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2. Die Aktion, n.• 3, 1911. Véase Giancarlo Buonfino, La politica culturale operaia.
Da Marx e Lassalle alla rivoluzione di Novembre: 1859-1919, Milán, 1975, pp. 170 y ss.
3. Ibídem, p. 175.
terreno, en sustancia, capaz de volver a dar un significado al mismo trabajo
intelectualJ
El viejo programa del grupo de Die Aktion ahora parece legitimado por
las vicisitudes históricas: entre ideología y acción política ya no deben haber
cesuras, en nombre de un populismo heredero de las opciones escatológicas del
�-="w-....u.¡¡¡_l�a preguerra.4
udwig Meidne en el opúsculo titulado An alle Künstler,5 concluye su
intervencro as palabras: «Se trata del socialismo, y esto significa justicia,
libertad y amor al prójimo, orden divino del mundo», y a ellas responde la
afirmación de Max Pechstein: «El arte al pueblo y el pueblo al arte mediante el
¡ trabajo». El trabajo como rescate ético, como nuevo valor «antiburgués», como
«riqueza» específica del proletariado: �as tradicionales esperanzas depositadas
en el papel revolucionario de los «productores conscientes» son recogidas ple
namente por el mesianismo posbélico alemán. Precisamente, Kurt Pinthus define
el socialismo, en 19 1 9: «¡Gran aurora de la humanidad, enterrador de un mundo
condenado! ¡Fuerza vivificadora de masas oscuras! ¡Despertar de la humanidad!
¡Guía al Paraíso terrenal!». La alusión a las «masas oscuras», de pura marca
expresionista, se compensa con la promesa de una nueva paz.6
Karl-Jakob Hirsch, escribiendo en 1928 en el fascículo especialmente pre
parado por Will Grohmann, Kunst der Zeit: Zéhn Jahre Novembergruppe, re
cuerda el clima surgido durante la guerra entre los artistas encargados de la ins
pección de las tropas aéreas; entre éstos está Georg Tappert, uno de los más
activos coordinadores del Novembergruppe:
Ninguna época ha sido tan enemiga del arte como l a nuestra y acertaría, por l o que se
refiere al tipo medio del hombre de hoy, quien afirmara que éste puede vivir sin arte [ .. . ].
El artista de hoy, si no quiere girar en el vacío, si no quiere ser un anticuado que camina
a ciegas, solamente puede elegir entre técnica y propaganda de la lucha de clases. En ambos
casos debe renunciar al arte puro. O colocándose como arquitecto, ingeniero o diseñador de
anuncios publicitarios, en el ejército --con todo organizado de una manera totalmente feu
dal- que desarrolla las fuerzas industriales y explota al mundo, o bien mostrando el rostro
de nuestro tiempo, representándolo y criticándolo, como propagandista y defensor de la idea
revolucionaria y de sus partidarios, y formando en el ejército de los oprimidos, que luchan
por su justa participación en los valores del mundo, por una organización sensata, social de
la vida» (George Grosz / Wieland Herzfelde, Die Kunst ist in Gefahr, Berlín, 1925, ahora
en Diether Schmidt, Manijeste, Manifeste: 1905-1933, Dresde, 1965). Obsérvese, con todo,
que la actitud de Grosz hacia la Unión Soviética y sus vanguardias es del todo ambigua y
cambia en el tiempo. Véase Irwin Beth Lewis, George Grosz. Arte e política nella Repubblica
di Weimar, Milán, 1977; versión original: George Grosz. Art and Politics in the Weimarer
Republic, Milwaukee y Londres, 1971.
5. Ludwig Meidner, An alle Künstler, Dichter, Musiker, en el fascículo An alle
Künstler, edición de la galería de arte W. Simon, Berlín, 1919, con ensayos de J. R. Becher,
L. Meidner, Bernhard Kellermann, Max Pechstein, Walter Hasenclever, Kurt Eisner, Konrad
Haenisch, Kurt Erich Meurer, Paul Zech y reproducciones de obras de César Klein, Hans
Richter, Lyonel Feininger, Georg Tappert, etc.
6. Kurt Pinthus, <<Rede an die Weltbürgen>, en Genius. Zeitschrift für alte und
werdende Kunts, Munich, 1919, p. 167.
154 Las aventuras de la vanguardia: del cabaret a la metrópoli
todo a un taller, en el que pintores disfrazados de soldados tenían que reproducir máquinas
voladoras. Pero debajo de las escribanías yacían los dibujos revolucionarios para la Aktion
del valeroso Pfemfert, hechos en hojas de papel imperial prusiano, con tinta imperial pru
siana. Aquí nacieron Die schone Raritiit y algún Roter Hahn. Se guiñaba el ojo con discre
ción a los operarios manifestantes, en señal de simpatía, en enero de 1918, y estaban ence
rrados allá, esperando la hora de la liberación, porque la luz resplandecía en el Este.'
) !
La luz que resplandecía en el Este era desde luego la de la paz social, del
«jacobinismo realiZado». Todo esto aparece evidente en el borrador del Mani
fiesto de los novembristas, en los manifiestos de la Hallische Künstlergruppe, de
la Vereinigung für neue Kunst und Literatur, de Magdeburgo; de los grupos Der
Wurf y Bielefeld; del Rih-Gruppe, de Karlsruhe, para no hablar del programa
1
más conocido del Arbeitsrat für Kuns�:
Arte y religión.
H'uebiE_u!el mll_l1�1 �'!�V_e!t�?S eE m_ás. santQ� p<;>r l!ledi<;> §Uyo._ Más libres en � fr�ter
nidad. M'ás grandes en el empuje hacia cimas. más elevadas. Por medio su�, liberador�
todos nosotros: el ARTE.8 Pueblo y arte han de formar un todo. El artista, _ con_su obra, .. ./
..
creará el espacio al Absolutopara la- regeneradóñ' dé su·ce¡:-�6;{ . ,9 . .
Libertad del sujeto, como correctivo frente al arte -�ocjalmente. conservador._J>@CJic.aqo
con la delezriable" ética de los intereses· comercialest Libertad y vida auténtica de lo singu
lar [ ... ] . Quieré sup erar el lugar éomún, lo cual significa libertad de éste. Tiende a reconocer
las formas de expresión del arte-contra, del arte, por así decirlo, de los que se presumen
niños y de los enfermos, según sus propias leyes, no como un racional producto de la con·
ciencia, sino como expresión sometida a sus leyes particulares.IO
Nos-encontramos en el fértil t�rreno de la. revoll!ción.
Nuestro lema es:
LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD.
Nuestra unión deriva de la igualdad de nuestras concepciones humanas y artísticas.
�E9ii'iiñi0s··.como·nuestro deber más alto dedicar nuestras mejores energías a 'la e.difica-
ción �!I:it_ual @j!!_j()_y¡:g y_liJ;¡t:Jl. Alemania. Luchamos por los valores en todos los campos
ysostenemos estos intentos con todos los medios a nuestra disposición. Pedimos por tanto
una adhesión incondicional y una toma de posición pública [ . ]. No somos ni un partido
..
ni una clase, sino hombres, hombres que trabajan incansablemente en el espacio que la
Naturaleza les ha asignado: un trabajo que, como cualquier otro destinado al bien de todo
el pueblo, debe ir en busca del interés general y tiene necesidad de estima y reconocimiento
por parte de las masas [ ... ]. �stJ:� lu�ha �e dirige contra todas las fuerzas disgregadoras,
nuestro amor a las constructivas. Nuestros sentimientos son juveniles, libres, puros. Nuestro .
añior1ncoñiiffiiüado.se w�léa en la joven y libre Alemania, en ella queremos combatir con
yalor y ··sm vacilaciones el atraso, con todas las fuerzas de que disponemos. Enviamos a
todos los artistas cubistas, futuristas y expresionistas, conscientes de su misión, ·nuestro
saludo fraternal, con el augurio de que se unan a nosotros.ll
no es lo singular lo que crea, despierta y en fin formula las fuerzas inauditas y las exigencias
de un nuevo contenido de vida: al contrario, el anhelo, el empuje, el pensamiento, las
exigencias que [ ] cada vez se hacen más densas, hacen surgir el único, el Superhombre,
...
aquel sueño hecho carne y sangre, que sabe ver en el caos del presente la creación cons
ciente y eventualmente la forma.!J
11. Manifiesto de los novembristas (borrador) en Grohmann, Kunst der Zeit, cit., p. 16.
12. Véase Barbara Miller-Lane, Architettura e politica in Germanía: 1918-1945, Roma,
1973; versión original: Architecture and Politics in Germany: 1918-1945, Cambridge (Mass.),
1968, y Kurt Junghanns, Bruno Taut, Milán, 1978; versión original: Bruno Taut, Berlín, 1970.
