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1 Protección de los derechos fundamentales

Módulo IV. Protección de los


derechos fundamentales
Enrique Cancer Lalanne
Actualización Rafael Fernández Montalvo
2 Protección de los derechos fundamentales

Índice

Introducción

1. Aspectos subjetivo y objetivo de los derechos fundamentales

2. La protección especial de los derechos fundamentales desde la perspectiva


constitucional
2.1. Garantías abstractas
2.1.1. Revisión constitucional
2.1.2. Eficacia directa
2.1.3. Reserva de ley
2.2. Garantías concretas
2.2.1. Generalidades
2.2.2. El doble sistema de garantías jurisdiccionales

3. La protección de los derechos fundamentales en la vigente Ley de la


Jurisdicción Contencioso-Administrativa
3.1. Regulación
3.2. Naturaleza jurídica del nuevo proceso
3.3. Utilización del procedimiento especial
3.4. Requisitos procesales del régimen jurídico
3.4.1. Requisitos subjetivos
3.4.2. Requisitos objetivos
3.4.3. Actividad

4. Regulación del proceso especial por vulneración del derecho de reunión en


lugares de tránsito público

5. Procedimiento especial para obtener la autorización judicial prevista en el


artículo 8.2 de la Ley 34/2002. de 11 de julio, de Servicios de la Sociedad
de la Información y del Comercio electrónico

5.1 Consideraciones generales


5.2 Autorización judicial para el requerimiento de información a los
prestadores del servicio previsto en el artículo 8.2 de la Ley 34/2002, de
11 de julio

5.3 Autorización judicial para la ejecución de las medidas para que se


interrumpa la prestación de servicios de la sociedad de la información o
para la retirada de contenidos que vulneren la propiedad intelectual
3 Protección de los derechos fundamentales

Introducción

Por su importancia, consecuente con su incidencia social y


política, los derechos fundamentales constituyen en la
actualidad el elemento clave del ordenamiento jurídico español.
Esto obedece a su constitucionalización y al papel que
desempeñan en la Constitución de 1978.

La Constitución española forma parte del modelo


científicamente denominado mixto (material-procesal), ya que
está constituida por normas tanto de organización y
procedimiento estatal, como por normas materiales, de las que
pueden obtener contenido todas las normas del sistema
jurídico.

Por este motivo, siguiendo lo que es pauta normal en las


constituciones modernas, en la norma suprema no sólo
aparecen integrados los derechos fundamentales, sino que
además tales derechos se configuran como la parte material
sustancial de nuestra Constitución, dado que a partir de ella se
ha de decidir sobre la estructura normativa básica del Estado, e
incluso se determina su acción social y política.

El reconocimiento constitucional de los derechos


fundamentales es condición necesaria pero no suficiente para
su eficacia. Su proclamación debe ir acompañada de las
garantías jurídicas que aseguren su protección y la efectividad
de su ejercicio. En este sentido, nuestra Constitución no sólo
reconoce un amplio elenco de derechos fundamentales sino
que establece un completo y complejo sistema de protección y
garantías como corresponde a su eficacia normativa,
vinculante para todos los poderes públicos (art. 9 CE) y a la
configuración de tales derechos fundamentales como
auténticos derechos subjetivos, aunque dentro de ellos puedan
establecerse diferencias en función de su eficacia,
especialmente conforme a lo establecido en el art. 53 CE.
4 Protección de los derechos fundamentales

Los derechos y libertades incluidos en la Sección 1.ª y 2.ª del


Capítulo II del Título Primero tienen eficacia inmediata,
vinculando como tales derechos a todos los poderes públicos;
sólo por Ley, que en todo caso respetará su «contenido
esencial», puede regularse su ejercicio –leyes relativas a su
desarrollo que han de ser, además, orgánicas (art. 81 CE)–; y
resultan tutelados, de acuerdo con lo previsto en el artículo
161.1.a) CE, en relación con las leyes y disposiciones
normativas con fuerza de Ley, a través del recurso de
inconstitucionalidad (art. 53.1 CE). Los comprendidos
específicamente en dicha Sección 1.ª tienen, además, una
operatividad fundamental añadida a través dos efectos
esenciales: su superrigidez en la reforma constitucional, para la
que ha de seguirse el procedimiento del artículo 168 CE,
equiparando su modificación a una revisión global de la
Constitución; y su singular protección jurisdiccional, en la que
se incluye también el derecho a la igualdad reconocido en el
artículo 14, pudiéndose recabar su tutela ante los Tribunales
ordinarios por un procedimiento basado en los principios de
preferencia y sumariedad y, en su caso, ante el Tribunal
Constitucional.

Para medir el alcance de esos derechos, conviene aludir al


diverso carácter de los mismos, de lo cual nos ocuparemos en
el presente módulo.
5 Protección de los derechos fundamentales

1. Aspectos subjetivo y objetivo de los derechos


fundamentales

En la Constitución española, los derechos fundamentales son,


ante todo, derechos subjetivos, porque en la noción de
“Estado” que deriva de la Constitución de 1978, estos derechos
aparecen reconocidos, al igual que en la tradición del derecho
natural, como propios del individuo, previos e independientes
del Estado, limitando desde el principio la autoridad estatal.
Este hecho posibilita el ejercicio de pretensiones por parte de
los individuos ante los tribunales, según luego se ampliará,
mediante la invocación, en muchos casos directa, de su
regulación constitucional.

A la vez, sin embargo, los derechos fundamentales son normas


objetivas situadas a la cabeza de nuestro ordenamiento
jurídico, con trascendente relevancia para el funcionamiento
del Estado mismo. Como resalta Rodríguez-Bereijo, la
vinculación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial a esos
derechos no sólo es de tipo negativo (obligación negativa), en
cuya consideración esos órganos deben evitar inferencias en el
ámbito individual por aquellos protegidos en función de su
significación subjetiva, sino que además comprende la
obligación positiva de realizar todo lo que contribuya a
posibilitar la efectividad de esos derechos y de los valores que
representan.

Generalizando lo hasta ahora expuesto, no es de extrañar que


doctrinalmente se haya mantenido que los derechos
fundamentales aparecen, en el plano constitucional español,
como elementos capitales y decisivos de la concepción del
Estado mismo, en el sentido de ser los elementos básicos del
sistema político que refleja, en cuanto instrumentos objetivos
de configuración del esquema de valores que representa.
6 Protección de los derechos fundamentales

2. La protección especial de los derechos


fundamentales desde la perspectiva
constitucional

2.1. Garantías abstractas


Consultar bibliografía…

En la Constitución española, los derechos fundamentales allí  “Comentarios a la


Constitución” de Manuel
reconocidos pueden ser agrupados en tres categorías Pulido Cacedo. Ed.
Aranzadi.
diferentes, en consideración a su protección y efectos:  “Derechos fundamentales y
principios constitucionales” de
Francisco Rubio Llorente.
Ed. Ariel.

a) En la primera categoría se integran los derechos


fundamentales y libertades públicas, strictu sensu, que
son los comprendidos en la sección 1ª del capítulo
segundo del título I, más el artículo 14 y la objeción de
conciencia del artículo 30.

b) La segunda categoría comprende los derechos y


deberes de los ciudadanos (arts. 30 a 38), que se regulan
también en el capítulo segundo (sección 2ª) del título I.

c) Finalmente, existen los que la norma suprema


denomina principios rectores de la política social y
económica (arts. 39 a 52), en el capítulo tercero de dicho
título I.

Si bien no cabe afirmar que exista una relación jerárquica entre


esos grupos, o entre los preceptos constitucionales que los
regulan, sí se advierten notables diferencias entre ellos en
cuanto a su aplicabilidad a las relaciones intersubjetivas, tipo
de normas legales que los desarrollan y, sobre todo, en orden
a su protección.
7 Protección de los derechos fundamentales

Los derechos comprendidos en el primer grupo –


derechos fundamentales y libertades públicas, strictu
sensu– gozan de una protección excepcional.

2.1.1. Revisión constitucional

La primera manifestación de esa protección la muestra el


procedimiento establecido en el artículo 168 de la CE, para su
revisión constitucional, que es más complejo que el previsto para
la del resto de los preceptos de la Constitución.

2.1.2. Eficacia directa

El reconocimiento constitucional de los derechos


fundamentales es condición necesaria pero no suficiente para
su eficacia. Su proclamación debe ir acompañada de
garantías jurídicas que aseguren su protección y la
efectividad de su ejercicio. En este sentido, nuestra
Constitución no sólo reconoce un amplio elenco de derechos
fundamentales sino que establece un completo y complejo
sistema de protección y garantías como corresponde a su
eficacia normativa, vinculante para todos los poderes públicos
(art. 9 CE) y a la configuración de tales derechos
fundamentales como auténticos derechos subjetivos, aunque
dentro de ellos pueden establecerse diferencias en función de
su eficacia, especialmente conforme a lo establecido en el
artículo 53 CE.

Los derechos y libertades incluidos en las Secciones 1ª y 2ª


del Capítulo II del Título Primero tienen eficacia inmediata,
vinculando como tales derechos a todos los poderes públicos;
sólo por Ley, que en todo caso respetarán su contenido
esencial, puede regularse su ejercicio-relativas a su desarrollo
que han de ser, además, orgánicas (art. 81 CE)-; y resultan
tutelados, de acuerdo con lo previsto en el artículo 161.1.a)
CE, en relación con las leyes y disposiciones formativas con
fuerza de ley, a través del recurso de inconstitucionalidad (art.
53.1 CE).. Los comprendidos específicamente en dicha
Sección 1ª tienen, además una operatividad fundamental
añadida a través de dos efectos esenciales: su superrigidez
en la reforma constitucional, para la que ha de seguirse el
procedimiento del artículo 168 CE, equiparándose su
8 Protección de los derechos fundamentales

modificación a una revisión global de la Constitución; y su


singular protección jurisdiccional, en la que se incluye también
el derecho a la igualdad, reconocido en el artículo 14 CE,
pudiéndose recabar su tutela ante los Tribunales ordinarios
por un procedimiento basado en los principios de preferencia
y sumariedad y, en su caso, ante el Tribunal Constitucional.
Garantía jurisdiccional esta última que resulta también
aplicable a la objeción de conciencia reconocida en el artículo
30 CE.

Los enunciados en el Capítulo III del Título Primero bajo la


denominación “De los principios rectores de la política
económica y social” constituyen, sin embargo, obligaciones
genéricas del Estado, de manera que han de informar la
legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los
poderes públicos, pero “sólo podrán ser alegados ante la
Jurisdicción ordinaria de acuerdo con lo que dispongan las
leyes que los desarrollen” (art. 53.3 CE).

Se está, cuando se trate de los derechos fundamentales y


libertades públicas, ante una vinculación expresa o reforzada,
con la decisiva consecuencia de la aplicación inmediata de los
preceptos constitucionales que los regulan. Estos preceptos
pueden ser invocados directamente ante los Tribunales para
fundar pretensiones contra otros particulares o los poderes
públicos, sin necesidad de invocar al respecto otros preceptos
legales de desarrollo, salvo en los casos en que la propia
Constitución los regule como de determinación o configuración
legal.

Respecto de los derechos comprendidos en la Sección 2ª del


Capítulo II del Título Primero, los derechos constitucionales –
arts. 30 a 38- en el artículo 53.1 CE, se prevé la tutela prevista
en el art. 161.1.a) de esa Suprema Norma. Es decir la que se
realiza a través del recurso de inconstitucionalidad. Algunos de
estos derechos constitucionales de contenido económico y
social no tienen, en la Constitución, un contenido pleno. Así el
derecho al trabajo del art. 35 CE, no permite al ciudadano que
carece de él acudir al Juez para pretender que condene a la
Administración, o a una concreta empresa a darle ocupación,
fundando la pretensión única y solamente en el contenido de
este precepto constitucional. La pretensión tendrá que fundarse
y referirse al contenido de la ley intermedia que da efectividad a
ese derecho constitucional al trabajo, que es aquella a que alude
el punto 2 de ese artículo 35 CE. El reconocimiento
constitucional de esos derechos obliga al legislador a promulgar
9 Protección de los derechos fundamentales

leyes que las hagan posibles y viables. Esas leyes no podrán


dictarse de modo que dejen sin contenido el derecho
constitucional, ni en oposición a los que, respecto de su
contenido, diga la propia Constitución, pues entonces esa Ley
podría ser impugnada mediante el oportuno recurso de
inconstitucionalidad, del art. 161.1.a) de la CE. Claro es que
únicamente por aquellos limitados órganos o grupos a quien el
art. 162.1.a) reconoce legitimación para este tipo de recurso.

La tutela constitucional de estos derechos constitucionales es,


pues, distinta de la de los derechos fundamentales strictu sensu
–arts. 14 a 29 CE más la objeción de conciencia del art. 30-,
dado que, según lo dicho, la violación o desconocimiento de los
expresamente regulados para ellos en los arts. 30 a 38 CE, no
habilitaría al particular para pretender su protección a través del
procedimiento especial y sumario a que alude el art. 53.2 CE, ni
en último término a que se acudiera al recurso constitucional de
amparo.

2.1.3. Reserva de ley

El último mecanismo de salvaguarda de los derechos


privilegiados está constituido por la reserva legal que el citado
artículo 53.1 establece. Esta garantía la extiende el precepto
también a los derechos simplemente constitucionales de los
arts. 30 a 38 de la CE.

El Tribunal Constitucional ha declarado, en sentencia 83/1984,


que esa reserva pretende garantizar que los ámbitos de
libertad que esos derechos aseguran dependan
exclusivamente de la voluntad de los representantes de los
ciudadanos asegurados, y, en consecuencia, permanezcan
apartados de la acción reglamentaria del poder ejecutivo. Ello,
sin embargo, no impide –según ésta y otras sentencias del
Tribunal Constitucional– las remisiones a normas
reglamentarias, con tal de que no sea en términos tan amplios
que haga posible una deslegalización o una regulación
independiente, que no esté claramente subordinada a la ley.
En definitiva, ello exige que si hay remisión al reglamento, tales
habilitaciones deben restringirse al ejercicio de una potestad
reglamentaria meramente complementaria o de desarrollo de
las líneas esenciales fijadas previamente por el legislador.
10 Protección de los derechos fundamentales

Además, esa reserva legal de los derechos


fundamentales dotados de protección especial
(recuérdense los de la sección 1ª del capítulo segundo del
título I de la CE) deberá, en lo que afecta a su desarrollo,
exteriorizarse a través de ley orgánica (art. 81 CE). Las
leyes que meramente incidan sobre ellos, pero sin
desarrollarlos directamente, podrán ser simplemente
ordinarias (STC 160/1987).

2.2. Garantías concretas

2.2.1. Generalidades

La protección de los derechos fundamentales descansa en


nuestro sistema constitucional no sólo en la fuerza normativa
de la Constitución y en el papel por aquéllos desempeñado
como derecho objetivo, sino también en la previsión de dos
mecanismos jurisdiccionales específicos de reacción frente a
las vulneraciones concretas de los derechos del antes citado
primer grupo (derechos y libertades de la sección 1ª, capítulo
segundo, del título I de la CE y el artículo 14) originadas por
disposiciones, actos jurídicos o simples vías de hecho de los
poderes públicos, o en ciertos casos de otros particulares,
según se establece en el artículo 53.2 de la norma suprema,
que dispone:

“Cualquier ciudadano podrá recabar la tutela de las


libertades y derechos reconocidos en el artículo 14 y en la
Sección 1ª del Capítulo Segundo ante los Tribunales
Ordinarios por un procedimiento basado en los principios de
preferencia y sumariedad, y, en su caso, a través del recurso
de amparo ante el Tribunal Constitucional. Este último
recurso será aplicable a la objeción de conciencia
reconocida en el artículo 30.”

