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Cada día, el Troje recibe entre 4.000 y 6.000 m³ de material, es decir unas 700 volquetas
cargadas de tierra, piedras, arena, entre otros. Pero también llegan las tierras húmedas que
salen de la construcción del Metro. La escombrera está dividida en sectores. Tiene dos
cubetos especiales para recibir lodos, ya que estos merecen un tratamiento especial.
Se trata de un espacio delimitado con paredes de 6 m de alto, que cuenta con un sistema
especial de drenajes que retienen la tierra y ayudan a retirar el exceso de agua. Hay otro
espacio destinado para un segundo cubeto de lodos con capacidad para recibir 200 000 m3
adicionales. Pero el dique del relleno que cedió no se encuentra en los cubetos de lodos, sino
en una zona donde no se debería colocar tierra húmeda.
En forma general, el movimiento de laderas puede definirse como el movimiento hacia abajo
y hacia afuera de los materiales que la conforman, bajo la influencia de ciertas fuerzas
externas de carácter vertical (fuerza de gravedad), horizontal y/o vertical (fuerzas sísmicas y
volcánicas), de características volumétricas (presión de gases atrapados), entre otras (Ayala-
Carcedo, F.J., 2002).
Es así que, un deslizamiento ocurre cuando se rompe o pierde el equilibrio de una porción de
los materiales que componen una ladera y se deslizan ladera abajo por acción de la gravedad.
Aunque los deslizamientos usualmente suceden en taludes escarpados, también se pueden
presentar en laderas de poca pendiente. Básicamente, resultan de una falla por corte a lo largo
de la frontera de la masa en movimiento, respecto a la masa estable; se alcanza un estado de
falla cuando el esfuerzo cortante medio aplicado en la superficie potencial de deslizamiento,
llega a ser igual a la resistencia al esfuerzo cortante del suelo o roca (Cruden, 1991).
En términos generales se puede decir que los factores que propician los problemas de
deslizamientos o de inestabilidad de laderas se dividen en internos y externos; y tienen que
ver directa o indirectamente con los esfuerzos cortantes actuantes y resistentes que se
desarrollan en la potencial superficie de falla o de deslizamiento.
Los flujos envuelven todos los tipos de materiales disponibles y se clasifican con base en su
contenido, por tanto se dividen en flujos de rocas, flujos o corrientes de derrubio, y flujos de
arena o suelo. (Alcántara, 1999).
Así lo que ocurrió en El Troje es un deslizamiento del tipo flujo de lodo ya que en este cubeto
se depositaba el material de excavación, uno de ellos proveniente de la construcción del
Metro.
Flujos de lodo: Masa de suelo y agua que fluye pendiente abajo muy rápidamente, y que
contiene por lo menos 50% de granos de arena y limo, y partículas arcillosas.