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Ü Introducción
A lo largo de nuestra vida nos encontramos con acontecimientos, dificultades y pormenores, ante los que nos
podemos sentir más o menos desbordados. Nuestra respuesta dependerá de la relevancia que atribuyamos a esos
sucesos en relación con nuestro bienestar, y de la percepción que tengamos de nuestra capacidad para hacerles
frente. En este contexto es donde se generan los procesos de estrés. 2 formas básicas de reaccionar ante el estrés:
1. Orientado hacia el suceso estresante para modificarlo, reducirlo o eliminarlo.
2. Orientado hacia la persona, para manejar el malestar emocional que el suceso le está ocasionando.
Si estas 2 actuaciones cumplen su función y generan consecuencias positivas en el individuo, podemos hablar de
una respuesta adaptativa.
Sin embargo, la adaptación no se relaciona exclusivamente con los procesos de estrés y afrontamiento, sino que
también implica otros mecanismos de autorregulación. La persona debe ser realista a la hora de definir los objetivos
que desea conseguir y debe tener la habilidad para discriminar cuándo las metas a las que aspira no son
alcanzables, siendo lo más beneficioso desvincularse de las mismas. La dinámica entre la aproximación e
implicación hacia los objetivos deseados, en combinación con el distanciamiento y la desvinculación de aquellos otros
que no resultan viables, constituye otro elemento clave para comprender el fenómeno de la adaptación psicológica.
Ü El Concepto de Estrés
Coloquialmente es un término muy utilizado, pero dentro del marco científico su definición es controvertida. En
términos generales, podemos referirnos a un estado que denota cierto malestar interno (decimos “estoy estresado”),
o a la presencia de inconveniencias y dificultades de diferentes tipos (físicas, sociales), que se acompañan de una
serie de demandas y obligaciones (cuando estamos sobrecargados o tenemos que tomar una decisión difícil).
Si nos atenemos a la dimensión temporal, el estrés puede ser algo puntual o un proceso más largo.
Finalmente, ante los acontecimiento estresantes, no todos reaccionamos, ni de un modo similar, ni de una forma
totalmente pasiva (algunos restauran rápidamente su comportamiento habitual, reduciendo el impacto del suceso
estresante y otros reaccionan de una manera más desadaptativa, poniendo en marcha acciones que no son efectivas
para disminuir el efecto del estrés, y mostrando respuestas de intenso enfado, miedo, ansiedad o tristeza).
El estudio del estrés se ha desarrollado a través de 3 corrientes que lo han abordado desde ópticas diferentes:
1. La basadas en la respuesta. 2. La basadas en el estímulo. 3. La basada en la valoración cognitiva
Si se consideran en su conjunto, ofrecen una visión comprehensiva de lo que es el proceso de adaptación al estrés.
1. Perspectiva basada en la Respuesta.
Se originó dentro del campo de la biología, a partir del trabajo inicial de Cannon. Posteriormente, se desarrolló
con los estudios de Selye. Para Selye el foco de interés está en la respuesta por lo que, el estrés no se identifica con
la presencia de un estímulo nocivo para el organismo, sino que el estrés equivale al conjunto de reacciones
corporales que se producen en el organismo cuando están presentes estímulos ambientales o psicológicos dañinos.
A estos estímulos los denominó estresores. El modelo de Selye es importante porque:
1. Estableció la distinción entre el estresor y la respuesta de estrés.
2. Propuso el Síndrome General de Adaptación (SGA) para describir el proceso que se genera en un organismo,
como consecuencia del efecto prolongado de un estresor. El SGA se caracteriza por 3 estadios, a lo largo de los
cuales el estrés está presente, pero se manifiesta de diferente modo:
• Estadio de alarma. Se produce una respuesta generalizada del SNA, como reacción al shock inicial que produce
el estresor. Esta reacción (en torno a las 24h) se caracteriza por una reducción en la actividad del SNS. Si el
estresor permanece (más de 24h) comienza la fase de “lucha o huida”, en la que se activa el sistema simpático-
adrenal y se liberan corticoides, adrenalina y noradrenalina. Se produce un incremento en la presión arterial, la
frecuencia cardíaca, la coagulación sanguínea, y el aporte de sangre a los órganos, originándose un estado de
energía y activación.
• Estadio de resistencia. Ante la persistencia del estresor, se reduce notablemente la respuesta de alarma. El
organismo mantiene su funcionamiento interno por encima del nivel normal para poder adaptarse al estresor.
• Estadio de agotamiento. Cuando el organismo no es capaz de recuperar su equilibrio inicial, o la presencia del
estresor sigue causando un efecto excesivo. Se incrementa la actividad endocrina, y dado el elevado nivel de
corticoides y la disminución que sufren los recursos del organismo, comienza a haber daños en el sistema
cardiovascular, en el sistema digestivo y en el inmunológico. Deterioro hasta el punto de poder enfermar o morir.
