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Cuento
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Cuenta una antigua leyenda que en una época de gran calor la gran montaña nevada
perdió su manto de nieve, y con él toda su alegría. Sus riachuelos se secaban, sus pinos
se morían, y la montaña se cubrió de una triste roca gris. La Luna, entonces siempre
llena y brillante, quiso ayudar a su buena amiga. Y como tenía mucho corazón pero
muy poco cerebro, no se le ocurrió otra cosa que hacer un agujero en su base y soplar
suave, para que una pequeña parte del mágico polvo blanco que le daba su brillo cayera
sobre la montaña en forma de nieve suave.
Una vez abierto, nadie alcanzaba a tapar ese agujero. Pero a la Luna no le importó.
Siguió soplando y, tras varias noches vaciándose, perdió todo su polvo blanco. Sin él
estaba tan vacía que parecía invisible, y las noches se volvieron completamente
oscuras y tristes. La montaña, apenada, quiso devolver la nieve a su amiga. Pero,
como era imposible hacer que nevase hacia arriba, se incendió por dentro hasta
convertirse en un volcán. Su fuego transformó la nieve en un denso humo blanco que
subió hasta la luna, rellenándola un poquito cada noche, hasta que esta se volvió a ver
completamente redonda y brillante. Pero cuando la nieve se acabó, y con ella el
humo, el agujero seguía abierto en la Luna, obligada de nuevo a compartir su magia
hasta vaciarse por completo.
Y así, cada mes, la Luna se reparte generosamente por el mundo hasta desaparecer,
sabiendo que en unos pocos días sus amigos hallarán la forma de volver a llenarla de
luz.
El Hada y la Sombra
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Cuento
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Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran la tierra,
antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un lugar misterioso
custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban
dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques,
muchos se unieron al hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a
través de ríos, pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única
salvación posible para todos.
El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el
viaje, pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta,
y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje. El
camino fue aún más terrible y duro que lo había anunciado el hada. Se enfrentaron a
bestias terribles, caminaron día y noche y vagaron perdidos por el desierto sufriendo el
hambre y la sed. Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron
por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra.
No era el más valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero
continuó junto al hada hasta el final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no
abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo "Os dije que os
acompañaría a pesar de las dificultades, y éso es lo que hago. No voy a dar media
vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser duro".
Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el
monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra,
en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio
del Guardián por el resto de sus días...
Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un
determinado punto del viaje discutieron.
El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:
El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por
el amigo.
¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una
piedra?
Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento
del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando
nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del
corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.
¡Qué hermoso sería sí todos ilumináramos los caminos de los demás![/align][/b][/font]
El saco de plumas
El árbol triste
Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un
tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín, con
manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices
y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un árbol
Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver
la desesperación del árbol, exclamó:
Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo
escuchar su voz interior diciéndole:
- ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan espinas?
En la pequeña escuelita rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Un
chiquito tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para
encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus
compañeros.
Una vez más el valiente niño tomó una decisión. No sería un inválido.
Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni
control, nada.
Ese día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el césped
arrastrando las piernas.
Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran
esfuerzo, se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco,
decidido a caminar.
Empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al
cerco. Nada quería más que darle vida a esas dos piernas.
Por fin, gracias a las oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su
persistencia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad,
Y aun después, en el Madison Square Garden, este joven que no tenía esperanzas
de sobrevivir, que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr,
este joven determinado, Glenn Cunningham, llegó a ser el atleta estadounidense
que ¡corrió el kilómetro más veloz el mundo!
Glenn Cunningham
Eres feliz?...
Sin embargo, para sorpresa suya y de los demás, la esposa respondió con un rotundo
- No, no me hace feliz.
En la sala se hizo un incómodo silencio como si todos los presentes hubieran escuchado
la respuesta de la mujer.
No podía dar crédito a lo que su esposa decía, y menos en un momento tan importante
para él.
