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Un agujerito en la luna

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Cuento
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Cuenta una antigua leyenda que en una época de gran calor la gran montaña nevada
perdió su manto de nieve, y con él toda su alegría. Sus riachuelos se secaban, sus pinos
se morían, y la montaña se cubrió de una triste roca gris. La Luna, entonces siempre
llena y brillante, quiso ayudar a su buena amiga. Y como tenía mucho corazón pero
muy poco cerebro, no se le ocurrió otra cosa que hacer un agujero en su base y soplar
suave, para que una pequeña parte del mágico polvo blanco que le daba su brillo cayera
sobre la montaña en forma de nieve suave.

Una vez abierto, nadie alcanzaba a tapar ese agujero. Pero a la Luna no le importó.
Siguió soplando y, tras varias noches vaciándose, perdió todo su polvo blanco. Sin él
estaba tan vacía que parecía invisible, y las noches se volvieron completamente
oscuras y tristes. La montaña, apenada, quiso devolver la nieve a su amiga. Pero,
como era imposible hacer que nevase hacia arriba, se incendió por dentro hasta
convertirse en un volcán. Su fuego transformó la nieve en un denso humo blanco que
subió hasta la luna, rellenándola un poquito cada noche, hasta que esta se volvió a ver
completamente redonda y brillante. Pero cuando la nieve se acabó, y con ella el
humo, el agujero seguía abierto en la Luna, obligada de nuevo a compartir su magia
hasta vaciarse por completo.

Viajaba con la esperanza de encontrar otra montaña dispuesta a convertirse en volcán,


cuando descubrió un pueblo que necesitaba urgentemente su magia. No tuvo fuerzas
para frenar su generoso corazón, y sopló sobre ellos, llenándolos de felicidad hasta
apagarse ella misma. Parecía que la Luna no volvería a brillar pero, al igual que la
montaña, el agradecido pueblo también encontró la forma de hacer nevar hacia arriba.
Igual que hicieron los siguientes, y los siguientes, y los siguientes…

Y así, cada mes, la Luna se reparte generosamente por el mundo hasta desaparecer,
sabiendo que en unos pocos días sus amigos hallarán la forma de volver a llenarla de
luz.

El Hada y la Sombra
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Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran la tierra,
antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un lugar misterioso
custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban
dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques,
muchos se unieron al hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a
través de ríos, pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única
salvación posible para todos.

El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el
viaje, pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta,
y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje. El
camino fue aún más terrible y duro que lo había anunciado el hada. Se enfrentaron a
bestias terribles, caminaron día y noche y vagaron perdidos por el desierto sufriendo el
hambre y la sed. Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron
por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra.
No era el más valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero
continuó junto al hada hasta el final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no
abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo "Os dije que os
acompañaría a pesar de las dificultades, y éso es lo que hago. No voy a dar media
vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser duro".

Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el
monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra,
en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio
del Guardián por el resto de sus días...

La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y expulsar a


los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues de
aquel firme y generoso compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro. Y
en su recuerdo, queriendo mostrar a todos el valor de la lealtad y el compromiso, regaló
a cada ser de la tierra su propia sombra durante el día; pero al llegar la noche, todas las
sombras acuden el lago, donde consuelan y acompañan a su triste hada.
Historias cortas para reflexionar...te
tocarán el corazón
Bienvenid@s sean.

A continuación una serie de historias cortas que nos


llenarán de reflexión y tocarán nuestros corazones:

La leyenda del verdadero amigo

Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un
determinado punto del viaje discutieron.
El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:

HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGÓ UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.

Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.

El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por
el amigo.

Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:

HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA.

Intrigado, el amigo preguntó:

¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una
piedra?

Sonriendo, el otro amigo respondió:

Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento
del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando
nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del
corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.
¡Qué hermoso sería sí todos ilumináramos los caminos de los demás![/align][/b][/font]

El saco de plumas

Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un


amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que
este había alcanzado.

Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus


calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a
quien le dijo:

"Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo


puedo hacerlo?",
a lo que el hombre respondió: "Toma un saco lleno de plumas
ligeras y pequeñas y suelta una donde vayas".

El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco


lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas.

Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado", a lo que el


sabio contestó: "Esa es la parte más fácil.
Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que
soltaste.
Sal a la calle y búscalas".
El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso
significaba y no pudo juntar casi ninguna.

Al volver, el hombre sabio le dijo:


"Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron
con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en
boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es
pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo
que hiciste".
"Cometer errores es de humanos y de sabios pedir perdón".

El árbol triste

Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un
tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con
manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices
y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol

profundamente triste. El pobre tenía un problema: No sabía quién


era.

Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano:

- Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves


qué fácil es?

- No lo escuches, exigía el rosal, es más sencillo tener rosas y ¿Ves


qué bellas son?.

Y el árbol desesperado intentaba todo lo que le sugerían y, como no


lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver
la desesperación del árbol, exclamó:

- No te preocupes, tu problema no es tan grave. Es el mismo de


muchísimos seres sobre la tierra. Yo te daré la solución: no
dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas... sé tú
mismo, conócete y, para lograrlo, escucha tu voz interior. - Y dicho
esto, el búho desapareció.

- ¿Mi voz interior...? ¿Ser yo mismo...? ¿Conocerme...? , se preguntaba


el árbol desesperado, cuando, de pronto, comprendió...

Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo
escuchar su voz interior diciéndole:

Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás


cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble y tu destino
es crecer grande y majestuoso, dar cobijo a las aves, sombra a los
viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión: cúmplela.

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser


todo aquello para lo cual estaba destinado.

Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y


sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Yo me pregunto al ver a mi alrededor...

- ¿Cuántos serán robles que no se permiten a sí mismos crecer?

- ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas?

- ¿Cuántos naranjos que no saben florecer?

En la vida, todos tenemos un destino que cumplir, un espacio que


llenar...

No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la


maravillosa esencia de nuestro ser. Démonos ese regalo a nosotros
mismos y también a quienes amamos.

Decidir y ser constantes:

En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un
chiquito tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para
encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus
compañeros.

Una mañana, llegaron y encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño


inconsciente más muerto que vivo del edificio. Tenía quemaduras graves en la
mitad inferior de su cuerpo y lo llevaron urgente al hospital del condado.

En su cama, el niño horriblemente quemado y semi inconsciente, oía al médico que


hablaba con su madre. Le decía que seguramente su hijo moriría que era lo mejor
que podía pasar, en realidad -, pues el fuego había destruido la parte inferior de su
cuerpo.

Pero el valiente niño no quería morir. Decidió que sobreviviría.


De alguna manera, para gran sorpresa del médico, sobrevivió.

Una vez superado el peligro de muerte, volvió a oír a su madre y al médico


hablando despacito. Dado que el fuego había dañado en gran manera las
extremidades inferiores de su cuerpo, le decía el médico a la madre, habría sido
mucho mejor que muriera, ya que estaba condenado a ser inválido toda la vida, sin
la posibilidad de usar sus piernas.

Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería un inválido.

Caminaría. Pero desgraciadamente, de la cintura para abajo, no tenía capacidad


motriz. Sus delgadas piernas colgaban sin vida.
Finalmente, le dieron de alta.

Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni
control, nada.

No obstante, su determinación de caminar era más fuerte que nunca.

Cuando no estaba en la cama, estaba confinado una silla de ruedas.


Una mañana soleada, la madre lo llevó al patio para que tomara aire fresco.

Ese día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el césped
arrastrando las piernas.

Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran
esfuerzo, se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco,
decidido a caminar.

Empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al
cerco. Nada quería más que darle vida a esas dos piernas.

Por fin, gracias a las oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su
persistencia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad,

primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y


después correr.

Empezó a ir caminando al colegio, después corriendo, por el simple placer de


correr. Más adelante, en la universidad, formó parte del equipo de carrera sobre
pista.

Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas
de sobrevivir, que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr,
este joven determinado, Glenn Cunningham, llegó a ser el atleta estadounidense
que ¡corrió el kilómetro más veloz el mundo!
Glenn Cunningham

Ten el valor y la fuerza para tomar tus decisiones y ser


constante a la hora de darles forma.

Eres feliz?...

En cierta ocasión, durante una elegante recepción de


bienvenida al nuevo Director de Marketing de una importante
compañía londinense, algunas de las esposas de los otros
directores, que querían conocer a la esposa del festejado, le
preguntaron con cierto morbo: Te hace feliz tu esposo,
verdaderamente te hace feliz?

El esposo, quien estaba en ese momento no estaba su lado,


pero sí lo suficientemente cerca para escuchar la pregunta,
prestó atención a la conversación e incorporó ligeramente su
postura, en señal de seguridad, y hasta hinchó un poco el
pecho
, orgullosamente, pues sabía que su esposa diría que sí, ya que ella jamás se había
quejado durante su matrimonio.

Sin embargo, para sorpresa suya y de los demás, la esposa respondió con un rotundo
- No, no me hace feliz.

En la sala se hizo un incómodo silencio como si todos los presentes hubieran escuchado
la respuesta de la mujer.

El marido estaba petrificado.

No podía dar crédito a lo que su esposa decía, y menos en un momento tan importante
para él.

Ante el asombro del marido y de todos, ella simplemente se acomodó enigmáticamente


sobre su cabeza su elegante chalina de seda negra y continuó:

- No, él no me hace feliz... Yo soy feliz....!

El hecho de que yo sea feliz o no, no depende de él, sino de mí.

- Yo soy la única persona de quien depende mi felicidad.

Yo determino ser feliz en cada situación y en cada momento de mi vida, pues si mi


felicidad dependiera de otra persona, de otra cosa o circunstancia sobre la faz de la
tierra, estaría en serios problemas.

- Todo lo que existe en esta vida cambia continuamente: el ser humano, las riquezas, mi
cuerpo, el clima, los placeres, etc.

Y así podrían decir una lista interminable.

- A través de toda mi vida, he aprendido algo:

- Yo decido ser feliz y lo demás son "experiencias o circunstancias", lo amo y el me


ama, muy a pesar de sus circunstancias y de las mías.

- Él cambia, yo cambio, el entorno cambia, todo cambia; habiendo amor y perdón


verdadero, y observando esos cambios, (los cuales tal vez puedan ser fuertes o no, pero
existen), hay que enfrentarlos con el amor que hay en cada uno de nosotros, si los dos
nos amamos y nos perdonamos; los cambios serán sólo "experiencias o circunstancias"
que nos enriquece y que nos darán fortaleza, de lo contrario, solo habremos sido parejas
de "paso".

- Para algunos divorciarse es la única solución; (... en realidad es la más fácil...)

El amar verdaderamente, es difícil, es dar amor y perdonar incondicionalmente, vivir,


tomar las "experiencias o circunstancias" como son, enfrentarlas juntos y ser feliz por
convencimiento.

Hay gente que dice:

- No puedo ser feliz porque estoy enfermo, porque no tengo dinero, porque hace mucho
calor, porque me insultaron, porque alguien ha dejado de amarme, porque alguien no me
valoró!

Pero lo que no sabes es que puedes ser feliz aunque estés enfermo, aunque haga calor,
tengas o no dinero, aunque alguien te haya insultado, o alguien no te amó o no te haya
valorado.

Ser feliz es una actitud ante la vida y cada uno decide!...

Ser feliz... depende de ti!

"El error más grande"

El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te equivocas


dejando de arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.

No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede


para seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que por temor a
equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.

No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se


equivoca la que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.
No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas, se
equivoca aquel que por temor a equivocarse no acciona.

No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se equivoca


aquel que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en el nido.

Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es buscarse a sí
mismo cada día, sin encontrarse nunca plenamente.

Creo que al final del camino no te premiarán por lo que encuentres, sino por
aquello que hayas buscado honestamente.

El ciego

Había un ciego sentado en la vereda, con una gorra a sus pies y un pedazo de
madera que, escrito con tiza blanca, decía:

"POR FAVOR AYÚDEME, SOY CIEGO".

Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas
monedas en la gorra.

Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, tomó una tiza y escribió otro
anuncio.

Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.

Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna, su gorra
estaba llena de billetes y monedas.

El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él, el que re escribió su
cartel y sobre todo, qué había escrito.
El publicista le contestó:

"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras".

Sonrió y siguió su camino.

El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía:

"HOY ES PRIMAVERA, Y NO PUEDO VERLA"

Cambiemos de estrategia cuando no nos sale algo, y verán que puede que resulte mejor
de esa manera.

Te deseo un Feliz Día... y ten en mente que todo cambio, renueva día a día tu vida...

Lo difícil es encontrar nuevas estrategias para lograr respuestas diferentes.

Decía Einstein:

"Si hace lo que siempre ha hecho, obtendrá los resultados que siempre ha obtenido"

Bastante obvio, tanto que se nos olvida...


El loco

En un pueblo rodeado de cerros habitaba un loco, la gente del pueblo le llamaba


así: "EL LOCO", ¿y porqué le llamaban así?, ¿Qué acaso hacía cosas
disparatadas, cosas raras, cosas diferentes a lo que hacen la mayoría de las
personas, al menos en ese pueblo?.
La gente al verlo pasar se reía y se burlaba de él, humildemente vestido, sin
posesiones, sin una casa que se dijera de su propiedad, sin una esposa ni unos
hijos; *un desdichado*, pensaba la gente, alguien que no beneficiaba a la sociedad,
**un inútil** comentaban otros.

Más he aquí que este viejo ocupaba su vida sembrando árboles en todas partes
donde pudiera, sembraba semillas de las cuales nunca vería ni las flores ni el fruto,
y nadie le pagaba por ello y nadie se lo agradecía, nadie lo alentaba, por el
contrario, era objeto de burla ante los demás.
Y así pasaba su vida, poniendo semillas, plantando arbolitos ante la burla de los
demás. Y he aquí que ese ser era un gran Espíritu de Luz, que poniendo la muestra
de como se deben hacer las cosas, sembrando, siempre sembrando sin esperar a
ver el fruto, sin esperar a saborearlo.

Y sucedió que un día cabalgaba por esos rumbos el Sultán de aquellos lugares,
rodeado de su escolta y observaba lo que sucedía verdaderamente en su reino, para
no escucharlo a través de la boca de sus ministros.
Al pasar por aquel lugar y al encontrarse al Loco le preguntó: _ ¿Qué haces, buen
hombre?
Y el viejo le respondió: _ Sembrando Señor, sembrando.
Nuevamente inquirió el Sultán: _ Pero, ¿cómo es que siembras?. estás viejo y
cansado, y seguramente no verás siquiera el árbol cuando crezca. ¿Para qué
siembras entonces?
A lo que el viejo contesto: _ Señor, otros sembraron y he comido, es tiempo de que
yo siembre para que otros coman.
El Sultán quedo admirado de la sabiduría de aquel hombre al que llamaban
LOCO, y nuevamente le preguntó:
_ Pero no verás los frutos, y aun sabiendo eso continuas sembrando... Por ello te
regalaré una monedas de oro, por esa gran lección que me has dado.
El Sultán llamo a uno de sus guardias para que trajese una pequeña bolsa con
monedas de oro u las entregó al sembrador.
El sembrador respondió : _Ves, Señor, como ya mi semilla ha dado fruto, aún no la
acaba de sembrar y ya me está dando frutos, y aun más, si alguna persona se
volviera loca como yo y se dedicara solamente a sembrar sin esperar los frutos
sería el más maravilloso de todos los frutos que yo hubiera obtenido, porque
siempre esperamos algo a cambio de lo que hacemos, porque siempre queremos
que se nos devuelva igual que lo que hacemos. Esto, desde luego, sólo cuando
consideramos que hacemos bien, y olvidándonos de lo malo que hacemos.