2. Perspectiva basada en el Estímulo.
Este documento no sustituye la Bibliografía Básica, es un complemento de
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Tema 10: El Proceso Adaptativo 2016
Centra su atención en las particularidades y características del estímulo estresante. Un acontecimiento
estresante o estresor, es aquel que impone al individuo unas demandas excesivamente altas o bajas, ya sean de tipo
físico, social o psicológico, sobrecargando sus recursos y generándole una respuesta de estrés. Para que un
acontecimiento se considere estresante tiene que tener la capacidad de alterar el equilibrio interno del individuo, y de
promover la activación de los mecanismos de adaptación de la persona, con el fin de restablecer los niveles iniciales.
Los sucesos estresantes se clasifican en las siguientes categorías (Wheaton, 1999):
A. Contrariedades. Son problemas diarios experimentados por la mayoría con cierto malestar, frustración o
irritación (ej. estar en un atasco).
B. Sucesos vitales. Son menos frecuentes que los diarios y poseen un mayor impacto. Su aparición está clara y
bien definida en el tiempo. Requieren del individuo un mayor ajuste (ej. un despido).
La característica más relevante de estos sucesos, es el cambio que obliga a la persona a realizar en su
funcionamiento normal para poder adaptarse a ellos.
C. Acontecimientos crónicos. Surgen de una forma menos definida que los vitales, tienen un desarrollo más lento
y continuamente problemático. Hasta que finalizan, se mantienen a lo largo de un período de tiempo prolongado.
Rasgos de estos acontecimientos:
• Presencia de continua amenaza (personas que han sufrido un infarto, deben asumir la posibilidad de que ocurra
de nuevo).
• Incertidumbre (tiempo de espera para un trasplante).
• Exigencias excesivas, ante las que los recursos son limitados (ingresos insuficientes para cubrir gastos).
• Restricciones estructurales que puede impedir el acceso a los medios para alcanzar los objetivos deseados
(compaginar desarrollo profesional con vida familiar en determinados trabajos).
• Falta sistemática de recompensa en tareas que requieren una alta inversión de esfuerzo.
• Complejidad, dada por el contenido de las responsabilidades asociadas a los roles, por el propio conflicto entre
roles, o por la inestabilidad de los acontecimientos.
D. Acontecimientos traumáticos. Son inusuales dentro de la experiencia humana. Pueden ocurrir de forma
aislada, o como problemas crónicos de larga duración (tener un familiar con un problema mental severo).
Generan una respuesta de intenso malestar psicológico, el cual puede mantenerse de forma duradera.
Esta perspectiva evalúa de forma objetiva los acontecimientos estresantes pero, no menos importante resulta la
interpretación subjetiva. Por lo tanto, para poder estudiar el estrés y el proceso de adaptación se debe considerar
también el impacto de las situaciones estresantes sobre cada individuo. Dicho impacto viene determinado por la
valoración cognitiva que se haga de las mismas.
Ü La Adaptación al Estrés
1. La Teoría Cognitivo-Relacional del Estrés
La 3ª perspectiva en el estudio del estrés es la formulada por Lazarus y Folkman. Uno de los fundamentos para
poder comprender el estrés desde esta teoría es la consideración conjunta de la persona y el entorno de manera
que, la relación entre ambos sistemas constituye la unidad de análisis. Desde este marco, el estrés psicológico
es “una relación particular entre el individuo y el entorno, el cual es evaluado por el individuo como amenazante o
desbordado para sus recursos, y que pone en peligro su bienestar”. El estrés, por lo tanto, representa un tipo de
relación, y más concretamente un tipo de evaluación: la que establece la persona con respecto a cada situación.
Otro aspecto es que contempla al estrés y a sus mecanismos de evaluación y afrontamiento como procesos
dinámicos:
• El estrés, la evaluación y el afrontamiento pueden variar conforme se modifique la relación persona-entorno.
De hecho, para estos autores, la esencia del estrés y de sus mecanismos de evaluación y afrontamiento es que
son fenómenos cambiantes.
• Considera que la relación entre el individuo y el entorno es bidireccional.
La teoría de Lazarus y Folkman identifica 2 procesos que nos permiten comprender por qué para unas personas
determinados acontecimientos resultan estresantes, mientras que para otras no. Ambos (valoración y estrategias)
actúan como factores mediadores en la relación de estrés que se establece:
a) Valoración cognitiva de los acontecimientos y recursos personales disponibles para hacerles frente.
