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LA ADMINISTRACIÓN
DE LA SOCIEDAD ANÓNIMA EUROPEA
VALERIO PÉREZ DE MADRID CARRERAS
Y VÍCTOR ALONSO-CUEVILLAS FORTUNY
Notarios
SUMARIO: I.—SISTEMAS DE ADMINISTRACIÓN. OPCIONES POSIBLES.
II.—SISTEMA MONISTA (Valerio Pérez de Madrid Carreras y Víctor Alon-
so-Cuevillas Fortuny). 1. Introducción. 2. Gestión de la SE. 3. Estatuto
de los administradores. 4. Funcionamiento del Consejo de Administra-
ción. 5. Limitaciones derivadas de la implicación de los trabajadores.
III.—SISTEMA DUALISTA (Víctor Alonso-Cuevillas Fortuny) 1. Intro-
ducción. 2. La administración dual en el derecho comparado, en especial
en el derecho austriaco. 3. Análisis de la regulación aplicable a la SE do-
miciliada en España. A) Introducción. B) Órgano de dirección. a) Nom-
bramiento y revocación. b) Configuración del órgano. c) Funciones.
C) El Consejo de Control. a) Composición. b) Nombramiento. c) Es-
tructura y funcionamiento. d) Competencias y estatuto jurídico. 1. Fun-
ciones. 2. Información. 3. Actos sometidos a autorización. 4. Elaboración
de cuentas. 5. Determinación de la retribución del órgano de dirección.
e) Responsabilidad. 4. Conclusión. IV.—NORMAS COMUNES (Valerio
Pérez de Madrid Carreras y Víctor Alonso-Cuevillas Fortuny). 1. Intro-
ducción. 2. Duración del cargo de administrador. 3. Administrador per-
sona jurídica. 4. Prohibiciones para el ejercicio del cargo de adminis-
trador. 5. Circunstancias personales de los administradores. 6. Derechos
de las minorías. 7. Operaciones sometidas a autorización previa. 8. De-
ber de secreto. 9. Adopción de acuerdos. 10. Responsabilidad de los ad-
ministradores.
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1. Opciones posibles
El título III del RSE, relativo a la «estructura de la SE» establece que toda SE
constará de dos órganos: un órgano soberano, la Junta general de accionistas; y un
órgano de administración. Respecto de éste, dispone que «la SE constará ... bien
de un órgano de control y un órgano de dirección (sistema dual), bien un órgano de
administración (sistema monista), según la opción que se haya adoptado en los es-
tatutos». Es decir, por lo que se refiere al sistema de administración, se establece
legalmente un sistema de opción estatutaria, de modo que la SE debe elegir nece-
sariamente en los estatutos entre el sistema «monista», característico de la LSA o
el sistema «dual», propio de países como Alemania o Italia. En correspondencia
con el RSE, el artículo 327 LSA, introducido por la Ley 19/2005, dispone, bajo
la rúbrica «opción estatutaria», que «la sociedad anónima europea que se domi-
cilie en España podrá optar por un sistema de administración monista o dual y lo
hará constar en sus estatutos». El sistema «monista» está regulado en los artícu-
los 43 a 45 RSE y en el artículo 328 LSA, que se limita a declarar la aplicabilidad
de las normas generales de la LSA a la SE. El sistema «dual», que aparece reco-
gido por primera vez en nuestro ordenamiento, está regulado en los artículos 39 a
42 RSE y 329 y siguientes LSA.
1
QUIJANO GONZÁLEZ, J.: «El sistema monista», en AAVV (coord. G. Esteban y L. Fernández),
La sociedad anónima europea, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2004, pp. 591 y siguientes.
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Más allá de estas notas que definen el sistema establecido, creemos nece-
sario poner de manifiesto algunos aspectos que inciden en su eficacia. Por un
lado, el sistema de opción constituye un reflejo de las dificultades del proce-
so de integración europeo en materia societaria. En efecto, en las propuestas ini-
ciales de 1970 y 1975 se imponía imperativamente el sistema dual; más tarde,
se permite, en determinadas condiciones, la opción por el sistema monista; y,
finalmente, se adopta un sistema de libre elección entre el sistema monista y
el dual en el artículo 38 RSE. Esto es así por las peculiaridades del sistema le-
gislativo europeo, pues no existe un solo modelo en Europa regulador de la ad-
ministración de la sociedad, sino varios: el sistema monista, que es el que sigue
el derecho español o el anglosajón, se caracteriza por un solo órgano de admi-
nistración; en cambio, el sistema dual, propio de Alemania, opta por la atribu-
ción de la administración a dos órganos distintos: el órgano de dirección, que
desempeña la función de gestión y el órgano de control, llamado Consejo de
Vigilancia, que desempeña funciones de supervisión; no faltan sistemas inter-
medios, como el sistema de opción, que permite la elección entre el sistema mo-
nista o dual, ya con plena libertad (Francia, Italia), ya con ciertos límites (Ho-
landa, donde el sistema dual sólo es necesario para la «gran empresa»). Hay,
además, modelos intermedios como consecuencia de la adopción de las exi-
gencias de las normas sobre buen gobierno corporativo. El legislador europeo
no quiere dar la razón a nadie y permite la libertad para que la sociedad de-
termine cuál es «su» modelo de gestión y supervisión, en función de su es-
tructura, su finalidad y sus circunstancias. Se desarrolla así, en la regulación
de la SE, el principio de subsidiariedad característico de la legislación comu-
nitaria.
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2
ESTEBAN VELASCO, G.: «El sistema dual», en AAVV (coord. G. Esteban y L. Fernández), La
sociedad anónima europea, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2004, p. 533. Véase especialmente la
nota a pie de página núm. 17.
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3
ESTEBAN: «El sistema dual», op. cit., p. 537.
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1. Introducción
La regulación del sistema monista en el RSE es bastante corta, sólo tres artículos
específicos, 43 a 45, lo que se debe probablemente a su inclusión tardía en el pro-
ceso de elaboración del propio RSE 4. La Ley 19/2005, además, se limita a decla-
rar la aplicación de las normas de administración previstas con carácter general en
la LSA, siempre que no altere las reglas especiales del RSE, ni la normativa de im-
plicación de los trabajadores. En consecuencia, corresponde ahora el estudio de ta-
les especialidades.
