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Tema 10: El Proceso Adaptativo 2016

Ü Introducción
A lo largo de nuestra vida nos encontramos con acontecimientos, dificultades y pormenores, ante los que nos
podemos sentir más o menos desbordados. Nuestra respuesta dependerá de la relevancia que atribuyamos a esos
sucesos en relación con nuestro bienestar, y de la percepción que tengamos de nuestra capacidad para hacerles
frente. En este contexto es donde se generan los procesos de estrés. 2 formas básicas de reaccionar ante el estrés:
1. Orientado hacia el suceso estresante para modificarlo, reducirlo o eliminarlo.
2. Orientado hacia la persona, para manejar el malestar emocional que el suceso le está ocasionando.
Si estas 2 actuaciones cumplen su función y generan consecuencias positivas en el individuo, podemos hablar de
una respuesta adaptativa.
Sin embargo, la adaptación no se relaciona exclusivamente con los procesos de estrés y afrontamiento, sino que
también implica otros mecanismos de autorregulación. La persona debe ser realista a la hora de definir los objetivos
que desea conseguir y debe tener la habilidad para discriminar cuándo las metas a las que aspira no son
alcanzables, siendo lo más beneficioso desvincularse de las mismas. La dinámica entre la aproximación e
implicación hacia los objetivos deseados, en combinación con el distanciamiento y la desvinculación de aquellos otros
que no resultan viables, constituye otro elemento clave para comprender el fenómeno de la adaptación psicológica.

Ü El Concepto de Estrés

Coloquialmente es un término muy utilizado, pero dentro del marco científico su definición es controvertida. En
términos generales, podemos referirnos a un estado que denota cierto malestar interno (decimos “estoy estresado”),
o a la presencia de inconveniencias y dificultades de diferentes tipos (físicas, sociales), que se acompañan de una
serie de demandas y obligaciones (cuando estamos sobrecargados o tenemos que tomar una decisión difícil).
Si nos atenemos a la dimensión temporal, el estrés puede ser algo puntual o un proceso más largo.
Finalmente, ante los acontecimiento estresantes, no todos reaccionamos, ni de un modo similar, ni de una forma
totalmente pasiva (algunos restauran rápidamente su comportamiento habitual, reduciendo el impacto del suceso
estresante y otros reaccionan de una manera más desadaptativa, poniendo en marcha acciones que no son efectivas
para disminuir el efecto del estrés, y mostrando respuestas de intenso enfado, miedo, ansiedad o tristeza).
El estudio del estrés se ha desarrollado a través de 3 corrientes que lo han abordado desde ópticas diferentes:
1. La basadas en la respuesta. 2. La basadas en el estímulo. 3. La basada en la valoración cognitiva
Si se consideran en su conjunto, ofrecen una visión comprehensiva de lo que es el proceso de adaptación al estrés.
1. Perspectiva basada en la Respuesta.
Se originó dentro del campo de la biología, a partir del trabajo inicial de Cannon. Posteriormente, se desarrolló
con los estudios de Selye. Para Selye el foco de interés está en la respuesta por lo que, el estrés no se identifica con
la presencia de un estímulo nocivo para el organismo, sino que el estrés equivale al conjunto de reacciones
corporales que se producen en el organismo cuando están presentes estímulos ambientales o psicológicos dañinos.
A estos estímulos los denominó estresores. El modelo de Selye es importante porque:
1. Estableció la distinción entre el estresor y la respuesta de estrés.
2. Propuso el Síndrome General de Adaptación (SGA) para describir el proceso que se genera en un organismo,
como consecuencia del efecto prolongado de un estresor. El SGA se caracteriza por 3 estadios, a lo largo de los
cuales el estrés está presente, pero se manifiesta de diferente modo:
• Estadio de alarma. Se produce una respuesta generalizada del SNA, como reacción al shock inicial que produce
el estresor. Esta reacción (en torno a las 24h) se caracteriza por una reducción en la actividad del SNS. Si el
estresor permanece (más de 24h) comienza la fase de “lucha o huida”, en la que se activa el sistema simpático-
adrenal y se liberan corticoides, adrenalina y noradrenalina. Se produce un incremento en la presión arterial, la
frecuencia cardíaca, la coagulación sanguínea, y el aporte de sangre a los órganos, originándose un estado de
energía y activación.
• Estadio de resistencia. Ante la persistencia del estresor, se reduce notablemente la respuesta de alarma. El
organismo mantiene su funcionamiento interno por encima del nivel normal para poder adaptarse al estresor.
• Estadio de agotamiento. Cuando el organismo no es capaz de recuperar su equilibrio inicial, o la presencia del
estresor sigue causando un efecto excesivo. Se incrementa la actividad endocrina, y dado el elevado nivel de
corticoides y la disminución que sufren los recursos del organismo, comienza a haber daños en el sistema
cardiovascular, en el sistema digestivo y en el inmunológico. Deterioro hasta el punto de poder enfermar o morir.
2. Perspectiva basada en el Estímulo.
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Centra su atención en las particularidades y características del estímulo estresante. Un acontecimiento
estresante o estresor, es aquel que impone al individuo unas demandas excesivamente altas o bajas, ya sean de tipo
físico, social o psicológico, sobrecargando sus recursos y generándole una respuesta de estrés. Para que un
acontecimiento se considere estresante tiene que tener la capacidad de alterar el equilibrio interno del individuo, y de
promover la activación de los mecanismos de adaptación de la persona, con el fin de restablecer los niveles iniciales.
Los sucesos estresantes se clasifican en las siguientes categorías (Wheaton, 1999):
A. Contrariedades. Son problemas diarios experimentados por la mayoría con cierto malestar, frustración o
irritación (ej. estar en un atasco).
B. Sucesos vitales. Son menos frecuentes que los diarios y poseen un mayor impacto. Su aparición está clara y
bien definida en el tiempo. Requieren del individuo un mayor ajuste (ej. un despido).
La característica más relevante de estos sucesos, es el cambio que obliga a la persona a realizar en su
funcionamiento normal para poder adaptarse a ellos.
C. Acontecimientos crónicos. Surgen de una forma menos definida que los vitales, tienen un desarrollo más lento
y continuamente problemático. Hasta que finalizan, se mantienen a lo largo de un período de tiempo prolongado.
Rasgos de estos acontecimientos:
• Presencia de continua amenaza (personas que han sufrido un infarto, deben asumir la posibilidad de que ocurra
de nuevo).
• Incertidumbre (tiempo de espera para un trasplante).
• Exigencias excesivas, ante las que los recursos son limitados (ingresos insuficientes para cubrir gastos).
• Restricciones estructurales que puede impedir el acceso a los medios para alcanzar los objetivos deseados
(compaginar desarrollo profesional con vida familiar en determinados trabajos).
• Falta sistemática de recompensa en tareas que requieren una alta inversión de esfuerzo.
• Complejidad, dada por el contenido de las responsabilidades asociadas a los roles, por el propio conflicto entre
roles, o por la inestabilidad de los acontecimientos.
D. Acontecimientos traumáticos. Son inusuales dentro de la experiencia humana. Pueden ocurrir de forma
aislada, o como problemas crónicos de larga duración (tener un familiar con un problema mental severo).
Generan una respuesta de intenso malestar psicológico, el cual puede mantenerse de forma duradera.
Esta perspectiva evalúa de forma objetiva los acontecimientos estresantes pero, no menos importante resulta la
interpretación subjetiva. Por lo tanto, para poder estudiar el estrés y el proceso de adaptación se debe considerar
también el impacto de las situaciones estresantes sobre cada individuo. Dicho impacto viene determinado por la
valoración cognitiva que se haga de las mismas.

