Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
2
Es una traducción de fans para fans.
Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro.
También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y ayudándolo
a promocionar su libro.
¡Disfruta de la lectura!
Nota
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.
Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que 3
suben sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias
historias. Al subir libros de un autor, se toma como plagio.
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque
están subidos a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos
de fans las direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros.
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema
que enfrentan y luchan todos los foros de traducciones. Más libros saldrán si
se deja de invertir tiempo en este problema.
También, por favor, NO subas CAPTURAS de los PDFs a las redes
sociales y etiquetes a las autoras, no vayas a sus páginas a pedir la
traducción de un libro cuando ninguna editorial lo ha hecho, no vayas a
sus grupos y comentes que leíste sus libros ni subas capturas de las
portadas de la traducción, porque estas tienen el logo del foro.
No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad, sin
foros de traducción y sin sitios de descargas!
Staff
Moderadora
Dey Turner 4
Traductoras
Dey Turner Marie.Ang CrisCras
Moni Jeyly Carstairs Valentine Rose
Jenni G. Laura Delilah Pachi Reed15
Mel Wentworth Daniela Agrafojo Mire
Julie Pau_07 Annie D
Beluu Miry GPE Ann Farrow
Sandry MaryLuna Fany Keaton
Val_17 Dannygonzal Mae
Lauu LR Alessandra Wilde NicoleM
Majo Villa Vane Black
Correctoras
Mae Jadasa Melii
Miry GPE Helena Blake SammyD
Pachi Reed15 Mire Sandry
Anna Karol Vane Black Dannygonzal
Laurita PI ♫ MoniQue ♫ Daniela Agrafojo
Alessandra Wilde Vannia GypsyPochi
Fany Keaton itxi Valentine Rose
NicoleM Pau_07
Agus Herondale Daliam
Lectura Final
Beatrix
Diseño
Dey Turner
Índice
Sinopsis Capítulo 17
5
Capítulo 1 Capítulo 18
Capítulo 2 Capítulo 19
Capítulo 3 Capítulo 20
Capítulo 4 Capítulo 21
Capítulo 5 Capítulo 22
Capítulo 6 Capítulo 23
Capítulo 7 Capítulo 24
Capítulo 8 Capítulo 25
Capítulo 9 Capítulo 26
Capítulo 10 Capítulo 27
Capítulo 11 Capítulo 28
Capítulo 12 Epílogo
Capítulo 13 Agradecimientos
Capítulo 14 Back to Back
Capítulo 15 Sobre el Autor
Capítulo 16
Sinopsis
Para llegar a él, tengo que usarla a ella.
Jugaré con ella como si fuera un violin y la tendré enamorándose de 6
mí, incluso antes de que sepa lo que está pasando.
Será fácil. Lo he hecho antes y lo haré de nuevo.
Sólo es una niña.
Una herramienta para conseguir lo que quiero.
Cuando termine con ella, no lo pensaré dos veces antes de
alejarme.
Al menos, eso fue lo que pensé.
Hasta que la conocí.
Behind Your Back, #1
1 Traducido por Dey Turner
7
Corregido por Mae
Un mes antes…
—¿Otra? —dice el camarero, apoyando sus brazos velludos en la
barra cuando bajo mi vaso vacío de cerveza. Sacudo la cabeza y me
levanto.
—Hijo de puta —dice una voz detrás de mí y trato de no
estremecerme ante el sonido. Había pensado, al venir a este bar en
particular, que no sería molestado por mi trabajo diario. Pero parece
seguirme a todas partes.
Mantengo mi rostro en blanco y me doy la vuelta.
—Dale, qué casualidad verte en esta parte de la ciudad —digo,
automáticamente extendiendo la mano para que la sacuda. La toma y se
carcajea, el sonido rebota alrededor del bar y rechina contra mis
tímpanos. No soporto a este hombre, pero no tiene ni idea. Piensa que
somos los mejores amigos. Amigos de golf, amigos de apuestas, amigos de
copas. No somos nada de eso. Si, puede que haga esas cosas con él, pero
no somos amigos. No mezclo negocios con placer, y nunca me mezclaría 8
con su especie. Ni siquiera conoce mi nombre real.
—Ah, sólo decidí visitar los barrios bajos. Sabes cómo es, Quinn. —
Hace un guiño y se ríe de nuevo. Dale piensa que es gracioso, pero la
única razón por la que la gente se ríe de sus bromas es porque tiene dinero
y prácticamente les paga para que lo hagan.
—Ah, sí —digo con una sonrisa, odiándome por ello todo el tiempo—.
Bueno, tengo cosas que hacer, si sabes lo que quiero decir. —Es mi turno
para el guiño pícaro. Cristo, odio hacer esto, pero es el precio que pago
por conseguir lo que quiero.
Dale sacude mi mano de nuevo y se dirige al final de la barra,
golpeándola con su mano carnosa y llamando al camarero con una voz
retumbante que estoy seguro que hace que el camarero se encoja. Siento
como si debiera dejarle una propina extra grande por sus problemas. No
hay duda de que Dale terminará siendo sacado y metido en un taxi en un
par de horas. Es decir, si no corteja a una mujer con sus promesas de jets y
joyas y una esposa que se encuentra lejos.
Lo odio.
Dejo el bar, considerando parar un taxi, pero en su lugar decido
caminar. Necesito el aire.
Pero mis pies no me llevan a casa. Me llevan al parque. Trepo
fácilmente la valla de hierro adornado con señales de advertencia; He
venido aquí durante años y nunca he sido atrapado. Diría que es porque
soy especialmente cauteloso, pero probablemente es pura suerte. Así es
como la mayor parte de mi vida ha ido hasta ahora. Pura suerte, mala
suerte, suerte de mierda. Pero estoy tontamente tratando de cambiar eso.
Hasta ahora, las cosas han ido a mi favor, pero eventualmente se agotará
mi suerte.
Recorro el jardín, de vez en cuando mirando a través de una
ventana a la oscuridad en el interior. Es tarde y la mayoría de los seres
humanos se encuentran metidos en la cama con su marido, esposa, u otra
compañía. Me inclino y me quito los zapatos y calcetines, dejando que las
puntas de la hierba rocen mis pies al caminar.
Mañana tengo que trabajar. Y al día siguiente. Y el siguiente. Solía
disfrutar todos los días, pero ahora…
Las cosas cambian. Lo hacen. Siempre.
Cuando comencé, había estado lleno de fuego, venganza y pasión.
Ahora todo lo que siento es aburrimiento y frustración. Me consumo ante la
avanzada edad de veinticuatro años. Sacudiendo la cabeza ante mis
9
pensamientos auto-indulgentes, salgo del parque y regreso a mi
apartamento de mierda y mi cama de mierda.
—Hola, Leo —le digo a mi gato cuando corre hacia la puerta para
saludarme. Al menos lo tengo a él. Nunca había pensado en mí mismo
como el tipo que tiene un gato, pero cuando lo encontré en una caja
afuera en la calle, no pude dejarlo morir. Mi intención sólo era cuidar de él
por una noche y luego llevarlo a la sociedad protectora de animales. Ese
plan se fue a la mierda cuando se acurrucó en mi regazo y se quedó
dormido con la lengua parcialmente fuera. No pude resistirme a él.
No tengo idea qué tipo de gato es, salvo que su pelaje naranja y
blanco crece extremadamente largo alrededor de su cuello, haciéndolo
lucir como el león menos que feroz.
Se frota en mis piernas y hace un sonido lastimero. Le di de comer a
la bestia hace tan sólo unas pocas horas, pero eso no importa. Me cantará
la canción de su pueblo hasta que lo alimente de nuevo.
—De acuerdo —digo yendo al armario y bajando una lata de
comida para él. Enloquece hasta que la pongo en su plato, su cola gira
salvajemente. Por supuesto, tan pronto como ha terminado con su
comida, querrá jugar a la pelota. Igual que un perro.
Consigo un vaso de agua para mí para empezar a aplacar los
efectos persistentes de la cerveza que consumí antes y camino hacia la
sala. No soy un decorador, así que mi casa está llena de cosas que, ya sea
he recogido a un lado de la carretera gratis, o han venido de empresas
escandinavas por correo y necesitaban ser ensambladas.
Mi mesa de café es una de las pocas cosas que he tenido conmigo
durante mucho tiempo. Paso la mano sobre la esquina que está
carbonizada, consiguiendo un poco de hollín negro en mis manos. Me
froto las manos. Es una superstición, pero no puedo dejar de hacerlo todos
los días.
Leo, finalmente saciado, corre hacia mí, con una bola de lana en la
boca.
—Bien, pero sólo esta vez —digo, quitándosela y arrojándola al otro
lado de la habitación. Se lanza para recuperarla y la trae de vuelta,
dejándola caer a mis pies.
—No, dije que una vez —digo. Responde en lenguaje gatuno, lo que
probablemente se podría traducir como “lanza la maldita pelota,
bastardo”. Claro que lo hago, y la persigue felizmente.
Mi teléfono suena y gimo. No es mi celular del trabajo, sino el pre-
pago que recibí de Cash hace dos semanas.
Lo saco de mi bolsillo trasero y respondo.
10
—¿Qué pasa? —digo, sabiendo que tiene que ser algo grande, o de
lo contrario no habría llamado. Claro, puede que el teléfono sea imposible
de rastrear, pero es mejor mantener la comunicación al mínimo de todos
modos.
—Tenemos un problema. —Esta es mi frase menos favorita en el
mundo entero. Justo detrás de “tenemos que hablar.” Cash siempre tiene
el mismo tono de voz cuando habla. Jodidamente alegre, incluso cuando
da malas noticias.
—¿Qué es? —digo, quitándole la pelota a Leo y aventándola de
nuevo. Puede seguir así por horas, y a veces me despierta a mitad de la
noche para jugar.
—Esa estúpida secretaria que Baz se ha estado jodiendo es una
carga. Tengo razones para creer que no mantendrá su boca cerrada. —
Sabía que esto pasaría. Se lo dije, pero Baz no puede resistirse a una cara
bonita y un buen par de tetas. Deja que su polla se meta en el camino de
todo. Esta no es la primera vez que ha jodido las cosas. Jesucristo.
—Entonces, dile que la deje, con un carajo. Y que deje de pensar
con su polla en lugar de su cabeza. —Cash ríe. Tan malditamente alegre.
Todo el jodido tiempo.
—Ya mismo me pongo en ello. Pero, ¿crees que deberíamos seguir
hasta el final con ello? —dice. Asiento, a pesar de que no puede verme.
Leo maúlla porque me he estado demorando mucho para lanzar su
pelota. La recojo y la lanzo tan lejos como puedo.
—Sí, hemos invertido demasiado tiempo para salirnos ahora. Ya no la
necesitamos. Sólo extrae a Baz y sigue adelante. Deberíamos pasar lo más
difícil, pero si algo sale mal, ya sabes qué hacer.
—Hecho. Hasta pronto. —Cuelgo sin despedirme.
—Estoy rodeado de idiotas —le digo a Leo. Parpadea hacia mí y
toca la pelota con sus patas—. Tu no, por supuesto. —Maúlla de nuevo.
Por la mañana me pongo mi traje, corbata, y zapatos que chillan 11
cuando camino. En retrospectiva, fue inteligente de mi parte entrar en un
trabajo donde mi uniforme cubre cualquier número de pecados,
incluyendo mi multitud de tatuajes. Si mis clientes habituales supieran de
ellos, nunca me dejarían tocar un centavo de su dinero, lo cual sería una
lástima.
—Buenos días, Grace —digo mientras paso a lado de mi asistente.
Estoy seguro que está enamorada de mí, pero nunca he perseguido nada.
Una vez más, no es una buena idea mezclar negocios con placer. De
todos modos, ella es un poco demasiado conservadora para mi gusto;
labios perfectamente delineados, ángulos duros y cabello estirado. Mis
mujeres me gustan con un poco de vena salvaje en ellas.
—Buenos días, señor Brand —dice ella, toqueteando su cabello para
asegurarse de que nada está fuera de lugar. Puede no ser mi tipo, pero a
veces me pregunto cómo sería si la llevara a casa y jalara de ese cabello
un poco. Despintar su labial. Arrancar su falda. Pero entonces podría
perderla como empleada y es una jodidamente buena asistente.
Me entrega una versión impresa de mi agenda para el día.
Reuniones con clientes, con sólo unas pocas horas libres para trabajar en el
papeleo y hacer llamadas. A pesar de todo, otro día de mierda.
—El señor Beaumont está aquí para verlo —dice Grace en voz baja,
señalando al hombre en la sala de espera. Llega temprano, el bastardo. Ni
siquiera he tenido tiempo de tomar mi café y comer el panqueque que sé
que se encuentra esperando en mi escritorio, cortesía de Grace.
—Dile que estaré listo en un momento —digo, y Grace sabe
exactamente lo que eso significa. Me dirijo a mi oficina y bajo mi maletín. El
archivo del señor Beaumont ya está en mi escritorio, junto con algunos
otros que tengo esperándome. Lo examino mientras bebo mi café y como
el panecillo. Beaumont es un cliente nuevo, pero uno importante.
Necesitaré tener especial cuidado con él.
Sacudo las migas de mi traje y compruebo minuciosamente mi
apariencia en el espejo de mi baño. Soy una de las únicas personas aquí
que tienen un baño privado, y también soy el más joven. Porque soy
jodidamente bueno en lo que hago. Soy jodidamente bueno en muchas
cosas.
Le envío una señal a Grace para que lo haga pasar.
Lo guía por la puerta y le pregunta si necesita algo. Se sienta y le
dice que le gustaría un vaso de agua, el cual ella obtiene de la mesa en mi
oficina. Una de sus muchas tareas y mantener circulando el café, y la jarra
llena de agua helada. También se encarga de cumplir las peticiones de las
visitas. Estas son personas poderosas y esperan conseguir lo que quieren.
12
Comenzamos con la charla preliminar. Todo es lo mismo. Qué lo trae
por aquí, qué espera lograr, cuán arriesgadas quiere que sean sus
inversiones. Todo estándar para un asesor financiero. Pero mis preguntas se
desvían rápidamente.
—¿Hasta dónde está dispuesto a llegar? —pregunto, y sabe
exactamente a lo que me refiero.
—¿Puede prometer que todo estará fuera de los libros? —Asiento.
—Señor Beaumont, soy bastante bueno en lo que hago. Tomo a
hombres ricos como usted y los hago más ricos. Mis medios pueden ser…
poco ortodoxos, pero hago el trabajo. Y usted saldrá oliendo a rosas. —
Todo el lenguaje es sutil, nada directamente aludido. Pero así es como
tenemos que manejarlo. Nunca se puede ser demasiado cuidadoso.
—Eso suena a lo que estoy buscando. ¿Cuánto necesitará? —Anoto
una cifra y la deslizo sobre el escritorio para que pueda leerla.
—Ese es un comienzo. Pero tengo la sensación de que entre más
ganancias vea, más querrá poner.
Mira la cifra y asiente.
—¿Cuándo lo necesita? —pregunta.
—Tan pronto como sea posible.
—Haré los arreglos. —Este no es su primer rodeo. Sólo aquellos que
son referidos y aprobados llegan a esta reunión.
Le deseo un buen día mientras nos ponemos de pie y nos damos la
mano y dice que se pondrá en contacto conmigo tan pronto como junte
el dinero.
Se va y rompo la nota con la cifra. Sin rastro de papel. Tengo un par
de minutos antes de mi próxima reunión, así que enciendo mi
computadora y abro el archivo electrónico de él que no tengo sobre mi
escritorio. El que Cash hizo para mí. No tuve la oportunidad de verlo antes
de esta mañana.
Contiene más que sólo sus registros financieros y cuentas bancarias e
información personal básica. Esto tiene casi de todo, incluyendo
fotografías.