- Todo lo que existe en esta vida cambia continuamente: el ser humano, las riquezas, mi
cuerpo, el clima, los placeres, etc.
- No puedo ser feliz porque estoy enfermo, porque no tengo dinero, porque hace mucho
calor, porque me insultaron, porque alguien ha dejado de amarme, porque alguien no me
valoró!
Pero lo que no sabes es que puedes ser feliz aunque estés enfermo, aunque haga calor,
tengas o no dinero, aunque alguien te haya insultado, o alguien no te amó o no te haya
valorado.
Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es buscarse a sí
mismo cada día, sin encontrarse nunca plenamente.
Creo que al final del camino no te premiarán por lo que encuentres, sino por
aquello que hayas buscado honestamente.
El ciego
Había un ciego sentado en la vereda, con una gorra a sus pies y un pedazo de
madera que, escrito con tiza blanca, decía:
Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y observó unas pocas
monedas en la gorra.
Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio vuelta, tomó una tiza y escribió otro
anuncio.
Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.
Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna, su gorra
estaba llena de billetes y monedas.
El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él, el que re escribió su
cartel y sobre todo, qué había escrito.
El publicista le contestó:
"Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras".
Cambiemos de estrategia cuando no nos sale algo, y verán que puede que resulte mejor
de esa manera.
Te deseo un Feliz Día... y ten en mente que todo cambio, renueva día a día tu vida...
Decía Einstein:
"Si hace lo que siempre ha hecho, obtendrá los resultados que siempre ha obtenido"
Más he aquí que este viejo ocupaba su vida sembrando árboles en todas partes
donde pudiera, sembraba semillas de las cuales nunca vería ni las flores ni el fruto,
y nadie le pagaba por ello y nadie se lo agradecía, nadie lo alentaba, por el
contrario, era objeto de burla ante los demás.
Y así pasaba su vida, poniendo semillas, plantando arbolitos ante la burla de los
demás. Y he aquí que ese ser era un gran Espíritu de Luz, que poniendo la muestra
de como se deben hacer las cosas, sembrando, siempre sembrando sin esperar a
ver el fruto, sin esperar a saborearlo.
Y sucedió que un día cabalgaba por esos rumbos el Sultán de aquellos lugares,
rodeado de su escolta y observaba lo que sucedía verdaderamente en su reino, para
no escucharlo a través de la boca de sus ministros.
Al pasar por aquel lugar y al encontrarse al Loco le preguntó: _ ¿Qué haces, buen
hombre?
Y el viejo le respondió: _ Sembrando Señor, sembrando.
Nuevamente inquirió el Sultán: _ Pero, ¿cómo es que siembras?. estás viejo y
cansado, y seguramente no verás siquiera el árbol cuando crezca. ¿Para qué
siembras entonces?
A lo que el viejo contesto: _ Señor, otros sembraron y he comido, es tiempo de que
yo siembre para que otros coman.
El Sultán quedo admirado de la sabiduría de aquel hombre al que llamaban
LOCO, y nuevamente le preguntó:
_ Pero no verás los frutos, y aun sabiendo eso continuas sembrando... Por ello te
regalaré una monedas de oro, por esa gran lección que me has dado.
El Sultán llamo a uno de sus guardias para que trajese una pequeña bolsa con
monedas de oro u las entregó al sembrador.
El sembrador respondió : _Ves, Señor, como ya mi semilla ha dado fruto, aún no la
acaba de sembrar y ya me está dando frutos, y aun más, si alguna persona se
volviera loca como yo y se dedicara solamente a sembrar sin esperar los frutos
sería el más maravilloso de todos los frutos que yo hubiera obtenido, porque
siempre esperamos algo a cambio de lo que hacemos, porque siempre queremos
que se nos devuelva igual que lo que hacemos. Esto, desde luego, sólo cuando
consideramos que hacemos bien, y olvidándonos de lo malo que hacemos.
Y terminado esto, partió el Sultán junto con su séquito, y el Loco siguió sembrando
y no se supo de su fin, no se supo si termino muerto y olvidado por ahí en algún
cerro, pero él había cumplido su labor, realizó la misión, la misión de un Loco.