2.2.2. El doble sistema de garantías jurisdiccionales

Ciñéndonos a la protección jurisdiccional de los derechos


fundamentales de ese grupo privilegiado, se pasa a exponer
las líneas generales del doble sistema de garantía
jurisdiccional que establece la Constitución española.
11 Protección de los derechos fundamentales

La Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, en su disposición


transitoria 2ª, párrafo 2º, establecía que en tanto no se
desarrollen las previsiones del citado artículo 53.2 de la
Constitución, había de entenderse que la vía judicial previa a la
interposición del recurso de amparo ha de ser la contencioso-
administrativa ordinaria o la configurada por la sección
segunda de la Ley 62/1978, de 26 de diciembre, sobre
protección de los derechos fundamentales, a cuyos efectos,
según dicha disposición transitoria, el ámbito de la protección
se extiende a todos los derechos y libertades a que se refiere
el artículo 53.2 de la Constitución española.

Esta previsión legal ha sido modificada, como luego se


dirá, por la vigente Ley reguladora de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa de 1998, que ha incorporado
a su texto la protección de los derechos fundamentales
frente a actuaciones de los poderes públicos, fundada en
Derecho administrativo, derogando en ese aspecto la Ley
62/1978.

1) Posición del recurso de amparo constitucional respecto del


amparo judicial. Doctrina del Tribunal Constitucional

En el plano procesal, la STC 185/1990, de 15 de noviembre,


sintetiza la posición del recurso de amparo constitucional
encomendado a ese organismo, respecto de la tutela de
derechos fundamentales a realizar por los jueces y tribunales
integrantes del poder judicial.

El Tribunal Constitucional dice que el recurso de amparo


constitucional se configura con carácter extraordinario y
suplementario de la tutela de los derechos fundamentales y
libertades públicas (del grupo privilegiado) en los artículos 53.2
y 161.1.b de la CE. Añade que el carácter subsidiario deriva de
que la Constitución lo contempla no como una vía directa, o
necesariamente general y única, sino especial y extraordinaria,
posterior a la defensa de aquellos derechos y libertades ante
los tribunales ordinarios a los que el artículo 53.2 de la CE
encomienda la tutela general.

El efecto de subsidiariedad se concreta tanto en la exigencia del


agotamiento de los recursos o acciones judiciales previos
12 Protección de los derechos fundamentales

previstos en el ordenamiento jurídico (arts. 43.1 y 44.1.a LOTC),


como en la necesidad de plantear en el proceso, tan pronto
como hubiera lugar a ello (art. 44.1.c LOTC), la cuestión relativa
a la supuesta vulneración de los derechos constitucionales que
lo motivan, y sin que la subsidiariedad pueda conducir a una
sucesión indefinida de recursos judiciales incompatible con la
seguridad jurídica del artículo 9.3 de la CE.

Obsérvese que el amparo constitucional sólo actúa


cuando previamente, en caso de ser ello necesario, haya
sido denegado el amparo judicial frente a la vulneración
constitucional. No cabe impetrar la intervención del
Tribunal Constitucional cuando los jueces ordinarios han
otorgado su amparo. No hay, pues, recurso de amparo
ante el Tribunal Constitucional, frente a un posible exceso
en la previa concesión de amparo judicial.

En el aspecto objetivo del alcance del control jurisdiccional,


es donde se plantean los conflictos. En un plano teórico, la
delimitación parece posible y clara.

La competencia del Tribunal Constitucional se


circunscribe al examen de la constitucionalidad, de
acuerdo con la posición institucional de aquel órgano. El
control de legalidad queda en manos de la jurisdicción
ordinaria.

En la sentencia 78/1984, el Tribunal Constitucional dice que


este órgano supremo no controla la violación de la ley, sino
sólo la de la Constitución. Pero ese criterio de división entre el
plano de legalidad ordinaria y el de constitucionalidad es muy
difícil de establecer en la práctica. Con frecuencia, una
controversia sobre legalidad se convierte en una controversia
de constitucionalidad, si de ella deriva la vulneración de un
derecho fundamental o si el juez, en el previo examen del
encaje constitucional de la ley, aprecia su oposición a la
Constitución.

En este último caso, la solución la da en nuestro sistema el


planteamiento de una cuestión de inconstitucionalidad. Sin
13 Protección de los derechos fundamentales

embargo, son múltiples los supuestos en que sin crearse dudas


sobre la validez constitucional de la ley, lo que se suscita es la
discrepancia entre ambas jurisdicciones sobre la interpretación
constitucional de la ley, que o bien desarrolla el derecho
fundamental que se afirma vulnerado o simplemente incide
sobre él.

Partiendo de lo expuesto respecto de los posibles


conflictos entre la justicia ordinaria y el Tribunal
Constitucional acerca de la interpretación de los derechos
fundamentales, el carácter de intérprete supremo de la
Constitución, que corresponde al Tribunal Constitucional,
determina que la interpretación que este órgano haya
sentado sobre el alcance del derecho fundamental
concernido en el conflicto es la que debe prevalecer.

Para demostrar esta afirmación basta con considerar, además


de lo dicho, que, si bien el artículo 117.3 de la CE atribuye a los
jueces y tribunales la potestad exclusiva de ejercer la potestad
jurisdiccional en todo tipo de procesos, y el artículo 123 de la
CE consagra al Tribunal Supremo como órgano jurisdiccional
superior en todos los órdenes, sin embargo esa posición
interpretativa del Tribunal Supremo tiene como límite el que
debe dejar a “salvo lo dispuesto en materia de garantías
constitucionales”.

El artículo 161 de la CE otorga la protección de las garantías


constitucionales al Tribunal Constitucional, con jurisdicción en
todo el territorio español y competencia para conocer del
recurso de inconstitucionalidad contra leyes y disposiciones
normativas con fuerza de ley, y a través del recurso de amparo,
la tutela de los derechos y libertades referidos en el artículo
53.2.

Esas conclusiones, las corrobora el artículo 5.1 de la Ley


Orgánica del Poder Judicial, que, tras reiterar la
supremacía y el carácter vinculante de la Constitución,
impone a los jueces y tribunales el deber de interpretar y
aplicar las leyes y los reglamentos según los principios y
preceptos constitucionales, conforme a la interpretación
14 Protección de los derechos fundamentales

de los mismos que resulte de las resoluciones dictadas


por el Tribunal Constitucional, en todo tipo de procesos.

2) El proceso de la Ley 62/1978

Hasta la aparición de la Ley Jurisdiccional en la redacción


que ahora se comenta y para las materias propias del
orden jurisdiccional contencioso-administrativo, el
procedimiento previsto en el artículo 53.2 de la CE, según
se ha dicho, se entendía que era el de la sección 2ª de la
Ley 62/1978, de 26 de diciembre, cuya elaboración fue
consecuencia de los llamados Pactos de la Moncloa
(acuerdo de 27 de octubre de 1977), y que se desarrolló
en forma paralela a la de la Constitución.

a) Ámbito objetivo

Al principio, no todos los derechos del llamado “grupo


privilegiado de la Constitución” (sección 1ª del capítulo
segundo del título I, arts. 14 a 29) podían encontrar protección
por el cauce procesal de aquella Ley 62/1978. Pero, en primer
lugar, el Decreto 342/1979, de 29 de febrero, y más tarde la
disposición transitoria segunda, 2, de la LOTC, extendieron el
ámbito de protección, por ese cauce, a todos los derechos y
libertades de ese grupo privilegiado. Ello, en lo que respecta al
orden jurisdiccional contencioso-administrativo.

Y aunque el tenor literal del artículo 53.2 de la Constitución


excluye del ámbito jurisdiccional ordinario de protección
especial a la objeción de conciencia, y el legislador no lo
incluyó en la Ley 62/1978, y el artículo 45 de la LOTC permite
el acceso directo al Tribunal Constitucional, a través del
recurso de amparo para la defensa de ese derecho, sin
embargo, la Ley 62/1978 debía entenderse derogada en estos
aspectos por la posterior Ley Orgánica 8/1984, de 26 de
diciembre, sobre Régimen de la Objeción de Conciencia, que
prevé la posible impugnación de las decisiones del Consejo
Nacional de Objeción de Conciencia por los trámites de la Ley
de Protección Jurisdiccional de los Derechos Fundamentales
de la Persona (LPJDFP), y el posterior recurso de amparo
constitucional frente a la resolución judicial recaída sobre el
mismo.
15 Protección de los derechos fundamentales

b) Naturaleza jurídica

La doctrina científica y jurisprudencial está de acuerdo en que


el artículo 53.2 de la CE no utilizó el término sumariedad, al
referirse al procedimiento allí previsto para la protección de
derechos fundamentales, en el sentido técnico procesal más
estricto, que permitiría que la decisión dictada por el cauce
privilegiado sobre la pretensión de defensa de los derechos
fundamentales pudiera replantearse en un posterior proceso
plenario. El constituyente trataba simplemente de referirse a un
proceso abreviado, pero plenario, y que debe calificarse de
especial por razones jurídico-materiales (tiene por objeto la
protección de los derechos fundamentales).

Esa naturaleza especial, abreviada y plenaria debe ser


atribuida, pues, al proceso de la Ley 62/1978.

c) Especialidades procesales

El procedimiento de la Ley 62/1978, en la materia


contencioso-administrativa que ahora nos ocupa, se
hallaba contenido en la sección 2ª, artículos 6 a 10. En
esta regulación se preveían una serie de particularidades
con relación al proceso jurisdiccional ordinario a la sazón
vigente, tendentes a reforzar la posición de los
particulares ante los privilegios, incluso procesales, de
que goza la Administración en un sistema como el
nuestro de régimen administrativo.

Tales especialidades se centraban en la supresión de la


carga de agotar la vía administrativa para poder iniciar el
proceso especial de protección jurisdiccional, la
generalización de la posibilidad de lograr la suspensión de los
efectos del acto impugnado, invirtiendo las reglas del proceso
ordinario, la innecesariedad de esperar a la remisión del
expediente para poder plantear la demanda, la reducción del
período de prueba, la supresión del trámite de conclusiones y
el acortamiento del plazo para dictar sentencia. En materia de
16 Protección de los derechos fundamentales

recursos, la apelación no producía el normal efecto


suspensivo de la ejecución. Respecto de las costas, se
establecía el sistema del vencimiento objetivo.
17 Protección de los derechos fundamentales

3. La protección de los derechos fundamentales


en la vigente Ley de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa

3.1. Regulación

En la vigente Ley reguladora de la Jurisdicción


Contencioso-Administrativa, se dedica al procedimiento
de la protección de los derechos fundamentales el
capítulo I del título V (artículos 114 a 122 bis, ambos
inclusive; los artículos 116, 117, 118 y 119 han sido
modificados por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre; y la
Ley 2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible ha
incorporado el artículo 122 bis) y la disposición transitoria
quinta. Además, se hace expresa referencia a la
protección de los derechos fundamentales en diferentes
preceptos relativos a otros aspectos de esta Ley:

- En el artículo 2.a, con relación al ámbito del orden de la


jurisdicción contencioso-administrativa.
- En el artículo 81.2.b, al fijarse las sentencias de los
juzgados de lo contencioso-administrativo susceptibles
de apelación.

En el artículo 86.2.c, refiriéndose al ámbito de la casación.


Sin embargo, esta singularidad desaparece con la nueva
redacción dada al artículo 86 LJCA por la disposición final 3.1
de la Ley Orgánica 7/2015, de 21 de julio. Ley que cambia
sustancialmente dicho recurso de casación. Conforme a la
nueva redacción son susceptibles de casación las sentencias
dictadas en única instancia por los Juzgados de lo
Contencioso-administrativo y las dictadas en única instancia o
en apelación por la Sala de lo Contencioso-administrativo de la
Audiencia Nacional y por las Salas de lo Contencioso-
administrativo de los Tribunales Superiores de Justicia serán
susceptibles de recurso de casación ante la Sala de lo
Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo.
18 Protección de los derechos fundamentales

En el caso de las sentencias dictadas en única instancia por


los Juzgados de lo Contencioso-administrativo, únicamente
serán susceptibles de recurso las sentencias que contengan
doctrina que se reputa gravemente dañosa para los intereses
generales y sean susceptibles de extensión de efectos.

Se exceptúan de lo establecido en el apartado anterior las


sentencias dictadas en el procedimiento para la protección del
derecho fundamental de reunión y en los procesos
contencioso-electorales.

Por otro lado, en el punto 4 del apartado VI de la


exposición de motivos se alude también a ese
procedimiento que nos ocupa.

El carácter especial de este procedimiento explica que en los


preceptos que la nueva Ley le dedica no se contenga una
regulación completa del mismo, sino que ya en el primero de
los preceptos de su regulación (art. 114.1) se dice que “en lo
no previsto en él, [se regirá] por las normas generales de la
presente Ley”.

3.2. Naturaleza jurídica del nuevo proceso

Lo antes expuesto acerca de la naturaleza del proceso de


amparo judicial de la Ley 62/1978 es trasladable al
proceso de protección de la nueva Ley, según
expresamente se dice en la exposición de motivos, que lo
califica de especial, preferente y urgente. y se infiere de
su regulación, que en el precepto citado (art. 114) lo
denomina “de amparo judicial” establecido en el artículo
53.2 de la Constitución española..., señalando que su
objeto está constituido por pretensiones a que se refieren
los artículos 31 y 32, siempre que tengan como finalidad
la de restablecer o preservar los derechos y las libertades
por razón de las cuales el recurso hubiere sido formulado,
atribuyendo a su tramitación el carácter de preferente.

La nota de preferencia ha de entenderse en el sentido de que


los órganos jurisdiccionales han de elegir, para enjuiciarlas, los
procesos que se formulen por la vía especial de los arts. 114 a
19 Protección de los derechos fundamentales

122 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa.


Así lo dice el art. 114.3, LJCA, que establece “a todos los
efectos la tramitación de estos recursos tendrá carácter
preferente”. Ello se presenta como una excepción a la regla
general establecida en el art. 249 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, que ordena señalar los asuntos por el orden de su
conclusión (asimismo artículos 63 y 64 LJCA).

El carácter de procedimiento preferente se manifiesta también


en el art. 66 de la nueva Ley JCA, cuando establece que “los
recursos directos contra disposiciones generales gozarán de
preferencia, y, una vez conclusos, serán antepuestos para su
votación y fallo a cualquier otro recurso contencioso-
administrativo, sea cual fuere su instancia o grado, salvo el
proceso especial de derechos fundamentales”.

La referencia a la urgencia contenida en la exposición de


motivos, ha de referirse a la tramitación interna del proceso,
reducción de plazos y utilización de todos los días posibles. La
reducción de plazos se deduce a la simple comparación entre
los establecidos en el amparo judicial y los fijados para el
proceso ordinario.

La urgencia también se manifiesta en el art. 128.2 LJCA, (fuera


de la regulación específica del amparo judicial), al establecer
que el mes de Agosto será hábil en el supuesto del
procedimiento especial de protección de derechos
fundamentales. Incluso el párrafo 3 de este art. 128 de la
LJCA, establece una urgencia reforzada cuando dispone que,
en este proceso especial, las partes podrán solicitar del órgano
jurisdiccional que habilite los días inhábiles.

La nota de especialidad, o cognición limitada se deduce del


propio enunciado del Título IV, procedimientos especiales, y de
la rúbrica del Capítulo I, Procedimiento para la protección de
los derechos fundamentales de la persona, concretando su
objeto por la remisión que hace el art. 114.1, al procedimiento
de amparo judicial previsto en el art. 53.2 CE.

3.3. Utilización del procedimiento especial

Ya se ha dicho que la disposición transitoria segunda, 2, de la


Ley Orgánica del Tribunal Constitucional concedía a los
particulares que crean vulnerados sus derechos fundamentales
de especial protección por una actividad administrativa, la
20 Protección de los derechos fundamentales

opción de acudir al proceso administrativo ordinario para


interponer pretensiones anulatorias fundadas en la vulneración
de esos derechos, y sin que hubiera inconveniente para que a
ese fundamento sumen, en apoyo de sus pretensiones, la
alegación de la infracción de la legalidad ordinaria, o bien
iniciar el proceso especial de protección de derechos
fundamentales de la sección 2ª de la Ley 62/1978.

