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personas encarceladas tienen entre 4 y 6 veces más probabilidad de padecer un trastorno psicótico o
depresión grave que la población general y alrededor de 10 veces más probabilidad de ser diagnosticados
de un trastorno antisocial de la personalidad. (Fundación abogacía española, 2013). Las enfermedades
mentales son casos que se están presentando con mucha frecuencia en las cárceles, se han hecho diversos
de estudios como revisiones sistemáticas en diversos países (Caballos, 2011) que han arrojado resultados
que demuestran que este tipo de enfermedades van aumentando del 2 al 4% (Vincens, Tort.,2005) en los
presos y no existe el presupuesto para que los enfermos puedan ser atendidos. Rangel, Díaz & Arredondo
(Abril, 2011) nos señalan que la Organización Mundial de la Salud tiene registro de gasto por la atención a
problemas de la salud mental en países desarrollados que se estima a entre el 3 y 4 % del PIB. En México se
concluyó que el gasto mensual promedio en este tipo de atención, específicamente en la esquizofrenia es de
$1230 y precisamente Víctor (2010) menciona que las cárceles no son los lugares más apropiados para los
enfermos mentales ya que no cuentan ni con las instalaciones ni con el suficiente personal médico
especializado. Los enfermos mentales que cometen delitos deben responder ante la justicia, pero también
necesitan cuidados sanitarios, pero sólo se les mantiene aislados en habitaciones custodiadas cuando su
salud mental empeora, son como celdas de aislamiento, este entorno es lo menos terapéutico que puede
haber para unos pacientes que requieren salir al aire libre o realizar terapia ocupacional. Ramos y Rodriguez
(1997) nos mencionan que el contexto tiene un gran impacto en la reacción que se tiene ante un estímulo,
pues esta puede variar de acuerdo al ambiente en el que se desarrolle. A pesar de todas las investigaciones
que se han realizado para implementar programas de ayuda estos no son aplicados en grande escala,
fomentando un contexto desfavorable. En muchos casos se ve involucrado el miedo y la desconfianza lo que
hace que la adaptación a este ambiente sea aún más difícil y puede causar el aislamiento que provocaría
muchas repercusiones en su personalidad y su estado de ánimo (Arrollo, Ortega, 2009). Al llevarse un estudio
con 80 pacientes esquizofrénicos con la característica de ser reclusos, donde se evaluó su comportamiento
atreves de las visitas que se tenían en la cárcel, dándose cuenta que abundan los jóvenes de una edad
promedio a 32 años, la mayoría de los pacientes se encontraban enfermos antes de ser internados.
Siguiendo los casos se observó que al salir los reclusos el 90% de los pacientes no tenía la necesidad de
seguir con tratamiento si su familia se veía involucrada en su recuperación. Sin embargo, también se noto
que después de seis meses de seguimiento tiende la recaída. El contexto penitenciario en las cárceles se
marca mucho en los internos que presentan pensamientos suicidas, intentos de suicidio y el suicidio
consumado finalmente, con esto se pudo llegar a que la cantidad de internos estudiados el 68% eran hombre
y el 32% mujeres teniendo de edades promedio de entre 28 y 34 años, para llegar a la conclusión de que
esta es una de las conductas más frecuentes en el sistema penitenciario. (Valencia, Marcelo & Saldívar,
1993).
La gran influencia de problemas mentales que vive experimenta la sociedad actual, provoca elevadas costas
de sufrimiento y demanda de atención especializada. Sin un tratamiento adecuado genera situaciones graves
de deterioro u dependencia.
Este problema afecta al centro penitenciario ya que la población en prisión es considerada como población
joven ya que la mayoría de los internos están entre 20 y 40 años según el informe de prevalencia de
enfermedades mentales realizado por la Dirección General de IIPP en noviembre del 2006. Una de cada 4
personas ingresadas en nuestros centros penitenciarios presenta patología psiquiátrica. Si se incluye el
abuso o dependencia a drogas, estos porcentajes se elevan hasta una de cada dos personas ingresadas en
prisión padece algún tipo de alteración en su estado mental. Los diagnósticos actuales son: el 3,4% de los
internos padecen un trastorno psicótico. En los trastornos afectivos hay una mayor prevalencia (12,8%). Los
cuadros depresivos de carácter moderado y los recurrentes son los que con mayor frecuencia se presentan.
