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SUMARIO:
I. INTRODUCCIÓN
De este modo surgen variadas e interesantes cuestiones que vinculan, por una parte, la
autonomía conceptual y etiológica de estas más recientes formas de dañosidad y, por la
otra, la legitimación activa en caso de daño moral o extrapatrimonial del damnificado
indirecto. En este contexto el daño psicológico readquiere marcada gravitación, ya que
se profundiza el estudio y abordaje de sus nuevas facetas como daño "tradicional" a la
integridad de la persona -categoría en la que además del daño psíquico incluimos al
daño estético- y también, y en sintonía, crece el interés y el análisis práctico y empírico
de su interrelación con esos otros "nuevos daños", tanto en lo atinente a su
determinación como a su resarcimiento.
Comprende tanto las enfermedades mentales como los desequilibrios pasajeros, sea
como situación estable o bien accidental y transitoria que implica en todo caso una
faceta morbosa, que perturba la normalidad del sujeto y trasciende en su vida individual
y de relación (5) .
Se añade, en similar orden de ideas, que el daño psíquico "es la modificación patológica
del aparato psíquico como consecuencia de un trauma que desborda toda posibilidad de
su elaboración verbal o simbólica produciendo una modificación o alteración de la
personalidad que se expresa a través de síntomas, inhibiciones, depresiones, bloqueos,
actuaciones" (7) . Se explica que constituye una enfermedad que es diagnosticable por
la ciencia médica y que se acredita mediante la prueba pericial (8) . Estudiando con
detenimiento el tema, se propone un concepto amplio que concibe a la lesión psíquica
como "la perturbación transitoria o permanente del equilibrio espiritual preexistente de
carácter patológico" (9) .
Se añade que la lesión psíquica puede o no tener base orgánica, ya que "no es razón para
descartar el trastorno psicológico el hecho de que el damnificado no haya quedado con
secuelas físicas, pues la afección psíquica no está condicionada por ellas sino por la
vivencia personal" (10) .
Desde el enfoque jurídico se han propuesto diversas nociones o tipificaciones del daño a
la psiquis que exhiben diferencias, a veces de matices, otras más estructurales, pero que
en definitiva convergen sin mayores dificultades cuando se trata de identificarlo e
individualizarlo.
Una posición amplia entiende que además del aspecto estrictamente psicológico
involucra repercusiones en otras facetas de la persona. Así, Kraut, con el aporte de la
medicina y de la psiquiátrica, explica que el daño psíquico "importa un deterioro,
disfunción, disturbio o trastorno, o desarrollo psico-genético o psico-orgánico que,
afectando sus esferas afectivas y/o intelectiva y/o volitiva, limita su capacidad de goce
individual, familiar, laboral social y o recreativo" (11) .
El daño psíquico constituye una afección de la personalidad o del equilibrio emocional
de la víctima que altera el funcionamiento del cerebro, del razonamiento o de las
facultades intelectuales o de la mente de la persona, que produce un daño que debe ser
traumático, patológico e irreversible, configurando incapacidad parcial o permanente
(12) .
Esta última nota distintiva está presente en varios fallos que han resuelto que "el daño
psicológico debe diferenciarse del daño moral pues si bien ambos afectan el equilibrio
espiritual del damnificado, el primero reviste connotaciones de índole patológica" (13) .
Esa referencia a lo patológico procura, según lo entendemos, más que nada categorizar
el umbral a partir del cual se configura el daño psíquico: los trastornos y vivencias
deben superar la noción básica de "sufrimiento normal" (15) .
Esta visión del daño a la psiquis permite, con acierto, demostrar que la minusvalía
psicológica no necesariamente repercutirá en el ámbito laboral y productivo, lo que,
entendemos, no significa desconocer que la unidad psicosomática de la persona humana
no permite escindir la actividad exterior (el quehacer del sujeto) de su vida interna (el
ser del sujeto), toda vez que ambas, obviamente, se interrelacionan.
La postura amplia, que prevalece como distingo intelectual en la praxis judicial, afirma
-en suma- que el daño a la psiquis es el que afecta todas las funciones del psiquismo, las
intelectivas, emocionales y volitivas, las que -como ya se anticipó- no necesariamente
tienen su origen en un daño orgánico (19) .