Ü La Adaptación al Estrés
1. La Teoría Cognitivo-Relacional del Estrés
La 3ª perspectiva en el estudio del estrés es la formulada por Lazarus y Folkman. Uno de los fundamentos para
poder comprender el estrés desde esta teoría es la consideración conjunta de la persona y el entorno de manera
que, la relación entre ambos sistemas constituye la unidad de análisis. Desde este marco, el estrés psicológico
es “una relación particular entre el individuo y el entorno, el cual es evaluado por el individuo como amenazante o
desbordado para sus recursos, y que pone en peligro su bienestar”. El estrés, por lo tanto, representa un tipo de
relación, y más concretamente un tipo de evaluación: la que establece la persona con respecto a cada situación.
Otro aspecto es que contempla al estrés y a sus mecanismos de evaluación y afrontamiento como procesos
dinámicos:
• El estrés, la evaluación y el afrontamiento pueden variar conforme se modifique la relación persona-entorno.
De hecho, para estos autores, la esencia del estrés y de sus mecanismos de evaluación y afrontamiento es que
son fenómenos cambiantes.
• Considera que la relación entre el individuo y el entorno es bidireccional.
La teoría de Lazarus y Folkman identifica 2 procesos que nos permiten comprender por qué para unas personas
determinados acontecimientos resultan estresantes, mientras que para otras no. Ambos (valoración y estrategias)
actúan como factores mediadores en la relación de estrés que se establece:
a) Valoración cognitiva de los acontecimientos y recursos personales disponibles para hacerles frente.
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Proceso a través del cual la persona percibe en qué medida un suceso, o una situación determinada, es relevante o
no para su bienestar. Se refiere al significado adaptativo que tiene para el individuo la situación: dependiendo de este
significado se relacionará con la situación de forma estresante, o no, reaccionando de diferente manera desde el
punto de vista cognitivo, emocional y conductual.
1.1. Valoración Primaria: El individuo evalúa si en la situación hay algo relevante para él que esté en juego. Hay
varios tipos de valoración primaria:
Aquella mediante la cual la persona puede considerar que la situación es irrelevante sin haber nada
comprometedor e importante. Esto, en sí mismo, no posee un alto valor adaptativo, aunque es de importancia el
proceso cognitivo por el que el individuo discrimina entre lo que es importante para bienestar y lo que no.
Aquella mediante la cual evalúa la situación como beneficiosa, es decir, percibe que le genera bienestar y puede
proporcionarle consecuencias favorables.
Aquella mediante la cual evalúa la situación como estresante, es decir, le atribuye un significado/percepción de
daño-pérdida (cuando el individuo ya ha sufrido algún tipo de daño o consecuencia negativa), de amenaza
(anticipación de dificultades, o estimación de pérdidas y consecuencias negativas), o de reto (algo que puede ser
manejado o que se puede extraer algún tipo de beneficio aunque se corra riesgo de sufrir algún daño). La
percepción de reto está muy próxima a la de amenaza. Ambas pueden darse a lo largo de una misma situación, o
conforme la situación vaya cambiando.
La valoración de un acontecimiento o situación como dañina o beneficiosa depende de las peculiaridades de la
situación (demandas objetivas, limitaciones) y de las características que tenga el individuo (jerarquía de metas y
valores, autoestima, expectativas sobre el locus de control o competencia personal).
1.2. Valoración Secundaria: El individuo sopesa qué puede hacer en relación con la situación que le resulta
estresante, es decir, evalúa que opciones y recursos de afrontamiento están a su disposición, cuáles va a utilizar y
cómo. Puede ir variando dependiendo de cómo vaya evolucionando la situación y de los posibles cambios que se
produzcan en la valoración primaria. A su vez, la valoración primaria puede variar en consonancia con la
secundaria por lo que es preciso considerar ambas interdependientes.
Dentro de la valoración secundaria destaca la percepción de control personal: en qué medida se ve capaz de
llevar a cabo medidas para poder manejar la situación adecuadamente (expectativa de resultados). Cuando
estima que posee la capacidad necesaria para hacer frente a un suceso estresante, tiende a valorarlo como un
reto, lleva a cabo acciones de afrontamiento más eficaces, y presenta un mejor ajuste psicológico. Hacer esta
valoración va asociado también a altos niveles de autoestima, optimismo, bienestar emocional y resiliencia.
b) Estrategias de afrontamiento que se pongan en marcha para manejar esos sucesos.
2.1. Definición: Esfuerzo cognitivo y conductual que lleva a cabo el individuo para manejar el estrés psicológico, con
independencia de que lo logre o no. Se pueden destacar las siguientes características de las estrategias:
• Representan lo que el individuo piensa, hace y siente para conseguir adaptarse. Las estrategias de
afrontamiento, suponen un esfuerzo deliberado.
• Son acciones que no ocurren en el vacío, sino que se ponen en marcha ante las demandas que plantea cada
situación particular por lo que, para entenderlas, es necesario considerar el contexto en el que ocurren.
• Varían conforme se va desarrollando la interacción estresante, o por cambios temporales. Al mismo tiempo,
pueden transformar las valoraciones cognitivas que se realicen a lo largo de la transacción de estrés.
• Su eficacia depende de los efectos que tengan a corto y largo plazo. En consecuencia, no puede hablarse de
estrategias intrínsecamente eficaces o ineficaces. Cualquiera de las estrategias pueden funcionar mejor o
peor dependiendo de la persona, el contexto, y la interacción entre persona y contexto.
2.2. Funciones (no son excluyentes):
• Alterar la situación estresante para eliminarla o cambiarla. Es un afrontamiento centrado en el problema que
se pone en marcha cuando se considera que existe la posibilidad de modificar el acontecimiento estresante.
• Regular las respuestas emocionales que la situación esté provocando en el individuo. Es un afrontamiento
centrado en la emoción, el cual es más probable que se utilice cuando se cree que no puede hacerse nada
por alterar el suceso estresante.
Lazarus y Folkman sostienen que el afrontamiento centrado en el problema no puede resultar efectivo si no se actúa
también sobre la respuesta emocional, para lo cual es preciso un afrontamiento orientado a la emoción.
2.3. El Afrontamiento como Proceso o como Estilo:

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a) Como PROCESO: presupone aceptar que existe Variación Intraindividual, y por tanto inconsistencia, en la
forma de afrontar las diferentes demandas que plantea cada situación estresante. Las estrategias de
afrontamiento no tienen por qué ser similares a las que se utilizan en otra situación; ya que, precisamente, el
punto de partida de este enfoque intraindividual es que la persona suele disponer de un repertorio variado de
estrategias que va a utilizar dependiendo de las características que tenga la situación.
b) Como ESTILO: es un enfoque Interindividual, según el cual el afrontamiento constituiría una disposición:
cada persona posee un estilo de afrontamiento determinado, de manera que, ante las diferentes situaciones
de estrés, las estrategias empleadas tenderán a ser muy similares. Por tanto es posible identificar Diferencias
Individuales ante un mismo suceso estresante. Fundamento teórico: aunque existe muchas formas de
reaccionar ante un mismo suceso estresante particular, todas ellas se pueden clasificar en un nº reducido de
categorías básicas, dada la tendencia estable a utilizar una forma similar de afrontamiento.
Esta diferenciación (Proceso/Estilo) se hace evidente en la forma de cómo se evalúa el afrontamiento según cada
planteamiento:
1) El WCQ es un instrumento diseñado, por Lazarus y Folkman, para medir el afrontamiento. Contiene un listado
de estrategias que se emplean ante las situaciones de estrés. La persona debe indicar en qué grado (Likert de 4
puntos) ha utilizado cada una de estas estrategias cuando ha tenido que hacer frente a una situación. Tiene 66
ítems agrupados en 8 sub-escalas:
• 2 sub-escalas están enfocadas a la solución del problema: el “afrontamiento confrontativo” (intento
agresivo para cambiar la situación) y la “planificación y solución del problema” (elaborar y seguir un plan
con varias soluciones).
• 6 sub-escalas se centran en el manejo de la emoción: el “distanciamiento” (desvincularse de la situación
o considerarla con una cierta perspectiva), el “autocontrol” (controlar la conducta o la expresión de los
sentimientos), la “aceptación de la responsabilidad” (asumir la responsabilidad en la aparición o solución
del acontecimiento negativo), el “escape-evitación” (huir o desear que desaparezca), la “re-evaluación
positiva” (construir un significado positivo sobre el acontecimiento, centrándose en el crecimiento personal),
y la “búsqueda de apoyo social” (buscar en los demás apoyo emocional, instrumental o informacional).
Críticas al WCQ relacionadas con su validez de constructo, ya que se ha encontrado dificultad para replicar
su estructura empleando muestras o estresores diferentes.
2) El COPE es un instrumento que nos permite evaluar el afrontamiento como un estilo. Fue diseñado por Carver y
cols., los cuales señalaron que la división afrontamiento centrado en el problema / afrontamiento centrado en la
emoción, resultaba demasiado simple ya que, dentro de cada una de estas categorías se encontraban
estrategias que parecían cumplir diferentes funciones y tener consecuencias también distintas. Está compuesto
por 14 sub-escalas (4 ítems cada una) y para completarlo se pide a la persona que describa qué es lo que hace y
cómo se siente cuando experimenta estrés. Sub-escalas:
A partir de las inter-correlaciones obtenidas entre todas las sub-escalas y de estudios realizados, los autores del
COPE establecieron 2 grupos de estrategias: adaptativas y desadaptativas. El uso de la religión no fue incluida
en ninguno de estos 2 grupos porque sus correlaciones con el resto de estrategias no fueron significativas.
• Uso de la religión. Recurrir a la religión como medio para encontrar apoyo, disminuir el malestar emocional, o
encontrar un sentido positivo a la situación de estrés.

