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Bartleby: preferiria no Lo bio-politico, lo post-humano Gregorio Kaminsky - Jorge Lovisolo — Ménica B. Cragnolini ~ Patricia Digilio - Alejandro Kaufman — Diego Tatién ~ Juan Besse ~ Marcelo Percia aareby:preferira no. Lobo pits lo post humano / Gregorio [Kaminsky [etal ~ ined. ~Boenos Ae Bones Ua Cabra, 2008 160 pnts em. ISBN 978-987-22884.95 1 Filosofia Contempordnea Argentina. I. Kaminsky, Gregorio, cpp 19082, edicioneslacebraegmail.com ‘wwrwedicioneslacebra.comar Imagen de tapa (Carlos Eduardo Tkach, “Hombre con bigote”, tinta sobre papel. ste Hbro ha sido financiado con una subvencidn otorgada por la ANPCYT en el marco del PMT HI, Contrato Préstamo BID 1728/0C-AR : preferiria no, Lo bio- Bata primera edicisn de 1000 ejmplares ce Bartley: prefer no. 1 politico, lo post-Iuumano se termin6 de imprimir en elmes de noviembre de 2008 en Gréfica MPS, Santiago de Pstero 328/38, Lani, Buenos Aires, “Argentina ‘Queda hecho el depésito que dispone Ia ley 11.723, Paaverinia No see BarrLeby (Mmapas nrorotfticas px Los postHUMANO) Prélogo! Bartleby: preferivia no retine ensayisticas sobre la transfor macién de lo humano. El titulo alude a Bartleby de Herman Melville, escrito en 1853. Un extraiio relato de un abogado de Wall Street que contrata a un escribiente del que no conoce casi nada, Al principio, el muchacho-de apariencia tranquila~se desen- vuelve como un empleado extraordinario que trabaja en silencio y sin descanso. Pero, al tercer dia, ante el simple pedido del abogado de que examine un escrito, Bartleby “con una voz singularmente suave y firme, replicé: Preferiria 19 hacerlo". Desde ese momento, la injustificada férmuila de Bartleby (la firmeza de su negativa junto a Ja doci dad de su respuesta) se repite ante cualquier invitacién © demanda del abogado. Asi, pasa el tiempo y tras el fra- caso de argumentos y argucias para hacer que Bartleby se vaelva un poco razonable, al final, el inofensivo copista, es Uevado a la cércel por vagebundo. 1 La produc del presente vokumen se ralira on el marco del Proyecto de Investigacin Clentificay Teenolegica (PICT) 2005, N 31798 (2007 2010), de la Agencia Nacional de Promocion Cientfeay Teonolégice, El concepta de ‘pastime yi policy, ilegesdo por Méniea Creproliny,Poteica Digit, ‘Gregario Kaminsky Aljandze Kaufman y Marcelo Ferd, | | Bartleby prefiide no. Lo bo-pollice lo post Inonano Jin la historia de Melville, la experiencia de lo errante con- tamina el orden de lo humano. Su inesperada respuesta saxprende el letargo de los escribientes, la somnolencia de las oficinas, el sopor de fas costumbres, la inercia de las mecénicas productivas. Con el prefriria no hacerlo irrumpe lo ingobemable. Revuelta de las preferencias, reivindicacién de actos iniitiles ¥y arbitrarios. Teatro conceptual de los raros, que son pocos € inauditos. Relato de la declinacién humana como caida del ideal modemo, desvio, fuga y potencia inesperada. La afficcién de Bartleby no como sufrimiento de un ape~ nado, sino como inquietud vacia de una existencia humana desprendida de la angustia, La desolacidn del escribiente no como vivencia de soledad, sino como vagabundeo inmévil en un paisaje deshabitado. Bartleby es la experien- cia humana sin miedo y sin esperanza. Preferirfa no ser Bartleby (en su. comienzo expresién de ‘una humorada) termina siendo una dectaracién de quie- snes preferitiamos no vivir en ese estado de desencuentro casi absoluto, Un modo, también, de hablar del malestar universitario de los que se rehiisan a ser copistas décites, eaclavos de las referencias © mandaderos extorsionados por