechas ni felices mientras no sientan en sus corazones una verdadera
locura de amor por Jesús Sacramentado, para que, así, todo lo que hagan sea perfecto.
Si en la mañana oyen el llamamiento de Dios Ntro. Señor que, tempranito, las busca para
ir a rezar Maitines y Vds. se esmeran en rezar con devoción, haciendo que no solamente sus labios
pronuncien las palabras, sino también su corazón tome parte en el rezo, hagan de cuenta que ya
Vds. le están echando los brazos a Ntro. Señor y diciéndole:
 Aquí me tiene dispuesta a amarte y a servirte de buena voluntad.
Cuando Vds. ven que alguna niña me quiere mucho y me busca nada más a mí, y me echa
los bracitos para que la coja, díganme, ¿no es cierto que sienten felicidad? Porque, como son
buenas y todas me tienen cariño, gozan al ver que las niñas también me quieran. Pues así siente

106
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
felicidad la Divina Niña cuando ve que las almas buscan a Dios y que se esmeran en demostrar
que lo aman.
Por eso, si Vds. quieren tener contenta a la Niña, procuren ser verdaderas esclavas suyas
para que vea que se afanan en servirla. Díganle que desde el primer instante de su ser, cuando
todavía Ella ni nacía, ya estaba dispuesta por Dios Ntro. Señor su servidumbre de esclavos, y que
esos somos nosotros, dispuestos a dar la vida por Ella, a sacrificarnos por conquistar a las almas
para que la amen, que siempre procuraremos que todas nuestra acciones vayan unidas al corazón
para que, de esa manera, le correspondamos a su Santísimo Hijo amor con amor, y Él se sienta
satisfecho de nuestros sacrificios. Y así también podamos decir que trabajamos por Dios y para
Dios, que todo lo hacemos de buena voluntad porque lo amamos, y que lo queremos amar siempre,
sirviéndolo por pura voluntad, nunca por fuerza, para que, de esa manera, podamos probar con
toda el alma que no tenemos más afán que trabajar porque su amor reine en todos los corazones,
y algún día logremos decir:
 ¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad!

Esa paz se la alcanzaremos con nuestros sacrificios, impregnándoles el espíritu de


obediencia de la Esclavitud que consiste en doblar la propia voluntad para ponerla bajo el mandato
de quien Él ordene, ya que es el único modo de llegar a ser verdaderos Esclavos de la Divina
Infantita.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, le pediremos que todas nuestras acciones
sean llenas de moderación, llenas de modestia, impregnadas de amor y hechas siempre con buena
voluntad; que nos enseñe cómo hemos de ser dulces, cómo hemos de ser calladas y silenciosas, y
sobre todo, queremos aprender cómo se sirve a Dios Ntro. Señor por puro amor. Que nos conceda
que, con gusto, escuchemos la voz de la campana cuando nos llame y, sin detenernos ni
contrariarnos por tener que dejar tal o cual trabajo que nos agradaba, tomemos el que nuevamente
nos manda Dios.
Sí, hijas mías, vayamos con prontitud cuando se trate de acudir al llamamiento que Él nos
hace, y eso querrá decir que lo amamos, que le echamos los brazos al cuello, y lo servimos de
buena voluntad.
Y como la Divina Niña ha de ser quien nos enseñe, nos dirija y nos guíe para ir a Dios
Ntro. Señor, por eso, les he dicho que a Ella le rueguen sin cesar para que les dé gracias para ser
dóciles, humildes y obedientes, para sacrificarse callando, para sufrir sin quejarse, para dejarse
corregir cuando sea preciso sin contestar una palabra ni disculparse jamás, porque ya saben que
la disculpa es amor propio y las esclavas tenemos que perderlo completamente si queremos
alcanzar la locura del amor de Dios y la locura de la Esclavitud.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado para nuestro Padre y para
nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y de la Divina Niña. Amén.

107
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

La Esclavitud de Jesús. Padecimiento, abnegación, privación

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate que ves a Ntro. Divino Jesús, ligando su Corazón Santísimo con cadena de
Esclavo, la que entrega a su Eterno Padre.
3. Pide la gracia de aprender a ser esclava.
Punto I
 Aprendamos a ser esclavos de la ley.
 Mira a Jesús y a María, sufrir la circuncisión. ¿Por qué esta pena? Por cumplir con la ley.
 Pueden sustraerse a ella y no lo hacen.
Punto II
 Aprendamos a vivir sujetos a la ley.
 Contempla a Jesús y a María en la Presentación y Purificación respectivamente. El Hijo
de Dios no tiene por qué ser presentado ni rescatarlo, ni María tiene por qué ser purificada.
Esto no obsta para cumplir la ley, aunque sea a costa de abnegar Jesús su filiación eterna
y María su Maternidad divina, su virginidad, su Inmaculada pureza.
 Pueden excluirse de cumplir esta ley y no lo hacen.
Punto III
 «Toma al Hijo y a la Madre y vete a Egipto, y allí esperas hasta que yo te avise». José
oye este mandato del ángel y él lo trasmite a María. Todos lo cumple, sin atender a las
privaciones que han de padecer.
Afectos
 A toda costa me enseñas a vivir sujeto siempre a los divinos mandatos, sin alegar excusas
por justas que sean; sin réplica, sin murmuración.
 ¡Cuánta perfección Jesús mío! Y yo todavía no quiero aprender de Ti.
Propósito
 Imitar la obediencia de Jesús.

109
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Obediencia de Jesús, María y José.—La circuncisión, la purificación y la huida a Egipto.—La


obediencia es hermosísima practicada por la sagrada Familia.—Por qué se cumplen las leyes del
mundo.—La Iglesia es benigna en sus leyes y nadie quiere observarlas.—El mundo es déspota y
tiene servidores.—Las almas que se avergüenzan de llevar las insignias de la religión.El retrato
de Juárez.—El indio macuache.Por qué ha llegado a ser héroe de la Patria.—El hábito y la toca
es el traje que nos ha dado la Reina del Cielo.— Por pobre que sea el traje nos honra.—La pobreza
de las esclavas.—Las hijas de nuestro Padre y mías.—¡Cuántas veces pediremos limosna!—No
salvar únicamente a las almas en nuestros Asilos.—Las esclavas a las puertas de las Escuelas
Nacionales.—Las pordioseras de almas,—La respuesta que la hermanita de la mesita debió haber
dado a su hermano.—La postulante que no le habló a su familia porque iba vestida pobremente.—
La honra de ser esclavas aunque por eso nos desprecie el mundo.—Para criadas no se necesitan
escuelas.—Los sufrimientos presentes, el recuerdo del pasado y el temor del porvenir.—Cuales
son los sufrimientos efectivos.—Las de Coyoacán no piensen que nunca tendrán hábito.—Dios no
nos pide más de lo que podemos darle.—El mañana lleno de dificultades.—Las tres veces que la
Niña les echa los brazos a sus Esclavas.—Lo que les pasa a Vds. cuando se ven bien tratadas.—
Entre penas se forma el alma.—Los niños; cómo tengo que llevar a todas a que sean esclavas.—
Las dulzuritas y las mieles.—Lo que me reprocharían.

Hoy hemos visto que la Esclavitud de Dios Ntro. Señor ha sido practicada entre
padecimientos y a fuerza de abnegación y privaciones. Eso nos dice el libro de nuestro Padre y,
como prueba de la obediencia tan grande que practicaron tanto el Niño Jesús como la Santísima
Virgen y Señor San José, nos cita los tres casos en que sufrieron por sujetarse a la ley no estando
obligados a ello.
El primer sufrimiento que tuvo la Stma. Virgen fue el de la Circuncisión. Y lo sufrió por
obediencia voluntaria puesto que ellos estaban eximidos de cumplir con las leyes y, sin embargo,
quisieron acatarlas. Luego se fue a humillar presentando al Niño en el Templo y cumpliendo con
la ley de la Purificación, cuando Ella no necesitaba purificarse. Y después de esas dos pruebas a
que se sujetaron por obedecer las leyes que así lo mandaban, sufrieron la tercera, obedeciendo la
voz del ángel que les mandó que huyeran a Egipto y no volvieran hasta que se les ordenara.
Entonces Señor San José, que era el inferior de los tres, recibe la orden y tanto la Stma. Virgen
como el Niño Jesús, infinitamente superior a ellos, se sujetan a Señor San José y marchan a
cumplir la voluntad de Dios.
¡Qué hermosa obediencia practicada por ellos y que ejemplo tan admirable de humildad
nos dan a nosotros!
Díganme hijas mías, ¿así nos sujetamos a obedecer? Cuando más, se cumple con las leyes
del mundo porque él obliga a que se cumplan y al que no quiere sujetarse a ellas se le impone
multa para que acate sus disposiciones.

110
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
El mundo es tiránico, es déspota y, sin embargo, de eso tiene quien le rinda, mientras que
la Iglesia, que cuando dicta sus leyes es misericordiosa y al que no las ha cumplido le da treguas,
le concede prórrogas, le tiene paciencia, no encuentra quien la sirva de buena voluntad.
El mundano se avergüenza de llevar las insignias propias de la Religión y, muchas veces
pasa que, hasta las mismas almas que se consagran a servir a Dios o a la Stma. Virgen, no se dan
todas, y por un miserable respeto humano, por temor a un qué dirán, llevan con pena un pobrecito
uniforme, que es el signo exterior de que pertenecen a María.
Les aseguro que si yo hubiera tratado de hacer con la imagen de la Divina Niña lo que el
Gobierno ha hecho últimamente con el retrato de Juárez, obligando a todo el mundo a que lo
llevara en el pecho como un distintivo, quizá no lo hubiera conseguido. En cambio, el Gobierno
se impone y sabe obligar a cuantos le rinden a llevar como una insignia el retrato de ese indio
macuache tan horroroso.
Da pena, verdaderamente, pensar que hay quien se avergüence de servir a la Stma. Virgen
y de ostentar su imagen, y no les dé pena cargar al indio Juárez, que por más que a algunos les
parezca un ángel, a mí me parece lo que es, un pobre desgraciado que ha llegado a la categoría de
héroe de la patria nada más por haber echado a la calle a las pobrecitas monjas y haberse robado
cuanto pudo. Habrá, tal vez, alguna que habiendo servido al Gobierno no sea de esa opinión, y
que diga
 Yo no puedo decir mal del indio Juárez, porque le merecí favores.
Hace bien, pero como yo no le debo ninguno, no puedo creer que es el Señor Juárez, sino
que siempre le veo la pata pelada por más que luego haya usado zapatos y, ¡qué quieren!, al lado
de la Niña, no digo él, que es tan horrendo, cualquiera de nosotros pareceríamos sapos
comparados con Ella.
La verdad es que siento indignación cuando pienso que hay quien hable con gran respeto
de Juárez, y quien considere como una honra grandísima el llevar insignias suyas y no se atreva
a presentarse delante del mundo con un hábito y una toca, que valen infinitamente más puesto que
son las prendas que, para servirla, nos ha dado la Reina del Cielo. Es el traje propio de las Esclavas
y, por pobre que sea, siempre nos honra.
De modo es que, ya saben, la que quiera ser esclava, tiene que ser hija de nuestro Padre y
mía y, en consecuencia, debe ser una pobrecita igual a nosotros, que eso somos. No debe
avergonzarse por nada. Poco importa, hijas mías, la pobreza, poco importa presentarse delante de
los hombres con un traje miserable y con un zapato menos cuando es uno muy pobre, lo que urge
es que siempre la vean a una aseada y limpia, que su actitud sea siempre modesta, que la apariencia
sea la de una esclava humilde y llena de recogimiento.
No hay que avergonzarse, hijas mías, porque ya saben que muchas veces tendremos que
pedir una limosna, tendremos que sufrir muchas humillaciones por las almas. Dios Ntro. Señor
nos ha confiado la salvación de ellas y no debemos conformarnos con salvar a las que se alberguen
en nuestros Asilos.
Habrá muchas que, sin estar a nuestro lado, podrán recibir el beneficio de instruirse en la
Religión, y a esas tendremos que ir a conquistarlas con mucha dulzura, poniéndonos a las puertas
de las Escuelas Nacionales, y esperando allí, como el pordiosero que solicita una limosna, el

111
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
momento en que esas niñas salgan para rogarles que vayan en pos de nosotros, halagándolas de
cuantas maneras podamos, cautivándolas verdaderamente para lograr que siquiera una vez en la
semana, los sábados por ejemplo, o el día que tengan libre, acudan a buscar a las Esclavas para
que les enseñen la Doctrina Cristiana, para que las lleven a Dios, para que aprendan a rezar.
¡Cuántas niñas habrá que, siendo grandes, no sabrán ni siquiera persignarse! ¿No les da
pena? Pues por eso vamos a luchar sin descanso. Pero es preciso que Vds. sean muy fuertes y,
sobre todo, valientes y decididas para que a nadie le teman ni nada les dé vergüenza.
La Esclava, hijas mías, no debe tolerar jamás que en su presencia se injurie a la Esclavitud
ni nada de lo que forma parte de ella. De modo es que la hermanita que está en el Templo cuidando
la mesita, cuando su hermano se acercó allí a murmurar y se atrevió a decirle:
 ¿Pero es posible que tú te sujetes a vivir siempre trabajando y a consentir que te maltraten?
Si hubiera amado mucho, no debió haberse quedado callada, sino haberle dicho:
 Sí, a eso he venido. Quiero servir a Dios, y nadie tiene derecho de venir a tomarme cuenta de
mis acciones. No me importa que me traten mal, ni me fijo en que sea el Padre fulano o
cualquiera otro el que me regañe; soy esclava v tengo que tolerar a todo el mundo.
También una de las postulantes, que al encontrar en el tren a una parienta suya no quiso
saludarle porque no la viera que iba pobremente vestida, poco demuestra su amor, porque la que
de veras ama nunca se avergüenza de llevar la librea de la Divina Niña, de la Santísima Virgen,
por muy pobre que sea. Y nosotros somos muy pobres hijas mías. Nada tenemos, pero somos sus
hijas, sus esclavas, y eso nos ha de dar honra siempre aunque, por eso, nos desprecie el mundo y
nos trate con la punta del pie.
Si nada quieren permitirnos, si para nada nos autorizan, si no aceptan nada de lo nuestro,
¡poco nos importe! Seguiremos firmes, siempre adelante, que para ser criadas, y todavía menos
que criadas, para ser siervas, no necesitamos que ninguno nos autorice ni tenemos que aprender
en ninguna escuela formada por los hombres. Yo, hasta hoy, no he visto que se preocupe tanto el
mundo por las criadas y que les pongan una Escuela, como la de Jurisprudencia, para educarlas.
¿Acaso lo han visto Vds.? ¡Pues entonces vamos a trabajar por nuestra cuenta salvando almas
para Dios y para gloria de la Divina Niña!
Ahora quiero decirles también que los sufrimientos que nos hacen penar, unos son los
verdaderos, que son los presentes, los únicos que deberíamos padecer, los otros son ocasionados
por nosotras mismas.
Vean Vds., así me lo hacía ver Ntro. Señor en la oración en el último retiro. Me decía que
el recuerdo de los sufrimientos pasados era un martirio enteramente causado por nosotros, lo
mismo que el pensamiento de las penas que tendríamos en el porvenir. De manera que lo único
efectivo es el presente. El pasado debemos olvidarlo y el porvenir confiárselo a Dios.
¡Ya lo oyen, hijas mías! Con tal motivo, no deben volver a pensar en los castigos que han
tenido, en las ofensas que les han hecho, en si el día de ayer fue duro y amargo. Tampoco se
atormenten con el pensamiento de que su martirio será muy largo, de que tal vez no tendrán
fuerzas para soportarlo, de que nunca tendrán hábito y estarán ya siempre separadas de mí, como
luego piensan las de Coyoacán.

112
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
No hijas mías. Tengan entendido que Dios da la fuerza a medida que la necesitamos y
que nunca nos pide un sacrificio mayor de los que podemos dar. De modo que cuando la tentación
se presente a desanimarlas, cuando el demonio les haga ver un mañana lleno de luchas y
dificultades, Vds. no le hagan caso, sino que le dicen:
 Lo que importa es la lucha de hoy, y estudiar cómo he de vencerme en este día para triunfar.
 Pero, ¡es que mañana será más fuerte esa lucha y te faltará la fortaleza!
 Eso ya lo veremos cuando llegue la hora. Por hoy no pienso en mañana, sino que se lo dejo a
Dios. Y yo voy a trabajar y a ver cómo me sacrifico solamente hoy. Me tiene sin cuidado lo que
ya sufrí y tampoco me preocupo de lo que venga, porque eso está en manos de Dios Ntro. Señor.

Si así lo hacen, verán qué dicha sentirá su alma cuando, después de haberse sacrificado,
lleguen a ver que la Divina Niña les echó primero los bracitos al cuello y Vds. no la rechazaron,
no huyeron de Ella, sino que la sirvieron con gusto y aceptaron, por su amor, todos los
sufrimientos. Que, después, volvió a echarles los brazos para ir en compañía de Vds. y llevarlas
con Jesús Sacramentado en recompensa de lo que hayan trabajado por las almas. Y que, luego,
les echará los brazos, ya en el cielo, para presentarlas a Dios Ntro. Señor aceptándolas como
Esclavas suyas que supieron sacrificarse y llegar por el camino de la Cruz a alcanzar el amor de
la Divina Infantita.
Postradas en su presencia le pediremos su gracia para trabajar por amor siempre
decididas, sin avergonzarnos de nuestra pobreza, sin que nos duela nuestra pequeñez, sin sentir
pena porque hemos venido a ser criadas, puesto que somos las esclavas de la Stma. Virgen Niña.
De Ella vamos a procurar imitar las virtudes que nos hacen falta, la dulzura, la modestia, la
perfecta obediencia, la verdadera humildad, la resignación angelical para sufrir, y cuando nos
veamos despreciadas no nos dé pena, porque esos desprecios son los que han de formar nuestras
almas y han de purificarlas.
Luego pasa, hijas mías, que cuando Vds. tienen una época de verse bien tratadas, queridas,
consideradas, se acostumbran muy pronto a esa especie de rutina y ya después no les gusta tener
que sufrir alguna humillación. Pero ya saben que es preciso, que sólo entre los sufrimientos se
adquieren fuerzas para luchar, y que no hay más camino para llegar al cielo que el camino de la
Cruz, y toda la que quiera apartarse de él, ya está saliéndose de la Esclavitud y alejándose de los
brazos de Dios Ntro. Señor y de la Divina Niña.
Yo, para formar a todas Vds., tengo que llevarlas por la Cruz, porque de otra manera no
serían Esclavas. A los niños, por ejemplo, si yo los llevo por puras dulzuritas y mieles no los
formaré, y resultará que algún día me lo reprocharían diciéndome:
 Nos tuviste en tus manos y pudiste habernos hecho esclavos, ¿por qué no lo hiciste?

Lo mismo me dirían todas Vds. Y por eso, a ellos, lo mismo que a todas, tengo que irles
proporcionando sufrimientos y contrariedades pequeñitos, para que así no los sientan y, poco a
poco, con mucha suavidad, se vaya fortaleciendo su alma, porque sólo así lograrán adquirir la
verdadera Esclavitud.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado y a la Divina Niña para nuestro
Padrecito y para nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

113
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

La Esclavitud de Jesús practicada cuándo, cómo y siempre que Dios


quiere

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate que ves a Ntro. Divino Jesús, ligando su Corazón Santísimo con cadena de
Esclavo, la que entrega a su Eterno Padre.
3. Pide la gracia de aprender a ser esclava.
Punto I
 Volvió a mandar el ángel a José y éste a Jesús y a María y todos regresaron a su patria,
pero advierte bien, hija mía, que no fue cuando se les antojó, sino cuando Dios mandó.
Punto II
 Admira a Jesús entre los Doctores en el Templo de Jerusalén.
 Obedeciendo está a su Eterno Padre. Únete con María y llora con Ella la pérdida del
Divino Rey. ¡Cuánto sufre su corazón de Madre! ¿Y por qué lo ha hecho así Jesús, con
María y José? Él mismo nos lo enseña, respondiendo a la amorosa queja de su Madre:
«¿No sabíais, les dice, que en lo que atañe a mi Padre debía yo estar?»
 Mi Padre ha mandado, y para obedecer a Dios no hay que consultar si los padres sufrirán
o no. Sobre todo hay que obedecer a Dios.
Punto III
 Después de esto se fue con sus padres a Nazaret y vivió siempre sumiso a ellos. Piensa,
hija mía, lo que es en esto más admirable y lo más práctico.
 Jesús obedece a María y Madre e Hijo obedecen a José. Él, que es Superior Infinito,
obedece a la que siendo la más perfecta de todas las criaturas, es infinitamente inferior a
Él por naturaleza, y los dos obedecen a José, el ínfimo de los tres. Cada uno obedece en
el otro el derecho que ha recibido de Dios. ¡Jesús obedece a sus padres, y María obedece
a su esposo!
Afectos
 Señor, ¿hasta cuándo viviré yo examinando las cualidades de mis superiores para
considerarlos más o menos dignos de mi obediencia?
 No más, Señor, no más exista en mí este error. Sea quien fuere mi superior te representa a ti.

114
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Propósito
 Obedecer a mis superiores cuando quieran y como quieran.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—A quienes obedecerán los Esclavos.—La virtud de la obediencia presentada poco a poco.—


Alegría de obedecer a sus Padres espirituales porque los aman.—La primera parte de la
obediencia.—La Stma. Virgen y sus mandatos.—La mamá que Dios les ha dado.—Cómo serían
los mandatos de María considerando a quien mandaba.—Ejemplo de obediencia para la Esclavitud
nos lo dan Jesús, María y José.—La obediencia perfecta es fuerte y terrible.—Cuál es la obediencia
que cuesta menos trabajo.—La obediencia a quien nos persigue no es superior a nuestras
fuerzas.—Mi miseria unida a mi alma lastimada.— Eso hace que sienta yo pena.—El peso que
quitamos tomando almas a nuestro cargo.— Nadie les podrá quitar a sus Padres.—Obediencia de
las del Templo a un sacerdote que no es Esclavo.—La limosna de la absolución.—Las Esclavas
despreciadas.—El Templo sin un Esclavo.—El fuego del amor.—Cómo hemos de suplirlo
nosotros.—La unión del Templo, el Calvario y Coyoacán para pedir la vuelta de nuestro Padre.—
La alfombra de flores de Coyoacán al Calvario, al Templo y a España.

Dice la meditación de nuestro Padre que el Niño Jesús obedecía a la Santísima Virgen y
que los dos se sujetaban a Señor San José. Nos habla esta meditación de cuándo se perdió el Niño
y lo encontraron predicando en el Templo a los Doctores, ocupado en las cosas de su Padre.
Ahora vamos a estudiar, con la obediencia del Niño Jesús que quiso vivir siempre sujeto
a la Santísima Virgen y a Señor San José y con el modo de mandar de estos dos santos, cómo
debemos obedecer las esclavas y cómo deben, las que ocupan algún cargo en la Esclavitud, hacer
respetar la voluntad de Dios sin mandar y sin creerse, por el lugar en que Dios las ha colocado,
que son superiores a las demás, para llegar a practicar con perfección esa obediencia, que tendrá
que ser general, puesto que los esclavos obedecerán a todos los superiores de la Iglesia y no
solamente a uno.
La obediencia tiene que costamos mucho sacrificio y, sobre todo, un vencimiento grande
cuando tengamos que obedecer y respetar a quien no nos quiere ni se compadece de nosotros, ni
es capaz de tenernos misericordia. Por eso quiero irles presentando a Vds. esa virtud poquito a
poco, sabiendo primero que tendrán que sujetarse a las personas a quien Dios les ha dado por
padres espirituales y, como los quieren tanto, claro es que no piensan que es fuerte obedecer, sino
que, por el solo hecho de ser ellos quienes les mandan algo, el amor que Dios ha querido que Vds.
sientan por esos papás hace que ejecuten con gusto sus mandatos y que nada ordenado por ellos
les parezca duro.

115
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Esa es la primera parte de la obediencia, la más sencilla, la que Vds. practican sin trabajo
y hasta con satisfacción, ¿no es cierto? Es verdad que no es lo mismo obedecer a una Madre como
la Santísima Virgen, llena de perfecciones, adornada de todas las virtudes, que mandaría con una
dulzura angelical, porque, ¿no se figuran Vds. qué mandatos serían los suyos, tan encantadores?,
que obedecer a una mamá ignorante, que nada sabe, que tal vez les mande con dureza algunas
veces.
A una madre como la que Dios Ntro. Señor ha querido darles, que, de veras, hijas mías,
¡sólo por el gran cariño que me tienen pueden disculparme! Porque, les aseguro que soy torpe,
que no entiendo una palabra de nada y que al lado de cualquiera de Vds. me quedo muy atrás en
saber, en ordenar, en mujerío, en todo. Y esto, no vayan a creer que por humildad se los digo.
Nada de eso. ¡Aquí no hay más que realidad pura!
Con que, ¡vamos a ver! Decíamos que la Santísima Virgen, por su mucha humildad y por
considerar que mandaba a su Santísimo Hijo, a todo un Dios que era infinitamente superior a Ella,
debe haberlo mandado con una pena, con un respeto y con un cuidado, que han de haber dado
encanto, ¿no les parece? Por supuesto que lo mismo ha de haberlo hecho Señor San José. Y el
Niño, ¡con cuanto gusto y alegría se sujetaba también humildemente a obedecer a sus padres!
¿Qué más podía hacer?
Por eso, todos, los tres, nos dan ejemplo a las esclavas para que sepamos cómo se debe
observar la obediencia en la Esclavitud. Ha de ser en nosotros una virtud, tan arraigada y perfecta,
que nos haga practicar actos heroicos de sacrificio, y, como esos actos son fuertes y terribles, por
eso quiere la Divina Niña que comencemos poco a poco, para que, empezando por lo pequeñito,
por la obediencia a quien amamos, que es la que menos trabajo cuesta, se nos vaya facilitando, y
así aprendamos más tarde a obedecer a quien nos trata con demasiada dureza, a quien nos
desprecia, a quien nos persigue.
Yo pienso que Vds., hijas mías, están siempre dispuestas a acatar la voluntad de nuestros
superiores, que se resignarán a obedécelos siempre, hasta con gusto, si así se los exige Dios Ntro.
Señor, pero como, por otra parte, somos miserables, es muy natural que al pensarlo se nos haga
duro y que nos parezca superior a nuestras fuerzas el tener que rendirnos, con una obediencia
ciega, a quien tan mal nos quiere, como son todos los Superiores, todos los Representantes de la
Iglesia.
¡Qué quieren hijas mías! Yo como no tengo otra cosa, sino miseria. Tal vez eso será lo
que a Vds. les dé solamente en las meditaciones. Por eso les pido que me perdonen, si, lastimada
como estoy porque tengo mi alma hecha pedazos, no siento más que pena al ver que, mientras
más nos afanamos y multiplicamos nuestros sacrificios trabajando en la salvación de las almas y
abarcando el mayor número posible de ellas, más palos nos dan los mismos a quienes ayudamos.
Todas esas niñas son una carga que debía pesar sobre el Señor Arzobispo, sobre su conciencia,
porque debiera ser el responsable de ellas, y nosotros le aligeramos el peso desde el momento que
le quitamos a él esas ciento cincuenta o doscientas niñas para tomarlas y responderle a Dios por
esas almas. ¡Pero no le hace! Aunque sintamos mucha amargura, hemos de obedecer, hemos de
humillarnos cada vez más, y hemos de hacer meritoria la obediencia, sujetándonos a la voluntad
no sólo de las personas que amamos sino también de aquellas que nos lastiman y nos hieren.
Vds. no teman nunca que les quiten a los padres que Dios les ha dado, eso no. Por más
que lo intente los enemigos de la Obra, no podrán lograrlo, se lo aseguro.

116
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¿Acaso saben Vds. que al Niño Jesús le hubieran quitado a su Madre? No tuvo otra. La
Santísima Virgen fue su única Madre hasta el pie de la Cruz. Y aunque hubiera intentado el mundo
entero quitársela, no habría podido conseguirlo. Pues lo mismo pasará con los Esclavos y con las
Esclavas. Los padres que tienen, ¿quién se los ha dado? Dios Ntro. Señor, y lo que Él da, pueden
Vds. asegurar que no lo cambia porque no es como los hombres que hoy hacen una cosa y mañana
se arrepienten de ella.
De manera que pueden estar ciertas que a sus padres no se los tocarán. Pero, ¿querrá Ntro.
Señor conformarse con que Vds. limiten su obediencia sujetándose únicamente a la voluntad de
nuestro Padre y a la mía? No. La Esclavitud exige de Vds. un sacrificio mayor y una obediencia
más perfecta.
Pues bien, esa obediencia, pueden, desde luego, hacerse el ánimo de practicarla de esta
manera. Primero obedeciéndose unas a las otras considerándolas como superiores suyos. Ya esa
es una sujeción mayor. Y todavía lo será más en las que tienen que vivir separadas de mí, como,
por ejemplo, las que están en el Templo.
Vamos a suponer que tienen allí por superior a un sacerdote que no es Esclavo y, como
le falta el espíritu de la Esclavitud, naturalmente no manda como pudiera hacerlo un Esclavo, es
decir, con mucha dulzura para que el mandato más bien parezca una súplica que una orden. ¡Es
todo lo contrario! Las desprecia, las maltrata, que, cuando alguna se acerca a suplicarle que la
confiese, ni siquiera se digna darle una respuesta y si se lo vuelve a rogar, no recibe sino una
humillación más. ¿Qué deberán hacer las que sean verdaderas esclavas en ese caso? ¡Seguirse
humillando!
Si dos veces rogaron y las han despreciado, sigan insistiendo, hijas mías, cuando sea
oportuno y sin temerle a otro desprecio. Lleguen humildes, cuantas veces sea preciso como el que
pide una limosna, a implorar que les dé la absolución.
No crean, a medida que más vea Dios Ntro. Señor que somos humildes, más se
compadecerá de nosotros, se lo aseguro. Nos dará una luz siquiera para saber qué es lo que
debemos hacer en una situación tan fuerte como la que estamos pasando. A nosotros todo se nos
niega. No tenemos ni la acción de acercarnos al sacerdote para decirle que, por caridad, nos
conceda la limosna de la absolución, que ningún trabajo cuesta, porque todavía habrá cosas que
se nieguen porque cuestan trabajo, pero yo creo que el decirnos «Misereator vestri» no es una
cosa que tenga muchas dificultades, ni grandes molestias. Y, sin embargo, nosotros ¡hasta de eso
carecemos!
¿Y qué podremos hacer?, ¿quejarnos? Ni eso siquiera. Porque nuestro Padre, el pobrecito,
está tan lejos que nada puede hacer por nosotros. Nos quejamos con él, y es cierto que sentimos
un consuelo, pero no tenemos el remedio y en cambio le aumentamos su amargura.
¿Buscar un sacerdote que, por caridad, se compadezca de nuestras almas y nos confiese?
En primer lugar nadie nos querrá hacer ese favor, porque no nos apetecen. Y, además, como
estamos rodeadas de enemigos tenemos miedo de perjudicar nuestra Obra. De manera que no
tenemos ni el derecho de pedir esa gracia para sentirnos tranquilas al recibir el perdón de nuestras
faltas pequeñas, porque tenemos encima el desprecio general de todo el mundo, es decir, de todo
el clero. Y ¿saben por qué? Nada más por el hecho de pertenecer en cuerpo y alma a la Divina
Infantita. Porque somos las despreciadas esclavas de esa Niña que es Nuestra Reina.

117
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Por eso, desde hoy que es la víspera del primer día del mes de Mayo consagrado a la
Divina Niña, todas unidas a mí, pediremos sin descanso, le lloraremos a Dios Ntro. Señor, nos
sacrificaremos cada vez más, nos sujetaremos a su voluntad santísima a toda hora, en cada
momento, y es imposible que deseche nuestras lágrimas y ruegos y no nos tenga ya misericordia.
Sí, hijas mías, estén seguras que Dios se compadecerá de nosotros y no nos negará luces,
no nos negará gracia, ni la limosna diaria del Pan de la Eucaristía. Todas hemos de sacrificarnos
para ofrecerle a la Divina Niña, en este mes, pétalos de flores formados con todas las acciones
pequeñitas que vamos a practicar por puro amor. Y ya que, desgraciadamente, las circunstancias
porque hay que atravesar nos obligan a no poder hacer nada de lo que quisiéramos y a ver que en
el Templo consagrado a Ella no haya un sacerdote esclavo que hiciera arder allí el fuego del amor,
vamos a suplirlo nosotros consagrándole por completo nuestros corazones, siendo sumamente
dulces, teniendo todo muy limpio y arreglado, contestando con mucha suavidad a quien nos trate
duro, humillándose cada vez más a medida que nos desprecien.
Procuren que el Templo esté muy aseado, que Vds., en su persona, respiren limpieza, que
en todas partes reine el orden, que los sacrificios no se interrumpan, sino que sean continuados;
todo eso son pétalos de flores que le obsequiamos a Nuestra Reinita para regar con ellos sus
altares.
Las del Calvario también procuren unirse a las del Templo, trabajando sin descanso,
siempre contentas, sacrificándose puramente por Dios y por la Divina Niña. Lo mismo las de
Coyoacán. Y de esa manera todas estaremos unidas y lograremos que Dios Ntro. Señor se
compadezca de nosotros y haga que llegue nuestro día, ¡que tiene que llegar!, hijas mías, no lo
duden. Dios no puede tenernos siempre así porque Él es Padre cariñoso y sabe bien lo que
necesitamos.
Ahora nos prueba, porque nos quiere fuertes para la lucha, y ya saben que las almas sólo
se prueban en la tribulación. Pero si Vds. no desmayan, si caminan firmes, si claman a Dios llenas
de fe y dispuestas a sujetarse en todo, por todo, y en todo lugar, a la obediencia, pueden decir con
alegría que habremos logrado nuestro mayor deseo, que es el triunfo de la Divina Infantita y el
que nuestra Esclavitud se haya salvado.
Postrémonos en la presencia de la Divina Niña para rogarle que nos haga la gracia de que
constantemente tengamos flores de sacrificios que ofrecerle, pero que ahora nos esmeremos más,
en este mes de Mayo consagrado a Ella.
No nos importe si no tenemos flores naturales que darle a la Santísima Virgen. No nos dé
pena ver que no tendrá quien le cante. Lo que debe preocuparnos más que todo es que no le falte
el amor de nuestros corazones, que sepamos entregarnos a Ella y sacrificarnos cuanto sea preciso
venciéndonos a nosotras mismas a toda hora y en todo momento, obedeciendo y humillándonos
delante de todo aquél que nos desprecie, olvidando sus injurias de tal manera que no hagamos ni
mención de ellas, para que así podamos decir con verdad:
 Es tanto lo que yo amo a mi Niña que por Ella todo me parece poco, y sufro contenta, y
obedezco gustosa a quien me maltrata, y me esmero en obedecerlo con prontitud; si me pagan
mis sacrificios con un desprecio, no me importa, yo seguiré siendo dulce, suave, llena de
afabilidad; trabajaré con afán, cumpliré mi Reglamento, tendré muy aseado el Templo de mi
Reina, de esa Niña angelical por quien con tanto gusto me sacrifico; y Ella verá que le doy

118
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
pétalos de flores, y que son esos pétalos todos mis actos pequeñitos, y con ellos quiero
alfombrarle todo el camino.
Y si a las del Templo se unen como les he dicho, las de Coyoacán y las del Calvario, y
todas quieren ser dóciles, humildes, obedientes y sacrificadas, tendremos la dicha de ver
alfombrado con esos pétalos de flores el camino de Coyoacán para acá, de aquí al Templo y del
Templo a España, para que vea nuestro Padre que no está solo, que todas estamos unidas a él, que
esas flores son nuestros constantes, aunque pequeñitos, sacrificios, y que llegan allá para que él
sea quien los ofrezca a la Divina Niña, para que vea que tenemos deseos de sufrir con él, de
aligerarle un poco las penas terribles que carga a cuestas, de aliviar la amargura intensísima que
debe sentir en su alma al encontrarse lejos de su Congregación, separado de su comunidad y sin
poder hacer nada por ella.

119
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Cómo es Jesús Esclavo de su Padre, según las enseñanzas y obras


que el mismo Cristo hace
1º - El padre lo ha enviado

Advertencia

Mientras meditemos lo que resta de la vida del Divino Esclavo, iremos examinando a la par sus obras y
sus enseñanzas
Empezó Jesús a obrar y a enseñar.

