Sei sulla pagina 1di 252

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.

2
Es una traducción de fans para fans.
Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro.
También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y ayudándolo
a promocionar su libro.
¡Disfruta de la lectura!
Nota
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.
Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que 3
suben sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias
historias. Al subir libros de un autor, se toma como plagio.
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque
están subidos a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos
de fans las direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema
que enfrentan y luchan todos los foros de traducciones. Más libros saldrán si
se deja de invertir tiempo en este problema.
También, por favor, NO subas CAPTURAS de los PDFs a las redes
sociales y etiquetes a las autoras, no vayas a sus páginas a pedir la
traducción de un libro cuando ninguna editorial lo ha hecho, no vayas a
sus grupos y comentes que leíste sus libros ni subas capturas de las
portadas de la traducción, porque estas tienen el logo del foro.
No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad, sin
foros de traducción y sin sitios de descargas!
Staff
Moderadora
Dey Turner 4

Traductoras
Dey Turner Marie.Ang CrisCras
Moni Jeyly Carstairs Valentine Rose
Jenni G. Laura Delilah Pachi Reed15
Mel Wentworth Daniela Agrafojo Mire
Julie Pau_07 Annie D
Beluu Miry GPE Ann Farrow
Sandry MaryLuna Fany Keaton
Val_17 Dannygonzal Mae
Lauu LR Alessandra Wilde NicoleM
Majo Villa Vane Black

Correctoras
Mae Jadasa Melii
Miry GPE Helena Blake SammyD
Pachi Reed15 Mire Sandry
Anna Karol Vane Black Dannygonzal
Laurita PI ♫ MoniQue ♫ Daniela Agrafojo
Alessandra Wilde Vannia GypsyPochi
Fany Keaton itxi Valentine Rose
NicoleM Pau_07
Agus Herondale Daliam

Lectura Final
Beatrix

Diseño
Dey Turner
Índice
Sinopsis Capítulo 17
5
Capítulo 1 Capítulo 18
Capítulo 2 Capítulo 19
Capítulo 3 Capítulo 20
Capítulo 4 Capítulo 21
Capítulo 5 Capítulo 22
Capítulo 6 Capítulo 23
Capítulo 7 Capítulo 24
Capítulo 8 Capítulo 25
Capítulo 9 Capítulo 26
Capítulo 10 Capítulo 27
Capítulo 11 Capítulo 28
Capítulo 12 Epílogo
Capítulo 13 Agradecimientos
Capítulo 14 Back to Back
Capítulo 15 Sobre el Autor
Capítulo 16
Sinopsis
Para llegar a él, tengo que usarla a ella.
Jugaré con ella como si fuera un violin y la tendré enamorándose de 6
mí, incluso antes de que sepa lo que está pasando.
Será fácil. Lo he hecho antes y lo haré de nuevo.
Sólo es una niña.
Una herramienta para conseguir lo que quiero.
Cuando termine con ella, no lo pensaré dos veces antes de
alejarme.
Al menos, eso fue lo que pensé.
Hasta que la conocí.
Behind Your Back, #1
1 Traducido por Dey Turner
7
Corregido por Mae

Llevaba una peluca y lentes de contacto de color la primera vez


que la vi en persona. Pero debajo de la peluca de color castaño claro, los
lentes de contacto cafés y la expresión de aburrimiento, algo brilló a través
de eso que no pudo cubrir.
Lo reconocí de inmediato. Levantándome de mi silla, atravesé la
cafetería. Observaba su celular, pretendiendo ser el tipo de chica que no
puede abandonar su página de Facebook por más de tres segundos. Pero
lo sabía. La conocía.
Su dedo se cernía sobre la pantalla del teléfono, los hombros caídos,
pero su pie se agitaba sólo un poco. No lo suficiente para que alguien
además de mi lo notara. Pero lo vi. La vi.
Pasé por su mesa en mi camino hacia la puerta y le di un solo vistazo.
Un roce visual sobre su cuerpo. Supe que me vio, pero fingió no hacerlo.
Acomodó la peluca y apenas pude ver el destello de cabello rojizo en su
nuca, junto con un tatuaje. No pude verlo todo, pero no lo necesitaba.
También sabía eso. Un nudo celta.
Crucé la puerta y no miré atrás. Sus ojos me siguieron por la calle al
paso de peatones y hasta que estuve fuera de vista.
Ella me vio.

Un mes antes…
—¿Otra? —dice el camarero, apoyando sus brazos velludos en la
barra cuando bajo mi vaso vacío de cerveza. Sacudo la cabeza y me
levanto.
—Hijo de puta —dice una voz detrás de mí y trato de no
estremecerme ante el sonido. Había pensado, al venir a este bar en
particular, que no sería molestado por mi trabajo diario. Pero parece
seguirme a todas partes.
Mantengo mi rostro en blanco y me doy la vuelta.
—Dale, qué casualidad verte en esta parte de la ciudad —digo,
automáticamente extendiendo la mano para que la sacuda. La toma y se
carcajea, el sonido rebota alrededor del bar y rechina contra mis
tímpanos. No soporto a este hombre, pero no tiene ni idea. Piensa que
somos los mejores amigos. Amigos de golf, amigos de apuestas, amigos de
copas. No somos nada de eso. Si, puede que haga esas cosas con él, pero
no somos amigos. No mezclo negocios con placer, y nunca me mezclaría 8
con su especie. Ni siquiera conoce mi nombre real.
—Ah, sólo decidí visitar los barrios bajos. Sabes cómo es, Quinn. —
Hace un guiño y se ríe de nuevo. Dale piensa que es gracioso, pero la
única razón por la que la gente se ríe de sus bromas es porque tiene dinero
y prácticamente les paga para que lo hagan.
—Ah, sí —digo con una sonrisa, odiándome por ello todo el tiempo—.
Bueno, tengo cosas que hacer, si sabes lo que quiero decir. —Es mi turno
para el guiño pícaro. Cristo, odio hacer esto, pero es el precio que pago
por conseguir lo que quiero.
Dale sacude mi mano de nuevo y se dirige al final de la barra,
golpeándola con su mano carnosa y llamando al camarero con una voz
retumbante que estoy seguro que hace que el camarero se encoja. Siento
como si debiera dejarle una propina extra grande por sus problemas. No
hay duda de que Dale terminará siendo sacado y metido en un taxi en un
par de horas. Es decir, si no corteja a una mujer con sus promesas de jets y
joyas y una esposa que se encuentra lejos.
Lo odio.
Dejo el bar, considerando parar un taxi, pero en su lugar decido
caminar. Necesito el aire.
Pero mis pies no me llevan a casa. Me llevan al parque. Trepo
fácilmente la valla de hierro adornado con señales de advertencia; He
venido aquí durante años y nunca he sido atrapado. Diría que es porque
soy especialmente cauteloso, pero probablemente es pura suerte. Así es
como la mayor parte de mi vida ha ido hasta ahora. Pura suerte, mala
suerte, suerte de mierda. Pero estoy tontamente tratando de cambiar eso.
Hasta ahora, las cosas han ido a mi favor, pero eventualmente se agotará
mi suerte.
Recorro el jardín, de vez en cuando mirando a través de una
ventana a la oscuridad en el interior. Es tarde y la mayoría de los seres
humanos se encuentran metidos en la cama con su marido, esposa, u otra
compañía. Me inclino y me quito los zapatos y calcetines, dejando que las
puntas de la hierba rocen mis pies al caminar.
Mañana tengo que trabajar. Y al día siguiente. Y el siguiente. Solía
disfrutar todos los días, pero ahora…
Las cosas cambian. Lo hacen. Siempre.
Cuando comencé, había estado lleno de fuego, venganza y pasión.
Ahora todo lo que siento es aburrimiento y frustración. Me consumo ante la
avanzada edad de veinticuatro años. Sacudiendo la cabeza ante mis
9
pensamientos auto-indulgentes, salgo del parque y regreso a mi
apartamento de mierda y mi cama de mierda.
—Hola, Leo —le digo a mi gato cuando corre hacia la puerta para
saludarme. Al menos lo tengo a él. Nunca había pensado en mí mismo
como el tipo que tiene un gato, pero cuando lo encontré en una caja
afuera en la calle, no pude dejarlo morir. Mi intención sólo era cuidar de él
por una noche y luego llevarlo a la sociedad protectora de animales. Ese
plan se fue a la mierda cuando se acurrucó en mi regazo y se quedó
dormido con la lengua parcialmente fuera. No pude resistirme a él.
No tengo idea qué tipo de gato es, salvo que su pelaje naranja y
blanco crece extremadamente largo alrededor de su cuello, haciéndolo
lucir como el león menos que feroz.
Se frota en mis piernas y hace un sonido lastimero. Le di de comer a
la bestia hace tan sólo unas pocas horas, pero eso no importa. Me cantará
la canción de su pueblo hasta que lo alimente de nuevo.
—De acuerdo —digo yendo al armario y bajando una lata de
comida para él. Enloquece hasta que la pongo en su plato, su cola gira
salvajemente. Por supuesto, tan pronto como ha terminado con su
comida, querrá jugar a la pelota. Igual que un perro.
Consigo un vaso de agua para mí para empezar a aplacar los
efectos persistentes de la cerveza que consumí antes y camino hacia la
sala. No soy un decorador, así que mi casa está llena de cosas que, ya sea
he recogido a un lado de la carretera gratis, o han venido de empresas
escandinavas por correo y necesitaban ser ensambladas.
Mi mesa de café es una de las pocas cosas que he tenido conmigo
durante mucho tiempo. Paso la mano sobre la esquina que está
carbonizada, consiguiendo un poco de hollín negro en mis manos. Me
froto las manos. Es una superstición, pero no puedo dejar de hacerlo todos
los días.
Leo, finalmente saciado, corre hacia mí, con una bola de lana en la
boca.
—Bien, pero sólo esta vez —digo, quitándosela y arrojándola al otro
lado de la habitación. Se lanza para recuperarla y la trae de vuelta,
dejándola caer a mis pies.
—No, dije que una vez —digo. Responde en lenguaje gatuno, lo que
probablemente se podría traducir como “lanza la maldita pelota,
bastardo”. Claro que lo hago, y la persigue felizmente.
Mi teléfono suena y gimo. No es mi celular del trabajo, sino el pre-
pago que recibí de Cash hace dos semanas.
Lo saco de mi bolsillo trasero y respondo.
10
—¿Qué pasa? —digo, sabiendo que tiene que ser algo grande, o de
lo contrario no habría llamado. Claro, puede que el teléfono sea imposible
de rastrear, pero es mejor mantener la comunicación al mínimo de todos
modos.
—Tenemos un problema. —Esta es mi frase menos favorita en el
mundo entero. Justo detrás de “tenemos que hablar.” Cash siempre tiene
el mismo tono de voz cuando habla. Jodidamente alegre, incluso cuando
da malas noticias.
—¿Qué es? —digo, quitándole la pelota a Leo y aventándola de
nuevo. Puede seguir así por horas, y a veces me despierta a mitad de la
noche para jugar.
—Esa estúpida secretaria que Baz se ha estado jodiendo es una
carga. Tengo razones para creer que no mantendrá su boca cerrada. —
Sabía que esto pasaría. Se lo dije, pero Baz no puede resistirse a una cara
bonita y un buen par de tetas. Deja que su polla se meta en el camino de
todo. Esta no es la primera vez que ha jodido las cosas. Jesucristo.
—Entonces, dile que la deje, con un carajo. Y que deje de pensar
con su polla en lugar de su cabeza. —Cash ríe. Tan malditamente alegre.
Todo el jodido tiempo.
—Ya mismo me pongo en ello. Pero, ¿crees que deberíamos seguir
hasta el final con ello? —dice. Asiento, a pesar de que no puede verme.
Leo maúlla porque me he estado demorando mucho para lanzar su
pelota. La recojo y la lanzo tan lejos como puedo.
—Sí, hemos invertido demasiado tiempo para salirnos ahora. Ya no la
necesitamos. Sólo extrae a Baz y sigue adelante. Deberíamos pasar lo más
difícil, pero si algo sale mal, ya sabes qué hacer.
—Hecho. Hasta pronto. —Cuelgo sin despedirme.
—Estoy rodeado de idiotas —le digo a Leo. Parpadea hacia mí y
toca la pelota con sus patas—. Tu no, por supuesto. —Maúlla de nuevo.
Por la mañana me pongo mi traje, corbata, y zapatos que chillan 11
cuando camino. En retrospectiva, fue inteligente de mi parte entrar en un
trabajo donde mi uniforme cubre cualquier número de pecados,
incluyendo mi multitud de tatuajes. Si mis clientes habituales supieran de
ellos, nunca me dejarían tocar un centavo de su dinero, lo cual sería una
lástima.
—Buenos días, Grace —digo mientras paso a lado de mi asistente.
Estoy seguro que está enamorada de mí, pero nunca he perseguido nada.
Una vez más, no es una buena idea mezclar negocios con placer. De
todos modos, ella es un poco demasiado conservadora para mi gusto;
labios perfectamente delineados, ángulos duros y cabello estirado. Mis
mujeres me gustan con un poco de vena salvaje en ellas.
—Buenos días, señor Brand —dice ella, toqueteando su cabello para
asegurarse de que nada está fuera de lugar. Puede no ser mi tipo, pero a
veces me pregunto cómo sería si la llevara a casa y jalara de ese cabello
un poco. Despintar su labial. Arrancar su falda. Pero entonces podría
perderla como empleada y es una jodidamente buena asistente.
Me entrega una versión impresa de mi agenda para el día.
Reuniones con clientes, con sólo unas pocas horas libres para trabajar en el
papeleo y hacer llamadas. A pesar de todo, otro día de mierda.
—El señor Beaumont está aquí para verlo —dice Grace en voz baja,
señalando al hombre en la sala de espera. Llega temprano, el bastardo. Ni
siquiera he tenido tiempo de tomar mi café y comer el panqueque que sé
que se encuentra esperando en mi escritorio, cortesía de Grace.
—Dile que estaré listo en un momento —digo, y Grace sabe
exactamente lo que eso significa. Me dirijo a mi oficina y bajo mi maletín. El
archivo del señor Beaumont ya está en mi escritorio, junto con algunos
otros que tengo esperándome. Lo examino mientras bebo mi café y como
el panecillo. Beaumont es un cliente nuevo, pero uno importante.
Necesitaré tener especial cuidado con él.
Sacudo las migas de mi traje y compruebo minuciosamente mi
apariencia en el espejo de mi baño. Soy una de las únicas personas aquí
que tienen un baño privado, y también soy el más joven. Porque soy
jodidamente bueno en lo que hago. Soy jodidamente bueno en muchas
cosas.
Le envío una señal a Grace para que lo haga pasar.
Lo guía por la puerta y le pregunta si necesita algo. Se sienta y le
dice que le gustaría un vaso de agua, el cual ella obtiene de la mesa en mi
oficina. Una de sus muchas tareas y mantener circulando el café, y la jarra
llena de agua helada. También se encarga de cumplir las peticiones de las
visitas. Estas son personas poderosas y esperan conseguir lo que quieren.
12
Comenzamos con la charla preliminar. Todo es lo mismo. Qué lo trae
por aquí, qué espera lograr, cuán arriesgadas quiere que sean sus
inversiones. Todo estándar para un asesor financiero. Pero mis preguntas se
desvían rápidamente.
—¿Hasta dónde está dispuesto a llegar? —pregunto, y sabe
exactamente a lo que me refiero.
—¿Puede prometer que todo estará fuera de los libros? —Asiento.
—Señor Beaumont, soy bastante bueno en lo que hago. Tomo a
hombres ricos como usted y los hago más ricos. Mis medios pueden ser…
poco ortodoxos, pero hago el trabajo. Y usted saldrá oliendo a rosas. —
Todo el lenguaje es sutil, nada directamente aludido. Pero así es como
tenemos que manejarlo. Nunca se puede ser demasiado cuidadoso.
—Eso suena a lo que estoy buscando. ¿Cuánto necesitará? —Anoto
una cifra y la deslizo sobre el escritorio para que pueda leerla.
—Ese es un comienzo. Pero tengo la sensación de que entre más
ganancias vea, más querrá poner.
Mira la cifra y asiente.
—¿Cuándo lo necesita? —pregunta.
—Tan pronto como sea posible.
—Haré los arreglos. —Este no es su primer rodeo. Sólo aquellos que
son referidos y aprobados llegan a esta reunión.
Le deseo un buen día mientras nos ponemos de pie y nos damos la
mano y dice que se pondrá en contacto conmigo tan pronto como junte
el dinero.
Se va y rompo la nota con la cifra. Sin rastro de papel. Tengo un par
de minutos antes de mi próxima reunión, así que enciendo mi
computadora y abro el archivo electrónico de él que no tengo sobre mi
escritorio. El que Cash hizo para mí. No tuve la oportunidad de verlo antes
de esta mañana.
Contiene más que sólo sus registros financieros y cuentas bancarias e
información personal básica. Esto tiene casi de todo, incluyendo
fotografías.
Escaneo la información, absorbiéndolo todo para futuras referencias.
Hasta donde van, el señor Beaumont es uno de los peores. Desde trabajo
infantil hasta comprar funcionarios del gobierno para el uso de materiales
de mala calidad y venderlos como de excelente calidad. Lo ha hecho
todo con su compañía de ropa de descuento. Hace unos años, habría
estado disgustado, pero ahora sólo es parte del curso. Exploro el resto de la
información, notando que tiene una hija de veinte años, pero no me fijo en 13
nada hasta que llego a las imágenes.
Me desplazo por ellas hasta que veo una del señor Beaumont en su
barco con su esposa e hija.
Cabello rojo. Un salvaje cabello rojo que cae en su rostro,
parcialmente oscureciendo sus brillantes ojos verdes. Sus labios se
extienden en una sonrisa mientras trata de apartar su cabello. Sus padres
se encuentran rígidos. Posando. Maniquíes. Por el contrario, ella casi salta
fuera de la foto.
Saige Juliette Beaumont.
No la había considerado en mis planes originales, pero ahora tengo
que reevaluar todo. Necesito llegar al señor Beaumont, y ella podría ser la
manera de hacerlo.
2 Traducido por Moni
14
Corregido por Miry GPE

Me encuentro con Cash en la calle de su apartamento. Contrario a


mí, él disfruta de las cosas finas de la vida y ha decidido ocupar un lugar
en la parte más agradable de la ciudad.
—Te ves fatal —dice a forma de saludo. Si no lo conociera bien, diría
que era un cumplido.
—Gracias —le digo y se ríe, sus ojos azules brillando. Cash es la
contradicción de una persona. Alto y fornido como un muro de ladrillos, es
una de las personas más felices que he tenido la mala fortuna de conocer.
Cuando caminamos por la calle, las personas parecen apartarse
asustadas de él, pero solo les sonríe como si no le molestara ni un poco. La
antigua chaqueta de cuero, que era de su abuelo, se añade a su imagen
feroz. Cash puede actuar como un rudo musculoso cuando llega el
momento de hacerlo. Pero tan pronto como el acto termina, vuelve a ser
el mismo de siempre.
—¿Has sabido algo de Baz? —le pregunto mientras caminamos
hacia su apartamento. Nunca nos encontramos enfrente, y pronto nos
separaremos y entraremos al edificio por separado. Nunca puedes ser
demasiado cuidadoso.
—Sí. Está fuera. Completamente extraído. Le dije a la chica que era
casado. —Esto me hace reír.
—¿Cómo lo tomó? —Conociendo a Baz, no era demasiado discreto
sobre ello. Las palabras no eran su fuerte.
—Luce una encantadora marca en su mejilla y sus bolas están algo
adoloridas, creo —dice Cash cuando nos separamos, él va por el camino
corto y yo tomo el largo rodeando el edificio. Es un riesgo cada vez que
nos encontramos y es una de las razones por las que nos movemos tanto.
Hasta ahora hemos permanecido aquí por ocho meses.
Todo lo que hacemos es calculado, planeado. Nada es espontaneo,
si podemos evitarlo. No podemos tomar ningún riesgo, que es por lo que
cambié mi atuendo de negocios por un par de vaqueros rotos y una
sudadera holgada. Ninguno de mis clientes me reconocería así, porque no
me darían ni un segundo vistazo. Esa es la belleza de lo que hago.
—¿Qué demonios es eso? —pregunto cuando Cash me deja entrar.
Ocupando un enorme espacio en su comedor, hay lo que parece un
escritorio antiguo.
—¿A qué demonios se parece? Es un escritorio antiguo. Le
15
perteneció a un famoso escritor. —No me dice quien, pero sé, sin ninguna
duda, que ha conseguido un certificado de autenticidad y ha verificado
que es un artículo genuino. Entre otras cosas, Cash es un coleccionista de
antigüedades. Es una mierda cada vez que tenemos que mudarnos,
porque no deja nada atrás, y algunas de sus piezas son malditamente
enormes y pesadas.
—¿Qué vas a hacer con un escritorio? —le pregunto. No puedo
imaginar a Cash metiendo su enorme cuerpo en una silla y sentándose
ante el escritorio a componer cartas.
—No voy a hacer nada con él. Lo voy a admirar. —Mira el escritorio
como queriendo ilustrar su punto.
—¿Así es como lo vas a admirar? —le pregunto.
—Cállate. ¿Quieres una cerveza? —Le quita las tapas y me da una.
Saboreo un sorbo espumoso y nos dirigimos a su oficina.
La oficina de Cash es más grande que su dormitorio, mayormente
porque guardamos mucha mierda aquí. También hay un pequeño
gimnasio en la esquina de la habitación. Cash pudo haber nacido con
mucho más músculo que el hombre promedio, sin embargo, tiene que
hacer ejercicio.
El teléfono de Cash hace un sonido y lo mira.
—Baz está de camino con Row, Track y Hardy —dice, anunciando al
resto de los otros miembros de nuestro grupo. No tenemos un nombre
oficial, porque no somos personajes de caricaturas, pero algunas veces
Cash trata de inventar alguno. Hasta ahora, todos son malditamente
horribles.
—Pensaba en patear su trasero, pero al parecer esa secretaria lo
hizo por mí —le digo mientras va hacia el refrigerador por tres cervezas
más. Vamos a tomar varias antes de que la noche acabe. No sé por qué
no pone un refrigerador en la oficina y termina con eso.
Los otros tres llegan con pompa y circunstancia. Bueno, Row, Track y
Hardy. Baz se mueve pesadamente detrás de ellos, una marca roja en su
mejilla y una luz deslumbrante en sus ojos. Cash suelta una risa al minuto en
que él entra. Normalmente, esto haría que Baz se ponga violento, pero
Cash se sale con la suya.
—¿Cómo está tu orgullo? —le pregunto cuando toma la cerveza de
Cash y se sienta en el sofá junto con los otros, que están riendo como niñas
de escuela. Los fulmino con la mirada, pero no se detienen.
—Malditamente fantástico. Nunca estuve mejor —dice con una
16
mueca—. No era tan genial en la cama, de todas formas. —Es tan
mentiroso. Habló sin parar, cuando comenzó a salir con ella, sobre lo genial
que era en la cama.
—Bueno, si te sientes solo, me lo dices —dice Track con un guiño. Es
gay y coquetea con quien sea que le guste. Baz sólo bebe su cerveza en
silencio.
Nuestro grupo abarca toda la gama, desde Cash, el tanque con
cabello oscuro; hasta Baz con cabello rubio y ojos tormentosos; Track con
su muy bonito rostro; hasta Hardy y Row, hermanos con cabello castaño y
personalidades opuestas.
Somos un grupo extraño, pero todos tenemos un objetivo en común.
Los humanos pueden llevarse sorpresivamente bien cuando tienen algo
por lo que trabajar juntos.
—Yo aún digo que necesitamos un mazo —dice Cash cuando me
pongo de pie. Puedo no ser el más viejo en este grupo, pero soy quien lo
empezó.
—Cállate —digo—. ¿Quién tiene un informe para mí?
Hardy levanta la mano. Él es uno de nuestros activos más útiles, por
su memoria. Si lee algo, o lo escucha, lo recordará para siempre. Puedo
preguntarle qué desayunó hace tres años en una fecha específica y lo
sabrá. Sin embargo, es malditamente molesto cuando tratas de resolver un
argumento.
—Hasta ahora del 137 tenemos exactamente dos millones trescientos
mil treinta y cuatro. Y veinte centavos —añade al final. Siempre le damos a
cada una de nuestras marcas números, en vez de nombres. Hardy los tiene
todos memorizados, pero al resto de nosotros nos toma un segundo saber
quién es.
—¿Cuál es ese? —le pregunto.
—El señor A —dice y todo hace clic en mi cerebro.
—Excelente. Entonces, ¿por cuánto vamos, el total?
—Casi trescientos millones —recita a toda prisa. Hardy también es
nuestro contador, naturalmente.
—¿Alguien necesita suministros? Ahora sería un buen momento para
pedir. No, Cash, no voy a entretener nada ridículo hoy. —Lo veo abrir la
boca y luego cerrarla. Siempre trata de conseguir algo y decir que es para
el trabajo. Probablemente tratará de decir que el escritorio es un gasto
laboral. Pero a diferencia de la Agencia Tributaria, él no puede pedírnoslo.
—Bien —dice, cruzando los brazos, haciendo que sus músculos
sobresalgan. 17
—Necesito hacer una carrera —dice Row. Tenemos códigos para
todo. Esto significa que necesita comprar drogas. Cuando se trata de
obtener información, algunas veces esa es la mejor manera de hacerlo.
Engrasa las ruedas un poco.
—¿Cómo se encuentra nuestra reserva? —le pregunto a Cash y va a
revisar. Tenemos este lugar equipado con un montón de lugares ocultos,
por tanto una búsqueda superficial no encontraría nada.
—Baja —dice cuando regresa—. Muy baja.
—De acuerdo, sólo hazle saber a Hardy cuánto necesitas. —Row
podría haber sido un estorbo si no fuera por Hardy. Es lo suficientemente
honesto y confiable por los dos, y Row nunca traicionaría a su hermano.
Track es el siguiente, con un reporte de que podría tener a una
nueva y potencial marca para nosotros que enviaría en mi camino.
Trabaja en uno de los country clubs más exclusivos, y tiene manera de
tratar a la gente y sacarles información. Tampoco está en contra de usar el
sexo para conseguir información, algo que ha sido muy útil más de una
vez. Es sorprendente cuántos hombres casados son rápidos para cogerse
al chico bonito que les trae bebidas en el club.
Les doy una actualización sobre El señor Beaumont, pero dejo por
fuera a la hija. No es lo mío, pero no me atrevo a decir su nombre. Ella se
encuentra en mi cabeza, y no de la manera que quiero. Me imagino ese
cabello extendido sobre mis sábanas. Esa boca abierta en éxtasis. Esas
piernas abiertas para mí.
El sexo no está prohibido, pero relaciones de cualquier tipo sí.
Realmente es solo sentido común. No podemos correr el riesgo de que
alguien se entere de lo que hacemos y nos delate. Ha habido llamadas
cercanas, como las de Baz con la secretaria, pero han sido menos de las
que esperé. Mientras que los chicos puedan dormir con quien quieran,
parecen ser felices. O al menos no son miserables.
Una vez que repasamos el negocio todos comenzamos a molestar a
Baz para que nos cuente la historia de la secretaria.
—Sólo le dije que era casado —dice, pero conociéndolo no lo dijo
de esa manera—. La dejé golpearme, ¿de acuerdo? Pensé que ella
tendría una buena historia que contar. Sólo que no sabía que dolería tanto,
o que me golpearía en las bolas. —Todos hacemos una mueca de dolor al
mismo tiempo.
—Nunca subestimes a una mujer —dice Cash.
—Escuchen, escuchen —dice Track, levantando su cerveza—. Por
eso es que yo me mantengo alejado de ellas.
18
Hablamos sobre otras cosas y seguimos bebiendo durante toda la
noche. Tengo que trabajar mañana, pero sobreviviré. Lo he hecho antes y
lo haré de nuevo.
Row y Hardy son los primeros en irse del apartamento, seguidos por
Baz y luego Track.
—¿Estás bien, Sylas? —pregunta Cash.
—Bien, ¿por qué? —le digo. Esa es otra cosa sobre Cash. Es
malditamente alegre y malditamente perceptivo.
—Por nada —dice, sintiendo que si incluso yo supiera que es lo que
me molesta, no sería rápido en compartirlo.
Le digo adiós y tomo un taxi de vuelta a mi apartamento, pagando
en efectivo para no dejar rastro.

La mañana siguiente tomo un descanso entre las reuniones. Algo del


trabajo que hago es legítimo, pero está allí en su mayoría para cubrir el
trabajo que no es legítimo. En el exterior, solo somos una firma de
inversiones, pero las apariencias casi siempre engañan.
Trabajar aquí también tiene sus ventajas, ya que tengo acceso a
Internet no detectable. Me digo a mí mismo que hago esto en nombre de
la investigación y tomo las precauciones que me enseñó Cash antes de
comenzar a buscarla.
Saige.
Pensar en su nombre me recuerda a la hierba. Me pregunto por qué
sus padres le pusieron ese nombre. Le queda bien, de una manera extraña.
Su nombre es inusual y va bien con la manera en que luce. No me
malentiendan, ella definitivamente es bonita. Pero bonita de una manera
diferente. Es bonita de la misma manera en que una tormenta con
relámpagos que se bifurca a través del cielo es bonita.
Escaneo sus páginas de redes sociales, pero son escasas y las únicas
fotos de ella son las mismas que encontrarías en las páginas de sociales.
Incluso en esas, no se ve elegante o que pose.
En una, puedo notar que su madre está enojada con ella, a pesar de
19
que trata de ocultarlo. Saige tiene un vestido negro puesto con pequeños
diseños de color blanco en él. Bajo una inspección más cercana, veo que
son calaveras, hechas al estilo del Día de los Muertos de México. Casi me
río en voz alta cuando veo eso.
Y luego quiero golpearme fuertemente a mí mismo. Ella es la hija de
una marca. Nada más. Solo un medio para llegar a un fin.
El teléfono de la oficina interrumpe mi indagación y rápidamente
cierro las ventanas con un clic, como si estuviera preocupado de que
quien sea que esté en la otra línea vaya a ver, de alguna manera, lo que
he investigado.
—Sí —digo, contestando.
—El señor Beaumont está aquí para verlo —dice Grace con su voz
robótica y profesional que tiene solo una pizca de atractivo sexual.
—Excelente, haz que pase. —Justo el hombre que quiero ver. Me
sorprende un poco que decidiera traer él mismo el dinero. Muchos en su
posición enviarían a un intermediario para no ensuciarse las manos con
todo ese dinero lavado.
Grace toca a la puerta y la abre para revelar al señor Beaumont,
vestido con un magnífico traje Ralph Loren. Después de que nos
estrechamos la mano, saca un sobre lleno de efectivo de su maletín.
Cuento el dinero rápidamente, solo para asegurarme de que está
todo allí. Nunca puedes ser demasiado cuidadoso.
—¿Está limpio? —pregunto mientras los cuento.
—¿Duda de mí? —pregunta el señor Beaumont, levantando una
ceja.
—Solo verifico. En mi línea de trabajo, nunca puedes estar
demasiado seguro de nada. —Coloco el dinero a un lado. Lo revisaré más
cuidadosamente más tarde, y luego haré que uno de los chicos lo pase a
prueba para estar absolutamente seguro de que no está sucio o que no es
falsificado. Ya pasó una vez, antes cuando no era tan cuidadoso. No
dejaré que pase de nuevo.
El señor Beaumont y yo hablamos más sobre dinero y sobre lo que
haré con el suyo y cómo será pagado. En realidad es más simple de lo que
suena.
Lo que él no sabe, por supuesto, es la parte en la que su dinero será
canalizado hacia mi propia cuenta. Nunca lo sabrá porque puedo hacer
que los números digan lo que yo quiera que digan. Todo es parte del
proceso. Toma tiempo, pero al final vale la pena. 20
Por dentro, estoy zumbando por la euforia que obtengo haciendo lo
que hago. El borde se había desgastado en meses recientes, como una
navaja vieja. Necesito afilar mi resolución. Recordar por qué comencé
esto.
Una vez que hablamos de dinero, comienzo a hacer charla. Del tipo
de cosa de la que hablamos en un campo de golf, o con unas bebidas. Le
pregunto sobre su familia, su esposa, y al final, su hija. Nada demasiado
fuerte, no sea que coloque una alarma en su mente.
No habla mucho de su hija, pero al segundo en que dice su nombre,
su actitud cambia completamente. Ella es su única hija, y por la forma en
la que las líneas alrededor de sus ojos se suavizan cuando habla de ella,
significa que la ama.
Perfecto. Justo lo que necesito. Usarla para quebrarlo hará que esto
sea más dulce al final.
3 Traducido por Jenni G.
21
Corregido por Pachi Reed15

—¿Por qué siempre eres el que consigue el coño? —pregunta Baz en


nuestra reunión de esa semana.
—¿Necesitas que te recuerde como casi nos condenaste a todos
con esa maldita secretaria? ¿Y la chica anterior a esa? ¿Y la anterior a
esa? —Baz tiene un historial de cabrear al sexo opuesto. Es un milagro que
ninguna haya puesto una bala entre sus ojos.
El rostro de Baz se pone un poco rojo, pero puede ser debido a la
cerveza.
—No sabes cómo seducirlas, hijo de puta —dice Cash, riéndose. Baz
le lanza una botella vacía, pero Cash la atrapa fácilmente.
—¡No tires mierda en mi casa! —grita. Miro a Baz, esperando para ver
si tengo que impedir que aumente la tensión, pero cierra la boca y se
sienta en el sofá.
—Jódete —murmura en dirección a Cash. Decido encauzar las cosas
nuevamente.
—Como estaba diciendo, es nuestro plan clásico. —Mi proclamación
es recibida con una ovación y botellas elevadas.
—Desearía ser yo —dice Track en una voz deseosa—. ¿Seguro que el
Sr. B no es gay? —Habíamos hecho la investigación y no habíamos
encontrado ningún indicio de actividad gay en su vida. Además, lo vi
cuando hablaba sobre su mujer y había afecto sincero ahí.
Niego.
—No lo creo, pero voy a investigar un poco más, para asegurarme —
digo y Track se frota las manos.
Terminamos hablando sobre trabajo y luego Row intenta lanzar su
idea de poner un taller que funcione también como tienda. Él y Hardy han
trabajado en uno antes, así es como los encontré. No es en lo que quiero
meterme. Al menos ya no.
Medito sus ideas, y después pongo sus ideas a votación. No puedo
descartarlas por mi cuenta. Necesito una mayoría. Row es el único que va
a por ello. Mira a su hermano.
—¿Qué demonios?
Hardy sorbe tranquilamente de su cerveza
—Ahora no es un buen momento. Hay otras dos tiendas en un radio 22
de diez millas y tienen un valor combinado de unos cuatro millones. —
Hardy enumera algunos más. Me habría sorprendido si no le hubiera visto
hacer algo como esto antes. Me alegra que este en mi equipo. Vale su
peso en cocaína pura.
Row está enfadado, pero no le dura mucho. Hardy tiene razón, por
lo que gana casi todas las discusiones que ha tenido.
—Entonces, ¿cuál es tu plan con la hija? —pregunta Cash. Tenemos
diferentes técnicas para marcar a las mujeres, dependiendo del tipo de
chica que sea. Tengo varias herramientas a mi disposición, incluyendo
sofisticados coches, toneladas de joyas Tiffany, y botellas de champan de
mil dólares. El dinero es un afrodisiaco para muchas mujeres, pero tengo la
sensación de que la Srta. Saige Beamount será algo así como un reto, lo
que me hace sonreír. Joder, me encanta el reto, y es una pelirroja nada
menos.
—Creo que iré a uno de sus eventos. Usaré el traje Brioni. Seré
misterioso. Le daré solo una probada, pero la dejaré con ganas de más. —
A veces es sorprendentemente fácil, y un poco aburrido. Espero que me
ponga un poco de resistencia antes de dominarla.
Otra imagen suya destella en mi cabeza, ella yaciendo contra las
sabanas de seda negras, con los brazos atados sobre su cabeza. Empujo a
un lado la imagen cuando los chicos comienzan a darme indicaciones, a
pesar de que he hecho esto antes. Todos lo hemos hecho, excepto Hardy.
O está tomando un voto de castidad, no le gustan las mujeres, o no le
gusta mezclar el trabajo con el placer. He pensado en preguntarle, pero
no me dará una respuesta clara de todas formas. Lo que él hace en su
tiempo libre es de su jodida incumbencia. Literalmente.
—Ella estará en la Gala Hudson esta semana —dice Cash,
levantando la vista del resplandor de su ordenador. Es el momento
perfecto. Me froto la cara, pensando que es hora de afeitarme otra vez.
Uno de los lujos que me permito es un afeitado profesional de vez en
cuando. Tendré que conseguir uno antes de la gala así me veré perfecto.
—¿Necesitas un compinche? —dice Cash y los ojos de Baz se
iluminan. A veces trabajamos en equipo, en caso de no estar seguros de
los gustos de la chica. Tenemos que darle una elección, ¿cierto?
—No, creo que tengo esto. Si tengo algún problema, entonces te lo
haré saber —digo, mi voz suena un poco posesiva. Sacudo la cabeza. Esto
no es diferente a cualquier otro momento. He hecho esto tanto que podría
hacerlo con los ojos cerrados. Una rutina, como cepillarse los dientes.
Sencillo. Entrar, coger el dinero, salir.
Aguantar algunos insultos de los chicos y después, todos regresamos
a nuestras residencias separadas. 23
—Ve por ella —dice Cash, palmeándome el hombro—. Y si no
puedes levantarla, llámame.
—Vete a la mierda —digo y cierra la puerta en mi cara.

—Sr. Brand, es bueno verlo de nuevo —dice Ken, mi barbero, con


una sonrisa mientras azota la capa alrededor de mis hombros e inclina mi
silla hacia atrás. Es un hombre viejo, pero tiene una de esas caras donde
podría tener cincuenta o podría tener ochenta. Nunca le he preguntado
la edad. Me gusta porque no hace demasiadas preguntas personales y
aun así me da un maldito buen afeitado.
—¿Cómo va el negocio? —dice.
—En auge —digo y él asiente mientras hace girar la brocha sobre mi
rostro para cubrirlo con espuma de afeitar.
—¿Ya ha conseguido una mujer? —Me río con buen humor.
—Varias —digo y le guiño el ojo. Frunce los labios y menea la
cabeza.
—Todo hombre necesita una buena mujer. Usted necesitas una
buena mujer, Sr. Brand. —Cierro los ojos mientras comienza a raspar el vello
de mi cara con la navaja de afeitar. El sonido me calma, y me siento más
relajado que en semanas. Es curioso como tener una hoja afilada
corriendo por tu cara puede hacerte esto. O quizás es el comportamiento
de Ken.
Hago un sonido sin compromiso y mantengo mi cara quieta. No es
una buena idea mover la cara cuando te están afeitando.
Él no me pregunta más y en su lugar tararea la pista de Frank Sinatra
que suena en los altavoces ocultos de la tienda. Está tranquilo hoy, la
tienda se encuentra prácticamente vacía de clientes. Ken me termina con
una toalla caliente y un poco de loción para después del afeitado. Golpea
mis mejillas y después me quita la capa.
—Listo.
—Gracias —digo, entregándole uno de cien. Lo toma y se inclina.
—No, gracias a usted, Sr. Brand. Venga a verme pronto —dice. Le 24
respondo que lo haré y salgo de la tienda.

El traje está todavía en la bolsa de la tintorería. Tuve que limpiarlo


hace unas semanas, y es el momento de sacarlo otra vez. El resto del
grupo también tiene trajes a medida en su arsenal. Una de las ventajas de
la delincuencia de clase alta. Juguetes y trajes caros. El traje está hecho a
medida y se ajusta a mí como mi propia piel. No soy vanidoso en modo
alguno, pero sé que me veo bien en él. Track dijo que iba a follarme
mientras lo llevara puesto, así que tiene que significar algo.
Me pongo el traje, usando el espejo roto de mi cuarto de baño para
asegurarme de que no hay hilos sueltos antes de colocarme los gemelos.
No son fáciles de hacer por ti mismo, pero he aprendido. Como todo, la
práctica hace al maestro.
Me giro para comprobar que ninguno de mis tatuajes está
mostrándose y le doy un repaso a mi cabello oscuro. Lo he engominado
hacia atrás, pero no tanto como para que parezca un casco. Quiero que
parezca que una mujer ha estado recientemente pasando sus manos por
él.
Mi teléfono vibra y sé que mi transporte está aquí. Cash me va a
llevar a un hotel glamuroso, donde el coche que me conducirá al evento
me recogerá. Saltarían demasiadas señales de alarma si fuera a buscarme
a mi apartamento. Sin mencionar que habría vinculado mi dirección
conmigo.
Cash silba cuando me siento delante.
—¿Estás listo, Sr. Brand? —dice, usando mi alias actual.
—Si —digo, tirando de mis mangas.
—¿Estás nervioso? —pregunta Cash mientras aleja el coche de mi
apartamento. Aún con mis manos, le doy una mirada.
—No. ¿Por qué habría de estarlo? He hecho esto cientos de veces.
—Cash simplemente sigue mirándome, así que enciendo la radio. Tengo
que luchar contra el impulso de poner las manos sobre mis oídos para
hacerlo parar. Cash baja el volumen.
25
—¿Qué coño es esa mierda? —Cambio rápidamente de emisora y
obtengo estática. Por lo menos es mejor que el inicial ataque auditivo.
—Música, imbécil. Simplemente no sabes lo que es bueno cuando lo
escuchas —dice.
—No, eso no era música. Era ruido y autoajuste. —Vuelvo a cambiar
de emisora y “Smooth” de Santana llega a través de los altavoces. Gracias
a Dios.
—Esto es música, Cash. —Abre su boca para debatir, pero decide no
hacerlo. Hemos tenido esta misma pelea desde el día que nos conocimos
hace cinco años. Ninguno de los dos va a cambiar de idea pronto.
Cash se queja de mi música por el resto del camino hacia el hotel,
pero me niego a escuchar sus estupideces.
—Estoy usando el traje. Así que yo decido la selección musical —
digo. Él simplemente sigue murmurando por lo bajo. Estaré contento
cuando me suba dentro del otro coche porque el conductor no hablará
conmigo.
—Ve por ella —dice cuando me deja cerca del hotel. Me da una
palmada en el hombro, que casi me lo disloca. Cash a veces no conoce
su propia fuerza.
—Ese es el plan —digo—. Te llamaré si algo sale mal. —Él me da un
pequeño saludo.
—¡Sí, sí Capitán! —Solo sacudo la cabeza hacia él y cierro la puerta
del coche. Me estará esperando cerca del evento como el conductor de
huida, por si acaso. Además tengo a Hardy de guardia. Para ser un
montón de imbéciles que no les gusta responder ante nadie, los chicos
trabajan realmente bien juntos.
Cinco minutos después de entrar en el vestíbulo del hotel, recibo un
mensaje de texto dejándome saber que mi coche está aquí. Reviso mi
cabello una vez más en un espejo por encima de una de las lujosas mesas
de oro del vestíbulo antes de dirigirme al coche. Elegante y negro, brilla a
la luz de la luna y tiene un motor que ronronea como una pantera.
—Buenas tardes, Sr. Brand —dice el conductor, sosteniendo la puerta
abierta para mí.
—Gracias —digo, y entro. A veces disfruto de esta parte del trabajo.
Los trajes, el champán, el brillo de todo. Pero no es real. Es todo una ilusión.
Un truco. Magia. Con suficiente dinero, puedes hacer que alguien vea lo
que quieres que vean. Abracadabra.
El viaje hacia el evento es corto, así que solo puedo disfrutar de la
comodidad de los asientos de cuero del coche por el momento. El evento
se celebrará en casa de Bart Hudson, uno de los más influyentes (y ricos) 26
magnates de negocios de alrededor. Además de tener una casa en las
afueras de la ciudad, posee residencias en Dubai, Ibiza, L.A. y otros
numerosos lugares.
He estado una vez aquí antes en otro evento, pero solo para hacer
un reconocimiento. La casa es más bien una mansión, y diseñada con la
idea del Palacio de Versalles. Un montón de piedras, estatuas y riqueza.
Solía ponerme enfermo, pero me he acostumbrado. Montar en un coche
de lujo es una cosa. Pero tener diez casas cuando solo necesitas una es
otra cosa.
Llego tarde a propósito para evitar a los fotógrafos que acampan
para conseguir fotos de los diversos políticos, herederos y herederas, y
famosos atraídos por este tipo de cosas.
Hace unos años, no habría entrado. Ahora consigo invitaciones todo
el tiempo, y las guardo. Una vez dentro, lo tienes. Doy mi (falso) nombre al
tipo de la puerta que es parte portero, y parte verificador de la lista. Él solo
asiente y una chica con un ajustado vestido dorado me ofrece una copa
de champán. Maldita sea, bebida en la puerta. Si hay una cosa que se
toman en serio, es el alcohol. Siempre fluye.
Acepto la copa y me adentro en el recibidor. Dado que es casi
verano, las puertas y ventanas se han abierto y la brisa dulce vaga desde
los jardines por ambos lados de la casa.
Mis ojos escanean la habitación, observando los candelabros
comprados en Italia, los cuadros de las paredes, las lámparas de Tiffany y
los suelos de mármol personalizados. Y luego está la gente. Reconozco
muchos rostros. Esto es el uno por ciento, y es un club relativamente
pequeño. Afortunadamente, ninguna de mis conquistas pasadas está
aquí. Lo he comprobado. A veces me encuentro con ellas, pero tienen las
manos atadas a la espalda, así que no hay nada que puedan hacerme.
No es que no lo hayan intentado. Son buenas, pero mi equipo es mejor.
Me encuentro con algunos de mis colegas de la oficina, así como
algunos clientes. Me río, bebo, hablo con los clientes, juego al golf y
coqueteo con sus esposas. Internamente, me ruedo los ojos, pero es todo
parte de lo que hago. Voy mal de tiempo.
Hago unas cuantas preguntas sobre el Sr. Beaumont, pero nadie
parece saber si ha asistido. Me desplazo de un grupo a otro, recibiendo la
misma respuesta. Su nombre está en la lista, pero no está aquí. Maldita sea.
Lo busco, pero también busco una melena pelirroja. Veo a una
mujer, pero su color es artificial y parece barato y falso a la luz. Después de
una búsqueda inútil y demasiado cotorreo, salgo para tomar aire. Los
jardines son como un laberinto y me dejo perderme en los setos y arbustos 27
por un rato mientras me tomo un poco más de champán. Una luciérnaga
revolotea enfrente de mí y me recuerda a mi infancia tratando de
capturarlas en tarros.
Tengo que sacudirme. No, ahora no es el momento de estar
pensando en el pasado. Mi pasado no existe. Esta noche soy el Sr. Brand.
—¿Qué estás haciendo aquí? —masculla una borracha voz
masculina. Me giro para encontrarme cara a cara con uno de los hombres
que había derribado recientemente. Mierda. Esto no es bueno y es la
mayor razón por la que me muevo tanto por el país.
—Hola, Sr. Chambers —digo, inclinando mi copa hacia él. No se ve
muy bien y si el jardín no estuviera iluminado, quizás nunca me habría
encontrado. Balanceándose sobre sus pies, casi se cae en un seto. Puedo
abandonarle aquí, o voy a tener que ayudar al pobre bastardo.
No me jodas.
No me apunté para esto.
Me fulmina con la mirada, sus ojos tienen dificultad para
concentrarse.
—Me jodiste, pequeña mierda. —Buena elección de palabras. Y no
lo había jodido. Se había jodido a sí mismo al pagar a los políticos para
evitar la regulación de la EPA1, entre otras cosas.
No respondo, pero se tropieza contra mí y golpea con su dedo mi
pecho.
—Vete a la mierda, hijo de puta. —Joder, le gusta esa palabra.
Alcanzo su brazo para sujetarlo, pero arremete desde lejos.
—No me toques. —Desafortunadamente, eso le hace perder el
equilibrio y se cae, derramándose resto de su bebida encima. No emite
sonido por el momento, y me pregunto si está fuera de juego, pero un
gemido emerge de su boca, así que está consciente.
¿Qué hago ahora? Miro alrededor, pero no hay nadie más en el
jardín, así que regreso a la casa y me encuentro al maestro de ceremonias,

1 EPA: agencia de protección del medio ambiente.


el Sr. Hudson, riéndose, su brazo rodea a una mujer que es lo suficiente
joven como para ser su hija. Ella no parece interesada en el procedimiento
y no se inmuta cada vez que él se ríe demasiado alto. Tú te lo buscaste,
cielo, quería decirle a la chica. Sácale el mejor provecho. Conozco al
anfitrión de varias ocasiones y estoy en términos amistosos con él, así que
no me siento incomodo de ir hacía él e interrumpir su conversación.
—Siento interrumpir pero, ¿puedo hablar contigo un momento? —Le 28
doy al Sr. Hudson una mirada significativa y él intenta zafarse y se inclina
hacia mí.
—Solo quería que supieras que Donald Chambers está en el jardín.
Creo que ha tomado demasiado y debe ser acompañado a casa. —
Mantengo la voz baja. El Sr. Hudson asiente y me da una palmada en el
hombro.
—Gracias por hacérmelo saber —dice antes de hacer un gesto a
alguien del servicio, que es más que un simple servidor. El Sr. Hudson vive
acorde a mis regla de “No puedes ser nunca demasiado descuidado.”
Tengo que respetar eso. Por lo que sé, el dinero es todo de fiar, una parte
heredada de sus abuelos que lo consiguieron durante el boom de la vía
férrea, creció con su padre, y ahora con él, quien tiene sus manos en la
abundancia tecnológica y el transporte. Su vida personal aparte (ya va
por la esposa número cuatro), parece una persona autentica. Lo que ves
es lo que obtienes.
No me quedo para ver si el Sr. Chamber es atendido.
Claramente, ella no está aquí, y su padre tampoco. Hago un último
barrido, evitando la zona del jardín, y decido que es hora de irme. Voy a
tener que atraparla la próxima vez. Además, no fue una noche totalmente
desaprovechada. Había detectado algunos objetivos potenciales. ¿Quién
no aprecia el nuevo dinero? Envío sus nombres a Cash para empezar a
reunir información y me dirijo fuera a esperar a mi coche.
Así de lejos, fuera de la ciudad, se pueden ver las estrellas. Me quedo
mirándolas, deseando tener un cigarro. Lo dejé el año pasado, pero en
momentos como este tengo el deseo de fumarme uno otra vez. Echo un
vistazo hacia atrás a la brillante casa mientras las carcajadas educadas
seguidas del flujo del tintineo de copas me recorren. Cierro los ojos y me
vuelvo a girar. Este no es mi mundo.
4 Traducido por Mel Wentworth & Julie
29
Corregido por Anna Karol

Pasan dos semanas antes de que surja otro evento en el que Saige y
su padre están en la lista. Esta vez es una cena de caridad, donde los
platos cuestan diez mil dólares cada uno. Afortunadamente, tengo los
fondos a mi disposición.
—¿Crees que estará ahí esta vez? —dice Cash mientras me pongo
uno de mis trajes. No es tan lindo como el Brioni, pero me queda bien y es
de un color que tiende al azul más que al negro. Me hace resaltar, y Track
dice que hace que destaquen los destellos azules en mis ojos. Lo que sea
que eso signifique.
Me ajusto la corbata y compruebo de nuevo mi cabello. Por alguna
razón, estoy un poco nervioso. Me siento… poco preparado.
—Con suerte. Si no, entonces tendré que intentar algo más. —Tengo
muchas opciones. Esta simplemente es la más sencilla y potencialmente
menos desorganizada.
Esta vez Track está en guardia, y ya le escribí un mensaje para
hacerle saber que todos los sistemas se encuentran bien. El evento se
realiza en uno de los más lujosos hoteles de la ciudad. Considero conseguir
una habitación para pasar la noche, pero decido que no vale la pena
escuchar las quejas de los chicos si lo hago.
Cash me deja y es lo mismo de siempre. Sólo que no lo es. Algo sigue
picando en la parte trasera de mi cuello. Como si me observaran. Siempre
confío en mis instintos, así que echo un vistazo alrededor, como si buscara
algo, o simplemente inspeccionara la calle. Nada.
Al menos nada que pueda ver con los ojos.
La sensación no desaparece, ni siquiera cuando entro y la esposa
del anfitrión me recibe con entusiasmo. Me jala contra su recientemente
mejorado pecho y me da un beso en la mejilla. Es imposible decir qué
edad tiene porque su piel ha sido levantada demasiadas veces. Bien
podría ser una muñeca sexual de silicona.
Después de escapar, agarro un trago y serpenteo entre la multitud,
saludando y hablando trivialidades. Las mesas tienen etiquetas, por lo que
busco la mía y luego la del Sr. Beaumont. Se encuentran en los extremos de
la habitación, pero con un simple intercambio, estoy sentando junto a él.
Beaumont es elusivo de nuevo. Busco por un tiempo, pero entonces
las cosas dan inicio, así que regreso a mi silla. El maestro de ceremonias
sube al escenario (un comediante arrastrado convertido en anfitrión) y nos 30
ordena que tomemos nuestros asientos. Me hundo en el mío,
presentándome con la mujer sentada a mi izquierda que, al menos, tiene
ochenta años, pero posee una sonrisa amable mientras me sacude la
mano. Ella y su esposo se sostienen las manos sobre la mesa, y él le sigue
sonriendo. Eso justo ahí, es amor puro. Me preguntan si tengo esposa, les
devuelvo la expresión y les digo que todavía no he conocido a la mujer
indicada. Eso abre un torrente de consejos de matrimonio y citas.
No me molesto en decirles que el tipo de historia de amor que ellos
tienen nos es para personas como yo. Pero los complazco y escucho,
manteniendo parte de mi atención en el asiento que sigue vacío a mi
lado. Los meseros se acercan y empiezan a tomar las órdenes de bebidas.
Pido agua, incluso aunque quiero algo mucho más fuerte. Necesito tener
la mente afilada.
Finalmente, justo cuando anuncian el primer plato, el Sr. Beaumont
se desliza en su asiento, sin su esposa e hija. Maldición. Pero no es una
pérdida total. Todavía puedo hacer algo de esta noche.
—Sr. Beaumont, es agradable volver a verlo —digo, extendiendo la
mano y sonriéndole—. No sabía que era un admirador de la filantropía. —
Por supuesto que esto es una mentira, pero rueda de mi lengua con
facilidad. Cuanto más mientes, más fácil se hace. Créeme.
—Ah, Sr. Brand, es bueno verlo también. Y podría decir lo mismo. He
apoyado esta organización por muchos años. —Eso también es verdad,
pero no quiero que sepa cuánto sé sobre él.
—Bueno —digo mientras el mesero regresa con mi agua y el resto de
las bebidas para la mesa—, no puedo negarme a una causa que vale la
pena. —Hoy es el SIDA en África. Una causa tan valedera como
cualquiera, y estoy más que dispuesto a pagar el dinero por el plato. Es
una situación donde todos ganan. Si tan sólo Saige estuviera aquí, habría
sido un home run2. Pero como dice la canción, no siempre puedes tener lo
que quieres.