No hay razón, pues, para que ese proceso de la Ley de


Protección Jurisdiccional de los Derechos Fundamentales
de la Persona de 1978 no haya de ser sustituido por el
que se regula en los artículos 114 a 122 de la nueva Ley
de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, con la
denominación de “procedimiento para la protección de
los derechos fundamentales de la persona”, cuyas
disposiciones han venido a sustituir y derogar los
correlativos artículos 6 a 10 de la Ley 62/1978
(disposición derogatoria 2ª,c) de la nueva LJCA).

Seguir una u otra vía queda a la discreción del


demandante, aunque la jurisprudencia del Tribunal
Supremo, corroborada por la doctrina del Tribunal
Constitucional, ha admitido que incluso pueden ambos
procesos iniciarse simultánea o paralelamente, en
relación con el mismo acto o disposición. Lo que no se
admite es la facultad de utilización sucesiva de la vía
ordinaria y especial. La admisión del recurso preferente y
sumario, y su consiguiente tramitación, no suspende el
cómputo de los plazos para interponer esos recursos, ni
se produce con reserva del derecho a accionar en vía
ordinaria.

La publicación de la vigente Ley de la Jurisdicción


Contencioso-Administrativa de 1998, parece haber dado
efectividad a la previsión que se contiene en el punto 2 de la
Disposición Transitoria 2ª de la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional, al menos en el orden jurisdiccional contencioso-
administrativo, por cuanto que esta posibilidad de acudir
alternativamente o bien al proceso ordinario, o bien al especial
y preferente, entonces de la Ley 62/1978, y ahora de los
artículos 114 a 122 de la nueva Ley Jurisdiccional, estaba
prevista “en tanto no sean desarrolladas las previsiones del art.
53.2 de la Constitución para configurar el procedimiento judicial
de protección de derechos fundamentales...”
21 Protección de los derechos fundamentales

Con base en la dualidad procedimental que suponían la Ley


62/1978 y el proceso ordinario de la Ley de 1956, ya se planteó
en la doctrina y en la jurisprudencia si debía entenderse que
era una opción del recurrente acudir a uno u otro proceso para
pretender la protección de sus derechos fundamentales, o si,
por el contrario, debía considerarse preceptiva la utilización del
cauce procesal de dicha Ley cuando el petitum de la demanda
tenía por objeto dicha protección, al ser el procedimiento
judicial preferente y sumario al que se refiere el artículo 53.2
CE.

Como se adelantó, conforme a la Disposición Transitoria 2.ª-2


LOTC, a la doctrina del Tribunal Constitucional y a la
Jurisprudencia del Tribunal Supremo, la solución o criterio
procedente era el primero de los expuestos, entendiendo que
era ciertamente una opción atribuida al actor. Así lo expresa en
ATC 359/1985, de 29 de may., y a este carácter potestativo se
añade la compatibilidad y simultaneidad de ambos procesos.
Conforme a la STC 3/1984, de 27 mar., la especialidad que
caracterizaba al proceso de la Ley 62/1978 restringe el ámbito
de enjuiciamiento de los Tribunales a la materia relativa a la
vulneración de los derechos constitucionales, mientras que las
referidas a cuestiones de legalidad ordinaria se reservan al
proceso ordinario. «No cabe duda de que si el ciudadano opta
por acudir a la vía de la Ley 62/1978 para obtener la tutela de
los derechos fundamentales, ello no obsta para que pretenda
la nulidad del acto por vicios de legalidad, en la vía judicial
correspondiente, previa agotamiento, en su caso, de los
recursos que procedan» (STC 23/1989, de 20 feb.). Si bien el
propio Tribunal Constitucional estableció los límites a la
simultaneidad: «si, interpuestos, los dos tipos de recurso en
tiempo y forma, aun fundamentados, en todo o en parte, en la
infracción de los derechos constitucionales alegados en el
recurso preferente y urgente de la Ley 62/1978, y este último
ha sido desestimado en cuanto al fondo, no podrán los órganos
judiciales competentes revisar válidamente dicha
desestimación, por lo que el recurso ordinario habrá de
considerarse ceñido a la resolución de las cuestiones de pura
legalidad» (STC 42/1989, de 16 feb.). Consecuentemente, la
Sentencia del procedimiento especial despliega efectos de
cosa juzgada sobre las cuestiones relativas a la vulneración de
los derechos fundamentales cuya vulneración sirvió de base a
la pretensión, por lo que el proceso ordinario quedará reducido
al enjuiciamiento de las materias de mera legalidad, impidiendo
que los órganos judiciales se pronuncien por segunda vez
sobre dicha vulneración.
22 Protección de los derechos fundamentales

De esta manera, resultaban las siguientes posibilidades de


opción para el recurrente: 1.ª) acogerse a las ventajas propias
del proceso preferente y sumario de la Ley 62/1978, sin
plantear cuestiones de legalidad ordinaria en relación con el
acto, disposición o vía de hecho que se impugna; 2.ª) impugnar
el acto o disposición a través del proceso ordinario acumulando
el planteamiento de lesión de derechos fundamentales y de
infracción de la legalidad ordinaria; y 3.ª) Plantear
simultáneamente los dos procesos, con los siguientes límites:
la no suspensión de los plazos para la interposición del
proceso ordinario y la imposibilidad de plantear de forma
sucesiva la vulneración del derecho fundamental sobre la que
se ha decidido en el proceso especial y preferente.

La articulación entre ambos procesos parece que debe seguir


siendo la misma después de la nueva LJCA, aunque su artículo
114.1 disponga que el procedimiento de amparo judicial de las
libertades y derechos, previsto en el artículo 53.2 de la
Constitución española se regirá, en el orden Contencioso-
Administrativo, por lo dispuesto en el Capítulo I del Título V de
la Ley y, en lo no previsto en él, por las disposiciones
generales de la propia Ley. A nuestro entender, ambos
procesos siguen desempeñando la condición de vía judicial
previa al recurso de amparo. La interposición previa del recurso
administrativo, cuando proceda según las reglas generales del
proceso administrativo ordinario tiene carácter potestativo para
el actor y no es incompatible con la vía procesal especial. Ésta
supone una garantía procesal suplementaria, lo que impide que
sus preceptos puedan entenderse como una reducción de los
derechos reaccionales o de las vías de defensa de los
particulares.

Consecuentemente, en sus justos términos resultan


compatibles, si así lo decide el actor, el proceso especial de
protección de los derechos fundamentales y el proceso
ordinario, pudiendo interponerse simultáneamente ambos
procesos. El ámbito del primero se circunscribe a la tutela de
los derechos y libertades fundamentales reconocidos en el
artículo 14, en la Sección primera del Capítulo segundo del
Título Primero de la Constitución (arts. 15 a 29 CE) y a la
objeción de conciencia (Ley Orgánica 8/1984, de 26 dic., y Ley
22/1998, de 6 jul.), sin que en el seno del mismo puedan
suscitarse otras cuestiones distintas; de manera que
cualesquiera otras –denominadas convencionalmente,
cuestiones de legalidad ordinaria– quedan al margen de dicho
23 Protección de los derechos fundamentales

cauce procesal y reservadas al proceso administrativo


ordinario, en el que, como se ha reiterado, también pueden
hacerse valer pretensiones en defensa de los derechos
fundamentales. A esta configuración alternativa de los
procesos ordinario y especial no se opone el nuevo tratamiento
del objeto y de la sentencia de este procedimiento a que se
refiere la Exposición de Motivos de la Ley, contemplando la
lesión de los derechos susceptibles de amparo desde la
perspectiva de la conformidad de la actuación administrativa
con el ordenamiento jurídico, pues aunque trata de superar la
rígida distinción entre legalidad ordinaria y derechos
fundamentales, lo hace en la medida en que para la protección
de éstos ha de tenerse en cuenta su desarrollo legal.

Por tanto, no cabe duda de que si el actor opta por acudir a la


vía del procedimiento especial para obtener la tutela de dichos
derechos fundamentales, ello no obsta para que pretenda la
nulidad del acto por vicios de «legalidad ordinaria» en el
proceso administrativo ordinario. Así, el Tribunal Constitucional
entiende agotada la vía judicial procedente previa al amparo
constitucional con la decisión del procedimiento especial,
aunque esté pendiente el proceso Contencioso-Administrativo
ordinario interpuesto por el demandante de amparo (STC
23/1984). Y el mismo Tribunal se ha pronunciado en diversas
ocasiones sobre la legítima coexistencia de los dos procesos,
aunque la relación de ambos no debe entenderse sucesiva en
el tiempo.

Por ello, en primer lugar, la incoación del proceso especial no


interrumpe el plazo para impugnar cuestiones de mera
legalidad en la vía del proceso ordinario. La garantía
contencioso-administrativa que configura el proceso especial
consiste en un proceso caracterizado, además de por su
naturaleza preferente y la mayor brevedad de sus trámites, por
su especialidad, en el sentido de que tan sólo puede
enjuiciarse en el mismo la conformidad del acto, disposición o
actuación de la Administración objeto del recurso con los
derechos fundamentales a que se refiere el artículo 53.2 CE.
Cualquier otra cuestión relativa a la legalidad del acto o la
disposición impugnados debe sustanciarse a través del
proceso ordinario, que incluso puede seguirse
simultáneamente al proceso especial. En el recurso ordinario
puede plantearse también la eventual infracción de los
derechos fundamentales constitucionalmente reconocidos,
que, asimismo, constituye, en su caso, la vía judicial previa a la
interposición del recurso de amparo constitucional. En
24 Protección de los derechos fundamentales

consecuencia, los interesados deben optar entre acogerse a


las ventajas de la preferencia y celeridad propias del proceso
especial, renunciando a pretender la nulidad del acto por vicios
de legalidad no relacionados con el desarrollo legal de los
derechos fundamentales, o bien plantear cualquier posible
motivo de nulidad a través del recurso ordinario, renunciando a
aquellas ventajas procesales, o bien, por último, instar en
tiempo y forma dos acciones paralelas con el mismo objeto y
motivos distintos. Lo que no resulta posible es reconocer la
facultad de utilizar sucesivamente una y otra vía de recurso, de
manera que pueda formularse el ordinario una vez
desestimado el especial, con independencia del transcurso de
los plazos legales de caducidad de la acción. La admisión del
recurso preferente y sumario y su consiguiente tramitación no
suspende el cómputo de dichos plazos ni produce una reserva
del derecho al ejercicio de la acción por la vía ordinaria. De
manera que, si una vez desestimada la demanda deducida en
el proceso especial, ha caducado el plazo para seguir la vía del
proceso contencioso ordinario, la eventual ausencia de tutela
no es imputable a la Sentencia desestimatoria, sino directa y
exclusivamente a la opción libremente adoptada por el
recurrente (STC 84/1987, de 29 de mayo).

En segundo término, no cabe utilizar el proceso ordinario para


obtener una resolución judicial sobre la vulneración de los
derechos fundamentales distinta de la obtenida en el proceso
especial. El carácter de sumario que se atribuye a éste no
impide, como se ha adelantado, que produzca efectos de cosa
juzgada material y excluya un nuevo pronunciamiento sobre la
misma materia. Incluso, si se interponen en tiempo y forma los
dos recursos y se fundamenta el ordinario, en todo o en parte,
en la infracción de los derechos fundamentales alegada en el
proceso especial, preferente y sumario, si este último se
desestima en cuanto al fondo, no puede el órgano judicial
competente revisar dicha desestimación en el proceso
ordinario, por lo que éste debe considerarse limitado a la
decisión de las cuestiones de mera legalidad distintas del
desarrollo legislativo de los derechos fundamentales.

En síntesis, como señala MARC CARRILLO (1995), las


posibilidades de opción del demandante son las siguientes:

a) Acogerse a las ventajas de preferencia y celeridad del


proceso especial de protección de los derechos
fundamentales, renunciando a plantear cuestiones de
legalidad sobre el acto impugnado.
25 Protección de los derechos fundamentales

b) Impugnar el acto, disposición o vía de hecho, a través


del proceso administrativo ordinario, planteando tanto
vicios de legalidad ordinaria como aquellos otros que
han producido lesión de los derechos fundamentales.

c) Plantear, simultáneamente, dos procesos


administrativos diversificados en cuanto a sus motivos,
uno sobre las cuestiones de dimensión constitucional o
más concretamente sobre la posible vulneración de los
derechos fundamentales, y otro sobre los vicios de
legalidad ordinaria, debiendo tenerse en cuenta los
siguientes límites: 1.º) la no suspensión de los plazos del
recurso ordinario mientras se tramita el preferente y
sumario; y 2.º) la imposibilidad de plantear de forma
sucesiva uno y otro recurso basados en un mismo
objeto.

Para la elección de la vía procesal deben tenerse en cuenta las


consecuencias prácticas derivadas de la indicada no
suspensión de los plazos de caducidad; de manera que el
procedimiento especial, en el que no es posible plantear
cuestiones referentes a la legalidad del acto impugnado,
normalmente finalizará cuando se haya agotado el plazo del
proceso ordinario. De ahí también, como expone V. GIMENO
SENDRA, la explicación de que el Tribunal Constitucional no
haya apreciado la excepción de litispendencia aunque el
proceso especial y el ordinario tengan parcialmente el mismo
objeto y la misma causa petendi.

3.4. Requisitos procesales del régimen jurídico

Para exponer el desarrollo del régimen jurídico establecido por la


LJCA al regular este procedimiento especial, se seguiría el
sistema de la propia LJCA, haciendo referencia sucesiva a los
aspectos subjetivos, objetivos y de actividad.

3.4.1. Requisitos subjetivos

A) Órgano jurisdiccional competente

Como la regulación específica de este proceso no contiene


norma alguna sobre este particular, serán de aplicación
supletoria las normas generales relativas a la jurisdicción y
26 Protección de los derechos fundamentales

competencia, previstas en esta Ley y en la LOPJ, para el


proceso ordinario.

B) Las partes

a) Sobre capacidad para ser parte y capacidad procesal: al


no contenerse especialidad, habrá que estar también a
las normas generales.

b) Postulación: la misma consideración debe hacer respecto


de la representación y defensa de las partes. Debe, pues,
estarse a la regulación general en este punto.

c) Legitimación activa: tampoco este aspecto se contempla


en la específica regulación del proceso especial.

La amplitud con que se regula la legitimación para interponer


cualquier tipo de pretensiones legítimamente asumibles ante el
orden jurisdiccional contencioso-administrativo, en el artículo
19 de la nueva LJCA, convierte en ocioso el debate doctrinal
que se planteaba durante la vigencia de la Ley 62/1978, sobre
si para medir este requisito debía estarse a las reglas sobre
legitimación del artículo 28, de la antigua Ley de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa de 1956, que aludían al interés
directo, o corporativo frente a disposiciones, o derivado de la
titularidad de derechos en caso de pretensiones de
restablecimiento, o bien debía acudirse a la legitimación por
interés legítimo, del artículo 162.1.b de la CE, defendida en
función del carácter de requisito previo que se daba al proceso
especial de la Ley 62/1978, o al ordinario, respecto del amparo
constitucional.