Reflexión:
Este cuento sirve para ilustrarnos lo que muchos seres hacen en este mundo, pero
callados, sin esperar recompensa y he aquí que se requieren muchos locos en el
mundo, seres que repartan la Luz, que den la enseñanza, que sean guías en este
mundo tan hambriento de la enseñanza espiritual.
El pescador
Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano elogió
al pescador por la calidad del pescado y le preguntó ¿cuánto tiempo le había
tomado pescarlos?
El americano luego preguntó ¿pero qué hace usted con el resto de su tiempo?
El pescador dijo, "duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago
siesta con mi señora María, caigo todas las noches al pueblo donde tomo vino y
toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida "placentera y ocupada".
MORALEJA:
Cuántas vidas desperdiciadas buscando lograr una felicidad que ya se tiene pero
que muchas veces no vemos.
La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos y no sentirnos mal por
aquello que no tenemos.
"Si lloras por haber perdido el Sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas"
¡LA FELICIDAD ES UN TRAYECTO, NO UN DESTINO!
¿Que es la riqueza?
¿Que es la riqueza?
A dos grupos de personas se les hizo la siguiente pregunta:
¿Qué es la riqueza?
Abogado: tener muchos casos que dejen buenas ganancias y tener un BMW.
Médico: tener muchos pacientes y poder comprar una casa grande y bonita.
“No midas tu riqueza por el dinero que tienes, mide tu riqueza por aquellas cosas
que no cambiarías por dinero”
El Tazón de madera
El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos
le temblaban, su vista se nublaba y sus pasos flaqueaban. La familia completa
comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano
hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo
de y cuando intentaba tomar el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. El hijo y
su esposa se cansaron de la situación.
-Tenemos que hacer algo con el abuelo, dijo el hijo. -Ya he tenido suficiente.
Derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo.
Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del
comedor. Ahí, el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la
hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos platos, su comida se la servían
en un tazón de madera.
De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima
en sus ojos mientras estaba ahí sentado sólo. Sin embargo, las únicas palabras que
la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el
tenedor o la comida. El niño de cuatro años observaba todo en silencio.
Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo estaba jugando con trozos
de madera en el suelo. Le preguntó dulcemente: -¿Qué estás haciendo?
Con la misma dulzura el niño le contestó: -Ah, estoy haciendo un tazón para ti y
otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos. Sonrió y
siguió con su tarea.
Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin
habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y, aunque ninguna palabra se dijo al
respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.
Esa tarde el esposo tomó gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la
mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y
por alguna razón, ni el esposo ni la esposa, parecían molestarse más cada vez que
el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.
Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre
escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con
paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos
imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se
percatan que cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de su
hijo. Seamos instructores sabios y modelos a seguir.
He aprendido que puedes decir mucho de una persona por la forma en que maneja
tres cosas: un día lluvioso, equipaje perdido y luces del arbolito enredadas.
He aprendido que independientemente de la relación que tengas con tus padres, los
vas a extrañar cuando ya no estén contigo.
El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos se hablaban
mucho. De sus mujeres y familiares, de sus casas, trabajos, el servicio militar,
dónde habían estado de vacaciones.
Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la ventana, se pasaba el
tiempo describiendo a su compañero lo qué veía por la ventana. Éste, solamente
vivía para esos momentos donde su mundo se expandía por toda la actividad y
color del mundo exterior.
La ventana daba a un parque con un bonito lago. Patos y cisnes jugaban en el agua
mientras los niños capitaneaban sus barcos teledirigidos. Jóvenes amantes
andaban cogidos de la mano entre flores de cada color del arco iris. Grandes y
ancestros árboles embellecían el paisaje, y una fina línea del cielo sobre la ciudad
se podía ver en la lejanía.
Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin vida del hombre al
lado de la ventana, el cual había muerto tranquilamente mientras dormía. Se puso
muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el cuerpo. Tan pronto como
consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se podía trasladar al lado de la
ventana. La enfermera aceptó gustosamente, y después de asegurarse de que el
hombre estaba cómodo, le dejó solo.
1.- Te Amo
Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le
diga: “te amo”. Atrévete a decirlo a la otra persona, a tu cónyuge, a tus padres, a
tus hermanos, a tus hijos, si es que nunca lo has hecho, haz la prueba y verás el
resultado.
2.- Te Admiro
3.- ¡Gracias!
Una necesidad básica del ser humano es la de ser apreciado. No hay mejor forma
de decir a una persona que es importante lo que hace por nosotros, que expresarle
un ¡gracias!, no en forma mecánica, sino con pleno calor humano.
Decir esto no es tan fácil, sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o
perjudique a otras personas, aprende a decir con madurez: “perdóname, me
equivoqué”.
¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia: “A ver, háblame, qué
te pasa?”. Tal vez muchos problemas y mal entendidos se resolverían si tan sólo
escuchásemos lo Que nos tratan de decir.
Es importante hacerles saber a tus seres queridos cuanto ellos significan para ti.
-No me debe nada, respondió ella. -Mi madre nos enseñó a nunca aceptar pago por
hacer un favor.
Aquel joven llamado Howard Kelly se fue de aquella casa, no solo sintiéndose
fortalecido en su cuerpo sino también en su fe en Dios y en la humanidad. Antes
del incidente estaba pensando en rendirse y renunciar.
Muchos años mas tarde aquella joven, ya mayor, se enfermo gravemente. Los
doctores locales estaban muy preocupados. Finalmente la enviaron al hospital de
una gran ciudad donde practicaba un famoso especialista en aquella enfermedad.
Cuando el médico se dio cuenta del nombre de su nueva paciente y del pueblo de
procedencia, inmediatamente se levantó y fue a verla. La reconoció
inmediatamente. Volvió a su oficina resuelto a hacer todo lo posible para salvar su
vida. La lucha fue larga pero la señora se salvó.
Ella abrió aquella cuenta con gran temor, pensando que pasaría el resto de sus días
pagándola. Finalmente miró y cual fue su asombró cuando leyó al pie de la lista de
enormes cifras:
Para pensarlo
Hoy tenemos edificios más altos y autopistas más anchas, pero temperamentos más
cortos y puntos de vista más estrechos.
Son días que llegan dos sueldos a casa, pero aumentan los divorcios.
Son tiempo de casas más lindas, pero más hogares rotos.
Por todo esto, propongo que de hoy en adelante, no guardes nada “Para una
ocasión especial”, porque cada día que vivas es una ocasión especial.
Busca a Dios, aprende a conocerle, lee más, siéntate en la terraza y admira la vista
sin fijarte en las malas hierbas.
Pasa más tiempo con tu familia y con tus amigos, come tu comida referida, visita
los sitios que ames.
Usa tus copas de cristal, no guardes tu mejor perfume, úsalo cada vez que te den
ganas de hacerlo.
Cada día, hora, y minuto son especiales… y no sabes si pudiera ser el último…
Si estas tan ocupado y no puedes tomarte unos minutos para mandar este mensaje
a alguien que tu quieras, y dices a ti mismo que lo enviaras “Uno de estos días”
piensa que “Uno de estos días” puede estar muy lejos.
Manejo de la tensión
Y concluyó:
-Si cargamos nuestros PESARES todo el tiempo, luego, más temprano o más tarde,
ya no seremos capaces de continuar, la carga se irá volviendo cada vez MAS
PESADA. Lo que tienes que hacer es DEJAR el vaso en algún lugar y descansar un
poco antes de sostenerlo nuevamente. Tienes que dejar la carga de lado
periódicamente, ¡de la forma que sea!
Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales, cargaba
dos sacos, sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.