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate a Nuestro Divino Maestro, rodeado de discípulos que oyen sus palabras y que
ven sus obras, para aprender de ellas a creer y obrar; y considérate tú uno de esos
discípulos.
3. Pide al Señor, hija mía, que te haga aprender cuanto sea de su agrado. Imagínate que ves
a Ntro. Divino Jesús, ligando su Corazón Santísimo con cadena de Esclavo, la que entrega
a su Eterno Padre.
Punto I
 Que el Divino Esclavo quiere que aprendamos de sus palabras y de sus obras, es
indudable. «Aprended de mí», nos dice. «Os he dado ejemplo para que hagáis como yo
he hecho». Y cuenta hija mía, que son muchas las promesas que hace el Señor a los que
ya creían en Él, y a los que creerían; por todos rogó a su Eterno Padre y a todos llamó
bienaventurados. «Beati qui non viderunt et crediderunt.»
Punto II
 ¿Y qué nos quiere enseñar el que es la infinita sabiduría? Quiere que aprendamos, hija
mía, que Él nada piensa, ni quiere, ni hace, que no sea conforme a la voluntad de su Eterno
Padre. «Yo he venido en el nombre de mi Padre y no me habéis recibido.»
 Y dice en otra parte San Juan que Jesús alzaba la voz para enseñar que Él era de su Padre
y su Padre lo había enviado. Y no vino al mundo sino porque fue enviado por su Padre:
«Porque yo, dice, de Dios salí y vine; y no de mí mismo, mas Él me envió.» Él no quiere
otra cosa, sino que agradezcamos al Padre que haya enviado a su Hijo Salvador al mundo.
Punto III
 Y así lo demuestra bien claramente cuando al nacer al mundo no puso en boca de los
ángeles sino palabras de alabanzas para Dios. «Gloria a Dios.» Y en el día de su triunfo

121
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
en Jerusalén, si Él quiso ser alabado, fue haciendo que esa alabanza recayera en su Padre
que lo había enviado: «Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor.»
Afectos
 ¡Qué bien se aprende de ti a anonadarse Jesús mío! Aunque ya no me enseñaras de otro
modo a depender de tu Eterno Padre, esta sola enseñanza fuera bastante para que ya
entendiéramos que todo de Él dependía en ti, puesto que desde el primer momento
declaras que no por ti, sino por Él has venido al mundo.
Propósito
 Que siempre que vayamos a cualquiera empresa, podamos decir «Dios me envía.»

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Jesucristo vivió oculto.—La gloria la quería para su Padre—Nuestro Modelo es el Divino


Esclavo.—La Maestra en el camino penoso de la Esclavitud.—Cómo se aprende la virtud al lado
de la Divina Niña.—Los pétalos de rosas.—Cómo nos corresponderá la Niña.—Las pastoras de
Staurofila. —El regalo del último día.—El obsequio de más valor para nosotros.—La Niña no
tiene dificultad en conseguirlo.—El Ángel de guarda de nuestro Padre ofrecerá nuestros
sacrificios.

Hoy hemos visto cómo Jesucristo es en todo, y por todo, el Esclavo de su Eterno Padre y
cómo vino a enseñarnos durante su vida que Él nada piensa, nada hace y nada quiere más que lo
que es conforme a la voluntad de Dios, y que de tal manera apetecía toda la gloria para su Padre,
que en el mundo jamás quiso Él ser conocido ni alabado, sino que vivió humilde, pobre y
desconocido, y la única vez que admitió las alabanzas al entrar triunfante en Jerusalén, fue porque
aquellas alabanzas no las recibía para sí, sino que eran para el Eterno Padre. Así nos dice la
meditación que acabamos de leer.
Pues bueno, si nosotros, hijas mías, queremos con todas las veras de nuestra alma ser
esclavas, tenemos que vivir siempre a imitación del Divino Esclavo que ha venido a enseñarnos
cómo se practica con perfección la Esclavitud y, para que se nos facilite, ha querido darnos una
Maestra que nos guíe, que nos enseñe, que nos lleve con suavidad por ese camino que es penoso
y presenta grandes dificultades.
¿Saben Vds. quién es esa Maestra encantadora? La Divina Niña. Al lado suyo vamos a
aprender a ser esclavas, y aprenderlo por medio de la dulzura, porque no cabe duda que quien se
acerca a la Stma. Virgen todo lo encontrará fácil y agradable.

122
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Es imposible, hijas mías, que no se sienta feliz quien tiene a María por Madre, que no esté
llena de alegría quien va a estudiar la virtud al lado de semejante Maestra, y que no llegue a
encontrar gracias abundantísimas para su alma quien se acoge a tan dulce protectora, la toma por
modelo y camina siempre guiado por Ella.
Por eso hoy que comienza el mes de Mayo consagrado por entero a la Santísima Virgen,
el mes en que parece que la Iglesia se viste de gala para celebrar con inmenso regocijo a la Reina
del Cielo, vamos nosotros, como hijas suyas que somos, a esmerarnos, en obsequiarle pétalos de
flores formados de puros sacrificios, de puros actos de amor pequeñitos, pero constantes, actos de
esos que, porque aparentemente no valen nada, porque nos parecen insignificantes, muchas veces
los despreciamos o los dejamos pasar sin fijarnos en ellos, pero que desde hoy no será así, sino
que procuraremos fijarnos en todos ellos, nos esmeraremos en que sean continuados para que, de
esa manera, tengamos muchos pétalos con que regar el altar de la Divina Niña.
Y si Ella ve que nosotros todo el mes trabajamos y nos sacrificamos sin descanso con el
objeto de que ni un solo día se nos pase sin sacrificios y siempre tengamos algo nuevo que
ofrecerle, Ella, como no se queda con nada, pueden asegurar que nos recompensará. Y así como
aquellas pastoras del libro de Staurofila9, ¿se acuerdan Vds.?, que les reservaba para el último día
el obsequio que les tenía preparado, para corresponderle de esa manera a los que ellas, todos los
días del mes le ofrecían, así, a nosotros, seguramente, nos preparará un obsequio que corresponda
a nuestros afanes y a los sacrificios que por Ella hagamos. No lo duden.
Por eso hijas mías, he querido que, desde hoy que es el primer día, comencemos a honrar
a la Divina Niña con todo empeño. Que no sólo nosotros hagamos sacrificios, sino que también
conquistemos a las niñas para que ellas los hagan, para que, por amor a esa Niña encantadora, se
venzan, se dulcifiquen, sean muy obedientes. Y así podamos decir que le formamos sin cesar
pétalos de rosas. Y esas flores irán perfumadas con el aroma de la virtud, del buen ejemplo, y
serán más gratas a sus ojos que las flores materiales que pudiéramos ofrecerle para adornar con
ellas sus imágenes.
Todas unidas a mí en el mismo pensamiento, en el mismo querer, en el mismo deseo de
sacrificio, nos esmeraremos en servir a esa Niña tan angelical. Le diremos que todo nuestro anhelo
consiste en ser unas verdaderas esclavas suyas, firmes y decididas, en ser locas de amor por su
niñez, en rogarle que Ella nos lleve a su Santísimo Hijo, que vamos a procurar amar cada día más
a Dios Ntro. Señor, lo mismo al Padre que al Hijo y al Espíritu Santo, para que nos dé luces y
cada día encienda más en nuestros corazones la llama del amor divino, que no queremos otra cosa
que cumplir la voluntad de Dios y, con gusto, nos sacrificaremos en todo por acatarla. Todo eso
le diremos a la Santísima Virgen. Y Ella lo aceptará como una ofrenda de sus pobrecitas esclavas,

9
N.E. Se refiere a una narración de María Nestora Téllez. Ciega desde la infancia, acostumbra a contar
historias. La más popular, Staurofila, una alegórica sobre el amor de Jesucristo hacia el alma humana, es
publicada en 1889 en México de forma anónima. Conocedora de su final inminente, un año después,
compone esta octava:
Bienvenida sea la Cruz Que el dolor me purifique
de mi dulce Salvador, y me haga digna de Él
yo la abrazo y la recibo y en la paciencia le pruebe
para probarle mi amor. que soy su esposa fiel.

123
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
como los obsequios que llevamos a sus pies para que, con sus manecitas encantadoras, se los
ofrezca a Dios Ntro. Señor y Él los acepte gustoso.
Entre tanto, no escatimen los sacrificios, no descuiden nada por pequeñito que sea.
Cumplan estrictamente el Reglamento. No dejen de obedecer inmediatamente cuando el toque de
campana les indique que es la hora de abandonar un oficio para tomar otro, no se disgusten cuando
se les corrija, no pongan mala cara, no pronuncien una palabra para disculparse. Tengan mucho
cuidado con las niñas procurando que todo lo que hagan sea a las horas que marca el Reglamento.
¡En fin! No se olviden que de puros actos de vencimiento, pequeñitos, han de formar la corona
que tienen que ofrecerle a la Divina Infantita, que deben, por lo tanto, esmerarse en levantarse
con puntualidad, rezar las oraciones de la mañana con devoción, claro, recio, parejas. Después,
en cada una de las cosas que vayan haciendo en todo el día, fijarse mucho, ser muy recogidas,
muy silenciosas, muy dóciles y prontas para obedecer. Y cada uno de esos vencimientos que se
impongan para tratar de perder su modo propio y tomar el espíritu de la Esclavitud, se los
entregaremos al Ángel de la Guarda de nuestro Padre para que, unidos también a los trabajos que
él haga, a sus sufrimientos, a sus sacrificios, se los presente a Dios Ntro. Señor, y unidos a los
ruegos de la Santísima Virgen, que tanto nos ama y que a toda hora nos está dando pruebas de
que es para nosotros una Madre cariñosa y llena de ternura, imploren misericordia y vayan a
clamarle a Dios pidiéndole el triunfo de la Esclavitud.
¡Verán hijas mías como lo conseguimos! Dios Ntro. Señor es muy generoso con sus hijos
y no es posible que sea indiferente a tanta súplica y que desatienda los ruegos de su Santísima
Madre, ¡tan pequeñita, tan llena de gracia! Es cierto que bien miserables son nuestros pobrecitos
sacrificios, que no valen nada, pero, presentados por manos de la Santísima Virgen, adquieren tal
valor que el Eterno Padre tendrá que aceptarlos con gusto y es imposible que no se compadezca
de nosotros.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, deseosas, como todas estamos de la
santificación de las almas y particularmente de las nuestras, vamos a rogarle que, pues está
nombrada por Dios Ntro. Señor, Reina y Señora de los Esclavos y Esclavas y tiene que ser nuestra
Maestra y modelo en el camino de la virtud para llevarnos por él a la Esclavitud, imitando al
Divino Esclavo que vino al mundo a enseñarnos cómo se practica la obediencia y cómo hemos
de sujetarnos a la voluntad de su Eterno Padre, que es la suya, sujetándonos por obediencia y
voluntariamente a nuestros superiores, no nos deje un momento, no nos abandone, porque somos
muy débiles, muy incapaces y, sin Ella, que es nuestra Madre, no llegaríamos a encontrar jamás
el camino de la Cruz.
Vamos a rogarle que nos haga fieles a la gracia, que sepamos corresponder siempre al
amor que nos tiene sufriendo y trabajando por Ella y que, así como Dios Ntro. Señor vino al
mundo a dar a conocer a su Padre que lo había enviado y toda la gloria la quería para su Eterno
Padre, así nosotras sepamos humillarnos bien humilladas, y todo lo que trabajemos y todos
nuestros sacrificios por el bien de las almas, sean únicamente para gloria de su Santísimo Hijo y
para que en el mundo sea conocida y venerada su niñez.
Sí, con gusto nos sacrificaremos por impregnar en los corazones el amor a la Esclavitud
de la Divina Infantita. Le pediremos a Ntro. Señor Sacramentado la bendición para nuestro
Padrecito y para nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

124
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Cómo es Jesús Esclavo de su Padre, según las enseñanzas y obras


que el mismo Cristo hace
2º - No ha hablado sino lo que el Padre le ha mostrado

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate a Nuestro Divino Maestro, rodeado de discípulos que oyen sus palabras y que
ven sus obras, para aprender de ellas a creer y obrar; y considérate tú uno de esos
discípulos.
3. Pide al Señor, hija mía, que te haga aprender cuanto sea de su agrado. Imagínate que ves
a Ntro. Divino Jesús, ligando su Corazón Santísimo con cadena de Esclavo, la que entrega
a su Eterno Padre.
Punto I
 Si el Divino Esclavo nos enseña que Él depende del Padre porque ha sido enviado por
El, no menor dependencia muestra cuando nos dice que todo lo que Él nos enseña es
palabra de su Padre que lo ha enviado. «Mi doctrinadice, no es mía sino de Aquél
que me ha enviado.» «Las palabras que yo hablovuelve a decir Jesús, no las hablo
de mí mismo […] la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió».
Punto II
 Y esta palabra del Padre, la aprendió Él en el mismo Padre, como su Unigénito que es y
consubstancial con Él, pero a nosotros nos las dice porque, en cuanto hombre, se ha
hecho Esclavo de su Padre para enseñarnos y salvarnos. «Yo lo que oí de Él, eso hablo
en el mundo […] como mi Padre me mostró, esto hablo […] Yo digo lo que vi en mi
Padre.»
Punto III
 Y más fuertemente expresa todavía el Divino Maestro esta dependencia,
manifestándonos que así lo ha hecho porque ha recibido este mandato de su Padre. Dice
así: «Yo no he hablado de mí mismo. Mas el Padre me envió. Él me dio mandamiento
de lo que tengo que decir y de lo que tengo que hablar, y sé que su mandamiento es la
vida eterna, pues lo que yo hablo, como el Padre me lo ha dicho. así lo hablo.»

125
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 ¡Qué hermosa dependencia, Maestro sapientísimo mío; nada piensas, ni nada hablas, que
no te esté mandado por tu Padre!
 ¡Qué lejos está mi pensamiento y cuan contrarias son las palabras de mi boca de esta
santa dependencia! Jesús mío, que yo nada entienda, ni hable otra cosa más que lo que
es tu voluntad.
Propósito
 Luchar en todo instante para que mi pensamiento y mis palabras no se aparten del querer
de Dios.

Reflexión y comentario
SUMARIO:

—Cómo nos enseña el Divino Esclavo la sujeción a los superiores.—Él no habló, ni enseñó sino
lo que sabía de su Padre.—Cómo les daremos suavidad, aroma y color a los pétalos de las rosas.—
La Cruz adornada con flores para crucificar en ella todo lo propio.—Los cohetes corredizos.—
Obligar a la voluntad a que en todo se contraríe. Todos buscan a los dulces y huyen de los duros.—
Lo que significa el cáliz de la rosa.El cáliz del sufrimiento sostendrá las flores de las Esclavas.—
Las nonadas que el mundo desprecia.—El cuidado de ellas que debemos tener.—La cocinera de
Coyoacán. Las profesoras.—El cuidado con las niñas.—Lo que deben enseñarles.—Las lecciones
que me da Dios con los niños chiquitos.—Pepa y la novicia que con suavidad y astucia la aparta
de mi lado.—Así lo hace el demonio con Vds.El resultado de consentir un pensamiento de
desaliento.—La lucha emprendida y abandonada.—La falta de fuerzas para vencerse.Los
pétalos sin vida.—Todo pensamiento que desanima viene de Satanás,—Lo que hace Dios cuando
nos ve formar un buen propósito.—Su generosidad.—En nuestras caídas atiende nuestra
miseria.—Cómo han de imitar las Esclavas a Jesucristo viviendo sujetas a sus Padres.

Conforme vamos adelantando en la lectura de las meditaciones, las encontramos más


elevadas y parece más difícil comprenderlas y explicarlas. Pero como Dios Ntro. Señor es quien
se encarga de hacerlo y, además de ser tan bondadoso con nosotros, quiere que nos empapemos
bien en el espíritu de la Esclavitud y que constantemente vivamos estudiando el modo de imitarlo
a Él, que es el Divino Esclavo, y siempre quiso vivir sujeto en todo a su Eterno Padre, de tal
manera que, en el mundo, no enseñó nada que no fuera lo que su Padre le había enseñado, ni habló
una palabra que no estuviera mandada por Él, así quiere ahora venir a decirles a Vds. que deben
estar sujetas a la voluntad de los superiores, unidas a ellos, no haciendo nunca nada que no les
hayan prescrito. La voz de los superiores, hijas mías, es la voz de Dios, puesto que Ntro. Señor es
quien los dirige, quien les da luces, quien les enseña cómo deben obrar en todo conforme a la
voluntad suya.
Ayer decíamos que, cada día de este mes consagrado a la Santísima Virgen, habíamos de
formales pétalos hermosísimos de rosas, y que esos pétalos serían de puros actos de sacrificio.

126
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¿No es cierto? Pues bien, hoy vamos a ver qué deben tener esos pétalos para que sean hermosos,
y cómo les daremos lo que necesiten.
Yo creo que Vds. se habrán fijado en que esos pétalos, que unidos llegan a formar una
flor, son encantadores por sí solos. Tienen una suavidad, un aroma y un color hermosísimos y,
para poderles dar esas tres cosas que son las que les dan hermosura, necesitan ir nuestras acciones
hechas con mucho cuidado, nuestras palabras, nuestras enseñanzas, siempre llenas de dulzura,
nuestras respuestas dadas con suavidad, para que el pétalo formado con ellas sea tan suave y
aterciopelado como el de la rosa. Porque si todas nuestras acciones las hacemos con descuido, si
somos duras, si al hablarles a las niñas las tratamos con un modo brusco y lleno de acritud,
resultará que nuestras rosas van a la Niña sin vida, como rosas de cartón.
El aroma se los hemos de dar con puros actos de modestia, de recogimiento, de
mortificación, preguntándonos constantemente:
 ¿Cómo hice lo que acabo de hacer? Si soy novicia y salí para rezar, ¿me fui unida a las demás,
caminando en orden y callada, llevando mis ojos bajos y en actitud modesta? ¿Procuré rezar
devotamente, claro, recio, y uniendo mi corazón a las palabras? Entonces quiere decir que mis
pétalos los he ofrecido perfumados con el aroma que despide la modestia, el silencio y el buen
ejemplo.

También deben tener color. Y habíamos quedado en que las rosas que ofreceríamos esta
semana serían encarnadas. Pero no de esas muy rojas, sino de esas otras de color hermosísimo,
así como color magenta, ¿no lo recuerdan? Pues bueno, ese color se los darán los actos de
sacrificio, los vencimientos bien hechos, las humillaciones que sepan sufrir por amor de la Divina
Niña.
Por ahora, hijas mías, como todavía están Vds. muy pequeñitas, no les pido más que
pétalos de flores. Mientras, están capaces de llegar a formar una cruz que ha de ir adornada con
esas flores para decirle a la Divina Niña que en ella van a crucificar sus pasiones, su modo propio,
todo lo suyo, para vivir solamente según el modo propio de Ella, que es encantador y es el que
Dios nos pide que imitemos.
Ntro. Señor formó a la Santísima Virgen colmándola de perfecciones y gracias hasta
quedar enteramente complacido y, luego, nos la dio por Madre para que nos esmeráramos en
amarla y en imitarla en sus perfecciones y virtudes. No olviden, por eso, cómo deben hacerlo
todo, con cuanto reposo, sin andar con fugas y siempre corriendo porque no les alcanza el tiempo.
Es verdad que estas pobres monjitas es mucho el quehacer que tienen y no se dan abasto, pero
también es indispensable el recogimiento, que siempre caminen con moderación, que no pierdan
un minuto la modestia. ¡No, que hay momentos en que, más que madre de monjas, se me figura
que soy madre de cohetes corredizos!
Eso no está bien. Nunca podrán agradar a la Divina Niña si no saben sobreponerse
constantemente y obligar a la voluntad a que en todo se contraríe para que, de esa manera, se
acostumbren a caminar despacio, la que quiera ir de prisa, a vencerse, cuando sientan
contrariedad, a obedecer inmediatamente que algo se les mande, a no buscar palabras de disculpa
cuando algo hayan hecho digno de reprensión, a ser muy dulces para tratar a las niñas,
convenciéndose a sí mismas de que sólo de esa manera se atrae a las almas.

127
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Todo el mundo, hijas mías, se va en pos de quien sabe tratarlo con dulzura. ¡No digan
Vds.! Los niños, hasta los jóvenes y los viejos, siguen con gusto a una persona amable y dulce.
En cambio la dureza no atrae nunca, al contrario, siempre es repulsiva y hace huir a las personas,
porque nadie es feliz al lado de quien es duro y no les hace sentir a los demás sino dureza.
¿Quieren imponerse verdaderamente y cautivar con su ejemplo y con su palabra?
Procuren estar siempre contentas, con un semblante amable y lleno de alegría, con la sonrisa en
los labios, con la dulzura en las palabras y, de esa manera, por donde Vds. vayan, irán sembrando
pétalos de flores. Y esos pétalos tendrán suavidad, perfume y color, y serán dignos de unirse para
formar una rosa hermosísima, llena de aroma, y ofrecérsela a la Divina Niña. Pero, para poder
llegar a formarla, necesitan recordar que la rosa tiene un cáliz que es el que sostiene todos esos
pétalos, y que sin él no pueden estar unidos.
¿Saben lo que significa ese cáliz? Los sufrimientos, las contrariedades, las
mortificaciones, los sacrificios porque tendrán que pasar para llegar a ofrecer un sinnúmero de
pétalos y que, así como el cáliz sostiene toda la flor, así en el cáliz de los sufrimientos han de
sostenerse todos los actos pequeñitos de las esclavas, todas esas nonadas que, por imperceptibles,
desprecia el mundo, como, por ejemplo, que si se arrodillan lo hagan sin ruido, que no se
recarguen en ninguna parte ni se cojan de las bancas para hincarse sino que hagan una genuflexión
bien hecha, con todo respeto, que todo lo que tengan a su cargo esté bien atendido, que si en
Coyoacán hay alguna y, esa tiene que andar por la cocina, todo lo tenga limpio y arreglando, lo
mismo que su persona, y la comida a su tiempo, que las profesoras tengan mucha dedicación con
sus niñas y las enseñen con esmero diciéndoles cómo deben obedecer, cómo han de respetar a sus
superiores, cómo han de humillarse y ser muy dulces para que la Divina Niña quede agradada de
ellas y les acepte sus pequeños sacrificios. ¡Sean muy dulces hijas mías, no se les olvide que
siempre encanta la dulzura y el buen modo!
Ahora voy a contarles una cosa que vi en Pepa, la chiquitilla que siempre les saco en la
meditación, pero es que a mí, sin duda, me quiere dar Dios muchas lecciones por medio de los
niños y por eso me son útiles si los tengo a mi lado.
Estaba esta chiquita conmigo y no quería separarse de mis brazos por más luchas que le
hacían. Entonces yo quise hacer una experiencia y le dije a una de las novicias que, con un
juguetito, la entretuviera, para ver si lograba que así se apartara de mí. Al hacer eso, quise ver
cómo logra Satanás con una cosa que no vale nada, con una distracción cualquiera, alejar a las
almas de Dios Ntro. Señor. por supuesto, no quiero decir que yo me pusiera en el caso
comparándome con Dios ni que a la novicia la considerara ocupando el lugar de Satanás, eso no
solamente se me ocurrió el pensamiento ese al ver como la chiquita primero se resistía a separarse
y alargaba la manita para coger el juguete, pero sin desprenderse de mí, hasta que, por fin, poco
a poco, retirándole aquello que ya le había llamado la atención, consiguió irla alejando cada vez
más hasta que la sacó de la pieza.
Yo pensaba que entonces la niña ya estaba fuera de mi protección. Ya, lejos de mí, yo no
hubiera podido defenderla ni cuidarla. Y ese pensamiento me hizo ver cómo el demonio, con una
bagatela cualquiera, embauca a un alma que está casi en el regazo de la Santísima Virgen, y poco
a poco, sin que se dé ella cuenta, la va retirando de allí, la aleja, se la lleva, y ¡cuántas veces llega
a ponerla completamente fuera de la protección de María!

128
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¡Qué vergüenza, hijas mías, que con tanta facilidad le den el triunfo a Satanás y se dejen
engañar por él, abandonando a la Divina Niña y retirándose de sus brazos maternales!
¿No les da pena ver que se levantan decididas a luchar y que viene el demonio, y con un
solo pensamiento de desaliento, de flojera, de tibieza, las desanima y la lucha que habían
emprendido con tanto valor de nada sirve, porque Vds. la han abandonado, se encuentran débiles,
sin gusto para nada, sin fuerzas para trabajar, sin ánimo para vencerse, y aquellos pétalos
hermosísimos, llenos de vida, de aroma, de suavidad y de color que pensaron formar para la Niña,
no son más que unos pétalos apestosos, marchitos y descoloridos, nada más porque le han dado
cabida a un pensamiento y se han puesto a platicar un momento con la tentación que las divaga y
les dice, para desanimarlas, que Dios no les hace caso, que de balde se sacrifican, que para qué es
formar buenos propósitos si no los han de llevar a cabo, que hasta hoy nada han hecho bueno ni
de provecho, que más vale proponerse ser malas?
No hay que darle cabida al demonio, hijas mías. No hay que desanimarse pensando en lo
que hemos sido. Eso ya pasó, y si Dios Ntro. Señor nos ve desde hoy resueltas a ser otras, a
vencernos constantemente, a luchar con las pasiones, a no querer respetar más que su voluntad,
sujetándonos a ella en todo y por todo, es tan generoso que todo lo ha olvidado ya, desde el
momento que nos ve formar un buen propósito y que tenemos deseos de levantarnos de nuestras
caídas, que si son muchas es por nuestra miseria, y a ella atiende cuando nos ve caer.
¿Por qué, hijas mías, vamos a creer lo que nos dice la tentación? ¿Por qué ya por eso nos
hemos de desanimar? ¿Por qué no hemos de tomar las flores y ofrecerlas a la Divina Niña aunque
el demonio sólo nos haga ver las espinas? No nos importe, hijas mías, herirnos con ellas. No les
tengan miedo y, en cambio, para los demás, ocúltenlas siempre y no les dejen ver más que las
rosas hermosísimas con que obsequia a la Stma. Virgen el alma que la sirve con amor y sabe
sacrificarse por Ella.
Hoy quiero repetirles lo que ayer les dije, que todos nuestros sacrificios de ayer los
ofreceremos a la Divina Niña, rogándole al Ángel de la Guarda de nuestro Padrecito que él sea
quien se los presente a María, ayudándonos a pedirle el triunfo de la Esclavitud.
¡Qué justa es nuestra petición! Por eso se la hacemos con toda el alma, postrándonos en
la presencia de la Divina Niña y suplicándole que, a la vez, nos enseñe cómo hemos de fabricar
esos pétalos de flores para que resulten hermosos, llenos de aroma, de suavidad y de color.
Le diremos que no permita jamás que las que sean esclavas se aparten del regazo de tan
dulce Madre, que no se alejen tampoco de los superiores, sino que siempre vivan unidas a ellos,
ya que Dios Ntro. Señor se los ha dado, y haciendo con gusto la voluntad de Dios, representada
en la de esos superiores, porque así imitarán a Ntro. Señor Jesucristo que nunca hizo más que la
voluntad de su Eterno Padre, que no quiso sino practicar lo que era de su agrado y hablar
solamente lo que Él le mandaba.
Así, hijas mías, ¡qué facilidad será para Vds. el día que, a imitación suya, no den un paso,
no hablen una palabra, no tengan un pensamiento, que no esté íntimamente unido a la voluntad
de sus Padres, entendiendo que ellos son los que han de transmitirles la voluntad de Dios Ntro.
Señor y el espíritu de la Esclavitud, en donde han de santificarse!
Le pediremos a Ntro. Jesús Sacramentado y a la Divina Niña, la bendición para nuestro
Padrecito y para nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

129
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Cómo es Jesús Esclavo de su Padre, según las enseñanzas y obras


que el mismo Cristo hace
3º - Ha buscado sólo la voluntad de su Padre

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate a Nuestro Divino Maestro, rodeado de discípulos que oyen sus palabras y que
ven sus obras, para aprender de ellas a creer y obrar; y considérate tú uno de esos
discípulos.
3. Pide al Señor, hija mía, que te haga aprender cuanto sea de su agrado. Imagínate que ves
a Ntro. Divino Jesús, ligando su Corazón Santísimo con cadena de Esclavo, la que entrega
a su Eterno Padre.
Punto I
 Y, si tanta es la dependencia del pensar y hablar de Jesús respecto a la voluntad de su
Padre, ¿cuál será la sujeción de la voluntad? ¡Admirable, hija mía, admirable! El
testimonio de Jesús no puede ser más claro: «Descendí del cielo, dice, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad de Aquél que me envió. Por eso no busco mi voluntad sino la
suya.»
Punto II
 A toda hora esta sujeción a la divina voluntad se manifiesta hija mía. «Mi
comidadice, es que haga yo la voluntad del que me envió.»
 Y todavía nos estimulan más a imitar nosotros esta dependencia, las palabras que siguen:
«El que me envió conmigo está, y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que
a Él le agrada.»
Punto III
 Y Jesús no se aparta de la voluntad de su Padre, cuéstele lo que le costare. Recuerda sus
palabras en la Oración del Huerto: «Hágase, no lo que yo quiero sino lo que Tú.» «Si
quieres traspasa de mí este cáliz, mas no se haga mi voluntad sino la tuya.» «Y para que
el mundo conozca que amo al Padre y que tal como me dio el mandamiento así hago,
levantaos, y vamos de aquí.» Y marchó Jesús para entregarse a los que lo venían a prender.

131
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 Obedientísimo Maestro mío, Tú vas hasta la Pasión para cumplir la voluntad de tu Padre,
y yo, ¡ay Señor!, insignificante pequeñez me aparta de la divina voluntad.
Propósito
 Hacer a toda costa la divina voluntad.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Los sacrificios que impone la obediencia.—Por qué permite Dios las faltas en los superiores.—
Nuestro único caminoCómo entraremos en él logrando que las almas nos sigan.—Nuestro Padre
saca fruto de sus sermones porque predica con el corazón.Cómo me gustaría que predicara para
sus hijas.—Sus sermones a las niñas de la pequeña corte.—El camino por donde debe llevar a los
Esclavos.—Lo que pasará si desde luego presentamos el martirio constante a las almas.—El
camino que prefieren la mayor parte de ellas.—Cual deben elegir los Esclavos y las Esclavas.—
Por qué me gusta tratar a Vds. como chiquillas y casi jugando llevarlas al sacrificio.—En él está
concentrada la vida de una esclava.—Las gracias que Dios le ha dado a nuestro Padre en su alma
para que las reparta entre sus hijos y sus hijas.La impresión que les ha hecho a Vds. Staurofila.—
La tentación que les pone el demonio cuando por debilidad caen.—Los andadores en las manos
del Ángel de nuestra Guarda.—El niño pequeñito que porque al comenzar a andar se cayera
quisiera estarse acostado.—Lo que representa la rosa.—María en la Encarnación.—Los pétalos de
las devotas convertidos en bendiciones para ellas.—Los sacrificios de Vds. ofrecidos por mi.—El
cáliz que sostendrá los pétalos.—Por qué les hablo siempre de sacrificio.— La tempestad que nos
han hecho sufrir.—Ofrecer sacrificios porque haya calma.

Jesús ha querido no solamente pensar y hablar lo que su Padre le ha ordenado, sino que
ha cumplido en todo, y por todo, su santa voluntad. Así lo demuestra en todas sus acciones que
no tenían otro objeto que hacer la voluntad de Aquél que lo había enviado. Y de tal manera quiso
sujetarse a su Eterno Padre que en sus momentos de mayor tribulación, como en la Oración del
Huerto, le ruega que, si es posible, haga que pase de El ese cáliz amarguísimo, pero a la vez le
dice: «no se haga mi voluntad sino la tuya». Y enseguida se levanta y, comprendiendo que era
llegada la hora de marchar, les dice a sus discípulos: «Levantaos y vámonos de aquí.» Y camina
con gusto a sufrir la Pasión que había de salvarnos a todos y había de satisfacer a su Padre
Celestial, cumpliendo así su voluntad divina.
Pues bien, hijas mías, así como el Esclavo de los esclavos, el Divino Modelo que tenemos
en la Esclavitud, no se aparta un solo momento de la voluntad del Padre, así nosotros, los que
como Él vamos a ser esclavos, debemos vivir sujetos a imitación suya, cumpliendo siempre la
voluntad de Dios Ntro. Señor. Pero vamos a ver cómo debemos ir al sacrificio que eso impone,
puesto que tendremos necesidad de vivir continuamente contrariadas obedeciendo a toda hora,
sin tener voluntad propia y, muchas veces, tal vez obligados a sujetarnos a un superior torpe, duro,

132
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
lleno de imperfecciones, porque Dios permite a veces esas faltas en los superiores para hacer más
meritoria la obediencia del inferior que sabe humillarse, que no murmura ni exterior ni
interiormente, que calla cuando recibe una reprensión injusta, que ejecuta con prontitud el
mandato, aun cuando le haya sido dado con dureza.
El que más se humilla es el que, delante de Dios, tiene más valor y el que se hace
agradable a sus ojos, no cabe duda. Pero como cada acto de humildad, de obediencia, de
vencimiento, tiene que costarles trabajo, por eso, les digo que son sacrificios que constantemente
nos tenemos que estar imponiendo y que, en todo el día, muchos actos pequeñitos de amor
podemos ofrecerle a Dios Ntro. Señor y a la Divina Niña.
Ahora quiero que no olviden que ese camino es necesario emprenderlo si tratamos de
llegar a ser esclavas. Que es el único verdadero, porque, ¡no hay que hacerse ilusiones hijas mías!,
no tenemos otro más que el de pura cruz y sufrimiento. Pero también yo quiero que piensen que
para entrar en él y hacer que las almas nos sigan caminando en pos de nosotros a encontrar a la
Divina Niña, ya saben que el medio seguro es la dulzura y que es fuerza convencerse de que por
la dureza nadie va feliz. Los grandes, los niños, todo el mundo se conmueve más con una palabra
que vaya impregnada de amor, pero de un amor dulce, de un amor tierno y misericordioso, que
con grandes discursos duros y llenos de seriedad.
Yo les aseguro que por eso nuestro Padre saca fruto de sus sermones. Porque están
predicados con el corazón. Y de ahí resulta que quien lo escucha se conmueve, se une con él y
sale encantado de su doctrina. Sin embargo, yo todavía quisiera que se amoldara un poco más a
la niñez, que las platiquitas que hiciera, para sus hijas sobre todo, tuvieran la hermosura que
tienen, por ejemplo, sus meditaciones, porque encierran una doctrina hermosísima, es verdad,
pero me gustaría más suavidad, en ellas todavía, más sencillas, como por el estilo de unos
sermoncitos que les predicaba a las niñas cuando se instituyó la Pequeña Corte de María, que
verdaderamente eran puras chiquillas y a mí me parecían encantadoras. Yo quisiera que Vds. lo
hubieran oído entonces. ¡Con qué dulzura, con cuanta suavidad les dirigía la palabra, haciéndose
pequeñito, lleno de naturalidad para que todas las niñas lo entendieran!
Pues bueno, de ese modo y no de otro es como yo entiendo que él debe formar a los
Esclavos, llevándolos a la Cruz por un camino de pura dulzura, amor y misericordia. Porque ya
les digo que así es como se logra cautivar a las almas. Y si nuestro Padre lo hace de esa manera
con sus hijos, si así los forma, verán cómo los arrastra materialmente en pos de sí, cómo consigue
hacer que busquen la virtud, que amen cada día más la santidad y que luchen sin descanso hasta
encontrarla. Porque si queremos presentarle a las almas desde luego el sacrificio terrible y el
martirio constante, es difícil conquistarlas, pues sólo almas privilegiadas por Dios y formadas
para seguir ese camino se encontrarán felices en él. Pero la mayor parte de las almas prefieren
siempre ir a la Cruz con mucha suavidad, y así han de quererlo los corazones de los esclavos y de
las esclavas.
Somos súbditos de una Reina pequeñita. Tenemos que darla a conocer al mundo desde el
primer instante de su ser, desde el momento en que Dios pronunció la palabra Inmaculada. Hemos
de venerarla, no de quince años, ni de doce, sino recién nacida, chiquitita, encantadora. Lo que
Ella necesita es que nos hagamos niños como Nuestra Reinita angelical. Por eso ven Vds. que a
mí no me gusta lo grande, no lo entiendo, no lo puedo aceptar, y en cambio lo pequeñito me
encanta. Me gusta tratar a Vds. como a unas niñas chiquititas, y entretenerlas con cosas propias

133
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
de un niño, con una sonajita, con un juguete, y, así entretenidas, llevarlas al puro sacrificio, porque
en él está concentrada la vida de una esclava.
Pero ese sacrificio no hay que presentarlo sino confitado para que, de ese modo, no nos
parezca amargo. Y si nuestro Padre quiere tener la dicha de encontrar muchos esclavos y de que
haya almas fuertes y decididas que se prendan a la Esclavitud y la sigan con alegría, que las lleve
por ese camino nada más. Yo no le diré que no estudie cuando sea necesario, cuando tenga que
predicar determinados sermones, porque es muy natural que lo haga y sería una temeridad decirle
lo contrario, pero sí le digo que, para sus hijos y para sus hijas, Dios le ha dado muchas gracias
hermosísimas a su alma, le ha dado talento y sobre todo corazón, y no necesitará andar estudiando
él para buscar lo que debe enseñarles. La mejor ciencia, que es la de la Esclavitud, la sabe
demasiado para impregnarla con sus palabras, con su ejemplo y con una sencillez angelical, casi
jugando, para que no se asusten ni les parezca que es muy duro el sacrificio.
Yo me he convencido, y cada vez más, de que ese es el camino para Vds., hijas mías,
cuando las he visto llorar y enternecerse con la lectura de Staurofila, donde nos pintan a Dios
Ntro. Señor con un amor tan loco por las almas y al mismo tiempo tan lleno de finura y de
misericordia. Entonces es cuando se han sentido más resueltas a amarlo, más decididas a serle
fieles, más arrepentidas de sus faltas, ¿no es cierto? Porque, ¡claro que a cualquiera le conmueve
un amor tan grande, tan generoso, tan dispuesto a perdonar y a olvidarlas infidelidades del alma
a quien tanto ama y que tan mal le corresponde! En cambio no se sienten felices cuando el
demonio les pinta a Ntro. Señor como un Dios justiciero solamente y lleno de severidad. ¡Es tan
hermosa la misericordia! Por eso siempre hemos de tenerla con los demás, llevando a las almas a
la santidad siempre con dulzura, suavemente, para que así todo lo hagan por amor.
La dulzura, el amor y la misericordia son tres cualidades que tiene la Santísima Virgen y
que están bien arraigadas en su purísimo corazón, al lado de todas las virtudes de que Dios Ntro.
Señor la dotó para hacerla su Madre Santísima, y como nosotros vamos a tratar de imitarla,
tenemos que procurar ser sumamente dulces, tiernas y misericordiosas. Y, para conseguirlo es
preciso luchar, pero sin desanimarse por las caídas, sin ponerse a pensar que, porque son débiles
y no se sostuvieron, ya nunca adelantarán, que no aprovechan ninguna de las gracias que reciben,
que no llegarán a la santidad. Porque eso es lo que el demonio se quisiera. Y esos pensamientos
se los pone únicamente para desanimarlas. Por eso, si hoy se proponen callar y, desgraciadamente,
tienen más ocasiones de interrumpir el silencio y es cuando más hablan, él está pendiente de
recordárselo haciéndoles ver que todo lo hacen al revés de cómo se proponen y les inspira
entonces este pensamiento:
 Puesto que así soy, vale más que me proponga hablar mucho y a ver si así guardo silencio.