Corroborando esta postulación se resolvió que "el daño psíquico debe ser diferenciado
del moral constituyendo dos partidas que merecen ser, según las circunstancias,
indemnizadas por separado. Es por ello que se ha aceptado mayoritariamente la
indemnización de las secuelas psíquicas que pueden derivarse de un hecho con
independencia de que se conceda también una reparación en concepto de daño moral"
(21) . Esas ideas, y también con invocación expresa de la opinión de Cipriano, son
frecuentes y actualmente reiteradas (22) .
El daño psíquico se expresa de diversas formas, incluso orgánicas, como fobias, apatía,
desgano, irritabilidad, obsesiones, ideas de muerte, angustia, bloqueos, ansiedad,
inhibiciones, insomnio, pesadillas, depresión, etc., que son síntomas de diferentes
enfermedades o patologías, que pueden tener distinta entidad y persistencia, y cuyo
diagnóstico y tipificación corresponde al perito psicólogo, psiquiatra o
psicoanalista, generalmente mediante un psicodiagnósitco. A los solos efectos
enunciativos, y entre otras enfermedades, se suelen mencionar el estrés agudo (por
ejemplo, por la vivencia de un accidente automovilístico), el estrés postraumático
(posterior a un evento catastrófico como el incendio de la discoteca del barrio porteño
de Once en los finales del año 2004), neurosis traumáticas (que reconocen distintas
clases), la sinestrosis, etc., que son analizados con hondura por Zavala de González (24)
.
2. La autonomía del daño a la psiquis presenta varias facetas que se vinculan, desde lo
dogmático, con la finalidad de determinar su contenido y de diferenciarlo de otros,
particular y especialmente del daño moral y de la incapacidad sobreviniente, y en menor
medida, del daño a la salud, a la vida de relación, daño biológico, a la estética, etc. (25) .
Tan es así, que habitualmente el hecho lesivo es causa de afecciones anímicas cuyo
deslinde del daño extrapatrimonial stricto sensu no es unívoco, por lo que la recurrencia
a la mencionada postura de Cipriano, de desglosar la lesión a los sentimientos (daño
moral) y al razonamiento (daño psicológico), se presenta como un interesante arbitrio
(26) .
En otro caso interesante dentro del rubro daño moral se indemnizó "el estado anímico
en que quedó el actor a causa del hecho" (y no por las meras molestias derivadas del
accidente de tránsito), ya que el ilícito exacerbó la personalidad obsesiva de la víctima.
Ello, y aquí radica la singularidad del caso, por la relación del sujeto con la privación de
sus bienes materiales (en el caso el automóvil), ya que el hecho potenció el encuadre
psicopatológico de su personalidad "provocándole un sentimiento de minusvalía porque
en razón de los deterioros que sufrió el automotor recién pudo volver a trabajar con otra
unidad un año después" (28) .
En esa misma tendencia, se recalcó que "el déficit en el ámbito psíquico debe ser
diferenciado del daño moral, dado que si bien ambos afectan el equilibrio espiritual del
damnificado, aquél reviste connotaciones de índole patológica. Asimismo debe ser
diferenciado de la incapacidad sobreviniente, que ha sido tipificada como la
disminución en las facultades atinentes a lo laboral y al resto de la vida social", ya que
aquél puede sólo "producir consecuencias disvaliosas en la vida interior" (32) . En ese
precedente la mayoría de los Dres. Bueres y Greco sostuvo que "las lesiones a la psiquis
no constituyen una categoría autónoma, puesto que tales lesiones pueden conculcar
intereses de índole patrimonial o moral".
En otro pronunciamiento medió una referencia concreta a que "el daño psíquico y moral
son conceptos independientes y por lo tanto los dos susceptibles de indemnización
autónoma" (33) , pero -como apunta con acierto el comentarista del fallo- esa
aseveración no se tradujo en indemnizaciones duplicadas, ya que que "el perfil
autónomo que puede encontrarse en el concepto de lesión psíquica o daño psíquico es
sólo a título de causa o fuente productora de consecuencias indemnizatorias en tanto
posee idoneidad operativa de perjuicios de diversa índole".