Con la nueva regulación queda claro que quien ostente un


derecho o un interés legítimo en la impugnación de las
actuaciones públicas que se estima lesiva para su
derecho fundamental, podrá aparecer como accionante
ante la jurisdicción contencioso-administrativa, utilizando
este procedimiento específico. Igualmente, queda fuera
de duda la legitimación de “corporaciones, asociaciones,
sindicatos, grupos y entidades”, dado que según el
artículo 19.1.b de la LJCA están legitimados para actuar
en el proceso ordinario. Esas afirmaciones, sin embargo,
deberán matizarse a la vista del derecho fundamental
27 Protección de los derechos fundamentales

concernido, pues algunos de ellos, por su naturaleza,


pueden no ser atribuibles a personas jurídicas.

d) Legitimación pasiva: ante el silencio de la regulación


específica, deberá estarse a la regla general de los artículos
21 y 22 de la LJCA.

C) El Ministerio Fiscal

En este proceso, la LJCA prevé la intervención del Ministerio Respecto al carácter…


Fiscal (arts. 117, 119 y 122 bis).
... que tiene esta intervención,
el Estatuto Orgánico del
Ministerio Fiscal, de 30 de
Como el artículo 125.2 de la Constitución dispone que el diciembre de 1981, señala
Ministerio Fiscal ejerce su actuación con sujeción a los como funciones del mismo,
entre otras, “velar por el
principios de legalidad e imparcialidad (en el mismo sentido, se respeto de los derechos
fundamentales y libertades
expresa el inciso final del artículo 2.1 del Estatuto Orgánico del públicas en cuantas
actuaciones exija su defensa”
Ministerio Fiscal), no cabe calificar a dicho órgano de parte (art. 3.3), “intervenir en los
activa o pasiva. La posición que adopte en cada proceso procesos judiciales de
amparo” (art. 3.12) y
concreto dependerá del juicio de constitucionalidad que realice “defender [...] la legalidad en
los procesos contencioso-
para decidir si actúa colaborando con el recurrente, atacando administrativos que prevén su
la actividad pública impugnada, o desde el punto de vista de la intervención” (art. 3.13).

Administración demandada defendiendo dicha actividad. Es


por ello perfectamente posible que, aunque su intervención
esté prevista en el artículo 119 de la Ley de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa, en trámite de contestación a la
demanda, en sus alegaciones, el Ministerio Fiscal, lejos de
oponerse a la pretensión, refuerce sus fundamentos o añada
los que desee en defensa de la posición del actor.

Defendía la doctrina, y así lo admite la jurisprudencia, que el


Ministerio Fiscal además podía aparecer como parte actora,
presentando como parte principal una pretensión de amparo
que dé lugar a un proceso de protección de los derechos
fundamentales, según se deduce del artículo 162.1.b de la CE
y del artículo 46.1.a y b de la LOTC, que reiteran la legitimación
al efecto para interponer el recurso de amparo constitucional.
Como el agotamiento de la vía judicial previa constituye un
presupuesto del proceso de amparo constitucional, el acceso
de la pretensión de amparo de ese tipo planteada por el
Refuerza
Ministerio Fiscal ante el Tribunal Constitucional hace la argumentación,…
razonable pensar que le sea permitido iniciar el amparo … la dicción literal del artículo
judicial. La vigente Ley refuerza esta postura, citando en el 29 de la Ley Orgánica 3/1981,
de 6 de abril, del Defensor del
artículo 19.1.f al Ministerio Fiscal entre los legitimados para Pueblo, que expresamente le
atribuye legitimación para
intervenir en los procesos que determine la ley. interponer recursos de
inconstitucionalidad y de
amparo, sin establecer
distinciones entre el judicial y
el que se suscite ante el
Tribunal Constitucional.
28 Protección de los derechos fundamentales

D) El Defensor del Pueblo

Las mismas consideraciones doctrinales y jurisprudenciales


fundadas en el artículo 162.1.b de la Constitución y en el
artículo 46.1.a y b de la LOTC abonan la legitimación activa
del Defensor del Pueblo para aparecer como parte activa en
ese proceso especial de protección de los derechos
fundamentales.

3.4.2. Requisitos objetivos

1) Objeto del proceso

Ante la vigente regulación de la Ley de la Jurisdicción


Contencioso-Administrativa, sigue siendo válida la
jurisprudencia del Tribunal Supremo que afirmaba (con
referencia al régimen de la Ley 62/1978) que el proceso
especial de protección de derechos fundamentales tiene por
objeto el conocimiento por los tribunales de las pretensiones
deducidas frente a las actuaciones de los poderes públicos
sometidas a Derecho administrativo, fundadas en la lesión,
razonablemente planteada, de los derechos fundamentales
comprendidos en los artículos 14 a 29 y 30.2 de la CE.

 Objeto material

El artículo 6 de la Ley 62/1978 mencionaba sólo los actos de la


Administración pública como posible objeto de ese proceso
especial. En la regulación contenida en la nueva Ley de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa, no existe un precepto
paralelo a ese artículo. Por ello, una vez más, habrá que estar
a las reglas generales, sin que ahora se susciten problemas en
orden al ámbito objetivo de ese proceso, dado que el artículo
25 de la nueva Ley admite, como posible objeto del proceso
contencioso-administrativo ordinario, y, por lo tanto, por
remisión, también de ese proceso especial, los tradicionales
actos administrativos, ya sean expresos o presuntos, las
disposiciones generales, las actuaciones materiales
constitutivas de vía de hecho, e incluso la mera inactividad de
la Administración.

Esta conclusión deriva también de lo establecido en el artículo


115 LJCA.
29 Protección de los derechos fundamentales

Y esto después de que en el artículo 1, al fijar el ámbito del


orden jurisdiccional contencioso-administrativo, haya declarado
que dicho orden jurisdiccional puede conocer –además de las
pretensiones que se planteen en relación con la
Administración– de las pretensiones que se deduzcan en
relación con: actos y disposiciones en materia de personal,
administración y gestión patrimonial adoptados por los órganos
competentes del Congreso, el Senado, el Tribunal
Constitucional, etc., citando expresamente junto a los antes
nombrados, la actividad administrativa de los órganos de
gobierno de los juzgados y tribunales, en los términos de la
LOPJ, y los de la Administración electoral, conforme a la Ley
Orgánica del Régimen Electoral General.

 Pretensiones de las partes

El artículo 114.2 de la nueva Ley de la Jurisdicción


Contencioso-Administrativa dispone que podrán hacerse valer
en este proceso las pretensiones a que se refieren los artículos
31 y 32, siempre que tengan como finalidad restablecer o
preservar los derechos o libertades por razón de los cuales el
recurso hubiere sido formulado. Por otro lado, el artículo 121.2
de esta Ley establece que la sentencia estimará el recurso
cuando la disposición, la actuación o el acto incurran en
cualquier infracción del ordenamiento jurídico, incluso la
desviación de poder, y como consecuencia de la misma
vulneren un derecho susceptible de amparo.

Estas previsiones, según resalta la exposición de motivos de la


propia Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa,
constituyen la más relevante novedad de la nueva regulación
de este proceso especial, acercándolo a lo que es común en el
proceso contencioso-administrativo ordinario, esto es,
contemplando la lesión de los derechos fundamentales
susceptibles de amparo judicial desde la perspectiva de la En cualquier caso,…

conformidad o disconformidad de la actividad que se enjuicia … sigue siendo válido decir


que la Ley de la Jurisdicción
con el ordenamiento jurídico. Contencioso-Administrativa,
en la nueva regulación de la
protección de los derechos
La Ley pretende superar, con ello, las dificultades que fundamentales, excluye la
mera invocación de infracción,
surgen si se trata de establecer una distinción rígida entre inaplicación o interpretación
las vulneraciones de la legalidad ordinaria y la de los errónea de la legalidad
ordinaria, si el problema
derechos fundamentales, siendo así que en muchas aparece por completo
desconectado de alguno de
ocasiones la legalidad ordinaria ha de ser contemplada en los derechos fundamentales
ese proceso especial para enjuiciar la vulneración del susceptibles de esa
protección especial.
derecho fundamental que lo justifica, como ocurre cuando se
está ante una ley que desarrolla el derecho fundamental o
30 Protección de los derechos fundamentales

cuya aplicación debe ser enjuiciada si se trata de una


invocación del artículo 14 de la Constitución, en relación con
la igualdad en la aplicación de la ley.

En último lugar, y respecto a este punto, ha de hacerse


notar que en el proceso especial que nos ocupa, según los
artículos 114, 31 y 32, cabrá plantear tanto una pretensión
meramente anulatoria, como también la del
restablecimiento de la situación jurídica individualizada.
Eso sí –puntualiza el artículo 114.2 de la Ley de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa– “siempre que
tengan como finalidad la de restablecer o preservar los
derechos o libertades por razón de los cuales el recurso
hubiere sido formulado”.

No se ve, por otro lado, razón para que, entre las medidas
de restablecimiento, no figure la fijación de una
indemnización por los daños sufridos por lesión del
derecho fundamental. Además debe resaltarse que dicho
precepto cita, entre las medidas a adoptar, las que tengan
por finalidad “preservar” el derecho o libertad, lo que
justificaría la petición de adopción de medidas que
prevengan contra un temor fundado de perturbación de
un derecho fundamental, como reclamaba la doctrina.

3.4.3. Actividad

A) Lugar

Al no hacerse prevenciones en los preceptos que la Ley


de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa dedica a
esta particularidad, deberá estarse a las reglas generales.

Es decir, los actos que integran este proceso especial deberán


verificarse, por regla general, en el lugar en que tenga su sede el
órgano judicial (art. 268.1 LOPJ). Cabe la presentación de los
escritos, a efectos del requisito de tiempo, de conformidad con lo
previsto en el artículo 135 LEC. Esto es, cuando la presentación
de un escrito esté sujeta a plazo, podrá efectuarse hasta las
quince horas del día hábil siguiente al del vencimiento del plazo.
31 Protección de los derechos fundamentales

Dicho precepto, en la redacción dada por el artículo único. 13


de la Ley 42/2015, de 5 de octubre dispone:

1. Cuando las oficinas judiciales y los sujetos intervinientes


en un proceso estén obligados al empleo de los sistemas
telemáticos o electrónicos existentes en la Administración de
Justicia conforme al artículo 273, remitirán y recibirán todos los
escritos, iniciadores o no, y demás documentos a través de
estos sistemas, salvo las excepciones establecidas en la ley,
de forma tal que esté garantizada la autenticidad de la
comunicación y quede constancia fehaciente de la remisión y la
recepción íntegras, así como de la fecha en que éstas se
hicieren. Esto será también de aplicación a aquellos
intervinientes que, sin estar obligados, opten por el uso de los
sistemas telemáticos o electrónicos.
Se podrán presentar escritos y documentos en formato
electrónico todos los días del año durante las veinticuatro
horas.

Presentados los escritos y documentos por medios


telemáticos, se emitirá automáticamente recibo por el mismo
medio, con expresión del número de entrada de registro y de la
fecha y la hora de presentación, en la que se tendrán por
presentados a todos los efectos. En caso de que la
presentación tenga lugar en día u hora inhábil a efectos
procesales conforme a la ley, se entenderá efectuada el primer
día y hora hábil siguiente.

A efectos de prueba y del cumplimiento de requisitos


legales que exijan disponer de los documentos originales o de
copias fehacientes, se estará a lo previsto en el artículo 162.

2. Cuando la presentación de escritos perentorios dentro de


plazo por los medios telemáticos o electrónicos a que se refiere
el apartado anterior no sea posible por interrupción no
planificada del servicio de comunicaciones telemáticas o
electrónicas, siempre que sea posible se dispondrán las
medidas para que el usuario resulte informado de esta
circunstancia, así como de los efectos de la suspensión, con
indicación expresa, en su caso, de la prórroga de los plazos de
inminente vencimiento. El remitente podrá proceder, en este
caso, a su presentación en la oficina judicial el primer día hábil
siguiente acompañando el justificante de dicha interrupción.

En los casos de interrupción planificada deberá anunciarse


con la antelación suficiente, informando de los medios
alternativos de presentación que en tal caso procedan.
32 Protección de los derechos fundamentales

3. Si el servicio de comunicaciones telemáticas o


electrónicas resultase insuficiente para la presentación de los
escritos o documentos, se deberá presentar en soporte
electrónico en la oficina judicial ese día o el día siguiente hábil,
junto con el justificante expedido por el servidor de haber
intentado la presentación sin éxito. En estos casos, se
entregará recibo de su recepción.

4. Sin perjuicio de lo anterior, los escritos y documentos se


presentarán en soporte papel cuando los interesados no estén
obligados a utilizar los medios telemáticos y no hubieran
optado por ello, cuando no sean susceptibles de conversión en
formato electrónico y en los demás supuestos previstos en las
leyes. Estos documentos, así como los instrumentos o efectos
que se acompañen quedarán depositados y custodiados en el
archivo, de gestión o definitivo, de la oficina judicial, a
disposición de las partes, asignándoseles un número de orden,
y dejando constancia en el expediente judicial electrónico de su
existencia.

En caso de presentación de escritos y documentos en


soporte papel, el funcionario designado para ello estampará en
los escritos de iniciación del procedimiento y de cualesquiera
otros cuya presentación esté sujeta a plazo perentorio el
correspondiente sello en el que se hará constar la oficina
judicial ante la que se presenta y el día y hora de la
presentación.

5. La presentación de escritos y documentos, cualquiera


que fuera la forma, si estuviere sujeta a plazo, podrá
efectuarse hasta las quince horas del día hábil siguiente al del
vencimiento del plazo.

En las actuaciones ante los tribunales civiles, no se admitirá


la presentación de escritos en el juzgado que preste el servicio
de guardia.

B) Tiempo. Plazos

Dice el artículo 115 de la LJCA:

“El plazo para interponer este recurso será de diez días, que se
computarán, según los casos, desde el día siguiente al de notificación del
acto, publicación de la disposición impugnada, requerimiento para el cese
de la vía de hecho, o transcurso del plazo fijado para la resolución, sin más
trámites. Cuando la lesión del derecho fundamental tuviera su origen en la
inactividad administrativa, o se hubiera interpuesto potestativamente un
recurso administrativo, o, tratándose de una actuación en vía de hecho, no
se hubiera formulado requerimiento, el plazo de diez días se iniciará
transcurridos veinte días desde la reclamación, la presentación del recurso
o el inicio de la actuación administrativa en vía de hecho, respectivamente.”
33 Protección de los derechos fundamentales

Analizando el precepto cabe, pues, distinguir:

a) Actos expresos: la nueva regulación mantiene el plazo de


diez días de la Ley 62/1978. Se aparta, pues, del plazo de
dos meses que el artículo 46 de la LJCA señala para el
proceso ordinario.

b) Actos presuntos: deben entenderse aludidos por el


artículo 115.1 de la LJCA, cuando al final del inciso inicial
del punto 1 se hace referencia al “transcurso del plazo
fijado para la resolución”. Ello significa que en estos
casos, el plazo de diez días, fijado en este proceso
especial, debe computarse a partir del cumplimiento del
que se haya fijado para la producción del silencio
negativo, por la normativa específica. Con esta
regulación, no se aprecia especialidad alguna respecto
del sistema de cómputo fijado por el artículo 46.1 de la
LJCA para el proceso ordinario, aunque sí en cuanto al
plazo, que en éste es de seis meses.

El TS y el TC han venido manteniendo una jurisprudencia y


doctrina, según las cuales: no podía juzgarse razonable una
interpretación que primase la inactividad de la Administración,
colocándola en mejor situación que si hubiera cumplido su
obligación de resolver y hubiera efectuado la correspondiente
notificación. Por consiguiente la carga del demandante de
reaccionar en vía judicial en un determinado plazo contra una
desestimación tácita so pena de convertir el acto en acto
consentido y firme y, por tanto, irrecurrible vulneraba el
derecho a la tutela judicial en su vertiente de acceso a los
tribunales. Ello supone la consolidación del criterio que
mantiene la inexistencia de plazo para recurrir en vía
contencioso-administrativa la desestimación presunta por la
Administración y que carece de efectividad el artículo 46.1
LJCA cuando establece el plazo de seis meses para recurrir los
actos presuntos, porque ello supondría primar a la
Administración incumplidora (Cfr. STS 23 de enero de 2004 y
SSTC 171 y 175/2008, de 15 y 12 de diciembre).