¡No le hagan caso, porque eso es pura tentación hijas mías! Todo lo contrario deben hacer.
Mientras más caídas tengan, más luchen por levantarse y emprender de nuevo sus propósitos, sin
desmayar un solo momento, sin perder la esperanza, sin impacientarse con Vds. mismas. Si han
sido débiles, vayan a la Divina Niña y, llenas de humildad, se acogen a Ella y le dicen:
 Mira, Madre mía, voy a comenzar apenas a dar los primeros pasos en el camino de la virtud.
Los andadores los pondré en las manos del Ángel de mi Guarda y así Tú me sostendrás siempre
y les dirás que me ayude a levantarme en mis caídas, hasta que, poco a poco, vaya siendo más
fuerte, y a medida que aumente mi amor por ti, tenga fuerzas y más firmeza para seguir ese
camino, que es difícil, pero que la locura de amor lo facilitará.

134
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Nunca se queden caídas. ¡Eso no! Porque entonces sí que no darán un paso. ¿No se reirían
Vds. si vieran a un niño chiquito, como alguno de los que aquí tenemos, quedarse acostado y no
querer volverse a parar, nada más porque al dar sus primeros pasos tuviera dificultades y tropiezos
y se hubiera caído varias veces? ¿Verdad que era para dar risa? Pues así sucede con las almas que
comienzan a andar por el camino de la vida espiritual, ¡exactamente! Muchos son los obstáculos
con que tropezarán, pero si no se resuelven a vencerlos y, aunque lleguen a caer, no les importa,
y siempre procuran levantarse cada vez más humilladas, no llegarán jamás a lo que desean, que
es la santidad de su alma.
Vamos a disponernos a luchar cada día. Vamos a invocar siempre en nuestro auxilio a la
Divina Niña, vamos a formarle sin cesar nuestras rosas de puros sacrificios, colocando, como les
he dicho, cada pétalo en el cáliz de la amargura que es el que ha de sostenerlos todos y el que hará
que esa rosa pueda formarse para ser la admiración de quien la vea, por la suavidad, por el color
y por el aroma tan encantador que despedirá de esos pétalos formados con puros actos de virtud
y sacrificio.
No olviden al pensar en esa rosa que ha de representar a María en la Encarnación, porque
Ella fue la rosa encantadora que, con su fragancia, embriagó al mundo y nos dio la semilla de la
Esclavitud al ser Madre del Divino Esclavo, de nuestro Jesús Sacramentado que dio la vida por
amor a las alma y nos vino a enseñar a practicar con perfección la Esclavitud, sujetándose a la
voluntad de su Padre Celestial de tal manera, que no quería tener más voluntad que la suya.
Pues ahora, también esa Nina encantadora, la Stma. Virgen María, nos va a llevar a todos
sus Esclavos, al amor de Dios Ntro. Señor por medio de la obediencia ciega a nuestros superiores.
La obediencia nos hará esclavas, la obediencia nos hará humildes y la obediencia nos dará la
santidad. El que es verdaderamente obediente, hijas mías, sabe renunciarse a sí mismo para no
tener jamás voluntad propia, y nunca hace sino la voluntad de los demás, sobre todo la de quien
para él representa la voluntad de Dios Ntro. Señor.
Ahora quiero decirles que mañana, que es el día más duro para Vds., en que más se
sacrifican y parece que es cuando menos reciben, no dejen de ofrecerle a la Divina Niña, con
mucho cariño, todo lo que hagan. Y aunque sientan pena pensando que en todo el día no me verán,
que no oirán ni siquiera meditación, que es cuando menos me ocupo de Vds., no lo crean, porque
es al contrario. En esos días es cuando me dedico más a pensar en todas y en agenciarles con Dios
las gracias que necesitan para su alma.
Propónganse a trabajar con afán y a sacrificarse con gusto, y yo les prometo que ofreceré
todos sus sacrificios y, a cambio, recibirán gracia, no porque sean ofrecidos por mí, que soy
miserabilísima y nada puedo, pero sí porque los haré pasar a las manecitas de la Divina Niña, y
Ella tiene un gran poder para hacer valer mucho nuestros pequeñísimos regalos. Y así como en la
calle Verde, ya les he contado, en una ocasión un Padre que presenció el Mes de María, cogió las
hojas de las rosas que todas sus devotas de la Niña arrojaban sobre Ella para bañar su imagen con
esos pétalos suavísimos y perfumados, y, muy emocionado, dijo que a nombre de la Stma. Virgen
les devolvía aquellas rosas convertidas en bendiciones para ellas, para sus familias, y para todas
las personas que la hubieran obsequiado con flores. De esa manera, yo también mañana cogeré
todos esos pétalos de los sacrificios de Vds. y se los regalaré a la Divina Niña, la bañaré con ellos,
para que luego me permita decirles, en su nombre, que se los devuelve convertidos en

135
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
bendiciones, en amor, en dulzura y en misericordia, para que, con esa dulzura, misericordia y
amor, alcancen las gracias de la verdadera Esclavitud.
Postradas en la presencia de la Stma. Virgen, le ofreceremos nuestros pequeñísimos
sacrificios de ayer, pobres, insignificantes, es cierto, pero dados con muy buena voluntad, y
rogándole que nos enseñe a colocar los pétalos suavísimos, que con ellos hayamos formado, en
el cáliz de la amargura para que luego sepamos nosotros enseñarlo a las almas.
Les parecerá raro el que yo siempre les hable de sacrificio y sólo viva preparándolas a
martirizarse y a sufrir tribulaciones, pero es porque, en la vida, hijas mías, no hay otra felicidad,
ni más goce que el que nos puede proporcionar el sufrimiento.
En la vida siempre se sufre. Todas las almas necesitan purificarse y para eso son los
sacrificios. ¿Cómo no he de enseñarles que aquí es la casa donde especialmente tenemos que
aprender a sufrir? Pero siempre llenas de dulzura, de amor y de misericordia. Sí, hijas mías,
misericordia, ¡y mucha!, para los demás. Porque solamente así podremos llevarlos al amor por
medio de una dulzura angelical.
Aquí es la casa donde reina la Divina Infantita, y por eso es que, en medio de terribles
amarguras, somos felices y encontramos la tranquilidad al lado de las luchas y tribulaciones más
fuertes.
La Stma. Virgen nos hará esclavas, pero ya saben que no nos crucificará sino con clavos
de amor. Y la que aprenda a vencerse a sí misma, a luchar contra su pasión dominante, a
dominarse por completo poniendo buena cara en las contrariedades, y, a fuerza de combatir todo
el día, llegue a tener muchos sacrificios pequeñitos que ofrecer, es la que puede decir que, por
amor, se sacrifica y que sus labios comienzan ya a balbucir un:
 ¡Te amo de corazón Divina Niña, y porque te amo mucho aprenderé a vencerme más cada día
y haré mayor número de sacrificios!

Esos, ya saben, que siguen ofreciendo todos los días a la Divina Niña para que interceda
con Dios Ntro. Señor, y nos calme ya la tempestad tan terrible que nos han hecho pasar los que
nos persiguen, que los aplaque, que ya dejen de ensañarse contra nosotros, y que bendiga a todos
los que de alguna manera nos favorecen. Si todo eso pedimos hijas mías, si sabemos sacrificarnos
teniendo deseos de aprender a sufrir, la Divina Niña no nos negará esta gracia. Más podemos
nosotros juntos, y Dios nos ha de conceder lo que le pedimos y el triunfo de la Esclavitud.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado para nuestro Padrecito y para
nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y de la Divina Infantita. Amen.

136
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Cómo es Jesús Esclavo de su Padre, según las enseñanzas y obras


que el mismo Cristo hace
4º - Ha cumplido en todo la Obra del Padre

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate a Nuestro Divino Maestro, rodeado de discípulos que oyen sus palabras y que
ven sus obras, para aprender de ellas a creer y obrar; y considérate tú uno de esos
discípulos.
3. Pide al Señor, hija mía, que te haga aprender cuanto sea de su agrado. Imagínate que ves
a Ntro. Divino Jesús, ligando su Corazón Santísimo con cadena de Esclavo, la que entrega
a su Eterno Padre.
Punto I
 Y esta unión de la divina voluntad y la voluntad de Jesús no es puramente interna; las
obras de Cristo igualmente dependen de su Eterno Padre. «En verdad, en verdad os digo:
El hijo no puede hacer por sí cosa alguna, si no lo que viere hacer al Padre.»
Punto II
 Y no tuvo Jesús más empeño toda la vida que hacer la obra para la cual su Padre lo había
enviado al mundo: «Mí comida, dice Jesús, es que haga yo la voluntad del que me envió,
y que cumpla su obra.»
 Para que las obras de Dios sean a todos manifiestas, Jesús da vista a los ciegos y resucita
a los muertos, pues así, viendo todos que hace obras divinas, todos creamos en Él y nos
decidamos a seguirlo a toda costa, a la manera que dijeron los Apóstoles cuando Jesús
marchaba a la Judea donde hacía poco que lo querían matar: «Vamos también nosotros y
muramos con El.»
Punto III
 Observa, hija mía, en qué momentos tan solemnes da Jesús testimonio de que no hizo
otra cosa que hacer la obra de su Eterno Padre que le había encomendado. Escucha como
dice en la oración que hace antes de su Pasión: «Yo te he glorificado Padre, sobre la tierra;
he acabado la obra que me diste a hacer.» Y cuando estaba clavado en la Cruz y había
encomendado el cuidado de María a Juan y viceversa, sabiendo Jesús que todas las cosas
eran cumplidas, dijo: «Consumado es». E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

137
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Y cuando ya estaba a punto de ascender a los cielos el Salvador del mundo decía: «Era
necesario que se cumpliese todo lo que estaba escrito de Él en la Ley de Moisés, y en los
Profetas y en los Salmos.»
Afectos
 En todo has cumplido la Ley de tu Padre, en las palabras y en las obras; ni una jota ni un
ápice han pasado de la Ley hasta que todo ha sido cumplido en Ti. Porque no viniste a
quebrantar la Ley, sino a cumplirla, para cuyo fin te hiciste obediente hasta la muerte y
muerte de Cruz.
Propósito
 Sujetarme a la Ley cuanto me fuere posible, huyendo siempre toda singularidad.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Cómo haciendo la voluntad del Hijo hacemos la del Padre.—La vocación de una alma.—Dios
no necesita de muchos emisarios para solicitarnos.—Luisito y Angelina no necesitaron misioneros
para venirse.—Por qué se acercaron a nuestro Padre.—Todo lo entregaron rompiendo un muro de
dificultades.—Lo que apetecían y lo que no llamaba su atención.—La cadena y el muro que en la
oración vio Luisito.—La santidad de Luisito prueba la Esclavitud.—Su venida en medio de que
todos estaban en contra nuestra.—Sacrificados y víctima por la Divina Infantita.—Mientras alejó
de Ella a sus devotos, a los niños les dio el toque de gracia.—Los que descansan en el cielo.—
Cómo se realizó la oración de Luisito.—Una sola alma partida en dos.—Una en el cielo y la otra
en el sacrificio.—Sus sufrimientos en la Esclavitud no les hicieron jamás arrepentirse de haber
venido a ella.—¡Así se rompen muros!—Cómo se camina en pos de Dios.—El emisario de la
Esclavitud en el cielo.

Dice el libro que Jesucristo no tuvo más voluntad que la de su Eterno Padre y que todo su
empeño consistió en cumplir la Obra para la cual su Padre lo había enviado al mundo, para darnos
ejemplo y enseñarnos cómo se cumple la voluntad de Dios. Si nosotros seguimos su voz y somos
fieles en seguirla, habremos hecho la voluntad del Padre haciendo la de su Santísimo Hijo, puesto
que Él, en todo y por todo, no tiene otra que la de su Padre Celestial. De manera que, siguiendo a
Jesús y obedeciendo sus mandatos, llegaremos a lo que Dios Ntro. Señor quiere que hagamos,
que es renunciarnos a nosotros mismos para no tener más voluntad que la suya.
Cuando Dios Ntro. Señor quiere llamar a un alma a la vida religiosa y le da las gracias de
sentir una verdadera vocación, no necesita ese alma más que corresponderle con actos de
sacrificio y amor. Y entonces no son precisos muchos emisarios que vayan de parte de Dios a
conquistarla, porque no es así como Ntro. Señor nos solicita.

138
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Díganme, cuando Luisito y Angelina sintieron en su corazón esa necesidad tan grande de
hacer algo para trabajar por la santidad de su alma, ¿hubo muchos misioneros que se encargaran
de traerlos aquí? Yo no sé que así haya pasado. Ellos buscaron el modo de ser santos, porque Dios
así quería que lo hicieran, y balaron de acercarse a nuestro Padre porque les atraía y pensaban que
al lado suyo podrían encontrar lo que deseaban. Una vez resueltos a seguir el camino que Dios
Ntro. Señor les trazaba, ¿qué les importó todo lo demás? Nada absolutamente. Pasaron por todo
para romper el muro de dificultades que pudiera levantarse ante ellos y se dieron por completo
viniendo a entregar cuanto poseían, muebles, dinero, personas…, sin reservarse nada, sin
detenerles el pensamiento de que perderían todo, puesto que traían todas sus cosas a un Asilo en
donde, hoy, verían un mueble hecho pedazos en manos de tanta niña y, mañana, se encontrarían
con sus alfombras rotas, manchadas y echadas a perder.
Pues bueno, a pesar de tener en su alma impregnado el amor al orden y el gusto de tener
todas sus cosas con toda comodidad y arregladas, de todo eso prescindieron con gusto en cuanto
Dios Ntro. Señor les hizo ver que debían buscar la santidad. Desde ese momento ya no les bastó
la felicidad que en su casa disfrutaban, ni les llamaron la atención paseos y diversiones que
hubieran podido proporcionarse con lo mismo que Dios le había dado para que lo gozaran, sino
que sólo apetecían algo que no se explicaban y que no era aquello, y por eso buscaron la felicidad
en la vida de sacrificio.
Y luego, cuando Luisito en la oración recibió aquellas mociones de Dios que fueron
hermosísimas, y cuando sintió aquella cadena puesta al cuello por la Divina Niña que tanto le
impresionó que, ya saben Vds., en ese momento lleno de alegría, le dijo con toda su alma:
 ¡Madre mía, apriétala!
Y cuando después se vio rompiendo un muro terrible, armado él de un zapapico y
golpeando con tal fuerza para romperlo que se sentía desfallecido, bañado en sudor que Angelina
le limpiaba con un pañuelo, y, al llegar a romperlo después de grandes esfuerzos, ver esa procesión
de esclavos que no tenía fin, ¿no les parece a Vds. que fue un regalo hermosísimo el que Dios
quiso hacernos, y el que a Luisito le hizo también, dándole esas mociones en la oración que son
encantadoras?
Sí, hijas mías, todo eso es muy hermoso. Y la santidad alcanzada por Luisito prueba hasta
la evidencia que la Esclavitud es santa, puesto que a sus fervientes y constantes ruegos pidiéndole
a Dios la santidad, lo trajo donde pudiera adquirirla. El hecho de que los dos pusieran aquí cuanto
tenían, entregándose por completo a la Obra y viniendo a ella precisamente en los momentos en
que todos estaban en contra nuestra, ¿no les dice claro a Vds. que fueron los escogidos por Dios
Ntro. Señor para sacrificarse y para que él se ofreciera como la víctima para sufrir el martirio por
la Divina Infantita?
Sí, hijas mías, Dios no quiso darle esa gloria a ninguno de los que habían sido devotos de
la Divina Niña porque la tenía reservada para Luisito. Y, por eso, mientras a todos los demás los
alejaba, a ellos les dio el toque de gracia, el amor tan grande a la santidad y el deseo de llegar
delante de la Divina Niña y decirle:
 Somos tuyos; todo cuanto poseemos venimos desde este momento a depositarlo a los pies de la
Stma. Virgen pequeñita. Ahora vamos a tomar la Cruz, a tener penas y tribulaciones por
consuelo, penas y tribulaciones por descanso, para no descansar sino en el cielo.

139
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Luisito dio con gusto a su esposa a quien tanto amaba, se dio a sí mismo para romper el
muro de dificultades, y se realizó lo que él en su oración había visto. Él, a fuerza de sufrimientos,
logró derribarlo y no le faltó en aquellos momentos un alma, así lo vi en la oración, caminando al
lado de él a la santidad, ayudándole a romper, limpiándole el sudor de su frente y dándole
consuelos, porque al estar allí, a su lado, participando de su sacrificio parecía decirle:
 Aliéntate, yo estoy aquí como un soldado valiente y me siento firme para luchar. Somos ahora
como una sola alma que va a romperse en dos, tú para ir al cielo a rogar y a interceder cerca de
Dios, y yo para quedarme en la tierra entregada al sacrificio y matándome por lo que los dos
amamos tanto.
¡Cuántas amarguras no sufrió Luisito, y también ella, desde el momento que quisieron
darse a la Esclavitud! ¡En cuántas ocasiones tendrían el corazón hecho pedazos con las injurias
que nos hacían los enemigos, puesto que nos amaban ellos tanto!
Y, sin embargo, en medio de esas penas, no hubo un solo momento en que hubieran
titubeado, ni en que él pensara:
 ¿Sufrirá ella mucho? ¡Para qué me vendría!
Eso no. Siempre fue firme. Y Vds. lo oyeron decir, lleno de alegría cuando más
atormentada estaba su alma:
 ¡Benditas tribulaciones! ¡Benditos sufrimientos! ¿Cómo le pagaré a Dios Ntro. Señor que nos
haya traído a esta santa casa?
¡Así se rompen muros hijas mías! De otra manera el amor no existe, porque es imposible
buscar a Dios y pretender ir en pos de Él si no queremos tomar sobre los hombros la Cruz para
seguirlo. Todo el que quiera caminar al lado de Ntro. Señor, tiene que atravesar mares de
amarguras, ríos de tribulaciones y embarcarse, sin tratar de descansar en tierra, para llegar a
descansar sólo en el Cielo.
Así se lo pongo a nuestro Padre en una tarjeta postal, en la que le digo también que a
fuerza de sufrir y de luchar con grandes tempestades, es como Dios ha querido darnos la
fecundidad.
Ntro. Señor nos ha probado de muchas maneras que ama la Esclavitud y que, por eso, le
ha hecho regalos hermosísimos. Que nos dio a la Divina Niña para que Ella fuera la Reina de la
Obra, para que al mundo se la presentáramos diciéndole:
 Esta Niña, es la representación de la Inmaculada Concepción pequeñita, y con el nombre de
Divina Infantita la han de amar y darle culto.
Que luego no le bastó darnos a la Reina, sino que nos dio Templo para que Ella tuviera
un trono, un pedestal, y, desde allí, concediera todas las mercedes y favores que fueran a pedirle.
Que, por último, nos ha dado a nuestro Padre y a mí hijos e hijas para que sean los vasallos
que le rindan homenaje y le den gloria, sacrificándose por su amor.
¡Qué justo es que ahora nos postremos a los pies de la Divina Niña para rogarle que una
nuestros sacrificios a los que ya ha aceptado de Luisito, del emisario nuestro que tiene cerca de
Ella y que, constantemente, ha de pedir por nosotros, ha de alcanzar muchos favores para la

140
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Esclavitud y, sobre todo, las gracias que necesitamos para que nuestras almas lleguen a la
santidad! Es imposible que nos quedemos sin ellas.
Debemos luchar por alcanzarlas a toda costa, porque Dios Ntro. Señor nos ha traído a una
Obra santa. El emisario de la Esclavitud, el único que fue digno de ocupar ese lugar en el cielo
después de haber dado su vida, tiene que conseguir mucho, y a él hemos de decirle que ruegue
para que siga rompiéndose ese muro de dificultades que él fue el primero en romper, que vengan
ya a México sacerdotes esclavos, pero que lleguen con verdadero afán de sacrificarse y decididos
a tener el espíritu de niñez que se les ha de impregnar, porque si no tienen ese espíritu, ¿para qué
los queremos?
Hace mucha falta el sacerdocio en la Obra. Es verdaderamente indispensable la venida de
un esclavo siquiera, pero de un esclavo verdadero que quiera amar con locura, para que, de esa
manera, comunique después ese amor a las almas y las lleve a Dios, enseñándoles que la Divina
Nina nos ha de conducir a Él, nos ha de dar el triunfo de la Esclavitud y nos ha de ensenar como
Madre, como Maestra y como Modelo, a que hagamos en todo la voluntad de su Santísimo Hijo
para poder decir que hacemos la del Eterno Padre.
Le pediremos la bendición para nuestro Padrecito y para nosotros. En el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

141
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Jesús, con esta dependencia, sólo ha buscado la gloria de su Padre

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Imagínate a Nuestro Divino Maestro, rodeado de discípulos que oyen sus palabras y que
ven sus obras, para aprender de ellas a creer y obrar; y considérate tú uno de esos
discípulos.
3. Pide al Señor, hija mía, que te haga aprender cuanto sea de su agrado. Imagínate que ves
a Ntro. Divino Jesús, ligando su Corazón Santísimo con cadena de Esclavo, la que entrega
a su Eterno Padre.
Punto I
 ¿Y para qué, hijas mías, tanta dependencia de Jesús a costa de tantos sacrificios? No más
que para glorificar a su Padre: «Yo no busco mi gloria sino la gloria de Aquél que me ha
enviado.» «Yo honro a mi Padre.»
 Y Él mismo en la oración que hace a su Eterno Padre, empieza por decirle: «Yo te he
glorificado sobre la tierra.» «Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te glorifique a Ti.»
Punto II
 Y cuando el Padre lo glorifica con voz del cielo, Jesús todo lo refiere a su Padre diciendo:
«Quien cree en mí, no cree en mí, sino en Aquél que me envió. Y el que me ve a mí, ve
a Aquél que me envió. El que me ve a mí, ve también al Padre.»
Punto III
 Y porque no busca su gloria, sino la de su Padre, por eso dice que su doctrina es verdadera.
Y para manifestar como, mientras Él busca la gloria del Padre, éste glorifica al Hijo, nos
dice: «Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria es nada; mi Padre es el que me glorifica.»
 Y cuanto más desprecia Jesús su propia gloria, es más glorificado de su Padre. Al
presentarse como hombre que nace en pecado, en el Templo es reconocido y declarado
verdadero Mesías; al ser bautizado como hombre que ha cometido pecado, es presentado
por el Eterno Padre como el Maestro; en la Cruz es reconocido Hijo de Dios. Y, porque
a ella subió como si fuera el último de los hombres, recibió un nombre que es sobre todo
nombre y al pronunciarlo se dobla toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno.

143
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 Sea mi única gloria, Dios mío, glorificarte siempre al modo que lo hace tu Divino Hijo,
cumpliendo en todo tu voluntad, en mis enseñanzas y en mis obras y cueste Señor lo que
me costare. ¿Qué es la ignominia de la Cruz comparada con tu gloria?
Propósito
 Hacer siempre la voluntad de Dios.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

— En las Obras de Dios toda la gloria debe ser suya.—Por qué permite las persecuciones.—La
estrella que guiaba al Sr. Obispo de León.—Hasta a él lo vemos volteado.—Todo el mundo en
contra, a Dios a favor.—La cara burlesca del demonio.—Por qué no se nos permite tener un
defensor.—El defensor único es el Esclavo que se llevó Dios a su lado.—El primer santo de la
Obra —El San Estanislao de Kotska de la Esclavitud.—El sello de la santidad de Luisito.—
Nuestro primer hijo y nuestro primer santo.—Luisito nos traerá los recados de Dios Ntro. Señor.—
El lazo que nos unirá a él.—Las peticiones deben ser conformes a la voluntad de Dios.—Con qué
almas se unen los bienaventurados.—Sólo al lado del desprecio se santifican las almas.— Por qué
Dios trajo a Luisito en tiempo del mayor abandono.

Parece que meditar en esto es una cosa así, muy elevada, muy grande para nosotros.
¡Cómo que es, nada menos, el tratar del Eterno Padre y de su gloria, que era lo único que buscaba
Dios Ntro. Señor al venir al mundo! Él nunca trató de darse gloria a sí mismo, sino de glorificar
a su Padre celestial y, por eso, al presentarse como pecador, permitió que lo humillaran y lo
desconocieran, para que así no fuera ninguna gloria para el Hijo, sino toda para el Padre que lo
había enviado.
Eso nos debe hacer ver que en todas las obras de Dios se ha de procurar darle a Él solo
toda la gloria, y que, por eso, permite muchas veces que se vean combatidas, calumniadas y
perseguidas, de tal suerte que no les llegue a quedar una sola persona a favor, sino que todo el
mundo esté en contra, para que así, a la hora del triunfo, se vea que solamente Dios Ntro. Señor
salvó lo que era suyo y que la gloria ha de recaer nada más en Él.
Si, hijas mías, así ha querido Ntro. Señor que vaya pasando con nosotros. Y por eso ven
que hasta las personas que más a favor nuestro estaban, manifestándose adictas a la Esclavitud y
siendo defensores suyos, esas, de las que alguna vez llegué hasta a decir que Dios les había dado
a conocer la Obra presentándoles la estrella que los había de guiar, y que así pasaba con el Señor
Obispo de León, ahora, ha permitido Dios Ntro. Señor que, ¡hasta a ese defensor!, lo veamos

144
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
volteado, para que así resalte más la gloria del Eterno Padre que, a la vez, glorifica a su Santísimo
Hijo, dejándolo enteramente a Él solo de parte nuestra.
No pueden Vds. imaginar siquiera la felicidad tan grande que se siente en el alma cuando
sabe uno que, en medio de un desprecio tan terrible, tan absoluto, tiene, sin embargo, de su parte
a Dios Ntro. Señor. Así me lo hace ver en la oración. Y cada vez que recurro a Él para quejarme
del abandono en que estamos, porque todos nos desprecian, y le lloro diciéndole:
 Ya ves, Señor, que situación la nuestra, ¡todo el mundo en contra!
oigo claro cómo me responde:
 Y yo a favor.
Esta mañana a las tres, estando yo en oración y pensando precisamente en lo mismo, veía
una cara burlesca que se reía a carcajadas porque todos nos tiran. No sé si sería mi imaginación,
así es que no me lo crean, pero, sin embargo, pienso que no fue cosa mía porque estaba yo con
Dios y esa cara me pareció del demonio que quería burlarse de nosotros lleno de alegría. Pero
entonces, Ntro. Señor me volvió a repetir lo que siempre me ha dicho, y sentí un consuelo inmenso
al entender:
 Estoy contigo; yo siempre a tu favor.

¡Qué mejor defensor queremos hijas mías! Por eso ven que a mí no me importa que todos
los hombres sean enemigos nuestros, y que en la tierra no haya quien hable a favor de la Obra.
¡Mientras tengamos a Dios propicio, no hay por qué temer! Al contrario, debemos contar con la
seguridad del triunfo, porque Ntro. Señor así lo quiere. Si Él no nos concede tener un defensor
siquiera en el mundo, es porque quiere ser el único encargado de sostener su Congregación en
medio de una lucha tan terrible, y el solo abogado que quiere que tengamos desde ahora es el
primer esclavo que se llevó a su lado.
Luisito, que ha sido el primer santo de la Obra, el San Estanislao de Kotska de la
Esclavitud, como alguno dijo, porque vivió muy poco y se santificó muy pronto, será el que nos
alcance de Dios Ntro. Señor todas las gracias que quiera derramar sobre la Obra. Por eso se lo
llevó cerca de la Divina Niña, porque allí serían más eficaces sus peticiones.
Dios Ntro. Señor formó el alma de Luisito para la virtud, no cabe duda, y lo quiso hacer
santo desde niño, pero necesitó traerlo a la Esclavitud para ponerle sello a su santidad. Ese sello
quiso que fuera el de una Congregación religiosa que principiaba, pero que había de darle mucha
gloria, y por eso le impregnó en su alma, ¡tan bien impregnado!, el amor a la Esclavitud. No hay
duda que él fue nuestro primer hijo en la tierra y ahora es nuestro primer santo en el cielo, el que
intercederá por nuestra causa porque amó mucho la Obra, supo apreciar la grandeza de ella,
conoció nuestras necesidades y, también, nos tuvo un gran amor a nosotros. Él es quien nos traerá
cada día los recados que Dios Ntro. Señor quiera mandarnos, él estará constantemente unido a
todos los esclavos y esclavas. Pero para que esa unión exista, es preciso que tenga por lazo el
sacrificio perpetuo.
Si Vds. todas viven sacrificándose siempre, verán como alcanzan todo cuanto pidan.
Necesitan, hijas mías, ser muy sacrificadas si es que desean tener comunicación con ese santo
escogido por Dios. Necesitan no pedir nunca sino cosas santas para que, así, le ruegue él a Dios
Ntro. Señor que se las conceda, porque si tienen deseos de algo que no esté conforme en todo a

145
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
la voluntad de Dios, si él ve que no se resignan a sufrir callando, que no procuran moderar su voz
cuando hablan, que cuando sienten indignación no se dominan sino que la desahogan diciendo
palabras duras en contra de la persona que nos ha injuriado, que no se hacen el ánimo de vencerse
docilitando su juicio, ¡no esperen que esté a su favor! Porque los bienaventurados, como todo lo
ven en Dios y lo quieren para Dios buscando únicamente su gloria, no se unen jamás con las almas
que están llenas de imperfecciones, que no quieren amar el sacrificio, que procuran huir del
desprecio porque no tienen ganas de ser humildes, que si se les corrige se disculpan siempre, y
que no apetecen sino su modo propio y no el que Dios Ntro. Señor quiere que tengan y que para
eso se los impregna.
Así es que, ¡no lo olviden!, sacrifíquense mucho si quieren que Luisito le presente a la
Divina Niña sus actos de amor y les traiga recados suyos diciéndoles cómo se han de vencer para
llegar a una verdadera santidad en la Esclavitud.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, deseosas verdaderamente, porque así
debemos estar, de la santificación de nuestras almas, ya que Ntro. Señor nos ha hecho la gracia
inmensa de apartarnos por completo del mundo, y de todos los lugares donde podríamos encontrar
recreo, para traernos al lugar del desprecio, vamos a darle las gracias porque nos ha proporcionado
el más seguro medio de alcanzar la santidad.
No se cansen, hijas mías, sólo viviendo al lado del desprecio es como se santifican las
almas. Por eso a Luisito, que fue el escogido por Dios como víctima, como el primer santo de la
Esclavitud que quiso llevarse al cielo, lo trajo aquí precisamente en los momentos del mayor
abandono, cuando el mundo entero estaba volteado en contra nuestra, cuando sufríamos el
desprecio general, porque así quiso sellar su santidad.
Ahora, si nosotros queremos estar unidas a él, que es un bienaventurado, para rogarle que
pida por nosotros, que sea el emisario de nuestras peticiones ya que está cerca de Dios Ntro. Señor
y de la Divina Niña, les vuelvo a repetir que necesitamos amar mucho el sacrificio, vencernos
constantemente, docilitar nuestra voluntad, doblar bien doblada la cabeza para rendir el juicio,
para que así vea que tenemos verdadero afán de cumplir la voluntad de Dios, de sujetarnos a ella
a toda hora y en todo momento y, de esa manera, interceda con Dios Ntro. Señor para que nos
ponga el sello de la Obra de la Esclavitud, que es un sello de pura obediencia, de amor y sacrificio.
Y una vez selladas de esa manera, seremos reconocidas en la gloria por los bienaventurados y
podremos estar en comunicación con ellos y, sobre todo con Luisito, con el primer esclavo, que
será el encargado de traernos los recados de Dios Ntro. Señor y de conseguir todas las gracias que
necesitemos y las que redunden en gloria para Dios, para la Divina Niña y para la Esclavitud.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado para nuestro Padrecito y para
nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

146
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Hemos de ser semejantes a Jesús en la Esclavitud

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 Reflexiona, hija mía, que si el Verbo Divino al hacerse hombre, no quiso dar gloria a su
Eterno Padre, ni salvar a las almas de otro modo que haciéndose Esclavo, no hemos
nosotros de querer estado mejor, si queremos de cualquier modo que sea secundar la obra
de Jesús, pues como El mismo dice: «El siervo no es mayor que el señor; ni el enviado es
mayor que Aquél que le envió.»
Punto II
 De aquí que todos los cristianos estamos obligados a ser semejantes en la Esclavitud a
Nuestro Divino Modelo, porque todos somos sus discípulos y a todos nos dice: «No los
que dicen: Señor, Señor, se salvarán, sino los que hacen la voluntad de mi Padre.» Esto
es, se salvarán los que siguiendo mi ejemplo hagan del mismo modo que yo, según el
querer de mi Padre, porque éstos serán los que tendrán la imagen mía, en cuya imagen
han sido predestinados.
Punto III
 Y sólo uniéndonos con Jesús y dando frutos con Él, es como podremos llegar a ser salvos.
«Qui non es mecum, contia me est.» El que a Él no está unido, es como el sarmiento
cortado de la vid que sólo aprovecha para el fuego, o como la frondosa higuera que fue
maldecida por el Señor.
Afectos
 Señor, yo quiero dar frutos de vida eterna, contigo quiero vivir unido para hacerme
semejante a Ti. Dame luz y fuerza Señor para que así sea siempre.
Propósito
 Imitarte siempre, Jesús mío.