la amenaza de no reconocimiento. Bartleby: prefriria no es un libro que concita una serie intencionada y arbitraria formada por Borges, Foucault, Deleuze. Bl prologo que Borges escribe a su traduccién del relato de Melville es de 1969. Nacimiento de ta biopoitica fs el curso que Foucault dicta en el Collége de France en 1979. El texto de Deleuze, Bartleby o la forntula, incluido en Critica y clinica, es de 1993. Esas narraciones de lo equi- vyoco y lo inmanejable hacen al entramado de algunos de Ios articulos de este libro. Proferisa no ser Baily (mses biopoliticas del pesthunrrwo) Narrativas 1 Gregorio Kaminsky comienza su texto asi: “Soy un narra- dor incidental de un cuento sobre un escritor y un escribiente”. Propone el ensayo como incidencia y como calda. Incusre en la falta de tratar de entender y, cuando no, hace cortes para dejar que broten otras histotias. Al superponer dos fechas (1853 y 1929) en el escenario mutante de Nueva York, Kaminsky aproxima, también, la posibilidad de pensar cémo la revuelta de Bartleby anti- cipa la crisis del capitalismo. Kaminsky reconoce en Bartleby el “semblante abismado” del presente. El hombre sin parecidos, ni semejanzas, el que esquiva todas las capturas clasificatorias. Laretériea de lo posthumano se expresa entre la posibilidad de hallar un simil y la declinacién de lo disimil. La potencia inmévil del que se esconde y se sustrae a toda demanda. Escribe: “La ‘preferencia’ es el imperio de Ia voluntad, de toda voluntad. ‘Preferir’ sin que necesariamente deba ser. “Prefiro’, reviste una pacific querella por las ‘preferencias’ mismas, a experiencia valiente de una distendida actividad, el armamento de una sostenida ens Kaminsky encuentra en Bartleby la férmula de una para- doja perfecta: “preferir no-sf ser”, el no como afirmacién de Ia existencia. Manifiesto de los que “poco saber lo que quie~ ren, pero sf habit lo que preferen” Borilby:profiririe no. Lo bie-politce, lo post Iuomano 2 Jorge Lovisolo sabe que el pensamiento nace de una indis- crecién. La conexién imprudente de una cosa con otra. La intrusi6n en un relato que nos Lama. En su texto, el lector asiste a un coloquio en el que un narra- dor intima con personajes de ficcién. Su articulo se presenta ‘como un congreso de personajes denovelas, una comitiva de desheredades, que discuten con un intruso que es Deleuze. Sugiere que Bartleby sobrevuela La vida de los hontbres infemes, punto de arranque de la biopolitica de Foucault Reconoce que el personaje de Melville es “digno de adini- raci6n por su heroica perseverancia en ser nadie”. Portavoz de “una inguietante catdstrofe referencia”. ‘Imagina tun didlogo sobre el sentido de la identidad en el ‘que "Ulises oculté su identidad para preseroarla y seguinsiendo ‘lguien, mientras que Bartleby prefere no lenera para ser nadie”. En el mondlogo en el que hace hablar a EI innombrable se lee: “quieren que siroa para algo: no han aduertido que ser un hombre itil siempre me pareci6 algo abominable”. O también dice: "soy uno espera sin esperanza”. O le hace decir a Josef K. comentando ideas de Benjamin: "Yo, en otro registro, slia decir que el Mesias no legard el sltimo da, sino tun dia después de su legada, cuando ya no hage falta”. Biopoliticas 3. ‘Ménica Cragnolini piensa que silos humanismos de todastas épocas pensaron a mujeres y hombres como seres producto res de objetos, obras, sentidos, la figura de Bartleby anuncia el nautragio y la dectinacién de esa inercia productora. Prefriria no ser Bartleby (mirdas boplficas de lo posthumann} Bartleby, a partir de la suspensién, pone en marcha otra ppotencia: la potencia del