13. Die Aktion, n.o 2, 1911.
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una vez superado el gran estupor ante la técnica, porque se la ha integrado como una cosa
obvia, ya no hay diferencia de principio entre La Ilíada y Die kleine Stadt, de Heinrich
Mann. Por Jo menos, no la hay en principio. Esto acerca La Ilíada. Is
Y era lógico que fuera así para quien podía aceptar, como Lu Marten, que
el Supremo fuera el Cristo --o, como para Yvan Goll, un Chaplin cargado con
los dolores de la humanidad-: el sacrificio está llamado a garantizar una sín
tesis capaz de conectar culturas milenarias y esperanzas apocalípticas. El Cristo
Superhombre no es ciertamente el Zarathustra que, como «Último pecado», iiÍ
tenta enseñar a los «hombres superiores» a reírse de ellos mismos. Al contrario,
es el profeta de una regresión o, mejor, de una remoción. A través del conflicto, +
vivido como síntoma, se ampara una suprema voluntad de paz. El antiburocra
tismo se resuelve en la contemplación de anarquías del siglo xvm; también aquí
la descomposición muestra su aspecto constructivo; pero la revuelta cósmica
esperada por el único se refleja en el misticismo de los Doce de Blok.
La «ciudad de la paz» de los utopistas alemanes es, sustancialmente, expre
1
:_ 1
sión de la utopía de la ciudad de la paz social; en esto, los artistas radicales sé '1
14. Ludwig Rub�r, «Der Dichter greift in die Politik», en Die Aktion, n.• 21-23, 1912.
15. Ibídem. \
16. Sobre la polémica Le Corbusier-Teige a propósito del Mundaneum, véase George
Baird, «Architecture and Politics: A Polentical Dispute: A Critica! Introduction to Karel
Teige's Mundaneum, 1929 and Le Corbusier's In Dejense of Architecture, 1933», en Opposi
tions, n.• 4, 1974, pp. 80 y ss. Pero véase también Marcello Fagiolo, «Mundaneum 1929. La
nuova Babilonia secando Le Corbusien>, en Ottagono, n.• 4, 1978, pp. 22 a 29.
157 ';
tectura de los templos orientales es indicada por Behne como un modelo a recu
J[éiar;·como
expresión de una c;ompleta comunión del hombre con sus semejan
tes, y de la sociedad. con-la-Naturaleza. Comunión que por otra parte es consi
derada explícitamente como motivo cultural antieuropeo (antiintelectualista, por
tanto) y, en sentido lato, lleno de valencias protestatarias: el anticapitalismo
romántico del primer Behne, por lo demás, es común al de Gropius de en torno
a los años 1917-1922.
Las recientes investigaciones filológicas de Pehnt, de Klotz, de Franciscano,
han puesto suficientemente de manifiesto las características de este período de
la búsqueda de Gropius:17 período que precisamente Gropius ha cuidado de
disimular, queriendo construirse, a partir de 1923, un rostro totalmente mítico
para las experiencias alemanas de los primeros años del siglo xx.
Las investigaciones de archivo de Pehnt han puesto de manifiesto la iniciativa
r--
• combinada de B.i<.llne.,..Gr.opius-;r-Bruno._Taut, , que proyectan. con J.: Jt Neumann
•.
la mitología de la clase era por sí misma sencillamente la espuma del proyecto político de
la planificación democrática: e increíblemente, se convirtió en la sustancia de las tesis de la
oposición de izquierdas- Kautsky fue combatido por la extrema izquierda con instrumen·
tos que él mismo había forjado [ .. ], los conceptos de <<vanguardia>> y de «espontaneidad
.
obrera>> estaban adecuados a la elevación que Kautsky había elaborado con su «clase en SÍ>>,
inmanente a la historia y al universo social, y por tanto, perfecta y autónoma. Esta mistifica·
ción, una vez aceptada, comportaba que el único deber político podía ser el de liberarla de la
organización; ello habría liberado en toda su violencia pura el antiburocratismo de conjunto
contra el Estado, contra el capitalismo, pero también contra el Partido Obrero.ll
Así se explica que los grupos socialistas independientes (PUS) y los anar
quistas capitaneados por Wille y Landauer pudieron proponerse la sacralización
del Geist contra toda forma de organización. El ataque al Partido Obrero
se hacía así a la vez que el ataque al Estado planificador. Las colonias de artistas
_ olysche con sus cuadros y sus dibujos, está cerca de una especie de
e'xpreSíoni:smo abstracto y naif: está por tanto perfectamente en regla para con
vertirse en un modelo de «artista revolucionario a los ojos de las vanguardias
berlinesas, aunque sólo sea por el carácter desenvuelto, irónico y a la vez experi
mental de sus investigaciones. Inventa nuevos instrumentos musicales y anima
happenings de sabor dadaísta; téngase presente, además, que en 1914 había ela
borado un sistema dodecafónico que alguien ha considerado que podía haber
influido en Thomas Mann, al escribir su Doktor Faustus.
El experimentalismo exasperado de Golyscheff está totalmente de acuerdo
con las febriles investigaciones berlinesas de los años inmediatamente siguientes
a la guerra. En 1919 expone, con el Novembergruppe, en la cGrosse Berliner
23. Dada-Almanach, Berlín, 1920, ahora en Schmidt, Manifeste, Manifeste, cit., p. 192,
y en Almanacco-Dada, cit., p. 201.
24. «Dadá -escribe Buonfino (La politica cultura/e, cit., p. 197)- era [... ] versión
moderna de Schiller educador (los circos para la iluminación del proletariado), Dadá era
platónica operación de imitación plástica de la forma perfecta del dios; el Erlebnis, in-signi
ficante. Lo accidental no era "malvado" (como había dicho Vischer) más que ante la efec
tividad de la idea formal revolucionaria por excelencia, y esto lo había ya subrayado Lassalle
en su Sickingen».
_ _ ___ __ �- 6 ......,. u-..w.
........ uta. cuoaret a La metrópoli
p'lffiiaos mil familias, hospitales, _s�las de concierto �e. vidrio,. puentes a distintos
niveles: una de las habituales imágenes _utópicas en_ que se expresa la voluntad
de proyección en estado puro de los_-a¡::tistas de la «cadena de cristal�. Es más
importante subrayar otros motivÓs, más ori giruu
es, que parecen absorbidos por
Taut: la_«teg¡ja de la ar'l!-lÍtectura coloreada», com_o explosión de las opresivas
__
25. Raoul Hausmann, <<A Jef Golyscheff», en Phases, n.o 11, 1967, cit., en Eberhard
Steneberg, Russische Kunst in Berlin: 1919-1932, Berlín, 1969, p. 11.
26. Adolf Behne, «Werkstattbesuch bei Jefim Golyscheff», en Der Cicerone, 1919,
cit., ibídem.
27. La referencia al famoso manifiesto de Baila y Depero, Ricostruzione futurista
dell'universo, es intencional. No cabe duda de que entre las búsquedas del primer futurismo
URSS-Berlín, 1922 161
y las de la primera posguerra alemana las afinidades son notables. Las experiencias de Taut
en Magdeburgo y, antes, el utopismo exasperado de la Glaserne Kette y de los Unbekannte
Architekten tienen sus orígenes históricos en las búsquedas del futurismo de preguerra. Véa
se, por ejemplo, el manifiesto de Gino Severini, Le ana/ogie p/astiche del dinamismo. Mani
festo futurista, de setiembre-octubre de 1913, ahora en Archivi del futurismo, vol. I, Roma,
1958, pp. 76 a 80.
28. Nótese que el proyecto presentado por Golyscheff en la exposición de los Arqui
tectos Desconocidos se conservaba en Magdeburgo, en casa de Bruno Taut. Véase Steneberg,
Russische Kunst in Berlin, cit., p. 12. Sobre Golyscheff, véase también el catálogo de la
exposición dedicada a él por el Museo de Sao Paulo, 1965, y D. Gojowy, <<Golyscheff, der
unbequeme Vorlaufen>, en Me/os, Neue Zeitschrift für Musik, n.' 1, 1975, pp. 188 a 193.
29. Véase Bruno Taut, «Nieder der Seriosismus», en Früh/icht, suplemento n.' 1 de la
revista Stadtbaukunst alter und neuer Zeit, 1920, ahora en Ulrich Conrads, Manifesti e pro
grammi per /'architettura del XX seco/o, Florencia, 1970, p. 50; versión original: P�ogramme
und Manifeste zur Architektur des 20. Jahrhunderts, Frankfurt y Berlín, 1964 (versiÓn caste
llana: Programas y manifiestos de la arquitectura del siglo XX, Editorial Lumen, Barcelo
na, 1973).
162 Las aventuras de la vanguardia: del cabaret a la metr6poli
Pero, al margen de esta relación de tipo personal, es indudable que para Gropius
y para los nuevos maestros de la Bauhaus de Weimar, la mística de la cCatedral
del pueblo» se refleja en una lectura milenaria y escatológica de la Revolución
/ de Octubre. En este sentido, no ·hay contradicción entre la fuga a la ciudad de
Goethe -símbolo explícito de una nostalgia incurable por la totalidad, por la
plenitud de la experiencia, por la integridad de los valores- y la atención (por
lo demás, más que disimulada) por las nuevas investigaciones soviéticas.