En ciertos antecedentes se vincula la autonomía del daño a que derive "una incapacidad
que importe una lesión de tal magnitud que implique una gran alteración y perturbación
profunda del equilibrio emocional de la víctima, cuya consecuencia entrañe una
significativa descompensación que afecte gravemente su normal integración al medio
social" (35) . Empero, creemos que esta aseveración de la autonomía del daño
exclusivamente en cuanto a su intensidad está referida a que cuando la lesión adquiere
marcada magnitud su resarcimiento, sin perder su origen como daño psicológico, se
engloba en el rubro incapacidad.
Las secuelas permanentes de la lesión psíquica incluyen y conforman, junto con la
lesión física, la incapacidad sobreviniente, de acuerdo con reiterada jurisprudencia
propiciada por la Corte Federal. "Cuando la víctima resulta disminuida en sus aptitudes
físicas o psíquicas en forma permanente, esta incapacidad debe ser objeto de reparación
al margen de lo que pueda corresponder por el menoscabo de la actividad productiva y
por el daño moral, pues la integridad física tiene por sí misma un valor indemnizable y
su lesión comprende a más de aquella actividad económica, diversos aspectos de la
personalidad que hacen al ámbito doméstico, cultural o social con la consiguiente
frustración del desarrollo pleno de la vida" (36) .
En tal caso lo que se indemniza son las secuelas psíquicas permanentes (39) , además
del reconocimiento, cuando proceda, de los gastos de atención terapéutica (40) .
En orden a este punto acerca del reconocimiento de la procedencia y cuantía del los
tratamientos psicológicos y terapéuticos, se los admite sin retaceos, estimándose la
frecuencia y costo de las sesiones semanales de terapia, sobre la base de las
circunstancias del caso, y, si correspondiere, la interconsulta psiquiátrica, por ejemplo,
por el "síndrome depresivo reactivo del actor, en período de estado moderado, con un
elevado montante de angustia" (46) .
En parecido sentido se falló que "no debe olvidarse que si se reclama el costo del
tratamiento, el juzgado debería partir de la hipótesis positiva, en el sentido de que la
terapia reducirá el menoscabo que el daño psicológico implica, salvo que el peticionario
padezca deficiencias intelectuales muy serias que tornen enormemente dudoso que ello
ocurra. Por lo tanto, la cantidad que se conceda para sufragar el tratamiento tiene que
reducir lo que correspondería en caso contrario, para compensar el detrimento padecido
en el área psíquica" (49) .
Ello conduce a la conclusión -en decisiones jurisprudenciales recogidas por los autores-
de "considerar que es improcedente la indemnización del daño psíquico o psicológico y
de su respectivo tratamiento, pues debe concederse uno u otro cuando la psicoterapia
tiene probabilidades serias de remitir la patología originada del hecho ilícito. De lo
contrario, se duplicaría el resarcimiento" (50) .
Retomando la ilación en torno a la autonomía del daño en examen, otra postura es más
proclive a puntualizar sus repercusiones duales, materiales y morales, sin hacer mayor
hincapié en su independencia ontológica.
En ese sentido se expresa que: "...el daño psicológico no constituye un tercer género de
daños entre el moral y el patrimonial, pues el padecimiento de una lesión de este tipo
puede incidir en forma indistinta y aun simultánea tanto en el daño moral como en el
daño emergente" (52) .
Puntualizando estas nociones, se afirmó que "bajo la denominación genérica de daño
psicológico cabe distinguir dos aspectos perfectamente diferenciables: a) el deterioro
psíquico en sí, que puede tener consecuencias dañosas en el campo económico o
repercusión en la órbita espiritual, o en ambas esferas al mismo tiempo; y b) los gastos
de tratamiento especializado para disminuir los trastornos psicológicos, para procurar su
superación o para evitar el agravamiento" (53) . Tan es así, que "es correcto subsumir el
daño psíquico en la reparación del daño material y en la del moral porque el daño en el
psiquismo puede determinar una incapacidad resarcible o bien el derecho al costo de los
tratamientos apropiados para evitarla, pero también en agravio moral, sin que tales
conceptos sean necesariamente excluyentes" (54) .
La tesis clásica se inclina por la ausencia de autonomía del daño psíquico, que -al igual
que otras categorías como el daño, la vida de relación- repercute en la órbita patrimonial
o moral, sea que se entienda que el daño es la minoración de un interés jurídico o que se
trata de las consecuencias desfavorables que la lesión genera en el patrimonio o en el
espíritu (57) . "Corresponde precisar que la lesión estética y el daño a la vida de relación
no constituyen un tercer género diferente del daño extrapatrimonial y material (arts.