2. La gestión de la SE
El artículo 43 RSE comienza con una declaración solemne: «El órgano de ad-
ministración asumirá la gestión de la SE», lo que debe interpretarse, de acuerdo
con nuestra legislación interna, tanto la administración (interna) como la repre-
sentación (externa) de la misma. En principio y por aplicación del artículo 124
RRM, la SE puede elegir entre cuatro alternativas: administrador único, varios so-
lidarios, dos mancomunados o Consejo de administración, integrado por un míni-
mo de tres miembros. Además, dentro del Consejo, el artículo 141 LSA permite la
delegación de facultades en uno o varios consejeros delegados o en una comisión
ejecutiva, posibilidad que contempla expresamente el artículo 43 RSE, que esta-
blece la aplicación sin fisuras de la legislación nacional. De la lectura de los pre-
ceptos del Reglamento se advierte, en consecuencia, que, aunque son admisibles
las cuatro formas de administración, existe una forma de «frecuencia» en la que
detiene sus ojos el legislador comunitario: Consejo de administración en el que exis-
te delegación de facultades. De hecho, todos los artículos del RSE están redacta-
dos pensando en esta forma de administración de «frecuencia» y de ahí que nues-
tra exposición se centre en este supuesto.
4
En este sentido, QUIJANO: «El sistema monista», op. cit., p. 597.
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no». En esta discusión doctrinal aterriza el RSE con normas de interés, que consi-
deramos incluso que podrían influir en el debate interno. El artículo 44 RSE seña-
la que el órgano de administración ser reunirá «... para deliberar acerca de la mar-
cha de la SE y de su evolución previsible»; el artículo 43, por su parte, indica que
el consejero delegado es «... el responsable de la administración corriente»; y el ar-
tículo 48 RSE dispone que «los estatutos de la SE enumerarán las categorías de ope-
raciones que requieran ... una decisión expresa en el sistema monista».
5
Op. cit., p. 615.
6
FERRANDO VILLALBA, M. L.: «El sistema monista de administración de la Sociedad Anó-
nima Europea domiciliada en España», en AAVV (dir. Boquera), La sociedad anónima europea do-
miciliada en España, Thomson-Aranzadi, Cizur Menor, 2006, p. 362.
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El artículo 43.2 RSE se limita a señalar que los estatutos sociales han de fijar
el número de miembros del órgano de administración, aunque en realidad se está
refiriendo al Consejo de administración 7. También prevé la posibilidad de que la
legislación interna establezca un número mínimo o máximo. La Ley 19/2005 no
se pronuncia sobre esta cuestión, quizá porque aquí resulta aplicable lo dispuesto
en el artículo 123 LSA, de modo que caben tres posibilidades: fijación estatuta-
ria del número concreto de miembros del Consejo (por ejemplo, cinco); fijación es-
tatutaria de las normas para la determinación del número, en cuyo caso el nom-
bramiento efectivo requiere acuerdo de la Junta general, y fijación del número
mínimo y máximo (por ejemplo, 3 y 7), en cuyo caso el nombramiento efectivo
también corresponde a la Junta general. Aunque no diga nada, la aplicación del ar-
tículo 136 LSA determina que el número mínimo sea de tres consejeros.
Por otro lado, el artículo 43.3 RSE establece que el nombramiento de los ad-
ministradores corresponde a la Junta general, criterio que, con carácter general,
es el que establece el artículo 123 LSA. La única excepción es que «no obstante,
los miembros del primer órgano de administración podrán designarse en los es-
tatutos». Esta «excepción» es más aparente que real, puesto que no se trata de sus-
traer la competencia de la Junta general, que es la que hace el nombramiento y
que, por tanto, no tiene que reflejarse en los estatutos sociales. En realidad, quien
adopta el acuerdo «inicial» de administración es el conjunto de socios reunidos
7
Nada impide, como decía antes, que la SE se gobierne por tres administradores solidarios,
circunstancia ésta que tiene que fijarse en los estatutos, pero cuando el RSE se refiere el número de
miembros está pensando, como siempre, en el Consejo de administración como sistema de admi-
nistración de «frecuencia» de una sociedad de este tipo.
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El artículo 44 RSE establece una reunión «mínima» cada tres meses fijada
por los estatutos. La finalidad de la norma es clara, pues se pretende el desempe-
ño efectivo por parte del Consejo de su función de supervisión. No obstante, resulta
extraña la fijación de un período concreto, cuestión que en las legislaciones na-
cionales suele quedar en las recomendaciones de gobierno corporativo 8. Sin em-
bargo, la norma comunitaria no sólo es clara, sino que su contenido es imperati-
vo, lo que tiene consecuencias importantes: primero, es necesaria su fijación en los
estatutos, es decir, no es posible el «silencio» estatutario. En contra, QUIJANO 9
parece admitir que los estatutos guarden silencio, en cuyo caso, dice, se aplicaría
el plazo legal de tres meses. A nuestro juicio, en cambio, el legislador comunita-
rio impone el pronunciamiento de los estatutos, de modo que su omisión tendrá que
ser valorada por el notario a la hora de autorizar la escritura y de cara a su inscripción
registral. En segundo lugar, no es posible el silencio «indirecto», es decir, una ha-
bilitación estatutaria para que una norma interna, tipo reglamento, regule la cues-
tión, fijando el plazo mínimo marcado por el RSE. Esto no es aceptable, pues el
legislador comunitario quiere que toda la regulación del Consejo conste, precisa-
mente, en estatutos. En tercer lugar, al ser un plazo mínimo, nada impide impo-
ner un plazo inferior (por ejemplo, un mes), pero, en cambio, no será admisible un
plazo superior (por ejemplo, seis meses).
8
Véase el apartado 10 del Código Olivencia, el apartado IV.2 del Informe Aldama y el artícu-
lo 18 del Reglamento Tipo CNMV.
9
QUIJANO: op. cit., p. 619.
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1. Introducción
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Otra opinión sostiene ALONSO-CUEVILLAS en esta misma obra respecto a la interpretación
del artículo 42 RSE.
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El sistema dual tiene sus orígenes en Alemania, donde era el único hasta el
RSE, y se introdujo por la Ley de Sociedades de Capital de 1870 y consiste, fun-
damentalmente, en la separación de funciones en el órgano de administración y, en
consecuencia, de las responsabilidades. Se crean dos órganos, que son: el órgano
de dirección, al que le corresponde la gestión y administración de la sociedad, y el
órgano de control, al que le corresponde la fiscalización de la labor del primero.
Además, debemos añadir que la pugna entre el llamado sistema dual de adminis-
tración con el sistema monista de administración ha sido uno de los aspectos que ma-
yores discusiones ha suscitado y que más retrasos han provocado en la armonización
del Derecho europeo en materia societaria: así, por ejemplo, la imposición del siste-
ma dual fue el motivo principal de rechazo por algunos países de la actual UE, de la
Propuesta de Quinta Directiva, sobre Estructura de Sociedades Anónimas (1972-1983).