Adaptativas Desadaptativas

Aceptación. Tolerar la existencia del acontecimiento sin Desvinculación conductual. Reducir el esfuerzo por continuar
evitarlo, pero sin que interfiera en el funcionamiento de la afrontando el estresor, o renunciar a lograr los objetivos que
persona. Se suele poner en marcha cuando no existe están siendo obstaculizados por la presencia del mismo.
posibilidad de que el estresor vaya a cambiar.

Afrontamiento activo. Dar los pasos necesarios, y mantener el Desvinculación mental. Evitar pensar en el estresor o en las
esfuerzo, para intentar eliminar, cambiar, o reducir el impacto interferencias producidas en relación con las metas personales.
negativo del estresor. Finalidad: solucionar el problema.

Autocontrol. Evitar actuar de forma prematura, esperando a Negación. Intentar actuar como si el estresor no estuviera
que se dé la situación apropiada para enfrentarse al estresor. presente, o negar su existencia. Al igual que la anterior, puede
Esta estrategia es activa (trata de favorecer el manejo del resultar útil pero perjudicial si se mantiene en el tiempo.
estrés) y pasiva (equivale a no actuar).

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Búsqueda de apoyo social emocional. Uso de drogas y alcohol. Consumo de sustancias para
intentar evitar pensar en el estresor.

Búsqueda de apoyo social instrumental. Buscar consejo, Ventilación de las emociones. Darse cuenta y expresar el
información o ayuda en los demás. malestar emocional asociado con el estresante. Puede ser
beneficioso puntualmente, pero utilizado de manera constante,
interfiere con la búsqueda y puesta en marcha de soluciones

Planificación. Pensar qué opciones y respuestas son las más


adecuadas, y cuáles se pueden llevar a cabo. Finalidad:
solucionar el problema, aunque difiere de la puesta en marcha
de las respectivas acciones.

Reinterpretación positiva. Construir un significado positivo a .


partir del estresor. Esta estrategia, aunque se encuadra dentro
del afrontamiento centrado en la emoción, también facilitaría la
solución del problema.

Supresión de actividades interferentes. Posponer otros


asuntos y evitar ser distraído, con el fin de centrarse en hacer
frente al estresor. Función: intentar solucionar el problema.

2. Afrontamiento y Adaptación:
1) Funciones y consecuencias del afrontamiento:
En el estudio del afrontamiento es importante la diferenciación entre: la función que cumplen las estrategias que
se utilizan en una situación determinada, y los resultados, o el tipo de consecuencias, que a corto y largo plazo
se pueden obtener de ellas. El afrontamiento, en sí mismo, representa un conjunto de acciones que cumplen
funciones diferentes; resultando estas funciones, a su vez, independientes del grado de efectividad que posean.
Se entiende que el afrontamiento puede ser adaptativo si promueve en el individuo un funcionamiento físico,
psicológico y social adecuado. O desadaptativo, cuando las consecuencias que se deriven de su uso sean
negativas. Para afrontar un acontecimiento severo o importante, combinar estrategias dirigidas a distanciarse o
desvincularse de aquellos aspectos ante los que no se puede hacer nada, puede favorecer la adaptación del
individuo si, al mismo tiempo, se ponen en marcha otras acciones dirigidas a aproximarse a las dimensiones del
suceso negativo que sí pueden ser modificables. Ambos tipos de afrontamiento (aproximación / distanciamiento)
pueden actuar como procesos complementarios, capaces de amplificar mutuamente sus efectos positivos.

Cuando el acontecimiento al que hay que enfrentarse es controlable, las estrategias de afrontamiento centradas
en el problema son más efectivas que las centradas en la emoción. Si el acontecimiento estresante se percibe
como no controlable, utilizar estrategias orientadas al manejo de la emoción es más conveniente.
Esto se denomina “bondad de ajuste”: grado de ajuste entre la valoración de control que hace el individuo con
respecto a la situación de estrés, y el tipo de afrontamiento que, en consecuencia, pone en marcha.
Empíricamente, la “bondad de ajuste” ha recibido un apoyo parcial, habiéndose obtenido más evidencia a favor
de la idea de que, cuando la persona percibe control sobre la situación, el uso del afrontamiento centrado en el
problema resulta más beneficioso. Los resultados sobre las consecuencias positivas del afrontamiento centrado
en la emoción, cuando la situación es valorada como no controlable, han sido menos consistentes.

→ Estrategias como aceptación, reestructuración positiva, o autocontrol se han asociado con resultados
positivos: menor malestar en pacientes con cáncer, o mayor adherencia a los tratamientos.
→ Otras como la autocrítica, la evitación, o la ventilación emocional se han relacionado con estados
afectivos negativos y con menor nivel de eficacia para afrontar el suceso estresante.