2Analogía al béisbol. Cuando el bateador golpea exitosamente para anotar una carrera,
haciendo un circuito sin parar en las bases.
Beaumont y yo conversamos y la pareja junto a mí se une a la
conversación. Todo es información respetuosa y superficial. Estoy
buscando una apertura para ver si puedo preguntarle por la hija.
A mitad del tercer plato de langosta bisque, saca el teléfono y le
frunce el ceño antes de guardarlo sin responder.
—¿Pasa algo? —digo, intentando lucir desinteresado.
31
—Nada. Sólo mí hija siendo ella misma. Sé que debería ser más firme
con ella, pero es mi única hija. —Jadea un pesado suspiro y maldigo
mentalmente. Si le está escribiendo, entonces probablemente significa que
no vendrá esta noche. Bandazo y fallo. De nuevo.
—¿Qué edad tiene? —pregunto, aunque lo sé. Incluso su fecha de
nacimiento.
—Veinte. Pero no siempre actúa como si los tuviera. —Sacude la
cabeza como un padre que ha sufrido mucho para que el hombre frente
a él se compadezca. Aparentemente él y su esposa tienen cuatro hijas
(todas mayores, obviamente). Me siento y escucho, esperando mi turno. El
comediante en el escenario sigue hablando, pero pocas personas están
escuchándolo.
—¿Tiene algún hijo, Sr. Brand? —dice Beaumont. Niego con la
cabeza.
—No, no tengo. —No doy más detalles—. Entonces, ¿cuál es el
problema con la suya? —No me importa husmear para conseguir la
información que quiero. En realidad, tampoco me importa hacer lo que
sea para conseguir lo que quiero.
—Es la rebeldía típica. Creí que lo había superado en sus años de
adolescente, pero parece que eso fue sólo el principio. —Lleva la mirada
hacia el techo, como si le rogara a Dios. O lo maldijera.
—Bueno, no puedo ofrecer ningún consejo en ese frente. Pero estoy
seguro de que entrará en razón —digo, terminando la sopa. Estoy
comiendo malditamente bien esta noche. Hay veinte platillos, pero todos
son microscópicos, lo cual es la razón por la que necesitas tanto para una
comida completa. Nunca entenderé por qué la gente adinerada come
platillos tan pequeños. Creerías que es lo contrario.
—¿Es muy tarde para enviarla a la escuela militar? —dice con una
risita. Es la primera vez que lo oigo hacer algún tipo de broma.
—¿Está en la universidad, o trabaja? —pregunto. Sin embargo es otro
dato que ya sé.
—Quiere hacer un montón de cosas, pero parece que nunca puede
decidirse. Un minuto quiere ser diseñadora de moda y al siguiente quiere
ser trabajadora social. Ahora mismo está estudiando Historia del Arte y
Restauración. —Sacude la cabeza como si bien pudiera estar estudiando
para ser bailarina de tubo profesional. Para la mayoría de los padres, la
historia del arte podría no ser tan mala, pero para este hombre, es una
deshonra.
—¿Y qué le gustaría que hiciera? —Llega el cuarto plato: Vieiras con
ajo y limón. Tres jodidas vieiras. Eso es todo. 32
Tuve que practicar mis modales en la mesa por mucho tiempo antes
de empezar a asistir a este tipo de eventos. Sé cuál tenedor es el de las
ensaladas, qué platillo viene y cómo pedir casi ningún tipo de bebida.
Todo es parte del trabajo. Tengo que aparentar que he estado haciendo
esto toda mi vida, en lugar de sólo unos pocos años. Tengo que hacer que
parezca que no me esfuerzo.
Beaumont se ríe y abre una vieira con el tenedor, cortándola a la
mitad y luego llevándosela a la boca.
—Oh, no estoy seguro. Es inteligente, y ese es el problema en parte.
Sería mucho más fácil si no fuera tan avispada y yo pudiera empujarla a un
puesto medio en mi compañía. Darle una oficina y algunas tareas para
hacer y eso sería todo. Pero, por desgracia, mi hija quiere más. —Se ríe y yo
como una de la vieiras tan delicadamente como puedo. Están deliciosas y
quiero devorarlas. Debería haber comido más antes de venir.
—Estoy seguro que se estabilizará. Todavía es joven. —Eso hace que
Beaumont vuelva a reírse.
—Y tú también —dice. No me siento joven. Nunca me he sentido así.
Recuerdo observar a otros chicos jugar y envidiarlos. Pero la vida con
frecuencia reparte manos de mierda y yo tuve una bastante mala. De
igual forma, me ha hecho quien soy ahora y es por eso que estoy casi
agradecido.
Beaumont habla conmigo un poco más sobre su hija, su esposa y su
yate. He tenido cientos de conversaciones como esta, así que soy capaz
de desconectarme de la mayoría y escanear el resto de la habitación.
Siempre soy cuidadoso, siempre esperando una emboscada, o alguien
que se dé cuenta de algo. Hasta ahora, he podido salirme con la mía en
todo lo que he hecho, pero esa suerte sólo puede durar por un tiempo. No
tengo el delirio suficiente como para creer que puedo ser más listo que
todos. Seguro, tengo un equipo detrás de mí, pero tarde o temprano, mi
suerte se acabará.
He vagado demasiado y Beaumont me hizo una pregunta.
—Lo siento, me distraje por un momento —digo.
—¿Has visto algo que te guste? —pregunta con un guiño, señalando
hacia una mujer regresando a su mesa del baño. No la miraba a ella, pero
le sigo el juego. Quizás sea unos años mayor que yo y lleva tanta joyería
que podría hundirse si se cae a la fuente.
—Te puedo presentar si quieres —dice. No quiero que piense que
estoy muy interesado en esta mujer. Voy a necesitar su aprobación si
planeo avanzar con Saige. 33
—Gracias, pero no. Mi interés está en otro lado. —Levanta una ceja y
me doy cuenta que cometí un error. Ahora piensa que soy gay.
Definitivamente no quiero que piense eso.
»Lo que pretendía decir es estoy interesado en una mujer muy
particular y no la veo en esta habitación esta noche —digo, y se relaja.
Encuentro un poco gracioso que ha estado casi amenazado por la idea
de que pudiera ser gay. Si tan sólo supiera cuántos de sus camaradas
juegan para ese equipo, entonces podría no ser tan rápido en juzgar.
—Interesante —dice lentamente y empieza a sonreír—. Y, ¿estarías
dispuesto, tal vez, a compartir qué tipo de mujer te interesaría? —No quiero
llevar esto demasiado lejos ahora, así que decido retroceder.
—Tal vez en otra oportunidad —digo, y entonces me excuso para ir
al baño. No voy a usarlo, pero necesito reportarme con Cash.
Normalmente le escribo mensajes periódicamente con noticias, pero he
estado muy ocupado en la conversación con Beaumont, construyendo
terreno de trabajo. Mi siguiente paso es, de alguna forma, conocer a la
chica. Encantarla. Seducirla. Hacer que se enamore de mí y luego usarla
para conseguir la información que necesito. Espero que sea un desafío. Me
vendría bien uno.
Me dirijo al urinario y le envío un mensaje rápido a Cash diciéndole
que todo está bien y marcha tal como lo necesito. Es una pena que Saige
no esté aquí, pero en base a lo que me dijo Beaumont en la cena, puedo
adivinar que ella trata de evitar generalmente eventos como este.
El postre llega en forma de pastelitos diminutos que no son más que
un bocado. Termino tan rápido como puedo y le deseo buenas noches a
Beaumont.
—Nos vemos el próximo jueves —dice, recordándome nuestra
próxima reunión. Sacudo su mano y me despido, enviándole un mensaje a
Cash de que estoy saliendo.
Paso entre la fila de coches con conductores expectantes y
encuentro el mío. Se apresuran a abrirme la puerta y me deslizo en el
asiento trasero, haciendo que el cuero chirríe un poco cuando me muevo.
El conductor entra y le digo que me lleve de regreso al hotel.
34
—Así que ella no estaba allí, ¿eh? —pregunta Cash cuando me
recoge en el hotel. Suspiro mientras me aflojo la corbata y desabrocho el
primer botón de mi camisa. Me siento acalorado por alguna razón.
—No. Creo que voy a tener que probar algo diferente. ¿Crees que
puedes hackear su teléfono y hacer un seguimiento? —Esto es más o
menos una pregunta retórica. Cash resopla.
—¿Es una maldita broma? ¿Por qué no me das un reto? —Ya
estamos siguiendo el teléfono de Beaumont, pero no tenía la intención de
comenzar con la hija hasta que hubiera tenido el primer contacto.
»De hecho, tal vez ya empecé a rastrearlo —dice, sosteniendo su
teléfono para luego entregármelo. Hay un puntito verde no muy lejos de
nosotros.
—¿Quieres comprobarlo? —pregunta. Debería... pero esta noche no.
Todo lo que quiero es sacarme este traje y borrar la noche.
—¿Estás bien? —cuestiona, sintiendo que hay una razón por la que
estoy en silencio.
—Sí. Sólo cansado por alguna razón.
—¿Quieres quedarte en mi casa? —Niego con la cabeza. Solo
quiero ir a casa con Leo y tomar unas cervezas para borrar de mi boca el
sabor del caro champán antes de irme a la cama—. Como quieras —dice.
A pocas cuadras de mi casa, Cash se detiene para que pueda ir
atrás y cambiarme de ropa. No es fácil cambiarse un traje en el asiento
trasero de un coche, pero me las arreglo.
Una vez que tengo puesta mi ropa normal y mi capucha, me siento...
yo mismo. Como si me deshiciera de un disfraz. Soy un actor, interpretando
un papel. Lástima que nunca obtendré una de esas estatuas de oro por mi
trabajo.
—¿Estás bien? —pregunta Cash mientras doblo el traje en el asiento
trasero.
—Sí.
—De acuerdo, entonces. ¿Nos vemos el martes? —Asiento de nuevo
y salgo. Todavía tengo un largo camino por andar, pero eso está más que
bien. Con cada paso, me vuelvo más Sylas Carter y menos Quinn Brand.
Nunca admitiré lo mucho que este trabajo se mete con mi cabeza.
Trato de no dejar que me afecte, pero lo hace. Meto las manos en los
bolsillos mientras camino y mantengo la cabeza gacha. La mayoría de la
gente se encuentra en sus casas, ya sea en la cama o disfrutando del 35
resplandor de sus televisores.
—Hola, Leo —digo cuando abro la puerta. Pone sus dos patas sobre
mis piernas y maúlla como si no lo hubiese alimentado en días. Reviso su
tazón y sigue estando casi lleno, pero pongo un poco más en la parte
superior para satisfacerlo.
—Pequeño bastardo codicioso —le digo mientras asoma la cabeza
de la taza y masca con mucho ruido.
Lo primero que hago es ir a la nevera y tomar una cerveza. Lo que
realmente quiero es una hamburguesa con queso, pero eso me exigiría
caminar para conseguirla y no quiero salir de nuevo de la casa. Así que
busco algo que pueda meter en el microondas y espero que eso me llene
donde la cena de lujo no lo hizo.
El horno pita y me dirijo a abrirlo, pero vibra mi teléfono y cambio de
dirección para buscarlo. Tal vez Cash tiene una actualización sobre el
paradero de Saige.
Miro la pantalla y frunzo el ceño. Es un mensaje de texto, pero no de
Cash. No es de ninguno de mis amigos. El número está bloqueado.
¿Te divertiste?
No puedo evitar la punzada de malestar que se desliza por mi espina
dorsal. Estoy condicionado a sospechar de todo y de todos.
Pero entonces se activa la parte más racional de mi cerebro y me
imagino que es solo un número equivocado. Hay un montón de gente con
números bloqueados por cualquier razón. Y puesto que los números de los
teléfonos desechables cambian constantemente, ese es probablemente el
caso.
El microondas emite otro sonido para recordarme que mi comida
sigue dentro. Dejo el teléfono y voy a ocuparme de eso.
Simplemente ignoraré el mensaje. Esa persona seguro averiguará
que tiene un número equivocado y será todo.
Y luego me llega otro.
Parecía aburrido esta noche, señor Brand. ¿Los filetes no van
contigo?
Me he preparado a mí mismo para no entrar en pánico. En mi línea
de trabajo, el pánico puede matarte. Así que me siento y pienso por un
momento. Sé que debo deshacerme del teléfono. Alguien encontró mi
número y me siguió al evento. Voy a la caja fuerte debajo de mi cama, la
desbloqueo y saco mi móvil de respaldo. 36
El nuevo teléfono suena tan pronto como le envío un mensaje de
texto a Cash para contarle sobre el número bloqueado.
—¿Qué quieres decir con que tienes un mensaje de un número
bloqueado? ¿Cómo diablos alguien hackeó el teléfono? —Ruedo los ojos.
—Del mismo modo en que tú hackeas los teléfonos.
Él balbucea por un momento.
—Sí, bueno, ese soy yo.
—Hay una gran cantidad de personas que pueden hackear
teléfonos —le digo.
—Está bien, está bien. Voy para allá. Quiero ir a revisarlo y averiguar
quién lo hizo. Porque voy a averiguarlo. —Supongo que no me iré a la
cama temprano.
—Claro que sí —le digo y luego cuelgo.
Cash aparece justo cuando me llega un tercer mensaje.
No vas a salirte con la tuya, ya sabes.
Le entrego el teléfono y comienza a trabajar en él, presionando
botones y consiguiendo unas pocas arrugas en la frente. Agarro una
cerveza y se la entrego sin decir nada. Sé que no debo molestarlo cuando
está concentrando.
—Eh —dice, entrecerrando los ojos hacia la cosa. Luego saca su
ordenador portátil y conecta el teléfono. Leo sale para inquirir y Cash tiene
que alejarlo continuamente del teclado.
—Eh —dice otra vez y no puedo soportarlo más.
—¿Qué? —le digo, bajando mi cerveza con demasiada fuerza. Cash
todavía no ha tocado la suya.
—Nada. Solo tengo que intentar algo más. No te preocupes, yo me
encargo de esto. —Pero ya no parece tan confiado. Cash siempre es
optimista, pero a veces cuando no lo es tanto, eso señala fatalidad. Nos
estamos moviendo hacia la perdición.
Empiezo a pensar nombres de quienes podrían ser. Tengo una larga
lista de enemigos, y a la mayoría los tengo controlados, pero de vez en
cuando uno de ellos se pone estúpido y trata de amenazarme. Al igual
que el señor Chambers. Es una posibilidad. Pero habría tenido que
contratar a alguien para hacerlo, porque definitivamente no es el cuchillo
más afilado en el cajón. Para nada.
—¡Maldita sea! —grita, golpeando la mesa de centro con la mano y 37
asustando a Leo, que corre y se esconde debajo del sofá.
—¿Nada? —pregunto.
—No. Esto es una mierda seria. Pero puedo descifrarlo. Sé que
puedo. —Suena como si estuviera derrotado, lo que es una mala noticia.
No hay mucho que supere a Cash.
—Escucha, ya es tarde. Tal vez deberías dejarlo e intentarlo de nuevo
por la mañana. —Sacude la cabeza y golpea la mesa de nuevo. Si lo hace
un par de veces más, mi mesa quedará reducida a aserrín.
—No, no, puedo hacer esto. Si es que... —Empieza a murmurar todo
tipo de palabrerías tecnológicas para sí mismo y sé que lo he perdido.
—Bueno, estoy agotado —le expreso y me dirijo a la cama. Ni
siquiera digo buenas noches.

No puedo dormir mucho. Mi apartamento tiene paredes delgadas,


así que oí a la pareja que vive junto a mí tener sexo duro. Podría haber
dormido a pesar de eso, pero las tantas maldiciones de Cash me hacían
querer ponerme tapones en los oídos.
Me despierto a la mañana siguiente, cuando Leo me pincha el ojo
con su pata. Cash se ha ido. La única evidencia de que estuvo aquí, son
unas cuantas botellas de cerveza vacías en el fregadero.
El teléfono también ha desaparecido, y espero que esté haciendo
algunos progresos con él. Necesito saber quién tiene mi número para
poder hacerle una pequeña visita y recordarle quién tiene el sartén por el
mango.
Tomo un poco de café para despertarme y luego una ducha antes
de vestirme y decidir salir de la ciudad por un rato. Necesito ver a alguien.
5 Traducido por Beluu
38
Corregido por Laurita PI

Tomo el autobús hasta el estacionamiento donde dejo mi auto. Solo


lo conduzco cuando voy a ver a Lizzy. Trato de visitarla por lo menos un par
de veces al mes, pero no consigo verla tanto como me gustaría.
El camino hasta el hogar toma cerca de dos horas. La mantendría
más cerca, pero de nuevo, sería un riesgo.
Estaciono en el aparcamiento de visitantes y me dirijo al escritorio del
frente para registrarme.
—No te vemos desde hace algún tiempo, Quinn —dice la enfermera
en el escritorio. También me conocen por mi alias.
—Trabajo, ¿sabes? —digo con una sonrisa fácil. Me sonríe en
respuesta, un hoyuelo en su mejilla izquierda. Es bonita y joven, viste
sudaderas con personajes de caricaturas, y su corto cabello castaño se
encuentra peinado en una coleta. No durará mucho aquí. Este lugar la
masticará y la escupirá como a un pedazo de goma de mascar que
pierde el sabor demasiado rápido.
—¿Cómo está hoy? —pregunto mientras me guía por el pasillo.
—Estamos teniendo un buen día —rechina la enfermera, su sonrisa un
poco demasiado forzada—. Elegiste un buen momento para venir, recién
termina de almorzar. Hoy había pudín de chocolate. —Eso me hace
sonreír. Lizzy ama el chocolate.
La enfermera, cuyo nombre es Jaime, abre la puerta de la
habitación de Lizzy y le anuncia que tiene visitas.
Entro y ella se da vuelta, su rostro enojado al principio, como si la
interrumpiéramos. Se halla sentada en la cama mirando una caricatura
ruidosa en la televisión. Pero en el momento en que ve mi cara, sale de la
cama, arrojándose a mis brazos.
—¡Hermano! —dice en mi oído mientras me abraza.
—Hermana —digo mientras le devuelvo el abrazo y Jaime sale de la
habitación y cierra la puerta.
Lizzy se aleja de mí, pero toma mi mano y me lleva hasta la cama.
Me siento a su lado y me sonríe.
—Lamento haber tardado tanto en venir —digo mientras se entierra
en mi pecho y pongo mi brazo a su alrededor.
—Está bien. Sabía que vendrías. Siempre vienes. —Suspira y acaricio
su cabello.
39
—Entonces, ¿qué has estado haciendo? ¿Metiéndote en todo tipo
de problemas? —Ríe y sacude su cabeza.
—No. —Comienza a hablar sobre la obra que ella y otros residentes
preparan, y me pide que la ayude a aprenderse sus líneas.
—Tengo que practicar un montón —dice, sus grandes ojos serios.
Incluso aunque somos hermanos, casi no nos parecemos en nada. Es seis
años menor, pero me siento como si fuera su padre de muchas maneras.
Lizzy es rubia, pequeña y tiene los ojos azules más grandes que haya
visto. Cuando los miras, lo que ves es pura inocencia. Es una de las únicas
personas en el mundo que me conoce. Al verdadero yo.
Lizzy trae el guión de la obra y comienza a recitar sus líneas con
dramático talento. Es una natural definitivamente, pero no puedo evitar reír
mientras camina por la habitación, diciendo cada palabra a la
perfección.
—No necesitas practicar, Lizzy Bizzy. Lo haces perfecto —digo
cuando terminamos y ella hace una reverencia. Le aplaudo y vuelve a la
cama.
—¿De verdad? —pregunta.
—De verdad —digo, besando su frente.

Me quedo con Lizzy por un par de horas. Me cuenta que tiene un


novio, pero se rehúsa a decirme su nombre. Bromeo y le hago cosquillas en
los pies, justo como debería ser. Cuando mi madre murió, quería llevarme a
Lizzy a vivir conmigo. Pero ya estaba metido profundamente en mi trabajo
y no podía ponerla en peligro. Debería tenerla en algún lugar todavía más
alejado, pero eso no era una opción. Este es uno de los mejores hogares
de la costa este, y ama estar aquí. Tiene amigos, hace ejercicio y su
habitación es alegre y está llena de su arte. Es la mejor solución que puedo
manejar.
—Extraño a mamá —dice mientras miramos una de sus películas
favoritas.
—Lo sé, Lizzy. También la extraño. —La abrazo con fuerza.
—¿Por qué murió? —susurra la última palabra. Sé que se siente 40
asustada.
Podría decirle que fue culpa de algunos hombres malos, pero no lo
hago. Le digo que no lo sé.
—¿Te sientes triste, hermano? —dice, levantando la mano y
pretendiendo limpiar las lágrimas de mis ojos. Solo he llorado delante de
ella una vez, pero también hizo esto en ese momento.
—No, nunca me siento triste cuando estoy contigo —digo, sonriendo
y arrugando mi nariz. Me voltea lo ojos y luego su mente deriva a otra cosa.
En algún momento, se queda dormida, y mi teléfono suena con una
llamada entrante de Cash. Me libero de los brazos de Lizzy y me dirijo al
baño para tomar la llamada.
—¿Qué conseguiste? —pregunto.
—¿Por qué susurras? —dice, sin responder mi pregunta.
—No importa. ¿Pudiste rastrear el teléfono? —digo en voz baja. No
quiero que sepa dónde estoy. No le hablo sobre Lizzy a nadie. Ni siquiera a
Cash.
—Jódeme, pero no. Simplemente voy a destruir la maldita cosa y
esperar que no suceda de nuevo. Podríamos necesitar cambiar a las
palomas mensajeras. Supongo que la moraleja de la historia es que
tenemos que estar alerta. Siempre. —Malas noticias. No me gustaba
enterarme de que había algo que Cash no podía rastrear o descifrar. Él
había aprendido completamente solo, pero tenía una red de otros amigos
hackers.
—¿Crees que es algo que quizás puedas tercerizar? —Este es un
último recurso.
—Podría. ¿Estás seguro de que quieres hacer eso? —Esta es una
decisión de la que no se puede dar marcha atrás.
—No. Esperemos que sea una cosa de una sola vez, pero si sucede
de nuevo intentaremos con eso. Escucha, me encuentro a la mitad de
algo, así que me tengo que ir. —Si una de esas enfermeras entrase en este
momento, no sería el mejor escenario.
—Claro, claro. Está bien, sólo quería avisarte. Hazme saber si algo
más sucede. —Digo que voy a cortar. Lizzy todavía se halla dormida
cuando salgo del baño, así que me siento en la silla reclinable al lado de su
cama y espero. No quiero irme mientras está dormida. La película que
puso es ruidosa y brillante, así que la saco y cambio a un canal más
tranquilo.
Reviso los eventos de la noche pasada, buscando cualquier cosa 41
que pudiera haber pasado por alto. Lizzy se remueve en sueños y murmura
algo.
Quizás me estoy enfrentando a Beaumont demasiado. Pero es muy
tarde para retirarme ahora. La primera foto que vi de Saige pasa por mi
mente. Tengo que investigarla un poco. Ese rastreador que le puso Cash
será útil.
Esta noche voy a estudiar sus costumbres y me amoldaré con
precisión a lo que ella quiere. Otro disfraz.
Pero por ahora, me siento contento de estar con Lizzy.

—Entonces, ella concurre a este bar un montón. Se llama Bruce’s.


También tiene un par de amigos con los que se junta, y luego, lo común.
Tiendas de café, librerías, ese tipo de cosas. Nada fuera de lo normal —
dice Cash, más tarde esa noche cuando le pido que junte toda la
información que consiguió del teléfono de Saige.
—¿Qué hay de afuera de la ciudad?
—Solo la playa un par de veces. Bastante aburrido. No debería ser un
desafío.
—¿Y sus amigos?
—También te enviaré su información. La mayoría son de su nivel,
excepto por uno o dos. Al parecer, es bastante popular. —Eso tiene
sentido.
—Gracias, Cash. —Tengo trabajo por delante esta noche. Cortamos
y voy a mi computadora para ver lo que Cash envió sobre los amigos de
Saige. Todas son hijas de los amigos de su padre, a excepción de Lauren
“Lo” Hobbes. No está claro cómo se conocieron, pero Saige visita su
apartamento, que no se encuentra lejos del mío, con bastante frecuencia.
Quizás debería poner un rastreador en el teléfono de Lo también.
Le gusta ir al bar los fines de semana, que será mi mejor oportunidad
de hacer contacto.
Voy a la cama temprano y Leo se acerca para acurrucarse contra
mi pecho. Mis pensamientos vuelven a mi familia inevitablemente. Por lo
42
general, siento un poco de culpa luego de dejar a Lizzy, y hoy no es la
excepción. Soy el único que se preocupa por ella desde que corté los lazos
con toda mi familia años atrás. En parte fue para mantenerlos a salvo, y en
parte porque no los necesitaba en mi vida. La familia de mi padre se
resistió un poco más, pero con el tiempo pararon de intentar ponerse en
contacto conmigo. Y desde que vivo bajo un nombre falso, mi verdadero
nombre es casi imposible de encontrar, de cualquier manera.
También pienso sobre Saige. ¿Qué tipo de chico le gustará?
¿Encantador? ¿U oscuro y pensativo? No lo sabré hasta que haya pasado
aunque sea un ratito con ella. Quizás debería seguirla un poco y ver.

Como sucede de vez en cuando, las pilas de mi trabajo legal crecen


y no consigo la oportunidad de seguir a Saige en los días siguientes. En su
lugar, paso mis tardes en la oficina.
El jueves me reúno con Beaumont. Es tan cordial e indiferente como
siempre. Soy bueno leyendo a las personas, pero él es uno de esos que
tiene un montón de cosas sucediendo bajo la fachada de calma. Tendré
que jugar mis cartas con cuidado y considerar cada movimiento antes de
realizarlo.
Luego de que termino de decirle cómo le está yendo a su dinero y lo
que he planeado para el futuro, caemos en una conversación normal.
Decido no tocar el tema de Saige. No quiero que sepa cuán interesado
me siento.
—¿Juega al golf, señor Brand? —No me gusta, pero lo hago. Todo es
parte del trabajo.
—Juego mi parte justa —digo con una sonrisa.
—Deberías venir a mi club alguna vez. Son bastante discretos. Estoy
seguro de que podría hacerte entrar sin problemas. —De vez en cuando
voy a jugar con mis clientes legítimos para mantener las apariencias, pero
nunca juego con los ilegítimos. Lo mejor es no hacer apariciones públicas
con ellos.
—Lo consideraré —le digo. Me dice qué club es y, por supuesto, es
uno de los más exclusivos. Tan exclusivo que no dejan entrar a las mujeres.
—Bueno, probablemente debería volver a trabajar. Hacer un poco
43
más de dinero para poder enviártelo. —Sonríe de nuevo y sacudimos
nuestras manos. Presiono el botón del intercomunicador y Grace se acerca
para escoltarlo hacia la salida mientras me recuesto en mi silla. Siento un
dolor de cabeza construyéndose detrás de mis ojos.
Tomo dos pastillas de mi escritorio y las trago con un poco de café
frío. Me hace encogerme, pero con suerte funcionará. Cierro mis ojos y
masajeo mi sien por un momento, pero luego la voz de Grace llega desde
el intercomunicador.
—Su siguiente reunión está aquí, señor Brand. —Tomo una respiración
profunda antes de presionar el botón.
—Hazlo pasar.

A la migraña no parecen afectarle las pastillas, y le digo a Grace


que cancele mis reuniones de la tarde y que me voy a casa.
Tomo un taxi y para el momento en que llegamos a mi apartamento,
apenas llego a acurrucarme en la cama. Leo se encuentra allí, maullando
como si supiera que algo malo me sucede y quisiera ayudar.
—Estaré bien —digo, e incluso esas dos palabras hacen que mi
cabeza duela. Me toma toda la fuerza que tengo levantarme, cerrar las
cortinas y volver a la cama. Cierro mis ojos y me acuesto sobre mi espalda,
tan quieto como puedo. Ahora solo tengo que esperar a que se pase.
Me debo haber quedado dormido, porque mi teléfono comienza a
sonar frenéticamente. Abro mis ojos y lo busco con la mano. La migraña
está disminuyendo, pero solo parcialmente. Unas pocas horas más y se
habrá ido por completo.
Mierda. Me perdí la reunión. Le envié un mensaje a todos más
temprano diciendo que quizás no llegaba, pero igual están haciendo que
mi teléfono explote con los mensajes. Tengo al menos tres de cada uno de 44
ellos. Le envío uno a Cash diciéndole que sigan sin mí, que me pondré al
día con él mañana.
Con lentitud, me levanto y arrastro los pies hasta el baño por un vaso
de agua. Lo tomo entero y luego me arrastro hasta la cocina y alimento a
Leo. Si no lo hago, es seguro que empezará a maullar y mi cabeza no
puede soportar eso en este momento.
Luego de que está alimentado, tomo otro vaso de agua y vuelvo a
la cama.
Pero no antes de recibir un mensaje de un número bloqueado.
Buen intento. Pero soy más inteligente.
6 Traducido por Sandry
45
Corregido por Alessandra Wilde

Aprieto mis dientes. Es como si el hacker anónimo se estuviera


burlando de mí. Pateándome cuando estoy derribada. Me arrastro fuera
de la cama y agarro otro teléfono prepago de mi escondite. Esta persona
nos está haciendo pasar por un montón de jodidos teléfonos. Lo bueno es
que tenemos dinero para esto, pero mierda. Está empezando a
cabrearme de verdad.
—¿Cash? Tengo otro mensaje. No puedo llegar allí, así que haz que
los chicos vengan aquí. —Solo he hecho esto un par de veces, y ellos
saben cómo escalonar su llegada para no parecer sospechosos.
—Estaremos justo allí —dice y luego cuelga. Aún con dolor, voy a la
nevera y miro para asegurarme de que tengo suficiente cerveza. Por lo
general, al menos uno de ellos traerá algo, para dar la apariencia de que
solo estamos viendo el fútbol o algo así. También llevan camisetas de los
Patriots para ocultar el engaño. La mayoría de la gente está tan
involucrada con su propia mierda que no se dan cuenta de lo que alguien
más se encuentra haciendo. Pero de todos modos. Nunca se puede ser
demasiado cuidadoso. Nunca.
Cash es el primero en llegar y va de inmediato por el teléfono. Me he
situado en el sillón reclinable con otro vaso de agua. El dolor de cabeza se
ha reducido a un nivel manejable, pero si Cash no puede averiguar quién
es este hacker, podría volver con una venganza. Hardy llega en segundo
lugar con una caja de Bud Light, seguido por Row y luego por Track.
—¿Estás bien? —pregunta Track mientras toma su lugar en el sofá y
se gira hacia la televisión, cambiando al canal de ESPN y subiendo el
volumen para que así podamos hablar libremente. Ya revisé mi
apartamento en busca de micrófonos ocultos, algo que todos hacemos
con regularidad.
—Sí, solo tengo dolor de cabeza —digo y luego le doy un pulgar
hacia arriba.
—¡Oh, vamos! —le grita Baz a la televisión. Le doy una mirada gélida
y señala en la pantalla.
—¿Viste eso? Jodidamente ridículo. —Sigo mirándole flagrantemente
y Baz murmura algo en voz baja que no me molesté en pedirle que lo
repita. Cash levanta su mano.
—¿Puedes hacer el favor de cerrar la boca de una puta vez? Estoy
tratando de concentrarme aquí. —Baz resopla, pero mantiene la boca
cerrada.
46
Cierro mis ojos y me reclino hacia atrás en la silla a medida que Roe,
Track, Hardy y Baz hacen circular la cerveza y discuten sobre quién podría
ser el hacker potencial. Row comienza a aceptar apuestas. Abro mis ojos y
chasqueo los dedos.
—¿De verdad están haciendo eso ahora? —digo. Normalmente,
dejaría que se divirtiesen, pero mi paciencia es fina esta noche.
Todos me miran como si yo fuera un maldito aguafiestas.
—Está bien, hagan lo que demonios quieran. —Cierro mis ojos otra
vez esperando ver la danza de la victoria de Cash. Él tiene que rastrear
este teléfono. Simplemente tiene que hacerlo.
Finalmente, le pregunto a Cash si tiene algo. Niega lentamente.
—No tengo ni idea de qué se trata, pero podría ser algo de mierda
militar clasificada. Está confundiendo cada cosa que intento. Lo siento,
amigo, pero no sé qué más hacer. —Bueno, a la mierda.
—Está bien, pero todavía puedes contactar con tus amigos hackers,
¿no? —Los contactos de Cash son un grupo sorprendentemente
confiable. Están atentos por su propia cuenta.
—Sí, voy a tener que darles una oportunidad. —Teclea un poco más
mientras que los demás discuten sobre quién podría estar haciendo esto.
El problema con lo que hacemos es que tenemos una larga lista de
enemigos y esos enemigos tienen razones para hacérnosla pagar.
—Vamos a tener que reforzar la seguridad —digo, y algunos de los
chicos se quejan.
»Hey, no me echen la culpa. Creo que tenemos que empezar a
hacer cosas fuera de la red. —Eso significa utilizar menos nuestros teléfonos
móviles y computadores, y hacer las cosas de la manera antigua. La forma
en que lo hacía la gente antes de la tecnología. Con papel que podría ser
destruido.
—Sigo diciendo que todos debemos aprender código Morse —dice
Cash, sin levantar la vista de su teclado cuando sus dedos están volando
tan rápido que se desdibujan.
—El Código Morse sería casi inútil porque es fácil de descifrar. Un
riesgo demasiado grande —dice Hardy. Él tiene un punto, pero eso no
desalienta a Cash. También otra faceta de su obsesión con las
antigüedades.
Después del fracaso con el teléfono, regresamos a nuestro negocio
regular.
47
—Por lo tanto, aún no has visto a la chica, ¿eh? —dice Baz—. Puede
que sea hora de llamar a la artillería pesada.
—Ah, sí, ¿quiénes son esos? —pregunta Row. Baz le pega en el brazo
y juro por Dios, que si rompen mi maldita mesa de café, todos están
muertos.
—Voy a su encuentro en un bar este fin de semana. Estará bien. He
hecho esto antes. —Sueno casi deprimido, pero me digo que es solo el
dolor de cabeza.
—¿Cuánto tiempo crees que podemos estar aquí? —dice Track. Él
odia que tengamos que movernos casi todos los años, pero firmó para
esto. En caso de emergencia, todos tenemos varias identidades falsas en el
archivo. Pasaportes, documentos, etc., en caso de que necesitemos huir
del país y escondernos durante un tiempo.
—No lo sé, pero tengo la sensación de que después del Sr. B, vamos
a tener que movernos de nuevo. —Elegimos nuestras ciudades con mucho
cuidado, y tenemos una lista de las tres próximas. La ubicación es siempre
un tema de mucha discusión y debate, y por lo general, termina en golpes.
Espero que no termine así ahora.
Cash nos dice que algunos de sus amigos están trabajando en el
teléfono y finalmente surge un nombre.
—John Smith —dice, riendo un poco—. Tienes que admitir que es
algo gracioso. —No es divertido. Ni un poco.
—Bueno, ¿es todo lo que tienes? —Sacude su cabeza.
—No, hay mucha información extra, pero es todo inútil. El teléfono
solo tiene tu número guardado en él y los únicos mensajes enviados han
sido a tu teléfono. No puedo conseguir un ping de la ubicación porque el
celular se encuentra apagado. También tienen algunas cosas pretenciosas
que codifican la información cuando intentas entrar ilegalmente en él, por
lo que todo lo que sabemos de este teléfono, está ahora en el fondo de un
río en alguna parte. A menos que lo enciendan de nuevo, estamos
básicamente jodidos. —Simplemente genial. Me doy un tirón en el cabello
con la mano y me arranco algunos mechones oscuros. No soy muy bueno
con el manejo del estrés, y ahora que no fumo, es aún peor.
Le doy a Row el teléfono para que se deshaga de él, y hago que
Cash pida más móviles prepago. Vamos a empezar a usarlos como
pañuelos de papel si quien quiera que sea este hacker no se detiene y
deja de intentar acosarme.
—También estoy en ventaja con la seguridad en esas cosas. Un
amigo mío trabajó algo para mí —dice Cash con una sonrisa. Esa es la otra
cosa sobre sus compañeros hackers. Les encanta fabricar nuevos 48
programas y romper códigos. Muchos solo lo hacen por el placer de ello.
Después de que los chicos se van, me dirijo de nuevo a la cama.
Sintiendo que podría necesitar consuelo, Leo se mete en la cama conmigo
y se acurruca en mi pecho. Le acaricio con ambas manos hasta que el
dolor se desvanece y el sueño finalmente me lleva.

No recibo más mensajes de John Smith y respiro un pequeño suspiro


debido a que los métodos de Cash están funcionando.
El sábado por la noche, me pongo una camisa de color negro, un
par de pantalones vaqueros de diseño y mocasines. Tomo un cuidado
especial con mi cabello y me aseguro de que no se me escapa nada
cuando me afeito. Cash me ha estado dando actualizaciones de su
ubicación y desde hace diez minutos, ella se encontraba dentro,
probablemente disfrutando de una copa o dos con sus amigas. De hecho,
espero que esté un poco ebria. Eso hará que mi trabajo sea aún más fácil.
Tomo uno de los coches deportivos que poseemos para ocasiones
especiales. Un Ferrari rojo que se conduce como un sueño. Es como el
sexo, este auto; una mujer que hace todo lo que quieras, incluso antes de
saber que lo deseas.
Llego al bar y estaciono cerca de la parte delantera. Row está de
guardia esta noche y a solo unas pocas yardas de distancia, en caso de
que alguien se haga ideas y así yo no esté preocupado porque el auto sea
robado.
Unas pocas personas jadean o gritan con apreciación mientras salgo
del coche. Es un coche, no un parque de diversiones, a pesar de que
podría ser capaz de hacer dinero decente dando paseos por una tarifa.
Niego ante esa noción y le doy al guardia de seguridad en la puerta
principal un movimiento de cabeza.
Con cuidado escaneo la habitación. Está llena como un típico bar:
los clientes habituales se acampan en taburetes y acosan al camarero,
grupos de compañeros de trabajo se desahogan después de otro fin de
semana largo y luego está la velada de una multitud de chicas. La última
clasificación es la que me preocupa. Algo me dice que Saige estará con
un grupo.
Puede ser que esté oscuro aquí, y con un poco de humo, pero 49
identificaría su cabello rojo en cualquier lugar. Tengo la suerte de que ella
tenga un rasgo tan obvio. Veo a una mujer con el cabello rojo, pero el
suyo es más zanahoria que el de Saige, el cual es un castaño más oscuro.
Voy al bar, pido una cerveza y encuentro un taburete. Un hombre
sentado a mi lado me da un gesto amistoso. Tiene el aspecto de alguien
que pasó su parte justa de tiempo aquí. Encorvado, gorra de béisbol baja,
sin hacer contacto visual con nadie, excepto al camarero cuando quiere
otra copa.
Le mando un mensaje a Cash, y él confirma que ella está aquí.
Probablemente en el cuarto de baño. Las mujeres parecen ir en manada,
y hay probablemente una fila. Puedo esperar. No tengo nada más que
hacer esta noche, además de hacer el contacto inicial. Llamar su
atención. Obtener su interés.
Después de esperar otra media hora, y hacer un barrido del lugar, no
puedo encontrarla. Tal vez se ha teñido el cabello. Así que no busco eso,
pero si sus ojos y figura.
Nada. O bien se desmayó en el baño, o no está aquí. Le mando un
mensaje a Cash y le pregunto si está absolutamente seguro de que ella se
encuentra aquí y dice que lo está. Bueno, joder.
No debo estar viéndola. Escaneo de nuevo, asegurándome de mirar
cada rostro. Hay algunas chicas que podrían ser ella, pero no lo son.
¿Dónde está?
Algo llama mi atención y miro a la izquierda, pero es solo otra chica
que no es Saige.
Accidentalmente encuentro mis ojos con una morena que me da
una sonrisa y camina de manera provocativa
—Hola, guapo. ¿Estás solo esta noche? —Su mano se desliza hacia
arriba por mi pecho, pero no me opongo.
—Tal vez —digo. Las relaciones son un juego, y a veces, solo quiero
jugar. Le doy una media sonrisa y ella se mueve aún más cerca.
—¿Quieres un poco de compañía? —dice con una voz ronca que se
eleva de alguna manera por encima del ruido de las personas que nos
rodean.
—¿Te estás ofreciendo? —digo, y ella se muerde el labio y asiente.
Anatómicamente, es lo que desearías. Las curvas adecuadas en los
lugares adecuados. También tiene una cara en forma de corazón dulce y
ojos muy azules. Pero la miro y siento… nada. Eso no es exactamente 50
cierto. No puedo negar que mis pantalones se aprietan cuando pienso
tenerla debajo de mí. O contra la pared. O inclinada en el baño. No soy
exigente acerca de la ubicación.
Aparte de eso, estoy tibio. Si no estuviera trabajando,
probablemente me la llevaría y la embestiría contra la pared. A veces solo
necesitas una mujer envuelta a tu alrededor.
Pero estoy trabajando, y necesito encontrar a Saige. Aparto los ojos
de la chica, cuya mano se ha movido por mi pecho y va hacia el sur.
—¿Me disculpas? —digo, fingiendo que voy al baño. La mujer aleja
la mano y se dirige al siguiente tipo disponible.
Hago dos barridas más de la habitación y empiezo a agitarme. Este
no es el fin del mundo, pero es jodidamente frustrante. Casi dos horas
perdidas y he tenido suficiente.
Después de mandar mensajes a Cash y Row, vuelvo a la parte frontal
y me dirijo hacia el coche. Después de una última exploración de la acera,
estoy en el coche y me hundo de nuevo en el cuero.
Esta es la tercera vez que he tratado de encontrarla. Parece que voy
a tener que recurrir al acecho para ponerme en contacto con esta chica.
Haciendo un sonido de frustración, me alejo de la acera y me dirijo
de nuevo al garaje donde guardo mi coche. Pero en el último segundo,
hago un giro en U y me dirijo en la dirección opuesta. Fuera de la ciudad y
hacia el campo.
Les envío otro mensaje a Cash y a Row diciéndoles que me voy a dar
una vuelta para despejar la cabeza. Tengo el auto afuera, bien podría
utilizarlo.
Tan pronto como estoy fuera de la ciudad, exhalo y pisó el
acelerador. El coche ruge en señal de aprobación, como si hubiera estado
esperándome a que lo soltara. Al igual que un caballo salvaje.
Paso coche tras coche y mi mente empieza a divagar. Enciendo la
radio y doy vueltas a través de las estaciones. Una extraña canción suena
y capta mi atención. Algo sobre un árbol que cuelga. No conozco la
canción, pero escucho mientras conduzco y pienso en nada. No es
frecuente que reciba un descanso como este. Mi cabeza está siempre
llena de nombres y números y alias y preguntándome si ese tipo que me
mira con demasiada fuerza sabe quién soy y lo que hago. No me di
cuenta cuándo fue que empecé esta vida solitaria. La mayoría del tiempo
estoy bien estando solo. Pero de vez en cuando me corroe. Se aferra a mí
y me deja caer en un pozo oscuro.
A veces me pregunto cómo habrían sido las cosas si hubiera ido a la 51
universidad y conseguido un trabajo estable. Convirtiéndome en abogado
o en chef o un profesor. En la escuela nunca supe lo que quería hacer. Y
luego las cosas sucedieron y los puestos de trabajo normales ya no eran
una opción.
No debería estar pensando en esto.
Cuanto más conduzco, más abandonado se vuelve el camino. Me
salgo de la carretera y empiezo a dirigirme a los caminos rurales. Largo,
sinuoso y perfecto para estirar los músculos de este coche.
Bajo la ventana y me da una ráfaga de aire, haciendo a mi ojos
aguarse.
Saige Beaumont está demostrando ser en cierto modo un desafío,
pero no es rival para mí.
Voy a por ella.
7 Traducido por Val_17
52
Corregido por Fany Keaton

Rastreo su teléfono durante la próxima semana y media, y sonrío


cuando la veo en el campus de la universidad a la que asiste. También va
a la biblioteca, probablemente para estudiar.
Nunca fui a la universidad, pero envidio a aquellos que lo hacen.
Todo mi conocimiento es autodidacto y obtenido de la experiencia en el
mundo real. Aun así, tal vez algún día cuando todo esto termine seré
capaz de ir. Si estoy vivo.
Finalmente, la veo en una cafetería y decido comprobar con qué
estoy lidiando.
Hago vigilancia afuera y estoy muy sorprendido al ver que usa un
disfraz. Una peluca marrón e incluso lentes de contactos marrones para
enmascarar sus ojos verdes. No tengo idea de por qué trata de camuflarse,
pero me encuentro interesado. La observo por un rato antes de entrar,
pido una bebida y me siento, dándole otra mirada. Finge ocuparse con su
teléfono, pero algo me dice que utiliza este disfraz por una razón, y no solo
por un poco de diversión. Esta chica es algo más.
Olvidando mi plan de simplemente caminar hasta su mesa y
hablarle, tomo un enfoque menos directo. El barista grita mi nombre y
agarro mi café antes de salir, asegurándome de caminar junto a su mesa y
darle un vistazo.
Te veo, Saige Beaumont, y no vas a poder alejarte de mí ahora.

No he recibido más mensajes del acosador, así que relajo un poco


nuestra seguridad. Por fin he visto a Saige y ahora puedo poner todo en
acción. Esta es la parte que me gusta. El juego. La caza. La conquista. Es
una cosa primitiva. Es mi creencia que los seres humanos no pueden
ocultar sus instintos básicos para cazar y matar. Podemos hacerlo de
diferentes maneras, pero el impulso sigue allí. Se halla dentro de nosotros.
Le dejo saber a Cash que la he visto, pero no le digo acerca de su
disfraz. Algo en mi cabeza me hace retener ese particular pedacito de
información.
53
—¿Cuál es tu próximo movimiento? —pregunta él cuando termino mi
hamburguesa y empujo el plato. Me las he arreglado para escapar de la
oficina para el almuerzo, lo cual no ocurre con frecuencia. La mayoría de
las veces, como en mi escritorio.
—Encontrármela de nuevo. Entablar una conversación. Lo habitual.
—Espero que la próxima vez ella esté con su aspecto natural. Pero
realmente no puedo culparla por tener otro personaje. Sería un poco
hipócrita de mi parte.
—Llegarás a ella. Siempre lo haces —dice. Ese es Cash. Siempre el
positivo—. Y si no lo haces, iré y lo haré en tu lugar.
—Gracias, Cash —digo, mi tono seco. Hay una cosa que valoro
sobre Cash y su actitud. Me hace reír, al menos cuando no está
volviéndome loco. Si tuviera un hermano, me imagino que sería como
Cash.
—Solo digo, tengo más jugadas que tú. —Resoplo y le recuerdo
algunos de sus fracasos hasta que tengo que volver a trabajar.
Regreso a la oficina, saco algunos portafolios y hablo de números
hasta que siento que voy a olvidarme de cómo hablar con palabras.
Después me voy a casa con Leo, pero paso el resto de la noche en
mi portátil, acechando a Saige.
Apenas he dormido en días y solo va a empeorar antes de que esto
termine. Estoy empezando a obsesionarme. Esto sucede a veces cuando
un proyecto es particularmente difícil. Me consume hasta que lo he
completado.

La tarde siguiente, trabajo en unos documentos cuando Cash me


envía un mensaje avisándome que Saige se encuentra en la cafetería.
Dejo lo que estoy haciendo y presiono el intercomunicador para
Grace.
—¿Sí, señor Brand?
—Me ha surgido algo y tengo que salir por un rato. Por favor,
cancela mi reunión con la señora Dayton y reprográmala para la próxima
semana. —La señora Dayton es uno de mis clientes legítimos. Una mujer
54
muy agradable que dona una gran cantidad de dinero a la caridad. Es un
absoluto placer trabajar con ella.
—Sí, señor Brand —dice Grace. Agarro mi abrigo y el bolso de
emergencia. No quiero que Saige me vea con el traje puesto. Con suerte,
podré congraciarme en su vida antes de que su padre lo descubra.
Entrando en una tienda por la calle, me cambio rápidamente,
asegurándome de doblar mi traje con cuidado para que no esté
demasiado arrugado cuando me lo vuelva a poner. Detengo un taxi y le
doy al conductor la dirección de la cafetería. No tengo tiempo para
esconder el bolso, pero es lo bastante discreto para que parezca que solo
llevo un ordenador portátil.
Me bajo del auto y veo que ella se encuentra aquí, y con su color de
cabello natural.
La luz lo capta y el brillo de color rojo es casi cegador. Le pago al
taxista y camino hacia la puerta, como si solo estuviera dando un paseo.
Sin ninguna prisa. Solo aquí para una tarde estimulante.
Voy directo al mostrador y ordeno antes de asegurarme una mesa
cerca de la suya. Se encuentra aquí con un portátil y una rápida mirada
me dice que probablemente hace la tarea. Una imagen de una pintura
impresionista llena la pantalla y tiene un cuaderno que se encuentra
medio lleno con una caligrafía cursiva.
Mi nombre (falso) es llamado, tomo mi café y me siento. Saco mi
teléfono prepago para mandarle un mensaje a Cash.
Echando un vistazo por la tienda, encuentro su mirada justo cuando
levanta la vista de su computadora.
Podría creer en la suerte, pero no creo en el destino. Nada de esta
mierda está “destinada a ser”.
Pero algo sucede cuando me quedo mirando fijamente a Saige.
Algo que se siente como el correr de las olas, o una ráfaga de viento. Me
atraviesa, aunque no me muevo.
Ojos verdes.
Parpadea y el momento termina. También parpadeo y contengo el
aliento. ¿Eso acaba de ocurrir? El ruido de la cafetería parece demasiado
alto de repente y recuerdo lo que se supone que debo estar haciendo.
Saige me mira por encima del borde de su portátil mientras niego
mentalmente con la cabeza y tomo un sorbo de mi café. Bueno. Ahora
tengo que esperar para ver si ella vendrá a mí, o si yo tendré que hacerlo.
Se levanta para pedir otra bebida y luego se desvía directamente 55
hacia mi mesa.
—Sabes, mirar fijamente a los extraños se considera grosero en
algunas culturas —dice, apoyando una mano en la mesa. Levanto la vista
hacia ella y me da una pequeña sonrisa. Sus ojos son de un color que
nunca he visto antes. Tan vívidos que no parecen reales.
Su cabello rojo le cae por la espalda hoy y sus labios son
provocativos con lápiz labial rojo.
—Bueno, entonces no seamos extraños —digo, tendiéndole la
mano—. Quinn Brand. —Ella comienza a decir algo, pero la llaman por su
bebida en el mostrador y se gira para ir a buscarla. Me pongo de pie.
—Permíteme. —Un poco de caballerosidad puede ayudar a recorrer
un largo camino.
Voy a buscar su bebida y algunas servilletas, y regreso a la mesa. Se
ha sentado en el asiento frente a mí, lo cual es una buena señal.
—Gracias, Quinn Brand.
—De nada, Saige… —No termino la frase, como si no supiera su
apellido.
—Beaumont —responde, sorbiendo su bebida y dejando una marca
roja en el vaso por su lápiz labial. Pronto, esas marcas estarán sobre mí.
Quiero eso más de lo que debería.
—Saige Beaumont —digo. Me gusta la forma en que sabe su nombre
en mi boca. Dulce y picante a la vez.
—Así que, Quinn Brand, ¿por qué me miras? —Pone el codo sobre la
mesa y apoya su barbilla en la mano.
—¿Por qué no te miraría? —Esas palabras no son una mentira. Es
hermosa.
Arquea una ceja rojiza y aprieta los labios en una sonrisa.
—¿Utilizas esa línea con todas las chicas?
También sonrío.
—No. Solo contigo. —Ahora bien, esa es una mentira. He usado esa
línea muchas veces antes, pero ninguna de esas veces importa. Esta sí.
Justo aquí. Justo ahora.
—Qué lindo. Casi sonó como si no estuvieras mintiendo cuando dijiste
eso —dice, su sonrisa cada vez más amplia. Me recuesto en mi silla. Es
cierto. Definitivamente es diferente de lo que pensé que sería. Muy bien.
56
—¿Me creerías si te dijera que nunca se lo he dicho a una pelirroja
natural?
Sorbe su bebida y no contesta.
—¿Qué te trae por aquí, Saige Beaumont?
—¿No te gustaría saberlo? —Sus pies golpean los míos debajo de la
mesa y estoy seguro de que no es un accidente. Está coqueteando
conmigo.
—Sí, me gustaría —digo. Otra verdad.
Rueda los ojos y en ese momento se ve mucho más joven que sus
veintidós años.
—Hago la tarea. ¿Eso me hace menos atractiva? —Ambos, Quinn y
Sylas, se encuentran atraídos por las chicas inteligentes.
—No, en absoluto —digo—. ¿Qué estudiabas antes de que te
interrumpiera groseramente con mi inoportuna mirada?
Se inclina un poco.
—Arte. Específicamente el impresionismo.
—Arte, ¿eh?
—Arte —repite.
—¿Y qué has aprendido sobre el impresionismo?
Sonríe antes de responder.
—Que si lo miras demasiado tiempo, puede darte un dolor de
cabeza.
Me río un poco.
—Pero la vida podría ser peor. Tengo la oportunidad de ver cosas
hermosas todo el día y tratar de averiguar por qué el artista pintó las
sombras de esa manera, o qué los inspiró, o lo que ese árbol simboliza. ¿Te
gusta el arte? —Decido darle una respuesta honesta.
—Depende. Prefiero lo más antiguo a lo nuevo. Vi una exhibición una
vez donde una mujer bebía leche de colores y luego vomitaba en el lienzo.
Pensé que era una broma hasta que fui a la exposición y allí estaba. Tuve
que irme cuando empezó la parte en vivo del espectáculo. —Incluso
ahora, pensar en eso me da náuseas. Lo que algunas personas consideran
arte definitivamente es cuestionable.
Saige hace una mueca.
—No soy gran fan del arte moderno. Dame una pintura de hace mil
años cualquier día sobre una pintura de vómito —dice. Asiento, de
57
acuerdo con ella.
—¿Y qué haces tú, Quinn? —Es mi nombre falso, pero me gusta la
forma en que lo dice. Casi con una sonrisa. Como si le divirtiera.
—Trabajo en finanzas —digo. Todavía no quiero darle demasiados
detalles sobre mi vida falsa.
—¿Así que te pagan por gastar el dinero de otras personas?
—Más o menos —digo. Me gusta la forma en que piensa las cosas.
Hace una mueca que dice que no encuentra atractivo mi trabajo.
—¿No eres una gran fan del dinero? —Me parece irónico, teniendo
en cuenta cómo creció. Sus fiestas de cumpleaños eran grandes aventuras
con ponis y pelotas y tiaras. He visto todo tipo de imágenes que Cash
desenterró. Mi favorita es una de ella en la parte trasera de un caballo
manchado, con una expresión en su cara que claramente decía que el
caballo iba demasiado lento para su gusto.
—Me gusta el dinero tanto como a cualquier persona, pero me he
dado cuenta que amar el dinero es un gran problema. Probablemente no
debería decirle eso a alguien cuyo trabajo es manejarlo. —No me ofendo
con tanta facilidad.
—No pienso en mí como alguien que maneja el dinero. Nunca veo
billetes reales. Son solo números abstractos en una hoja de cálculo.
Porcentajes, ganancias y pérdidas. Ese es el verdadero secreto del dinero
—digo, agitando la mano.
—¿Cuál es? —pregunta, inclinándose aún más cerca.
—Que no existe. —Agito mi mano frente a su cara y luego le sonrío.
Me devuelve la sonrisa, sus dientes blancos contra el rojo de su lápiz
labial. Sus labios tienen la forma perfecta para besar. Con suerte pronto
conseguiré probarlos y ver cómo se sienten contra los míos. Algo me dice
que Saige Beaumont sabe besar.
Reviso mi reloj, el cual no me quité cuando me cambié de ropa. Es
un Rolex y sé que notará que es caro.
—¿Te gustaría tomar un descanso de los impresionistas y beber un
café conmigo? —digo.
Frunce las cejas y levanta su bebida a medio terminar.
—Ya tengo café.
—Por supuesto —digo como si acabara de darme cuenta que
estamos en una cafetería—. Bueno, en su lugar, ¿qué hay sobre una cena?
—Eso me dará una oportunidad de ir a mi apartamento, ponerme algo
más cómodo y conseguir otro de mis autos deportivos. Algo menos
58
llamativo esta vez.
—Creo que se puede arreglar. —Toma el último sorbo de su café y
luego va a botar el vaso.
—Genial. ¿A dónde te gustaría ir?
—Oh, ¿así que me vas a hacer escoger? —dice cuando vuelve a
sentarse.
—A menos que quieras que te sorprenda. También puedo hacer eso.
Lo que quieras, Saige. —Quiero decir su nombre una y otra vez y no tengo
idea de por qué.
—Me gustan las sorpresas. —Sonríe y peina su cabello hacia atrás
con la mano.
—De acuerdo, entonces. ¿Quieres que te recoja a eso de las seis? —
Asiente.
—Genial. ¿Qué tal si me das tu número? —dice. Saco mi teléfono
regular y espero mientras recita los números para mí. La anoto en mi
teléfono bajo “Pelirroja”.
—¿Y puedo tener tu número? ¿En caso de que algo salga mal? —
dice, sacando su propio teléfono. Le recito mi número. Lo bueno es que
puedo memorizar números. No tan bien como Hardy, por supuesto, pero lo
suficientemente cerca.
—De acuerdo. Fue un placer conocerte y mirarte, Saige Beaumont
—digo, poniéndome de pie.
—Fue un placer conocerte y ser mirada fijamente por ti, Quinn Brand
—dice antes de contonearse de regreso a su mesa y reanudar el trabajo
en su portátil.
El placer es todo mío, Pelirroja.
8 Traducido por Lauu LR
59
Corregido por NicoleM

Tan pronto como llego a casa, llamo a Cash.


—¿Ya la sedujiste? —me pregunta.
—Casi. Saldremos a cenar. Dejemos que la cena y la bebida
comiencen —digo mientras camino a mi ropero para escoger lo que usaré.
—Ve con ese traje Prada y los Ferragamos. Con camisa blanca.
Simple y clásico —dijo. Es un poco más formal de lo que planeé, pero creo
que funcionará.
—No pregunté, pero gracias —le digo. Cash a veces responde
preguntas que no hago. Me he acostumbrado a eso.
—Por nada. Ahora ve a recogerla y mantenme al tanto. —Cuelgo y
me preparo. Buena idea la del traje. Combina con mi cabello oscuro y me
hace parecer mayor y un poco peligroso. O tal vez estoy sacando ventaja
de mi mismo.
Me pongo un abrigo encima del traje y me dirijo al estacionamiento
donde se encuentran mis autos. Paso de largo dos y voy por el BMW negro.
Es un coche lindo, pero no tan lindo como el Ferrari.
Después de quitarme el abrigo, lo dejo en la parte trasera y me subo
al asiento del conductor.
Hora de recoger a la pelirroja.

El apartamento de Saige se encuentra en el último piso de un lindo


edificio de ladrillo. Claro, su padre es el dueño por lo que no paga renta.
Le mando un mensaje diciéndole que estoy abajo y le pregunto si quiere
que suba y la recoja. Es difícil saber que prefiere.
Sube. Te dejaré entrar. Estaciono el coche y salgo para tocar el
timbre. La puerta se abre, pero en lugar de subir las escaleras y sudar, tomo
el elevador.
Escucho sus pasos mientras camina hacia la puerta después de que
toco.
Se abre y me sonríe. Mi corazón se detiene por un segundo.
60
—Hola —dice, inclinándose un poco hacia el lado. Es como si
hubiera sabido que yo vestiría de negro y se vistió para que combináramos
con un simple vestido negro pegado a su piel con encaje en el borde. Su
cabello se encuentra en un moño despreocupado detrás de su cabeza,
con algunas hebras acariciando su cuello.
Sus ojos verdes resaltan debido a las sombras oscuras y tiene su labial
rojo característico. Con todo, quita el aliento.
—Hola —digo después de observarla. No puedo evitarlo.
Sonríe, sus dientes brillan en contraste con el rojo de sus labios.
—Te limpiaste bien, Quinn Brand.
—Tú también Saige Beaumont. —Su sonrisa se amplía y me doy
cuenta, que se le forman pequeñas arrugas en los bordes de sus ojos
cuando lo hace. Adorable. Hasta ahora esta asignación ha sido negocios
y placer, y creo que seguirá de esa forma.
—¿Deberíamos? —le digo, sosteniendo mi brazo hacia ella y
sacando una rosa blanca desde mi espalda. Significa inocencia y pureza,
lo que va de acuerdo con mis verdaderas intenciones.
—Muy delicado —dice, tomando la rosa y oliéndola antes de romper
el tallo y ponerla detrás de su oreja. Ahora eso era delicado. Toma mi
brazo, nos dirigimos hacia el elevador y a mi auto. Le abro la puerta y
elogia mi coche.
—Gracias. Me lleva de un sitio a otro —le digo.
Arranco y me pregunta a dónde vamos.
—Pensé que te gustaban las sorpresas —le digo.
—Sí, pero sólo cuando sé lo que son. —Me rio.
—Ese no es el propósito de una sorpresa.
—Oye, no te explicaré como trabaja mi mente. Solo tendrás que
descubrirlo. —Le pregunto si la temperatura está bien y asiente.
El resto del viaje al restaurante lo pasamos platicando. Del tipo llegar-
a-conocerte sin importancia. Sólo que ya sé todo lo que necesito saber de
ella para realizar mi trabajo.
Me pregunta más acerca de mi trabajo y le doy respuestas
generales. Se inclina hacia atrás en su asiento, la rosa blanca en su oreja
aun llamando mi atención. No estoy acostumbrado a tener a una chica
linda en el asiento del pasajero.
Me estaciono frente al restaurante y el aparcacoches toma mis
llaves. Le deslizo unos billetes de más para que tenga extra cuidado con él
y me adelanto para abrir la puerta de Saige. 61
—Gracias —dice, dándome una sonrisa. Es una noche cálida, así
que solo lleva un ligero chal negro envuelto alrededor de sus hombros.
Todo el negro hace que su piel pálida brille. Unas cuantas pecas puntean
su piel aquí y allá, deseo ver cuantas más existen en su cuerpo.
—Muuuy lindo —dice, alargando la primera palabra cuando se da
cuenta de dónde estamos. No escatimé en algo hoy.
—¿Gracias, por qué? He escuchado que el chef hace un pato
rostizado que cambiará tu vida —le digo. Técnicamente, cito a Cash,
quien vino hace un par de semanas con una mujer a la cual intentaba
seducir. Funcionó, por lo que también decidí traer a Saige.
La anfitriona nos lleva a una mesa en la parte trasera. Es dulce,
acogedora y lejos de los entrometidos ojos de los otros clientes.
—Entre más lejos, mejor —dice mientras saco su silla y se sienta.
—Espero que las cosas continúen siendo buenas. —Tomo asiento
mientras me levanta una ceja.
—¿Solo buenas?
—¿Geniales? —Niega con la cabeza—. ¿Fantásticas? —Otra
sacudida—. ¿Espectaculares?
—¿Qué tal memorables? —sugiere—. Tomaré memorables.
Memorable es mejor que bueno.
—Sí, pero memorable también puede ser malo. Quiero que esto sea
una experiencia positiva, si puedo lograrlo —le digo. La anfitriona
interrumpe nuestra conversación para decirnos los especiales y darnos la
carta de vinos.
—Tomaré un pinot noir y para la dama… —Robo una mirada a Saige.
—Lo mismo —dice con una sonrisa.
—¿Les gustaría que les diera unos minutos? —Le respondo que sí y
nos deja. Ya sé lo que quiero ordenar, pero le doy a Saige la oportunidad
de leer atentamente.
—Supongo que si sabes que el pato es bueno, entonces has estado
aquí antes. —Sé a dónde va con esto, incluso aunque mantiene su tono
indiferente.
—Sí, he traído a algunos clientes a cenar aquí. No a otras mujeres, si
es lo que estás preguntando. Actualmente me encuentro sin compromiso.
—Sus ojos verdes parpadean para encontrarse con los míos.
62
—No me importa si estás saliendo con alguien. Solo preguntaba. —
No, no es verdad. Comienzo a sentir una vena posesiva en ella. Me gusta.
—Ajá —le digo, descartándolo—. ¿Vez algo que te guste?
Levanta la mirada y encuentra la mía.
—Tal vez.
—Me refiero a algo en el menú. —Sus ojos se entrecierran un poco y
baja el menú.
—Creo que me decidiré por pato esta noche, ¿tú? —Acepto.
Nuestro vino llega por lo cual ordeno por ambos. Saige se inclina hacia
atrás en su silla e inclina la cabeza.
—¿Estudiándome? —le pregunto mientras tomo un trago de mi vino.
—Intentando descifrarte. Eres un misterio, Quinn Brand, pero apuesto
a que sabes eso. Apuesto a que lo sabes y lo utilizas para tu beneficio
siempre que puedas. —Le doy una sonrisa.
—Me tienes descifrado Saige. —No puedo dejar de pronunciar su
nombre. Toma de su vino, pero sus ojos no dejan los míos. La rosa blanca
luce hermosa contra su cabello rojo.
—No, no lo creo. Hay un montón de cosas en ti, Quinn. Puedo
sentirlo. Eres como un lago donde la superficie aparenta calma, pero no
sabes que tan profunda es hasta que te sumerges y comienzas a hundirte.
—Puedo decir lo mismo de ella.
—¿Eso te molesta? —pregunta.
—No. Puedes analizarme todo lo que quieras. Significa que puedo
mirar fijamente dentro de esos ojos verdes. —Espero que se ruborice y baje
la mirada, pero no lo hace. Sus ojos ruedan como si supiera exactamente
a lo que juego. Sí, he subestimado a esta pelirroja.
La conversación vuelve a un terreno más sólido, le pregunto sus
pasatiempos, su música favorita y esas cosas. Un montón de esa
información no es algo que pudiera saber hasta hablar con ella.
—Estoy segura que esperas que diga que escucho algo profundo y
antiguo, como Joni Mitchell —dice.
—He aprendido que en la vida es mejor no asumir —digo. Nunca
asumo si puedo evitarlo—. ¿Qué es lo que te gusta?
—Bueno, me gusta Joni Mitchell, pero escucho de todo desde Lorde,
Maroon 5, Taylor Swift, The Civil Wars hasta Frank Sinatra. Escucho de todo,
siempre y cuando sea bueno. —Me gusta eso y estoy completamente de
acuerdo.
63
—¿Cuál es tu canción favorita? —le pregunto. Rueda los ojos.
—Esa es una pregunta tan rara. Tu canción favorita en este
momento no será tu canción favorita en otro momento. Y mi canción
favorita cuando tenía diez no es la misma que ahora. —Levanto las manos
en rendición.
—Solo tenía curiosidad. No tienes que responder si no quieres.
—¿Cuál es tu canción favorita?
—Fire and Rain de James Taylor. —Las palabras salen de mi boca
antes de darme cuenta. No quería decirle eso. Quería decirle algo de U2,
Queen o Jimi Hendrix. No la verdad.
—¿James Taylor? Interesante. ¿Tocas la guitarra? —Negué con la
cabeza. Siempre quise aprender, pero nunca pude hacerlo. Lleve a Saige
cerca de un lugar al que no quería llegar. Así que volví a centrar la
conversación en ella.
—Te dije la mía, ahora dime la tuya.
Aprieta los labios y entonces suspira.
—Bien. Es Take me to church de Hozier. Y me gustaba antes de que
estuviera por toda la radio, por cierto. —Me rio. Esa es una buena canción.
No puedo culpar su gusto.
Este restaurante en particular toca música suave de piano en unas
bocinas y tengo una idea.
—¿Me permites un momento? —Asiente y toma de su vino. Su linda
garganta se mueve mientras traga.
Me dirijo a la anfitriona y le pido un favor. También le doy algo de
dinero para ayudarla a aceptar ayudarme. Vuelvo a la mesa para
encontrar a Saige terminando su vino.
—¿Que fue eso?
—Nada.
La música de piano se apaga y cambia a su canción favorita. Saige
la reconoce y me sonríe, sus ojos arrugándose en las esquinas. Bien. La he
complacido.
—¿Quieres bailar? —le digo, tendiéndole la mano.
—Ésta no es realmente una canción para bailar —dice.
—Baila conmigo de todos modos —le digo, y me da su mano. La jalo
hacia mí, se ajusta a mi cuerpo tan bien. Curvas encontrándose con valles,
ella da, yo tomo. Exhala, como si estuviera sorprendida por algo.
—¿Qué? —le pregunto mientras pongo la mano en su espalda baja. 64
—Nada —dice, comienzo a movernos de un lado a otro al ritmo de
la música.
Tiene razón, no es una canción para bailar, pero no me importa. Sus
dedos toman mi hombro e inhalo su perfume. Es aromático y dulce. Como
ella. Deseo que su cabello estuviera suelto.
Las personas probablemente nos miran, pero no me importa. Todo lo
que me importa en este momento en particular es la hermosa mujer en mis
brazos y cuán fácil es lograr que haga lo que quiero. Dirigirla. Es flexible,
suave. Pero algo me dice que debajo de todo eso, hay algo afilado e
indomable. Como una espada cubierta en seda. Nos balanceamos juntos
e intento no pensar en cuán cerca se hallan sus caderas y cuánto me
encantaría follarla mientras escuchamos esta canción.
Su corazón palpita contra mi pecho. Un ritmo frenético que parece
acelerar el mío. Suspira suavemente y se derrite incluso más contra mí. Por
solo un momento, es todo lo que veo, todo lo que siento, lo es todo.
Y entonces la canción termina, me sonríe y me doy cuenta de que
tiene cuatro tenues pecas en la nariz.
—Gracias. Eso fue grandioso. —Se aleja de mis brazos, me toma un
momento dejarla ir. Niego con la cabeza para despejarme y le sonrió de
regreso. Nos sentamos y nuestra comida llega.
Espero hasta que corta una pequeña pieza del pato con su cuchillo
y lo pone en su tenedor.
—¿Estás asustada? —le pregunto mientras la estudio.
—No estoy asustada —dice antes de poner el tenedor en su boca y
entonces sacarlo lentamente. Mastica por un momento y entonces
asiente.
—Es delicioso. —Tomo mi servilleta y la extiendo en mi regazo antes
de comenzar a comer.
—Eres un buen bailarín —dice, tomando un sorbo de vino. Miro el
residuo rojo de su lápiz labial en el vidrio por un segundo.
—Eso no fue exactamente bailar. Deberías verme con suficiente
espacio y una buena canción —digo, dándole otra sonrisa. Es difícil a
veces, mantener el balance entre sonreír demasiado o muy poco. Muy
poco y pareces frio, demasiado y no pareces sincero.
—Eso es algo que definitivamente me gustaría ver —dice.
—Tal vez lo hagas.