147
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—El Esclavo de los esclavos.—El modo del mundo y el de Dios.—Cómo se goza en el mundo,
cómo se sufre y se reciben las injurias, y cómo se hace todo eso en la vida religiosa.—La
contrariedad constante las hará esclavas.—Deben huir de todo lo que sea imitación del mundo que
es enemigo de Dios.—Hacer lo contrario de todo lo que hace el mundo.—Una esclava ha de
olvidarse de sí misma.—Amor propio de las que se disculpan.—Las injurias que hieren a los que
Vds. aman.—donde han de guardarlas.—Sólo Dios puede apreciar el valor de ciertos sacrificios.—
Las espinas del Corazón de Jesús.—Quienes se las clavan.—Cómo hemos de huir del enemigo. —
Los dos que pelean.—Diferencian entre una contienda cuando uno es prudente, a cuando los dos
son de mal genio.—Lo que hemos de pedirle al Corazón de Jesús mañana, que es su día.—Su
firmeza de Vds. en medio de la persecución. —El Sagrado Corazón me dio el hábito.—Por qué no
lo solicitaba yo.—Mi amor propio.—La esperanza de que me rogaran.—Por qué me despreciaba
nuestro Padre. Él no me obligó a ser monja como dicen los que no nos quieren.—En la obra cada
paso ha sido marcado por Dios.

Jesús quiso nacer y vivir como esclavo, sujeto en todo a la voluntad de su Padre que lo
enviaba. Nosotros, si queremos ser verdaderas esclavas locas de amor, tenemos que imitar los
ejemplos de Esclavitud tan hermosos que nos dio el Corazón Sagrado de Jesús, que fue el Esclavo
de los esclavos.
Para ponerle a nuestro corazón el sello de la Esclavitud de la Divina Infantita, necesitamos
perder por completo el modo del mundo que cada una tenemos, y hay que luchar mucho para eso,
porque, regularmente, cuando se tiene muy arraigado, cuesta trabajo llegar a perderlo
enteramente. Es tan distinto el modo del mundo del modo de Dios Ntro. Señor, que son
completamente opuestos.
De manera que verán Vds. a los mundanos reír con carcajadas, hablar con estruendo,
manifestar ruidosamente todo lo que sienten; si reciben injurias de alguna persona, se disgustan,
¡naturalmente!, y ese disgusto se trasluce en su cara, en sus palabras, que son frases siempre duras
y pronunciadas con enojo. En cambio, verán todo lo contrario en la vida religiosa; las almas que
viven cerca de Dios Ntro. Señor, que se amoldan a las prácticas de esa vida callada y recogida, se
acostumbran a ser silenciosas, a reír con moderación, a no hacer extremos cuando sufren, a tolerar
las injurias con una paciencia y una dulzura inalterables, aun cuando su corazón se haga pedazos
si aquellas injurias han ido directamente a lastimar a quien aman con toda su alma.
El trato con personas que viven en el mundo se les hace pesado y, sin embargo, llegado
el caso de que tengan que tratar con ellas, saben vencerse y edificar con su modo a quien las trata.
Todo esto es lo que Vds. deben procurar. Y, ¿saben de qué manera llegarán a lograrlo? Siendo
unas esclavas vigilantes, no dejándose a sí mismas ni un minuto, estudiando a toda hora cómo
han de contrariarse constantemente, buscando lo que más las mortifique, no dándole al cuerpo
nada de lo que le agrade, sino al contrario, proporcionándole lo más molesto. De modo es que, si

148
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
por ejemplo, están sentadas y tienen una postura cómoda, deben cambiarla para tomar otra que
les proporcione sacrificio; si sienten gana de estar tristes es cuando más pueden decir voy a estar
alegre; si quieren llorar, procuren reír; si sienten muchos deseos de hablar, callen siempre.
Ese vencimiento constante, ese buscar sin descanso el mayor sacrificio, ese contrariar la
voluntad a cada momento, es lo que nos ha de hacer esclavas, ya lo saben. Así imitaremos a Dios
Ntro. Señor que fue toda su vida un perfecto Esclavo. No olviden lo que ya les he dicho, que el
sacrificio es la salud de nuestras almas, el sostén de nuestras debilidades, el que nos hace tener
méritos delante de Dios Ntro. Señor, y el que nos da la mayor unión con Él.
Si queremos vivir unidas a ese Corazón Santísimo, hemos de luchar sin tregua para no
imitar nada de lo que hace el mundo que es enemigo suyo. Así es que ni un momento dejen de
combatir en ese sentido, y cuando sientan en su alma el impulso de hacer algo que se parezca a lo
que hacen los mundanos, no lo consientan, y traten de que sea lo contrario siempre.
Constantemente han de decirse a sí mismas:
 Los del mundo murmuran, yo no he de murmurar; los del mundo ponen mala cara cuando se
enojan, yo no me he de enojar, y si me enojo me venceré para tener un semblante agradable;
en el mundo gritan, yo callaré; en el mundo se disculpan, yo no me disculparé sino que recibiré
humilde las correcciones; en el mundo son soberbios, no se humillan, yo procuraré humillarme;
en el mundo reina la dureza, y en mí quiero que reine la dulzura. Con tal motivo debo vivir
pendiente de todas mis acciones, y si, desgraciadamente, me queda todavía algo del mundo
donde he vivido, combatiré sin cesar, rogándole a la Divina Niña que me ayude para acabar de
perder todo lo propio y manifestar que sólo quiero ser esclava y tener el espíritu de la Esclavitud,
que es un espíritu lleno de sencillez, de docilidad y de obediencia.

Solamente de esa manera se harán santas, hijas mías. Procuren conservar en su corazón
la doctrina de la Esclavitud que les manda Dios Ntro. Señor, valiéndose, para ello, de una criatura
tonta y miserable que es quien menos merece esa gracia. Aprovéchense de ella y no se conformen
con oírla nada más, sino que se han de esmerar en practicarla.
Sean muy humildes, déjense corregir sin disculparse, porque la que se disculpa es porque
tiene mucho amor propio y una esclava debe vivir olvidada de sí misma. No sean duras para tratar
a los demás, callen cuando oigan palabras injuriosas, y aun cuando esas palabras vayan a herir a
quien más aman, guárdenlas en el fondo de su corazón hecho pedazos, y, desde allí, se las
presentan al Sagrado Corazón de Jesús diciéndole:
 Señor, bien sabes lo que me cuesta tolerar esto; bien sabes que mi costumbre era desahogar mi
dolor en frases duras y llenas de enojo contra quien se atreve a lastimar a quien tanto amo; por
lo mismo sólo Tú puedes apreciar el valor de este sacrificio que te ofrezco, pero callaré porque,
ya que los demás se encargan de clavar espinas en tu Corazón Santísimo, yo no quiero ayudarles
ni ser del número de los que van a herir tu amoroso Corazón.

Sí, hijas mías, todo el mundo se las clava, y todos los días le renuevan ese cerco de espinas
que tanto hacen sufrir a su Corazón dulcísimo y lleno de amor. Y no sólo el mundo, sino también
nosotros nos encargamos de lastimarlo cada vez que somos rebeldes a un mandato, cada vez que
damos una respuesta dura, cada vez que tomamos la palabra para disculparnos, cada vez que nos
resistimos a tolerar una humillación. El enemigo de nuestra salvación siempre está pronto para

149
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
ver cómo nos turba, cómo nos desanima, como lucha en contra de Dios Ntro. Señor, y sólo trata
de perdemos para Jesucristo ganándonos para él. Con tal motivo, hay que vivir muy vigilantes,
siempre prevenidas, y huirle de cuantas maneras podamos.
¿Han visto Vds., hijas mías, alguna vez, a dos hombres en actitud de reñir? Si uno de ellos
es prudente y no quiere que haya contienda, con eso basta para que todo termine. Si él sabe callar
a todo llega un momento en que el otro se cansa y se va por su lado. Pero en cambio, si los dos
son de genio terrible y cuando uno dice algo el otro siempre tiene que responder, acaban por reñir
seriamente y, muchas veces, de una palabra que pudo haberse evitado, resultan desafíos y el que
se mate uno al otro. Pues exactamente eso pasa en nuestras almas cuando le damos cabida a un
pensamiento siquiera que nos pone Satanás. Empezamos por una cosa que no vale la pena, y
después viene la turbación, la pérdida de la tranquilidad, y sólo Dios sabe cuántos perjuicios y
atraso para nuestras almas. Por eso no descansen, hijas mías, no se descuiden, vigilen
contantemente y verán como Dios Ntro. Señor les alcanza cuanto solicitan.
Mañana que es un día tan señalado, consagrado al Sagrado Corazón de Jesús que tanto
nos ama, pídanle todas a la hora de la Sagrada Comunión, que se les realicen sus ardientes deseos
de ser esclavas, que Él se los concederá en respuesta a su constancia, porque han permanecido
fieles en medio de una verdadera persecución, porque tienen ganas de ser sacrificadas, porque
aspiran a ser humildes y tener buen espíritu… Pero háganlo, hijas mías, con mucha fe, porque el
Sagrado Corazón fue quien me otorgó el hábito, porque en un día 14 de junio sentí la necesidad
imperiosa de tenerlo y fui a arrodillarme delante de nuestro amado padre para pedírselo por
caridad. Era el día del Sagrado Corazón y fue Él, hijas mías no lo duden, quien me concedió esa
gracia, porque yo no me movía, no daba un paso a solicitarlo, me daba pena, mi amor propio me
hacía pensar que a las gentes les parecería yo ridícula con un hábito y murmurarían.
Sin embargo, yo sentía así como necesidad de él, pero esperaba que me rogaran que me
lo pusiera. Y no hubo quien, pues nuestro Padre entonces más era lo que me despreciaba que otra
cosa. Y hacía bien, porque así lo quería Dios para que, de esa manera, algún día se llegara a saber
que no fue nuestro Padre quien me obligó a ser monja, como lo han dicho muchos de los que no
nos quieren, sino que él ni se ocupaba en decírmelo cuando Ntro. Señor le dio el toque a mi
corazón para ir a solicitarlo en el momento mismo. Ya se convencerán, tarde o temprano, cuando
quieran ver claro, que la Obra es muy de Dios y que cada paso que en ella se ha ido dando ha sido
marcado por Él y nada más.
Ahora rueguen Vds., hijas mías, que les conceda el Sagrado Corazón la misma dicha,
prometiéndole ser fieles y diciéndole que, ayudadas de las divinas gracias que bondadosamente
les concede y que se las da en abundancia, perseverarán en el camino del sacrificio que Él les ha
trazado para alcanzar la locura del amor que sólo se consigue con locura de sacrificios. El que
más ama es el que menos regatea el sacrificio, porque sabe que es la prueba de su amor.
Sacrifíquense mucho, no sean cobardes ni miserables para darle a Dios Ntro. Señor lo que les pida
y, si así lo hacen, habrán logrado imitar al Esclavo de los esclavos, agradar a la Divina Niña y
sujetarse a la voluntad del Padre Celestial.
Le pediremos la bendición para nuestro Padrecito y para nosotros. En el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

150
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Hemos de cumplir la voluntad de Jesús

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 Que hacer la voluntad de Jesús es cumplir la voluntad de Dios es indudable; aparte de
que Él es Dios y hombre, es también, como dice San Pablo, la última manifestación que
de sí mismo ha hecho Dios a los hombres llegada la plenitud de los tiempos, y todo lo
que Dios quiere de nosotros nos lo ha manifestado mediante su Hijo muy amado en el
que tiene todas sus complacencias, mandándonos Dios mismo que de Él aprendamos.
«Ipsum audite.»
Punto II
 El mismo Cristo nos dice que Él, y solamente Él, es el verdadero Maestro y a sus apóstoles
los envía para que enseñen a cumplir a todos los hombres lo que Él les ha mandado,
diciéndoles que, a semejanza de como el Padre lo envió a Él, así los envía a ellos por todo
el mundo, y porque toda potestad se le ha dado en el cielo y en la tierra, por eso, a todos
nos llama cerca de sí y nos manda que soportemos su yugo que es suave y su carga que
es ligera.
Punto III
 Mas, para nosotros, hijas mías, nada más consolador en esta verdad que oír las dulcísimas
palabras de la Stma. Virgen que, en las Bodas de Caná, mandó a los siervos, y en ellos a
nosotros, que hicieran en todo la voluntad de su Hijo.
Afectos
 Ya veo, Dios mío, que Tú mismo eres el primero en enseñarme a cumplir la voluntad de
Jesús. Dame fuerzas para que así lo haga siempre por la intercesión de María que también
lo quiere así.

151
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Propósito
 Cumplir la voluntad de Jesús.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Cómo nos convertirá el agua en vino la Divina Niña.—Las tres dulzuras que nos hará gustar a
las Esclavas.—Por qué no conocen Vds. las mociones de Dios—Sus preguntas cuando se les
cuenta algo de oración—Cuales han sido las mociones que han tenido Vds.Su resolución para
el sacrificio.Su deseo de recibir desprecios.Cómo gustarán la contemplación.La sumisión
de Ntro. Señor en el Sagrario.—No se resiste a que lo coja un sacerdote duro.—No se le detiene
en las manos por más que el pecho que lo va a recibir sea miserable—Los actos de mortificación
pequeños y constantes.Su valor ante Dios.—La continua obediencia es sacrificio.

Hoy nos habla la meditación de una manera muy hermosa. No sé si a Vds. les parecerá
así, pero a mí me ha gustado mucho eso de que, precisamente en este día, nos pida la Stma. Virgen
que hagamos la voluntad de su Hijo Santísimo y en ella la del Eterno Padre, porque quien cumple
la voluntad de Jesús está cumpliendo la voluntad de Dios.
¡Hagámosla nosotros! Y entonces la Divina Niña le rogará a Ntro. Señor, como lo hizo
en las Bodas de Caná de que nos habla también la meditación de nuestro Padre, que convierta
para todas las esclavas el agua en vino, como quien dice, que todas Vds., hijas mías, lleguen a
gustar las dulzuras de la unión con Dios, las dulzuras de la contemplación y las dulzuras de las
mociones divinas que ya han gustado algunas veces, pero que no se dan cuenta de ellas, que no
las conocen, porque, acostumbradas a todo lo brusco, a todo lo que carece de finura, no distinguen
ese lenguaje suavísimo de Dios Ntro. Señor. Y por eso siempre se están quejando de que no tienen
oración, que van a ella y nada sienten, porque, sin duda, esperan que Ntro. Señor Jesucristo baje
en persona a platicarles y les manifieste su presencia de un modo sensible. Por eso cuando alguna
vez le oyen contar a alguna persona algo de oración, se quedan sin saber qué pensar y empiezan
a indagarse preguntando:
 Pero eso, ¿cómo lo vio V.? ¿Cómo oyó V.? ¿Qué le dijo Dios?

No, hijas mías, Dios no se representa de la manera que Vds. creen. Sus manifestaciones
son suavísimas, casi ni se sienten. Vds. muchas veces han tenido esas mociones interiores cuando
se encuentran fuertes para luchar, cuando sienten esa fortaleza para el vencimiento, cuando
apetecen desprecios. Y, sin embargo, no se dan cuenta que es Dios dándoles luz y toques a su
alma. Cuando sienten ese deseo terrible de amar con locura y piden sacrificios, porque están
ávidas de ellos, es Dios también quien les inspira ese deseo y quien las sostiene para llevarlo a
cabo. Y, a pesar de eso, están pensando:

152
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Dios no viene conmigo, yo no he probado esa contemplación, no sé cómo será esa unión con
su Corazón Santísimo.
¿Quieren saber a lo que saben esas contemplaciones? No hay más que un medio de
probarlas: el sacrificio. Cuando Dios Ntro. Señor las ve dispuestas, cuando las encuentra decididas
a sufrir, entonces es cuando les regala a sus almas esas mociones dulcísimas que les hacen desear
la santidad a todo trance, aun cuando les cueste caro el adquirirla. Pues bien, hoy la Divina Niña
es la encargada de conseguir esa gracia para Vds., porque así no nos la podrá negar Ntro. Señor.
La negaría por tratarse de nosotros, tan miserables, pero siendo la intercesora su Madre Santísima,
no le niega el favor que le pida y le concederá que, como en las Bodas de Caná, se convierta el
agua en vino para nosotras las esclavas. Pero ya saben que una gracia de esa naturaleza requiere,
por parte nuestra, una completa sumisión a la voluntad de Dios, una obediencia perfecta como fue
la suya, y como sigue siendo porque constantemente nos está dando ejemplos de esa virtud
encantadora.
¿Podrá haber mayor sumisión que la del Sagrado Corazón de Jesús? Él vive en el Sagrario
sujeto a la voluntad del primero de los hombres que quiera tocarlo, sacarlo, acercarse a Él. Y lo
mismo obedece al primero de ellos que al último.
¿Acaso han visto Vds. que se niegue Ntro. Señor a ir a las manos de un sacerdote y que
diga: A éste no lo obedezco porque es duro; a éste otro tampoco porque es malo; con éste no voy
porque es un pecador? ¿Cuándo se ha dado el caso de que una forma consagrada se resista de
pasar de las manos del sacerdote al pecho de una criatura por indigna y miserable que sea? Nunca,
hijas mías, porque la obediencia y sujeción de Dios Ntro. Señor en ese adorable Sacramento no
conoce límite.
Pues así debe ser la obediencia en las esclavas. ¡Qué les importa a Vds. que quien las
mande sea duro o suave, ni que las mande con mal modo a con buen modo, ni que sus mandatos
sean justos o injustos, ni que sea impertinente! Eso no es cuenta nuestra. Obedecer es nuestra
divisa, hacer en todo y por todo la voluntad de Dios es nuestro deber, lo demás no debe
preocuparnos que, mientras más duro sea el mandato y más imprudente la persona que lo ha
ordenado, más mérito tendrá nuestra obediencia.
Además, a esa obediencia va unido un constante sacrificio. De manera que, ya lo saben,
cada acto de mortificación que Vds. se impongan al obedecer, es un sacrificio muy grato a los
ojos de Dios Ntro. Señor y una prueba que le damos de que tenemos deseos de seguir sus pasos,
imitándolo como a nuestro Modelo más perfecto.
¿Nos pide sacrificios pequeñitos pero constantes? ¡Pues no se los neguemos! Cada uno
de esos sacrificios representa un acto de amor que nuestro corazón quiere consagrarle a Dios. De
manera que si Vds. ahora están sentadas muy bien, con toda comodidad, y su cuerpo de ese modo
de siente contento y descansado, tomen una postura molesta, procuren incomodarlo, y de esa
manera, sin que nadie se aperciba siquiera de que se están sacrificando, ya Dios lo vio y aceptó
ese sacrificio con alegría.
Si están hablando muy satisfechas, accionando con los brazos y, en ese momento, se
consideran felices porque están contentas, crucen sus brazos, guarden silencio y ya habrán hecho
otro acto de amor de Dios que Ntro. Señor les recibirá gustoso.

153
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Esa es la única manera de vivir. Perpetuamente contrariándonos de vivir, sujetando
nuestra voluntad, desechando nuestro modo propio para tomar el espíritu de la Esclavitud. Si
hemos de ser esclavas de los demás en la obediencia, hemos de ser también esclavas de nosotras
mismas, es decir, hemos de hacer esclava de nuestra razón a la voluntad ciega y dominante que
no trata más que de ser ella la reina en donde quiera.
¡Nada, hijas mías! ¡A machacarla bien machacada, a doblar la cerviz y a rendir el juicio!,
porque solo así habremos alcanzado la verdadera Esclavitud.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, deseosas, como debemos estarlo, de la
santificación de nuestras almas y también de llegar y gustar esa dulzura que da el trato con Dios,
las mociones de Dios, la vida de contemplación, vamos a poner los medios que sabemos que son
necesarios para adquirir esa embriaguez de amor divino que hace tan felices a las almas que la
comprenden y que han llegado a gozarla.
El medio más seguro de llegar a saborear ese vino del amor que engendra vírgenes y que
embriaga materialmente los corazones, es únicamente el sacrificio. ¡Sean locas por él, hijas mías!
¡Vénzanse constantemente para contrariar su voluntad, humíllense cuanto puedan, no se disculpen
jamás, sean dóciles para dejarse corregir!
La obediencia es sacrificio. Obedezcan siempre, obedezcan con prontitud, obedezcan sin
replicar, obedezcan con gusto y siempre alegres, y verán como esa vida de continua obediencia y
de constante sacrificio las lleva con seguridad a perfecta unión con ese Corazón Sagrado que goza
en concederles a las almas sacrificadas las dulzuras de su amor, la oración de contemplación y las
mociones de Dios Ntro. Señor.
Le pediremos la bendición en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo para
nuestro Padrecito y para nosotros. Amén.

154
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Hemos de oír para cumplir la palabra de Jesús

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 Oye hija mía, cómo el Divino Esclavo nos enseña que en el cumplimiento de sus palabras
está la verdadera fortaleza de la santidad que nos ha de hacer salvos. «Todo aquél que
oye estas mis palabras y las cumple, comparado será a un varón sabio que edificó su casa
sobre una peña; que descendió lluvia y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron
impetuosamente en aquella casa, y no cayó porque estaba cimentada sobre peña.»
 El que piensa y obra en Cristo, con Cristo y por Cristo, es el que edifica sobre piedra que
es el mismo Cristo. Petra autem erat Christus.
Punto II
 Y porque con tanto empeño quiere Jesús que seamos semejantes a Él, nos dice: «No es el
discípulo sobre el Maestro; mas será perfecto todo aquél que fuere como su Maestro. De
este modo no seréis ciegos ni guías de ciegos; pero si venís a mí y no hacéis lo que yo os
digo, escucharéis siempre de mi boca esta amarga queja: «¿Por qué, pues, me llamáis
Señor, Señor, y no hacéis lo que os digo?» «¿No sabéis que no son justosdice S.
Pablo, los que oyen la Ley, mas los hacedores de la Ley serán justificados, según mi
Evangelio, por Jesucristo? Luego el Evangelio de Jesús es la Ley que nosotros hemos de
cumplir para ser salvos.
Punto III
 A este mismo fin de cumplir la voluntad de Dios en la palabra dada por el Divino Esclavo,
nos enseña Santiago diciéndonos: «Recibid con mansedumbre la palabra que ha sido
ingerida en vosotros y que puede salvar vuestras almas. Sed, pues, hacedores de la palabra
y no oidores tan solamente, engañándoos a vosotros mismos, porque, si alguno es oidor
de la palabra y no hacedor, éste será comparado a un hombre que contempla en un espejo

155
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
su rostro nativo. Porque se consideró a sí mismo y se fue, y luego se olvidó cual haya
sido. Mas el que contemplare en la ley perfecta, que es la de la libertad, y perseverare en
ella, siendo no oidor olvidadizo, sino hacedor de obra, éste será bienaventurado en su
pecho.»
Afectos
 Esclavo Divino del Eterno Padre, yo quiero oír tu voz para seguirla. Adonde quiera que
me lleves iré contigo, Pastor Divino de las almas.
Propósito
 Cumplir la voluntad de Jesús.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Los oidores de la palabra de Dios deben seguirla.—La casa edificada sobre pena—Cuáles almas
perseverarán en el camino de la santidad.—La gracia que Vds. reciben cada día.—Cuales son las
lecciones diarias y nuevas.—Cómo formarían su alma bien pronto —Lo que deberían tomar de la
meditación para llevarlo delante del Sagrario.—La visita desde el lugar donde estén cumpliendo
con sus deberes se las recibe Dios.—La esclavitud para Vds. es la santificación propia.—Así fue
para Luisito. El sintió amor loco por la santidad y al mismo tiempo por la Esclavitud.—Amando
la Obra, amaba a Dios y a la santidad.Cómo aprovechaba Luisito las meditaciones.Cómo
practicaba lo que creía que le hacía falta.Sembró en su alma la semilla de la Esclavitud, la regó
todos los días y por eso floreció.La Divina Niña cortó la flor.Ahora perfuma el cielo con el
aroma de la Esclavitud.—Luisito no notaba su adelanto espiritual.—Así es cómo se santifican las
almas.—Los que no son del número de los seguidores de Cristo.Lo que yo hacía en los sermones
del P. Bonilla.Cómo deben luchar cada día.—Lo hermoso del vencimiento.—A todos llama la
atención esa palabra.—La doctrina nueva y hermosa que Dios regaló a la Esclavitud.—Las
personas honorables que dicen: «vénzase usted.»—Cómo le darán gloria a la Niña, consuelo a sus
padres y santidad a su alma.La doctrina que les manda Dios es de pura Esclavitud.Las
Esclavas abnegadas toman para sí las espinas.

Hoy nos habla la meditación de cómo debemos oír la palabra de Dios, y no solamente
oírla, sino cumplirla una vez que la hemos oído, porque aquí dice que no basta ser oidor de Jesús,
sino fiel seguidor de la voz de Dios Ntro. Señor.
Quien escucha la divina palabra y se propone ser fiel en practicar lo que en ella se le
enseña, es como el que edifica su casa sobre una peña, como quien dice, sobre un cimiento sólido
y fuerte, y de esa manera no es fácil que se venga abajo. Así las almas que siguen a Dios Ntro.

156
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Señor, que escuchan con atención sus doctrinas y que se proponen practicar lo que les aconseja,
serán las que perseverarán en el camino de la santidad.
Si Vds., hijas mías, por una gracia particular de Dios, que claro se ve que quiere
concedérselas, reciben todos los días nueva doctrina, nuevas enseñanzas, porque, aun cuando sean
siempre las mismas lecciones de sacrificio, obediencia, vencimiento, humildad, dominio propio
para destruir las pasiones, contrariedad constante para doblar la propia voluntad…, con todo y
eso, siempre encontrarán alguna lección nueva, algo que Dios les manda adecuado a cada una,
¿por qué no quieren aprovechar esas doctrinas y tomar de la meditación de cada día lo que
comprendan que les es más necesario?
Bien pronto formarían su alma y tomarían buen espíritu si cada mañana, al entrar a oír la
meditación que Dios Ntro. Señor les manda valiéndose de mí, un medio miserable, indigno, es
cierto, pero que no por eso deja de manifestar las verdades que Jesucristo quiere decirles y que
son de su agrado, se propusieran oírlas con atención, con recogimiento, con ánimo de sacar fruto
de ellas y, después, recordando esas palabras, tomaran lo que más les conviniera y, eso, lo llevaran
delante de Dios frente al Sagrario para decirle:
 Aquí me tienes. Esto que he oído no cabe duda que ha sido pronunciado para mí. Tú me lo
mandas. Tu voz cariñosa le está hablando a mi corazón diciéndole cómo debe sacrificarse, cómo
debe seguir tus amorosas indicaciones. ¡Señor aquí estoy! No quiero solamente escuchar tu
palabra, sino practicarla para que no vaya a sucederme a mí lo que a los que claman únicamente
a ti, que te invocan diciéndote, ¡Señor, Señor!, pero no quieren hacer lo que les dices.
Dime, ¡Dueño mío!, cómo he de trabajar para ser santa. ¡Cuántas veces quiero venir contigo un
rato y, sin embargo, no puedo porque mi oficio exige de mi parte mucha vigilancia!
Constantemente tengo niños a mi cargo y no puedo abandonarlos. Eso me contraría, porque
yo quisiera dedicarte siquiera un momento para venir a hacerte compañía, a contarte mis penas,
a suplicarte que me ayudes y me fortalezcas.
¡A ver cómo haces, Jesús mío, para proporcionarme esa felicidad! Tú me dirás el modo de
hacerlo. Y, cuando absolutamente no pueda venir, ¿verdad que me recibes la visita desde el
lugar donde yo esté cumpliendo con los deberes que me has impuesto? Quiero estudiar sin
descanso lo que he oído de tu divina palabra; quiero, constantemente, estar sobre mí para
corregir mis defectos y conservar en mi memoria y en mi corazón tus enseñanzas, para no
olvidarme de ellas un solo momento y luchar para ponerlas en práctica.

La Esclavitud para Vds., hijas mías, es la santificación propia, como lo fue para Luisito.
¡Ya ven que hermosura! Dios Ntro. Señor le puso en su alma un deseo loco por la santidad al
mismo tiempo que le hacía sentir un amor loco también por la Esclavitud. Y así fue cómo él
entendió que, amando la Esclavitud, amaba a Dios y amaba la santidad, porque, puesto que la
Obra era santa, amándola a ella se santificaba.
Desde ese momento se consagró a ser esclavo en cuerpo y alma. Y, ¿qué pasaba en él?
Que ansioso de poseer la joya hermosísima de la Esclavitud, aprovechaba de lo que oía lo que a
su modo de ver le hacía falta. Y por eso ven Vds. que se perfeccionó en un momento. Se le
predicaba humildad, y él se humillaba para hacerse humilde; se le enseñaba que el esclavo debe
obedecer ciegamente, y él se perfeccionó en la obediencia y no tenía ya voluntad propia; oía decir
que era preciso rendir el juicio, y desde luego estudió el modo de rendirlo haciéndose niño y, por
eso, sembrando de ese modo en su corazón la semilla de la Esclavitud que sabía lo iba a hacer
santo, y cuidando de regarla todos los días con esmero y cultivarla, pronto, aquella semilla, se

157
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
convirtió en una planta. Y esa planta dio hojitas, tuvo botones, se abrió la flor, y entonces la
Divina Niña mirándola en sazón cortó esa flor para llevarla al Ciclo, para que fuera a exhalar allí
su perfume. ¡La primera flor arrancada al Árbol hermoso de la Esclavitud!
¿Y, creen Vds. que, por eso, él se daba cuenta de su adelanto espiritual? No, hijas mías.
¡Y eso es precisamente lo más hermoso! Él, que en medio de la perfección en que cada día entraba,
siempre creía que nada había hecho, que estaba perdiendo un tiempo precioso, y lamentaba el sin
número de gracias que, según él, recibía sin aprovechar una sola.
¡Así es como las almas llegan a la santidad hijas mías! Si cuando estando en el colmo del
sacrificio y en el olvido más total de sí misma, todavía se duelen de lo que desperdician y no
conocen que van avanzando, sino todo lo contrario, piensan siempre que no sirven para nada, que
todo lo botan, que son infieles a la voz de Dios Ntro. Señor y, tan miserables, que no tienen fuerza
ni siquiera para vencer sus más pequeños defectos.
Sólo de esa manera podrán Vds. adelantar en el camino de la virtud. Fíjense, hijas mías,
en las gracias tan hermosas que reciben. Comprendan que, por mi ignorancia y mi incapacidad
tan absoluta, yo no podría decirles una sola palabra y, no obstante eso, todos los días les hablo
porque Dios quiere que yo sea la portadora de sus recados para Vds., de los avisos cariñosos que
les manda como un verdadero padre que vela por el bien de sus hijas, espiritual y material.
De un modo admirable, les envía cada mañana la doctrina que deben practicar en el día,
los ejemplos que han de seguir, el espíritu que necesitan tener, pero si Vds. no quieren seguir esa
doctrina, si se conforman simplemente con escucharla, nunca serán del número de los que siguen
a Jesucristo, porque no practican lo que Él les viene a decir.
Miren, hijas, cuando yo asistía a los sermones del P. Bonilla, que en paz descanse, siempre
me proponía sacar algún fruto de ellos porque sabía que era la palabra de Dios. Así es que decía
yo:
 Voy a fijarme en todo el sermón, lo oiré atentamente, pero sobre todo, procuraré tomar de él
la parte que a mí me convenga, porque de seguro que habrá algo a propósito para mi
aprovechamiento espiritual.

Y así lo hacía. Lo mismo les aconsejo a Vds. Cuando se preparen a oír la meditación que
es de Dios, piensen:
 ¿Qué fruto voy a sacar yo de esta meditación? El que más le convenga a mi alma, según lo que
oiga yo.

Hoy, por ejemplo:


 ¿Se trata de estudiar el modo de vencernos a nosotras mismas, y a mí me cuesta trabajo el
vencimiento porque mi pasión dominante es hacer mi voluntad? Pues allí es precisamente
donde voy a dar el ataque. Lucharé sin descanso, iré con Dios para decirle: No soy santa Señor,
y quiero serlo, Tú mejor que nadie conoces mi debilidad, Tú sabes bien lo miserable que soy,
no me dejes, ayúdame a luchar, dame fuerzas para este vencimiento.

¡Es muy hermoso vencerse, hijas mías! A todos les llama la atención la palabra
vencimiento, como que es una doctrina encantadora y nueva que Dios ha querido regalarle a las
esclavas y esclavos. Ya han visto Vds. como hasta personas muy honorables, no sé si lo dirán
burlándose, o de buena fe, le dicen a uno sonriéndose:
 Vénzase usted

158
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¡Venzámonos siempre! ¡Sí! Luchemos a toda hora contra nuestra natural inclinación para
que así, por medio del vencimiento, lleguemos a corregir nuestros defectos. Y yo les aseguro que,
a cambio de esos vencimientos, les concederá Ntro. Señor no solamente que traigan los oídos
dispuestos, sino que sus corazones vengan preparados para que, así, no sólo escuchen las
meditaciones, sino que salgan a poner en práctica lo que hayan oído, porque es palabra de Dios
Ntro. Señor.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, ansiosas todas de llegar a ser no solamente
oidores, sino imitadores de Jesús para poder seguirlo, arrepentidas del tiempo que no lo hayamos
hecho y de la doctrina que, por culpa nuestra, hemos desperdiciado, y con verdaderos deseos de
que desde hoy no sea así, sino que nos esforcemos en practicarla, le vamos a rogar a esa Niña
encantadora que Ella nos guíe, que nos aconseje, que nos enseñe cómo debemos aprovecharnos
de esos recados cariñosos que cada día nos manda Dios Ntro. Señor.
Lo que Él viene a decirles por mi boca es de pura Esclavitud. Con tal motivo, si Vds.
quieren no descuidarse un minuto, no desoír la palabra de Dios, puedo asegurarles que sacarán
verdadero provecho para sus almas, para gloria de la Divina Niña, para consuelo de sus padres,
y, sobre todo, para la santificación de las almas que vayan en pos de Vds., porque verán en cada
esclava un modelo de abnegación de sí mismas, que en las mayores tribulaciones sabe reservarse
para sí todas las espinas y, derramando dulzura en todos los corazones, los atrae para que sigan a
Dios Ntro. Señor.
Ese será el espíritu que las esclavas deberemos tener, si queremos la santificación propia,
la santificación de las almas y el triunfo completo de la Esclavitud. Le pediremos la bendición a
Ntro. Señor Sacramentado para nuestro Padrecito y para nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

159
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Galardón de los que con Jesús cumple la divina voluntad

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 Para estimularnos Jesús cada vez más a cumplir la voluntad divina haciéndonos
semejantes a Él, Modelo perfectísimo de la Esclavitud, nos dice: «Todo aquél que hiciere
la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ese es mi hermano y hermana y madre.»
O como si dijera:«Él es todo mío y yo todo de él; y por lo tanto, todo lo que es mío, todo
es también de Él;»
Punto II
 Y así es en efecto, hija mía, pues el que se hace hermano de Jesús es hijo de Dios y tiene
derecho a la divina herencia y por esta razón dice Jesús: «El que es de Dios oye las
palabras de Dios […] En verdad, en verdad, os digo que el que guardare mi palabra, no
verá muerte para siempre.»
 Pues el que guarda la palabra de Jesús es el que lo sirve, y el que lo sirve lo seguirá; y
donde Jesús esté allí estará su Ministro, y será honrado por el Eterno Padre.
Punto III
 Y tanto más se regala Jesús con nosotros cuanto más nos acercamos a Él, sujetando
nuestra voluntad a la suya. «Vosotros seréis mis amigos si hiciereis lo que yo os mando.»
 Y cuanto fuéremos más fervorosos en este cumplimiento de la voluntad de Jesús, más
glorificados seremos por Jesús: «Pues quien a El confesare delante de los hombres, Él lo
confesará delante de su Padre que está en los cielos.»
 Y empezará a premiar desde los postreros a los primeros, siempre que aquéllos, como los
operarios de la viña trabajen, aunque muy poco tiempo, pero con mucho más interés de
su gloria y sin tener como los primeros el peso del día y del calor.