La STC 52/2014, resuelve, finalmente, la cuestión de


inconstitucionalidad 2918/2005, plateada por la Sala de lo
Contencioso del Tribunal Superior de Justicia de Castilla La
Mancha en relación con el citado artículo 46.1 LJCA. Y
establece la siguiente doctrina:
34 Protección de los derechos fundamentales

1º) El precepto cuestionado en este proceso constitucional


ha de ser enjuiciado desde la óptica del derecho fundamental a
la tutela judicial efectiva, en su vertiente de acceso a la justicia
(art. 24.1 CE).

2º) Igualmente, recuerda la consolidada doctrina


constitucional sobre el acceso a la justicia de las personas
cuyos derechos e intereses legítimos se ven frustrados o
perjudicados por la inactividad administrativa, elaborada a
partir de la Sentencia 6/1986, de 21 de enero. Esa consolidada
doctrina se ha conformado en el marco de recursos de amparo,
esto es, en relación con la vulneración del derecho a la tutela
judicial efectiva (art. 24.1 CE) que habría supuesto la
inadmisión de un recurso contencioso-administrativo, bien
porque los órganos judiciales habían considerado que el acto
administrativo expreso impugnado era reproducción de otro no
expreso que había quedado consentido y firme por no haber
sido impugnado en el plazo establecido en el precepto legal
objeto de la presente cuestión (o en su antecedente inmediato
de la Ley reguladora de la jurisdicción contencioso-
administrativa de 1956), bien porque estimaron que la
impugnación del acto administrativo se produjo
extemporáneamente al sobrepasarse el indicado plazo. Esa
jurisprudencia viene insistiendo en que el silencio
administrativo de carácter negativo es “una ficción legal que
responde a la finalidad de que el ciudadano pueda acceder a la
vía judicial, superando los efectos de la inactividad de la
Administración” (SSTC 6/1986, de 21 de enero, FJ
3; 204/1987, de 21 de diciembre; 63/1995, de 3 de
abril; 188/2003, de 27 de octubre, FJ 6; 220/2003, de 15 de
diciembre, FJ 5; 14/2006, de 16 de enero; 39/2006, de 13 de
febrero; 175/2006, de 5 de junio;186/2006, de 19 de
junio; 27/2007, de 12 de febrero; 32/2007, de 12 de
febrero; 40/2007, de 26 de febrero; 64/2007, de 27 de
marzo; 239/2007, de 10 de diciembre; 3/2008, de 21 de
enero; 72/2008, de 23 de junio; 106/2008, de 15 de
septiembre; 117/2008, de 13 de octubre; 175/2008, de 22 de
diciembre; 59/2009, de 9 de marzo; 149/2009, de 17 de
junio; 207/2009, de 25 de noviembre; o 37/2012, de 19 de
marzo, FJ 10, entre otras).

3º) En todas esas Sentencias se reitera que “ante una


desestimación presunta el ciudadano no puede estar obligado
a recurrir en todo caso, so pretexto de convertir su inactividad
en consentimiento del acto presunto, pues ello supondría
35 Protección de los derechos fundamentales

imponerle un deber de diligencia que no le es exigible a la


Administración”. Por eso el TC ha señalado también que la
“Ley no obliga al ciudadano a recurrir un acto presunto y sí a la
Administración a resolver, de forma expresa”, la solicitud o el
recurso presentado por aquél. “Si el silencio negativo es una
institución creada para evitar los efectos paralizantes de la
inactividad administrativa, es evidente que ante una resolución
presunta de esta naturaleza el ciudadano no puede estar
obligado a recurrir, siempre y en todo caso, so pretexto de
convertir su inactividad en consentimiento con el acto presunto,
exigiéndosele un deber de diligencia que no le es exigido a la
Administración” (STC 188/2003, de 27 de octubre, FJ 6, en un
razonamiento reafirmado luego en incontables supuestos). Es
decisiva la apreciación de que “la Administración no puede
verse beneficiada por el incumplimiento de su obligación de
resolver expresamente en plazo solicitudes de los ciudadanos,
deber éste que entronca con la cláusula del Estado de Derecho
(art. 1.1 CE), así como con los valores que proclaman los arts.
24.1, 103.1 y 106.1 CE” (SSTC 86/1998, de 21 de abril, FJ
5; 71/2001, de 26 de marzo, FJ 4, y 188/2003, de 27 de
octubre, FJ 6).

4º) Todas estas razones han dado lugar a la estimación de


numerosos recursos de amparo que, de acuerdo con su
configuración procesal, han permitido proteger el derecho a la
tutela judicial efectiva de los ciudadanos que habían sido
perjudicados por actos concretos de los poderes públicos en
los distintos procesos enjuiciados en cada caso (art. 41 de
la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional: LOTC). La
expresada doctrina guía la reflexión del TC. Ahora bien, todas
ellas fueron dictadas para proteger derechos fundamentales en
casos individuales, en sede de recurso de amparo
constitucional. Por lo que, como advierte la STC 166/2012, de
1 de octubre, FJ 2, la “jurisprudencia constitucional reseñada
no es trasladable directamente al presente asunto. La posición
de este Tribunal es bien distinta en el proceso de amparo y en
el de control de constitucionalidad de la ley, incluido el
provocado por las cuestiones de inconstitucionalidad, pues hay
en él un componente abstracto de nuestro enjuiciamiento que
no podemos eludir; suscitada la cuestión con motivo de una
ocasión ‘concreta’, es indispensable su ‘relevancia’, pero más
allá del caso exige un enjuiciamiento abstracto”. De lo que se
trata ahora es de enjuiciar en abstracto el precepto legal
cuestionado (art. 27 LOTC), no de proteger los derechos de las
personas afectadas por actos concretos de aplicación
(STC 166/2012, FJ 2). Aunque es evidente que la presente
36 Protección de los derechos fundamentales

cuestión de inconstitucionalidad se suscita en un supuesto en


el que el recurrente invoca la desestimación de su pretensión
por silencio negativo.

5º) Para llevar a cabo ese enjuiciamiento constitucional, el


Tribunal tiene en cuenta el contexto normativo del precepto
legal cuestionado y especialmente las modificaciones en el
régimen jurídico del silencio administrativo que hayan podido
tener incidencia en su interpretación. Sentado lo anterior, el TC
valora la incidencia de la reforma de 1999 de la Ley 30/1992 en
el entendimiento del inciso segundo del art. 46.1 LJCA
cuestionado en este proceso y, subsiguientemente, resolver la
duda de constitucionalidad que plantea el órgano judicial.

Con la reforma de la Ley 30/1992 operada por la Ley 4/1999,


de 13 de enero, recobró pleno vigor la regulación tradicional en
nuestro Derecho según la cual el silencio negativo es una mera
ficción legal que abre la posibilidad de impugnación, pero que
deja subsistente la obligación de la Administración de resolver
expresamente (cfr. arts. 42 a 44 LPC según la redacción dada
a los mismos por la Ley 4/1999 y, en particular, arts. 42.1, 43.1
y 43.4).

En suma, con arreglo a la ordenación del silencio


administrativo introducida por la Ley 4/1999 ya no tienen
encaje en el concepto legal de “acto presunto” los supuestos
en los que el ordenamiento jurídico determina el efecto
desestimatorio de la solicitud formulada, pues en tales
supuestos el ordenamiento excluye expresamente la
constitución ipso iure de un acto administrativo de contenido
denegatorio.

Los arts. 42 a 44 LPC fueron modificados por la Ley 4/1999


teniendo a la vista el régimen legal de impugnación de los
“actos presuntos” establecido en el art. 46.1LJCA, precepto
que no fue derogado ni modificado con ocasión o como
consecuencia de dicha reforma. Por tanto, habida cuenta de
que, primero, el inciso segundo del art. 46.1 LJCA que regula el
plazo de impugnación del “acto presunto” subsiste inalterado;
segundo, que tras la reforma de 1999 de la Ley 30/1992 en los
supuestos de silencio negativo ya no existe acto administrativo
37 Protección de los derechos fundamentales

alguno finalizador del procedimiento (art. 43.2 LPC), ni un acto


administrativo denominado “presunto” basado en una ficción
legal como se desprendía de la redacción originaria de
la Ley 30/1992, y tercero, que la Administración sigue estando
obligada a resolver expresamente, sin vinculación al sentido
negativo del silencio [arts. 42.1 y 43.3 b) LPC], el inciso
segundo del art. 46.1 LJCA ha dejado de ser aplicable a dicho
supuesto. En otras palabras, se puede entender que, a la luz
de la reforma de 1999 de la Ley 30/1992, la impugnación
jurisdiccional de las desestimaciones por silencio no está sujeta
al plazo de caducidad previsto en el art. 46.1 LJCA.

Así entendido, es manifiesto que el inciso legal


cuestionado no impide u obstaculiza en forma alguna el acceso
a la jurisdicción de los solicitantes o los terceros interesados
afectados por una desestimación por silencio. Por todo ello,
procede declarar que el inciso legal cuestionado no vulnera el
art. 24.1 CE.

Conclusión en parte coincidente con la que mantiene el


Tribunal Supremo (SSTS 269/2004, de 23 de enero;
2024/2006, de 21 de marzo; 4384/2007, de 30 de mayo;
1600/2009, de 31 de marzo, y 1978/2013, de 17 de abril) en la
interpretación de este precepto tras la reforma de
la Ley 30/1992 operada por la referida Ley 4/1999, cuando se
trata de supuestos en los que, como el que ha dado lugar al
planteamiento de la presente cuestión, se reacciona frente a la
desestimación por silencio.

Debe tenerse en cuenta la regulación que contiene la Ley


39/2015, de 1 de octubre, de Procedimiento Administrativo
Común, que dedica el artículo 24 al silencio administrativo en
procedimientos iniciados a solicitud del interesado, y el artículo
25 a la falta de resolución expresa en procedimientos iniciados
de oficio.

Artículo 24. Silencio administrativo en procedimientos iniciados


a solicitud del interesado.
38 Protección de los derechos fundamentales

1. En los procedimientos iniciados a solicitud del interesado,


sin perjuicio de la resolución que la Administración debe dictar
en la forma prevista en el apartado 3 de este artículo, el
vencimiento del plazo máximo sin haberse notificado resolución
expresa, legitima al interesado o interesados para entenderla
estimada por silencio administrativo, excepto en los supuestos
en los que una norma con rango de ley o una norma de
Derecho de la Unión Europea o de Derecho internacional
aplicable en España establezcan lo contrario. Cuando el
procedimiento tenga por objeto el acceso a actividades o su
ejercicio, la ley que disponga el carácter desestimatorio del
silencio deberá fundarse en la concurrencia de razones
imperiosas de interés general.

El silencio tendrá efecto desestimatorio en los procedimientos


relativos al ejercicio del derecho de petición, a que se refiere el
artículo 29 de la Constitución, aquellos cuya estimación tuviera
como consecuencia que se transfirieran al solicitante o a
terceros facultades relativas al dominio público o al servicio
público, impliquen el ejercicio de actividades que puedan dañar
el medio ambiente y en los procedimientos de responsabilidad
patrimonial de las Administraciones Públicas.

El sentido del silencio también será desestimatorio en los


procedimientos de impugnación de actos y disposiciones y en
los de revisión de oficio iniciados a solicitud de los interesados.
No obstante, cuando el recurso de alzada se haya interpuesto
contra la desestimación por silencio administrativo de una
solicitud por el transcurso del plazo, se entenderá estimado el
mismo si, llegado el plazo de resolución, el órgano
administrativo competente no dictase y notificase resolución
expresa, siempre que no se refiera a las materias enumeradas
en el párrafo anterior de este apartado.

2. La estimación por silencio administrativo tiene a todos los


efectos la consideración de acto administrativo finalizador del
procedimiento. La desestimación por silencio administrativo
tiene los solos efectos de permitir a los interesados la
interposición del recurso administrativo o contencioso-
administrativo que resulte procedente.

3. La obligación de dictar resolución expresa a que se


refiere el apartado primero del artículo 21 se sujetará al
siguiente régimen:

a) En los casos de estimación por silencio


administrativo, la resolución expresa posterior a la
producción del acto sólo podrá dictarse de ser
confirmatoria del mismo.
39 Protección de los derechos fundamentales

b) En los casos de desestimación por silencio


administrativo, la resolución expresa posterior al
vencimiento del plazo se adoptará por la
Administración sin vinculación alguna al sentido del
silencio.

4. Los actos administrativos producidos por silencio


administrativo se podrán hacer valer tanto ante la
Administración como ante cualquier persona física o jurídica,
pública o privada. Los mismos producen efectos desde el
vencimiento del plazo máximo en el que debe dictarse y
notificarse la resolución expresa sin que la misma se haya
expedido, y su existencia puede ser acreditada por cualquier
medio de prueba admitido en Derecho, incluido el certificado
acreditativo del silencio producido. Este certificado se expedirá
de oficio por el órgano competente para resolver en el plazo de
quince días desde que expire el plazo máximo para resolver el
procedimiento. Sin perjuicio de lo anterior, el interesado podrá
pedirlo en cualquier momento, computándose el plazo indicado
anteriormente desde el día siguiente a aquél en que la petición
tuviese entrada en el registro electrónico de la Administración u
Organismo competente para resolver.

Artículo 25. Falta de resolución expresa en procedimientos


iniciados de oficio.

1. En los procedimientos iniciados de oficio, el vencimiento


del plazo máximo establecido sin que se haya dictado y
notificado resolución expresa no exime a la Administración del
cumplimiento de la obligación legal de resolver, produciendo
los siguientes efectos:

a) En el caso de procedimientos de los que pudiera


derivarse el reconocimiento o, en su caso, la
constitución de derechos u otras situaciones jurídicas
favorables, los interesados que hubieren comparecido
podrán entender desestimadas sus pretensiones por
silencio administrativo.

b) En los procedimientos en que la Administración


ejercite potestades sancionadoras o, en general, de
intervención, susceptibles de producir efectos
desfavorables o de gravamen, se producirá la
caducidad. En estos casos, la resolución que declare
la caducidad ordenará el archivo de las actuaciones,
con los efectos previstos en el artículo 95.
40 Protección de los derechos fundamentales

2. En los supuestos en los que el procedimiento se hubiera


paralizado por causa imputable al interesado, se interrumpirá el
cómputo del plazo para resolver y notificar la resolución.

c) Disposiciones generales: rige el mismo plazo de diez días


contado desde el día siguiente a su publicación.

d) Vías de hecho: no se aludían en la Ley 62/1978. La


jurisprudencia fijaba como día inicial cualquiera de los de
desarrollo de la actividad irregular. En las normas específicas
de la nueva LJCA se dice: “diez días que se computarán […]
desde el día siguiente al […] requerimiento para el cese de la
vía de hecho”. Ello, frente a la regla general del artículo 46.3
de la LJCA, que establece para el proceso ordinario que,
cuando se intente contra una vía de hecho, el plazo “será de
diez días a contar desde el día siguiente a la terminación del
plazo establecido en el artículo 30” de esta Ley. Por su parte,
en el artículo 30 se dice que, en caso de vía de hecho, el
interesado podrá formular requerimiento a la Administración
actuante, intimándole a su cesación, y que si la intimación no
fuera atendida dentro de los diez días siguientes a la
presentación del requerimiento, podrá deducirse directamente
recurso contencioso-administrativo.