rehusarse o a potencia del preferi- ia no hacer ni decir nada. La potencia de lo ingobemable. CCragnolini reconoce que las escrituras del ciberespacio dela- tan nuevos modos de pensar lo humano. infinitas bibliote- «as suspendidas que contienen muchas eserituras vacias. Mientras que se suele pensar que no es necesario escribir si no se tiene nada que decir, seftala que “La profusiin de blogs en el citerespacio pareciera desmentir esta idea: se escrite, aun cuando no haya nada para decir”. Al fipal del texto de Melville, se dice que Bartleby habia sido empleado en tna oficina estatal de cartas muertas: letras extraviadas o sin destinatarios clasificadas para ser quemadas, Circunstancia que Cragnolini aprovecha para pensar “Ios miles de mensajes muerios que se encienden y se apagan en Internet” La produccién de letras muertas como naufragio del sen- tido, le recuerda que, en un fragmento péstumo de 1888, Nietzsche cita un texto de Schopenhauer que traduce ast, “naufragué: estaba navegando bien”. 4, Patricia Digilio piensa las condiciones actuales de teans- formacién de lo viviente. Bartleby, el hombre de las preferencies, interpela la mirada biopolitica, Las literaturas de Melville, Katka y Beckett recnerdan eémo eran las existencias humanas antes de que fuera posibte un mundo de cristuras disefiadas a tra- vés de las ingenierias genéticas del presente. Bertie: prefiriria no, Le bie politic, lo posthuanane Sefala Digilio que “com ef desarrollo de ia bioteenologia se advierte que ia accion cientifice-tccwolégien ya no sdlo acomparia « interfiere em los procesas bioligicos sino que produce vide, Un revo tipo de vida”, La fabricacién de lo viviente es la cuestién politica que estalla en tiempos del capitalismo avanzado. La manipulacién de Ja genética celular se mezcla con la industria de los teléfonos méviles, las terapias genéticas se confunden con las ideologias brutales y genocidas que pretenden mejorar la existencia humana. La Kogica de las preferencias de Bartleby conforma una de las ptimeras narzativas que se opone al orden de la selec cidn de la especie. Memorias* Hl escrito de Alejandro Kaufman vislumbra él fin de lo bumnano: la sensibilidad envenenada. Liseribe: “No es el dolor lo que sos entbarge, sino la insensibi- lida. La metacritica de ta cultura consiste en buscar Ia via de apertura aun saber de fo sensible. EI pasado no se puede restau- ur, y tal vez no sea deseable hacerlo, pero hay que decidir si es eseable esbozar Ia imagen del infortunio, y por to tanto de la felicidad, que se nos niega". Adviertecémo la seleccién del mAs apto,eldarwinismo comenz6 ‘como organizacién de los inlentos. Un mundo valuado en el 2. Dee Prfsonida, Alero Kaufman own eno publics en 1995 (Gevitn Cone, Buenos Aices,NP2) Tato sre Barley, de Diego Tats ‘public on 2001 (Nombre. Revista de Flos, Cbs, N16) Amber texos ‘bra eedindos,acpan inteneone etomadas en ete voktmen Preferiia no er Bartleby (minasbiopllicas de to postiumnanod dominio del consumo, la eficacia, los resultados, Ia tangi- bilidad de lo producido, Qué ocurre cuando un hombre se sale del sistema? ‘Para Kaufman, Bartleby narralaexperiencia del exterminio ‘como consecuencia no deseada de las buenas conciencias, Escribe: “Al persistir el amanuense er: su inmovilidad, ef abo- gado se da cuenta de que ‘corria un murmullo de asombro acerca del extrafio ser que cobijaba en mi oficina. Esto ine molestaba ya nnuchisima’, El peligro de Bartleby se revelaba ahora, hacia el inal de su trayecto, ya no en su neutralided absoluta (porque 1 inutilidad era inajensiva), sino porque hia ‘escandalosa mi reputacién profesional”. Bl vereno de la civilizacién humana es la homogeneidad. E] alboroto malicioso contra el prestigio del abogado vul- nera el amor osu ternura social. Con exo alcanza, para que elextrafio sea oliminado. 