1066 Ver Texto , 1067 Ver Texto , 1068 Ver Texto , 1069 Ver Texto , 1078 Ver Texto ,
1079 Ver Texto , 1083 Ver Texto , 1084 Ver Texto , 1086 Ver Texto y concs. CCiv.).
Debe tenerse en cuenta que en nuestro régimen jurídico no existe un tercer género de
daños como podría ser el daño síquico, o el daño a la vida de relación, o el daño a la
persona, etc. Todos ellos reflejan un concreto daño en sentido naturalístico que en
cuanto tal puede repercutir sobre determinados intereses de la persona. Por ello los
daños naturalísticos son diversos rubros en los que se puede descomponer la
indemnización del daño patrimonial y moral. En el daño a la integridad psicofísica
sucede exactamente lo mismo. Todas las lesiones de las que puede ser víctima un ser
humano (a la psiquis, a la identidad, a la expectativa de vida, a la estética, esterilidad,
etc.) son distintos rubros del daño indemnizable que en el medida que repercuta en
intereses patrimoniales y extrapatrimoniales dará lugar a las correspondientes
indemnizaciones" (58) .
Como lo dijimos en otra oportunidad, en toda esta cuestión del distingo intelectual de
los nuevos daños y en el otorgamiento de indemnizaciones diferenciadas o como
integrantes de otras partidas gravita hondamente la concepción amplia de la incapacidad
psicofísica que opera como norma abierta y residual, ya que se sostiene que "el
resarcimiento por incapacidad comprende, con excepción del daño moral, todos los
supuestos susceptibles de reparación patrimonial, incluso los daños a la salud y a la
integridad física y psíquica" (64) .
Ello requiere, claro está, la prueba de la relación causal del daño psíquico que padece la
accionante con el ilícito (68) .
Por un lado, y en postura casi abandonada, el daño psíquico sería irrelevante si agravó la
personalidad de base.
Una tesis opuesta, criticada por Taraborrelli, indemniza todo el daño cuando el
accidente no es su causa exclusiva y sólo actúa como factor desencadenante, lo que
importa aplicar la teoría de la indiferencia de la concausa (71) .
Finalmente, una postura ecléctica o intermedia, seguida por Zavala de González, postula
deslindar las concausas por aplicación de los principios generales que rigen la relación
causal, pero diferenciando las simples tendencias o predisposiciones del sujeto -dentro
del difícil concepto de "normalidad" en la psiquiatría- de los estados patológicos
consolidados (72) .
Desde la postura más restrictiva se parte del presupuesto de que "el causante del hecho
ilícito sólo debe cargar con las consecuencias del daño psicológico derivado de aquel
hecho y paliar exclusivamente esas secuelas, pues las que aparezcan teniendo como
etiología una estructura de personalidad proclive a la descompensación y la derivada
ampliación del perjuicio no deben ser receptadas" (74) . Pero con esa base se arribó a la
conclusión, que creemos no debe aplicarse con generalidad y respecto de la cual
tenemos reservas, que sostiene que "a los efectos de evaluar el daño psíquico debe
tenerse en cuenta que en un individuo sano las perturbaciones pueden conmover
momentáneamente el equilibrio por un lapso de tiempo pero lo normal es que pueda
evitar el acarreamiento de connotaciones de índole patológicas a través de sus propias
defensas" (75) .
En análogo orden de ideas, analizando con detenimiento esta cuestión, se decidió que
"los daños psíquicos, aun desencadenados por un factor traumático (el hecho que obliga
a responder) tienen siempre cierta relación con la personalidad de la víctima. Este
vínculo despierta diversas dudas al efecto de establecer la debida conexión causal entre
el hecho y la afección psíquica. Por ende, cuando no se ha determinado el grado de
incidencia concausal, corresponde aplicar la tesis intermedia, mediante la cual siguiendo
una práctica judicial se distribuye en un 50% el grado de incidencia del factor causal y
desencadenante que lo exacerbó" (76) .
Lo mismo -es decir, el resarcimiento total- cabe si el "accidente acentuó todos los
síntomas que la actora portaba" (79) .
Sistematizando jurisprudencia, señala Highton que "la indemnización por daño psíquico
sufrido por la víctima es procedente aunque el accidente de tránsito no sea la causa de
todos los males si los ha reforzado" (82) .