Estos resultados sustentan la idea: la efectividad del afrontamiento debe estudiarse, y evaluarse, en función de
las consecuencias que tengan las diferentes estrategias y, por tanto, en función de lo adaptativas que sean para
el individuo. De ahí que no resulte empíricamente sostenible considerar a priori las estrategias de afrontamiento
como procesos inherentemente buenos o malos.
Aspectos que pueden influir sobre el grado de adaptación que pueden facilitar las estrategias: factores
situacionales, características del individuo y el ajuste entre las características del estresor, la evaluación que se
haga del mismo, y las estrategias de afrontamiento que se pongan en marcha.

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Zeidner y Saklofke proponen características frecuentes para referirse al afrontamiento y a la adaptación del
individuo (no existe un criterio único y universal para definir el afrontamiento adaptativo o efectivo):
1. Resolución del conflicto: El afrontamiento cumple una función instrumental ya que elimina o amortigua la
situación estresante.
2. Reducción de las respuesta fisiológicas: El afrontamiento adecuado debe reducir el nivel de activación del
individuo (frecuencia cardíaca, tensión arterial, sudoración)
3. Disminución del malestar psicológico: Si el afrontamiento es efectivo, la persona es capaz de mantener
las cogniciones y los estados emocionales negativos dentro de unos límites manejables.
4. Adecuación en el funcionamiento social: gracias al afrontamiento adaptativo la persona funciona de
manera ajustada a su entorno, adaptándose a sus preferencias y al respecto por las normas sociales.
5. Promoción del bienestar: el afrontamiento adaptativo promueve el bienestar de la persona, y de los que se
hayan visto afectados por la situación de estrés (hijos, cónyuge)
6. Mantenimiento de una autoestima positiva: El afrontamiento adaptativo contribuye a establecer y
mantener una autoestima positiva. La negativa es un indicador de mal ajuste psicológico y fuente interna de
estrés.
7. Retorno, si es posible, de las actividades previas a la situación de estrés: el afrontamiento adaptativo de
hacer posible que se vuelva a un estado de normalidad retomando actividades de la vida rutinaria,
interrumpidas o dañadas por el acontecimiento estresante.
8. Percepción subjetiva de la efectividad del afrontamiento: la valoración sobre los beneficios que le haya
podido reportar cada estrategia de afrontamiento es un criterio de efectividad de la misma.
2) Flexibilidad en el Afrontamiento:
El uso variado y flexible de los distintos tipos de estrategias de afrontamiento es una dimensión importante para
lograr que la persona haga frente de una manera más adecuada a las circunstancias de estrés.
Un empleo rígido y frecuente de estrategias de afrontamiento que pueden llegar a ser dañinas para uno mismo o para
los demás, aumenta el nivel de vulnerabilidad psicológica ya que, el empleo sistemático de estas acciones reduce la
sensación de control ante el suceso estresante, impide discriminar los aspectos importantes, o incluso positivos, de
dicho suceso, y erosiona los recursos sociales.
La disposición de un perfil de afrontamiento más flexible y organizado permite al individuo implicarse de forma
constructiva en la situación estresante mediante acciones como la negociación, la planificación, o al resolución del
problema; y, disminuir el impacto negativo a través de estrategias como la revaluación positiva, la búsqueda de apoyo
social o el distanciamiento de los aspectos que no resulten controlables.
Este perfil permite la acumulación de recursos personales y la eliminación o reducción del estrés hasta un nivel
aceptable. La flexibilidad se define como la capacidad y disponibilidad para utilizar una gran variedad de
estrategias de afrontamiento con el fin de manejar las diferentes demandas que se plantean en las situaciones de
estrés. La flexibilidad comporta:
A. Ser capaz de valorar las diferencias entre las circunstancias del estrés.
B. Poseer una combinación versátil de estrategias y saber utilizarlas.
C. Tratar de conseguir un buen ajuste entre las estrategias que se ponen en marcha y los requerimientos
situacionales.
Las personas con mayor flexibilidad de afrontamiento se caracterizan por:
• Estilo de pensamiento abierto y dialéctico: más capaces de percibir los cambios y las contradicciones de la
realidad, interpretándolos desde diferentes puntos de vista.
• Mayor facilidad discriminativa: evalúan la particularidad de cada situación, y eligen las distintas opciones de
respuesta teniendo en cuenta los cambios que se produce en la relación entre su conducta y la situación.
Estudio de Cheng (2003).
Ilustra la asociación entre facilidad discriminativa y la flexibilidad del afrontamiento. Examinó en qué medida la
facilidad de discriminación influía sobre la flexibilidad del afrontamiento y la reactividad fisiológica. Los participantes
tenían que realizar 2 tareas: 1) Tarea controlable: recordar 6 dígitos utilizando un intervalo de hasta 5 min. Y 2)
Tarea no controlable: realizar cálculos numéricos complejos en 20 seg.