(CONGRESO NACIONAL DE ENFERMERÍA, 2012)
Las personas que tienen esta enfermedad (esquizofrenia) se encuentran en su mayoría en cárceles y en
muchas de ellas ya se tenía un trastorno poco desarrollado o por el abuso de las autoridades, como es de
esperarse se generan muchas consecuencias y en el peor de los casos se ha causado la muerte. Los
trastornos de personalidad son considerados relevantes para el sistema penitenciario; por la notable
conducta impulsiva y el riesgo de los comportamientos violentos. (Larrota, C., et al., 2015)
Se desarrolló una investigación con base a expedientes clínicos en pacientes esquizofrénicos, midiéndose la
efectividad en base a términos de reingreso hospitalario durante dicho periodo estudiado. (Novella, Enric &
Huertas, 2010). Fresan A, et al. (2002) discuten los principales factores y ámbitos implicados en la
constitución de la esquizofrenia como un trastorno característicamente moderno de la subjetividad que
destaca por aunar anomalías de la conciencia, la vivencia del cuerpo y la vida social.
Muchas de las causas son la sobre valoración del poder entre los propios reos, también se pueden ver
afectados por los remordimientos de sus malas acciones, que los llevaron a un punto crítico en sus salud
mental y psicológica. La medicación que tengan los presos no es muy bien supervisada por lo cual se genera
muchos problemas que pueden llegar a la violencia entre ellos, en muchos casos se les considera como
personas difíciles. Su uso desconsiderado puede repercutir mucho en la salud física de los individuos por
ejemplo causar irritaciones en la piel (Tourliere, 2015).
Por otra parte, Quino habla de otro problema muy concurrente que es cuando la enajenación mental pasa
inadvertida en los procesos penales en donde se condena en muchos casos a persona. imputables a penas
de cárcel, 3
Algo está fallando, cuando para muchas personas el camino a la enfermedad mental tiene su última etapa en
la cárcel. A menudo, en un juicio el acusado y su familia prefieren no poner de manifiesto su trastorno mental,
pensando que les pueda perjudicar, la pieza clave de que el sistema penitenciario esté lleno de enfermos
psiquiátricos es que un informe pericial no es obligatorio, sería una cuestión saludable que hubiera exámenes
psiquiátricos de rutina, que permitieran hacer, una discriminación, de la misma forma que se hace con los
controles por el SIDA o la tuberculosis4 (Marcos, 2015).
Por estos motivos, se advierte que la situación de desprotección a la cual, los internos con problemas de
salud mental, se ven sometidos es evidente, dado que su estado de reclusión es incluso más precario que el
del resto de la población carcelaria. (Semana, 2014). La calidad en la cual viven los enfermos mentales
carece de todo tipo de cuidados, ya que el reo con enfermedades mentales es recomendable que sean
separados de la población en general para que no puedan ser objeto de burla ante los demás y de esa
manera eviten el contagio de algunos síntomas que podrían afectar a esta población que es más vulnerable
gracias al aislamiento en el cual están sometidos. Por esta razón los reos necesitan un lugar separado en el
cual sigan teniendo sus mismos cuidados, que puedan mantener una revisión constante para poder tratar
sus enfermedades mentales de manera que puedan convivir con ella o se pueda llegar a curar. (Saldaña,
2000)
Sin embargo la mirada de Lemus en una estancia dentro de puente grande nos va narrando como las
personas que padecían ciertas enfermedades eran objeto de humillación por parte de los presos haciéndolos
pasar distintos tipos de maltrato o en el aislamiento el cual de forma muy notable podía ver como sus
enfermedades iban desarrollándose sin recibir algún tratamiento especial o sin tener algún control para
aquellas personas, dejándolas completamente aisladas, desnudas y con condiciones infrahumanas dejando a
un lado todos los derechos que ya se han mencionado. (Lemus, 2013)
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