Se trata, como lo señalamos en otra ocasión y desde otro lugar, de indemnizar el daño
injustamente sufrido por el damnificado, que atienda a toda la afectación a la integridad
psicofísica de la persona, considerando y discriminando los distintos rubros que la
componen y constituyen, incluyendo -claro está- al daño psicológico.
NOTAS:
(1) Nos ocupamos del tema en "Acerca de los nuevos daños a la persona", inédito a la
fecha y de próxima publicación en La Ley.
(2) Sup. Corte Bs. As., Ac. L. 41225, 14/3/1989, "Vázquez, Ángel E. V. Compañía Ind.
Ganadera Penta s/daños y perjuicios", DJJ 136-149.
(3) C. Nac. Civ., sala H, 14/6/1996, "Fioriti, Elvira v. Maldonado, Ramón y otros", con
nota de Casiello, Juan J., "Sobre el daño moral y otros pretendidos `daños'", LL 1997-A-
177.
(4) Zavala de González, Matilde, "Daños a las personas: integridad psicofísica" t. 2-A,
1990, Ed. Hammurabi, p. 231.
(5) Kemelmajer de Carlucci, Aída, "Breves reflexiones sobre la prueba del llamado
daño psíquico. Experiencia jurisprudencial", en Revista Derecho de Daños, n. 4, "La
prueba del daño I", Ed. Rubinzal-Culzoni, p. 134, pto. II, siguiendo la postura de Zavala
de González.
(6) C. Nac. Civ., sala K, 14/12/2001, "B., P. y otro v. Campos, Jorge A. y otros", voto
del Dr. Moreno Hueyo, con nota de Taraborrelli, José N., "¿Fue responsabilidad
contractual o extracontractual por el hecho ajeno?", LL 2002-D-124.
(7) Milmaiene, José E., "El daño psíquico", en Ghersi, Carlos A., "Los nuevos daños:
soluciones modernas de reparación", 1995, Ed. Hammurabi, p. 74, pto. 15.
(8) Ghersi, Carlos A., "Valuación económica del daño moral y psicológico: daño a la
psiquis", 2000, Ed. Astrea, p. 172, ns. 27, 36 y 37.
(9) Daray, Hernán, "Daño psicológico", 1995, Ed. Astrea, p. 16, pto. 4 (conf. in extenso
los distintos criterios y posturas que analiza).
(10) C. Nac. Fed. Civ. y Com., sala H, 26/11/1996, causa 39359-S, "Becker, Marcelo v.
Estado Nacional", LL 1998-B-798.
(11) Kraut, Alfredo J., "Los derechos de los pacientes", 1997, Ed. Abeledo-Perrot, p.
140, pto. 23.
(14) C. Nac. Civ., sala F, 7/9/2004, "Varela, Juan C. y otro v. Lloyds TSB Bank s/daños
y perjuicios", voto del Dr. Zannoni, en Boletín del Departamento de Derecho Privado II,
Facultad de Derecho (UBA.), n. 148/04, del 17/9/2004.
(17) Mosset Iturraspe, Jorge, "Daño moral. Noción. Crítica a la denominación. Daño
extrapatrimonial. Daño a la persona", Revista Derecho de Daños, n. 6, "Daño moral",
1999, Ed. Rubinzal-Culzoni, p. 6; Fernández Sessarego, Carlos, "Nuevas reflexiones
sobre el daño psíquico", Revista Responsabilidad Civil y Seguros 2000-135.
(18) Fernández Sessarego, Carlos, "Nuevas reflexiones sobre el daño psíquico", Revista
Responsabilidad Civil y Seguros 2000-135.
(20) Cipriano, Néstor A., "El daño psíquico (sus diferencias con el daño moral)", LL
1990-D-679.
(21) C. Nac. Civ., sala E, 11/7/2000, "Ferreyra, Juan C. y otro v. Emanuele, Diego J. y
otro", LL 2000-E-461, voto del Dr. Calatayud, con nota aprobatoria de Xantos, "El daño
psicológico. Un plenario de la Cámara Civil inevitable", LL 2000-E-459.
(22) C. Nac. Civ., sala E, 11/4/2002, "Silva, Alejandro v. García Gabino, Emilio" Ver
Texto , voto del Dr. Dupuis, en Lexis n. 30010162.