Escaneo la información, absorbiéndolo todo para futuras referencias.
Hasta donde van, el señor Beaumont es uno de los peores. Desde trabajo
infantil hasta comprar funcionarios del gobierno para el uso de materiales
de mala calidad y venderlos como de excelente calidad. Lo ha hecho
todo con su compañía de ropa de descuento. Hace unos años, habría
estado disgustado, pero ahora sólo es parte del curso. Exploro el resto de la
información, notando que tiene una hija de veinte años, pero no me fijo en 13
nada hasta que llego a las imágenes.
Me desplazo por ellas hasta que veo una del señor Beaumont en su
barco con su esposa e hija.
Cabello rojo. Un salvaje cabello rojo que cae en su rostro,
parcialmente oscureciendo sus brillantes ojos verdes. Sus labios se
extienden en una sonrisa mientras trata de apartar su cabello. Sus padres
se encuentran rígidos. Posando. Maniquíes. Por el contrario, ella casi salta
fuera de la foto.
Saige Juliette Beaumont.
No la había considerado en mis planes originales, pero ahora tengo
que reevaluar todo. Necesito llegar al señor Beaumont, y ella podría ser la
manera de hacerlo.
2 Traducido por Moni
14
Corregido por Miry GPE
Pasan dos semanas antes de que surja otro evento en el que Saige y
su padre están en la lista. Esta vez es una cena de caridad, donde los
platos cuestan diez mil dólares cada uno. Afortunadamente, tengo los
fondos a mi disposición.
—¿Crees que estará ahí esta vez? —dice Cash mientras me pongo
uno de mis trajes. No es tan lindo como el Brioni, pero me queda bien y es
de un color que tiende al azul más que al negro. Me hace resaltar, y Track
dice que hace que destaquen los destellos azules en mis ojos. Lo que sea
que eso signifique.
Me ajusto la corbata y compruebo de nuevo mi cabello. Por alguna
razón, estoy un poco nervioso. Me siento… poco preparado.
—Con suerte. Si no, entonces tendré que intentar algo más. —Tengo
muchas opciones. Esta simplemente es la más sencilla y potencialmente
menos desorganizada.
Esta vez Track está en guardia, y ya le escribí un mensaje para
hacerle saber que todos los sistemas se encuentran bien. El evento se
realiza en uno de los más lujosos hoteles de la ciudad. Considero conseguir
una habitación para pasar la noche, pero decido que no vale la pena
escuchar las quejas de los chicos si lo hago.
Cash me deja y es lo mismo de siempre. Sólo que no lo es. Algo sigue
picando en la parte trasera de mi cuello. Como si me observaran. Siempre
confío en mis instintos, así que echo un vistazo alrededor, como si buscara
algo, o simplemente inspeccionara la calle. Nada.
Al menos nada que pueda ver con los ojos.
La sensación no desaparece, ni siquiera cuando entro y la esposa
del anfitrión me recibe con entusiasmo. Me jala contra su recientemente
mejorado pecho y me da un beso en la mejilla. Es imposible decir qué
edad tiene porque su piel ha sido levantada demasiadas veces. Bien
podría ser una muñeca sexual de silicona.
Después de escapar, agarro un trago y serpenteo entre la multitud,
saludando y hablando trivialidades. Las mesas tienen etiquetas, por lo que
busco la mía y luego la del Sr. Beaumont. Se encuentran en los extremos de
la habitación, pero con un simple intercambio, estoy sentando junto a él.
Beaumont es elusivo de nuevo. Busco por un tiempo, pero entonces
las cosas dan inicio, así que regreso a mi silla. El maestro de ceremonias
sube al escenario (un comediante arrastrado convertido en anfitrión) y nos 30
ordena que tomemos nuestros asientos. Me hundo en el mío,
presentándome con la mujer sentada a mi izquierda que, al menos, tiene
ochenta años, pero posee una sonrisa amable mientras me sacude la
mano. Ella y su esposo se sostienen las manos sobre la mesa, y él le sigue
sonriendo. Eso justo ahí, es amor puro. Me preguntan si tengo esposa, les
devuelvo la expresión y les digo que todavía no he conocido a la mujer
indicada. Eso abre un torrente de consejos de matrimonio y citas.
No me molesto en decirles que el tipo de historia de amor que ellos
tienen nos es para personas como yo. Pero los complazco y escucho,
manteniendo parte de mi atención en el asiento que sigue vacío a mi
lado. Los meseros se acercan y empiezan a tomar las órdenes de bebidas.
Pido agua, incluso aunque quiero algo mucho más fuerte. Necesito tener
la mente afilada.
Finalmente, justo cuando anuncian el primer plato, el Sr. Beaumont
se desliza en su asiento, sin su esposa e hija. Maldición. Pero no es una
pérdida total. Todavía puedo hacer algo de esta noche.
—Sr. Beaumont, es agradable volver a verlo —digo, extendiendo la
mano y sonriéndole—. No sabía que era un admirador de la filantropía. —
Por supuesto que esto es una mentira, pero rueda de mi lengua con
facilidad. Cuanto más mientes, más fácil se hace. Créeme.
—Ah, Sr. Brand, es bueno verlo también. Y podría decir lo mismo. He
apoyado esta organización por muchos años. —Eso también es verdad,
pero no quiero que sepa cuánto sé sobre él.
—Bueno —digo mientras el mesero regresa con mi agua y el resto de
las bebidas para la mesa—, no puedo negarme a una causa que vale la
pena. —Hoy es el SIDA en África. Una causa tan valedera como
cualquiera, y estoy más que dispuesto a pagar el dinero por el plato. Es
una situación donde todos ganan. Si tan sólo Saige estuviera aquí, habría
sido un home run2. Pero como dice la canción, no siempre puedes tener lo
que quieres.
2Analogía al béisbol. Cuando el bateador golpea exitosamente para anotar una carrera,
haciendo un circuito sin parar en las bases.
Beaumont y yo conversamos y la pareja junto a mí se une a la
conversación. Todo es información respetuosa y superficial. Estoy
buscando una apertura para ver si puedo preguntarle por la hija.
A mitad del tercer plato de langosta bisque, saca el teléfono y le
frunce el ceño antes de guardarlo sin responder.
—¿Pasa algo? —digo, intentando lucir desinteresado.
31
—Nada. Sólo mí hija siendo ella misma. Sé que debería ser más firme
con ella, pero es mi única hija. —Jadea un pesado suspiro y maldigo
mentalmente. Si le está escribiendo, entonces probablemente significa que
no vendrá esta noche. Bandazo y fallo. De nuevo.
—¿Qué edad tiene? —pregunto, aunque lo sé. Incluso su fecha de
nacimiento.
—Veinte. Pero no siempre actúa como si los tuviera. —Sacude la
cabeza como un padre que ha sufrido mucho para que el hombre frente
a él se compadezca. Aparentemente él y su esposa tienen cuatro hijas
(todas mayores, obviamente). Me siento y escucho, esperando mi turno. El
comediante en el escenario sigue hablando, pero pocas personas están
escuchándolo.
—¿Tiene algún hijo, Sr. Brand? —dice Beaumont. Niego con la
cabeza.
—No, no tengo. —No doy más detalles—. Entonces, ¿cuál es el
problema con la suya? —No me importa husmear para conseguir la
información que quiero. En realidad, tampoco me importa hacer lo que
sea para conseguir lo que quiero.
—Es la rebeldía típica. Creí que lo había superado en sus años de
adolescente, pero parece que eso fue sólo el principio. —Lleva la mirada
hacia el techo, como si le rogara a Dios. O lo maldijera.
—Bueno, no puedo ofrecer ningún consejo en ese frente. Pero estoy
seguro de que entrará en razón —digo, terminando la sopa. Estoy
comiendo malditamente bien esta noche. Hay veinte platillos, pero todos
son microscópicos, lo cual es la razón por la que necesitas tanto para una
comida completa. Nunca entenderé por qué la gente adinerada come
platillos tan pequeños. Creerías que es lo contrario.
—¿Es muy tarde para enviarla a la escuela militar? —dice con una
risita. Es la primera vez que lo oigo hacer algún tipo de broma.
—¿Está en la universidad, o trabaja? —pregunto. Sin embargo es otro
dato que ya sé.
—Quiere hacer un montón de cosas, pero parece que nunca puede
decidirse. Un minuto quiere ser diseñadora de moda y al siguiente quiere
ser trabajadora social. Ahora mismo está estudiando Historia del Arte y
Restauración. —Sacude la cabeza como si bien pudiera estar estudiando
para ser bailarina de tubo profesional. Para la mayoría de los padres, la
historia del arte podría no ser tan mala, pero para este hombre, es una
deshonra.
—¿Y qué le gustaría que hiciera? —Llega el cuarto plato: Vieiras con
ajo y limón. Tres jodidas vieiras. Eso es todo. 32
Tuve que practicar mis modales en la mesa por mucho tiempo antes
de empezar a asistir a este tipo de eventos. Sé cuál tenedor es el de las
ensaladas, qué platillo viene y cómo pedir casi ningún tipo de bebida.
Todo es parte del trabajo. Tengo que aparentar que he estado haciendo
esto toda mi vida, en lugar de sólo unos pocos años. Tengo que hacer que
parezca que no me esfuerzo.
Beaumont se ríe y abre una vieira con el tenedor, cortándola a la
mitad y luego llevándosela a la boca.
—Oh, no estoy seguro. Es inteligente, y ese es el problema en parte.
Sería mucho más fácil si no fuera tan avispada y yo pudiera empujarla a un
puesto medio en mi compañía. Darle una oficina y algunas tareas para
hacer y eso sería todo. Pero, por desgracia, mi hija quiere más. —Se ríe y yo
como una de la vieiras tan delicadamente como puedo. Están deliciosas y
quiero devorarlas. Debería haber comido más antes de venir.
—Estoy seguro que se estabilizará. Todavía es joven. —Eso hace que
Beaumont vuelva a reírse.
—Y tú también —dice. No me siento joven. Nunca me he sentido así.
Recuerdo observar a otros chicos jugar y envidiarlos. Pero la vida con
frecuencia reparte manos de mierda y yo tuve una bastante mala. De
igual forma, me ha hecho quien soy ahora y es por eso que estoy casi
agradecido.
Beaumont habla conmigo un poco más sobre su hija, su esposa y su
yate. He tenido cientos de conversaciones como esta, así que soy capaz
de desconectarme de la mayoría y escanear el resto de la habitación.
Siempre soy cuidadoso, siempre esperando una emboscada, o alguien
que se dé cuenta de algo. Hasta ahora, he podido salirme con la mía en
todo lo que he hecho, pero esa suerte sólo puede durar por un tiempo. No
tengo el delirio suficiente como para creer que puedo ser más listo que
todos. Seguro, tengo un equipo detrás de mí, pero tarde o temprano, mi
suerte se acabará.
He vagado demasiado y Beaumont me hizo una pregunta.
—Lo siento, me distraje por un momento —digo.
—¿Has visto algo que te guste? —pregunta con un guiño, señalando
hacia una mujer regresando a su mesa del baño. No la miraba a ella, pero
le sigo el juego. Quizás sea unos años mayor que yo y lleva tanta joyería
que podría hundirse si se cae a la fuente.
—Te puedo presentar si quieres —dice. No quiero que piense que
estoy muy interesado en esta mujer. Voy a necesitar su aprobación si
planeo avanzar con Saige. 33
—Gracias, pero no. Mi interés está en otro lado. —Levanta una ceja y
me doy cuenta que cometí un error. Ahora piensa que soy gay.
Definitivamente no quiero que piense eso.
»Lo que pretendía decir es estoy interesado en una mujer muy
particular y no la veo en esta habitación esta noche —digo, y se relaja.
Encuentro un poco gracioso que ha estado casi amenazado por la idea
de que pudiera ser gay. Si tan sólo supiera cuántos de sus camaradas
juegan para ese equipo, entonces podría no ser tan rápido en juzgar.
—Interesante —dice lentamente y empieza a sonreír—. Y, ¿estarías
dispuesto, tal vez, a compartir qué tipo de mujer te interesaría? —No quiero
llevar esto demasiado lejos ahora, así que decido retroceder.
—Tal vez en otra oportunidad —digo, y entonces me excuso para ir
al baño. No voy a usarlo, pero necesito reportarme con Cash.
Normalmente le escribo mensajes periódicamente con noticias, pero he
estado muy ocupado en la conversación con Beaumont, construyendo
terreno de trabajo. Mi siguiente paso es, de alguna forma, conocer a la
chica. Encantarla. Seducirla. Hacer que se enamore de mí y luego usarla
para conseguir la información que necesito. Espero que sea un desafío. Me
vendría bien uno.
Me dirijo al urinario y le envío un mensaje rápido a Cash diciéndole
que todo está bien y marcha tal como lo necesito. Es una pena que Saige
no esté aquí, pero en base a lo que me dijo Beaumont en la cena, puedo
adivinar que ella trata de evitar generalmente eventos como este.
El postre llega en forma de pastelitos diminutos que no son más que
un bocado. Termino tan rápido como puedo y le deseo buenas noches a
Beaumont.
—Nos vemos el próximo jueves —dice, recordándome nuestra
próxima reunión. Sacudo su mano y me despido, enviándole un mensaje a
Cash de que estoy saliendo.
Paso entre la fila de coches con conductores expectantes y
encuentro el mío. Se apresuran a abrirme la puerta y me deslizo en el
asiento trasero, haciendo que el cuero chirríe un poco cuando me muevo.
El conductor entra y le digo que me lleve de regreso al hotel.
34
—Así que ella no estaba allí, ¿eh? —pregunta Cash cuando me
recoge en el hotel. Suspiro mientras me aflojo la corbata y desabrocho el
primer botón de mi camisa. Me siento acalorado por alguna razón.
—No. Creo que voy a tener que probar algo diferente. ¿Crees que
puedes hackear su teléfono y hacer un seguimiento? —Esto es más o
menos una pregunta retórica. Cash resopla.
—¿Es una maldita broma? ¿Por qué no me das un reto? —Ya
estamos siguiendo el teléfono de Beaumont, pero no tenía la intención de
comenzar con la hija hasta que hubiera tenido el primer contacto.
»De hecho, tal vez ya empecé a rastrearlo —dice, sosteniendo su
teléfono para luego entregármelo. Hay un puntito verde no muy lejos de
nosotros.
—¿Quieres comprobarlo? —pregunta. Debería... pero esta noche no.
Todo lo que quiero es sacarme este traje y borrar la noche.
—¿Estás bien? —cuestiona, sintiendo que hay una razón por la que
estoy en silencio.
—Sí. Sólo cansado por alguna razón.
—¿Quieres quedarte en mi casa? —Niego con la cabeza. Solo
quiero ir a casa con Leo y tomar unas cervezas para borrar de mi boca el
sabor del caro champán antes de irme a la cama—. Como quieras —dice.
A pocas cuadras de mi casa, Cash se detiene para que pueda ir
atrás y cambiarme de ropa. No es fácil cambiarse un traje en el asiento
trasero de un coche, pero me las arreglo.
Una vez que tengo puesta mi ropa normal y mi capucha, me siento...
yo mismo. Como si me deshiciera de un disfraz. Soy un actor, interpretando
un papel. Lástima que nunca obtendré una de esas estatuas de oro por mi
trabajo.
—¿Estás bien? —pregunta Cash mientras doblo el traje en el asiento
trasero.
—Sí.
—De acuerdo, entonces. ¿Nos vemos el martes? —Asiento de nuevo
y salgo. Todavía tengo un largo camino por andar, pero eso está más que
bien. Con cada paso, me vuelvo más Sylas Carter y menos Quinn Brand.
Nunca admitiré lo mucho que este trabajo se mete con mi cabeza.