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Tema 10: El Proceso Adaptativo 2016
Proceso a través del cual la persona percibe en qué medida un suceso, o una situación determinada, es relevante o
no para su bienestar. Se refiere al significado adaptativo que tiene para el individuo la situación: dependiendo de este
significado se relacionará con la situación de forma estresante, o no, reaccionando de diferente manera desde el
punto de vista cognitivo, emocional y conductual.
1.1. Valoración Primaria: El individuo evalúa si en la situación hay algo relevante para él que esté en juego. Hay
varios tipos de valoración primaria:
Aquella mediante la cual la persona puede considerar que la situación es irrelevante sin haber nada
comprometedor e importante. Esto, en sí mismo, no posee un alto valor adaptativo, aunque es de importancia el
proceso cognitivo por el que el individuo discrimina entre lo que es importante para bienestar y lo que no.
Aquella mediante la cual evalúa la situación como beneficiosa, es decir, percibe que le genera bienestar y puede
proporcionarle consecuencias favorables.
Aquella mediante la cual evalúa la situación como estresante, es decir, le atribuye un significado/percepción de
daño-pérdida (cuando el individuo ya ha sufrido algún tipo de daño o consecuencia negativa), de amenaza
(anticipación de dificultades, o estimación de pérdidas y consecuencias negativas), o de reto (algo que puede ser
manejado o que se puede extraer algún tipo de beneficio aunque se corra riesgo de sufrir algún daño). La
percepción de reto está muy próxima a la de amenaza. Ambas pueden darse a lo largo de una misma situación, o
conforme la situación vaya cambiando.
La valoración de un acontecimiento o situación como dañina o beneficiosa depende de las peculiaridades de la
situación (demandas objetivas, limitaciones) y de las características que tenga el individuo (jerarquía de metas y
valores, autoestima, expectativas sobre el locus de control o competencia personal).
1.2. Valoración Secundaria: El individuo sopesa qué puede hacer en relación con la situación que le resulta
estresante, es decir, evalúa que opciones y recursos de afrontamiento están a su disposición, cuáles va a utilizar y
cómo. Puede ir variando dependiendo de cómo vaya evolucionando la situación y de los posibles cambios que se
produzcan en la valoración primaria. A su vez, la valoración primaria puede variar en consonancia con la
secundaria por lo que es preciso considerar ambas interdependientes.
Dentro de la valoración secundaria destaca la percepción de control personal: en qué medida se ve capaz de
llevar a cabo medidas para poder manejar la situación adecuadamente (expectativa de resultados). Cuando
estima que posee la capacidad necesaria para hacer frente a un suceso estresante, tiende a valorarlo como un
reto, lleva a cabo acciones de afrontamiento más eficaces, y presenta un mejor ajuste psicológico. Hacer esta
valoración va asociado también a altos niveles de autoestima, optimismo, bienestar emocional y resiliencia.
b) Estrategias de afrontamiento que se pongan en marcha para manejar esos sucesos.
2.1. Definición: Esfuerzo cognitivo y conductual que lleva a cabo el individuo para manejar el estrés psicológico, con
independencia de que lo logre o no. Se pueden destacar las siguientes características de las estrategias:
• Representan lo que el individuo piensa, hace y siente para conseguir adaptarse. Las estrategias de
afrontamiento, suponen un esfuerzo deliberado.
• Son acciones que no ocurren en el vacío, sino que se ponen en marcha ante las demandas que plantea cada
situación particular por lo que, para entenderlas, es necesario considerar el contexto en el que ocurren.
• Varían conforme se va desarrollando la interacción estresante, o por cambios temporales. Al mismo tiempo,
pueden transformar las valoraciones cognitivas que se realicen a lo largo de la transacción de estrés.
• Su eficacia depende de los efectos que tengan a corto y largo plazo. En consecuencia, no puede hablarse de
estrategias intrínsecamente eficaces o ineficaces. Cualquiera de las estrategias pueden funcionar mejor o
peor dependiendo de la persona, el contexto, y la interacción entre persona y contexto.
2.2. Funciones (no son excluyentes):
• Alterar la situación estresante para eliminarla o cambiarla. Es un afrontamiento centrado en el problema que
se pone en marcha cuando se considera que existe la posibilidad de modificar el acontecimiento estresante.
• Regular las respuestas emocionales que la situación esté provocando en el individuo. Es un afrontamiento
centrado en la emoción, el cual es más probable que se utilice cuando se cree que no puede hacerse nada
por alterar el suceso estresante.
Lazarus y Folkman sostienen que el afrontamiento centrado en el problema no puede resultar efectivo si no se actúa
también sobre la respuesta emocional, para lo cual es preciso un afrontamiento orientado a la emoción.