Estamos todavía en el ámbito de un populismo extenuado : en el mismo
clima que lleva a Taut a citar, junto a las teorías anarquistas de Kropotkin sobre
la disolución de la ciudad y la formación de comunidades integradas de produc
ción y de consumo, los decretos leninistas de socialización de los terrenos; 33 en
el mismo clima de las declaraciones de fe en la fuerza creativa del pueblo, publi
cadas por Gropius en aquel documento significativo que es el Deutscher Revo
lutionsalmanach; 34 en la misma perspectiva de espera de una revolución ética,
testimoniada por las vanguardias berlinesas : ejemplo típico es el manifiesto Dadá
de Huelsenbeck, Hausmann y Golyscheff.
Es más, este último documento ofrece la ocasión para establecer una pre
cisa línea divisoria entre el populismo de la primera Bauhaus y la ética dadaísta
berlinesa: en sustancia, dos maneras distintas de reaccionar al shock del año 1917.
El manifiesto del Comité Central revolucionario dadaísta se articula, como
es sabido, en tres puntos fundamentales :
33. Bruno Taut, Die Auf/Osung der Stiidte, Hagen, 1920. Obsérvese que la ley leni
nista sobre los terrenos se publica también en la revista de W. C. Behrendt, Die Volkswohnug,
en 19 19.
34. Walter Gropius, «Baukunst im freien Volkstaab, en Deutscher Revolutions-alma
nach für das Jahr 1919, Hamburgo y Berlín, 1919.
35. Véase el folleto publicado en Der Zweemann, n.• 2, 1919, pp. 18 y 19 (ahora en
Almanacco Dada, cit., p. 130), y Richard Huelsenbeck, En avant Dada: Eine Geschichte des
Dadaismus, Hannover, Leipzig, Viena y Zurich, 1920. Las posiciones de l-luelsenbeck y
Hausmann ep relación con los compromisos políticos no tienen nada de lineales: <<Dadá
-escribe Huelsenbeck en Dada Almanach, 1920, p. 3 (ahora en Almanacco Dada, cit.,
p. 243)- es el rostro norteamericano del budismo, hace ruido porque se puede callar, se
mueve porque está en reposo. Por ello Dadá no es ni una política ni una tendencia artística,
no vota ni por la humanidad ni por la barbarie, contiene en su toga la guerra y la paz,
pero escoge el Cherry Brandy Flip.» Por su parte, Hausmann escribe en Der Dada n.• 1,
1919, p. 3 (en Almanacco Dada, cit., pp. 159 y 1 60): «Ya no se encuentra un puerco lite-
rato que no sea independiente, comunista. El comunismo como betún de los zapatos, a diez
pfenings el litro; y con ello se asegura el certificado de buena conducta. Es la masa lo que
obliga a esos bellacos, que en el pasado hacían la manicura y la pedicura a la ascesis. Cierto
/
que la masa es materialista, no es espiritual. Nosotros estamos contra el espíritu. Gracias en
nombre de los gusanos [ . . . ]. A la masa, el arte, el espíritu le importan un comino. Y a
nosotros también. Pero sin que por ello nos presentemos como una compañía comercial transi-
toria del comunismo. El clima de feria de ganado (la revolución alemana) no es el nuestro.»
Entre los numerosos testimonios políticos de los grupos artísticos europeos de
aquellos años, es difícil hallar un documento más paradigmático de una lectura
totalmente idealista de la revolución bolchevique y de los primeros decretos de
socialización emitidos por Lenin. Pero refleja también, aunque sea de una ma-
nera indirecta, la polémica antiburocrática seguida en Alemania por Rosa Luxem-
burg en un conjunto de motivos, de los que destacan : a) la perspectiva de una
//
epifanía universal causada por el abrazo cósmico entre intelectuales y pueblo;
b) el motivo -fundamental- de una liberación del trabajo, puesta en marcha
gracias a la aceleración de la innovación tecnológica, liberación que deberá afec-
tar al comportamiento, en una ética colectiva redescubierta; e) el tema, una vez
más, de la ciudad de la paz, entendida como instrumento lúdico de educación a
la nueva libertad alcanzada.
Este programa político -cuya actualidad es inútil subrayar, como hace
Coutts-Smith, ya que toda la experiencia de las vanguardias está sujeta a ciclos
y a retornos, en las extenuadas conciencias intelectuales de las generaciones si
guientes que pretenden «salvar el alma» 36-, este programa, decíamos, es com
pletado por Huelsenbeck, Hausmann y Golyscheff con otras exigencias más
paradójicas: el aprovisionamiento cotidiano a intelectuales y operarios, la obli
gación a sacerdotes y enseñantes de suscribir los «artículos de fe dadaísta» , la
adopción de un poema simultáneo como oración de Estado, la organización de
1 5 0 circos «para la iluminación del proletariado» , «la inmediata reglamentación
de las relaciones sexuales, en base a los principios del dadaísmo internacional
y a través de la institución de un centro sexual Dadá» .
La politización del Dadá berlinés diferencia netamente _este g1,11po del Dadá /
originario de Zurich o del de París. En el manifiesto del Comité Central Dadá,
en los desfiles de payasos por los barrios todavía acribillados por los proyectiles
de Noske, en las hojas redactadas por los hermanos Herzfelde, por Walter Mehr
ing, por Hannah Hoch, por George Grosz -A cada uno su fútbol, Bancarrota,
Adversario, etc.-, se puede ver una solución de continuidad entre el heterogéneo
grupo berlinés y la herencia lúcidamente autodestructiva de la cutopía negativa» ,
recogida de una manera tan trágica por Rugo Ball.
En las calles hechas de cuarteles grises, marcadas por los proyectiles de las batallas
de Espartaco y destrozadas por los obuses del régimen de Noske -recuerda Mehring-,37
nuestro grupo era acogido con aplausos y gritos de alegría, mientras se exhlbía en cabriolas
o marchaba al ritmo de canciones sentimentales, como !eh hatt'einen Kameraá.en o Die Ra
senbank am Elterngrab. Después de las danzas canibalescas del putsch de Kapp, bastante
más salvajes que las de las marionetas de Sophie Tauber, después de la danza macabra del
movimiento Stahlhelm y de sus adornos con esvástica, que parecían sacados de una Araldica
de Hans Arp, nuestra procesión Dadá (Jedermann sein eigner Fussball) era saludada con una
alegría tan espontánea como el on y dance de París, antes de la Bastilla. La frase, «A cada
uno su fútbol» se hizo popular en Berlín como expresión de contestación antiautoritaria y
desmitificadora.
Obsérvese también que el artículo de Huelsenbeck, «Der neue Mensch,., escrito para la
Neue Jugend, señala una ruptura provisional con el dadaísmo, exaltando la fuerza de la
propia alma (quizás irónicamente), entendida como fuerza sexual. Véase Dada, Monographie
einer Bewegung, ed. al cuidado de W. Verkauf 1 M. Janco 1 H. Bollinger, Teufen, s.f., p. 6 1 ,
y Forte, La poesia dadaista tedesca, cit., pp. 81 y 82.
36. Véase Kenneth Coutts-Smith, Dada, Londres, 1970.
37. Walter Mehring, Berlin, Dada, Zurich, 1959, pp. 68 y 69.
10:>
Puede parecer una paradoja, pero el hecho es que por medio de la amplia
mediación de los dadaístas berlineses menos politizados -y de aquel dadaísta
aislado que es Kurt Schwitters-, las investigaciones del constructivismo sovié
tico conquistan un ambiente, como el de Berlín, tan vinculado todavía a los fer
mentos tardíos del humanitarismo expresionista. La famosa fotografía tomada
-
- en 1 920, en la Feria berlinesa de Dadá, que muestra a George Grosz y a John
-
. Hearthfield con un cartel que alababa la torre de Tatlin -«Die Kunst ist tot 1
Es leb-e die neue Maschinenkunst 1 TA TLINS»-, nos ofrece un documento
significativo respecto a esta fase de transición. «El arte ha muerto» : se trata
de un slogan típico Dadá. Pero aquí está privado del aliento místico que había
permitido a Ball su suprema identificación del santo con el payaso.
/·- «La muerte del arte» es ahora saludada como consecuencia del adveni-
miento del Maschinenkunst.