Trato de no dejar que me afecte, pero lo hace. Meto las manos en los
bolsillos mientras camino y mantengo la cabeza gacha. La mayoría de la
gente se encuentra en sus casas, ya sea en la cama o disfrutando del 35
resplandor de sus televisores.
—Hola, Leo —digo cuando abro la puerta. Pone sus dos patas sobre
mis piernas y maúlla como si no lo hubiese alimentado en días. Reviso su
tazón y sigue estando casi lleno, pero pongo un poco más en la parte
superior para satisfacerlo.
—Pequeño bastardo codicioso —le digo mientras asoma la cabeza
de la taza y masca con mucho ruido.
Lo primero que hago es ir a la nevera y tomar una cerveza. Lo que
realmente quiero es una hamburguesa con queso, pero eso me exigiría
caminar para conseguirla y no quiero salir de nuevo de la casa. Así que
busco algo que pueda meter en el microondas y espero que eso me llene
donde la cena de lujo no lo hizo.
El horno pita y me dirijo a abrirlo, pero vibra mi teléfono y cambio de
dirección para buscarlo. Tal vez Cash tiene una actualización sobre el
paradero de Saige.
Miro la pantalla y frunzo el ceño. Es un mensaje de texto, pero no de
Cash. No es de ninguno de mis amigos. El número está bloqueado.
¿Te divertiste?
No puedo evitar la punzada de malestar que se desliza por mi espina
dorsal. Estoy condicionado a sospechar de todo y de todos.
Pero entonces se activa la parte más racional de mi cerebro y me
imagino que es solo un número equivocado. Hay un montón de gente con
números bloqueados por cualquier razón. Y puesto que los números de los
teléfonos desechables cambian constantemente, ese es probablemente el
caso.
El microondas emite otro sonido para recordarme que mi comida
sigue dentro. Dejo el teléfono y voy a ocuparme de eso.
Simplemente ignoraré el mensaje. Esa persona seguro averiguará
que tiene un número equivocado y será todo.
Y luego me llega otro.
Parecía aburrido esta noche, señor Brand. ¿Los filetes no van
contigo?
Me he preparado a mí mismo para no entrar en pánico. En mi línea
de trabajo, el pánico puede matarte. Así que me siento y pienso por un
momento. Sé que debo deshacerme del teléfono. Alguien encontró mi
número y me siguió al evento. Voy a la caja fuerte debajo de mi cama, la
desbloqueo y saco mi móvil de respaldo. 36
El nuevo teléfono suena tan pronto como le envío un mensaje de
texto a Cash para contarle sobre el número bloqueado.
—¿Qué quieres decir con que tienes un mensaje de un número
bloqueado? ¿Cómo diablos alguien hackeó el teléfono? —Ruedo los ojos.
—Del mismo modo en que tú hackeas los teléfonos.
Él balbucea por un momento.
—Sí, bueno, ese soy yo.
—Hay una gran cantidad de personas que pueden hackear
teléfonos —le digo.
—Está bien, está bien. Voy para allá. Quiero ir a revisarlo y averiguar
quién lo hizo. Porque voy a averiguarlo. —Supongo que no me iré a la
cama temprano.
—Claro que sí —le digo y luego cuelgo.
Cash aparece justo cuando me llega un tercer mensaje.
No vas a salirte con la tuya, ya sabes.
Le entrego el teléfono y comienza a trabajar en él, presionando
botones y consiguiendo unas pocas arrugas en la frente. Agarro una
cerveza y se la entrego sin decir nada. Sé que no debo molestarlo cuando
está concentrando.
—Eh —dice, entrecerrando los ojos hacia la cosa. Luego saca su
ordenador portátil y conecta el teléfono. Leo sale para inquirir y Cash tiene
que alejarlo continuamente del teclado.
—Eh —dice otra vez y no puedo soportarlo más.
—¿Qué? —le digo, bajando mi cerveza con demasiada fuerza. Cash
todavía no ha tocado la suya.
—Nada. Solo tengo que intentar algo más. No te preocupes, yo me
encargo de esto. —Pero ya no parece tan confiado. Cash siempre es
optimista, pero a veces cuando no lo es tanto, eso señala fatalidad. Nos
estamos moviendo hacia la perdición.
Empiezo a pensar nombres de quienes podrían ser. Tengo una larga
lista de enemigos, y a la mayoría los tengo controlados, pero de vez en
cuando uno de ellos se pone estúpido y trata de amenazarme. Al igual
que el señor Chambers. Es una posibilidad. Pero habría tenido que
contratar a alguien para hacerlo, porque definitivamente no es el cuchillo
más afilado en el cajón. Para nada.
—¡Maldita sea! —grita, golpeando la mesa de centro con la mano y 37
asustando a Leo, que corre y se esconde debajo del sofá.
—¿Nada? —pregunto.
—No. Esto es una mierda seria. Pero puedo descifrarlo. Sé que
puedo. —Suena como si estuviera derrotado, lo que es una mala noticia.
No hay mucho que supere a Cash.
—Escucha, ya es tarde. Tal vez deberías dejarlo e intentarlo de nuevo
por la mañana. —Sacude la cabeza y golpea la mesa de nuevo. Si lo hace
un par de veces más, mi mesa quedará reducida a aserrín.
—No, no, puedo hacer esto. Si es que... —Empieza a murmurar todo
tipo de palabrerías tecnológicas para sí mismo y sé que lo he perdido.
—Bueno, estoy agotado —le expreso y me dirijo a la cama. Ni
siquiera digo buenas noches.
65
No nos tocamos de nuevo hasta que tomo su mano para salir del
restaurante. Se inclina hacia mí solo un poco.
—Muchas gracias por traerme aquí. Fue lindo. —Sus dedos aprietan
mi brazo un poco fuerte. Envuelvo su chal en sus hombros y me mira. Esos
ojos verdes pueden ser algo desconcertantes cuando miras fijamente
dentro de ellos. Tengo un plan muy específico, pero decido desviarme de
él.
—¿Te gustaría ir a caminar? —le pregunto, sus labios se elevan
lentamente.
—¿Lees mentes Quinn Brand?
—Solo pelirrojas —le digo mientras dejamos el restaurante y
comenzamos a caminar por la calle—. ¿Estarás bien con esos zapatos?
Se detiene y pone un pie delante de ella, estudiándolo.
—¿Éstas cosas viejas? Sí, podría correr un maratón en estos. —
Apuesto a que puede. Seguimos caminando y tira de mí.
—¿Tienes frio? —pregunto.
—No —responde.
Interesante. Dejaré que tome la iniciativa y veré hasta donde me
deja llegar. Si hubiera sido a mi modo, la hubiera arrastrado al rincón
oscuro más cercano, levantado su vestido y la habría follado duro contra
la sucia piedra del edificio.
Pero no estoy seguro de si Saige es ese tipo de chica y no quiero
arruinar algo que ni siquiera ha comenzado. Es más fácil seguir en su lado
bueno a que me expulse y tenga que volver a entrar.
Hebras de su cabello bailan en la brisa y quiero capturar una con mis
dedos.
—¿En qué piensas? —pregunta. El silencio entre nosotros ha sido
cómodo en lugar de extraño. Me gusta eso.
—Tú —digo la primera cosa que viene a mi mente.
Gira la cabeza y me mira por debajo de sus pestañas pintadas de
negro.
—¿Sí? ¿Qué? 66
No le diré lo que pienso en realidad, por supuesto, pero casi lo
considero, solo para ver lo que diría.
—Acerca de lo lindo que es tu cabello. No sé si alguna vez he visto
un color como ese. —Pone una hebra detrás de la oreja que no tiene la flor
blanca.
—Bueno, no puedo exactamente tomar el crédito por eso. No tengo
nada que ver con ello. —Me rio un poco mientras alcanzamos un cruce.
—¿A dónde? —pregunto.
—Izquierda —dice ella, apuntando, así que esperamos hasta que el
camino se encuentra despejado y cruzamos.
—¿Cuáles son tus planes para el resto de la noche? —me pregunta.
—No estoy seguro. Lo estoy pensando en este momento.
—Con calma, Quinn Brand.
—Gracias. —Deja de caminar y casi choco, lo que no es para nada
como yo. Esta mujer me ha sacado de balance más de una vez esta
tarde.
—Pero no quiero saber la respuesta que crees que quiero escuchar.
No quiero escuchar una línea con la que has alimentado a otras mujeres.
Quiero saber lo que quieres que pase. Solo dime. —Se da la vuelta para
encararme y sus manos sujetan mis solapas. Se encuentra lo
suficientemente cerca como para besarla, pero no lo haré. No quiere
saber lo que me gustaría hacerle, pero le diré de todos modos. Solo para
ver lo que sucede.
—He estado pensando que me gustaría llevarte a un rincón.
Cualquier rincón. Correr mis manos sobre tu piel, quitar los pasadores de tu
cabello, subir tu vestido y follarte hasta que tu espalda este sangrando por
ser tallada contra la pared. Y entonces me gustaría llevarte a algún lugar
con una cama para poder follarte un poco más. ¿Satisfecha?
Su boca está ligeramente abierta, pero sus ojos no reflejan sorpresa.
Si no más bien fuego, y si miro fijamente en ellos por mucho tiempo, me
consumirá. Parpadea y trato de alejarme, pero aún me sostiene.
—¿Por qué no lo haces? ¿Tienes miedo? —se burla de mí por lo que
comienzo a enojarme.
—¿Me estás pidiendo que te folle? Lo haré. No pienses ni por un
segundo que no lo haré.
Me deja ir y da un paso hacia atrás.
—Entonces fóllame. 67
9 Traducido por MaJo Villa & Marie.Ang
68
Corregido por Agus Herondale
74
La llamo tan pronto como llego a casa del trabajo. Se siente raro
hablar con ella por el teléfono mientras me encuentro en mi
departamento. Casi como si pudiera verme y saber lo que estoy haciendo
y lo que estoy a punto de hacer.
Saige jamás vendrá a este lugar.
—¿Hola? —dice, su voz baja y dulce. Sabe que soy yo.
—Hola Saige Beaumont. Me dijiste que te llamara, así que aquí estoy,
manteniendo mi parte del trato. —Me recuesto en el sillón de cuero
reclinable y bebo una cerveza fría. Creo que voy a disfrutar esto. Es más
fácil pensar con lucidez cuando no se encuentra de pie delante de mí y
jugando con mi mente.
—Bueno, me gusta que la mantengas. Eso es algo bueno para saber
de ti.
—Siempre mantengo mis promesas. —Como se evidenció anoche.
Todavía no lo ha mencionado y estoy empezando a preguntarme el por
qué. ¿Se encuentra avergonzada? ¿La presioné demasiado? O ¿está
esperando a que yo lo haga?
—Me gusta eso en un hombre. Demasiados dicen que van a hacer
algo y nunca ejecutan. —Bien, suena como si estuviera ganándome su
confianza.
—Mi segundo nombre es Responsable —digo, haciendo una broma.
—¿Cuál es tu segundo nombre? ¿El de verdad?
—No tengo. Sólo Quinn Brand. —Otra mentira. Mi segundo nombre es
Hudson, por la madre de mi padre—. ¿Y cuál es tu segundo nombre? —Lo
sé, pero de todos modos tengo que preguntar.
—Juliette. Con dos T y una E al final. No como la chica de la obra de
Shakespeare. —Digo su nombre en mi mente, incluso aunque lo he sabido
desde hace un tiempo. De alguna manera, le queda.
—Entonces, ¿qué hiciste después de que me fui de tu oficina? —No
voy a decirle la verdad, que estaba tan duro que tuve que correrme antes
de poder hacer algo de trabajo.
—Oh, esto y lo otro. Dinero. Números. Matemáticas aburridas. —Se
ríe, como si supiera que miento.
—Estoy segura que era una terrible tarde aburrida.
75
—Lo fue. ¿Y tú?
—Clases.
—¿Cuáles? —Tengo su horario memorizado, pero no sé mucho sobre
el contenido. Lo que en realidad hace.
—Bueno, tuve dibujo, el que odio. Me registré porque pensé que no
podías entender el arte hasta que supieras cómo crearlo, entonces ahí lo
tienes. Tuvimos un modelo desnudo.
—¿Hombre o mujer? —No puedo evitar preguntar.
Suelta una risita, y es un sonido que no he escuchado antes.
Adorable. Coqueto. Jovial.
—¿Por qué quieres saber? ¿Te pondría celoso saber que estuve
dibujando a un hombre desnudo? —No. Sí. No. Definitivamente no. Ella es
una asignación, nada más. Lo celos no son parte de la ecuación. Pero
puedo sentirlos por ella.
—Quizás. Viendo que anoche fui el que estuvo con mi polla dentro
de ti. —Tomo otro sorbo de cerveza mientras espero su respuesta.
—Bueno, quería ver si eras un hombre de palabra. Nada más que
eso. Por otro lado, fue una modelo femenina.
—¿No me quieres? Bueno, debiste haberlo dicho.
Eso la hacer reír.
—No puedo negar que lo disfruté. Mi vestido, por otro lado, no. Está
bastante destrozado y no sé cómo voy a ser capaz de explicar lo que le
pasó.
—Te compraré uno nuevo. Es mi culpa que esté arruinado.
—No te preocupes por eso. La próxima vez usaré algo más resistente.
—¿La próxima vez?
—La próxima vez —dice con determinación.
—¿Qué estás haciendo ahora? —pregunto. Sólo la vi anoche. Y hoy.
Pero las cosas están avanzando rápido y tengo que permanecer con la
delantera en el juego.
—Nada. Sólo tarea. ¿Quieres saber lo que estoy usando? —Baja la
voz, seductiva.
—Quizás. Dime. —Hay un crujido, como si estuviera moviéndose y
tengo una imagen de ella recostada en la cama con un libro en la mano,
su cabello suelto y extendido por la almohada.
—¿Debería decirte la verdad o mentir?
76
—Dime una y decidiré si es la verdad o una mentira.
—Me gusta la idea. Déjame ver, llevo una camiseta azul desteñido
que conseguí un verano cuando fui supervisora de campamento. Es tan
delgada que puedes ver a través de ella, pero no puedo tirarla.
—¿Y debajo?
—Nada. —Cierro los ojos y puedo verlo. Me equivoqué al pensar que
no tenerla aquí me daría una imagen clara. Incluso imaginarla es suficiente
para enredar mis pensamientos.
—¿Pijamas? —pregunto y mi voz es áspera.
—Sólo un par de pantalones cortos de la escuela. Tienen el logo de
águila en los costados. Y calcetas largas hasta las rodillas con calaveras.
Bueno, jódeme. No sé si esto es el atuendo real o falso y no me
importa.
—Llegaré en quince minutos para ver si estás mintiendo. —Cuelgo
antes de que pueda decir algo. No puedo usar lo que actualmente tengo
puesto, así que me dirijo al armario y escojo algo sin ni siquiera mirarlo.
En alguna parte en el fondo de mi mente, sé que no debería estar así
de ansioso. Pero callo esa parte de mi cerebro mientras tomo las llaves del
BMW.
—Te reto —dice Saige cuando nuestros tacos llegan con tres
opciones de salsa. Leve, Regular y Superficie del Sol.
—Solo si tú lo haces —digo, alcanzando el tazón de Superficie del
Sol.
—Estás dentro —dice, introduciendo su tenedor en la salsa y luego
esparciéndolo en la parte superior de su taco. Hago lo mismo y ambos
levantamos nuestros tacos.
—¿Listo? —dice.
101
—Absolutamente —digo y muerdo al mismo tiempo. Mierda, no
bromeaban. No soy cobarde cuando se trata de salsa, pero MIERDA.
Mastico y trago, pero no puedo hacerlo sin toser. Mis ojos al instante
lagrimean y dejo caer el taco en mi plato antes de alcanzar el agua. Sé
que no detendrá el dolor, pero no sé qué más hacer.