6. Bl articulo de Diego Tatidn traza las coordenadas de una politica de la inaccién y le inapetencia. ‘Tras preguntarse “para qué sirve un hombre, para qué estamos tos seres luruanas en el mundo”, Tatién responde que somos ante todo un signo indescifrado, un misterio y que un ser humano no tiene que servir para nada: “ano estamos aqui para ser ¢ficientes, ni productivos, ni mejores que otros, ni com= lentes, i competitivos”, Para Tatidn, Bartleby es un hombre sin secretos ni biogra- fias: un inservible de las preferencias. Escribe: "Su ‘preferir no’ quizds sea el emergente de un idioma sin communica: ef mismo Bartleby sea tal vez el ciudadano Bartleby prefiriria no. Lo be-politico, a post-tumano cerrante de una comunidad ausente, o simplemente alguien que ‘busca construir la ‘contunidad de tos sin comunidad’. No una ‘comunidad de ‘personas’, ni de trabajadores, ni de aptos; antes Dien una comunidad de hombres y mujeres que saben que no saben quiénes son, ni para qué sircen”. ‘Una comunidad no de solitarios, sino dé ausentes. Porque Ja soledad es, atm en su privacién, un Hamado; mientras Ja ausencis no Tama ni espera: la ausencia persevera en no estar. Aspira a Ia ignorancia de sf. Detalles 7 Juan Besse encuentra en el proferir de Bartleby un hervi- dero de imposibles, dlestaco tres: escribir lo imposible, el imposible femenino y la angustia imposible. Para Besse, Bartleby expresa el secreto de las narrativas: iratar de escribir lo imposible. Anota: “En tanto escribiente Bartleby no cesa de copiar. Pero en rigor no escribe. La escritura tiene lugar en otra parte, all donde Bartleby es aquel que cuando prefiere no escribir, hace acaecer un escrito: se escribe Ia situn= cin inimaginable de una oficina de copistas con un copista que nnoescribe”, Asi, también, toma una observacién de Derrida sobre que en Bartleby no se hace alnsidn a la existencia femenina; Besse presenta un hallazgo: encuentra en la traduccién de Borges un detalle a través del cual el argentino feminiza a Bartleby: “Ese detalle es expresado en bastardilla, y no sélo porque se trata de un vocablo en lengua extranjera 0 de un gali- cismo inasimilable: deshabillé”. Besse destaca que deshabillé es un término asociado a una prenda femenina que no es equivalente a bata, slfo de cama, robe de chambre 0, como se Preferiria no ser Bartleby (iradasbipoitca do posthumano) traduce en otra versién, a ropa interior. Fl fantasma de Io femenino como atuendo que hace vacilar, A partir de una observacién de Blanchot sobre “Ia angustia sedentaria”, advierte que Bartleby no es un sujeto angus- tiado, Escribe: “Lo que parece haber comertzado como angustia sedentaria, en Bartleby no supone un sujeto. Laangustiaes sefial de sujeto pero al copista no le cabe el atributo angustiado”. Eseribir, devenir mujer, estar angustiados, tal ver, tres cos- turas de la humanidad perdida. 8 Mareelo Percia presenta una serie de comentarios sobre Bartleby. Un conjunto de posibles contratapas que simulan guias de lectura. Sostiene que si la aparente descripcién de un texto pretende hacerlo accesible al lector, la prolife- racién de desciframientos provoca agobio. La metastasis, explicativa pone a la vista la vana intencién de controlar el sentido de la obra. Afirma que “saturados de significados descansamos en paz. En algiin momento, leer se ouelve un tra- ‘bajo fedioso: como el hastio de los guardia cérceles que tienen todas las celdas controladas". Naufragios