No se trata todavía del «arte de la reproducciórr tecnológica» , sino de la
imagen de un «mundo nuevo» , en el que la «revuelta de los objetos» -el motivo
dominante de la angustia burguesa- ha sido dominada con el abrazo de los
«objetos liberados» con el hombre socialista: exactamente como en el final del
Misterio bufo de Maiakovsky. La «luz que viene del Este» es ahora un mensaje
eléctrico, como escribe Yvan Goll.38 La Rusia soviética, que en 1 920 pone en
marcha el plan Goelro para la electrificación y la regionalización económica, ya
no es portadora de una ideología reconciliadora del hombre con la naturaleza,
sino de una ideología que pacifica colectividad y tecnología. Lo cual puede ser
acogido sin reservas por parte de los dadaístas de Berlín. El programa político
de Huelsenbeck y Hausmann, ¿acaso no había visto en la utopía tecnológica la
38. En 192 1, Yvan Gol! escribe dos fundamentales artículos in morte del expresio
nismo, que ofrecen un testimonio elocuente de las transformaciones que entre 1921 y 1922
experimentan los movimientos alemanes hacia la revolución humanitaria y al pathos cósmico.
<<El expresionismo -escribe Gol!- lunapark de cartón piedra y de estuco, con todos sus
palacios encantados y sus serrallos humanos, se desmonta. El dueño de la feria pasa las
cuentas de la caja. El revolucionario se ahorca en la empalizada. Dentro de una hora, ya
no quedará más que un montón de maderas, de polvo y de cartón. El expresionismo es una
vieja barricada abandonada. El expresionista es un guerrero fracasado: demasiadas estrellas
se han producido para la paz.» Según Gol!, lo que le faltaba al expresionismo era la forma:
para lo cual no hay más que pasar revista a todos los ismos a que la vanguardia ha dado
/¡ vida: es exactamente lo que harán Lissitzky y Arp. Yvan Gol!, <<Das Wort an sich», en Die
neue Rundschau, vol. II, 1921, pp. 1082 a 1085; véase Paolo Chiarini, Caos e geometria,
Florencia, 1969,2 pp. 28 y 29. En un segundo artículo, Gol! ve los antiguos slogans («reivin
dicación, Manifiesto, Llamada, Acusación, Evocación, fxtasis, Lucha, El hombre grita, So
mos, El uno para el otro, Pathos») aplastados por la civilización de masas y por la máquina:
el pathos ·sentimental deja su sitio a la fuerza mecánico-cerebral. <<Nuevos pueblos se asoman
a la historia del mundo: la primera palabra que nos dirigen es eléctrica.>> Y. Gol!, <<Der
Expressionismus stirbt», en Zenit, n.' 8, 192 1 , pp. 8 y ss.; véase Chiarini, Caos e geometria,
cit., p. 29. Otro fenómeno, paralelo al agotamiento del expresionismo, es el giro dado al mo
vimiento Dadá en 1919 por Arp, Baumann, Eggeling, Giacometti, Janco y Richter, que
fundan el movimiento Dadá Radical, actuando en Zurich hasta 1922 bajo las siglas de <<Das
neue Leben>> (véase Maree! Janco, Schopferischer Dada, en el volumen Dada, Monographie
einer Bewegung, cit., pp. 45 y ss.). El programa del nuevo grupo reivindica la participación
«en la evolución ideológica del Estado>>, afirmando que el espíritu del arte abstracto implica
una enorme extensión del sentido humano de la libertad: el nuevo objetivo es un arte
fraternal y claro en su abstractismo, declaradamente interclasista. Hemos citado estos ejem
plos para documentar un aspecto ulterior del clima de las vanguardias europeas, sobre las
cuales será fundamental la operación de Lissitzky y Van Doesburg.
J
nueva ideología liberadora? Ante esta perspectiva, es el propio espíritu contes- �
tatario de Dadá el que entra en crisis. O mejor, la contestación parece ahor¡1
un deber contingente, en espera de poder dar vida a una organización proouc
tiva, en el campo del arte y del comportamiento colectivo, inspirada de alguna
manera en el ejemplo soviético.
En este clima, la llegada de Ivan Puní en 1920, junto con su mujer Ksana
Boguslavskaia, constituye para las vanguardias de Berlín una especie de preludio
a la explosión filosoviética que siguió a la llegada, al año siguiente, de Ehren
burg, de El Lissitzky, de Gabo, y a la exposición de arte soviético celebrada en
1922 en la galería «Van Diemen» , en Unter den Linden.
Mientras Ksana trabaja para el cabaret ruso «Karusell» y para el «Blaue
Vogel» de Juschny, Puní organiza en febrero de 1921 su famosa exposición en
la galería «Der Sturm» , en la que cuadros y hojas, claramente· inspirados en el
geometrismo de Malevitch y de El Lissitzky, están montados en un desorden
intencional, que recuerda todavía el antiestructuralismo futurista : enormes nú
meros y letras del alfabeto se superponen a las pinturas o las atraviesan, en un
intento de confirmar la objetualidad de sus investigaciones y de reconstruir todo
el espacio expositivo como «obj eto global» . (Un evidente preludio a la Prounen
raum de El Lissitzky, y una consecuencia de las investigaciones sobre las ten
siones entre objetos formales y espacio de Tatlin y Rodzenko.)
Tampoco faltan las sugestiones Dadá: con ocasión de la exposición, Puní
hace recorrer la Kürfurstendamm por hombres enmascarados, al estilo de Parade
de Picasso. De esta manera, el ambiente total creado en la galería se vuelca en
la calle : los «hombres-sandwich» de Puní, con sus vestidos inspirados en los
contrarrelieves de Tatlin, en el «letrismo» del propio Puní, en las payasadas
sagradas de Ball, en el hombre marioneta de los futuristas italianos, convierten
en acción lo que en las salas de Herwarth Walden permanece cristalizado. El
intento pedagógico no es distinto del de las veladas provocativas de las vanguar
dias negativas : pero cambia su manera de ofrecerse al público, y no solamente
por los objetivos propagandísticos del paradójico desfile. Éste, de alguna manera,
contesta lo que sucede en las salas de exposiciones: intenta hacer salir el «am
biente total» de su tumba.
Por lo demás, la obra de Puní dista mucho de ser lineal y coherente. Puni
había firmado el Manifiesto del Suprematismo, con ocasión de la exposición «0. 1 0 » ,
hablando de una liberación del objeto d e todo significado, de destrucción d e su
aspecto utilitario,39 y en la misma exposición había colaborado con Malevitch,
Boguslavskaia, Kliun y Menkov en un cuadro colectivo. W. E. Groeger, en el
catálogo de la exposición en «Die Sturm» , justifica las obras «naturalistas» de
Puní (ca. 19 19), considerándolas como un aspecto particular del «materialismo
artístico» ; pero el propio Puní, escribiendo en 1919 en Iskusstvo Kommuny,
había afirmado :
para que el proletariado pueda poseer verdaderamente objetos bellos y útiles, para que la
belleza no sea solamente prerrogativa de máquinas y arados, es necesario extender todavía
más el principio utilitario a las distintas ramas de la producción [ . . . ]. Y en cuanto al ar-
39. Véase Hermann Berrninger f Jean-Albert Carter, Pougny, tomo I : Les Années
d'Avant-garde. Russie-Berlin: 1919-1932, Tubinga, pp. 50 y ss. y 153 a 158.
167
tista . . . ¿Qué es Jo que le queda? -Pues bien, nada más que un boceto para una marca de
fábrica-; este pequeño dominio del arte <<aplicado>> , que le es propio, seguirá siendo suyo.40
Entre arte como «Creación de la vida» y arte puro, para Puni la divergencia
no puede salvarse : la polémica se dirige contra el productivismo ortodoxo y
representa una lectura «de derechas» del mismo enfrentamiento entre forma y
producción que será denunciado por Tarabukin.41
Con todo, esta polémica no es captada por la cultura berlinesa.
El taller de Puni -como recuerda también Hans Richter- 42 se convierte
en uno de los centros más importantes de encuentros artísticos : Eggeling, Rich
ter, Ehrenburg, Shklovsky, Hausmann, Nell Walden, se reúnen periódicamente
en él y allí escriben.
Pero también la llegada de Puni da · lugar a un encuentro ocasional entre
experiencias alemanas y soviéticas : bastaría consid�rar el mejor cuadro pintado
por él en Berlín, El músico ( 1 92 1 ), para comprobar la excentricidad de sus bús
quedas en relación con el filón constructivista, que en 1 922 cataliza la inteli
gencia berlinesa; e igualmente excéntricas son otras presencias soviéticas en Ber
lín, como la de Archipenko y Chaikov, y del grupo de judíos soviéticos que en
1 922 publican el libro Rimon/milgrom (artistas judíos en el arte soviético con
temporáneo).
La excepcional concentración de intelectuales soviéticos en Berlín es, con
todo, un fenómeno altamente significativo.