—Santa jodida mierda. —Saige tose y no puedo ver a través de las
lágrimas en mis ojos, pero imagino que hace lo mismo que estoy haciendo.
Dolor. Mucho dolor. Si no tuviera tanto dolor, estaría divertido por su
maldición.
Nos toma un tiempo poder respirar y ver de nuevo.
—Probaron la salsa SDS, ¿no? —pregunta nuestra camarera, que
viene a llenar los vasos de agua. La miro parpadeando y veo la sonrisa en
su rostro.
—Sí —digo, ahogándome mientras alcanzo el agua y la dreno.
—Bueno, no digan que no se lo advertimos —dice con voz cantarina
mientras se aleja a comprobar otra mesa.
—Esa fue una idea terrible —dice Saige, con ojos rojos. Finalmente he
dejado de llorar, por lo que ahora puedo verla. Su pelo es recto, y
recogido parcialmente a un lado de su rostro con horquillas. Viste casual
hoy, en pantalones y una camiseta negra que es solo un poco ajustada. Es
un buen atuendo para ella. Tiene aretes de diminutos cráneos de cristal en
sus orejas. Imagino que este atuendo molesta a su padre y eso me agrada.
Pronto, esto no parecerá gran cosa. No después de que termine con él.
—Esa fue una mala elección —concuerdo y reímos.
—Creo que seguiré con la leve. Si aún me queda alguna papila
gustativa. —Tampoco estaba seguro de si me quedaba alguna.
Compartimos la salsa leve y terminamos nuestros tacos antes de
compartir un pedazo de pastel de chocolate.
—Estoy tan llena, no me quiero mover —dice, recostándose en su
silla.
—Igual yo. Y estoy bastante seguro de que tomará un tiempo
recuperarse de esa salsa. Santo infierno. —Ella se encoge.
—¿Tienes que volver de inmediato? —pregunta cuando miro mi reloj.
—No, tengo tiempo. —Eso es mentira. Tengo una cita en veinte
minutos y tomará por lo menos diez volver en taxi. Saco mi teléfono y le
envío un mensaje rápido a Grace.
102
—Entonces, ¿cómo estuvieron las clases hoy? —pregunto. Tengo que
aprender mucho sobre ella tan pronto como sea posible para poder usarlo
para acercarme.
Describe sus clases y le pregunto más sobre su carrera y por qué la
eligió.
—No estoy segura. Fue como una decisión estimulada por el
momento. Y creo que una pequeña parte de mí quería elegir algo que mi
papá odiaría. —Siempre habla de su papá, pero no sobre su madre. Me
pregunto si hay una historia ahí. Algo que podría ser capaz de usar a mi
favor.
—¿Y funciona?
Ella ríe.
—Siempre. Trató que dejara la clase. Pero seguí adelante y declaré
mi carrera de todos modos. No soy una niña. Puedo hacer lo que quiera. —
No, definitivamente no es una niña y sospecho que incluso cuando lo era,
no dejó que nadie la presionara.
—Y te gusta eso —digo. No es una pregunta. Es fácil verlo cuando
habla de sus clases. Bueno, excepto por dibujo. No le gusta mucho.
—Se siente como que hago algo que importa. Algo importante. Esto
puede sonar tonto, pero no me importa. Las pinturas son algunos de los
únicos registros históricos que tenemos en algunos casos. Especialmente de
figuras históricas. A pesar de que probablemente los retratos no son tan
precisos. Pero, ¿quién no pone un filtro en sus fotos de Instagram? —La
última parte me hace soltar una carcajada.
—Ese es un buen punto. Así que, ¿cuáles son tus planes después de
graduarte? ¿Viajar por el mundo? ¿Encontrarte a ti misma?
Frunce sus labios.
—No estoy segura, todavía. Ya veremos. No me gusta especular
sobre el futuro más allá de hoy. —Me gusta eso.
—Puedo beber por eso —le digo, alcanzo mi vaso de agua.
Chocamos nuestros vasos y después me pregunta si quiero dar un paseo.
—La última vez que dimos un paseo, te follé contra una pared —
digo, pero no reacciona. Como si esperaba que dijera eso. Tomará más
que eso para impresionarla.
—Es cierto —dice mientras dejo una generosa propina a la
camarera, aunque se rio de nosotros.
—Así que, ¿dices que podría ocurrir de nuevo? —pregunto mientras
103
sostengo la puerta para ella.
—Ya veremos —dice, y me da una pequeña sonrisa. Oh diablos.
¿Qué me está haciendo esta chica?
Otra noche, otro valet estacionando mi auto. Pero esta vez, salgo
para mantener la puerta abierta y darle a una mujer hermosa mi brazo.
—Gracias, amable señor —dice sacudiendo su cabello por lo que
cae sobre su hombro de nuevo.
—De nada, encantadora dama. —Ella toma el cumplido con calma
mientras caminamos hacia la parte delantera del edificio. Me recuerda a
una vieja casa de hacienda. Como si en cualquiera momento Scarlett
O'Hara va a venir corriendo a la parte frontal con una enorme falda.
Más exceso, más opulencia. Pero no lo encuentro tan ofensivo como
suelo hacer. Podría tener que ver con la mujer de mi brazo.
—¿Listo? —digo.
—Absolutamente —dice y caminamos hasta los amplios escalones
en la entrada. Las puertas están abiertas y los acordes de un cuarteto de
cuerdas nos saludan. Junto con un mesero con una bandeja de copas de
champán frágiles. Uno pensaría que cambiarían de vez en cuando. Tal vez
hacer tragos o algo, pero no. Siempre es lo mismo.
Tomo dos y entrego uno a Saige. Me da las gracias y nos dirigimos a
la habitación. 116
—¿Ves a ese tipo de allí? —dice, inclinándose para hablarme en voz
baja al oído, su aliento caliente contra mi piel.
—Sí —respondo.
—Tiene un fetiche de pies y contrata a mujeres que le permitan
adorar y lamer sus pies. —Me doy vuelta y la miro y me da una pequeña
sonrisa.
—¿Cómo sabes eso?
—Estos eventos son como pequeños pueblos. Todo el mundo sabe
todo sobre todos los demás. —Tiene razón. Conozco un montón de cosas
acerca de algunas de las personas en esta sala. Sobre todo de ella.
—Oh, ahí está mi papá. Deberíamos ir saludar. —Esta vez, ella dirige,
llevándome junto con ella. Me tenso y luego veo a Cash a través de la
habitación en el bar. Está esperando una bebida. Probablemente algo de
whisky. Sólo Cash bebe licor fuerte cuando está en algo como esto.
Llevo mi atención de nuevo al señor Beaumont y noto que tiene a su
mujer en su brazo. Bridgette Beaumont. Comparte el cabello rojo de Saige
y no mucho más. Es... frágil. Al igual que un vaso de vidrio con un ramo de
flores hermosas que se rompería si lo maltratas.
Su sonrisa es deslumbrante bajo las luces. Y falsa. Tan falsa.
Llegamos a los padres de Saige y me enfoco primero en Bridgette.
—Saige, querida, ¿quién es tu amigo? —Por supuesto que su madre
no se pierde nada. Su tono es agradable, pero sus ojos analizan todo.
Desde el corte de mi traje a mi cabello a mis zapatos y mis gemelos.
Asegurándose de que estoy en sus estándares. Espero que no haya un hilo
fuera de lugar, porque esta mujer se dará cuenta de ello.
—Mamá, este es Quinn Brand. Quinn, esta es mi madre, Bridgette
Beaumont —dice Saige, su voz cambia y suena inquietantemente igual
que su madre. Me pregunto si practicaron cuando era más joven, o si era
sólo natural imitar a su madre.
—Es muy bueno conocerla, señora Beaumont —digo, y me da un
apretón de manos débil.
—Encantada de conocerlo también, señor Brand. No puedo decir
que Saige me ha hablado mucho de usted —dice Bridgette con una
rápida mirada a su hija. Saige sólo sonríe dulcemente.
—Eso es mi culpa, lo siento. Pero Quinn y yo nos conocemos hace
poco. —Suave. Muy suave, Saige.
—Bueno, espero tener la oportunidad de escuchar más acerca de
117
usted —dice Bridgette y entonces es el momento para enfrentar al señor
Beaumont.
Como predije, no revela nada mientras se vuelve hacia mí.
—Quinn Brand, es un placer conocerte —dice, tendiéndome la
mano. Su sacudida es sólo un poco más dura de lo que era cuando nos
conocimos. Me está diciendo que ande con cuidado. No te preocupes. Lo
haré.
—Es muy agradable conocerlo, señor —digo, diciéndolo un poco
fuerte.
—Bueno, ahora que hemos terminado, vamos a ir a bailar. Adiós —
dice Saige, agarrando mi mano y apartándome antes de que pueda decir
una palabra más. Dejo que me arrastre hacia la pista de baile temporal
que se ha armado. Un cuarteto de cuerda toca el vals estándar y de
repente estoy de vuelta en mi cocina, donde la música clásica fluye a
través de un altavoz de radio rasposo y estoy a los pies de mi madre y está
contando los latidos de la música a medida que avanzamos y giramos
alrededor del pequeño espacio.
Respiro cuando Saige pone su mano en mi hombro, apretando mi
otra mano en la de ella mientras toma posición.
—Te jactabas de tus habilidades de vals, Quinn Brand. Es hora de
mostrarme lo que tienes —dice con una sonrisa en su rostro. Deslizo mi
mano alrededor de su cintura y espero un descanso en la música para
poder empezar.
Ahí está.
Doy un paso y ella sigue. Luego otro, y otro. Saige se mueve conmigo
a la perfección, como si hubiéramos estado practicando. Sus movimientos
son elegantes y suaves. Levanto los brazos y ella gira, una brillante sonrisa
en su rostro.
Vuelve a posición y reanuda el vals de nuevo.
—Está bien, te creo. Eres natural, o has tenido mucha práctica —dice
a medida que avanzamos por el suelo y luego de vuelta. Sé que hay otras
parejas que nos rodean, pero todo lo que veo es a ella.
—He tenido práctica —le digo, y lucho contra la marea que quiere
arrastrarme hacia el pasado. Por alguna razón, cuando estoy con Saige, es
casi imposible no quedar atrapado allí. No sé de qué se trata, pero trae
esos recuerdos a la superficie. No me gusta.
—Bueno, quien te enseñó hizo un buen trabajo —dice, como si se
detectara que no quiero hablar de ello. Decido desviar la conversación
hacia ella. 118
—¿Y quién te enseñó?
—Mi padre —dice ella con otra sonrisa—. En sus pies en la cocina
cuando era pequeña. —Casi me tropiezo, pero me recupero en el último
momento.
—¿Algo está mal? —pregunta. No hay manera de que no se haya
dado cuenta de mi tropiezo.
—Nada. Apenas perdí el paso de mis pies por segundo —le digo,
suavizando mi cara en una sonrisa avergonzada.
—Bueno, te ayudaré a encontrarlos — dice ella, acercándome más.
―El señor Beaumont está aquí para verle ―dice Grace, el lunes por la
mañana. Honestamente, pensé que me contactaría antes, pero estoy listo
para él.
―Hazlo pasar ―digo. Espero a que Grace abra la puerta y Beaumont
entra antes de levantar la vista de mi computador.
―Es un gusto verlo tan pronto ―digo, manteniendo mi tono
cauteloso.
―Sí ―dice, sentándose sin invitación―. No sabía que estabas
follándote a mi hija.
Mantengo mi reacción invisible.
―No me estoy follando a su hija. No sabía que lo era cuando
comencé a hablar con ella. Nos conocimos en una cafetería.
―Y ella sabe que trabajas aquí.
―Sí, pero no le dije que trabajo con usted. Tengo que conservar la
confidencialidad ―digo, mi tono es plano y frío.
―De acuerdo ―dice y hay un silencio tenso mientras espero que
prepare su mente para lo que va a hacer.
―No puedo decir que me siento feliz por la situación. Pero aprecio
que conserves nuestra relación de negocios con discreción. ―Asiento y
espero que continúe.
Suspira.
―Y es mejor que no interfiera con nuestro negocio en particular.
―Puedo garantizarle que no lo hará. Mantengo mi vida personal y
mis negocios completamente separados. ―Me estudia por un momento.
―Supongo que tendré que confiar en ti acerca de eso. Si le digo a
Saige que no te vea más, hará lo contrario. Entonces. No haré nada. Pero
te vigilaré, Quinn Brand. Voy a observarte como un halcón. ―No lo dudo en
lo más mínimo.
―No soy un hombre que quieras como enemigo ―dice,
entrecerrando sus ojos. Mensaje recibido.
―No es mi intención hacerlo, señor Beaumont. ―Hay otro momento
en el que nos medimos el uno al otro. Él debe encontrarme aceptable
porque se pone de pie, abotona su chaqueta y extiende su mano.
―Me alegra que aclaráramos esto. Estaré en contacto sobre mis
122
inversiones. Y apreciaría si ella sigue sin saberlo por el futuro próximo.
Concuerdo con él y se va.
Mis piernas ceden y me siento de nuevo en la silla. No sé por qué
estaba tan preocupado por esta reunión, pero siento como si hubiera
esquivado una bala y escapado con vida. Es verdad, es importante no
enojar a Beaumont, pero mi relación con Saige lo es mucho más. Ella es mi
forma de entrar.
Cierro los ojos por un segundo y respiro para componerme de nuevo.
Las cosas están comenzando a moverse en la dirección correcta, pero
realmente necesito acelerar las cosas con Saige. Es hora de una noche.
133
3 Definir la relación.
Pago la cuenta y la ubico bajo el brazo mientras caminamos de
regreso al coche esperando.
—Esta ha sido una noche fabulosa, Quinn. Absolutamente fabulosa.
—¿Memorable? —pregunto.
—Definitivamente. Y no ha terminado todavía.
139
17 Traducido por NicoleM & Vane Black
140
Corregido por Itxi
4 Spinal Tap es un grupo semificticio de heavy metal creado en 1984 a partir del
falso documental This Is Spinal Tap, considerada por muchos como una película de culto.
—No mucho.
—¡Oh! —dice sentándose y exclamando—: Esto es lo que veremos.
—¿Cuál es? —pregunto mientras empieza la película. De alguna
manera, la encontramos justo cuando acaba de comenzar.
—Mi gran boda griega. Es chistosa. Te encantará. —Nunca he visto la
película, pero por lo menos he oído hablar de ella. Saige se mueve 142
quedando sobre su estómago. En lugar de ver la pantalla, la veo a ella
mientras mira la televisión.
—No estás prestando atención —dice sin apartar la mirada.
—Lo siento —digo, mirando de nuevo la pantalla.
Saige se ve animada mientras observa, riendo libremente de los
chistes que ya sabe que vienen. Tengo que admitir que la película me
atrapó, aunque no la entiendo realmente. Lo gracioso es gracioso y esta
película es graciosa. Me río más de un par de veces, sobre todo cuando
Ian se reúne con la familia de Tula y ella les dice que es vegetariano.
—Me encanta esta película —dice Saige mientras Tula y su nuevo
marido bailan en su recepción.
—Es buena. Me alegro de que me hicieras verla.
—Entonces, si no ves películas, ¿qué haces en tu tiempo libre, Quinn
Brand? —No mucho. Entrenar. Dar paseos. Pasar tiempo con Cash. Dormir.
Mi existencia fuera de mi trabajo no es mucha. En realidad no es una vida.
Pero no le diré eso.
—Esto y aquello. —Espero que deje el tema.
—No, de verdad —dice, sentándose y centrándose en mí. Mierda—.
Quiero saber de tu vida. Qué haces cuando no pasas el rato conmigo. —
Sonríe y toca mi hombro juguetonamente.