65

No nos tocamos de nuevo hasta que tomo su mano para salir del
restaurante. Se inclina hacia mí solo un poco.
—Muchas gracias por traerme aquí. Fue lindo. —Sus dedos aprietan
mi brazo un poco fuerte. Envuelvo su chal en sus hombros y me mira. Esos
ojos verdes pueden ser algo desconcertantes cuando miras fijamente
dentro de ellos. Tengo un plan muy específico, pero decido desviarme de
él.
—¿Te gustaría ir a caminar? —le pregunto, sus labios se elevan
lentamente.
—¿Lees mentes Quinn Brand?
—Solo pelirrojas —le digo mientras dejamos el restaurante y
comenzamos a caminar por la calle—. ¿Estarás bien con esos zapatos?
Se detiene y pone un pie delante de ella, estudiándolo.
—¿Éstas cosas viejas? Sí, podría correr un maratón en estos. —
Apuesto a que puede. Seguimos caminando y tira de mí.
—¿Tienes frio? —pregunto.
—No —responde.
Interesante. Dejaré que tome la iniciativa y veré hasta donde me
deja llegar. Si hubiera sido a mi modo, la hubiera arrastrado al rincón
oscuro más cercano, levantado su vestido y la habría follado duro contra
la sucia piedra del edificio.
Pero no estoy seguro de si Saige es ese tipo de chica y no quiero
arruinar algo que ni siquiera ha comenzado. Es más fácil seguir en su lado
bueno a que me expulse y tenga que volver a entrar.
Hebras de su cabello bailan en la brisa y quiero capturar una con mis
dedos.
—¿En qué piensas? —pregunta. El silencio entre nosotros ha sido
cómodo en lugar de extraño. Me gusta eso.
—Tú —digo la primera cosa que viene a mi mente.
Gira la cabeza y me mira por debajo de sus pestañas pintadas de
negro.
—¿Sí? ¿Qué? 66
No le diré lo que pienso en realidad, por supuesto, pero casi lo
considero, solo para ver lo que diría.
—Acerca de lo lindo que es tu cabello. No sé si alguna vez he visto
un color como ese. —Pone una hebra detrás de la oreja que no tiene la flor
blanca.
—Bueno, no puedo exactamente tomar el crédito por eso. No tengo
nada que ver con ello. —Me rio un poco mientras alcanzamos un cruce.
—¿A dónde? —pregunto.
—Izquierda —dice ella, apuntando, así que esperamos hasta que el
camino se encuentra despejado y cruzamos.
—¿Cuáles son tus planes para el resto de la noche? —me pregunta.
—No estoy seguro. Lo estoy pensando en este momento.
—Con calma, Quinn Brand.
—Gracias. —Deja de caminar y casi choco, lo que no es para nada
como yo. Esta mujer me ha sacado de balance más de una vez esta
tarde.
—Pero no quiero saber la respuesta que crees que quiero escuchar.
No quiero escuchar una línea con la que has alimentado a otras mujeres.
Quiero saber lo que quieres que pase. Solo dime. —Se da la vuelta para
encararme y sus manos sujetan mis solapas. Se encuentra lo
suficientemente cerca como para besarla, pero no lo haré. No quiere
saber lo que me gustaría hacerle, pero le diré de todos modos. Solo para
ver lo que sucede.
—He estado pensando que me gustaría llevarte a un rincón.
Cualquier rincón. Correr mis manos sobre tu piel, quitar los pasadores de tu
cabello, subir tu vestido y follarte hasta que tu espalda este sangrando por
ser tallada contra la pared. Y entonces me gustaría llevarte a algún lugar
con una cama para poder follarte un poco más. ¿Satisfecha?
Su boca está ligeramente abierta, pero sus ojos no reflejan sorpresa.
Si no más bien fuego, y si miro fijamente en ellos por mucho tiempo, me
consumirá. Parpadea y trato de alejarme, pero aún me sostiene.
—¿Por qué no lo haces? ¿Tienes miedo? —se burla de mí por lo que
comienzo a enojarme.
—¿Me estás pidiendo que te folle? Lo haré. No pienses ni por un
segundo que no lo haré.
Me deja ir y da un paso hacia atrás.
—Entonces fóllame. 67
9 Traducido por MaJo Villa & Marie.Ang
68
Corregido por Agus Herondale

En verdad desearía que dejara de sorprenderme. Me estoy


cansando de eso.
—¿Eso es lo que deseas? —digo y no puedo detener el rubor que
atraviesa mi cuerpo al tiempo que pienso en hacer eso mismo. Me he
encontrado duro por ella desde el momento en que hicimos contacto
visual por primera vez. Y me ha estado molestando toda la noche.
—Sí. Eso es lo que deseo —dice, y eso es todo lo que necesito
escuchar. Con una rápida mirada en cualquier dirección, la atraigo hacia
mí y la empujo en el callejón más cercano. Los edificios se encuentran tan
inclinados que casi ninguna luz de la calle los atraviesa. Me gustaría verla,
pero eso en estos momentos no importa.
—No voy a ser gentil —digo justo antes de empujarla contra la
pared. Jadea. Mitad por el dolor y mitad por… El deseo. Una única esquirla
de luz naranja de la farola atrapa su rostro y me muestra sus ojos. Perfecto.
Me permito un momento de mirar sus ojos relucientes antes de
reclamar su boca con la mía. Sabe cómo la vainilla y la canela, y a calor y
a la necesidad.
No suelo perder el control, pero me siento empujando tan fuerte
contra ella, está jadeando, sus respiraciones saliendo en pequeñas
sacudidas. Pero no me aleja, ni siquiera cuando sumerjo mi lengua en su
boca para exigirle incluso más. Solo engancha su pierna a mí alrededor y
hunde sus dedos en mi cuero cabelludo, instándome a darle más.
Mis labios se deslizan contra los suyos, lubricándose con su lápiz
labial. Nuestras narices chocan, haciendo que mis ojos se llenen de agua,
pero no la dejo ir, no me detengo.
Antes de que pueda pensar, mis manos se están moviendo por su
cuerpo, arañando el borde de su vestido, tirando de su ropa interior para
hacerla a un lado porque no tengo la paciencia para sacársela. Dudo de
que a este punto pudiera detenerme, incluso si ella me pide que lo haga.
Sus manos se enredan en mis pantalones y al momento en que toca mi
polla, mi cerebro estalla y me aparto de golpe del beso. La escucho gemir
y mis ojos se abren de golpe para encontrarla mirándome con una ceja
levantada.
Un reto.
Levanto su vestido incluso más y muerde su labio entre sus dientes. La
acaricio un par de veces en la unión de sus piernas. Está suave y caliente, y
solo quiero hundirme en ella. Deseo saber cómo sabe, pero no hay tiempo.
69
Sin más preámbulos, agarro sus piernas, levantándola. Engancha sus
piernas a mí alrededor y me hundo en ella.
Ambos gemimos y sus ojos se cierran mientras su cabeza va hacia
atrás contra la pared sucia. Esto es lo que me imaginé, solo que mucho
mejor. Está envuelta a mí alrededor, apretando mi polla y puedo olerla y es
la perfección. Voy hacia atrás y choco de nuevo contra ella.
Ella sabía lo que estaba pidiendo. No lo hago con gentileza. Jamás.
No duró ni de cerca como pensé que lo haría.
Ambos estamos jadeando mientras me alejo de ella y cierro el cierre
de mis pantalones. Se desliza de la pared y me hace sonreír al tiempo que
baja de nuevo su vestido.
—Bueno, no eres un mentiroso, Quinn Brand, te concederé eso. —
Todavía me siento como si me encontrara en una bruma de lujuria. Espero
a que ella se arregle, levante su bolso, encuentre un pañuelo de papel y
empiece a limpiarse cualquier evidencia de nuestra cita secreta. No usé
protección y ella no pidió que lo hiciera, lo que probablemente es estúpido
por parte de los dos, pero lo que está hecho, hecho está.
Cuando se coloca de nuevo el chal, extiendo mi brazo y lo toma,
pero me detiene debajo de una farola.
Su dedo recorre mi boca.
—Tienes mi lápiz labial sobre ti.
Levanto mi mano para limpiarlo, pero agarra mi muñeca.
—Déjalo.
Así que lo dejo.
Está tarareando para sí misma mientras conduzco de regreso a su
departamento. Medio espero que me regañe por lo que ocurrió en el
callejón, pero no lo hace. Detengo el auto en frente de su casa y apago el
motor. Se gira hacia mí como si de repente recordara que estoy en el
vehículo con ella.
—¿Te gustaría subir? —Ambos sabemos lo que está preguntando y
estoy más que feliz de obedecer. Pero me encuentro a mí mismo negando 70
con mi cabeza. No puedo permitirme ser consumido de nuevo esta noche
por ella. Mi cabeza está nublada y necesito resolver mi mierda antes de
verla otra vez.
No parece enojada porque diga que no.
—Tienes razón. Probablemente no deberíamos —dice, su mano en la
puerta—. Bueno, gracias por una velada encantadora. Fue… algo más. —
Se inclina y besa mi mejilla, entonces pasa su mano por encima del lugar
que besó. Como si estuviera frotándolo.
—Llámame. —Se escabulle del coche antes de que pueda
ofrecerme a abrirle la puerta. La dejo ir, observando mientras lentamente
sube las escaleras y luego se gira para lanzarme un beso y darme un
pequeño saludo con sus dedos.
—Te veo después pelirroja —digo mientras abre la puerta y se
desvanece en el interior.
Llamo a Cash tan pronto como llego a casa.
—No quiero sonar como una adolescente preguntándote sobre el
baile de Sadie Hawkins, pero detalles —dice. Me río un poco.
—Bueno, sí suenas como eso, pero no importa. Fue bien. Yo, uh,
puede que la haya follado contra la pared de un edificio.
Cash no se detiene.
—¿Antes o después de cenar?
—Después. Me preguntó lo que quería hacer y yo le dije. No
esperaba que lo hiciera, pero lo hizo. Ni siquiera me pidió que usara un
preservativo. —Cash hace un sonido como una abuela desaprobando
algo y deseo llegar a través del teléfono e introducir mi puño en su
tráquea.
»Sí, estoy seguro de que te habrías detenido, para darle una charla
sobre sexo seguro y luego te colocarías el condón. Estoy seguro que en
verdad lo habrías hecho, Cash. —Estaciono en el garaje y abro el maletero
para que así pueda colocarme de nuevo la sudadera.
—Por supuesto que lo hubiera hecho. El sexo seguro es muy
importante, lo sabes. —Imagino todas las formas diferentes en que podría
matarlo. Hay tantas…
—Bueno, no lo hice ¿de acuerdo? Jesucristo.
—¿Estuvo bueno?
—Sí —digo, a pesar de que es una mentira. Fue más que bueno. Fue 71
como estar en una montaña rusa, sangre hirviendo y fuegos artificiales en
mi cerebro. No me he sentido así por mucho tiempo. He estado
entumecido y Saige me golpeó en el rostro. Todavía puedo sentir el
escozor de ello.
—Uh, uh. No te enamores de ella. —Hago un sonido ahogado.
—No me estoy enamorando de ella. Es caliente. Me gustó follarla.
Eso es todo. —No le cuento acerca del baile. No sé por qué. Pero le
informo sobre el resto de la noche mientras me quito el esmoquin y juego a
la pelota con Leo.
—¿Cuándo vas a verla de nuevo? —pregunta.
—Pronto. Definitivamente pronto. —Echo un vistazo de mí mismo en
el espejo. Tengo lápiz labial rojo por toda mi boca. Casi luce como
sangre—. Definitivamente pronto —repito y luego cuelgo.

Al día siguiente no la llamo ni le envío un mensaje. Quiero ella me


busque. Estoy distraído en el trabajo. No puedo sacar la imagen de Saige
de mi cabeza. Me habría gustado que hubiera más luz para que así
pudiera haberla visto mientras la follaba. Pero al menos pude ver sus ojos
cuando me vine.
—¿Señor Brand? —La voz de Grace se abre paso a través de mis
pensamientos nublosos. Ha estado diciendo mi nombre varias veces.
—¿Sí?
—Aquí hay alguien que vino a verlo. ¿Una Saige Beaumont? —Su
tono frío no delata nada. Grace empieza a preguntarme si quiero cancelar
mi próxima cita, pero la interrumpo.
—Haz que entre.
La puerta se abre y Grace deja entrar a Saige. Aprieto el borde mi
escritorio al tiempo que me levanto. Su cabello hoy está suelto, sus rizos
cayendo por todas partes. Está usando un top crema de satén con
pantalones negros, una chaqueta negra y unos tacones de color crema,
luciendo en cada centímetro como la juventud de alta sociedad.
—Saige Beaumont —digo, caminando alrededor de mi escritorio y
retirando una silla para ella—. Estoy sorprendido de verte. ¿Qué te trae por 72
aquí? —Mi sorpresa inicial se ha desvanecido y ahora me encuentro un
poco… Sin entrar en pánico. Preocupado. No debería estar aquí.
—Quinn Brand —dice, sentándose en la silla y cruzando sus tobillos.
Algo de eso no parece correcto. Como si lo estuviera tratando
demasiado—. Me encontraba afuera y por aquí y pensé en pasar y ver lo
que haces durante el día. Números aburridos y cosas así. —Sus ojos
escanean mi oficina, percibiendo el escaso inmobiliario. La única cosa que
llevo conmigo de oficina a oficina es una impresión enmarcada de Ansel
Adams. Se levanta e inmediatamente es atraída por ella.
—Muy bonito —dice, haciendo un gesto hacia ella.
—Gracias.
La estudia con un ojo crítico y luego sonríe.
—Muy bonito —repite y se sienta de nuevo. Su aroma ha empezado
a llenar la habitación y avanza hacia mí. Me encantaría abrir una ventana
para despejar el aire, pero no me muevo.
—¿Puedo traerte algo? —le pregunto, y niega con su cabeza.
—¿Estás segura? Debes haber venido hasta aquí por algo. —Eso
hace que sonría otra vez y levante sus manos, como si estuviera
rindiéndose.
—De acuerdo, tenía motivos ocultos para venir a verte. Solo… no
quería que nosotros hiciéramos esa cosa en donde esperas por tres días
para llamarme y yo me quedo esperando y todo eso. —Me río un poco,
imaginándola sentada al lado del teléfono y esperando a que la llame.
—No me pareces una mujer que siga ese tipo de reglas no escritas.
—Me apoyo contra mi escritorio y ella se mueve, descruzando sus tobillos y
echándose hacia atrás en la silla. Eso está mejor. Más como ella.
—Por lo general no. Es por eso que terminé aquí. —Se ríe un poco sin
aliento. Se encuentra nerviosa. Me gusta eso. Me hacer querer lanzarla
encima de mi escritorio y follarla de nuevo. Apuesto a que la tela de su
camisa se desgarraría con bastante facilidad. Recorro su cuerpo con mis
ojos. Anoche llegué a tocar sus curvas, pero quiero verlas. Deseo saber si
tiene otras pecas ocultas. Definitivamente quiero probarla. Y luego deseo
verla venirse hasta estar completamente desecha.
—Creo que hay algo que deseas Quinn —dice y mis ojos se levanta
para encontrar los suyos. Su cuerpo es algo más, pero esos ojos. Jamás he
visto ojos como los suyos.
—Diría que es obvio que te deseo Saige. Y si dices una sola palabra,
73
te follaré justo sobre este escritorio. Con mi secretaria ahí afuera. Escuchará
todo y sabrá exactamente lo que estoy haciendo. Pero no te preocupes,
es discreta —digo.
Ni siquiera se sonroja. Solo me mira como si estuviera instándome a
que lo haga. Luego lanza un suspiro y se pone de pie. Camina hacia mí y
me encuentro atrapado en su mirada, como una mariposa en una
trampa. No me gusta. Sé que puede ver cuán duro estoy. Riéndose
suavemente para sí misma, arrastra un dedo hacia arriba y hacia debajo
de mi pecho, a lo largo de mi corbata. Sus pestañas revolotean y me mira
a través de ellas.
Y luego da un paso hacia atrás y empieza a caminar hacia la
puerta, lanzando su cabello por encima de su hombro.
—Bueno, estoy segura de que en verdad te encuentras ocupado y
tienes un montón de cosas en tus manos. Debería irme. —Su mano está en
el pomo de la puerta cuando entro en acción. La agarro por el hombro y
le doy vuelta para que así me esté enfrentando.
—No juegues conmigo Saige Beaumont. No sabes con qué estás
tratando. —No es mi intención ser honesto, pero no tiene idea de lo que
estoy hablando de todas formas. Su respiración se agita y el color llena sus
mejillas. Finalmente. He conseguido una reacción involuntaria de su parte.
Nos quedamos mirándonos por un momento, como si nos encontráramos
encerrados y ninguno de los dos pudiera moverse.
Y luego encuentro la voluntad para dar un paso hacia atrás y dejarla
ir. ¿Acabo de arruinarlo? Pero no sale corriendo. En su lugar solo gira el
pomo de la puerta y mueve su mano.
—Llámame. Tan pronto como te sea posible. —La puerta se cierra y
quiero mojar mi cabeza en un lago congelado. Paseo por mi oficina y me
sirvo un vaso de agua helada. Necesito calmarme. ¿Qué hay en ella que
me hace encender tanto? No lo entiendo. Ni siquiera tiene que hacer algo
y estoy listo para gritarle o follarla o gritarle antes de follarla.
Debería llamar a Cash y decirle que necesito salirme. Debería
alejarme de esta tarea. Pero incluso mientras camino hacia mi escritorio
para sacar el teléfono desechable, sé que no puedo. Soy un terco. Una
vez que empiezo algo, necesito terminarlo. Y lo terminaré. Voy a acabar
con su padre. Ella solo es parte del proceso. Una parte muy agradable,
confusa y frustrante.

74

La llamo tan pronto como llego a casa del trabajo. Se siente raro
hablar con ella por el teléfono mientras me encuentro en mi
departamento. Casi como si pudiera verme y saber lo que estoy haciendo
y lo que estoy a punto de hacer.
Saige jamás vendrá a este lugar.
—¿Hola? —dice, su voz baja y dulce. Sabe que soy yo.
—Hola Saige Beaumont. Me dijiste que te llamara, así que aquí estoy,
manteniendo mi parte del trato. —Me recuesto en el sillón de cuero
reclinable y bebo una cerveza fría. Creo que voy a disfrutar esto. Es más
fácil pensar con lucidez cuando no se encuentra de pie delante de mí y
jugando con mi mente.
—Bueno, me gusta que la mantengas. Eso es algo bueno para saber
de ti.
—Siempre mantengo mis promesas. —Como se evidenció anoche.
Todavía no lo ha mencionado y estoy empezando a preguntarme el por
qué. ¿Se encuentra avergonzada? ¿La presioné demasiado? O ¿está
esperando a que yo lo haga?
—Me gusta eso en un hombre. Demasiados dicen que van a hacer
algo y nunca ejecutan. —Bien, suena como si estuviera ganándome su
confianza.
—Mi segundo nombre es Responsable —digo, haciendo una broma.
—¿Cuál es tu segundo nombre? ¿El de verdad?
—No tengo. Sólo Quinn Brand. —Otra mentira. Mi segundo nombre es
Hudson, por la madre de mi padre—. ¿Y cuál es tu segundo nombre? —Lo
sé, pero de todos modos tengo que preguntar.
—Juliette. Con dos T y una E al final. No como la chica de la obra de
Shakespeare. —Digo su nombre en mi mente, incluso aunque lo he sabido
desde hace un tiempo. De alguna manera, le queda.
—Entonces, ¿qué hiciste después de que me fui de tu oficina? —No
voy a decirle la verdad, que estaba tan duro que tuve que correrme antes
de poder hacer algo de trabajo.
—Oh, esto y lo otro. Dinero. Números. Matemáticas aburridas. —Se
ríe, como si supiera que miento.
—Estoy segura que era una terrible tarde aburrida.
75
—Lo fue. ¿Y tú?
—Clases.
—¿Cuáles? —Tengo su horario memorizado, pero no sé mucho sobre
el contenido. Lo que en realidad hace.
—Bueno, tuve dibujo, el que odio. Me registré porque pensé que no
podías entender el arte hasta que supieras cómo crearlo, entonces ahí lo
tienes. Tuvimos un modelo desnudo.
—¿Hombre o mujer? —No puedo evitar preguntar.
Suelta una risita, y es un sonido que no he escuchado antes.
Adorable. Coqueto. Jovial.
—¿Por qué quieres saber? ¿Te pondría celoso saber que estuve
dibujando a un hombre desnudo? —No. Sí. No. Definitivamente no. Ella es
una asignación, nada más. Lo celos no son parte de la ecuación. Pero
puedo sentirlos por ella.
—Quizás. Viendo que anoche fui el que estuvo con mi polla dentro
de ti. —Tomo otro sorbo de cerveza mientras espero su respuesta.
—Bueno, quería ver si eras un hombre de palabra. Nada más que
eso. Por otro lado, fue una modelo femenina.
—¿No me quieres? Bueno, debiste haberlo dicho.
Eso la hacer reír.
—No puedo negar que lo disfruté. Mi vestido, por otro lado, no. Está
bastante destrozado y no sé cómo voy a ser capaz de explicar lo que le
pasó.
—Te compraré uno nuevo. Es mi culpa que esté arruinado.
—No te preocupes por eso. La próxima vez usaré algo más resistente.
—¿La próxima vez?
—La próxima vez —dice con determinación.
—¿Qué estás haciendo ahora? —pregunto. Sólo la vi anoche. Y hoy.
Pero las cosas están avanzando rápido y tengo que permanecer con la
delantera en el juego.
—Nada. Sólo tarea. ¿Quieres saber lo que estoy usando? —Baja la
voz, seductiva.
—Quizás. Dime. —Hay un crujido, como si estuviera moviéndose y
tengo una imagen de ella recostada en la cama con un libro en la mano,
su cabello suelto y extendido por la almohada.
—¿Debería decirte la verdad o mentir?
76
—Dime una y decidiré si es la verdad o una mentira.
—Me gusta la idea. Déjame ver, llevo una camiseta azul desteñido
que conseguí un verano cuando fui supervisora de campamento. Es tan
delgada que puedes ver a través de ella, pero no puedo tirarla.
—¿Y debajo?
—Nada. —Cierro los ojos y puedo verlo. Me equivoqué al pensar que
no tenerla aquí me daría una imagen clara. Incluso imaginarla es suficiente
para enredar mis pensamientos.
—¿Pijamas? —pregunto y mi voz es áspera.
—Sólo un par de pantalones cortos de la escuela. Tienen el logo de
águila en los costados. Y calcetas largas hasta las rodillas con calaveras.
Bueno, jódeme. No sé si esto es el atuendo real o falso y no me
importa.
—Llegaré en quince minutos para ver si estás mintiendo. —Cuelgo
antes de que pueda decir algo. No puedo usar lo que actualmente tengo
puesto, así que me dirijo al armario y escojo algo sin ni siquiera mirarlo.
En alguna parte en el fondo de mi mente, sé que no debería estar así
de ansioso. Pero callo esa parte de mi cerebro mientras tomo las llaves del
BMW.

—¿Corriste hasta aquí? —pregunta cuando abre la puerta.


—Eres una mentirosa —digo, mirándola de arriba abajo.
—¿En serio?
—Esas calcetas tienen conejos. Dijiste que eran calaveras. —Además
de ese pequeño error, el resto es exactamente igual a como lo describió.
Sus ojos se encuentran libres de delineador y sus labios de lápiz labial rojo.
Está brillantemente limpia y relajada cuando me deja entrar.
Su casa es justo como pensé que sería. Simple, pero con pequeños
detalles aquí y allá. Tiene una calavera en la mesa junto a la puerta para
las llaves, y una pintura de un corazón sangrando en la pared sobre el sofá.
Los colores son en su mayoría suaves para dejar ver los pocos dejos
brillantes 77
—Dije calaveras, ¿no? —dice, mirando sus calcetas—. Ah. De todos
modos… —empieza a decir, pero me inclino y la beso en la boca.
››¿Por qué fue eso? —pregunta cuando me alejo. Fui capaz de evitar
arrojarla sobre mi hombro y llevarla al dormitorio, pero sólo apenas.
—Porque quería. —Se pasa una mano por el cabello. Un poco de
este queda levantado, como si estuviera acostada de espaldas y se
acabara de levantar.
Se echa para atrás y señala.
—Entonces, eso es. No esperaba que lo vieras tan pronto, pero oh,
bueno. —No estoy seguro de por qué está preocupada. El lugar está
desordenado, pero limpio.
—Es lindo —digo cuando va hacia la cocina.
—¿Te puedo dar algo? ¿Café? —En realidad no vine aquí con un
café en mente, pero seguro, por qué no.
—Eso sería genial —digo cuando ella empieza a juguetear con una
máquina de expreso.
››Sofisticado—digo, acercándome. Estampa la mano contra la cosa
y hace una mueca.
—Sí, cuando funciona. La mayor parte del tiempo tengo que
golpearla para que se someta. He intentado con esposas y un látigo, pero
dice la palabra de seguridad. —Una risa se escapa de mi boca.
Golpea de nuevo la máquina y esta empieza a hacer un ruido
burbujeante antes de dispensar café en una taza.
—¿Crema o azúcar? —Sacudo la cabeza y tomo la taza humeante
mientras ella repite el proceso hasta que tiene una taza para ella. Le
añade un chorro de crema y azúcar y lo revuelve con un palillo chino
plateado que saca de un cajón.
—Debo confesar que me siento un poco desvestida —dice, bajando
de nuevo la vista. Tengo que forzar a que mis ojos suban, de modo que no
me quedo mirando lo delgada que es la camiseta. Definitivamente no
lleva nada debajo, y podría estar loco, pero creo que sus pezones están
perforados.
—Te ves bien para mí —digo, tomando un sorbo de café. Maldición,
está bueno. No he tenido una buena taza de café desde hace rato. Ella se
encoge de hombros y luego gira sobre sus talones, siendo cuidadosa de
no derramar su café antes de dirigirse hacia la sala de estar. La sigo. Se
sienta en el sofá y sube los pies. Se ve tan joven en estos momentos. Joven 78
y vulnerable. Joven y vulnerable y follable.
Pero decido ser un caballero y sentarme en el otro extremo del sofá
con suficiente espacio para que otra persona se siente entre nosotros.
Esta vez, nuestro silencio tiene una nota de incomodidad. Tomo otro
sorbo de café y me aclaro la garganta.
—¿No quieres que está aquí? Como que me invité solo. —Se ríe una
vez.
—Créeme, si no quisiera que estuvieras aquí, no estarías sentado en
mi sofá. Tengo un padre muy protector que haría cualquier cosa que le
pidiera. —Esto, lo sé.
—Ah, ya veo —digo, como si no lo supiera ya—. Entonces,
probablemente debería mantener las manos para mí mismo. —Baja su
café y se inclina hacia mí.
—Oh, no lo sé. Parece egoísta. ¿No quieres compartir tus manos? —
Se inclina sobre sus brazos y avanza hacia mí. Tengo que bajar mi taza o
derramaré el contenido en mi regazo. Eso probablemente mataría en
estado de ánimo.
—Oh, ¿quieres que comparta, Saige Beaumont? —Extiendo los
dedos frente a su rostro y la miro a través de ellos.
—Sí, me encantaría que compartieras, Quinn Brand. Quiero que
compartas todo tipo de cosas conmigo. —Me inclino hacia ella y me
detengo, con nuestros rostros solo a centímetros de distancia.
—Bueno, ya sabes lo que dicen.
—¿Y eso es? —respira.
—Compartir es caridad. —Alzo ambas manos y sostengo su rostro,
trayéndolo hacia mi boca. Esta vez el beso es dulce. Delicado. Tentador.
Pero no me importa. No con ella, de todos modos. Me importa
conseguir lo que necesito.
Me digo esto incluso mientras ella lame la comisura de mis labios y
abro la boca para dejarla entrar. Ella nunca entrará dentro de mí. Dentro
de mi alma. Nadie jamás llegará ahí. La persona que estuvo más cerca es
Lizzy. Quizás Cash. Pero nadie más. Cerré esa puerta y la aseguré hace
mucho tiempo.
Saige se aleja y estudia mi rostro.
—Puedo decir cuando estás pensando.
No le respondo. Se muerde el labio inferior y luego se abraza las
piernas. Si pensaba que era follable antes, no es nada a como luce ahora. 79
Aún dulce y vulnerable, pero con un dejo de zorra.
Giro un poco y trepa sobre mí, quedando sobre mi regazo. Si había
alguna duda en que la quería, queda objetado cuando se restriega
contra mí. Sus dedos pasan por mi pecho y suben hasta llegar a mi nuca.
—¿Qué quieres de mí? —pregunta y el eco de un escalofrío baja por
mi espalda. Le doy lo que espero sea una sonrisa fácil.
—No quiero nada de ti. —Ella sonríe y hace rodar sus caderas. Tengo
que reprimir un gemido.
—Mentiroso —dice—. Todos quieren algo. Entonces. ¿Qué quieres tú?
Por un segundo salvaje, pienso en decirle. Sólo para ver su reacción.
Nunca haría algo tan estúpido, pero esta es la primera vez que he
empezado a considerar lo que sucedería si lo hiciera.
—Justo ahora quiero que sigas haciendo eso —digo, rozando sus
costados con las manos y dejándolas sobre sus caderas. Ella es suave y
generosa en ese departamento. Más que suficiente para agarrar. Hundo
los dedos y me mira.
—Eso no es lo que quieres —dice.
—Tienes razón. Quiero mucho más de ti. —Una vez más, le digo la
verdad, pero no tiene idea.
—¿Así? —dice y entonces, me besa de nuevo.
—Así. Y así —digo, metiendo mi mano bajo su camiseta. Síp, sus
pezones están perforados con pequeñas barras. Si no estuviera duro como
una roca ya, solo eso me habría hecho estarlo. Acariciando sus pezones
con los pulgares, succiono su labio inferior. Mueve las caderas y se arquea
contra mí. Hago rodar sus pezones con mis dedos hasta que están duros y
su respiración ha cambiado.
Rompe el beso de nuevo y me tomo un momento para saborear sus
mejillas enrojecidas.
—¿Dormitorio?
—Claro —digo, y se baja de mí, pero toma mi mano mientras me
lleva por el pasillo hacia su dormitorio. Es claro y brillante, con suaves
cortinas blancas colgando desde el techo para dar la apariencia de un
dosel sobre su cama. Hay calaveras negras pintadas en las almohadas.
Suelta mi mano y la veo dudar por un segundo antes de agarrar su
camiseta y sacarla por su cabeza.
—Ven aquí —digo y obedece. Debimos quedarnos en la sala de
estar. Esta no es el tipo de cama para hacer las cosas que voy a hacerle.
80
Es demasiado suave, demasiado delicada. Este es un cuarto para hacer el
amor y toques suaves, y quedarse dormidos en los brazos del otro. No haré
ninguna de esas cosas aquí y espero que no espere que las haga.
Sus labios encuentran los míos de nuevo y ataco su boca, pero
parece ser lo que quiere. Sus dedos rasgan mi ropa, como si no pudiera
quitarla demasiado rápido. La mayor parte del tiempo trato no desvestirme
cuando estoy con alguien, pero ella saca lo mejor de mí. Han pasado años
desde que una mujer me ha visto completamente desnudo y su reacción
es exactamente la que pensé que sería.
—Oh, vaya —dice, dando un paso atrás de modo que puede
mirarme. Nunca intenté tener muchos tatuajes, pero simplemente sucedió.
Estimo que cerca del setenta por ciento de mi cuerpo está cubierto ahora.
Ninguno en mis manos, rostro o cuello. Cuando llevo un traje, nadie puede
verlos. Pero ahora, Saige los ve. Los ve todos.
Me quedo de pie frente a ella solo en mis bóxers. Los ojos de Saige
van de mis hombros a las mangas en mis brazos, bajan por mi torso a mis
piernas antes de caminar a mi alrededor para mirar la tinta en mi espalda.
—Te preguntaría que significan, pero hay demasiados —dice,
regresando para estar frente a mí.
—¿Esto hace que pienses diferente de mí? —pregunto. Finalmente,
levanta la mirada a mis ojos de nuevo.
—Estaría mintiendo si digo que no. Pero no pienso en ti de una mala
manera, si eso es lo que estás esperando. Hay algo en ti, Quinn Brand. Eres
un hombre de misterios. —Ella es la que lo dice.
—También eres un misterio, Saige Beaumont. —Sé sobre el tatuaje en
su nuca, pero me pregunto si hay otros que no he conseguido ver aún.
—No tan misteriosa como tú —dice, alzando su dedo y acariciando
el tatuaje de ruiseñor sobre mi corazón. He sido cuidadoso con mis
tatuajes. Nada de nombres, nada específico. Nada de retratos. Este pájaro
es por mi madre. Su cosa favorita en el mundo entero era cantar. Mierda.
Mi mente divaga otra vez y esta no es el mejor momento para ello.
—Son hermosos —dice, tocándome de nuevo. Necesito sacarla de
mi cabeza. Sacarla del pasado.
—Tú eres hermosa —digo con una sonrisa. Como esperaba, rueda los
ojos.
—Pero que línea.
—¿Vas a dejarme salir con eso? —pregunto, poniéndome de rodillas
y llevando el rostro a su estómago.
—Quizás —dice, su voz tan solo una exhalación. Pongo un beso en su 81
ombligo y luego hundo la lengua ahí. Tiembla y miro como su piel se eriza
con piel de gallina. Bajo besando y lamiendo. No tuve la oportunidad de
probarla la última vez y me ha estado volviendo loco desde entonces.
Hace un dulce gemido que me hace sonreír. No hizo ese sonido la
vez pasada. Descubro que quiero que lo haga de nuevo, así que uso mi
lengua justo debajo de la franja de sus pantalones cortos. Gime de nuevo
y sus dedos aprietan mi cabeza. Si tuviera el cabello largo, probablemente
lo estaría jalando. Hmm. Eso es algo en lo que pensar.
Tomo sus pantalones cortos y comienzo a bajarlos centímetro a
centímetro por sus caderas, revelando su mitad inferior.
Y entonces, su timbre suena.
10 Traducido por Jeyly Carstairs & Laura Delilah
82
Corregido por Jadasa

Tropezando se aleja de mí con un pequeño grito y sube sus


pantalones cortos de un tirón. Como si hubiéramos sido atrapados. Lamo
mis labios, saboreándola. Se ve nerviosa mientras recoge su blusa y se la
coloca de nuevo, luego pasa su mano a través de su cabello. Suena de
nuevo el timbre de la puerta.
—Contestaré a eso. Quédate aquí —dice, levantando su palma
como si yo fuera un perro que quiere que le obedezca. Me pongo de pie,
pero asiento. Me coloco mi ropa y luego me paro al lado de la puerta de
su dormitorio para escuchar mientras abre la puerta. Estoy esperando que
sea un repartidor o algo así, pero entonces escucho una voz femenina
hablando con Saige. Ruidosamente. No puedo entender lo que está
diciendo, pero escucho a Saige intentando hacerla callar.
Luego hay pasos y me lanzo de vuelta a la habitación y cierro la
puerta. Un segundo más tarde, se abre de golpe y estoy cara a cara con
Lo Hobbes. La reconozco de algunas de las fotos de Saige en internet.
—Sí, parece que estás muy ocupada haciendo la tarea —dice sobre
su hombro hacia Saige —. Hola, tarea.
—En realidad es Quinn —digo, tendiéndole mi mano. Me da una
buena sacudida, a pesar de su constitución esbelta. Es casi tan alta como
yo y me recuerda a una de esas hadas del libro favorito de Lizzy. Es de
largas extremidades esbeltas y una cara dulce. Aunque, en este momento,
no es tan dulce.
Toma su cabello rubio suelto de su moño y luego lo gira de nuevo.
—Lo —dice Saige, un tono de advertencia en su voz. Se da la vuelta
hacia Saige.
—¿Qué? Has estado tan rara estos últimos días y ahora sé por qué. —
Me sonríe con los labios cubiertos de brillo. Saige articula una disculpa
hacia mí sobre el hombro de Lo, pero en realidad encuentro todo lo
ocurrido muy divertido.
—Es agradable conocer a una de las amigas de Saige, bajo
cualquier circunstancia —digo.
—Por el aspecto de la misma, si hubiera llegado un poco más tarde,
podría haber conocido incluso más de ti —dice Lo y decido que me gusta.
Mis impresiones iniciales casi nunca se equivocan. Con una excepción.
Cash.
83
—Casi —digo y Saige parece haber empujado a un lado su
vergüenza.
—¿Querías algo, Lo? —Ella mira de un lado a otro entre nosotros.
—Solo esto. Me encantaría interrogarte ahora y darte todo un
discurso sobre no joder a mi mejor amiga, pero por desgracia, tengo una
emergencia en el trabajo —Recuerdo por mi investigación que trabaja
como restauradora en un museo local, lo cual es probablemente una de
las razones por las que ella y Saige se lleven tan bien. Comparten una
afinidad por las cosas del pasado.
Me da una palmadita en el hombro.
—Jode con ella y te destruiré. Tengo tres hermanos que me adoran y
harían cualquier cosa que les pida. ¿De acuerdo? —Poco sabe que tengo
mi especie de propios hermanos que también harían cualquier cosa por
mí. Pero le doy una sonrisa.
—Debidamente anotado. —Pasa a Saige y le susurra algo al oído
que hace que frunza el ceño. Lo se va, su risa haciendo eco incluso
después de que se cierra la puerta principal.
Dejo el dormitorio y me detengo frente a Saige en el pasillo.
—Lamento eso. No sabía que simplemente se presentaría aquí —
Parece haber sofocado su vergüenza a simple molestia.
—Está bien. No pasó nada. Aunque, si te lastimo, supongo que sí —
me rio.
Saige pone sus ojos en blanco y tira de su blusa para asegurarse de
que está cubriendo su estómago. Es un extraño ataque de modestia.
—No le hagas caso o creas cualquier cosa que diga. Yo no lo hago.
—Coloco mis manos sobre sus hombros y me mira.
—Quizás nos apresuramos un poco —digo. Tanto como me gustaría
aliviar la erección que tengo, es más importante construir cimientos con
Saige. Necesito lograr que confié en mí, incluso antes de que sepa que lo
está haciendo. Antes de que utilice esa confianza para conseguir lo que
quiero.
Se levanta sobre la punta de sus pies y luego baja. Me pregunto si
tomó clases de danza cuando era más joven. No tengo acceso a mucho
de esos detalles.
—Probablemente tengas razón. Creo que nos estamos apresurando
—suspira y camina de nuevo hacia la sala de estar.
—¿Quieres ver una película o algo? O podríamos salir y dar un
84
paseo. —Un paseo sería más incómodo hasta que pueda calmar mi polla.
—Una película suena genial.

Veinte minutos más tarde, aún estamos discutiendo sobre cual


película de Hitchcock es la mejor.
—¿Estas bromeando? —dice Saige—. No es La Ventana Indiscreta.
Tiene que ser Vértigo. Estás loco si piensas diferente —No puedo creerle.
Ella es la que está loca si piensa que Vertigo es mejor y se lo digo.
—Como sea. Vamos a tener que ver las dos y luego ya lo veras. —
Agarra el control remoto y selecciona La Ventana Indiscreta. La he visto
tantas veces que no necesito verla de nuevo.
—Te equivocas, Quinn Brand —dice mientras pisotea hacia la cocina
para hacer palomitas de maíz. Sigue sorprendiéndome. Moviéndose,
cambiando de cómo creo que es a otra cosa. Intentar comprenderla es
como tratar de contener agua con los dedos separados. Sigue
deslizándose a través de ellos. Debería incomodarme, pero estoy
demasiado envuelto en el misterio de esta hermosa chica para
preocuparme. Eso va a ser un problema, pero lidiare con ello más tarde.
—¿Mantequilla? —grita sobre el sonido del aire estallando.
—¡Sí! ¡Y sal! —grito en respuesta. En realidad prefiero comer las
palomitas de maíz solo con sal, pero no me importa comerlas con
mantequilla.
—¿Quieres algo de tomar?
—Agua está bien —Regresa con un tazón gigante de color azul en
una mano y un vaso en la otra, sostiene otro vaso entre su costado y brazo.
Me levanto para tomarlo así no se cae.
—Si necesitabas ayuda, podrías haberla pedido —digo mientras se
sienta de nuevo y dobla sus piernas sobre el sofá. Coloca el tazón entre
nosotros y veo que ha sido muy generosa con la mantequilla. Aguántate,
Quinn.
—Normalmente le pongo más cosas a mis palomitas de maíz, pero
no sabía si te gustaría —dice, agarrando un puñado.
85
—¿Qué es lo que les pones? —Mantengo mis ojos sobre la pantalla,
pero toda mi atención está en ella.
—Chips de chocolate, salsa de caramelo, salsa picante, chile en
polvo, glaseado, de todo. Debería hacerte mis palomitas del rancho.
Podrían cambiar tu vida. —Agarro un puñado e intento no hacer una
mueca por lo empapadas que están las palomitas.
—Suena asqueroso —digo. Soy un purista de los alimentos. Me gusta
que las cosas sean lo más sencillas posible.
—Sí, bueno, también te equivocas en eso. Te equivocas sobre un
montón de cosas, Quinn Brand —Sacudo la cabeza y voy por otro puñado
de palomitas de maíz.
—Y a ti realmente te gusta estar en lo correcto, Saige Beaumont. —
No sé por qué me gusta usar su nombre y apellido, pero casi se siente
como un hábito.
—Tengo razón. Ahí está la diferencia. —Lanzando una pieza en el
aire, la atrapa en su boca y luego me sonríe con la palomita entre los
dientes.
—Lo veremos —digo.

Sé que estoy pasando demasiado tiempo con ella. El objetivo es


entrar, conseguir lo que necesito y salir. Pero estoy aplazando el proceso
con Saige. Quizás sea porque esta vez se siente diferente. Ella se siente
diferente y no puedo decir por qué. Me siento fuera de equilibrio con ella,
lo cual no es una cosa del todo desagradable. Después de tantos días de
hacer lo mismo, esto es nuevo. Ella es nueva. Refrescante.
Hemos visto las dos películas y hace mucho paso la hora de la cena.
Brevemente considero preguntarle si quiere salir de nuevo, pero
definitivamente he abusado de su hospitalidad. Agarro el tazón vacío de
las palomitas de maíz y los vasos, los coloco en el fregadero. Se levanta y
me sigue a la cocina.
—No tenías que hacer eso.
—Lo sé —digo. Si hay una cosa que he aprendido sobre las mujeres,
es que es suficiente con hacer un poco. Escogiendo un plato, saco la
86
basura, regalitos sencillos.
Se inclina sobre uno de los mostradores y envuelve algo de su
cabello alrededor de su dedo.
—Eres algo más, ¿sabes eso? —No tiene idea.
—Así eres tú —digo.
Me limpio las manos en un paño de cocina que está cubierto de
amapolas rojas y suspiro.
—Realmente debería irme —digo e ignoro cuánto odio decirlo.
Quiero tomar las palabras de vuelta tan pronto como han salido de mi
boca.
—Sí, seguro. Realmente tengo tarea que hacer, entonces
probablemente debería volver a ello. —Hay una extraña pausa entre
nosotros y la rompo inclinándome, y besándola en la mejilla.
—Llámame —digo antes de dirigirme hacia la puerta. Camina detrás
de mí y realmente quiero voltearme, presionarla contra los gabinetes y
follar las luces del día fuera de ella. Pero no lo hago. Luce como si quisiera
decir algo, pero presiona sus labios y sonríe.
—Hasta luego —dice mientras cierra la puerta detrás de mí. Dejo salir
un suspiro largo y me dirijo a las escaleras.

Tan pronto como estoy de vuelta en mi coche, llamo a Cash.


—¿Qué hay de malo contigo? Tu voz suena diferente —dice antes
de que incluso le pueda decir por qué le estoy llamando.
—¿Mi voz suena diferente? ¿De qué putas estás hablando? —
Considero conseguir un taxi, pero la caminata será buena para mí. Para
quemar todo el fuego que Saige encendió en mí anteriormente. Cada vez
que parpadeo lo único que puedo ver es su rostro, sus pechos y sus
pezones perforados cuando me encontraba sobre mis rodillas y la miraba.
Sé que la deseo, pero cualquiera lo haría. Soy un hombre y ella es una
mujer. Es biológico.
—No importa. ¿Qué pasa? —Hm. Cash nunca tuvo un problema
para gritarme por mi mierda, pero retrocede en esto.
87
—Solo quería hacerte saber que la vi. Nosotros, eh, casi nos lo
hicimos otra vez, pero luego Lo nos encontró. Supongo que se encontraba
preocupada cuando Saige no le contó acerca de mí, por lo que
simplemente se presentó. —Cash se ríe.
—Aww, te bloquearon la polla. Quizás deberías haberle pedido que
se uniera. —Algo me dice que ni Saige ni Lo serían el tipo de chicas que
comparten cuando se refiere al dormitorio.
—No creo que hubiera ido bien.
—Demasiado malo. La amiga es muy sexy, por lo que recuerdo. —
Ruedo mis ojos e intento volver a encaminar a Cash a la conversación. A
veces piensa demasiado con su polla y no con su cerebro.
—Bueno, mantenme actualizado. Oh, y Track se ha estado juntando
con intel para la siguiente marca. —La siguiente marca. Aún no puedo
pensar sobre eso. No puedo ver nada más allá de lo que estoy haciendo
ahora mismo.
—Atravesaremos ese puente cuando lleguemos ahí. De todos
modos, podríamos incluso necesitar mudarnos de nuevo. —Tengo la
sensación que después de este trabajo, necesitaremos abandonar.
—Buen trato. Oye, ¿te veré el martes?
—Nos vemos el martes. —Llego al garaje y cambio mi ropa de
trabajo por mis pantalones vaqueros y sudadera.
Bajo mi mirada a mi teléfono y considero llamar a Saige. Y entonces
quiero golpearme en la cabeza. ¿Qué en el infierno está mal conmigo? La
vi hace menos de una hora y ahora soy como un adicto que necesita una
dosis.
Ahora mismo necesito una desintoxicación. Sacarla de mi sistema
este fin de semana así puedo volver con la cabeza despejada.
Me dirijo a casa, pero no me detengo en mi apartamento. Sigo
caminando. Mi estómago retumba, pero más tarde puedo conseguir
comida. El aire es frío contra mi piel y es agradable. Me ayuda a dejar de
lado los pensamientos calientes acerca de Saige. Tengo que dejar de
pensar en sus labios rojos, piel cremosa y su sabor en mi lengua. Sin
mencionar la sensación de deslizarme en ella y los sonidos que ella hizo
cuando lo hice.
Joder.
Definitivamente necesito dejar de pensar en eso.
Mi mente se desplaza lejos de Saige y me golpea con un recuerdo
de mi madre, de pie en la cocina, barriendo el piso y cantando. Cuando 88
era más joven, solía pensar que era Cenicienta porque siempre cantaba
cuando limpiaba y tenía el cabello rubio. No obtuve ninguno de mis
colores de ella, pero tengo un montón de sus características.
Cuando pienso en ella, intento recordarla de esa manera. Una
escoba en su mano y su voz clara interrumpiendo, el sol entrando a
raudales por la ventana detrás de ella y haciendo que brille su cabello.
Pero entonces se acerca una sombra y la veo sobre ese mismo piso.
Muerta. Sus ojos azules abiertos y sin vida, sus cabellos mezclados con la
pegajosa sangre roja.
Sacudo mi cabeza de allá para acá unas cuantas veces, pero no
hace nada bueno. Mis pies me llevan adelante y me doy cuenta de que
es tarde. Debería ir a casa. Alimentar a Leo. Ir a dormir.
Suspirando, doy la vuelta y camino de vuelta por donde vine.
La soledad de nuevo me corroe por dentro. Tengo a Cash y al resto.
Tengo a Lizzy. Siempre me dije que necesitar a las personas te hace débil.
No puedo dejar que me importen, porque cuando lo hacen, los alejan de
mí. Lizzy es una excepción a esa regla.
Mi teléfono vibra en mi bolsillo y solo asumo que es Cash. Nope. Otro
mensaje de texto de mi acosador.
No creías que me iba a rendir fácilmente, ¿o sí?
—Joder —digo en voz baja. Este imbécil no va a rendirse.
Me dirijo de vuelta a mi apartamento, en alerta máxima. Tan pronto
como entro, trabo todas las puertas y las ventanas. No estoy asustado, solo
soy cuidadoso. Agarrando uno de los teléfonos extra de prepago, llamo a
Cash.
—¿Sí? —dice, sonando irritado.
—Tengo otro mensaje. —Jura y oigo crujidos. Y entonces una voz
femenina. Oh.
—Espera —dice. El sonido es amortiguado y luego regresa.
—¿Estabas en medio de algo?
—En realidad, alguien —dice y puedo oír la sonrisa en su voz. Cash
no tiene problemas en conseguir a alguien en su cama. Las mujeres están
locas por Cash.
—Y respondiste a mi llamada, me siento conmovido —digo.
—Cállate, puto. Ojalá hubieras esperado unos minutos más, pero
sobreviviré. No creo que se vaya a ninguna parte. La cuido muy bien.
89
»Terminaré en un momento —dice, sonando cansado.
—Sabes qué, ni siquiera te preocupes por eso. Lidiaremos con eso
mañana. Regresa a lo que estaban haciendo. —No debí haberle llamado.
Puedo defenderme si quien sea que es aparece en mi casa. No necesito a
Cash para que venga y tome mi mano como un puto niño.
—¿Seguro?
—Sí. Olvídate de eso.
—Bien, gracias hombre. Te debo una.
—Lo que sea. Al menos alguien va a echar un polvo.
—Si quisieras, podrías echar un polvo. Oí que hay una cierta pelirroja
que tiene un enamoramiento contigo. —Ruedo mis ojos. Suena como si
estuviese en secundaria.
—Cállate y ve a follar a tu chica.
Termina la llamada y es el fin de eso. Leo viene y se frota contra mis
piernas, así que voy a alimentarlo.
El teléfono viejo prepago zumba con otro mensaje.
¿Ya tienes miedo?
No, no estoy jodidamente asustado. Molesto, pero no asustado. Ya
no me asusto. Contra mi mejor juicio, escribo una respuesta y la envío.
No tengo miedo de nada. Menos de ti.
Mis manos tiemblan y siento mi malestar aumentando en ira. Voy a
mi closet y tomo el saco de boxeo. Caliento con unos golpes de cada lado
y luego paso a una secuencia de golpes, cruces, ganchos y patadas.
Al instante, mi piel está resbaladiza con sudor y tengo que sacarla
continuamente fuera de mis ojos. Sangre corre por mis manos de mis
nudillos agrietados y sé que mañana estarán magullados. Bien. Me gusta
tener algo que mostrar por un buen entrenamiento.
Voy duro hasta que tengo que tomar un descanso, apoyándome en
mis rodillas e intentando volver a meter aire a mis pulmones cansados.
Me pongo de pie para encontrar a Leo mirándome, su cabeza
ladeada como preguntándome de qué iba todas esas cosas.
—Tú tienes garras. Yo no —digo y entonces tiemblo, porque no
quiero ser una de esas personas que habla con su gato. Por supuesto que
Leo no contesta, pero corre y me trae su pelota. Me echo en el sofá y se la
lanzo.
90
La trae de vuelta y cae en mi regazo. Estoy pensando que
probablemente debería tomar una ducha e irme a la cama, pero mi
mente aún sigue corriendo en círculos.
Necesito salir. Fuera del apartamento. Fuera de mi cabeza. A pesar
de que apenas he vuelto, me levanto otra vez. Leo llora, pero le doy una
palmadita en la cabeza y le dejo algunas golosinas.
—Lo lamento —digo mientras cierro la puerta y comienzo a caminar
hacia el estacionamiento para agarrar de nuevo el BMW.
Luego cambio de opinión.
Voy por el Rolls en lugar del otro. Es el coche más caro que tenemos
y está reservado solo para los puestos de trabajo más especiales. Pero esta
noche, lo necesito. Bajo la parte superior y escucho el ronroneo del motor
mientras me dirijo al apartamento de Saige.
11 Traducido por Daniela Agrafojo & Pau_07
91
Corregido por Helena Blake

Es muy tarde, pero sus luces están encendidas. Si ella puede


sorprenderme, yo puedo sorprenderla. Solo… tengo que verla. No puedo
explicar la razón.
Llamo y la puerta se abre, así que esa es una buena señal. Llego a su
puerta y toco y se abre inmediatamente. Está usando una variación del
atuendo de más temprano. Una blusa diferente, esta es una camiseta
holgada que apenas oculta algo y otro par de pantalones cortos. Su
cabello está levantado en un moño desordenado y sus ojos parecen un
poco hinchados.
—Lo siento —digo automáticamente, dándome cuenta de cuán
imbécil soy. ¿Qué demonios está mal conmigo?
—Tienes suerte de que estuviera abarrotada o de lo contrario no te
hubiera dejado entrar. Cuido mi sueño ferozmente, cuando puedo
conseguirlo. —Se inclina contra el marco de la puerta y solo quiero soltar su
cabello y pasar mis dedos a través de él antes de terminar lo que fue
interrumpido más temprano.
—En realidad no sé por qué estoy aquí —digo, y me pateo por ser
honesto con ella. Bosteza y se frota los ojos.
—Bueno, estás aquí ahora. ¿Qué quieres? —No tiene idea de lo que
está preguntando. No debería haber venido. Se está volviendo más difícil
respirar con ella aquí así. Está jodiendo con mi cabeza de nuevo.
—¿Te gustaría dar un paseo conmigo? —Levanto mis llaves.
—¿Dar un paseo contigo?
—¿Nunca has paseado en un Rolls-Royce? —Eso la anima un poco.
—Ese es el auto favorito de mi padre. Me dejó tomarlo prestado para
el baile de graduación cuando estaba en último año. —Pongo una sonrisa
en mi rostro y extiendo mi mano.
—Vamos. Tal vez te deje manejar.
Ella sonríe y toma un abrigo del gancho junto a la puerta.
—Solo tengo una solicitud —digo antes de poder detenerme.
—¿Cuál es? —dice, abotonando el frente de su abrigo. Sus
pantaloncillos son tan cortos que se ve como si no estuviera usando nada
debajo. Jódeme de nuevo. No necesito esa imagen en mi cabeza.
—Date la vuelta —digo, y ella lo hace, perpleja.
Tomo la banda elástica que mantiene atado su cabello y la halo 92
hasta que este cae sobre sus hombros.
—Ya está —digo, y ella se gira para mirarme sobre su hombro. Tomo
una respiración y le extiendo la banda elástica.
—¿Era eso? —pregunta, metiendo la banda en su bolsillo.
—Sí —digo, y luego tengo que girarme lejos de ella. Me sigue al
frente del edificio y abro la puerta del auto para ella.
—Ooohhh, es hermoso —dice, tocando el capó del auto—. Esto
debió haberte costado un poco de dinero. —La única razón de que este
auto esté en el arsenal es por Cash. Hizo el caso para ello y ninguno de los
chicos discutió.
—Un poco —concuerdo y entramos al carro y bajo el techo
descapotable. Es por eso que quería que llevara el cabello suelto.
—Si te da frío, hay una manta en el asiento trasero —digo,
preocupándome por sus piernas desnudas.
—Estoy bien —dice, mirando el salpicadero y el resto del auto.
>>A papá le encantaría esto. —Me encojo incómodamente. No
quiero hablar de su padre. Así que enciendo el motor mientras Saige se
instala en el asiento y suspira con alegría.
—¿Cuánto tiempo puedes estar fuera? No quiero que te quedes
atrás. —En realidad me importa una mierda su horario de estudio, pero
quiero que crea que lo hago.
—Casi había terminado. Podemos quedarnos tanto como quieras. —
No me gusta que lo ponga de esa manera. Si soy honesto, quiero manejar
y manejar y nunca volver. Solo tomarla a ella y al auto e irme. Nunca es tan
simple. Tengo que detenerme y recoger a Leo, sin embargo. Y a Lizzy.
Tengo que ir a ver a Lizzy.
Las personas en los libros y en las películas siempre están
despegando, dejando todo atrás. Pero la vida real no es así. Tienes
conexiones. Obligaciones. Lazos que no pueden ser cortados. No dejaré
que Saige se convierta en uno de ellos. Pero esta noche, voy a sacarla por
un paseo. Solo un paseo. Nada más.
Giro en la calle y comienzo a conducir. Me dirijo fuera de la ciudad y
Saige no dice nada. Coloca sus pies en el asiento y se recuesta hacia
atrás. Su cabello revolotea con la brisa y tengo que forzarme a dejar de
mirarla. Conduzco hasta que los faros viniendo hacia nosotros disminuyen y
puedo dejar que el motor haga su trabajo.
Piso el acelerador y Saige se ríe cuando el auto se lanza hacia
adelante. Sus brazos se levantan y deja salir un grito. 93
Me encuentro incapaz de dejar de sonreír mientras se gira y me
lanza una sonrisa radiante. Su cabello está por todo el lugar, pero parece
no importarle.
Reconozco una señal más adelante y si continuamos así,
eventualmente llegaremos a la costa.
—Este auto es jodidamente increíble. No pude permitirme hacer esto
en el baile. Estaba tan preocupada de que algo le pasara que manejé a
veinte kilómetros por debajo del límite de velocidad —dice mientras bajo
la velocidad y tomo la próxima salida.
—No lo uso mucho. Solo en ocasiones especiales.
—¿Oh, en serio? ¿Y qué hace esto una ocasión especial?
—Tú dime —digo mientras giro hacia la izquierda hacia un
vecindario. La mayoría de las casas están a oscuras, con la excepción del
brillo azul de los televisores o luces de las lámparas de las mesas de noche.
—No, quiero escuchar la razón —dice ella, tratando de mantener su
cabello fuera de sus ojos y fallando—. Si respondo primero, ¿puedo
amarrar mi cabello?
—Seguro —digo.
Ella gira su cabello, lo alisa y lo coloca en un moño antes de hablar
de nuevo.
—Esta es una ocasión especial porque… es luna llena. —Levanta la
mirada y me doy cuenta de que tiene razón. ¿Cómo no lo noté? La luna
está clara y brillante en el cielo, y baña su piel con su luz.
—¿Y? —digo.
—¿Y qué? ¿No es una razón lo bastante buena?
—No, supongo que lo es.
—Tu turno —dice ella, empujando una hebra fugitiva de cabello lejos
de su cara.
—Es una ocasión especial porque… —No quiero decirle la verdad,
pero no puedo pensar en algo más que decir.
—Porque estás aquí conmigo —digo finalmente.
Se ríe de nuevo.
—Estás lleno de líneas, Quinn Brand. Pero de alguna manera te creo
cuando las dices. Eres sincero, ¿no? —Ahora, eso me hace querer reír. No
tiene ni maldita idea.
—Seré lo que sea que quieras que sea, Saige. —Ella resopla, y es un 94
lindo sonido.
—Eres terrible, ¿lo sabes? —Sí. Lo sé. Más de lo que ella podría
posiblemente imaginar.
Caemos en un silencio de nuevo. Espero que me pregunte a dónde
vamos, pero no lo hace. Así que, o lo sabe, o no le interesa.
Finalmente me detengo en un estacionamiento vacío a la orilla de la
playa. Las dunas ondean en el viento y la luz de la luna hace que el
paisaje parezca de otro mundo.
Se gira hacia mí cuando apago el motor.
—¿Quieres dar un paseo? —Sonrío, recordando lo que pasó la última
vez que le pregunté eso.
—Seguro —digo mientras salimos del auto. Ella se saca los zapatos y
los deja junto al auto, y yo hago lo mismo. Todavía lleva sus pantalones
cortos, así que me inclino y enrollo mis pantalones lo mejor que puedo
antes de tomar su mano y pasear hacia la rampa de madera que dirige
hacia la arena.
—Nunca había estado en la playa de noche —dice, inhalando
profundamente. El aire está especiado con el sabor picante del océano.
Es uno de mis olores favoritos en el mundo. Mi madre amaba traernos a la
playa. Nos perseguía con el bloqueador solar y yo ayudaba a Lizzy a hacer
castillos de arena antes de dirigirnos hacia las rocas para buscar cangrejos.
—Oye —dice Saige, tirando de mi mano y trayéndome de vuelta al
presente.
—Oye —digo, dándole una sonrisa.
—Te perdiste en tu cabeza de nuevo.
—Culpable —digo. Puede que ella no sea capaz de leer mi mente,
pero puede llegar malditamente cerca.
—Está bien. No me importa. Sé que tienes mucho que hacer allá
arriba. —Le da un golpecito a mi cabeza y sus dedos permanecen,
rozando mi cuero cabelludo. Me quedo quieto y la dejo tocarme porque
se siente malditamente bien.
—Probablemente no tanto como piensas —digo, y deja caer su
mano.
—¿Ahora eres modesto? Interesante. —No estoy seguro de por qué
es interesante, así que comienzo a caminar y ella me sigue.
La arena es fría sin el sol para calentarla y espero que ella no tenga
frío.
95
—¿Quieres ver cuán fría está el agua? —pregunto y caminamos
hacia el agua. El agua lame los dedos de mis pies y ella toma una
bocanada de aire.
—Sí, está fría. No sé si pueda hacerlo de nuevo —dice,
encogiéndose—. No sé cómo las personas viven en los polos. Es una receta
para la hipotermia si alguna vez he escuchado una. —Me quedo en el
agua, caminando hasta que llega a mis tobillos. Mis pies se entumecen
rápidamente y me pregunto qué haría ella si sigo caminando hasta el final.
—Estás loco —dice a mi espalda, me doy la vuelta y la miro sobre mi
hombro, rodeándose con sus brazos. Está helada.
—No. Solo soy de sangre fría —digo con una sonrisa.
Pone los ojos en blanco.
—Vamos, caminemos para que pueda calentarme.
Salgo del agua y esta vez la sigo por la arena, evitando a propósito
sus huellas. Tiene pies excepcionalmente pequeños.
—¿Necesitas mi chaqueta? —pregunto.
Niega con la cabeza.
—No, estoy bien ahora que me encuentro fuera del agua.
Caminamos en silencio. La vuelta de las olas me calma y me doy
cuenta que he sido estúpido. No debería haber aparecido. Espero que no
crea que estoy desesperado, o que soy el tipo de persona que
simplemente aparece cuando quiera. A pesar de que ya lo hice. No quiero
que piense que estoy obsesionado con ella. Ese tipo de enamoramiento es
peligroso y probablemente la espantaría.
Básicamente, tengo que calmarme de una puta vez.
Ella choca mi hombro con el suyo.
—¿Qué estás pensando?
—No mucho. ¿Tú?
Suspira.
—¿No te gustan las preguntas personales, ¿verdad? —No, no me
gustan. Porque no quiero caer, y decirle la verdad sin querer. Otra Vez.
—¿A alguien? —Salta sobre un grupo de algas.
—A algunas personas no les importa. Y entonces, algunas personas
no pueden decir lo suficiente acerca de sí mismos, y tú haces lo que
puedes para alejarlas.
96
—Entiendo lo que quieres decir. Supongo... Simplemente no me
gusta que la gente sepa cosas sobre mí que creo son personales. —No
pretendía que saliera de esa manera, pero no parece ofendida.
—No me molesta. Al menos no en este momento. Pero algún día voy
a querer abrir una grieta y mirar en tu interior, Quinn Brand. —Me sonríe y
no puedo ignorar el hilo de malestar que gotea por mi espina dorsal.
—Eso suena doloroso —digo.
—Conocer a alguien puede serlo, a veces. —Seguimos todo el
camino a un extremo de la playa y puedo decir que se está congelando,
a pesar de lo que me dijo antes.
—¿Lista para volver? —digo mientras nos volvemos y nos dirigimos de
nuevo al coche. Sus brazos se doblan a su alrededor, con las manos
metidas en las mangas de su abrigo.
—Claro —dice—. Supongo que debería haberme puesto unos
pantalones.
—Lo siento, debería haberte advertido.
—No pasa nada.
Volvemos al coche y abro la puerta para ella antes de salir corriendo
alrededor y ponerme en el asiento del conductor, prendo el auto para
poder conseguir que el aire caliente se mueva hacia ella. Se estremece
cuando lo pongo al máximo.
Las rejillas disparan aire caliente como aliento y ella pone sus dedos
en ellas.
—¿Por qué tenías que verme? —pregunta, y su voz es tan silenciosa
que casi no la oigo. Realmente no sé cómo responder esta pregunta. No
de una manera lógica.
—No sé —digo—. Solo... tenía que hacerlo. —Asiente y parece
aceptar esa respuesta.
—Me alegra que lo hicieras. Estaba preocupada de que las cosas
fueran a ser... raras, después de nuestra primera cita. Normalmente no soy
así, sabes. —En realidad, no. Sé muchas otras cosas acerca de ella, pero
no sabía eso.
—No te preocupes. Me preocupaba que no quisieras volver a verme.
Wham, bam, gracias, señor.
Resopla y se sienta en su asiento.
—Entonces, dime algo, Quinn Brand.
—Claro.
—¿Quién eres? —Mi sangre se congela en mis venas y tengo un 97
momento de pánico antes de sofocarlo. No puede saber lo que pregunta.
Me esfuerzo por poner una sonrisa en mi cara antes de responder. Es una
buena cosa que esté oscuro y no me esté tocando, por lo que no puede
ver lo rápido que mi corazón se acelera.
—Soy un tipo que piensa que eres dolorosamente hermosa. —Lo es.
Lo vi en esas primeras imágenes y lo veo incluso más ahora. Terriblemente,
horriblemente, dolorosamente hermosa.
Me pega en el brazo y pone los ojos en blanco de nuevo.
—Uno de estos días vas a darme algo más que una línea estándar.
Uno de estos días, Quinn. —Tal vez. Pero lo dudo.