(23) C. Nac. Civ., sala H, 27/6/2000, "Cernevale, Luis A. v. Microómnibus Norte S.A. y
otros", voto del Dr. Kiper, revista Responsabilidad Civil y Seguros 2001-171.
(24) Zavala de González, Matilde, "Daños a las personas: integridad psicofísica", n. 58,
t. 2.A, p. 238 y ss.
(25) Para ampliar in extenso, Puebla, María B., Ríos Becker, Julio F. y Otero, Mariano
C., "Actualización de jurisprudencia en materia de daños psíquico y tratamiento
psicológico", elDial-DC16 A.
(26) Cipriano, Néstor A., "El daño psíquico (sus diferencias con el daño moral)" cit.
(29) C. Nac. Civ., sala M., 28/2/1994, "Garriga, Olga v. El Puente S.A.", JA 1994-IV-
695 Ver Texto ., con voto en primer término del Dr. Daray.
(30) C. Nac. Civ., sala H, 27/6/2000, "Carmenale, Luis v. Microómnibus Norte S.A. y
otros s/daños y perjuicios".
(31) Conf. in extenso los distintos criterios en Puebla, María B., Ríos Becker, Julio F. y
Otero, Mariano C., "Actualización de jurisprudencia en materia de daños psíquico y
tratamiento psicológico" cit.; Loizaga, Eduardo, "Daño moral: ¿existen como categorías
autónomas las lesiones psíquicas o estéticas?", cit. en "Derecho Privado: libro homenaje
a Alberto J. Bueres".
(32) C. Nac. Civ., sala D, 16/6/1992, "Peralta, Antonio v. Hernán, Ramón E." Ver
Texto , LL 1992-E-25, voto de la minoría del Dr. Daray.
(33) C. Nac. Trab., sala 3ª, 31/10/1991, "Lencina, Sergio v. Industria Bulonera
Argentina", DT LII-A-134, con nota de Pose, Carlos, "El daño psíquico y el daño moral,
¿son términos identificables?".
(34) C. Nac. Civ., sala G, 3/11/1993, "Luna, Juan B. v. Delfino, Antonio M.", LL 1994-
C-51.
(37) Corte Sup., 1/12/1992, in re "Pose José v. Provincia de Chubut y otro", Fallos
315:2835, JA 1993-II, síntesis Ver Texto ; íd., in re "Zacarías Claudio v. Provincia de
Córdoba", Fallos 321:1125, JA 1999-I-361 Ver Texto .
(38) Corte Sup., 29/6/2004, "Coco, Fabián v. Provincia de Bs. As. y otros s/daños y
perjuicios".
(39) Corte Sup., 20/3/2003, "Lemma, Jorge H. v. Provincia de Bs. As. y otros s/daños y
perjuicios".
(40) Corte Sup., 9/11/2000, "Saber, Ciro A. v. Provincia de Río Negro" Ver Texto ; íd.,
29/6/2004, "Coco, Fabián A. v. Provincia de Buenos Aires y otros s/daños y perjuicios";
íd., 21/5/2002, "Camargo, Martina y otros v. Provincia de San Luis y otro", JA 2003-II-
275 Ver Texto , con nota de Rubén Compagnucci de Caso.
(41) C. Nac. Civ., sala M, 9/11/1998, "Serrano, Carlos A. y otro v. Edenor S.A.", JA
2001-I-289, voto de la mayoría de los Dres. Daray y Álvarez (en ese sentido, C. Nac.
Civ., sala M. 28/2/1994, "Garriga, Olga v. El Puente S.A.", JA 1994-IV-695 Ver Texto ;
C. Nac. Civ. sala G, 9/2/1999, "Fleitas, Eduardo A. v. Subterráneos de Buenos Aires
s/daños y perjuicios", ED 184-333).
(42) C. Nac. Civ., sala M., 9/11/1998, "Serrano, Carlos A. y otro v. Edenor S.A." Ver
Texto cit., voto en disidencia del Dr. Gárgano.
(43) C. Civ. y Com. San Nicolás, sala 1ª, 20/5/2003, "Hermida, Irma v. San Eduardo
Ltda. S.C.A. y otro", DJ 2004-2-1257, con nota de Labombarda, Martín, "El vicio de la
lesión subjetiva y el daño resarcible a la luz de un fallo ejemplar".