161
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 Señor, yo te quiero servir; yo quiero trabajar a tus órdenes, y aunque tarde quiero que mi
fervor supla tanto tiempo perdido.
Propósito
 Ad implendam Jesu voluntatem.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Quiénes son hermanos de Jesucristo.—Cómo seremos de ese número.—La voluntad es nuestra


reina.—Lo que decimos en el Padre Nuestro y lo que quisiéramos decir.—Lo que hacen al
mandarles algo que no es de su agrado.—La falta de cariño a los superiores.—La que no le escribe
a nuestro Padre.—Lo que quiere decir al no escribirle.—Por qué les pido cariño para nuestro Padre
y para mí.—Lo explico para que no se asusten.—No pretendo llevarlas a amar criaturas
solamente.—Sin beber el espíritu de nuestro Padre no serán esclavas.—La que le dice a otra:
«¡Dichosa V. que tiene tanto que escribirle!»—Los médicos especialistas.—El especialista para
las almas de Vds.—Lo que les dirá la Niña al presentarse ante Ella y lo que le tendrán que
contestar.—Las señoritas de toca.—Las primeras hijas se quedarán atrás.—Cómo escribirá Luisito
a nuestro Padre.—Su flojera para escribir; su humildad y obediencia para hacerlo.—La ternura de
sus cartas.—Su obediencia ciega y pronta.—La Esclavitud fue para él un tesoro.—Por qué bebió
con avidez el espíritu de los dos.—Lo que deben pedirle a nuestro Padre.—A cuales no reconozco
yo por hijas.—No puede haber Esclavas sin el espíritu de nuestro Padre.—El retrato mío y el
retrato suyo.—La obediencia de las del Templo y Coyoacán.—Su prontitud para irse los Lunes.—
Su puntualidad en la cuenta de conciencia.—La naturalidad y franqueza al escribir.—Las viejitas
rutineras que a cuantos encuentran les dicen que pidan por ellas.—Lo que yo les contestaría.—Por
qué me dio enfado que dijeran que les ganó en amor un seglar.—Mi hijo Luisito no fue seglar,
sino religioso por su obediencia.—A los dos los he considerado como religiosos.—Cuál debe ser
para Vds. la voluntad de Dios.

Jesús nos dice que Él considera a quien cumple la voluntad de Dios como su padre, su
madre, su hermano y hermana, su amigo, y se considera todo de él. Ayer hemos visto cómo se
cumple esa voluntad divina siendo practicador el hombre de la palabra de Ntro. Señor y no nada
más oidor de ella, pues el que la practica tiene que vivir sujeto a esa palabra y, por consiguiente,
obedece la voz de Dios y se hace hermano de Jesucristo.
Pero, desgraciadamente, todos tenemos una reina que nos gobierne, y es nuestra voluntad.
A ella es a la que queremos servir dándole gusto, y por eso no nos contrariamos ni hacemos otra
cosa que lo que tenemos ganas de hacer. Todos los días rezamos el Padre Nuestro y en él decimos
«hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo», pero, en cambio, a la hora que esa voluntad
quiere proporcionarnos algo que siquiera nos contraría, entonces ya no decimos «hágase tu
voluntad», sino que nuestras acciones dicen.

162
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Hágase la mía y cúmplase solamente lo que yo quiero.
Por eso cuando Vds. oyen que se les manda algo que no tienen ganas de hacer, no hacen
caso y mejor prefieren ocuparse de otra cosa que sea de su agrado, aunque en eso no tengan ningún
mérito, porque lo que no se hace por obediencia a un superior, en la vida religiosa no aprovecha
para nada. Pero, en fin, ¡qué les importa! Si no sienten cariño por sus superiores o, más bien dicho,
por sus padres que Dios les ha dado, ¿cómo voy a pedirles que les den demostraciones de una
cosa que no sienten?
Por eso, cuando suelo decirle a alguna:
 ¿No le has escrito a nuestro Padre aunque sea unas cuantas letras?

Y me contesta:
 Todavía no, ya escribiré.
Pero, sin embargo, no lo hace. Y con eso, ¡claro!, me está diciendo:
 No lo hago porque no quiero obedecer, porque no me hace falta un consejo, porque me basto
a mí misma y no tengo necesidad de hacer una consulta. Prefiero dormir, porque de eso tengo
gana. Prefiero no hacer nada, porque de eso tengo gana. Prefiero hablar, porque de eso tengo
gana.
No crean, hijas mías, que si yo les pido cariño para nuestro Padre y para mí es por atraerlas
nada más a nosotros y a que nos quieran, porque eso no estaría bien y podría asustarse el que
leyera esta meditación pensando que mi intención es llevarlas a amar a una criatura. No, no es
eso. Si yo les pido cariño, es porque en él está vinculada la obediencia que nos deben tener a los
dos que, por voluntad de Dios, hemos de darles la Esclavitud.
¿Cómo será posible que Vds. se figuren que pueden ser esclavas, sin beber el espíritu de
nuestro Padre? Y, ¿cómo podrán beberlo si jamás le comunican el estado de su alma, ni le dicen:
 Padre mío, ¿cómo haré para ser esclava?
¿No les da vergüenza a las que se llaman sus hijas, ser tan indiferentes que nunca se
ocupan de escribirle un simple papelito? Y hay quien suele decirle a alguna de las otras:
 Dichosa V. que tiene tanto que escribirle y que le nace mucho.
Quiero suponer que no le nazca una palabra de cariño para su Padre, que no pueda
decírselo, ¿pero tampoco le nace consultarle algo? Puede decirle:
 Soy muy tibia, soy muy dura, ¿qué hago para corregirme?

Y pedirle la Esclavitud. Cuando las personas saben que existe un médico especialista
para la vista, otro médico especialista para el estómago, otro especialista para el pulmón, ¿no es
cierto que acuden al que necesitan según la enfermedad que padecen? Pues si Vds. saben que
nuestro Padre es el médico que Dios Ntro. Señor les ha dado para sus almas y el especialista único
que puede enseñarles cómo han de hacer la voluntad de Dios si quieren ser esclavas, me admira
que puedan quedarse tranquilas sin oír una palabra suya, aunque sea por medio de un papel, sin
recibir sus enseñanzas, sin comunicarse con su alma, sin desahogar en su corazón de padre lo que
cada una siente.

163
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Ese no es amor, hijas mías, ni obediencia, ni tener deseos de santidad. Eso es,
simplemente, querer vivir independientes, haciendo su propia voluntad. Y de esa manera nunca
llegarán a ser esclavas, se lo aseguro, puesto que ven con tanto desprecio a quien tiene que darles
la Esclavitud.
Ya llegará el momento de presentarse delante de la Divina Niña y, no se asusten si
entonces les dice:
 No te reconozco como esclava porque nunca quisiste las gracias que te ofrecí. ¿Por qué las
rechazabas?

Entonces le podrán contestar:


 Porque creí que no necesitaba el consejo de nadie; porque me parecía que me bastaba a mí
misma; porque jamás di cuenta de conciencia ni la creí necesaria; porque la dirección de mis
padres me importaba muy poco, y no me ocupé de solicitarla.

Eso le dicen a la Divina Niña, no se les olvide. Y le dicen también que, aun cuando las
vea de toca, son las señoritas fulana y mengana, pero no las Esclavas de la Divina Infantita. ¡Eso
no! Porque mal pueden llegar a ser esclavas las que en su corazón tienen una indiferencia tan
grande para el Padre de la Esclavitud, y no se la piden a gritos desde el fondo de su alma.
Luisito era flojo para escribir, y lo digo no como un reproche para mi hijo, puesto que no
es una falta que pueda mancharlo siquiera, ni apocarlo a los ojos de Vds., sino, más bien, para
hacer resaltar su obediencia. Porque, a pesar de ser flojo, de que le daba pena hacerlo porque su
humildad le hacía ver que no sabía expresarse, que no podía explicar lo que quisiera, que no tenían
sus cartas buena redacción, escribía siempre. ¡Y en aquellas cartas les aseguro que se reflejaba su
alma entera! Todas están impregnadas de la ternura que sentía su corazón por la Obra y por su
Padre y, cada vez que escribía, con todo y su pena, alargaba sus cartas, y su obediencia fue siempre
ciega y pronta. ¡Con razón mereció ser aceptado por Dios Ntro. Señor como la víctima de la
Esclavitud, en la cual tuvo cifrada su felicidad, porque realmente para él fue un tesoro! Pero eso
sí, procuraba beber con avidez el espíritu de nuestro Padre, y también el mío, porque no dudaba
que sólo así sería esclavo.
¡Qué gusto sienten Vds. ahora al pensar que él está en el Cielo, al lado de la Divina Niña,
y que murió sacrificándose hasta el último instante por la Esclavitud y dio su vida por ella! ¿No
es cierto? Pues si tanto gusto sienten, procuren imitarlo.
Con que ya saben que, una vez más les digo, si yo solicito que Vds. le escriban a nuestro
Padre es únicamente por su bien, porque, ¿creen acaso que a él le hacen un gran favor con
mandarle sus cartas? No, hijas mías, él no necesita de lo que Vds. puedan decirle, porque no son
las hijas las que van a enseñarle a su Padre la doctrina de la Esclavitud.
Estoy segura que, con mi cariño, que es todo en Dios, por Dios y para Dios, y que, por lo
mismo que es en Dios, es firme, es sólido, y estoy dispuesta a ayudarle en su vida de sacrificio,
trabajando, según su espíritu y bajo su dirección, por la salvación de las almas, tendría él bastante,
y no le hace falta el amor de las que, llamándose hijas, se lo niegan. Pero esas hijas, ¿no necesitan
su dirección? ¿No les hacen falta sus enseñanzas? ¡Cómo pueden vivir felices tanto tiempo sin
recibir una palabra suya que las anime, que las fortalezca, que las consuele, y que les diga lo que
han de hacer para cumplir la voluntad de Dios! Vivimos de su doctrina, hijas mías, porque, aun

164
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
cuando nos vemos privadas de su presencia y parece que lo que Vds. reciben todos los días por
mis indignos labios en las meditaciones no es más que puramente dado por Dios, como Ntro.
Señor le dio a él el espíritu de la Obra y ha querido que me lo impregne a mí para que, unidos, lo
demos a nuestros hijos, lo que hace Dios Ntro. Señor es darme luces y gracias para enseñarles el
camino de la Esclavitud y darles el espíritu de nuestro Padre.
Pero, aparte de eso, Vds. deben de escribirle, consultarle, rogarle que las haga esclavas
cada día más rendidas; que les indique los medios de suavizarse. Todo eso lo necesitan y, si a él
no se lo piden, ¿quién se lo ha de dar? Yo no reconozco por hija a la que no se ocupe de nuestro
Padre, ya lo saben. Con tal motivo pueden decir únicamente que son hijas mías las que a él lo
respeten, lo traten con cariño, y lo quieran con encanto. Pero, en cambio, las que lo desprecien,
las que no sientan que les nace de corazón decirles algo y dejen pasar el tiempo sin acordarse de
que existe, esas, no son nada mío. Pueden hacer lo que gusten, las dejo en completa libertad.
Así como nuestro Padre dice que a nadie reconocerá por suyo si no es llevado a él por
mí y no quiere sujetarse a mi voluntad, yo tampoco reconoceré a las que no vean en él a su Padre
y le tengan suma confianza para descubrirle toda su alma, sin tener un secreto, sin ocultarle un
solo pensamiento, tratando de que el alma de Vds. embone en la suya por medio de un amor lleno
de respeto y de obediencia, porque solamente así tendré esclavas formadas a su espíritu. Si Vds.
creen que pueden ser esclavas sin el espíritu de nuestro Padre, yo les digo que todo serán, menos
esclavas, y que, por mi parte, no las quiero, ni las acepto, ni las necesito.
Sí él quiere ver en sus hijos y en sus hijas un perfecto retrato mío, yo no quiero más que
hijas e hijos que lo imiten a él, que estudien sus virtudes, que beban su aliento, para que sean un
retrato suyo. Pero eso no puede ser si Vds. no procuran consultarle y seguir todas sus indicaciones
y consejos.
Y ahora que nos ha tocado por punto de meditación el galardón que Jesús reserva a las
almas que con Él quieren cumplir la voluntad de Dios, no dejen de aprovecharse de lo que han
oído, Vds., que son tan prontas para cumplirla, tan obedientes a la voz de los superiores, tan
dóciles para ejecutar sus mandatos.
Aquí, las madrecitas del Templo y de Coyoacán que vienen los domingos a obedecer en
todo y por todo, que los lunes, tempranito, ya están dispuestas a marchar tan luego como se les
manda, ¡qué capaz que se detengan un minuto! ¡Eso no! Procuran dar con toda exactitud su cuenta
de conciencia y, sin cesar, me buscan para dármela con tiempo, ¡no vayan a creer!, porque son
enemigas de demorarse más de lo que tienen permitido. Ya sé que alguna va a decirme que llega
aquí casi de noche, que no hay tiempo, que no puede verme, pero yo le diré que esas son disculpas,
porque cuando uno tiene gana de hacer las cosas todo se puede. Sí quisieran, procurarían hacerlo
de modo que no perdieran el tiempo.
Y, sobre las cartas para nuestro Padre, vuelvo a insistir en que escriban, porque de lo
contrario no adelantarán un solo paso en la Esclavitud aunque a Vds. les parezca que sí, y todos
sus sacrificios pierden mucho de su mérito delante de Dios si no son esclavas. Así es que Vds.
saben lo que se hacen. Quiero que le escriban con naturalidad, con franqueza, con sencillez de
corazón, descubriéndole todos sus defectos, hablándole con entera confianza, como se le habla a
un padre, para que, de esa manera, pueda él corregirlas y mandarles el remedio que crea necesario.
No le escriban esas cartitas diciéndole:

165
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 ¡Pida V. mucho por mí a mi Dulcísimo Jesús, a mi Señor Sacramentado, a mi Niño Jesusito para
que me haga santa!
¡Miren que yo no tolero ese estilo, ni es mi espíritu, ni mucho menos! Con ese modo se
me figuran unas viejitas rutineras, de esas que, en cuanto encuentran a cualquiera sea quien fuere,
lo primero que le dicen es:
 ¡Pídale V. a Ntro. Señor por mí, no me olvide en sus oraciones V. que es buena!
A mí eso me da coraje, no crean. Yo no le pido a nadie que se acuerde de mí, ni que rece
por mi intención, ni que me tenga presente en sus oraciones, porque no me da gana de hacerlo ni
me gusta obligar a la gente a que lo haga si no tiene voluntad.
¡Qué pida yo ni qué pida V! ¡Practique V., luche V.! Es lo que yo le contestaría a quien
me dice:
 ¡Pida V. por mí, porque lo necesito!
Con que, si Vds. no quieren que les ganen en amor los que vinieron después, como ya
les he dicho, ¡apúrense en ser siempre las primeras en vencerse, en humillarse y en obedecer! Ya
ven que pronto se sazona quien, como Luisito, quiere aprovechar las gracias que Dios le concede
y trabaja por ser un verdadero esclavo. Él vino el último y se fue el primero porque no desperdició
nada de lo que sabía que era para la santificación de su alma. Él vivió siempre como un verdadero
esclavo y, por eso, el otro día que oía yo decir, si mal no recuerdo, que les había ganado en amor
un seglar, a mí me dio enfado. ¡Porque mi hijo no fue un seglar, sino un religioso acabado! Pues,
tanto él como ella, vivieron a mi lado con una sujeción a mi voluntad tan completa como pueden
vivir dos religiosos. A ninguno de los dos los he considerado seglares, porque no lo son. Vinieron
como seglares, es verdad, pero dejaron de serlo desde el momento que quisieron vivir al lado
nuestro, practicando una obediencia ciega y enteramente sujetos a la voluntad de sus padres.
No olviden que quien cumple la voluntad de un superior está cumpliendo la voluntad de
Dios y, por lo tanto, es hermano de Jesucristo y reconocido como hijo de su Padre Celestial.
Porque así lo ha dicho Él mismo cuando pronunció estas palabras: «No reconozco más padre ni
más madre, ni más nada, que el que hace en todo la voluntad de Dios.»
Postrémonos en la presencia de la Divina Niña y roguémosle que nos haga sumisas a esa
voluntad santísima, que nunca nos opongamos a ella, que sepamos cumplirla con gusto, aunque
nos cueste sacrificio.
¿Cuál es para nosotros la voluntad de Dios? La que nos manifiesten nuestros superiores.
De manera que obedeciendo Vds. a sus Padres espirituales y viviendo rendidas a esa obediencia,
no duden que cumplen lo que Dios Ntro. Señor les pide y que entonces las reconocerá. Llegado
el momento de presentarse ante Él recibirán de su mano el galardón que tiene ofrecido a todos los
que, siguiendo su ejemplo, cumplan fielmente la voluntad de su Padre Celestial.
Le pediremos su bendición para nuestro Padrecito y para nosotros en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

166
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Seré esclavo, abnegándome

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 Atiende, y oirás, hija mía, cómo Jesús nos llama y nos dice el modo cómo hemos de ser
esclavos con Él: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
y sígame.»
 Y a renglón seguido nos dice cómo ha de hacerse eso de negarse y de tomar la cruz,
diciendo: «Porque el que su alma quisiere salvar, la perderá; mas el que perdiere su alma
por mí, la hallará. Porque ¿qué aprovecha al hombre si ganare todo el mundo y perdiere
su alma?»
Punto II
 Todo es poco para salvar nuestra alma. Por eso Jesús pide que lo demos todo, hasta
nosotros mismos. A todo hemos de renunciar: «Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que
tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; y ven y sígueme». «Si alguno
viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, y mujer e hijos, y hermanos y hermanas y
aún también su vida, no puede ser mi discípulo». A todo nos hemos de negar si nos aparta
de Cristo.
Punto III
 Oye, hija mía, cómo sigue nuestro Divino Maestro enseñándonos a negarnos a nosotros
mismos. «Y si tu ojo derecho te sirve de escándalo, sácale y échale de ti; porque te
conviene perder uno de tus miembros antes que todo tu cuerpo sea arrojado al fuego del
Infierno. Y si tu mano derecha te sirve de escándalo, córtala y échala de ti.»
 Y para que, de una vez, entendamos que ni la muerte corporal nos ha de apartar de la
divina voluntad, nos dice: «No temáis a los que matan el cuerpo y no pueden matar el
alma, temed antes al que puede echar el alma y el cuerpo al Infierno.»

167
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 Quiero vivir en ti Jesús mío, por eso todo lo dejaré por ti, y ni la muerte temeré por tu
amor. Me odiaré debidamente para salvar mi alma y alcanzar la felicidad de los que con
el odio guardaron, lo que con el falso amor pudieron perder.
Propósito
 Aprender a ser esclavo, abnegándome.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Qué quiere decir negarse a sí mismo.—Nuestra voluntad es ciega y no nos deja ver nuestros
defectos.—El hacer cuanto tenemos gana prueba que ella es la reina.—Cuales personas no
convidan al sufrimiento.—Las almas que de todo lloran y que creen que todos las desprecian.—
Lo que responden cuando les preguntan qué tienen.—La santidad al lado de esas almas ni quien la
apetezca.—La dueña de su voluntad será dueña siempre de todos sus defectos.—Qué cosa es matar
el alma.—Por qué yo no lo entendía y Ntro. Señor me lo ha hecho ver.—El trabajo de negros.—
El que no se rinde y dobla su voluntad, no se ha negado a sí mismo.—Cómo debemos ser
indiferentes a nuestra persona.—Las que recuerdan su pasado con exclamaciones.—Las ollas de
Egipto.—Cómo han de corregir a los niños y niñas de la doctrina.—Enseñar el Catecismo y el
amor a la virtud.—La voz de Dios es la de sus Padres.—Cómo alcanzarán la verdadera Esclavitud.

Con que, «seré esclavo abnegándome», nos dice la meditación; y Ntro. Señor también ha
dicho: «Si quieres venir en pos de mí, niégate a ti mismo, toma tu cruz y sígueme».
¿Y qué cosa quiere decir negarse a sí mismo? Vivir en una constante lucha contra la
voluntad que cada uno tenemos por reina, que es la que nos manda y gobierna, haciéndonos a
cada paso víctimas de sus caprichos.
Como es una potencia ciega y ella es la que nos domina, no nos deja ver nuestros defectos,
y eso nos hace pensar que bien podemos darnos gusto, que eso no es malo. Por eso, la que tiene
ganas de llorar, llora por cualquier cosa, porque la despreciaron o porque le dijeron una palabra
que le pareció dura; la que tiene tristeza, no trata de combatirla; la que quiere platicar, encuentra
inútil y fastidioso el silencio…, y así va sucediendo con cada una.
¿Eso es negarse a sí mismo? No, hijas mías, eso es vivir cada cual según su voluntad y
sin luchar siquiera para perder su modo propio. Eso no es abnegarse y, por lo mismo, es no intentar
el ser esclavas, ni estudiar cómo han de atraer a las almas para llevarlas a Dios Ntro. Señor bien
rendidas.

168
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¿Acaso creen Vds. que convida mucho al sacrificio una persona que siempre está
quejándose, que llora por cualquier cosita que le contraría, que se pone de mala cara en los
sufrimientos, que cuando la corrigen, ya está, que se puso de mal humor, que respondió con
dureza, que toda se volvió disculpas?
¿Cómo es posible que haya almas que quieran ir en pos de ella? ¡Si eso no puede ser! Es
sumamente difícil que los soberbios, los duros, los que gastan malos modos, encuentren quien los
quiera seguir, porque a todos nos gusta que nos traten con buen modo, que nos aprecien, que la
persona que va a enseñarnos y a tenernos bajo su dominio, esté llena de dulzura y suavidad.
¿No han visto Vds. a esas almas que viven en constantes lamentaciones, que lloran por
todo y que cuando se les pregunta qué tienen, qué les pasa, siempre responden…?:
 Nada..., no, si no crea usted…, que desde anoche estoy así..., me trataron muy mal..., pero no
es nuevo..., no tenga V. pena...., si siempre es lo mismo..., todos me desprecian, todos se burlan
de mí…

¡Y nunca saben vencerse! ¿Verdad que dan encanto? Pero la santidad a su lado, yo les
aseguro, que ni quien la apetezca, ¡claro!
Cómo que da enfado ver a una persona siempre igual, constantemente quejándose de que
le han dicho y le han tornado, de que también se han burlado de ella y que no le respetan, y…
¡cómo ha de ser posible que tolere semejante situación!
Ya lo creo. Quien no tiene jamás ganas de vencerse, no es posible que se resigne a ver
contrariada su voluntad, porque es su reina, y a ella le gustaría tenerla libre para darse gusto, para
no pasar trabajos, para no recibir una injuria sin disgustarse. Pero también debe resignarse a
quedarse dueña de todos sus defectos y a no aspirar a la santidad, porque, sin luchar, no la
conseguirán.
Hemos leído en la meditación que si queremos salvar nuestra alma, tenemos que perderla.
Y a la verdad que yo nunca había podido entender cómo sería eso de matar el alma, porque
siempre hemos oído decir que debemos trabajar para no perder nuestra alma. Y cuando alguno
muere en pecado mortal se dice que perdió su alma, porque el pecado mortal la mata. Por eso,
¿ven Vds. que yo no entendía, y que todavía ahora, al leer la meditación me confundía eso de
«perder uno su alma para hallarla»?
Pero hoy quiso Ntro. Señor darme esa luz haciéndome ver que la perderemos negándonos
a nosotros mismos, no teniendo otra voluntad que la de Dios Ntro. Señor y perdiendo la propia
voluntad que, como es potencia de nuestra alma, nos hace matar algo de esa alma. Y como no
sólo hemos de rendir por completo nuestra voluntad, prescindiendo de ella, sino que también
hemos de rendir el juicio no murmurando interiormente, teniéndole suspenso siempre, ahí tienen
Vds. también perdida la memoria y el entendimiento, y la voluntad sobre todo, para vivir
únicamente sujetas a la voz de nuestros superiores, pensando sólo con su pensamiento, adivinando
materialmente sus órdenes para cumplirlas, recordando con nuestra memoria todo cuanto es de su
agrado, y fundiendo nuestro querer en el suyo.
Eso es matar nuestra alma. Eso es perderla para hallarla en Dios Ntro. Señor. Eso es
obedecer al llamamiento que nos hace diciéndonos amorosamente «niégate a ti mismo, toma tu

169
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
cruz y sígueme». Y si nosotros no lo hacemos con la perfección que Él lo pide, ¡hijas mías!, es en
vano todo lo que trabajemos, porque no llegaremos nunca a la santidad que Dios nos quiere dar.
De manera es que bien pueden todas matarse en el sacrificio, trabajar sin tener un solo
momento de descanso con un trabajo de negros, materialmente, como el que tienen todas Vds.,
porque no hay una que no lo haga de esa manera y que no caiga rendida, porque el trabajo es
fuerte y pesado. Pues, con todo, si Vds. no se rinden, si no doblan su voluntad, si no se afanan por
tomar el espíritu que deben tener, no podrán decirle a Ntro. Señor que se han negado a sí mismas.
Porque ya les digo lo que es eso. Negarnos a nosotros mismos es tener tal indiferencia respecto a
nuestra persona, que lo mismo nos dé que nos estimen como que nos desprecien; que se ocupen
de nosotros o que ni caso nos hagan; que nos den una demostración de cariño o que nos digan una
frase injuriosa; que nos pongan en el último lugar o en el primero. ¡Y que seamos tan felices en
medio de las humillaciones más terribles como en una gran prosperidad!
El que se niega a sí mismo sólo busca la gloria de Dios y por ella sufre, trabaja, y se
sacrifica sin importarle nada, sin fijarse en los demás, sin estar pensando en distinciones ni en
honores. Porque, ¿cómo podrá decir que se ha negado a sí mismo quien constantemente está
recordando los tiempos en que se daba gusto, y no se oyen en sus labios más que estas
exclamaciones y palabras?:
 ¡Ay, cuánto me acuerdo de aquellos días de mi santo en que todos me felicitaban y había un
gran banquete! ¡Ay, entonces todo el mundo me rendía y me obsequiaba! ¡Ay, en ese tiempo
yo era feliz y estaba satisfecha, colmada de honores! En cambio ahora todo es duro para mí.
Todo el mundo me desprecia y me tratan mal después que trabajo todo el día. ¡Ay!

Y todas se vuelven ayes y suspiros recordando sus ollas de Egipto.


No quiero eso, ya lo saben. Lo que deseo es que sepan sufrir sin que se les conozca, que
se dejen despreciar, porque de otra manera no podrán ser santas; que tengan una gran dulzura para
tratar a los niños y a las niñas; que no sean soberbias, ni enojonas, ni duras para sus respuestas.
Procuren ahora que están viniendo los niños de la doctrina, corregirlos de sus faltas
porque no es posible dejarlos con ellas. Me dicen que no los corrigen por temor de que no vuelvan.
Y yo les digo que ese es un pretexto, nada más. Verán como, si yo bajo, los meto en cintura, ¡no
digo! ¡Y hasta les pego si es necesario, porque indispensablemente necesitamos que haya orden!
Pero a la vez que los corrijan, es preciso que los traten con mucha dulzura, porque sólo así se
cautiva a las almas. Dulzura y energía es el secreto de las esclavas. Mucha suavidad, pero unida
a cierto rigor, no se les olvide.
Ya que Dios ha querido poner en nuestras manos a esas almas, no debemos conformarnos
únicamente con enseñarles el Catecismo, sino que vamos a tratar de impregnar en sus corazones
el amor a la virtud, y ¡que nos vean siempre sonrientes y sacrificadas, siempre contentas,
trabajando por ellas con todo empeño! Y eso les hará bien porque, poco o poco, se irán
posesionando que la virtud es hermosa, es dulce, es encantadora, y puede que, a costa de esfuerzos
constantes, lleguemos a infundirles ese amor para que se aparten del mal y busquen el camino de
la virtud, haciéndoles ver que eso las lleva a Dios Ntro. Señor.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, deseosas, como debemos estar, de la
santificación de nuestras almas, de vivir eternamente al lado suyo gozando de su presencia, vamos
a procurar desde ahora estar cerca de Ella para llevar desde aquí vida de bienaventurados.

170
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Eso lo conseguiremos solamente negándonos a nosotros mismos, ya lo saben, tomando
nuestra cruz para ir en pos de Dios Ntro. Señor. Pero para seguir a Jesucristo tenemos por fuerza
que llegar de la mano de la Divina Infantita, porque si no es así no llegaremos. Por eso necesitamos
hacernos al molde que Ella nos quiere, contrariar a toda hora y en todo momento nuestra voluntad,
no disculparnos, buscar el desprecio que es el modo de aborrecernos, y perder el alma para
encontrarla en Dios y así salvarla, porque ya saben que quien no trate de aborrecerse a sí misma,
no llegará a amar a Dios ni a pertenecer a Él.
Seamos dulces, hijas mías; obedezcamos la voz de Dios representada en los mandatos de
los superiores, que para Vds. ahora son sus Padres. Y de esa manera es como lleguen a perderse
para hallarse en Dios Ntro. Señor y gozar también de las gracias de la Divina Niña, porque
perdiéndose a sí mismas, tomando la cruz y caminando en pos de Jesucristo, habrán encontrado
la verdadera Esclavitud.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor para nuestro Padrecito y para nosotros. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

171
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Seré esclavo abnegándome, y siguiendo a Jesús

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 La abnegación propia es el fundamento de la Esclavitud de Jesús, «semetipsum
axinanivit», se anonadó a sí mismo. Por este motivo, nosotros, para edificar la salvación
de nuestras almas, hemos de anonadarnos a semejanza de Nuestro Divino Maestro
haciéndonos obedientes con Él hasta la muerte.
Esta obediencia que practicaron los siervos de las Bodas de Caná, obligó a Jesús a llevar
a cabo el primer milagro. «Haced lo que Jesús os diga», dice María, y aquellos siervos le
obedecieron, haciendo lo que no era natural que hicieran, para aumentar humanamente el
vino. Pues si pusieran poca agua en las tinajas con los residuos de vino, aquella poca agua
pudiera parecer vino, siquiera a los que ya habían bebido mucho, pero llenando las vasijas
hasta no caber más, sólo un milagro pudiera hacer que el agua se convirtiera en vino.
 Los criados hicieron como les había mandado Jesús.
Punto II
 Esta obediencia a la voz de Jesús es la obradora de grandes maravillas, porque lleva en sí
misma fuerza para hacer lo que manda. Jesús llama un día a Cefas y, éste, dejándolo todo,
lo sigue, y, con Cefas otros, llamados con el mismo éxito, y porque siguen la voz de Jesús
que los llama, Jesús los convierte en Apóstoles haciéndoles ver que serían pescadores de
hombres cuando, obedientes a la voz de Él, lanzaran la red de la divina palabra en medio
del mundo. «En tu nombre echaré la red.»
Punto III
 Y que esta abnegación, seguida de la obediencia a Jesús, es altamente meritoria, lo
demuestra suficientemente el premio que promete a San Pedro en retorno de haberlo

173
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
hecho así. «He aquídice San Pedro, que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos
seguido, ¿qué es, pues, lo que tendremos?»
Y Jesús les dijo: «En verdad os digo que vosotros que me habéis seguido, cuando en la
regeneración se siente el Hijo del Hombre en el Trono de su Majestad, os sentaréis
también vosotros sobre doce sillas para juzgar a las doce tribus de Israel. Y cualquiera
que dejare casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras por
mi nombre, recibirá ciento por uno y poseerá la vida eterna. Muchos primeros será
postreros y primeros los postreros.»
Afectos
 Siempre quiero oír tu voz y seguirla; habla Señor que tu siervo escucha.
Propósito
 Dejarlo todo para seguir a Jesús.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Lo que dará Dios a quien lo sirve y deja algo por él.Los Apóstoles y las doce sillas.Cuál es
la señal de que un alma tiene oración.De nada sirve moción y llanto sin fruto.Cómo debemos
luchar.Los pensamientos de tristeza.El demonio los pone para desanimarnos.Los
propósitos que deben formar.Las santas de un día.La visita de los Cardenales para su
canonización.Avisen donde es su Templo.Las santas de cola larga.Lo que es preciso para
hacerse santo.La santificación propia y la de las almas.«Nada me pesa porque lo hice por tu
cariño y Tú serás mi recompensa.»Así han de decirle a Dios en las penas.El tiempo empleado
en servir a Dios se hace corto.Por qué se quejan de que les falta tiempo.—Cómo encuentran los
días los esclavos de su voluntad.— Propios y regatones.—Cómo recibe Dios los deseos de santidad
de un alma.Vivir siempre con la lámpara encendida.Primeros y postreros.Entre las
esclavas, cuáles serán los jueces.Las que se vencen y quisieran no volver a caer.El perfume
de nuestros sacrificios es lo que cada día debemos mandarle a Dios.

Aquí nos dice la meditación que Dios Ntro. Señor les dijo a los Apóstoles que los
colocaría en doce sillas y que ellos juzgarían a las doce Tribus de Israel. También les prometió
que a quien dejara casa, padre o madre, hermanos o hermanas por seguirlo a Él, lo recompensaría
dándole ciento por uno en esta vida, y después la gloria eterna.
Y, en efecto, hijas mías, ya Vds. han visto como Ntro. Señor les da a las almas que lo
sirven, no digan ciento por uno, sino mil por uno, porque es tal la abundancia de gracias que recibe
el corazón que quiere consagrarse a Dios por completo, que, materialmente, parece como que se
rompe porque no las puede uno resistir. Cualquiera que deje algo por su amor y se decida a vivir
sacrificada, les aseguro que recibe esa recompensa ofrecida que es muy hermosa.

174
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Y aun cuando muchas veces no la sientan materialmente, porque no a todas las almas les
hacen sentir lo mismo, y habrá algunas que vayan a la oración y no tengan consuelos ni tengan
lágrimas, sino que se encuentren secas, no por eso dejan de recibir sus beneficios.
No es preciso, hijas mías, para tener oración que haya lágrimas y mociones sensibles. Lo
que se necesita es que haya fruto. De manera que si Vds., en medio de una gran sequedad saben
sentirse miserables y se proponen luchar constantemente para salir de ese estado de imperfección
en que se encuentran y, cada vez más humilladas por sus caídas, van a rogarle a Dios que les dé
fuerzas para levantarse, no duden que tienen oración y que esa oración es buena, aunque no sientan
a Dios Ntro. Señor.
Lo que debemos procurar todo el día, a toda hora y en todo momento, es luchar y
contrariarnos. Pero luchar sin tregua, sin cesar, sin descanso, sin misericordia para nosotros, y
nunca desalentarnos en las caídas.
¿Ya caímos desgraciadamente? Pues vamos a levantarnos y, si volvemos a caer, volvemos
a luchar. Y si ochenta veces caemos, ochenta nos levantamos, porque solo así llegaremos a la
santidad.
No hay que hacer caso de esos pensamientos de tristeza, de contrariedad porque nos
sentimos débiles y queriendo adelantar no lo conseguimos. No, hijas mías, porque esos los pone
Satanás a las almas para acobardarlas. Cuando nos ve caídas, el demonio se aprovecha para
decirnos:
 ¡Ya lo ves! Si tú no tienes remedio, si siempre serás la misma. Convéncete que no puedes
adelantar, no tienes fuerzas. Así es que de balde te estás dejando humillar. Sufres y no consigues
lo que quieres. Además, ni creas que te desprecian para santificarte, ¡no seas guaje!, es porque
no te quieren ni te toleran. ¿Qué santidad vas a sacar de aquí, cuando es una Obra que ni
siquiera está aprobada?

Todos esos pensamientos les pondrá para turbarlas y hacerlas retroceder, pero Vds.,
¡siempre firmes! No sean tontas, que para ser santo no es necesario tener la aprobación de nadie.
¿Saben cuál es la única aprobación que se necesita? La de Dios Ntro. Señor. Y esa la da a cambio
de sacrificios. De manera que si Vds. todo el día están sobre sí diciéndose:
 Hoy no voy a enojarme y, aunque me sienta disgustada, trabajaré para vencer el disgusto. Hoy
voy a procurar callarme aunque me reprendan, y aun cuando esa reprensión sea muy injusta.
Hoy trataré con dulzura a cuantos se me presenten. Pero, ¿y si no puedo llevarlo a cabo? ¿Y si
en cada propósito que he formado encuentro una dificultad y caigo? Entonces no me enojo ni
me dejo llevar del amor propio, sino que trataré de ver que, si soy miserable, es natural que
camine tropezando y cayendo, pero al mismo tiempo haciendo esfuerzos para seguir.
No crean Vds. que han de ser santas en un día, como quisieran. Eso no puede ser. Es
imposible conseguir la santidad con un solo acto de sacrificio. Por eso sienten luego ese desaliento
y creen que nunca harán nada. Porque si en la mañana tuvieron un vencimiento, ya están
esperando que por la tarde les anuncien que ya llegaron los Cardenales que vienen de parte del
Santo Padre a informarse para dar paso a la Canonización.
¡Las felicito por su santidad alcanzada de esa manera! ¡Díganme donde tienen su Templo
y su Altarito para ponerles su lámpara! ¡Nada más que así, serán santas! Pero de cola larga.
No hijitas mías, no se hacen los santos con un vencimiento ni con un acto de sacrificio.
Es preciso vencerse todo el día, humillarse a cada paso, obedecer sin tregua, trabajar no sólo en

175
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
santificarse, sino en ver el mayor número de almas que le lleva uno a Dios, procurando que todas
amen a la Divina Infantita con locura, y diciéndole, en cada sufrimiento que nos cueste esa
conquista, en cada desprecio que por ese motivo tengamos que tolerar, en cada humillación
soportada por la santificación de las almas:
 ¡Por tu amor resisto las tribulaciones y me sacrifico con alegría, porque cada alma que yo llevo
a Ti, te está diciendo que todo lo hago por tu cariño, que nada me parece duro cuando me
acuerdo que es para gloria tuya, y que Tú mismo serás mi recompensa!

