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Autores:
Carolina Botella Dorta
Médico de Familia.
C. S. La Laguna-Mercedes. Servicio Canario de la Salud.
Actualizada el 03/01/2005.
Introducción
Los enemas son líquidos que se introducen por vía rectal en la porción terminal del intestino. Se pueden
emplear como evacuantes (enemas de evacuación o de limpieza, que son los más frecuentes y en los
que nos vamos a centrar), para ejercer una acción local o sistémica (enemas de retención) o con fines
diagnósticos (enemas con sustancias radioopacas). Cuando el volumen que se va a administrar es
pequeño, se denominan microenemas.
Los enemas están contraindicados en los pacientes con patología anorrectal (hemorroides dolorosas,
fisuras, abscesos) o con intervenciones quirúrgicas recientes en la zona.
Antes de llevar a cabo cualquier técnica hay que tener preparado el material que se va a emplear, que
en este caso consiste en:
Para administrar un enema de limpieza hay que seguir los siguientes pasos:
Conecte las distintas partes del equipo de irrigación, teniendo la precaución de cerrar la llave de paso.
Explíquele al paciente el procedimiento y solicite su colaboración. Indíquele que evacue la vejiga, ya que
ello reduce la incomodidad del procedimiento.
Ayude al paciente a colocarse en decúbito lateral izquierdo, con la rodilla derecha flexionada. Esta
postura, además de permitir la observación del ano, facilita que el enema fluya por gravedad a lo largo
de la curva natural del recto y del sigmoide, mejorando así la retención de la solución.
Abra la llave de paso para purgar el sistema, dejando caer la solución en la cuña. Una vez purgado el
sistema, cierre la llave de paso. En caso de que no disponga de llave de paso, utilice la pinza de Kocher.
Ponga lubricante en una gasa y pásela por la sonda rectal, lubricando unos 10 cm desde su punta.
Indíquele al paciente que inspire profundamente y que espire con lentitud, ya que así se promueve la
relajación del esfínter anal externo.
Eleve el irrigador poco a poco hasta situarlo a unos 30 cm por encima del ano. Esta
altura permite una infusión lenta y continua (la velocidad de infusión depende de la altura a la que se
coloque el irrigador: a mayor altura, mayor velocidad).
Pídale al paciente que intente retener el enema durante 10 minutos. Ayúdele a colocarse en decúbito
supino, ya que esta posición favorece la retención. Si el paciente tiene dificultades para retener la
solución, puede ayudarle presionando ambas nalgas entre sí.
Transcurrido el tiempo adecuado o antes si el paciente lo pide, ya se puede realizar la evacuación (en la
cuña o en el inodoro). Lávese las manos, enfúndese los guantes y ayude al paciente.
AGRADECIMIENTOS
Por las ilustraciones y por su revisión crítica del texto, a Mónica Botella Dorta (Licenciada en Medicina y
Cirugía. Profesora de Enseñanza Secundaria del Instituto Los Gladiolos de Santa Cruz de Tenerife).
Bibliografía