La idea de! mejorantiento knamano, la planificacién de eriatu- ras més convenientes o superiores respecto de ottas posi- bles nos pone ante el peligro de una aristocracia genética, Los lamados adelantos médicos y cientfficos que permiten disefiar nifios y realizar diversos proyectos de experimenta- cién humana, repone, entre nosotros, la cuestién Bartleby. Bartleby, zo quiere probar wna terapia genéticn? Preferiria no. Alntentar con medicamentos que retrasen la vejez, no le gusta- Bartleby: refiriia no, Lo bie-poltico, to post-hurnano ria que la vida dure més? Prefiero que no. 2Y si una pastilla de jengibre lo ayudara a fortalecer su sistema inneunolégico, sus amecanismos antioxidantes y sus células debilitadas? Preferitia no recibir ayuda, Bartleby, no elegiria entre muchos emtbriones, suo que favorezea un temperamento ecidide para un varon- cito suyo? Preferirta no elegir un temperamento, :lmagine que udiérams clonarlo ydarle una criatura que, a medida que vaya creciend, se le parecerta hasta en el mis minimo gesto? Pref riria no imaginar lo que me pide. gNo coincide en que conviene seleccicnar el sexo de los bebés para evitar que la legada de un sex0 no esperado pudiera decepcionar a los padres? Preferiria to coincidir, zNo esté de acuerdo en que se aoance en la inves- tigacién de oétas madre embrionarias que podrian conducit a ‘raiamientos para el Alzheimer? Por el momento, preferitia uo recordar, Bartleby, usted es post hunuano? Preferiia no respon der a esa pregunta. Femando Pessoa advierte un equivoco de Ia civilizacién: Jos barcos no desean navegar sino egar a buen puerto. El sistema vive obsesionado por el cumplimiento de partidas y arribos. El puerto como refugio ansiado. Pessoa quiere Fecuperar una {érmula de antiguos tripulantes: navegar es preciso, vivir no es preciso, Para aliviar su dolor prueba esta variante: vivir no es preciso, navegar no es preciso, crear es lo necesario, Bartleby: preferiria no reine una ensayistica que reincide en el trastomo de las f6rmulas. Los autores del libro que estamos por leer parecen decir: vivir no es preciso, navegar no es preciso, crear no es preciso. Naufragar es preciso, aunque prefeririamas no hacerlo, PERSONAJES ESCRIBIENTES. ENTRETIEMPOS CON BARTLEBY Gregorio Karsinsky Soy un narrador incidental de un cuento sobre un es- critor y un escribiente. En una oportunidad, no recuerdo la fecha precisa pero fue durante 1853, me tropecé con un hombre ni joven ni viejo, cuarenta o cincuenta afios~ que salia sin apuro, con Paso cansino, de un tipico edificio de oficinas. Por lo febril yalocada de mi tarea, caminaba apurado, ocupado, lo ha- bitual para ir hacia el banco o a una dependencia oficial antes de que cierren al piblico, Recuerdo al empleado desalifiado caminando, por una calle paralela a Wall Street; cruzamos miradas, la suya algo evasiva, como resignada; la mia, la de un atildado profe- sional de asuntos contables y judiciales, Ese encuentro ca Iejero fue una citcunstancia excepcional porque ~feltaba narratlo para saberlo-el hombrecito esquivo, casi no salfa de su trabajo y nadie, fuera de su despacho, lo conocia, Afios despuds, yo solfa circular casi a diatio por esos rumbos para llevar a la Oficina de Declaraciones y Sellos Jos documentos que formalizaban los primeros calastros de la zona comprendida entre Ja 3! avenida y Broadway, y la 5* con 42, Deudas inpagas, exhortos o un expedionte ‘cualquiera me obligaban a concurrir por all al menos dos y hasta tres veces semanales. Escrituras repetidas como misales del farragoso ritual montado en esos tugurios: Gregorio Kaminsky