El Sultán le miró asombrado y le dijo : _ ¡Cuánta sabiduría y cuánto amor hay en


ti!, ojalá hubiera más como tú en este mundo, con unos cuantos que hubiese, el
mundo sería otro; más nuestros ojos tapados con unos velos propios de la
humanidad, nos impiden ver la grandeza de seres como tu. Ahora me retiraré
porque, si sigo conversando contigo, terminaré por darte todos mis tesoros, aunque
sé que los emplearlas bien, tal vez mejor que yo. ¡Qué Alá te Bendiga!.

Y terminado esto, partió el Sultán junto con su séquito, y el Loco siguió sembrando
y no se supo de su fin, no se supo si termino muerto y olvidado por ahí en algún
cerro, pero él había cumplido su labor, realizó la misión, la misión de un Loco.

Reflexión:
Este cuento sirve para ilustrarnos lo que muchos seres hacen en este mundo, pero
callados, sin esperar recompensa y he aquí que se requieren muchos locos en el
mundo, seres que repartan la Luz, que den la enseñanza, que sean guías en este
mundo tan hambriento de la enseñanza espiritual.

El pescador

Un banquero de inversión americano estaba en el muelle de un pueblito caribeño


cuando llegó un bote con un solo pescador.

Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano elogió
al pescador por la calidad del pescado y le preguntó ¿cuánto tiempo le había
tomado pescarlos?

El pescador respondió que sólo un de poco tiempo.

El americano luego le preguntó ¿porqué no permanecía más tiempo y sacaba más


pescado?

El pescador dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades


inmediatas de su familia.

El americano luego preguntó ¿pero qué hace usted con el resto de su tiempo?

El pescador dijo, "duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago
siesta con mi señora María, caigo todas las noches al pueblo donde tomo vino y
toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida "placentera y ocupada".

El americano replicó, "Soy un MBA de Harvard y podría ayudarte. Deberías


gastar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande, con
los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes y eventualmente
tendrías una flota de botes pesqueros.

En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías, hacer directamente a


un procesador y eventualmente abrir tu propia procesadora.

Deberías controlar la producción, el procesamiento y la distribución.

Deberías salir de este pequeño pueblo e irte a La Capital, donde manejarías tu


empresa en expansión".

El pescador preguntó, ¿Pero, cuánto tiempo tarda todo eso?

A lo cual respondió el americano, "entre 15 y 20 años".

"¿Y luego qué?"

El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte.

"Cuando llegue la hora deberías anunciar un IPO (Oferta inicial de acciones) y


vender las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico, tendrás millones.

"Millones ... y ¿luego qué?"

Dijo el americano: "Luego te puedes retirar. Te mueves a un pueblito en la costa


donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta
con tu mujer, caer todas las noches al pueblo donde tomas vino y tocas guitarra
con tus amigos".

El pescador respondió: "¿Acaso eso no es lo que tengo ya?"

MORALEJA:
Cuántas vidas desperdiciadas buscando lograr una felicidad que ya se tiene pero
que muchas veces no vemos.
La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos y no sentirnos mal por
aquello que no tenemos.
"Si lloras por haber perdido el Sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas"
¡LA FELICIDAD ES UN TRAYECTO, NO UN DESTINO!

¿Que es la riqueza?

¿Que es la riqueza?
A dos grupos de personas se les hizo la siguiente pregunta:

¿Qué es la riqueza?

El primer grupo contestó de la siguiente manera:

Arquitecto: tener proyectos que me permitan ganar mucho dinero.

Ingeniero: desarrollar sistemas que sean útiles y muy bien pagados.

Abogado: tener muchos casos que dejen buenas ganancias y tener un BMW.

Médico: tener muchos pacientes y poder comprar una casa grande y bonita.

Gerente: tener la empresa en niveles de ganancia altos y crecientes.


Atleta: ganar fama y reconocimiento mundial, para estar bien pagado.

El segundo grupo contestó lo siguiente:

Preso de por vida: caminar libre por las calles.

Ciego: ver la luz del sol y a la gente que quiero.

Sordo: escuchar el sonido del viento y cuando me hablan.

Mudo: poder decir a las personas cuánto las amo.

Inválido: correr en una mañana soleada.

Persona con una enfermedad terminal: Poder vivir un día más.

Huérfano: Poder tener a mi mamá, mi papá, mis hermanos, y mí Familia.

“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas cosas
que no cambiarías por dinero”

El Tazón de madera
El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos
le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa
comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano
hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo
de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. El hijo y
su esposa se cansaron de la situación.

-Tenemos que hacer algo con el abuelo, dijo el hijo. -Ya he tenido suficiente.
Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo.

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del
comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la
hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían
en un tazón de madera.

De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima
en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que
la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el
tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo en silencio.

Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos
de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: -¿Qué estás haciendo?

Con la misma dulzura el niño le contestó: -Ah, estoy haciendo un tazón para ti y
otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos. Sonrió y
siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin
habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y, aunque ninguna palabra se dijo al
respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la
mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y
por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que
el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre
escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con
paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos
imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se
percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su
hijo. Seamos instructores sabios y modelos a seguir.

He aprendido que puedes decir mucho de una persona por la forma en que maneja
tres cosas: un día lluvioso, equipaje perdido y luces del arbolito enredadas.

He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, los
vas a extrañar cuando ya no estén contigo.

He aprendido que aún cuando me duela, no debo estar solo.


La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca cómo los hiciste sentir.

La ventana del hospital

Dos hombres, seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación en el hospital.


A uno de ellos se le permitía estar sentado una hora todas las tardes para que los
pulmones drenaran sus fluidos. Su cama daba a la única ventana de la habitación.

El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos se hablaban
mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos, el servicio militar,
dónde habían estado de vacaciones.

Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la ventana, se pasaba el
tiempo describiendo a su compañero lo qué veía por la ventana. Éste, solamente
vivía para esos momentos donde su mundo se expandía por toda la actividad y
color del mundo exterior.

La ventana daba a un parque con un bonito lago. Patos y cisnes jugaban en el agua
mientras los niños capitaneaban sus barcos teledirigidos. Jóvenes amantes
andaban cogidos de la mano entre flores de cada color del arco iris. Grandes y
ancestros árboles embellecían el paisaje, y una fina línea del cielo sobre la ciudad
se podía ver en la lejanía.

Mientras el hombre de la ventana describía todo esto con exquisito detalle, el


hombre al otro lado de la habitación cerraba sus ojos e imaginaba la pictórica
escena.

Una cálida tarde el hombre de la ventana describió un desfile en la calle. Aunque el


otro hombre no podía oír la banda de música- se la imaginaba conforme el otro le
iba narrando todo con pelos y señales. Los días y las semanas pasaron.

Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin vida del hombre al
lado de la ventana, el cual había muerto tranquilamente mientras dormía. Se puso
muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el cuerpo. Tan pronto como
consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se podía trasladar al lado de la
ventana. La enfermera aceptó gustosamente, y después de asegurarse de que el
hombre estaba cómodo, le dejó solo.

Lentamente, dolorosamente, se apoyó sobre un codo para echar su primer vistazo


fuera de la ventana. Finalmente tendría la posibilidad de verlo todo con sus
propios ojos.
Se retorció lentamente para mirar fuera de la ventana que estaba al lado de la
cama. Daba a un enorme muro blanco. El hombre preguntó a la enfermera qué
había pretendido el difunto compañero contándole aquel maravilloso mundo
exterior.

Y ella dijo: - Quizás sólo quería animarle.

Siete frases para mejorar la comunicación con la


familia

1.- Te Amo

Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le
diga: “te amo”. Atrévete a decirlo a la otra persona, a tu cónyuge, a tus padres, a
tus hermanos, a tus hijos, si es que nunca lo has hecho, haz la prueba y verás el
resultado.

2.- Te Admiro

En la familia, cada miembro tiene alguna cualidad o habilidad que merece


reconocimiento: Todos, en algún momento, sentimos la necesidad de que se nos
reconozca algún logro o meta alcanzada… ¿Cuándo fue la última vez que le dijiste
esto a alguien?

3.- ¡Gracias!

Una necesidad básica del ser humano es la de ser apreciado. No hay mejor forma
de decir a una persona que es importante lo que hace por nosotros, que expresarle
un ¡gracias!, no en forma mecánica, sino con pleno calor humano.

4.- Perdóname, me equivoqué

Decir esto no es tan fácil, sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o
perjudique a otras personas, aprende a decir con madurez: “perdóname, me
equivoqué”.

5.- Ayúdame, te necesito

Cuando no podemos o no queremos admitir o expresar nuestra fragilidad o


necesidad de otros, estamos en un grave problema. No te reprimas. ¡Pide ayuda!
Que también son muy importantes las palabras.
6.- ¡Te escucho…háblame de tí!

¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia: “A ver, háblame, qué
te pasa?”. Tal vez muchos problemas y mal entendidos se resolverían si tan sólo
escuchásemos lo Que nos tratan de decir.

7.- ¡Eres especial!

Es importante hacerles saber a tus seres queridos cuanto ellos significan para ti.

Pagado con un vaso de leche

Un joven que pagaba sus estudios trabajando de vendedor ambulante, sentía


hambre pero no tenía dinero para almorzar. Decidió vencer la vergüenza que le
daba mendigar y pedir algo de comer en la próxima puerta que tocase. No
obstante, perdió su nervio cuando una hermosa joven le abrió la puerta. En lugar
de pedir comida pidió solo un vaso de agua.

Ella, sin embargo, se apiadó de el y le trajo un vaso de leche. El se lo tomó


tímidamente y preguntó, -¿Cuanto le debo?

-No me debe nada, respondió ella. -Mi madre nos enseñó a nunca aceptar pago por
hacer un favor.

-Entonces le agradezco de corazón, respondió el joven.

Aquel joven llamado Howard Kelly se fue de aquella casa, no solo sintiéndose
fortalecido en su cuerpo sino también en su fe en Dios y en la humanidad. Antes
del incidente estaba pensando en rendirse y renunciar.

Muchos años mas tarde aquella joven, ya mayor, se enfermo gravemente. Los
doctores locales estaban muy preocupados. Finalmente la enviaron al hospital de
una gran ciudad donde practicaba un famoso especialista en aquella enfermedad.

Cuando el médico se dio cuenta del nombre de su nueva paciente y del pueblo de
procedencia, inmediatamente se levantó y fue a verla. La reconoció
inmediatamente. Volvió a su oficina resuelto a hacer todo lo posible para salvar su
vida. La lucha fue larga pero la señora se salvó.

Por su parte la señora andaba muy preocupada sabiendo que el precio de su


estancia en el hospital sería astronómico. Sin que ella supiese, el doctor envió
órdenes que le pasaran a el la cuenta final. Después de examinarla escribió un
mensaje al pie de la cuenta antes de que fuese enviada a la señora.

Ella abrió aquella cuenta con gran temor, pensando que pasaría el resto de sus días
pagándola. Finalmente miró y cual fue su asombró cuando leyó al pie de la lista de
enormes cifras:

Todo Pagado por completo con un vaso de leche.


Firmado: Dr. Howard Kelly.

Para pensarlo

Hoy tenemos edificios más altos y autopistas más anchas, pero temperamentos más
cortos y puntos de vista más estrechos.

Gastamos más, pero disfrutamos menos.

Tenemos casas más grandes, pero familias más chicas.

Tenemos más compromisos, pero menos tiempo.

Tenemos más conocimientos, pero menos criterio.

Tenemos más medicinas, pero menos salud.

Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero hemos reducido nuestros valores.

Hablamos mucho, amamos poco y odiamos demasiado.

Hemos llegado a la Luna y regresamos, pero tenemos problemas para cruzar la


calle y conocer a nuestro vecino.

Hemos conquistado el espacio exterior pero no el interior.

Tenemos mayores ingresos, pero menos moral.

Estos son tiempos con más libertad, pero menos alegría.

Con más comida, pero menos nutrición.

Son días que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.
Son tiempo de casas más lindas, pero más hogares rotos.

Por todo esto, propongo que de hoy en adelante, no guardes nada “Para una
ocasión especial”, porque cada día que vivas es una ocasión especial.

Busca a Dios, aprende a conocerle, lee más, siéntate en la terraza y admira la vista
sin fijarte en las malas hierbas.

Pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos, come tu comida referida, visita
los sitios que ames.

La vida es una sucesión de momentos para disfrutar, no es solo para sobrevivir.

Usa tus copas de cristal, no guardes tu mejor perfume, úsalo cada vez que te den
ganas de hacerlo.

Las frases “Uno de estos días”, “Algún día”, quítalas de tu vocabulario.


Escribamos aquella carta que pensábamos escribir, “Uno de estos días”.

Digamos hoy a nuestros familiares y amigos, cuanto los queremos.

Por eso, no retardes nada que agregaría risa y alegría a tu vida.

Cada día, hora, y minuto son especiales… y no sabes si pudiera ser el último…

Si estas tan ocupado y no puedes tomarte unos minutos para mandar este mensaje
a alguien que tu quieras, y dices a ti mismo que lo enviaras “Uno de estos días”
piensa que “Uno de estos días” puede estar muy lejos.

Manejo de la tensión

Un conferencista hablaba sobre el manejo de la tensión. Levantó un vaso con agua


y preguntó al auditorio:

-¿Cuánto creen ustedes que pesa este vaso con agua?

Las respuestas variaron entre 20 y 500 gramos. Entonces el conferencista comentó:

-No importa el peso absoluto. Depende de cuánto TIEMPO voy a sostenerlo. Si lo


sostengo por un minuto, no pasa nada. Si lo sostengo durante una hora, tendré
DOLOR en mi brazo. Si lo sostengo durante un día completo, tendrán que llamar
una ambulancia. Pero es exactamente el MISMO peso, pero entre más tiempo paso
sosteniéndolo, más pesado se va volviendo.

