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Por alguna razón, no del todo clara, esa actividad en un área de casi 112.000
kilómetros cuadrados en el norte del estado Bolívar y en el sur del río Orinoco, según el
decreto presidencial 2248 publiado en la Gaceta Oficial 40855 del 24 de febrero de
2016, y con la que el gobierno de Venezuela pretende suplir el declive de los precios
petroleros y el desplome de la producción de crudo, ha terminado ligada a empresas
registradas en ese pequeño paraíso fiscal llamado Barbados. Es el caso de Corporación
Faoz, una desconocida compañía venezolana que en agosto de 2016 firmó un acuerdo
con el Ejecutivo para la explotación de coltán, un mineral estratégico conocido como el
“oro azul” y anhelado por industrias como la de telecomunicaciones.
Ahora la filtración Paradise Papers permite conocer que tres años antes de que adoptara
el nombre de Corporación Faoz la empresa había creado una sociedad homónima en
Barbados, como si anticipara lo que estaba por venir. Se trata de Faoz Corp, inscrita el
13 de mayo de 2013, apenas dos meses después de la muerte de Hugo Chávez y a uno
de la elección de Nicolás Maduro como presidente de la República. El Arco Minero del
Orinoco aún no aparecía en el horizonte.
En busca del coltán. El 5 de agosto de 2016 fue Luisa Herminia Alcalá Otero quien
firmó un acuerdo con el gobierno a nombre de la compañía, representado por el
entonces ministro del Desarrollo Minero Ecológico, Roberto Mirabal. Aquel convenio
se oficializó casi tres meses después con el decreto presidencial 2359, publicado en
la Gaceta Oficial 41026. Allí nació la sociedad Empresa Mixta Minera Ecosocialista
Parguaza (Emmepsa), cuyo 55% del capital accionario pertenece a la estatal
Corporación Venezolana de Minería y el resto 45% a Corporación Faoz. Como director
de la sociedad en Barbados figura otro integrante de la familia Alcalá: Rafael Enrique
Solórzano Alcalá.
Los papeles de registro indican que la compañía fue creada para dedicarse a la
consultoría, inversiones y desarrollo de proyectos en la industria minera. La empresa no
respondió a la solicitud enviada por correo electrónico, ni a la petición que se realizó en
las oficinas de Emmepsa, en la Torre Hener en El Rosal. Hasta allí redirigen a quienes
llegan a la Torre Teaca, en la misma urbanización capitalina, y donde quedan las
oficinas de Corporación Faoz, según su sitio electrónico. “Por ser una compañía mixta
debemos solicitar la autorización del ministerio”, advirtió uno de los empleados.
El asunto todavía no parece resuelto del todo, pese al apuro del gobierno para obtener
con la explotación minera los recursos que el petróleo no está aportando a las
menguadas arcas venezolanas. “Palestina está invirtiendo en coltán”, soltó Maduro a
comienzos de diciembre mientras anunciaba un “plan de ordenamiento del Arco Minero
del Orinoco”. “¡Vengan ustedes! Diamante, oro. Empresarios palestinos del mundo
entero vengan a Venezuela, esta es su patria, esta es la Jerusalén de América,
Venezuela”, insistió.
Esas prisas que desde el año pasado muestra Maduro por la explotación de una de las
zonas naturales más importantes de Venezuela ha sido cuestionada fervientemente por
movimientos ecologistas y por funcionarios del gobierno de Hugo Chávez, como los ex
ministros Ana Elisa Osorio, Héctor Navarro o el ex comandante de la Región
Estratégica de Defensa Integral de Guayana, Clíver Alcalá Cordones, que han intentado
acciones legales, infructuosamente ante el Tribunal Supremo de Justicia, contra los
decretos presidenciales asociados al Arco Minero del Orinoco.
“De un conflicto y un pleito que teníamos, ahora somos socios para el desarrollo de un
proyecto de más de 5 millardos de dólares”, argumentó Maduro en febrero de 2016
cuando aprobó el decreto del Arco Minero del Orinoco. El pacto en realidad obliga a
Venezuela a saldar el laudo que ascendió a casi 800 millones de dólares por los
intereses que corrieron hasta 2016, con erogaciones mensuales hasta mediados de 2019.
Además, Venezuela deberá pagar otros 240 millones de dólares por la información
técnica de las minas que Gold Reserve levantó durante años y que servirá para la
operación de la Empresa Mixta Ecosocialista Siembra Minera.
Los Paradise Papers muestran que esa empresa fue creada en la isla caribeña el 15 de
abril de 2016 y tiene como directores a Alexander D. Belanger y a Robert A.
Mcguinness, ambos directivos de Gold Reserve. Ese mismo día la minera canadiense
también inscribió en esa jurisdicción a la sociedad GR Engineering, Inc. “GR
Engineering, Inc. brinda servicios de ingeniería, adquisición y construcción a Siembra
Minera con un arancel de 5% sobre todos los costos de construcción y desarrollo, y una
comisión de 5% sobre los costos operativos durante las operaciones”, explica la el sitio
web de Gold Reserve.
Mientras el gobierno y las empresas apuestan por captar recursos, organizaciones como
la Sociedad Venezolana de Ingenieros de Minas y Metalúrgicos alertan que el Arco
Minero del Orinoco va del “tumbo al tambo” y que es necesario elaborar un “legítimo e
indiscutible plan minero nacional a largo plazo”.