demandas, testimonios, descargos, cesiones, embargos, testamentos, declaraciones juradas, bordados por la esme- Tada caligrafia de los amanuenses. Llegado 1928, no soy original si cuento que las cosas fueron para peor, el congestionamiento del trénsito, los bo- cinazos, el griterfo de los conductores, Fueron tiempos en los que Wall Street, sus curteles y milicias de la moderni- dad, sus cuerpos uniformados con ridiculos rituales, per- feccioné su carécter de eantuario del papelerio. Ni hablar cuando circulaban los camiones de caudales. Sus veredas eran “lo son-tan angostas que el gentio que gesticulaba en concilidbulos hasta ocupaba parte de la misma calle. Era casi indispensable atravesar frente al impanente y yafamoso New York Stock Exchange (NYSE) que, paraesas fechas, yaera un monumental edificio de puertas giratorias, banderas con sendos méstiles e infinitas ventanas, Entre el frenético hormiguero, el NYSE se convirtié en el solemne capitolio del mundo de las finanzas, locus desde donde se formulé el inminente desplome brutal, la épica de Ja transformacién del mundo, conquistindolo. Como contraste de ese escenario, transcribo, los domingos Wall Street es un desierto como la Arabia Pétrea; y cada noche de ada dia es una desolacién’. Otro recuerdo, a pocos pasos del NYSE habia un local de comidas répidas que no era més que una sucia fonda, ‘Tras una de mis recorridas advertf que junto a una ven~ ‘tana, sentado a una mesa ~tonos deslucidos y semblante abismado— a un hombre de edad imprecisa -ni joven ni vigjo- que no parecia sentado sino inclinado, como esean- dido. Sobre la mesa habja tna jarra, un vaso con agua, una bolsa con bizcochos de jengibre, y nada més. Por curiosi- i als et lt a i rei is ee a Sccmaconnaenste Personnes esribientes. Entetempos com Bartleby dad o fisgoneo narrativo, siempre que pasaba por ese Iu- gar, a esa hora, echaba un vistazo de reojo. Entrados en el apocatipsis del '29, el gentio tapaba el ventanal de ese sobreviviente local de comidas. A través de una hendija de la muchedumbre adverti que quien todavia estaba sentado ahi -yinmévil, perenne?- era el mentado personaje de afios airs. Me detuve como mi- rando para otro lado, y vi cudndo sacé despaciosamente no sé si del bolsillo o de st roido portafolios un envoltorio de papel madera con manchas, probablemente de grasa. Lo abrié y desplegé ef papel que hizo las veces de man- tel y servilleta. Tenfa una bolsa de bizcochos de jengibre (qué es el jengibre? una coBa cilida y picante...? y creo que ‘una porcidn medio deshecha de un bocado de queso, como el que obsequian en el Bronx por 25 centavos. Hasta alli Hegé todo. En otra versidn podria no haber escrito nada de una fonda y que el personaje jamés ibe a almorzar, en realidad. que jams iba a ninguna parte, Jamds, que yo supiera, ha- Dia estado ausente de la oficina. Pas6untiempoy mi memoria expositiva-también otras xno hilvanaba la similitud entre el hombrecito con quien me topé en la calle en 1853, el del vertanal de la fonda de 1929 y tino de los escribientes de Ja oficina del Sr, Mc Bride, a quien se tenfa como uno de esos abogados sin ambicién..., ‘eminentemente seguro... un sujeto prudente y metédico Mi conocimiento de Mc Bride, el escritor de marras, se remonta a cuando nos prodigamos algunos ‘favores’ pro- fesionales y ‘colaboraciones’ que nos dispensdbamos mu- tuamente. Todos saben que es imposible la tarea bursétil y leguleya de las gestorfas sin ‘apurar’ un trémite, ‘destra- 2.Wid, paz 3.thid, pp. 36-17 Gregorio Komineky bar” tn expediente, ‘finiquitar’ operaciones o ‘ganar’ una influencia con porcentajes pautados, et. Wall Sieet, y su pulcra habitualidad de impostura