Ese es el modo de llegar a ser esclavas, de negarse a sí mismas, de contrariar nuestra


voluntad, que es una potencia ciega, para impedir que ella sea la que nos mande y nos gobierne.
El sacrificio y el trabajo que se hace por Dios acortan el tiempo de tal numera que, Vds. mismas
lo están viendo, cuando después de haber trabajado todo un día, de no haber tenido un momento
de descanso, llega la noche y Vds. se quejan de que no pudieron hacer lo que hubieran querido,
de que los días son muy cortos y quisieran alargarlos. No es por otra cosa sino porque ya
encuentran gusto en el sacrificio y les parece grato vivir en un trabajo constante y contrariando su
voluntad. En cambio, pregúntenles Vds. a los ociosos del mundo y les dirán que el tiempo es
eterno, que los días son tan largos que no saben en qué emplearlos. Eso sucederá siempre con las
personas que son esclavas de su voluntad, tonta y voluntariosa, que no les permite hacer sino lo
que ella quiere.
En las almas sucede que hay algunas más dispuestas a sufrir, más abnegadas para el
sacrificio, y hay otras que no tienen la misma fuerza y regatean porque se les figura que ya han
hecho mucho. ¿Saben lo que yo pienso de eso? Que pasa con ellas lo que con los dueños de una
mercancía, que la pueden dar más barata porque son propios, así les dicen. ¿No han oído Vds.
que así se les llama? Y hay también otros que les compran a esos propios para revender, y esos
lo dan más caro todo, son regatones o regateadores, como Vds. quieran decirles.
Esa es la comparación que hago de Vds. Y lo que quiero es que las regateadoras luchen
para hacerse propias en el amor de la Divina Niña, que no vivan regateando sus sacrificios, que
den cuanto les pida para que, de esa manera, puedan decir:
 Ya no regateo el sacrificio porque está impregnado dentro de mi alma, soy propia, y lo doy en
abundancia para alcanzar amor y darlo a muchas almas.

Con que Vds. no deben desanimarse porque no son santas con la prontitud que quisieran,
y porque trabajan sin ver el fruto de sus afanes. Estén seguras de que sus deseos se los recibe Dios
Ntro. Señor, y si Él ve que no desmayan que, si caen, siempre están prontas a levantarse llenas de
humildad, aun cuando toda su vida fuera de una constante lucha para alcanzar la santidad y, en
esa lucha, las sorprendiera la muerte sin haberse santificado, ¡no teman!, porque Dios se lo tendría
en cuenta y les recibiría el grado de santidad a que hubieran aspirado, puesto que les llegó el
último momento sin haberse apartado del sacrificio, sin haber alcanzado sus deberes, sin cejar un
minuto en la batalla que tenían emprendida contra sus pasiones y pudiendo decir que Dios Ntro.
Señor las encontró con la lámpara encendida, siempre vigilantes, siempre dispuestas a cumplir su
sama voluntad. Entonces las llevará, como a los Apóstoles, para sentarlas en los tronos que ha
prometido a quien, por seguirlo a Él, deje padre y madre, hijos, bienes, hermanos y hermanas, y
que los sentara en esos tronos para juzgar a las doce Tribus de Israel, como quien dice, para juzgar
a todos aquéllos que habiendo tenido oportunidad de ser de los primeros, hayan sido los postreros.

176
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Entre Vds. mismas, hijas mías, podrá suceder que las que más se aprovechen de las
gracias de la Esclavitud, tendrán mayor mérito a los ojos de Dios. Y si, por ejemplo, hay unas que
habiendo tenido más medios de adquiría, estando más empapadas del espíritu de ella, recibiendo
más gracias, como, por ejemplo, retiros, meditaciones, consejos…, desperdician todo eso en lugar
de aprovecharlo, y, en cambio, es más esclava la que tiene menos, esa será algún día juez de las
otras. ¡Y Dios permitirá que les tome cuenta de aquellos beneficios de donde tanta gracia pudieron
haber sacado para las almas, y que, sin embargo, los dejaron pasar y permitieron que se
desperdiciara ese raudal de agua de gracias que a tantos podía haber santificado!
Con que, así, no se olviden cada día del fruto que tienen que sacar de la meditación. Ya
saben que hoy les ha hablado de la recompensa que tienen las almas que dejan algo por Dios Ntro.
Señor, pero también deben fijarse que no basta dejarlo todo si no procuramos también dejarnos a
nosotros mismos, es decir, prescindir por completo de nuestras pasiones, haciendo un esfuerzo
hoy y otro mañana, hasta lograr tener un absoluto dominio sobre ellas.
Para eso sirven las humillaciones, hijas mías, para sofocar esas pasiones, para matar el
amor propio, para enseñarnos cómo nos debemos vencer y, sobre todo, para no contrariarnos si
después de habernos propuesto hacer vencimientos, volvemos a caer. Porque eso es lo que a Vds.
les pasa y por eso se desaniman.
Vamos a suponer que se levantan con un propósito firme, cualquiera que sea, como, por
ejemplo, hoy no me he de disculpar, que están pendientes y logran el triunfo una o dos veces.
Entonces se sientan satisfechas. Creen que ya, con eso, bastó para no volver a disculparse nunca.
Y con tal motivo, en el momento que caen y se disculpan, ya están enojándose consigo mismas,
contrariadas, violentas, diciendo que eso no es posible, que ya no tienen remedio, que nunca serán
santas. ¡No señor, eso no debe ser! El que quiere ser santo, se humilla y piensa:
 Ya caí, ¿no es cierto? Pues ahora, en lugar de sentir coraje y desaliento, voy a levantarme y a
rectificar mi propósito. ¡No me he de disculpar! Y si vuelvo a hacerlo, vuelvo a levantarme y a
proponerme que no me he de disculpar. ¡Y he de caer rendida de luchar! Porque tanta es mi
miseria que me cansa, pero no por eso voy a dejar de rogarle a Ntro. Señor que me haga
perseverar en los fines que me he propuesto.

Háganlo de esa manera. No cejen, no se turben, no se queden caídas, y verán como así
lograrán conseguir para sus corazones un verdadero amor que las hará sacrificarse sin descanso
por la Esclavitud.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, le rogaremos que Ella sea quien nos ayude,
nos enseñe y nos sostenga a toda hora, con el objeto de que, al terminar el día, no lleve de nosotros
acciones tontas, no le presente a Dios Ntro. Señor malas caras ni disgustos, ni disculpas de nuestra
parte, sino todo lo contrario. Por eso vamos a procurar no desperdiciar un solo momento para que,
de esa manera, vaya completamente lleno de buenas obras. Y al caer a las doce de la noche en la
eternidad ese día que no ha de volver, solamente derrame el perfume de nuestros sacrificios.
Hay que luchar sin descanso, hijas mías, sin abandonarse un minuto, sin dejar de vencerse,
levantándose humildes en cada caída, porque es el único medio de llegar a conseguir el triunfo.
Y cada vez que sientan desaliento, que se encuentren desanimadas, que se les figure que no
adelantan, que al mirar sus constantes caídas sientan pena, ¡vayan en pos de Dios Ntro. Señor!
¡No lo dejen! Y allí les dicen en su presencia, bien humilladas, delante del Sagrario:

177
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Mira, Jesús mío, hoy que me proponía no descuidarme, hoy que me propuse no enojarme, hoy
que pensé que no había de disculparme, que no había de decir una palabra de enfado, que no
había de ser dura, que no pondría mala cara, ha sido cuando más mal lo he hecho y en más
ocasiones he caído. Por eso vengo a contártelo a Ti, vengo a quejarme contigo de lo miserable
que soy para que no dejes de ayudarme. ¡Niño Jesús, me quiero levantar, quiero dominar en mí
lo que me perjudica, pero me falta energía para hacerlo! Yo no me aparto de aquí si Tú no me
prometes que me darás fortaleza para vencerme y que, de hoy en adelante, no mande en mí la
voluntad caprichosa y dominante, sino que la sepa tener sujeta a la razón y contrariada
constantemente.

No duden que entonces alcanzarán de Dios Ntro. Señor el amor de locura para la Divina
Niña, y ese amor será la herencia de las esclavas y el que las llevará a la gloria a gozar al lado de
la Divina Infantita, no solas, sino acompañadas de muchas almas a las que habrán salvado por ese
medio y enseñándoles que quien se niega a sí mismo y todo lo dejan por Dios, es el que recibirá
en recompensa ciento por uno y, después, la gloria eterna.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor para nuestro Padrecito y para nosotros en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

178
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Jesús nos enseña a ser los últimos

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 No hay palabras más hermosas que las que has de escuchar en esta meditación, dichas
por nuestro Divino Maestro. Se llegaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién
piensas que es el mayor en el Reino de los Cielos?». Y llamando Jesús a un niño, lo puso
en medio de ellos y les dijo: «En verdad os digo que si no os volviereis e hiciereis como
niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Cualquiera que se humillare como este niño,
ese es el mayor en el Reino de los Cielos.»
Punto II
 Considera, hija mía, las admirables palabras del Divino Esclavo a sus discípulos, después
de reprochar la petición de la madre de los hijos del Zebedeo. Dice así Jesús: «Entre
vosotros todo el que quiera ser mayor, sea vuestro criado; y el que entre vosotros quiera
ser primero, sea vuestro siervo. Así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido
sino para servir, y para dar su vida en redención de muchos.»
Punto III
 Medita, por último, hija mía, estas bellísimas palabras: «Doy gloria a Ti, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y entendidos y las has
descubierto a los párvulos. Así es, Padre, porque así fue de tu agrado. Venid a mí todos
los que estáis trabajados y cargados y yo os aliviaré. Traed mi yugo sobre vosotros y
aprended de mí, que soy manso y humilde, de corazón, y hallaréis reposo para vuestras
almas porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»

179
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 ¿Quién amará aún las mayorías? Jesús mío, ¡dame gracia para que desee cada día más,
ser el último de todos! ¡Cuántos pecados se cometen en el mundo por aspirar a lugares
más altos! Entre esclavos, las disputas deben ser por los últimos lugares.
Propósito
 Seré esclavo de todos.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Qué quiere decir ser último.—El título de superiora no les gusta.—Lo que nos agrada que nos
digan.—Todo lo que nos gusta por el amor que nos tenemos.—Necesidad de la humildad en la
Esclavitud.—Nuestro Padre, perfecto modelo de Esclavos.— Dios es quien manda en la
Esclavitud.—Nuestro Padre es un niño por lo rendido de su juicio.—Nuestro Padre y Luisito los
dos únicos esclavos niños hasta ahora.—Luisito no se movía si no era por obediencia.— Por qué
también a Luisito lo mandaba Dios.—Cómo quiere la Divina Niña que seamos.—Todo lo que se
hace por obediencia le es grato a Dios.—La Divina Niña quiere niños para su Congregación.—
Por qué no quiere personas grandes.— Cómo necesito que sean los Esclavos para poder
formarlos.—La pregunta de una de mis hijas de por qué les dije siempre «me dijo Dios» y nunca
la Divina Niña.—Lo que yo le contesté.—Mi amor a la Divina Niña.Por qué creo que Ella me
ama.—Sra. Santa Ana y yo.—Todo lo que he abarcado por amor de la Niña.— A mí no me
importaban las almas.—Nuestro Padre me enseñó a amarlas.—Cómo quiso Dios que nuestro Padre
pusiera todo su amor en la Niña. —Hermosura de las almas que aman con locura sin creer que
aman todavía.— Lo que esas almas van a decirle a Dios.—Cómo se hace uno niño.—El amor todo
lo dulcifica.

Ser último quiere decir humillarse, rendir el juicio, y vivir contento en el lugar en que
Dios quiere tenernos, sin apetecer otro en donde tengamos más consideraciones, más honores, y
en donde podamos ser algo. Dice nuestro Padre que, así como los hombres en el mundo se
disputan siempre los primeros puestos, los más elevados, entre los esclavos las disputas deben ser
por los últimos lugares.
Es cierto que el título de superiora a ninguna de Vds. le gusta, que no quisieran oírse
llamar con ese nombre porque no lo apetecen y les causa pena sólo oírlo decir. Pero, en cambio,
sin título, ¡qué bien saben mandar!
Así pasa, hijas mías. Es tanto el amor que nos tenemos a nosotras mismas que nos gusta
tener dominio sobre los demás. Queremos vernos respetadas y obedecidas, y no le cae mal al
cuerpo el elogio y las alabanzas. ¡Ya lo creo! Por eso nos sentimos tan satisfechas cuando nos

180
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
dicen que somos muy buenas, muy recogidas, muy santas. ¿No es verdad que nos caen muy bien
esas palabras?
Sí, hijas mías, ni modo de negarlo. Porque todo el mundo, en general, apetece más el
verse bien tratado, querido y considerado, que el recibir desprecios y humillaciones. Todos
tenemos la propensión de pensar bien de nosotros y, si disponemos algo, creemos que es lo mejor
dispuesto y no nos parece bien hecho lo de los demás, ni nos agrada que nos contraríen. Si damos
alguna orden, es la más acertada y se ha de poner en práctica inmediatamente.
Todo eso, ¿saben de qué proviene? De nuestro excesivo amor propio, de que no toleramos
que nadie haga las cosas mejor y de que no sabemos rendir el juicio.
Pues bueno, en la Esclavitud hay que ir perdiendo ese amor, porque si no lo perdemos no
llegaremos a ser humildes y sin humildad nadie rinde el juicio, ni se hace niño, ni tolera ser último.
Miren en nuestro Padre el ejemplo de un verdadero esclavo. Él nunca manda porque tiene
la seguridad de que no debe hacerlo y, en cambio, obedece a todo el mundo. Toda la vida está
queriendo ocultarse, estar en el último lugar, ponerse como inferior siempre. Por eso ven Vds.
que él nada dispone ni determina sin consultarlo, y constantemente me está diciendo:
 Lo que tú digas eso se hará. Yo no daré un paso mientras no me ordenes lo que debo
hacer; piénsalo con Dios.
Y Ntro. Señor permite que así sea para que Dios mande en todo, porque yo, ¿qué puedo
hacer? ¿Quién soy? Una Doña Petate, ignorante, tontísima, que no puedo ni siquiera pensar, pero
voy con Dios y de Él recibo las disposiciones, y Él me hace ver lo que conviene. Y de esa manera
no manda nuestro Padre, ¡y menos yo!, puesto que sólo Dios es quien gobierna.
Así es que nuestro Padre, hijas mías, es el modelo más acabado de cómo debe ser un
esclavo. Es obediente, humilde, rendido de juicio y, en consecuencia, es un niño. Hasta ahora,
solamente dos esclavos-niños ha tenido la Divina Niña y son nuestro Padre y su hijo Luisito. Uno
está en la tierra y el otro en el ciclo. Luisito también obedeció, se humilló y por eso se hizo niño,
con un juicio, tan dócil y rendido, que no se movía si no era por obediencia.
¿Cuántas veces me ponía a mí en aprietos al preguntarme qué debía hacer en todos sus
asuntos? ¡Porque yo no sabía qué resolver! Y, sin embargo, el pobrecito siempre me decía:
 No haré nada mientras que V. no me diga, así es que pregúntele V. a Ntro. Señor.

¡Y resultó que a él también lo mandaba Dios! Y estaba tan seguro de ello que, con gusto,
obedecía mis mandatos, porque se los daba de parte de Dios Ntro. Señor.
¡Seamos últimas, hijas mías, nunca manden! Porque eso no deben hacerlo. Vivan sumisas
a la voluntad de los superiores, respeten sus órdenes en la seguridad de que, cuanto Vds. hagan
por obediencia, le será grato a Dios y a la Divina Niña. Ella nos quiere humildes, desea que seamos
verdaderamente niñas. No quiere para su Congregación personas grandes, porque esas son duras,
serias y adustas, y su juicio ya no se rinde con facilidad. Por eso no servirán para esclavos los
hombres que no quieran, o no puedan, rendirse prescindiendo por completo de su modo propio y
amoldándose al espíritu que les ha de dar la Esclavitud.

181
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Yo no tengo más afán que el de impregnar en el amor de la Divina Niña a los esclavos
para que, por amor suyo, todo sacrificio les parezca nada. ¡Por supuesto que al decir esclavos,
quiero decir también, a las esclavas!
Pero, para lograr darles a beber ese amor, necesito que sean como una cera de blandos
para dejarse dar la forma de esclavos, para dejarse conducir como niños pequeñitos a las plantas
de la Divina Infantita y que Ella, una vez que los vea bien rendidos a sus pies, se los presente a
Dios Ntro. Señor y los lleve de la mano para hacerles sentir la locura de amor por su Santísimo
Hijo.
Ayer me preguntaba una de mis hijas:
 ¿Por qué cuando V. nos platica de oración, siempre nos dice V. que le dijo Dios y nunca nos ha
dicho me dijo la Divina Niña, sino solamente alguna que otra vez, que Ella ha venido acá?
Y también me decía que por qué a Ntro. Señor siempre le digo ¡quiéreme!, y a la Divina
Niña no. Entonces yo le contesté que con la Divina Niña me sucede que estoy como más segura
de que me quiere, que siento en mí un amor para Ella que es locura, y por eso me encuentro como
más tranquila, confiada en que como yo nadie la quiere, nadie la ama, porque, ¡ni a Sra. Sta. Ana
le he concedido ese derecho! ¡Ya verán Vds. si soy atrevida!
Pero creo que no se enojará, porque es bienaventurada, está en el cielo y, tal vez, por eso
abuso, pero es el caso que llegué a decir:
 Amar a la Divina Niña en el cielo sólo Dios, y en la tierra sólo yo.
Será una barbaridad si quieren, pero yo así lo sentía. Y todo sacrificio hecho por Ella me
parecía corto. Y como nadie ha querido su imagen porque les parece fea, porque la ven raspada,
porque es chiquita y está acostada, ¡todo eso dicen!, yo pensaba que en mí tenía su todo y que le
era yo así… como necesaria, porque la amaba con locura. Por eso Ella también me quería mucho
a mí y no necesitaba yo rogarle que me amara.
¡Yo, por su amor, he abarcado cuánto me han presentado! Por Ella realicé lo del Asilo,
no crean que por otra cosa. ¡Ni siquiera se figuren que lo hice pensando en el bien que les resultaría
a las almas! ¡Nada de eso! Mi locura consistía en que hubiera muchos que la amaran con encanto
y se sacrificaran por esa Niña encantadora.
¡Lo que es las almas, a mí me importaban un comino y me tenía sin cuidado lo que pudiera
ser de ellas! ¿Saben quién ha sido el que me ha hecho amarlas y llegar a interesarme por ellas?
¡Nuestro Padre! Dios Ntro. Señor, al unirnos a los dos para la Obra, quiso que él me impregnara
de esa locura que sentía en su corazón por la salvación de las almas y permitió también que yo le
dijera:
 ¡Sí, ayudaré a salvarlas, pero mediante esta Reina pequeñita y en su nombre solamente!
Así quiso Ntro. Señor que él pusiera todo su amor en esa imagen de la Divina Niña,
porque no pensaba ni siquiera en una imagen, sino en un ideal que era la Inmaculada. Y todo su
corazón lo tenía lleno de amor por las almas y de celo por su salvación.
Así es que no olviden Vds. que nuestro Padre, mandado por Dios, fue quien vino a
hacerme amar y trabajar con afán por salvar almas cuando yo ni pensaba en ellas. Y dispuso Ntro.
Señor que se salvaran por medio de la Divina Niña, que yo amaba con locura, como así ahora la

182
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
ama nuestro Padre, y que yo no tengo más delirio que el llegar a ver a todas Vds. amándola lo
mismo, y sufriendo por Ella.
No hay nada más hermoso, hijas mías, que ver a un alma que sufre y se sacrifica, que ama
con todas las veras de su corazón y que no siente que ama todavía, no conoce su amor y, por eso,
llega delante de Dios a decirle:
 ¡Qué poco he hecho por Ti! No me atrevo a pronunciar una palabra diciéndote que te quiero
porque soy demasiado miserable, pero, en cambio, aquí estoy para rogarte que Tú me ames aun
cuando sea un poquito, que no dejes de quererme, que no me olvides, que me des una mirada
compasiva, y que le des a mi alma verdaderos deseos de santidad.

Postradas en la presencia de la Divina Niña, pidámosle que nos conceda tener un espíritu
de verdadera sencillez para poder hacernos niños.
El que rinde su juicio se hace pequeño, el que obedece se hace pequeño, el que se humilla
también se hace niño y entonces conseguirá ser el primero en el Reino de los Cielos. Además,
haciéndonos niños agradaremos a la Divina Niña y Ella, en recompensa, nos dará la locura de su
amor que nos llevará a amar con locura a Dios Ntro. Señor, para que, de esa manera, el sacrificio
no nos parezca pesado, porque el amor dulcifica el sufrimiento, el amor nos hace suave el yugo
del Señor y la carga ligera. Por amor de Dios amaremos y salvaremos a las almas, y lograremos
amar también, y desear, el triunfo de la Esclavitud.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado para nuestro Padrecito y para
nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y de la Divina Niña. Amen.

183
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Jesús quiere que seamos niños

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 Cuanto más medites las hermosuras de la dependencia de nuestra voluntad a la voluntad
de Jesús, mayores encantos hallarás en ella. Oye al Divino Esclavo que dice: «Dejad a
los niños, y no los estorbéis de venir a mí, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Porque los que por amor mío se convierten en niños y hacen como niños, estos son los
que me alaban y de ellos quiero la gloria. Pues de la boca de los niños y de los que maman
saqué perfecta alabanza.»
Punto II
 Y estos niños no son otros que los siervos del Señor, sus verdaderos esclavos, a los que
por la docilidad de juicio y sencillez de voluntad escoge el Señor para destruir a sus
enemigos. A estos niños invita David para que alaben al Señor, diciendo: «Alabad jóvenes
al Señor, alabad el nombre del Señor.» Esclavos del Señor, alabadle ahora y por los
siglos.»
Punto III
 Y de estos niños que obedecen fidelísimos al Señor dice Él mismo: «El que recibiere a
un niño tal en mi nombre, a mí me recibe.» Y en otra parte dice: «Que todo el que diere
de beber a uno de aquellos pequeñitos un vaso de agua fría tan solamente en nombre de
discípulo, no quedará sin galardón.» Estos que humillándose se hacen niños, son los
verdaderos representantes de Cristo en la tierra y de Dios. «El que a vosotros recibe a mí
me recibe, y el que a mí me recibe, recibe a Aquél que me envió.»

184
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 Jesús mío, quiero ser niño, quiero ser semejante a Ti, quiero alabarte, no quiero quitarte
gloria apareciendo yo grande delante de los hombres.
Propósito
 Seré dócil y sencillo como un niño.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—La edad no importa para hacerse niño.—Por qué les digo a Vds. viejas.— La niña más vieja del
Asilo.Por qué el espíritu de la Esclavitud superará al de las demás Congregaciones.—Las
monjas Capuchinas y las otras, no son niñas por santas que sean.La Esclavitud tiene el espíritu
de niñez.—Por qué Luisito es bienaventurado.—Trabajos que tuvo en el mundo para parecer
hombre formal.—Lo que habría pasado si a Luisito lo hubieran llevado a Dios con dureza por un
camino de calavera y disciplina.—Su corazón estaba hecho al molde de la Esclavitud.—Lo que
han dicho de la Obra las personas formales.—Por qué niegan que aquí hay espíritu.—Opinión de
quien nos ha confesado.—Por qué las llamó Dios a Vds. a la Esclavitud.—Muchos son los
llamados y pocos los escogidos.— De Vds. depende ser de este número.—Por qué Luisito no sólo
fue llamado sino escogido.— Los que se han ido fueron llamados pero por grandes no conocieron
la Obra.—El único niño.—Todo lo que indica dureza de juicio.—Yo no tengo cabeza.—Pienso lo
que Dios quiere que piense.—Mi incapacidad.—La cabeza doblada de nuestro Padre.—La tiene
unida sólo al corazón.—Lo que les dará el cielo.—Por qué si no se hacen niñas no deben
presentarse como Esclavas.—El único Esclavo verdadero.—La entrada de los Esclavos al cielo
con su cabeza en la mano.—Nuestro lugar privilegiado cerca de la Divina Niña.—Las
meditaciones de nuestro Padre les dicen cada día lo que han de ser.—Lo que dirá Dios en la gloria
a la Esclava de la Divina Infantita.

«Mas, si no os hiciereis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.» Esas palabras
ha dicho Dios Ntro. Señor para enseñarnos que debemos ser sencillos como niños y que Él quiere
ser alabado por los niños, por eso, durante su vida, quiso estar rodeado de ellos y siempre decía:
«Dejad que los niños se acerquen a mí.» Eso es lo que a nosotros nos pide con especialidad y,
como no vamos a hacernos pequeñitos cortándonos el cuerpo porque no conseguiríamos nada y
nos quedaríamos tan viejas como somos, vamos a ver de qué manera nos hacemos niñas.
Por supuesto que el que yo les diga viejas no quiere decir que yo me refiera a la edad,
sino al juicio duro y formal que todas tienen que no lo pueden rendir y siempre están pensando
como personas grandes.

185
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
La edad no quiere decir nada. Y eso es tan cierto que, esta mañana, no podía yo dejar de
pensar en una niña chiquita que tenemos acá, que podrá tener cinco años, y, sin embargo, de ser
niña por la edad, puedo asegurarles que en su modo de ser y en el juicio que tiene, y en todo, es
la más vieja de todo el Asilo y más grande que cualquiera de Vds.
El espíritu de la Esclavitud es tan hermoso, hijas mías, que no hay más allá, y superará a
la otras Congregaciones por santas, por virtuosas y por buenas que sean. Yo podré citarles a las
monjas Capuchinas, a las de Jesús María, a las del Sagrado Corazón y hacer muchos elogios de
ellas, porque se los merecen. Habrá entre todas esas monjitas almas verdaderamente abnegadas,
trabajadoras, amantes del sacrificio, deseosas de la santidad; habrá otras muchas que la hayan
alcanzado, pero, ¿son niñas? Eso sí que no. Y en eso es en lo que superarán las Esclavas a las
demás religiosas, en que a todas las almas les ha dicho Ntro. Señor, «si no os hiciereis como niños,
no entraréis en el Reino de los Cielos», y la Esclavitud será la Congregación escogida, porque eso
es precisamente el espíritu de ella.
De manera que no podrá ser esclava la que no pierda enteramente su juicio de persona
dura y formal, llegándole a vencer de tal manera que lo tengan rendido por completo, porque sólo
así se harán como niños, como se hizo Luisito.
Dirán que si todos los días voy a sacar a Luisito para elogiarlo, pero, miren hijas mías, él
es ya un bienaventurado, y lo es precisamente por eso, porque supo hacerse niño para ocupar el
Reino de los Cielos que está prometido a los que quieran parecer pequeños en el mundo. Luisito
recibió de Dios Ntro. Señor la gracia de ser niño siempre, porque trabajo le costaba mientras vivió
en el mundo hacerse el hombre formal para tratar sus asuntos y sus negocios con los hombres
serios y de juicio duro. Él jamás pudo ser grande, y, hasta para los asuntos más sencillos,
consultaba, y nada hacía sin sujetarse a la voluntad y al mandato de alguno. Si a ese niño lo
hubieran llevado a Dios por la dureza, enseñándole el camino con calavera y disciplina, habría
llegado, porque era sumamente dócil, pero lo hubieran matado porque su alma no era a propósito
para esa vida. Su corazón estaba expresamente hecho al molde de la Esclavitud y por eso embonó
perfectamente en ella, derramaba su alma ternura y sencillez y Ntro. Señor lo trajo aquí para que
encontrara la perfección en una Obra formada para los niños y no para las personas grandes y
severas que nunca la podrán entender.
Quien no tiene corazón sino que todo se vuelve cabeza porque tiene, o cree tener un gran
talento, no puede juzgar las Obras de Dios, puesto que quiere medirlas con una medida que no es
a propósito para ellas. De ahí viene el que la Esclavitud son muy pocos los que llegan a
comprenderla y a abarcar su valor. Por eso es que personas formales, que han venido y hasta nos
han confesado, han salido diciendo que aquí no hay espíritu. ¡Es que son demasiado grandes para
entendernos y quieren medir con la cabeza las Obras que sólo se miden con el corazón!
Vds., hijas mías, han sido llamadas por Dios Ntro. Señor a la Esclavitud porque algo
encontrará en su alma capaz de aprovecharse para ella, tienen facilidad para hacerse niñas, no
necesitan sino unos esfuerzos de su parte para docilitarse, para procurar que su cabeza no funcione
ni su juicio esté discutiendo siempre los mandatos y determinaciones de sus superiores. ¡Pero no
olviden que si fueron del número de los llamados, pueden no ser de los escogidos! Y eso depende
de Vds.
«Muchos son los llamados y pocos los escogidos», dice Ntro. Señor. Luisito fue de los
escogidos porque supo corresponder a las gracias que recibió en su alma, en cambio, los que se

186
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
han ido, habían sido de los llamados también, pero fueron demasiado grandes y eso les impidió
conocer la Obra adonde Dios los llamaba y, como no la conocieron, se apartaron de ella.
Se les dijo niños y, sin embargo, no quisieron serlo, y por eso no pudieron permanecer en
la Esclavitud. Porque ya les digo que es una Congregación a propósito para los que quieran
hacerse pequeñitos. Ha habido otras personas que ya han muerto en la Congregación, pero
tampoco fueron niñas, de manera que el único niño hasta ahora de los que han salido y han muerto,
fue Luisito, y por eso es el primer esclavo verdadero que ocupa el cielo, es el primer hijo nuestro,
porque tomó el espíritu de sus padres no haciendo más que la voluntad de ellos.
Si Vds. quieren que diga yo otro tanto de cada una, procuren esmerarse en ser dóciles y
humildes para dejarse gobernar y corregir, y no se conformen con elogiar lo que ven y decirme
con admiración que realmente soy una niña, sino que han de tratar de ser niñas todas Vds., de no
pensar nada contrario a lo que se les mande, de no tener juicios duros en contra de los superiores,
de no mandar nunca. Porque no olviden que la esclava desde el momento que está mandando,
dejar de serlo.
No les pese ser siempre las últimas; no discutan una orden que reciben, aun cuando esa
orden se las dé un inferior, una simple lega; no se pongan a pensar si deberán o no deberán
obedecer tal o cual determinación, porque todo eso indica dureza de juicio. Lo único que no tienen
obligación de obedecer es un mandato malo que pueda ser causa de ofender a Dios pero, fuera de
eso, la obediencia de una esclava ha de ser sin réplica. Si hay dos de Vds. en el refectorio, por
ejemplo, y una se pone a mandar y a dar órdenes, y la otra no murmura, sino que obedece y se
humilla, será más esclava la que se sujetó, y la que ha mandado, en ese momento, dejó de serlo.
Con que, no se les olvide que en la Esclavitud han de tener todas el espíritu que Dios Ntro. Señor
ha querido impregnar en el alma de sus padres espirituales.
Así es que si quieren imitarnos ya saben que yo no tengo cabeza, así me lo ha hecho ver
Ntro. Señor en la oración, por lo tanto, no puedo pensar sino únicamente lo que Dios, por gracia
suya, quiere que piense, y las aberraciones que cometa son efecto de mi incapacidad y de mi
ignorancia completa. La que quiera imitarme, por consiguiente, debe no tener cabeza.
Si quieren imitar a nuestro Padre, han de doblarla mucho, porque también de él me hizo
ver Dios que la tiene completamente doblada, dividida por decirlo así, y únicamente la tiene
retenida como por la vena Aorta, porque así lo vi yo. Y ahora discurro que eso era nada más lo
que se la retenía, la vena que va al corazón, como quien dice, su cabeza está pendiente de su
corazón. Y por eso en él no funciona el juicio sino el corazón, por eso está rendido como un niño
y todo en él es puro corazón sosteniendo su cabeza doblada.
Así han de estar todos los esclavos y las esclavas, porque así es como los necesita y los
quiere la Divina Niña. De modo es que, de todas Vds., la que quiera ser recibida en el cielo como
Esclava de la Divina Infantita, rinda su juicio, doble su cabeza y mida toda la Obra únicamente
con el amor de su corazón, porque esa es la única medida capaz de abarcarla. Si no se hacen niñas
entrarán al cielo, es verdad, porque trabajan por Dios, se sacrifican por su amor, luchan para salvar
a las almas, y todo eso les dará la gloria, pero entonces no se presenten como Esclavas porque no
las admitirá la Niña y les dirá:

187
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 ¡Qué equívoco! Ésta no es esclava. No llegó a hacerse niña y, por lo tanto, sólo hay aquí a mi
lado un esclavo verdadero, porque ese si supo rendirse y acordarse que en la gloria tendrían los
primeros lugares los que se hicieran como niños, porque para ellos es el Reino de los Cielos.

¡Figúrense qué gracioso será ver que todos los esclavos llegan al cielo tan reunidos, tan
humillados, que no tienen cabeza, sino que la llevan en la mano! Porque es tanto lo que la han
doblado que, con toda facilidad, se la han quitado como quien se quita el sombrero para saludar.
Y cuando todos los bienaventurados vean entrar a un esclavo, les causará admiración que no
lleguemos como todos, sino llevando aparte nuestras cabezas.
Entonces mereceremos acercamos a la Divina Niña, estar junto de Ella en un lugar aparte,
como más especial, gozando de mayores privilegios, porque supimos cumplir la voluntad de Dios,
y Él prometió el Reino de los Cielos a todos aquellos que supieran hacerse pequeñitos dejándose
humillar.
Ni los esclavos ni las esclavas han de tener voluntad propia ni juicio propio, ni deseos de
mandar. Han de vivir tratando de matar su alma, y perderla, para hallarla en Dios. Ya el otro día
oyeron como se mata el alma, como se niega uno a sí misino y, como matándola de esa manera,
tienen la mayor seguridad de salvarla.
Si así procuran hacerlo, no duden que habrán logrado ser verdaderas esclavas alcanzando
la santidad que desean.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, si estamos deseosas de la santidad de nuestras
almas, trabajemos para conseguirla, pero no estén creyendo que la santidad ha de consistir en
tener los ojos constantemente elevados al cielo en contemplación, ni tampoco fijos solamente en
la tierra aparentando una actitud modesta, no hijas mías, ese no será nunca el espíritu de las
esclavas, porque no vamos a ser Capuchinas.
Cada Congregación tiene su espíritu propio. El nuestro consiste especialmente en
hacernos niñas, ¡ya lo saben!, en doblar la cabeza bien doblada teniéndola pendiente nada más
del corazón para que, de esa manera, nuestro juicio esté siempre rendido y solamente funcione el
corazón, pero sin formar parte la cabeza.
Así será como obedezcan ciegamente la voz de sus Padres espirituales para tomar de ellos
el espíritu de la esclavitud que Dios Ntro. Señor quiere darles, nutriéndolas poco a poco de su
doctrina y ordenando lo que cada día se ha de practicar. Así les va diciendo en las meditaciones
de nuestro Padre. Ya ven que ayer les dijo en la meditación que habían de ser últimas y hoy viene
a decirles que se han de hacer niñas, porque es claro que para quien sabe ponerse en el último
lugar y no ambiciona ser de los primeros, no será difícil después rendirse por completo para tener
la docilidad y sencillez de un niño.
Ese es el fruto que hoy han de sacar, teniendo presente a toda hora estas palabras que
Ntro. Señor ha dicho: «Dejad a los niños que vengan a mí, porque de ellos, y de los que se hagan
semejantes a ellos, será el Reino de los Cielos.»
De manera es que si todas nosotras somos niñas, llegará un día en que Dios nos llamará
cerca de Él para darnos un lugar, así como de preferencia, como de predilección, sobre las demás
Congregaciones aunque sean muy santas, porque al presentarnos en la gloria nos dirá con alegría
a los Esclavos y a las Esclavas de la Divina Infantita:

188
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Venid a mi vosotros, que habéis sido pequeños.