�os solamente en el club soviético «Haus der Künste» , reunido en el
� Allí se encuentran, de 1 922 a 1 923, escritores, artistas, intelectuales,
poetas, como Andrei Bely, llya Ehrenburg, Maiakovsky, Boris Pasternak, Igor
Severianin, Shlovsky, Elsa Triolet, Nicolai Berdiaev, Serguei Bulgakov, Nathan
Altman, Archipenko, Ivan y Ksana Puni, Gabo, El Lissitzky, David Sterenberg,
/ Nicolai Zarecky, Osip Brik, Reman Jakobson. No puede dejarse de observar que
el café Leon reunía la élite de los revolucionarios desilusionados de la primera
hora, agnósticos e intelectuales ligados orgánicamente al poder bolchevique.
La concentración de e tuales soviéticos en Berlín llega a su punto cul
minante precisamente en 1 92 .s,egnodo año de la Nep, para disminuir de
( golpe el año siguiente, 923, año del fracasado intento de insurrección comu
nista e inicio de la «estabilización alemana>> .
44. Véase Ossip K. Flecktheim, Il partito comunista tedesco (KPD) nel periodo del/a
Reppublica di Weimar, Milán, 1970, p. 198; versión original: Die Kpd in der Weimarer
Republik, Offenbach, 1948, nueva edición, Frankfurt am Main, 1969.
45. <<La historia -escribe Lenin en el fascículo Sobre el impuesto en naturaleza (1921),
citando un artículo precedente suyo en 1918- tomó un camino tan particular que en 1918
parió a dos gemelos del socialismo, uno separado del otro, los cuales, como dos polluelos
futuros de una economía mundial socialista, estaban en el mismo huevo del imperialismo
internacional. Alemania y la Unión Soviética en el año 1 9 1 8 han realizado de manera
muy diferente las premisas materiales de los postulados económicos del socialismo, de la
economía en general y de la producción en particular, por una parte, y de las condiciones
del capitalismo de Estado de los alemanes, a hacer todos los esfuerzos· para implantarlo en
políticas del socialismo, por la otra [ . . . ]. Si el nacimiento de la revolución en Alemania
--continúa Lerún- se hace esperar todavía, a nosotros nos corresponde el deber de aprender
nuestro Estado soviético, de no desperdiciar ninguna decisión dictatorial para acelerar la
adopción de este producto de la civilización occidental por parte de la bárbara Rusia, de no
desechar ningún medio bárbaro en la lucha contra la barbarie».
u t<.e>e>-l5emn, 1 922 169
46. La exposición de 1922 en la galería «Van Diemen» fue organizada por el comi •
sario oficial David Sterenberg, con la colaboración de Marianov (Cheka), Nathan Altman,
Gabo y el doctor Lutz, director de la galería. Lissitzky, como ha precisado recientemente •
Gabo, fue ajeno a la organización de la exposición: según el testimonio de Gabo, incluso
la cubierta del catálogo, que solía atribuirse a Lissitzky, era de Altman. Véase Naum Gabo, •
«The 1922 Soviet Exhlbition» , en Studio Intemational, vol. CLXXXII, n.• 938, 1971, p. 171.
Sterenberg escribió el texto oficial del catálogo, Arthur Holitscher el texto alemán; el catá
logo, redactado de una manera muy precipitada (al igual que toda la exposición), contiene
muchos errores: la <<construcción en relieve>> de Savjalov se atribuye a Tatlin, y a Mansurov
se le llama Makurov, por ejemplo. Véase Steneberg, Russische Kunst in Berlin, cit., pp. 1 9
y 20. L a versión inglesa d e los textos d e Sterenberg y d e Holitscher y el d e l a Introducción
al catálogo; <<Erste russische Kunstausstellung» (Berlín, 1922), está en el volumen The Tra
dition of Constructivism, ed. al cuidado de Stephen Bann, Londres, 1974, pp. 70 a 76. Sobre
la exposición de 1922, véase también Andrei B. Nakov, «A Dialogue of the Deab, en
Studio Intemational, vol. CLXXXIV, n.• 960, 1 973, pp. 175 y 1 76. Entre las críticas negativas a
la exposición de 1922, se ha de señalar la del artículo de Paul Westheim, <<Die Austellung
der Russen», en Das Kunstblatt, 1922, pp. 493 y ss.
JAS avemuras ae La vanguarata: aet cabaret a la metrópoli
47. Vladimir Maiakovsky, «Una gota de hiel», publicado en el almanaque Vzjal [Ha
aferrado], diciembre de 1915; ahora en V. Maiakovsky, Poesia e revoluzione, Roma, 1968,
PP· 74 a 77 (versión castellana: Poesía y revolución, Ediciones Peninsula f Edicions 62, S. A,.
Barcelona, 1970).
48. Véase Penht, Gropius the Romantic, cit.
t iRSS-Berlín, 1922 171
una coherencia intelectual al camino que va hasta el Blanco sobre blanco de Male
vitch o al Valor de la superficie de Rodzenko.
Al mismo tiempo, Waldemar George, en Ere Nouvelle, escribe cuatro artícu
los exaltando la actividad teatral de Tairov, de los directores de escena construc
tivistas y en general de las tendencias «de izquierda» , auspiciando el traslado de
la exposición -que más tarde el Gobierno francés ostaculizaría- a París. En la
liberal Vossische Zeitung, el crítico Osborn, en cambio, señala a Kontchalovsky
y a Falk como los protagonistas, junto con Chagall y Filonov, de un «giro a la
izquierda» del arte soviético, citando como exponentes de mayor relieve de ello
a Archipenko, Kandinsky, Sterenberg y Altman, aunque mostrándose extrema
damente perplejo ante los trabajos de Unovis y de Tatlin. Entre los críticos más
radicales se ha de recordar a Fritz Stahl, de cuyo artículo en Berliner Tageblatt
nos ocuparemos seguidamente, y Andrei Bely -teórico y poeta simbolista, se
guidor desde 1912 de Rudolf Steiner y profesor de Literatura en el Proletkult
hasta 1921-, quien llama a Lissitzky y Ehrenburg «larvas del Anticristo» .49
A estos juicios se han de añadir las apreciaciones de un representante del
constructivismo húngaro, como Kállai, sobre la obra de Lissitzky : lo que le da
Pero es precisamente esta «ficción» la que sacude al mundo artístico alemán.
dias soviéticas según Kállai, han hecho precipitar en el seno de las tendencias
europeas paralelas.
«Nosotros -escribe Kállai en 1921 50- habíamos perdido la unidad con
la naturaleza y la religión de lo sobrenatural.» Parece como si en estas palabras
se oyera un eco todavía del angustiante interrogante sobre el destino del inte
lectual en el seno de una sociedad cuyas fuerzas disgregadoras comprometen su
}
mandato «originario» , enunciado por Franc Marc en el almanaque del «Blaue
Reiter» de 1912.51
Pero Kállai sigue a continuación:
Nuestras vías siguen las leyes de energía dominadas con la ciencia y con la técnica
organizadas con la razón. Esto puede ser tomado trágicamente o con satisfacción: para un /
arte que no quiere seguir siendo una ficción, sino que al contrario, quiera aceptar la con
frontación con los datos reales de la civilización, de esta situación surge la necesidad de
49. Se han de señalar también las luchas internas en la «colonia» so�iética de Berlín;
Ehrenburg habla del café Leon como de <<Un Jugar parecido al Arca de Noé, en donde se
encontraban pacíficamente puros e impuros [ ... ]. En una conferencia del pintor Puní --<:on
tinúa- se desencadenó la tempestad: polemizaron furiosamente entre sí Archipenko, Altman,
Shklovsky, Maiakovsky, Sterenberg, Gabo, Lissitzky y el que suscribe» (Ehrenburg, Uomini,
cit., pp. 20 y 21).
50. Ernst Kállai, «Lisickij», en Das Kunstblatt, vol. VI, n.• 1 , 192 1 .
5 1 . Véase Franz Marc, I «fauves» tedeschi, Bari, 1967, pp. 24 a 28; versión original:
«Die Wilden Deutschlands», en Der Blaue Reiter, Munich, 1912, pp. 5 a 7.
--- -- - - - - - -- - --- --- ... - - · ·o--· -·-· _.... .. .... ......... ..,... .... . ..... ..... , , ...... . , ...,y...,• •
�
ca y del público alemán reconocimientos lisonjeros . . .
58. Ibídem.
59. Maiakovsky Ilega a identificar las tendencias conservadoras con la derecha política
Y contrarrevolucionaria: «Los conservadores -escribe (ibídem)- [ . . . ] a su Ilegada al ex
tranjero, se dejan seducir con frecuencia por el plato de lentejas de los millonarios norteame
ricanos, e intentan hacérseles agradables, con insinuaciones a costa del nuevo régimen. f.ste
ha sido, por ejemplo, el salto de perdiz que ha hecho el conocido pintor Maljavin; tratado
con guante blanco en la Unión Soviética, enviado al extranjero con nuestro asentimiento
y
ayuda, no se le ha ocurrido nada mejor que conceder una entrevista al periodiquillo blanco
Rul, una entrevista llena de recriminaciones hacia la Unión Soviética en donde
- ¡ Oíd, oíd !
l e "habían impedido trabajar"». E s evidente que el incidente provocado por Maljavin -que
robará sus propios cuadros para entregarlos al especulador Kogan con destino a Estados
Unidos-- Y la carta enviada al propio Rul por Sinezubov (otro pintor de «derecha»), sirven
a Maiakovsky para intentar forzar la cada vez más cautelosa línea oficial del
Comisariado
del Pueblo para la Instrucción hacia las tendencias de vanguardia. «Los norteamericanos
�ontinúa Maiakovsky- adquieren las esculturas, los cuadros y las muestras de artes
aplicadas de estos artistas (de derechas). Los periódicos afirman que serán eiios precisamente
los que harán surgir el arte pictórico de la nueva Rusia».