Y concluyó:

-Si cargamos nuestros PESARES todo el tiempo, luego, más temprano o más tarde,
ya no seremos capaces de continuar, la carga se irá volviendo cada vez MAS
PESADA. Lo que tienes que hacer es DEJAR el vaso en algún lugar y descansar un
poco antes de sostenerlo nuevamente. Tienes que dejar la carga de lado
periódicamente, ¡de la forma que sea!

-Es reconfortante y te vuelve capaz de continuar. Entonces, antes de que vuelvas


esta noche a tu casa, deja afuera el pesar, en un rincón. No lo lleves a tu casa.
Mañana podrás recogerlo otra vez, al salir.

-La vida es corta… ¡Aprovéchala!

Los dos sacos

Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales, cargaba
dos sacos, sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.

Cuando al primero de ellos le preguntaron que había en sus sacos, el dijo: -Todo
cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de
la vista, y al poco tiempo olvidado. El saco de enfrente contiene todas las cosas
desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia,
saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en
ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas.

En consecuencia, como el primer hombre siempre se estaba deteniendo para


reflexionar sobre las cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado, lo
que lograba avanzar era muy poco.

Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos sacos,
el respondió: -En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que he hecho.
Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo
las vea. Mientras que el saco que llevo atrás, contiene todos mis errores. Los llevo
consigo a dondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar
con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos.
Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó: -El saco que llevo al
frente, está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos
bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un
saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un
barco “lejos de ser una carga” me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que
llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese
saco, puse todo lo malo que escuché de los demás así como todo lo malo que a veces
pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se
perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más penoso el
trayecto.

Leyenda de una mujer

Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante
de una caverna escuchó una voz misteriosa que allá adentro le decía: -”Entra y
toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal. Pero recuerda algo:
después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto, aprovecha la
oportunidad, pero no te olvides de lo principal…”

La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y


por las joyas, puso al niño en el piso y empezó a juntar, ansiosamente, todo lo que
podía en su delantal. La voz misteriosa habló nuevamente. -“Tienes solo ocho
minutos…”

Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió
hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró…..Recordó, entonces, que el niño
quedó adentro y la puerta estaba cerrada para siempre. La riqueza duró poco y la
desesperación… ¡para el resto de su vida!.

Lo mismo ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos 80 años para vivir en este
mundo y una voz siempre nos advierte: “Y No te olvides de lo principal!”

Y lo principal son los valores espirituales, la oración, la vigilancia, la familia, los


amigos, la vida. Pero la ganancia, la riqueza, los placeres materiales nos fascinan
tanto que lo principal siempre se queda a un lado….

Así agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos a un lado lo esencial ” Los tesoros
del alma!”. Que jamás nos olvidemos que la vida en este mundo, pasa rápido y que
la muerte llega inesperadamente.

Y que cuando la puerta de esta vida se cierra para nosotros, de nada valdrán las
lamentaciones.
Ahora….piensa por un momento que es lo principal en tu vida……

“Que cosa extraña es el hombre: Nacer no pide, Vivir no sabe, Morir no quiere“

Las siete maravillas

Un grupo de estudiantes de geografía, estudiaban las Siete Maravillas del Mundo.


Al término de la clase, se les pidió hacer una lista de las que ellos consideraban
deberían ser actualmente las Siete Maravillas del Mundo.

A pesar de algunos desacuerdos, la mayoría votó por lo siguiente:

Las Pirámides de Egipto.


El Taj Mahal.
El Gran Cañón.
El Canal de Panamá.
El Empire State.
La Basílica de San Pedro.
La Muralla China.

Mientras se hacía la votación el maestro notó, que una estudiante permanecía


callada y no había entregado aún su lista. Así que le preguntó si tenía problema
para terminar de hacer su elección.

La muchacha tímidamente respondió. -Si, un poco. No podía decidirme pues son


tantas las maravillas.

El maestro dijo: -Bueno, dinos lo que has escrito y tal vez podamos ayudarte.

La muchacha titubeo, y después leyó, Creo que las Siete Maravillas del Mundo
son:

Poder tocar.
Poder saborear.
Poder ver.
Poder escuchar.

Titubeando un poco continúo:

Poder sentir.
Poder reír.
Y… Poder amar.

Al terminar de leerlas el salón de clase quedó en un silencio absoluto.

Es muy sencillo para nosotros poder ver muchas de las hazañas del hombre y
referirnos a ellas como maravillas, cuando a veces pasan desapercibidas las
maravillas que Dios hizo por nosotros y que son sencillamente “comunes”.

¡Que hoy te acuerdes de aquellas cosas que son realmente Maravillosas!

¿Las 7 Maravillas? Quizá hay otras "menos comunes"...

El Sol y El Viento

El sol y el viento discutían sobre cuál de dos era más fuerte.

La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder. Viendo que por el
camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas desarrollándolas
contra él.

-Vas a ver – dijo el viento - como con sólo echarme sobre ese hombre, desgarro sus
vestiduras.

Y comenzó a soplar cuanto podía. Pero cuantos más esfuerzos hacían, el hombre
más oprimía su capa, gruñendo contra el viento, y seguía caminando. El viento
encolerizado, descargó lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo y más cerraba
su capa. Comprendió el viento que no era posible arrancarle la capa.

Sonrió el Sol mostrándose entre dos nubes, recalentó la tierra y el pobre hombre,
que se regocijaba con aquel dulce calor, se quitó la capa y se la puso sobre el
hombro.

-Ya ves - le dijo el Sol al Viento - como con la bondad se consigue más que con la
violencia.

Los seres humanos deberíamos pensar profundamente acerca de nuestras


acciones. Utilizamos la violencia, la ironía, la agresividad, la sorna y la burla para
tratar de lograr nuestros objetivos. Pero no nos damos cuenta de que, la mayoría
de las veces, con esos métodos, son más difíciles de alcanzarlos. Siempre una
sonrisa puede lograr mucho más que el más fuerte de los gritos. Y basta con
ponerse por un momento en el lugar de los demás para comprobarlo. ¿Preferimos
una sonrisa o un insulto?… ¿Preferimos una caricia o una bofetada?…
¿Preferimos una palabra tierna o una sonrisa irónica?… Pensemos que los demás
seguramente prefieren lo mismo que nosotros… Entonces tratemos a nuestros
semejantes de la misma manera en la que nos gustaría ser tratados… Así veremos
que todo será mejor… Que el mundo será mejor… Que la vida será mejor…

El hombre y el mundo

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a
encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de
respuestas para sus dudas.

Cierto día, su hijo de 7 años invadió su santuario decidido a ayudarlo a trabajar.


El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro
lugar. Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiese darle
con el objetivo de distraer su atención.

De repente se encontró con una revista en donde venía el mapa del mundo ¡Justo lo
que precisaba!. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un
rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: -”Como te gustan los rompecabezas,
te voy a dar el mundo todo roto, para que lo repares sin ayuda de nadie”.

Entonces calculó que al pequeño le llevaría días componer el mapa, pero no fue así.
Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. -
”Papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”.

Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que sería
imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás
había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con
la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.

Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido
colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido
capaz?

-Hijito, tú no sabías cómo era el mundo, ¿cómo lograste armarlo?

-Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista
para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre…

Así que dí vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que si sabía
como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había
arreglado al mundo.

¿Existe el Mal?

Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta: - ¿Dios creó todo
lo que existe?

Un estudiante contestó valiente: -Sí, lo hizo. - ¿Dios creó todo? -Sí señor, respondió
el joven.

El profesor contestó: -Si Dios creó todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal
existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos,
entonces Dios es malo.

El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de


haber probado una vez más que la fe Cristiana era un mito.