Y a los otros les dirá:


 Dejad que estos niños, dejad que estas niñas, estén a mi lado porque supieron obedecer mi voz
que les dijo «mas, si no os hiciereis como niños no entrareis en el Reino de los Cielos.»
Le pediremos a Ntro. Señor la bendición para nuestro Padrecito y para nosotros. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

189
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Si no sigo a Jesús seré castigado

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 Piensa, hija mía, cuánto es el deseo de Jesús de que estemos sujetos a su voluntad, que se
queja con tan sentidas palabras de la Deicida Jerusalén porque no quiso oír su voz y
someterse a Él: «Jerusalén, Jerusalén, que matas a los Profetas y apedreas a aquéllos que
a ti son enviados, ¡cuántas veces quise allegar tus hijos como la gallina allega sus pollos
debajo de las alas y no quisiste!». Y conociendo que no oiría su voz de Pastor Divino,
lloró sobre ella.
Punto II
 Y no se lamenta sólo Jesús de Jerusalén, sino que hablando a todos los hombres, dice: «Y
si alguno oyere mi palabra y no la guardare, no lo juzgo yo; porque no he venido a juzgar
al mundo sino a salvar al mundo. El que me desprecia y no recibe mis palabras, tiene
quien lo juzgue, la palabra que he hablado. Ella le juzgará en el día postrimero.» ¡Qué
tristes son estas palabras puestas en boca del dulcísimo Jesús!
Punto III
 El mismo mansísimo Cordero es el que tantas veces nos enseña que si no seguimos sus
enseñanzas, perderemos nuestras almas. «El que no crea será condenado.» Porque éstos
son los que se afrentaron de Jesús delante de los hombres, y de ellos también se afrentará
Él delante de su Padre que está en los cielos.
Afectos
 No te bastan las promesas y mandatos, me amenazas con los más terribles castigos si no
me sujeto a tu soberana voluntad, Jesús mío, heme aquí, haz conmigo según tu soberana
voluntad.
Propósito
 Ad implendam Jesu voluntatem.

191
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Quién nos juzgará en el último día.—La palabra de Dios desperdiciada.— El gusto sensible no
quiere la mortificación.—Caracteres de las personas sensibles.—La sensibilidad pone insensata al
alma.—Cómo Dios va abajando al alma para unirse a ella.—Cómo se inunda el alma entonces en
las delicias divinas.—Su indiferencia para todo lo que le rodea.—El vino que tomó Staurofila.—
El sacrificio intenso es necesario para llegar a esa unión.—Nuestro trato con los
bienaventurados.—Ellos en lo sumo del goce y nosotros en lo sumo del sacrificio.—Las borrascas
y nuestra tranquilidad de alma en medio de ellas.—Cómo se siente aquí la presencia de Dios.—
Por qué de repente se les esconde Ntro. Señor.—Recompensas de las almas que sirven a Dios y
sufren por su amor.—El premio de los que practican su doctrina y el juez de quienes las
desprecian.—La doctrina de hoy las ha de juzgar algún día.—El día en que hemos de santificarnos
no es extraordinario.—En qué se conoce la unión con Dios y cómo se prueba.

Con que, «si no sigo a Jesús, seré castigado.» Eso nos dice ahora la meditación. Y, ¿qué
nos quiere dar a entender Dios Ntro. Señor al decirnos que el que lo desprecia y no oye su palabra
no será juzgado por Él, sino que esa palabra será quien lo juzgue en el último día?
Que esas almas que no quieren seguir las doctrinas que da Dios Ntro. Señor, serán
juzgadas, no por Dios, sino por esa doctrina que desperdiciaron, y todas las gracias que pudieron
haber sacado de ellas les servirán de jueces. En cambio, las que se deciden a seguir a Dios y viven
en un constante estudio de sí mismas para aprender cómo han de vencerse en todo y por todo, no
dándole gusto a su voluntad ni en lo más insignificante, esas, van perdiendo cada vez más algo
de esa envoltura sensible que es la carne, y que es la que se opone a que nos contrariemos, porque
no apetece sino todo lo que le causa satisfacción y gusto.
Vean Vds. a una persona muy dada a todo lo que sea gusto sensible y la encontrarán muy
pagada de sí misma, muy deseosa de tener afectos y entregarse toda a ellos, enemiga de contrariar
su voluntad, así es que llora cuando tiene ganas de llorar, ríe si está contenta, se enoja si la
desprecian y no es capaz de hacer el más pequeño esfuerzo para vencer sus pasiones.
Pues bueno, hijas mías, esa envoltura sensible que da la carne es la que impide que el
alma trate con Dios y lo comprenda, porque la pone en un estado de insensatez y, esa sensibilidad
material que quiere tener, deja insensible su alma.
Ayer leía yo en San Juan de la Cruz, que Dios Ntro. Señor le va quitando a las almas esa
envoltura, abajándolas, para que se humillen y sientan poco a poco la profundidad de su miseria,
porque sólo de esa manera pueden llegar a una gran unión con Él. Y esa unión va dejando a quien
la goza tan embriagada en las dulzuras espirituales que, cuando un alma está en ese estado, ya
parece que nada de lo que acontece a su alrededor le impresiona, ni es capaz de turbar un momento
la tranquilidad tan grande que disfruta. Por eso verán Vds. a esas almas recibir serenas un

192
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
sufrimiento sin que les cause pena y ser como insensibles también a la alegría cuando reciben una
buena noticia, porque todo su ser está en Dios de tal manera que nada les impresionaría.
Perdida por completo la sensibilidad están en el caso en que nos pintan a Staurofila,
cuando el Príncipe le hizo gustar el vino del amor y la llevó a las bodegas donde lo tenía
depositado, que recordarán Vds. cómo se embriagó materialmente en las delicias de ese amor. Y
entonces el Príncipe prohibió a todos que se acercaran a ella y la despertaran.
Así hace Dios Ntro. Señor. Dispone que las pasiones, los sentidos, las potencias, todo,
permanezca como en quietud, dejando el alma toda en Dios sin que nada le mortifique ni la
despierte de ese sueño quieto en que Él la tiene. Pero para llegar a esa unión tiene que pasar por
el sacrificio más intenso, que haber agotado materialmente el cáliz del sufrimiento, que sentir tal
indiferencia ante el desprecio que no llore al recibirlo ni sienta cuando le hacen sufrir una
humillación. Entonces sí que ya puede decirse que el corazón está dispuesto a recibir esos
consuelos de Dios Ntro. Señor y a unirse en sus goces dulcísimos, no sólo con Él, sino también
con los bienaventurados. Porque nuestra unión con ellos ha de consistir en que, mientras ellos
están en lo sumo de la felicidad, nosotros hemos de estar en lo sumo del sacrificio. Ya lo saben.
Díganme, ¿no les da alegría pensar que, a medida que Vds. se sacrifican y luchan para
vencerse, van acercándose más a esa unión con Dios y que llegará un momento en que también
podrán tratar con las almas queridas que ya tengamos en el cielo, como ahora con Luisito, que es
el que tenemos allí cerca de Ntro. Señor?
¿No han visto también de una manera clara como Dios Ntro. Señor ha querido hacernos
la gracia, en nuestra Congregación, de sostenernos en una tranquilidad de alma inalterable aún en
medio de las borrascas más fuertes que el mundo ha levantado contra nosotros?
Es admirable ver cómo se siente la presencia de Dios aquí, porque no es más que eso lo
que hace que permanezcamos tranquilas y felices, sin que nos turben los ecos de la guerra que
llegan hasta nosotros y que, sin cesar, nos hacen nuestros enemigos. Es que Dios está en nuestros
corazones, hijas mías, habita en ellos, y mientras más resueltas nos ve para sacrificarnos y más
animosas para sufrir por Él, para humillarnos siempre, para docilitarnos y recibir con humildad
las pruebas, más se acerca, más penetra en las almas y no se separa de ellas. ¡Y las hace
participantes de una tranquilidad hermosísima!
Si se les esconde un poco es para que lo busquen, para que lo llamen, convencidas de que
sin su ayuda nada podrán. Por eso ven que de repente las deja un poquito, y entonces el alma sufre
y llora diciendo:
 ¡Esto no es posible! Soy muy miserable, no puedo nada. Cuando más quiero vencerme es
cuando más caigo y me hundo en mi propia miseria.

Pero el alma que así siente y piensa, es la que está más próxima a unirse con Dios, porque
ya se ha abajado, conociendo que todo lo que ella puede dar de sí es miserable y débil, y que
solamente en Dios encontrará la fortaleza que necesita.
Parece como impropio el que hoy les haya yo hablado de la unión con Dios, cuando la
meditación trata de los castigos con que amenaza a quien no quiere escuchar su voz, pero no
puedo menos que hablarles de la recompensa que obtienen las almas que de veras lo sirven con
ganas de sufrir por su amor. Él mismo es el premio de aquéllos que se aprovechan de sus doctrinas,

193
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
pero nos dice que no necesitará ser el Juez de los que las hayan despreciado. De manera que, a
Vds., por ejemplo, a las que no quieran sacar fruto de todo lo que reciben, la misma palabra dulce
y llena de suavidad con que cariñosamente las llama ahora al sacrificio, esa misma, las juzgará
algún día severamente si Vds. se empeñan en desperdiciarla, si en lugar de ser dulces y suaves,
son cada día más duras y no quieren rendir su propio juicio.
¡Es fuerza doblarse hijas mías! Es preciso humillarse cada día más y tener al desprecio
no sólo indiferencia, sino amor, para que así nos parezca agradable todo lo que suframos por Dios
Ntro. Señor. Amemos mucho el recogimiento y el silencio procurando que todo lo que hagamos
sea sin ruido, todas nuestras acciones moduladas siempre por el espíritu que debemos tener y no
por el propio modo. Sólo así podrán decir que aman la doctrina de Dios Ntro. Señor, la que Él
quiere darles para que la practiquen, y que aman la palabra de Dios y son fieles en seguirla.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, le rogaremos a Ella que nos enseñe cómo
debemos escuchar la divina palabra para cumplirla, y no exponernos a los castigos terribles con
que Dios Ntro. Señor amenaza a los que no quieren oír su voz dulcísima. Por eso a nosotros nos
librará de ellos la Niña pequeñita, la Divina Infantita, nuestra Reina encantadora, si así se lo
pedimos. Y nos hará ver que, para el sacrificio, no hemos de pensar en que son muchos los días
que vamos a sufrir, sino que, cada día de nuestra vida, pensemos solamente en Él. Y no estemos
tampoco creyendo que ha de presentarse delante de nosotros de un modo extraordinario el día en
que nos hemos de sacrificar, ni que la unión con Dios la conoceremos cuando en la oración nos
elevemos dos varas o tres. No, hijas mías, un día cualquiera de los que Dios Ntro. Señor nos
ofrece, puede hacernos santas si nosotros sabemos aprovecharlo. Un solo día bien empleado en el
sacrificio en el que vivamos venciéndonos del día a la noche, contrariando nuestra voluntad, no
dándole gusto ni un segundo, hará de nosotros unas verdaderas esclavas y nos alcanzará la unión
más íntima con Dios Ntro. Señor, que se prueba con pura vida de martirio y se conoce en la
fortaleza que saca de la oración un alma para vencer sus pasiones, para dominarse constantemente
resolviéndose a llevar una vida de contrariedad continua.
Si ese fruto sacamos de la oración, ya podemos asegurar que estamos en buen camino,
que de un momento a otro alcanzaremos esa unión hermosísima que, ya les digo, solamente la da
el sacrificio. Y entonces sí que habremos logrado la recompensa de poseer a Dios en el cielo en
unión de los bienaventurados, y, en esta vida, la tranquilidad del alma que tiene a Dios y el
verdadero triunfo de la Esclavitud en nuestros corazones.
Le pediremos a Ntro. Señor la bendición para nuestro Padrecito y para nosotros. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

194
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Por amor he de obedecer a Jesús

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 Como al que ama no es la fuerza ni los castigos quien lo obliga, sino el amor mismo, éste
sea el motivo principal por el que nos decidamos a cumplir la voluntad de Jesús; y sobre
todo tú, hija mía, y contigo todas las almas religiosas que de un modo especial deben
regalarse en manifestar sus amores a Jesús.
Punto II
 Y para que quedes bien convencida de que sólo el que se somete a Jesús es el que
verdaderamente lo ama, oye estas sus palabras: «Quién tiene mis mandamientos y los
guarda, aquél es el que me ama; y el que me ama será amado de mi Padre; y yo lo amaré
y me lo manifestaré a mí mismo.»
Punto III
 Y como uno de los discípulos preguntara al Divino Maestro por qué a ellos se había de
manifestar y no al mundo, Jesús respondió y dijo: «Si alguno me ama guardará mi palabra,
esta es la razón, y mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él.» Como
el mundo no guarda la palabra de Dios por eso no recibe la claridad de Dios. Los
obedientes a Jesús, hija mía, tendrán en su alma el trono donde Dios reposará en ellos.
Afectos
 ¿A quién no inducirás a ser obediente, obedientísimo Jesús? Mi alma desea ser obediente;
ayúdame Señor.
Propósito
 Obedeceré a Jesús.

195
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Con gusto se trabaja por quien se ama.—Cómo se practica todo cuando se ama a Dios.Los
oficios más bajos, la curación de granos y llagas, las enfermedades asquerosas.—Las dos o tres
hermanas de una casa.—Cómo deberían portarse si amaran con locura.—Satisfacción de un día
aprovechado.—Un sólo corazón de Esclava representa a todos los corazones unidos.—La
obligación de dar cuenta de las almas que el superior les cofia.El superior descarga su
responsabilidad en Vds.—De lo que deben dar cuenta.—Cómo deben sufrir las consecuencias.—
Sus temores provienen de amor propio.—La misión de los que forman almas.—Cómo deben morir
los pobres.—Por qué es difícil hacer santos.—Las contrariedades de un superior.—Cuando muera
no pregunten de qué.—El escultor y el santo de madera.—Los santos de carne.—El amor de Dios
es el único que puede hacernos formar almas.—La doctrina de la Esclavitud será su juez.—Lo que
constituye la vocación.—Qué cosa es el hábito, el noviciado y la profesión.Lo que les dirá Dios
si no se presentan a Él con el espíritu de la Esclavitud.—«No te juzgaré yo, te juzgará mi
palabra.»Todo lo que han de hacer si aman a Dios.—Cómo han de ser las acusaciones de una
Esclava. Trabajar por amor y no por la paga miserable de una demostración cariñosa.—La falta de
espíritu y la falta de circulación. Los ojos que vigilen por todas partes.De qué modo los Padres
espirituales descansan en sus hijas.

Por amor hemos de obedecer a Dios Ntro. Señor obedeciendo a Jesús. Cuando las cosas
se hacen por amor nunca le parecen a uno pesadas ni duras, porque quien ama con gusto trabaja
y se sacrifica por la persona amada. Pregúntense Vds. a sí mismas y verán como nada les es
molesto, ni les da asco, ni les causa repugnancia, cuando se trata de hacer algo por quien quieren
con toda su alma. Pues siempre que el corazón funciona, estamos dispuestas a todo con tal de
probar que amamos, ¿no es cierto?
Por eso a las almas que aman a Dios y por Él se saben sacrificar, no les importa nada. Ni
las detiene una palabra dura, ni les hace mella aguantar una humillación, ni se asustan porque las
desprecian y, así tengan que ocuparse en los oficios más bajos o en los quehaceres más
repugnantes, todo lo hacen de buena gana y, cuando se trata de curar granos, llagas, enfermedades
asquerosas, ¡ni repugnancia les causa! Porque el amor que sienten por quien lo hacen, que es por
Dios, supera el asco que puedan sentir y lo vencen por completo.
No cabe duda, hijas mías, que es hermoso sufrir por quien se ama y que si todas amaran
con locura, daría encanto verlas en cualquiera parte que estuvieran. Vamos a suponer que en una
casa hubiera dos hermanas, o tres, únicamente, pero que supieran amar de veras, ¿no les parece
que en aquella casa reinaría el orden, la limpieza, la caridad entre unas y otras, y que parecería un
verdadero vergel?
¡Con qué encanto las vería la Divina Niña, puesto que constantemente le estarían dando
pruebas de su amor, sacrificándose a toda hora, venciendo su modo propio, respetándose unas a
las otras y vigilándose mutuamente tratando cada una de corregir sus defectos!

196
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¡Qué felices no se sentirían al ver que al terminar el día no lo habían perdido, sino que
todos sus momentos los aprovecharon! Y al retirarse de ellas ese día y marchar a la eternidad,
podía llegar a presentarle a la Divina Niña, para que Ella se lo entregara a Dios Ntro. Señor, un
solo corazón unido, pero un corazón de esclava representando los corazones de todas juntas,
porque así habían estado, todas unidas en el amor y el sacrificio.
En cambio, nada llevarán si Vds. no quieren cumplir con los deberes que se les han
impuesto, si no se humillan, si no obedecen, si cuando el superior les ha dicho:
 Ya sabes que en tal parte te pongo para que me representes. En ti descargo mi responsabilidad.
Dejo a tu cuidado estas almas que te entrego, no olvides que tienes obligación de darme cuenta
de sus filias, de los deberes mal cumplidos, de los defectos de que no hayan querido corregirse,
de lo malo que hayan hecho…
Vds. dicen:
 Mejor me callo porque temo que las hermanitas se disgusten conmigo. Temo que me pongan
mala cara. Temo que no les parezca bien y vayan a interpretar de otro modo lo que les he dicho.
Temo que me acusen y sea yo reprendida.

¡Todo eso que temen es por puro amor propio! Porque no admiten que se les corrija,
porque quisieran estar siempre obedecidas y consideradas.
Nada, hijas mías. El alma que ama a Dios más de lo que se ama a sí misma no titubea en
cumplir con lo que por Él ha aceptado y, si tiene un cargo que la obliga a vigilar y a avisar al
superior cuanto pasa dándole una cuenta detallada del comportamiento de sus hermanas, lo hace
sin temer las consecuencias. ¿Que se disgustarán conmigo? No me importa, recibo humilde lo
que me quieran decir. ¿Qué me pondrán mala cara? Me resigno y procuro suavizarlas. ¿Qué me
matarán a palos? Mejor, quiere decir que habré muerto mártir por cumplir con mi deber.
Eso es, hijas mías. Así se cumple cuando de veras se ama, porque es imposible que el
pobre superior se vuelva por todas partes ojos y pueda ver lo que pasa lejos de él. Yo les aseguro
que es terrible la misión de una persona que se propone llevar almas a la santidad. ¡Creo que todos
cuantos se han encargado de hacerlo han de haber muerto los infelices, sin hígado, sin intestinos
y sin corazón!
Es muy duro trabajar en santificar a las almas porque a ninguna le gusta que le quiten
nada de lo propio, ni que la humillen, ni que la corrijan. Todas quisieran ser santas, sí, pero sin
contrariar su voluntad y sin tomar ningún molde para no molestarse, sino quedándose cada una
tal como es.
El desgraciado superior siempre vive murmurado, juzgado con dureza, desobedecido y
contrariado perpetuamente, porque él recibe gracias especiales de Dios Ntro. Señor, por supuesto.
¡Porque no estén creyendo que el hombre puede dar algo bueno de sí mismo! Esos dones que
llega a poseer no son propios, son prestados únicamente mientras los necesita para cumplir con
los fines de Dios, y los tiene mientras Él, gratuitamente, quiere concedérselos. ¡Y esas gracias las
desperdician miserablemente las almas a quienes trata de santificar!
Así es que, cuando Vds. sepan que ha muerto, no pregunten cómo, ni de qué. Ya saben
que murió matado por sus mismos hijos, martirizado por ellos, a fuerza de luchar para infundirles
el espíritu que ellos no quisieron.

197
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¡Qué pena hijas mías, pero es la verdad! Si un pobre escultor, cuando coge un tronco de
árbol para hacer con aquella madera la estatua de un santo, se encontrara con que aquel pedazo
de madera se quejaba, gritaba, se le escapaba de las manos cada vez que le diera un golpe de
martillo o de cincel para rebajarle todo lo burdo o sobrante y, poco a poco, irle dando forma, no
duden Vds. que el santo aquel resultaría hermosísimo tal vez, pero al mismo tiempo que admiraran
la estatua, tendrían que compadecer al infeliz escultor hecho momia al lado de su obra. ¡No tiene
remedio! ¡Ahora calculen Vds. la situación del que se consagra a hacer, no santos de madera sino
de carne! Es muy difícil lograrlo, cuesta muchos sufrimientos. Solamente por el amor tan loco
que se le tiene a Dios se puede hacer.
Con que no olviden que ayer les ha dicho Dios Ntro. Señor que no será el Juez de las que
no hayan querido aprovecharse de la doctrina de la Esclavitud, sino que esa doctrina las juzgará.
De manera que si Vds. no quieren ser Esclavas por amor, si no quieren prescindir de su espíritu,
de su modo propio, de sus costumbres, si no tienen la confianza que deben tener en sus Padres,
que Dios se los ha dado para que las lleven de la mano a encontrar la santidad por medio de la
Divina Niña, no digan que son monjas por más que tengan el traje. ¡Porque la vocación no consiste
en tener un hábito y una toca hijas mías! Eso no. Ayer se lo decía yo así a una Postulante en el
retiro:
 Mira, la vocación es el hábito, el sacrificio es el noviciado y la santidad es la profesión.

Así es que Vds., las que ya son monjas sobre todo, ¿quieren serlo de veras? Tomen el
Espíritu de la Esclavitud porque, de lo contrario, llegará un día en que Dios Ntro. Señor las llamará
para ajustarles la cuenta y luego les dirá:
 Tú nunca fuiste esclava. Tú no quisiste, ni supiste, cumplir como monja, cuando más te portaste
como una seglar piadosa, como una simple cristiana, y ahora te desconozco porque mucho
tiempo te llamé, ofreciéndote mi amor, mucho tiempo te dimos enseñanzas, mucho tiempo te
rogué que aprovecharas mi doctrina, y nada quisiste y todo lo despreciaste. Ahora, no te juzgaré
yo, te juzgará mi palabra; no te juzgaré yo, te juzgará el Reglamento; no te juzgaré yo, te
juzgarán los mandatos de tus superiores que nunca obedeciste.

Si no quieren oír de la boca de Dios Ntro. Señor esas palabras, procuren, hijas mías, que
de hoy en adelante funcione el amor en sus corazones y así podrán decirle a Dios con todo su
corazón:
 Porque te amo mucho, voy a sufrir contenta. Voy a ser dócil y obediente a cuantos me manden.
Voy a dar una cuenta exacta de los defectos que note en mis hermanas, pero, a la vez, la daré
llena de caridad, y siempre atenuando sus faltas, para que se vea que si la obediencia me obliga
a hacerlo, lo hago con toda la misericordia que debo tenerles. Mis acusaciones irán bañadas de
ella, y si tengo de qué quejarme siempre lo diré suavizado. Me acercaré a quien tengo que darle
cuenta de su comportamiento, y llena de dulzura le diré:
Mire V. la hermanita fulana faltó en esto, pero yo creo que fue porque materialmente no pudo
vencerse. La he visto luchar para conseguirlo, se esforzaba en cumplir mejor y no ha podido,
así es que no ha sido culpable. No ha de ser falta de voluntad, ella es débil, pero se le ve con
ganas de obedecer y trabajar.
Así se acusa hijas mías. Y de ese modo el superior verá que cumplen con su deber y que,
a la vez, no son inflexibles ni duras, sino que están siempre prontas a disculpar a las demás.

198
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
¡Cuánto agradarán a Dios Ntro. Señor y a la Divina Niña si así lo practican! Porque verán
en Vds. unas verdaderas esclavas que tienen un corazón dispuesto para amar, que tratan de
cumplir con la voluntad de Dios, y que saben ayudarles a sus Padres en la Obra que Él les ha
confiado.
Ahora, si Vds. no sienten en su corazón amor para ellos, ni se mueven tampoco a amar la
Esclavitud, sino que sólo quieren tener cabeza que gobierne todas sus acciones y que las pase
antes por su juicio duro, ¡está bien!, entonces hagan lo que buenamente puedan y no les exijo más.
Pero si quieren amar con todas las veras de su alma, y por amor quieren también obedecer a Jesús
siguiendo su voluntad, que es lo que ahora les pide, póstrense en la presencia de la Divina Niña y
a Ella ruéguenle que les dé su gracia para que cumplan con verdadero empeño, para que trabajen,
no por la paga miserable de una demostración cualquiera de cariño de la persona a quien quieren,
no por la recompensa que les pueda dar el mundo, sino solamente por Dios, sin estarle regateando
sus sacrificios ni pareciéndoles que ya es mucho lo que se han sacrificado.
Quiero que en Vds. circule amor y deseos de Esclavitud para que así no interrumpan la
Obra de Dios. Porque la falta de espíritu en las monjas es como la falta de circulación en un
cuerpo, que le quita la vida, porque no puede tenerla si la sangre no circula. Y si está entorpecida
la circulación tampoco hay en aquel cuerpo una vida buena, sana, que demuestre salud. Así pasa
en la vida religiosa.
Por eso, hijas mías, luchen para hacerse al molde que Dios Ntro. Señor las quiere para
que le den vida a la Congregación. Y en los cargos que ocupa cada una, ¡háganse responsables de
las almas que estén a su cuidado! Si tienen tres, a esas tres las vigilan y no dejan de dar cuenta
estricta de cada una de sus acciones. Y si tienen dos, con esas dos están obligadas a hacer lo
mismo. Esos cargos los desempeñan Vds. por voluntad de sus Padres espirituales y, si ellos
confían en sus hijas, es justo que esas hijas lo sean de veras, secundándolos en sus esfuerzos,
ayudándoles a encarrilar a las almas, para que así puedan decir ellos que, en cada una de sus hijas
tienen ojos que vigilen por todas partes, que cuiden de los intereses de la Obra que son las almas,
y que sepan con una suma dulzura llevarlas a la santidad.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor para nuestro Padrecito y para nosotros. En el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y de la Divina Infantita. Amen.

199
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Sometiéndome a Jesús todo lo alcanzaré del Padre

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I

 ¡Qué hermosa es la obediencia de Jesús hija mía; ella es la gran demostración del amor!
«Este es el amor de Dios que guardemos sus mandamientos», dice S. Juan. Y para que no
temamos manifestar que amamos obedeciendo, añade el mismo discípulo del amor: «Los
mandamientos del Señor no son pesados». Y Jesús nos dice: «Mi yugo es suave y mi
carga ligera.»
Punto II
 Oye hija mía, oye al Esposo que habla al corazón. «Si me amáis, guardad mis
mandamientos.» Y, aunque antes nos ha dicho que es fácil cumplir sus mandatos, oye, y
aprenderás cómo está dispuesto a corresponder a los que le obedezcan. «Todo lo que
pidiereis al Padre en mi nombre, yo lo haré, para que sea el Padre glorificado en el Hijo.
Si algo me pidiereis en mí nombre, lo haré.» ¿No te admira tanta generosidad? Todo, sin
excepción, lo dará a los que obedezcan su santa Ley que es yugo suave y carga ligera.
Punto III
 Ahora puedes entender bien, hija mía, por qué los obedientes son invencibles para sus
enemigos y vencedores siempre de Dios. «El varón obediente cantará victorias.» Es
porque Dios está dispuesto a darlo todo a ellos y, si necesitan defensa, Él los guarda como
a las niñas de sus ojos y los protege como la gallina a sus polluelos, debajo de las alas.
Afectos
 Si el puro amor no nos obligara a ser obedientes, ¿quién no lo fuera por alcanzar todo de
Ti? Señor, que yo sea obediente, que mí corazón sea conforme al tuyo para que yo pueda
decir que Tú eres mí ayuda y mí defensa.

201
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Propósito
 Obedecer mucho a Jesús si quiero conseguir mucho de Dios.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Alegría del que trabaja por amor.—Hasta la obediencia es suave para el que ama.Los
sacrificios son la leña que aviva el fuego del amor.—La obediencia a quien no amamos, es dura y
difícil.Cómo es la obediencia del Esclavo.—Cómo suaviza Dios las penas cuando las sufrimos
por Él.—Por qué tenemos que sufrir todavía —Cómo debemos recibir los sufrimientos.Cómo
nos dan la Sagrada Comunión.—Cómo deberíamos acercarnos a comulgar, y cómo nos obligan a
hacerlo.—Lo que deben hacer Vds. hoy que viven al lado de sus Padres.—Necesidad de que la
Obra crezca.—Las hijas formadas por Vds.—La fuerza y el amor de los Fundadores no la da Dios
a todos.—Ellos les aprietan a sus hijos.—A qué se debe que el espíritu se vaya perdiendo.Los
caracteres arrebatados.—Lo que mañana serán los Esclavos y Esclavas si Vds. no se
aprovechan.—Los triunfos que consigue el amor.A Vds. las humillan sus Padres.—A sus Padres
los humillan otros para hacerlos santos.—El efecto de las piedras tiradas desde afuera por los que
fueron hijos.—San Benito y sus hijos.La cabeza de Goliat.—El bien que nos resulta.—La Obra
resucitando sin cabeza y con puro corazón.Besar la mano de los Obispos que nos azotan.—La
víctima aceptada prueba que la Esclavitud le es grata a Dios.—En ella y por ella derramará gracias
Ntro. Señor sobre nosotros.—Hacer todo por amor.La más difícil gracia de adquirir es la
perfecta obediencia.—El vencimiento más enérgico y la más perfecta de las virtudes.

«Mi yugo es suave y mi carga ligera», nos dice Ntro. Señor. Y es cierto que para quien
ama a Dios, nada es pesado, por eso cumple con alegría sus mandamientos. Nada se hace difícil
al corazón cuando arde en él la llama del amor. Y hasta la obediencia, que pudiéramos decir que
es lo más duro de todo puesto que nos obliga a sujetarnos al mandato de cualquiera, a tolerar sus
imprudencias, a ser tratados con severidad y hasta con injusticia, se hace suave y agradable al
alma que quiere amar a Dios Ntro. Señor.
Pero, hijas mías, para que ese amor funcione siempre en nuestros corazones necesitamos
avivarlo constantemente. Y, ¿de qué manera? Procurando que no le falten sacrificios, porque ellos
son como la leña que se ha de consumir para alimentar ese fuego perpetuamente sin dejar que se
apague.
La obediencia es difícil, sobre todo cuando hay que obedecer a personas a las que no se
les tiene cariño. ¡Entonces es cuando se hace pesado! Porque obedecer a quien amamos no nos
cuesta trabajo, al contrario, siempre se ejecuta con gusto el mandato de la persona querida y, por
duro que sea, a quien ama le parece agradable. Pero no sucede lo mismo cuando tenemos que
sujetar nuestra voluntad a la de un superior que no nos quiere ni le tenemos confianza, ni lo

202
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
obedecemos por amor. ¡Mucha abnegación se necesita en esos casos para vivir obedeciendo con
una obediencia de esclavo, es decir, sin murmuración, sin réplica, sin demora y sonriendo siempre,
ante un mandato duro o imprudente, dado, tal vez, con acritud!
Así tendrán que practicarlo las esclavas. Pero a medida que más se venzan y se humillen
por amor de Dios, Él mismo les va haciendo tan dulce y agradable el sufrimiento que llegará un
momento en que ni sientan que sufren, ni les parezca que se han vencido, ni les lastime el
desprecio. Y entonces se convencerán Vds. mismas de que Dios no nos engaña al decirnos que su
yugo es suave y su carga ligera al que la lleva con paciencia y por su amor, porque el Señor
suaviza de tal manera las penas y mitiga tanto lo amargo de la tribulación, que ya les digo, nos
hace creer que ya ni sufrimos y encontramos goce en el mismo sufrimiento. En cambio, hijas
mías, para el que no ama, todo es duro. El yugo de Ntro. Señor lo encuentra pesado y la carga le
parece insoportable.
¡Mucho hemos de sufrir todavía, porque nos falta muchísimo para ser santas! Y Dios
quiere que todos los sufrimientos los recibamos llenas de alegría y con la tranquilidad del que se
sacrifica por cumplir su voluntad santísima.
¿Acaso, hijas mías, no es muy penoso para nosotros ver que, al darnos la Sagrada
Comunión, no nos la dan, sino que materialmente nos la botan? Porque así lo hacen los Padres
que vienen y que no son de nuestra Congregación. ¿Cómo es posible no sufrir cuando, al
acercarnos a comulgar, lejos de ir tranquilas y recogidas, tenemos que ir prevenidas, con los ojos
abiertos, pendientes del sacerdote, teniendo que estar como el que juega a la pelota, atinando el
momento en que bota y se desprende de las manos del compañero para cogerla? Porque así nos
dan la Sagrada Forma. Y nos da miedo que nos la arrebaten.
¡Es muy doloroso, hijas mías! Tanto por nosotros, cuanto por pensar que esos sacerdotes
sean tan duros y tan poco atentos siendo, como son, hijos de un Padre que era todo dulzura y
suavidad.
Eso han de ver Vds. ahora que empiezan y que viven al lado de sus Padres, para que
procuren beber materialmente hasta saciarse el espíritu que han de impregnar después en otras
almas, que tendrá que ser, aún sin necesidad de que sus Padres se mueran, porque yo supongo,
que todas tendrán ganas de que crezca la Congregación y no de que nos quedemos como estamos
ahora, ¿no es cierto?
¡Pues bueno!, siendo así, las que hoy están alimentándose de la verdadera doctrina de la
Esclavitud irán mañana a repartirla en otros corazones, a establecer otras casas. Y será muy triste
que las hijas que vengan después, formadas por Vds., no tengan el mismo espíritu nuestro porque,
como Vds. no se impregnaron bien de él, no lo pueden dar a las otras.
Es preciso que se convenzan, hijas mías, de que la fuerza para el sacrificio y la locura de
amor que Dios pone en los Fundadores de una Obra suya, no se las da a todos, y que sobre ellos
derrama gracias abundantísimas para que puedan pasar sin temor por todos los obstáculos que se
les presenten, que son muchísimos. Les da también una gran energía para apretarles a sus hijos y
santificarlos, y si luego, poco a poco, se va perdiendo el espíritu en las Congregaciones religiosas,
es debido a que las almas que vienen después van pasando de las manos de un superior a las de
otro. ¡Y esos superiores no corrigen como los Padres porque temen que se disgusten las personas
a quienes tienen que corregir! Se asustan, no tienen fortaleza para hacerlo, se conforman con

203
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
encomendarle a Dios la corrección de los defectos que observan. Y de ahí viene que van dejando
a cada alma con sus propios defectos. Y después resulta una comunidad en la que cada uno tiene
su modo de ser, su modo de obrar, sus costumbres, y por ese modo se gobiernan.
Por eso sucede que pasan los años, el espíritu se va perdiendo, y vemos unos hijos que en
nada se parecen a los Padres. Yo no les diré que estos sacerdotes hagan así las cosas por maldad,
ni porque le tengan poco respeto al Sacramento. ¡Eso no! ¡Ellos son buenos! Pero son caracteres
de esos a los que todo les gusta pronto, que las cosas se hagan con violencia, y en eso llegan a
parar, en que son arrebatados hasta para tratar a Dios Ntro. Señor.
¡Qué pena me da pensar que así llegarán también a ser los esclavos si Vds., que son las
primeras, no quieren aprovecharse del espíritu de la Esclavitud, y que, con el tiempo, no formarán
sino una reunión de almas violentas, caprichosas, que se quedarán con sus defectos, con su dureza,
con sus pasiones, con su espíritu propio, porque no tendrán Vds. energía para hacer que practiquen
el vencimiento y lleguen a dominarse por completo!
Por eso, Vds. aprendan a vencerse, luchen sin descanso, perseveren cada día en el
propósito que se hayan formado, para que así, poco a poco, se vayan corrigiendo, hoy de un
defecto y mañana de otro. ¡Pero ya saben que la lucha ha de ser constante! De manera que han de
proponerse, por ejemplo:
 Hoy he de vencerme a cada momento para combatir mi principal defecto. ¿Cuál es? ¿Que soy
violenta de genio? ¿Sí? Pues ahora no me he de enojar.

A poco rato, como son tan débiles, sienten coraje por cualquier contrariedad, y vuelven a
decirse:
 He dicho que no me he de enojar, ¡no me he de enojar!, ¡no me he de enojar!
¿Se acabó ese día y no se enojaron? ¡Pues fue un triunfo que consiguió el amor! Entonces
se vuelven a proponer que no se van a enojar y, además, van a luchar con otro defecto. Vuelven
a estudiar cuál será bueno y supongamos que quieren platicar. Pues dicen llenas de energía:
 Voy a guardar un silencio estricto.

