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Así pues, sólo se puede considerar industria a las actividades de transformación de los
recursos naturales y la obtención de bienes. No obstante, en la fase preindustrial esta
actividad se realizaba en pequeños talleres y manufacturas (talleres más grandes surgidos
en el siglo XVIII), con lo que la industria transforma mayores cantidades de
materias primas y exige mayor cantidad y variedad de fuentes de energía, tiene un
mayor número de trabajadores, especializados, con una división del trabajo considerable,
y exige fuertes inversiones de capital, rasgos que la diferencian netamente del artesanado.
La industria muestra una clara tendencia al aumento y racionalización de la producción
para abaratar costes y alcanzar mayores cuotas de mercado, mediante estrategias que
necesitan de una organización, la empresa industrial.
- Sistema industrial: conjunto de las fábricas de un territorio con vínculos entre sí. Se
correspondería con un nivel de escala “macro”.
Según el tipo de criterio se pueden clasificar las industrias en los siguientes tipos:
- Industrias pesadas o de base: casi siempre se corresponden con las industrias de bienes
de equipo, salvo excepciones (industria electrónica de precisión). Manejan grandes
cantidades de materias primas y fabrican productos semielaborados destinados a otras
industrias. Se localizan en zonas próximas a los yacimientos del recurso necesario o en
puntos estratégicos para el transporte (zonas mineras, puertos, etc.), caso de siderurgia,
metalurgia pesada y química pesada.
Esta Revolución Industrial fue un proceso gradual, lento, incluso en Inglaterra, pues en
1850 todavía predominaba la población activa agraria sobre la industrial, también
permanecían muchos telares manuales en el campo, y otros sectores siguieron un
desarrollo más tardío.
Dura hasta el siglo XVIII y se caracteriza por el capitalismo mercantil, estar centrada en
Europa occidental y basada en el comercio; una tecnología limitada; una producción
manual; fuentes de energía renovables (agua, viento…); pequeñas empresas de carácter
familiar conviviendo con empresas “públicas” (monedas, armas, tabaco, etc.).
En el campo era habitual el “Putin auto sistema”, trabajo a domicilio de hilados y tejidos
controlado por un empresario urbano, que servirá de base para la acumulación de capital
previa a la Revolución Industrial, y evitaba la presión de los gremios.
Otra consecuencia fue el desarrollo de los transportes, que posibilitaron que la industria
pudiera desligarse del lugar de extracción de las materias primas o energías, y que la
población rural emigrase desde el campo a la industria urbana, marcando un claro
contraste entre el campo y la ciudad, y entre países industrializados y con tecnología, por
un lado, y países periféricos y abastecedores de recursos.
Esta primera revolución industrial comenzó lentamente, en 1850 todavía había más gente
trabajando en el campo que en las fábricas inglesas, seguían funcionando los telares
manuales, el resto de sectores productivos se industrializó posteriormente, etc. Pero los
problemas generados no se solucionaron, incluso se agudizaron en la siguiente fase.
c). Segunda Revolución Industrial
El nuevo producto industrial es el acero, más resistente que el hierro, cuyo uso se
generalizó en todos los países industriales, y que contribuyó al desarrollo de la
industria pesada, gracias a la elevada demanda del sector ferroviario, los barcos de vapor
y el armamento. La necesidad de grandes inversiones de capital en este sector favoreció
la concentración empresarial.
En este contexto, perdieron protagonismo las industrias tradicionales como el textil, y con
la eléctrica y la siderurgia, se erige en sector protagonista la industria química (colorantes,
explosivos, fibras artificiales, abonos, neumáticos, etc.).
Francia accede al proceso industrializador de forma tardía en el siglo XIX. Estos países
constituían el “taller del mundo”.
Las grandes empresas adoptan una estrategia de transnacionalización que modifica las
relaciones internacionales, acabando con las fronteras económicas, conquistando nuevos
mercados, relocalizando la producción o parte de la misma en otros países, etc. Nace así
el capitalismo transnacional, protagonizado por EEUU, Europa y Japón.
Cuando una industria estudia las opciones de instalación analiza las ventajas,
inconvenientes y posibilidades de una localización, con el fin de minimizar los gastos
de fabricación y maximizar los beneficios. Esta decisión varía con el tiempo, igual que
cambian las necesidades de la industria, las ventajas, los avances tecnológicos, etc., y da
lugar a relocalizaciones y descentralizaciones.
Son numerosos los factores que condicionan la localización de una industria,
comenzando por la propia apreciación subjetiva del empresario sobre el entorno, y su
importancia ha variado a lo largo de la historia:
- Hasta mediados del siglo XIX predominaba la dispersión industrial, muchas veces en el
medio rural, debido al coste del transporte y la dependencia de las fuentes de energía
(agua y carbón), aunque se aprecia concentración en ciertos núcleos urbanos (Reino
Unido).
- Entre mediados del XIX y 1960 se produjo una fuerte concentración industrial en
espacios apropiados como las ciudades, y disminuyó la dependencia de los factores
previos.