Otro estudiante levantó su mano y dijo: - ¿Puedo hacer una pregunta, profesor?

-Por supuesto, respondió el profesor.

El joven se puso de pie y preguntó: -¿Profesor, existe el frío?

- ¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?

El muchacho respondió: -De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la
Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u
objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que
hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia
total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de
reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo
nos sentimos si no tenemos calor.

-Y, ¿existe la oscuridad?” continuó el estudiante.

El profesor respondió: -Por supuesto.

El estudiante contestó: -Nuevamente se equivoca, señor. La oscuridad tampoco


existe. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la
oscuridad no; incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca
en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda.
La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie
donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio
determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así?
Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que
sucede cuando no hay luz presente.

Finalmente, el joven preguntó al profesor: -Señor: ¿existe el mal?

El profesor respondió: -Por supuesto que existe. Como lo mencioné al principio,


vemos violaciones
, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal.

A lo que el estudiante respondió: - El mal no existe, señor… o al menos no existe por si


mismo.

-El mal es simplemente la ausencia de Dios… es, al igual que en los casos anteriores un
término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios…. no creó el
mal. No es como la fe o el amor, que existen, como existe el calor y la luz. El mal es el
resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como
resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz.

Entonces el profesor, después de asentar con la cabeza, se quedó callado.

EL JOVEN SE LLAMABA ALBERT EINSTEIN


El Tiempo: La mejor expresión de amor

Es posible evaluar la importancia que le asignamos a algo considerando el tiempo


que estamos dispuestos a dedicarle. Cuanto más tiempo le dedicamos a algo, más
evidente resulta la relevancia y el valor que tiene para nosotros. Si quieres conocer
las prioridades de una persona, fíjate en cómo usa el tiempo.

El tiempo es el regalo más preciado que tenemos porque es limitado. Podemos


producir más dinero, pero no más tiempo. Cuando le dedicamos tiempo a una
persona, le estamos entregando una porción de nuestra vida que nunca podremos
recuperar. Nuestro tiempo es nuestra vida. El mejor regalo que le puedes dar a
alguien es tu tiempo.

No es suficiente decir que las relaciones son importantes: debemos demostrarlo en


nuestras acciones, invirtiendo tiempo en ellas. Las palabras por sí solas nada
valen: “No solamente debemos decir que amamos, sino que debemos demostrarlo
por medio de lo que hacemos”. Las relaciones exigen tiempo y esfuerzo. Amor se
deletrea así:

La esencia del amor no es lo que pensamos o hacemos o aportamos a los demás;


antes bien, es cuánto entregamos de nosotros mismos. A los hombres, en
particular, les cuesta entender esto. Muchos dicen: !Te Quieren a Tí!. Quieren tu
ojos, tus oídos, tu tiempo, tu atención, tu presencia, tu interés: Tú Tiempo.

El mejor regalo de amor no son los diamantes ni las rosas ni los dulces. Es brindar
tu concentración. El amor se concentra tanto en otra persona que por un instante
uno se olvida quien es. La atención dice:

Siempre que dediques de tu tiempo, estarás haciendo un sacrificio, y el sacrificio es


la esencia del amor.

ES POSIBLE DAR SIN AMAR, PERO NO SE PUEDE AMAR SIN DAR.

AMAR ES ENTREGARSE: DEJAR DE LADO MIS PREFERENCIAS,


COMODIDAD, OBJETIVOS PERSONALES, SEGURIDAD, DINERO,
ENERGÍA Y TIEMPO PARA EL BENEFICIO DE LOS DEMÁS.

Recuerda siempre esto:

EL MEJOR REGALO QUE LE PUEDES DAR A ALGUIEN ES:


“TU TIEMPO”

EL BAMBU JAPONÉS
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen
abono y riego.También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la
semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita sea!Hay algo muy curioso que
sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la
semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría
convencido de haber comprado semillas infértiles.

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú
crece
¡más de 30metros!

¿Tardó sólo seis semanas crecer?

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un
complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después
de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas,
triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento
interno y que éste requiere tiempo.

Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo,
abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.

Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma
perseverante y saben esperar el momento adecuado.

De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a


situaciones en las que creemos que nada está sucediendo.
Y esto puede ser extremadamente frustrante.

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y
aceptar que en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no “ver” el resultado que
esperamos-, si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el
temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.

El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.


Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.
Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.

Tiempo… Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo
agitado en el que vivimos…
Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi… nosotros mismos
hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué…

Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos, abandonamos


nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés…
¿Para qué?

Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.


Si no consigues lo que anhelas, no desesperes…
quizá solo estés echando raíces….

EL MONO QUE SALVO A UN PEZ


«¿Qué demonios estás haciendo?», le pregunté al mono cuando le vi sacar un pez del agua y colocarlo
en la rama de un árbol.«Estoy salvándole de perecer ahogado», me respondió.

Lo que para uno es comida, es veneno para otro. El sol, que permite ver al
águila, ciega al búho.

LA SANTIDAD EN EL INSTANTE PRESENTE

Le preguntaron en cierta ocasión a Buda: «¿Quién es un hombre santo?».


Y Buda respondió: «Cada hora se divide en cierto número de segundos, y
cada segundo en cierto número de fracciones. El santo es en realidad el que
es capaz de estar totalmente presente en cada fracción de «segundo».

El guerrero japonés fue apresado por sus enemigos y encerrado en un


calabozo. Aquella noche no podía conciliar el sueño, porque estaba
convencido de que a la mañana siguiente habrían de torturarle
cruelmente.Entonces recordó las palabras de su Maestro Zen: «El mañana
no es real. La única realidad es el presente». De modo que volvió al
presente… y se quedó dormido.

El hombre en el que el futuro ha perdido su influencia se parece a los


pájaros del cielo y a los lirios del campo. Fuera preocupaciones por el
mañana. Vivir totalmente en el presente: He ahí al hombre santo.

¿HAS OÍDO EL CANTO DE ESE PÁJARO?


El discípulo se quejaba constantemente a su Maestro Zen: «No haces más
que ocultarme el secreto último del Zen». Y se resistía a creer las
consiguientes negativas del Maestro. Un día, el Maestro se lo llevó a
pasear con él por el monte. Mientras paseaban, oyeron cantar a un
pájaro.«¿Has oído el canto de ese pájaro?», le preguntó el Maestro.«Sí»,
respondió el discípulo.«Bien; ahora ya sabes que no te he estado ocultando
nada».«Sí», asintió. el discípulo.

Los hindúes han creado una encantadora imagen para describir la relación
entre Dios y su Creación. Dios «danza» su Creación. El es su bailarín; su
Creación es la danza. La danza es diferente del bailarín; y, sin embargo, no
tiene existencia posible con independencia de El. No es algo que se pueda
encerrar en una caja y llevárselo a casa. En el momento en que el bailarín
se detiene, la danza deja de existir.En su búsqueda de Dios, el hombre
piensa demasiado, reflexiona demasiado, habla demasiado. Incluso cuando
contempla esta danza que llamamos Creación, está todo el tiempo
pensando, hablando (consigo mismo o con los demás), reflexionando,
analizando, filosofando. Palabras, palabras, palabras… Ruido, ruido,
ruido… Guarda silencio y mira la danza. Sencillamente, mira: una estrella,
una flor, una hoja marchita, un pájaro, una piedra… Cualquier fragmento
de la danza sirve. Mira. Escucha. Huele. Toca. Saborea. Y seguramente no
tardarás en verle a él, al Bailarín en persona. Si realmente has oído cantar
a un pájaro, si realmente has visto un árbol…, deberías saber (más allá de
las palabras y los conceptos). ¿Qué dices? ¿Que has oído cantar a docenas
de pájaros y has visto centenares de árboles? Ya. Pero lo que has visto ¿era
el árbol o su descripción? Cuando miras un árbol y ves un árbol, no has
visto realmente el árbol. Cuando miras un árbol y ves un milagro, entonces,
por fin, has visto un árbol. ¿Alguna vez tu corazón se ha llenado de muda
admiración cuando has oído el canto de un pájaro?
EL PEQUEÑO PEZ

«Usted perdone», le dijo un pez a otro, «es usted más viejo y con más
experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame:
¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo
por todas partes, sin resultado».«El Océano», respondió el viejo pez, «es
donde estás ahora mismo».«¿Esto? Pero si esto no es más que agua… Lo
que yo busco es el Océano», replicó el joven pez, totalmente decepcionado,
mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.