y kécnicas de soborno, nunca disimuld su moral financiera; su cddigo no escrito prescribe procedimientos ~contables © judiciales — implicitos y discretos, aunque escandalosos ‘cuando se constuma alguna ‘destealtad’ Para esas fechas, mis visitas~narrativas y comerciales~ al despacho de Mc ride se hicieron frecuentes porque tra- hé una cierta amistad fuera del horario de trabajo, no con 1 sino con sus cuatro empleados, gente de pocas aspira~ clones, algo grotesca, que no renegaba de su oficio ni tam poco de sit destino, Turkey, el inglés regordete sesentén, Nippets, el joven colérico dispéptico y el jovencito Ginger. ‘Mas abajo me referiné al cuarlo empleado, posiblemente el {antiJhéroe del cuento. Recuerdo bien escenas del Sr. Me Bride quien, recodado ‘ante el busto de un Cicerin de yeso, como extasiaco ante el muro blanco que se veia tras la ventana, pontificaba algunas semblanzas de sus subotdinadosy que él mismo caracteriza- tba como ‘retéricas’ Fl pattén engolaba a vor. para parodiara surempleado Turkey, .. con rojay madiante fazemnitia sus mts of iid rayos, ..1n restr itolermitemente gost. El copista des- ‘tibia asi su propia actividad: ... de suafiana, ordeno y despliego ts colina, pero de tarde me pongo « la cabeza, y bizarramente avremicto contra el enernigo, Como en dueto verbal, el jefe reto- anaba tun registro aflaulado ¥ lo ridiculizaba, al tiempo que ‘Turkey pronunciaba como un response: seir, la vejez, aunque borronea so pig, es honorable. os das estantas enonjeciende® ‘Mc Bride me confiaba -no sin sorna~ que Turkey era ti hont= ne a quien le pernaticata ta prosperiad® 4. Bid. p20 5. Bid, p23, 6.1M, p27 Personajesesoribcwtes. Enlretiempos eon Bartleby Acerca de Nippers le escuchsesto, io considero una victina de dos padres malignos:laantbcién y ie digest. Dela primera, tuna isjustificnda usurpacién de nsutos estriciamente profesiona Jes..., aunque el tema serio era la indigestidn porque altera- tha la convivencia laboral, que se marifestabe ert sacha de sar- ‘istion mal humoy?. Con tono patemal, el ‘asunto' Nippers le Parecia sopottable y, erguido ante la ventana frente al muro enmohecido, sentencis fe propia natutaleza es 1 tabernero, y sce sw nacimiwto le ha surninistrad un enrdeter tan irvitable y fan alcohatico que toda bebida subsiguiente es superflua Con Ginger Nut, se confesaba como un poeta que traza Ja semblanza de un nitio de doce afios mandadero, barredor y linapiador, @ razén de wx délar por semana. Ante el patrén ¥ el busto ciceroniano de yeso, intenté que Me Bride se sintiera un benefactor que hacia realidad los deseos del padre de Ginger, wit carvero que ambicionata ver a st fio en Jos tribunates y no ex el pescante! Recuerdo al lector que los empleados eran cuatro, las ‘escenas del amanuense resiante son decisivas y vendrén despuds. Pasado un tiempo, en tuna oportunidad, propuse ira ver box al estadio Polo Grounds de Nueva York. Mc Bride nun- ca fue de la partida de ese tipo de salidas, ni de ninguna otra; decia que no era afecto a esas distracciones, pero en verdad acordaba con Ja tradicional eostumbre de que un jefe no debe profundizar relaciones con los empleados fue- ra del dmbito laboral ni siquiera con fines profesionales. Lapelea debox era por el titulo mundial de pesos poso- ddos qute Jack Dempsey astentaba desce hacia tiempo. Los Ip. 24 te, p28 9B, p29. Gregorio Kaminsky Doletos eran muy caros, cada uno debia pagar el suyo: Ni- pers tenfa sus dificultades y lo ayudé a solventar el gasto. De Ginger, el jovencito, confieso que nadie considerd su situacién, quien entonces apelé a sus recursos habituales: salt6 una valla y burl