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2. Sigue intercediendo por él. Filipenses 1.3-6. A menos que las circunstancias se
presten para ello, lo mejor es no sobresaturar de información y detalles al nuevo
convertido. Los cuatro consejos anteriores pueden ser dados de una manera sencilla, y
a menos que la persona haga más preguntas, lo mejor es actuar de una manera
natural, después de que haya recibido al Senor. Díle que hay gozo en el cielo.
Comparte el gozo que él/ella está sintiendo en ese momento. Al nuevo convertido lo
que más le interesa es tu expresión de verdadero amor cristiano, el cual no había
experimentado nunca en su vida. Es tu hijo en el Señor. Tienes una nueva
responsabilidad: orar permanentemente por él y preocuparte de que siga adelante en
su crecimiento espiritual.
3. Vincúlalo a la iglesia local. Hechos 2. 41-42. Este paso es decisivo en la vida del
nuevo creyente. Generalmente cuando éste acepta congregarse, es que su vida
realmente está siendo tocada por el Señor. Ora y sigue invitándole a las reuniones de
la iglesia local. Ayúdalo en sus primeros pasos en la fe, hasta que entiendas que ya
puede caminar por sí solo. Procura que él también llegue a ser un evangelizador y un
discipulador. Esto es exactamente lo que el Señor nos dice en el conocido versículo de
la Gran Comisión:
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que
os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Mateo 28.19-20.