—¿La follaste en la primera cita? Bien hecho, hombre —dice Row,


levantando su puño para chocarlo conmigo. Le doy una mirada y luego lo
choco de todos modos.
—¿Cómo estuvo? No es que me gustaría saber nada al respecto —
dice Track, estremeciéndose—. Los coños simplemente no lo hacen por mí.
—Lo sabemos —dicen Hardy, Row y Baz a la vez con muchas
rodadas de ojos.
—Solo voy a colocar carne de alta calidad en este cuerpo. Es un
templo, ya sabes —dice él, lo cual le gana un par de puños en la cabeza y
una botella lanzada en su dirección que atrapa con facilidad.
—Dejen de hablar de pollas y vuelvan a la chica —dice Baz.
—¿Todos quieren una versión detallada?
—Como si hubiéramos estado ahí —dice Cash, empujando un
pedazo de tortilla en la boca y masticándola con fuerza.
—Oh, ¿lo debí haber grabado en mi teléfono para que todos
pudieran tener un referente visual? —digo. No estoy seguro de por qué
estoy repentinamente enojado por compartir mis aventuras con Saige.
Normalmente, todos compartimos y luego empezamos a contar historias
sobre nuestras conquistas favoritas, pero no se siente bien esta vez. No
quiero compartir. Quiero aferrarme a ese cálido momento con Saige. Estoy
lamentando incluso el contarle a Cash al respecto. Demasiado tarde para 98
retractarme, sin embargo.
—Solo estamos reventando tus pelotas, hombre. Cálmate de una
puta vez —dice Cash. No me gusta que hablen de ella así, pero no voy a
sentarme y analizar ese sentimiento en particular.
—Lo que sea. Para seguir adelante, las cosas van bien. Te voy a
actualizar cuando tenga más detalles. ¿Alguien más?
Track interrumpe con un comentario y comienza a hablar. Me mira y
le envío un gesto de agradecimiento. Entonces es el momento para una
actualización de Hardy. Dinero, dinero, dinero. Es lo que hace que el
mundo gire.
Mi mente vaga mientras todo el mundo debate nuestro próximo
movimiento después del Sr. B. No es el momento de votar todavía, pero
vamos a tener que lidiar con ese problema pronto.
—Eso me recuerda. Necesito algo de dinero —dice Baz.
—¿Para qué? —pregunto.
—No hay razón. Solo lo necesito. —Está siendo cauteloso y es
molesto.
—¿Cuánto? —pregunta Hardy.
—Medio millón.
—¿Para qué demonios, Baz? No puedes pedir todo ese verde sin
decirnos para qué es. No gastamos un centavo sin discutirlo. Así es como
funciona esto. Así es como siempre ha funcionado.
—¡No es asunto de su puta incumbencia! ¡Solo dame el maldito
dinero! —Se pone de pie, y todos nos sorprendemos un poco por el
estallido. Había pedido dinero misterioso antes, pero nunca había sido tan
firme al respecto. Sus ojos azules estallan y crepitan mientras nos mira.
—Cálmate, hombre —dice Cash, poniendo su mano en el hombro
de Baz. Baz lo sacude y empieza a dar vueltas por la habitación. Row y
Hardy comparten una mirada. Tienen esa cosa gemela rara que me
asusta, la verdad. Como si fueran un cerebro en dos cuerpos.
—Solo lo necesito, ¿de acuerdo? ¿Puedes hacerme un fajo y
entregármelo? Nunca voy a pedirlo así otra vez. Solo lo necesito. —Baz
estando así de desesperado por dinero significa una de dos cosas: o está
en problemas, o alguien que ama lo está. Nunca habla de su familia.
Tenemos una especie de "no preguntes, no cuentes" sobre nuestra vida
personal.
Miro a mi alrededor a los chicos y todos nos damos cuenta de que él 99
está serio y que no va a decirnos, no importa cuánto le preguntemos.
—¿Votamos? —digo.
—¿Todos a favor de darle el dinero a Baz? —Cada mano se levanta.
Bueno, excepto la de Baz. Él solo se para allí y se queda mirándonos a
todos, como si no lo pudiera creer.
—De acuerdo, el voto es unánime. Hardy, ¿puedes arreglar todo? —
Él asiente y Baz vuelve a sentarse con un golpe.
—Gracias —dice, tan suave que casi no lo oigo.
—De nada. Pero solo sé que esto es una cosa de una sola vez. Y será
mejor que no te metas en problemas. —Tengo la sensación de que esto va
sacarlo a él o alguien de problemas. Ojalá.
Track se aclara la garganta y luego pregunta si alguien quiere otra
cerveza mientras se pone de pie y consigue una de la nevera.
Eso rompe la tensión y la parte de negocios de nuestra reunión
termina, y comienza la parte no relacionada con los negocios. Sí, todos
trabajamos juntos hacia un objetivo común, pero también nos agradamos
el uno al otro genuinamente. A falta de una palabra mejor, estos son mis
hermanos. Mi familia.
Soy el último en salir y Cash agarra mi brazo antes de que me dirija
hacia la puerta.
—Oye, ¿te encuentras bien? Pareces un poco... apagado.
Mierda. No quiero hablar de esto.
—Estoy bien. En serio. Solo cansado. —Me estudia por un tiempo y
luego sonríe. Tan jodidamente feliz. Cash es tan bueno en fingir una sonrisa,
a veces no puedo decir qué es real y qué no lo es.
—Solo reviso. —Me da una palmada en el hombro y mantiene la
puerta abierta.
—Bueno, no lo hagas —digo antes de bajar las escaleras e ir hacia la
noche.
12 Traducido por Miry GPE
100
Corregido por Mire

—¿Tienes planes para el almuerzo? —dice Saige después que Grace


la pone a través de mi línea de trabajo.
—¿Por qué, sugerirás algo? —digo, me alegra no estar con un cliente
para poder hablar con ella sin que nadie escuche.
—Bueno, acabo de salir de clase y pensé que tal vez te gustaría
comer tacos o algo en este pequeño lugar fuera del campus. Pero si estás
terriblemente ocupado, lo entiendo. —La última frase gotea sarcasmo.
—Creo que se puede arreglar —digo y ella recita la dirección.
Agarro mi teléfono celular y la escribo en él, así puedo encontrarlo. Tendré
que tomar un taxi para llegar ahí.
—¿Nos vemos ahí en diez? —digo.
—Perfecto. —Cuelgo y me doy cuenta que hay una sonrisa en mi
rostro. Definitivamente necesito detener esto. Ella es trabajo. Una marca.
Bueno, la hija de una marca. Nada más. Cuando se vaya, ni siquiera
pensaré en ella. Del mismo modo que no pienso en las marcas pasadas.
Sus nombres, rostros y cuerpos, todos son confusos. Ni siquiera sé cuántas
han sido. Debería sentirme mal por eso. Pero no.
Pienso en eso por un momento mientras pongo mi celular en el
bolsillo de mi chaqueta y me dirijo al encuentro de Saige. Pero luego su
rostro llena mi cerebro y anula todo lo demás.

—Te reto —dice Saige cuando nuestros tacos llegan con tres
opciones de salsa. Leve, Regular y Superficie del Sol.
—Solo si tú lo haces —digo, alcanzando el tazón de Superficie del
Sol.
—Estás dentro —dice, introduciendo su tenedor en la salsa y luego
esparciéndolo en la parte superior de su taco. Hago lo mismo y ambos
levantamos nuestros tacos.
—¿Listo? —dice.
101
—Absolutamente —digo y muerdo al mismo tiempo. Mierda, no
bromeaban. No soy cobarde cuando se trata de salsa, pero MIERDA.
Mastico y trago, pero no puedo hacerlo sin toser. Mis ojos al instante
lagrimean y dejo caer el taco en mi plato antes de alcanzar el agua. Sé
que no detendrá el dolor, pero no sé qué más hacer.
—Santa jodida mierda. —Saige tose y no puedo ver a través de las
lágrimas en mis ojos, pero imagino que hace lo mismo que estoy haciendo.
Dolor. Mucho dolor. Si no tuviera tanto dolor, estaría divertido por su
maldición.
Nos toma un tiempo poder respirar y ver de nuevo.
—Probaron la salsa SDS, ¿no? —pregunta nuestra camarera, que
viene a llenar los vasos de agua. La miro parpadeando y veo la sonrisa en
su rostro.
—Sí —digo, ahogándome mientras alcanzo el agua y la dreno.
—Bueno, no digan que no se lo advertimos —dice con voz cantarina
mientras se aleja a comprobar otra mesa.
—Esa fue una idea terrible —dice Saige, con ojos rojos. Finalmente he
dejado de llorar, por lo que ahora puedo verla. Su pelo es recto, y
recogido parcialmente a un lado de su rostro con horquillas. Viste casual
hoy, en pantalones y una camiseta negra que es solo un poco ajustada. Es
un buen atuendo para ella. Tiene aretes de diminutos cráneos de cristal en
sus orejas. Imagino que este atuendo molesta a su padre y eso me agrada.
Pronto, esto no parecerá gran cosa. No después de que termine con él.
—Esa fue una mala elección —concuerdo y reímos.
—Creo que seguiré con la leve. Si aún me queda alguna papila
gustativa. —Tampoco estaba seguro de si me quedaba alguna.
Compartimos la salsa leve y terminamos nuestros tacos antes de
compartir un pedazo de pastel de chocolate.
—Estoy tan llena, no me quiero mover —dice, recostándose en su
silla.
—Igual yo. Y estoy bastante seguro de que tomará un tiempo
recuperarse de esa salsa. Santo infierno. —Ella se encoge.
—¿Tienes que volver de inmediato? —pregunta cuando miro mi reloj.
—No, tengo tiempo. —Eso es mentira. Tengo una cita en veinte
minutos y tomará por lo menos diez volver en taxi. Saco mi teléfono y le
envío un mensaje rápido a Grace.
102
—Entonces, ¿cómo estuvieron las clases hoy? —pregunto. Tengo que
aprender mucho sobre ella tan pronto como sea posible para poder usarlo
para acercarme.
Describe sus clases y le pregunto más sobre su carrera y por qué la
eligió.
—No estoy segura. Fue como una decisión estimulada por el
momento. Y creo que una pequeña parte de mí quería elegir algo que mi
papá odiaría. —Siempre habla de su papá, pero no sobre su madre. Me
pregunto si hay una historia ahí. Algo que podría ser capaz de usar a mi
favor.
—¿Y funciona?
Ella ríe.
—Siempre. Trató que dejara la clase. Pero seguí adelante y declaré
mi carrera de todos modos. No soy una niña. Puedo hacer lo que quiera. —
No, definitivamente no es una niña y sospecho que incluso cuando lo era,
no dejó que nadie la presionara.
—Y te gusta eso —digo. No es una pregunta. Es fácil verlo cuando
habla de sus clases. Bueno, excepto por dibujo. No le gusta mucho.
—Se siente como que hago algo que importa. Algo importante. Esto
puede sonar tonto, pero no me importa. Las pinturas son algunos de los
únicos registros históricos que tenemos en algunos casos. Especialmente de
figuras históricas. A pesar de que probablemente los retratos no son tan
precisos. Pero, ¿quién no pone un filtro en sus fotos de Instagram? —La
última parte me hace soltar una carcajada.
—Ese es un buen punto. Así que, ¿cuáles son tus planes después de
graduarte? ¿Viajar por el mundo? ¿Encontrarte a ti misma?
Frunce sus labios.
—No estoy segura, todavía. Ya veremos. No me gusta especular
sobre el futuro más allá de hoy. —Me gusta eso.
—Puedo beber por eso —le digo, alcanzo mi vaso de agua.
Chocamos nuestros vasos y después me pregunta si quiero dar un paseo.
—La última vez que dimos un paseo, te follé contra una pared —
digo, pero no reacciona. Como si esperaba que dijera eso. Tomará más
que eso para impresionarla.
—Es cierto —dice mientras dejo una generosa propina a la
camarera, aunque se rio de nosotros.
—Así que, ¿dices que podría ocurrir de nuevo? —pregunto mientras
103
sostengo la puerta para ella.
—Ya veremos —dice, y me da una pequeña sonrisa. Oh diablos.
¿Qué me está haciendo esta chica?

El sol es brillante sobre el cabello de Saige. Casi cegador.


—¿A dónde? —pregunto.
—Por acá —contesta, señalando. Es justo como la noche de nuestra
primera cita, con ella liderando el camino. Pero solo porque yo la dejo.
Todavía tengo el control.
—Entonces, dime más sobre ti, Quinn Brand. Has hecho todo tipo de
preguntas sobre mí, ahora es mi turno. —Tengo respuestas listas para
cualquier cosa que podría preguntarme. He hecho esta parte tantas veces
antes.
—¿Qué quieres saber? —Golpetea ligeramente su barbilla como si
pensara mucho. Como si no hubiera pensado en eso hasta ahora, lo cual
sé que es una tontería. Dijo que no hace planes para ningún día futuro más
que el hoy, pero ahora creo que es mentira.
—Todo. ¿Dónde creciste? ¿Tienes hermanos? ¿Cómo es tu madre?
¿Qué edad tenías cuando aprendiste a andar en bicicleta? ¿Alguna vez
jugaste Verdad o Reto? —Esas son... un montón de preguntas.
—¿Quieres que te responda todas a la vez? —Ríe.
—No tienes que hacerlo. Solo empieza con algo. Cualquier Cosa.
Prefiero no decirle sobre mi infancia falsa, donde le pinto un cuadro
optimista de galletas, dos padres y Navidades con montones de juguetes.
Quiero hablar de algo diferente.
—Nunca jugué Verdad o Reto. —Es bueno ser honesto con ella, al
menos con esa pregunta.
—¿Nunca? ¿En serio?
—En serio.
—¿Cómo es posible?
Me encojo de hombros. 104
—Ni idea. Simplemente nunca surgió. ¿Y tú? —Dirijo las preguntas de
nuevo a ella.
—¿Qué otra cosa se podía hacer en las pijamadas una vez que
hacías las llamadas de broma y te colabas en el gabinete del licor de tus
padres? —Contuve la risa.
—Bueno, peleas de almohadas vienen a mi mente —digo y ella me
golpea el hombro ligeramente.
—Eso es solo una fantasía masculina, por cierto. Nunca he tenido
una pelea de almohadas en mi vida.
—Eso es una lástima.
—Pervertido.
Llegamos a otra intersección y ella apunta. No tengo idea de a
dónde vamos y no me importa. Las personas pasan y el ruido de la ciudad
nos envuelve, pero me centro en ella.
—¿Cuál es el reto más loco que has hecho? —pregunto. Realmente,
en verdad quiero saberlo.
—Te lo diré si me dices sobre tu primer beso. —Maldición.
Definitivamente no quiero hablarle de eso y no porque no quiera hablar de
mi vida personal; es una historia vergonzosa. Más allá de vergonzosa.
—Trato —digo—. Pero tienes que decirme primero.
Suspira como si fuera una enorme imposición.
—Bien. Pero más vale que sea una buena historia. —Estoy seguro que
disfrutará de ella, aunque odio contarla.
—Este es.
Libera un suspiro y mira hacia adelante.
—El más loco reto que alguna vez hice fue cuando tenía dieciséis
años. Oh Dios, fue tan tonto. Bueno, habíamos estado representando
Hamlet en la escuela, así que fui retada a interpretar la muerte de Ofelia
con un acento escocés en medio de Wal-Mart. Solo digamos que no
terminé toda la escena antes de que me pidieran que me fuera y luego
me escoltaran para salir de la tienda. Me negué a regresar a esa tienda
después. Lo bueno es que fue antes de que muchos teléfonos pudieran
tomar video o de lo contrario probablemente estaría en YouTube para que
todo el mundo lo viera. —Río. La imagino totalmente haciendo eso.
—Hombre, desearía que hubiera un video. Eso es algo que me
gustaría ver. ¿Tal vez puedas recrearlo para mí alguna vez? —Rodó los ojos.
105
—Diablos no. Ahora, háblame de tu primer beso. —Ahora era mi
turno de suspirar y sacar mi infancia vergonzosa.
—Tenía diez años y me encontraba de campamento. —Tan pronto
como empiezo a contar la historia, soy arrastrado hacia atrás en el tiempo,
hacia esa litera y esa chica. Lacey.
—Había una chica, Lacey, tuve un enamoramiento por ella todo el
verano, pero era demasiado tímido para hacer algo al respecto. Por
supuesto, fui un idiota y se lo dije a uno de mis amigos, luego todos los
chicos sabían y se burlaban de mí. Finalmente, tuve que besarla solo para
callarlos. Así que le pasé una nota durante el almuerzo y le dije que se
escapara y se reuniera conmigo en el edificio de literas de los niños
durante artes y manualidades. Me estaba volviendo loco y seguía frotando
mis manos en mis pantalones cortos. Ella vino y me recuerdo deseando
haber visto más películas románticas, así sabría qué decir. Realmente no
recuerdo lo que pasó después, pero terminamos sentados en mi litera, me
incliné y la besé. Ella olía a goma y repelente de insectos. Se echó hacia
atrás tan rápido que casi caí de la litera. Y luego vomitó en mi regazo.
Me estremezco al recordar el olor. Tuve que ducharme y cambiarme,
y tratar de conseguir sacar el olor de mi colchón. Apestaba un poco para
la última semana de campamento. Pero al menos nadie se burlaba de mí
por no besarla. En su lugar, se burlaban de mí porque ella vomitó. Porque,
por supuesto que también se supo.
—Oh, Dios mío, Quinn —dice Saige a través de su risa. Me toma del
brazo y dejamos de caminar. Luego echa la cabeza hacia atrás y se ríe de
mi desgracia. Probablemente debería importarme, pero no. También me
río de mí.
—Esa es la historia del primer beso más trágica que he escuchado.
—Sí, estoy seguro. Fue muy traumático. —Estuve horrorizado de que
fue algo que hice lo que provocó que vomitara. Como que mi aliento era
malo, o yo era asqueroso o algo. Me llevó cuatro años intentarlo de nuevo,
y por suerte esa chica no vomitó durante cualquiera de nuestros besos. Ella
fue mi primera novia real.
—¿Sabes lo que hace ahora? ¿Lacey?
—Ni idea. No he pensado en ella durante mucho tiempo.
—Debes buscarla en línea. Apuesto a que podrías encontrarla.
—No estoy seguro de querer. A veces, el pasado tiene que quedarse
en el pasado. —Empezamos a caminar de nuevo y ella agarra mi muñeca
para comprobar el tiempo.
—Mierda, tengo que volver. —He perdido por completo la noción
del tiempo, pero no quiero volver a trabajar. Quiero cancelar todo y
106
simplemente pasar el día con ella. Y la noche. Pero mis deseos no son
importantes. Lo importante es mover la relación en la dirección correcta
para conseguir lo que necesito. Es la única cosa que importa.
—¿Compartimos taxi? —pregunto.
—Claro.
Ella detiene uno y damos nuestros destinos. Vamos en direcciones
opuestas y el taxista está un poco disgustado, pero le entrego veinte y
cierra su boca.
—¿Cuáles son tus planes para esta noche? ¿Tienes una cita
ardiente? —Definitivamente quiere pescar una invitación a una cita. Muy
lindo.
—Todavía no estoy seguro. ¿Qué piensas hacer?
—Tarea. Como siempre. Se acercan los exámenes, así que no tengo
mucho tiempo para nada más. —Maldita sea.
Me da una pequeña y triste sonrisa.
—Diría que puedes venir a verme estudiar, pero sería muy aburrido
para ti y una gran distracción para mí.
—Definitivamente no sería aburrido. Nunca podrías ser aburrida,
Saige Juliette Beaumont. —Su nombre sabe bien en mi boca y en mi
lengua.
—Sobreestimas mi capacidad de ser interesante cuando miro los
libros de texto y escribo en mi portátil, pero lo tomaré como un cumplido.
—Sus ojos hacen esa cosa de arrugarse de nuevo y sé que la complací.
—Bueno, si quieres un descanso del estudio, solo házmelo saber. —
Llegamos a la entrada de su escuela.
—Lo haré. Adiós, Quinn. —Duda por un momento antes de inclinarse
y darme un beso en la mejilla.
—Adiós, Saige. —El taxista se aleja mientras ella aún se encuentra de
pie en la acera mirando hacia mí.
13 Traducido por MaryLuna
107
Corregido por Mae

Dado que no recibí más mensajes me imaginé que quienquiera que


fuera se aburrió de hostigarme. Por supuesto allí es cuando consigo otro.
Esta vez es una imagen. De mí saliendo de mi oficina la noche anterior. Lo
sé porque recuerdo que corbata llevaba puesta.
No hay mensaje, pero la intención y el significado es claro: Te estoy
observando.
Considero lanzar el teléfono desechable por la habitación y ver
como se hace añicos contra la pared, pero eso sería resolver
absolutamente nada. El acosador misterioso ha intensificado la situación y
ahora es el momento de pedir refuerzos.
Agarro el otro teléfono de debajo de mi cama y llamo a Cash.
—Enviaron una foto de mí saliendo de mi oficina, así que no sólo
hackearon el teléfono, me están siguiendo ahora.
—¿No tenemos suficiente como para lidiar con eso en este
momento? —Incluso el alegre Cash suena un poco exasperado por este
último giro de los acontecimientos.
—Lo sé.
—Muy bien, así que vamos a tener que sacarlos. Llamaré a los chicos
y vamos a establecer la vigilancia. Sé que lo vas a odiar, pero esa es solo
la forma en que trabajamos. —Hemos tratado con situaciones similares
antes. Las personas que elegimos para blanco tienen mucho dinero y
recursos a su disposición y no están muy contentos cuando se enteran de
que son varios millones de dólares más pobres.
—¿Crees que deberíamos abandonar? —digo. Esta es la última cosa
que quiero hacer, pero es una opción que tenemos que considerar.
—No vamos a tirar de ese gatillo por el momento. Los chicos y yo
veremos qué podemos hacer y luego nosotros nos encargaremos desde
allí. Estoy terminando esto ahora. —Además de nuestro arsenal de
vehículos llamativos, también tenemos algunos que utilizamos para la
vigilancia. Furgonetas de catering de empresas falsas, taxis e incluso un
camión postal. Ni idea de cómo Row puso sus manos sobre él, pero lo hizo
y es muy útil en muchas ocasiones.
—Déjame saber cuándo llegues aquí —digo y finalizo la llamada.
Caminando hacia la ventana, Tiro de la cortina un poco y miro hacia la
noche. La calle es tranquila y silenciosa. Como si estuviera en hibernación.
Un auto solitario pasa y un perro ladra en algún lugar cercano. Nada fuera
de lo común. Exploro las filas de autos estacionados a ambos lados de la 108
calle, pero desde este punto de vista, no seré capaz de ver a alguien,
incluso si me están mirando.
Mierda.
Quince minutos más tarde, recibo un mensaje de Cash que está aquí
y listo para tomar el turno de noche. Seré escoltado al trabajo y a casa, y
donde quiera que vaya. Invisible, por supuesto, pero todavía sé que están
ahí. Observando a cualquiera que me esté mirando. Voy a seguir con mis
actividades normales, por supuesto, porque la alteración de ellas dejaría
saber al que está haciendo esto que estoy asustado. También voy a tener
que comenzar a traer más armas conmigo. Siempre tengo al menos un
cuchillo conmigo, una pequeña pistola en mi maletín y otra en mi escritorio
en la oficina, pero ahora voy a tener que empezar a llevarlas. Eso hace las
cosas un poco difíciles pero como dijo Cash, es el precio que tengo que
pagar para hacer lo que hago.
Una parte de mí se siente un poco culpable porque los otros chicos
tienen que renunciar a sus vidas para observar mi culo. Pero yo haría lo
mismo por ellos y ellos lo saben. He hecho lo mismo por ellos. Muchas
noches mi culo se ha vuelto insensible por sentarse y esperar a que algo
suceda.
Arrojo el teléfono desechable ahora inútil en una bolsa plástica e iré
con Cash mañana por la mañana para que pueda ver si hay algo que
pueda obtener de él. Sé que no podrá. Tarde o temprano vendrá contra
mí quien sea el responsable y tendré que estar listo.
A pesar de lo tarde que es, saco mi bolsa y empiezo a entrenar. He
sido un vago últimamente y tengo que ser tan fuerte como sea posible,
sobre todo ahora.
Leo se sienta en el alféizar de la ventana, su cola moviéndose hacia
atrás y adelante mientras me observa golpear la bolsa.
—Deja de mirarme así —digo, limpiando el sudor de mis ojos.
Él no escucha.
Dejo caer el teléfono en el bote de basura fuera de mi casa, Cash lo 109
recogerá. Camino hacia el lugar habitual donde tomo el taxi y resisto la
tentación de mirar por encima de mi hombro. No puedo hacer eso. Tengo
que mantener mi compostura.
Mi llegada a la oficina es sin incidentes. No es que esperara que
alguien saltara sobre mí, pero tengo que estar preparado para todas las
contingencias. Es por eso que tengo una pistola atada a mi lado y otra a
mi tobillo. Afortunadamente mi traje oculta ambas. De hecho, suspiré de
alivio cuando me los puse esta mañana. Al igual que saludar a viejos
amigos que no había visto en mucho tiempo. Ellas dan más tranquilidad.
Probablemente debería empezar a ir al campo de tiro, al menos una vez a
la semana. Todos nosotros deberíamos. Ninguno puede permitirse estar
laxo o fuera de la práctica.
Caigo en mi rutina habitual de reunirme con clientes, hacer papeleo
y discutir los deportes con mis colegas de la cafetería. Tenemos una
reunión por la tarde para discutir el informe trimestral. Puedo mantener mi
cabeza baja y esperar a que se acabe. No he sabido nada de Saige y
estoy esperando que al menos me enviara un mensaje hoy. Parece que no
podemos estar más de veinticuatro horas sin hablar el uno al otro. O por lo
menos no puedo pasar tanto tiempo sin saber de ella.
La reunión finalmente termina con mi jefe haciendo una broma
terrible (y sexista) de la que todos tenemos que reírnos. Sólo hay dos
mujeres ejecutivas y mantienen la boca cerrada, pero puedo sentirlas en
plena ebullición. No las culpo. No puedo esperar para salir de este trabajo.
Este es uno de los peores ambientes de trabajo en el que he estado
atascado. Tal vez antes de irme les diré a todos los cerdos que trabajan
aquí lo que realmente pienso de ellos. Quemar hasta el último puente.
Sería muy satisfactorio.
Cuando regreso a mi oficina, encuentro un mensaje de Saige. Una
pequeña ola de placer rueda a través de mí y no me detengo a analizar.
¿Cómo estás, Quinn Brand?
Me encantaría oír su voz, pero estoy asumiendo que está,
probablemente, en clase o en otro lugar donde no puede recibir una
llamada.
Estoy muy bien. Y ¿cómo estás tú, Saige Beaumont?
O bien escribe muy lentamente (que creo que es poco probable), o
ella esta, definitivamente, en medio de algo.
Lo siento, estoy en clase. Probablemente debería estar prestando
atención. Estoy bien.
Estoy en medio de escribir otra respuesta cuando recibo otro
mensaje de ella.
110
Así que me preguntaba qué estás haciendo este fin de semana. Sé
que es un corto plazo.
Muy agradable. Sin duda me gustaría tener otra cita con ella, espero
que culmine con más sexo. Y esta vez me gustaría no ser interrumpido.
¿Qué tenías en mente?
Bien...
Ahora estoy definitivamente intrigado.
¿Cómo te sientes acerca de usar un esmoquin?
Eso depende.
Realmente me gustaría poder oír su voz.
¿Usarías uno por mí? ¿En un evento de caridad de un amigo de mi
padre?
Lo imaginé. Parece que hay uno cada fin de semana. Es curioso que
esté pidiéndome que vaya a uno ahora, cuando ya he ido a dos y no la
he visto.
Creo que se puede arreglar.
No responde de inmediato, así que pongo el teléfono en mi escritorio
y espero. Cuando no ocurre nada durante cinco minutos, desbloqueo mi
computadora y empiezo a trabajar en algunos correos electrónicos. Un
teléfono observado no suena.
Lo siento de nuevo. Bien, Excelente. Voy a mandarte los detalles más
tarde.
Le contesto que esperaré sus instrucciones. Esto podría ser bueno.
Podría ser una buena probabilidad de descubrir a mi acosador.
Probablemente los chicos no estarán encantados, pero tendrán que
aguantar. Envío un mensaje en masa dándoles un mano a mano que voy
a necesitar a todos a bordo para este fin de semana.
Espero conseguir más de unos pocos mensajes de descontento de
vuelta, pero no lo hago. Interesante. Por lo general hay al menos un poco
de protestas. Raro.
111
Llamé a una reunión la noche siguiente para que pudiéramos hablar
de mi acosador y de cómo va a ir el evento. Fui el primero en llegar al
lugar de Cash, quien se sentaba en su escritorio.
—Pensé que no ibas a usarlo. Sólo admirarlo.
—Si bien. Estoy sentado y admirando. —Pasa la mano por la parte
superior y luego me mira. Se ve jodidamente ridículo, encorvado en el
asiento endeble. Al igual que un adulto que se sienta en la silla de un niño.
—Lo que sea —digo y me dirijo a la oficina. Definitivamente necesito
una copa.
Cash me sigue.
—¿Qué pasa contigo últimamente? Pareces perpetuamente
cabreado. —Hago estallar la tapa de una cerveza fría y lo señalo con ella.
—No lo estoy. E incluso si lo estuviera, creo que tener este problema
del acosador me da derecho a eso. —Levanta manos en el aire como si se
estuviera entregando.
—Bien, bien. Sé que estás armado. Y lo entiendo. Sólo pareces
diferente últimamente. Sólo estoy tratando de averiguar por qué. —La
preocupación en su expresión me hace sentir como un idiota. Hay muy
pocas personas que se preocupan por mí y no debería estar actuando
como un idiota para igualar a uno de ellos.
—Lo lamento. Sólo siento como que hay mucho que hacer y creo
que no estoy lidiando con ello muy bien. —No quiero admitir esto, porque
no hace mucho tiempo estuve aburrido. Deseando que algo pasará.
Ten cuidado con lo que deseas.
Baz llega después, seguido por Track y luego Row y Hardy.
—Está bien, tenemos un acosador en nuestras manos —digo cuando
todos se sientan.
—Divertido, divertido —dice Cash, frotándose las manos. La
intensidad de hace unos minutos se ha ido y ha vuelto a su ser optimista.
—Sí, para aquellos de ustedes que no recibieron el turno de noche —
dice Baz, poniendo mala cara.
—Oye, esto es en lo que te metiste. El trabajo nunca se detiene. No
hay vacaciones. No te sientas en una jodida playa en Cancún cada vez
que estás estresado. Este trabajo es tu vida. —No quiero sonar tan rudo. No
sé qué me ha pasado.
Hay un momento de silencio mientras termino mi pequeña diatriba.
Luego Cash aclara su garganta y empieza a repartir las tareas. Sólo tomo
mi cerveza y cierro la boca. 112
Realmente necesito calmarme.
14 Traducido por Mae
113
Corregido por Vane Black

Escojo el Brioni de nuevo porque Saige nunca lo vio la primera vez.


Track me guiará y todo el mundo está trabajando en vigilancia. Cash va
conmigo en caso de que algo salga mal, habrá dos de nosotros. Se ha
puesto un esmoquin negro con una camisa negra y corbata negra. Lo
hace ver intenso e intimidante. Ha guardado su sonrisa por la noche.
—¿Cómo está mi rostro serio? —pregunta en cuanto llegamos en
nuestros autos separados. Tengo el Ferrari y él uno de los BMW adicionales.
—Creíble. ¿Puedes usarla toda la noche?
—Este no es mi primer rodeo —dice con una sonrisa antes de entrar
en el lado del conductor. Me da un pulgar hacia arriba y salgo primero,
con él siguiéndome de cerca, pero no demasiado cerca.
Algo casi... revolotea en mi estómago y me doy cuenta de que estoy
nervioso. ¿Qué carajo? No he estado nervioso por recoger a Saige antes.
¿Por qué es esta noche diferente?
Niego con la cabeza y deseo haber tomado un traguito de algo
para calmarme.
Me detengo en su casa y le envío un mensaje. Ella baja los escalones
de la entrada y salgo del auto para abrirle la puerta.
Esta vez su vestido es dorado y ajustado, aferrándose a ella en todos
los lugares correctos. Su cabello cae en grandes rizos por su espalda. Sus
ojos son ahumados, como de costumbre, y sus labios son rojos. Está
increíblemente perfecta.
—Mírate. Te hubiera invitado a una de estas cosas antes, si hubiese
sabido que te veías tan bien en un esmoquin. —Camina a mí alrededor,
como si estuviera admirando la mercancía. Y entonces se acerca y me
aprieta el culo.
»Mmmm. Sí. Esto me gusta mucho. Los hombres no parecen entender
el poder que un traje puede tener. —Ella se acerca de nuevo y mi polla se
endurece al instante.
—Si sigues haciendo eso nunca vamos a llegar al maldito evento.
Se ríe en voz baja y retrocede para enfrentarme. Dios, es hermosa.
—No me importaría —dice, su tono coqueto—. Pero creo que mi
padre no estaría muy feliz. —Ya sé que el señor Beaumont estará allí
porque Cash hackeó la base de datos del club de campo y obtuvo la lista
de invitados. Por lo menos no estoy totalmente mal preparado. Aún así, me
hubiera gustado esperar un tiempo antes de conocerlo, pero habría
ocurrido antes o después. 114
La ayudo a entrar al auto y voy al lado del conductor.
—¿Estás nervioso por conocer a mi padre? —pregunta mientras me
alejo de la acera.
—¿Estás bromeando? Por supuesto. —Había decidido que sería
mejor no revelar que ya lo conozco. No hasta ver si él quiere que Saige
sepa que ya nos hemos conocido. Toda esta situación es delicada y tengo
que tener cuidado. Un resbalón y todo se destruye.
—Te ves impresionante, Saige —digo para cambiar su atención.
—Gracias. Te ves muy bien, como dije antes.
—Solo tengo una pregunta.
Se da la vuelta en su asiento para mirarme a la cara, una pequeña
sonrisa en su rostro.
—¿Y eso es?
—¿Dónde está la cremallera? Sería una vergüenza destruir un vestido
tan bonito cuando lo quite más tarde.
Se ríe y luego levanta uno de sus brazos.
—La cremallera está aquí —dice ella, arrastrando el dedo por su
costado.
—Es bueno saberlo.
Se inclina en su asiento.
—¿Radio? —pregunto. Es un viaje de veinte minutos en auto al club
de campo.
—Claro. Pero no country. —Se estremece.
—Estoy de acuerdo. —Pongo en la estación de rock clásico y espero
su reacción.
—Agradable —dice ella, meneando su cabeza junto con la música.
Esta chica es increíble.
Realmente no puedo pensar en cosas como esas. Concentro mi
atención en la carretera, mirando al retrovisor. Hay un montón de autos
detrás de mí y sé que uno es Cash.
—Pensé en ti el otro día —dice sobre la música. Bajo el volumen un
poco para poder oír mejor.
—¿Por qué?
115
—Estoy tomando una clase de historia de fotografía y tenemos una
unidad sobre la fotografía de naturaleza y, por supuesto Ansel Adams
apareció. Me hizo pensar en la imagen en tu oficina. —No me agrada lo
mucho que me gusta que piense en mí cuando está en clase. Si digo la
verdad, me gusta demasiado. Mucho más de lo saludable.
Ella es un blanco. Nada más. Sólo un medio para un fin.
Desearía que no fuera tan jodidamente preciosa. Las cosas serían
mucho más fáciles. Y no es sólo la forma en que se ve, a pesar de que sin
duda ayuda. Es la voz y la forma en que se ríe y su pasión por el arte. Es
interesante.
Necesito cerrar esta línea de pensamiento de una puta vez en este
momento.
Aprieto los dientes y me centro en la maldita carretera.

Otra noche, otro valet estacionando mi auto. Pero esta vez, salgo
para mantener la puerta abierta y darle a una mujer hermosa mi brazo.
—Gracias, amable señor —dice sacudiendo su cabello por lo que
cae sobre su hombro de nuevo.
—De nada, encantadora dama. —Ella toma el cumplido con calma
mientras caminamos hacia la parte delantera del edificio. Me recuerda a
una vieja casa de hacienda. Como si en cualquiera momento Scarlett
O'Hara va a venir corriendo a la parte frontal con una enorme falda.
Más exceso, más opulencia. Pero no lo encuentro tan ofensivo como
suelo hacer. Podría tener que ver con la mujer de mi brazo.
—¿Listo? —digo.
—Absolutamente —dice y caminamos hasta los amplios escalones
en la entrada. Las puertas están abiertas y los acordes de un cuarteto de
cuerdas nos saludan. Junto con un mesero con una bandeja de copas de
champán frágiles. Uno pensaría que cambiarían de vez en cuando. Tal vez
hacer tragos o algo, pero no. Siempre es lo mismo.
Tomo dos y entrego uno a Saige. Me da las gracias y nos dirigimos a
la habitación. 116
—¿Ves a ese tipo de allí? —dice, inclinándose para hablarme en voz
baja al oído, su aliento caliente contra mi piel.
—Sí —respondo.
—Tiene un fetiche de pies y contrata a mujeres que le permitan
adorar y lamer sus pies. —Me doy vuelta y la miro y me da una pequeña
sonrisa.
—¿Cómo sabes eso?
—Estos eventos son como pequeños pueblos. Todo el mundo sabe
todo sobre todos los demás. —Tiene razón. Conozco un montón de cosas
acerca de algunas de las personas en esta sala. Sobre todo de ella.
—Oh, ahí está mi papá. Deberíamos ir saludar. —Esta vez, ella dirige,
llevándome junto con ella. Me tenso y luego veo a Cash a través de la
habitación en el bar. Está esperando una bebida. Probablemente algo de
whisky. Sólo Cash bebe licor fuerte cuando está en algo como esto.
Llevo mi atención de nuevo al señor Beaumont y noto que tiene a su
mujer en su brazo. Bridgette Beaumont. Comparte el cabello rojo de Saige
y no mucho más. Es... frágil. Al igual que un vaso de vidrio con un ramo de
flores hermosas que se rompería si lo maltratas.
Su sonrisa es deslumbrante bajo las luces. Y falsa. Tan falsa.
Llegamos a los padres de Saige y me enfoco primero en Bridgette.
—Saige, querida, ¿quién es tu amigo? —Por supuesto que su madre
no se pierde nada. Su tono es agradable, pero sus ojos analizan todo.
Desde el corte de mi traje a mi cabello a mis zapatos y mis gemelos.
Asegurándose de que estoy en sus estándares. Espero que no haya un hilo
fuera de lugar, porque esta mujer se dará cuenta de ello.
—Mamá, este es Quinn Brand. Quinn, esta es mi madre, Bridgette
Beaumont —dice Saige, su voz cambia y suena inquietantemente igual
que su madre. Me pregunto si practicaron cuando era más joven, o si era
sólo natural imitar a su madre.
—Es muy bueno conocerla, señora Beaumont —digo, y me da un
apretón de manos débil.
—Encantada de conocerlo también, señor Brand. No puedo decir
que Saige me ha hablado mucho de usted —dice Bridgette con una
rápida mirada a su hija. Saige sólo sonríe dulcemente.
—Eso es mi culpa, lo siento. Pero Quinn y yo nos conocemos hace
poco. —Suave. Muy suave, Saige.
—Bueno, espero tener la oportunidad de escuchar más acerca de
117
usted —dice Bridgette y entonces es el momento para enfrentar al señor
Beaumont.
Como predije, no revela nada mientras se vuelve hacia mí.
—Quinn Brand, es un placer conocerte —dice, tendiéndome la
mano. Su sacudida es sólo un poco más dura de lo que era cuando nos
conocimos. Me está diciendo que ande con cuidado. No te preocupes. Lo
haré.
—Es muy agradable conocerlo, señor —digo, diciéndolo un poco
fuerte.
—Bueno, ahora que hemos terminado, vamos a ir a bailar. Adiós —
dice Saige, agarrando mi mano y apartándome antes de que pueda decir
una palabra más. Dejo que me arrastre hacia la pista de baile temporal
que se ha armado. Un cuarteto de cuerda toca el vals estándar y de
repente estoy de vuelta en mi cocina, donde la música clásica fluye a
través de un altavoz de radio rasposo y estoy a los pies de mi madre y está
contando los latidos de la música a medida que avanzamos y giramos
alrededor del pequeño espacio.
Respiro cuando Saige pone su mano en mi hombro, apretando mi
otra mano en la de ella mientras toma posición.
—Te jactabas de tus habilidades de vals, Quinn Brand. Es hora de
mostrarme lo que tienes —dice con una sonrisa en su rostro. Deslizo mi
mano alrededor de su cintura y espero un descanso en la música para
poder empezar.
Ahí está.
Doy un paso y ella sigue. Luego otro, y otro. Saige se mueve conmigo
a la perfección, como si hubiéramos estado practicando. Sus movimientos
son elegantes y suaves. Levanto los brazos y ella gira, una brillante sonrisa
en su rostro.
Vuelve a posición y reanuda el vals de nuevo.
—Está bien, te creo. Eres natural, o has tenido mucha práctica —dice
a medida que avanzamos por el suelo y luego de vuelta. Sé que hay otras
parejas que nos rodean, pero todo lo que veo es a ella.
—He tenido práctica —le digo, y lucho contra la marea que quiere
arrastrarme hacia el pasado. Por alguna razón, cuando estoy con Saige, es
casi imposible no quedar atrapado allí. No sé de qué se trata, pero trae
esos recuerdos a la superficie. No me gusta.
—Bueno, quien te enseñó hizo un buen trabajo —dice, como si se
detectara que no quiero hablar de ello. Decido desviar la conversación
hacia ella. 118
—¿Y quién te enseñó?
—Mi padre —dice ella con otra sonrisa—. En sus pies en la cocina
cuando era pequeña. —Casi me tropiezo, pero me recupero en el último
momento.
—¿Algo está mal? —pregunta. No hay manera de que no se haya
dado cuenta de mi tropiezo.
—Nada. Apenas perdí el paso de mis pies por segundo —le digo,
suavizando mi cara en una sonrisa avergonzada.
—Bueno, te ayudaré a encontrarlos — dice ella, acercándome más.

Bailamos durante mucho tiempo. Saige nunca pierde el ritmo y


charla sobre esto y aquello mientras bailamos. Mantengo cuidadosa
vigilancia sobre sus padres, pero parecen estar demasiado ocupados
hablando para notarnos. No me voy a engañar. Sé que me están
observando de cerca. Sé que está ahí, señor Beaumont. Lo veo.
Cash pasa junto a mí en otro viaje a la barra, pero no hace contacto
visual. Tiene a una mujer en su brazo con un vestido rojo brillante y parece
completamente cautivado por ella. Al menos, para el observador exterior.
Pero es reservado con ella. No su usual alegría. Ha creado su propia
persona para esta noche con el fin de escapar de la atención. Él sabe
cómo jugar su parte.
Levanta la mano y se frota la nuca, es su forma de preguntarme si
todo va bien. Espero unos segundos antes de que levantar mi brazo como
si estuviera ajustando mi reloj. Ese esa la señal: todo bien.
Bandejas de aperitivos pasan y agarro unos pocos. Nunca hay
suficiente comida en estas cosas, sólo unos pocos bocados en un plato
enorme. Me gustaría que sirvieran hamburguesas o algo de relleno por lo
menos.
—Me muero de hambre —dice Saige en mi oído. Es como si supiera
lo que estaba pensando.
—Creo que la cena será servida pronto —le digo de nuevo. Bebe un
sorbo de champán y hace una mueca.
119
—Sí, comida de gente rica.
Estoy a punto de resoplar mientras me tomo un sorbo de mi bebida.
Es de calidad, pero prefiero cerveza.
—¿Qué quieres decir con alimentos de ricos? —pregunto.
—Oh, ya sabes —dice ella, drenando su vaso y luego colocándolo
en una bandeja. —Esos pequeños pedacitos de comida en esos enormes
platos blancos. Quiero decir, si quieren que se vea como una buena
cantidad de alimentos, deben ponerlo en platos más pequeños. —He
pensado lo mismo.
—Te digo qué. Después de irnos, si aún tienes hambre iremos por
algo.
—¿Hamburguesas? —pregunta mientras su cara se ilumina.
—Por supuesto.
Finalmente nos sentamos a cenar y tengo a Saige en un lado y otra
pareja que no conocemos por el otro. Los padres de Saige están a su otro
lado. Esto podría ser complicado, pero nada que no haya hecho antes.
La conversación es suave y básica. Mayormente los padres de Saige
sólo quieren saber de mí. No es que el señor Beaumont no lo haga ya, pero
les doy la misma información que le di cuando nos conocimos.
Saige añade comentarios aquí y allá y tengo que reprimir una risa
más de una vez.
Los dos atacamos la comida. Si es posible, estoy aún más
hambriento que cuando empezamos.
Después de una conversación más educada y café, estoy listo para
irme. Tengo que ir al baño, pero sé que si me voy del lado de Saige,
Beaumont aprovechará el momento y vendrá a buscarme. Así que me
quedo.
Ella bosteza y se inclina en mi contra. Me sorprende que sea tan
abierta delante de sus padres, pero dejo mi brazos reposar en su hombro.
—Estoy agotada.
—¿Te gustaría que te acompañara a casa? —pregunto, siendo
cuidadoso con mis palabras.
—Eso sería genial —dice ella, sus ojos cerrándose como si estuviera
agotada.
Se levanta y va a hablar con sus padres. Me quedo atrás mientras
ella besa a ambos en la mejilla.
120
—Fue una maravilla conocerlos —digo y están de acuerdo.
Saige y yo salimos y ella me sonríe.
—No estoy muy cansada. Estaba harta de estar allí. Quiero decir, no
me malinterpretes, me encanta vestirme y bailar y beber champán, pero
llego a un punto de saturación. —Salta en sus talones cuando llegamos a
la zona de estacionamiento.
—Entiendo totalmente —le digo. El auto se detiene unos momentos
más tarde y sostengo la puerta abierta para ella.
—¿Tienes hambre? —pregunto cuando entro
—Dios, sí —dice, y golpeo el acelerador.
15 Traducido por Dannygonzal & Alessandra Wilde
121
Corregido por ♫ MoniQue ♫

―El señor Beaumont está aquí para verle ―dice Grace, el lunes por la
mañana. Honestamente, pensé que me contactaría antes, pero estoy listo
para él.
―Hazlo pasar ―digo. Espero a que Grace abra la puerta y Beaumont
entra antes de levantar la vista de mi computador.
―Es un gusto verlo tan pronto ―digo, manteniendo mi tono
cauteloso.
―Sí ―dice, sentándose sin invitación―. No sabía que estabas
follándote a mi hija.
Mantengo mi reacción invisible.
―No me estoy follando a su hija. No sabía que lo era cuando
comencé a hablar con ella. Nos conocimos en una cafetería.
―Y ella sabe que trabajas aquí.
―Sí, pero no le dije que trabajo con usted. Tengo que conservar la
confidencialidad ―digo, mi tono es plano y frío.
―De acuerdo ―dice y hay un silencio tenso mientras espero que
prepare su mente para lo que va a hacer.
―No puedo decir que me siento feliz por la situación. Pero aprecio
que conserves nuestra relación de negocios con discreción. ―Asiento y
espero que continúe.
Suspira.
―Y es mejor que no interfiera con nuestro negocio en particular.
―Puedo garantizarle que no lo hará. Mantengo mi vida personal y
mis negocios completamente separados. ―Me estudia por un momento.
―Supongo que tendré que confiar en ti acerca de eso. Si le digo a
Saige que no te vea más, hará lo contrario. Entonces. No haré nada. Pero
te vigilaré, Quinn Brand. Voy a observarte como un halcón. ―No lo dudo en
lo más mínimo.
―No soy un hombre que quieras como enemigo ―dice,
entrecerrando sus ojos. Mensaje recibido.
―No es mi intención hacerlo, señor Beaumont. ―Hay otro momento
en el que nos medimos el uno al otro. Él debe encontrarme aceptable
porque se pone de pie, abotona su chaqueta y extiende su mano.
―Me alegra que aclaráramos esto. Estaré en contacto sobre mis
122
inversiones. Y apreciaría si ella sigue sin saberlo por el futuro próximo.
Concuerdo con él y se va.
Mis piernas ceden y me siento de nuevo en la silla. No sé por qué
estaba tan preocupado por esta reunión, pero siento como si hubiera
esquivado una bala y escapado con vida. Es verdad, es importante no
enojar a Beaumont, pero mi relación con Saige lo es mucho más. Ella es mi
forma de entrar.
Cierro los ojos por un segundo y respiro para componerme de nuevo.
Las cosas están comenzando a moverse en la dirección correcta, pero
realmente necesito acelerar las cosas con Saige. Es hora de una noche.

Todo lo que se necesita es hacer unas llamadas y todo está en su


lugar. Grace llega con un arreglo de rosas blancas, una camisa nueva y
una corbata.
―Gracias, Grace ―digo y capto un pequeño toque de celos. Sé que
si le digo que se siente en mi escritorio y se suba la falda, probablemente lo
haría. Pero no la quiero.
―De nada, señor ―dice, regresando a su escritorio mientras recojo
mis cosas y me dirijo al auto.
Miro mi teléfono y encuentro que Saige aún está en la cafetería en la
que nos conocimos. Bien.
Manejo hacia la tienda y estaciono bajando la calle. Con las flores
en una mano, abro la puerta del café. Se encuentra sentada
exactamente en la misma mesa en la que lo estuvimos al principio.
Me da la espalda, así que tengo todo el tiempo para acercarme a
ella sin que me vea. Camino lo suficientemente despacio para que no
puede escucharme y luego me estiro y le doy un golpecito en el hombro.
Hoy su cabello está ondulado de nuevo y se extiende sobre su
espalda. Quiero enredar mis dedos en él y jalarlo un poco. Si todo va
acorde al plan, lo conseguiré en muy poco tiempo.
Ella se voltea, sorprendida, y luego ve que soy yo, sosteniendo un
arreglo de rosas blancas.
―Sorpresa ―digo, sonriéndole.
123
―¿Qué es esto? ―pregunta, tomando las flores.
―Espero que no tengas nada planeado para esta noche porque
vendrás ahora mismo conmigo. ―Levanta una de sus cejas rojizas.
―¿En serio? ¿Crees que solo puedes llegar aquí, entregarme unos
flores y que haré cualquier cosa que quieras?
―¿Debí haber comprado chocolates? ¿Un oso de peluche? ―digo.
Frunce los labios y sacude la cabeza.
―No me compran tan fácilmente, Quinn Brand. No puedes hacer lo
que quieras y pensar que vendré corriendo. ―Se pone de pie.
―Tienes que esforzarte. ―Da un paso más cerca y baja su mano por
mi pecho, pero no para. Baja del todo, pasa mi cinturón y…
Y ahora estoy duro en mitad de una cafetería.
―Mira, creo que en este momento me necesitas más que yo a ti.
―Me da una sonrisa malvada y luego quita su mano.
―Mala, chica mala. Iba a darte una agradable noche romántica,
pero ahora creo que te castigaré por ser tan traviesa ―digo, en voz baja.
Sus ojos destellan con deseo, y es exactamente lo que estaba buscando. A
Saige le gusta jugar, y estoy más que feliz de hacerlo con ella.
―Mmm, no lo sé. Eso depende de mí castigo. ―Me inclino y muerdo
el lóbulo de su oreja. Ella tiembla y huelo una victoria.
―Oh, lo haré muy, muy bueno. Para los dos.
Doy un paso atrás y espero su reacción.
―Supongo…
―Lo tomaré como un sí ―digo y alcanzo su mano.
―Solo déjame juntar mis cosas ―dice, girándose de nuevo hacia la
mesa.
La quiero. Justo aquí, en este momento. Ese pequeño toque me
encendió y si no la tengo a solas de inmediato, es probable que la tome
aquí en la cafetería.
―Apúrate ―digo mientras se toma su tiempo. Deliberadamente se
agacha con lentitud.
―Estás poniendo a prueba mi paciencia ―digo y ella me mira sobre
su hombro con un guiño.
―Lo siento por eso. ―Contonea un poco su trasero. Yo solo espero,
aunque cada segundo es una agonía. Finalmente, se para. Agarro su
124
brazo, la acerco, y vuelvo a poner mi boca en su oreja.
―Si no sales por la puerta ahora mismo, voy a tenerte desnuda en
sesenta segundos y te tomaré justo aquí. ―Contiene la respiración, pero no
se aleja.
―Entonces vámonos ―dice, con su voz un poco temblorosa. Bien.
Tengo que mantener la ventaja con esto. No puedo dejar que me
controle. Y una de las mejores maneras de conservar el control es llevarla a
la cama.

De alguna manera soy capaz de llegar al volante y llevarnos al


hotel donde he reservado una habitación. Saige no dice nada mientras
estaciono el auto y luego la ayudo a salir.
―No tengo ropa para cambiarme ―dice.
―No necesitarás nada para lo que he planeado ―digo. Ella aprieta
mi mano y caminamos hacia la entrada del hotel. Tengo que registrarme,
pero tan pronto como la tengo a solas en el elevador, mis labios reclaman
los suyos y nuestros cuerpos se fusionan.
Ella gime y luego se derrite dentro de mí, su lengua acaricia la mía,
sus manos me acercan. Sus curvas se amoldan perfectamente a mi
cuerpo. Como si hubiera sido hecha para mí. Afortunada coincidencia y
muy a mi favor.
Ella sabe cómo el fuego. Caliente y dulce.
Vagamente oigo el sonido del ascensor haciendo “ding” y la puerta
abriéndose, pero estoy demasiado centrado en Saige y su cuerpo. Sus
manos suavemente me empujan y rompe el beso.
—Este es nuestro piso —dice, su voz ronca. Jódanme. Necesito que
esto se repita más.
Antes de pensarlo bien, la agarro por la cintura y la lanzo encima de
mi hombro. Ella grita, pero la ignoro mientras camino a la puerta del hotel,
deslizo mi tarjeta y dejo que se cierre de golpe detrás de nosotros.
Mi próximo destino es la cama extra grande donde la arrojo. Su
cuerpo rebota y me mira con su cara enrojecida. Pero está sonriendo.
—Eres problemas, Quinn Brand —dice con voz suave mientras su pelo
125
se instala a su alrededor en las almohadas. Espero que no pueda ver que
mis manos tiemblan un poco cuando me pongo a deshacer mi corbata y
acecho hacia ella.
Se sienta.
—¿Qué harías si te dijera que no en este momento? —dejo de
caminar.
—Te diría que es una lástima, pero si no quieres estar conmigo,
entonces no tienes que hacerlo. —Dejo caer mis manos y las mantengo a
mis espaldas. Ella me está matando ahora, pero sé que esto es una prueba
y tengo que pasar.
—¿Así que no tratarías de convencerme, o hacerme cambiar de
opinión o simplemente tomar lo que quieres? —Balancea sus piernas sobre
el borde de la cama y la deseo tan mal que no puedo ver bien. Pero me
quedo donde estoy.
—No. Nunca obligaría a alguien a estar conmigo si no quiere. —Me
estremezco, recordando... No. Nunca tomaría algo que no fuera para mí.
Ella espera por lo que se siente como una eternidad. Y entonces me
sonríe lentamente.
—Ven aquí.