—Bueno, leo, juego videojuegos, corro y esas cosas.
—¿Cuál fue el último libro que leíste? —Es una pregunta fácil, porque
leo de vez en cuando.
—La danza de la muerte de Stephen King. Uno de sus mejores, en mi
opinión.
Eleva sus cejas como si la sorprendiera.
—¿Qué?
—Nada. ¿Qué leíste antes de ese? —Pelirroja, toda esta cosa es una
prueba que sé que puedo pasar.
—Perdida de Gillian Flynn. —Eso la hace sonreír.
—Interesante selección. —Decido centrar esto en ella.
—¿Cuáles fueron los dos últimos libros que leíste? Aparte de los libros
de la escuela. —Siento que tengo que clarificarlo. Levanta un dedo.
—La chica del dragón tatuado y, —levanta otro dedo—, Perdida.
—¿En serio?
—En serio. Supongo que tenemos el mismo gusto en libros. 143
—Imagínate —digo.
—Pero no le diré no a la literatura fantástica o a una buena novela
histórica. Y no le puedes ganar a Harry Potter.
—Nunca leí esos —digo y me mira como si hubiera dicho el peor
insulto de la existencia.
—¿Qué pasa contigo? —Un montón de cosas que de las cuales
nunca sabrás, Saige—. ¿Cómo eres un ser humano y no has leído Harry
Potter? —Me encojo de hombros otra vez. Parece que estoy haciendo eso
mucho esta noche—. Bueno, vaya a una biblioteca, señor Brand, o quítale
uno a un niño. Te prestaría los míos, pero no le presto mis libros a
cualquiera. No se les permite salir de mi apartamento a menos que se
encuentren bajo mi custodia. —Eso es... algo lindo.
—Veré lo que puedo hacer. —Tendré que hacer al menos una
investigación acerca de qué tratan, para así poder tener una
conversación con ella, ya que estoy seguro que los nombrará de nuevo.
Saige no es el tipo de persona que se olvida de las cosas de esta manera.
—Bien. Porque tienes que experimentarlo. —Suspira felizmente.
Quizás pueda leer los libros con Lizzy o algo. La veré este fin de semana. Me
he sentido tan fuera de balance últimamente y necesito a alguien familiar
para que me enfoque.
Hablamos más sobre qué libros tenemos y no hemos leído, películas
que tenemos y no hemos visto. No estoy seguro de quien comienza a
bostezar, pero pronto nos encontramos descansando sobre las almohadas
en nuestras batas, los espacios entre nuestras respuestas más y más largos
a medida que ambos luchamos para mantenernos despiertos.
Por último, ambos cedemos ante la mezcla de alimentos y bebidas y
nos desmayamos.
Me despierto boca abajo, mi brazo sobre Saige, quien se encuentra
tan cerca de mí como le es posible. En vez de estar descansando relajada,
sus cejas se hallan juntas y está haciendo sonidos suaves los cuales
probablemente me despertaron. Su cuerpo se retuerce, como si estuviera
soñando algo terrible.
144
Espero un momento y entonces suavemente la sacudo.
—Saige —digo—. Despierta. —Sus ojos se abren y jadea, alejándose
de mí.
—¡Saige! Soy yo. Quinn. Creo que soñabas. —Balbucea, parpadea
un par de veces y luego comienza a relajarse.
—Lo siento —dice, apartando el cabello de sus ojos. Estaba liso
anoche, pero el rizo natural ha comenzado a volver. Como si no pudiera
ser domesticado, incluso por el calor.
—¿Estás bien? —Intento acercarla, pero levanta una mano para
detenerme.
—Estoy bien. Es solo... necesito ir al baño. —Se levanta, va al baño y
cierra la puerta. Oigo la cerradura.
Me froto el sueño de mis propios ojos y compruebo el reloj. Son las
cinco de la mañana. Mi plan era levantarme temprano, llevarla a
desayunar y luego dejarla en su casa para que pudiera estar lista para su
clase. La primera no es hasta las nueve y planeaba llegar tarde al trabajo.
El agua corre en el baño, pero el sonido es constante, como si solo
abriera la llave por el ruido. Espero unos minutos más y luego camino
lentamente hacia la puerta cerrada y toco.
—¿Saige? ¿Estás bien?
—Sí —dice, pero puedo decir que es todo lo contrario.
—Déjame entrar —digo.
—No. —Pienso en golpear la puerta y exigirle que me deje entrar,
pero no creo que esa táctica funcione en ella.
—¿Por favor, déjame entrar? Estoy preocupado por ti —digo, y no es
una completa mentira.
Espero unos segundos y luego el agua deja de caer y la puerta se
abre.
Está llorando. Sus ojos están rojos e hinchados y hay rayas en las
mejillas del maquillaje de anoche que nunca se quitó.
—¿Qué pasa? —pregunto. No estoy muy seguro de qué hacer en
esta situación. No tengo ni idea de por qué llora o lo que puedo hacer
para ayudarla.
—Nada —dice, apoyándose en el fregadero y secándose las
mejillas.
—Bueno, si no era nada, entonces no estarías llorando. ¿Tuviste una
145
pesadilla? —Rueda los ojos.
—Las pesadillas son para niños.
—Eso no es cierto —digo, cerrando la puerta detrás de mí y
sentándome en el borde de la bañera—. Todo el mundo tiene pesadillas.
Todo el mundo tiene algo de lo que tienen miedo. —Encuentra mis ojos y
se ve... joven. Triste. Asustada.
—¿De qué tienes miedo tú? —pregunta, su voz resonando por toda
la habitación. Una sola gota de agua cae del grifo al fregadero con un
pequeño ruido.
—Tú —digo, y esta es otra verdad. Tengo miedo de ella. Tengo
miedo de cómo me estoy empezando a sentir por ella. Puedo decirme
que ella es solo un trabajo que quiero, pero eso no detendrá que mi
cuerpo responda cuando estoy cerca de ella.
Es como si hubiera sido enviada como un castigo. Para torturarme
por lo que he hecho. Tendría sentido, teniendo en cuenta lo que el resto
de mi vida ha sido hasta ahora. En ese hermoso infierno en el que me
encuentro.
Rueda los ojos y agarro un poco de papel higiénico y se lo paso para
que pueda secarse los ojos.
—No tienes miedo de mí. No tienes miedo de mucho, apuesto. —
Niego con la cabeza.
—Te equivocas. Y también te estás desviando. ¿Qué te tiene tan
molesta? Si vamos a salir, vamos a tener que hablar de cosas como esta.
—No me gusta esta parte. Porque necesito que se abra para que pueda
confiar en mí, aunque romperé esa confianza.
Nunca he pensado en ello tanto antes. Supongo que corté mis
emociones y pasé desapercibido y seguí adelante. Si no paraba de
moverme, no tenía que pensar en ello.
—Es una estupidez —dice, soplando por su nariz y enfadándose un
poco.
—Nada sobre ti es estúpido, Saige —digo, entregándole un poco
más de papel higiénico.
—Claramente, no me conoces tan bien. —Espero a que se
recomponga. Mira hacia el techo y exhala.
—Bien. Es que... tengo estas pesadillas a veces. Son estúpidas y
nunca recuerdo los detalles cuando me despierto, pero en el momento,
son terroríficas. —Se estremece y coloca sus brazos alrededor de sí misma.
—Siempre me acuerdo de mis sueños —digo en voz baja—. Pero eso
146
no es siempre una buena cosa.
—Si pudiera recordar entonces tal vez podría ocuparme de ello.
Convencerme para no tener miedo o algo así. Pero no importa lo que
haga, tan pronto como mis ojos se abren, es como si mi cerebro se
reiniciara. —Se frota los brazos—. De todos modos, creo que sólo me asusté
un poco. Siempre tiendo a despertar llorando cuando las tengo.
Me siento por un momento, preguntándome qué debería hacer.
Para ser honesto, el llanto me vuelve loco. No sé qué hacer con las
lágrimas. La ira, lo entiendo. El odio, lo entiendo. La vulnerabilidad es algo
que no me permito tener en mí mismo, así que es difícil de entenderlo en
otra persona.
Cash sería mucho mejor en esto que yo. Él sabe cómo calmar las
cosas y representar la parte del novio cariñoso. Tal vez él debería haber
hecho esto.
Pero tan pronto como pienso en Cash estando aquí con Saige,
quiero estrellar mi puño a través de la pared. Así que hago lo único que se
me ocurre hacer. Me pongo de pie y coloco mis brazos alrededor de ella.
Duda por un segundo, y luego se funde en mí. Sí, estoy en control. La
tengo en mis brazos y puedo moldearla como sea que quiera. Si la besara
en este momento en este estado vulnerable, ella probablemente cedería,
sus defensas abajo. Podría follarla justo en este fregadero.
Algo me detiene. Los brazos de Saige se arrastran a mí alrededor y se
envuelven alrededor de mi espalda. Meto su cabeza debajo de mi barbilla
y sé que si alguien fuera a tomar una foto de nosotros en este momento,
nos veríamos como la pareja perfecta.
—Gracias por ser tan comprensivo —dice en voz baja—. Lo siento, te
desperté.
—Shh, está bien. No es gran cosa. Estaba despertándome de todos
modos. —Ella empieza a alejarse y no quiero dejarla ir, pero quito mis
manos de su cuerpo y doy un paso atrás para darle un poco de espacio.
Su cara sigue estando roja, pero eso no disminuye su belleza. Dudo que
algo pueda. La belleza de Saige nunca podría ser contaminada por nada.
—Bueno, ahora hemos sacado eso del camino —dice, riendo
suavemente, como si estuviera avergonzada.
—¿Quieres volver a la cama, o quieres que te lleve a casa?
—No puedo dormir, pero no quiero ir a casa. —Me mira y veo algo...
de súplica en sus ojos. Como si me estuviera pidiendo entender lo que
quiere sin que tuviera que decirlo.
147
Adivino. —¿Quieres que te folle?
Asiente y aspira de nuevo.
—¿Duro? —pregunto, sólo para asegurarme. Asiente de nuevo.
—Déjame conseguir un condón.
Dejo el cuarto de baño y agarro uno de la cima de la mesita de
noche, donde lo puse en mi escondite el día anterior. Pensándolo bien
agarro dos, poniendo uno en el bolsillo de mi bata.
Saige está en la misma posición cuando entro de nuevo en el cuarto
de baño. Sin decir una palabra, la levanto y la deposito en el fregadero.
Grita.
—Está frío —dice explicando mientras deshago el nudo de su bata y
la empujo hacia abajo por sus hombros.
—Levántate —digo, y salta al suelo de manera que está en sus pies.
Extiendo la bata sobre el lavabo y luego la pongo de nuevo en él. Dejo
caer mi bata y la miro a los ojos.
—¿Lista?
—Aja —dice, y la alcanzo.
Nuestros labios se encuentran y se fusionan y ella sabe cómo chispas,
pesadillas y palabras no dichas. La devoro mientras mis manos rozan su
cuerpo y se acerca más a mí en el borde del lavabo.
Voy a follarla duro, pero no antes de que esté acalorada y
rogándome. Hay un placer exquisito cuando tienes a una mujer suplicando
por tu polla. Como si no la consiguiera, moriría. Quiero que Saige ruegue
por mí.
Me aparto de su boca para poder lamer mi camino por su cuerpo.
No importa cuántas veces la pruebe, necesito más. Mis rodillas chocan
contra el suelo mientras bajo y empiezo a sacarle un orgasmo con la boca
y los dedos. Muele sus caderas en mi cara, por lo que es difícil respirar, pero
no me importa. Me estoy ahogando en ella.
Las manos de Saige empuñan mi cabello mientras chupo duro,
trabajando para sacarle un orgasmo en un tiempo récord. No se necesita
mucho tiempo antes de esté arqueando la espalda y pueda sentir los
pulsos contra mis dedos y lengua. Monto el orgasmo con ella y luego me
levanto, así puedo ponerme el condón.
—Espera —me dice y casi ni siquiera la escucho. No quiero esperar.
Quiero sumergirme en ella y hacerla olvidar su mal sueño.
—Saige, no estoy realmente en condiciones de esperar —digo, y sale
148
como un gruñido. Me tiemblan las manos mientras sostengo el paquete del
condón, listo para rasgarlo.
No dice nada, pero alcanza mi polla, tomándola en sus manos. Casi
lo pierdo solo desde ese toque de sus manos. Acaricia de arriba abajo,
lentamente. Tan lentamente. Aprieto los dientes mientras me toca,
retorciendo sus manos un poco.
—Necesito estar dentro de ti —digo. No es que no me guste un
trabajo de mano tanto como a otro chico, pero tomaré el estar dentro de
ella una vez sobre un centenar de trabajos manuales.
Me deja ir y sostiene mi cara, dándome un beso y luego echándose
hacia atrás. Normalmente es muy habladora y su tranquilidad es inusual,
pero no tengo tiempo para pensar en ello. Mi pene está pensando por mí.
Me pongo el condón y me acerco para abrir sus piernas un poco
más. Gime mientras me rozo contra ella un par de veces, sólo para
molestar. La necesito, pero quiero que me necesite más.
Golpeo mi polla de arriba abajo por su centro y hace un sonido
frustrado. Nuestros ojos se encuentran y espero a que lo diga mientras me
arrastro hacia arriba y abajo de nuevo.
—Por favor —dice en una exhalación y eso es todo lo que necesito.
Me coloco, agarro sus caderas y entro de golpe en casa. Su espalda
golpea el espejo y espero que no lo hayamos roto. Mientras salgo, la traigo
conmigo hasta el borde del lavabo y luego la embisto de nuevo. Una vez
que nos pongo en la posición correcta, empiezo a follarla como me lo
pidió. No aflojo y ella no me lo pide. Es áspero y duro, y sigue pidiéndome
más.
Mete su mano entre nosotros para tocarse a sí misma y no duro
mucho después de eso. Se viene de nuevo y eso me pone en marcha.
Quiero venirme dentro de ella. O en ella. Ver como luciría su piel así,
brillante con mi semen. Sí. Eso es algo que tiene que ocurrir antes de decir
adiós. Quemaré esa imagen en la parte posterior de mi cerebro y entonces
podré llevarlo a cabo siempre que quiera.
Se inclina hacia delante, descansando en mi hombro. Su piel está
empañada por el sudor y se pega a la mía.
—Gracias —dice ella, alzando su mano hasta tocar un lado de mi
cara.
—¿Por follarte? Te aseguro que no fue una dificultad —digo, casi
riendo.
—No, gracias por… No importa. —Acaricia mi cara, la levanto y la
llevo de vuelta a la cama.
149
Salgo con Saige dos veces más esa semana. Una vez vamos al cine y
la otra sólo pasamos el rato en su apartamento otra vez. Hay sexo en
ambas citas.
—¿Qué vas a hacer este fin de semana? —pregunta mientras nos
regodeamos bajo el resplandor post-coital. Me dijo que tenía que hacer la
tarea, pero cambió de opinión cuando le di la vuelta sobre el sofá, tire de
sus pantalones abajo y estuve sobre ella.
—Nada, ¿por qué? —Si le digo que tengo planes, va a querer saber
cuáles son y entonces voy a tener que decir algo que suene convincente.
Mantenerla en la oscuridad acerca de mi vida personal cuando no estoy
con ella es la clave. Necesito saber todo sobre ella al tiempo que no
revelo nada de mí mismo.
—Solo me preguntaba. Pensé que tal vez tú y yo podríamos salir con
algunos de mis amigos, incluyendo a Lo. No se conocieron exactamente
en las mejores circunstancias y sería bueno hacer un re-encuentro, ¿no
crees? —Parte de hacer mi camino en la vida de Saige es impresionar a sus
amigos. Así que estoy a bordo.
—Claro, ¿cuándo?