2.3. El Afrontamiento como Proceso o como Estilo:
Adaptativas Desadaptativas
Aceptación. Tolerar la existencia del acontecimiento sin Desvinculación conductual. Reducir el esfuerzo por continuar
evitarlo, pero sin que interfiera en el funcionamiento de la afrontando el estresor, o renunciar a lograr los objetivos que
persona. Se suele poner en marcha cuando no existe están siendo obstaculizados por la presencia del mismo.
posibilidad de que el estresor vaya a cambiar.
Afrontamiento activo. Dar los pasos necesarios, y mantener el Desvinculación mental. Evitar pensar en el estresor o en las
esfuerzo, para intentar eliminar, cambiar, o reducir el impacto interferencias producidas en relación con las metas personales.
negativo del estresor. Finalidad: solucionar el problema.
Autocontrol. Evitar actuar de forma prematura, esperando a Negación. Intentar actuar como si el estresor no estuviera
que se dé la situación apropiada para enfrentarse al estresor. presente, o negar su existencia. Al igual que la anterior, puede
Esta estrategia es activa (trata de favorecer el manejo del resultar útil pero perjudicial si se mantiene en el tiempo.
estrés) y pasiva (equivale a no actuar).
Búsqueda de apoyo social instrumental. Buscar consejo, Ventilación de las emociones. Darse cuenta y expresar el
información o ayuda en los demás. malestar emocional asociado con el estresante. Puede ser
beneficioso puntualmente, pero utilizado de manera constante,
interfiere con la búsqueda y puesta en marcha de soluciones
2. Afrontamiento y Adaptación:
1) Funciones y consecuencias del afrontamiento:
En el estudio del afrontamiento es importante la diferenciación entre: la función que cumplen las estrategias que
se utilizan en una situación determinada, y los resultados, o el tipo de consecuencias, que a corto y largo plazo
se pueden obtener de ellas. El afrontamiento, en sí mismo, representa un conjunto de acciones que cumplen
funciones diferentes; resultando estas funciones, a su vez, independientes del grado de efectividad que posean.
Se entiende que el afrontamiento puede ser adaptativo si promueve en el individuo un funcionamiento físico,
psicológico y social adecuado. O desadaptativo, cuando las consecuencias que se deriven de su uso sean
negativas. Para afrontar un acontecimiento severo o importante, combinar estrategias dirigidas a distanciarse o
desvincularse de aquellos aspectos ante los que no se puede hacer nada, puede favorecer la adaptación del
individuo si, al mismo tiempo, se ponen en marcha otras acciones dirigidas a aproximarse a las dimensiones del
suceso negativo que sí pueden ser modificables. Ambos tipos de afrontamiento (aproximación / distanciamiento)
pueden actuar como procesos complementarios, capaces de amplificar mutuamente sus efectos positivos.
Cuando el acontecimiento al que hay que enfrentarse es controlable, las estrategias de afrontamiento centradas
en el problema son más efectivas que las centradas en la emoción. Si el acontecimiento estresante se percibe
como no controlable, utilizar estrategias orientadas al manejo de la emoción es más conveniente.
Esto se denomina “bondad de ajuste”: grado de ajuste entre la valoración de control que hace el individuo con
respecto a la situación de estrés, y el tipo de afrontamiento que, en consecuencia, pone en marcha.
Empíricamente, la “bondad de ajuste” ha recibido un apoyo parcial, habiéndose obtenido más evidencia a favor
de la idea de que, cuando la persona percibe control sobre la situación, el uso del afrontamiento centrado en el
problema resulta más beneficioso. Los resultados sobre las consecuencias positivas del afrontamiento centrado
en la emoción, cuando la situación es valorada como no controlable, han sido menos consistentes.
→ Estrategias como aceptación, reestructuración positiva, o autocontrol se han asociado con resultados
positivos: menor malestar en pacientes con cáncer, o mayor adherencia a los tratamientos.
→ Otras como la autocrítica, la evitación, o la ventilación emocional se han relacionado con estados
afectivos negativos y con menor nivel de eficacia para afrontar el suceso estresante.
Estos resultados sustentan la idea: la efectividad del afrontamiento debe estudiarse, y evaluarse, en función de
las consecuencias que tengan las diferentes estrategias y, por tanto, en función de lo adaptativas que sean para
el individuo. De ahí que no resulte empíricamente sostenible considerar a priori las estrategias de afrontamiento
como procesos inherentemente buenos o malos.
Aspectos que pueden influir sobre el grado de adaptación que pueden facilitar las estrategias: factores
situacionales, características del individuo y el ajuste entre las características del estresor, la evaluación que se
haga del mismo, y las estrategias de afrontamiento que se pongan en marcha.
Afrontamiento preventivo “Antes de actuar, planifico mis estrategias para cambiar una situación”, “Me
preparo ante los eventos negativos”, “Pienso por adelantado para evitar
situaciones peligrosas”