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1. La facilidad discriminativa se midió a través del tipo de información que daban los participantes sobre la forma
en que iban a actuar para resolver dichas tareas. Si podía codificarse en “si...entonces” el nivel de facilidad
discriminativa era alto. Si la información proporcionada se codificaba mejor en términos abstractos y no
contextuales el nivel de facilidad discriminativa era bajo.
2. La flexibilidad del afrontamiento se midió teniendo en cuenta el ajuste entre las estrategias utilizadas y el grado
de control que se podía ejercer sobre cada tipo de tarea. Alta flexibilidad indicaba ante la tarea controlable,
había empleado estrategias para solucionar el problema y, ante la tarea incontrolable, había recurrido a
estrategias centradas en la emoción.
3. La reactividad fisiológica se evaluó midiendo los cambios que, con respecto a la línea base, se producían en la
frecuencia cardiaca mientras los participantes realizaban las tareas.
Resultados:
• La facilidad discriminativa correlacionó, de forma positiva y significativa, con una mayor flexibilidad en el
afrontamiento.
• Tanto la facilidad discriminativa como la flexibilidad en el afrontamiento se asociaron con menos cambios en la
frecuencia cardiaca, y por lo tanto con una menor reactividad fisiológica.
Estos resultados apuntan a que la facilidad discriminativa puede ser un mecanismo cognitivo que actúa sobre la
capacidad para afrontar los acontecimientos estresantes de una forma más flexible: la facilidad para diferenciar entre
los distintos aspectos que presentan los acontecimientos de estrés ayuda a elaborar un plan de afrontamiento que se
ajuste mejor a los requerimientos del contexto.
Si se codifica el acontecimiento estresante en términos globales y abstractos, el afrontamiento será más inefectivo,
rígido y desorganizado. Si la codificación se realiza en función de las contingencias “situación-conducta”
(si...entonces) se utilizarán más ponderadamente las diferentes estrategias de afrontamiento, valorando ventajas e
inconvenientes de cada una de ellas. Desde esta perspectiva, la flexibilidad en el afrontamiento es la capacidad para
seleccionar y poner en marcha un patrón coherente y significativo de respuestas de afrontamiento.
La flexibilidad en el afrontamiento se ha asociado con resultados positivos, actuando como factor de protección ante
la depresión, la ansiedad, el estrés laboral o las situaciones de desempleo.
3 elementos que facilitan un manejo efectivo del estrés:
1. Evaluación, lo más realista posible, de los acontecimientos y los recursos personales disponibles.
2. Flexibilidad para generar planes alternativos de afrontamiento y poner en marcha diferentes respuesta
de afrontamiento.
3. Posibilidad de anticipar qué consecuencias a corto, medio y largo plazo pueden derivarse de las
estrategias de afrontamiento utilizadas.
3. Autorregulación, Afrontamiento y Adaptación:
3.1. Los procesos de asimilación y acomodación. Junto con el afrontamiento existen procesos, relacionados con
la forma de autorregularse el individuo, que también van a ejercer un efecto sobre su competencia adaptativa. Estos
procesos intervienen en la implicación o desvinculación que establezca el individuo con respecto a los objetivos que
se haya planteado, dependiendo de las probabilidades de que disponga para conseguirlos y de los medios.
Esforzarse y lograr metas valoradas es una fuente de satisfacción y bienestar, además de que proporcionan un
sentido de organización e incrementa la sensación de competencia. Si no se pueden alcanzar las metas deseadas y
se persevera en ellas, pueden producir un estado de frustración, que si se mantiene en el tiempo puede dar lugar a
una reacción de indefensión.
Una autorregulación adecuada, asociada con un ajuste óptimo, es aquella lo suficientemente flexible como para
permitir elegir metas, comprometerse con ellas, y esforzarse por conseguirlas, resistiendo la influencia de factores
distractores; así como que facilite que la persona se desvincule de las metas bloqueadas porque no tenga recursos
necesarios o porque dada la situación, no sea posible su alcance. Para lograr una buena adaptación debe ser capaz
de ajustar y alterar sus prioridades, modificar el nivel de logro de sus objetivos o metas, dependiendo de los medios
de los que disponga en cada momento, y de los requerimientos situacionales ante los que se encuentre.
La Teoría de Brandtstädter se fundamenta en la discrepancia que surge entre los resultados que desea alcanzar la
persona y los que realmente puede conseguir. Para eliminar o minimizar esta discrepancia se pueden poner en
marcha 2 tipos de procesos o formas de afrontamiento:
1) Asimilación (o implicación). Proceso por el que la persona se esfuerza e intenta llevar a cabo una serie de
acciones para alterar e influenciar la situación actual y conseguir un mayor ajuste entre las metas personales
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y el entorno. Cualquier ámbito de la vida que pueda ser modificado es objeto de la asimilación. Dentro
de la asimilación se puede llevar a cabo la optimización, a través de la cual utiliza los medios y estrategias,
de su alcance, que son más efectivos para alterar la situación y poder conseguir sus metas.
