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Desde la mirada de las llamadas ciencias naturales y sociales, el estudio del concepto “riesgo” ha estado tradicionalmente ligado a las

potenciales
amenazas e impactos generados por múltiples eventos de origen natural. No obstante, en los últimos años ha emergido un campo de análisis de
los riesgos asociados a la inserción y el desarrollo de eventos tecnológicos (industria química, telecomunicaciones, fuentes energéticas y
alimenticias, e incluso el mismo escenario armamentista) aportando con ello relevantes elementos de análisis para pensar la compleja relación
entre sociedad y ambiente, en un momento donde el progreso tecno científico representa concomitantemente el ascenso de una “sociedad del
riesgo” [1].
A la hora de tratar el tema de las emergencias y catástrofes, no podemos dejar de hablar del riesgo que suponen las instalaciones industriales, cada
vez más frecuentes debido al importante desarrollo tecnológico de los últimos tiempos. El riesgo existe, y ya que éste no puede ser eliminado del
todo, lo que hay que hacer en primer lugar es reducirlo mediante un correcto diseño de las plantas industriales y aplicando las medidas de seguridad
correspondientes en cada paso del proceso industrial. Aun así, el riesgo nunca va a ser cero, por lo que será necesario conocerlo a fondo en cada
caso concreto para así tratar de planificar la actuación de todas las personas implicadas en el caso de que se produzca una catástrofe industrial.
Cuando el riesgo es muy elevado o está poco controlado puede producirse un accidente mayor [2].
Algunos de los mayores accidentes ocurridos en las industrias con riesgo asociado, se han debido al inadecuado control del estado durante
explotación (operación, mantenimiento, fallo, etc.) de sus sistemas de seguridad y otros equipos asociados a las instalaciones. Como las causas de
las indisponibilidades son varias (fallos propios, indisponibilidades por pruebas o mantenimientos y rotación de equipos) y la cantidad de equipos
a controlar en una instalación compleja es elevada, es posible que algunas combinaciones peligrosas escapen a estos mecanismos de control. Por
ello, en muchos casos es necesario contar con personal altamente calificado que contraste los resultados obtenidos en un Análisis Probabilista de
Seguridad [3].
Todos los estudios coinciden en señalar que el comportamiento humano es causa esencial de la mayoría de los accidentes. Por ello el factor humano
en todos los niveles de la organización es la clave de la prevención de riesgos laborales y no puede omitirse en la evaluación de riesgos laborales
ni en la acción preventiva eficaz [4].

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