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Compartiendo con otros (III parte y final)

El seguimiento después de la evangelización


Esta es una parte absolutamente indispensable de la evangelización, pero con
demasiada frecuencia es ignorada o pasada por alto. En realidad, mucho del verdadero
fruto de nuestro trabajo se pierde porque no damos un seguimiento adecuado a las
personas que llevamos a Cristo. No es sufıciente que hagamos una oración de
entrega; debemos, por todos los medios a nuestro alcance, preocuparnos de que esa
persona llegue a ser un verdadero discípulo del Señor y que alcance un sano desarrollo
espiritual. Veamos algunos aspectos clave después de que una persona ha recibido al
Señor en su vida:

1. Dale cuatro instrucciones:


3.1.1 Leer la Biblia todos los dias. Juan 5. 39.
3.1.2 Dedicar tiempo para orar (hablar) con Dios diariamente. la. Tesalonicenses
5.17.
3.1.3 Hablarle a otros del amor de Cristo, todos los días. Salmo 145. 6.
3.1.4 Asistir a las reuniones de la iglesia. Hebreos 10. 24-25.

2. Sigue intercediendo por él. Filipenses 1.3-6. A menos que las circunstancias se
presten para ello, lo mejor es no sobresaturar de información y detalles al nuevo
convertido. Los cuatro consejos anteriores pueden ser dados de una manera sencilla, y
a menos que la persona haga más preguntas, lo mejor es actuar de una manera
natural, después de que haya recibido al Senor. Díle que hay gozo en el cielo.
Comparte el gozo que él/ella está sintiendo en ese momento. Al nuevo convertido lo
que más le interesa es tu expresión de verdadero amor cristiano, el cual no había
experimentado nunca en su vida. Es tu hijo en el Señor. Tienes una nueva
responsabilidad: orar permanentemente por él y preocuparte de que siga adelante en
su crecimiento espiritual.

3. Vincúlalo a la iglesia local. Hechos 2. 41-42. Este paso es decisivo en la vida del
nuevo creyente. Generalmente cuando éste acepta congregarse, es que su vida
realmente está siendo tocada por el Señor. Ora y sigue invitándole a las reuniones de
la iglesia local. Ayúdalo en sus primeros pasos en la fe, hasta que entiendas que ya
puede caminar por sí solo. Procura que él también llegue a ser un evangelizador y un
discipulador. Esto es exactamente lo que el Señor nos dice en el conocido versículo de
la Gran Comisión:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que
os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Mateo 28.19-20.

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