Sin embargo, dicha pugna se ha suavizado en los últimos tiempos, hasta admitir la co-
habitación entre ambos sistemas, tal y como se refleja en los distintos Proyectos sobre
SE, que se han elaborado desde el año 1970. La primera Propuesta de 1970 preveía el
sistema dualista con carácter obligatorio, tal y como se refleja en sus artículos 62 y si-
guientes. La oposición que produjo esta opción en algunos países, que desconocían
el sistema dual, no fue obstáculo para que en el Proyecto de 1975 se continuara con
la opción dualista como única posible y, así, su Exposición de Motivos 11 justifica di-
cha opción de la siguiente manera: «para permitir una gestión eficaz de la SE y ase-
gurar un control adecuado de esta tarea, se dota a la SE de un sistema en el que las respon-
sabilidades están claramente separadas, con un órgano de dirección, encargado de la
administración, bajo la vigilancia de un órgano de control, con facultad para nombrar
los miembros del primero». Sin embargo, este nuevo intento de imposición del siste-
ma dual a nivel comunitario volvió a chocar con el muro de la oposición de los paí-
ses que desconocían dicha forma de administración. Posteriormente, a partir de 1989,
se retoman los trabajos, partiendo de la posibilidad de elección entre uno y otro sis-
tema, trabajos éstos que, desde el desbloqueo en el Consejo de Niza del año 2000, han
cristalizado en el actual Reglamento, que será objeto de comentario en este trabajo.
11
Citada por ANSÓN PEIRONCELY - GUTIÉRREZ DORRONSORO: La Sociedad Anónima Euro-
pea, Bosch, Barcelona, 2004, p. 174.
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Por un lado, sobre el sistema monista, se ha señalado que el control del órga-
no de administración por parte de la Junta, en grandes sociedades con la propie-
dad del capital atomizada, es ilusorio, puesto que los accionistas de referencia son
los que controlan dicha Junta y eligen a los administradores, que suelen ser per-
sonas de su confianza. Es por ello por lo que hoy en día se habla de un monismo
renovado, en el que se distinguen distintos tipos de consejeros: los ejecutivos, que
llevan el peso de la administración de la sociedad, y los no ejecutivos, sobre los
que se busca que controlen a los anteriores, incrementando su responsabilidad, en
un intento de buscar una mayor involucración en la gestión de la sociedad. Asimismo,
se habla de la necesidad de introducir consejeros independientes, concepto sobre
el que después volveremos, frente a los dominicales, que son los elegidos por los
grupos de poder de las sociedades. Por otro lado, se remarca la necesidad de
crear Comités dentro del propio Consejo, que dividan funciones 12.
Vemos, por tanto, que en los países que han seguido el sistema monista, se
siente la necesidad de reforzar el control sobre el órgano único, admitiendo que,
en grandes sociedades, dicho control no puede ser desarrollado por la Junta general.
En este sentido, es significativa la reforma del Ordenamiento Italiano por DLeg
6/2003, que, junto con la introducción del sistema dual, contempla el monismo re-
novado al que hacíamos referencia, para un mejor funcionamiento del único órgano
de administración.
12
En nuestro Ordenamiento es significativo, en este sentido, el Informe de la Comisión Es-
pecial para el Fomento de la Transparencia y seguridad en los mercados y en las sociedades cotiza-
das, de 8 de enero de 2003, también conocido como Informe Aldama. Este informe enfoca la cues-
tión desde una perspectiva más realista que su antecesor, el conocido como Informe Olivencia, que
partía de una posición muy próxima al dualismo, el cual no existía en nuestro Ordenamiento, y si-
gue sin existir, fuera del RSE.
13
SÁNCHEZ CALERO, F.: Los Administradores de las Sociedades de Capital, Thomson-Civitas,
Cizur Menor, 2005, pp. 839-840.
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reformas dirigidas a incrementar los medios del CdV, así como ha de buscar una ma-
yor implicación en la dirección de la sociedad por parte del órgano de control, siem-
pre manteniendo la separación de responsabilidades y de funciones. Ejemplos de
lo anterior son: la Ley de Control y Transparencia de 1998, que, entre otras medi-
das, regula la información que debe suministrar el órgano de dirección al CdV, e ins-
taura la obligación del órgano de dirección de imponer controles internos; o la re-
forma sobre Transparencia y Publicidad, que, por ejemplo, obliga a que el CdV
elabore un catálogo de negocios sujetos a autorización. Además, también en otros
países, como Francia, se han introducido reformas similares. Por tanto, se va evo-
lucionando hacia lo que podríamos llamar «dualismo renovado o flexible».
El capítulo III del conocido como Informe Winter 14 señala que durante mucho
tiempo se ha discutido sobre cuál de los dos sistemas es el más conveniente, lle-
gando a la conclusión de que cada uno de ellos tiene sus ventajas y sus inconve-
nientes, por lo que unas buenas estructuras de gobierno societario se pueden con-
seguir en ambos. Asimismo, a lo largo de sus recomendaciones, equipara a los
consejeros no ejecutivos de un sistema monista con los miembros del órgano de
supervisión.
14
Informe del grupo de alto nivel de expertos en Derecho de sociedades sobre un marco nor-
mativo moderno para el Derecho de sociedades en Europa, de 4 de noviembre de 2002, presidido por
el profesor Winter.
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Por otro lado, debe tenerse en cuenta que la modificación de la LSA anterior-
mente aludida es extremadamente parca en lo relativo al sistema dual de adminis-
tración, puesto que tan sólo se le dedican ocho artículos (del 329 al 336), lo cual es
15
CUENCA GARCÍA, A.: «El órgano de administración de la Sociedad Anónima Europea con
domicilio social en España. El sistema dual», AAVV (dir. J. Boquera), La Sociedad Anónima Euro-
pea domiciliada en España, Thomson-Aranzadi, Cizur Menor, 2006, pp. 285-287.
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criticable, puesto que una novedad como la aquí abordada requiere una mayor aten-
ción por parte del legislador. En este sentido, hubiera sido necesario reformar pre-
ceptos vigentes de la LSA, o del RRM, para introducir las menciones necesarias al
CdV. Lo anterior lleva a dificultades interpretativas, a algunas de las cuales hare-
mos referencia más adelante. Esta parquedad normativa contrasta con el Proyecto de
adaptación del Derecho alemán, que contiene 16 artículos dedicados al —para el
Ordenamiento interno alemán— desconocido sistema monista, artículos, además, con
un contenido bastante más extenso que el previsto por la Ley española.