a los agentes de la entrada. La pe- lea de esa noche era con Luis Angel Firpo, el latino de un pais al que se conocia en Wall Street por sus exportaciones agropecuarias, Estdbamos en la tribuna que da la espaida a Dexter Bay. De ese intenso enfrentamiento, sobrevive el episodio me- morable del final del primer asalto en que Firpo arroja a Dempsey fuera del ring. El campetn cae sobre periodis- tas, tiene un corte en la parte posterior de su cabeza, esté entre 14 y 17 segundos fuera del ring, pero el drbitro lega sélo a la sospechosamente lenta cuenta de 9. Dempsey lo- gra regresar al ring pero no por sus propios medios sino ayudado por los periodistas. Muchos reclamaron, yo tam- bbién, que Firpo debié haber sido declarado ganador por knock-out. Entonces, el americano se recupera y tira al ri- val siete veces, cada una de las cuales, sangrando, se vuel- ve a poner de pie, y asi hasta que pierde la pelea. Gand 1 local pero, atin sin aficionados que apoyaran a Fizpo, Ihubo mucha controversia acerca del resultado de la pelea debido a la conducta del Srbitro, descaradamente vincula- da con la agencia de apuestas. A Firpo se lo conocia como “el toro salvaje de las pampas", mote que un periodista ‘estadounidense le adjudicé al verlo eangrar profusamente y manteniéndose en pie. Esa pelea se convirtié en tn mito Yy muchos especialistas deportivos consideran que fue la ‘pelea més grande y més corta de todos los tiempos. Salimos del Polo Grounds y los invité a tomar una bock irlandesa en una de las cervecerias préximas al Central Station. Alli fuimos, la charla estuvo muy animada y mi Personae esriientes. Enretempas com Bartleby narrativa se vio enormemente favorecida: fue divertido, vverlos gesticular y escuchar las historias que el propio Me Bride les relataba en el despacho, personificando su infausta vocacin literaria que munca cumplis pero que no To arrojé ala bebida sino a la autoconmiseracién discursiva. Por otra parte, me confiaron que Winston Nathaniel ~nombres de pila del patrén—recayé en un devoto feligrés dominical, ‘Nunca se atrevié a Namarse a si mismo escritor, pero su corazén literario siempre se propuso dotar de vida creativa su decadente oficina y a sus imaginarios empleados, pero el resultado alcanzado fue.una constante decadencia de su vocacién, El derrumbe prosiguié esta historia —literaria, pero existencial-del cuarto empleado al que me referiné, ‘Su testimonio del fracaso literario y calvario de escri- tor, su irremediable estigma estético se debid ~dice- a su propia incursion en la historia no escrita de un héroe de edad imprecisa, la malograda vida de un amanuense de semblante livido, actitud esquiva y cabeza casi gacha. ‘Turkey y Nippers disfrutaban, en la ceryecerla, con- téndome oiras indiscreciones literarias y una vez entona- dos ~mi texto los describe asi- daban rienda suelta a los detalles del discurso frustrante, extenuado,'del personaje evasivo y extrafio colega escribiente al que denominaban Jo mejor de la, digamos, literatura mcbrideana. Iota tes- tarudo, chiflado,.., victima de wn desorden innato e incurable loco, que prefiere no ser razonable. Los copisias estaban convencidos de que habia extrai- do a esa criatura de tan funesto destino de un libro de psiquiatria y que, extasiado legaba a describir hasta los detalles mas nimios. Es cierto que el rol de auditorio sig- nificaba un alto, un descanso en su jornada, pero no pocas ‘veces ese teatro se tornaba insoportable. sas eran las historias de un tal Bartleby, un ente priva- do de historia cuyo escenario —entre la sociedad y el retito~

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