Consecuentemente, en relación con la vía de hecho se


establece, con carácter general, una doble alternativa:
puede realizarse un requerimiento intimando a la
Administración actuante para que cese en su actuación o
puede prescindirse de tal requerimiento. Y de la utilización
de una u otra posibilidad depende el inicio del cómputo
del plazo para interponer el recurso contencioso-
administrativo, tanto ordinario como especial para la
protección de los derechos fundamentales.
Si se realiza la intimación de cese de la actividad
constitutiva de la vía de hecho, el plazo ordinario de diez
días se computa una vez transcurridos los diez días
siguientes a la presentación del requerimiento (art. 46.3
LJCA), mientras que, según la dicción literal del artículo
115.1 LJCA, el plazo también de diez días para interponer
el recurso especial de protección de derechos
fundamentales se inicia desde el día siguiente al
“requerimiento para el cese de la vía de hecho”. De esta
manera la Administración no dispondría de un plazo para
atender el requerimiento sin que se inicie el plazo para
interponer el recurso especial de protección de los
derechos fundamentales, y transcurridos los diez primeros
41 Protección de los derechos fundamentales

días desde que se realiza el requerimiento de cese de la


actividad el interesado tendría sólo la posibilidad de acudir
al recurso ordinario. Si en el proceso especial de
protección de los derechos fundamentales se tiene como
dies a quo el día siguiente al que se haya efectuado el
requerimiento para el cese de la vía de hecho, no hay
plazo alguno-por breve que fuera- para que la
Administración pueda atender el requerimiento- ya que al
día siguiente de haberlo formulado puede interponerse el
recurso y a lo más tardar dentro de los diez días
siguientes.
La otra interpretación que sería, sin embargo, correctora
del texto del artículo 115.1 LJCA, igualaría los plazos del
proceso ordinario y especial: diez días a partir del
siguiente al décimo desde la presentación del
requerimiento.
Si no se efectúa el requerimiento o intimación de cese, el
plazo para interponer el proceso especial de diez días se
cuenta transcurridos veinte días desde el inicio de la
actuación administrativa constitutiva de la vía de hecho.
Por lo que el plazo resulta más amplio en este caso, que
el del procedimiento ordinario, en el que el plazo de veinte
días se cuenta desde que se inició la actuación
administrativa constitutiva de vía de hecho.

Inactividad de la Administración: En los supuestos de


inactividad administrativa, el día inicial para el cómputo de diez
días es el siguiente al vigésimo día desde que se hubiere
reclamado frente a la inactividad. Ello supone una regla
particular frente a la general establecida en el artículo 29 LJCA,
que fija para el dies a quo en el proceso contencioso ordinario
el transcurso de tres meses desde la fecha de la reclamación.

d) Recursos potestativos: conforme al artículo 115.1 LJCA si


“se hubiera interpuesto potestativamente un recurso
administrativo [...], el plazo de diez días se iniciará
transcurridos veinte días desde [...] la presentación del
recurso”. Por lo que ha de entenderse que, en este caso, el
plazo para resolver de la Administración el recurso
administrativo es de veinte días.

e) Utilización de la vía ordinaria: en último lugar debe hacerse


notar que, transcurridos esos plazos específicamente fijados
para la utilización del proceso especial, indudablemente el
interesado pierde la posibilidad de impugnar la actividad
42 Protección de los derechos fundamentales

pública vulneradora de sus derechos fundamentales por la vía


del proceso especial, pero ello no impide que si se mantienen
aún abiertos los plazos más amplios y se cumplen los demás
requisitos a que se supedita el ejercicio de la acción
(agotamiento de la vía administrativa previa, plazos previos
para la producción de silencio, etc.), el perjudicado pueda
utilizar la vía del proceso ordinario, con el fundamento de la
vulneración de los derechos fundamentales, o de la legalidad
ordinaria, en este caso, esté o no relacionada con dichos
derechos constitucionales.

C) Forma. Procedimiento

1) Iniciación del proceso

 Escrito de interposición

El punto 2 del artículo 115 de la LJCA establece:

“En el escrito de interposición se expresará con precisión y claridad el


derecho o derechos cuya tutela se pretende y, de manera concisa, los
argumentos sustanciales que den fundamento al recurso.”

Si se compara ese precepto con el artículo 45 de la nueva Ley


de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, que contiene la
regulación del mismo trámite de interposición para el proceso
ordinario, se puede encontrar grandes diferencias. Y, así, frente
al proceso ordinario, la nueva regulación del proceso especial
amplía el contenido necesario del escrito de interposición, de
modo que no basta, como ocurre en aquél, con que el actor se
limite a citar el acto, la disposición, la inactividad o la actuación
constitutiva de vía de hecho que se impugne, y que se solicite
que se tenga por interpuesto el recurso, sino que se exige que
se hagan las precisiones que el legislador alude en orden al
derecho fundamental infringido y a la fundamentación del
recurso.

Pero ello, no debe interpretarse en el sentido de que ante


el silencio del punto 2 del artículo 115 de la Ley de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa, deba estarse
supletoriamente, conforme al artículo 114.1, a la regla
general del proceso ordinario, que en el artículo 25 viene
a exigir que el recurso contencioso-administrativo debe
interponerse contra “los actos expresos o presuntos que
pongan fin a la vía administrativa”, lo que presupone
43 Protección de los derechos fundamentales

generalmente el recurso administrativo ordinario, sino que


una interpretación lógica y sistemática permite sentar la
conclusión de que, con la nueva regulación, la iniciación
del procedimiento de protección de derechos
fundamentales, al igual que en el sistema de la Ley
62/1978, tampoco precisa el agotamiento de la vía
administrativa previa a través de recurso ordinario.

Y es así porque ello viene exigido por la lógica del carácter


urgente o preferente que el punto 3 del artículo 114 de la Ley de
la Jurisdicción Contencioso-Administrativa atribuye a la
tramitación de estos procesos, o por la preferencia y
sumariedad que a los mismos se asigna en el artículo 53.2 de
la Constitución. Y porque a ello conduce la literalidad del inciso
segundo del artículo 115.1 de la LJCA, que, dentro de la
regulación del nuevo proceso especial, recoge la posible
existencia de recursos administrativos, como una mera opción
potestativa del actor, según antes ya se dijo.

 Reclamación del expediente

Dice el artículo 116 de la LJCA:

“1. En el mismo día de la presentación del recurso o en el siguiente, el


Letrado de la Administración de Justicia (Secretario judicial) requerirá con
carácter urgente al órgano administrativo correspondiente, acompañando
copia del escrito de interposición, para que en el plazo máximo de cinco
días, a contar desde la recepción del requerimiento, remita el expediente
acompañado de los informes y datos que estime procedentes, con
apercibimiento de cuanto se establece en el artículo 48 (redacción dada
por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre).

[...]
4. La falta de envío del expediente administrativo dentro del plazo
previsto en el apartado anterior no suspenderá el curso de los autos.
5. Cuando el expediente administrativo se recibiese en el Juzgado o Sala
una vez transcurrido el plazo establecido en el apartado 1 de este
artículo, el Letrado de la Administración de Justicia (Secretario judicial) lo
pondrá de manifiesto a las partes por plazo de cuarenta y ocho horas, en
el que podrán hacer alegaciones, y sin alteración del curso del
procedimiento (redacción dada por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre).”

En este trámite también se hacen notar ciertas diferencias con


el correspondiente trámite del proceso ordinario, que se regula
en el artículo 48 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-
Administrativa, que afectan al momento de la reclamación del
expediente que, en el proceso especial de amparo judicial, lo
es “el mismo día de la presentación del recurso o en el
siguiente”, mientras que en el ordinario (art. 48.1) la
reclamación se efectuará al acordar que se anuncie la
44 Protección de los derechos fundamentales

interposición del recurso en un periódico oficial, que es trámite


(el del anuncio) tampoco previsto en el proceso especial.
Igualmente en cuanto al modo de la reclamación y al plazo que
se fija para la remisión del expediente, pues en el artículo 48
de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa se
habla de simple reclamación y se fija el plazo de veinte días
para la remisión, a diferencia del proceso especial, en que,
según el precepto transcrito, la reclamación ha de hacerse
“requiriendo con urgencia al órgano administrativo
correspondiente” y el plazo de remisión se reduce a cinco días.

También es una particularidad del proceso especial, la previsión


de que la falta de remisión no suspenderá el curso de los autos,
lo que no acontece en el ordinario; si bien cabe advertir que en
la vigente LJCA, frente a la regulación de la Ley de la
Jurisdicción de 1956, el artículo 53, se prevé en el proceso
ordinario la formulación de demanda, sin la aportación del
expediente a los autos.

Asimismo es una especialidad que, en el amparo judicial, el


órgano administrativo que lo remite pueda acompañar al
expediente los informes y datos que estime procedentes,
trámite que desde luego no equivale al de contestación a la
demanda.

En la vigente LJCA, la regulación del proceso ordinario se


acerca a la del especial que se comenta, en lo relativo a la
previsión de que si se hubiera formulado demanda sin
expediente, por su remisión tardía (art. 53.2) y se llegara a
recibir el expediente, éste se pondrá de manifiesto a las partes
demandantes para que puedan efectuar alegaciones
complementarias, si bien en el proceso especial el plazo para
formular tales alegaciones es sólo de cuarenta y ocho horas, y
no de diez días como en el proceso ordinario.

 Emplazamiento y personación de las partes

En relación con estos trámites, el punto 2 del artículo 116 de la


LJCA establece:

“Al remitir el expediente, el órgano administrativo lo comunicará a todos


los que aparezcan como interesados en el mismo, acompañando copia
del escrito de interposición y emplazándoles para que puedan
comparecer como demandados ante el Juzgado o Sala en el plazo de
cinco días.”

Puede apreciarse que, al igual que ocurría en la Ley de


Protección Jurisdiccional de los Derechos Fundamentales de la
45 Protección de los derechos fundamentales

Persona (LPJDFP), de 1978, las normas reguladoras del


proceso especial de amparo judicial, en la nueva Ley de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa, no se refieren a la
forma de la realización del emplazamiento de la Administración
ni al momento en que ésta debe personarse. De ahí que sobre
ese particular haya que estar a las reglas del proceso ordinario,
que en el artículo 50 dispone que el emplazamiento de la
Administración se entenderá efectuado por la reclamación del
expediente, y que la personación se efectúa mediante el envío
–y ha de entenderse, recepción en la sede del órgano judicial–
del expediente.

En la vigente LJCA, y a diferencia de la anterior en la redacción


de 1956, el emplazamiento de los demás interesados se
acerca, en el proceso especial de amparo judicial, al sistema
del proceso ordinario, previsto en el artículo 49.1, si bien existe
también aquí un acortamiento del plazo para la personación, al
ser de cinco días, frente a los nueve, más cinco para notificar,
que se establecen en el ordinario. Además, en el amparo
judicial especial no está prevista la comprobación, por el
Letrado de la Administración de Justicia (Secretario judicial), de
si las notificaciones para emplazamiento se han efectuado en
forma, para procurar la subsanación del defecto, incluso
mediante la publicación edictal a que aluden los puntos 3 y 4
del artículo 49 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-
Administrativa, en la regulación del proceso ordinario. El
carácter urgente del proceso especial plantea la duda de si, por
vía de supletoriedad, y como un lógico acortamiento de plazos,
se podría acudir a las reglas generales, si se aprecian
omisiones o defectos en los emplazamientos durante la
tramitación del proceso especial.

 Trámite de admisión

En el artículo 116, en la fase de tramitación de la Ley


Jurisdiccional ante el Senado, se añadió un párrafo, el 3, que
dice:

“La Administración, con el envío del expediente y los demás


demandados, al comparecer, podrán solicitar razonadamente la
inadmisión del recurso y la celebración de la comparecencia a que se
refiere el artículo 117.2.”

El artículo 117 de la nueva LJCA establece:

“1. Recibido el expediente o transcurrido el plazo para su remisión y, en


su caso, el del emplazamiento a los demás interesados, el Letrado de la
Administración de Justicia (Secretario judicial), dentro del siguiente día,
dictará decreto mandando seguir las actuaciones. Si estimase que no
46 Protección de los derechos fundamentales

procede la admisión, dará cuenta al Tribunal quien, en su caso,


comunicará a las partes el motivo en que pudiera fundarse la inadmisión
del procedimiento (redacción dada por la Ley 13/2009, de 3 de
noviembre).

2. En el supuesto de posibles motivos de inadmisión del procedimiento,


el Letrado de la Administración de Justicia (Secretario judicial) convocará
a las partes y al Ministerio Fiscal a una comparecencia, que habrá de
tener lugar antes de transcurrir cinco días, en la que se les oirá sobre la
procedencia de dar al recurso la tramitación prevista en este capítulo
(redacción dada por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre).
3. En el siguiente día, el órgano jurisdiccional dictará auto mandando
proseguir las actuaciones por este trámite o acordando su inadmisión por
inadecuación del procedimiento.”

Los trámites transcritos constituyen una absoluta novedad de


esta nueva regulación del proceso especial de protección de
la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, pues no
existían otros similares en la LPJDFP. El legislador ha
recogido lo que era una práctica jurisprudencial frecuente,
aunque contradictoria, respecto de la posibilidad de abrir un
trámite de admisibilidad paralelo al del antiguo artículo 62 de
la Ley de la Jurisdicción de 1956, pero que sin embargo se
había inclinado por admitir que se sometiera a las partes la
posibilidad de inadmisión del recurso cuando su interposición
no iba acompañada por el cauce especial de la Ley 62/1978,
de la cita y razón de ser de que se alegaran como infringidos
alguno de los derechos fundamentales que posibilitan la
protección judicial invocada o si la invocación resultaba
patentemente retórica.

 Suspensión del acto impugnado

El artículo 118 de la nueva LJCA dispone:

“Acordada la prosecución del procedimiento especial de este capítulo, el


Letrado de la Administración de Justicia (Secretario judicial) pondrá de
manifiesto al recurrente el expediente y demás actuaciones para que en
el plazo improrrogable de ocho días pueda formalizar la demanda y
acompañar los documentos (redacción dada por la Ley 13/2009, de 3 de
noviembre).”

Se observa así, respecto del artículo 7.4 de la LPJDFP, que


mientras esta Ley de 1978 se refería a la suspensión
apartándose del régimen general, en el proceso ordinario
relativo a esa incidencia, en el proceso especial del amparo
judicial ya no contienen especialidades respecto del régimen
del proceso ordinario, por lo que debe en este punto estarse a
la regulación establecida con carácter general, pues como
resalta la exposición de motivos (punto 2 del apartado VI) se
parte de la base de que la justicia cautelar forma parte del
derecho de tutela judicial efectiva, por lo que la Ley aborda
47 Protección de los derechos fundamentales

esta cuestión estableciendo en el título VI el epígrafe


“Disposiciones Comunes a los Títulos IV y V”, y como capítulo
II, la regulación de las medidas cautelares.

En estas reglas generales, el criterio para su adopción se


determina siempre sobre la base de una ponderación
motivada de los intereses en conflicto. Con ello se advierte –
reitero– la diversidad de régimen respecto de la situación
normativa anterior, pues, en relación con la Ley de la
Jurisdicción de 1956, se introducen como novedad la
posibilidad de adopción de otras medidas cautelares, además
de la suspensión que ni siquiera se cita, variándose también
el criterio para decretarlas, de modo que ahora no hay
especialidad alguna respecto de la regulación prevista para el
proceso ordinario (arts. 129 a 136), que, sobre este particular,
establece (art. 130.1), “previa valoración circunstanciada de
todos los intereses en conflicto, la medida cautelar podrá
acordarse únicamente cuando la ejecución del acto o la
aplicación de la disposición pudieran hacer perder su finalidad
legítima al recurso”.

2) Instrucción

• Demanda

Ya se ha expuesto que, en el inciso final del artículo 118 de la


LJCA, se establece:

“Acordada la prosecución del procedimiento especial de este capítulo, el


Letrado de la Administración de Justicia (Secretario judicial) pondrán de
manifiesto al recurrente el expediente y demás actuaciones para que en
el plazo improrrogable de ocho días pueda formalizar la demanda y
acompañar los documentos (redacción dada por la Ley 13/2009, de 3 de
noviembre).”