Por ver está cuál será el éxito de este nuevo sistema de administración en nues-
tro Ordenamiento, de cara a su adopción por el régimen general de sociedades. Sin
embargo, debemos partir de la premisa de que no sólo puede ser útil para socie-
dades cotizadas, sino también para otras grandes sociedades que, sin ser cotizadas,
obtienen los capitales que a otras les dan los mercados, por medio de inversores
como Entidades de capital-riesgo o, también, para establecer mecanismos que ayu-
den a la tan polémica sucesión de la empresa familiar, cuando las segundas o ter-
ceras generaciones no estén interesadas en la gestión. Sobre esta última cuestión
volveremos más adelante.
16
Seguimos aquí a MORILLAS JARILLO, M. J., y GRECHENIG, K.: «La administración de la So-
ciedad Anónima Europea en el Reglamento (CE) de 8 de octubre de 2001. El sistema dualista aus-
tríaco y alemán y la adaptación del Derecho español», Derecho de los Negocios, octubre, 2002,
pp. 1-27.
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17
Así lo destaca también en esta obra SÁEZ-SANTURTÚN PRIETO, J.: «La Junta general de la
Sociedad Anónima Europea».
18
SÁNCHEZ CALERO, F.: «Observaciones preliminares al Proyecto de Ley de Modificación del
Régimen de las Sociedades Cotizadas y de las Anónimas en general, tras el Informe Aldama», RDS,
núm. 20, 2003-1, pp. 32-33.
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1) Su función asesora va más allá de un mero revisor de los actos del Vors-
tand, puesto que incluye, al menos desde el punto de vista teórico, una fun-
ción de control preventivo, e incluso controla la estrategia de la empresa.
2) Se imponen reuniones periódicas con el órgano de gestión para poder
llevar a cabo la función de control preventivo, a la que hacíamos referen-
cia. En este sentido destacan los autores anteriormente citados, que la
responsabilidad del órgano de control, por dejación de las funciones an-
teriores, cada vez es más importante. Ello demuestra el acercamiento prác-
tico entre los dos modelos, al que antes hacíamos referencia.
3) Es también destacable el hecho de que la obligación de información por
parte del Vorstand está mucho más desarrollada que en la regulación co-
munitaria. En este sentido se establecen los siguientes informes; anual, so-
bre la política de la sociedad y elaborar una previsión financiera y de ren-
dimiento; trimestral, sobre la situación de la empresa en comparación con
dicha previsión. Sin embargo, este derecho de información no puede lle-
gar a ser tan exhaustivo que dificulte la labor del Vorstand.
4) Por otro lado, por ley, se determinan las funciones concretas que tiene el
órgano de vigilancia, lo cual es fundamental para que, ante un hipotético
perjuicio, pueda saberse si ha cumplido sus obligaciones o no.
5) Con relación a las cuentas anuales, es de destacar que la elaboración de
las cuentas la realiza el Vorstand, pero su aprobación corresponde al
Aufsichtsrat. Tan sólo son aprobadas por la Junta general, en el caso de que
el Aufsichtsrat no las apruebe o si ambos órganos deciden presentarlas a
la Junta general.
6) Con relación a los representantes de los trabajadores, ocupan un tercio de
los puestos del órgano de vigilancia, y son nombrados por los comités de
empresa. La legislación señala expresamente que su función es velar por
el interés de los trabajadores. Se critica por la doctrina austríaca la esca-
sa preparación y efectividad de los representantes de los trabajadores. En
la práctica, hay cierta información y ciertas cuestiones que no se trasla-
dan a estos miembros del órgano de vigilancia, pues son tratadas por el Vors-
tand y el Aufsichtsrat en reuniones no oficiales 19.
19
En este sentido, STRASER, en JABORNEGG/STRASSER: Komentar zum Aktiengesetz, II, 4.ª edi-
ción, al que citan MORILLAS JARILLO y GRECHENIG.
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A) Introducción
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B) Órgano de dirección
a) Nombramiento y revocación
Es ésta, a mi parecer, una de las novedades que más pueden chocar con nues-
tra tradición jurídica, en la que una de las facultades soberanas e irrenunciables de
la Junta general es el nombramiento y revocación de las personas que se van a en-
cargar de la administración y representación de la sociedad, que en el ámbito de
la SE continúa siendo el órgano de dirección 20.
Por ello, el primer problema que se nos plantea es si debemos entender que el
Estado español no ha ejercitado esta opción, o, si bien, a la luz de la legislación
vigente en materia de anónimas, cabría la previsión estatutaria otorgando la fa-
cultad de nombramiento y revocación a la Junta general.
20
En este sentido, debe tenerse en cuenta que, en todos los países de nuestro entorno en los
que rige el sistema dual con carácter general, se prevé el nombramiento de los miembros del órga-
no de administración por el órgano de control. Así ocurre en Alemania (art. 84.1 AktG), en Francia
(art. L. 225-59.1 CCom), o en Italia (art. 2409-novies CC).
21
Así, CUENCA GARCÍA: «El órgano de administración...», op. cit., p. 301, y ESTEBAN VELASCO,
G.: «Administración y control en el sistema dual», en La Sociedad Anónima Europea. Régimen ju-
rídico societario, laboral y fiscal, Colegio de Registradores de la Propiedad y Mercantiles de Espa-
ña y Marcial Pons, Madrid, Barcelona, 2004, p. 556.
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nado, que proponía la siguiente redacción del artículo 329 LSA: «El nombra-
miento de los directores corresponderá al órgano de control. La revocación de los
mismos corresponderá al órgano de control, salvo que los estatutos dispongan que
debe corresponder a la Junta general», siendo la justificación de la enmienda que
la Junta general pudiera hacer de árbitro en los conflictos que pudieran surgir en-
tre el órgano de control y el órgano de dirección. Sin embargo, también debemos
tener en cuenta que la enmienda no se refería al nombramiento, sino tan sólo a la
revocación, punto éste sobre el que volveremos luego. De seguir esta postura, el
artículo 123 LSA debería ser objeto de modificación, con una previsión expresa
para el sistema dual, en el sentido de que la parte del órgano de administración que
nombra la Junta general tan sólo es el Consejo de control.