Retomo mi caminata hacia la cama y ella se levanta y me


encuentra a mitad de camino.
—Quítate la camisa —dice. Me aflojo la corbata y luego tiro de ella
por encima de mi cabeza. Mis manos se ponen a trabajar en los botones
de mi camisa. No me ofrece ayuda, simplemente observa cómo me
deshago de ellos y luego me quito la camisa. Estoy usando una camiseta
blanca y me la quito también.
—Tantos tatuajes —murmura. Los ha visto antes, pero es difícil de
asimilar todos en una sola visión. Camina a mi alrededor, sin tocarme, sólo
mira.
—Quiero tomar fotos de ellos y luego averiguar lo que significan. Eres
como una pieza de arte andante. Y realmente, realmente me gusta el
arte. —Estuve a punto de saltar cuando sus dedos apenas rozaron la piel
de mi espalda superior. De vuelta en la tienda de café, mi necesidad por 126
ella era como un rugido, pero ahora es más lento. Más tranquilo. Todavía
fuerte, pero sé que la recompensa será mayor. Hay algo que decir para
saborear.
—¿Te harías un tatuaje por mí? —pregunta, viniendo hacia mí de
nuevo.
—¿Qué te gustaría que me hiciera? —le digo. Tendría que ser algo
relativamente pequeño. No me queda mucha piel libre.
—No lo sé. Pero, ¿lo harías?
—Tal vez. —Si ella realmente lo quisiera, sí. Lo haría. Le estoy
haciendo todo tipo de promesas a esta chica. Pero lo que sea que tenga
que hacer, lo haré.
—Mmmm, eso es algo en que pensar. Ahora, quítate los pantalones.
—No hasta que te quites los tuyos —le digo, manteniéndome firme.
Se pone las manos en las caderas.
—¿Nadie te ha dicho alguna vez que no enojes a una pelirroja?
Me encojo de hombros.
—Me gusta vivir al límite —le digo. Casi sonríe.
—Quítate los malditos pantalones, Quinn. O salgo caminando por
esa puerta. —Es una mentirosa, pero voy a seguirle el juego. Bajo mis
manos y empiezo a deshacer mi cinturón. Es en parte para apaciguarla y
en parte porque estoy muy incómodo en este momento.
La cremallera de mis pantalones es ruidosa en la habitación
silenciosa. Los dejo caer al suelo y me quedo en tan sólo mis calzoncillos
boxer negros. Ella me mira de arriba abajo como si fuera algo que quisiera
devorar. Quiero hacer lo mismo y ella ni siquiera se ha desnudado.
—Desnúdate —le digo, saliendo de mis pantalones y caminando
hacia ella. Es hora de tomar el control. Espero a que discuta, pero envuelve
sus dedos alrededor del dobladillo de su blusa y tira de ella hacia arriba y
sobre su cabeza. Su sujetador, sus pantalones vaqueros y sus bragas le
siguen y luego está final y devastadoramente desnuda para mí.
Es absoluta y jodidamente perfecta. Curvas y líneas y dulce, dulce
piel. Quiero estar en todas partes a la vez.
Saige retrocede hacia la cama y solo... la ataco. Nuestras bocas
chocan y ella hace un ruidito, pero lo ahogo y la beso más profundo. Me
devuelve el beso mientras sus brazos van a mi alrededor, sus uñas
clavándose en mi espalda.
127
De alguna manera nos hallamos en posición horizontal y aparto mi
boca de sus labios, pero sólo para poder degustar el resto de ella. Estoy
frenético, besándola en todas partes. Detrás de las orejas, en el pulso en su
cuello, su clavícula, su ombligo y más abajo.
Ni siquiera tengo que pedirle que abra las piernas para mí. Ella lo
hace y degusto mi camino hasta su núcleo. Justo antes de lamer, levanto
la vista y la miro a los ojos. Me está mirando, con los ojos muy abiertos y
brillando. Verdes. Tan verdes.
No rompo el contacto visual cuando lamo de arriba abajo con mi
lengua. Su cabeza cae hacia atrás y sus manos se aprietan sobre las
mantas.
Joder, podría hacer esto por toda la eternidad.
Me instalo y trabajo, averiguando lo que le gusta, lo que la hace
gemir más y lo que hace que sus piernas tiemblen y luego apretar mi
cráneo. Sus manos encuentran su camino en mi pelo y jala en los lugares
correctos.
No tengo piedad y ella parece preferir eso. Sé justo cuando ha
llegado a su clímax y dejo que lo disfrute. Los gemidos que emite casi me
hacen venir. Quiero embotellar ese sonido y mantenerlo para siempre.
Así que hago que se venga de nuevo. Y otra vez.
—¿Qué... hay... de... ti? —jadea y descanso mi cabeza en el interior
de su muslo.
—¿Qué hay de mí? Podría hacer esto todo el día, Pelirroja. —No
quise llamarla así.
—Ven aquí —dice, tirando de mí por mis orejas. Me arrastro hasta su
cuerpo y entonces estamos cara a cara otra vez.
—¿No quieres follar conmigo? —pregunta, alisándome el pelo hacia
atrás. Su piel está enrojecida y brillante. Me encanta saber que soy quien lo
puso ahí. Quiero que recuerde esto. Que me recuerde. Que recuerde lo
que puedo hacerle.
—Tanto que me duele —le digo, apartándole el pelo húmedo de la
frente con una sola mano.
—¿Por qué no lo haces? —parece... perpleja. Como si hubiera hecho
algo inusual.
—Porque quería probarte primero. —Ella me estudia durante unos
segundos y luego se presiona hasta besarme. Mi boca se llena de su sabor
y es casi vertiginoso. Estoy drogado de ella.
Sus manos se deslizan por mi espalda y alrededor de mi pecho y
128
hacia el sur. Acaricia en el exterior de mi ropa interior antes de tirar de ellos
por mis caderas. Tengo que dejar de besarla para sacarlos, pero lo hago y
los lanzo al suelo. Estoy a punto de besarla de nuevo, pero me detiene.
—¿Condón? —Mierda. Debería haber pensado en eso antes de que
me pusiera todo caballeroso y lanzara mis pantalones lejos.
—Sí —le digo, luchando fuera de la cama como un idiota y
buscando a tientas mis pantalones. Encuentro uno de los varios que había
metido en mi bolsillo trasero y me lo coloco tan rápido como puedo.
—Sé que no usamos uno la primera vez…
Detengo su explicación con un beso. Nuestra primera vez fue
probablemente un error y no voy a hacerlo de nuevo. No puedo correr el
riesgo.
Ninguno de nosotros está haciendo mucha charla ahora. La beso
lento y profundo cuando mueve las piernas y me alcanza. Una vez que
estoy en la posición, empiezo a empujar. Suavemente. Ella gime cuando la
lleno y lo único que quiero es estamparme contra ella, pero me
resisto. Pulgada a pulgada me hundo hasta que llego al límite. Tiembla y
luego se arquea hacia arriba, pidiéndome que me mueva. Me retiro muy
lentamente y me vuelvo a hundir.
—Más rápido —jadea, y me dejo ir. Golpeo en su interior tan duro,
que empujo de nuevo en el colchón. Pero al igual que la primera vez, ella
me pide más. Sus dedos se clavaban en mi espalda, sus piernas envueltas
alrededor de mí, caderas instándome que siga.
Quiero durar más tiempo, pero ella es demasiado. Me vengo tan
duro que me temo que mi cerebro está dañado. Estuve a punto de
derrumbarme sobre ella, pero me inclino a la derecha, así que no la
aplasto.
—Mierda, Jesús —digo, tratando de recuperar el aliento.
—Algo así —dice, volviendo la cabeza hacia un lado para
mirarme. Apenas puedo moverme.
—Perdón por morderte —dice, tocando mi hombro.
—¿Qué? —no puedo procesar las palabras y sus significados. Repite
lo que dijo y bajo la mirada y me doy cuenta de que hay marcas de
dientes a través de algunos de los tatuajes en mi hombro. Ni siquiera
recuerdo que eso sucediera.
—No pasa nada —le digo. No es como si se fuera a notar con todo
la tinta que ya colorea mi piel.
129
—Bien. Debería haberte dicho que soy una mordedora. Realmente
no puedo evitarlo.
—No es gran cosa. En serio. Puedes morderme todo lo que quieras,
Pelirroja. —Mierda, la llamé así de nuevo. Tengo que tener mi cabeza en su
lugar. Saige ha llenado mi cerebro y empujado fuera todo mi sentido
común.
—Bueno. Quizá lo haga. —Se gira sobre su costado y me da la
oportunidad de verla realmente.
—¿Pasas la noche conmigo? —suelto. Iba a esperar hasta después
de la cena para preguntarle, pero las palabras solo salen. Tengo una
tendencia a decir casi cualquier cosa después del coito. Como un
borracho.
Me sonríe suavemente y pasa los dedos a través de mi pecho.
—De acuerdo.
16 Traducido por Daniela Agrafojo & Pau_07
130
Corregido por Vannia

Vamos a otro round —o dos— y luego tenemos que comer.


—¿Quieres salir u ordenar servicio a la habitación? —pregunto
mientras se sienta y pasa sus dedos a través de su cabello desordenado.
Desearía que lo dejara así y de esa forma todo el mundo sabría lo que
hemos estado haciendo durante las últimas horas.
—¿Tengo tiempo de tomar una ducha? —Se levanta y bebo su
cuerpo desnudo. Saige está cómoda consigo misma y eso la hace mucho
más sexy.
—Por supuesto. —Sonríe, pero luego frunce el ceño.
—No tengo nada que ponerme. —Ahora es mi turno de sonreír.
—No te preocupes por eso. Ve a ducharte. —Quiero
desesperadamente unirme a ella, pero sé que si lo hago, nunca saldremos
de esta habitación. Podría follar a esta chica todo el día y toda la noche.
No iría nunca a trabajar, no dormiría, no comería. Su sabor todavía es
espeso en mi lengua y en la parte posterior de mi garganta. Su olor está
por toda mi piel y es una pena que esté lavando mi olor de ella en este
momento. Pero planeo volver a cubrirla con él muy pronto.
Me da una mirada perpleja, pero se dirige al baño y luego escucho
el agua corriendo. Esperando que esté fuera del alcance del oído, tomo el
teléfono y hago una llamada a la recepción. Menos de dos minutos
después, hay un golpe en la puerta. La abro para encontrar a un botones
extendiéndome varias bolsas de compras. Le agradezco, le doy una
propina y tomo las bolsas. No solo contienen un atuendo completo para
Saige, sino también uno para mí.
Sé que es tonto, pero escogí un vestido plateado para ella y una
corbata gris para mí. No demasiado combinado, pero lo suficiente para
vernos bien juntos. También, hay algunos productos de belleza en la bolsa.
No tengo ni idea de qué conseguir, pero parece que hay un buen surtido
del Sephora local.
Tengo que jugar esto con cuidado. Cautelosamente. No puedo
asustarla. No es que crea que Saige sea alguien que se asuste fácilmente.
El agua se apaga en la ducha y espero que salga. Está envuelta en
una toalla y su cabello cae oscuro y húmedo por su espalda. Esta vez su
rostro está sonrojado por el agua caliente, y no por follarme.
—Tu turno —dice, pasando a mi lado con una pequeña sonrisa—.
131
¿Qué es esto? —gesticula hacia las bolsas apiladas en el suelo.
—Tenemos reserva para cenar, y tanto como me gusta verte en una
toalla, pensé que podrías querer usar algo más elegante y no hecho de
felpa. —Se inclina para mirar en las bolsas y el borde de la toalla se eleva; si
la levantara solo un poquito más, tendría un infierno de vista.
—Voy a ducharme. Espero que te guste lo que eligieron. Si no te
gusta podemos llamar y conseguir que nos entreguen algo más. —Se
endereza y ríe suavemente.
—¿Qué?
—Nada. Solo estoy recordando una escena en una película con
Julia Roberts. Pero no te ves exactamente como Richard Gere. —Sé de
cual película está hablando. Es una de las preferidas de Lizzy. No soy un
gran fan de que mi hermanita vea una película con prostitutas en ella,
pero le encanta.
—Bueno, me aseguraré de no dejarte sola con mis compañeros de
negocios si vamos a un partido de polo —digo mientras camino al baño.
Se ríe en voz alta y cierro la puerta, pero escucho como el sonido se
desvanece al otro lado.

Cuando salgo de mi ducha más corta de lo normal, Saige todavía


está en toalla, pero el vestido yace en la cama, junto con un par de
zapatos y ropa interior, y se encuentra sentada al pie de la cama
cepillando su cabello.
—¿Puedes pasarme el secador? —pregunta, sin mirarme.
—Claro —digo y se lo llevo. Levanta la mirada y mira mi pecho
desnudo antes de aceptar el secador.
—¿Necesitas algo más? —pregunto. El aire en la habitación se
siente… diferente. Hay un indicio de incomodidad y no sé de dónde viene.
—No, está perfecto, gracias. En realidad no tenías que hacer eso.
Podríamos haber ido a mi casa. —Oh. Tal vez se siente extraña por el
hecho de que le comprara ropa. Pero, ¿por qué?
—¿Te sentirías más cómoda en tu propia ropa? No quiero ser
132
presuntuoso. —Mierda. Debo haber sobrepasado una línea que no sabía
que estaba ahí. Las relaciones siempre son complicadas. Hay minas
escondidas en todas partes y no sabes en dónde has pisado hasta que
explota en tu cara y luego tienes que evaluar el daño y ver si puedes salir
vivo.
—No, no. Está bien. Normalmente… no importa. —Definitivamente
quiere decir algo. Nunca la había visto quedarse callada antes.
—Dime —digo, sentándome junto a ella al pie de la cama.
—Algunos de los chicos con los que he estado tenían ciertas
expectativas cuando gastaban dinero en mí. —Oh. Lo tengo. Necesito que
detenga ese tren de pensamiento porque no va a ninguna parte.
—Saige. Esto no es eso. No soy así. Nunca esperaría nada de ti a
cambio de un regalo. Entonces no es un regalo. Si quieres que te lleve a
casa en este momento, lo haré. Si quieres que me vaya, lo haré. Lo que
sea que quieras hacer. Si quieres ordenar servicio a la habitación y comer
desnuda, definitivamente lo haré. —Trato de aliviar el ambiente un poco y
funciona.
—Lo siento. No debería haber pensado que harías eso. Sé que no lo
harías. —Se sacude un poco y luego toca mi hombro desnudo. Agua de la
ducha chorrea por mi piel. No he tenido la oportunidad de secarme
todavía.
—Me encantaría salir. Y me encanta el vestido. Quien sea que lo
escogió tiene buen gusto. —Aparto su mano de mi hombro y beso el dorso.
Es un gesto tonto y no sé por qué lo hice.
—Bien. Me alegra que te guste. Tuve que adivinar la talla. —En
realidad, Track lo adivinó, basado en fotos. Su gusto por la moda viene
muy bien la mayoría de las veces.
—Adivinaste bien. —Deja salir un aliento que es casi un suspiro y
comienza a pasar el cepillo a través de su cabello de nuevo.
—Dejaré que te alistes. Voy a afeitarme y vestirme. —Mi barba está
comenzando a salir. Me levanto para volver al cuarto de baño, pero toma
mi brazo.
—No te afeites.
—¿Qué no me afeite? —repito.
Se levanta y pasa su palma por mi mejilla.
—No te afeites. —Me apodero de su muñeca y lamo su palma.
—De acuerdo.

133

No tengo mucho que hacer en el baño, pero espero un rato. Me


gusta la idea de salir y encontrarla vestida. Como una foto de antes y
después.
—¿Estás decente? —pregunto a través de una ranura en la puerta a
medida que la abro lentamente.
—Eso depende de lo pienses que es decente —grita—. Pero puedes
salir si quieres. —Abro la puerta y me quedo mudo ante ella.
Lustroso cabello liso, brillante vestido y tacones que hacen que sus
piernas parezcan continuar por días, a pesar de que no es tan alta. Me
mira por encima de su hombro y sonríe.
—¿Te gusta?
—Mucho, demasiado —digo.
—Y debo decir que te ves muy apuesto —dice, viniendo para
acariciar mi rostro sin afeitar—. Me gusta este aspecto en ti. Tal vez
deberías dejarte crecer la barba. —La he tenido, pero no por mucho
tiempo.
—Tal vez —digo. Una barba no funciona en realidad con mi
personaje de Quinn Brand. Una barba es más una cosa de Sylas.
No puedo apartar mis ojos de sus brillantes labios rojos. Me
encantaría tener todo ese lápiz labial sobre mí y tengo que detenerme de
imaginar su boca envuelta alrededor de mi polla. Si pienso en eso, nunca
vamos a salir de aquí.
—¿Lista? —pregunto, esperando que mi voz suene uniforme.
—Sí, señor —dice, tomando mi brazo.
Los tacones de Saige cliquean en el mármol del vestíbulo del hotel.
Esta noche he hecho algo fuera de lo ordinario y contraté un auto. No es
algo que haga normalmente, pero se siente correcto.
—Entonces, ¿eso quiere decir que podemos tontear en el asiento
trasero y no tenemos que preocuparnos por estrellarnos? —dice en mi oído
mientras el conductor sostiene la puerta abierta para nosotros.
134
Aprieto su mano.
—Solo si no te importa arruinar tu maquillaje y caminar por ahí con el
cabello de acabo de follar. —No hay manera de ser suave con Saige. De
follarla con decoro. Al minuto en que la toco, quiero desgarrarla y
enterrarme en su interior.
Suspira con tristeza.
—Tienes razón. Pero quizás en el camino de regreso. —
Definitivamente en el camino de regreso.
Me guiña antes de deslizarse en el asiento trasero. Entro detrás de
ella y el conductor cierra la puerta. Ya sabe nuestro destino, así que esto
va a ser una sorpresa para Saige.
—¿A dónde vamos? —dice, mirando por los cristales tintados.
—Ya verás —le digo, tomando su mano. Solo tengo que tocarla.
En mi mente, sé que me estoy cayendo por esta chica. Debería
retirarme, pero si lo hago, entonces podría perder todo el terreno que he
ganado y no puedo hacer eso. Saige es una marca. La miro y me digo que
es un trabajo. Solo un trabajo.
—¿Qué estás pensando? —pregunto.
Me mira.
—Nada. Sólo que soy tan afortunada de que tú y yo entráramos en
la misma cafetería. ¿Alguna vez piensas sobre eso? ¿Cómo de extraño es
conocer a alguien así? Si fueras a un lugar diferente, o vivieras en una
ciudad diferente, nunca nos hubiéramos conocido.
Sí. Pienso en las pequeñas coincidencias. Mis padres se conocieron
debido a las coincidencias y ese encuentro dio forma al resto de mi vida,
la vida de Lizzy, y causó la muerte de mi madre.
—¿Crees en el destino? —dice, sus ojos verdes intensos mientras
miran los míos.
—Sí —miento con una sonrisa.
Solía ser un bar clandestino —digo cuando la ayudo salir del coche 135
veinte minutos más tarde. La entrada al restaurante no es nada especial.
Solo la entrada de una casa de piedra rojiza en lo que parece un barrio
residencial.
—Estás bromeando —dice mientras caminamos por las escaleras y
golpeo la puerta.
—Nop. —La puerta se abre y un hombre pregunta si tenemos una
reserva.
—Brand, dos —digo, y la puerta se abre. Oigo a Saige tomar una
respiración asustada. El espacio es pequeño y estrecho. Y oscuro.
Iluminado solo por las bombillas rojas que cuelgan del techo.
—Síganme —dice el anfitrión, que nos conduce a través de los pisos
de madera que crujen. El sonido es sordo y me pregunto si agregaron
insonorización extra, o si eso era parte de la construcción original.
Al final de la sala hay otra puerta y el anfitrión la abre con una llave
metálica. Todo el ambiente es reservado y embriagador.
Una vez que la puerta se abre, el sonido nos golpea con toda su
fuerza y es como entrar en otro mundo.
—Guau —exclama Saige a mi lado.
El lugar es impresionante. Hecho en tonos rojos y burdeos con un
montón de ladrillos y cuero, el lugar se siente viejo. El bar está hecho de
barriles viejos, probablemente hechos a mano.
Música estridente suena a través de los altavoces, distorsionada a
propósito para añadir al ambiente.
El anfitrión nos conduce hacia la parte posterior, a una esquina con
dos sillas de cuero desgastadas y una pequeña mesa que se monta
también en un barril. Las luces son tenues y miro el rostro de Saige mientras
mira a su alrededor.
—Esto es extraordinario —dice, sonriendo hacia mí—. Bien hecho, tú.
—Gracias —digo mientras el anfitrión nos trae el agua y nos entrega
un menú de cena y bebidas.
—¿Quieren conocer nuestras promociones especiales? —Ambos
asentimos y los enumera de memoria, y añade cuáles son sus favoritos.
—Todo suena tan bien —dice Saige, mirándome. Estoy de acuerdo.
Me encantaría pedir el menú completo, incluyendo las bebidas.
—Les daré un par de minutos —dice y nos deja.
Oh Dios mío, articula Saige hacia mí. —Este lugar es realmente
genial.
—Pensé que quizás te gustaría. —Sabía que con su afinidad por el 136
arte, Saige agradecería la historia detrás del lugar, la cual está impresa en
la parte posterior del menú.
—Se siente como caminar a través del tiempo —dice Saige mientras
suena Louis Armstrong a través de altavoces ocultos—. Gracias por traerme
aquí. Nunca habría sabido sobre este lugar si no fuera por ti. —Se estira a
través de la mesa y le doy mi mano. Esta vez, besa la parte posterior de la
misma y mi piel hormiguea ante el contacto. Hay mucha, demasiada mesa
entre nosotros. Estaría contento de que se sentara en mi regazo, pero
podría parecer un poco raro.
—Eres muy agradable —digo—.Entonces, ¿qué vas a pedir?
—Bueno, definitivamente voy a quedarme con el Mary Pickford. —
Miro las bebidas y elijo un Sidecar. Discutimos aperitivos y decidimos tomar
el canapé de langosta. Nuestro camarero viene a tomar nuestros pedidos
de bebida y también ordenamos nuestros aperitivos y comidas.
—Por la prohibición —dice Saige, levantando su Mary Pickford.
Levanto mi Sidecar y brindamos.
—Por la prohibición —digo, dándole un guiño.

El ambiente que crea el restaurante es seductor y suave. Las bebidas


bajan fácil y la risa fluye. Me siento más libre de hablar aquí. Casi como si
pudiera permitirme ser un poco más Sylas y un poco menos Quinn.
Saige está radiante. No es que no lo sea siempre, pero bajo las luces
y con el efecto del alcohol, no puedo quitar mis ojos de ella.
—Me estás observando fijamente, Quinn Brand.
—Eres hermosa, Saige Beaumont —digo. Me pone los ojos en blanco,
pero no hay una sonrisa en su rostro.
—Qué línea.
—Mi objetivo es utilizar cada una de ellas en ti.
Sorbe su bebida y levanta las cejas.
—¿Todas ellas?
—Todas ellas.
137
Niega con la cabeza y luego siento su pie frotar mi pierna.
—Ten cuidado, Saige Beaumont —digo, entrecerrando los ojos.
—No tengo idea de lo que estás hablando. —La música retumba en
mis oídos y es difícil no saltar sobre la mesa y enterrarme en su interior ahora
mismo. Acabo de tenerla varias veces, y lo único que quiero es más.
Es un trabajo.
Solo un trabajo.
—Me encanta esta canción —dice cerrando los ojos y se sacude.
Hemos terminado nuestras comidas y me pregunto si quiere postre. O si
está lista para volver al hotel y dejarme follarla un poco más.
Pero me pongo de pie y extiendo mi mano. Bailamos en nuestra
primera cita y parece justo a bailar ahora.
No conozco la canción, pero es una rica serie de jazz, lo
suficientemente lenta como para bailar cerca de Saige. La sostengo y nos
movemos juntos y cierro los ojos porque es demasiado. A veces no puedo
tomar todo de ella de inmediato.
Solo un trabajo.
Saige suspira y apoya la mejilla en mi corazón.
La sostengo y pongo todo lo que tengo en ser Quinn. Me he
permitido demasiado ser Sylas y eso tiene que parar. Tengo que
protegerme contra esta mujer.
Nunca he estado enamorado. Tienes que abrirte para algo así. Es
menos de amar a alguien más y más de dejarse amar. Y no puedo dejar
que eso suceda. No en un sentido romántico. Amo a Lizzy y eso es
suficiente para mí. Amar a alguien es darle el máximo poder para hacerte
daño y nunca voy a dar ese poder.
Saige inclina la cabeza y me mira.
—Eres muy bueno en esto, Quinn. En esta cosa de las citas.
Mi respiración se detiene cuando dice la palabra “citas”.
—¿Es eso lo que estamos haciendo? ¿Me estás pidiendo que
definamos nuestra relación? —O DLR3 como Cash lo llama.
—¿Eso estaría bien? No tenemos que hacerlo. Podemos seguir
adelante como lo hemos hecho, si quieres. —No. Esto es una parte
importante del proceso. Necesito que confíe en mí de manera implícita.
—Me encantaría tener el honor de salir contigo, Saige. —Sonríe y se
138
entierra en mi pecho de nuevo.
—Bien. Quiero salir contigo, también. Pero solo tengo una regla. —Me
mira de nuevo y sus ojos verdes son serios.
—¿Cuál sería?
—No puedes romper mi corazón. —La observo y mis pasos
tartamudean por un momento. Voy a romperle el corazón. Esa es la única
forma en que esto va a acabar.
Pero sonrío lo mejor que puedo.
—Creo que si algún corazón va a romperse, es el mío —digo.
Cambia de nuevo a ser juguetona.
—Voy a tratar de no romperlo —dice en voz baja, con una mano
acariciando mi pecho, donde late mi corazón. Sé que puede sentirlo
acelerar. Mi corazón siempre parece saber cuándo Saige está dentro del
rango y se acelera. No es algo que pueda evitar. Es solo una respuesta del
cuerpo a una mujer hermosa, divertida y sexy. Mi necesidad biológica de
aparearse y continuar la especie.
—Tienes un buen corazón, Quinn. —No quiero hablar de mi corazón.
O su corazón. O el corazón de nadie saliendo retorcido y envuelto en este
juego.
Una cosa es segura, cuando este trabajo termine, voy a tener que
irme. No puedo quedarme en la misma ciudad con Saige y el riesgo de
correr hacia ella. Solo... no puedo hacerlo.
—¿Quieres pedir el postre, o volver al hotel? —pregunto, tratando de
hacer mi voz pareja.
—Creo que me gustaría volver al hotel y tal vez comer el postre en la
cama. De la clase de comer desnuda. —Se aleja de mí y me dejo llevar
por ella.
—También me gustaría eso.

3 Definir la relación.
Pago la cuenta y la ubico bajo el brazo mientras caminamos de
regreso al coche esperando.
—Esta ha sido una noche fabulosa, Quinn. Absolutamente fabulosa.
—¿Memorable? —pregunto.
—Definitivamente. Y no ha terminado todavía.
139
17 Traducido por NicoleM & Vane Black
140
Corregido por Itxi

Saige y yo nos dirigimos de regreso al hotel y ordenamos todos los


postres del menú de servicio de habitaciones. Deben pensar que tenemos
una fiesta porque envían suficientes cubiertos para seis personas.
—Nunca nos comeremos todo esto —dice Saige, señalando el carro
que nos dejaron. Hay un pastel, tiramisú, budín de pan, pastel de queso y
tarta de lima. Todo se ve espectacular y sin duda no podremos comernos
todo. No me importa. Eso no es de lo que se trata esta noche.
Le entrego un tenedor y agarro uno para mí. Cambiamos nuestros
trajes de cena de lujo por suaves batas que encontré en el armario.
—¿Qué quieres primero? —pregunto mientras escanea el carrito.
—Pastel de terciopelo rojo. Siempre —dice, agarrando el plato—. Y
no comparto.
—Eso está bien —digo, eligiendo la tarta de lima. Sin embargo, otra
cosa que me recuerda a mi madre. Solía ser tan bueno en sacarla de mi
cabeza. Podría pasar días sin pensar en ella, pero parece que cada
momento con Saige está grabado en un recuerdo. Sacudo mi cabeza.
Creo que lo estoy perdiendo. Quizás necesito unas vacaciones. O tal vez
solo tengo que aguantar y volver al trabajo.
Row ha estado de guardia esta noche y espero que esté disfrutando
su estancia de una noche en el hotel. Baz se encuentra fuera en un coche
y estoy bastante seguro que está enojado por ello. Pero el misterioso
mensajero no me ha enviado más mensajes o imágenes.
Chocamos nuestros tenedores y comenzamos a comer los postres. Se
come todo el trozo de pastel y luego va por el budín de pan.
—Sé que acabamos de comer la cena, pero de alguna manera,
todavía tengo espacio para esto —dice, mirando con cariño a los platos.
—Creo que tiene algo que ver con la ciencia. Aunque no estoy del
todo seguro. —Saca su lengua y luego mete otro bocado de budín de pan
en su boca. Terminamos intercambiando platos y comiendo casi la mitad
de los postres.
—Oh, Dios mío, no creo que me pueda mover —dice, dejándose
caer en la cama y juntando sus manos sobre su estómago—. Creo que me
arrepentiré de esto más tarde, pero no me importa. —Me recuesto a su
lado.
—Los postres están destinados a ser disfrutados. Si no es ahora,
¿cuándo? —Se ríe en voz baja.
141
—Me gusta eso. —Se da la vuelta sobre su estómago y se apoya con
los codos.
—No creo que voy a ser capaz de hacer el otro tipo de postre por un
tiempo. Simplemente no parece ser una buena idea moverme con toda
esta torta dentro de mí. Probablemente deberíamos haber pensado en
eso con antelación. —Probablemente. Pero no me opongo a esperar un
poco. Tampoco me encuentro en forma para follar, sin importar lo que
piense mi polla. Tal vez si ella estuviera arriba.
—Eso está bien. Creo que igual necesito un poco de descanso.
—¿Veamos una película? —dice, agarrando el mando a distancia y
encendiendo la televisión.
—Mientras no sea del tipo para adultos. Mi cuerpo podría no estar
listo para la acción, pero él no se preocupa por eso. —Señalo a mi polla.
Saige suelta una risita.
—Bueno, no porno entonces. Lo tengo. ¿Estás en contra de las
películas románticas?
—En teoría no, pero depende de la película. —Navega por los
canales, saltándose los canales de deportes y de noticias.
—Ni lo sueñes, no quiero llorar esta noche —dice después de ver
unos segundos de una película. No tengo idea cuál es y ni idea de cómo lo
sabía solo con ver un poco.
—¿Alguna vez has visto Juego de Tronos? —dice, deteniéndose de
nuevo.
—No, lo siento. —No veo mucha televisión y no tengo cable.
—Maldita sea. Te lo estás perdiendo. Tendremos una maratón en
algún momento. No puedes no ver esa serie. ¿Qué hay de Spinal Tap4? —
Me encojo de hombros. Tampoco he visto esa.
—Jesús, ¿qué has visto, aparte de Hitchcock?

4 Spinal Tap es un grupo semificticio de heavy metal creado en 1984 a partir del
falso documental This Is Spinal Tap, considerada por muchos como una película de culto.
—No mucho.
—¡Oh! —dice sentándose y exclamando—: Esto es lo que veremos.
—¿Cuál es? —pregunto mientras empieza la película. De alguna
manera, la encontramos justo cuando acaba de comenzar.
—Mi gran boda griega. Es chistosa. Te encantará. —Nunca he visto la
película, pero por lo menos he oído hablar de ella. Saige se mueve 142
quedando sobre su estómago. En lugar de ver la pantalla, la veo a ella
mientras mira la televisión.
—No estás prestando atención —dice sin apartar la mirada.
—Lo siento —digo, mirando de nuevo la pantalla.
Saige se ve animada mientras observa, riendo libremente de los
chistes que ya sabe que vienen. Tengo que admitir que la película me
atrapó, aunque no la entiendo realmente. Lo gracioso es gracioso y esta
película es graciosa. Me río más de un par de veces, sobre todo cuando
Ian se reúne con la familia de Tula y ella les dice que es vegetariano.
—Me encanta esta película —dice Saige mientras Tula y su nuevo
marido bailan en su recepción.
—Es buena. Me alegro de que me hicieras verla.
—Entonces, si no ves películas, ¿qué haces en tu tiempo libre, Quinn
Brand? —No mucho. Entrenar. Dar paseos. Pasar tiempo con Cash. Dormir.
Mi existencia fuera de mi trabajo no es mucha. En realidad no es una vida.
Pero no le diré eso.
—Esto y aquello. —Espero que deje el tema.
—No, de verdad —dice, sentándose y centrándose en mí. Mierda—.
Quiero saber de tu vida. Qué haces cuando no pasas el rato conmigo. —
Sonríe y toca mi hombro juguetonamente.
—Bueno, leo, juego videojuegos, corro y esas cosas.
—¿Cuál fue el último libro que leíste? —Es una pregunta fácil, porque
leo de vez en cuando.
—La danza de la muerte de Stephen King. Uno de sus mejores, en mi
opinión.
Eleva sus cejas como si la sorprendiera.
—¿Qué?
—Nada. ¿Qué leíste antes de ese? —Pelirroja, toda esta cosa es una
prueba que sé que puedo pasar.
—Perdida de Gillian Flynn. —Eso la hace sonreír.
—Interesante selección. —Decido centrar esto en ella.
—¿Cuáles fueron los dos últimos libros que leíste? Aparte de los libros
de la escuela. —Siento que tengo que clarificarlo. Levanta un dedo.
—La chica del dragón tatuado y, —levanta otro dedo—, Perdida.
—¿En serio?
—En serio. Supongo que tenemos el mismo gusto en libros. 143
—Imagínate —digo.
—Pero no le diré no a la literatura fantástica o a una buena novela
histórica. Y no le puedes ganar a Harry Potter.
—Nunca leí esos —digo y me mira como si hubiera dicho el peor
insulto de la existencia.
—¿Qué pasa contigo? —Un montón de cosas que de las cuales
nunca sabrás, Saige—. ¿Cómo eres un ser humano y no has leído Harry
Potter? —Me encojo de hombros otra vez. Parece que estoy haciendo eso
mucho esta noche—. Bueno, vaya a una biblioteca, señor Brand, o quítale
uno a un niño. Te prestaría los míos, pero no le presto mis libros a
cualquiera. No se les permite salir de mi apartamento a menos que se
encuentren bajo mi custodia. —Eso es... algo lindo.
—Veré lo que puedo hacer. —Tendré que hacer al menos una
investigación acerca de qué tratan, para así poder tener una
conversación con ella, ya que estoy seguro que los nombrará de nuevo.
Saige no es el tipo de persona que se olvida de las cosas de esta manera.
—Bien. Porque tienes que experimentarlo. —Suspira felizmente.
Quizás pueda leer los libros con Lizzy o algo. La veré este fin de semana. Me
he sentido tan fuera de balance últimamente y necesito a alguien familiar
para que me enfoque.
Hablamos más sobre qué libros tenemos y no hemos leído, películas
que tenemos y no hemos visto. No estoy seguro de quien comienza a
bostezar, pero pronto nos encontramos descansando sobre las almohadas
en nuestras batas, los espacios entre nuestras respuestas más y más largos
a medida que ambos luchamos para mantenernos despiertos.
Por último, ambos cedemos ante la mezcla de alimentos y bebidas y
nos desmayamos.
Me despierto boca abajo, mi brazo sobre Saige, quien se encuentra
tan cerca de mí como le es posible. En vez de estar descansando relajada,
sus cejas se hallan juntas y está haciendo sonidos suaves los cuales
probablemente me despertaron. Su cuerpo se retuerce, como si estuviera
soñando algo terrible.
144
Espero un momento y entonces suavemente la sacudo.
—Saige —digo—. Despierta. —Sus ojos se abren y jadea, alejándose
de mí.
—¡Saige! Soy yo. Quinn. Creo que soñabas. —Balbucea, parpadea
un par de veces y luego comienza a relajarse.
—Lo siento —dice, apartando el cabello de sus ojos. Estaba liso
anoche, pero el rizo natural ha comenzado a volver. Como si no pudiera
ser domesticado, incluso por el calor.
—¿Estás bien? —Intento acercarla, pero levanta una mano para
detenerme.
—Estoy bien. Es solo... necesito ir al baño. —Se levanta, va al baño y
cierra la puerta. Oigo la cerradura.
Me froto el sueño de mis propios ojos y compruebo el reloj. Son las
cinco de la mañana. Mi plan era levantarme temprano, llevarla a
desayunar y luego dejarla en su casa para que pudiera estar lista para su
clase. La primera no es hasta las nueve y planeaba llegar tarde al trabajo.
El agua corre en el baño, pero el sonido es constante, como si solo
abriera la llave por el ruido. Espero unos minutos más y luego camino
lentamente hacia la puerta cerrada y toco.
—¿Saige? ¿Estás bien?
—Sí —dice, pero puedo decir que es todo lo contrario.
—Déjame entrar —digo.
—No. —Pienso en golpear la puerta y exigirle que me deje entrar,
pero no creo que esa táctica funcione en ella.
—¿Por favor, déjame entrar? Estoy preocupado por ti —digo, y no es
una completa mentira.
Espero unos segundos y luego el agua deja de caer y la puerta se
abre.
Está llorando. Sus ojos están rojos e hinchados y hay rayas en las
mejillas del maquillaje de anoche que nunca se quitó.
—¿Qué pasa? —pregunto. No estoy muy seguro de qué hacer en
esta situación. No tengo ni idea de por qué llora o lo que puedo hacer
para ayudarla.
—Nada —dice, apoyándose en el fregadero y secándose las
mejillas.
—Bueno, si no era nada, entonces no estarías llorando. ¿Tuviste una
145
pesadilla? —Rueda los ojos.
—Las pesadillas son para niños.
—Eso no es cierto —digo, cerrando la puerta detrás de mí y
sentándome en el borde de la bañera—. Todo el mundo tiene pesadillas.
Todo el mundo tiene algo de lo que tienen miedo. —Encuentra mis ojos y
se ve... joven. Triste. Asustada.
—¿De qué tienes miedo tú? —pregunta, su voz resonando por toda
la habitación. Una sola gota de agua cae del grifo al fregadero con un
pequeño ruido.
—Tú —digo, y esta es otra verdad. Tengo miedo de ella. Tengo
miedo de cómo me estoy empezando a sentir por ella. Puedo decirme
que ella es solo un trabajo que quiero, pero eso no detendrá que mi
cuerpo responda cuando estoy cerca de ella.
Es como si hubiera sido enviada como un castigo. Para torturarme
por lo que he hecho. Tendría sentido, teniendo en cuenta lo que el resto
de mi vida ha sido hasta ahora. En ese hermoso infierno en el que me
encuentro.
Rueda los ojos y agarro un poco de papel higiénico y se lo paso para
que pueda secarse los ojos.
—No tienes miedo de mí. No tienes miedo de mucho, apuesto. —
Niego con la cabeza.
—Te equivocas. Y también te estás desviando. ¿Qué te tiene tan
molesta? Si vamos a salir, vamos a tener que hablar de cosas como esta.
—No me gusta esta parte. Porque necesito que se abra para que pueda
confiar en mí, aunque romperé esa confianza.
Nunca he pensado en ello tanto antes. Supongo que corté mis
emociones y pasé desapercibido y seguí adelante. Si no paraba de
moverme, no tenía que pensar en ello.
—Es una estupidez —dice, soplando por su nariz y enfadándose un
poco.
—Nada sobre ti es estúpido, Saige —digo, entregándole un poco
más de papel higiénico.
—Claramente, no me conoces tan bien. —Espero a que se
recomponga. Mira hacia el techo y exhala.
—Bien. Es que... tengo estas pesadillas a veces. Son estúpidas y
nunca recuerdo los detalles cuando me despierto, pero en el momento,
son terroríficas. —Se estremece y coloca sus brazos alrededor de sí misma.
—Siempre me acuerdo de mis sueños —digo en voz baja—. Pero eso
146
no es siempre una buena cosa.
—Si pudiera recordar entonces tal vez podría ocuparme de ello.
Convencerme para no tener miedo o algo así. Pero no importa lo que
haga, tan pronto como mis ojos se abren, es como si mi cerebro se
reiniciara. —Se frota los brazos—. De todos modos, creo que sólo me asusté
un poco. Siempre tiendo a despertar llorando cuando las tengo.
Me siento por un momento, preguntándome qué debería hacer.
Para ser honesto, el llanto me vuelve loco. No sé qué hacer con las
lágrimas. La ira, lo entiendo. El odio, lo entiendo. La vulnerabilidad es algo
que no me permito tener en mí mismo, así que es difícil de entenderlo en
otra persona.
Cash sería mucho mejor en esto que yo. Él sabe cómo calmar las
cosas y representar la parte del novio cariñoso. Tal vez él debería haber
hecho esto.
Pero tan pronto como pienso en Cash estando aquí con Saige,
quiero estrellar mi puño a través de la pared. Así que hago lo único que se
me ocurre hacer. Me pongo de pie y coloco mis brazos alrededor de ella.
Duda por un segundo, y luego se funde en mí. Sí, estoy en control. La
tengo en mis brazos y puedo moldearla como sea que quiera. Si la besara
en este momento en este estado vulnerable, ella probablemente cedería,
sus defensas abajo. Podría follarla justo en este fregadero.
Algo me detiene. Los brazos de Saige se arrastran a mí alrededor y se
envuelven alrededor de mi espalda. Meto su cabeza debajo de mi barbilla
y sé que si alguien fuera a tomar una foto de nosotros en este momento,
nos veríamos como la pareja perfecta.
—Gracias por ser tan comprensivo —dice en voz baja—. Lo siento, te
desperté.
—Shh, está bien. No es gran cosa. Estaba despertándome de todos
modos. —Ella empieza a alejarse y no quiero dejarla ir, pero quito mis
manos de su cuerpo y doy un paso atrás para darle un poco de espacio.
Su cara sigue estando roja, pero eso no disminuye su belleza. Dudo que
algo pueda. La belleza de Saige nunca podría ser contaminada por nada.
—Bueno, ahora hemos sacado eso del camino —dice, riendo
suavemente, como si estuviera avergonzada.
—¿Quieres volver a la cama, o quieres que te lleve a casa?
—No puedo dormir, pero no quiero ir a casa. —Me mira y veo algo...
de súplica en sus ojos. Como si me estuviera pidiendo entender lo que
quiere sin que tuviera que decirlo.
147
Adivino. —¿Quieres que te folle?
Asiente y aspira de nuevo.
—¿Duro? —pregunto, sólo para asegurarme. Asiente de nuevo.
—Déjame conseguir un condón.
Dejo el cuarto de baño y agarro uno de la cima de la mesita de
noche, donde lo puse en mi escondite el día anterior. Pensándolo bien
agarro dos, poniendo uno en el bolsillo de mi bata.
Saige está en la misma posición cuando entro de nuevo en el cuarto
de baño. Sin decir una palabra, la levanto y la deposito en el fregadero.
Grita.
—Está frío —dice explicando mientras deshago el nudo de su bata y
la empujo hacia abajo por sus hombros.
—Levántate —digo, y salta al suelo de manera que está en sus pies.
Extiendo la bata sobre el lavabo y luego la pongo de nuevo en él. Dejo
caer mi bata y la miro a los ojos.
—¿Lista?
—Aja —dice, y la alcanzo.
Nuestros labios se encuentran y se fusionan y ella sabe cómo chispas,
pesadillas y palabras no dichas. La devoro mientras mis manos rozan su
cuerpo y se acerca más a mí en el borde del lavabo.
Voy a follarla duro, pero no antes de que esté acalorada y
rogándome. Hay un placer exquisito cuando tienes a una mujer suplicando
por tu polla. Como si no la consiguiera, moriría. Quiero que Saige ruegue
por mí.
Me aparto de su boca para poder lamer mi camino por su cuerpo.
No importa cuántas veces la pruebe, necesito más. Mis rodillas chocan
contra el suelo mientras bajo y empiezo a sacarle un orgasmo con la boca
y los dedos. Muele sus caderas en mi cara, por lo que es difícil respirar, pero
no me importa. Me estoy ahogando en ella.
Las manos de Saige empuñan mi cabello mientras chupo duro,
trabajando para sacarle un orgasmo en un tiempo récord. No se necesita
mucho tiempo antes de esté arqueando la espalda y pueda sentir los
pulsos contra mis dedos y lengua. Monto el orgasmo con ella y luego me
levanto, así puedo ponerme el condón.
—Espera —me dice y casi ni siquiera la escucho. No quiero esperar.
Quiero sumergirme en ella y hacerla olvidar su mal sueño.
—Saige, no estoy realmente en condiciones de esperar —digo, y sale
148
como un gruñido. Me tiemblan las manos mientras sostengo el paquete del
condón, listo para rasgarlo.
No dice nada, pero alcanza mi polla, tomándola en sus manos. Casi
lo pierdo solo desde ese toque de sus manos. Acaricia de arriba abajo,
lentamente. Tan lentamente. Aprieto los dientes mientras me toca,
retorciendo sus manos un poco.
—Necesito estar dentro de ti —digo. No es que no me guste un
trabajo de mano tanto como a otro chico, pero tomaré el estar dentro de
ella una vez sobre un centenar de trabajos manuales.
Me deja ir y sostiene mi cara, dándome un beso y luego echándose
hacia atrás. Normalmente es muy habladora y su tranquilidad es inusual,
pero no tengo tiempo para pensar en ello. Mi pene está pensando por mí.
Me pongo el condón y me acerco para abrir sus piernas un poco
más. Gime mientras me rozo contra ella un par de veces, sólo para
molestar. La necesito, pero quiero que me necesite más.
Golpeo mi polla de arriba abajo por su centro y hace un sonido
frustrado. Nuestros ojos se encuentran y espero a que lo diga mientras me
arrastro hacia arriba y abajo de nuevo.
—Por favor —dice en una exhalación y eso es todo lo que necesito.
Me coloco, agarro sus caderas y entro de golpe en casa. Su espalda
golpea el espejo y espero que no lo hayamos roto. Mientras salgo, la traigo
conmigo hasta el borde del lavabo y luego la embisto de nuevo. Una vez
que nos pongo en la posición correcta, empiezo a follarla como me lo
pidió. No aflojo y ella no me lo pide. Es áspero y duro, y sigue pidiéndome
más.
Mete su mano entre nosotros para tocarse a sí misma y no duro
mucho después de eso. Se viene de nuevo y eso me pone en marcha.
Quiero venirme dentro de ella. O en ella. Ver como luciría su piel así,
brillante con mi semen. Sí. Eso es algo que tiene que ocurrir antes de decir
adiós. Quemaré esa imagen en la parte posterior de mi cerebro y entonces
podré llevarlo a cabo siempre que quiera.
Se inclina hacia delante, descansando en mi hombro. Su piel está
empañada por el sudor y se pega a la mía.
—Gracias —dice ella, alzando su mano hasta tocar un lado de mi
cara.
—¿Por follarte? Te aseguro que no fue una dificultad —digo, casi
riendo.
—No, gracias por… No importa. —Acaricia mi cara, la levanto y la
llevo de vuelta a la cama.
149

Comemos el resto del carro de postres, a pesar de que ha estado


fuera toda la noche. A ninguno de nosotros le preocupa. La follo de nuevo
y luego es realmente el tiempo para ambos de volver a nuestras vidas
normales. O por lo menos a nuestras vidas cuando no estamos juntos.
—Esto ha sido muy bueno. ¿Cómo lo supiste? —dice mientras se viste
con la ropa de ayer. Ambos nos duchamos y su cabello todavía está
húmedo y empieza a curvarse de nuevo.
—Sólo pensé que ambos necesitábamos una noche libre de todo.
Deberíamos hacerlo más a menudo. —Me sonríe y espero llegar a hacer
esto muchas veces. La siguiente fase de mi plan es congraciarme en su
vida. Ponerla tan cómoda conmigo que pueda acceder a todo, y por lo
tanto, acceder a su padre. Necesito sus secretos. Los necesito para poder
protegerme con ellos. Usarlos como un chaleco antibalas para las balas
que sé que él me enviará cuando se entere.
Tiempo. Va a tomar tiempo. Más citas, más pijamadas, más tiempo
con Saige. Es un precio que definitivamente estoy dispuesto a pagar.
18 Traducido por MaryLuna
150
Corregido por Pau_07

Salgo con Saige dos veces más esa semana. Una vez vamos al cine y
la otra sólo pasamos el rato en su apartamento otra vez. Hay sexo en
ambas citas.
—¿Qué vas a hacer este fin de semana? —pregunta mientras nos
regodeamos bajo el resplandor post-coital. Me dijo que tenía que hacer la
tarea, pero cambió de opinión cuando le di la vuelta sobre el sofá, tire de
sus pantalones abajo y estuve sobre ella.
—Nada, ¿por qué? —Si le digo que tengo planes, va a querer saber
cuáles son y entonces voy a tener que decir algo que suene convincente.
Mantenerla en la oscuridad acerca de mi vida personal cuando no estoy
con ella es la clave. Necesito saber todo sobre ella al tiempo que no
revelo nada de mí mismo.
—Solo me preguntaba. Pensé que tal vez tú y yo podríamos salir con
algunos de mis amigos, incluyendo a Lo. No se conocieron exactamente
en las mejores circunstancias y sería bueno hacer un re-encuentro, ¿no
crees? —Parte de hacer mi camino en la vida de Saige es impresionar a sus
amigos. Así que estoy a bordo.
—Claro, ¿cuándo?
—¿Estaba pensando en la noche del sábado? —Eso funcionará si
visito a Lizzy en la mañana y luego conduzco de vuelta.
—Estoy libre. ¿Quieres que te recoja aquí? —Asiente y dice que me
va a enviar un mensaje con la hora y me levanto para ir al cuarto de baño.
He descuidado mis registros y tengo que arreglar eso. Sólo me encuentro
tan distraído cuando estoy con Saige y el tiempo simplemente parece
desvanecerse.
—Oye, tu teléfono está sonando —dice Saige a través de la puerta y
casi me rompo el cuello luchando para salir del cuarto de baño. Tengo
que mantener mi teléfono desechable conmigo además de mi teléfono
normal y no es como si tuviera cualquier lugar para esconderlo cuando
estoy desnudo.
—Vaya, ¿dónde está el fuego? —dice Saige, riéndose mientras me
entrega el teléfono. Mierda. Lo había sacado de mi pantalón y es mi
teléfono normal. No el desechable. Suspiro de alivio por dentro. No
necesito que sepa que existe el desechable, y mucho menos sacarlo de mi
pantalón.
Compruebo el número y es una de esos estúpidos números 800
aleatorios está probablemente está para decirme que “gané” un viaje a 151
Jamaica, siempre y cuando les de toda mi información personal. Lo ignoro
y bloqueo mi teléfono de nuevo.
—¿Esperando una llamada? —dice sentada en la cama y peinando
con los dedos su pelo.
—Uh, sí. Pero no es nada —digo, consiguiendo mi corazón de nuevo
bajo control y dándole lo que espero sea una sonrisa fácil.
—¿Se encuentra todo bien? —pregunta, y me pateo a mí mismo por
estar en esta situación. A partir de ahora, cuando no esté follando con ella,
mis pantalones se quedan sobre mí.
—Por supuesto. —Le guiño y luego decido desviar su atención
zambulléndome hacia adelante y acariciando su pecho, justo entre sus
senos.
Se ríe y agarra mi cabeza y nos lanzo en la cama y luego el teléfono
queda olvidado

—¡Oye, hermana! —digo mientras camino a la habitación de Lizzy el


sábado.
—¡Hermano! —grita y se lanza hacia mí. Está vestida con un suéter
de color azul brillante con un gatito en el frente y su pelo ha sido trenzado.
Me pregunto cuál enfermera lo hizo. Todo el mundo ama a Lizzy. Tiene algo
que te atrae. Hace que te importe. Haría hagas cualquier cosa por ella.
—Te traje algo —digo con la mano de detrás de mi espalda y le
muestro el libro que recogí en el camino aquí.
—¡Harry Potter! —grita, saltando arriba y abajo y aplaudiendo—.
¿También podemos ver las películas?
—Absolutamente —digo mientras pongo mi brazo alrededor de ella y
vamos a sentarnos en su cama—. ¿Cómo te encuentras hoy?
Me sonríe. Es un poco raro que las dos personas que me importan
más sean las más felices. Se podría pensar que tendría que contagiárseme,
pero creo que soy inmune a ello por ahora.
—Estoy bien. Callie trenzó mi cabello —dice ella, volviendo la cabeza
152
y me muestra la elaborada trenza francesa que se retuerce en un nudo en
la parte posterior de su cabeza.
—Eso veo. Se ve muy bonito. —Toco el pelo y soy apuñalado por el
recuerdo de nuestra madre haciendo lo mismo.
—Me gustaría poder mostrárselo a mami. La echo de menos —dice
volteándose y haciendo pucheros.
—Lo sé. La extraño demasiado. —Lizzy sostiene sus brazos y me rodea
en un abrazo.
—¿Estás bien, hermano?
—Sí, estoy bien. —Me hace callar y acaricia la parte posterior de mi
cabeza.
—Está bien —dice ella, como si me estuviera consolando—. Todo va
a estar bien.
Me aferro a mi hermana, mi única carne y sangre que me queda en
este mundo. No he llorado en cuatro años, pero siento como que quiero
hacerlo ahora. No es suficiente para realmente hacerlo, pero el espesor en
la parte posterior de mi garganta y la picazón en mis ojos podrían
convertirse en lágrimas.
Después de unas cuantas respiraciones, la sensación se ha ido y
vuelvo a la normalidad. Dejo ir a Lizzy, pero entonces agarra mi cara con
ambas manos y busca en mis ojos. A veces hace esto. Lizzy puede ser
inquietantemente perceptiva a veces.
—¿Por qué estás feliz y triste? —No estoy muy seguro de lo que ve en
mis ojos, pero definitivamente no estoy feliz. No he sido feliz... No recuerdo
la última vez que fui feliz.
Una imagen de Saige retorciéndose debajo de mí mientras alcanza
el clímax baila por mi mente, pero lo empujo a un lado.
—Estoy feliz porque estoy contigo y estoy triste porque no puedo
quedarme más tiempo —digo, pero Lizzy continúa acariciando mis mejillas
con sus dedos.
—Te quiero más que a nada. Lo sabes, ¿verdad? —Ella asiente
lentamente y deja ir mi cara.
—Te quiero tanto que quiero comente —cita de Donde viven los
monstruos. Nuestra madre solía perseguirnos por toda la casa y pretendía
comer nuestras manos o pies cuando nos negábamos a ir a la cama.
—Te quiero tanto que quiero comerte —digo, inclinando la cabeza
hacia adelante y acercando mi cara hasta que estamos tocándonos.
Sonríe y luego agarra el libro.
153
—¿Me lees?
—Por supuesto —digo.
Pero antes de que pueda abrir el libro, un mensaje llega a través del
teléfono desechable. Mierda. Me deshice mi seguidor hoy (Hardy) y ese es
él preguntando dónde diablos estoy. Este acosador está realmente
jugando con mi vida y necesito que se detenga.
—Voy a ir a contestar el teléfono. Comienza y vendré a ponerme al
día —digo mientras me dirijo a su cuarto de baño. Ella asiente con la
cabeza y comienza a desplazarse por las páginas del libro. Soy afortunado
de que Lizzy nunca haga muchas preguntas.
Tomo la llamada y espero a que deje de maldecirme. Es el más
reservado de los gemelos, pero nunca quieres molestarlo, porque no te va
a dejarlo pasar. Y estoy enfrentando su ira
—Mira, tenía algunas cosas que atender, así que salí, ¿de acuerdo?
Es un dolor en mi puto culo que deba ser seguido a todos lados. Tienes que
cortarme un poco la cuerda. —Mantengo mi voz baja pero urgente. Mi
discurso se encuentra con un silencio glacial.
—No puedes hacer esa mierda, Sylas. Y lo sabes. Todos nosotros
hemos reorganizado nuestras vidas para mantenerte a salvo y estás
actuando como si te estuviéramos incomodando. Saca tu cabeza de tu
culo. —Tiró las riendas de su ira, pero todavía voy a conseguirlo. Bien. Lizzy
vale la pena. Podrían ponerme bajo el agua y nunca me harían decirles
dónde fui hoy. Nunca. Lizzy está fuera de los límites.
—Bien. Vuelvo en un par de horas.
—Sabes que podemos rastrearte. Todo lo que tengo que hacer es
conseguir a Cash. —Ya lo sé. Debería haber abandonado mi teléfono
antes de venir aquí, pero realmente no tenía mucha opción.
—No pasará de nuevo. Tomo la responsabilidad por ello, pero no me
arrepiento. Esto es algo que tengo que hacer. Al igual que Baz y su dinero.
Sin preguntas. ¿Lo entiendes? —Estoy empezando a enojarme y si no tengo
cuidado, voy a reventar este teléfono.
Hardy toma unas cuantas respiraciones profundas.
—Vete a la mierda.
—Lo mismo te digo a ti.
Hay otro momento de silencio y luego suspira.
—Bien. Te dejaré ir esta vez. No voy a apretar el gatillo y decirle a
nadie. Pero me lo debes. —Casi me desplomo ahí mismo. Él me respalda.
—Escucha, me tengo que ir. Pero por favor. Sólo... has esto por mí. No 154
te lo pediré otra vez.
—Será mejor que no. Y voy a recordar cada palabra de esta
conversación. —Hardy recuerda casi todo lo que lee, ve o escucha. Es una
mierda tener una discusión con él, porque casi siempre tiene la razón.
Tacha eso. Él siempre tiene la razón. Puedes apostar tu dinero en ello.
—Lo sé. Realmente lo aprecio.
—Ajá. —Y cuelga.
Respiro por un minuto y luego deslizo mi teléfono en mi bolsillo antes
de caminar de regreso. Lizzy tiene el libro abierto en su regazo y está
articulando lentamente las palabras. No levanta la vista, ni siquiera cuando
me siento a su lado otra vez.
—¿Cómo va eso? —pregunto.
—¿Qué significa esta palabra? —Señala algo que se parece a
alguna forma bastarda de latín. Lo pronuncio para ella y arruga la cara.
—¿Por qué no empezamos de nuevo desde el principio? —sugiero, y
ella retrocede varias páginas. Agarro el libro y empiezo a leer en voz alta.
Lizzy se pone de lado y me mira mientras le leo. No puedo recordar la
última vez que hice esto con Lizzy. Tengo que venir aquí más a menudo. Al
menos una vez por semana. Pero en este momento no es seguro. No con
mi acosador suelto.
Empujo esos pensamientos infelices a un lado y me concentro de
nuevo en el libro. Es curioso, en realidad, y me encuentro disfrutando de la
historia, junto con Lizzy. Vamos a través de varios capítulos y luego es hora
de que me vaya.
—Lo siento, tengo que irme bastante pronto. —No sólo tengo que
volver a registrarme con Hardy, también voy a salir con Saige y sus amigos
esta noche, lo que debería ser interesante. En realidad estoy deseando
que llegue. Realmente necesito hacer una buena impresión en ellos así me
llevará de vuelta a su lugar y terminaremos desnudándonos.
—Está bien —dice Lizzy, poniendo sus brazos alrededor de mí—. Te
quiero de todos modos. —Me río y la abrazo de vuelta.
—Siempre te amaré. No importa qué. Y haré lo que sea para
mantenerte a salvo.
—Lo sé —dice ella, con la voz ahogada por mi camisa—. Estoy bien.
¿Puedo quedarme con el libro? —Asiento.
—Eso sí, no pierdas mi lugar. Podemos seguir cuando venga la
próxima vez. —No digo la próxima semana. Porque no sé si es seguro venir
155
todas las semanas—. Me llamas si quieres, ¿de acuerdo? —Las enfermeras
tienen mi número para emergencias.
—Está bien, hermano. —Le doy un beso en la frente y después salgo,
dejándola con el niño mago.
19 Traducido por Jeyly Carstairs & Laura Delilah
156
Corregido por Daliam

—Bueno mírate —dice Saige unas horas más tarde mientras abro la
puerta para recogerla. He ido más casual esta noche, pero mis vaqueros
siguen siendo de diseñador, mi sencillo suéter de manga larga negro más
caro de lo que una camisa debería ser alguna vez. Pero llevo mi par de
botas favorito. Son negras, de cuero y me hacen sentir más como Sylas que
como Quinn. Es un riesgo usarlas, pero no me importa esta noche. Me he
asegurado de cubrir mis tatuajes también. No estoy dispuesto a compartir
esa parte particular de Quinn con los amigos de Saige. Con ella es
inevitable.
—Lo mismo para ti —digo. Viste casual, en vaqueros ajustados, una
camisa gris suelta y una bufanda amarilla. Su cabello está rizado y un
conjunto de diamantes brillantes salpican sus oídos. Por supuesto sus labios
son rojos.
—¿Estás listo para esto? —Pregunta mientras toma su bolso y cierra la
puerta.
—Tan listo como alguna vez lo estaré. ¿Con quién nos estamos
reuniendo de nuevo? —Nos dirigimos hacia el ascensor mientras enumera
los nombres.
—Lo, a quien por supuesto ya conoces, Sadie, Beck y su novio JR, e
Ilsa y su amiga Amelia. —Sé todos estos nombres ya, lo que será muy útil
cuando me encuentre con estas personas. He visto fotos también, por lo
que esto debería ser pan comido.
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Estoy más o menos
lanzándote a los leones. —Si puedo manejar a los chicos, puedo manejar
esto, pero no puedo decirle eso.
—Tus amigos son mis amigos —digo, manteniendo la puerta del BMW
abierta para ella.
—Dices eso ahora, pero no has pasado una noche con ellos.
—Bueno, si comienza a fracasar solo fingiré que tengo una úlcera y
que debo irme a casa. —Ríe y me coloco el cinturón de seguridad.
157
En lugar de un club de moda, nos dirigimos a un bar tranquilo. Una
banda country hace su cosa en la esquina, pero no es demasiado ruidoso
para que no se pueda mantener una conversación sobre la música. Todo
es de madera y al estilo honky tonk5 aquí. Más botas de vaquero y
espuelas que música tecno y luces estroboscópicas.
—Siempre probamos un bar diferente. Estamos decididos a tomar
una copa en todos y cada uno en la ciudad —dice Saige cuando levanto
las cejas hacia el lugar—. Hemos estado evitando este lugar por razones
obvias. —Unos pocos tipos con sombreros reales de vaquero pasan y Saige
ríe mientras caminamos hasta el segundo piso al altillo con vistas a la
primera planta.
Brazos femeninos la alejan de mí inmediatamente y la llevan en
varios abrazos. Una vez se suelta, me arrastra acercándome.
—Todos, este es Quinn. Quinn, esta es Lo, a quien ya conoces,
Amelia, Isla, JR, Beck Y Sadie —Sacudo la mano de todos, y Lo me da una
pequeña sonrisa antes de dejarla ir. Saige tiene una interesante mezcla de
amigos. Sadie y Beck son miembros de lo más alto de la sociedad pero el
resto no. Normalmente esa mezcla de personas no funciona, pero es
evidente que parecen llevarse bien de todos modos.
Tomo dos sillas altas para Saige y para mí y nos unimos a la mesa.
—¿Qué quieres beber, Quinn? —JR dice mientras se levanta para
hacer un viaje al bar.
—Eh, un trago de Jack y una cerveza —digo mientras me da un
pulgar hacia arriba antes de tomar la orden de Saige. Ella me sonríe.
—Voy a tomar lo mismo. —Eso hace a Lo reír mientras bebe un sorbo
de su bebida, que es de color rosa y naranja. Apuesto cualquier cosa que
es un Sexo en la Playa.
—¿Estas tratando de emborracharte, Saige? —Dice Lo. Saige se
encoge de hombros.
—Tal vez. ¿Tienes algún problema con eso?