EL ELEFANTE Y LA RATA

Se hallaba un elefante bañándose tranquilamente en un remanso, en mitad


de la jungla, cuando, de pronto, se presentó una rata y se puso a insistir en
que el elefante saliera del agua.«No quiero», decía el elefante. «Estoy
disfrutando y me niego a ser molestado».«Insisto en que salgas ahora
mismo», le dijo la rata.«¿Por qué?», preguntó el elefante.«No te lo diré
hasta que hayas salido de ahí», le respondió la rata.«Entonces no pienso
salir», dijo el elefante.Pero, al final, se dio por vencido. Salió pesadamente
del agua, se quedó frente a la rata y dijo:«Está bien; ¿para qué querías
que saliera del agua?». «Para comprobar si te habías puesto mi bañador»,
le respondió la rata.

Es infinitamente más fácil para un elefante ponerse el bañador de una rata


que para Dios acomodarse a nuestras doctas ideas acerca de Él.

UNA VITAL DIFERENCIA

Le preguntaron cierta vez a Uwais, el Sufí: «¿Qué es lo que la Gracia te


ha dado?». Y les respondió:«Cuando me despierto por las mañanas, me
siento como un hombre que no está seguro de vivir hasta la noche».Le
volvieron a preguntar:«Pero esto ¿no lo saben todos los hombres?». Y
replicó Uwais: «Sí, lo saben, Pero no todos lo sienten».

Jamás se ha emborrachado nadie a base de comprender intelectualmente la


palabra VINO.

COME TÚ MISMO LA FRUTA


En cierta ocasión se quejaba un discípulo a su Maestro: «Siempre nos
cuentas historias, pero nunca nos revelas su significado» El Maestro le
replicó: «¿Te gustaría que alguien te ofreciera fruta y la masticara antes
de dártela?».

Nadie puede descubrir tu propio significado en tu lugar. Ni si quiera el


Maestro.
Nuestro miedo más hondo no es ser incapaces

Nuestro miedo más hondo es que somos poderosos sin medida.

Es nuestra Luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta.

Nos preguntamos ¿ quién soy yo para ser brillante, atractivo, inteligente y fabuloso?. De hecho,

¿ quién eres tú para no serlo?

Eres un hijo de Dios. Que juegues a ser chico no sirve al mundo.

Nada hay de iluminado en encogerte para que otros no se sientan inseguros en tu presencia.

Nacimos para manifestar la gloria de Dios que llevamos dentro.

No está sólo en algunos de nosotros, está en todos.

Y al dejar brillar nuestra propia luz,

inconscientemente damos permiso a otros para hacerlo también.

Al liberarnos de nuestro miedo,

Nuestra presencia libera automáticamente a otros.

1994, Juanguel Speech,Nelson Mandela

EL CUENTO DEL AMOR Y LA LOCURA

Mario Benedetti

Cuentan que una vez se reunieron en algún lugar de la Tierra todos los
sentimientos y cualidades de los seres humanos.

Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, como


siempre tan loca, les propuso: “¡Vamos a jugar al escondite!”.

La Intriga levantó la ceja intrigada y la Curiosidad, sin poder contenerse, le


preguntó: “¿Al escondite? Y, ¿cómo es eso?”. “Es un juego —explicó la
Locura— en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta
un millón, y, cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes al que
yo encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego”.

El Entusiasmo bailó entusiasmado secundado por la Euforia. La Alegría dio


tantos saltos que terminó convenciendo a la Duda, e incluso a la Apatía, a la
que nunca le interesaba hacer nada.

Pero no todos querían participar. La Verdad prefirió no esconderse… ¿para


qué? si al final siempre la hallaban. Y la Soberbia opinó que era un juego muy
tonto (en realidad lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido suya). Y
la Cobardía prefirió no arriesgarse.

“Uno, dos tres…”, comenzó a contar la Locura.

La primera en esconderse fue la Pereza. Como siempre tan perezosa se dejó


caer tras la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo, y la Envidia se
escondió tras la sombra del Triunfo que, con su propio esfuerzo, había logrado
subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzó a
esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus
amigos. Que si un lago cristalino para la Belleza; que si una hendida en un
árbol, perfecto para la Timidez; que si el vuelo de una mariposa, lo mejor para
la Voluptuosidad; que si una ráfaga de viento, magnífico para la Libertad;… Y
así terminó por acurrucarse en un rayito de sol.

El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio:


aireado, cómodo,… pero sólo para él. La Mentira se escondió en el fondo de
los océanos (mentira, se escondió detrás del arco iris). La Pasión y el Deseo,
en el centro de los volcanes. El Olvido,… se me olvidó dónde se escondió el
Olvido, pero eso no es lo más importante.

La Locura contaba ya novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y


nueve… Y el Drogamor no había aún encontrado sitio para esconderse entre
sus flores.

Un millón contó la Locura y comenzó a buscar.

La primera a la que encontró fue la Pereza,… a sólo tres pasos detrás de unas
piedras. Después se escuchó la Fe discutiendo con Dios sobre Teología, y a la
Pasión y el Deseo los sintió vibrar en los volcanes. En un descuido encontró a
la Envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni
que buscarlo, él solo salió disparado de su escondite, que había resultado ser
un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed, y al acercarse al lago
descubrió a la Belleza. Y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la
encontró sentada en una cerca sin decidir aún dónde esconderse.

Así fue encontrando a todos. Al Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en


una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco iris (mentira,… en el fondo del
mar). Hasta el Olvido,… que ya se había olvidado que estaba jugando a las
escondidas.
Pero, sólo el Amor no aparecía por ningún sitio.

La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, y en la
cima de las montañas, y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y
pensó: “El Amor, siempre tan cursi, seguro se escondió entre las rosas”. Y
tomando una horquilla comenzó a mover las ramas,… cuando de pronto se
escuchó un doloroso grito… Las espinas habían herido los ojos del Amor, y la
Locura no sabía qué hacer para disculparse. Lloró, rogó, pidió perdón y hasta
prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó en la Tierra al escondite,
el Amor es ciego,… y la Locura siempre lo acompaña.

Acepta y serás completo,

Inclinate y serás recto,

Vacíate y quedarás lleno,


Decae, y te renovarás,
Desea, y conseguirás,
Buscando la satisfacción quedas confuso.El Sabio acepta el Mundo
Como el Mundo acepta el Tao;
No se muestra a si mismo, y así es visto claramente,
No se justifica a si mismo, y por eso destaca,
No se empeña, y así realiza su obra,
No se glorifica, y por eso es excelso,
No busca la lucha, y por eso nadie lucha contra él.Los Santos decían,
“acepta y serás completo”,
Una vez completo, el Mundo es tu hogar.