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Se muestran contrarios al nombramiento de suplentes sin previsión específica de la legis-
lación interna complementaria ANSÓN PEIRONCELY y GUTIÉRREZ DORRONSORO en «La Socie-
dad ...», op. cit, pp. 184-185.
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las debidas adaptaciones, puesto que están pensadas para un sistema monista, sin
que hayan sido acomodadas a la nueva regulación de la SE. Cuando el nombra-
miento provenga del Consejo de control, la certificación del acta a que se refie-
re el artículo 142 RRM deberá ser del acuerdo del Consejo de control, no de la
Junta general ni del Consejo de administración (siempre, como es lógico, que el
nombramiento provenga del Consejo de control).
Con relación a la aplicación del mecanismo de cooptación (art. 138 LSA), de-
bemos partir de que los artículos 39.3 RSE y 332 LSA prevén la posibilidad de que,
en caso de vacante en el órgano de dirección, se pueda nombrar a un miembro del
Consejo de control para ocupar dicho puesto, por un plazo máximo de un año, y
quedando, entretanto, suspendidas sus funciones como miembro del órgano de
control. Por ello, entendemos que, teniendo en cuenta que el artículo 39.3 RSE otor-
ga al Consejo de control una facultad y no una obligación, cabrá acudir al meca-
nismo del artículo 138 LSA siempre que no se haya nombrado administradores su-
plentes, correspondiendo la elección del accionista, en todo caso, al Consejo de
control 24. No consideramos incompatible la aplicación del sistema de cooptación
junto con el mecanismo reglamentario, puesto que los resultados son diferentes,
23
Así, CUENCA GARCÍA: «El órgano de admnistración...», op. cit., p. 302.
24
En este sentido, QUIJANO GONZÁLEZ: en «Disposiciones comunes a ambos sistemas de admi-
nistración y control (II)», en AAVV (coord. G. Esteban y L. Fernández), la Sociedad Anónima Europea.
Regimen jurídico societario, laboral y fiscal, Colegio... y Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2004, p. 719.
236
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237
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Con arreglo al artículo 331 LSA, la gestión puede confiarse, conforme dispongan
los estatutos, a un administrador único, varios administradores solidarios, dos ad-
ministradores mancomunados o un Consejo de dirección con un mínimo de tres
miembros y un máximo de siete miembros, permitiendo que los estatutos puedan
fijar un número concreto o, tan sólo, un máximo y un mínimo, estableciendo las
reglas para su determinación. Con relación a su organización, funcionamiento y
régimen de adopción de acuerdos, se establece que prima la configuración esta-
tutaria, siempre salvando la regulación del RSE, aplicándose supletoriamente la re-
gulación de la LSA, relativa al Consejo de administración.
25
En este sentido, en esta misma obra, PÉREZ DE MADRID CARRERAS y ALONSO-CUEVILLAS
FORTUNY.
238
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sólo queremos destacar que el artículo 50 RSE otorga voto de calidad al presi-
dente, en caso de empate, con lo que se recoge algo que ya se había admitido por
la DGRN en Resoluciones de 15 de julio y 5 de noviembre de 1956.
c) Funciones
Hecha la salvedad anterior, del artículo transcrito se desprende que las facul-
tades del órgano dirección, en la administración dual, son exactamente las mismas
que, en el sistema monista, corresponden al órgano de administración, sin espe-
cialidad alguna. El RSE tan sólo habla de que el órgano de dirección ejerce la ges-
tión de la sociedad, pero debemos entender que el término gestión es utilizado de
239
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Así, es en el órgano de control donde residen las mayores novedades con re-
lación a nuestro Derecho de sociedades, órgano éste que podemos adelantar que,
con relación al control de la administración, asume muchas de las funciones que
en el sistema monista corresponden a la Junta general de socios.
C) El Consejo de control
26
Aunque, de todos modos, aunque se entendiera que el RSE emplea el término gestión de
manera estricta, dejando que sean las legislaciones internas las que determinen quién ejerce la re-
presentación de la sociedad, el Derecho español, como se ha señalado, ha otorgado la representa-
ción al órgano de dirección, con lo que la limitación del RSE a las facultades del órgano de con-
trol abarcan tanto la gestión como la representación de la sociedad anónima europea domiciliada
en España.
240
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neral 27. Por tanto, vemos cómo se configura como una especie de delegado de la
Junta general, para la fiscalización de la llevanza de la sociedad.
a) Composición
27
Entendemos que ello es así si se sigue el régimen de nombramiento previsto en el RSE. Sin
embargo, de ser aceptada la postura, anteriormente defendida, en torno a la posible configuración es-
tatutaria del nombramiento de los miembros del órgano de dirección, entendemos que dentro de di-
cha configuración cabría especificar qué cuestiones corresponden a la Junta general y cuáles al ór-
gano de control. Todo ello sobre la base de las teorías anteriormente expuestas.
28
En este sentido, ESTEBAN VELASCO: en «El sistema dual...», op cit., p. 567.
241
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con arreglo a las cuales es un consejero independiente aquel que no está vincula-
do por ninguna relación comercial, familiar o de otro tipo con la empresa, su ac-
cionista mayoritario, o la dirección de cualquiera de los dos, que cree un obstácu-
lo a su capacidad de juicio. En el Anexo II de las Recomendaciones se recogen cuáles
son los requisitos que los administradores supervisores deben reunir, entre los cua-
les podemos destacar, entre otros:
b) Nombramiento
Hay que señalar, dada la remisión de la LSA a las normas relativas al Conse-
jo de administración, que se aplicarán en bloque las normas de nombramiento de
miembros del Consejo de administración para el régimen ordinario de las SSAA
internas. En este sentido, y a diferencia de lo que se expuso con relación al órga-
no de dirección, cabrá el nombramiento por los sistemas proporcional y por coop-
tación, sin que se presente especialidad alguna.