URSS-Berlín, 1922 175
mente aclarado. Para el comisario del Pueblo -políticamente movido por las
críticas de Lenin-, las tendencias cde izquierda» ya muestran valencias total
mente asimilables, como tendencias, por el universo capitalista en evolución: es
lo que observará tres años más tarde Tugenchold, al hacer la recensión de la
exposición de 1 925 en París.60 Para Lunacharsky, el único camino a seguir es
el de un entronque con los grandes temas del humanismo burgués; es la solución
que ofrecerán Lukács a la ideología del carte socialista» y el grupo Vopra en
arquitectura.
Para Maiakovsky, al igual que para Rodzenko, para Arvatov o para Brik,
existe un solo consumidor cque no sabe qué hacer con los cuadros, ni con las
decoraciones, y que no tiene miedo ni al hierro ni al acero» y «este consumidor
es el proletari0>� .61 Tesis que por sí no necesita comentarios, pero cuyo atrac
tivo asume un valor particular debido al significado distinto asumido ante la
exposición de Berlín por un miembro responsable del partido y por los intelec
tuales de vanguardia.
La realidad es que Maiakovsky, como en las artes figurativas sucede con
El Lissitzky, se considera cenviado oficial del verso» en Occidente. En nombre
del «mandato social» que se autoatribuyen ambos, creen poder entrar en dia
léctica directa con el partido : en este sentido, no se ha de excluir que su propa- J
ganda ideológica en Occidente tuviera como segundo objetivo el reforzamiento,
dentro de la Rusia soviética, de la posición de las vanguardias intelectuales, en
función del prestigio adquirido con el aplauso de la inteligencia europea.
Por ello resulta esencial seguir con atención la política cultural desarrollada
ene a por el principal agitador de los temas ideológicos constructivistas,
El issitzky
Es y significativo que éste, comentando en diversas ocasiones el . clima
artístico de Berlín, sienta la necesidad de atacar tanto al grupo «Sturm» como
al politizado reagrupamiento dadaísta.
En el primer número de Vese insiste en una perspectiva internacional, iden
tificada con la objetualidad del constructivismo.
De ahora en adelante, �. aunque conservando todas las propiedades y los sínto
mas Thcales, es
� internacional . Los fundamentos de una nueva maestría crean lazos seguros en
tre la Unión Soviética, que ha vivido la revolución más inmensa, y Occidente, con su lamen
table humor tétrico después de la guerra: aquf se reducen todas las diferencias de tipo psi
cológico, económico, nacional. El objeto es la conjunción entre dos trincheras colindantes.62
La táctica negativa de los dadaístas, que se parecen como dos gotas de agua a los fu
turistas del período de la preguerra, la consideramos como un anacronismo. Y a es hora de
construir en el terreno que ya está despejado. Lo que está muerto, morirá incluso sin nuestra
cooperación; pero para un territorio inculto se necesita, no un programa, sino trabajo.63
60. Véase J. Tuhenchol'd, «Stile 1925», en Rassegna sovietica, n.o 3, 1967, pp. 107
a 109; versión original: «Stil' 1925», en Pechat i revoljucija, 1925.
61. Osip Brik, « ¡A la producción! », en Le/, n.0 1, 1923.
62. El Lissitzky, <<El bloqueo de Rusia toca a su fim•, en Vese, n.• 1-2, 1922.
63. Ibídem.
cadas, la primera por su «caramelosidad:o> , la segunda por su «falta de claridad
y de rigor» , por su extrañamiento del objeto. Lissitzky se preocupa sobre todo
de liquidar los últimos fermentos tardorrománticos, subrayando la evasividad de
las investigaciones de los artistas soviéticos, voluntariamente alejados del debate
político de las vanguardias.
El arte de hoy se cree que puede hallarse en el «Sturrn» --escribe-.64 Pero este
gigante oceánico se ha convertido en una miserable barquita. Hace poco han expuesto allí los
húngaros. Generados por la Revolución soviética, con nosotros se han convertido en fecun·
dos en su arte. Moholy-Nagy ha superado el expresionismo alemán y va hacia la organiza.
ción. Del fondo del no objetivismo alemán, con caracteres de medusa, emerge la clara geo·
j
metría de Moholy y de Peri [ . . .] .
L a cultura pictórica d e la nueva tela no viene ya del museo, viene d e l a galería d e la
calle de hoy: el grito y la densidad cromática del cartel litográfico, las tablas negras con
letras blancas pegadas. Las luces de las lámparas eléctricas coloradas con pintura violeta.
64. El Lissitzky, «Exposiciones en Berlín>>, en Vese, n.• 3, 1923. Compárese este artículo
con el otro publicado en la misma revista, n.' 1-2, 1922, con el seudónimo de Ulen, Die
Ausstellungen in Russ/and, pp. 18 y 19, en el que subraya el significado de la exposición
del grupo Obmoku en Moscú (1921), además del de Unovis. Puede ser interesante recordar
el juicio de Ehrenburg, todavía más negativo que el de Lissitzky, sobre el expresionismo
berlinés de los años veinte: <<visité algunas exposiciones de "Sturm": delante mío no habían
telas, aquello no era pintura, sino el histerismo de gentes que en lugar de las pistolas o de
las bombas tenían entre las manos pinceles y tubos de colores>> (Ehrenburg, Uomini, cit.,
p. 1 1 ). Por lo demás, los círculos expresionistas más politizados declaran, después de 192 1 ,
tener toda l a confianza en l a Nep; e l propio Ehrenburg (p. 1 5 ) cita a este propósito los
poetas del grupo Die Aktion y a los colaboradores de Rote Fahne.
65. Sobre el tema, en realidad bastante ocioso, de la invención del fotomontaje, véan
se, entre otros, Hausmann, Courrier Dada, cit.; Richter, Dada, cit.; Scharf, John Heartfield,
cit.; Steneberg, Russische Kunst in Berlin, cit. (el cap. «Film Foto Montage>>); Dawn Ades,
Photomontage: Photography as Propaganda, Nueva York, 1976, libro extremadamente infor
mado, con amplia bibliografía (versión castellana: Fotomontaje, Antoni Bosch Casa Editorial,
Barcelona, 1977). Interesante como documento histórico es el artículo de Louis Aragon, «John
Heartfield et la beauté révolutionnaire>>, en Commune, n.• 2 1 , 1935, pp. 985 a 99 1 , en el que
hace una neta distinción entre los collage cubista y dadaísta; Aragon presenta el surrealismo
como intento de síntesis de la negación Dadá y el humanismo. El collage de Heartfield,
además, se compara a Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud.
! 17
redacta los Kunstismen, o con Van Doesburg- por esta elección precisa que hac e
el artista soviético en el panorama complejo de las vanguardias europeas.