5
Es un tipo de bar con acompañamiento musical típico del sur de Estados Unidos.
—Por supuesto que no. —Lo me mira y sé que ella está recordando la
primera vez que nos interrumpió. Y estoy seguro que Saige le ha dicho
todos los detalles sórdidos de nuestra relación. Si piensa que estoy
apenado o avergonzado de que ella sepa eso sobre mí, está encontrando
algo muy diferente.
—Así que, Quinn, ¿Dónde trabajas? —Dice Beck. Esta vestida como si
fuera para un coctel de lujo y no a un barrio pobre a un bar de música 158
country. Su cabello castaño cálido esta trenzado apretado, hay perlas en
sus orejas y su camisa de color rosa esta empapada en lujo.
—En la parte alta de la ciudad —digo con una sonrisa.
—Quinn gasta el dinero de otras personas —dice Saige, apretando
mi brazo.
Beck sonríe.
—Eso debe ser genial.
—Algunas veces. Pero es mucho peor cometer un error con el dinero
de otra persona que con el propio.
—Dinero, o conseguir dinero —dice Lo, cambiando de tema—. ¿Qué
haces en tu tiempo libre? —¿Cuál es la obsesión de todos con mi tiempo
libre? Le muestro una sonrisa.
—Leo, corro y colecciono autos. —Esa es una respuesta lo
suficientemente segura. Sus rubias cejas se levantan. Debo haberla
sorprendido.
JR regresa con nuestras bebidas y sostengo mi trago hacia Saige. Ella
toma el suyo.
—Hasta el fondo —digo y los dos golpeamos nuestros vasos sobre la
mesa antes de bajarlos. El whisky quema mientras baja y me gusta la
sensación. Para su crédito, Saige hace todo esto sin siquiera una tos.
Acompaño el trago con un sorbo de cerveza y hace lo mismo.
—Bravo —digo y ella ríe.
—Este no es mi primer rodeo.
La agarro y la beso, saboreando el whisky en sus labios. No pongo
ningún pensamiento en ello. Solo lo hago. Cuando me alejo todos están
mirando hacia mí. Saige solo sonríe y luego toma otro trago de cerveza.
Los ojos de Lo se estrechan y puedo decir que va a ser la más difícil
de impresionar. Levanto la cerveza en su dirección y tomo un sorbo.
—Oh mi dios, no un banjo. —Amelia dice, encogiéndose mientras
mira por la barandilla hacia abajo donde el siguiente grupo se está
preparando.
—¿Qué pasa con el banjo? —Ilsa pregunta.
—Si tienes que preguntar, nunca lo entenderás —dice Amelia. Son un
conjunto combinado, las dos pequeñas y lindas. Amelia con el cabello
159
teñido de un color morado claro e Ilsa con un rubio con unos pocos rayitos
azules. Ilsa tiene un aro en el labio y Amelia tiene uno en su tabique. Están
acercándose y tomando sus manos mientras miran por encima de la
barandilla.
—¿Tocas algún instrumento, Quinn? —Pregunta Lo, terminando su
bebida.
—No. Me han dicho que soy completamente un sordo musical, por
desgracia. —Quinn es un sordo musical. Sylas no. Heredé la capacidad de
mi madre para cantar y captar una melodía después de escucharla una
vez. Si hubiera tenido una infancia diferente, podría haber aprendido a
tocar un instrumento, pero nunca lo hice.
—Eso es una pena —dice Saige—. Pero no importa. Me gustas de
todos modos. —Descansa su barbilla en mi hombro y me pregunto si el
toque es para mí beneficio, o para demostrarle a sus amigos que somos
serios. No sabía que fuéramos en serio, pero ella definitivamente está
enviando esas vibraciones.
La banda comienza a tocar y nos da algo de qué hablar. La música
no es mala, de por sí, pero definitivamente no es algo que voluntariamente
escucharía si no estuviera con Saige. Parece que la mayoría de sus amigos
se sienten de la misma forma.
—Deberíamos haber ido a otro lugar —dice Beck, haciendo una
mueca ante el sonido del banjo.
—Creo que esto es divertido. Es bueno probar cosas nuevas —dice
Saige—. Ser aventurero.
—De acuerdo —digo y no puedo apartar mis ojos de ella. Está
gloriosa en esta poca luz, con lo ojos brillando por el alcohol y sus manos
sobre mí. Definitivamente estamos desnudándonos cuando salgamos esta
noche.
Beck y JR inician una discusión sobre cuál es la situación apropiada
para usar un sombrero de vaquero.
—Que tal nunca —Dice Amelia.
—Creo que te verías muy linda con uno —dice Ilsa, dándole
palmaditas a Amelia en la cabeza.
—Me veo linda con todo —replica Amelia con una sonrisa.
—Bueno, eso es cierto —dice Lo y Amelia eleva su mojito en
dirección a Lo.
—Salud.
—Creo que te verías linda con uno, incluso si no eres un vaquero de
verdad —le dice Beck a JR. 160
—Gracias muy amable, señora —dice, pretendiendo inclinar un
sombrero hacia ella.
—Bueno, por mi parte, estoy totalmente de acuerdo con un
sombrero vaquero, siempre que este acompañado de chaparreras —dice
Saige, apoyándose en mi hombro—. Te verías muy bien con el trasero
desnudo con chaparreras —dice hacia mí y casi me ahogo con mi
cerveza.
—Esa es una imagen que no necesitaba en mi cabeza —dice Lo con
una mueca.
—Igual —dicen Isla y Amelia.

La conversación fluye mejor a medida que se consume más alcohol.


Lo que no me sorprende. Finjo tener una pequeña discusión con JR y Beck
sobre equipos deportivos y luego un debate con Lo sobre programas de
televisión.
—Como quieras. Estás loco —dice ella cuando argumento que
Seinfeld es mejor programa que Frasier.
—Estoy bien con esa evaluación —digo con una sonrisa. El alcohol
está quemando su camino a través de mi sistema y tendré que
moderarme.
—Oh Dios, otro banjo —gime Beck y baja la mirada a su trago. Ella y
Amelia habían iniciado un juego de beber. Cada vez que aparecía un
banjo, un trago. Cada vez que alguien cantaba algo de Conway Twitty, un
trago. Se estaban emborrachando, bastante rápido.
Saige ha estado en silencio, como si estuviera observándome. Pero
me ha estado tocando constantemente. Su mano en mi espalda, su
barbilla en mi hombro, sus dedos en la parte de atrás de mi cuello.
Haciendo más difícil pensar, difícil respirar, difícil no tomar su mano, llevarla
al baño y follarla sin sentido en uno de los baños.
—¿En qué estás pensando? —Me pregunta.
—Que estoy pasando un buen momento y que estoy contento de
haber venido contigo —digo, dándole una sonrisa.
—¿Quieres bailar? 161
—Mientras que no sea un foxtrot —digo, levantándome y tomando
su mano. No presto atención al resto de la mesa, pero espero que esto me
ayude a ganar puntos románticos con Lo. Si puedo demostrar que voy a
tratar a Saige bien, estaré dentro.
La canción es la clase de cosas donde arrastras los pies, así que eso
es lo que Saige y yo hacemos.
—¿Cómo lo estoy haciendo? —pregunto. Quiero saber lo que
piensa.
—Muy bien. Aunque pensé que Lo iba a derribarte de un golpe.
Creo que ella todavía está un poco confundida por la última vez. Ella
puede ser protectora. —Eso era un eufemismo.
—Es bueno que ella se preocupe tanto por ti. —Los muchachos
cubrían mi espalda y era muy valioso.
—Estoy contenta que no estás amenazado por ella. Algunos chicos
lo estarían.
—Ella no me asusta —digo con una sonrisa y Saige la devuelve.
—Bien. Porque quiero que se lleven bien. Realmente lo quiero.
—Y tengo toda la intención de llevarme bien con ella. A pesar de
que a ella le gusta Frasier6. —Tiemblo, haciendo a Saige reír.
—Tengo que de estar de acuerdo contigo en eso. Seinfeld7 fue
mucho mejor.
La cubro y seguimos moviéndonos juntos. La canción termina y
hacemos nuestro camino de vuelta a la mesa.
—Bien jugado, señor, bien jugado —dice Lo con una palmada
lenta—. Pude haberte subestimado.
—Creo que es un halago —digo.

6
Frasier es una serie de televisión estadounidense, emitida en la NBC. Fue un spin off de
la serie Cheers basado en el personaje de Frasier Crane.
7
Seinfeld fue una serie televisiva de comedia emitida entre 1989 y 1998 en Estados
Unidos, y considerada entre las más populares e influyentes de los años noventa en ese
país.
—Lo es —dice Saige.
—Entonces, tengo una idea. ¿Qué acerca de dejar este antro y
dirigirnos a algún lugar un poco más animado? —dice Beck, inclinándose
contra JR. Es igualmente pijo, vestido con pantalones caqui y un polo. Pero
no es un imbécil, por lo que es un plus.
—Secundo eso —dice Amelia, aunque ella está un poco agitada.
162
—Lo secundo, también —decimos Saige y yo también.
—Bien, bien. ¿Qué es lo siguiente en la lista? —Dice Lo. Saige saca su
teléfono y explora algo.
—Um, el siguiente está a pocas cuadras. Podríamos probablemente
solo caminar. —La noche es cálida y la mayoría de nosotros estamos
todavía zumbados. Le envío un texto a Cash (mi seguidor para la noche)
dejándole saber que estamos cambiando de locación y que nos siga. Para
un chico inmenso, sorprendentemente sigiloso.
—Vamos —dice Beck y nos dirigimos a la barra para pagar nuestras
cuentas y luego salir a la calle. Saige se acurruca contra mí.
—Realmente me gustas —dice como si le sorprendiera.
—Realmente me gustas. —Esto no es una mentira. Realmente me
gusta ella. Es sexy y divertida, sarcástica y hermosa. Rozo mi mano en su
nuca donde está su tatuaje.
—¿Cuándo lo obtuviste? Tú has preguntado por mis tatuajes, y quiero
saber sobre el tuyo. —Es el único que tiene.
—Um, lo obtuve en unas vacaciones de primavera hace unos años.
Estábamos en Irlanda y parecía como algo que hacer. El lado de mi madre
es Shea. —Sabía eso también.
—Bueno, tienes suerte. Un montón de tatuajes como el tuyo terminan
luciendo como mierda. —Había visto más que mi parte justa de tinta de
mala calidad. Maldita vergüenza.
—Gracias. La mayoría del tiempo me olvido de que está ahí. —Se
frota la nuca.
—Bien, te sienta.
—Gracias —dice ella y tiembla.
—¿Tienes frío?
Sacude su cabeza y seguimos caminando.
El grupo se pone ruidoso y fuerte a medida que nos acercamos a la
siguiente parada, pero estoy bien con eso. Aun cuando Amelia empieza a
cantar en francés a todo pulmón.
—Ella solo habla francés cuando está borracha —explica Isla,
mientras trata de ayudar a Amelia.
El siguiente lugar al que vamos es más de lo que pensé cuando
Saige me dijo que íbamos a salir. Se puede escuchar la música desde
bastante lejos y hay un fornido gorila en la puerta chequeando las
identificaciones.
163
Hacemos nuestro camino dentro y hay apenas suficiente espacio
para respirar. El lugar está lleno hasta el borde con cuerpos sudorosos, la
mayoría restregándose y girando por la música a todo volumen que se
vierte de altavoces gigantes puestos en el piso como monolitos.
—Ahora esto me gusta más —dice Beck, meneando la cabeza y
luego ejecuta un giro que no sucede bastante en el espacio limitado.
El grupo se dirige arriba otra vez y se batalla para encontrar una
mesa, pero JR de alguna manera asegura uno y nos apiñamos alrededor
de él mientras que Beck se ofrece para conseguir las bebidas. Voy por otra
cerveza ya que estoy jugando seguro.
Brindamos por mejor música y para terminamos nuestras bebidas
bastante rápido por lo que podemos golpear la pista de baile. Nunca he
bailado de esta manera con Saige, pero no me preocupa. Bailar está a un
paso lejos del sexo y funcionamos a la perfección en ese departamento.
En lugar de mover hacia atrás y adelante como muchos bailarines,
nos enfrentamos el uno al otro. Coloco mis manos en sus caderas y sus
brazos rodean mi cuello. Esta vez la dejo llevar la delantera e igualo mis
movimientos a los suyos.
Joder. Joder, joder, JODER.
Esto no está cerca del sexo. Es follar sin penetración. La he estado
esperando toda la noche y el segundo en que ella muele sus caderas en
mí, estoy tan jodidamente duro que apenas puedo ver bien. Saige lo nota
y parece que le divierte. Ella solo sonríe para mí y sigue bailando al ritmo
palpitante de la música. Agarrando la parte posterior de mi cuello, lleva mi
cabeza hasta hacia su boca.
—¿Me quieres, Quinn Brand? —No importa que tan fuerte está la
música. Ella podría susurrar y todavía le oiría.
—¿Qué crees? —Digo, girando mi cabeza para que mis labios casi
toquen el lóbulo de su oreja mientras empujo mis caderas en ella. Sé que
ella me puede sentir a través de mis vaqueros.
—Creo que sí —dice de vuelta—. ¿Vas a hacer algo al respecto?
Brevemente coqueteo con la idea de alguna manera follarla aquí
en esta pista de baile, pero que eso podría no congraciarme con sus
amigas, así que tiro un poco de ella.
—Voy a bailar contigo, Saige —digo de vuelta.
Ella pone sus brazos en el aire y gira sus caderas como si me dijera de
lo que me estoy perdiendo. Oh, pelirroja, lo sé.
164
En cambio, agarro sus caderas, hundiendo mis dedos y
emparejando sus movimientos. La quiero tan encendida como yo lo estoy.
—¡¿Por qué no simplemente se follan y lo superan?! —grita una voz
cerca. Totalmente he olvidado que estamos en un cuarto lleno de otras
personas.
Saige y yo giramos la cabeza para encontrar a Lo frunciendo el
ceño hacia nosotros mientras ella baila con un chico al azar que parece
estar más interesado en su culo que su cara.
—Lo —dice Saige en una voz de advertencia. Tienen un momento
de conversación silenciosa con sus ojos que no estoy enterado y luego Lo
rueda sus ojos y dice—: Lo que sea. Hagan lo que quieran.
Pero ella está enviando una señal clara. Mirándome y mirando a su
amiga. Bien. Realmente la respeto por ello. Saige merece a un amigo que
la cuide no importa qué.
La música pulsa y nuestras caderas se fusionan, Saige y yo bailamos
hasta que ambos estamos jadeando y nuestra piel está brillante con sudor.
No ayuda que todo el mundo esté presionado tan juntos que es imposible
tomar una respiración profunda.
Saige se pone de puntillas y me dice que necesita algo de agua.
Asiento y tomo su mano para conducirla a través de la multitud. Abro el
camino para ella y me hace sentir bien. Sé que puedo ser intimidante, así
que es fácil llevarla adelante mientras las personas se apartan de mi
camino. Encuentro una pequeña esquina de la barra donde podemos
reposar y escucharnos entre sí mejor que en la pista de baile.
—¿Quieres otra bebida, o solo el agua? —Le pregunto mientras se
abanica a sí misma y retira pelo de su cuello.
—Sólo agua. Prefiero no estar con resaca mañana y estoy seguro de
que bailé fuera todas las bebidas.
Obtengo la atención del barman y ordeno dos botellas de agua. Le
tiendo una a Saige y la pone en la parte posterior de su cuello y suspira de
alivio, sus ojos se cierran.
—¿No tienes calor en eso? —pregunta ella, haciéndole gestos a mi
camisa. Estoy hirviendo, pero no voy a quitarme la camisa.
—Estoy bien. —Ella hace una cara que comunica escepticismo—. No
comparto mi tinta con cualquiera. Es… sólo, la comparto con personas que
confío. —No sé ahora mismo si se trata de una verdad o una mentira.
—¿Por qué tienes tantos si no quieres que las personas los vean?
165
—Porque —digo, inclinándome más cerca de ella así no tengo que
gritar. Mi voz está empezando a ponerse ronca—, no me los puse por otra
persona. Lo hice por mí. Supongo que... Tenía todas estas cosas dentro de
mí y tenía que sacarlas. Pero no quería olvidarlas, así que lo puse en mi piel,
así recordaré. —Esto... esto es una verdad. Ella me mira, como si estuviera
un poco aturdida.
—Es desgarrador y muy hermoso, Quinn. —No es la primera vez que
me gustaría que me llamara por mi nombre real. Ojalá hubiera una
manera de decirle que es un apodo o algo, pero no puedo tomar el
riesgo. Tengo que ser Quinn con ella. Dejarla ver mis tatuajes es lo más
cercano que alguna vez iba a llegar.
Esta noche ha tomado un giro serio, y no me gusta. Pero somos
salvados por Amelia e Isla tropezando, ambas riendo. Le preguntan a
Saige si quiere ir con ellas al baño. Me siento mejor acerca de tenerla fuera
de mi vista, está con sus amigas y la veo haciendo su camino a través de
la multitud, las luces brillando en sus rizos rojos.
Escaneo la multitud y atrapo los ojos de Cash desde las sombras. En
otras circunstancias, estaría en medio de la pista de baile, rasgándola.
Pero no esta noche. Tiene que cuidarme esta noche y sé que voy a
deberle esto, como tantas otras cosas. Sin encontrar mis ojos, inclina su
cerveza en mi dirección y levanto mi agua. Todo claro.
Una chica borracha se me acerca y toca mi brazo, pero lo retiro de
ella y presiono su espalda hacia sus amigas, que están riéndose tan duro
que está claro que definitivamente están todas borrachas. Espero que
lleguen a casa seguras. Le hago una señal al camarero y viene.
—Podría llamar a un taxi para las damas para que algo no les ocurra.
—De acuerdo con eso —dice, mientras las chicas tropiecen hacia la
puerta.
—Vi eso —dice una voz junto a mí mientras mi brazo es agarrado otra
vez, pero con dedos familiares.
—Viste qué —digo, fingiendo inocencia.
—Te vi preocuparte por esas chicas borrachas llegando a casa. Fue
muy agradable. Puede ser realmente agradable cuando lo quieres ser. —
Yo no soy agradable, pero ella no necesita saber eso.
—No me gusta ver que se aprovechen de las mujeres —digo. Otra
verdad.
—Es bueno saber eso —dice, inclinándose sobre mí—. Oh mi Dios.
166
—¿Qué? —Ella señala a través de la pista de baile y ahí está Lo,
brazos arriba y bailando con cuatro chicos. Dos en la parte delantera y dos
en la espalda.
—Esa es Lo —dice Saige, encogiéndose de hombros—. Ella está toda
metida. Toda ahí.
—¿Cuánto tiempo llevan siendo amigas?
—Un par de años. Pero se siente como por siempre, ¿sabes? Cuando
conoces a alguien y haces clic en tanto que es como si hubiesen sido
amigos de toda la vida. —Sí. Sé exactamente lo que ella está hablando.
—Lo hago —digo, y ella termina su agua.
—Venga, vamos a volver allí.

No dejamos el club hasta las dos, y aún entonces es una lucha para
arrastrar a Amelia fuera.
—Voy a llevarla a su casa y meterla en la cama —dice Isla, tirando
de Amelia, quien está ahora murmurando en francés e inglés—. Fue un
gusto conocerte, Quinn. —Doy un adiós a ellos mientras el resto del grupo
se separa y se dirigen a sus respectivos vehículos.
—Eso fue bien —dice Saige mientras caminamos hacia donde está
aparcado mi coche.
—¿Lo crees?
—Definitivamente. Eres un buen chico, Quinn. —No, no lo soy. Pero le
beso la parte superior de su cabeza y digo—: No lo difundas demasiado.
Tengo una reputación que mantener. —Se ríe y paseamos lentamente
hasta el coche. La ciudad está tranquila ahora, la mayoría de los bares
teniendo su última llamada y escupiendo su contenido en la calle al
tropezar su camino a casa, o a donde sea que se dirigen.
—¿Vienes a casa conmigo? —dice Saige, mientras llegamos a mi
coche y golpeo las cerraduras automáticas mientras sostengo la puerta
para ella.
—Absolutamente —digo.
167
20 Traducido por Mae & Vane Black
168
Corregido por Melii

—¿Cuando voy a llegar a ver tu departamento? —dice Saige la


mañana siguiente, cuando estamos comiendo cereales en la
cama. Ninguno de nosotros tenía la energía suficiente para cocinar algo o
salir, por lo que el cereal es la mejor solución.
Sabía que esto vendría a colación finalmente, y tengo una
contingencia. Los chicos y yo alquilamos un apartamento en la ciudad,
para emergencias. Está lleno de un bonito mobiliario. No hay datos ni nada
personal, excepto un poco de ropa en el armario para guardar
apariencias. Voy a tener que llevar algunas de mis cosas allí para que se
vea vivido y comprar algunos comestibles, pero todo tiene fácil
arreglo. Saige pone su cuenco vacío sobre su mesita de noche y se
encuentra a mi lado desde su costado.
—¿Qué tal la semana que viene, puedes venir y haremos la cena,
¿te parece? —Ella toquetea mi pezón y sonríe.
—Bueno. Pensé que no querías llevarme a tu casa debido a alguna
razón.
—¿Qué tipo de razón? —pregunto mientras sigue jugando con mi
pezón. Dejo mi cuenco sobre su otra mesita de noche. Es difícil
concentrarme en su voz cuando está haciendo eso, así que pongo mi
mano sobre la suya para hacerla parar.
—Oh, no lo sé —dice, levantando la mirada—. Que tienes una
colección extraña de algo, o eres un acaparador, o vives en el sótano de
tus padres. —Se ríe y me uno a ella.
—Nop. Ninguna de las anteriores. No paso mucho tiempo en mi
lugar. Es para dormir y eso es todo. —Ella asiente.
—Bueno. Es bueno saberlo. No estoy segura de que podría haber
soportado que fueras un acaparador.
—Todo lo contrario. Tiro todo por la borda. —Quinn lo hace. Sylas no
lo hace.
—¿Por qué nunca hablas de tu familia? —¿Por qué está haciendo
esto ahora? Es demasiado pronto y no he tenido suficiente café. Me
encojo de hombros.
—No hay nada de qué hablar. —Rueda los ojos.
—Esa es otra línea tuya. Vamos, quiero saber. Has conocido a mis
padres. Es justo que me digas sobre los tuyos.
169
Niego con la cabeza y agarro su mano.
—Déjalo, Saige. —Sus ojos se abren como platos, como si supiera que
ha presionado demasiado.
—Lo siento. No sabía que era un tema difícil para ti.
—¿El que evite toda conversación sobre mi pasado no te dijo algo?
—Espeto. Mierda. No quise hacer eso. No parece importarle.
—Lo siento —dice ella de nuevo.
—Está bien. Sólo... olvídalo.
—Está bien. —Hay un silencio tenso entre nosotros y de repente no
quiero estar en la cama con ella.
—Probablemente debería ir a casa —le digo, poniendo los pies en el
suelo y levantándome.
—Quinn, espera —dice Saige, atravesando la cama y cubriendo mi
espalda.
—Realmente lo siento. No debería haber preguntado. A veces
puedo ser un poco agresiva. —Eso es un eufemismo.
Besa un lado de mi cuello y no puedo evitar la respuesta de mi
cuerpo hacia ella. Cierro los ojos y siento su cuerpo contra el mío.
—Está bien —digo—. No debería haberte gruñido. Lo siento.
—No importa —susurra en mi cuello—. No te vayas todavía.
—Está bien —le digo mientras me tira hacia atrás.

—¿No más mensajes? —pregunta Cash en nuestra reunión el martes


siguiente.
—Ninguno. O bien se ha dado por vencido, o está
esperando. Debemos estar preparados para cualquier escenario —le
digo. Los chicos me han seguido las 24 horas del día y no han visto
nada. No hay vehículos estacionados cerca de mi casa, nadie toma
fotografías de mí, absolutamente nada.
—Oh, estoy seguro de que no ha renunciado —dice Track—. ¿Crees
que tal vez deberíamos salir? ¿Realizar una extracción? —Él finalmente 170
expresar lo que estoy seguro que todos han estado pensando, yo
incluido. Hemos suspendido algunos trabajos antes por una razón u
otra. Sería fácil de hacer. Solo transferiría todos los activos del señor
Beaumont a otro asesor y nos iríamos.
Pero... el pensamiento de irme hace que un fuerte dolor atraviese mi
pecho. Froto el lugar y sacudo la cabeza.
—No, estoy demasiado lejos. Puedo hacer esto. Sólo necesito un
poco más de tiempo. —Tiempo, tiempo, tiempo. Siempre estamos
compitiendo contra él, gobernados por él.
Encuentro cada par de ojos en mí.
—Puedo hacer esto —digo de nuevo.
Hay una exhalación colectiva.
—Está bien —dice Cash, dándome palmadas en el hombro con su
enorme mano.
—Sólo... date prisa —dice Row, mirándome.
—Ese es mi plan. Necesito el apartamento esta semana. —Eso me
gana un montón de ojos en blanco. Esto significa que nadie más puede
usarlo y que tienen que sacar su mierda de él. Sé que lo utilizan como una
instalación de almacenamiento y sitio para dormir, a pesar de que no se
supone que lo hagan. No los culpo porque es una cosa tan pequeña.
—Me está pidiendo que la deje venir a mi casa. ¿Qué se supone que
debo hacer? — pregunto.
Hay más gemidos y quejidos.
—Así que limpien su mierda y juro por Dios que si esa ducha está rota,
voy a golpear a quien lo hizo. —Ese fue un problema en el último
apartamento que tuvimos.
—Oye, no fue mi culpa —dice Baz, alzando sus manos—. Ella se
agarró. No fue mi culpa. —Si no hubiera llevado a la chica en primer lugar,
no habría ocurrido.
Trato de conseguir que todos vuelvan a trabajar mientras Hardy nos
da los hechos y cifras. Me ha tratado de la misma forma en que siempre lo
hace, pero sé que probablemente va a querer cobrar su favor
relativamente pronto.
Los chicos están fuera de control y ocupados hablando de otras
cosas, por lo que se dan por vencidos. Mi teléfono de reemplazo vibra en
mi bolsillo y me congelo.
—Es el de reemplazo —le digo, mirando a Cash.
171
—Ve que lo es —dice mientras saco la cosa de mi bolsillo. Otra
imagen. Está oscuro, pero no hay duda de que soy yo, caminando por la
calle con Saige. Probablemente después de salir del club.
—Mierda, mierda, mierda, hijo de puta —digo cuando Cash mira y
maldice.
—¿Otro mensaje de tu acosador? —pregunta Roe con un rostro
sombrío. Asiento. —¿Está seguro que deseas seguir adelante con esto? De
verdad no sabes quién te estás metiendo. —No, pero eso no importa. No
voy a renunciar a este trabajo.
—Voy a volver al club y si puedo averiguar desde que ángulo fue
tomada la foto, puedo hacer una búsqueda y ver si dejó algo. —Cash
extiende el teléfono para que todos puedan echar un vistazo.
—Mierda, esa es una chica sexy —dice Baz, ignorando por completo
todo excepto a Saige. Quiero darle un puñetazo por un segundo, pero sólo
le arrebato el teléfono.
—Voy a ir contigo, Cash —dice Hardy. Será capaz de identificar la
ubicación exacta, sin problema.
—Es hora de un nuevo teléfono —dice Cash, pero no quiero
entregárselo. Miro de nuevo a la imagen. Saige y yo estamos caminando
juntos, mi brazo alrededor de sus hombros, su brazo alrededor de mi
cintura. Se presiona en mi costado y ríe como si hubiera dicho algo
gracioso. Y hay una sonrisa en mi cara.
Le entrego el teléfono a Cash y toma el de todos antes de sacar
unos nuevos y entregárselos.
—Probablemente deberíamos irnos ahora, porque la luz coincidirá —
dice Hardy y él y Cash se van.
—¿Estás seguro de que puedes hacer esto? —pregunta Row. Él
parece extraño sin su gemelo a su lado. Como si le faltara algo.
—Sí —le digo—. Sólo necesito más... —No sé. ¿Días? ¿Semanas? No
estoy seguro—. Voy a hacerlo.
Él asiente, como si no me creyera y tira su botella de cerveza vacía
en el reciclaje antes de salir. Track es el siguiente, me dice que tenga
cuidado y entonces somos sólo Baz y yo.
—Mira, te rescatamos, sin hacer preguntas —digo en caso de que
vaya a decirme que pare.
—Lo sé, lo sé —dice, con el rostro apretado. No siempre está serio,
172
pero tiene la cara seria en este momento.
—Sólo déjame hacer esto —le digo, y me doy cuenta de que estoy
rogando. No se supone que debamos dejar que nuestros caprichos
personales interfieran en el trabajo que hacemos, pero puedo oírlo en mi
voz.
—Te estás complicando demasiado —dice Baz.
—Lo sé —le digo. No importa cuántas veces me diga a mí mismo que
esto es sólo otro trabajo, no lo es. Éste se siente como una búsqueda
personal que me han enviado. Tengo que matar al dragón o todo el reino
será exterminado por el monstruo. No tiene sentido y ni siquiera puedo
explicarlo, pero tienen que confiar en mí. Confíar en mí para hacer esto y
salir con vida.
—Ten cuidado —dice. Asiento y se va, y soy el último que queda. Me
siento en el sofá por unos minutos y abro otra cerveza. El lugar está
tranquilo. Cierro los ojos y reclino mi cabeza.
Antes de empezar este trabajo en particular recuerdo que estaba
aburrido. Queriendo que sucediera algo. Algo que me encendiera como
lo estuve cuando empecé. Fue tan fácil convertir mi joven venganza en
algo constructivo. Pero me hallaba solo hasta que conocí a Cash.
Compartió mis opiniones por sus propias razones e hicimos un plan, pero
sabíamos que íbamos a necesitar ayuda. Encontró a Hardy y por extensión
a Row, luego a Track y finalmente a Baz. Les pedimos que se unieran a
nosotros, para trabajar por algo más que solo un cheque de pago.
Rage se nos unió cuando empezamos. Hicimos una regla para no
hablar de nuestras razones para querer hacer esto y hemos respetado esa
regla en su mayor parte, pero cuando pasas años con otras personas,
aprendes cosas sobre ellos sin que te lo digan.
Row y Hardy son ambos sobrevivientes de heridas de disparos, con
heridas de bala idénticas en sus pechos. La espalda de Baz está cubierta
de quemaduras de cigarrillos. No todas nuestras cicatrices son visibles, pero
todos las tenemos.
Cash nunca ha hablado de las suyas, pero las descubrí de todos
modos.
Él es un refugiado del sistema de acogida temporal. Sus padres
habían hecho inversiones con alguien que los traicionó y les robó todo su
dinero. Su padre estaba tan devastado que cayó en una profunda
depresión y sólo salió de ella al disparar a su esposa y luego a sí mismo.
Cash se salvó porque estaba durmiendo. Conozco esa parte de la historia,
porque ese hombre que robó el dinero de sus padres fue uno de los
primeros trabajos que hicimos. En aquel entonces, Cash quiso matarlo. 173
Para buscar venganza de esa manera, pero lo calmamos y le mostramos
que un ojo por ojo era todo lo que necesitábamos. Dinero por dinero.
Todos hemos estado involucrados en tarjetas de mierda en nuestro
pasado y estamos tratando de deshacerlo. Para alcanzar el equilibrio de
alguna manera.
Suspiro y me pongo de pie. Tengo que ir a casa y alimentar a Leo.

Todavía estoy en un estado de ánimo nostálgico cuando llego a


casa, así que voy a la pequeña caja fuerte que está en la parte posterior
de mi armario y deshago la cerradura con una combinación de mi huella
digital y un código. Leo me sigue al armario oscuro, curioso.
Saco las pocas fotos que pude salvar del fuego. No hay muchas,
pero son algo. Mi madre guardó cientos de fotos en álbumes. Los
recuerdos siendo apilados de lado a lado en la sala de estar, sus lomos con
años en ellos mirando hacia afuera y en orden para que ella pudiera
encontrar lo que estaba buscando.
Los primeros años estuvieron llenos de fotos de mí y mis padres, y
luego los cuatro con Lizzy, pero las fotos no eran tan felices. Claro, los
adultos sonreían, pero había una tensión alrededor de los ojos de mi madre
y mi padre parecía lejano. Y luego éramos los tres.
Las que fui capaz de salvar estaban en unos marcos que ella colgó
en el pasillo. Casi agarré la imagen de mis padres en su día de bodas que
mi madre nunca quitaría, pero dejé que se quemara. Dejé que se
quemara con el resto de la casa. Encontré el cuerpo de mi madre en el
suelo de la cocina el día anterior y tuve la sensación de que estarían de
vuelta por la casa.
Había enviado a Lizzy a quedarse con los vecinos, lo cual fue una
bendición. Ambos habíamos estado en la escuela cuando mi madre fue
asesinada. Descubrí el cuerpo porque me dirigí a la cocina primero. Tuve la
oportunidad de agarrar a Lizzy y taparle los ojos para no que no viera. Fue
la única cosa buena que pasó esa semana.
En las fotos mi madre está radiante. Feliz. No guardé ninguna que lo
tuviera a él en las fotos. Él era la razón de que la mataron. Se había 174
involucrado con cosas de las que no debería haberse involucrado y la
mataron por ello. Ellos lo mantuvieron con vida, sin embargo, y lo enviaron
a la cárcel. Ni siquiera sé dónde está. No me importa. Conseguí la custodia
de Lizzy y nos fuimos. Cambié nuestros nombres tan pronto como pude y
luego conocí a Cash. Fue tan fácil, cómo las cosas se acomodaron para
nosotros. Fácil entonces. No es tan fácil ahora.
Guardo las fotos y giro mi atención a Leo. Jugamos a la pelota y
luego un texto de Saige llega.
No estarías interesado en ir a cenar con mis padres este fin de
semana, ¿verdad?
Es como si ella estuviera haciendo mi trabajo por mí. Eso será
perfecto y me deja establecer el trabajo preliminar. Una vez que tengo el
plano de la casa y ellos se sientan cómodos teniéndome allí, todo estará
listo para funcionar.
Supongo. ¿Me hará ganar puntos extra?
Ojalá pudiera ver su cara cuando lea el mensaje. Escuchar su voz al
responder.
Oh, creo que puedo encontrar algunas maneras de recompensarte.
No puedo evitar sonreír ante lo bien que va esto.
Espero que sean maneras desnudas.
Juro que casi puedo oír su risa.
Puede ser...
Me río un poco mientras Leo toca el brazo con su para llamar mi
atención. Lanzo la pelota y corre tras ella como un loco.
Todo se está alineando perfectamente.
Saige está inundada por el resto de la semana con pruebas y tareas,
etc., así que no oigo mucho de ella. Tengo el apartamento listo de todos
modos. Por si acaso.
Tampoco escucho nada más de mi acosador. Estoy medio tentado
a enviar un mensaje de vuelta, pero no lo hago. Con un poco de suerte, 175
este trabajo estará terminado pronto y estaremos fuera de aquí. Voy a
tener una nueva identidad y nuevos teléfonos y estará listo.
Los chicos encontraron el ángulo en el que se tomó la fotografía. El
acosador había elegido el lugar perfecto para esconderse en un callejón
que se extendía hasta el otro lado de la calle por lo que tuvo una
escapada limpia. No hubo pruebas que encontrar aparte de basura y
suciedad y latas vacías. No es como si tuviéramos un equipo de forenses
en el personal, por lo que es otro callejón sin salida. Lo único que se puede
hacer es mantener nuestros ojos y oídos abiertos y esperar a quienquiera
que fuera hiciera su siguiente movimiento. Porque pronto solamente enviar
textos y tomar fotografías no será suficiente.
Los chicos discuten sobre dónde ir después. Estoy pensando en la
Costa Oeste, ya que no hemos estado allí por un tiempo. Sería bueno
alejarnos mucho de aquí como nos sea posible. Esto significará mover a
Lizzy, pero es muy adaptable. Se mudó antes y ha estado bien. Es difícil
para mí mantener eso fuera de los demás, pero lo puedo manejar.
Me pregunto si todavía hay la cena con los padres de Saige cuando
ella aparece en mi oficina el jueves. Le di órdenes a Grace de que si no
estoy con un cliente, Saige está permitida a entrar cuando quiera.
Acabo de colgar mi teléfono cuando se abre la puerta y allí está
ella, con un vestido negro, un pañuelo negro con calaveras en él y un par
de botas asesinas. Negro nunca es simple cuando ella lo lleva.
—Te traje el almuerzo —dice, sosteniendo dos grandes bolsas de
papel marrón de una tienda local de sándwiches.
—Justo a tiempo —digo, moviendo los archivos en mi escritorio a un
lado y cerrando mi computador.
»¿Cómo está la escuela? —pregunto mientras ella coloca todo. Un
sándwich de tocino para mí y un burrito de pavo para ella, ensalada de
frutas y sodas para los dos.
—Mátame ahora —dice—. No tienes idea de cuánto corrector
debajo de los ojos tengo en este momento sólo para lucir normal. También
estoy considerando un filtro de cafeína. —Siempre me hace reír.
—Bueno, te ves descansada para mí. Y estoy bastante seguro de
que el filtro de cafeína sería mal visto por profesionales médicos. —Hace un
puchero con sus labios rojos y se concentra en su envoltura.
—Bueno, la gente va a otros países por barata cirugía plástica todo
el tiempo. Tal vez podría hacer eso. —Niego con la cabeza a su ridiculez.
—Tengo otra razón para haberte traído el almuerzo, otra aparte de
176
verte. —Me imaginé. Corto mi sándwich por la mitad con el cuchillo de
plástico y recojo una pieza.
—Supongo que esto tiene que ver con tus padres y una cierta cena
que accedí a ir —digo antes de tomar un bocado.
—Sí. Escucha, realmente no tienes que hacerlo si no quieres. Puedo
decirles que tienes paperas o algo. —Estuve a punto de resoplar en mi
sándwich.
—No, está bien —digo después de tragar y tomar un sorbo de soda.
—Simplemente no quiero que te sientas presionado si realmente no
quieres ir. Sé que las cosas de familia son delicadas para ti. —Mierda. La
verdad es que no me gusta que ella sepa mis debilidades. Especialmente
eso.
—En serio, Saige. Está bien. Sólo dime cuándo y dónde y qué usar y
estaré en tu lugar para recogerte. —Me da una sonrisa socarrona.
—O tal vez podríamos pasar el rato en tu casa y puedo prepararme
allí y luego podemos volver a tu lugar y puedo mostrarte lo mucho que
significa para mí que estés dispuesto a sentarte durante una cena
potencialmente incómoda con mi padres. —Estoy completamente a
bordo con este plan.
—Creo que se puede arreglar —digo, frotándome la barbilla
mientras pienso en ello. He empezado a afeitarme de nuevo, pero sé que
ella extraña la barba.
—Eres el mejor —dice, sonriéndome.
Las fichas de dominó están establecidas y es hora de que empiecen
a caer.
21 Traducido por CrisCras &Valentine Rose
177
Corregido por Melii

El sábado por la tarde, recojo a Saige en su casa. No puedo visitar a


Lizzy esta semana, pero la llamé y la dejé saberlo. Sonó tristes, pero dijo que
estaba bien. Que me amaba de cualquier manera. Gracias a Dios alguien
lo hacía.
—¿Te vas a mudar conmigo? —bromeo mientras Saige baja las
escaleras a saltos con una bolsa de ropa sobre su brazo y un enorme bolso
lleno de quién sabe qué.
—Oye, hace falta mucho para prepararme para ver a mi familia. Mi
madre se da cuenta de todo y si mi maquillaje no está a la altura de sus
estándares, voy a recibir un sermón. Mi objetivo es salir de allí con solo una,
lo cual es presionar.
Lanza las cosas en el asiento trasero y se mete en el frente, dándome
un rápido beso.
—¿Tus padres no te aprueban? —pregunto. Estoy interesado en oír su
lado de la historia.
—Podrías decir eso. No soy exactamente lo que tenían en mente
cuando decidieron tener hijos. Y luego solo me tuvieron a mí, así que no es
como si consiguieran uno para que fuera su niño dorado y otro para joder
las cosas. —También sabía eso.
—¿Por qué no tuvieron más? —¿Por qué estoy preguntando esto? No
importa. Pero quiero saber más sobre ella de cualquier manera. Es como
un impulso que no puedo detener.
—Lo intentaron. No funcionó. —Se gira y mira por la ventana y puedo
decir que hay más en esa historia, pero si ella puede respetar mis límites y
no hablar sobre mi familia, yo puedo respetar los suyos.
—Hmm —digo, para dejarle saber que estoy escuchando. Enciende
la radio y fingimos luchar por qué emisora elegir. Todavía no hemos
decidido cuando nos detenemos enfrente del apartamento y
estacionamos.
—Guau. Ostentoso —dice, mirando por la ventana hacia el lustroso
edificio. Es todo nuevo y moderno, de cromo, acero y cristal. Frío y sin
emociones. Yo conseguí elegir esta y Cash la odia absolutamente. Él quería
una de piedra rojiza en una parte diferente de la ciudad, pero todos
vetamos la elección.
—Gracias. Funciona para lo que la necesito. —Salgo y la ayudo con
sus cosas. La bolsa que trajo es mucho más pesada de lo que pensé que 178
sería.
—¿Llevas ladrillos aquí? —bromeo mientras caminamos hacia los
escalones y paso una tarjeta para entrar en el edificio. Además de frío y sin
emociones, este lugar también es de alta tecnología, lo cual es otra razón
por la que la elegimos. Necesitas una tarjeta llave para entrar y necesitas
una tarjeta llave para desbloquear tu puerta y si no tienes eso, entonces
una huella dactilar.
—Brrr —dice cuando nos golpea el aire frío. Siempre hacía frío aquí
dentro, lo cual solo se añade a toda la personalidad del edificio.
Nos dirigimos hacia el elevador y la llevo hasta el piso catorce.
—Esto no es lo que esperaba —dice, mirando alrededor mientras
salimos del elevador.
—¿Qué esperabas? —digo-
Se encoge de hombros.
—No lo sé. Algo más cálido. Más hogareño. Tal vez un sofá raído que
tenías desde la universidad o algo. Más una casa de soltero que… esto. —
Señala hacia el pasillo de mármol negro.
—Vamos —digo, y llegamos a “mi” puerta. Pasó mi tarjeta y la puerta
se desbloquea. Vine aquí ayer para asegurarme de que se encontraba
limpio para mis estándares y poner algo de comida en el frigorífico y en la
despensa.
—Guau —dice Saige, viniendo por detrás de mí—. Sí, definitivamente
esto no es lo que pensé. —La mejor palabra para describir el lugar es
disperso. Apenas nada de mobiliario y lo que hay es negro y gris. Ninguna
fotografía personal y solo unas pocas fotografías en la pared. Me aseguré
de poner algún Ansel Adams, así hay un poco de Sylas. La cocina es toda
de acero inoxidable y granito, y la habitación está hecha en plata y negro.
Saige cruza la sala de estar para mirar por la enorme ventana que
da a la ciudad.
—Grandes vistas, sin embargo —dice, hablándome por encima del
hombro.
—Eso es lo que me vendió el lugar. La vista. —No estoy hablando
exactamente sobre lo que hay fuera de la ventana. Ella viste casual otra
vez, con solo un par de pantalones vaqueros, una camiseta suelta y su
cabello recogido en un nudo en la cima de la cabeza. Su rostro está libre
de maquillaje por ahora y sus ojos son tan increíblemente verdes que no
parecen reales.
—Entonces, ¿hay algo que debería saber? 179
—¿Huh? —Ha estado ocupada mirando la vista y yo he estado
ocupado mirándola a ella.
—Acerca de ir a casa de tus padres. ¿Hay algo que debería saber?
No quiero dar un paso en falso si puedo evitarlo, y definitivamente no
quiero recibir una charla.
Se ríe y vuelve hacia mí.
—Estarás bien. Solo sé tú mismo. Nunca te he visto alborotarte bajo
ninguna circunstancia. Mi madre normalmente está tan centrada en
decirme lo mucho que la estoy decepcionando que probablemente ni
siquiera te note. Se mostraron en su mejor comportamiento público en la
gala benéfica. —Tuve esa sensación. La gente es mucho más diferente
cuando están en sus propias casas y no hay audiencia.
—Bueno, simplemente déjame saber si estoy haciendo algo mal.
—Lo haré —dice, recogiendo sus bolsas—. ¿El baño?
Señalo a la derecha y ella se aleja. Voy al baño y saco mi traje para
la noche, junto con mi camisa, corbata y ropa interior. Hay un golpe en la
puerta cuando me estoy quitando la camisa. Me había afeitado y
duchado antes de recoger a Saige, así que todo lo que necesito hacer es
vestirme, básicamente.
—¿Sí? —Saige mete la cabeza.
—¿Qué vas a llevar? —Señalo hacia la cama. Entra e inspecciona el
conjunto.
—Está bien. Simplemente no quería chocar contigo. Traje tres
vestidos.
—No me extraña que tu bolsa pesara tanto —digo, sacudiendo la
cabeza.
—Oye, es mucho más trabajo ser una chica. No tienes ni idea. —Mi
madre solía poner tanto cuidado con su maquillaje. Era hipnotizador
observarla aplicarse lentamente su pintalabios, asegurándose de que
estaba absolutamente perfecto.
—¿Puedo ver las opciones? Puesto que tú tienes permitido ver mi
traje —digo, y ella va a por los candidatos. Mueve mi traje y coloca cada
vestido uno al lado del otro, como si fueran una pareja sin gente en su
interior.
Las opciones son un vestido de color carne, uno blanco y gris y uno
con placas negras a los lados.
180
—Normalmente llevo negro porque enoja a mi madre. Si se saliera
con la suya, vestiría de cualquier color menos ese.
—Bueno, ¿qué tal un compromiso? El gris tiene negro en él. —Ella
asiente.
—Eso es lo que estaba pensando. Está bien, gracias. Oh, otra
pregunta. ¿Pelo recogido o suelto? —Me gusta de cualquier manera, pero
estoy seguro de que su madre lo querría en un respetable moño.
—Suelto. Definitivamente suelto —digo, y se pone de puntillas para
darme un beso.
—¿Alguna vez diste clases de danza? —digo de golpe.
—Hice ballet durante unos años. En punta y todo. —Se alza sobre las
puntas de los dedos de sus pies como si no fuera absolutamente nada
desafiar a la gravedad de esa manera. Sus brazos se alzan y posa. Tiene un
cuerpo de bailarina.
—¿Por qué preguntas? —dice, bajando y apuntando con un pie
delante de ella.
—Solo preguntaba. —Me encojo y ella recoge el vestido negro y gris.
—Volveré. —Se marcha y yo voy a vestirme.

Saige no se toma tanto como pensé que lo haría para prepararse.


Cuando finalmente sale del baño, está transformada. El maquillaje de sus
ojos es un poco más reservado de lo normal, pero sus labios son, y siempre
serán, rojos.
—¿Te gusta? —dice, girando de puntillas con los brazos por encima
de su cabeza.
—Pareces bastante respetable para mí.
—Y eso todavía no será suficiente para mi madre. Pero tú te veas
realmente bien —dice, tirando de mi corbata de seda roja.
—Pensé que iría un poco atrevido esta noche —digo. Tira de mí
hacia abajo y creo que va a besarme, pero se aparta en el último
segundo.
—Pintalabios —dice, señalando sus labios—. Después de la cena,
181
podemos estropearlo. Pero no antes. —Acepto, pero realmente no quiero
hacerlo. Quiero llevarla de regreso a la habitación y mandar a la mierda a
sus padres y quedarme aquí. Pero la tendré más tarde, así que al menos
tengo eso para esperarlo con entusiasmo.
Solo tengo que superar las próximas pocas horas.

Es fantástico lo que puedes encontrar online si buscas lo


suficientemente. Cuando al principio estuve de acuerdo con el señor
Beaumont, Cash había encontrado fotos del interior y exterior de su casa.
La habían comprado hace seis años y las fotos de la lista de bienes raíces
aun rondaban por internet.
El lugar es impresionante, como debería ser. Fue construida con
dinero sucio y sangriento.
Saige hace una mueca cuando me detengo en el camino circular.
—Odio venir aquí.
—¿Por qué?
—Porque esta casa es simplemente… Estilo de Vida de los Ricos y
Famosos. Quiero decir, sé que técnicamente es la casa de mi familia, pero
simplemente parece un poco demasiado, ¿no crees? —Coincido con ella
más de lo que podría posiblemente saber.
—Bueno, tu padre ha trabajado duro para conseguir su dinero y
supongo que decide cómo gastarlo. —Frunce el ceño un poco mientras
apago el motor del auto. Me detuve en el camino para comprar algunas
flores para su madre, lilas blancas por sugerencia de Saige, y las saco del
asiento trasero antes de rodearlo para ayudar a Saige.
—¿Estás listo? —dice, enderezando mi corbata.
—Absolutamente. —Le sonrío y caminamos hacia la puerta principal.
Toco el timbre y una criada responde. No lleva un uniforme
completo, pero es fácil decir cuál es su trabajo.
—Hola, Marta —dice Saige, dándole una cálida sonrisa a la mujer.
—Buenas noches, señorita Saige, señor Brand. Por favor, entren. —
Retrocede un paso e incluso aunque he visto fotos del vestíbulo, todavía es
un puñetazo visual.
182
Opulencia. Exceso. Dinero goteando de cada superficie.
—Es un poco demasiado —dice Saige en mi oído mientras Martha
nos guía a lo que asumo va a ser una sala de estar.
A los padres de Saige claramente les gustan el dorado y los colores
cálidos porque están plasmados en todas partes. Es como si estuvieran
intentando decir “Somos ricos, ¡solo mira nuestra casa!” Es…
definitivamente demasiado. Y me pone enfermo.
Martha nos guía pasado un conjunto enorme de escaleras hacia el
interior de una sala de estar llena de lo que parecen sillas extremadamente
incómodas y sofás. Hay una chimenea en cada lado y las ventanas llegan
del suelo al techo.
—Aquí estamos —dice Saige y sus padres se giran. Se encuentran al
otro lado de la sala. Su madre le tiende a su padre una bebida de un
pequeño carrito mientras él se sienta enfrente de la chimenea en una de
las sillas tapizadas de oro. Él se levanta cuando oye la voz de Saige.
—Es agradable verte de nuevo tan pronto, Quinn —dice, dejando su
bebida y extendiendo la mano. Se la estrecho y luego le presento las flores
a su madre.
Ella ofrece su apreciación, pero el hielo en su sonrisa no se derrite.
Esta mujer es fría, fría, fría. Saige no es para nada como sus padres.
—¿Quieren una bebida a alguno? —dice ella, indicando el carrito
con la mano.
—Jack en las rocas, si tiene —digo. Podría no ser la bebida más
elegante, pero la necesito ahora mismo.
—¿Saige? —dice Bridgette, girándose hacia su hija mientras usa un
juego de pinzas doradas para dejar caer cubitos de hielo en un vaso para
mí.
—Lo mismo —dice con una pequeña sonrisa. Su madre le dispara
una mirada penetrante y ella suspira.
—Está bien. Una copa de pinot. —Su madre asiente, como si esa
fuera la respuesta que quería en todo momento.
—Así que, Quinn —me dice Beaumont mientras Bridgette me tiende
una bebida y tomo un sorbo de refuerzo—, pareces muy interesado en mi
hija. —El recordatorio de su amenaza es tácito, pero recibo el mensaje alto
y claro.
—Sí, señor. Es una mujer muy especial. —Saige sonríe con alegría
hacia mí.
183
—Déjalo en paz, papi. Es un buen tipo. —Todos tomamos nuestras
bebidas y nos sentamos, yo en el sofá con Saige y sus padres en el otro
enfrentándonos. Siento el peso de las miradas de ambos y en este entorno,
es intimidante.
—¿Cómo va la universidad, Saige? —pregunta Bridgette, soltando la
palabra “universidad” como algo sucio, o es un mal sabor en su boca.
—De hecho, va súper bien. Tuve una semana intensa, pero ahora va
a calmarse. Y uno de mis profesores piensa que puede conseguirme una
pasantía en un museo. —La mano de Saige se arrastra con lentitud hacia
la mía, y la tomo. Me da un apretoncito.
Su madre la mira como si acabase de anunciar que se saldrá de la
universidad y ha decidido bailar desnuda por dinero. Qué gente tan
extraña con extraños valores. Si ya no los odiara, para allá iría.
—¿Trabajar gratis? —dice Bridgette. Su padre nos observa. A mí y a
Saige, y en especial a mí. A este hombre nada se le escapa y, mientras su
esposa está centrada en la vida de su hija, él me presta atención a mí.
—Sí, de eso se trata una pasantía, mamá —contesta Saige—, pero
no sé si tendré el tiempo para hacerlo. —Aquello parece apaciguarla un
poco.
—¿Cómo te va en el trabajo, Quinn? —pregunta Beaumont.
—Muy bien, gracias por preguntar. No es fácil manejar dinero que no
es mío. Si cometo un error, me meto en grandes problemas —añado la
última parte con una sonrisa y una risita.
—Esa es mucha responsabilidad —dice él, tomando un sorbo de su
trago. Lo secundo y nuestras miradas se encuentran.
—Lo es, pero me tomo mi trabajo muy en serio. Soy más cuidadoso
con el dinero de mis clientes que con el mío. —Asiente en mi dirección.
—Bien. Eso está bien. —El tema vuelve a centrarse en Saige, y el
calor sale de mi cuerpo por un momento. Martha viene y anuncia que la
cena está lista, y es una travesía hasta el otro lado de la casa donde el
comedor formal está. No puedo creer que no ven la ridiculez de cuatro
personas sentadas en una mesa hecha para veinte.
La comida es “comida de gente millonaria”, como dijo Saige.
Pequeños bocados en grandes platos. Está todo delicioso, por supuesto,
pero estoy seguro que vamos a tener que comer de nuevo cuando
volvamos al apartamento.
—¿Y qué hay de tu familia, Quinn? —pregunta Bridgette. Saige toma
mi mano bajo la mesa.
184
—Pues, en realidad no hablo mucho de ellos. Es un tema un poco
doloroso. —No hay mejor manera de ponerlo que esa.
—Bueno, entonces no te preguntaremos de ellos —dice Beaumont,
entrando y terminando la conversación. Su esposa le dedica una mirada,
pero él finge no verla.
—Gracias. No es algo de lo que me gusta hablar. —Saige aprieta mi
mano otra vez.
Logramos sobrevivir el resto de la cena y el postre (trufas variadas) sin
la madre de Saige criticándola.
—Querida, ojalá hubieras usado el lindo vestido crema que te
compré la semana pasada. Se vería tan encantador en ti. —Casi me
atraganto con mi trufa, y tengo que tomar un par de profundos respiros
antes de tragar. La forma que habla es tan pretenciosa y simplemente…
no puedo soportarlo. Quiero salir de aquí lo más rápido posible, pero en
verdad no es una opción. Necesito que Saige me dé un recorrido por la
casa, y eso sólo va a ocurrir luego que terminemos con esta cena
insoportable.
Llegamos al café y su padre es el que le sugiere a Saige darme un
recorrido.
—No tienes que hacerlo —dice ella en mi oído.
—No, muéstrame. Quiero ver tu habitación —digo mientras la ayudo
a levantarse de la mesa.
—No vas a follarme en esta casa. Así que saca esa idea de tu
cabeza ahora. —No se me había ocurrido antes que lo dijera, pero ahora
le está dando ideas a mi polla, y necesitamos alejarnos de sus padres antes
que puedan ver dichas ideas en mi pantalón.
—Gracias por la comida; estuvo agradable —digo, y Bridgette dice
que le dará los cumplidos al chef. Sorprendentemente, no he sido
interrogado o cuestionado como pensé que sería. Tal vez porque es mi
primera cena aquí, y quieren tranquilizarme con una falsa sensación de
seguridad. Eso tiene que ser. Bueno, la próxima vez que venga, pondré
micrófonos ocultos en todos lados para vigilar. Sonrío para mí mismo al
pensarlo. Pensando en derribarlos. Derribar esta cómoda vida que se han
construido. Y luego pienso en Saige.
Sé que tiene un fondo fiduciario que paga por todo, y no tengo
intención de tocar eso. Ella no es como sus padres. La dejarán sola. Al
menos le debo eso. Y tampoco quiero que alguna vez se convierta en
ellos. Viviendo en una casa como esta, haciendo lo que sea que pueda
para conseguir más dinero para llenar el vacío en su alma que no pueden 185
ser llenados.
Saige no está vacía. No necesita esa validación. Estará
completamente bien.
—¿Cómo lo llevas? —me pregunta cuando estamos fuera del
alcance del oído de sus padres.
—Bien. No son tan malos como los hiciste parecer —respondo con
una sonrisa.
—Ya, eso crees ahora. De acuerdo, entonces supongo que debería
darte el gran recorrido. —Recorrimos el primer piso primero, incluyendo la
sala de estar donde tuvimos los tragos, y un estudio que luce como si
estuviera nuevo. Está lleno hasta el borde con libros forrados en piel.
—Estoy bastante segura que nadie nunca ha leído estos. Son sólo
para aparentar —dice Saige, pasando su mano por una hilera de lomos—.
O sea, he leído algunos, estos son todos los libros que la gente dice leer,
pero nunca lo hacen. —Entiendo lo que quiere decir.
Conforme me enseña la casa, tomo nota de las ventanas, vistas y
cualquier vigilancia ya en la casa. Hasta ahora no alcanzo a ver ninguno,
pero tomo nota del sistema de seguridad en la muralla junto a la puerta
principal. Cash podría abrirlo mientras duerme. Así que es algo positivo.
—Y esa es la oficina de mi papá —dice Saige, señalando la puerta
junto a uno los pasillos en el primer piso. No pido entrar, pero no necesito
hacerlo. Ahora sé dónde se encuentra en la casa así puedo encontrarlo la
próxima vez. Y para que sepas, está junto a las escaleras del tocador.
Gracias, Beaumont, por hacer mi trabajo asquerosamente fácil.
Subimos las escaleras y Saige me muestra más cuartos que nadie
usa. Ni siquiera se molesta en que entre.
—Y este es mi cuarto —dice, abriendo la última puerta al final del
pasillo.
Casi suelto una carcajada cuando entro.
—Déjame adivinar: tu madre lo decoró —digo.
—Adivinaste. —El cuarto combina con el resto de la casa, pero es
femenino y con adornos y tan anti-Saige que es obvio que su madre no
tiene idea quién es ella. O si está determinada a que si decora el cuarto de
su hija de cierta forma, Saige se transformará en la hija que desea.
—Nunca se me permitió cambiarlo —dice, subiéndose a la esponjosa
cama con un blanco toldo sobre ella. Es el cuarto de una niñita jugando a
ser princesa. No un cuarto de una mujer adulta. Nadie sobre la edad de 186
seis años debería vivir en este cuarto.
Quita la montaña de almohadas y da unas palmaditas al lado junto
a ella. La cama es tan grande que si quisiéramos agregar a otra persona,
no habría ningún problema en que cupiera.
Saige y yo yacemos lado a lado, observando el blando toldo.
—Quieren que vuelva a vivir aquí. Dejar la universidad y ser su
responsable hija. —Ya puedo imaginármelo.
—¿Qué quieres tú? —pregunto.
—Sé lo que quiero. Ya lo estoy haciendo. Pasé algunos años donde
no podía decidirme, pero era por culpa de ellos. Porque me sentía tan
estrangulada cuando crecía. Cuando tuve mi primera muestra de libertad,
enloquecí y quise hacer de todo. Me gusta pensar que me he calmado un
poquito desde entonces. —Voltea su cabeza a un lado y la imito. Nuestras
narices están casi tocándose.
—Qué mal que no puedan ver lo increíble que eres —digo.
—Bueno, siempre y cuando alguien piense que soy increíble, es todo
lo que importa. —Sonríe y acerca su rostro. Creo que tan solo quiere darme
una muestra de su gratitud, pero nuestras bocas tienen otras ideas.
Una vez que la saboreo, necesito más. Tiene que agarrarme de la
barbilla y alejar mi rostro.
—No. No podemos. No te traje aquí para esto. —Sale de la cama y
se hinca. Me vuelco en mi estómago y me acerco a la orilla para ver qué
está haciendo.
—Puede que no sea capaz de decorar mi habitación a mi gusto,
pero no me detuvo ser un poquito rebelde. —Saca una caja debajo de su
cama y lo deja en el blanco cobertor con adornos. Es simple y negro,
como un cofre pequeño, solo que más diminuto. Me indica con un dedo
que espere y luego se dirige a su armario y saca una llave.
—Sabía que las sirvientas lo encontrarían, pero nunca pudieron
encontrar la llave, por lo que mi mamá nunca pudo husmear. Escondí
cosas bajo la tarina en nuestra antigua casa, pero no pude hacerlo aquí.
—El suelo es laminado y cubierto con alfombra de felpa.
Introduce la llave y luego abre la tapa. La caja está llena con fotos y
joyas e incluso con algunas ropas. Recojo una fotografía de la cima y le
echo un vistazo. Es Saige de adolescente, y tiene un aro en su septo, con
pelotitas al final del mismo. Es… sexy. Se le ve muy, muy sexy.
—Ah, sí —dice, quitándome la foto—. Tenía dieciséis cuando me lo
hice. Quería hacerlo en mi nariz, pero en verdad no se podía ocultar. Ese
es el único que podía voltear. Tampoco nunca se dieron cuenta. —Saca 187
una cajita y me muestra la joyería.
—Casi me había olvidado que existía. Me pregunto si sigo teniendo
el agujero. —Desenrosca una de las pelotitas y procede a intentar
encentar el objeto por su nariz. Hace una mueca de dolor algunas veces,
pero lo consigue.
Mierda.
—¿Te gusta? —pregunta, sonriéndome.
—Como si hubiera alguna duda. ¿Por qué ya no lo usas? —Se
encoge de hombros y se lo saca, volviendo a enroscar la pelotita en su
lugar. Lo sostiene en su palma.
—Guárdalo en tu bolsillo. Quizá comenzaré a usarlo de nuevo. —Y
eso me excita incluso más de lo que ya estoy. Si no tiene cuidado, voy a
follarla aquí mismo, incluso si sus padres están en el primer piso.
Saca algunas otras cositas, contándome sobre rebeliones tanto
grandes como pequeñas.
—Mayormente eran cosas estúpidas. Típicas. En verdad nunca hice
algo malo. Y era buena en cuanto a que no me pillaran —dice con una
sonrisita.
—No lo dudo. —Le contaría sobre mis propias indiscreciones de
adolescente, pero tengo que ser Quinn. No Sylas.
—En fin, solamente quería que supieras que pese a que son mis
padres, no soy para nada como ellos. No deseo las mismas cosas que ellos.
—Es como si leyera mis pensamientos de hace rato.
Alcanzo su rostro y acaricio su mejilla.
—Lo sé. Eres todo lo que ellos no. —No puede saber lo verdadero
que es esto.
—Pues, gracias —dice, presionando su rostro en mi mano. Nos
quedamos así por un instante, y luego parece obligarse a salir del trance.
—Vale, no podemos quedarme mucho tiempo o sino mamá enviará
a Martha a revisar algo aquí, y no tocará la puerta antes que entre. Es los
oídos y ojos de mamá. —Ni lo dudo.
Guarda las cosas en la cajita, a excepción del que ahora está a
salvo en mi bolsillo, y lo cierra antes de dejar la llave en su lugar secreto en
el armario. Ojalá hubiera alguna manera de volver aquí y robar esa caja,
así podría tenerlo todo el tiempo que quisiera. Quiero introducirme a su
vida privada. Ya no puedo negarlo. Deseo su cuerpo, pero deseo todo lo
demás, también. Deseo su pasado. Incluso si voy a irme. No me impide
desearlo. 188
Comienza a ir hacia la puerta, pero no me levanto de la cama.
Quiero quedarme aquí por un par de minutos más.
—¿Vienes? —pregunta, con su mano en el pomo.
—Sí —digo, balanceando mis piernas al lado de la cama y
poniéndome de pie.