242
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Sin embargo, debe tenerse en cuenta que, en los supuestos en los que en virtud
de la implicación de los trabajadores éstos tengan derecho a nombrar miembros del
órgano de administración, habrá algunos miembros del Consejo de control que
serán nombrados por los trabajadores 29. Con relación a la implicación de los tra-
bajadores, debe tenerse en cuenta la Ley 31/2006, de 18 de octubre, sobre impli-
cación de los trabajadores en las sociedades anónimas y cooperativas europeas, me-
diante la cual se traspone en nuestro ordenamiento la Directiva de 8 de octubre de
2001. Al respecto, y sin perjuicio de su estudio en el capítulo correspondiente, se-
ñalar que la Ley sigue el principio de antes-después de la Directiva, establecién-
dose unas normas subsidiarias para el supuesto de que no se llegue a acuerdo. En
virtud de dichos acuerdos o de la aplicación de las normas subsidiarias, puede
darse el derecho de los trabajadores a que sus representantes formen parte del ór-
gano de control como una de las formas de participación. En estos supuestos, con
arreglo al artículo 20.5, el miembro del órgano de control así designado formará
parte del órgano de control con un estatus idéntico al de los demás miembros. En
el supuesto de que se trate de SE domiciliada en España, se regula minuciosa-
mente el procedimiento de elección de los miembros del órgano de control, en los
artículos 29 y 30, cuyo examen excede de los límites y pretensiones de este tra-
bajo.
c) Estructura y funcionamiento
29
Con detalle sobre esta materia, vid. en esta obra PRADES LÓPEZ, J.: «Implicación de los tra-
bajadores de la Sociedad Anónima Europea».
30
En este sentido, en esta misma obra, PÉREZ DE MADRID CARRERAS y ALONSO-CUEVILLAS
FORTUNY.
243
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Por otro lado, dentro del órgano de control, cabe la distinta constitución de
Comités que se encarguen de las distintas funciones del órgano de control. Si-
guiendo las recomendaciones de la Comisión Europea anteriormente menciona-
das, podemos enumerar como posibles Comités dentro del órgano de control, sin
ánimo exhaustivo:
31
En este sentido, ESTEBAN VELASCO: «El sistema dual», op cit., p. 570.
244
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Por último, hay que señalar que, a pesar de que la obligatoriedad del Comité
de Auditoría tan sólo venga impuesta a las sociedades cotizadas, la regulación
para éstas puede ser asumida, vía estatutaria, por cualquier sociedad, incluida
la SE domiciliada en España. En este sentido, no debe olvidarse que en nues-
tro país todavía quedan grandes sociedades familiares que no cotizan en Bol-
sa, pero con volúmenes superiores, y necesidades idénticas, a muchas de las
cotizadas.
d) Funciones
32
En este sentido, vid. ESTEBAN VELASCO: «El sistema dual», op cit., p. 576, el cual cita, en
nota a pie de página, los criterios seguidos en países de nuestro entorno. Así, en derecho alemán,
señala el autor, citando a SEMLER, LUTTER y KRIEGER, que los criterios principales seguidos por
doctrina y jurisprudencia en Alemania son los de legalidad, ordenada organización y oportunidad
económica.
245
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A continuación pasamos a examinar las facultades que las normas legales les
atribuyen.
1. Información
33
Hacemos la comparación con el informe de gestión, por buscar algún tipo de instrumento
de información similar regulado en nuestro Ordenamiento.
246
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Se desarrolla por el RSE a través de dos vías. Por un lado, se otorga, directamen-
te, al órgano de control la posibilidad de solicitar del órgano de dirección toda la in-
formación necesaria para el control que ejerce. Con relación a la naturaleza de la fa-
cultad, entendemos que se trata de un derecho-deber, puesto que, por un lado, se
configura por el RSE como un derecho del órgano de control; pero si el órgano de con-
trol no solicita información sobre hechos de que tenga conocimiento que puedan in-
fluir sobre la marcha de la sociedad, será responsable de los perjuicios que se deriven
sobre su falta de control de estos hechos, por lo que, desde este punto de vista, pode-
mos entender que también es una obligación del órgano de control. Con relación a este
derecho-deber, debemos partir de que el órgano de vigilancia podrá negarse, bajo su
responsabilidad, a suministrar esta información si entiende que ya ha sido comunica-
da al órgano de control por alguno de los cauces anteriormente establecidos. Tam-
bién debe tenerse en cuenta que se impone, en el órgano de control, un sentido de
responsabilidad y criterio que evite una petición de información exhaustiva e innece-
saria, que dificulte al órgano de dirección la realización de su labor de gestión.
247
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Por otro lado, se recoge la posibilidad de que los Estados miembros atribuyan
a cada miembro del órgano de control la facultad de solicitar información al ór-
gano de dirección. Sin embargo, en nuestro ordenamiento interno no se ha desa-
rrollado dicha facultad, por lo que, para las SSEE, domiciliadas en España, no rige.
Pero consideramos que ello lo único que impide es la solicitud directa de información
por un miembro del órgano de vigilancia, pero no que cualquier miembro del ór-
gano de vigilancia pueda solicitar al propio órgano de vigilancia que, por éste, se
solicite la información pertinente. Si, a pesar de la solicitud del miembro, por el
órgano de vigilancia se acuerda no cursar la petición, entendemos que no cabría
exigir responsabilidad a ese miembro.
Por último, hay que señalar que de dicho derecho-deber de información se de-
riva una función asesora del órgano de control al de dirección, consecuencia ló-
gica de la labor fiscalizadora.
Otro de los medios con los que cuenta el órgano de control para el desarrollo
de su labor es la posibilidad de someter a autorización previa determinadas ope-
raciones del órgano de dirección, con arreglo al artículo 48 RSE. Teniendo en
cuenta que el estudio de esta norma se hace en otra parte de esta obra 34, nos cen-
traremos brevemente en el párrafo 2.º del apartado primero del artículo 48 RSE,
con arreglo al cual, en el sistema dual, el propio órgano de control, sin necesidad
de previsión estatutaria, puede exigir del órgano de dirección que determinadas ope-
raciones del órgano de dirección se sometan a su autorización. Ello contrasta con
la regla general, común a ambos sistemas, de que sean los estatutos sociales los que
34
En este mismo capítulo, PÉREZ DE MADRID CARRERAS y ALONSO-CUEVILLAS FORTUNY.
248
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Con arreglo al artículo 175 LSA, los administradores están obligados a formular
anualmente las cuentas de la sociedad, las cuales son aprobadas por la Junta Ge-
neral. Sin embargo, dicha norma está redactada dentro de nuestro sistema monis-
ta general, sin que se haya especificado, en la reforma, cuál es el papel del órga-
no de control en la formulación de las cuentas. Al respecto, cabía interpretar que
la elaboración de las cuentas corresponde en exclusiva al órgano de dirección, so-
bre la base de que, ante la falta de desarrollo por el legislador nacional de esta
obligación en el sistema dual, debemos interpretar que es el órgano encargado de
la gestión y administración de la sociedad, el que debe formularlas.