—¿Estaba pensando en la noche del sábado? —Eso funcionará si
visito a Lizzy en la mañana y luego conduzco de vuelta.
—Estoy libre. ¿Quieres que te recoja aquí? —Asiente y dice que me
va a enviar un mensaje con la hora y me levanto para ir al cuarto de baño.
He descuidado mis registros y tengo que arreglar eso. Sólo me encuentro
tan distraído cuando estoy con Saige y el tiempo simplemente parece
desvanecerse.
—Oye, tu teléfono está sonando —dice Saige a través de la puerta y
casi me rompo el cuello luchando para salir del cuarto de baño. Tengo
que mantener mi teléfono desechable conmigo además de mi teléfono
normal y no es como si tuviera cualquier lugar para esconderlo cuando
estoy desnudo.
—Vaya, ¿dónde está el fuego? —dice Saige, riéndose mientras me
entrega el teléfono. Mierda. Lo había sacado de mi pantalón y es mi
teléfono normal. No el desechable. Suspiro de alivio por dentro. No
necesito que sepa que existe el desechable, y mucho menos sacarlo de mi
pantalón.
Compruebo el número y es una de esos estúpidos números 800
aleatorios está probablemente está para decirme que “gané” un viaje a 151
Jamaica, siempre y cuando les de toda mi información personal. Lo ignoro
y bloqueo mi teléfono de nuevo.
—¿Esperando una llamada? —dice sentada en la cama y peinando
con los dedos su pelo.
—Uh, sí. Pero no es nada —digo, consiguiendo mi corazón de nuevo
bajo control y dándole lo que espero sea una sonrisa fácil.
—¿Se encuentra todo bien? —pregunta, y me pateo a mí mismo por
estar en esta situación. A partir de ahora, cuando no esté follando con ella,
mis pantalones se quedan sobre mí.
—Por supuesto. —Le guiño y luego decido desviar su atención
zambulléndome hacia adelante y acariciando su pecho, justo entre sus
senos.
Se ríe y agarra mi cabeza y nos lanzo en la cama y luego el teléfono
queda olvidado
—Bueno mírate —dice Saige unas horas más tarde mientras abro la
puerta para recogerla. He ido más casual esta noche, pero mis vaqueros
siguen siendo de diseñador, mi sencillo suéter de manga larga negro más
caro de lo que una camisa debería ser alguna vez. Pero llevo mi par de
botas favorito. Son negras, de cuero y me hacen sentir más como Sylas que
como Quinn. Es un riesgo usarlas, pero no me importa esta noche. Me he
asegurado de cubrir mis tatuajes también. No estoy dispuesto a compartir
esa parte particular de Quinn con los amigos de Saige. Con ella es
inevitable.
—Lo mismo para ti —digo. Viste casual, en vaqueros ajustados, una
camisa gris suelta y una bufanda amarilla. Su cabello está rizado y un
conjunto de diamantes brillantes salpican sus oídos. Por supuesto sus labios
son rojos.
—¿Estás listo para esto? —Pregunta mientras toma su bolso y cierra la
puerta.
—Tan listo como alguna vez lo estaré. ¿Con quién nos estamos
reuniendo de nuevo? —Nos dirigimos hacia el ascensor mientras enumera
los nombres.
—Lo, a quien por supuesto ya conoces, Sadie, Beck y su novio JR, e
Ilsa y su amiga Amelia. —Sé todos estos nombres ya, lo que será muy útil
cuando me encuentre con estas personas. He visto fotos también, por lo
que esto debería ser pan comido.
—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? Estoy más o menos
lanzándote a los leones. —Si puedo manejar a los chicos, puedo manejar
esto, pero no puedo decirle eso.
—Tus amigos son mis amigos —digo, manteniendo la puerta del BMW
abierta para ella.
—Dices eso ahora, pero no has pasado una noche con ellos.
—Bueno, si comienza a fracasar solo fingiré que tengo una úlcera y
que debo irme a casa. —Ríe y me coloco el cinturón de seguridad.
157
En lugar de un club de moda, nos dirigimos a un bar tranquilo. Una
banda country hace su cosa en la esquina, pero no es demasiado ruidoso
para que no se pueda mantener una conversación sobre la música. Todo
es de madera y al estilo honky tonk5 aquí. Más botas de vaquero y
espuelas que música tecno y luces estroboscópicas.
—Siempre probamos un bar diferente. Estamos decididos a tomar
una copa en todos y cada uno en la ciudad —dice Saige cuando levanto
las cejas hacia el lugar—. Hemos estado evitando este lugar por razones
obvias. —Unos pocos tipos con sombreros reales de vaquero pasan y Saige
ríe mientras caminamos hasta el segundo piso al altillo con vistas a la
primera planta.
Brazos femeninos la alejan de mí inmediatamente y la llevan en
varios abrazos. Una vez se suelta, me arrastra acercándome.
—Todos, este es Quinn. Quinn, esta es Lo, a quien ya conoces,
Amelia, Isla, JR, Beck Y Sadie —Sacudo la mano de todos, y Lo me da una
pequeña sonrisa antes de dejarla ir. Saige tiene una interesante mezcla de
amigos. Sadie y Beck son miembros de lo más alto de la sociedad pero el
resto no. Normalmente esa mezcla de personas no funciona, pero es
evidente que parecen llevarse bien de todos modos.
Tomo dos sillas altas para Saige y para mí y nos unimos a la mesa.
—¿Qué quieres beber, Quinn? —JR dice mientras se levanta para
hacer un viaje al bar.
—Eh, un trago de Jack y una cerveza —digo mientras me da un
pulgar hacia arriba antes de tomar la orden de Saige. Ella me sonríe.
—Voy a tomar lo mismo. —Eso hace a Lo reír mientras bebe un sorbo
de su bebida, que es de color rosa y naranja. Apuesto cualquier cosa que
es un Sexo en la Playa.
—¿Estas tratando de emborracharte, Saige? —Dice Lo. Saige se
encoge de hombros.
—Tal vez. ¿Tienes algún problema con eso?
5
Es un tipo de bar con acompañamiento musical típico del sur de Estados Unidos.
—Por supuesto que no. —Lo me mira y sé que ella está recordando la
primera vez que nos interrumpió. Y estoy seguro que Saige le ha dicho
todos los detalles sórdidos de nuestra relación. Si piensa que estoy
apenado o avergonzado de que ella sepa eso sobre mí, está encontrando
algo muy diferente.
—Así que, Quinn, ¿Dónde trabajas? —Dice Beck. Esta vestida como si
fuera para un coctel de lujo y no a un barrio pobre a un bar de música 158
country. Su cabello castaño cálido esta trenzado apretado, hay perlas en
sus orejas y su camisa de color rosa esta empapada en lujo.
—En la parte alta de la ciudad —digo con una sonrisa.
—Quinn gasta el dinero de otras personas —dice Saige, apretando
mi brazo.
Beck sonríe.
—Eso debe ser genial.
—Algunas veces. Pero es mucho peor cometer un error con el dinero
de otra persona que con el propio.
—Dinero, o conseguir dinero —dice Lo, cambiando de tema—. ¿Qué
haces en tu tiempo libre? —¿Cuál es la obsesión de todos con mi tiempo
libre? Le muestro una sonrisa.
—Leo, corro y colecciono autos. —Esa es una respuesta lo
suficientemente segura. Sus rubias cejas se levantan. Debo haberla
sorprendido.
JR regresa con nuestras bebidas y sostengo mi trago hacia Saige. Ella
toma el suyo.
—Hasta el fondo —digo y los dos golpeamos nuestros vasos sobre la
mesa antes de bajarlos. El whisky quema mientras baja y me gusta la
sensación. Para su crédito, Saige hace todo esto sin siquiera una tos.
Acompaño el trago con un sorbo de cerveza y hace lo mismo.
—Bravo —digo y ella ríe.
—Este no es mi primer rodeo.
La agarro y la beso, saboreando el whisky en sus labios. No pongo
ningún pensamiento en ello. Solo lo hago. Cuando me alejo todos están
mirando hacia mí. Saige solo sonríe y luego toma otro trago de cerveza.
Los ojos de Lo se estrechan y puedo decir que va a ser la más difícil
de impresionar. Levanto la cerveza en su dirección y tomo un sorbo.
—Oh mi dios, no un banjo. —Amelia dice, encogiéndose mientras
mira por la barandilla hacia abajo donde el siguiente grupo se está
preparando.
—¿Qué pasa con el banjo? —Ilsa pregunta.
—Si tienes que preguntar, nunca lo entenderás —dice Amelia. Son un
conjunto combinado, las dos pequeñas y lindas. Amelia con el cabello
159
teñido de un color morado claro e Ilsa con un rubio con unos pocos rayitos
azules. Ilsa tiene un aro en el labio y Amelia tiene uno en su tabique. Están
acercándose y tomando sus manos mientras miran por encima de la
barandilla.
—¿Tocas algún instrumento, Quinn? —Pregunta Lo, terminando su
bebida.
—No. Me han dicho que soy completamente un sordo musical, por
desgracia. —Quinn es un sordo musical. Sylas no. Heredé la capacidad de
mi madre para cantar y captar una melodía después de escucharla una
vez. Si hubiera tenido una infancia diferente, podría haber aprendido a
tocar un instrumento, pero nunca lo hice.
—Eso es una pena —dice Saige—. Pero no importa. Me gustas de
todos modos. —Descansa su barbilla en mi hombro y me pregunto si el
toque es para mí beneficio, o para demostrarle a sus amigos que somos
serios. No sabía que fuéramos en serio, pero ella definitivamente está
enviando esas vibraciones.
La banda comienza a tocar y nos da algo de qué hablar. La música
no es mala, de por sí, pero definitivamente no es algo que voluntariamente
escucharía si no estuviera con Saige. Parece que la mayoría de sus amigos
se sienten de la misma forma.
—Deberíamos haber ido a otro lugar —dice Beck, haciendo una
mueca ante el sonido del banjo.
—Creo que esto es divertido. Es bueno probar cosas nuevas —dice
Saige—. Ser aventurero.
—De acuerdo —digo y no puedo apartar mis ojos de ella. Está
gloriosa en esta poca luz, con lo ojos brillando por el alcohol y sus manos
sobre mí. Definitivamente estamos desnudándonos cuando salgamos esta
noche.
Beck y JR inician una discusión sobre cuál es la situación apropiada
para usar un sombrero de vaquero.
—Que tal nunca —Dice Amelia.
—Creo que te verías muy linda con uno —dice Ilsa, dándole
palmaditas a Amelia en la cabeza.
—Me veo linda con todo —replica Amelia con una sonrisa.
—Bueno, eso es cierto —dice Lo y Amelia eleva su mojito en
dirección a Lo.
—Salud.
—Creo que te verías linda con uno, incluso si no eres un vaquero de
verdad —le dice Beck a JR. 160
—Gracias muy amable, señora —dice, pretendiendo inclinar un
sombrero hacia ella.
—Bueno, por mi parte, estoy totalmente de acuerdo con un
sombrero vaquero, siempre que este acompañado de chaparreras —dice
Saige, apoyándose en mi hombro—. Te verías muy bien con el trasero
desnudo con chaparreras —dice hacia mí y casi me ahogo con mi
cerveza.
—Esa es una imagen que no necesitaba en mi cabeza —dice Lo con
una mueca.
—Igual —dicen Isla y Amelia.
6
Frasier es una serie de televisión estadounidense, emitida en la NBC. Fue un spin off de
la serie Cheers basado en el personaje de Frasier Crane.
7
Seinfeld fue una serie televisiva de comedia emitida entre 1989 y 1998 en Estados
Unidos, y considerada entre las más populares e influyentes de los años noventa en ese
país.
—Lo es —dice Saige.
—Entonces, tengo una idea. ¿Qué acerca de dejar este antro y
dirigirnos a algún lugar un poco más animado? —dice Beck, inclinándose
contra JR. Es igualmente pijo, vestido con pantalones caqui y un polo. Pero
no es un imbécil, por lo que es un plus.
—Secundo eso —dice Amelia, aunque ella está un poco agitada.
162
—Lo secundo, también —decimos Saige y yo también.
—Bien, bien. ¿Qué es lo siguiente en la lista? —Dice Lo. Saige saca su
teléfono y explora algo.
—Um, el siguiente está a pocas cuadras. Podríamos probablemente
solo caminar. —La noche es cálida y la mayoría de nosotros estamos
todavía zumbados. Le envío un texto a Cash (mi seguidor para la noche)
dejándole saber que estamos cambiando de locación y que nos siga. Para
un chico inmenso, sorprendentemente sigiloso.
—Vamos —dice Beck y nos dirigimos a la barra para pagar nuestras
cuentas y luego salir a la calle. Saige se acurruca contra mí.
—Realmente me gustas —dice como si le sorprendiera.
—Realmente me gustas. —Esto no es una mentira. Realmente me
gusta ella. Es sexy y divertida, sarcástica y hermosa. Rozo mi mano en su
nuca donde está su tatuaje.
—¿Cuándo lo obtuviste? Tú has preguntado por mis tatuajes, y quiero
saber sobre el tuyo. —Es el único que tiene.
—Um, lo obtuve en unas vacaciones de primavera hace unos años.
Estábamos en Irlanda y parecía como algo que hacer. El lado de mi madre
es Shea. —Sabía eso también.
—Bueno, tienes suerte. Un montón de tatuajes como el tuyo terminan
luciendo como mierda. —Había visto más que mi parte justa de tinta de
mala calidad. Maldita vergüenza.
—Gracias. La mayoría del tiempo me olvido de que está ahí. —Se
frota la nuca.
—Bien, te sienta.
—Gracias —dice ella y tiembla.
—¿Tienes frío?
Sacude su cabeza y seguimos caminando.
El grupo se pone ruidoso y fuerte a medida que nos acercamos a la
siguiente parada, pero estoy bien con eso. Aun cuando Amelia empieza a
cantar en francés a todo pulmón.
—Ella solo habla francés cuando está borracha —explica Isla,
mientras trata de ayudar a Amelia.
El siguiente lugar al que vamos es más de lo que pensé cuando
Saige me dijo que íbamos a salir. Se puede escuchar la música desde
bastante lejos y hay un fornido gorila en la puerta chequeando las
identificaciones.
163
Hacemos nuestro camino dentro y hay apenas suficiente espacio
para respirar. El lugar está lleno hasta el borde con cuerpos sudorosos, la
mayoría restregándose y girando por la música a todo volumen que se
vierte de altavoces gigantes puestos en el piso como monolitos.
—Ahora esto me gusta más —dice Beck, meneando la cabeza y
luego ejecuta un giro que no sucede bastante en el espacio limitado.
El grupo se dirige arriba otra vez y se batalla para encontrar una
mesa, pero JR de alguna manera asegura uno y nos apiñamos alrededor
de él mientras que Beck se ofrece para conseguir las bebidas. Voy por otra
cerveza ya que estoy jugando seguro.
Brindamos por mejor música y para terminamos nuestras bebidas
bastante rápido por lo que podemos golpear la pista de baile. Nunca he
bailado de esta manera con Saige, pero no me preocupa. Bailar está a un
paso lejos del sexo y funcionamos a la perfección en ese departamento.
En lugar de mover hacia atrás y adelante como muchos bailarines,
nos enfrentamos el uno al otro. Coloco mis manos en sus caderas y sus
brazos rodean mi cuello. Esta vez la dejo llevar la delantera e igualo mis
movimientos a los suyos.
Joder. Joder, joder, JODER.
Esto no está cerca del sexo. Es follar sin penetración. La he estado
esperando toda la noche y el segundo en que ella muele sus caderas en
mí, estoy tan jodidamente duro que apenas puedo ver bien. Saige lo nota
y parece que le divierte. Ella solo sonríe para mí y sigue bailando al ritmo
palpitante de la música. Agarrando la parte posterior de mi cuello, lleva mi
cabeza hasta hacia su boca.