Cuando nos encaminamos de vuelta al primer piso, encontramos a


Bridgette y Beaumont discutiendo en voz baja. Se detienen al segundo que
nos notan bajando las escaleras, y sonríen fingidamente.
—Bueno, creo que ya nos vamos —dice Saige—. Gracias por la
cena, mamá. —Se inclina y besa a su madre en ambas mejillas.
—Gracias, señor Beaumont; fue agradable —digo.
—De nada; fue maravilloso verte de nuevo. —Su tono deja un poco
de desear cuando dice “agradable”. Saige se despide de su padre con un
abrazo. Es notorio que los dos son más cercanos que Saige y su madre.
Estrecho la mano de Beaumont y aprieta un poquito más fuerte. Le permito
hacerlo, y escondo mi mueca de dolor.
Por fin, estoy fuera de la casa con Saige, y me alegro de ello.
—Sobreviviste —dice, rodeando mi cintura con su brazo.
—Así es. Y ni siquiera fue tan malo. Me preocupaste bastante, Saige.
Me empuja la cadera con la suya y casi me tambaleo. Tan solo ríe.
—Voy a castigarte por eso. —La sitúo frente a mí. Estamos justo frente
a la casa de sus padres, y estoy bastante seguro que sus padres están
observando. A la mierda.
—¿Ah, sí? —dice, mirándome, con su rostro lleno de desafío.
—Voy a castigarte mucho. —Deslizo mis manos por su espalda y
agarro sus dos nalgas, provocando que salte.
—Entonces volvamos a tu casa. —Camino con ella de espalda hasta
que está presionada contra mi auto. Me encantaría hacérselo aquí en la
entrada. De verdad no le gustaría para nada a Beaumont, pero sé que no
me serviría mucho.
189
De modo que en vez de eso, alcanzo detrás de ella y abro la puerta,
juguetonamente metiéndola al asiento delantero. Protesta, pero es un
tierno sonido y no habla en serio.
Espero hasta que está instalada, y cierro la puerta. Algo se mueve en
mi visión periférica y veo un rostro observándome en una de las
gigantescas ventanas. Beaumont. Sus ojos son fríos, pero sonríe conforme
levanta su trago, como si estuviera brindando conmigo. Simplemente
sonrío y me meto en el auto.
22 Traducido por Dannygonzal & Alessandra Wilde
190
Corregido por SammyD

―¿No tienes ningún amigo, Quinn? ―dice Saige con voz tranquila.
Tan pronto como la traje a casa, la follé contra la pared porque no pude
esperar. Y luego en la cocina. Realmente nos tomó un tiempo hacerlo en
la habitación, pero finalmente llegamos allí. El fuego que enciende en mi
cuerpo se halla saciado por el momento y ella se encuentra descansando
sobre mi pecho y dibujando sobre mi piel con las puntas de sus dedos.
―¿Importaría si digo que no? ―pregunto. Me mira. Las luces se
encuentran apagadas, pero la luz temprana del amanecer se filtra por las
grietas de las cortinas, bañándonos con su iluminación grisácea.
―No ―dice, sin mirarme―. Pero pareces una persona que tendría
amigos. Lo hiciste muy bien saliendo con los míos.
Suspiro y deja quieta su mano, mirándome.
―Tengo amigos. ―Busca en mi ojos, como tratando de averiguar lo
que no le digo.
―Pero no quieres que los conozca. ―No es una pregunta. Miro hacia
el techo y me froto los ojos.
―Es complicado, Saige. Mi vida es complicada. ―Otra verdad. De
lejos le he dado demasiadas verdades, junto con algunas mentiras que
comienzan a sentirse como verdades.
Piensa en ello por un minuto y luego pasa su mano por mi cabeza en
una especie de gesto dulce, eso hace que algo en mi pecho duela.
―Puedo manejar lo complicado ―dice antes de empujarse hacia
arriba y besarme con la misma suavidad con la que acarició mi cabeza―.
Por ti puedo manejar lo complicado ―dice contra mis labios en un susurro.
Abro los ojos y la encuentro tan cerca que es todo lo que puedo ver.
―Tú vas a cambiar mi vida, Saige Beaumont. ―Las palabras salen de
mi boca antes de que pueda devolverlas por mi garganta.
Parpadea y retrocede.
―Tú ya cambias la mía ―dice.
191
Dormimos unas horas más y luego mi reloj interno me despierta. Salgo
de debajo de Saige y voy al baño para hacerme cargo de mis asuntos.
Aún se encuentra dormida cuando regreso, su brillante cabello color cobre
esparcido sobre mis almohadas y su piel desnuda expuesta.
La observo por un momento antes de ponerme unos pantalones e ir
a la cocina para comenzar el desayuno.
Revuelvo algunos huevos cuando sale usando una de mis camisas.
Se ve tan grande en ella que roza la cima de sus muslos, pero si se agacha
no dejaría nada a la imaginación.
―Encontré esta en tu vestidor ―dice, bajando la mirada a la franja
desvanecida de la camisa. Es tan vieja que ya ni siquiera puedes leer el
logotipo.
―Se ve bien en ti ―digo, con mi voz áspera. Se ve tan… suave esta
mañana. Su cabello se encuentra por todas partes y no parece importarle.
Su rostro se encuentra libre de maquillaje y me da una sonrisa soñolienta
antes de bostezar.
―¿Qué haces? ―dice, acercándose y parándose a mi lado, mirando
dentro del tazón.
―Huevos revueltos, tostadas y hay café si quieres. ―Señalo el
recipiente que hice hace menos de diez minutos. Prácticamente se
precipita hacia él. Ya había sacado una taza para ella, junto con crema,
azúcar y una cuchara. Sé que lo toma con ambas cosas.
―No tienes que hacer todo esto ―dice mientras sirve el líquido oscuro
hasta que se vuelve de un color más claro por la leche.
―Quiero ―digo al tiempo que vierto los huevos en el sartén
esperando. Se recuesta contra el mesón, sostiene la taza con ambas
manos y sorbe.
―Bueno, definitivamente esta mañana colocas la barra bien alto en
el juego. Debiste haberme sacado a patadas de la cama así no elevaba
tanto mis expectativas ―bromea y la apunto con mi espátula.
―No es divertido. Cualquiera que te saque de la cama se halla
clínicamente loco. ―Rueda sus ojos y mueve su mano ante mi halago.
―No soy del tipo de todo el mundo. Nadie lo es. Hay una cita de Dita
Von Teese que dice que puedes ser el melocotón más jugoso y más
maduro del mundo y aun así hay alguien allá afuera que los odia.
―Comienzo a servir los huevos y sacudo la cabeza.
―Bueno, yo, por supuesto, estoy muy, muy, encariñado con los
melocotones ―digo, lanzándole una sonrisa.
192
Baja su café y camina hacia mí hasta que se presiona contra mi
espalda.
―Es bueno que te gusten los melocotones ―dice, besando la piel de
mi nuca. No llevo puesta una camisa, así que solo hay un pequeño pedazo
de tela entre nosotros, y es la suya.
Sus manos bajan por mi piel y agarra mi trasero a través de los
pantalones.
―¿Es la revancha por lo de anoche? ―digo, apretando los dientes y
sintiendo la necesidad por ella dispararse hacia mi polla. No importa
cuántas veces y de cuántas maneras la folle, aún necesito más. Nunca he
sido así con nadie y tengo la sensación de que no lo seré de nuevo.
―Tal vez. En realidad no debiste haber hecho eso. Probablemente mi
papá nos miraba. ―Sus dedos se deslizan rodeando mis caderas y
comienzan a dirigirse hacia mi polla, eso la sacude porque sabe lo que
viene.
―Si no dejas eso, voy a quemar los huevos ―digo con una voz
estrangulada mientras ella se ríe en mi espalda.
―Bien ―dice, quitando sus manos y alejándose de mí. Dejo salir un
largo suspiro y me doy cuenta de que mis manos tiemblan. Si no sirvo los
huevos, definitivamente van a quemarse. Los saco del calor y los esponjo.
Estamos bien.
Después de poner algo de pan en el tostador y sacar jugo de
naranja, pongo la mesa y Saige me mira. Me gusta la forma en la que me
observa moverme y me gusta verla en este lugar. Se encuentra tan cerca
como alguna vez voy a lograr tenerla en mi apartamento.
Nos sentamos a desayunar y Saige pone sus pies sobre la silla,
sentándose de lado.
―Gracias por dejar que me quedara a dormir. No pensé que fueras a
permitirme entrar a tu Fortaleza de la Soledad.
―Bueno ―digo mordiendo un pedazo de tostada, mastico antes de
continuar―: Es mucho más caluroso aquí, supongo. ―Me sonríe por encima
de la taza de café.
Comemos en relativo silencio, los dos disfrutamos de la compañía del
otro sin necesidad de complicar la mañana con palabras. Admiro la forma
en la que mueve sus manos cuando come. Saige tiene dedos delicados y
parece que serían buenos tocando un instrumento.
―Miras fijamente de nuevo, Quinn Brand.
―Prefiero pensar en ello como admirar agresivamente. ―Ese
193
comentario la hace resoplar.
Después de que terminamos de comer dice que tiene regresar a su
casa y estudiar. Me gustaría pasar algo más de tiempo con ella, pero no
quiero ser demasiado exigente.
Me ayuda a limpiar las cosas del desayuno y entonces regresa a la
habitación para vestirse.
Voy en el café número tres cuando sale de nuevo con sus bolsas.
―Realmente yo… ―comienza a decir antes de sacudir la cabeza y
cambiar de opinión.
―¿Qué? ¿Realmente qué? ―No quiero que se vaya. Quiero agarrarla
por los brazos, arrastrarla de regreso a la cama y follarla por la próxima
semana. En este momento no me importa el trabajo. No me importa su
padre. Me importa una mierda todo excepto esta pelirroja parada frente a
mí.
Parpadeo unas veces e intento aclarar mi cabeza. Tiene que irse.
Ahora. No puedo permitirle que se apropie de todo.
―En realidad no es nada ―dice con una sonrisa fugaz mientras se
dirige hacia la puerta. Parece apurada y lo agradezco porque la necesito
fuera de aquí.
Sé que tengo que darle un beso o algo, así que camino hacia ella en
la puerta. Saige hace una pausa con su mano en el pomo.
―Gracias por todo, Quinn. ―Se pone de puntillas y me besa, pero
retrocede rápidamente y entonces sale por la puerta. La cierro tras de ella
y respiro profundo.
Definitivamente necesito terminar con este trabajo. Rápido.
―Entonces la oficina es aquí ―digo, señalando la ampliación del
plano de la mansión Beaumont―. El sistema de seguridad es convencional.
No tendrías problemas con ello, Cash. ―Sonríe y chasquea sus nudillos.
―Pan comido.
―Creo que deberíamos esperar hasta que yo mismo pueda regresar
a la casa para plantar todo ―digo.
194
―Pero eso podría tomar un tiempo ―apunta Row―. ¿Por qué no sólo
lo hacemos en este momento? Luego podemos conseguir lo que
necesitamos y salir de aquí.
Él se ve… inquieto. Ansioso. Todos lo están. La energía en la
habitación incrementa y puedo decir que pierden la paciencia conmigo.
―Dame una semana. Creo que puedo balancear otra invitación a
cenar para el fin de semana. Tengo la sensación de que Beaumont va a
querer tenerme allí tanto como sea posible así puede mantenerme
vigilado. ―Eso hace que Baz, Row y Cash se rían.
―Con eso dicho, es hora de apretar el gatillo y alistarnos para
movernos. ¿A dónde vamos después? ―Es mejor cuando se decide
democráticamente.
―Bueno, creo que deberíamos dirigirnos a California ―dice Cash―.
Arena, sol y un montón de cuerpos en bikini. Además, ya he conseguido
trabajos potenciales en línea. ―Me entrega un impreso con unos nombres
en él. Junto con sus crímenes contra la humanidad. Miro el papel y noto
que todos ellos son verdaderos ganadores.
—¿Alguien tiene alguna otra sugerencia? —Miro a mi alrededor por
la habitación y me da la sensación de que han discutido esto sin mí. Por lo
general, hay una gran pelea sobre a qué lugar vamos a ir, pero ceden sin
siquiera un poco de protesta. Eso definitivamente no se siente bien.
—¿Alguien quiere ponerme al día de la conversación en la que
claramente no estuve involucrado? —pregunto.
Hardy es el que me mira a los ojos.
—Te encuentras demasiado embrollado en tu cabeza ahora mismo,
Sylas. No piensas bien. —Nadie tiene que decirme esto. Sé que estoy
envuelto con Saige. Sé que pasa y no puedo detenerlo. Al segundo en que
la vi la primera vez, me subí a un tren fuera de control y he estado viajando
desde entonces. Voy a bajarme. Tengo que. Pero sé que no saldré en una
sola pieza.
—¿Así que sólo tomaron esta decisión sin mí? —Me enojo ahora—.
¿Qué otras decisiones tomaron sin mí? —Los miro. Mis hermanos. Todos
nosotros unidos entre sí por el dolor, la sangre, el sacrificio y la venganza.
—Alguien tenía que hacerlo —dice Cash, poniendo su mano en mi
hombro—. Mira, sabemos que tienes algo con Saige. Se halla escrito por
toda tu cara. Tu voz cambia cuando hablas con ella, o alrededor de ella, y
te he visto con ella. Te involucras y eso es peligroso. Pones todo en riesgo.
Esto no es sólo acerca de ti. Se trata de todos nosotros y el trabajo que
estamos tratando de lograr. —Oigo sus palabras y sé que tiene razón.
Definitivamente, hemos hablado de esto más de una vez. 195
—Necesito un trago —le digo, y no hablo de cerveza.
Cash asiente y va al bar para tomar algo un poco más fuerte.
Emerge con dos botellas de Jack y comienza a repartir los vasos de
chupito.
Sirve el líquido oscuro y luego todos los bajamos de un sorbo. Hay
una ronda de silencio después de que bebemos.
—Lo siento —digo cuando le entrego mi vaso de chupito para otra
ronda. Cash lo llena y todo el mundo hace lo mismo—. Siento que tengo la
cabeza en el culo. Si uno de ustedes estuviera haciendo esto, yo estaría
cabreado. —Si estuviera en sus zapatos, habría hecho lo mismo. Mierda.
—Sólo dame tres semanas. Tres semanas para hacerlo y luego
podemos irnos. ¿A California es a donde todo el mundo quiere ir? —Todas
las cabezas que me rodean asienten al mismo tiempo. Me acabo el
chupito número dos y trago.
—California será.
—Tres semanas —dice Cash.
—Tres semanas —concuerdo.

El tiempo corre. Días, semanas, horas, minutos, segundos. Hay un


arma apuntando a mi cabeza y si no termino lo que tengo que hacer, va a
dispararse y no tengo ni idea de cuánto daño causará.
Me emborracho con los chicos, por lo que Cash tiene que llevarme a
casa.
—Está bien —dice mientras me ayuda a subir las escaleras y abre la
puerta a mi casa.
Todo es confuso y borroso y todo lo que quiero hacer es cerrar los
ojos y olvidarme de todo.
—Va a salir bien, Sylas —dice la voz de Cash mientras me quita las
botas. Murmuro algo y entonces caigo fuera de combate.

196

Cuando mis ojos se abren de nuevo, gimo y cierro mis párpados de


nuevo. Mi cabeza grita de dolor y mi boca se encuentra seca. Ruedo, muy
lentamente, y abro los ojos un poco. Hay un vaso de agua en mi mesita de
noche junto con algunas aspirinas. Cash debe haberlas dejado. Me tomo
las pastillas y trago el agua, lo cual refresca mi garganta.
Tengo que ir al baño, pero me toma más de unos pocos intentos
llegar allí. Hago lo mío y vuelvo a la habitación para encontrar a Leo
sentado en el medio de mi cama, mirándome. Como si yo hubiese hecho
algo para molestarlo.
—Lo siento —le digo mientras me agarro la cabeza y caigo de nuevo
en la cama. No hay absolutamente ninguna forma de que vaya al trabajo
hoy. Mierda, mierda, mierda. Nunca falto al trabajo.
Anoche fue una mala idea, pero es demasiado tarde para
retractarme. Algo zumba y me doy cuenta de que mi teléfono vibra como
loco al lado del vaso vacío de agua.
Es un texto de Cash preguntando si estoy vivo. Escribo de vuelta y
presiono enviar. Todavía es temprano, así que tengo tiempo para juntar mi
mierda antes de que llame a Grace. Preferiría que no supiera que la razón
por la que no puedo ir es porque tengo resaca. Tengo la sensación de que
ese pequeño chisme se extendería por toda la oficina muy, muy rápido.
Ignoro a mis compañeros de trabajo en su mayor parte, pero sí tengo que
interactuar con ellos de vez en cuando en las reuniones.
Las próximas horas pasan mientras trato de colocar mi jodida
cabeza en su lugar. Me levanto y hago un sándwich de tocino y huevo frito
y alimento a Leo. Mi apartamento es un caos absoluto, pero
definitivamente no tengo la energía suficiente para limpiarlo. Me estrello en
el sofá, enciendo la televisión y pongo algo sin sentido.
Finalmente, llamo a Grace y le dejo saber que tengo la gripe. Puedo
decir que no me cree, pero me pregunta si hay algo que puede hacer. Le
digo que no y que iré mañana, si puedo. Con eso fuera de mi camino, me
pongo de pie y decido entrenar un poco para sudar el resto del alcohol. Es
una forma miserable de librarse de una resaca, pero funciona.
Después de mi entrenamiento, me baño y empiezo a dar vueltas,
pensando en Saige. Tengo que conseguir que me invite a la casa de sus
padres de nuevo.
197
Me muerdo el labio y finalmente sólo le envío un texto de saludo.
Escribe de vuelta de inmediato, ya que no se encuentra en clase ahora.
Supongo que se encuentra en la tienda de café y una rápida búsqueda
en el rastreador que tengo en su teléfono me muestra que sí.
¿No se supone que estás en el trabajo?
Le respondo que hago novillos.
Oooh, eso suena divertido. ¿Te importa si me uno a ti?
Bien. No puedo pensar en nada que me gustaría hacer más.
Tres semanas.
De ningún modo. ¿Tenías algo en mente?
Su respuesta es una dirección. Sonrío para mis adentros y me pongo
algo que Quinn usaría, pero uso mis botas. Me vio usándolas una vez, por lo
que si las uso de nuevo no va a importar.
Salgo de mi apartamento en mi sudadera con capucha y camino
hasta el aparcamiento para conseguir uno de los coches. Baz es mi escolta
hoy y lo puedo sentir detrás de mí.
Mantengo mis ojos abiertos por todas partes, buscando en cada
esquina. Siempre soy cauto, pero he llevado esto a un nivel
completamente nuevo. Los chicos se encuentran bien. Tengo que ser más
cuidadoso y tengo que asegurarme de que no tomo riesgos. Esta cosa con
Saige no se puede negar, pero siempre y cuando tenga el toro por los
cuernos durante las próximas tres semanas, las cosas van a estar bien. Nos
dirigiremos a California y estaré libre para el siguiente trabajo. Cambiamos
nuestras apariencias tanto como podemos para despistar las sospechas
cuando nos movemos. Voy a dejarme crecer el pelo y teñirlo y conseguiré
otro trabajo. Probablemente debería dejarme crecer la barba también.
Me subo en el BMW, pero noto algo en el parabrisas. Se ve como un
volante de publicidad, uno que obtendría si hubiera estacionado en la
calle. Pero sé que no lo es. Agarro el trozo de papel blanco y encuentro lo
que parece una fotocopia de Cash y de mí, anoche mientras me
ayudaba a entrar en la casa. Mierda.
Lo arrugo por la ira y luego maldigo. Saco el teléfono prepago y
llamo a Baz.
—¿Qué pasa? —dice, al instante en la alerta.
—Tenemos problemas. —Maldice.
—Qué tipo de problemas.
—Tengo un volante en el parabrisas con una foto de Cash 198
arrastrándome a casa anoche. Sea quien sea, nos sigue y hace un trabajo
muy bueno.
Él suelta un rosario de maldiciones.
—Vamos a tener que seguir con esto. Sólo tres semanas más. —
Maldice de nuevo.
—Lo juro por Dios, si esto se va a la mierda, te voy a moler a golpes.
—Si esto se va a la mierda, puede que ya no me encuentre alrededor para
que me golpee.
—Si esto se va a la mierda, entonces probablemente vas a tener que
tomar turnos con todos los demás. Bien podrían empezar a asignarlos
desde ya —le digo, subiéndome en el coche y tirando el volante en la
guantera.
Esto se convirtió en más que un trabajo para mí. Esto es otra cosa. Es
una misión. No voy a ser el mismo después de que esto termine. Las cosas
cambian, y no sé cómo será mi vida al otro lado.
—Hijo de puta, Sylas. Juegas con fuego y todos vamos a quemarnos.
No volveré allá. —Baz ha insinuado acerca de estar en prisión antes. Sé
que Row también tuvo sus roces con la ley, pero tenemos una política de
"no preguntes, no digas" al respecto. Mientras que no interfiera con su
trabajo ahora, no importa.
—Voy a sacarnos de esto —le digo, encendiendo el coche y
saliendo del garaje.
—Más te vale. Llámame si necesitas algo más. —La oferta se hace a
regañadientes.
—Lo haré. —Cuelgo y quiero aplastar mi cara en el volante, pero
tengo que ir a ver a Saige.
Tres semanas.
23 Traducido por Pachi Reed15
199
Corregido por Anna Karol

Estoy muy sorprendido cuando la dirección resulta ser la de una


tienda de tatuajes. Aparco mi coche en la calle y veo el auto de Saige.
Ella sale y me saluda ondeando su mano.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunto mientras camino en su
dirección.
—Bueno, me dijiste que si te pedía hacerte un tatuaje, lo harías. —
Aprieto mis dientes. Esa había sido mi polla hablando. Le hubiese dicho
cualquier cosa en la cama.
Volteo mi cabeza para ver si está bromeando.
—¿Me lo estás pidiendo? —le digo.
Sus ojos se estrechan.
—¿Lo harías?
Asiento lentamente. Ella sonríe.
—No. Voy a conseguir algo, pero pensé que te gustaría venir. —Se
gira sobre los dedos de sus pies y camina hacia el frente de la tienda,
abriendo la puerta con un ding.
—¿Vienes? —dice, y la sigo al interior. Es luminoso y tiene un
ambiente fresco. Una mujer con el pelo negro arreglado en un extraño
moño de los años cincuenta y un vestido rojo brillante con mangas, nos
saluda con una sonrisa como si el mismo Elvis hubiera atravesado la tienda.
Han convertido la parte delantera de un auto clásico en un escritorio que
tiene un computador antiguo, y varias personas están tatuándose desde
varias posiciones. Arte y color están salpicados por toda la pared y puedo
decir, por experiencia, que es una tienda limpia y bien dirigida.
—¿Qué puedo hacer por ti? —pregunta la chica y finalmente noto
los piercings en los hoyuelos de sus mejillas.
—Tengo una cita con Crash —dice Saige, apoyándose en el coche-
mesa.
—¿Eres Saige? —dice la chica, escaneando el ordenador. Lo cosa
debe tener un Windows 98 o algo así. No recuerdo haber visto una
computadora así de vieja en mucho tiempo.
—Sí, lo soy. —La chica sonríe.
—Excelente. Voy a hacerle saber que estás aquí. —Salta hacia la
parte trasera de la tienda y a través de una puerta.
200
Un chico a unos metros de distancia se está haciendo un tatuaje en
el estómago y luce bastante genial. Desde aquí se ve como un águila
americana de la vieja escuela. Probablemente es militar. En el siguiente
puesto, se encuentra una chica poniéndose algo pequeño en su cadera y
se retuerce como si estuviera siendo cortada.
La chica regresa al escritorio y detrás de ella viene un chico con el
cabello peinado hacia atrás en la parte superior pero rapado en los
costados y una barba asesina. Lleva puesta una camisa a cuadros y
personifica el estilo de un leñador.
—¿Saige? —pregunta y estira la mano. La camisa cubre sus brazos,
pero tiene unos cuantos tatuajes cubriendo sus muñecas y nudillos. Saige le
da la mano y sonríe.
»Encantado de conocerte, vamos atrás —dice. No estoy seguro si
ella quiere que la siga, pero cierra el trato cuando agarra mi mano y me
lleva detrás de ella hasta el puesto de Crash cerca de la parte posterior.
—Por lo tanto, lo primero que vamos a hacer es llenar unos papeles y
luego te prepararemos. —Estar dentro de esta tienda, olerla y escuchar el
zumbido de las agujas tatuando, me hace sentir cómodo y relajado. En
paz.
—Este es Quinn —dice Saige, y estrecho la mano del tipo. Él luce
familiar, pero sé que nunca nos hemos conocido. Tengo una buena
memoria para reconocer los rostros.
Crash tiene a Saige rellenando los formularios estándares y toma una
copia de su licencia de conducir.
—Bueno, he dibujado algo para ti, basado en el diseño que me
enviaste. Déjame saber lo que piensas —dice. Saige ha estado
obviamente en contacto con este tipo. Planeó esto.
Él le muestra el dibujo y me sorprende.
—¿Qué piensas? —me pregunta ella, acercándose.
—Es hermoso —le digo, y es la verdad. Es un cráneo, pero está hecho
de flores. Es oscuro y delicado al mismo tiempo. Y es grande. Me pregunto
dónde se lo va a poner.
—Pensé que te gustaría. Lo oculta ahora mismo, pero Quinn tiene su
parte justa de tatuajes —le dice Saige a Crash. Él me mira como si fuera la
primera vez que realmente me viera. Me gustaría que no hubiera dicho
eso, incluso a este tipo.
—¿Ah, sí? —dice, tomando de regreso el diseño. No tengo otra
opción ahora.
201
Me levanto las mangas y le muestro algunos de los tatuajes que
tengo. Se inclina y me examina, sus ojos muy abiertos.
—Este es un buen trabajo. Me recuerda a este tipo que conozco.
Conseguiste alguno de estos con Razor, ¿verdad? —Siento que la sangre
se drena de mi cara y lucho para salvaguardar mi respiración.
—Sí —digo, bajando las mangas.
—De ninguna manera, que pequeño es el mundo. —Crash no
parece darse cuenta de mi reacción y vuelve su atención de nuevo a
Saige. Ni siquiera puedo mirarla para ver si ella se dio cuenta de que perdí
los estribos.
Razor hizo todos mis tatuajes. Habíamos sido amigos en la escuela
secundaria y cuando empezó a tatuar, en cierto modo como que me
ofrecí para ser un lienzo humano. Afortunadamente, era un maldito buen
artista o de lo contrario habría terminado con algunas cosas horribles en mi
piel para siempre.
No necesito esto. Pero, ¿cómo iba yo a saber que Saige iba a
llevarme a una tienda de tatuajes con un artista que sucede conocer a
alguien de mi pasado? Sin duda, el mundo de los tatuajes es pequeño,
pero no tanto. Aun así, Razor se ha vuelto reconocido por sí mismo y es
dueño de varias tiendas en todo los Estados Unidos.
—¿Estás lista? —le pregunta Crash a Saige y ella le levanta un pulgar
antes de sentarse en la silla que le indica. Tiene un lugar para que se
recueste sobre su pecho, así su espalda queda expuesta. Se levanta la
camisa, exponiendo su sostén. Lo desabrocha e inmediatamente se
reajusta a sí misma. Crash limpia y afeita su piel antes de colocar el boceto.
El tatuaje es aproximadamente del tamaño de un cráneo real y está
centrado en su espalda, por debajo de los omóplatos. Prepara toda la
tinta para hacer los bordes.
Probablemente va a tomar más de una sesión para terminarlo,
dependiendo de la cantidad de detalles que quiera y su tolerancia al
dolor. Algo me dice que es bastante alta.
Él se coloca sus guantes y me siento en mi silla. Todavía estoy
tambaleándome un poco, pero luego Saige estira su brazo.
—¿Tomas mi mano? —No parece ser el tipo de chica que necesitaría
eso, pero acerco mi asiento y me estiro hacia ella. Toma mi mano y me da
un guiño.
—Sin dolor no se gana.
—¿Estás lista? —le pregunta Crash, sosteniendo la aguja tatuadora
justo por encima de su piel.
202
—Sí.
Aprieta mi mano fuertemente durante los primeros trazos de la aguja,
pero luego se relaja.
—No está tan mal. No recuerdo la última vez. Estaba un poco
borracha cuando me lo hice. —Gira su cabeza hacia un lado para poder
mirarme mientras Crash trabaja.
Se mete en un ritmo, dibujando y limpiando el exceso de tinta y
sangre con una toalla de papel. Solía pasar mucho tiempo con Razor en la
tienda donde trabajaba como aprendiz, por lo que he visto innumerables
tatuajes. Crash está completamente metido en la zona. Está concentrado
en Saige, su piel y nada más. Respeto eso.
Le hace preguntas acerca de su vida, tratando de mantenerla
calmada.
—¿Tuviste alguna inspiración para esto? —indaga y ella hace una
mueca a medida que avanza sobre un punto sensible.
—En realidad no. Es algo que he querido hacer desde hace tiempo,
pero finalmente tuve el valor para hacerlo. —Me sonríe. Me pregunto si yo
fui el catalizador. Los tatuajes pueden ser adictivos y verlos en otra persona
puede regresar el anhelo.
Ha pasado bastante tiempo desde que me hice el último, y estar en
esta tienda me da esa vieja sensación familiar. No me queda un montón
de espacio de piel que no ha sido cubierta, pero todavía hay algunos
puntos.
—La mayoría de personas que no tienen tatuajes piensan que todos
ellos tienen que tener un intenso significado personal, pero a veces no es
así. A veces simplemente son tatuajes. —Estoy totalmente de acuerdo. Mis
primeros tatuajes no tienen mucho significado. Un ancla, un alambre de
púas, ese tipo de cosas. No fue hasta que maduré un poco que empecé a
entintar mi vida en mi piel. Saige no lo sabe, pero la tinta es una hoja de
ruta de mi vida. Cada tragedia, todo está allí si simplemente supiera cómo
encontrarlo y lo que significa.
—Bueno, como que estoy esperando molestar a mis padres un poco
—dice Saige con un guiño en mi dirección. Crash se ríe.
—Te entiendo en eso. Cuando conseguí mi primer tatuaje, tenía
dieciséis años, pensé que mi madre iba a tener un ataque al corazón. Pero
le pareció bien e incluso me dejó practicar algunos bocetos sobre ella. He
tatuado a toda mi familia. —Eso está bien. Tiene suerte de que tuviera una
familia a la cual tatuar.
El zumbido de la aguja y la mano de Saige sobre la mía me ponen
en un estado relajado. Estaremos aquí por un par de horas. 203
—¿Tienes hambre? —pregunto. Espero que haya comido antes. No
quiero que se desmaye.
—No, estoy bien. Comí mi almuerzo antes de venir. —Buena chica.
—Bueno, te llevaré a casa cuando hayamos terminado, puedes
sentarte en el sofá y te alimentaré —le digo. Aprieta mi mano.
—Cuidas tan bien de mí.
—Eres fácil de cuidar —le contesto.

Para el momento en que Crash termina el boceto y el sombreado


negro, Saige está definitivamente acabada. Lo ha soportado como una
campeona, pero todo el mundo se fatiga después de un tiempo.
—Se ve muy bien —dice Crash, limpiando su piel y luego untándola
abundantemente con ungüento antes de envolverla y sellar el plástico
encima. Le da las instrucciones sobre qué hacer y qué no hacer mientras
se pone de pie y estremece.
—Wow, eso se sintió como si hubiera tomado años —dice mientras se
baja la camisa y re-engancha el sujetador.
—Siempre parece una eternidad hasta que se termina —dice Crash,
quitándose los guantes—. Puedes proseguir y programar tu próxima cita
con Ruby y ella te imprimirá las instrucciones en caso de que se te olvide
todo debido ya que estás muy abrumada por el tatuaje. —Sonríe y palmea
su hombro antes de pasar y estrechar mi mano.
—Encantado de conocerte y me gustaría ver más de tus tatuajes,
pero entiendo totalmente si deseas mantenerlos en privado. —Si
estuviéramos en otras circunstancias, podría quitarme la camisa y
mostrárselos, pero no con Saige aquí. No quiero que este chico me
recuerde más de lo que lo hará. Me hubiera gustado que Saige me dijera,
así no habría venido. Demasiado tarde ahora.
Saige paga y programa su siguiente cita de aquí a tres semanas.
Justo después de mi fecha límite. Es una pena que no llegaré a ver la pieza
terminada, pero no hay nada que pueda hacer al respecto. Son mis
amigos o ella, y voy a elegirlos a ellos. Siempre.
204
La acompaño fuera de la tienda.
—¿Estás segura de que puedes manejar, o quieres que te lleve y
luego puedo volver por mi coche? —pregunto.
—Eso sería maravilloso, Quinn. Gracias. —Se desploma contra mí y la
sostengo, teniendo cuidado de no tocar el área en su espalda donde sé
que la piel está en carne viva.
Decido conducir mi coche, ya que los chicos enloquecerían si lo
dejara aquí. Con la amenaza del acosador, sé que no es una buena idea
dejar esta cosa a la intemperie.
—Si quieres, puedo tomar un taxi hasta aquí y regresar tu auto en
una hora o algo así. Si no estás preocupada acerca de que lo roben. —
Este no es exactamente el mejor barrio y su auto es bastante genial.
—Eres el mejor —dice mientras la ayudo a acomodarse en el asiento
del pasajero. Se inclina hacia adelante para que este no se presione
contra su espalda y suspira.
—Recuérdame de nuevo ¿por qué pensé que esto sería una buena
idea? —dice mientras me meto en el coche y lo enciendo.
—No te dije que sería una buena idea. Me sorprendiste. Pero no
puedo decir que fue una mala sorpresa. —Una mentira completa.
—Pensé que te gustaría. Y no hay nadie más a quien prefiero tener
conmigo. —A pesar de que hemos estado tomados de la mano durante
horas, ella se estira para entrelazar nuestros dedos. Nos mantenemos
unidos todo el camino hasta su casa.

Le consigo algunos analgésicos y la recuesto sobre su estómago en


el sofá.
—¿Te dolieron todos tus tatuajes? —pregunta—. Esa es una pregunta
estúpida, por supuesto que lo hicieron. Pareces joven para tener tantos.
¿Te los hiciste todos a la vez, o gradualmente? —Parece estar obsesionada
con mis tatuajes y no hay realmente ninguna manera de que pueda evitar
sus preguntas. Así que voy a darle un poco de la verdad y espero que se
conforme con ello.
—Sí, todos ellos dolieron, pero en diferentes grados. Empecé a 205
hacérmelos desde que tenía diecisiete años, así que he pasado un par de
años acumulándolos. —Eso es todo lo que va a conseguir.
—¿Quieres un poco de agua o algo así? —pregunto. Había estado
tan ansioso por pasar el rato con ella, pero ahora sólo quiero salir.
—Eso sería genial —dice, y voy a la cocina para conseguírsela.
Cuando vuelvo, tiene el control remoto en la mano y está repasando
los canales. Pongo el vaso de agua en la mesa de café y me pregunto lo
que debo hacer. Ha abarcado todo el sofá, por lo que voy a tener que
moverla si quiero sentarme.
—Lamento si acaparo todo el sillón. Me puedes mover, si quieres.
—No, está bien. Yo, ah, creo que voy a ir a tomar un taxi y traer tu
coche. —Se apoya a sí misma y sé que no puedo escapar del escrutinio de
esos ojos verdes.
—Lamento si hice demasiadas preguntas. Sé que no te gusta y no
respeté eso. Debería haberte dicho adónde íbamos. Yo sólo... no estaba
pensando. Me encontraba emocionada por el tatuaje y quería que
estuvieras allí. Debería haberte preguntado. —Se estira para tomar mi
mano otra vez.
Suspiro. No puedo joder esto. Le sonrío.
—Está bien. Estoy atrapado en mi cabeza. Ni siquiera te preocupes
por eso. Vuelvo en un rato. —Agarro las llaves colocadas sobre la mesa
junto a la puerta y salgo a la calle. Mi pecho se aprieta y no sé en dónde
tengo la cabeza. No me he sentido así durante mucho tiempo y no me
gusta.
Llamo por teléfono a un taxi y veo a Baz en la calle, mirándome.
Lo haría darme un paseo si no pensara que alguien se encontrara
observando cada movimiento que hago. Probablemente me siguieron a la
tienda de tatuajes y tomaron fotos mientras me encontraba allí. No
importa. No me esconderé y no voy a ser amenazado por nadie.
Por un momento, pienso en Saige, sola en su apartamento, pero
quien me sigue está tras mi espalda, no la de ella.
Llego a la tienda de tatuajes y Crash está afuera fumando. Me
saluda con una mano mientras me subo al coche deportivo rojo de Saige.
No quiero, pero le asiento de regreso y conduzco lejos tan rápido como
puedo.

206
24 Traducido por Mae
207
Corregido por Sandry

Me tomo el día siguiente libre del trabajo y voy a ver a Lizzy. Es una
idea muy, muy estúpida, pero lo hago de todos modos. Cash me está
siguiendo hoy y necesito tiempo para deshacerme de él. Por supuesto,
consigo un enojado mensaje y respondo que sólo necesito un par de
horas. Es más fácil convencer a Row y me dice que siempre que pueda
volver en cinco, va a cubrirme. Por supuesto, añade que si me matan, es
mi propia maldita culpa.
Lizzy se encuentra en la sala de la actividad cuando llego allí,
haciendo un collage de fotos. Sus manos recortan cuidadosamente las
imágenes de revistas.
—Es bueno verte, Quinn —me dice Margo, una de las enfermeras,
cuando me registro—. Eres bueno por venir a verla tanto como lo haces.
Sé que no puede ser fácil alejarte de tu trabajo.
Le sonrío y me dirijo hacia Lizzy. Le toco el hombro y ella salta a
abrazarme. Me siento con ella y me muestra en lo que ha estado
trabajando.
Ella corta las flores de una revista Better Homes and Gardens. Me
recuerda a estar con Saige ayer y su tatuaje.
—Eso es muy bonito. ¿Qué vas a hacer con él? —Se encoge de
hombros.
—No sé.
Vuelve al trabajo y tararea para sí misma.
—¿Has estado leyendo sin mí? —pregunto y me mira, sus ojos azules
bebé se amplían.
—De ninguna manera —dice ella, negando con la cabeza, pero
reprimiendo una sonrisa.
—¿Has estado leyendo sin mí? —digo, entrecerrando los ojos y se ríe
y trata de alejarse de mí, pero la agarro y le hago cosquillas hasta que se
ríe tan fuerte que no puede respirar.
La habitación en la que estamos es brillante y todos los residentes
parecen felices y ocupados. Me aseguré de eso cuando la puse aquí, que
fuera un buen lugar. Hay un montón de malos por ahí y no había manera
de que pudiera dejarla en un lugar en el que no confiaba.
Cuando está cortando veo una pulsera en su muñeca. No la
reconozco y le pregunto de dónde lo sacó.
208
Ella aprieta los labios y niega con la cabeza hacia atrás y hacia
adelante.
—Es un secreto.
—Oh, ¿de verdad? —Asumo que una de las enfermeras se la dio.
Hacen cosas por el estilo. —¿Puedo verla? —Ella sostiene su muñeca en
frente de mi cara y veo la banda de plata simple con un dije en él. Una E
de plata, de Elizabeth.
—Muy bonito —le digo y acuna su muñeca contra su pecho.
—Es muy especial. Estoy cuidando bien de ella —dice, con voz muy
seria.
—Veo que lo haces. Eso es un muy buen regalo. —Asiente y vuelve a
cortar. Me quedo todo el día, almorzando con ella y jugando a la mancha
en el patio con algunos de sus amigos. Después de eso, volvemos a su
habitación y le leo más de Harry Potter. Es un libro muy bueno. Es curioso,
atractivo y a Lizzy le gusta. Me quedo todo el tiempo que me atrevo, y
luego me despido. Le envío un mensaje a Cash tan pronto como estoy de
camino indicándole cuál es mi tiempo de llegada.
Él responde que le debo una. Oh, lo sé. Le debo a mucha gente un
montón de cosas. No importa. Voy a sacrificarme por Lizzy.

Le envío un mensaje Saige preguntándole cómo va el tatuaje y


responde con una foto. Su espalda es de un furioso color rojo, pero eso es
normal. Me envía otra foto de su mueca de dolor.
OUCH.
Me río y le respondo que el dolor es un mal necesario.
Me responde preguntando si quiero ir y hacerla sentir mejor. No creo
que el sexo sea realmente la solución ideal y por alguna razón, quiero decir
que no. Esta es la primera vez que he estado en conflicto acerca de follar
a Saige. No estoy seguro de por qué estoy en conflicto ahora.
Está dando vueltas en mi cabeza y metiéndose en mi piel y sangrado
por mis venas y solo... necesito un descanso.
Ojalá pudiera. Tengo una tonelada de trabajo que necesito hacer.
Considero enviarle una foto de mí un rostro con el ceño fruncido, 209
pero parece demasiado juvenil.
Que mal. Me vendría bien alguien que me ayudase a frotarme loción
en la espalda.
Sonrió y siento una punzada de culpa por decirle que no, pero no
puedo.
Ahora, esa es una línea, Saige. Siempre me estás acusando de
usarlas.
Su respuesta es una cara guiñando.
Dejo mi teléfono y me recuesto en el sofá. Leo me ha estado
observando, su cola se balancea de un lado a otro.
—Deja de mirarme —le digo, pero sólo dirige sus ojos amarillos hacia
mí.
El teléfono de repuesto se enciende y me da otra imagen de mí hoy,
entrando a mi apartamento. ¿Esto va a ser algo diario? ¿Mensajes con
imágenes diarias haciéndome saber que me está viendo?
Quiero romper el teléfono contra la pared, pero no lo hago porque
hay un golpe en mi puerta. Desconcertado, me levanto y cojo la pistola
que tengo cuando estoy solo en casa.
Tan suavemente como puedo, camino a la puerta y miro por la
mirilla. Nada. Espero y sigo mirando, pero el pasillo está vacío. Poco a
poco, abro la puerta y me aseguro de mantener el arma fuera de la vista.
Hay un paquete delante de mi puerta. Es una caja marrón simple, cerrada
con cinta adhesiva transparente. Mierda.
Podría ser cualquier cosa. Explosivos, una advertencia, cualquier
cosa. Me agacho y coloco mi oído en la caja, para escuchar un pitido,
movimiento o algo así. Nada. Espero unos minutos y luego una puerta al
final del pasillo se abre y soy atrapado. No tengo más remedio que
recogerla y la llevo a mi apartamento. Sosteniéndola tan suavemente
como puedo, me paseo con ella a la cocina y la dejó sobre la mesa.
Sé que necesito llamar a los chicos. Cash tiene tecnología que
puede radiografiar para saber lo que es, pero algo me dice que esto es
personal. Sé que tengo razón cuando llega otro mensaje.
¿Lo abriste ya?
No son explosivos o algo diseñado para matarme. No, este acosador
disfruta jugando conmigo. Agarro un cuchillo y corto la cinta, aun
desconfiando. Levanto una solapa de la caja y luego otra. Era ligero
cuando lo recogí y hay sólo un elemento dentro.
Una foto en un marco de plata simple.
210
Una foto de mi madre cuando era joven. Probablemente alrededor
de dieciocho años o así. Se casó con mi padre cuando tenía veinte.
Me tiemblan las manos mientras tomo el marco y me le quedo
mirando.
¿Cómo consiguió esto el acosador? ¿Cómo es esto posible?
¿Qué está pasando?

Me paso el resto de la noche mirando la imagen y tratando de


decidir mi próximo movimiento. Es evidente que este acosador me
conoce. Conoce a mi madre. Sabe mi historia. Esto va mucho más allá de
un simple rencor por haberle quitado dinero. Esto es algo mucho más
profundo y más oscuro y no sé si puedo manejarlo.
Debo decírselo a Cash. Debo decírselo a alguien. Pero no puedo
enfrentarlo. Eso sería abrir viejas heridas y llevar mi pasado al presente y no
puedo hacer eso. No lo haré.
Así que cojo la foto y la dejo de nuevo en la caja y la coloco en mi
caja fuerte. No me importa cómo he metido esta foto, la guardaré porque
tengo muy pocas de mi madre.
No duermo. Sólo me siento y bebo cerveza tras cerveza y me quedo
mirando la pared. Debería haber ido a ver Saige. Si lo hubiera hecho, no
estaría sola en este momento. Pude haberme sumergido en ella y olvidar.
Son las dos de la mañana y no puedo soportarlo más. Le envío un
mensaje y cruzo los dedos. Recibo una respuesta de nuevo en unos
minutos.
Ven.
No follamos. No sé cómo llamarlo, pero es probablemente es lo más 211
cercano a hacer el amor que he estado. Saige me cuida con los labios, las
manos y el cuerpo. Va lento y saborea cada parte de mí. Es una unión de
dos cuerpos, pero es mucho más que eso.
En el momento en que Saige me monta y mi polla se desliza dentro,
no estoy pensando en nada más que en ella. Quema todo lo demás. Pone
sus manos en mi pecho y se eleva lentamente hacia arriba y luego hacia
abajo sobre mí. Gimo y ella gime, su pelo cayendo hacia adelante,
rozando mi pecho. Está en todas partes a mí alrededor. Ella es todo.
En el momento en que ambos llegamos al clímax, siento una
abrumadora sensación de paz. Mi mente no está funcionando. No estoy
pensando en todo lo que va a ir mal. No estoy pensando en la línea de
tiempo que hace tictac. Mis pensamientos son sólo de ella.
Se inclina y me besa, nuestros cuerpos todavía unidos.
—¿Te sientes mejor? —Su voz es suave y su sonrisa es somnolienta y
saciada. No me siento culpable por despertarla. No siento nada excepto
alivio por estar aquí con ella. Me apoyo para que esté sentada en mi
regazo y la agarro, poniendo mis brazos a su alrededor. Quiero absorberla
en mi piel.
—Sí —digo en su cuello. Siento que me pongo duro otra vez y
lentamente empujo de nuevo. Se aferra a mí y me balanceo contra ella.
Agrega sus propios movimientos y pronto llegamos al orgasmo de nuevo.
Sus ojos se cierran y deja caer la cabeza hacia atrás.
—Estaré cansada mañana, pero esto lo ha valido —dice, sus ojos se
abren y una sonrisa revolotea sobre sus labios.
—Lamento haber llamado tan tarde —digo, mi voz áspera. Niega
con la cabeza y pone un dedo en mis labios.
—Está bien. No tienes que explicar. Está bien, Quinn. Prefiero que me
llames en medio de la noche a que sufras solo. —Pienso decirle que no
estoy sufriendo, pero no puedo mentir. Todo se derrumbó sobre mí a la vez
y siento como si no pudiera respirar. Pero con Saige, puedo inhalar y todo
lo que huelo es su piel, su pelo, su todo.
—Está bien —dice de nuevo, inclinándose para encontrar mis labios
con los de ella.
Se aparta y sonríe.
—Quédate conmigo. Duerme aquí y abrázame. —Asiento y se baja
de mí y va al baño para limpiarse. Me recuesto sobre las almohadas y
exhalo un largo suspiro.
Regresa y se coloca sobre su estómago, avanzando para colocarse
en mi pecho. Acaricio su espalda, con cuidado de no tocar el tatuaje.
212
—Esto es lo menos que puedo hacer por ti dado que viniste conmigo
hoy —dice a través de un bostezo.
Parece que no puedo encontrar palabras que decir.
—Lo lamento.
No sé por qué lo lamento.
—No tienes nada que lamentar, Quinn. Estoy preocupada por ti.
Pareces triste y... perdido. —Es demasiado perspicaz para su propio bien.
Una parte de mí quiere poder volver atrás en el tiempo y nunca aceptar
este trabajo. ¿Qué hubiera pasado si hubiera entrado solo en esa cafetería
y la conocía? Solo conocerla. Sólo ser Sylas desde el principio.
No hay tal cosa como una máquina del tiempo. No hay forma de
volver atrás. No puedo saltar en los libros de Harry Potter de Lizzy y utilizar un
hechizo para hacerlo. Esto es real y los dados han sido tirados. Mostré la
mano y ahora tengo que lidiar con los números que me han dado.
—Estás pensando demasiado —dice Saige, arrastrando un dedo
entre mis ojos.
—Estoy bien —le digo. Una mentira.
—Me gustaría que pudieras hablar conmigo. Me gustaría que
pudieras confiar en mí. —No confío en nadie. No de verdad.
—No es fácil para mí confiar en la gente. Me he quemado antes —
digo, mi voz tranquila.
—Puedo entender eso. La gente a veces puede decepcionarte. Y a
veces la gente no es lo que parece y no lo saben hasta que ya es
demasiado tarde. —Su voz decae y estamos susurrando juntos en la
oscuridad.
Seré una de esas personas. Ella me añadirá a la lista de personas que
no son lo que parecen. Miro hacia ella en la oscuridad y me gustaría poder
follarla de nuevo para poder tener un poco más de paz en mi cabeza.
—Hay una profunda tristeza en ti, Quinn. ¿Qué te pasó?
—Mi madre murió. Fue asesinada —le digo. No puedo contenerlo
más. Incluso si no le puedo decir toda la verdad, puedo darle pedacitos
de ella y esperar que ayuden a aliviar la tormenta que rabia en mi cerebro.
—Oh, Quinn. Lo siento mucho. —Acaricia mi pecho y apoya la
cabeza en mi corazón—. Lo siento por ti. ¿Cuantos años tenías?
—Casi dieciocho años. —Fui lo suficientemente mayor como para
213
conseguir la custodia de Lizzy, por lo menos, pero eso no lo hace más fácil.
No importaba la edad que tuvieras, encontrar el cuerpo de tu madre en la
cocina siempre sería la cosa más horrible que sucedería en tu vida.
—¿Así que te quedaste solo? —pregunta. Tengo que tragar antes de
responder.
—Sí. —No importa qué, nunca voy a contarle lo de Lizzy.
Se estremece y me acerca más.
—No puedo ni siquiera imaginarlo. —No, no puede. Sus padres
pueden ser fríos y críticos de ella, pero al menos están vivos. Ellos la adoran
y si llegó a empujar, que harían cualquier cosa por ella.
—No me gusta hablar de ello. No mucha gente lo sabe. Puede ser un
poco decepcionante. —Estoy tratando de hacer una broma, pero no
hace gracia.
—No creo que haya nada que pueda decir para hacerte sentir
mejor, pero eso no me va a evitar intentarlo. —Sus ojos verdes brillan en la
oscuridad y esa intensidad de antes está de vuelta. Como si tratara de
conseguir que entienda algo que no puede decir en voz alta.
—No te mereces lo que te pasó. Nadie merece eso. Hay gente a la
que le importaría una mierda los clichés y te dirían que todo sucede por
una razón, pero eso es una mentira. A veces, no hay razón para que las
cosas terribles sucedan. Sólo ocurren y nos quedamos a recoger los
pedazos. —Para alguien que nunca ha vivido una gran tragedia, Saige
ciertamente parece saber qué decir.
—Gracias —digo. Son las dos únicas palabras que puedo decir.
—De nada, Quinn. —Suspira y cierra los ojos. Coloco mis brazos a su
alrededor y finalmente me quedo dormido.
25 Traducido por Mire
214
Corregido por Dannygonzal

No me despierto de nuevo hasta que la alarma de Saige suena a las


seis. Ella todavía yace sobre mí. Ambos dormimos bastante y bien.
Su brazo se estira sobre mí y golpea el reloj por lo que así dejará de
zumbar.
—Tengo clase a las ocho —dice, pero sé eso. Yo también he perdido
dos días de trabajo y mi jefe va a pedir mi cabeza si no voy.
Ella misma se desenrolla de mí y se dirige al baño para tomar una
ducha. Recupero mi ropa desechada desde donde fue lanzada en
montones. Antes de poder ponerme la camisa sobre mi cabeza, bajo la
ropa de nuevo y me uno a Saige en la ducha. No está sorprendida
cuando entro, girándose hacia mí con una sonrisa.
—No debería sentirme tan descansada como lo hago. Hay algo que
decir por dormir contigo, Quinn. —Se hace a un lado para que pueda
ponerme bajo el chorro y luego me entrega la botella de champú. Es de
canela y sándalo, por lo que sigo adelante y lo utilizo. Cambiamos lugares
bajo la ducha y ambos nos limpiamos. Quiero follarla otra vez, pero no hay
tiempo. Tengo que volver a mi casa y ponerme un traje. Tengo que
alimentar a Leo y averiguar qué voy a hacer con la imagen de mi
madre. He sido capaz de tomarme unas cuantas horas para no pensar en
esas cosas y ahora ese tiempo se ha acabado.
—Tengo una pregunta para ti —dice ella mientras nos secamos con
la toalla y me visto de nuevo.
—¿Sí? —le digo y me sonríe.
—¿Cuánto te gustaría venir a cenar de nuevo con mis padres este fin
de semana? Creo que esta vez mi madre quiere interrogarte desde que
desperdició la última vez en mí. —Está jugando directamente con mis
manos. Después de toda la suerte de mierda que he tenido últimamente,
esto es bueno.
—Me sentiría bien, siempre y cuando te tenga para que me protejas
—digo. Ella no puede saber que estoy muy ansioso por estar con sus padres
de nuevo.
—Bueno, no puedo prometer nada, pero te recompensaré por un
trabajo bien hecho. —Deja caer su toalla y camina desnuda a su armario
donde empieza a sacar la ropa.
215
—¿Quieres que ponga un poco de loción en tu tatuaje? —
pregunto. La ayudé a lavarlo con jabón antibacteriano en la ducha. Sigue
estando rojo e inflamado, pero en cualquier momento se pelará.
—Gracias —dice sobre su hombro. Paso la loción sobre su tatuaje y
ella suspira con alivio.
—Eso se siente muy bien.
Me encanta tocarla. Me gustaría poder pasar toda mi vida solo
tocándola y follándola y estando con ella. Pero la suerte no está de
nuestro lado. No voy a llamarlo destino. No creo en él.
Froto mis manos para absorber los restos de loción y luego me visto.
—Avísame de este fin de semana —le digo mientras me acompaña
a su puerta.
—Lo haré. —Compartimos un dulce beso, luego cierra la puerta y
tengo que volver a la realidad.

La caja con la imagen de mi madre en ella todavía está en mi caja


fuerte cuando regreso. En alguna parte estúpida de mi cerebro pensé que
tal vez era un sueño. O un espejismo. O que mi cerebro se había revuelto y
que en realidad me estaba volviendo loco.
No. Todavía se encuentra allí. Paso mis dedos sobre el marco y tengo
una idea. Lo giro y retiro la parte trasera.
Marina, mi amor.
La escritura no parece familiar, pero es claramente masculina.
¿Quién lo escribió? ¿Quién ha tenido esta foto? ¿Y por qué me están
acosando ahora? Mi teoría sobre el acosador siempre fue que se trataba
de alguien de quien tomé dinero, pero ahora estoy teniendo otras ideas.
Tal vez el acosador es de mucho antes que eso. Tal vez están
tratando de decirme algo. Los mensajes que he recibido han sido más
juguetones que amenazadores. ¿He estado leyendo esto de la forma
equivocada?
No hay tiempo para pensar más sobre ello. Tengo que ir a
trabajar. En mi camino, le mando un mensaje de texto a Cash de que
tengo luz verde para visitar a Beaumont con Saige este fin de semana y 216
que necesitaré todo el equipo de vigilancia. Es increíble lo que puedes
hacer con una cámara y un micrófono en estos días. También pondré un
rastreador en su ordenador y con un poco de suerte tendremos todo lo
que necesitamos para la confrontación final. Justo a tiempo.
También hemos comenzado los planes para California. Hardy está
ocupado encontrándonos una vivienda, buscando sitios para almacenar
todo y encontrando un garaje para poner los coches. No tengo que
trabajar en nada de ese aspecto. Los chicos lo tienen bajo control. Es un
trabajo para movernos, pero lo hemos hecho tantas veces que lo tenemos
en una ciencia. Estoy agradecido por los pequeños favores.
Saige me manda un mensaje esa noche cuando estoy atrapado en
el trabajo poniéndome al día con todo, para decirme que esta vez sus
padres nos quieren para una cena temprana el domingo.
Corro directamente desde la oficina hasta el lugar de Cash.
—Siento la tardanza. Me quedé atrapado en el trabajo. —Baz me
entrega una cerveza, la abro y tomo un sorbo agradecido. Me encantaría
ahogar mis penas en un chupito de nuevo, pero no puedo hacer eso
ahora. Necesito estar en mi juego. Ser fuerte. Estar atento.
—Todos los sistemas están listos para la vigilancia de este fin de
semana —le digo. Cash ya los ha rellenado, pero ahora tengo el día y la
hora exacta.
—Solo no lo jodas —dice Baz. Lo entiendo. Realmente lo hago.
—No voy a joderlo. Ya casi nos encontramos allí y entonces
estaremos fuera de la ciudad —chasqueo. El silencio llena la
habitación. Nadie parece querer discutir conmigo. Tomo una respiración
profunda y trato de ponerme bajo control.
—Salgamos —digo. La única vez que estamos todos juntos es
cuando nos hallamos en la oficina de Cash. Es agradable aquí, pero a
veces puede sentirse un poco como una cueva.
—¿Hablas en serio? —pregunta Row—. ¿Eso no va en contra de
todas las reglas que hemos hecho alguna vez?
—Sí. Pero creo que tenemos que vivir un poco más fuera del trabajo.
—Todos me miran como si hubiera perdido un tornillo, pero luego Track
sonríe.
—Diablos sí. ¿Puedo escoger el lugar? —Baz hace un ruido de asfixia.
—Joder no. Probablemente escogerías algún club de striptease que
es solo para tipos. —Track parece escandalizado, pero es cierto.
217
—¿Estás tan inseguro de tu sexualidad que no puedes ir a ver a un
hombre desnudo? Baz, estoy sorprendido. —Eso hace que Baz ponga a
Track en una llave de cabeza y tienen que forcejear por unos minutos.
—Es arriesgado, pero si tomamos coches separados y vamos a
alguna parte que esté fuera del camino, podemos hacerlo —dice Hardy,
siempre práctico.
—Creo que vale la pena —digo.
Toma una hora planificar la maldita cosa. Hay un montón de
factores a considerar. Estoy empezando a pensar que mi idea impulsiva no
vale la pena el esfuerzo, pero los chicos parecen entusiasmados. No
puedo decir por qué solo salir como un grupo es tan especial, pero nunca
antes lo hemos hecho. Tal vez tenemos que aflojar un poco las riendas. Tal
vez no deberíamos ir tras esas grandes marcas.