La optimización permite mayor desarrollo de los recursos personales y un aumento en la sensación de
control. La compensación trata de seleccionar y utilizar medios alternativos para evitar posibles pérdidas
relacionadas con su objetivo. En la asimilación, la persona muestra una fuerte adherencia o implicación a los
objetivos definidos o metas. Esta adherencia será mayor cuanto más importantes sean las metas y cuantas
menos posibilidades haya de ser sustituidas por otras similares.
2) Acomodación (o desvinculación). Entra en juego cuando los recursos para lograr un objetivo se reducen o
cuando las dificultades o demandas de la situación se incrementan (inconvenientes superior a beneficios). El
individuo puede cambiar sus metas, sus preferencias y su nivel de aspiración para adaptarlos a las
características reales de la situación y a los recursos de que disponga. Acciones propias de la acomodación:
disminución de expectativas, desvinculación de las metas, relaciones o intereses bloqueados y evaluación
positiva de los obstáculos y las pérdidas que hayan ocurrido en esas circunstancias. Durante la
acomodación, el funcionamiento cognitivo se dirige a hacer más aceptable la separación del objetivo
deseado. Se procesa la información de forma más abierta y menos focalizada. La acomodación viene a
neutralizar, o invertir, el set-mental que entra en funcionamiento con la implementación de la intención.
Teóricamente, asimilación y acomodación son mecanismos contrapuestos: cuando la persona está implicada
en conseguir sus objetivos pone en marchas actividades asimilativas, inhibiendo la acomodación y cuando tiene que
desengancharse de su compromiso y esfuerzo de un objetivo importante, se genera una respuesta de estrés y una
oscilación entre asimilación y acomodación; dicho desajuste se revuelve a través de la acomodación , generando las
cogniciones y el funcionamiento emocional pertinente para que abandone esa zona intermedia, y renuncie a alcanzar
el objetivo que se había propuesto.
De acuerdo con la Teoría de Brandtstädter la asimilación y acomodación no son procesos totalmente
intencionales y deliberados, sino que implican mecanismos más automáticos sobre los que la persona no puede
ejercer control directo. Estos componentes automáticos son los que hacen posible el paso de un proceso de
afrontamiento a otro. Asimilación y acomodación pueden actuar conjuntamente en circunstancias con mucha
variedad de objetivos, los cuales, a su vez, comportan muchas tareas, roles o responsabilidades.
La presencia conjunta de asimilación y acomodación se asocia con mayor bienestar. La acomodación se vuelve más
predominante según se envejece ya que, los esfuerzos compensatorios por alcanzar las metas deseadas decrecen y
los recursos físicos, sociales y ambientales también decrecen.
En el ámbito de la salud llevar a cabo acciones tanto asimilativas como acomodaticias se ha relacionado también con
consecuencias positivas. La acomodación en el campo del dolor crónico: la aceptación activa del dolor, la cual
representa un afrontamiento acomodaticio, resulta altamente efectiva para poder manejarlo. La aceptación activa
implica dejar de controlar un estresor que no es ni cambiable ni controlable, asumiéndolo con neutralidad desde el
punto de vista cognitivo y experimentando un estado de bienestar emocional y de energía, suficientes como para
seguir invirtiendo esfuerzo en otros objetivos vitales significativos. Finalmente, la acomodación es relevante con
respecto a la protección de la depresión y las reacciones de indefensión.
Según la perspectiva teórica que estamos analizando, el estado depresivo y los pensamientos rumiativos
pueden surgir cuando entran en conflicto las tendencias asimilativas y acomodaticias. Mediante la
acomodación es posible reinstaurar la percepción de control y neutralizar el EA negativo: se empieza a devaluar el
objetivo deseado, buscando nuevos medios para alcanzarlo, utilizando comparaciones hacia abajo o resaltando los
beneficios que tiene el abandono de la meta.
3.2. El Afrontamiento Proactivo. Un aspecto central en el proceso adaptativo del individuo y en su forma de
autorregularse y de afrontar los sucesos, es el sistema de cogniciones, motivaciones, emociones y conductas que la
persona pone en marcha usando como marco de referencia el futuro.
Existen ámbitos en la vida donde es posible anticipar la presencia de estresores negativos futuros, o promover la
ocurrencia de sucesos positivos. En este contexto de anticipación de acontecimientos futuros y de autorregulación de
la conducta se sitúa el afrontamiento proactivo.
Aspinwall y Taylor definen el afrontamiento activo como “los esfuerzos que se realizan ante un potencial estresor
para prevenirlo, o modificar su forma antes de que ocurra”. Implica la construcción de recursos, y la disponibilidad de
un conjunto de habilidades, que permiten la identificación de acontecimientos que puede ser fuentes potenciales de
estrés. Cumpliría una función preventiva: disminuir o anular la probabilidad de que potenciales estresores ocurran
y en el caso de que ocurran, permitir reducir su severidad.
Para que se lleve a cabo es preciso distinguir varias fases, de funcionamiento es bidireccional:

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1. Fase de acumulación de recursos. Generar de forma planificada y sin la presencia de una situación estresante,
una reserva de recursos sociales, materiales y económicos; y, aprender nuevas habilidades para manejar futuros
estresores y estar más capacitado ante estresores crónicos en el caso de que ocurrieran.
2. Fase de atención y reconocimiento. Se dirige la atención hacia posibles estresores o hacia información
relacionada con ellos. Puede provenir de fuentes externas o internas.
3. Fase de evaluación inicial. Una vez identificado un potencial estresor, debe evaluarse: interpretar qué
significado tienen estos estímulos que aparecen en un principio con apariencia ambigua pero que, a medio o
largo plazo puede llegar a ser amenazas potenciales. Una simulación mental: el individuo representa
mentalmente el suceso potencialmente estresante, los deseos o temores futuros relacionados con él, y los
posibles escenarios que pueden derivarse del mismo. Mediante la simulación, es posible comenzar a elaborar un
plan de acción general. Valorar una situación (inicialmente ambigua) como estresor se acompaña de cierta
activación emocional negativa que debe manejarse y asumirse por lo que, en esta fase se puede recurrir a buscar
apoyos sociales.
4. Esfuerzos iniciales de afrontamiento. La persona realiza de forma más elaborada planes alternativos de
actuación. Debe comenzar a poner en marcha las acciones inicialmente decididas para impedir o prevenir que
ocurra el posible estresor. Para que se inicie, es necesario que se perciba un cierto control sobre el estresor y
que crea que puede ser alterado de algún modo para no poner en riesgo sus recursos.
5. La recepción del feedback y la revisión del afrontamiento proactivo. Después de realizar los primeros
esfuerzos, se deben comprobar los resultados. El individuo valora si el esfuerzo inicial para manejar el estresor
ha sido apropiado o si debe mejorarse. En caso de que resulte inmanejable y la persona. decida desvincularse de
él, tendrá que afrontar las consecuencias afectivas y motivacionales por haber invertido recursos y esfuerzo, que
han resultado infructuosos.
El modelo de afrontamiento proactivo incluye: procesos y acciones relacionadas con el afrontamiento para
manejar o minimizar los efectos del potencial estresor y, mecanismos de autorregulación.
Otros autores han ampliado la orientación del afrontamiento proactivo otorgándole un sentido, además de preventivo,
positivo. El afrontamiento proactivo-positivo consiste en el esfuerzo realizado para poder planificar y promover
cambios positivos en sí mismo y en el entorno.
Este afrontamiento se dirige a lograr metas constructivas, a nivel individual y colectivo, promoviendo la mejora en
las condiciones de vida, la obtención de mayor excelencia en los resultados y la consecución de una vida más
satisfactoria.
El afrontamiento proactivo-positivo y el proactivo-preventivo comparten algunos mecanismos de actuación:
orientación hacia el futuro, construcción de una reserva de recursos, y desarrollo de habilidades de autorregulación
(capacidad para planear objetivos, simulación mental y definición de planes de actuación).
También existen diferencias: el afrontamiento proactivo-positivo valora los riesgos, las demandas y las
oportunidades de las situaciones futuras de una forma más constructiva y estimulante, percibiéndolas como retos
potenciales y destaca la importancia de los recursos; el afrontamiento proactivo-preventivo evalúa los potenciales
riesgos y amenazas, y comporta un relativo grado de preocupación.
Hay 2 marcos teóricos para el afrontamiento pero sólo existe un único instrumento para medirlo: el Cuestionario de
Afrontamiento Proactivo (PCI), que consta de 41 ítems y evalúa diferentes aspectos a través de 6 subescalas:
1. Subescala de afrontamiento proactivo. Se refiere al planteamiento autónomo de objetivos y a los pensamientos y
conductas que facilitan el logro de dichos objetivos.
2. Subescala de afrontamiento reflexivo. Mide la capacidad para contemplar y diseñar mentalmente planes
alternativos de actuación.
3. Subescala de planificación estratégica. Se refiere al establecimiento de prioridades, y a la habilidad para dividir
las tareas en componentes más asequibles.
4. Subescalas de afrontamiento preventivo. Capacidad de anticipar y prepararse ante potenciales estresores.
5. Subescala de apoyo instrumental. Búsqueda de contacto social para obtener consejo, opinión o información.
6. Subescala de apoyo emocional. Mide la búsqueda de contacto social para compartir emociones y sentimientos,
fomentar la empatía y sentirse bien acompañado.
La mayoría de los estudios que han utilizado el PCI, han utilizado exclusivamente, las escalas de afrontamiento
proactivo y preventivo. En el marco de los 5 Factores de la personalidad, se ha encontrado una asociación positiva de
los 2 tipos de afrontamiento proactivo (positivo y preventivo) con los rasgos de afabilidad y tesón; si bien el positivo
también se ha asociado con mayor extraversión y menor neuroticismo.
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Ambos se han relacionado con mayor percepción de autoeficacia y satisfacción vital, y con niveles más elevados de
bienestar, afecto positivo y apoyo social.
En algunas investigaciones, la relación del afrontamiento proactivo-positivo con algunos de los indicadores de ajuste
psicológico, era superior a la obtenida con el proactivo-preventivo.
Estudio de Gan y col. Se llevó a cabo con estudiantes y se examinó en qué medida los 2 tipos de afrontamiento
proactivo podían estar mediando la relación entre el estrés percibido, y el grado de implicación en el estudio de la
carrera que estaban realizando. Se tomaron medidas del nivel global de implicación, del vigor, la absorción y la
dedicación en el trabajo académico. Después, se evaluó también el grado de depresión y optimismo. Resultados:
è Los 2 tipos de afrontamiento correlacionaban negativamente con la depresión y el estrés percibido, y
positivamente con el optimismo, el estado de vigor, la absorción y la dedicación.
è El afrontamiento proactivo-positivo mediaba la relación entre el estrés percibido y el grado de implicación en
el estudio (al introducir el afrontamiento, el peso del estrés en la predicción de la implicación dejó de ser
significativo)
è El afrontamiento proactivo-preventivo (anticipa los posibles estresores asociados a la carrera) tuvo un efecto
mediacional parcial (al introducir este afrontamiento, el peso del estrés percibido en la predicción de la
implicación continuó siendo significativo)
Estos resultados pusieron de manifiesto que los 2 tipos de afrontamiento fomentaban el alivio del estrés, favoreciendo
la implicación y el interés por el estudio, aunque la relación con el afrontamiento proactivo-positivo fue mayor. Utilizar
un afrontamiento proactivo-positivo, dirigido a orientar la carrera como un desafío que se puede conseguir, mediante
la inversión de recursos y la realización planificada de diferentes cursos de acción, potenciaba más el grado de
implicación en el estudio de la carrera.
Ejemplos de Ítems en las Sub-Escalas en el PCI:
Afrontamiento proactivo “Cuando tengo un problema, tomo la iniciativa para resolverlos”, “Visualizo
mis sueños e intento alcanzarlos”, “Convierto los obstáculos experiencias
positivas”

Afrontamiento preventivo “Antes de actuar, planifico mis estrategias para cambiar una situación”, “Me
preparo ante los eventos negativos”, “Pienso por adelantado para evitar
situaciones peligrosas”

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