(44) Taraborelli, José L., "Daño psicológico" cit., recogida por la sala 1ª de la Cámara
de La Matanza, 8/7/2004, "Di Franco, Cristian J. v. Ministerio de Salud de la Provincia
de Buenos Aires", LL 2004-1125.
(45) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 1ª, 16/10/2001, "C., C. B. v. Clínica Privada
Presidente Derqui", LL 2002-120, voto de la mayoría de los Dres. Arazi y Cabrera, con
disidencia de la Dra. Medina.
(46) C. Nac. Civ., sala A, 19/12/2003, "M., G. v. M. C., C. A.", JA 2004-III, fasc. 6, p.
27, del 11/8/2004, con nota de Kraut, Alfredo J., "Un polémico fallo reciente trae a la
escena legal, dramáticamente, el eminente principio freudiano de la abstinencia".
(48) C. Civ., y Com. San Martín, sala 1ª, 5/2/2004, "Reinoso, Roberto v. Cataldo, Rafael
y otros", JA 2004-III, fasc. 11, p. 88.
(49) C. Nac. Civ., sala F, 6/9/2000, "Ferraiolo, Enrique A. v. Edenor S.A. y otro s/daños
y perjuicios (Acc. Trán. v. Les. o muerte. Sumario" Ver Texto ), voto de la Dra. Highton
de Nolasco, con reenvío a Daray, Hernán, "Daño psicológico" cit., p. 54.
(50) Trigo Represas, Félix y López Mesa, Marcelo J., "Tratado de la responsabilidad
civil. El derecho de daños en la actualidad: teoría y práctica" cit., t. IV, p. 703, con
reenvío a fallo de la C. Nac. Civ., sala C, 14/4/1999, "Militello, Norberto C. v. Expreso
Villa Galicia San José S.R.L.", LL 1999-E-740 y DJ 2000-1-431.
(51) Higthon, Elena, "Accidentes de tránsito. Daño resarcible como lucro cesante y
daño emergente en caso de lesiones a las personas, desde la óptica de los jueces", en
Revista de Derecho de Daños, n. 2, "Accidentes de tránsito II", p. 54; C. Nac. Civ., sala
1ª, 23/6/2000, "F. M. N. v. V. G. D. y otros", LL 2001-B-722.
(52) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 1ª, 16/10/2001, "F., C. B. v. Clínica Privada
Presidente Derqui", LL 2002-120 (por unanimidad); C. Nac. Civ., sala D, 16/6/1992,
"Peralta, Antonio v. Hernán, Ramón E." Ver Texto , LL 1992-E-25 cit., voto de la
mayoría de los Dres. Bueres y Greco, con disidencia del Dr. Daray.
(53) C. Nac. Civ. y Com. Fed., sala 2ª, 3/2/2004, "Della Sala, Mauricio A. v. Estado
Nacional", voto del Dr. Vocos Conesa.
(54) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 2, 25/3/2004, "D'Angelo, Alejandro v. Strina, Juan
C. y otros" cit., LL 2004-908; en parecida orientación, C. Nac. Civ., sala G, 10/7/2000,
"Murúa, José A. v. Transportes Metropolitanos Roca S.A.", voto del Dr. Bellucci, LL
2000-E-465.
(55) Trib. Trab. Lanús, n. 2, 26/5/1997, "Romero, Mirta I. v. Papelera General Belgrano
S.A.", LL 1997-1017.
(56) Trigo Represas, Félix y López Mesa, Marcelo J., "Tratado de la responsabilidad
civil. El derecho de daños en la actualidad: teoría y práctica", t. IV, 2004, Ed. La Ley, n.
1.D.
(58) Vázquez Ferreyra, Roberto A., "Importantísimos aspectos del Derecho de daños",
en anotación a fallo de la C. Nac. Civ., sala D, 28/2/1996, "G. F. M. y otro v. Centro
Médico Lacroze y otros" Ver Texto , en "Curso de actualización de Derecho Procesal.
Temas de apoyo. Prueba", Ed. Fundesi, p. 229.
(59) En ese sentido: C. Civ y Com. Azul, sala 2ª, 25/11/2003, causa 45939, "Lucero,
Emilio R. y otros v. Suardíaz, Marta y otros s/daños y perjuicios"; íd., 12/7/1996,
"Ermaliuk, Héctor G. v. Compañía de Seguros La Tandilense S.A.", JA 1997-III-213
Ver Texto .