—¿Me quieres, Quinn Brand? —No importa que tan fuerte está la
música. Ella podría susurrar y todavía le oiría.
—¿Qué crees? —Digo, girando mi cabeza para que mis labios casi
toquen el lóbulo de su oreja mientras empujo mis caderas en ella. Sé que
ella me puede sentir a través de mis vaqueros.
—Creo que sí —dice de vuelta—. ¿Vas a hacer algo al respecto?
Brevemente coqueteo con la idea de alguna manera follarla aquí
en esta pista de baile, pero que eso podría no congraciarme con sus
amigas, así que tiro un poco de ella.
—Voy a bailar contigo, Saige —digo de vuelta.
Ella pone sus brazos en el aire y gira sus caderas como si me dijera de
lo que me estoy perdiendo. Oh, pelirroja, lo sé.
164
En cambio, agarro sus caderas, hundiendo mis dedos y
emparejando sus movimientos. La quiero tan encendida como yo lo estoy.
—¡¿Por qué no simplemente se follan y lo superan?! —grita una voz
cerca. Totalmente he olvidado que estamos en un cuarto lleno de otras
personas.
Saige y yo giramos la cabeza para encontrar a Lo frunciendo el
ceño hacia nosotros mientras ella baila con un chico al azar que parece
estar más interesado en su culo que su cara.
—Lo —dice Saige en una voz de advertencia. Tienen un momento
de conversación silenciosa con sus ojos que no estoy enterado y luego Lo
rueda sus ojos y dice—: Lo que sea. Hagan lo que quieran.
Pero ella está enviando una señal clara. Mirándome y mirando a su
amiga. Bien. Realmente la respeto por ello. Saige merece a un amigo que
la cuide no importa qué.
La música pulsa y nuestras caderas se fusionan, Saige y yo bailamos
hasta que ambos estamos jadeando y nuestra piel está brillante con sudor.
No ayuda que todo el mundo esté presionado tan juntos que es imposible
tomar una respiración profunda.
Saige se pone de puntillas y me dice que necesita algo de agua.
Asiento y tomo su mano para conducirla a través de la multitud. Abro el
camino para ella y me hace sentir bien. Sé que puedo ser intimidante, así
que es fácil llevarla adelante mientras las personas se apartan de mi
camino. Encuentro una pequeña esquina de la barra donde podemos
reposar y escucharnos entre sí mejor que en la pista de baile.
—¿Quieres otra bebida, o solo el agua? —Le pregunto mientras se
abanica a sí misma y retira pelo de su cuello.
—Sólo agua. Prefiero no estar con resaca mañana y estoy seguro de
que bailé fuera todas las bebidas.
Obtengo la atención del barman y ordeno dos botellas de agua. Le
tiendo una a Saige y la pone en la parte posterior de su cuello y suspira de
alivio, sus ojos se cierran.
—¿No tienes calor en eso? —pregunta ella, haciéndole gestos a mi
camisa. Estoy hirviendo, pero no voy a quitarme la camisa.
—Estoy bien. —Ella hace una cara que comunica escepticismo—. No
comparto mi tinta con cualquiera. Es… sólo, la comparto con personas que
confío. —No sé ahora mismo si se trata de una verdad o una mentira.
—¿Por qué tienes tantos si no quieres que las personas los vean?
165
—Porque —digo, inclinándome más cerca de ella así no tengo que
gritar. Mi voz está empezando a ponerse ronca—, no me los puse por otra
persona. Lo hice por mí. Supongo que... Tenía todas estas cosas dentro de
mí y tenía que sacarlas. Pero no quería olvidarlas, así que lo puse en mi piel,
así recordaré. —Esto... esto es una verdad. Ella me mira, como si estuviera
un poco aturdida.
—Es desgarrador y muy hermoso, Quinn. —No es la primera vez que
me gustaría que me llamara por mi nombre real. Ojalá hubiera una
manera de decirle que es un apodo o algo, pero no puedo tomar el
riesgo. Tengo que ser Quinn con ella. Dejarla ver mis tatuajes es lo más
cercano que alguna vez iba a llegar.
Esta noche ha tomado un giro serio, y no me gusta. Pero somos
salvados por Amelia e Isla tropezando, ambas riendo. Le preguntan a
Saige si quiere ir con ellas al baño. Me siento mejor acerca de tenerla fuera
de mi vista, está con sus amigas y la veo haciendo su camino a través de
la multitud, las luces brillando en sus rizos rojos.
Escaneo la multitud y atrapo los ojos de Cash desde las sombras. En
otras circunstancias, estaría en medio de la pista de baile, rasgándola.
Pero no esta noche. Tiene que cuidarme esta noche y sé que voy a
deberle esto, como tantas otras cosas. Sin encontrar mis ojos, inclina su
cerveza en mi dirección y levanto mi agua. Todo claro.
Una chica borracha se me acerca y toca mi brazo, pero lo retiro de
ella y presiono su espalda hacia sus amigas, que están riéndose tan duro
que está claro que definitivamente están todas borrachas. Espero que
lleguen a casa seguras. Le hago una señal al camarero y viene.
—Podría llamar a un taxi para las damas para que algo no les ocurra.
—De acuerdo con eso —dice, mientras las chicas tropiecen hacia la
puerta.
—Vi eso —dice una voz junto a mí mientras mi brazo es agarrado otra
vez, pero con dedos familiares.
—Viste qué —digo, fingiendo inocencia.
—Te vi preocuparte por esas chicas borrachas llegando a casa. Fue
muy agradable. Puede ser realmente agradable cuando lo quieres ser. —
Yo no soy agradable, pero ella no necesita saber eso.
—No me gusta ver que se aprovechen de las mujeres —digo. Otra
verdad.
—Es bueno saber eso —dice, inclinándose sobre mí—. Oh mi Dios.
166
—¿Qué? —Ella señala a través de la pista de baile y ahí está Lo,
brazos arriba y bailando con cuatro chicos. Dos en la parte delantera y dos
en la espalda.
—Esa es Lo —dice Saige, encogiéndose de hombros—. Ella está toda
metida. Toda ahí.
—¿Cuánto tiempo llevan siendo amigas?
—Un par de años. Pero se siente como por siempre, ¿sabes? Cuando
conoces a alguien y haces clic en tanto que es como si hubiesen sido
amigos de toda la vida. —Sí. Sé exactamente lo que ella está hablando.
—Lo hago —digo, y ella termina su agua.
—Venga, vamos a volver allí.
No dejamos el club hasta las dos, y aún entonces es una lucha para
arrastrar a Amelia fuera.
—Voy a llevarla a su casa y meterla en la cama —dice Isla, tirando
de Amelia, quien está ahora murmurando en francés e inglés—. Fue un
gusto conocerte, Quinn. —Doy un adiós a ellos mientras el resto del grupo
se separa y se dirigen a sus respectivos vehículos.
—Eso fue bien —dice Saige mientras caminamos hacia donde está
aparcado mi coche.
—¿Lo crees?
—Definitivamente. Eres un buen chico, Quinn. —No, no lo soy. Pero le
beso la parte superior de su cabeza y digo—: No lo difundas demasiado.
Tengo una reputación que mantener. —Se ríe y paseamos lentamente
hasta el coche. La ciudad está tranquila ahora, la mayoría de los bares
teniendo su última llamada y escupiendo su contenido en la calle al
tropezar su camino a casa, o a donde sea que se dirigen.
—¿Vienes a casa conmigo? —dice Saige, mientras llegamos a mi
coche y golpeo las cerraduras automáticas mientras sostengo la puerta
para ella.
—Absolutamente —digo.
167
20 Traducido por Mae & Vane Black
168
Corregido por Melii
―¿No tienes ningún amigo, Quinn? ―dice Saige con voz tranquila.
Tan pronto como la traje a casa, la follé contra la pared porque no pude
esperar. Y luego en la cocina. Realmente nos tomó un tiempo hacerlo en
la habitación, pero finalmente llegamos allí. El fuego que enciende en mi
cuerpo se halla saciado por el momento y ella se encuentra descansando
sobre mi pecho y dibujando sobre mi piel con las puntas de sus dedos.
―¿Importaría si digo que no? ―pregunto. Me mira. Las luces se
encuentran apagadas, pero la luz temprana del amanecer se filtra por las
grietas de las cortinas, bañándonos con su iluminación grisácea.
―No ―dice, sin mirarme―. Pero pareces una persona que tendría
amigos. Lo hiciste muy bien saliendo con los míos.
Suspiro y deja quieta su mano, mirándome.
―Tengo amigos. ―Busca en mi ojos, como tratando de averiguar lo
que no le digo.
―Pero no quieres que los conozca. ―No es una pregunta. Miro hacia
el techo y me froto los ojos.
―Es complicado, Saige. Mi vida es complicada. ―Otra verdad. De
lejos le he dado demasiadas verdades, junto con algunas mentiras que
comienzan a sentirse como verdades.
Piensa en ello por un minuto y luego pasa su mano por mi cabeza en
una especie de gesto dulce, eso hace que algo en mi pecho duela.
―Puedo manejar lo complicado ―dice antes de empujarse hacia
arriba y besarme con la misma suavidad con la que acarició mi cabeza―.
Por ti puedo manejar lo complicado ―dice contra mis labios en un susurro.
Abro los ojos y la encuentro tan cerca que es todo lo que puedo ver.
―Tú vas a cambiar mi vida, Saige Beaumont. ―Las palabras salen de
mi boca antes de que pueda devolverlas por mi garganta.
Parpadea y retrocede.
―Tú ya cambias la mía ―dice.
191
Dormimos unas horas más y luego mi reloj interno me despierta. Salgo
de debajo de Saige y voy al baño para hacerme cargo de mis asuntos.
Aún se encuentra dormida cuando regreso, su brillante cabello color cobre
esparcido sobre mis almohadas y su piel desnuda expuesta.
La observo por un momento antes de ponerme unos pantalones e ir
a la cocina para comenzar el desayuno.
Revuelvo algunos huevos cuando sale usando una de mis camisas.
Se ve tan grande en ella que roza la cima de sus muslos, pero si se agacha
no dejaría nada a la imaginación.
―Encontré esta en tu vestidor ―dice, bajando la mirada a la franja
desvanecida de la camisa. Es tan vieja que ya ni siquiera puedes leer el
logotipo.
―Se ve bien en ti ―digo, con mi voz áspera. Se ve tan… suave esta
mañana. Su cabello se encuentra por todas partes y no parece importarle.
Su rostro se encuentra libre de maquillaje y me da una sonrisa soñolienta
antes de bostezar.
―¿Qué haces? ―dice, acercándose y parándose a mi lado, mirando
dentro del tazón.
―Huevos revueltos, tostadas y hay café si quieres. ―Señalo el
recipiente que hice hace menos de diez minutos. Prácticamente se
precipita hacia él. Ya había sacado una taza para ella, junto con crema,
azúcar y una cuchara. Sé que lo toma con ambas cosas.
―No tienes que hacer todo esto ―dice mientras sirve el líquido oscuro
hasta que se vuelve de un color más claro por la leche.
―Quiero ―digo al tiempo que vierto los huevos en el sartén
esperando. Se recuesta contra el mesón, sostiene la taza con ambas
manos y sorbe.
―Bueno, definitivamente esta mañana colocas la barra bien alto en
el juego. Debiste haberme sacado a patadas de la cama así no elevaba
tanto mis expectativas ―bromea y la apunto con mi espátula.
―No es divertido. Cualquiera que te saque de la cama se halla
clínicamente loco. ―Rueda sus ojos y mueve su mano ante mi halago.
―No soy del tipo de todo el mundo. Nadie lo es. Hay una cita de Dita
Von Teese que dice que puedes ser el melocotón más jugoso y más
maduro del mundo y aun así hay alguien allá afuera que los odia.
―Comienzo a servir los huevos y sacudo la cabeza.
―Bueno, yo, por supuesto, estoy muy, muy, encariñado con los
melocotones ―digo, lanzándole una sonrisa.
192
Baja su café y camina hacia mí hasta que se presiona contra mi
espalda.
―Es bueno que te gusten los melocotones ―dice, besando la piel de
mi nuca. No llevo puesta una camisa, así que solo hay un pequeño pedazo
de tela entre nosotros, y es la suya.
Sus manos bajan por mi piel y agarra mi trasero a través de los
pantalones.
―¿Es la revancha por lo de anoche? ―digo, apretando los dientes y
sintiendo la necesidad por ella dispararse hacia mi polla. No importa
cuántas veces y de cuántas maneras la folle, aún necesito más. Nunca he
sido así con nadie y tengo la sensación de que no lo seré de nuevo.
―Tal vez. En realidad no debiste haber hecho eso. Probablemente mi
papá nos miraba. ―Sus dedos se deslizan rodeando mis caderas y
comienzan a dirigirse hacia mi polla, eso la sacude porque sabe lo que
viene.
―Si no dejas eso, voy a quemar los huevos ―digo con una voz
estrangulada mientras ella se ríe en mi espalda.
―Bien ―dice, quitando sus manos y alejándose de mí. Dejo salir un
largo suspiro y me doy cuenta de que mis manos tiemblan. Si no sirvo los
huevos, definitivamente van a quemarse. Los saco del calor y los esponjo.
Estamos bien.
Después de poner algo de pan en el tostador y sacar jugo de
naranja, pongo la mesa y Saige me mira. Me gusta la forma en la que me
observa moverme y me gusta verla en este lugar. Se encuentra tan cerca
como alguna vez voy a lograr tenerla en mi apartamento.
Nos sentamos a desayunar y Saige pone sus pies sobre la silla,
sentándose de lado.
―Gracias por dejar que me quedara a dormir. No pensé que fueras a
permitirme entrar a tu Fortaleza de la Soledad.
―Bueno ―digo mordiendo un pedazo de tostada, mastico antes de
continuar―: Es mucho más caluroso aquí, supongo. ―Me sonríe por encima
de la taza de café.
Comemos en relativo silencio, los dos disfrutamos de la compañía del
otro sin necesidad de complicar la mañana con palabras. Admiro la forma
en la que mueve sus manos cuando come. Saige tiene dedos delicados y
parece que serían buenos tocando un instrumento.
―Miras fijamente de nuevo, Quinn Brand.
―Prefiero pensar en ello como admirar agresivamente. ―Ese
193
comentario la hace resoplar.
Después de que terminamos de comer dice que tiene regresar a su
casa y estudiar. Me gustaría pasar algo más de tiempo con ella, pero no
quiero ser demasiado exigente.
Me ayuda a limpiar las cosas del desayuno y entonces regresa a la
habitación para vestirse.
Voy en el café número tres cuando sale de nuevo con sus bolsas.
―Realmente yo… ―comienza a decir antes de sacudir la cabeza y
cambiar de opinión.
―¿Qué? ¿Realmente qué? ―No quiero que se vaya. Quiero agarrarla
por los brazos, arrastrarla de regreso a la cama y follarla por la próxima
semana. En este momento no me importa el trabajo. No me importa su
padre. Me importa una mierda todo excepto esta pelirroja parada frente a
mí.
Parpadeo unas veces e intento aclarar mi cabeza. Tiene que irse.
Ahora. No puedo permitirle que se apropie de todo.
―En realidad no es nada ―dice con una sonrisa fugaz mientras se
dirige hacia la puerta. Parece apurada y lo agradezco porque la necesito
fuera de aquí.
Sé que tengo que darle un beso o algo, así que camino hacia ella en
la puerta. Saige hace una pausa con su mano en el pomo.
―Gracias por todo, Quinn. ―Se pone de puntillas y me besa, pero
retrocede rápidamente y entonces sale por la puerta. La cierro tras de ella
y respiro profundo.
Definitivamente necesito terminar con este trabajo. Rápido.