Sin embargo, consideramos que la elaboración de las cuentas debe ser una la-
bor conjunta de los órganos de dirección y de control, para que las cuentas sean
un reflejo de las funciones y de la labor de cada uno en el ámbito de la adminis-
tración de la sociedad. Por ello, estimamos que las cuentas deben ser elaboradas
materialmente por el órgano de dirección, correspondiendo al órgano de control
una doble labor, o bien dar el visto bueno a las cuentas anuales que se deben pre-
sentar a la Junta general, o bien denegar dicho visto bueno, emitiendo un infor-
249
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me justificativo de dicha negativa 35. Esta es la solución que mejor plasma la es-
tructura del sistema dual en la aprobación de las cuentas. En este sentido, no debe
olvidarse que las cuentas, no sólo son resultado de la labor del órgano de dirección,
sino también de la efectividad del órgano de control en su labor fiscalizadora.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que la norma está enmarcada dentro de
nuestro sistema monista interno, pero que cabe su adaptación al sistema dual, par-
tiendo de que el artículo 333 TRLSA establece que la representación de la socie-
dad frente al órgano de dirección corresponde al órgano de control, en consecuen-
cia cabría que el órgano de control fuera el que fijara la retribución de los miembros
del órgano de dirección, quedando como competencia de la Junta general la deter-
minación de la retribución de los miembros del órgano de control 36. El único as-
pecto que parece que no podría asumir el órgano de control sería la retribución por
medio de opciones sobre acciones, puesto que, en este punto, el artículo 130 LSA
es muy claro a la hora de atribuir la competencia a la Junta general.
5. Responsabilidad
35
En sentido similar se pronuncia ESTEBAN VELASCO: «El sistema dual», op. cit., p. 581, si
bien el autor alude a la necesidad de una norma específica en este sentido en el desarrollo del RSE,
norma ésta que no se ha dado. Sin embargo, a pesar de la falta de desarrollo, entendemos que la idea
es plenamente aplicable, por ser la solución que mejor se adapta al sistema dual.
36
En este sentido se pronuncia CUENCA GARCÍA: «El órgano de administración...», op. cit.,
p. 322. La autora pone como ejemplos que éste es el sistema que rige en países de nuestro entor-
no, como Italia o Alemania, con relación al sistema dualista.
250
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miembros del órgano de control responderán con arreglo a las normas previstas por
la LSA, para los administradores de las SSAA internas. Por otro lado, también se
establece que cada uno responde dentro del ámbito de sus respectivas funciones.
Lo anterior nos lleva a que a los miembros del órgano de control les serán de
aplicación las disposiciones de los artículos 127 y ss. LSA, lo que supone la apli-
cación de los deberes de diligencia, de lealtad, de fidelidad y de secreto, respon-
diendo, además, con arreglo los artículos 133 LSA y 51 RSE, de los actos u omi-
siones que sean contrarios a la ley o los estatutos, así de los realizados incumpliendo
los deberes inherentes al cargo.
En otro orden de cosas, debemos tener en cuenta que, para delimitar su res-
ponsabilidad, debemos partir de las funciones y obligaciones anteriormente enu-
meradas. Dentro de dichas funciones puede estar la de selección de los miembros
del órgano de dirección. En consecuencia, cabría plantear la responsabilidad que
puedan tener los miembros del órgano de control por la selección de personas ma-
nifiestamente incompetentes para el ejercicio del cargo de miembro del órgano
de dirección. Bajo mi punto de vista, los miembros del órgano de control deben
responder de esa selección, pero sólo en aquellos casos en los que sea flagrante la
ineptitud del miembro del órgano de dirección escogido.
251
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de hecho en todos aquellos supuestos en los que los miembros del órgano de di-
rección desarrollen su labor de gestión y administración de la sociedad con arre-
glo a las instrucciones directas de algún o algunos de los miembros del órgano de
control. En estos supuestos, los miembros del órgano de control responderán de
la misma manera que los del órgano de dirección, junto con su responsabilidad como
miembros del órgano de control. En este sentido, debe tenerse en cuenta que, pues-
to que, en muchas ocasiones, los miembros del órgano de dirección van a ser es-
cogidos por los miembros del órgano de control, el peligro de la administración
de hecho por el órgano de control es un peligro real.
Por otro lado, también debemos tomar en consideración que a los miembros
del órgano de control también les van a ser de aplicación las disposiciones intro-
ducidas por la legislación concursal, en torno a la responsabilidad por deudas de
la sociedad. Dentro de ésta podemos distinguir la derivada del artículo 262 LSA,
según redacción dada por la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal (LC), que im-
pone la responsabilidad solidaria por las deudas sociales, por falta de convocato-
ria de Junta general para decidir la disolución de la sociedad por pérdidas, así
como por falta de petición judicial de disolución o del concurso de la sociedad. Con-
sideramos que, dadas las facultades que en orden a la convocatoria de Junta se
atribuyen al órgano de control, cabrá aplicarles dicha responsabilidad. Por otro
lado, entendemos que el órgano de control también está legitimado para solicitar
el concurso de la sociedad, con lo que le sería de aplicación 37.
Por otro lado en el supuesto de que el concurso fuera calificado como culpa-
ble, entendemos aplicable la posible condena al pago de las deudas sociales, im-
puesta en el artículo 172.3 LC, siempre que el juez haya declarado la culpabilidad
del órgano de control, en el concurso.
4. Conclusión
37
Sobre este punto, CALVO VIDAL, I. A.: «Disolución, liquidación y extinción de la Sociedad
Anónima Europea. Las situaciones de insolvencia», epígrafes III.3 y IV.
252
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Por otro lado, no se entiende muy bien por qué el sistema dual no se ha inten-
tado introducir en el régimen general de SA, como ya han hecho países de nues-
tro entorno, como por ejemplo Italia. De la Exposición de Motivos de la nueva re-
gulación parece derivarse que se prefiere esperar a la acogida que tenga el sistema
dentro de la SE. Desde aquí, podemos ya decir que la acogida va a ser igual de es-
casa que la de la propia figura de la SE.
La introducción del sistema con carácter general podría ser útil para determi-
nados supuestos, como son las empresas de gran dimensión, sean cotizadas o no,
así como la empresa familiar. Con relación a las empresas de gran dimensión, de-
mostrado lo ineficaz de los controles por parte del mercado y auditores externos,
la aplicación de un sistema dualista flexible podría ayudar, en determinados casos,
a evitar algunos de los escándalos que en los últimos tiempos han salpicado a los
mercados de medio mundo.
1. Introducción
El artículo 46 RSE establece que «los miembros de los órganos serán nombrados
por un período establecido en los estatutos, que no podrá exceder de seis años».