El bar que escogemos es en realidad sugerencia de Row. Él parece


conocer siempre algunas personas sombrías dondequiera que vayamos.
Tomamos tres coches, y aparecemos en diferentes momentos. Estoy en el
primer grupo que llega; el lugar donde nos detenemos está a casi una
hora en las afueras de la ciudad y parece sostenido con palillos de dientes
y saliva. Definitivamente nada que destacar, pero apuesto a que la
cerveza es fría y la música es fuerte.
—Qué agujero de mierda —digo, y Row me mira. Se dirige primero
con Hardy y yo siguiéndole. El interior está lleno de aire repleto de humo
rancio mientras Tom Petty sangra en mis tímpanos. Además de la barra,
hay unas pocas mesas, una mesa de billar y una diana. Aquí es donde los
hombres que tienen poca suerte vienen a beber sus penas lejos. Es
perfecto.
Row nos asegura una mesa en la parte de atrás, bajo una luz
parpadeante. Nadie siquiera levanta la mirada hacia nosotros, y puedo
sentir a Hardy escaneando la habitación para asegurarse de que estamos
bien y nadie nos está mirando.
—¿Limpio? —pregunto. Él asiente y nos sentamos. Row nos trae dos
jarras de cerveza helada barata y los dos siguientes grupos finalmente
llegan. Dado que esta fue mi idea loca, me ofrezco a ser el conductor 218
designado en el camino de regreso y me limitaré a un vaso de todo. Hardy
y Track también se ofrecen. No es terrible, pero tampoco es fantástico.
—La única cosa que haría esto perfecto es si hubieran algunas
chicas bonitas —dice Baz, mirando a su alrededor. Hay unas cuantas
mujeres aquí, pero están ya sea con sus esposos o novios.
—No pongas mala cara, es impropio —dice Track con un guiño. Baz
simplemente le frunce el ceño y sigue bebiendo. De regreso a la casa de
Cash, hicimos una regla que hablar de trabajo se hallaba fuera de los
límites tanto para los objetivos de pasarla bien y por seguridad. Nunca se
sabe quién está escuchando.
—Sigo pensando que alguien va a saltar hacia nosotros —dice Cash,
mirando a su alrededor con cautela. Encuentro esto cómico, porque es sin
duda el hombre más grande aquí.
—Deja de actuar tan extraño —dice Row, golpeando a Cash con su
hombro—. Solo relájate.
Eso es más fácil decirlo que hacerlo, pero con mi única cerveza,
encuentro que mis hombros liberan parte de la tensión que vive en ellos
todo el tiempo.
—Solo estoy diciendo, que yo no la echaría de la cama —dice Baz
sobre el último lío de una celebridad caliente femenina.
—Tú no echarías a nadie de la cama —dice Row, rodando sus ojos—.
Follas a cualquier cosa con una vagina.
—No discrimino. Hay una diferencia —dice Baz. Él y Row están bien
en su camino a emborracharse y Cash no está lejos.
—¿Se han preguntado alguna vez cómo sería su vida si fueran otra
persona? —dice Cash. Para alguien que es generalmente feliz, a veces se
pone sensiblero cuando bebe. Esta parece ser una de esas.
—¿De qué demonios estás hablando? No puedes saber cómo sería
tu vida si fueras otra persona, ya que serías otra persona —dice Baz, como
si fuera obvio.
—No, entiendo lo que estás diciendo —digo—. Qué clase de
persona serías si tienes que vivir la vida de otra. —Solía preguntarme eso. ¿Y
si mi padre no hubiera sido un criminal y no hubiera logrado que mi madre
quedara envuelta en su red de mentiras y sangre? ¿Y si mi padre solo
hubiera sido un banquero o un vendedor de coches o un profesor?
—Hay un gran debate sobre la naturaleza versus la crianza. Han
estudiado a gemelos idénticos que fueron separados al nacer y luego
reunidos y se ha encontrado que muchos de sus rasgos son similares,
incluso si han sido criados bajo circunstancias completamente diferentes — 219
dice Hardy, trayendo la ciencia.
—¿Y quién decide que esa persona tiene una vida de
mierda? ¿Quién está a cargo de eso? —Probablemente debimos haber
detenido a Cash, pero está demasiado ido ahora. Se desploma sobre la
mesa, ocupando la mayor parte de ella y casi tirando los vasos de todos.
—Yo solo quería trabajar en informática y casarme y tener un perro
—dice, tan tranquilo que casi nadie puede oírlo—. Pero entonces mi vida
tenía que irse a la mierda.
Todos nos miramos el uno al otro.
—Las cosas de mierda le pasan a todo el mundo. Algunas personas
tienen más mierda que otros, pero al final del día, nos aceleramos todos
hacia el mismo final del juego. Todo el mundo muere —dice Row y Cash se
le queda mirando.
—Eso es deprimente.
—La verdad lo es la mayor parte del tiempo.
—¿Por qué no jugamos billar? —dice Track. Él es nuestra inyección de
moral cuando Cash está fuera de servicio.
Yo juego con Row, Hardy con Baz y luego Track (el mejor jugador de
nuestro grupo) con todos nosotros y gana. Cash todavía no está muy bien,
así que lo apoyamos contra la pared y empezamos a verter agua en su
garganta.
Nadie parece notarnos, o prestar atención, pero todos estamos
todavía en alerta. Algunos de los clientes de este establecimiento
claramente tienen antecedentes penales, pero nosotros también.
Hardy está volviendo a llenar agua para Cash cuando se choca de
hombros con un tipo que claramente quiere empezar algo. Tenía la
sensación de que algo como esto iba a pasar, pero a medida que
avanzaba la noche pensé que tendríamos suerte. No tanto.
Hardy se vuelve hacia el hombre y le dice algo en voz baja. El chico
se carcajea y se gira hacia sus amigos. Claramente, está haciendo todo
esto por espectáculo, pero Hardy solo da pocos pasos hacia el tipo y de
repente él está en el suelo. Sucede tan rápido que ni siquiera parece que
Hardy lo tocó.
El chico grita mientras Hardy tranquilamente camina de nuevo hacia
nosotros.
—Creo que es hora de irnos. —Echo el brazo de Cash por encima de
mi hombro y Baz consigue el otro lado mientras hacemos una rápida
220
retirada, el chico y sus amigos gritan amenazas de muerte contra
nosotros. Felizmente todos están tan ebrios que ninguno de ellos se
acordará de esta interacción mañana por la mañana. Pero tengo la
sensación de que el idiota en el suelo va a estar preguntándose qué
diablos pasó.
—¿Tenías que botarlo de esa manera? —dice Row. Puedo decir que
está molesto de que la noche haya llegado a su fin. Lanzo a Cash en el
coche con Baz y luego salto al volante con Row y Hardy mientras Track
conduce el otro coche. Todos nos marchamos a la vez, pero variamos
nuestros patrones de conducción, así que llegamos al garaje donde los
guardamos en diferentes momentos.
—Deberíamos hacerlo más a menudo —dice Baz—. Pero, ¿podemos
ir a un lugar con chicas la próxima vez? —Hay un colectivo rodado de ojos
mientras decidimos quién lleva a los borrachos a casa para que puedan
dormir.
—Ir a un bar nunca solía ser mucho trabajo —dice Hardy—. Pero
estoy contento de que lo hicimos. Incluso si ese imbécil trató de empezar
algo. Quizá la próxima vez voy a tumbar a quien sea y a darles a todos un
buen espectáculo. —Sus ojos brillan un poco y creo que tal vez la próxima
vez deberíamos ir a un lugar que no tenga tantos tipos borrachos
buscando iniciar una pelea. Lo último que necesitamos es que uno de los
chicos sea arrestado.
Todo el mundo dice buenas noches y yo tengo el encantador
trabajo de llevar a Cash a casa y meterlo a su cama. Lo ha hecho por mí
las veces suficientes, así que bien podría devolverle el favor.
Está murmurando mientras lo empujo por las escaleras de su casa y
hacia su habitación. Meto una aspirina en su garganta y un poco más de
agua. Me aseguro de dejar algo extra con él, lo desvisto, lo meto en la
cama e inclino su cabeza hacia un lado.
—Buenas noches, tipo grande. —Estoy a punto de darme la vuelta y
salir cuando un sonido me detiene. Cash está llorando en silencio.
Inseguro de qué hacer, me doy la vuelta y lo miro. Nunca he visto
llorar a Cash. Nunca he visto a alguno de los chicos llorar. No es que no lo
hagamos, solo pienso que en virtud de lo que hacemos, lo reprimimos y lo
guardamos para cuando estamos solos.
—Todos están muertos —gime, agarrando su cara—. Todos están
muertos.
Sus padres. Él fue quien los encontró y creo que esa es una de las
razones por las que compartimos tanto. Los dos sabemos lo que se siente el
221
caminar con un padre asesinado. Cash lo tuvo más difícil, sin embargo.
Siempre me pregunto cómo es capaz de permanecer tan optimista.
—Está bien, Cash. Está bien. Se acabó —le digo, palmeando su
hombro. Él me mira con tanto dolor en sus ojos que quiero mirar hacia otro
lado.
—No se ha acabado, no se ha acabado —dice una y otra vez. No
tengo nada que pueda decirle que lo vaya a convencer, así que me
siento en la cama junto a él y espero a que se duerma. Finalmente se
agota y sus ojos se cierran y luego empieza a roncar suavemente. Él no se
acordará de esto, pero yo lo haré.
Cash era mucho más joven que yo cuando sus padres murieron. No
puedo imaginarme lo que es estar en tus años de formación y tener algo
como eso que te rompa. Hago mi camino de regreso a mi casa y decido
saltar la valla y pasar el rato en uno de los parques por un tiempo.
Pienso en mi madre. En Lizzy. En Cash. Pienso en todas las vidas
arruinadas por circunstancias fuera de su control.
Pienso en ir a la casa de Saige de nuevo, pero no lo hago. Es
extremadamente tarde y no creo que ella complazca dos veces en una
semana. No la necesito derribando mis defensas, y logrando que le diga
cosas que no debería decirle.
Pero.
La necesito.
Regreso a mi casa, me cambio de ropa y empaco un juego extra. Sé
que huelo a suciedad, humo y alcohol, pero no me importa. Es algo fácil
llegar a su edificio de apartamentos y luego a su casa. Entro a su
habitación y ella se encuentra acostada en la cama, mirando al techo.
—Tenía la sensación de que ibas a venir —dice, en absoluto
sorprendida de verme.
—¿Cómo lo supiste? —Mi voz es áspera mientras me quito la ropa y
me meto en la cama con ella.
—Intuición —dice, abriendo sus brazos para mí.
26 Traducido por Annie D
222
Corregido por Daniela Agrafojo

A la mañana siguiente, Saige no me pregunta por qué necesitaba


quedarme con ella. Simplemente me deja follarla lentamente y luego
toma una ducha conmigo otra vez.
—Deberías empezar a traer aquí algunas de tus cosas. Aunque me
gusta que camines por ahí oliendo como yo. —Sonríe y devoro su boca.
—Tal vez lo haré —digo. Ya no sé lo que estoy haciendo. Sólo sé que
tengo que aferrarme a cada momento con ella que tenga para poder
llevarla conmigo. Nunca me he sentido así por alguien y no puedo negarlo
más. No creo que sea amor, pero es lo más cercano que he llegado a eso.
No sé cómo sucedió, pero ahora que estoy en el medio, tiene todo el
sentido del mundo. Saige es una persona que es imposible no amar. Es
todo lo que nunca supe que quería o necesitaba.
Me gustaría no tener que dejarla. Me gustaría poder decir “que se
joda”, renunciar a mi trabajo y olvidar todo lo que he hecho. Hablando de
desear poder vivir la vida de otra persona.
Saige me hace el desayuno y me envía a trabajar con un beso y una
promesa de que estará esperándome cuando haya terminado.
El trabajo es duro. No estoy enfocado y tengo que pedirles a algunos
de mis clientes que se repitan al teléfono. Le escribo a Cash en mi hora de
almuerzo, preguntándole si está bien. Solo me envía una foto de él con el
pulgar hacia arriba. No voy a preguntarle si recuerda la noche anterior. No
parece correcto sacar el tema.

El resto de la semana la paso con Saige, en el trabajo o durmiendo. Y


ella aparece tanto en el trabajo como en mi sueño. Estoy obsesionado.
Cuando no estoy con ella, pienso en ella y en cuando podré verla de
nuevo.
Sin embargo, no pasamos todo nuestro tiempo desnudos. Tiene una
vida y yo respeto su tiempo de estudio. Mientras esté con ella, ni siquiera
importa lo que estemos haciendo. Incluso si solo la observo estudiar.
Me lleva a una exposición de estudiantes de arte y criticamos el
223
trabajo, y me muero de risa por su afilada lengua. No se anda con rodeos
cuando se trata de lo que considera arte de mierda, pero cuando ve algo
que le gusta, se vuelve tan animada y emocionada, y aunque no lo
entiendo, puedo sentir su pasión.
Me permito disfrutar de ella, realmente disfrutarla por primera vez.
Dejo caer mi guardia un poco y finjo que soy Quinn y que ella es mi novia
Saige.
—¿Estamos listos para hablar de etiquetas? —Me pregunta la noche
del sábado cuando nos encontramos en la cama. Me siento agotado y
aún estoy tratando de que regrese la sangre a mi cerebro después de una
intensa sesión al desnudo.
—¿Te refieres a que quieres definir la relación? —Su mano se queda
inmóvil sobre mi pecho donde trazaba el contorno de mi tatuaje de
ancla.
—¿Esto tiene que ver con ir a casa de tus padres mañana? —
Pregunto.
—Un poco. Simplemente quiero saber a dónde va esto. No estoy
tratando de poner ninguna presión sobre ti y si no estás listo para este paso,
está bien. Pero creo que tenemos algo especial y me gustaría llevarlo al
siguiente nivel. —No sé qué decir.
—Piensa en ello y dímelo —dice, bajando la cabeza para besar el
ancla, su cabello rozando mi pecho y ocultando su rostro de la vista.
—Sí —digo y ella sube la mirada.
—¿Sí qué?
—Sí, quiero definir la relación. —Quinn quiere definir la relación. Él
puede ser su novio. No Sylas. Pero eso está lo suficientemente cerca.
Ella me sonríe.
—Así que, ¿estás diciendo que quieres que sea tu novia, lo que
significa que mañana cuando vayamos a la casa de mis padres voy a
presentarte como mi novio? —Asiento y me besa con fuerza mientras ríe.
—Eso fue tan fácil —dice—. Eres una presa muy fácil. Ni siquiera tuve
que darte un ultimátum.
—Si hubiera dicho que no, ¿lo habrías hecho?
Encoge un hombro desnudo.
—Sabía que no lo harías, por lo que no importa, Quinn Brand, mi
novio. —Nos besamos de nuevo y es suficiente charla por un tiempo.

224

Al día siguiente regreso a mi lugar con el pretexto de que la camisa y


la corbata que quiero usar no están en la casa de Saige. Llevé un montón
de mis cosas a su lugar y me siento mal por dejar a Leo tan solo. Si las cosas
van bien esta noche, podría traerlo para quedarse conmigo en casa de
Saige. No creo que le importe.
El equipo de vigilancia está oculto por aquí, allá y en todas partes. Lo
tengo atado a mi cuerpo y es bueno que todo sea pequeño y discreto.
Tengo mi plan preparado. Tengo planes de contingencia y planes de
contingencia para los planes de contingencia. He pensado en casi todas
las posibilidades. Además, he hecho esto antes.
Recojo a Saige y esta vez lleva un vestido tan bajo en la parte
posterior que su tatuaje es completamente visible. Aun es simple tinta
negra, pero incluso sin el color, es hermoso. Se ve tan natural en ella. Como
si siempre hubiera estado ahí y Crash simplemente hubiera frotado un
poco de piel para revelarlo.
—Vas a estar en tantos problemas —digo mientras me lo muestra.
—¿Crees que mamá vaya a enloquecer?
—Probablemente. ¿Tratas de darle un ataque al corazón? —Ella solo
se ríe.
—Oh, lo superará una vez que le diga que eres oficialmente mi
novio. —Tengo dudas sobre decir esa pieza particular de información esta
noche.
—Eres problemática, Pelirroja —digo, tirando de ella para un beso y
acariciando la piel desnuda de su espalda. Este vestido ofrece un montón
de acceso a su cremosa piel, lo que es definitivamente una ventaja.
Se ríe y va a ajustarse el cabello pero luego maldice.
—Mi pulsera está atascada, ¿me puedes ayudar? —Me estiro y
desato el cabello donde se enredó en el adorno de su brazalete.
Veo este tipo de brazaletes en todas partes. Me recuerda a Lizzy,
solo que esta inicial es una S.
—Gracias —dice—. Eres mi héroe.
—Difícilmente —digo, diciéndole la verdad. Niega con la cabeza 225
hacia mí y cierra la puerta detrás de ella.

Los padres de Saige notan el tatuaje de inmediato.


—Oh, Saige, ¿qué has hecho? —Su madre se lleva las manos a la
cara, sorprendida. El Sr. Beaumont está menos sorprendido. Parece saber
más sobre su hija que su madre.
—Es un tatuaje —dice, señalando lo obvio mientras muestra su
espalda. Está claramente satisfecha de sí misma y del alboroto que está
causando. Su padre niega con la cabeza.
—Espero que fueras a algún lugar limpio —dice él y le da un beso en
la mejilla antes de estrechar mi mano, un poco más suavemente esta vez.
—¿Qué vas a hacer cuando te cases? —Prácticamente se lamenta
Bridgette—. Quiero que vayas a un médico y te lo remuevas. De inmediato.
—Tengo que reprimir una carcajada. Remover tatuajes no es tan fácil y es
un proceso extremadamente doloroso. La mayoría de las personas que
tienen tatuajes que no quieren o viven con ellos o los cubren con otro
diseño.
—De ninguna manera —dice Saige—. Me encanta y no es tu cuerpo.
Es mío. Yo escojo qué hacer con él. —Toma mi brazo y camina más allá de
su todavía escandalizada madre, hacia la habitación donde tomamos
tragos la última vez.
No tengo más remedio que seguirla. Esta noche va a ser interesante,
por decir lo menos.
La mamá de Saige pasa la siguiente media hora tratando de 226
convencerla de deshacerse del tatuaje que ya está hecho. El Sr. Beaumont
intenta aplacarla, pero no sirve de nada.
Me sorprende que Saige no mencionara mis tatuajes en su propia
defensa. Pero prefiero que su padre no sepa sobre ese pedacito de mí. Es
mucho más fácil interpretar el papel de Quinn de esa manera.
Finalmente harta del sermón, Saige deja caer la bomba de que
estamos saliendo oficialmente. Su madre hace un sonido que nunca he
escuchado de un ser humano antes. Está a medio camino entre un grito y
el sonido que hace un murciélago. Su cara se pone roja y creo que va a
saltar por encima de la mesa y estrangularme, pero Saige pone su mano
en mi brazo.
—Mis elecciones no tienen nada que ver contigo, mamá. Estoy
viviendo mi propia vida. No puedes controlarme más, o tratar de
convertirme en algo que no soy. Todos sabemos lo bien que eso funcionó
cuando era niña. —Pone los ojos en blanco y mira a su padre por ayuda.
—¿Por qué no nos calmamos todos? —dice Beaumont, pero
claramente Bridgette no quiere ser calmada, así que la lleva fuera de la
habitación por un respiro. Esta es mi oportunidad, así que le digo a Saige
que voy a usar el baño. Oigo a Beaumont y a Bridgette discutiendo en el
estudio y suena como que no terminará pronto.
Tan rápido como puedo, me deslizo a su oficina. Tendré que trabajar
rápido. Configuro los dispositivos de grabación de vídeo y sonido en cada
esquina, debajo de su escritorio y en algunos otros lugares. Cada
centímetro está cubierto. Su portátil está sobre el escritorio y se encuentra
encendida. Ni siquiera está bloqueada y casi comienzo a reír. Este hombre
realmente debe confiar en todo el mundo. En sólo unos momentos, he
instalado el software de seguimiento invisible y descargado todo en el
disco duro. Deslizo la memoria USB en mi bolsillo y me aseguro de que todo
esté en su lugar y que no he dejado nada atrás.
Confiado, limpio mis huellas de cualquier cosa que pude haber
tocado, incluyendo el pomo de la puerta y la abro con cautela. La cierro,
limpio el mango y luego entro al baño. Dejo el agua correr, le envío un
mensaje de texto a Cash para proceder y luego salgo de nuevo.
Casi me tropiezo con Beaumont en mi camino de regreso al
comedor. Mantengo el rostro sereno mientras él engancha mi brazo y me
jala a un lado.
—¿Pasa algo? —Digo en tono neutro.
—No, sólo quería hablar contigo. Parece que Saige y tú han hecho
las cosas oficiales.
227
—Sí. Me importa mucho su hija. —Una verdad. Sus ojos se estrechan,
como si estuviera tratando de ver si estoy mintiendo.
—Esto no tiene nada que ver con usted o con nuestra relación
financiera. Me habría enamorado de Saige independientemente de
quiénes fueran sus padres. Es una chica increíble y maravillosa, y si no
puede ver por qué la amaría, entonces no la ve con claridad. —
Definitivamente no quiero decir todo eso, pero siento que me está
atacando y necesito defenderme.
Me mira por varios segundos y luego asiente.
—Ella es especial, y me alegro de que veas eso. Obviamente tienes
verdaderos sentimientos por ella.
—Los tengo. —Es muy fácil decirle lo mucho que me preocupo por
ella, porque nada de eso es una mentira.
—Entonces espero que entiendas que voy a hacer cualquier cosa en
mi poder para protegerla y mantenerla a salvo.
—Lo entiendo y estoy de acuerdo. —Por ahora. Durante dos
semanas más.
—Bien. Me alegro de que aclaráramos eso y que nos entendamos. —
Me sonríe y me da otro apretón de manos.
—Ahora que eso está arreglado, probablemente deberíamos volver
con las chicas. Creo que mi esposa finalmente se ha calmado. —Lo dudo,
pero vuelvo al comedor de todos modos. Estoy encantado de que mi plan
funcionara tan bien y que estemos bien encaminados para atrapar a este
tipo y arrebatarle toda la opulencia bajo sus pies. Es una pena que sea una
persona tan horrible porque creó a una hija maravillosa.
La atrapo mirándome por el rabillo de mi ojo, y cuando vamos de
regreso a donde se encuentra, le pregunto al respecto.
—Me gusta mirarte. ¿Es un delito?
—No. De ningún modo. Puedes mirarme todo lo que quieras.
—Lo que realmente me gustaría hacer es mirarte sin la ropa puesta.
¿Crees que se pueda arreglar?
Me río.
—Definitivamente creo que se puede arreglar.
Recibe un mensaje en su teléfono mientras la ayudo a salir del coche
y la hace fruncir el ceño.
—¿Qué pasa? —pregunto mientras subimos las escaleras de su
edificio. Escribe algo y luego me mira con una sonrisa que no llega a sus 228
ojos.
—Nada. Solo mi madre siendo loca de nuevo. Desearía haberle
tomado una foto a su cara cuando vio mi tatuaje. Fue bastante invaluable.
—Se ríe y nos dirigimos a su lugar.
—¿Puedes hacer algo por mí? —Pregunto.
—Claro, ¿qué? —Voy a mi bolso y saco el pequeño piercing que ella
solía tener y que me dio por seguridad.
—¿Te pondrías esto y me dejarías follarte mientras lo usas? —Eso la
hace tirar la cabeza hacia atrás.
—Eres es un hombre interesante, Quinn Brand. —Le lleva un rato,
pero se pasa la pequeña herradura de metal a través del tabique y la
asegura en los extremos para que no se salga.
—Jódeme, eso es excitante —digo mientras lo modela para mí. Le
da una apariencia totalmente diferente y con el tatuaje visible en la
espalda, parece una diosa pelirroja.
¿Cómo demonios llegué a ser tan afortunado para estar con ella?
—Si hubiera sabido que te iba a gustar tanto, me lo habría puesto
antes —dice, tirando de las correas del vestido sobre sus hombros y
dejándolo caer al suelo. Rápidamente se quita el sujetador y bragas, y está
gloriosamente desnuda. No sé si alguna vez he estado así de excitado en
mi vida. La deseo tanto que es doloroso.
—Me gusta. Mucho —digo mientras ella avanza y empieza a
desvestirme. Fui capaz de guardar la memoria USB en mi coche, así que no
tengo que preocuparme de que la descubra. Cash la recogerá mientras
hacemos esto. Es un buen sistema el que tenemos.
Una vez que estoy desnudo, me besa con tanta fuerza que puedo
sentir el metal del piercing, y es como tirar un fósforo a un barril de
gasolina.
La follo más duro que nunca. Es salvaje y desesperado, y temo que
vaya a matarnos a ambos. Pero ella está ahí conmigo, mordiendo, tirando,
rogando. Nos destrozamos entre sí y cuando ha terminado, ambos estamos
cubiertos de mordidas y arañazos, y sé que si tuviera el cabello más largo,
me estarían faltando unos trozos. De alguna manera hemos acabado en el
suelo y ella comienza a reír.
—¿Qué fue eso? —Sacudo la cabeza, e incluso ese simple
movimiento es demasiado esfuerzo después de toda la energía que dejé
salir.
—No tengo idea —digo. Cada vez que estamos juntos se siente
229
significativo. Se lo amerito al hecho de que nuestros encuentros sexuales
son limitados, pero no sé si sea enteramente eso.
—Yo tampoco —dice, y giro la cabeza para mirarla a los ojos. Esta
vez, ella es la que se ve preocupada.
—¿Qué pasa? —pregunto. Traga y cierra los ojos, como si no pudiera
soportar verme. Sube la mirada al techo y fuerza una sonrisa.
—Nada. Solo estoy cansada.
Quiero preguntarle más sobre eso, pero también estoy agotado. Nos
quedamos dormidos en su piso, envueltos en sus sábanas y en los brazos
del otro.
27 Traducido por Ann Farrow & Vane Black
230
Corregido por Laurita PI

—Hemos golpeado la veta madre —dice Cash con alegría la noche


siguiente. Todos los chicos se congregaron para repasar la información en
la unidad flash y ordenar las primeras horas de vigilancia. Es útil que seamos
tantos, porque hace que la aburrida búsqueda por horas de video desde
varios ángulos diferentes se pase mucho más rápido.
—Aquí está todo. Los registros financieros, información de contacto.
Es como si quisiera que lo encontremos —dice Cash con una sonrisa—.
Estos chicos con dinero piensan que son tan intocables que ni siquiera se
molestan en protegerse a sí mismos.
—¿Es suficiente para chantajear? —pregunto y asiente con
entusiasmo. Parece haberse recuperado por completo de su crisis inducida
por el alcohol y recobró su alegría habitual. Me alegro porque en verdad
no sé cómo manejar un Cash malhumorado.
—Abso-jodida-mente. Ni siquiera necesitamos el video. Esto es más
que suficiente. —Perfecto.
—Tengo algo —dice Row, quitándose los audífonos y chasqueando
los dedos para llamar nuestra atención. Hardy, Track, Baz y él se
encuentran todos listos con los ordenadores portátiles y audífonos,
repasando la vigilancia.
El resto de nosotros deja de hacer lo que estamos haciendo y presta
atención mientras Row se quita los audífonos y sube todo el volumen.
Es una llamada telefónica entre Beaumont y alguien más y si no
contáramos ya con los registros financieros, eso sería suficiente para tenerlo
justo donde lo queremos.
Todos escuchamos cómo Beaumont expone su plan para cambiar
un montón de su dinero a cuentas en el extranjero para evadir impuestos,
sus planes para bordear regulaciones de la Agencia de Protección
Ambiental y pagar a políticos. Todo en una sola llamada telefónica.
—¿Sabes con quién habla? —le pregunto a Row.
—Es uno de sus socios de negocios, Clint Hardwicke. —Los dos
parecían uña y mugre, lo que en realidad eran. Sucio, sucio, sucio.
—Adelantémonos y copiemos las partes más importantes y
empezaremos a crear un archivo. —Nunca confrontamos nuestros
estafados en persona. Demasiado arriesgado. Pero una vez que teníamos
lo suficiente en un archivo, se lo enviábamos y hacíamos nuestras
demandas. Nos permitían mantener el dinero que ya tomamos y no damos 231
a conocer el archivo. Funciona de maravilla.
En una hora más o menos, tenemos un buen archivo comenzado.
Nos favorece acumular tantos datos como sea posible, así que
esperaremos unos días y conseguiremos unos vídeos más mientras
aguardamos otros documentos y grabaciones de su computadora.
Tenemos que demostrar que sus actos sucios han continuado y se han
expandido.
Dos semanas. Menos que eso, en realidad. Dejo la reunión y me dirijo
de nuevo a lo de Saige. Le hablé de Leo el domingo y ella insistió en que lo
traiga conmigo ahora, así que lo recojo en mi camino. Tan pronto como
entro a su casa, ella está toda sobre él y él está todo sobre ella. Es difícil
decir quién ama más al otro. Nunca lo he oído ronronear tanto.
—Creo que me acompaña por mi dinero —le digo una vez que nos
sentamos en el sofá y vemos una película estúpida mientras Leo duerme en
el regazo de Saige.
—Bueno, es un poco más fácil de abrazar que tú, pero siempre
terminaría como el que más abraza, entonces. —Sé que bromea, así que
solo sacudo la cabeza hacia ella.
—Eres ridícula.
—Lo que sea —dice, sacándome la lengua. Quiero morderla. Ha
estado usando su anillo en la nariz cuando estamos solos y tengo que decir
que me encanta. Le tomé algunas fotos con mi teléfono cuando se
encontraba distraída y las transferiré cuando consiga uno nuevo en
California. No se supone que dejemos nada o llevemos nada con nosotros,
pero me llevaré unas pocas de Saige conmigo. No puedo borrarla de mi
vida. Simplemente no puedo.
Leo termina durmiendo entre nosotros esa noche.
—Es tan dulce, no quiero moverlo —susurra Saige, acariciando sus
orejas. Él se estira y puedo decir que disfruta de toda la atención.
—Corta rollos —le digo, mirándolo. Solo bosteza y se mueve más
cerca de Saige.
Se ríe y sigue acariciándolo.
Me despierto en medio de la noche y siento como si no pudiera
respirar. Me siento y miro alrededor. Saige se encuentra a mi lado, Leo
sentado entre nosotros y mirándome con los ojos grandes como si hubiera
perturbado su sueño.
Saige se halla profundamente dormida, así que me levanto de la
cama tan silenciosamente como puedo y voy al baño para conseguir un
vaso de agua. Mi piel se siente incómoda y parece que no puedo lograr 232
respirar con profundidad. No tengo ni idea de por qué. No tenía un mal
sueño. Tengo esos a veces, sobre todo cuando pienso en mi madre antes
de irme a la cama.
Vuelvo a la cama y veo que Leo ha tomado mi lugar. Lo empujo y
abrazo a Saige. Necesito algo para aferrarme porque siento como que me
derrumbo a pedazos.

—¿Estás bien? —me pregunta Saige a la mañana siguiente. Sé que


me veo como una mierda, porque no dormí la noche anterior, incluso
después de que abracé a Saige y me aferré a ella como si fuera un
salvavidas.
—Sí, simplemente no dormí bien. Me siento raro —digo, aunque es un
eufemismo. En realidad, no puedo describirlo de otra forma.
Saige extiende su mano y la coloca en mi frente como mi madre
solía hacer.
—Te sientes un poco caliente. Tal vez te contagiaste algo. —Niego
con la cabeza, porque no es mi cuerpo el que se encuentra enfermo. Es mi
mente.
—Tal vez deberías quedarte en casa. Solo tengo dos clases hoy y
puedo volver y cuidarte. —Tan atractiva como la idea es, tengo que ir a
trabajar.
—¿Llevarás un traje sexy de enfermera de todos modos? —pregunto.
Golpea mi hombro y luego se va a llenar el plato de Leo de agua. Está
envolviéndose en sus piernas y maullando como si estuviera siendo
descuidado horriblemente.
—Ya veremos. Pero tómalo con calma. He estado preocupada por
ti. —No tendrá que preocuparse por mucho más tiempo. Planto una
sonrisa en mi cara y pongo ambas manos en su trasero para arrastrarla
hacia mí por un beso.
—Estoy bien. Simplemente ocupado con el trabajo. Nos vemos esta
noche. —Agarro mi maletín y se despide de mí con la mano mientras Leo
pide atención. Por un segundo me permito imaginar que pudiera hacer
esto todos los días. Esa sería mi rutina, darle un beso a Saige e irme a
trabajar. 233
En otra vida.

Los instintos de Saige son correctos y me comienzo a sentir adolorido


y espantoso alrededor del mediodía. Al final del día apenas puedo
mantener mi cabeza en alto y he corrido al baño para vomitar dos veces.
Aparte de las migrañas, casi nunca me enfermo y eso me pone de
malhumor.
Le digo a Grace que me tomaré el día de mañana y me mira con
lástima, pero veo la botella gigante de alcohol en gel que tiene en su
escritorio. Probablemente recubrirá la oficina con él después de que me
vaya.
Apenas puedo mantenerme en pie para el momento que llego a lo
de Saige y ella se compadece de inmediato de mí. Me acomoda en la
cama, me da una medicina, té y paños fríos son presionadas sobre mi
frente y luego se acuesta a mi lado y tararea. En la bruma de mi
enfermedad, me lleva un tiempo darme cuenta que es “Fire and Rain” de
James Taylor. La canción favorita de mi madre.
No quiero pensar en ella ahora mismo.
—Detente —digo, pero sale como un susurro. Mi garganta se
encuentra en carne viva a causa del vómito.
—Pensé que amabas esa canción. Me dijiste que era tu favorita —
dice. Abro mis ojos y la miro. Es tan hermosa.
—Me recuerda a mi madre —digo.
—Lo siento. No debería haber hecho eso —dice, quitando la tela y
acariciando mi frente con los dedos fríos.
—Está bien —le digo. Mis defensas están bajas y simplemente no me
importa una mierda. Me voy a ir de todos modos, así que ¿qué importa?
Por un momento, sus manos se detienen mientras asimila esa
información y luego empiezan a moverse de nuevo. —Dijiste que fue
asesinada. ¿Quién la mató?
—Alguien a quién mi padre le debía dinero. —Oigo una inhalación
234
brusca y veo su cara mientras procesa esa información.
—¿Y qué pasó con él? —Inhalo durante mucho tiempo antes de
decirlo.
—Lo mataron en la cárcel. Me alegro de que esté muerto. Se lo
merecía. —Sus dedos se congelan de nuevo. No me importa si sueno cruel.
No puedes juzgar hasta que conoces la situación.
—Lo siento por ti. Lo siento mucho. —Sé que lo dice de verdad, pero
no quiero hablar más.
—Detente —digo y quita su mano.
—Lo siento —dice, levantándose para dejarme en paz.
—No te vayas. Simplemente no hablo de ella —digo. Parece
entender y vuelve a sentarse a mi lado.
—Solo descansa. No te preocupes por nada más.
Por fin me quedo dormido y se encuentra aquí, a mi lado.

La siguiente vez que abro los ojos todavía me siento mal, pero no tan
mal. Debió ser algo de veinticuatro horas. Saige se acurrucó a mi lado,
durmiendo profundamente y Leo se encuentra a sus pies. Me levanto con
cuidado para no despertarla y voy a usar el baño y lavarme los dientes
porque mi boca sabe asquerosa.
Reviso el teléfono y encuentro un mensaje de Cash de que tienen
más para el archivo y le respondo que me alegro y luego trastabillo de
nuevo a la cama. Los ojos de Saige parpadean al abrirse cuando jalo las
sábanas de nuevo al entrar. Estoy muy frío por alguna razón.
—¿Cómo te sientes? —pregunta. Es la una de la mañana y tiene que
ser agotador cuidarme. Nunca planeé que me viera así, pero es una
excelente enfermera.
—Mejor, pero todavía como la mierda —digo, acostándome. Mi
estómago se retuerce y me preparo para salir corriendo de nuevo, pero se
asienta y me acuesto.
235
—Iré a traerte un poco de ginger ale —dice, pero extiendo mi mano
para detenerla.
—Está bien. Puede esperar. —Pero sacude la cabeza y lo hace de
todos modos, además no me encuentro en condiciones de detenerla.
Unos minutos más tarde regresa con un vaso de ginger ale
efervescente y un pequeño plato de galletas.
—Ve si puedes mantener esto en tu estomago —dice, y me da una
galleta. Obediente, la tomo y la muerdo en una esquina. La cosa es seca y
salada, pero espero no devolverla.
Saige me observa comer y beber y parece que quiere decir algo.
—Hablaste en sueños. Me despertó —dice. No tengo ni idea sobre
de qué habla.
—No hablo dormido —digo, terminando una galleta y comenzando
una segunda.
—Bueno, entonces solo lo haces cuando estás enfermo. Dijiste un
montón de cosas que no tienen sentido. —La miro y espero que mis ojos y
expresión se mantengan estables. De vez en cuando, cuando era niño
hablaba en sueños. Mi madre pensaba que era divertido y solía apuntar
algunas de las cosas que decía, pero no lo he hecho en mucho, mucho
tiempo. O por lo menos no fui consciente de ello.
—¿Dije algo que tuviera sentido?
—Solo repetías que eras Sylas. —Mi estómago se revuelve y quiero
vomitar por una razón diferente. No existe manera de ocultar mi reacción
cuando dice mi nombre real.
—¿Quién es Sylas? —pregunta mientras trato de respirar.
—Nadie —digo, y ambos sabemos que eso es una mentira. No hay
nada que pueda decir para hacerme salir de esta situación.
—De acuerdo —dice, fingiendo que me cree—. Los sueños son
divertidos a veces, ¿no? —Sonríe y me da un beso en la frente.
»Ahora come algunas galletas más.
No tengo más remedio que hacer lo que dice, pero ahora quiero
dormir con un ojo abierto.

236

Termino colapsando de nuevo por el cansancio y la siguiente vez


que me despierto, se encuentra en la cocina preparando el desayuno.
Retuve la ginger ale y las galletas, y ahora mi estómago ruge por comida
real.
Tengo dos opciones: o bien puedo inventar una historia sobre el
nombre Sylas, o puedo dejarlo así. Si hago una gran cosa de ello, pensará
que es importante y eso podría llamar más su atención que si simplemente
lo dejo así.
Así que decido dejarlo así mientras me tambaleo fuera de la
habitación.
—¡Él vive! —dice, viniendo a darme un abrazo, usando nada más
que una de mis camisetas.
»Pensé que permanecerías en la cama por un rato más. ¿Cómo
estás? —Me mira con una sonrisa en su rostro somnoliento.
—Mucho mejor. ¿Quizá tengas un poco de avena o algo así? No
quiero arriesgarme con nada que pueda vomitar de nuevo. —Me da un
plato que lleno de avena, plátanos y arándanos.
—Hay más galletas y ginger ale si no puedes con eso —dice,
haciéndose un tazón de avena y poniendo fruta en la cima.
—Esto está muy bien, gracias. —Toma mi mano y me lleva hasta el
sofá. Se sienta con las piernas cruzadas debajo de ella, frente a mí, con su
tazón.
—Tu color se ve mucho mejor. Me pregunto qué tenías.
—No tengo idea —digo, aún receloso de ella. Parece haber
olvidado nuestra conversación de anoche.
—Bueno, voy a cruzar los dedos para que yo no lo contraiga porque
no pareció divertido y ni siquiera fui la que pasé por ello.
—Si lo haces, me ocuparé de ti. Gracias por todo, Saige. —
Realmente lo digo en serio. No tenía que hacer eso por mí, y lo hizo sin
siquiera vacilar.
—Eres mi novio. Es mi trabajo cuidar de ti. —Mete su cuchara en la
boca y sonríe.
Decido que me siento bien, como para ir a trabajar.
Aún no tengo demasiada energía, pero mi estómago funciona otra
vez en forma normal. Al final del día, estoy limpio y listo para volver a Saige.
No menciona a Sylas de nuevo, o en cualquier momento durante la 237
próxima semana. Pronto falta solo una semana para irme y cuento mis
horas con ella. Hemos ido a citas y a bailar y hemos pasado el rato con sus
amigos en una relación formal. Lo todavía no me quiere, pero en este
momento no importa en absoluto. Todavía intento conquistarla y creo que
lo logro un poco.
Los chicos van a toda velocidad para mudar todo a California. La
mayoría de los coches ya se han ido y Hardy se ha adelantado para tener
todo preparado para nosotros. En el momento en que lleguemos allí,
nuestros apartamentos estarán establecidos y tendremos nuevas
identidades.
—Quiero ser Slash en esta ocasión —dice Cash, abriendo una vieja
discusión. Siempre quiere tener un nombre que es a la vez ridículo y muy
cerca de su nombre actual.
—Es una pena —dice Row mientras nos da nuestra nueva
documentación.
Esta vez soy Robert Perry. Suena como el nombre de un político
aburrido.
—¿Glenn Buttlicker? —dice Cash, leyendo el nombre en su nueva
licencia de conductor. Row se ríe y todos empezamos a reír.
—No es jodidamente divertido —dice Cash, su cara volviéndose roja.
Ya se encuentra a punto de perder la razón porque está empacando sus
antigüedades y cargándolas en un camión que va a conducir
personalmente todo el camino a California. Lo hace cada vez porque no
confía en nadie más para mover su preciosa basura.
—Es una broma. Eres Kenneth Andrews. —Tendemos a escoger
nombres que son simples y fáciles de olvidar.
—Aburrido —dice Cash, arrojando la identificación falsa y agarrando
la otra de Row.
—Oye, puedes volver a ser el señor Buttlicker si quieres. —Row mueve
la identificación falsa delante de la cara de Cash y él solo mira.
Le he encontrado a Lizzy un nuevo lugar y tengo los papeles para
transferirla. Todo lo que necesito hacer es recogerla y conduciremos uno
de los coches a California sin que nadie se entere. La llamé y le dije que se
mudaría, sonó un poco triste, pero cuando mencioné que la nueva
instalación cuenta con una piscina, casi perdió su mente con entusiasmo.
Me siento mal arrastrándola lejos, pero trato de hacer lo mejor que puedo,
dadas las circunstancias.

238

Cuatro días antes de que estuviéramos preparados para enviar el


archivo a su padre, Saige actúa en manera extraña.
—¿Estás bien? —Ha estado torpe y distraída, lo que es muy diferente
a su forma de ser.
—Sí, estoy bien —dice con una voz chillona acariciando de manera
ausente a Leo, mientras hace su tarea. Bueno, pretendiendo hacer su
tarea. Ha estado mirando hacia el espacio durante al menos los últimos
diez minutos. He estado leyendo y sigo levantando la vista de mi libro.
—No estás bien, ¿qué pasa? —Bajo mi libro y se da la vuelta en su
silla para mirarme. Su cara se encuentra un poco roja, lo que es extraño.
No se sonroja tanto cuando no estamos en la cama.
—Tengo que decirte algo. —En un minuto creo que mi mundo se
desmorona. En todo lo que puedo pensar es que se enteró de lo que soy y
que le va a decir a mi padre. Que dije mucho más en mi sueño de lo que
en principio me dijo. Necesito toda mi fuerza de voluntad para mantener
mi voz tranquila cuando hablo.
—¿Qué es?
Toma un respiro, se muerde el labio y luego lo deja salir.
—Te amo.
Oh.
Oh.
OH.
—Eso no es lo que esperaba —dejo escapar mientras su cara se
cubre de una docena de tonos de rojo.
—Bueno, eso es todo. No tienes que decírmelo. Solo... quería que lo
supieras. He querido que lo sepas desde hace un tiempo, pero pensé que
era tal vez era demasiado pronto, recién empezamos a vernos. —Me
levanto del sofá y me acerco. Me pongo de rodillas para que nuestros
rostros se encuentren al mismo nivel.
—Eso no fue lo que esperaba, pero no puedo negar que me siento
feliz de escucharlo —digo. Su rostro se ensombrece.
—Pero no estás listo para decirlo de vuelta. Sé honesto conmigo,
239
Quinn. —No me gusta la forma en que mi nombre falso suena en sus labios.
Quiero que me llame Sylas solo una vez.
No tengo absolutamente ningún control sobre las palabras que salen
de mi boca. Ninguno.
—También te amo.
—¿En serio? —dice, la sonrisa en su rostro tan brillante que podría
iluminar un estadio.
¿Lo hago?
Miro sus ojos por un largo, largo tiempo, casi sin respirar. La verdad de
mi declaración brilla de nuevo en mí. Si esto no es amor, entonces no sé
qué es. En algún momento, se deslizó en mi corazón y se instaló allí. Estaría
loco para negarlo ahora.
—Lo hago. Te amo, Saige. —Coloca los brazos alrededor de mi
cuello y me sostiene cerca. Me levanto y la llevo conmigo,
balanceándonos alrededor de su sala de estar. Ríe y se sostiene con
fuerza.
Dicen que si amas algo, se supone que debes liberarlo. Pero estaré
jodido si la dejo ir. No existe el destino, porque si existiera, mi padre no
habría que asesinado a mi madre, nunca habría crecido como lo hice. No
existe el destino, porque si existiera, no tendría que abandonar a la chica
que amo.
—Te amo, Pelirroja —le digo al oído.
—También te amo,. Me siento tan feliz.
—Yo también.
Decido que tenemos que celebrar, pero en lugar de salir, bebemos
champán, desnudos en la cama.
—Tenía tanto miedo de decirte. Sé que eres muy tímido cuando se
trata de tus sentimientos. Es por eso que he estado tan loca los últimos días.
Esto nunca me ha sucedido antes. Siempre pensé que el amor a primera
vista era una mierda, pero te juro que la primera vez que te vi en la
cafetería, lo supe. —La primera vez que la vi, tenía una peluca de color
marrón con lentes de contacto de color. Nunca le he preguntado al
respecto, porque no quiero que sepa que la observaba. Probablemente
pondría un freno a la declaración romántica.
No voy a decirle quien soy. Todavía me voy a ir. He elegido mi
camino y no hay vuelta atrás. No daré marcha atrás.
Esto no funcionará. Mi suerte se ha acabado.
—¿Qué dices de venir conmigo a casa de mis padres y decirles? Me 240
gusta esta idea de dejar caer una bomba sobre mi madre cada vez que
los visito. Y ese será un día después que termine por completo mi tatuaje,
así que es el momento perfecto. —Me sonríe y devuelvo la sonrisa, pero no
es fácil.
Me iré.
Me he enamorado de esta chica y tengo que dejarla y será una de
las cosas más difíciles que he tenido que hacer. ¿Pero incluso si me
quedaba? Todavía no funcionaría. ¿Al segundo en que se entere que la
estoy usando para llegar a su padre? Se acabará. Su amor se quemará en
odio y nunca querrá volver a verme.
De cualquier manera, me iré. Prefiero dejarla así. Sabiendo que
todavía me ama. Tal vez eso me hace un idiota, pero que así sea. Con el
tiempo, me superará y estará con alguien más. Alguien que no se ha
acostado con ella desde el primer día.
—Eso suena como una gran idea —le digo. Lo es. Pero aun así eso no
sucederá.

Saige y yo hacemos el amor toda la noche. Sé que eso es lo que es


ahora. El sexo entre nosotros ha sido así por un tiempo, pero era
demasiado testarudo para verlo. Nuestros cuerpos son dos instrumentos
que juegan en perfecta armonía uno con otro. Ella me complementa, yo
la complemento. Nunca he tenido un encuentro sexual que sea tan
jodidamente perfecto.
No retengo nada. Me digo a mí mismo que cada vez puede ser la
última vez y tengo que darle todo porque nunca conseguiré esto otra vez.
Nunca encontraré otra mujer como ella. Esto es todo para mí. Mi único
resplandor brillante de felicidad y amor en una vida de otra manera gris.
—Te amo —dice una y otra vez. Me emociono cada vez que la
escucho y siempre lo digo de vuelta. Necesito decirlo todas las veces que
pueda. Necesito que sepa que es verdad. Que incluso si todo lo demás
que le he contado sobre mí es una mentira, esta es la única verdad que
puedo darle.
Me pregunto qué le dirá su padre sobre mí después que me vaya. Si
incluso me menciona. O si va a pretender que nunca existí. No me 241
preocupo por él, solo por ella.
Esa noche la llevo a cenar, al primer restaurante donde bailamos.
Pedí la misma comida, nos sentamos en la misma mesa y bailamos de
nuevo “Take me to Church”
—¿Recuerdas el callejón? —dice en mi oído mientras nos
balanceamos con la música. Hay gente que mira, pero déjenlos mirar.
—¿Cómo podría olvidarlo? —digo, pasando la mano por su espalda.
Se ríe, un sonido rico, encantador.
—No podía creer que lo hiciste. Bromeaba contigo, pero luego vi la
mirada en tus ojos y te deseaba tanto que apenas podía estar de pie. —El
sentimiento era mutuo. Esta vez con Saige todo se siente... irreal. Como un
sueño. No creí que podría experimentar estas emociones por alguien.
Dejarla dolerá. Oh, va a hacer más que doler. Me va a destrozar.
Trataré de mantenerme entero, pero todo será un acto. Con brusquedad,
empujo esos oscuros pensamientos a un lado y me aferro a ella. Sé que mis
dedos se clavaban en su piel y es probable que esté lastimándola.
—¿Quinn? —dice, una pregunta.
—Solo quiero aferrarme a ti, Saige. Solo déjame abrazarte. —Asiente
contra mi pecho y me deja. Cierro los ojos y absorbo todo lo que puedo
acerca de este momento. Su calidez, sus curvas, su olor, el roce de su
cabello en mis brazos. La forma en que respira. La necesito y ella está aquí
conmigo.
La canción termina y tengo que soltarla. La suelto y doy un paso
atrás.
—No te preocupes, sé feliz —dice, alcanzando y acariciando mi
mejilla. No me he afeitado, lo hice por ella. Dándole una última
oportunidad de tenerme de la forma en que me quiere.
—Estoy feliz. Estoy contigo —digo y nos sentamos para comer el
postre.
Me deja tenerla en otro callejón, pero en esta ocasión no es follar.
Los movimientos son los mismos, pero las emociones detrás de ello hacen
toda la diferencia. La adoro con mi cuerpo y ella hace lo mismo. Por
supuesto, su vestido se arruinó, y coloco mi chaqueta sobre sus hombros
para cubrir la parte de atrás hecha de tiras. Se apoya en mi hombro y
tengo una idea loca.
—¿Quieres venir a un lugar conmigo?
—Me gustaría ir a cualquier parte contigo —contesta.
La llevo a la misma calle de mi verdadero apartamento. No le digo 242
que vivo aquí, acabo de aparcar y la ayudo a salir.
—¿Qué hacemos aquí? —pregunta, mirando a su alrededor. Se trata
de una zona residencial, por lo que no hay negocios.
—Déjame enseñarte —digo, tendiéndole la mano. Camina conmigo
a medida que nos acercamos a la cerca que mantiene a la gente como
yo, fuera del parque.
—Esto va a ser un poco difícil —digo, mirando a la valla.
Normalmente es fácil para mí escalar, pero tengo la sensación de que no
lo será para Saige, en especial teniendo en cuenta que lleva puesto un
vestido.
—¿Entraremos al parque? —dice, con los ojos brillando bajo la luz
anaranjada de las farolas.
—De hecho, lo hacemos —digo, inclinándome hacia abajo y
extiendo las manos para que pueda poner el pie en mí como un soporte.
—Psh, tengo esto —dice ella, agitando su mano para apartarme.
Después de un momento de mirar a la cerca, la agarra y se balancea a sí
misma, utilizando las barras horizontales de la valla como escalones para
subir. Hace una pausa en la cima de la valla y luego cae en el otro lado.
Con una sonrisa, se endereza y me hace señas con un dedo torcido.
—Vamos.
La sigo y entonces paseamos por el parque.
—Vengo a este parque mucho. Sé que suena raro, pero me gusta
ver las casas e imaginar cómo es la vida de las personas que viven en ellas.
—Pasamos a las afueras de un cuadrado de luz desde la ventana de la
cocina de alguien. Hay cortinas con volantes blancos que nos protegen de
la escena en el interior.
—No suena espeluznante. Suena dulce. Y un poco triste. —Frota mi
brazo y se acerca para apoyarse.
—A veces pretendo tener conversaciones con la gente que habla
demasiado alto en sus teléfonos celulares. Al igual que, si hacen una
pregunta, la contesto. A veces me atrapan y es bastante vergonzoso. —Se
ríe y me hace sonreír.
»Sólo quería compartir esto contigo —digo.
—¿Por qué es que cada vez que estoy contigo, siento como si
estuvieras tratando de decirme adiós? —Mi sangre se congela en mis
venas y mis pies se tropiezan entre ellos.
—No lo hago —digo, pero mi voz es plana.
—¿Está todo bien, Quinn? Sabes que puedes hablar conmigo sobre 243
cualquier cosa.
Me recompongo y esbozo lo que espero sea una sonrisa
convincente.
—Lo sé. Estoy bien. —La llevo a un banco y decido que la mejor
manera de conseguir que deje de hacerme preguntas es levantar su
vestido y enterrar mi boca entre sus piernas. Funciona sorprendentemente
bien.
Cuando la dejo levantarse, sus ojos son confusos y camina
lentamente a mi lado.
Dos días. Ni siquiera dos días completos. Mañana y el día siguiente,
está previsto que el archivo llegue a la cuenta de correo electrónico de su
padre a las 2 p.m. Para ese entonces, me encontraré en la carretera con
Lizzy.
—No puedo esperar por ver mi tatuaje terminado —dice después de
que la llevé de vuelta a la cerca y nos dirigimos hacia el coche.
—Se va a ver increíble —digo. No lo veré, pero sé que Crash lo hará
bien por ella.
—Eso espero. Tengo este miedo de que vaya a salir como una
mierda y luego voy a tener este horrible tatuaje en la espalda para
siempre.
—Va a estar bien —digo, abriendo la puerta del lado del pasajero
para ella.
Ella estará bien. Espero.
28 Traducido por Fany Keaton
244
Corregido por GypsyPochi

Me gustaría poder quedarme en la cama con Saige al siguiente día,


pero tengo que ir a trabajar y limpiar mi portátil. Es bueno tener una lista de
cosas que hacer. Mantiene a mi cerebro ordenado, mis pensamientos
ocupados.
Para el final del día mi portátil está limpia de cualquier cosa que
pudiera incriminarme. Los archivos de mis clientes —los legítimos—, fueron
enviados en una nube y todo lo demás se ha ido. Mi escritorio no tiene
nada con lo que puedan rastrearme. He limpiado cada superficie y el
equipo de limpieza llegará aquí para hacer el resto. Los trámites de
transferencia de Lizzy ya fueron resueltos, después de que usé un poco de
dinero para acelerar el proceso. Tengo que recogerla mañana a las diez
de la mañana.
Row se unió a Hardy, y el resto de los chicos conducirán dos
camiones de mudanza y autos que quedan. Tengo el BMW para llevar a
Lizzy. Dejaré la mayor parte de mi apartamento atrás, con la excepción de
Leo, mi bóveda y la mesa de café, lo que se acomodará en la parte
trasera del auto y el maletero. Y si no cabe, lo ataré al techo y me
parecerá bien.
Solo queda una cosa por hacer. Decirle adiós a Saige. Solo que no
puede saber que me estoy despidiendo de ella.
Llego a casa del trabajo a la hora de siempre y ella se encuentra
estudiando, los libros se extienden a su alrededor, su cabello recogido en
un moño en la parte superior de su cabeza. Lleva una camisa ahogada, sin
sujetador y unos pantalones cortos con el logotipo de la universidad en un
lado.
Es impresionante.
—Bienvenido a casa, querido —dice, dejando su pluma a un lado y
corre para lanzar sus brazos alrededor de mi cuello. Se pone de puntillas y
me sonríe de forma brillante.
—¿Cómo estuvo tu día? ¿Debería buscarte tus zapatillas? —Se ríe y
la beso con la fuerza suficiente que casi muerdo su labio.
—Mi día estuvo bien. ¿Cómo estás?
—Bien. Solo cansada. Pero si hago lo suficiente, entonces podemos
ver una película y pensaba en comprar pizza esta noche. Tengo ganas de
queso derretido. —Sus ojos se abren a la mención del queso. A mi pelirroja
le encanta su queso.
—Eso suena perfecto. De todos modos tengo trabajo que hacer, así
245
que regresa a lo que hacías. Te haré un poco de café.
—Eres el mejor —dice ella, regresando a la mesa y sentándose de
nuevo con su trabajo.
Pongo un nuevo filtro en la cafetera y me voy a cambiar la ropa por
algo más cómodo. No tengo muchas cosas aquí, pero regresaré mañana
cuando se vaya a estudiar para sacar mis cosas de su apartamento.
Desearía que pudiera dejar algo de mí para ello, pero eso no es posible.
Me pregunto que irá a pensar cuando regrese a casa y todas mis cosas se
hayan ido. O me envíe un mensaje de texto y no le responda. O vaya a mi
oficina con el almuerzo y mi escritorio esté vacío. No quiero imaginarlo,
pero no puedo parar.
El resto de la noche se tiñe de melancolía para mí. No puedo
permitirme disfrutar este tiempo porque sé cuán pronto se va a acabar.
Se acurruca contra mí y la dejo escoger la película. En cambio de
verla, la veo a ella. Como la luz de la pantalla parpadeante cruza su rostro.
Como su expresión cambia mientras la ve. Como sus ojos se arrugan
cuando se ríe.
Cuando la película acaba, la llevo a la cama y le hago el amor
como si fuera la última vez, lo cual lo es. La hago llegar al clímax una y otra
vez hasta que tiene que rogar que me detenga. Después de eso cae en
un exhausto sueño en mi pecho, pero no puedo cerrar los ojos. Me
encuentro bien despierto y confundido. Cuento las horas, minutos,
segundos hasta que suena su alarma. No he cerrado los ojos de más de un
parpadeo toda la noche.
Se estira adormilada a mi lado.
—Estuviste bien anoche. Si camino gracioso hoy, sé a quién culpar.
—Se pone de pie y hace una mueca, pero me da una sonrisa.
Después nos duchamos por separado, finjo prepararme para ir a
trabajar. No tiene clases hasta las nueve, así que me voy una hora antes
de ella.
Descansa en la cama, su cabello mojado y enredado cuando voy a
decirle adiós. Respiro y me inclino, poniendo mis labios en los de ella. Me
gustaría que llevara su lápiz labial, así quedaría en mi rostro.
Pero sus labios están desnudos y dulces y parpadea hacia mí, toca
mi rostro cuando rompo el beso y le sonrío angustiado.
—Nos vemos en la noche —me dice.
—Nos vemos en la noche —digo, y beso su nariz. En la puerta, me
detengo y miro hacia atrás hacia ella.
—Te amo —digo. Ella rueda sobre su estómago y trazo su cuerpo con 246
mis ojos. Memorizándolo.
—También te amo.
Con cada paso, pequeños trozos de mi corazón se desprenden y
caen detrás de mí. Dejo una gran cantidad de piezas de mí detrás. No
creo que vaya a recuperarlos nunca.

Conduzco por un rato en el auto, solo pensando y quemando


gasolina. Me siento afuera de su apartamento y espero que se vaya. La
observo mientras aleja el cabello de su cuello y sube a su auto rojo dulce.
Después de que se va conduciendo, espero por veinte minutos y luego
entro a su apartamento por segunda vez. No quiero quedarme aquí
mucho tiempo, así que me muevo tan rápido y tan eficaz como puedo.
Una vez que he revisado cada pedazo del apartamento, estoy listo para
irme.
Miro hacia atrás de nuevo y tomo una decisión impulsiva. Voy al
baño y busco su lápiz labial. Lo destapo y dibujo un corazón en su espejo
antes de poner el tubo en mi bolsillo y cierro la puerta detrás de mí.

Me encuentro entrando a mi auto cuando siento algo contra mi


nuca.
El cañón de una pistola.
Alguien me espera en el asiento trasero de mi auto.
—Conduce —dice la voz y llevo mis ojos al retrovisor, pero la persona
se halla cubierta de pies a cabeza en negro, incluyendo un
pasamontañas. Los ojos son de un color marrón y sin gracias. No sé quién
es.
Mi corazón late un poco, pero hago lo que dice. No hay mucha
247
elección cuando tienes una pistola apuntándote en la cabeza.
Me dirige calle debajo de la de Saige y luego me hace ir a un garaje
al lado de una unidad de vivienda.
Entro y espero.
Silencio.
El arma se clava en la parte posterior de mi cráneo y el único sonido
es mi aliento y el de mi… ¿secuestrador?
—Sal —dice y hago lentamente lo que dice. Espero que una vez
pueda alejar el cañón de la pistola de mi cerebro, pueda atacarlo y tomar
control.
Pero el segundo en que salgo del auto, soy golpeado con miles de
voltios de electricidad. Un jodido taser.
A medida que mi cuerpo se estremece y cae al piso de concreto,
pienso que debí haber estrellado el auto porque entonces al menos tal vez
podría haber escapado.

La próxima vez que abro los ojos, me encuentro atado a una silla con
una cuerda. Hay una sola bombilla que cuelga del techo de lo que es
claramente una pequeña habitación de hormigón. Es tan típico que quiero
reírme. Mi cabeza sigue un poco borrosa, así que tuvieron que haberme
drogado. No tengo idea de por cuánto tiempo estuve inconsciente.
Pruebo las cuerda y están atadas bien apretadas. Quien sea que las haya
atado probablemente fue un niño explorador o un marinero. Quién sabe,
no es importante.
Lizzy me espera y me encuentro atrapado en esta jodida habitación
y no hay forma de contactar a los chicos y estoy atrapado en esta jodida
habitación.
Hay una puerta frente a mí y se abre. Alguien entra y casi me
muerdo la lengua por el shock.
—Hola, Sylas —dice Saige con una sonrisa en el rostro—. Qué
casualidad encontrarte aquí.

248
Epílogo
249
Traducido por Fany Keaton
Corregido por Valentine Rose

Él pensó que era muy inteligente. Muy astuto. Supongo que lo sería, si
yo no hubiera sabido exactamente lo que hacía.
Pero sabía. Sabía cada paso que haría. O al menos pensé que lo
hacía. Las cenas, bailes, decir las cosas correctas estaba todo en la
agenda. Pero entonces se desvió y no tuve más remedio que seguirlo.
Me encontraba fascinada. Claro, era guapo e increíble en la cama,
pero había secretos detrás de sus ojos que quería conocer. Al principio era
un trabajo, pero luego se convirtió en una obsesión. Una misión. Quería
hacerlo a un lado y ver que le hacía actuar así. Averiguar por qué hizo las
cosas que hizo.
Pensé que mi padre estaba loco cuando me propuso el trabajo. He
hecho un montón de trabajo encubierto, pero nada como esto. No me
encontraba segura si estaba lista para eso, pero la primera vez que lo vi en
la cafetería cuando llevaba mi disfraz (el cual, por supuesto, se supone que
lo intrigara), sabía que estaba a bordo. ¿Seducir a un hombre atractivo?
Infiernos sí.
Solo que nunca esperé enamorarme de él. Mucho.
Pero tengo un trabajo que hacer, y tiene prioridad sobre cualquier
cosa que pueda sentir mi corazón. Así que haré lo que se requiere y viviré
con las consecuencias. Incluso si eso significa que mi corazón se destruya
en el proceso.
Agradecimientos
Este libro ha sido un largo viaje. Al principio tuve la idea cuando me 250
encontraba en un avión volando hacia Escocia para una firma de libros.
Continuó burlándose de mí hasta que decidí comenzarlo. Me encontraba
en Edimburgo, así que hice la única cosa lógica. Fui a La Casa del
Elefante, la cual también resulta ser la cafetería en donde J. K. Rowling
escribió gran parte del primer libro de Harry Potter. Me imaginé que no
sería malo y al final de esa primera sesión de escritura había escrito cinco
mil palabras.
Eso fue hace casi un año. He trabajado de vez en cuando en este
libro desde entonces. Es uno de los proyectos de los cuales estoy más
orgullosa, sobre todo porque era tan nuevo. Nunca he escrito suspenso
romántico, y nunca he escrito un libro completamente desde el punto de
vista masculino. Pero aquí está y estoy orgullosa de ello. Inclusive si nadie
más lo lee, estoy orgullosa.
Debo darle las gracias en especial a mi siempre paciente editor, mi
publicista, mi formateador y en especial a Jay Crownover, quien leyó esto
y me dijo que no apestaba cuando me encontraba convencida de que sí
lo hacía. También me gustaría agradecer —y maldecir—, por una
sugerencia que cambió completamente el curso del segundo libro.
También me gustaría agradecer a las personas, quienes, cuando les
dije lo que escribía estuvieron emocionada y me dijeron que querían leerlo.
Como escritora, nunca sabes si tus ideas son buenas o no, o si valen la
pena perseguirlas. Así que gracias a todos lo que dijeron cosas buenas. : )
Y gracias a TI por dar este paseo conmigo. Probablemente no estén
muy contentos conmigo en este momento, pero les prometo que todo
saldrá bien. En su mayoría…
Back To Back
Él me subestimó. La chica con el pelo rojo y ojos 251
verdes. Pero yo también lo subestimé. Ambos somos
buenos en lo que hacemos. Juntos, somos
imparables. Pero tendré que tener cuidado. La
última vez lo engañé y no va a tomar la traición a
la ligera. Tendré que cuidar mi espalda... y mi
corazón.
Sobre el autor
Chelsea M. Cameron es una joven adulta. Según el 252
New York Times / EE.UU, hoy en día es la autora más
vendida en Maine. Amante de las cosas al azar y lo
ridículo, Jane Austen y de Charlotte y Emily Bronte,
entusiasta del pastel rojo terciopelo, bebedora de té
obsesiva, vegetariana, porrista y la peor jugadora de
videojuegos.
Cuando no escribe, disfruta viendo comerciales
informativos, cantando en su auto y escribiendo
tweets. Es licenciada en Periodismo de la
Universidad de Maine, Orono que pronto abandono
para dedicarse a escribir sobre la gente de su propia
cabeza. A menudo, estas personas resultan ser tan extrañas como ella.
Visita su blog: chelseamcameron.com, síguela en
Twitter: @chel_c_cam, o en Facebook.

Potrebbero piacerti anche