Y si se les presenta ocasión de hablar, se callan y guardan silencio. Cuantas veces sientan
deseos, dicen:
 Me he de vencer, me he de callar.

Esa es la única manera de luchar con fruto y de llegar a practicar el vencimiento. No


hemos de murmurar nunca ni de quien nos mande, ni de quien nos corrija, ¡ni siquiera de los
enemigos que nos injurian! Porque el alma que ama a Dios no murmura, todo lo sufre sonriendo
y llena de alegría. ¿No ven, hijas mías, que si no tuviéramos quien nos maltratara y nos colmara
de humillaciones, jamás seríamos santas?
Vds. tienen Padres puestos a su lado por Dios Ntro. Señor para que las corrijan y les
enseñen a amar el desprecio, haciéndoles ver que es el único medio de santificarse y ser humilde,
y tolerar todo por amor. Pero esos Padres necesitan, a la vez que trabajan en la santificación de
sus hijos, ser también ellos unos santos. Y, como los hijos que los aman no los van a despreciar
ni a hacerles ver sus defectos, ni a humillarlos para darles la santidad que les falta, por eso permite

204
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Dios que haya otros que, habiendo sido hijos, se separen de su lado para apedrearlos y ver el
efecto que hacen esas piedras tiradas desde afuera.
A San Benito, ¿no trataron de envenenarlo sus mismos hijos? Pues así a nosotros, los que
en un tiempo se llamaron hijos, son los mismos que ahora se han vuelto contra nosotros para
cortarnos la cabeza, como a Goliat, y ponerle precio creyendo que nos hacen un mal. Y lo que
resulta es que cuando ellos creen que la Obra ya murió, que le han dado el golpe de gracia, que
tirándole a la cabeza la matan, se encuentran con que hemos resucitado sin cabeza, pero con puro
corazón. Y ese corazón está cada vez más encendido en el amor y, por consiguiente, más firme,
más resuelto, más abnegado para el sufrimiento.
¡Nada podrán hacernos, hijas mías, por más mal que nos quieran! Y si los mismos que
debían ser nuestros Padres, como son los Obispos, son los primeros que nos tiran a muerte y se
ponen de parte de nuestros enemigos, ¡besemos la mano con que nos azotan y nunca los
murmuremos! Al contrario, pensemos siempre bien de todos y, agradeciéndoles lo que nos hacen,
pidámosle a Ntro. Señor por ellos diciéndole:
 ¡Bendito seas porque me quieres mucho; me quieres santa y permites que haya quien se ocupe
en reclamarme que debo serlo, proporcionándome los medios de santificarme!

¡Jamás desmayemos! Ntro. Señor nos ha demostrado que nos ama y acepta todos nuestros
sacrificios. Y nos ha dado pruebas de que la Esclavitud le es grata desde el momento que ha
aceptado, con tanto amor, la víctima ofrecida voluntariamente por sí misma y que se sacrificó por
el amor a la Obra de Dios. En ella y por ella derramará Ntro. Señor de hoy en adelante gracias
abundantísimas sobre nosotros, no lo duden, pero es preciso que a toda hora nos encuentre prontas
a darle cuanto nos pida.
Sean humildes por amor. Estudien cómo han de vencerse por amor. Sacrifíquense en aras
de ese amor. De esa manera jamás encontrarán pesado el sacrificio, siempre les parecerá dulce y
agradable el sufrimiento y llegarán a adquirir lo más difícil, que es la perfección en la obediencia
que consiste en obedecer a todos, en obedecer sin murmuración, sin réplica y prontamente.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, vamos a rogarle que nos ponga en disposición
de practicar esa virtud que nos ha de hacer santas y esclavas, y que, como es la más perfecta de
las virtudes, es también la más difícil. ¡Porque es duro, hijas mías, no tener en la vida más voluntad
que la de la persona que quiera mandarnos, sin fijarnos siquiera en si esa persona es fuerte de
genio, es de carácter brusco, de poca educación, o si nos trata mal, sin consideración ninguna!
Por eso se santifica el que obedece, porque vive haciendo el vencimiento más enérgico.
Pero, por eso también, deben procurar incendiarse cada vez más en el amor de Dios, avivarlo en
su corazón, echarle leña de tribulaciones, de sufrimientos, de contrariedades. Y, una vez
encendido ese fuego, procurar que no se apague. Porque si Vds. llegan a ser locas de amor por
Dios Ntro. Señor y locas de amor por la Divina Niña, poco les importará ya ofrecer el más heroico
de todos los sacrificios, el de inmolar su propia voluntad, su propio juicio, su corazón entero, en
aras de la obediencia que las hará verdaderas esclavas, y le dará el triunfo más completo a la
Esclavitud.

205
.
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

El ejemplo de los Apóstoles y de los Mártires nos induce a


someternos a Jesús

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 Considera hija mía cómo se han sometido a la voluntad del Divino Esclavo todos los que
más han luchado por la gloria de Dios. Recuerda en primer lugar a los Apóstoles, «venid
y seguidme», oyen que les dice Ntro. Señor, y dejando todo, lo siguieron. Y si
cobardemente hicieron con Ntro. Señor antes de recibir la confirmación de la gracia del
Apostolado, después que el prometido Espíritu Santo descendió sobre ellos, con la
sabiduría recibieron también la fortaleza para dar testimonio de Cristo en la Judea y
Samaria, y en los últimos confines de la tierra, dando todos generosamente sus vidas por
confesar a su Divino Maestro.
Punto II
 ¿Y qué diremos en especial de S. Pablo? Toda la expresión de la correspondencia del
gran Apóstol, se manifiesta en estas palabras, «Señor, ¿qué quieres que haga?» Y porque
Dios quiso hacerlo vaso de elección y doctor de los Gentiles, recorrió toda la tierra
sufriendo toda clase de trabajos y fue tres veces azotado, y una vez apedreado, y tres
padeció naufragio. Y por mucho que fuera el trabajo que realizar o la pena que sufrir,
nada lo separó de la caridad de Cristo y murió a manos de verdugos que lo decapitaron
por confesar a su amoroso Jesús.
Punto III
 ¿Y qué sentiremos, hija mía, al considerar nuestra flaqueza, comparada con la fortaleza
de los Mártires que, en tan acerbos tormentos, dieron sus vidas teniendo en ello su alegría,
porque eran habidos dignos de padecer por Cristo? Hombres esforzados, niños inocentes,

207
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
mujeres inermes, candorosas vírgenes, de toda clase y condición, fueron llamadas las
almas a confesar a Cristo y no dejaron de hacerlo ante los tormentos y la muerte.
Afectos
 Jesús mío, ayudado de tu gracia espero seguir el camino que Tú me señales; porque, Señor,
aunque nos cueste la vida seguirte a Ti, Tú tienes palabras de vida eterna.
Propósito
 Vivir tan obediente a Jesús, que no tema dar la vida por El, si tal fuera su divina voluntad.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Debilidad de los Apóstoles.—Su fortaleza debida al Espíritu Santo.—Los verdugos del tiempo
de los mártires.—Los Esclavos mártires y verdugos de sí mismos.— Las almas que se aborrecen
a sí mismas.—Esas alcanzan la suma perfección.—Qué cosa es ser verdugo de sí mismo.—El
prestigio, la dignidad, el honor bien puesto, la disculpa, se oponen al martirio.Las cartas de
nuestro Padre y el disgusto que les causa si no se las he leído.—Lo que contestan algunas si algo
se les pregunta.—A qué grado nos debemos despreciar.—Cómo se forja una alma para el
martirio.—Fortaleza de las almas que se nutren con el sacrificio.Las tribulaciones de Dios, las
penas de los prójimos y las astucias del demonio.—Lo que yo les pido.—El más terrible martirio
del alma y la sonrisa en los labios.—Lo que les ofrezco en cambio.—El valor del vencimiento
constante delante de Dios.— El mérito de las lágrimas contenidas.—Nuestro martirio convencerá
al mundo de la santidad de la Obra.Por qué no me gusta decirle a la Niña, Inmaculada.Los
diminutivos para hablar de Ella.—El nombre que embona bien en mi alma.—Lo que ofrecen de
palabra y niegan si Dios les pide.Las santas chiqueadas.—El mártir que tenemos en el cielo y
nuestra unión con él.—Por qué deseaba morir.—A quién conquistó con su martirio.—Todas nos
podemos unir a él.Cómo se ocupan de nosotros las potencias del alma de Luisito.

Los Apóstoles fueron débiles mientras no recibieron la fortaleza que les comunicó el
Espíritu Santo, pero en cuanto ese Divino Espíritu les dio su gracia, tuvieron valor para ir por
todas partes a predicar a Jesucristo y a sufrir el martirio por confesarlo, puesto que murieron
mártires de la fe cristiana.
Entonces, hijas mías, hubo hombres que, por permisión de Dios Ntro. Señor, hicieron el
oficio de verdugos para atormentar a sus mártires, pero hoy no necesitamos que otro venga a
martirizarnos, sobre todo a los que pertenecemos a la Esclavitud de la Divina Infantita, porque a
los Esclavos y Esclavas nos pide Dios que hagamos a un mismo tiempo el oficio de mártires y el
de verdugos de nosotros mismos.

208
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
El hombre que sabe ser verdugo de sí mismo alcanzará la suma perfección, que consiste
en vivir sujeto a una suma obediencia con un juicio completamente rendido. Las almas que llegan
a esa perfección han sabido despreciarse y aborrecerse a sí mismas para sacrificarse y vivir
mártires por Dios Ntro. Señor, y entonces Él, a medida que más ve que se abajan, más las levanta
y las santifica sacándolas de su estado de miseria, porque las ve resueltas a sufrir por su amor
contrariando sus gustos, hasta los más insignificantes, venciéndose constantemente y tan amantes
del sacrificio que no se apartan un minuto de él. ¡Todavía no sueltan uno, cuando ya están
pensando en abarcar otro!
Eso es lo que se llama vivir mártir y ser verdugo de todos nuestros actos de conveniencia,
de amor propio, de todos nuestros deseos de ser queridas, consideradas, tenidas en buen concepto.
Esas almas son verdaderamente valientes y heroicas para la virtud y llegarán a alcanzarla, pero
las que no quieren sacrificarse porque prefieren no contrariar su voluntad, las que apetecen
honores y contemplaciones, las que no se ocupan más que de sí mismas, de su prestigio, de su
dignidad, de que su honor quede bien puesto y se disculpan sin cesar cuando se les corrige porque,
¡cómo ha de ser posible que los demás vayan a creer que ellas han hecho semejante cosa! ¡Eso no
pueden permitirlo! Esas, nunca llegarán a ser mártires de la Divina Infantita porque se aman
demasiado y no toleran que se les trate con indiferencia, ni pueden ser felices si no se les consulta
todo y se les hace depositarias de cuanto sucede en la casa, hasta de lo más íntimo.
Supongamos que se recibe una carta de nuestro Padre y que no se informan de ella porque
no se les ha dicho, ni se les ha leído. ¡Pues ya las tienen Vds. contrariadas, de mal humor! Y si
algo se les pregunta, contestan llenas de sentimiento:
 Yo nada sé. Vivo aquí, estoy en la casa, pero ignoro cuanto pasa en ella, porque estoy en el
último lugar, nadie se ocupa de mí, todo el mundo me desprecia.

¡Eso no es más que soberbia! Puro amor propio que se siente herido, que se lastima
cuando se nos figura que nos han despreciado. Y ese amor es precisamente el que hay que
combatir con toda energía, porque, mientras no esté dominado, nuestras almas no podrán
adelantar espiritualmente. Tanto hemos de llegar a despreciarnos y a no pensar en nosotros que si
nos tratan mal digamos:
 ¡Muy bien hecho! Se lo agradezco mucho a la persona que me maltrató, porque no merezco ser
tratada de otro modo.

Si nos desprecian:
 ¡Muy bien hecho! Dios se lo pague a quien me despreció, porque así me iré enseñando a
humillarme.

Si nos injurian:
 ¡Muy bien hecho! No me quejo, agradezco la injuria y todavía me parece poco.

Si ocupamos el último lugar y siempre nos tienen como olvidadas:


 ¡Muy bien hecho! Porque ese, y no otro, es el puesto que me corresponde.

No se les olvide que la santidad del alma se alcanza a fuerza de palos y de sufrimientos,
porque no puede haber santos formados con dulces, con caramelos o con chiqueos, ¡no, hijas
mías! A fuerza de golpe y humillaciones es como se forja una alma para el martirio, pero eso sí,

209
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
tanto es lo que la fortalece el sacrificio, que puedo asegurarles, que las almas que viven
nutriéndose en él, que no lo abandonan un instante, que a toda hora están pensando cómo
duplicarán sus sacrificios, cómo se martirizarán más, llegan a tener un temple y una resistencia
que, después, están firmes para soportar todo lo que Dios Ntro. Señor quiera mandarles de
tribulaciones, todo lo que los hombres les hagan sufrir por permisión divina y todo lo que el
demonio invente contra ellas lleno de astucia tratando de perderlas.
Es fuerte lo que yo les pido a Vds., hijas mías, no cabe duda. ¡Se trata nada menos que
del martirio del alma! El más constante, el más terrible y, sin embargo, sufrido siempre con la
sonrisa en los labios. Pero a cambio de esa abnegación de sí mismas, les ofrezco la santidad
segura, pronta y perfecta.
¿Acaso ignoran Vds. el valor que delante de Dios tiene el vencimiento que hacemos para
contrariarnos sin descanso, para rendir nuestro juicio, para doblar nuestra voluntad al grado de no
concederle ni la más insignificante libertad? ¿No creen que tienen mérito esas lágrimas contenidas
cuando se siente necesidad de llorar para desahogarse, porque el corazón está lleno de pena y de
amargura, y que el vencimiento no las deja asomar a los ojos siquiera? Todo eso le habla a Dios
muy alto, hijas mías, para concederles a las almas que así se sacrifican por Él un sin número de
gracias. Y, además, también le hablará muy alto al mundo respecto a la santidad de la Obra,
porque no crean Vds. que se va a convencer de otra manera.
Por mucho que todas se empeñaran en probar con palabras que la Divina Infantita es la
Inmaculada Concepción en el primer momento de su ser, no lograrían persuadir a ninguno de los
que se oponen a su devoción porque están ciegos y no quieren soltar la venda que les cubre los
ojos. Así es que aun cuando Dios Ntro. Señor nos concediera la gracia de poder escribir muchos
libros con citas de grandes autores y probado, hasta la evidencia, que la Divina Infantita es la
Inmaculada Concepción, todavía así, no se convencerían, sino que buscarían medios de refutar
aquello. ¡Porque así son los hombres cuando se empeñan en algo y no se atienen sino a su propio
juicio! Pero sí se convencerán cuando vean que hay almas que quieren ser mártires por confesar
que la Divina Infantita es la Inmaculada.
¡Y la verdad es que a mí, ni me gusta decirle a la Divina Niña Inmaculada Concepción!
Porque siento pena. Me parece que la trato así, como con mucha seriedad, pues siempre he estado
acostumbrada a hablar de Ella en diminutivo y, como no podría decirle la Inmaculada
Concepcioncita para demostrar que es chiquita, acabada de nacer, por eso me gusta más decirle
Divina Infantita. ¡Y ese nombre sí embona perfectamente en mi alma porque encuentro que es el
más adecuado para Ella!
Pues bueno, hijas mías, para demostrarle al mundo quien es la Divina Niña es para lo que
nosotros trabajamos. Y por lograrlo, todo sacrificio debe parecemos corto. Pero no se conformen
con decirle de palabra:
 ¡Divina Infantita, por tu amor haré cuanto quieras! Pide sacrificios, soy tu esclava, y a toda
hora diré que es una dicha incomparable la que se goza viviendo cerca de ti.
Y, después, cuando Ntro. Señor les diga:
 El sacrificio que te pido es éste, que seas verdugo de ti misma

No se vayan para atrás y llenas de cobardía le contesten:

210
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
 Mira Señor, eso sí no me es posible; me quiero mucho, no puedo sufrir un desprecio, no aguanto
el vivir olvidada de los demás, y tratada sin consideraciones; eso sí que es superior a mis fuerzas.
Porque lo que demuestran con eso es su mucha soberbia, su poca voluntad para el martirio
y la imposibilidad en que están de ser monjas si no se vencen. Porque monjas soberbias, ¿para
qué las quiere la Divina Niña? Mientras quieran ser santas chiqueadas, consideradas, rodeadas de
contemplaciones, ríanse Vds. de la santidad que consigan, porque es completamente imposible
hacer santas de esa manera.
Si de veras apetecen santidad, se han de llegar a ver abatidas, tratadas con dureza,
humilladas por todos lados y, si hasta en la oración se sienten llenas de sequedad, si ni allí
encuentran consuelo, si buscan a Dios y hasta de Él parece que están despreciadas, todavía han
de manifestarse fuertes y serenas y en lugar de quejarse digan, llenas de humildad:
 No le hace, tengo lo que me merezco únicamente.
Con palabras, vuelvo a decirles, no convencerán a uno solo de los que se oponen a la
Esclavitud, ni lograrán ver el triunfo de ella. Convénzanse de que solamente el martirio
continuado nos dará una victoria completa sobre los enemigos de nuestra Obra, y que solo una
cosa hay que sí la entienden los santos, que sí la comprenden los hombres, y que la aprecia Dios,
y es la santidad de la virtud. ¡Con esa convenceremos al mundo entero de la santidad de la
Esclavitud de la Divina Infantita!
¿Cómo alcanzaremos esa gracia? Ya lo saben, sacrificándose perpetuamente, no
esperando que llegue un día especial con el aviso de Dios Ntro. Señor para ser santas, porque para
eso no hay espera. Todos los días son exactamente iguales y en cualquiera podremos alcanzar la
santidad si sabemos aprovecharlo y logramos que vaya lleno de buenas obras, para que antes de
perderse a las doce de la noche, que es cuando termina y cae a la eternidad, vaya delante de Dios
Ntro. Señor a llevarle perfumes de virtudes, perfumes de vencimientos, y se presente sellado con
puros actos de amor y de martirio.
Martiricémonos, hijas mías, siempre contentas. Y de esa manera nos uniremos al mártir
que ya tenernos en el cielo, que es Luisito. No duden que el primer mártir de la Esclavitud, que
tan ardientemente deseaba morir por confesar la santidad de la Obra y proclamar a la Divina
Infantita conquistando a los moros, murió conquistando a los mexicanos y enseñándoles cómo se
sacrifica el que sabe ser mártir de la fe. Él no se ha separado de nosotros hijas mías;
constantemente está unido con todas las que se sacrifiquen porque, aunque es verdad que murió,
fue solamente su cuerpo, puesto que su alma vive eternamente y está llena de gracia y de santidad.
Y como el alma tiene tres potencias que viven también unidas a ella y son la memoria, el
entendimiento y la voluntad, no podemos dudar que Luisito está unido a nosotros
inseparablemente, porque su memoria jamás podrá olvidarse de lo que tanto amó, su
entendimiento no dejará de entender la Obra, y su voluntad siempre estará pronta para nosotros.
Por eso él se encargará, con gusto, de pedir cuantas gracias necesite la Esclavitud. ¡Y le serán
concedidas por Dios Ntro. Señor en abundancia!
Ya que el mártir que está cerca de Dios pide por la Obra, hijas mías, nos uniremos
nosotros a sus peticiones, pero no nada más pidiendo, sino martirizándonos todas como él se
martirizó, para que así todos nuestros martirios sean ofrecidos por él, le sean gratos a Dios Ntro.
Señor y a la Divina Niña, y ellos vean que así probamos que es verdadero nuestro amor por la

211
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Esclavitud y estamos resueltas a dar la vida por ella si es necesario, porque la amamos con todas
las veras de nuestra alma.
Postradas en la presencia de la Divina Niña, ya que Ella quiere que hagamos las veces de
los Apóstoles instruyendo y salvando a las niñas para llevarlas a Dios Ntro. Señor, y que, además
de ser apóstoles para las almas, quiere que nos martiricemos por su amor, vamos a pedirle que
nos alcance la gracia de aborrecernos a nosotras mismas para que de esa manera suframos con
valentía todo el martirio que Dios quiera hacernos sufrir, para que no le temamos al desprecio, ni
nos causen pena las injurias, ni nos importe vernos humilladas, maltratadas, ocupando los últimos
lugares. Y mientras nos vamos acostumbrando a todo lo duro, como la carne es carne y tiene que
dolerte, corramos al Sagrario, pero no vayamos solas, sino de la mano de la Divina Niña, y allí
tomaremos fuerzas, allí recibiremos consuelos y, al mismo tiempo, le rogaremos a Dios que nos
enseñe a despreciarnos, que nos dé un aborrecimiento grande para todo lo nuestro y que nos diga
de qué manera debemos amarlo, ¡con cuánta finura!, ¡con cuánta perfección!, ¡con cuánto
sacrificio!, para no rehusar, ni por un momento, el vivir martirizadas por Él para darlo a conocer,
para conseguir que las almas lo amen con locura, para llevarlas al amor de la Divina Infantita y
alcanzar que en todos los corazones triunfe la Esclavitud.
Le pediremos la bendición para nuestro Padrecito y para nosotros. En el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

212
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

Meditación

Debemos obedecer a Jesús si queremos perseverar

Preludios
1. Ponte debidamente en la presencia de Dios y haz actos de fe, humildad y confianza.
2. Figúrate ahora, hija mía, que ves a Ntro. Divino Modelo que te llama y te dice: «Ven a
mí, que a más de lo que has visto y has oído que yo he hecho y hablado, quiero enseñarte
de un modo especial la Esclavitud que has de tener conmigo al Eterno Padre.»
3. Dame luces Señor para que yo entienda lo que me vas a enseñar y fuerza para ponerlo en
obra.
Punto I
 Ya que has visto premios y castigos para los que obedecen y desobedecen a Jesús
respectivamente. Vuelve otra vez, hija mía, a oír al Señor que, deseando hacernos
obedientes a toda costa, no duda en prometer a los que los sean, los mayores bienes que
Él mismo nos puede dar. «Vosotros sois mis amigosdice el Esposo, si hiciereis las
cosas que yo os mando». ¡Oh dulce amistad del Señor que se consigue obedeciendo!
Punto II
 Alma mía, entiende bien lo que es ser amiga del Amado, «Como el lirio entre espinas, así
mi amiga entre las hijas.» Y tanto ama el Esposo a su amiga que la desea con ansia y la
llama diciéndole: «Levántate, apresúrate amiga mía, paloma mía, hermosa mía, y ven.»
Los que son verdaderos amigos no pueden vivir separados, ni disfrutar regalo alguno sin
comunicarlo a sus amigos; por este motivo, cuando el Amado baja al huerto de las delicias
celestiales y allí come panal con miel y bebe vino con leche, llama a los obedientes con
estas dulcísimas palabras: «Comed amigos, y bebed y embriagaos los muy amados».
Punto III
 Y como el verdadero amor no es pasajero, sino que tiende a perseverar siempre, después
de manifestarnos Jesús que Él nos ha amado tanto como su Eterno Padre, nos dice:
«Perseverad en mi amor.» Pero, ¿cómo perseverar en el divino amor? Oídlo, almas que
trabajáis para dar testimonio de perfectísima obediencia delante de Dios y de los hombres,
«Si guardareis mis mandamientos, perseveraréis en el amor mío, así como yo también he
guardado los mandamientos de mi Padre y estoy en su amor.» Luego, el que obedece a
Jesús, persevera. He aquí, de paso, hija mía, expresada toda la virtud de aquellas
esenciales palabras de la Esclavitud, «Ad implendam Jesu voluntatem.»

213
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Afectos
 Los de un amigo para otro amigo de confianza, de comunicación intima, de sinceridad en
el obrar. Mi amigo para mí y yo para él. Ya lo he encontrado; es tan difícil hallar un
verdadero amigo, que no lo dejaré.
Propósito
 Hacer siempre todas mis obras con el ánimo deliberado de que se cumpla en mí la
voluntad de Jesús.

Reflexión y comentario

SUMARIO:

—Los nombres con que Dios llama a las almas.La sumisión que exige a sus esposas.—La mayor
intimidad es la de los esposos entre sí. La confianza, obediencia y sumisión indispensable entre
ellos.Cómo se sujeta el que ama.Cómo deberemos corresponder a la gracia de Esposas de
Jesucristo.Por qué los Asilos le dan a Dios una prueba de nuestro amor.Mi pena en la oración
de ayer.¡Son tan pocas las almas que salvamos!Respuesta de Ntro. Señor.Por diez justos el
perdón.Las gracias de Dios a las almas que escoge. Luisito y las gracias de Ntro. Señor en
él.Por qué santificó Dios pronto a Luisito.El 18 de julio lo pasará en el cielo.Bienes en la
tierra y bienes desde la gloria.Los Esclavos después de Dios a Luisito se lo deben.Lo que
Dios nos pide a cambio de sus gracias.Los confesores duros.La repugnancia de acercarnos a
quien nos trata duramente.Lo que dicen al oír que las llama a confesión.Cómo serán los
Esclavos en ese lugar.Tribunal o piscina de misericordia.Mi oración y mi pregunta a Dios de
por qué unas almas le dicen «yo te amo», y yo solo pregunto, «¿me amas?».Lo que
entendí.Las almas que se juzgan miserables no creen haber hecho nada por Dios.

Dios Ntro. Señor nos convida a ser sus amigos si lo obedecemos, y nos ofrece su amistad
como una prenda de que quiere tratar íntimamente con nosotros. En efecto, un verdadero amigo
está unido a su amigo con lazos muy estrechos, y así quiere unirse Ntro. Señor con las almas que
viven sujetas a obediencia por su amor. Por eso las llama con esos nombres tan dulces diciéndoles:
«Ven amiga mía, paloma mía». Y luego, cuando aquel alma escucha su voz y va perfeccionándose
cada vez más, entonces no solamente le dice «amiga mía», sino «esposa mía», porque es el mayor
título de intimidad que puede darle, pero también exige una sumisión completa en la que llama
su esposa.
¡Qué mayor unión puede haber en el mundo que la que existe entre dos almas que se
consagran una a la otra por medio del matrimonio! ¡En dónde pueden encontrar más intimidad
que la que hay entre el esposo y la esposa! Pero también es donde debe reinar una sujeción y una
obediencia sin límites, una confianza ciega y un amor dispuesto siempre a abnegarse y a
sacrificarse, ¿no es cierto?

214
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
Cuando dos almas se comprenden y se aman en Dios tratando de hacerse felices una a la
otra cumpliendo con sus deberes, es un encanto ver cómo se esmeran en darse gusto, cómo se
sacrifican, cómo obedecen y con cuánto gusto pierden hasta sus derechos muchas veces por tal
de que siempre reinen la paz y la unión entre ellas.
Vean Vds., cuando se ama mucho se sujeta uno con facilidad a la persona amada, por eso,
cuando dos jóvenes están para casarse, verán al hombre manifestarse sumiso a la voluntad de ella,
darle gusto en todo, hacer lo que ella ordena. ¿Por qué lo hace? Por el cariño tan grande que
sacude su corazón.
Después, al casarse, es ella la que reconoce en su esposo todos los derechos y, si lo ama,
se sujeta a cuanto él quiera ordenarle, y no tiene más afán que adivinar sus pensamientos para
ponerlos en práctica.
Eso cuando los dos sienten amor y desean mutuamente ser felices. Ahora, ¿qué deberemos
hacer nosotros cuando Dios Ntro. Señor nos dice lleno de ternura, «ven esposa mía, paloma mía,
ven a unirte conmigo y a darme tu corazón»? ¿Cómo hemos de corresponder a ese amor? Con
sacrificios nada más. Con obedecer ciegamente su voluntad viviendo sujetas a Él que ha querido
hacernos la gracia de contarnos entre las escogidas para hacernos un beneficio que no tiene precio.
¿La manera de probarle a Dios que lo amamos, será buscar para nosotras todo lo bueno,
lo que nos parezca agradable, lo que nos proporcione comodidad y regalo? No, hijas mías, todo
lo contrario. Debemos proporcionarnos lo que nos contraríe y nos haga sufrir. Luego, si tenemos
Asilos le estamos dando a Dios Ntro. Señor una demostración de amor. ¿Por qué? Porque nos
causan penas, disgustos, molestias, aflicciones, amarguras de todo género y todo eso sufrido por
Él, porque le está diciendo que nuestro corazón es todo suyo y que estamos dispuestas a dejarlo
hacerse pedazos con tal de servirlo ayudándole en la salvación de las almas.
Ayer en la oración sentía yo pena al ver que ciertamente son bien pocas las almas que
podemos salvar, y le decía yo a Ntro. Señor:
 Ya ves, ¡tanta locura por ayudarte con las almas, tanta gana de trabajar por ellas, y tan poco
fruto! porque ¡qué son ciento cincuenta o doscientas niñas en comparación de las que habría
necesidad de salvar!
Entonces, ¡sí, no me cabe duda!, me respondió Ntro. Señor que cuando quiso castigar al
mundo se hubiera conformado con encontrar diez justos y, con sólo eso, se hubiera evitado el
castigo y habría perdonado a los pueblos, y, sin embargo, no los encontró, y que si entonces
hubiera salvado a los hombres por diez justos, con más razón ahora tendrá misericordia de
nosotros y salvará a los niños que están expuestos a perderse, en atención a las ciento cincuenta
niñas que aquí se están formando y a las que procuramos enseñarles a practicar la virtud.
Las gracias que Dios Ntro. Señor da a las almas que acoge para sí, son hermosísimas,
hijas mías. ¿No les parece a Vds. muy hermosa la que hizo con Luisito? Le inspiró el deseo de
desprenderse de cuanto tenía para venir a sujetarse a su voluntad, diciéndole:
 Aquí está cuanto poseo, tómalo todo para tus pobres.
¿Acaso son gracias que Dios le da a todo el mundo? ¿A quién otro han oído Vds. decir
que se las haya dado?

215
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
No, hijas mías, cuando más, les da toques para que ayuden a una Obra suya
favoreciéndola con algo, pero el dar todo su capital de esa manera, entregándolo en sus manos,
no es una gracia que le da a cualquiera, sino a quien Él quiere escoger para sí. Por eso le he dicho
siempre que él ha sido privilegiado por Dios Ntro. Señor y que lo fue a escoger entre millares
para decirle al oído:
 Ven paloma mía, amiga mía esposa mía, tú me pides la santidad y suspiras por ella, tú no quieres
ya vivir como hasta aquí, ni toleras que en tu casa se me ofenda; tú quieres prescindir de todo
para buscar mi amor que te santificará, y yo en cambio acepto tus deseos y te llevaré a la casa
donde tengo dispuesto santificarte.

Y así ha sido, hijas mías, Dios Ntro. Señor, como para dar una prueba de que, en la
Esclavitud de la Divina Infantita, se han de santificar las almas y de que adquirirán la santidad
con prontitud si ellas se empeñan, hizo santo a Luisito en menos de dos años, ya lo han visto. El
18 de julio cumplía los dos años y ese día ya lo pasará en el cielo rogando por nosotros,
intercediendo por la Obra, solicitando de la Divina Niña las gracias que necesitamos para que así
le siga haciendo bienes a la Esclavitud después de haber hecho aquí en la tierra cuanto pudo.
Porque, es la verdad hijas mías, si mañana ven Vds. venir Esclavos que salven a las almas, que se
compadezcan de ellas, que ayuden a nuestro Padre secundándolo en todo y trabajando según su
espíritu y enteramente hechos al molde de la Divina Niña, díganme, ¿después de Dios a quien se
lo deberán? A Luisito, no cabe duda.
Pues bueno, hijas mías, ahora quiero decirles que, a cambio de esas gracias que Dios Ntro.
Señor nos da gratuitamente, no nos pide otra cosa sino docilidad para obedecer sus mandatos,
docilidad para ser dulces, porque la dureza aleja a las almas y Él quiere que nosotros no las
alejemos, sino al contrario, quiere darnos el don de una dulzura y suavidad incomparables para
atraernos la buena voluntad de cuantas personas se nos acerquen.
¿Verdad que cuando somos tratadas duramente, sentimos repugnancia grande de
acercarnos a quien nos trata así? Díganme, hijas mías, ¿cuándo se han encontrado con un confesor
adusto que las trata con dureza, que no les deja libertad de decirle nada, les gusta mucho
confesarse? ¿No es cierto que al oír las campanadas que llaman a confesión, todas se asustan y
empiezan a decir…?:
 Yo tengo miedo, yo no quisiera confesarme, yo ni tengo que decirle.
¿Eso de qué proviene? De la falta de misericordia. De que algunos sacerdotes tratan con
demasiada dureza a las almas y les hacen concebir solamente la severidad y la justicia de Dios,
precisamente en un lugar que, de por sí, causa pena y en donde, ellos, debían esmerarse en tener
mucha compasión para no dejarle ver al penitente sino la gran misericordia de Dios que siempre
está dispuesto a perdonarlos. ¡Cuántas almas no se confesarán porque estarán detenidas
únicamente por el temor de encontrar demasiado rigor en el confesor!
Verán, en cambio, cuando haya Esclavos, si es que ellos quieren serlo verdaderamente,
cómo sabrán tratar con dulzura angelical a las pobrecitas almas para que, de esa manera, pierdan
por completo el horror que les causa la confesión, cuando vean que no es el confesionario un
tribunal, sino una piscina para curar nuestra alma y que, lejos de encontrar solo reproches llenos
de dureza, hallarán palabras de perdón y de consuelo. ¡Por Dios les ruego que no sean duras, hijas

216
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto
Federico Salvador – Rosario Arrevillaga
1906

.
mías! ¡Miren que así desacreditan a Dios que es la bondad misma, la dulzura suma y la
misericordia sin límites!
Nunca piensen que han hecho mucho por Ntro. Señor aun cuando se hayan sacrificado
todo el día, porque cuando de veras se ama y se quiere amar con locura, no se regatea, ni se hace
pesado nada por fuerte que sea. Ayer le decía yo a Ntro. Señor estando en oración:
 Dime, Señor, ¿por qué hay algunas almas que siempre que se presentan delante de Ti es para
decirte quiero amarte, y andan locas por ver cómo lo consiguen? Y, en cambio, yo siempre te
estoy diciendo, ¿me amas, verdad que sí, aun cuando sea un poquito? Y a poco rato vuelvo a
insistir en lo mismo, en que Tú me ames, y siempre te lo ruego sin que, al parecer me preocupe
el amor que yo te pueda tener.
Entonces comprendí que el que esas almas deliren por amarlo, hacen bien, pues son almas
que han sabido ser muy fieles y pueden tener esperanzas, mientras que las almas pobrecitas y
miserables, como la mía, que no son capaces de hacer nada, esas, se conforman con preguntarle
a Dios Ntro. Señor:
 ¿Me amas siquiera algo? ¿Me ves con mucha misericordia? Porque eso es lo único que me atrevo
a pedirte para que así pueda yo alguna vez aspirar a la santidad, pues solamente la gran
misericordia tuya podrá hacerme santa.

Postradas en la presencia de la Divina Niña que está deseosa de llevarnos a la


santificación, le rogaremos que nos enseñe el modo de alcanzarla yendo en pos de Dios para
preguntarle con toda humildad si Él nos ama, sin estar ajustando cuentas de que tanto lo amamos
nosotros, ni si ya les ganamos en amor a los demás o nos quedamos al último de todos. Bueno es
que alguna vez se pregunten a sí mismas si aman a Ntro. Señor y sientan muchas ganas de amarlo,
pero es mejor, hijas mías, que vayan siempre a sus pies bien posesionadas de su miseria, de su
cobardía, y entonces le pregunten que si Él las ama, si son dignas de que les conceda un poco de
amor y les dirija siquiera una mirada misericordiosa.
Eso es lo que todas deben hacer, porque las almas que se sienten miserables nunca ajustan
la cuenta de lo que ellas hacen, pues jamás creen haber tenido una acción capaz de ser presentada
como un acto de amor a Dios.
Le pediremos la bendición a Ntro. Señor Sacramentado para nuestro Padrecito y para
nosotros, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

217
.
.

Derechos de autor registrados

2018 Antonio García Megía y María Dolores Mira y Gómez de Mercado.


Congregación de Esclavas de la Inmaculada Niña
Meditaciones dadas a un alma enamorada de la Esclavitud en su grado más perfecto. Federico Salvador y
Rosario Arrevillaga – Edición actualizada
Angarmegia: Ciencia, Cultura y Educación. Portal de Investigación y Docencia
Edición preparada con ocasión del proceso de beatificación del Padre Fundador de las Esclavas de La
Inmaculada Niña.
http://angarmegia.com - angarmegia@angarmegia.com
.

Potrebbero piacerti anche