―Entonces la oficina es aquí ―digo, señalando la ampliación del
plano de la mansión Beaumont―. El sistema de seguridad es convencional.
No tendrías problemas con ello, Cash. ―Sonríe y chasquea sus nudillos.
―Pan comido.
―Creo que deberíamos esperar hasta que yo mismo pueda regresar
a la casa para plantar todo ―digo.
194
―Pero eso podría tomar un tiempo ―apunta Row―. ¿Por qué no sólo
lo hacemos en este momento? Luego podemos conseguir lo que
necesitamos y salir de aquí.
Él se ve… inquieto. Ansioso. Todos lo están. La energía en la
habitación incrementa y puedo decir que pierden la paciencia conmigo.
―Dame una semana. Creo que puedo balancear otra invitación a
cenar para el fin de semana. Tengo la sensación de que Beaumont va a
querer tenerme allí tanto como sea posible así puede mantenerme
vigilado. ―Eso hace que Baz, Row y Cash se rían.
―Con eso dicho, es hora de apretar el gatillo y alistarnos para
movernos. ¿A dónde vamos después? ―Es mejor cuando se decide
democráticamente.
―Bueno, creo que deberíamos dirigirnos a California ―dice Cash―.
Arena, sol y un montón de cuerpos en bikini. Además, ya he conseguido
trabajos potenciales en línea. ―Me entrega un impreso con unos nombres
en él. Junto con sus crímenes contra la humanidad. Miro el papel y noto
que todos ellos son verdaderos ganadores.
—¿Alguien tiene alguna otra sugerencia? —Miro a mi alrededor por
la habitación y me da la sensación de que han discutido esto sin mí. Por lo
general, hay una gran pelea sobre a qué lugar vamos a ir, pero ceden sin
siquiera un poco de protesta. Eso definitivamente no se siente bien.
—¿Alguien quiere ponerme al día de la conversación en la que
claramente no estuve involucrado? —pregunto.
Hardy es el que me mira a los ojos.
—Te encuentras demasiado embrollado en tu cabeza ahora mismo,
Sylas. No piensas bien. —Nadie tiene que decirme esto. Sé que estoy
envuelto con Saige. Sé que pasa y no puedo detenerlo. Al segundo en que
la vi la primera vez, me subí a un tren fuera de control y he estado viajando
desde entonces. Voy a bajarme. Tengo que. Pero sé que no saldré en una
sola pieza.
—¿Así que sólo tomaron esta decisión sin mí? —Me enojo ahora—.
¿Qué otras decisiones tomaron sin mí? —Los miro. Mis hermanos. Todos
nosotros unidos entre sí por el dolor, la sangre, el sacrificio y la venganza.
—Alguien tenía que hacerlo —dice Cash, poniendo su mano en mi
hombro—. Mira, sabemos que tienes algo con Saige. Se halla escrito por
toda tu cara. Tu voz cambia cuando hablas con ella, o alrededor de ella, y
te he visto con ella. Te involucras y eso es peligroso. Pones todo en riesgo.
Esto no es sólo acerca de ti. Se trata de todos nosotros y el trabajo que
estamos tratando de lograr. —Oigo sus palabras y sé que tiene razón.
Definitivamente, hemos hablado de esto más de una vez. 195
—Necesito un trago —le digo, y no hablo de cerveza.
Cash asiente y va al bar para tomar algo un poco más fuerte.
Emerge con dos botellas de Jack y comienza a repartir los vasos de
chupito.
Sirve el líquido oscuro y luego todos los bajamos de un sorbo. Hay
una ronda de silencio después de que bebemos.
—Lo siento —digo cuando le entrego mi vaso de chupito para otra
ronda. Cash lo llena y todo el mundo hace lo mismo—. Siento que tengo la
cabeza en el culo. Si uno de ustedes estuviera haciendo esto, yo estaría
cabreado. —Si estuviera en sus zapatos, habría hecho lo mismo. Mierda.
—Sólo dame tres semanas. Tres semanas para hacerlo y luego
podemos irnos. ¿A California es a donde todo el mundo quiere ir? —Todas
las cabezas que me rodean asienten al mismo tiempo. Me acabo el
chupito número dos y trago.
—California será.
—Tres semanas —dice Cash.
—Tres semanas —concuerdo.
196
206
24 Traducido por Mae
207
Corregido por Sandry
Me tomo el día siguiente libre del trabajo y voy a ver a Lizzy. Es una
idea muy, muy estúpida, pero lo hago de todos modos. Cash me está
siguiendo hoy y necesito tiempo para deshacerme de él. Por supuesto,
consigo un enojado mensaje y respondo que sólo necesito un par de
horas. Es más fácil convencer a Row y me dice que siempre que pueda
volver en cinco, va a cubrirme. Por supuesto, añade que si me matan, es
mi propia maldita culpa.
Lizzy se encuentra en la sala de la actividad cuando llego allí,
haciendo un collage de fotos. Sus manos recortan cuidadosamente las
imágenes de revistas.
—Es bueno verte, Quinn —me dice Margo, una de las enfermeras,
cuando me registro—. Eres bueno por venir a verla tanto como lo haces.
Sé que no puede ser fácil alejarte de tu trabajo.
Le sonrío y me dirijo hacia Lizzy. Le toco el hombro y ella salta a
abrazarme. Me siento con ella y me muestra en lo que ha estado
trabajando.
Ella corta las flores de una revista Better Homes and Gardens. Me
recuerda a estar con Saige ayer y su tatuaje.
—Eso es muy bonito. ¿Qué vas a hacer con él? —Se encoge de
hombros.
—No sé.
Vuelve al trabajo y tararea para sí misma.
—¿Has estado leyendo sin mí? —pregunto y me mira, sus ojos azules
bebé se amplían.
—De ninguna manera —dice ella, negando con la cabeza, pero
reprimiendo una sonrisa.
—¿Has estado leyendo sin mí? —digo, entrecerrando los ojos y se ríe
y trata de alejarse de mí, pero la agarro y le hago cosquillas hasta que se
ríe tan fuerte que no puede respirar.
La habitación en la que estamos es brillante y todos los residentes
parecen felices y ocupados. Me aseguré de eso cuando la puse aquí, que
fuera un buen lugar. Hay un montón de malos por ahí y no había manera
de que pudiera dejarla en un lugar en el que no confiaba.
Cuando está cortando veo una pulsera en su muñeca. No la
reconozco y le pregunto de dónde lo sacó.
208
Ella aprieta los labios y niega con la cabeza hacia atrás y hacia
adelante.
—Es un secreto.
—Oh, ¿de verdad? —Asumo que una de las enfermeras se la dio.
Hacen cosas por el estilo. —¿Puedo verla? —Ella sostiene su muñeca en
frente de mi cara y veo la banda de plata simple con un dije en él. Una E
de plata, de Elizabeth.
—Muy bonito —le digo y acuna su muñeca contra su pecho.
—Es muy especial. Estoy cuidando bien de ella —dice, con voz muy
seria.
—Veo que lo haces. Eso es un muy buen regalo. —Asiente y vuelve a
cortar. Me quedo todo el día, almorzando con ella y jugando a la mancha
en el patio con algunos de sus amigos. Después de eso, volvemos a su
habitación y le leo más de Harry Potter. Es un libro muy bueno. Es curioso,
atractivo y a Lizzy le gusta. Me quedo todo el tiempo que me atrevo, y
luego me despido. Le envío un mensaje a Cash tan pronto como estoy de
camino indicándole cuál es mi tiempo de llegada.
Él responde que le debo una. Oh, lo sé. Le debo a mucha gente un
montón de cosas. No importa. Voy a sacrificarme por Lizzy.
224
La siguiente vez que abro los ojos todavía me siento mal, pero no tan
mal. Debió ser algo de veinticuatro horas. Saige se acurrucó a mi lado,
durmiendo profundamente y Leo se encuentra a sus pies. Me levanto con
cuidado para no despertarla y voy a usar el baño y lavarme los dientes
porque mi boca sabe asquerosa.
Reviso el teléfono y encuentro un mensaje de Cash de que tienen
más para el archivo y le respondo que me alegro y luego trastabillo de
nuevo a la cama. Los ojos de Saige parpadean al abrirse cuando jalo las
sábanas de nuevo al entrar. Estoy muy frío por alguna razón.
—¿Cómo te sientes? —pregunta. Es la una de la mañana y tiene que
ser agotador cuidarme. Nunca planeé que me viera así, pero es una
excelente enfermera.
—Mejor, pero todavía como la mierda —digo, acostándome. Mi
estómago se retuerce y me preparo para salir corriendo de nuevo, pero se
asienta y me acuesto.
235
—Iré a traerte un poco de ginger ale —dice, pero extiendo mi mano
para detenerla.
—Está bien. Puede esperar. —Pero sacude la cabeza y lo hace de
todos modos, además no me encuentro en condiciones de detenerla.
Unos minutos más tarde regresa con un vaso de ginger ale
efervescente y un pequeño plato de galletas.
—Ve si puedes mantener esto en tu estomago —dice, y me da una
galleta. Obediente, la tomo y la muerdo en una esquina. La cosa es seca y
salada, pero espero no devolverla.
Saige me observa comer y beber y parece que quiere decir algo.
—Hablaste en sueños. Me despertó —dice. No tengo ni idea sobre
de qué habla.
—No hablo dormido —digo, terminando una galleta y comenzando
una segunda.
—Bueno, entonces solo lo haces cuando estás enfermo. Dijiste un
montón de cosas que no tienen sentido. —La miro y espero que mis ojos y
expresión se mantengan estables. De vez en cuando, cuando era niño
hablaba en sueños. Mi madre pensaba que era divertido y solía apuntar
algunas de las cosas que decía, pero no lo he hecho en mucho, mucho
tiempo. O por lo menos no fui consciente de ello.
—¿Dije algo que tuviera sentido?
—Solo repetías que eras Sylas. —Mi estómago se revuelve y quiero
vomitar por una razón diferente. No existe manera de ocultar mi reacción
cuando dice mi nombre real.
—¿Quién es Sylas? —pregunta mientras trato de respirar.
—Nadie —digo, y ambos sabemos que eso es una mentira. No hay
nada que pueda decir para hacerme salir de esta situación.
—De acuerdo —dice, fingiendo que me cree—. Los sueños son
divertidos a veces, ¿no? —Sonríe y me da un beso en la frente.
»Ahora come algunas galletas más.
No tengo más remedio que hacer lo que dice, pero ahora quiero
dormir con un ojo abierto.
236
238
La próxima vez que abro los ojos, me encuentro atado a una silla con
una cuerda. Hay una sola bombilla que cuelga del techo de lo que es
claramente una pequeña habitación de hormigón. Es tan típico que quiero
reírme. Mi cabeza sigue un poco borrosa, así que tuvieron que haberme
drogado. No tengo idea de por cuánto tiempo estuve inconsciente.
Pruebo las cuerda y están atadas bien apretadas. Quien sea que las haya
atado probablemente fue un niño explorador o un marinero. Quién sabe,
no es importante.
Lizzy me espera y me encuentro atrapado en esta jodida habitación
y no hay forma de contactar a los chicos y estoy atrapado en esta jodida
habitación.
Hay una puerta frente a mí y se abre. Alguien entra y casi me
muerdo la lengua por el shock.
—Hola, Sylas —dice Saige con una sonrisa en el rostro—. Qué
casualidad encontrarte aquí.
248
Epílogo
249
Traducido por Fany Keaton
Corregido por Valentine Rose
Él pensó que era muy inteligente. Muy astuto. Supongo que lo sería, si
yo no hubiera sabido exactamente lo que hacía.
Pero sabía. Sabía cada paso que haría. O al menos pensé que lo
hacía. Las cenas, bailes, decir las cosas correctas estaba todo en la
agenda. Pero entonces se desvió y no tuve más remedio que seguirlo.
Me encontraba fascinada. Claro, era guapo e increíble en la cama,
pero había secretos detrás de sus ojos que quería conocer. Al principio era
un trabajo, pero luego se convirtió en una obsesión. Una misión. Quería
hacerlo a un lado y ver que le hacía actuar así. Averiguar por qué hizo las
cosas que hizo.
Pensé que mi padre estaba loco cuando me propuso el trabajo. He
hecho un montón de trabajo encubierto, pero nada como esto. No me
encontraba segura si estaba lista para eso, pero la primera vez que lo vi en
la cafetería cuando llevaba mi disfraz (el cual, por supuesto, se supone que
lo intrigara), sabía que estaba a bordo. ¿Seducir a un hombre atractivo?
Infiernos sí.
Solo que nunca esperé enamorarme de él. Mucho.
Pero tengo un trabajo que hacer, y tiene prioridad sobre cualquier
cosa que pueda sentir mi corazón. Así que haré lo que se requiere y viviré
con las consecuencias. Incluso si eso significa que mi corazón se destruya
en el proceso.
Agradecimientos
Este libro ha sido un largo viaje. Al principio tuve la idea cuando me 250
encontraba en un avión volando hacia Escocia para una firma de libros.
Continuó burlándose de mí hasta que decidí comenzarlo. Me encontraba
en Edimburgo, así que hice la única cosa lógica. Fui a La Casa del
Elefante, la cual también resulta ser la cafetería en donde J. K. Rowling
escribió gran parte del primer libro de Harry Potter. Me imaginé que no
sería malo y al final de esa primera sesión de escritura había escrito cinco
mil palabras.
Eso fue hace casi un año. He trabajado de vez en cuando en este
libro desde entonces. Es uno de los proyectos de los cuales estoy más
orgullosa, sobre todo porque era tan nuevo. Nunca he escrito suspenso
romántico, y nunca he escrito un libro completamente desde el punto de
vista masculino. Pero aquí está y estoy orgullosa de ello. Inclusive si nadie
más lo lee, estoy orgullosa.
Debo darle las gracias en especial a mi siempre paciente editor, mi
publicista, mi formateador y en especial a Jay Crownover, quien leyó esto
y me dijo que no apestaba cuando me encontraba convencida de que sí
lo hacía. También me gustaría agradecer —y maldecir—, por una
sugerencia que cambió completamente el curso del segundo libro.
También me gustaría agradecer a las personas, quienes, cuando les
dije lo que escribía estuvieron emocionada y me dijeron que querían leerlo.
Como escritora, nunca sabes si tus ideas son buenas o no, o si valen la
pena perseguirlas. Así que gracias a todos lo que dijeron cosas buenas. : )
Y gracias a TI por dar este paseo conmigo. Probablemente no estén
muy contentos conmigo en este momento, pero les prometo que todo
saldrá bien. En su mayoría…
Back To Back
Él me subestimó. La chica con el pelo rojo y ojos 251
verdes. Pero yo también lo subestimé. Ambos somos
buenos en lo que hacemos. Juntos, somos
imparables. Pero tendré que tener cuidado. La
última vez lo engañé y no va a tomar la traición a
la ligera. Tendré que cuidar mi espalda... y mi
corazón.
Sobre el autor
Chelsea M. Cameron es una joven adulta. Según el 252
New York Times / EE.UU, hoy en día es la autora más
vendida en Maine. Amante de las cosas al azar y lo
ridículo, Jane Austen y de Charlotte y Emily Bronte,
entusiasta del pastel rojo terciopelo, bebedora de té
obsesiva, vegetariana, porrista y la peor jugadora de
videojuegos.
Cuando no escribe, disfruta viendo comerciales
informativos, cantando en su auto y escribiendo
tweets. Es licenciada en Periodismo de la
Universidad de Maine, Orono que pronto abandono
para dedicarse a escribir sobre la gente de su propia
cabeza. A menudo, estas personas resultan ser tan extrañas como ella.
Visita su blog: chelseamcameron.com, síguela en
Twitter: @chel_c_cam, o en Facebook.