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EL GRAN LLAMAMIENTO, LA GRACIA Y TÚ

“Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He


aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo
Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo:
Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la
higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo
de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo:
¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas
mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo:
De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios
que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”.
Juan 1:47-51

¡GRACIA ABUNDANTE!
¡El Señor te conoce! Él te conoció aun cuando no sabías dónde estabas
parado. Él te miró con ojos de amor. ¿Puedes imaginarlo? Los ojos del
Creador te estaban mirando antes que el “sea”(Gn 1:3) haya sido dicho, Él te
deseaba para Sí mismo. Para Él, la idea de completar la obra sin ti era
inaceptable. A pesar de toda tu pequeñez y fragilidad, fuiste el motivo de Su
atención. Tú y yo fuimos predestinados en amor (Ef 1:4b-5). ¿Entiendes lo
que esto significa? No éramos ni hijos ni merecedores de esa posición, pero
Dios tenía la certeza que un día seríamos Sus hijos. Somos Sus elegidos.
Somos fruto de una elección que no fue hecha en la cruz, sino antes de la
fundación del mundo (Ef 1:4).
¿Tú crees? ¡Pues presta atención, porque cosas mayores que éstas verás!
Nosotros somos hijos de un Dios lleno de plenitud y riquezas (Ef 2:4); es
decir, Su naturaleza, la cual nos llena y nos transborda de alegría y abundante
paz. Si el hecho de ser predestinado, elegido a dedo, reconocido por nombre y
llamado por el Creador te alegra y te llena de esperanza, ¡imagina si te digo
que no termina ahí! Dios es capaz de abrir los cielos para nosotros, pero
recuerda que no lo ganamos por mérito, sino por la abundancia de gracia
(Rm 5:20).
Eso es gracia: Cristo dado a ti sin ningún precio a ser pagado (Is, 55:1; Jn
7:37-38)

PREPARAR EL CAMINO
A todos los hijos de Dios, fue comisionado el “Id” (Mc 16:15). Necesitamos
hablar de aquello que creemos y experimentamos, mas Dios espera algo más
de eso. Antes de hablar del gran amor de Dios y todo que Él genera en
nosotros para alguien el Señor desea que practiquemos ese amor con “ese
alguien”. Es nuestra responsabilidad presentar personas al Señor por medio de
la oración. Esa es la mejor manera de “preparar el camino para él Señor” (Mc
1:3)

Por medio de la oración, el Señor actúa, abre y ablanda corazones. Él


transforma obstáculos en puentes, situaciones imposibles en posibles, crea
oportunidades, alumbra y trae vida, hace sensibles los ojos y oídos, haz caer
todo el velo que no deja que Lo vean. Al orar por quien deseamos que reciba
el Señor, necesitamos pedir un corazón puro, sin preconceptos, que no juzgue
la condición de las personas, sino que ame. Dios no nos pide cosas imposibles,
más alcanzables. El imposible cabe a Él. Nuestro deber es orar, aproximarnos
de las personas, ser más humanos.
¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y
longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al
arrepentimiento?
Romanos 2:4

Joven, ¿Consigues ver que lo que lleva las personas al arrepentimiento es


la bondad de Dios? ¡Tenga siempre ese pensamiento en miente! La esencia
de eso es revestirnos de la bondad y misericordia de Dios (Cl 3:12).
Necesitamos atentarnos para el desespero que Él tiene de alcanzar las
personas con Su bondad y misericordia. Es a través de nosotros que Él desea
expresarse, cautivando y conduciendo muchos al arrepentimiento. Dios fue
tan rico en misericordia que extendió sus brazos a través de la gracia para
darnos vida (Ef 2:4-5). En nosotros no existe nada bueno, ¡Sólo Él es bueno!
Es en Él que vamos a estar firmados e es por Él que vamos ser conducidos
hasta aquellos que necesitan de una dosis de bondad para que puedan ver
Cristo. ¡Sea un canal de bondad y un brazo extendido de misericordia en la
vida de alguien!
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean
vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en
los cielos.”
Mateo 5:16

¡Sea luz también! Alumbre el camino de quien anda por la oscuridad y no


tiene conocimiento de eso. En la oscuridad, una luz, lámpara o una linterna
son útiles. ¿Ya tuviste la experiencia de estar en un lugar sin cualquier
iluminación, solamente con una linterna en manos? Tú nunca pones la luz en
tu propia cara, sino para el camino. Eso no sólo te ayuda a ver, como a
encontrar a los que están perdidos, tanteando en el oscuro. Tú eres la luz (Mt
5:14). Tú eres el hijo de la luz (Tg 1:17; Ef 5:8-9). Muestre la realidad de
Cristo por medio de su luz.

“Como el Padre me amó, también yo os he amado: estad en mi


amor.”
Juan 15:9

¡Ame a todos! Dios es amor y en ese amor no hay límites. Ninguna


explicación humana puede definir ese amor o seleccionar la gente de ser
amada. Mientras vivimos en esta tierra, encontraremos personas distintas a
nosotros, más debemos ama-las. La religión, maneras de pensar, condición
financiera y tantos otros “equipajes” que las personas cargan, no pueden ser
barreras para el amor o una pared entre nosotros y ellas, porque el amor une
todas las cosas perfectamente (Cl 3:14). No debemos intentar imponer las
cosas para las personas al nuestro rededor, el mundo ya lo hace y ellas están
cansadas de eso.

“Los preconceptos que adquirimos nos impide de tener una


libre comunión con Dios y con los hombres. Debemos ser
llevados a percibir que la comunicación y la comunión son las
mejores armas contra los preconceptos, pues debilitan los
juzgamientos apresados y crueles, abriendo camino para el
ejercito del amor”.

(Extraído del libro en portugues “Crescer de Modo Digno – Familias”;


publicado por la Editora Árvore da Vida.)
Pare y mire a los ojos de las personas, sin juzgamiento. Escuche las preguntas
que ellas están haciendo. Vea las necesidades de cada una. De una simple
manera, presente Cristo y lleve-as a reconocer que ellas necesitan solamente
de Él.
Por fin, vea el ejemplo de Felipe y Natanael, citado en el inicio. Antes mismo
de Felipe llamar Natanael, el Señor ya lo había visto. Joven, por eso es tan
importante orar por nuestros amigos, parientes y colegas. Cuando oramos, el
Señor ve las personas. Imagine cuan impactante es alguien, después de recibir
el Señor, sentir en su íntimo la voz de Dios: “Antes de – ponga su nombre
aquí – te llamar, yo te vi” ¡Crea-me, pues eso puede pasar a partir del
momento que tu comiences a orar!

Haz una lista con el nombre de diez personas y acuérdese de orar por ellas
siempre. Espero que Dios te de experiencias notables.

¡Deje en los comentarios algo que te encorajó y comparte con tus amigos lo
que más ganó en esta lectura!

Autor: Gabriele Ortiz

Traducción del artículo en portugués “VOCÊ, A GRAÇA E O GRANDE


CHAMAMENTO” del blog Eu Vos Escrevi.

https://osheescrito.wordpress.com/2017/11/19/el-gran-llamamiento-la-gracia-y-tu/

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