———————————————————————————————
—–

El buen viajero no deja huella que pueda seguirse,


El buen hablador no deja palabras que puedan ser cuestionadas,
El buen contable no deja cálculo sin comprobar,
El buen cerrajero no deja cerradura que pueda ser forzada,
El buen atador no deja nudo que pueda ser deshecho.Así, el
sabio cuida a todos los hombres
y no abandona a ninguno.
Acepta todo y no rechaza nada.
Atiende hasta el menor detalle.Así el fuerte debe guiar al débil,
pues el débil es el material de donde hacer a los fuertes.
Si la guía no es respetada
O el material no es cuidado
Se origina confusión, no importa cuan inteligente sea uno.
Esta es la esencia de la sutileza.

EL GUZANO Y LA MANZANA

Extracto del Libro “La revolución de la conciencia”, de Isha, editorial Kier.

¿Cuál es la diferencia entre mi ego y mi ser espiritual? Tengo entendido


que Freud decía que el ego era el ser físico, emocional y mental. ¿El ego,
es lo que los sicólogos llaman el “yo”?

Imagínate por un momento que eres una manzana con una preciosa cáscara
brillante. Pules la cáscara cada día, y parece hermosa a la vista de todo el
mundo.

Esa manzana es como nuestras personalidades. Nuestras personalidades


están llenas de máscaras. Llenas de conceptos ideales de cómo tendríamos
que comportarnos y qué tendríamos que hacer. Estos conceptos ideales nos
dicen que deberíamos ser gente buena, que no deberíamos enojarnos, que
deberíamos ser exitosos, que deberíamos ser padres amorosos. Nos proveen
con un billón de presunciones acerca de cómo tendríamos que ser.

Y caminamos durante toda nuestra vida pretendiendo ser eso. Continuamos


puliendo el afuera, pero el centro y la esencia de quienes somos tiene un
gusano muy grande arrastrándose por dentro. Y este gusano ha sido creado
por rabia, depresión, auto-abandono, pérdida del espíritu y pérdida de la verdad
de quienes somos.

Para que la parte exterior de la manzana sea realmente brillante – sea


realmente perfecta, sea realmente luminosa – tenemos que ir adentro y
remover lo que no es real. Ese gusano grande y feo ha estado nadando
alrededor de nuestra conciencia, bloqueando la luz del amor incondicional en
nuestras raíces o en nuestro centro.

Así es que este Sistema va hacia adentro y comienza a desintegrar a este


gusano. Lo empieza a sacar pedazo a pedazo. Y a medida que los pedazos
van saliendo, comenzamos a ver las mentiras. Comenzamos a ver las
máscaras, comenzamos a ver la falta de verdad. Comenzamos a escuchar las
voces que nos mantienen en limitación.

En realidad, comenzamos a ser concientes de nosotros mismos. Y al mismo


tiempo, nos hacemos concientes de lo que no somos.

La esencia o el centro de lo que somos es la unidad, que es ilimitada, el amor


que nunca cambia. Y lo que no somos también se vuelve muy claro.
Entonces, nos permitimos ser eso y ver a través de ello. Nos permitimos ser
esos pedazos del gusano que están atrapados dentro de esta hermosa
manzana y los expulsamos. Expulsamos cada pedazo que no sirve.

Y luego el centro, o el amor, que se había hecho diminuto, nuevamente


comienza a brillar. Y el interior de la manzana se limpia y todo se
completa. Entonces la superficie adquiere una nueva brillantez más
luminosa – que es la verdad, que es lo natural – porque ha abrazado cada
aspecto de si misma. Ha abrazado cada una de las partes que no quería ver.

Es la unidad de la unión.

Siempre digo que para poder ser divino, uno tiene que estar dispuesto a ser un
cien por ciento humano. Tenemos que estar dispuestos a abrazar cada aspecto
que juzgamos de nosotros mismos.

Necesitamos abrazar la codicia, necesitamos abrazar el miedo.

Necesitamos abrazar los celos.

Necesitamos abrazar la ira.

Necesitamos abrazar el egoísmo.

Necesitamos abrazar cada una de las partes que hemos estado escondiendo
bajo la falsa brillantez de la cáscara de la manzana, para poder llegar a ser
absolutamente completos.

Una persona iluminada no es una “buena persona”.

Una persona iluminada no es una persona que “da y da para recibir


aprobación”.

Una persona iluminada no es una persona que abandona su grandeza para


poder “encajar”.

Una persona iluminada no es una persona arrogante, o “dueña de si misma”, o


que enmascara de alguna otra manera una multitud de cosas que percibimos
como pecados.

Una persona iluminada es solo un niño inocente que vive en cada momento un
cien por ciento, dándole amor a su Ser y a todos los demás, sabiendo que
también son el Ser.

Ese es el yo de la unión, ese el yo de la Unidad, ese es el yo de la iluminación.

El yo de la personalidad, o el ego, es apenas ese gusano gordo que ha estado


merodeando por ahí, comiéndose el interior de la manzana e impidiendo que la
luz emane desde el centro.
Y es muy importante que también amemos a ese gusano, porque el también es
la Unidad.

LA PERLA

Dijo una ostra a la ostra vecina:


-Siento un gran dolor dentro de mí. Es algo pesado y redondo, que me hace
daño.
-Alabados sean los cielos y el mar-respondió la otra con altiva
condescendencia–.Yo no siento dolor ninguno. Estoy buena y sana, por
fuera y por dentro.
En ese momento, un cangrejito que pasaba oyó a las dos ostras, y dijo a la
que estaba buena y sana por dentro y por fuera:
–Sí, estás buena y sana; pero el dolor que siente tu vecina es una perla de
extraorinaria belleza.

(Khalil Gibran)

NO-VIOLENCIA

Una serpiente había mordido a tantos habitantes de la aldea que eran muy
pocos los que se atrevían a aventurarse en los campos. Pero era tal la santidad
del Maestro que se corrió la noticia de que había domesticado a la serpiente y
la había convencido de que practicara la disciplina de la no – violencia.
Al poco tiempo, los habitantes de la aldea habían descubierto que la serpiente
se había hecho inofensiva. De modo que se dedicaban a tirarle piedras y a
arrastrarla de un lado a otro agarrándola por la cola.
La pobre y apaleada serpiente se arrastró una noche hasta la casa del
Maestro para quejarse. El Maestro le dijo: “Amiga mía, has dejado de
atemorizar a la gente y eso no es bueno”.
“¡Pero si fuiste tú quien me enseño a practicar la disciplina de la no –
violencia!” “Yo te dije que dejaras de hacer daño, no de silbar”.
El Vuelo del Halcón
De: “Historias para Reflexionar II“. Se desconoce el autor.
Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de
cetrería para que los entrenara. Pasado unos meses, el maestro le informó al
rey que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro, no sabía que
le sucedía pues no se había movido de la rama donde lo dejó, desde el día que llegó. El
rey mandó a llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo
hacerlo volar. Al día siguiente el monarca decidió comunicar a su pueblo que ofrecería
una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, vio al
halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte:
—Traedme al autor de este milagro. Su corte le llevó a un humilde campesino. El rey le
preguntó:
—¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago? Intimidado el
campesino le dijo al rey:
—Fue fácil, mi Señor, sólo corté la rama y el halcón voló, se dio cuenta de que tenía alas y se
largó a volar.
Alcancemos alturas antes de que alguien nos corte nuestra rama.

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