En el número 2 de Merz (1 923), Schwitters, junto con Arp, Van Doesburg,
Christoph Spengemann y Tzara, firma el manifiesto Proletkunst, dirigido explí
citamente contra el arte «político» : un ataque que había venido precedido en
1921 por su artículo «Merz en Der A rarat» .66
El arte es una función espiritual del hombre, y tiene como objetivo liberarlo del caos
de la vida (de la tragedia). El arte es libre en el uso de sus propios medios, pero está sujeto
a sus propias leyes internas [ . . . ] . Aunque parezca trivial, no existe ninguna diferencia real
entre cuadros que representan al ejército imperial guiado por Napoleón y el ejército rojo
guiado por Trotsky [ .. .] . El arte que queremos no es proletario ni burgués, porque quiere
influir la cultura· en su misma estructura, sin dejarse influir a su vez por las condiciones
sociales.67
interesa a Lissitzky, sino el autor de Merz, que había estado desde el principio
alejado del grupo dadaísta berlinés, por obra de Huelsenbeck.70 Y por lo demás,
también Moholy-Nagy --que no merece las simpatías de Lissitzky por razones
«técnicas»- había escrito para la revista MA, en 1 922, un artículo con el título
de «Konstructivismus und das Proletariat» , en el que se apuntaban tesis alta
mente ambiguas sobre el internacionalismo del constructivismo. En el artículo
de Moholy-Nagy, en realidad, el espíritu de la máquina se revela per se como
portador de igualitarismo social : pero sólo en cuanto «todos pueden convertirse
en dueños o en esclavos» de la máquina. La « raíz del socialismo» , según pala-
bras del mismo Moholy-Nagy, está en la objetividad y en el colectivismo impues-
tos por las nuevas tecnologías. En sustancia, Moholy-Nagy capta las instancias
propugnadas por el cine abstracto de Eggeling, por la temática metropolitana
viva en la cultura alemana de principios de siglo, o por las fuerzas que tienden
a una síntesis de las vanguardias : su guión de Dynamik der Grosstadt, ya recor-
dado, tiende a hacer del montaje una técnica directamente inspirada en la lec-
tura del universo metropolitano, y precisamente, un fragmento de su libro Ma-
lerei, Photographie, Film, de 1 925, no es más que una paráfrasis del famoso /
texto de Simmel sobre la metrópoli y la vida nerviosa. 71 La exigencia de dar
unidad al caleidoscopio de las vanguardias se testimonia por otra parte en el
libro Buch neuer Künstler publicado por él en 1 922, con Lajos Kassák, en tanto,
como recordaremos más adelante, en 1 92 1 Moholy-Nagy está próximo a Haus
mann, a Puní, a Arp. Si desde el punto de vista técnico la obra de Moholy-Nagy
demuestra ser consecuente, hemos de reconocer la extrema ambigüedad de su
posición política. Ciertamente, el socialismo es «nombrado» en el artículo «Kons
tructivismus und das Proletariat» (en el caso de que el artículo no sea apócrifo)
pero la frase «no hay tradición en la tecnología, no hay conciencia de clase o de
grado» , debe hacernos reflexionar. Ante todo, se podría observar que la iden-tc 1/
tificación inmediata de lo impersonal tecnológico con el socialismo es de una
ingenuidad (o de un cinismo) que se ha de considerar como síntoma que por sí
ya hace historia. Sin duda, la incertidumbre política de la revista MA se refleja,
después de 1 922, también en Moholy-Nagy : Kemény y Moholy-Nagy firman,
junto con Kállai y László Peri, una declaración en favor del Proletkult,72 sin
darse cuenta de que apoyaban así una organización totalmente antitética con
70. Sobre las discusiones entre Schwitters y Huelsenbeck, véase, entre otros, Werner
Schrnalenbach, Kurt Schwitters, Colonia, 1967.
71. <<Con el enorme desarrollo de la técnica y de las metrópolis -escribe Moholy
Nagy-, nuestros órganos de percepción han aumentado su capacidad para desarrollar si·
multáneamente funciones ópticas y acústicas [ . . . ] . Los berlineses atraviesan la Postdamer
Platz, hablan y a la vez sienten: las bocinas de los coches, los timbres del tranvía, las
señales acústicas del autobús, el grito del chófer, el ruido del metropolitano, los gritos de ¡
l�s ven ?edores de periódicos, los sonidos provenientes de los altavoces, etc., y pueden
.
distmgu¡r todos estos estímulos acústicos. Por el contrario, un pobre provinciano, que llega
por casualidad a la misma plaza, se impresiona tanto por la cantidad de estímulos que se
queda �ara�o como un bloque ante un tranvía en movimiento» (L. Moholy-Nagy, Pittura,
fotografza, fzlm, en Rondolino, Lász/6 Moholy-Nagy, cit., p. 110; versión original: Ma/erei,
Photographie, Film, en Bauhausbücher, n.• 8, Munich, 1972', p. 41) .
72. V�as� «Nyilatkozat» , en Egység, n.• 4, 1923, p. 16. Sobre los primeros años de la
. .
act!Vldad artística de Moholy-Nagy, además de Rondolino, Lász/6 Moholy-Nagy, cit., véase
el ensayo de Kristina Passuth, «Debut of
László Moholy-Nagy», en Acta Historiae Artium,
vol. XIX, n.• 1-2, 1973, pp. 125 a
142.
URSS-Berlín, 1922 179
1
sus propias investigaciones; pero en 1 924 propugnan en Der Sturm un arte hecho
de un «Sistema de formas dinámico-constructivas» , dando importancia al mate
rial «solamente como portador de energías» . 73
En el fondo, resulta ocioso seguir en sus peregrinaciones intelectuales a los
/ artistas que convergen en Berlín, y la búsqueda de sus raíces políticas, sólo para
obtener justificaciones de sus experimentos. Pero se puede observar que en el
pretendido «socialismo» de Moholy-Nagy no vive solamente una utopía tecnoló
gica expresada en su nivel máximo por Benjamin, en La obra de arte en la
época de su reproducibilidad técnica, sino también la herencia de la socialdemo
cracia de Kautsky: la máquina es -al igual que el gran trust que la domina
condición primera para la transformación social. Dar voz a su funcionamiento,
como hacen tanto Moholy-Nagy como Hans Richter o Lissitzky, no se contra
dice con la innÍersión -dominándolo, «manteniéndolo unido»- en el mar de
los alfabetos confusos de la metrópoli, como hacen Hausmann o Schwitters.
Más bien se trata de una interiorización o de una exteriorización de las pulsio
nes generadas por la «Nueva Babilonia» : Van Doesburg demostrará, absorbiendo
enteramente la alienación subjetiva provocada por ésta, que Dadá puede asumir
aspectos experimentales y el elementarismo de la técnica del collage.
Todo esto no documenta solamente el ocaso (provisional : piénsese en la
formación casi contemporánea del grupo surrealista) de las veleidades «revolu
cionarias» del expresionismo tardío y Dadá.
Con Schwitters y con las influencias catalizadoras de la exposición de 1 922,
de Vese, de G, del «giro» de la Bauhaus después de 1923, de la formación, en
suma, de una «internacional constructivista» , el polo técnico de las investiga
ciones de las vanguardias se separa de las incrustaciones contenutistas que se le
superponen. La ideología de la innovación permanente (la técnica del shock) se
valora ahora como instrumento señalado de una auténtica «teoría del signo» ,
"-- dirigida únicamente a controlar las inquietantes tensiones instituidas entre socie
dad y universo tecnológico en rápida transformación.
Pero también es interesante recordar a este propósito el testimonio de un
intelectual «puro» como Erich Bucholz, que ofrece un cuadro sintomático de las
discusiones internas del grupo constructivista occidental : el propio Bucholz afir
ma que en 1 922, junto a Peri, había señalado la arquitectura como estación de
llegada de la vanguardia. Discusiones tanto más significativas en cuanto son pro
pias del grupo húngaro en Berlín : Kállai, Kemény, Huszar.
Tema del debate: la dinámica, el modelo: Tatlin y los futuristas. El motivo central de
la discusión era familiar: transportado a la cinética, lo estábamos experimentando con
Eggeling. Yo sostenía la opinión de que dentro de lo pictórico, la estática y la dinámica no
constituían valores aislados, absolutamente contrapuestos unos con otros, ni eran principios
antitéticos, y todavía menos si se consideraban dentro de las relaciones cromáticas. Dentro
de la identidad formal Constructivismo = Dinámica de la Revolución, la · dinámica, en sí
misma, constituía un abuso y Kállai me combatía: «Piensa en la electricidad, y sabrás lo
que es la dinámica» .74
1
�'. 1
�J
En resumen, más allá del valor simbólico d el
tema del debate era el posible valor cognoscitivo del elementalismo
Sigue escribiendo Bucholz:
Nos obstinábamos sobre todo en discutir sobre dos concepciones opuestas del término
«consciente» . Si el círculo y la línea eran instrumentos que constituían el punto de partida,
los requisitos esenciales, frente a la afinidad de nuestros trabajos, era lógico que planteara
la siguiente pregunta: «¿Cuál ha sido el proceso de construcción?» Aquí nuestras opiniones
se amontonaban. Mi respuesta era que el punto de partida de nuestras creaciones había de
surgir de un impulso irresistible, gobernado por un ojo que medía y pensaba con una
única finalidad: el resultado final. La obra era así «lo que se ha hecho consciente». Lissitzky
me respondió sarcásticamente: «Romántico» .75
Vese
es para el arte constructivo, que no embellece la vida, sino que la organiza.
Hemos llamado a nuestra revista
Vese
ya que para nosotros el arte es la creación de nuevos objetos [ . . . ] . Cualquier producto or·
ganizado -la casa, el poema o el cuadro-- es un objeto que se propone un fin que no
aparta a los hombres de la vida. Y así, estamos lejos tanto de los poetas que se proponen
con sus versos renunciar a la poesía, como de los pintores que preconizan con sus cuadros
una renuncia a la pintura. El utilitarismo de tipo productivo no está hecho para nosotros.76
75. Ibídem.
76. De Vese, n.' 1·2, 1922, plataforma programática. Sobre la pos¡c¡on de Vese en
relación con Lef y el clima político de la Nep, véase el artículo de Giorgio Kraiski, «Lef
contra Nep», en VH 101, n.' 7-8, 1972, pp. 157 a 164, aunque a nuestro juicio las conclu
siones del autor sean muy discutibles.