La nueva regulación no dice que se pueda formular demanda


sin que el actor tenga ante sí el expediente, pero, sin
embargo, esa posibilidad indudablemente es admisible, tanto
porque en esta regulación se dispone que la falta de envío del
expediente administrativo dentro del plazo legal no
suspenderá el curso de los autos (art. 116.3 LJCA), como
porque en la nueva regulación, según el transcrito artículo
118, el plazo para demanda se abre inmediatamente después
de acordarse la admisión a trámite por el cauce especial, que
es incidencia, que, según el punto 1 del artículo 117 de la Ley
de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, puede
plantearse “recibido el expediente o transcurrido el plazo para
48 Protección de los derechos fundamentales

su remisión”. A ello debe añadirse que sería ilógico


procesalmente que esa posibilidad de demanda sin
expediente se admita en la nueva regulación con carácter
general para el proceso ordinario (art. 53.1), y no lo fuera en
un proceso caracterizado por su urgencia y sumariedad
(tomada esta expresión en el sentido de brevedad), con
mayor razón cuando las reglas generales del proceso
ordinario son de supletoria aplicación.

Respecto del proceso ordinario, la especialidad de este


trámite se manifiesta en el acortamiento del plazo, desde
los veinte días hasta ocho, al igual que en la Ley de
Protección Jurisdiccional de los Derechos Fundamentales
de la Persona. En lo demás, se estará a las reglas
generales sobre improrrogabilidad y carácter preclusivo
de este plazo, contenido de la demanda, etc.

• Contestación

El artículo 119 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-


Administrativa establece:

“Formalizada la demanda, el Letrado de la Administración de Justicia


(Secretario judicial) dará traslado de la misma al Ministerio Fiscal y a las
partes demandadas para que, a la vista del expediente, presenten sus
alegaciones en el plazo común e improrrogable de ocho días y
acompañen los documentos que estimen oportunos (redacción dada por
la Ley 13/2009, de 3 de noviembre).”

Este trámite difiere del correspondiente en el proceso ordinario


(art. 54 LJCA) en el acortamiento del plazo, materialización del
traslado, en su caso, del expediente, que en las reglas
generales se efectúa mediante entrega, mientras que en el
proceso especial simplemente se alude a que se pondrá “a la
vista”, lo que equivale a la puesta de manifiesto en secretaría.

Cabe recordar que la intervención del fiscal, como ya se dijo,


es institucional y en defensa de la legalidad, por lo que puede
acontecer que, en este trámite, apoye la posición impugnatoria
del actor o alegue en sentido contrario a las actuaciones
recurridas, con argumentos propios.

La nueva regulación dispone, en el punto 5 del artículo 116:

“Cuando el expediente administrativo se recibiese en el Juzgado o Sala


una vez transcurrido el plazo establecido en el apartado 1 de este
49 Protección de los derechos fundamentales

artículo, el Letrado de la Administración de Justicia (Secretario judicial) lo


pondrá de manifiesto a las partes por plazo de cuarenta y ocho horas, en
el que podrán hacer alegaciones, y sin alteración del curso del
procedimiento (redacción dada por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre).”

• Prueba

El artículo 120 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso-


Administrativa dispone:

“Evacuado el trámite de alegaciones o transcurrido el plazo para


efectuarlas, el órgano jurisdiccional decidirá en el siguiente día sobre el
recibimiento a prueba, con arreglo a las normas generales establecidas
en la presente Ley, y sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 57. El
período probatorio no será en ningún caso superior a veinte días
comunes para su proposición y práctica.”

El artículo 57 de la LJCA, al que alude el antes transcrito del


proceso especial, se refiere a la posibilidad de que a petición
del actor, y si no se opone el demandado, el proceso se falle
sin necesidad de prueba.

• Sentencia

El artículo 121 de la LJCA dispone:

“1. Conclusas las actuaciones, el órgano jurisdiccional dictará sentencia en el


plazo de cinco días.
2. La sentencia estimará el recurso cuando la disposición, la actuación o
el acto incurran en cualquier infracción del ordenamiento jurídico, incluso
la desviación de poder, y como consecuencia de la misma vulneren un
derecho de los susceptibles de amparo.”

En la nueva regulación, se observa que no está prevista la


posibilidad del trámite de vista o conclusiones, y ello a
diferencia de las reglas generales, de los artículos 62 y
siguientes de la LJCA. La sumariedad y urgencia del proceso
especial alejan la celebración de este trámite, en aplicación
supletoria de las reglas generales.

La doctrina se plantea la posibilidad de si en este proceso


especial, a pesar de su brevedad, cabe que el juez o tribunal
pueda hacer uso de la facultad, que se regula en el artículo
33.2 de la nueva LJCA (similar al artículo 43.2 de la antigua
Ley de 1956), de plantear a las partes nuevos motivos de
inconstitucionalidad de la actuación pública impugnada, o de
oposición a la pretensión del actor, no apreciados debidamente
por aquéllas, concediendo un plazo común para formular
alegaciones. No se ve razón para negar esa posibilidad,
máxime dada la trascendencia que jurídicamente se concede,
50 Protección de los derechos fundamentales

según lo que se expuso al inicio, en el ordenamiento español a


la protección de derechos fundamentales. La lógica aconseja
que el plazo general de diez días se reduzca en estos casos a
otro menor, dada la sumariedad del proceso especial. La
solución positiva de este problema tenía respaldo
jurisprudencial para el proceso de la LPJDFP.

Respecto del contenido de la sentencia, habrá que estar a las


reglas generales sobre desestimación o inadmisibilidad. Ha de concluirse que,…

… en lo demás (recursos
Debe tenerse en cuenta lo que se dijo acerca de las ante providencias, autos o
diligencias de ordenación y
pretensiones ejercitables (extremos 3.4.1) y su repercusión en supuestos exceptuados de
el contenido de la sentencia. casación ordinaria,
unificación de doctrina, y
para el recurso de revisión),
habrá que estar a la
• Recursos regulación general de los
recursos.

El trascrito artículo 121 de la LJCA, en su apartado 3,


establece:

“Contra las sentencias de los Juzgados de lo Contencioso-Administrativo


procederá siempre la apelación en un solo efecto.”

Por otro lado, el artículo 81.2.b dispone que serán siempre


susceptibles de recurso de apelación las sentencias dictadas por
los juzgados de lo contencioso-administrativo y los juzgados
centrales de lo contencioso-administrativo, “cuando se dicten
en el procedimiento para la protección de los derechos
fundamentales de la persona”.

Dentro del régimen jurídico de la casación, y como


referencia a los derechos fundamentales, ha de tenerse en
cuenta que el anterior artículo 86.2.b) de la Ley de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa, establecía que se
exceptuaban de la casación las sentencias dictadas en única
instancia por las Salas de lo Contencioso-Administrativo de la
Audiencia Nacional, o de los Tribunales Superiores de Justicia,
cualquiera que fuera la materia, en asuntos cuya cuantía
exceda de 600.000 euros, excepto cuando se trate del
procedimiento especial para la defensa de los derechos
fundamentales, en cuyo caso procederá el recurso cualquiera
que sea la cuantía del asunto litigioso. Pero en la actual
redacción del precepto dada por la LO 7/20115, se dispone
que 1. Las sentencias dictadas en única instancia por los
Juzgados de lo Contencioso-administrativo y las dictadas en
única instancia o en apelación por la Sala de lo Contencioso-
administrativo de la Audiencia Nacional y por las Salas de lo
Contencioso-administrativo de los Tribunales Superiores de
51 Protección de los derechos fundamentales

Justicia serán susceptibles de recurso de casación ante la Sala


de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Supremo.

En el caso de las sentencias dictadas en única instancia por


los Juzgados de lo Contencioso-administrativo, únicamente
serán susceptibles de recurso las sentencias que contengan
Es de tener en cuenta…
doctrina que se reputa gravemente dañosa para los intereses
generales y sean susceptibles de extensión de efectos. Y en el … la previsión del citado
artículo 139 de la LJCA,
apartado 2 de ese artículo 86.2 de la Ley de la Jurisdicción de indudable aplicación al
Contencioso-Administrativa, se dispone que se exceptúan de lo proceso especial de
protección de derechos
establecido en el apartado anterior, esto es de la posibilidad de fundamentales, acerca de
interponer recurso de casación, las sentencias dictadas en el que “en ningún caso se
impondrán las costas al
procedimiento para la protección del derecho fundamental de Ministerio Fiscal”.
reunión y en los procesos contencioso-electorales.

• Costas

No existe una previsión paralela a la del artículo 10.3 de la Ley


62/1978, que seguía, en este amparo judicial, el criterio del
vencimiento. Ahora, en materia de costas, hay que estar a la
regla general de la temeridad del artículo 139 de la Ley de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa.
52 Protección de los derechos fundamentales

4. Regulación del proceso especial por


vulneración del derecho de reunión en lugares
de tránsito público

El proceso especial por vulneración del derecho de reunión en


lugares de tránsito público está regulado en el artículo 122 de
la LJCA, que establece:

“1. En el caso de prohibición o de propuesta de modificación de


reuniones previstas en la Ley Orgánica reguladora del Derecho de
Reunión que no sean aceptadas por los promotores, éstos podrán
interponer recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal
competente. El recurso se interpondrá dentro de las cuarenta y ocho
horas siguientes a la notificación de la prohibición o modificación,
trasladándose por los promotores copia debidamente registrada del
escrito del recurso a la autoridad gubernativa, con el objeto de que ésta
remita inmediatamente el expediente.

2. El Letrado de la Administración de Justicia (Secretario judicial), en el


plazo improrrogable de cuatro días, y poniendo de manifiesto el
expediente si se hubiera recibido, convocará al representante legal de la
Administración, al Ministerio Fiscal y a los recurrentes o a la persona que
éstos designen como representante a una audiencia en la que, de
manera contradictoria, oirá a todos los personados y resolverá sin ulterior
recurso.
En cuanto se refiere a la grabación de la audiencia y a su documentación,
serán aplicables las disposiciones contenidas en el artículo 63 (redacción
dada por la Ley 13/2009, de 3 de noviembre).”

3. La decisión que se adopte únicamente podrá mantener o revocar la


prohibición o las modificaciones propuestas.”

Este proceso se presenta como especial dentro del especial de


protección de derechos fundamentales. La particularidad deriva
de su objeto, la vulneración del derecho de reunión reconocido
por el artículo 21 de la Constitución, cuando se considere
infringido por la prohibición o propuesta de modificación
administrativa de reuniones en lugares de tránsito público, que
han sido comunicadas a la autoridad en cumplimiento del
artículo 8 de la Ley Orgánica 9/1983, de 15 de julio.

La regulación de este proceso especial en la nueva Ley viene a


reproducir la que se contenía en el apartado 6 del artículo 7 de
la LPJDFP, con algunas ligeras modificaciones que la mejoran
técnicamente, así la concerniente a la fijación del plazo para
recurrir, de cuarenta y ocho horas siguientes a la notificación
53 Protección de los derechos fundamentales

de la prohibición o modificación, que no figuraba en aquélla; el


traslado de la copia del escrito de recurso a la autoridad
gubernativa, que tampoco se especificaba, y el acortamiento
del plazo de convocatoria, ahora de cuatro días frente a los
cinco de la LPJDFP.

Como se trata de un proceso especial respecto del de


protección de derechos fundamentales, éste será el común, en
primer término, para suplir lagunas y, en último lugar, habrá que
acudir a las reglas generales de la Ley Jurisdiccional.

La claridad de la regulación ahorra cualquier comentario del


texto legal transcrito, cuyas particularidades se explican en la
urgencia que deriva de la naturaleza del derecho fundamental
de reunión que se protege en este proceso especial.
54 Protección de los derechos fundamentales

5. Procedimiento especial para obtener la


autorización judicial prevista en el artículo 8.2
de la Ley 34/2002, de 11 de julio, de Servicios de
la Sociedad de la Información y del Comercio
electrónico.

El artículo 122 bis LJCA ha sido añadido por la disposición final


43.7 de la Ley 2/2011, de 4 de marzo con el siguiente tenor:. "1.
El procedimiento para obtener la autorización judicial a que se
refiere el artículo 8.2 de la Ley 34/2002, de 11 de julio, de
Servicios de la Sociedad de la Información y del Comercio
Electrónico, se iniciará con la solicitud de los órganos
competentes en la que se expondrán las razones que justifican
la petición acompañada de los documentos que sean
procedentes a estos efectos. El Juzgado, en el plazo de 24
horas siguientes a la petición y, previa audiencia del Ministerio
Fiscal, dictará resolución autorizando la solicitud efectuada
siempre que no resulte afectado el artículo 18 apartado 1 y 3 de
la Constitución.

2. La ejecución de las medidas para que se interrumpa la


prestación de servicios de la sociedad de la información o para
que se retiren contenidos que vulneren la propiedad intelectual,
adoptadas por la Sección Segunda de la Comisión de Propiedad
Intelectual en aplicación de la Ley 34/2002, de 11 de julio, de
Servicios de la Sociedad de la Información y de Comercio
Electrónico, requerirá de autorización judicial previa de
conformidad con lo establecido en los párrafos siguientes.
Acordada la medida por la Comisión, solicitará del Juzgado
competente la autorización para su ejecución, referida a la
posible afectación a los derechos y libertades garantizados en el
artículo 20 de la Constitución.

En el plazo improrrogable de dos días siguientes a la


recepción de la notificación de la resolución de la Comisión y
poniendo de manifiesto el expediente, el Juzgado convocará al
representante legal de la Administración, al Ministerio Fiscal y a
los titulares de los derechos y libertades afectados o a la
persona que éstos designen como representante a una
audiencia, en la que, de manera contradictoria, el Juzgado oirá a
todos los personados y resolverá el el plazo improrrogable de
dos días mediante auto. La decisión que se adopte únicamente
podrá autorizar o denegar la ejecución de la medida".

5.1 Consideraciones generales

Como señala su Exposición de Motivos, la Ley 34/2002, de 11


de julio, de Servicios de la Sociedad de la Información y del
55 Protección de los derechos fundamentales

Comercio Electrónico (LSSI, en adelante), tuvo como objeto


la incorporación al ordenamiento jurídico español de la
Directiva 2000/31/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo,
de 8 de junio, relativa a determinados aspectos de los servicios
de la sociedad de la información, en particular, el comercio
electrónico en el mercado interior (Directiva sobre el comercio
electrónico). Asimismo, incorpora parcialmente la Directiva
98/27/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 19 de
mayo, relativa a las acciones de cesación en materia de
protección de los intereses de los consumidores, al regular, de
conformidad con lo establecido en ella, una acción de cesación
contra las conductas que contravengan lo dispuesto en dicha
Ley.

Lo que la Directiva 2000/31/CE denomina "sociedad de la


información" viene determinado por la extraordinaria expansión
de las redes de telecomunicaciones y, en especial, de Internet
como vehículo de transmisión e intercambio de todo tipo de
información. Junto a las ventajas que supone su incorporación
a la vida económica y social, como la mejora de la eficiencia
empresarial, el incremento de las posibilidades de elección de
los usuarios y la aparición de nuevas fuentes de empleo, la
implantación de Internet y las nuevas tecnologías, producen
también algunas incertidumbres jurídicas, que dicha Ley
pretende aclarar. Y con este propósito establece un marco
jurídico que trata de generar la necesaria confianza.
La Ley regula, de una parte, el régimen jurídico de los llamados
servicios de la sociedad de la información, dedicando
determinadas normas a los prestadores de tales servicios,
incluyendo a los que actúan como intermediarios en la
transmisión de contenidos por las redes de comunicación; y, de
otra, establece normas relativas a determinadas peculiaridades
de la contratación electrónica.