(60) C. Nac. Civ., sala H, 27/6/2000, "Carnevale, Luis A. v. Microómnibus Norte S.A. y
otros s/daños y perjuicios", voto del Dr. Kiper, Lexis n. 70005598, revista
Responsabilidad Civil y Seguros 20001-171.
(61) C. Civ. y Com. La Matanza, sala 1ª, 8/7/2004, "Di Franco, Cristian J. v. Ministerio
de Salud de la Provincia de Buenos Aires", LL 2004-1125.
(62) C. Nac. Civ., sala E, 13/12/2002, "D. P., J. L. v. Portezuelo S.R.L. y otro" Ver Texto
, revista Responsabilidad Civil y Seguros 2003-525, voto del Dr. Mirás.
(63) C. Nac. Civ., sala A, 19/12/2003, "M. G. v. M. C., C. A.", cit. en JA 2004-III, fasc.
6, y C. Nac. Civ., sala F, 15/12/1997, "López Cernadas, Santiago v. Ferrera, José C. y
otro s/daños y perjuicios".
(65) Ver De Barrio, Ángel R., "La pericia psicológica del daño psíquico", en Revista
Derecho de Daños 2002-1, "Accidentes de tránsito", p. 409.
(66) Kemelmajer de Carlucci, Aída, "Breves reflexiones sobre la prueba del llamado
daño psíquico. Experiencia jurisprudencial" cit., en Revista Derecho de Daños, n. 4, p.
131.
(67) C. Civ. y Com. Quilmes, sala 2ª, 4/5/2001, "Riberi, Lidia P. y otros v. Compañía
Ómnibus 25 de Mayo Línea 278 S.A. s/daños y perjuicios", elDial-W14 F16; C. Civ. y
Com. Quilmes, sala 2ª, 2/5/2001, "Dodda de Leal, Mabel G. J. v. Carrefour Argentina
S.A. s/daños y perjuicios", elDial-W14 F07.
(68) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 1ª, 27/8/2002, "Baldascino, Angélica v. Empresa de
Transporte Gral. Roca s/daños y perjuicios", elDial-SI96.
(70) C. Nac. Civ., sala A, 5/3/1998, "G., A. y otro v. Sociedad Italiana de Beneficencia
en Buenos Aires", LL 1999-B-45.
(72) Zavala de González, Matilde, "Resarcimiento de daños. Daño a las personas" cit.,
p. 259.
(73) C. Nac. Civ., sala A, 21/2/2003, "F., D. A. v. Ferrovías S.A.C. s/daños y perjuicios",
con nota de Martorell, Jorge E., "Daño a pasajeros: concurrencia de culpas", ED del
15/6/2004, p. 2.
(74) C. Nac. Civ., sala J, 9/2/2000, "P., C. A. y otros v. Herrera de Noble, Ernestina y
otro", LL 2000-E-717.
(75) C. Nac. Civ., sala J, 9/2/2000, "P., C. A. y otros v. Herrera de Noble, Ernestina y
otro" cit.
(76) C. Civ. y Com. La Matanza, sala 1ª, 16/3/2004, "Aguirre, Graciela B. v. Transporte
Ideal San Justo y otros s/daños y perjuicios", en elDial-AA1 F9D.
(77) C. Civ. Com. Minas Paz y Trib. Mendoza, sala 3ª, 18/2/2004, "Carrizo, José H. v.
Páez, Julio H. y otros" Ver Texto , JA 2004-III, síntesis.
(78) C. Civ. y Com. San Isidro, sala 2ª, 29/5/2003, "Chávez, Teresa O. v. Municipalidad
de San Fernando" Ver Texto , JA 2004-III, síntesis.
(80) Zavala de González, Matilde, "Doctrina judicial. Solución de casos. 1", 1998, Ed.
Alveroni, p. 185.
(81) Corte Sup., 2/12/2003, "F., R. v. Del Rivero, Edgardo S. y otro", revista
Responsabilidad Civil y Seguros 2004-42.
(82) Highton, Elena I., "Accidentes de tránsito. Daño resarcible como lucro cesante y
daño emergente en caso de lesiones a las personas, desde la óptica de los jueces (justicia
nacional civil)", cit. en Revista de Derecho de Daños, "Accidentes de tránsito II".