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¿QUÉ ES TEOLOGÍA?
Podríamos decir, a la vez, que la teología es una tarea y misión; un ser y hacer; función
y desafío; reflexión y praxis de la propia iglesia de Cristo. La teología es una tarea de la
iglesia, una misión de la iglesia, una función de la iglesia, un desafío de la iglesia. La iglesia,
es ella quien hace teología; no Dios. Son las personas creyentes, dentro de la iglesia, quienes
hacen teología; ella surge desde el mismo seno de la comunidad creyente, interpretando la fe
de acuerdo al lugar histórico que le haya correspondido vivir a esa comunidad.
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Así lo piensa Karl Barth al explicar cómo la teología intentó erróneamente justificar su puesto en la
modernidad con el fin de intentar su sobrevivencia. Introducción a la teología evangélica. Salamanca (33)
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Todo el tiempo interpretamos nuestra fe; nuestros aciertos y fracasos, la enfermedad, la
salud, las injusticias de la vida, nuestros progresos, alienaciones, hambre, soledad,
prosperidad o pobreza, en fin, absolutamente todo lo que nos toca vivir, se vuelve en nuestro
objeto de interpretación a la luz de nuestra fe. Como se verá, la teología es una función de
todo creyente y de la iglesia toda. En ese sentido, no debería existir recelo hacia la teología,
por parte de ciertos cristianos quienes piensan que ésta es un enemigo de la fe, más que una
ayuda verdadera. Que la teología acaba con la fe y la piedad cristiana, volviendo a los
hombres más racionales y, por consiguiente, carentes de la sensibilidad del Espíritu, es tan
solo una excusa para no asumir la tarea de pensar la fe y, así, poder vivirla práctica e
inteligentemente.
Solamente hemos de decir que teología es una palabra de origen griego cuyo significado
básico es el de un “estudio de Dios.” Del gr. θεός Dios) y de λόγος (discurso, tratado,
palabra, estudio, etc.) Luego, teología significa el estudio de Dios, lo sagrado, lo
trascendente, pero que además incluye otros ámbitos relacionados con Dios, como por
ejemplo el hombre, el pecado, la salvación, la creación, la escatología, la Iglesia, etc., y entre
ellas, también, la revelación divina. Como en el contexto de la iglesia cristiana el término
“teología” significa fundamentalmente un estudio acerca del Dios trascendente y que se ha
revelado al ser humano a lo largo de la historia, se requiere desde luego de un esfuerzo
espiritual e intelectual significativo por acercarse a la comprensión inteligente de esa fe
desarrollada a través de la revelación y que atraviesa todas las doctrinas cristianas. Se trata de
un tipo de comprensión integral que se esfuerza en buscar la coherencia experiencial e
intelectiva de la relación existente entre Dios y creación, incluido el ser humano. En
definitiva, con la teología se pretende resaltar el hecho de lo necesario que resulta no sólo
vivir y sentir la fe, sino que del mismo modo la necesidad de pensarla. La primera carta de
Pedro aconseja: “Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y
reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1Pe. 3,
15). Definitivamente, debemos estar preparados en todos los sentidos, y ello incluye también
nuestra preparación intelectual.
El término “teología” como tal no aparece en la Biblia, pero sí se hallan sus raíces.
Romanos 3,2 dice: “las palabras (ta logia) de Dios (tou Theou)” (Cf. 1Pe. 4, 11; Lc. 8, 21).
De este modo encontramos implícita la palabra “teología”, estrechamente ligada a la idea de
“la palabra de Dios” descrita en la Biblia. Y es que la teología persigue como fin el encuentro
con la palabra de Dios revelada; palabra de verdades ya existentes, no creadas ni inventadas,
sino extraídas de la revelación divina. Por ello mismo es importante tener consciencia de la
relación estrecha existente entre teología y revelación, ya que en esa relación se juega, en
parte, la comprensión del misterioso nexo entre hombre y Dios. En ese sentido, tendríamos
que decir primero que la teología es una palabra acerca de Dios, elaborada por el hombre, a
partir de la comprensión que haya tenido de lo divino, sea por medio de sus propias
intuiciones, por su consciencia, por la naturaleza, la historia, o, lo que es fundamental e
insustituible, por medio de la revelación especial. En ese contexto, tendríamos que decir,
entonces, que es el hombre quien hace teología, no Dios, porque él no necesita comprenderse
a sí mismo. En cambio el hombre necesita conocer a Dios, y también conocerse a sí, como
bien habían escrito los antiguos griegos en el templo de Delfos: Conócete a ti mismo.
Ahora bien, la teología en tanto es una palabra acerca de Dios, que nace del hombre
mismo, tiene como base la palabra de Dios revelada. De ahí que el teólogo no podría hacer
teología si no tuviera primero ante sí la fuente a partir de la cual poder construir su discurso
teológico sobre Dios. La condición de posibilidad de la teología es ciertísima porque
contamos con una revelación especial, sin la cual sería imposible hacer una teología cristiana.
Y cierto es que, para que el teólogo hable tiene que haber hablado primero Dios, quedando
una vez más demostrado que quien toma la iniciativa de la revelación es siempre Dios. Él
decide mostrarse, auto-donarse; nos deja ver algo de su brillo o doxa (δόξα) que oriente e
ilumine nuestra limitada comprensión de su persona. Luego, la revelación que Dios ha hecho
de sí, es condición de posibilidad para que la teología logre fructificar y así no quedarse en el
mero intento de pensar a Dios, sin llegar a ningún punto de beneficio para el sentido de su
existencia. Sin palabra de Dios no pueden haber palabras teológicas, como bien lo ha
señalado Karl Barth al decir de la teología que “lo que la convierte en teología no es su
propia palabra o su propia respuesta, sino la palabra que ella escucha y a la que
responde…La palabra de Dios precede a todas las palabras teológicas, creándolas,
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suscitándolas y siendo un desafío para ellas”
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Karl Barth. Introducción a la teología evangélica. Salamanca, 2006. p. 35