El Anexo a) de la Ley caracteriza a los servicios de la sociedad


de la información por las siguientes notas: 1º) se presta
normalmente a título oneroso, 2º) a distancia, 3º) por vía
electrónica y 4º) a petición individual del destinatario.

No obstante, el concepto de servicio de la sociedad de la


información comprende también los servicios no remunerados
por sus destinatarios, en la medida en que constituyan una
actividad económica para el prestador del servicio.

Son servicios de la sociedad de la información, entre otros y


siempre que representen una actividad económica, los
56 Protección de los derechos fundamentales

siguientes: 1º) la contratación de bienes o servicios por vía


electrónica; 2º) la organización y gestión de subastas por
medios electrónicos o de mercados y centros comerciales
virtuales; 3º) la gestión de compras en la red por grupos de
personas; 4º) el envío de comunicaciones comerciales; y el
suministro de información por vía telemática.

La propia norma excluye del concepto de servicios de la


sociedad de la información los que no reúnan las mencionadas
características y, en particular: 1º) servicios prestados por
medio de telefonía vocal, fax o télex; 2º) intercambios de
información por medio de correo electrónico u otros medios de
comunicación electrónica equivalente para fines ajenos a la
actividad económica de quienes lo utilizan; 3º) Los servicios de
radiodifusión televisiva; 4º) Los servicios de radiodifusión
sonora; y 5º) el teletexto televisivo y otros servicios
equivalentes como las guías electrónicas de programas
oficiales a través de plataformas televisivas.

En los servicios de la sociedad de la información rige el


principio de libre prestación. De conformidad con el art. 6 LSSI,
"la prestación de los servicios de la sociedad de la información
no estará sujeta a autorización previa. Esta norma no afecta a
los regímenes de autorización previstos en el ordenamiento
jurídico que no tengan por objeto específico y exclusivo la
prestación por vía electrónica de los correspondientes
servicios".

Por consiguiente, no se exige una autorización específica por


el hecho de que una actividad determinada se realice en línea
y constituya un servicio de la sociedad de la información.
Ahora bien, este principio de libre prestación de servicios de la
sociedad de información tiene determinadas restricciones
previstas en la Directiva 2000/31 y en el artículo 8 LSSI, en
redacción dada por la Ley 2/2011, de 4 de marzo de Economía
Sostenible.

El mencionado precepto prevé ciertas restricciones a la


prestación de servicios y procedimientos de cooperación
intracomunitarios en el caso de se atente o pueda atentar
contra los siguientes principios:

a) La salvaguarda del orden público, la investigación


penal, la seguridad pública y la defensa nacional.
b) La protección de la salud pública o de las personas
físicas o jurídicas que tengan la condición de
57 Protección de los derechos fundamentales

consumidores o usuarios, incluso cuando actúen como


inversores.
c) El respeto a la dignidad de la persona y al principio de
no discriminación por motivos de raza, sexo, religión,
opinión, nacionalidad, discapacidad o cualquier otra
circunstancia personal o social, y
d) La protección de la juventud y de la infancia.
e) La salvaguarda de los derechos de propiedad
intelectual.

En tales supuestos los órganos administrativos que tengan


encomendada la protección administrativa de los principios
indicados, podrán, precisamente en ejercicio de sus funciones
acordar: 1º) la interrupción de la prestación del servicio o la
retirada de los datos que los vulneran (art.8. 1 LSSI); y 2º) el
requerimiento a los prestadores del servicio de los datos que
permita la identificación del responsable del servicio de la
sociedad de la información que esté realizando la conducta
presuntamente vulneradora de los referidos principios (art.
8.2.LSSI).

Para la adopción y cumplimiento de las referidas medidas de


restricción se establecen los siguientes requisitos generales:

a) Respecto, en todo caso, de las garantías, normas y


procedimientos previstos en el ordenamiento jurídico
para proteger los derechos a la intimidad personal y
familiar, a la protección de los datos personales, a la
libertad de expresión o a la libertad de información,
cuando estos pudieran resultar afectados.
b) Salvaguardia de las competencias de la autoridad
judicial, de manera que en todos los casos en los que
la Constitución y las leyes reguladoras de los
respectivos derechos y libertades así lo prevean de
forma excluyente, sólo la autoridad judicial
competente podrá adoptar las medidas previstas en
este artículo, en tanto garante del derecho a la
libertad de expresión, del derecho de producción y
creación literaria, artística, científica y técnica, la
libertad de cátedra y el derecho de información. En
particular, la autorización del secuestro de páginas
de Internet o de su restricción cuando ésta afecte a
los derechos y libertades de expresión e información
y demás amparados en los términos establecidos en
el artículo 20 de la Constitución solo podrá ser
58 Protección de los derechos fundamentales

decidida por los órganos jurisdiccionales


competentes (art. 20.5 CE).
c) Las medidas a que hace referencia el art. 8 LSSI
serán objetivas, proporcionadas y no
discriminatorias, y se adoptarán de forma cautelar o
en ejecución de las resoluciones que se dicten,
conforme a los procedimientos administrativos
legalmente establecidos o a los previstos en la
legislación procesal que corresponda.

Por consiguiente, aquellos órganos administrativos que


tengan encomendada la protección administrativa de los
principios indicados, podrán, precisamente en el
ejercicio de sus funciones: 1º) acordar la interrupción de
la prestación del servicio o la retirada de los datos que
los vulneran (art.8. 1 LSSI); y 2º) requerir a los
prestadores del servicio de los datos que permita la
identificación del responsable del servicio de la sociedad
de la información que esté realizando la conducta
presuntamente vulneradora de los referidos principios
(art. 8.2.LSSI).

5.2 Autorización judicial para el requerimiento de


información a los prestadores del servicio previsto en el
artículo 8.2 de la Ley 34/2002, de 11 de julio.

El apartado 2 del artículo 8 de la LSSI dispone que los órganos


competentes, con el objeto de identificar al responsable del
servicio de la sociedad de la información que está realizando la
conducta presuntamente vulneradora de los principios que
enuncia el propio precepto en su apartado 1, podrán requerir a
los prestadores de servicios de la sociedad de la información la
cesión de los datos que permitan tal identificación a fin de que
pueda comparecer en el procedimiento. Tal requerimiento
exigirá la previa autorización judicial de acuerdo con lo previsto
en el apartado primero del artículo 122 bis de la Ley reguladora
de la Jurisdicción contencioso-administrativa. Una vez obtenida
la autorización, los prestadores estarán obligados a facilitar los
datos necesarios para llevar a cabo la identificación.

Para la determinación del órgano administrativo competente,


debe tenerse en cuenta que la Disposición final 43 de la Ley
2/2011, de 4 de marzo, de Economía Sostenible, introduce una
disposición adicional quinta en el Texto Refundido de la Ley de
Propiedad Intelectual, aprobado por el Real Decreto legislativo
59 Protección de los derechos fundamentales

1/1996, de 12 de abril, por virtud de la cual «El Ministerio de


Cultura, en el ámbito de sus competencias, velará por la
salvaguarda de los derechos de propiedad intelectual frente a
su vulneración por los responsables de servicios de la sociedad
de información en los términos previstos en los artículos 8 y
concordantes de la Ley 34/2002, de 11 de julio, de Servicios de
la Sociedad de la Información y de Comercio Electrónico.»

Dicha Ley también modifica el artículo 158 del mencionado


Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual, aprobado
por el Real Decreto legislativo 1/1996, de 12 de abril, por el
que se: "1. Se crea en el Ministerio de Cultura la Comisión de
Propiedad Intelectual, como órgano colegiado de ámbito
nacional, para el ejercicio de las funciones de mediación y
arbitraje, y de salvaguarda de los derechos de propiedad
intelectual que le atribuye la presente Ley. 2. La Comisión
actuará por medio de dos Secciones.

La Sección Primera ejerce las funciones de mediación y


arbitraje que le atribuye la propia Ley. Y la Sección Segunda
vela, en el ámbito de las competencias del Ministerio de
Cultura, por la salvaguarda de los derechos de propiedad
intelectual frente a su vulneración por los responsables de
servicios de la sociedad de información en los términos
previstos en los artículos 8 y concordantes de la Ley 34/2002,
de 11 de julio, de Servicios de la Sociedad de la Información y
de Comercio Electrónico.

Corresponde a la mencionada Sección Segunda, que actuará


conforme a los principios de objetividad y proporcionalidad, el
ejercicio de las funciones previstas en los artículos 8 y
concordantes de la Ley 34/2002, para la salvaguarda de los
derechos de propiedad intelectual frente a su vulneración por
los responsables de servicios de la sociedad de información.

En el ámbito jurisdiccional, conforme al artículo 9 LJCA, en


redacción dada por la disposición Final 43.7 de la Ley de
Economía Sostenible, corresponde a los Juzgados Centrales
de lo Contencioso-Administrativo, para otorgar la autorización a
que se refiere el artículo 8.2 de la Ley 34/2002.

En cuanto al procedimiento, sus trámites son los siguientes:

1º) Iniciación, mediante solicitud del órgano competente, en


la que se expondrán las razones que justifiquen la petición
acompañada de los documentos procedentes a tal efecto;
60 Protección de los derechos fundamentales

es decir, aquellos que sirvan para acreditar los motivos del


requerimiento.

2º) Audiencia del Ministerio Fiscal, que ha de ser inmediata


por el plazo de horas que se establece para dictar
resolución.

3º) Resolución del Juez, que debe adoptar la forma de auto,


en el brevísimo plazo de 24 horas siguientes a la petición. El
plazo debe entenderse desde la presentación de dicha
petición en el Juzgado competente.

4º) La autorización debe otorgarse siempre que no resulte


afectado el artículo 18, apartados 1 y 3 de la CE. Por
consiguiente, parece que las únicas referencias o
parámetros que tiene el Juez para otorgar o denegar la
autorización que se le solicita son las exigencias derivadas
de los derechos fundamentales a honor, la intimidad
personal y familiar y a la propia imagen y el secreto de las
comunicaciones.

El auto recaído, denegando o concediendo la autorización


solicitada es susceptible de apelación, en un solo efecto, ante
la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia
Nacional.

5.3 Autorización judicial para la ejecución de las medidas


para que se interrumpa la prestación de servicios de la
sociedad de la información o para la retirada de
contenidos que vulneren la propiedad intelectual.

La adopción y cumplimiento de las medidas restrictivas a que


se alude el apartado 1 del art.8 LSSI han de hacerse con el
adecuado respeto de las garantías, normas y procedimientos
previstos en el ordenamiento jurídico para la protección de los
derechos a la intimidad personal y familiar, a la protección de
los datos personales, a la libertad de expresión o a la libertad
de información, en cuanto pudieran ser afectados. Y, desde
luego, en todos los casos en los que la Constitución y las leyes
reguladoras de los respectivos derechos y libertades así lo
prevean de forma excluyente, sólo la autoridad judicial
competente podrá adoptar las medidas previstas en dicho
precepto, en tanto garante del derecho a la libertad de
expresión, del derecho de producción y expresión literaria,
61 Protección de los derechos fundamentales

artística, científica y técnica, la libertad de cátedra y el derecho


de información.

Dicho en otros términos, los órganos administrativos no pueden


actuar en perjuicio de las competencias que de modo exclusivo
corresponden a la autoridad judicial. A tales efectos, resulta
oportuno recordar que, conforme apartado 5 del art. 20 CE,
sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones,
grabaciones y otros medios de información en virtud de
resolución judicial (Cfr. art. 11 LSSI, que se refiere al deber de
colaboración de los prestadores de servicios de
intermediación).

En el ámbito de las del Ministerio de Cultura, corresponde a la


mencionada Sección Segunda de la Comisión de Propiedad
Intelectual la salvaguarda de los derechos de propiedad
intelectual frente a su vulneración por los responsables de
servicios de la sociedad de información en los términos
previstos en los artículos 8 y concordantes de la Ley 34/2002,
de 11 de julio, de Servicios de la Sociedad de la Información y
de Comercio Electrónico, que debe actuar conforme a los
principios de objetividad y proporcionalidad, en el ejercicio de
dichas funciones .
La Sección puede adoptar las medidas para que se interrumpa
la prestación de un servicio de la sociedad de la información
que vulnere derechos de propiedad intelectual o para retirar los
contenidos que vulneren el citado derecho siempre que el
prestador, directa o indirectamente, actúe con ánimo de lucro o
haya causado o sea susceptible de causar un daño
patrimonial.
Antes de proceder a la adopción de estas medidas, el
prestador de servicios de la sociedad de la información deberá
ser requerido a fin de que en un plazo no superior a las 48
horas pueda proceder a la retirada voluntaria de los contenidos
declarados infractores o, en su caso, realice las alegaciones y
proponga las pruebas que estime oportunas sobre la
autorización de uso o la aplicabilidad de un límite al derecho de
Propiedad Intelectual. Transcurrido el plazo anterior, en su
caso, se practicará prueba en dos días y se dará traslado a los
interesados para conclusiones en plazo máximo de cinco días.
La Comisión en el plazo máximo de tres días dictará
resolución. La retirada voluntaria de los contenidos pondrá fin
al procedimiento.

El procedimiento para el restablecimiento de la legalidad, que


se iniciará siempre a instancia del titular de los derechos de
62 Protección de los derechos fundamentales

propiedad intelectual que se consideran vulnerados o de la


persona que tuviera encomendado su ejercicio y en el que
serán de aplicación los derechos de defensa previstos en el
artículo 135 de la Ley 30/1992, estará basado en los principios
de celeridad, proporcionalidad y demás previstos en la Ley
30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo
Común. En la actualidad deben tenerse en cuenta los artículos
28, 29 y 30 de la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen
Jurídico del Sector Público. La falta de resolución en el plazo
reglamentariamente establecido tendrá efectos desestimatorios
de la solicitud. Las resoluciones dictadas por la Comisión en
este procedimiento ponen fin a la vía administrativa.

Previsión legal que se entiende sin perjuicio de las acciones


civiles, penales y contencioso-administrativas que, en su caso,
sean procedentes.

Ahora bien, la ejecución de las referidas medidas ante el


incumplimiento del requerimiento exige de la previa
autorización judicial, de acuerdo con el procedimiento regulado
en el apartado segundo del artículo 122 bis de la Ley
reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa (art.
122 bis.2 LJCA).
La competencia judicial para otorgar dicha autorización está
atribuida a los Juzgados Centrales de lo Contencioso-
Administrativo.

En el procedimiento se distinguen los siguientes trámites:

a) La solicitud de la autorización para la ejecución se


realiza una vez acordada por la Sección Segunda de la
Comisión de la Propiedad Intelectual la medida de
interrupción de la prestación de servicios de la sociedad
de la información o la retirada de contenidos que
vulneren la propiedad intelectual.

La solicitud se refiere exclusivamente a cuanto pueda


afectar a los derechos garantizados en el art. 20 CE
(libertad de expresión y de difusión de pensamientos,
ideas y opiniones; libertad para la producción y creación
literaria, artística, científica y técnica; libertad de cátedra;
y libertad a comunicar y recibir libremente información
veraz).
63 Protección de los derechos fundamentales

b) Convocatoria a una audiencia, en el plazo


improrrogables de dos días siguientes a la recepción
por el Juzgado de la notificación de la resolución de la
Comisión y previa puesta de manifiesto del expediente,
del representante legal de la Administración, Ministerio
Fiscal y titulares de los derechos y libertades afectados
o a la persona que éstos designen como representantes.

c) Celebración de una audiencia en la que, de forma


contradictoria, se oye a todos los personados.

d) Resolución en el improrrogable plazo de dos días


mediante auto. La decisión solo puede autorizar o
denegar la ejecución de la medida en función del
respecto y exigencia de los mencionados derechos
reconocidos en el art. 20 CE.

El auto es apelable en un solo efecto ante la Sala de lo


Contencioso-administrativo de la Audiencia Nacional.

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