- Desde 1960 se observa una expansión industrial hacia las regiones periféricas,
localizándose otra vez en espacios rurales o suburbanos, pero con empresas muchas más
fuertes que al principio del proceso industrializador y, por tanto, más independientes de
las condiciones locales.
- Tecnología: resulta imprescindible para la industria, siendo más eficaz en los lugares de
fácil acceso (grandes ciudades), especialmente en el comienzo del proceso de
implantación. Después, el elevado nivel de automatización, informática y tele
gestión hace más independiente la elección de localización y la separación entre
unidades de decisión y de producción. El avance tecnológico suele ocasionar importantes
desplazamientos industriales.
- Capital: en sus variantes fijo (maquinaria y edificios) y circulante (dinero), tiene una
gran relevancia pues el valor del dinero varía entre países, además de que pueden existir
ventajas financieras y fiscales en algunos Estados que pretenden una redistribución
territorial de la industria. Cada vez es menor el peso de los capitales familiares, pues se
suele recurrir a los capitales financieros de los grandes centros de decisión.
-Industrias libres: con escasa influencia de los factores (sobre todo directos), caso de las
industrias de alta tecnología.
-Industrias inducidas: próximas a las grandes ciudades por su dependencia del mercado
para colocar su producción final, caso de las industrias de bienes de consumo.
Las industrias cada vez son más flexibles en su localización, tendiendo hacia el tipo de
industrias libres, debido a la pérdida de influencia de los factores clásicos de localización
(energía, mano de obra y materias primas), ante el protagonismo creciente de nuevos
factores indirectos o externos. Esta circunstancia es una consecuencia más del cambio
industrial experimentado en las últimas décadas, sobre todo en los países desarrollados.
A principios del siglo XX sólo había unos pocos países industrializados y EEUU se
convierte en la 1ª potencia industrial, aumentando las relaciones de dependencia entre los
distintos territorios y crecieron las diferencias de desarrollo, entre países desarrollados y
países no desarrollados o dependientes. Tan solo la crisis de 1929 y la II Guerra Mundial
originaron algunos procesos de industrialización para lograr la sustitución de las
importaciones procedentes de los países desarrollados.
Desde la década de 1980 han proliferado las zonas francas en el Sudeste asiático,
emplazamiento con buenas infraestructuras y servicios donde se instalan empresas
orientadas a la exportación, aprovechando las ventajas locales (menores cargas fiscales,
ayudas financieras, mano de obra barata…) de los llamados Nuevos Países Industriales
(NPI): México y Brasil, con un crecimiento menor, y Singapur, Hong Kong, Taiwán y
Corea del Sur (los “tigres asiáticos”), además de Tailandia, Indonesia y Malasia, con
fuertes tasas de crecimiento y una gran exportación de tecnología.
Las grandes empresas se han reducido a causa de los cambios en los sistemas industriales
nacionales y de la mayor competencia entre las mismas, pero la Triada mantiene su
primacía y sus principales metrópolis siguen albergando las sedes de las firmas
multinacionales. Entre las transnacionales sobresalen las empresas exigentes en capital,
tecnología y producción estandarizada, caso de los hidrocarburos, automóvil, química,
aeronáutica, electrónica, etc., que suelen alcanzar acuerdos para incrementar su poder,
eficacia y prestigio, sirviéndose del gran desarrollo de las tecnologías de la información.
b) Innovación tecnológica
Para tal fin son precisas grandes inversiones en I+D+i (Investigación + Desarrollo +
innovación) y las nuevas estrategias de localización conllevan la segmentación y
descentralización de la producción de la gran fábrica en establecimientos más pequeños
y con gran libertad de ubicación, reduciendo el coste de la distancia. Muchas empresas
están optando por una mejora productiva, aumentando la competencia y asegurando el
éxito de las innovaciones.
- Parques tecnológicos: áreas menores (del tamaño del tradicional polígono industrial),
pero con gran concentración de actividades tecnológicas de investigación y producción.
Son más numerosos.
Una de sus más graves consecuencias ha sido la precarización del empleo (sumergido,
parcial, a domicilio…), debido a la relocalización de las fases de producción en áreas
periféricas con mano de obra barata, de baja cualificación y poco reivindicativa.
Otra razón es la búsqueda de una mayor flexibilidad para adaptarse mejor a los cambios
del sistema productivo, disminuyendo los costes y diversificando la oferta, y resultando
más competitivos. Gracias a los avances tecnológicos es posible la coordinación entre las
distintas partes de una empresa y las conexiones entre empresas diferentes.
En cualquier caso, se trata de ciudades medias o pequeñas, con fuertes vínculos sociales,
colaboración tradicional y un clima estable beneficioso para iniciativas empresariales
endógenas.
Este proceso se hizo más intenso en las dos últimas décadas del siglo XX, calmándose en
nuestro siglo ante la escasez de zonas industriales en el interior de la ciudad. Mientras
tanto, las industrias desplazadas se han modernizado con la automatización de la
fabricación, la reducción del empleo y los trabajadores se han visto obligados a realizar
nuevos desplazamientos como consecuencia de esta búsqueda de alternativas a la crisis
industrial.