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EL INFORME ORAL

¿Cómo debería ser el informe oral para persuadir al juez?

Partiendo de que la finalidad del informe oral es convencer y persuadir al


juez para que dicte una resolución favorable al interés de la parte
representada por el orador forense, el informe ideal sería aquel que
contuviera los elementos necesarios para alcanzar dicho objetivo.

Sin embargo, la cosa no es tan fácil, pues con independencia de que en el


estudio, elaboración y exposición del informe intervienen múltiples
factores que pueden influir decisivamente en el resultado final del
pleito, no hemos de olvidar que en un proceso judicial, que es resuelto por
un tercero, las partes que concurren defienden intereses enfrentados,
siendo, por otro lado, las circunstancias que rodean el caso de diversa
naturaleza (unas veces mejor y otras peor) para la parte, por lo que
hemos de concluir que, visto de esta forma, el efecto persuasivo solo
corresponderá a uno de los informes, lo que nos lleva a preguntarnos:
¿qué pasa con los otros informes del caso? ¿Es que no son persuasivos?

A la vista de lo expuesto, es conveniente no responder a la pregunta inicial


sobre la base de un matiz exclusivamente finalista persuasivo, sino
centrándonos en dotar al informe de aquellos elementos que lo
capaciten para poder alcanzarlo, pues realizando un buen trabajo en la
elaboración del informe oral, las posibilidades de éxito aumentarán
considerablemente.

Por ello, vamos a señalar aquellas características que debe revestir todo
buen informe oral elaborado con la mira puesta en alcanzar el fin
persuasivo, debiendo advertirse que las mismas no comprender los
elementos propios de la exposición verbal del mismo, limitándonos a los
aspectos de su preparación.

El informe debe ser:


 Técnicamente solvente: es decir, precedido de un profundo estudio
del caso (de los elementos de hecho y de derecho) que lo dote de una
diestra argumentación jurídica.
 Estructurado: formado por diversas partes que lo revistan de orden
y coherencia.
 Conciso: centrado exclusivamente en los elementos esenciales que
deben integrar todo informe forense: hechos, prueba y argumentos,
trasladando al juez de forma clara las cuestiones de hecho y los
problemas jurídicos debatidos.
 Claro: el informe oral debe ser diáfano, en el sentido de que
elementos como la concisión y orden, permita al Juez entender al
orador cuando crítica del resultado de las pruebas practicadas y
expone su la tesis jurídica.
 Breve: la exposición debe realizarse con la máxima concisión,
siempre con una duración proporcional a la complejidad del asunto,
tratando de aplicar todas y cada una de las reglas que lo hagan
acreedor de la atención por el juez. Un informe oral debe pecar más
por breve que por extenso.
 Flexible: que permita al orador durante su exposición verbal realizar
las modificaciones (supresiones, añadidos o cambios) que requieran
las circunstancias concurrentes e imprevistos, sin demérito del
contenido del mismo.
 Atractivo: el informe oral no debe limitarse a una mera exposición
técnica carente de emociones. En la medida de lo posible, el orador
debe ser creativo, y aprovechar las partes del mismo que permitan tal
licencia (exordio y epílogo), usando frases, moralejas, experiencias
propias, paradojas o metáforas con situaciones sociales vigentes, que
pueden servir para llamar la atención del juez.

Para la mejor comprensión de estas pautas, no podemos olvidar que debido


a los endémicos problemas de nuestra Administración de Justicia, los
jueces están saturados de pleitos y escuchar cada día numerosos informes
orales, pesando además sobre ellos una enorme carga de trabajo, lo que los
hace en ocasiones poco proclives a escuchar con la necesaria atención
un informe oral en el que no concurran elementos como la brevedad,
concisión, orden, diafanidad, etc...

Por tanto, y para concluir, significar reiterando que el informe ideal del
abogado, sin perder su carácter finalista persuasivo, deberá centrarse
sobre todo en el empleo en su elaboración de una serie de pautas, que a
buen seguro llamará la atención y despertará el interés del juez, siendo
por tanto una extraordinaria herramienta para que el abogado consiga los
fines de persuasión.
Hay un adagio de los Abogados:

“El abogado es la espada del inocente y el escudo del culpable”

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