Cuando al primero de ellos le preguntaron que había en sus sacos, el dijo: -Todo
cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de
la vista, y al poco tiempo olvidado. El saco de enfrente contiene todas las cosas
desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia,
saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en
ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas.
Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos sacos,
el respondió: -En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que he hecho.
Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo
las vea. Mientras que el saco que llevo atrás, contiene todos mis errores. Los llevo
consigo a dondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar
con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos.
Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó: -El saco que llevo al
frente, está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos
bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un
saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un
barco “lejos de ser una carga” me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que
llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese
saco, puse todo lo malo que escuché de los demás así como todo lo malo que a veces
pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se
perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más penoso el
trayecto.
Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante
de una caverna escuchó una voz misteriosa que allá adentro le decía: -”Entra y
toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal. Pero recuerda algo:
después que salgas, la puerta se cerrará para siempre. Por lo tanto, aprovecha la
oportunidad, pero no te olvides de lo principal…”
Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió
hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró…..Recordó, entonces, que el niño
quedó adentro y la puerta estaba cerrada para siempre. La riqueza duró poco y la
desesperación… ¡para el resto de su vida!.
Lo mismo ocurre, a veces, con nosotros. Tenemos unos 80 años para vivir en este
mundo y una voz siempre nos advierte: “Y No te olvides de lo principal!”
Así agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos a un lado lo esencial ” Los tesoros
del alma!”. Que jamás nos olvidemos que la vida en este mundo, pasa rápido y que
la muerte llega inesperadamente.
Y que cuando la puerta de esta vida se cierra para nosotros, de nada valdrán las
lamentaciones.
Ahora….piensa por un momento que es lo principal en tu vida……
“Que cosa extraña es el hombre: Nacer no pide, Vivir no sabe, Morir no quiere“
El maestro dijo: -Bueno, dinos lo que has escrito y tal vez podamos ayudarte.
La muchacha titubeo, y después leyó, Creo que las Siete Maravillas del Mundo
son:
Poder tocar.
Poder saborear.
Poder ver.
Poder escuchar.
Poder sentir.
Poder reír.
Y… Poder amar.
Es muy sencillo para nosotros poder ver muchas de las hazañas del hombre y
referirnos a ellas como maravillas, cuando a veces pasan desapercibidas las
maravillas que Dios hizo por nosotros y que son sencillamente “comunes”.
El Sol y El Viento
La discusión fue larga, porque ninguno de los dos quería ceder. Viendo que por el
camino avanzaba un hombre, acordaron en probar sus fuerzas desarrollándolas
contra él.
-Vas a ver – dijo el viento - como con sólo echarme sobre ese hombre, desgarro sus
vestiduras.
Y comenzó a soplar cuanto podía. Pero cuantos más esfuerzos hacían, el hombre
más oprimía su capa, gruñendo contra el viento, y seguía caminando. El viento
encolerizado, descargó lluvia y nieve, pero el hombre no se detuvo y más cerraba
su capa. Comprendió el viento que no era posible arrancarle la capa.
Sonrió el Sol mostrándose entre dos nubes, recalentó la tierra y el pobre hombre,
que se regocijaba con aquel dulce calor, se quitó la capa y se la puso sobre el
hombro.
-Ya ves - le dijo el Sol al Viento - como con la bondad se consigue más que con la
violencia.
El hombre y el mundo
Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a
encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de
respuestas para sus dudas.
De repente se encontró con una revista en donde venía el mapa del mundo ¡Justo lo
que precisaba!. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un
rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: -”Como te gustan los rompecabezas,
te voy a dar el mundo todo roto, para que lo repares sin ayuda de nadie”.
Entonces calculó que al pequeño le llevaría días componer el mapa, pero no fue así.
Pasadas algunas horas, escuchó la voz del niño que lo llamaba calmadamente. -
”Papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”.
Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. Pensó que sería
imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás
había visto antes. Desconfiado, el científico levantó la vista de sus anotaciones con
la certeza de que vería el trabajo digno de un niño.
Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido
colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido
capaz?
-Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista
para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre…
Así que dí vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que si sabía
como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y vi que había
arreglado al mundo.
¿Existe el Mal?
Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta: - ¿Dios creó todo
lo que existe?
Un estudiante contestó valiente: -Sí, lo hizo. - ¿Dios creó todo? -Sí señor, respondió
el joven.
El profesor contestó: -Si Dios creó todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal
existe, y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos,
entonces Dios es malo.
Otro estudiante levantó su mano y dijo: - ¿Puedo hacer una pregunta, profesor?
- ¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?
El muchacho respondió: -De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la
Física, lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u
objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que
hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia
total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de
reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo
nos sentimos si no tenemos calor.
-El mal es simplemente la ausencia de Dios… es, al igual que en los casos anteriores un
término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios…. no creó el
mal. No es como la fe o el amor, que existen, como existe el calor y la luz. El mal es el
resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como
resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz.
El mejor regalo de amor no son los diamantes ni las rosas ni los dulces. Es brindar
tu concentración. El amor se concentra tanto en otra persona que por un instante
uno se olvida quien es. La atención dice:
EL BAMBU JAPONÉS
No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen
abono y riego.También es obvio que quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la
semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita sea!Hay algo muy curioso que
sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes:
Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la
semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría
convencido de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú
crece
¡más de 30metros!
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un
complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después
de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas,
triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento
interno y que éste requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo,
abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma
perseverante y saben esperar el momento adecuado.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y
aceptar que en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no “ver” el resultado que
esperamos-, si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el
temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
Tiempo… Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo
agitado en el que vivimos…
Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi… nosotros mismos
hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué…
Lo que para uno es comida, es veneno para otro. El sol, que permite ver al
águila, ciega al búho.
Los hindúes han creado una encantadora imagen para describir la relación
entre Dios y su Creación. Dios «danza» su Creación. El es su bailarín; su
Creación es la danza. La danza es diferente del bailarín; y, sin embargo, no
tiene existencia posible con independencia de El. No es algo que se pueda
encerrar en una caja y llevárselo a casa. En el momento en que el bailarín
se detiene, la danza deja de existir.En su búsqueda de Dios, el hombre
piensa demasiado, reflexiona demasiado, habla demasiado. Incluso cuando
contempla esta danza que llamamos Creación, está todo el tiempo
pensando, hablando (consigo mismo o con los demás), reflexionando,
analizando, filosofando. Palabras, palabras, palabras… Ruido, ruido,
ruido… Guarda silencio y mira la danza. Sencillamente, mira: una estrella,
una flor, una hoja marchita, un pájaro, una piedra… Cualquier fragmento
de la danza sirve. Mira. Escucha. Huele. Toca. Saborea. Y seguramente no
tardarás en verle a él, al Bailarín en persona. Si realmente has oído cantar
a un pájaro, si realmente has visto un árbol…, deberías saber (más allá de
las palabras y los conceptos). ¿Qué dices? ¿Que has oído cantar a docenas
de pájaros y has visto centenares de árboles? Ya. Pero lo que has visto ¿era
el árbol o su descripción? Cuando miras un árbol y ves un árbol, no has
visto realmente el árbol. Cuando miras un árbol y ves un milagro, entonces,
por fin, has visto un árbol. ¿Alguna vez tu corazón se ha llenado de muda
admiración cuando has oído el canto de un pájaro?
EL PEQUEÑO PEZ
«Usted perdone», le dijo un pez a otro, «es usted más viejo y con más
experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame:
¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo
por todas partes, sin resultado».«El Océano», respondió el viejo pez, «es
donde estás ahora mismo».«¿Esto? Pero si esto no es más que agua… Lo
que yo busco es el Océano», replicó el joven pez, totalmente decepcionado,
mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.
EL ELEFANTE Y LA RATA
Nos preguntamos ¿ quién soy yo para ser brillante, atractivo, inteligente y fabuloso?. De hecho,
Nada hay de iluminado en encogerte para que otros no se sientan inseguros en tu presencia.