El artículo 126 LSA establecía un plazo de cinco años, lo que podría haber oca-
sionado algún desajuste y además afectar a la «igualdad de trato» tan defendida
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para la SE. Quizá por esta razón, la LSE 19/2005, en su disposición final prime-
ra, modifica el precepto indicado, elevando a seis el plazo de duración del cargo
de administrador. Como es lógico, para que se les pueda aplicar el plazo de seis
años a SSAA internas ya constituidas, será necesaria reforma estatutaria, salvo
que en los propios estatutos sociales ya estuviera prevista la posibilidad de que el
cargo de administrador tenga la duración legal máxima permitida. En todo caso,
el sistema es el mismo: la duración temporal del cargo. Por otro lado, el artículo
46.2 RSE contempla la posibilidad de reelección indefinida, en términos simila-
res al artículo 126.4 LSA.
Una cuestión de interés, a la luz del nuevo 126 LSA es si también para la SE
el plazo del cargo deber ser igual para todos los administradores. Recordemos que
la DGRN, quizá influida por el movimiento de gobierno corporativo, había admi-
tido la desigualdad en la duración del cargo en la Resolución de 26 de marzo de
2003 (caso BANKINTER). La reforma no deja lugar a dudas y se impone la igual-
dad temporal de los administradores, sin perjuicio de conseguir las finalidades del
gobierno corporativo por vías alternativas 38.
38
Así se había pronunciado, antes de la LSE, QUIJANO: «Disposiciones comunes a ambos sis-
temas de administración y control (II)», op. cit., p. 273.
39
«Disposiciones comunes a ambos sistemas de administración y control (I)», en AAVV (coord.
G. Esteban y L. Fernández), La Sociedad Anónima Europea, Régimen jurídico... Colegio de Regis-
tradores, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2004, p. 639.
254
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255
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derecho civil o mercantil, incluso las sociedades cooperativas y las demás perso-
nas jurídicas de derecho público o privado, con excepción de las que no persigan
un fin lucrativo». No hay ninguna duda, por tanto, que, por ejemplo, las socieda-
des irregulares pueden ser administradores de una SE.
256
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6. Derecho de minorías
40
«Disposiciones comunes...», op. cit., p. 705.
41
Sobre la aplicación de los artículos 137 y 138 LSA a la elección de los miembros del órga-
no de control, vid. ALONSO-CUEVILLAS FORTUNY, en esta misma obra.
257
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disponer que, en el sistema dual, el propio órgano de control pueda someter a au-
torización determinadas categorías de operaciones».
42
Vid. ALONSO-CUEVILLAS FORTUNY: «La administración de Sociedad Anónima Europea»,
en esta misma obra.
258
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43
«Disposiciones comunes...», op. cit., p. 657.
44
«Disposiciones comunes...», op. cit., pp. 663-665.
259
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Por otro lado, desde el punto de vista notarial, cabría preguntarse si es nece-
sario acreditar ante el notario la concurrencia o no de autorización. Entendemos
que el notario no tiene la responsabilidad de averiguar si el acto está sujeto a au-
torización del órgano de supervisión, por los siguientes motivos: primero, por apli-
cación del régimen general del artículo 129 LSA; segundo, porque su falta no
vicia de nulidad ni de anulabilidad el contrato; tercero, porque de los medios de que
dispone el notario para la autorización resulta imposible tener la certeza de
que el acto no esté sujeto a autorización (así, por ejemplo, puede haber una mo-
dificación estatutaria que se le oculte al notario). Es, por tanto, responsabilidad del
administrador compareciente manifestar si el acto está o no sujeto a autorización.
En el caso de que la manifestación del administrador sea positiva, entendemos
conveniente la protocolización de la autorización, sobre todo para la mejor depu-
ración de futuras responsabilidades frente a terceros de la actuación realizada, en
el supuesto de que ésta hubiere causado algún perjuicio.
45
Véase ESTEBAN: «Disposiciones comunes...», op. cit., p. 673, notas a pie 98 y 99.
46
Se podría disponer en los estatutos, en efecto, que «corresponde en todo caso al Consejo de
administración la autorización de las operaciones de planificación, coordinación, control y dirección
estratégica de la empresa».
260
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8. Deber de secreto
47
Así parece interpretar la norma QUIJANO, «Disposiciones comunes...», op. cit., p. 729.
261
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respetando el tenor literal del RSE, se coordina mejor con la normativa interna. A
nuestro juicio, el RSE se limita a establecer unas exigencias mínimas de secreto
aplicables a todo Estado miembro, con independencia del grado de desarrollo del
derecho interno en materia de deberes fiduciarios de los administradores. Pero si
la legislación interna ya contiene una regulación del deber de secreto al mismo ni-
vel o incluso más detallada, se aplicará directamente la legislación interna. Y esto
es lo que sucede en nuestro ordenamiento a la vista del artículo 127 quater, cuya
regulación va más allá que el RSE y que se aplica con carácter preferente. A ma-
yor abundamiento, no se puede desconocer que una interpretación no coordinada
con el Derecho interno podría afectar a la «igualdad de trato» que con tanta in-
sistencia nos recuerda el legislador comunitario. ¿Tiene sentido que un adminis-
trador de una SE esté sometido a un deber de secreto inferior que un administra-
dor de una SA? Evidentemente, no.
9. Adopción de acuerdos
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En todo caso, del tenor literal del artículo 50 se deriva la posibilidad de que
los estatutos establezcan otro régimen de mayorías, el cual parece que no podrá ser
más suave que el establecido por el propio artículo 50. Todo ello, por aplicación
de los principios generales de nuestro Derecho societario, en el que, cuando la ley
establece un sistema de mayorías y faculta la modificación estatutaria, siempre lo
hace partiendo de la mayoría legal, como mayoría de mínimos.
263
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48
Otra opinión sostiene, en esta misma obra, CALVO VIDAL, I.: «Disolución, liquidación y ex-
tinción de la Sociedad Anónima Europea. Las situaciones de insolvencia».
264
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insuficiente, como en aquellos casos en que no hubieren tomado las medidas ne-
cesarias sobre el órgano de dirección, para corregir las anomalías observadas en
la información suministrada. En el supuesto de que el órgano de dirección in-
cumpliera su obligación de suministrar información periódica, no es suficiente di-
cho incumplimiento para exonerar de responsabilidad a los miembros del Conse-
jo de control, sino que la diligencia mínima exige el requerimiento formal y repetido
de dicha información. Se trataría, por tanto, de analizar, caso por caso, la diligen-
cia del Consejo de control en conseguir la información correspondiente.
265