77. Vese, n.' 1-2, 1922.
El motivo de disensión con las pos1c1ones dadaístas se confirma así. La
imposible politización de una ideología falsamente destructiva se acoge de una
manera explícita. Pero, a la vez, se afirma la exigencia de un trabajo intelectual
que se detenga a las puertas de la producción industrial, que toque al mundo
del trabajo sólo tangencialmente, que no abandone el campo de la pura ideolo
gía. Y es en el resbaladizo terreno de la ideología donde Vese pretende seguir las
indicaciones leninistas sobre las aperturas de la Unión Soviética hacia Europa,
que va experimentando técnicas avanzadas de capitalismo de Estado. (La refe •
rencia a la Nep, en la plataforma programática de Vese, es indicativo).
La ambigüedad ideológica de la operación se acentúa con los escritos coetá
neos de Ehrenburg, y en especial en su libro Eppur si muove, del mismo año
1 922, en el que s,e deja ver el hilo conductor que liga a la vez movimientos
como el del Esprit Nouveau, De Stijl, el Unovis, la Vida Americana, todos bajo •
el lema del internacionalismo de la línea constructivista. Pero con una adver
tencia :·
•
fetiche de la técnica moderna, entendida no como un medio, sino como un fin.
Entre las críticas de Lunacharsky a la exposición de 1 922 y las de Arvatov a
Vese, existe un terreno, por lo menos, en común. El universo tecnológico, evo-
cado al margen de una recuperación de la ciudad del hombre, lleva, según ellos,
ser salu
con demasiada evidencia el signo de la «objetividad» , para que pueda
en sí como una ideología de sostén válida para el universo del «trabajo
dado
socialista» .
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y precisamente es esta utopía tecnológica, que cu d� de denti?car estéti 1
ca e ideología de la producción, la que Ehrenburg y L1ss1tzky 1dent1fican como
elemento catalizador de las investigaciones europeas dispersas.
Lo que está ya de una manera totalmente explícita es el manifiesto Proun
(1920), de Lissitzky, dado a conocer en Europa por la revista de Van Doesburg,
en 1922:80
1
1975,
pp. 168 a 202.
=
u x¡;¡;.berun, 1 �LL
tiempo que habían hecho suyo el programa con el que Lissitzky se proponía
reunificar las investigaciones europeas. Como en el caso de Schwitters, también
aquí lo que se pone entre paréntesis es la aspiración política del constructivismo
ruso : la misma alianza entre Lissitzky y Van Doesburg se basa en una acepta
ción de la vanguardia en la que la voluntad «revolucionaria» esté totalmente
inmersa en su programa autónomo y colectivo y en su utopía tecnológica.
Por lo demás, en 1921, Raoul Hausmann, Hans Arp, Puni y Moholy-Nagy
ya habían publicado en De Stijl el manifiesto A u/ruf zur Elementaren Kunst.81
El Congreso de las vanguardias celebrado en Düsseldorf, del 29 al 3 1 de mayo
de 1922, con la participación determinante de Lissitzky, no hace sino recoger
un filón de búsquedas que ya hacía tiempo que estaban en marcha.
El arte como organización de toda la existencia, al igual que la ciencia y
la técqica : la rbsolución constructivista del Congreso de Düsseldorf -firmada /
por Van Doesburg, Lissitzky y Richter, en polémica con muchos otros grupos
alemanes y franceses 82- tiene como única cosa nueva la fundación, sobre la
�- base de este programa, de una internacional de la vanguardia. «El arte como
construcción de la vida» , teorizado por los constructivistas rusos ;"Obtiene así un·
--· -reconociñ:üento europeo, que se confirma en setiembre de 1922, después del
' Congreso· dádaísta y constructivista de Weimar, de la institución de la Konstruc
: tivistische Intemationale schopferische Arbeitsgemeinschaft [Unión""'" InTernacional
-r de Constructores Neoplásticos].83 Steneberg atribuye a Kállai la transformación
' de la reunión Dad á· de Weimar en un congreso constructivista. 84 En realidad, y
i..por parte del propio Van Doesburg, las valencias técnico-constructivas del mo
vimiento Dadá ya habían sido señaladas como nuevos instrumentos positivos de
comunicación: no es solamente la ideología enunciada por las vanguardias sovié
ticas la que se pone ahora entre paréntesis, sino también la ideología protestataria
del dadaísmo. En esto, Van Doesburg, Kállai y Lissitzky concuerdan perfec
tamente.
, ' · Lo que se ha afirmado hasta ahora no parece contradecirse con las incur-
.
las revistas elementalistas -G, Merz, la suiza ABC.88 Pero ya se trataría de otro
tema.
eJ
Entre 1 922 y 1 92 3 se asiste a esta aparente paradoja histórica : la vanguar
dia soviética, introducida en una Alemania impregnada del pathos expresionista
como paradigma del arte del socialismo, en vías de realización, se ve en la
obligación de revelar que la única «politicidad» posible para la vanguardia es
la de anunciar el advenimiento de un universo de no valores, amoral, elemental;
exactamente, el universo del desarrollo organizado por el gran capital, denun
ciado por Grosz como aterrador universo <sin cualidades » .
·
La ideología de la producción o, mejor, la imagen de la ideología del tra-
bajo altamente mecanizado, se convierte, de ahora en adelante, en el auténtico
manifiesto de la Internacional constructivista, al margen de las divergencias con
tingentes que separan las experiencias de los distintos grupos. Toda la historia
.siguiente se refiere al fracaso y a las frustraciones sufridas por las vanguardias
' \ en su pretensión de <realizar la ideología» , tanto en el Occidente capitalista como
en la Rusia soviética.
Con todo, los dos congresos de Weimar y de Düsseldorf, especialmente por
el clima polémico que los caracteriza, no llevan a nuevas organizaciones institu
cionales del trabajo intelectual: el aparato montado por la socialdemocracia
alemana entra en crisis, y en todo caso es sustituido por nuevos soportes «técni
cos» de gestión. Las instancias más constructivas expresadas en 1 922, significa
tivamente, desembocarán en la fundación del CIAM.
La unificación ideológica en realidad ya estaba en las cosas : en el descubri
miento del silencio que envuelve el signo, este residuo, este margen que no puede
del caos del tiempo. Solamente así puede llegar a ser su imagen sensata. - Con el dadaísmo
entró en el arte una actividad general, como un elemento vivificador del arte. En Alemania
su efecto ha sido esencialmente politice. En Suiza y en Francia llevó a la continuación del
cubismo, al arte puramente abstracto. Un fenómeno paralelo al suprematismo ruso. - El
suprematismo llevó el arte privado de objetos a sus posibilidades extremas. El hecho de que
un suprematista pudiera recubrir un cuadrado uniformemente con un color extendido signi
ficó el fin del abstractismo. La anulación completa de la materialidad. Pero al mismo tiempo,
también la máxima concentración. La voluntad tendida al máximo hacia la unidad final. El
suprematismo descompone los elementos figurativos esterométricos del cubismo en elementos
planimétricos. Por ello, crea una pintura consecuente de superficies. Es un juego rítmico de
superficies planas. De simples figuras geométricas. Los suprematistas buscan el punto de nu
lidad del arte. Cierran el proceso de la reducción analitica. Esperan formas sintéticas del más
allá, que han venir. Con gran decisión, los constructivistas han recorrido una nueva vía.
La de realidad. n sus primeras construcciones, todavía no utilitarias, se puede reconocer
una volunta muy clara de tomar posesión de lo real. De la construcción de la pintura, los
constructivistas han pasado a la construcción de los objetos. A la arquitectura, en el sentido
más amplio de la palabra. El constructivismo es la consecuencia lógica de los métodos de
trabajo que se basan en la colectividad de nuestro tiempo. Por ello, tiene una base que no
es de naturaleza subjetiva, sino general. Percibe la subordinación soc_ial del arte, sin reser
vas, como de toda la vida. Busca sus elementos en las expresiones de nuestro tiempo, meca
nizado e industrializado. Claridad matemática, rigor geométrico, organización funcional, eco
nomía extrema y constructividad lo más exacta posible, no son solamente problemas
técnicos, sino también eminentemente artísticos. Determina lo que es propiamente esencial
de nuestra época. El método constructivista sumerge cualquier objeto en el ámbito de la
formación. No suprimiendo la vivacidad, sino formando una realidad. - Las obras de los
constructivistas, en último extremo, no son más que experimentos sobre materiales. Trabajan
conscientemente en la solución de los nuevos problemas planteados por los materiales y la
forma. Sus obras son solamente obras de transición hacia construcciones arquitectónicas fun
cionales. Su fin últi�o es una preparación bien disciplinada a la arquitectura».
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