Mario Benedetti
Cuentan que una vez se reunieron en algún lugar de la Tierra todos los
sentimientos y cualidades de los seres humanos.
La primera a la que encontró fue la Pereza,… a sólo tres pasos detrás de unas
piedras. Después se escuchó la Fe discutiendo con Dios sobre Teología, y a la
Pasión y el Deseo los sintió vibrar en los volcanes. En un descuido encontró a
la Envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni
que buscarlo, él solo salió disparado de su escondite, que había resultado ser
un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed, y al acercarse al lago
descubrió a la Belleza. Y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la
encontró sentada en una cerca sin decidir aún dónde esconderse.
La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, y en la
cima de las montañas, y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y
pensó: “El Amor, siempre tan cursi, seguro se escondió entre las rosas”. Y
tomando una horquilla comenzó a mover las ramas,… cuando de pronto se
escuchó un doloroso grito… Las espinas habían herido los ojos del Amor, y la
Locura no sabía qué hacer para disculparse. Lloró, rogó, pidió perdón y hasta
prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó en la Tierra al escondite,
el Amor es ciego,… y la Locura siempre lo acompaña.
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EL GUZANO Y LA MANZANA
Imagínate por un momento que eres una manzana con una preciosa cáscara
brillante. Pules la cáscara cada día, y parece hermosa a la vista de todo el
mundo.
Es la unidad de la unión.
Siempre digo que para poder ser divino, uno tiene que estar dispuesto a ser un
cien por ciento humano. Tenemos que estar dispuestos a abrazar cada aspecto
que juzgamos de nosotros mismos.
Necesitamos abrazar cada una de las partes que hemos estado escondiendo
bajo la falsa brillantez de la cáscara de la manzana, para poder llegar a ser
absolutamente completos.
Una persona iluminada es solo un niño inocente que vive en cada momento un
cien por ciento, dándole amor a su Ser y a todos los demás, sabiendo que
también son el Ser.
LA PERLA
(Khalil Gibran)
NO-VIOLENCIA
Una serpiente había mordido a tantos habitantes de la aldea que eran muy
pocos los que se atrevían a aventurarse en los campos. Pero era tal la santidad
del Maestro que se corrió la noticia de que había domesticado a la serpiente y
la había convencido de que practicara la disciplina de la no – violencia.
Al poco tiempo, los habitantes de la aldea habían descubierto que la serpiente
se había hecho inofensiva. De modo que se dedicaban a tirarle piedras y a
arrastrarla de un lado a otro agarrándola por la cola.
La pobre y apaleada serpiente se arrastró una noche hasta la casa del
Maestro para quejarse. El Maestro le dijo: “Amiga mía, has dejado de
atemorizar a la gente y eso no es bueno”.
“¡Pero si fuiste tú quien me enseño a practicar la disciplina de la no –
violencia!” “Yo te dije que dejaras de hacer daño, no de silbar”.
El Vuelo del Halcón
De: “Historias para Reflexionar II“. Se desconoce el autor.
Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de
cetrería para que los entrenara. Pasado unos meses, el maestro le informó al
rey que uno de los halcones estaba perfectamente, pero que al otro, no sabía que
le sucedía pues no se había movido de la rama donde lo dejó, desde el día que llegó. El
rey mandó a llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo
hacerlo volar. Al día siguiente el monarca decidió comunicar a su pueblo que ofrecería
una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, vio al
halcón volando ágilmente por los jardines. El rey le dijo a su corte:
—Traedme al autor de este milagro. Su corte le llevó a un humilde campesino. El rey le
preguntó:
—¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres acaso un mago? Intimidado el
campesino le dijo al rey:
—Fue fácil, mi Señor, sólo corté la rama y el halcón voló, se dio cuenta de que tenía alas y se
largó a volar.
Alcancemos alturas antes de que alguien nos corte nuestra rama.